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Guillem Ferrer: «El sistema educativo está colapsado y hay que dejar que vaya muriendo»

España / 8 de octubre de 2017 / Autor: Lola Sampedro / Fuente: El  

Guillem Ferrer lleva desde 1998 intentando cambiar el mundo poco a poco, como se llama el movimiento activista que él mismo fundó ese año, Poc a Poc. Despacio pero sin pausa, dedica sus días a trabajar para mejorar la educación, la base de todo para él. Los días 14 y 15 de octubre, su fundación Educació per la Vida, celebrará la 13ª edición del encuentro Terra, ànima y societat, en Pollença, un espacio donde aprender y compartir esa nueva forma de aprender, esa nueva educación a la que algunos llaman holística.

P. ¿Cómo ha cambiado en estos años el sector educativo?
R. Hay mucha diferencia. Podemos decir que en Mallorca se está viviendo una revolución; no sólo lo digo yo, sino gente que viene de todo el mundo. Los profesores se han implicacdo. En las escuelas hay una revolucón, en las familias aún no, ahí es más lento, pero los padres que llevan a sus hijos a las escuelas holísticas sí se implican. El Govern también, sobre todo en estos últimos años, pero muy lentamente.

P. ¿Ve una apuesta del Govern por este tipo de educación?
R. No totalmente, no como yo creo que debería ser. El sistema educativo está colapsado y sólo hay que dejar que poco a poco vaya muriendo, no hay que ponerle más energía. Ahora ya sabemos que una mejor educación es posible. Sabemos leer, escribir y aritmética, pero no sabemos quiénes somos.

P. ¿Los que fuimos a escuelas tradicionales somos un desastre?
R. Por lo general, esta educación espiritual y ecológica no es tan habitual en la escuela tradicional. No hablo de la religión, sino de la espiritualidad. Eso se ha obviado, igual que la educación ecológica. Por eso tenemos este desastre ecológico, porque la gente que está en el poder no tiene en cuenta la ecología, no la entiende. Enviar a tu hijo a una de estas escuelas ayuda mucho. Yo impulsé la escuela Sa Llavor en mi pueblo, en Mancor, y nos hemos dado cuenta de que los propios niños están cambiando a los padres.

P. ¿Es difícil ser coherente con ese estilo de vida las 24 horas del día todos los días del año?
R. Ahora mismo es difícil, porque no nos han educado así. La educación tiene que empezar desde el mismo momento en que el niño está en el vientre materno.

P. ¿Los padres que recibimos educación tradicional estamos preparados para criar a niños desde la educación holística?
R.  No. Hay que recuperar el espíritu, cada uno tiene que buscarse y la meditación es el camino. Cuando entras en el silencio empiezas a entender algo, hay una voz que te dice que no puedes escuchar estudiando matemáticas o geometría o viendo una película. Necesitas el silencio. Y la meditación ayuda en ese camino, para descubrir qué pasa en tu mundo interior.

P.  La mayoría de esas escuelas son privadas, hay que pagar mucho dinero para llevar a tus hijos a una. ¿Existe el riesgo de que se conviertan en colegios elitistas?
R. Todas estas escuelas quieren ser públicas, pero no pueden. Tienen que ser independientes porque no les dejarían hacer la educación holística. En Mallorca hay una pública en Sóller, Ses Marjades.

P. ¿Qué cambios tienen que darse en la escuela pública?
R.  Lo más importante es la formación de profesores y la creación de escuelas experimentales públicas. Dicho así, escuelas experimentales, parece que estemos usando a esos niños como conejillos de indias. En sentido positivo. Ya sabemos desde hacemos muchos años que este tipo de educación sale bien. Nosotros vamos atrasados, pero en otros países como Finlandia o Bután hace muchos años que implantaron la educación holística. También tenemos el ejemplo de Finlandia.

