Para las feministas, población LGBTI y asociaciones de madres y padres, fueron varios años de luchas y propuestas para lograr este hito histórico en la educación y en la vigencia de derechos.
Mientras Bolivia libra varias batallas simultáneas, una de ellas está a punto de perderse. Resulta que la inclusión de la Educación Sexual Integral (ESI) en la currícula escolar, fue cuestionada por sectores conservadores de docentes, quienes despliegan una campaña de desinformación para confundir a la sociedad.
El gran desafío que se plantea de incorporar contenidos de educación sexual para prevenir las múltiples violencias, desde las infancias y las adolescencias, corre esa mala suerte de retroceder, en lugar de avanzar, en la conquista y ejercicio de los derechos.
Una vil campaña de desinformación recorre las redes sociales distorsionando los enunciados de la ESI con burdas menciones de pornografía, sexualización de las niñeces, tergiversación del enfoque de género y manipulación de mensajes que buscan conmover hasta las lágrimas.
En el otro frente, “todos los días vemos historias desgarradoras de feminicidios y violaciones que nos llenan de impotencia”, reclama Tania Sánchez, integrante de la Coordinadora de la Mujer y el Pacto Nacional por los Derechos Sexuales y Reproductivos. Como Tania, miles de voces se escuchan en varios territorios pidiendo “Ni Un Paso Atrás” en la inclusión de la ESI.
Datos oficiales del Ministerio Público, indican que nuestro país reporta uno de los niveles más altos de violencia patriarcal. Son diarios estos titulares: “AUTOR DE VIOLACIÓN A UNA MENOR CON DISCAPACIDAD INTELECTUAL…”; “SUJETO QUE VIOLÓ A SUS HIJASTRAS…”; “SANTA CRUZ: TAXISTA QUE VIOLÓ A UNA ADOLESCENTE…”; “PROFESOR QUE ABUSÓ SEXUALMENTE DE SUS ALUMNAS…”; “FISCALÍA DE COCHABAMBA INVESTIGA EL FEMINICIDIO DE UNA JOVEN DE 22 AÑOS EN EL MUNICIPIO DE VINTO”.
De enero a abril de esta gestión, la fiscalía general del Estado recibió más de 13 mil casos de vulneración de derechos (en una población de 12 millones aprox.), en el marco de la Ley 348 Para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia. La mayoría de los delitos responde a violencia intrafamiliar y violencia sexual. Este contexto, suele ser aún más doloroso conociendo la temprana edad de las víctimas.
Bien se sabe que la educación constituye una de las áreas de prevención de las violencias y, en ese sentido, se trabajaron varias propuestas curriculares, desde el 2014, llegando a construir un consolidado de enunciados que cada docente puede desarrollar con su propia metodología. Así está escrito en la malla curricular para adolescentes: Qué es la despatriarcalización, qué es el enfoque de género, entre otros. Así explicó el especialista en temas educativos, Jiovani Samanamud, “esta malla curricular tiene un largo recorrido”.
Para las feministas, población LGBTI y asociaciones de madres y padres, fueron varios años de luchas y propuestas para lograr este hito histórico en la educación y en la vigencia de derechos. La Constitución Política del Estado de 2009 reconoce los derechos sexuales y reproductivos, como antesala de políticas públicas que el Estado debe garantizar. Por ello, preocupa que algunos sectores conservadores dentro del magisterio se opongan, así como grupos antiderechos de madres y padres de familia, religiosos y fanáticos que optan por el sufrimiento de las violaciones y asesinatos.
A estas alturas del siglo, toda la gran masa de juventudes que constituye nuestras sociedades “aprende” de sexualidad en sus redes sociales, donde no pocas veces la desinformación y las fakenews son malas o pésimas orientaciones para el conocimiento del cuerpo, la sexualidad y las decisiones sobre embarazos deseados y no deseados, anticoncepción, enfermedades por transmisión sexual, entre otras situaciones.
Ciertamente, en el proceso, habrá que fortalecer las capacidades de docentes para el desarrollo de la ESI en aula, pero la falta de herramientas no puede ser óbice para su aplicación en contextos de alta intensidad y frecuencia patriarcal y machista.
Aún estamos a tiempo de no retroceder en el ejercicio de los derechos y mucho menos cuando la argumentación se basa en la desinformación. Las demandas sectoriales del magisterio movilizado en las calles responden a su condición gremial, cuya naturaleza y fin no puede confundirse con la educación de millones de estudiantes ávidos de conocer su sexualidad.
Los pueblos indígenas de todo Brasil se movilizan en Brasilia en una semana de protestas contra el “Marco Temporal”, el proyecto de ley 490 conocido como el “Proyecto de Ley de la Muerte”, así como contra otros planes y acciones genocidas del Gobierno de Bolsonaro
La APIB ha celebrado una concentración ante el Tribunal Supremo, que se espera reanude la votación de la trampa del Marco Temporal. Esta es una propuesta presentada por el sector del agronegocio que defiende que los pueblos indígenas solo tienen derecho al territorio que ocupaban físicamente el 5 de octubre de 1988, día en que entró en vigor la actual Constitución.
