De 8M a 8M: la mujer gana en derechos en África

Redacción:  La Vanguardia

Desde una mujer presidenta hasta un Nobel a la lucha contra la violencia sexual, cinco avances en igualdad de género en el continente africano

Hace un año de la gran movilización del 8M alrededor del mundo por el Día Internacional de la Mujer. Aupadas por el movimiento internacional del #MeToo, millones de mujeres se manifestaron contra la desigualdad de género. En África siguen por detrás en muchos derechos básicos, pero poco a poco se impulsan políticas feministas. A continuación, un repaso a cinco de los mayores avances en favor de la mujer en el último año y una puesta en perspectiva de la situación de desigualdad de género en el continente africano.

Etiopía eligió presidenta

El pasado 25 de octubre, el Parlamento de Etiopía eligió por primera vez como jefa de Estado a una mujer, Sahle-Work Zewde. La nueva presidenta del país comenzó su mandato con una consigna clara: “Si alguien piensa que hablo mucho sobre mujeres, que espere a escuchar todo lo que tengo que decir”. Zewde se convirtió así en la primera mujer presidenta en Etiopía y en la única actualmente en el continente. Aunque el Ejecutivo recae sobre el primer ministro, Abiy Ahmed, la elección tiene un alto valor representativo y muestra las intenciones feministas del nuevo Gobierno, que cuenta con un gabinete paritario en el que, además, una mujer dirige la históricamente masculina cartera de Defensa.

 

 

La elección de representantes políticas visibiliza a la mujer como líder en la toma de decisiones y da ejemplo a la sociedad para eliminar la brecha de género. En ese sentido, África está por delante de otras regiones del mundo. Ruanda, por ejemplo, es el país con más porcentaje de representación femenina en el Parlamento y el único que supera la barrera del 60%, con 49 diputadas en un hemiciclo de 80 personas. Un hecho que viene dado en parte por el genocidio de 1994, que dejó al país con más mujeres que hombres, e impulsó un liderazgo que va más allá de las fronteras del propio país. En total, de los veinte países con más mujeres en los parlamentos, seis son africanos: Ruanda, Namibia, Sudáfrica, Senegal, Mozambique y Etiopía.

Las mujeres salen a la calle

Muchas mujeres han dejado de callar los abusos y han pasado a la acción, liderando el cambio con manifestaciones por sus derechos y contra el poder. El caso más reciente ocurrió en la región de Puntland, en Somalia, donde cientos de mujeres y niñas protestaron por las violaciones a las mujeres tras el fallecimiento reciente de una niña de 13 años tras haber sido violada por cinco hombres. Contra la violencia sexual también marcharon mujeres en Senegal, bajo el lema #Nopiwouma, que en wolof significa “no me callaré”, y en Sudáfrica con la etiqueta #TotalShutdown.

 

 

Las mujeres siguen liderando protestas frente a medidas gubernamentales: en Sudán, las revueltas pacíficas contra el gobierno de Al Bashir las encabezan también cientos de mujeres hartas de sufrir abusos y de estar marginadas en una sociedad machista que las ignora.

Educar en el feminismo

En el colegio Safe School for Girls de Ruhango, en Ruanda, se educa en el feminismo. Durante el genocidio de 1994 más de 500.000 mujeres fueron violadas, un episodio que recuerdan ahora a los jóvenes para evitar que se repita. En total, más de 66.000 jóvenes aprenden día a día cómo lidiar con los retos a los que se enfrentan las mujeres en la actualidad. Mientras ellos aprenden a respetar a la mujer y a condenar la violencia y la brecha salarial, ellas aprenden a protegerse y reciben apoyo.

A pesar del gran avance en la escolarización de las niñas en África, sigue habiendo menos chicas que chicos en las aulas. Por cada 100 varones que no van al colegio en primaria hay 123 mujeres que tampoco lo hacen. Así pues, 9 millones de niñas no irán a la escuela por los 6 millones de niños, y más de un tercio de las mujeres dejan el colegio cuando son adolescentes. Dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU se incluye, justamente, cerrar la brecha de género en materia educativa para 2030.