En todo el mundo se están desarrollando acciones de protesta contra el PL490. En San Francisco y Londres los manifestantes han exigido el fin de los ataques genocidas del presidente Bolsonaro y sus simpatizantes contra los pueblos indígenas de Brasil.
La trampa del Marco Temporal supone una amenaza para cientos de territorios indígenas, cientos de miles de indígenas y decenas de pueblos indígenas no contactados, entre ellos:
– Los xoklengs: uno de sus territorios es sobre el que decidirá el Tribunal Supremo, que juzgará sobre la validez o no de la teoría del Marco Temporal.
A principios del siglo pasado el Gobierno brasileño propició que gran parte del territorio de los xoklengs y otros territorios indígenas fueran adjudicados a colonos europeos. El Gobierno también financió la llamada “milicia de caza de indios”, que aceleró el acaparamiento de tierras colonial y el genocidio de los pueblos indígenas.
El Tribunal Supremo podría ahora fijar para siempre los efectos de estas y posteriores expulsiones, sentando un precedente que tendría gravísimas consecuencias para los pueblos indígenas de Brasil.
– Los guaraníes: casi toda su tierra fue robada antes de 1988 y ahora se utiliza para el agronegocio. Serían de los más perjudicados. Su lucha para recuperar sus tierras, que ya es una batalla descomunal, sería aún más difícil y sangrienta.
– Los kawahivas no contactados: su existencia y ubicación se confirmó oficialmente después de 1988, como la de muchos otros pueblos indígenas no contactados.
– Muchos otros pueblos indígenas no contactados, cuya existencia aún no ha sido confirmada oficialmente por el Gobierno, a pesar de las numerosas pruebas que existen. Hay 86 casos de este tipo. Uno de ellos es el de los pueblos no contactados del territorio indígena Ituna Itatá, cuya Ordenanza de Protección Territorial de emergencia está a punto de expirar.
Si se aprueba, la trampa del Marco Temporal supondría retroceder décadas en la lucha por los derechos indígenas y podría acabar con pueblos indígenas enteros no contactados. El movimiento indígena y sus aliados estamos movilizándonos para que este peligroso proyecto de ley se descarte.
Según la APIB: “Que el país escuche a sus pueblos indígenas. Nuestras vidas están ligadas a la tierra, vivimos en comunión con ella. Somos los guardianes de las selvas y de todas las formas de vida que viven en ellas. Nos enfrentamos a un Congreso que sigue impulsando su agenda anti-indígena. Estamos luchando contra la trampa del Marco Temporal, programado para ser votado por el Tribunal Supremo el 25 de agosto. ¡Resistiremos!”.
Caroline Pearce, directora de Survival International, ha declarado hoy: “Esta es la sentencia judicial más decisiva para los pueblos indígenas de Brasil desde hace décadas. Está en juego el futuro de cientos de miles de personas. También es una prueba crucial para el poder judicial y la democracia de Brasil. Los jueces del Tribunal Supremo deben defender la Constitución que reconoce los derechos originarios de los pueblos indígenas a sus tierras como primeros habitantes del país”.
Para más información, contacta con:
Survival International: press@survivalinternational.org, móvil: +447841 029 289;
Greenpeace Reino Unido: press.uk@greenpeace.org;
CAFOD: Frances Leach – fleach@cafod.org.uk, móvil: +447584 349 426; o Nana Anto-Awuakye – nanto-awuakye@cafod.org.uk, móvil: +447799477541;
Amazon Rebellion: amazonreb@protonmail.com;
Brazil Matters: brazilmatters@gmail.com, móvil: +44 7793 451311
Protesta en Londres el 25 de agosto en la Embajada de Brasil, 14-16 Cockspur St, LONDRES SW1Y 5BL junto a simpatizantes de Amazon Rebellion, Brazil Matters, CAFOD, Greenpeace, Parents for Future y Survival International.
Protesta en San Francisco el 24 de agosto en el Consulado de Brasil, 300 Montgomery Street, San Francisco, CA 94104-1901 junto a simpatizantes de Brazil Solidarity Network, Women’s Earth and Climate Action Network, Survival International y Amazon Watch.
María Clemencia Herrera Nemerayema es la fundadora de la Escuela de Formación Política para los indígenas amazónicos, espacio en el que se preparan para proteger el territorio. Su sueño es montar la universidad intercultural en el corazón de la selva.
Este año, la líder indígena ganó el Premio Bartolomé de las Casas por su trabajo en la defensa de los territorios, a partir de la recuperación de las culturas locales y del uso sostenible de los recursos amazónicos.
Lleva más de 30 años trabajando en empoderar a las mujeres amazónicas a través de la educación. María Clemencia es la fundadora de la corporación Mujer, Tejer y Saberes, donde las indígenas desplazadas, radicadas en Bogotá, Colombia, ponen sus conocimientos en práctica para generar ingresos.
A María Clemencia Herrera Nemerayema no le dieron diploma cuando terminó la primaria en el internado Santa Teresita del Niño Jesús del municipio de La Chorrera, Amazonas, al sur de Colombia. En su graduación un cura le regaló una biblia y un cristo crucificado. “Esto para que algún día se convierta”, le dijo a esa niña de apenas 15 años que se negó a olvidar su lengua materna Uitoto minika y que en cada clase hacía hasta lo imposible para recordarle a sus compañeros cómo era su cultura, qué eran las chagras —los espacios de cultivo—, cómo eran las comunidades de su territorio y cuál era el papel de las mujeres indígenas amazónicas. Cuando Herrera recuerda esa frase, le causa risa y, tal vez, un poco de curiosidad. No entiende por qué los curas y monjas que llegaron a imponer la religión y la educación occidental en ese territorio indomable, insistían tanto en satanizar la cultura indígena.
Ella no fue rebelde, solo se opuso al olvido de lo propio.
— ¿Ahí empezó su liderazgo? —le pregunto.
— Yo no sabía que eso era un inicio de liderazgo —responde—. Simplemente que para mí no existía otra cosa que los pueblos indígenas que me rodeaban.
Y sí, así empezó todo. En esa pequeña escuela incrustada en el corazón de la selva, María Clemencia Herrera mostró su talante, se negó al maltrato y demostró la fuerza que tienen las mujeres amazónicas.
Ahora, con 52 años, es la mente que fundó la Escuela de Formación Política de la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía (OPIAC), iniciativa apoyada por la Cooperación Noruega que cada año capacita a decenas de jóvenes que se forman para proteger su territorio; un modelo pedagógico propio que refuerza sus raíces, les recuerda su misión de cuidar la madre tierra y les da las herramientas para enfrentarse ante el mundo. Un espacio donde se da la misma oportunidad a hombres y a mujeres, y que graduó a 245 jóvenes con potencial de liderazgo entre 2016 y 2019.
Clemencia Herrera, del pueblo Uitoto (Muina Murui), ha sido la voz de los indígenas ante el mundo y ha ganado numerosos reconocimientos nacionales e internacionales por su trabajo. El más reciente ocurrió el pasado 23 de julio, cuando la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional del Ministerio de Asuntos Exteriores de España y la Casa América le otorgaron el Premio Bartolomé de las Casas por su labor en la defensa de los territorios, a partir de la recuperación de las culturas locales y del uso sostenible de los recursos amazónicos.
Por más halagada que se sienta, Herrera no deja que nada la desvíe de su gran sueño: crear una universidad indígena intercultural para la Amazonía. “¿Cómo lo lograré?”, se pregunta. Aún no sabe, lo único que tiene claro es que lo hará realidad, como todo lo que se ha propuesto.
Un territorio olvidado
Por más firme y segura que suene su voz, Clemencia deja entrever cierta tristeza. Hace unos meses falleció su padre Eulogio Herrera en el municipio de La Chorrera, al sur de Colombia, su territorio de origen, a la espera de los medicamentos y los aparatos médicos que podían ayudarle a combatir el COVID-19. “Mi padre murió esperando la medicina (que llegaría) en el único vuelo que aterriza en esos territorios”, acepta con un dejo de resignación.
Clemencia Herrera no se despidió de su sabedor y guía, ese hombre uitoto que fue pieza clave en la reconstrucción de La Chorrera, después de la Fiebre del Caucho; conflicto de los países amazónicos que se dio desde 1850 hasta casi mediados de 1900, en el que casi 100 000 indígenas de las etnias uitoto, bora, andoque y ocaina, fueron convertidos en esclavos y obligados a trabajar en la extracción cauchera.
“Mis bisabuelos y abuelos fueron víctimas de este conflicto”, narra Herrera, orgullosa de que su padre, líder innato, ayudara a reconstruir ese pueblo que quedó con menos de una decena de casas y en el que ahora viven más de 3800 amazónicos. “Soy la cuarta generación de los hijos de la resistencia”, afirma con satisfacción, honrada del padre que tuvo.
La líder indígena guarda silencio, está preocupada por su territorio. En el Amazonas, de acuerdo con el Ministerio de Salud, hasta el 2 de noviembre han muerto 117 personas a causa del COVID-19 y ya son más de 2900 casos confirmados con el virus. En La Chorrera —que está a hora y media en avión de Leticia, capital de ese departamento, y a un mes por río— son 14 casos confirmados y dos muertes, una es la del padre de Herrera. Para ella no es una cifra más: es el retrato del abandono en el que los tiene el Estado. Es un virus que apareció para visibilizar la pobreza del territorio por el que trabaja desde que era una niña.
Antes de cumplir los 20 años, Clemencia Herrera ya asesoraba a la Confederación del Alto Amazonas de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC); acompañó el equipo indígena que estuvo en la Asamblea Nacional Constituyente de 1991; sirvió de puente de diálogo entre las comunidades y los grupos armados ilegales que llegaban a imponer su ley; y también trabajó en el ordenamiento del resguardo Predio Putumayo, territorio de casi 6 millones de hectáreas que les fue arrebatado a los pueblos amazónicos durante la época de la Fiebre del caucho y que se les devolvió en abril de 1988, cuando el entonces presidente Virgilio Barco les dijo a los indígenas: “Por fin, la tierra que es de ustedes, es de ustedes”.