 

 

 

Nobel a la lucha contra la violencia sexual

Más que un avance en sí mismo, el Premio Nobel de Paz otorgado en octubre pasado a Denis Mukwege, ginecólogo y activista de la República Democrática del Congo, ha sido un impulso para la lucha contra la violencia sexual. El “doctor milagro”, como le llaman, recibió el galardón junto a Nadia Murad, activista iraquí, “por sus esfuerzos para acabar con el uso de la violencia sexual como arma en guerras y conflictos armados”, pues se dedica a hacer cirugías reconstructivas a mujeres para reparar el daño físico causado por las violaciones.

Mukwege, de 64 años y quien llega a hacer hasta diez operaciones al día, había recibido en 2014 el Premio Sajárov de parte del Parlamento Europeo por el mismo trabajo, al que se dedica de lleno desde hace más de dos décadas. Por esa labor ha sufrido amenazas y represalias en un país donde las mujeres han sido las víctimas principales de una guerra que, si bien terminó oficialmente en 2003, se sigue manifestando y ha dejado secuelas sistemáticas que continúan hasta hoy, dentro de las que se encuentra la violencia sexual contra las mujeres.

Frente a la mutilación genital femenina

 

 

El 25 de enero de este año, el Gobierno de Sierra Leona prohibió “con efecto inmediato” la mutilación genital femenina, que según la ONU sufren allí nueve de cada diez niñas, y que existe en casi una treintena de países, casi todos de África subsahariana. En la región, Chad, Liberia, Mali, Somalia y Sudán siguen sin penalizar la ablación del clítoris y, más allá de la legislación, la dificultad para combatirla pasa por su arraigo cultural, por ejemplo, en rituales de iniciación. No obstante, aunque queda mucho trabajo por hacer hasta erradicarla, esta práctica se ha reducido en las últimas décadas: de acuerdo con un artículo publicado en BMJ Global Health, entre 1995 y 2016, las niñas que sufrieron mutilación genital femenina pasaron del 75% al 25% en África occidental y del 71% al 8% en África oriental.

De hecho, según un estudio en el que trabajan investigadores de universidades estadounidenses e italianas, el origen en ambas costas de la mutilación genital femenina, o al menos parte de su proliferación inicial, estaría ligado al comercio y rutas de esclavos de hace siglos, más que a cuestiones relacionadas con la religión o las costumbres, que con el pasar del tiempo también se han asentado.

 

 

 

La desigualdad de género en el continente

En 2010, el Programa para el Desarrollo de Naciones Unidas (PNUD) introdujo en su Informe de Desarrollo Humano el Índice de desigualdad de género, que se incluyó formalmente desde 2014. Este índice se calcula en 160 países con base en el grado de aplicación de políticas en favor de la igualdad entre mujeres y hombres en tres ámbitos: salud reproductiva, empoderamiento y situación económica y laboral. África, como otros continentes, es tierra de contrastes, pero también de patrones:

En medio de toda su complejidad y diversidad, África subsahariana está al final en el Índice de desigualdad de género, con una media de 0,569 en 2017 (el promedio mundial es de 0,441). Sigue de cerca a los países árabes, y más adelante están, de peor a mejor, el sur de Asia, Latinoamérica y el Caribe y el este de Asia y el Pacífico, bajo el liderazgo de Europa y Asia Central. Pero más allá de las posiciones, el PNUD recalca que, en general, hay una correlación entre el IDG y el Índice de desarrollo humano, con lo cual la igualdad de género no es solo cuestión de políticas en favor de las mujeres, sino de la necesidad de sus repercusiones para el conjunto de la sociedad. Y con muchos retos por delante, pero con cada vez más protagonismo de las mujeres en los parlamentos y en las calles, hay países africanos que empiezan a notarlo.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/internacional/20190308/46903839239/8m-mujer-gana-derechos-africa.html

 

 

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