Ese territorio amazónico, que tanto ha sufrido, es por el que se esfuerza Herrera. Quiere empoderar a los indígenas, así que les ha hablado de la gobernabilidad del territorio y del valor de sus orígenes.
“Somos una nación indígena. En clase les enseñamos a los jóvenes que hay más de 40 artículos de la Constitución Política que tienen que ver con sus derechos y los de sus comunidades, más los que les compete como ciudadanos. Tienen una Constitución multicultural de la que se deben apropiar”, explica Mauricio Garzón, biólogo, abogado y docente de la cátedra de Pluralismo Jurídico de la Escuela de Formación Política, espacio que empezó sus clases en 2016 y en el que les brindan las herramientas para que nadie les pase por encima.
La Escuela, respaldada por la Universidad del Rosario de Bogotá, tiene cuatro líneas de formación: territorio y biodiversidad; autonomía y participación política; derecho propio y pluralismo jurídico; y comunicación audiovisual. Sea cual sea el área que escojan los futuros líderes, saben que tendrán que aplicar sus conocimientos en el territorio y proponer un proyecto de impacto. Ese es el interés de Clemencia Herrera, que se vean como sujetos políticos que formarán parte del cambio.
“La mujer indígena más empoderada”
En la Escuela de Formación hay un módulo enfocado a explicar el papel de la mujer indígena en los pueblos amazónicos. Allí, tanto hombres como mujeres escuchan la clase mientras tejen. No hay excepción. La lideresa uitoto insiste en rescatar el rol de las mujeres y en darles el mismo lugar que tienen los hombres. Toda una hazaña que la ha llevado a lidiar con el machismo y la oposición de muchos.
“Las mujeres tienen un rol muy importante para preservar la cultura y mi interés es que todos aprendan a valorar el trabajo que las indígenas hacemos, que haya un sentido de pertenencia y un respeto”, expresa Herrera, mientras recuerda que desde sus 15 años se propuso la meta de empoderar a las mujeres.
Es la fundadora de la corporación Mujer, Tejer y Saberes (Mutesa), espacio creado en 2004 en el que las mujeres amazónicas desplazadas, radicadas en Bogotá, ponen sus conocimientos ancestrales en práctica para generar ingresos, reforzar los valores de los pueblos originarios y evitar ser discriminadas. “Clemencia es una abanderada del tema productivo, así que las puso a trabajar en sus propias iniciativas”, cuenta Claudia Duarte, trabajadora social, amiga y compañera de trabajo de la líder indígena.
La corporación tiene un restaurante de comidas típicas, un centro de artesanías y hasta un estudio de ropa en el que construyen diseños propios que rescatan la cultura amazónica. “Construí un espacio donde las mujeres artesanas aprenden a hacer su economía propia y a generar ingresos —explica Clemencia—. Es muy importante porque ellas tienen necesidades y no cuentan con recursos”.
Todas las iniciativas están acompañadas de la formación y la educación, la herramienta más grande para generar un cambio o, por lo menos, en eso insiste Clemencia Herrera. Esa idea se reforzó desde que trabajó con las mujeres amazónicas, en el marco del Auto 092 de 2008, medida de la Corte Constitucional para la protección de los derechos de las mujeres desplazadas. Recorrió sus pueblos y confirmó que una gran mayoría de las mujeres indígenas sentían que sus derechos colectivos e individuales estaban siendo vulnerados.
Fue entonces cuando se obstinó en luchar por garantizarles el acceso a la participación política y a la educación. Allí tomó forma en su mente lo que es hoy la Escuela de Formación Política, espacio que, si bien inicialmente estaba pensado solo para mujeres, en busca de la equidad decidieron que fuera para ambos géneros. Todas las iniciativas de Clemencia Herrera han creado espacios de reflexión con los hombres y, aunque no han faltado enfrentamientos, siempre tiene la fortuna de estar acompañada de abuelos y abuelas que reconocen —cuenta Claudia Duarte— que muchas mujeres son violentadas y maltratadas.
“La mujer indígena apenas está empezando un proceso de liderazgo, pues siempre se le da la participación al hombre. Es difícil, pero la profe Clemencia nos ha enseñado que sí se puede. Es la mujer indígena más empoderada que conozco”, dice Célida Valencia, nativa del pueblo Cubeo de Vaupés que culminó su carrera como administradora de empresas y el año pasado se formó en la Escuela de Formación Política. Para esta joven, de 25 años, el reto más difícil al que se enfrentan las indígenas es estudiar sin olvidar sus raíces. “Toca encontrar un equilibrio”, reitera.
Célida Valencia no sabía cómo hacerlo, pero Herrera le demostró que sí se podía. La convenció de capacitarse sin abandonar su rol para preservar la cultura y la vida, y sin dejar atrás el trabajo en las chagras, ese espacio diverso en el que las comunidades cultivan y tienen un intercambio espiritual en el que agradecen a la tierra. “El conocimiento de las mujeres indígenas se transmite a través de la chagra. De ahí brota todo lo que nos alimenta —dice Clemencia Herrera—. Es el centro de vida, es la imagen de una mujer o de un pueblo indígena amazónico”.
Entre las chagras y la selva, la lideresa uitoto pasó su infancia y adolescencia. Aún recuerda cómo sembrar las semillas y se jacta de ser una buena recolectora de frutas. Sabe que las prácticas son tumbar, quemar, sembrar y cosechar; pero recalca que sus comunidades siempre han hecho esto con respeto y que toda tierra es reforestada con árboles frutales del territorio para asegurar los alimentos de las futuras generaciones y de las especies de animales con las que conviven en ese pulmón del mundo.
“Los amazónicos nunca nos vamos y dejamos abandonado un espacio de tierra”, recalca con vehemencia, tirando pullas a los que están acorralando la selva. Solo entre enero y el 15 de abril de este año, la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS) registró 75 031 hectáreas desforestadas en la Amazonía. Esa cifra, en tres meses, alcanzó el 76 % del total que se deforestó en esa región durante todo 2019, cuando se perdieron 98 256 hectáreas de bosque, según el último informe del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam).
En defensa de la vida
María Clemencia Herrera ha logrado rodearse de un séquito que la apoya en su lucha, como Marcelo Muñoz, profesor indígena, del pueblo Tatuyo de Vaupés, que enseña un módulo sobre los territorios de origen en la escuela de formación. “En clase hablamos de lo que nos impusieron, de cómo concibe las cosas el mundo occidental y cómo lo concebimos nosotros”, dice tajante, reiterando que el principal problema de los occidentales —refiriéndose a los no indígenas— es concebir el territorio como un espacio físico del que se pueden lucrar, y no como un ser vivo “que nos alimenta y nos nutre”.
Muñoz, docente desde hace 15 años, actualmente acompaña la formulación de un modelo educativo intercultural y rural para Guaviare, departamento de la Amazonía en el que la selva se reduce a una velocidad estrepitosa. “Allá tumban bosque para poner dos vacas y decir que son ganaderos. Ese concepto hay que cambiarlo. La Amazonía está amenazada porque no conciben el territorio como un ser vivo, creen que es un ser inerte”, insiste.
Y tiene razón, según el Ideam, Guaviare es el tercer departamento del país que concentra mayor deforestación, después de Caquetá y Meta. Por eso, se necesitan líderes que promuevan un cambio para su región, que no se perviertan y que estén dispuestos a encarar lo que les pongan al frente, “como Clemencia, que lucha por preservar el pensamiento ancestral —agrega Marcelo Muñoz—. Una maestra que busca la equidad y la preservación de la vida misma”.
La líder uitoto sabe todo lo que ha conseguido, pero aún se ruboriza al escuchar tantos elogios. Reconoce, con humildad, su influencia en muchos jóvenes egresados de la Escuela de Formación que hoy se visualizan como agentes de cambio. “Yo trabajo para que ellos dialoguen con los ancianos y que no se pierdan nuestras formas de vida ni nuestras tradiciones, para que aprendan a apropiarse de la cultura y se sientan orgullosos de sus raíces”, relata Clemencia.
Uno de sus pupilos es Héctor Yucuna, que logró convocar a los egresados de 2018 y 2019 para pedir a la OPIAC la creación, por primera vez en 25 años, de una coordinación de jóvenes que quieren salvar la Amazonía. Lo consiguió, y es él quien la lidera. “Haremos pronto una asamblea para hablar de lo que piensan los jóvenes en materia de salud, educación, extractivismo, participación política y cambio climático. De ahí saldrá un cronograma y un plan de trabajo”, dice convencido, recalcando que no pueden permitir que se continúen extrayendo minerales y petróleo de sus territorios. Cree que esa es su misión: “esto nos lo enseñó la líder Clemencia, un ejemplo de resistencia y de liderazgo”.
Su preocupación está bien justificada. Un informe titulado Petróleo en la Amazonía: ¿Pueblos indígenas en peligro?, de la Asociación Ambiente y Sociedad, registra que en la cuenca ubicada entre Caquetá y Putumayo existen actualmente 51 contratos para estudio técnico del área, exploración y explotación de hidrocarburos, títulos que están a cargo de 16 empresas nacionales e internacionales. Esto sin contar las áreas disponibles para ser adjudicadas. En esta cuenca ubicada en la región Amazónica, dice el documento, se produce el 2.9 % del crudo total del país. Su potencial es enorme y la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) calcula que la reserva ronda los 3000 millones de barriles de petróleo.
“Conozco las consecuencias de estos proyectos. He visto pueblos indígenas desplazados y sin territorio por la extracción de hidrocarburos. Seguiremos peleando con el Gobierno por las consultas previas”, agrega Yucuna. Está decidido a luchar, tal como aprendió en la Escuela de Formación Política; reconoce que no es fácil, sobre todo por los grupos armados que transitan en sus territorios y que llegan a imponer su ley. “Muchos que se han opuesto a ese negocio han sido asesinados”, lamenta. Tal vez ese sea el mayor temor. La misma María Clemencia lo reconoce y sabe que en un país como Colombia es toda una proeza ser líder ambiental o social.
Un reciente informe de Global Witness, registró el año pasado 212 defensores del ambiente asesinados en el mundo. El primer lugar, con el mayor número de homicidios lo obtuvo Colombia (64), seguido de Filipinas (43), Brasil (24), México (18) y Honduras (14). En el caso de Colombia, esa cifra significa más del doble del número de asesinatos registrados por esa organización en 2018.
Una universidad incrustada en la selva
Lo que más impactó a Clemencia Herrera en su paso por el internado en el que terminó la primaria, fue ver docentes que no hablaban su lengua y que obligaban a los indígenas a vivir una vida que no les pertenecía. Se rehusó a renunciar a su cultura. Esa convicción la ha mantenido, incluso después de que las religiosas la enviaran a realizar su bachillerato en el municipio de Viotá, Cundinamarca. Ni el cambio de clima, ni el cemento que reemplazó los árboles de esa selva espesa y húmeda, la hicieron olvidar del territorio en el que creció con sus cuatro hermanos. Todo lo que aprendió en el colegio lo puso en práctica con sus comunidades y se ilusionó con crear algún día una escuela que se saliera del modelo tradicional. Y lo logró.
En la Escuela de Formación Política que fundó estuvo hasta diciembre pasado, cuando en el VII congreso de la OPIAC, que se realiza cada cuatro años, decidieron cambiar a todas las directivas. “Es el golpe más duro que ha recibido, pero estoy segura que la impulsará más”, dice Claudia Duarte. Tiene razón, a Clemencia Herrea nada la frena. Hoy, con su corporación Mutesa, esta lideresa experta en Derecho de los Pueblos Indígenas de la Universidad Carlos III, de Madrid (España), acompaña a 250 mujeres amazónicas que quieren estudiar; las impulsa para validar el bachillerato y proyectarse en continuar con su formación profesional.
Sabe que por ahora no seguirá en la Escuela de Formación Política, así que concentrará sus energías en seguir estudiando Derecho Propio Intercultural con la Universidad Indígena del Cauca y en sumar esfuerzos para lograr montar la universidad en el corazón de la selva, un proyecto que ya está listo en el papel. Está convencida de que la educación intercultural será la mayor arma para cuidar la Amazonía y sus pueblos.
“Clemencia tiene una capacidad de incidencia muy fuerte, es una habilidad que no tienen todos los amazónicos, y con la que seguirá logrando sus metas”, dice Claudia Duarte. La lideresa uitoto no lo niega, sabe que solo necesita un par de segundos para empezar a hablar y captar la atención de todas las personas que estén a su alrededor. Con la palabra y la “berraquera” espera seguir abriendo puertas.
— La Universidad Indígena es un hijo más. Es mi vida, es mi sueño —recalca María Clemencia Herrera.
—¿Cuándo lo logrará? —pregunto.
No sabe con precisión, lo único que tiene claro es que se hará realidad. Nadie lo duda, por algo es que “persistente” y “luchadora” son las dos palabras que más se repiten en las personas que la intentan definir.
* Imagen principal: la ilustración fue elaborada por la artista visual Marlene Solorio, pueden conocer aquí su trabajo.
Un total de 383 comunidades, pertenecientes a 16 pueblos indígenas, están en peligro debido a la vigencia de la Ley N° 30723 que fue promulgada por el Congreso en 2018. Esta norma prioriza la construcción de carreteras en Ucayali y pone en peligro las áreas naturales reservadas de la zona y a las mismas comunidades.
Esta ley fue promulgada sin haber sido consultada con los pueblos indígenas afectados, ni con las opiniones de la Comisión de Pueblos Andinos, Amazónico y Afroperuanos, Ambiente y Ecología del Congreso; el Ministerio de Cultura, el Viceministerio de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia; el SERNAMP, los ministerios de Ambiente y de Salud; ni con la Defensoría del Pueblo.
La Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes (FENAMAD) presentó una solicitud a la Secretaría para las Solicitudes sobre Asuntos de Cumplimiento Ambiental del Acuerdo de Promoción Comercial Perú – Estados Unidos, denunciando que Perú no estaba respetando las legislaciones que protegen el medio ambiente.
Tras dos años de investigación, la mencionada Secretaría determinó que «El Congreso de la República no sometió el proyecto de ley a una evaluación sobre su potencial afectación a los derechos colectivos de los pueblos indígenas y originarios». Es decir, el Poder Legislativo no respetó el derecho a consulta previa.
Además, la resolución señala que «el Reglamento del Congreso no establece mecanismos para la implementación de la Ley de Consulta Previa durante el procedimiento legislativo».
Silvana Baldovino, directora del Programa de Biodiversidad y Pueblos Indígenas de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), alertó que la ley aún sigue vigente y que están en peligro tres parques nacionales (Alto Purús, Cordillera Azul, Sierra del Divisor,) dos Reservas Comunales (Purús y El Sira), un Área de Conservación Regional (Imiria), tres reservas indígenas (Murunahua, Isconahua, Mashco Piro) y una reserva territorial para pueblos en situación de aislamiento o en contacto inicial (Kugapakori Nahua, Nanti).
A pesar de eso, la ley continúa vigente. Las comunidades nativas continúan demandando ser escuchada por las autoridades para que se respeten y protejan sus derechos.
Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/internacional/13/10/2020/casi-400-comunidades-nativas-denuncian-ley-que-pone-en-riesgo-areas-protegidas-en-peru/
“Cada día estamos perdiendo nuestra identidad, ¿por qué? Porque cuando vienen los chachi a estudiar a la ciudad ya no quieren hablar en cha’palaa. Se avergüenzan y solo quieren comunicarse en castellano”, dice el docente y técnico de la Coordinación Técnica de Educación Intercultural Bilingüe, Casiano Añapa Tapuyo.
Por eso tomó la decisión de crear el libro ‘Mubain Lengue Cha’palaachi Pamijanu’, que en español significa ‘Todos a aprender a leer para hablar cha’palaa’.
La falta de materiales educativos -según Añapa Tapuyo- ha dificultado la difusión de los términos esenciales, por lo que a través de esta obra busca sistematizar el proceso de enseñanza para los niños de habla castellana, lo que permitirá una mayor integración entre los estudiantes de edad escolar, tanto chachi como hispanos.
Alfabeto
La lengua chachi tiene más de 2.000 años de antigüedad, menciona el director de la Casa de la Cultura Núcleo de Esmeraldas, Yurqui Minota, por lo que reconoce lo esencial de la publicación de este libro para los estudiantes y la población esmeraldeña.
El idioma de los chachis es el cha’palaa. Su alfabeto se compone de cuatro vocales (exceptúan la o) y 24 consonantes. Constan dígrafos (compuesto por dos letras), como la dy, ts, sh, ty, que no existen en la lengua castellana y que requieren una diferenciación en cuanto a la pronunciación y la escritura.
Añapa Tapuyo se demoró un año en la realización de este libro. Empleó sus pequeños espacios de tiempo, entre su trabajo dentro de la Coordinación Técnica de Educación Intercultural Bilingüe, para culminar la obra. Su esfuerzo también se debió por la realidad dentro de las unidades educativas de la provincia, donde convivían alumnos de la nacionalidad chachi, pero sin la guía de un docente que les enseñara.
“Dándose las situaciones de esta manera he tenido que escribir un pequeño libro, como les decía a mis estudiantes, para todos”, añade el docente de 14 años de experiencia, y de otros 16 dentro del Ministerio de Educación. Enseñar de a poco
Dentro de la unidad educativa intercultural bilingüe José Espíritu Santo Cimarrón Añapa, la docente Lorgia Añapa Acero, quien labora con estudiantes de la nacionalidad chachi, da clases tanto en español como en cha’palaa, pues está incluida como una materia dentro del pensum educativo.
Enseñar de a poco
Dentro de la unidad educativa intercultural bilingüe José Espíritu Santo Cimarrón Añapa, la docente Lorgia Añapa Acero, quien labora con estudiantes de la nacionalidad chachi, da clases tanto en español como en cha’palaa, pues está incluida como una materia dentro del pensum educativo.
“Estamos en un proceso de rescatar los valores culturales, incluyendo el idioma. Es lo más importante en la nacionalidad. Si usted la perdió se acabó la cultura”, dice la profesora, quien a los 9 años aprendió el castellano.
Alumnos como Jesenia Shirley, de 13 años, y Weslie Añapa, de 14, saludan, se despiden, cuentan números y forman oraciones en cha’palaa, su lengua natal. Sienten un poco de vergüenza ante los demás y esperan que esto no siga ocurriendo con los hispanohablantes, y perdure el idioma por muchas generaciones más.
FRASE
El pueblo chachi nace con su lengua materna que es el Cha’palaa. Etimológicamente proviene de tres vocablos: ‘CHA’ (de la palabra Chachi), PA (panu: hablar) y LA (se deriva de la palabra Laanu: pronunciar)”.Más años de vida para un segundo libro
° El docente y técnico de la Coordinación Técnica de Educación Intercultural Bilingüe, Casiano Añapa Tapuyo, dice que su intención es lograr un segundo tomo, en el que se reflejaría, además del castellano y el cha’palaa, la intervención del siapidara, lengua materna de la nacionalidad Epera. Su objetivo es legar a las generaciones su idioma, su cultura, sus tradiciones, su cosmovisión y, sobre todo, la no extinción de una lengua que resalta tanto en su escritura como pronunciación.
Expresiones
Aprenda cha’palaa
°Saludos
Ura kepenene mashturu: Buenos días profesor
Ura kepenusha kaila: Buenas tardes niños
Ura kepenusha kumanii: Buenas tardes compañero
°Diálogos
Ñu ¿ti mumuyu?: ¿Cómo se llama?
¿Naaju chuyu?: ¿Cómo estás?
¿Juntsa mun?: ¿Quién es ella o él?
Unos dos mil indígenas acamparon el miércoles en Brasilia bajo un fuerte operativo de seguridad, iniciando tres jornadas de manifestaciones contra el gobierno de Jair Bolsonaro
Unos dos mil indígenas acamparon el miércoles en Brasilia bajo un fuerte operativo de seguridad, iniciando tres jornadas de manifestaciones que este año denuncian la expansión de actividades mineras y agropecuarias favorecidas por el presidente de ultraderecha Jair Bolsonaro en detrimento de sus tierras ancestrales.
Los líderes indígenas empezaron a instalar durante la madrugada su «Campamento Tierra Libre» en la Explanada de los Ministerios, enmarcados por importantes contingentes policiales, comprobaron periodistas de la AFP.
«Nuestras tierras son sagradas. No a la minería en tierras indígenas», proclamaba una de las primeras pancartas instaladas frente al campamento que mira al icónico edificio del Congreso nacional y tiene a los lados los edificios de los ministerios.
«Nuestros derechos no se negocian», se leía en otro cartel.
Este «Campamento Tierra Libre«, que se realiza desde el 2004, arranca este año en un clima de tensión con el recién inaugurado gobierno Bolsonaro, que se ha manifestado en varias ocasiones contra nuevas demarcaciones de tierras indígenas y a favor de la expansión de actividades económicas cuestionadas por los pueblos originarios y por los defensores del medio ambiente en la Amazonía.
«Desde el 1 de enero [cuando asumió Bolsonaro], el gobierno atacó a los indígenas en todos sus derechos, uno de ellos la educación», dijo a la AFP Luana Kumaruara, de 33 años, nativa de Pará (norte), que cursa una maestría en antropología.
Kumaruara, que realiza su tercer campamento, recordó que el primer ministro de Educación de Bolsonaro, Ricardo Vélez (destituido este mes), llegó a afirmar que la universidad no era para todos, lo cual afectaría el acceso a una educación superior de los indígenas, tradicionalmente con menos recursos.
Bolsonaro cuestionó la semana pasada la organización de este campamento.
«Va a ocurrir un encuentro grande de indígenas, la próxima semana. Se prevé 10.000 indígenas aquí en Brasilia. ¿Y quién va a pagar la cuenta de los 10.000 indios que vienen? Usted», dijo el presidente en una transmisión en vivo en Facebook.
Esa afirmación fue rebatida de inmediato por la Articulación de Pueblos Indígenas de Brasil (Apib), responsable del evento, que aseguró que la iniciativa es financiada con campañas propias de colecta de fondos.
Según cifras oficiales, unos 800.000 indígenas de 305 etnias viven en Brasil, un país de 209 millones de habitantes.
La Constitución brasileña determina que esos pueblos tienen el derecho al usufructo exclusivo sobre las tierras que ocupan, pero la demarcación se ve amenazada por la tala ilegal, la expansión de la ganadería y el avance de la frontera agrícola.
Americadelsur/Venezuela/Vtv carcasa, 11 de mayo de 2018.- Tras varios años de lucha y activismo por parte del pueblo Pemón, este viernes se llevará a cabo en el parque Tiergarten de Berlín en Alemania, la entrega oficial de la Piedra Abuela Kueka, quien regresará a su lugar de origen.
En el acto de entrega estará participando el viceministro para Europa, Yván Gil, quien estará acompañando a 12 representantes del pueblo Pemón, quienes realizarán una ceremonia de sanación, para restituir la armonía a la piedra, que según la tradición, garantizaría el equilibrio mundial, quebrantado al momento de su sustracción.
Berlín, parque Tiergarden. Doce chamanes del pueblo Pemón han comenzado la ceremonia de sanación de la piedra Kueka, la roca sagrada que consideran su abuela y les fue sustraída en 1998. Llevan luchando desde entonces para su regreso. Pronto volverá a Venezuela. pic.twitter.com/hpgblKvao4
La Abuela Kueka es una piedra semipreciosa de jaspe, de más de 30 toneladas, que representa un símbolo sagrado y ancestral para la comunidad Pemón, que durante dos décadas ha elevado su voz frente a organizaciones nacionales e internacionales por la devolución de la piedra extraída del Parque Nacional Canaima, ubicado en el estado Bolívar, por el artista plástico alemán Wolfang von Schwarzenfeld en 1998, quien luego de tener la piedra la talló para descubrir su parte interior de color rojo para incorporarla al proyecto artístico denominado Global Ston.
El retorno de la Abuela Kueka a tierras ancestrales de Canaima, representa una victoria para los pueblos indígenas y para el Gobierno Nacional, quien desde el año 2000, viene realizando los trámites jurídicos, administrativos y diplomáticos necesarios para su retorno.
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