P. Allí los profesores cobran más y gozan de mucho prestigio.
R. Claro, pero no se trata de que tengan que cobrar más. Tenemos que valorarlos más, creer en ellos. Hay que entender que no podemos dejar que la educación recaiga por completo en los maestros. Es un error, la clave es la familia y se tiene que acompañar de los maestros y de los «grandes maestros», los animales, los ríos, los árboles… La naturaleza es el gran libro del que tenemos que aprender, no en un aula cerrada. Por eso en Sa Llavor cada día van al huerto y allí aprenden geometría, geografía, matemáticas, relaciones, astronomía… Y cada día van al bosque y en los 12 años nunca se ha caído un niño de un árbol. Las escuelas llenas de cemento, en las que quitaron los árboles para que no se cayeran los niños, son inhumanas. Eso tiene que cambiar.

P. ¿Con ese discurso no cree que demoniza a las escuelas tradicionales?
R. No. No quiero que suene a que me quejo, yo no me quejo de nada. Esa educación es la que tenemos y la respetamos, pero ya sabemos que hay una mejor, hay que caminar en ese sentido, no ir en contra de lo que hay.

P. Habla de que en Mallorca se está viviendo una revolución. ¿Por qué surge?
R. Porque los profesores se han implicado, ahora falta que se impliquen las familias y el Govern. Es un proceso lento, pero las semillas que se están sembrando son muy poderosas, están basadas en algo profundo. Hemos entendido que necesitamos el autoconocimiento, que no es suficiente con la aritmética o la escritura.

P. ¿Esa semilla se siembra igual sea cual sea el color político del Govern balear?
R. En la nueva educación no hay colores, no hay separación; unimos. Pasamos del competir al compartir. Tú no eres mi enemigo, eres mi amigo porque somos una gran familia.

P. ¿Cuál es el papel de la religión en la educación holística?
R. Creo que hay una confusión entre la religión y la espiritualidad. La espiritualidad es conocerte, saber
quién eres. Una vez te conoces, puedes necesitar o no la religión, eso es opcional, complementario. Esa es una de las grandes diferencias entre la educación actual y la nueva: la actual enseña conocimiento y la holística te conecta con la sabiduría.

P. ¿Cree que se corre el peligro de que muchos padres escépticos recelen porque ven en el discurso de esa nueva educación una pátina new age?
R. Debes tener fe, si no la tienes, no entiendes nada. La fe es lo innombrable en acción. Los que venimos de la educación tradicional asociamos estudiar con hincar los codos, con el éxito académico. Nos cuesta entender que existe otra manera de aprender. ¿Cómo se supera ese miedo, cómo podemos dejar de recelar? Tienes que tener fe.

P. ¿Esos niños entrarán con normalidad en la universidad una vez hayan terminado la escuela holística?
R. Es de sentido común. Esos niños aprenden que primero somos y luego hacemos. Cuando te conoces, tienes confianza en ti mismo y no tienes miedo a nada. En la escuela holística pasa eso. Una vez terminas, vas a buscar trabajo y tienes confianza en ti mismo, no te preocupas. Una de las claves es hacer la transición del miedo a la confianza. Estos niños sabrán relacionarse.

P. ¿Qué les diría a los que aseguran que esos niños salen raritos?
R. Eso son formaciones mentales equivocadas. Cada vez que me encuentro a una persona sabia y le pregunto por qué no somos felices, por qué el mundo no funciona, todos coinciden en que es un problema de relaciones. No sabemos relacionarnos con nosotros mismos, porque no sabemos quiénes somos. Tampoco sabemos hacerlo con los demás, por eso tenemos problemas en casa, en el trabajo y en la sociedad. Ni con el medio que nos sustenta. Contaminamos. Si tú comprendes esa relación, entiendes que la vida es sagrada y dejas de contaminar, de hacer daño.

P. ¿Dónde entra la disciplina en esta nueva educación?
R. A través de la sabiduría, de la espiritualidad. Es una disciplina con armonía.

P. ¿Cómo se aprende a hacer una ecuación de tercer grado con espiritualidad?
R. En la educación holística aprendes a leer, a escribir y también a resolver ecuaciones. Y aprendes algo más que no adquieres en la tradicional. No elimina nada sino que añade.

P. ¿Cree que estamos criando una generación blandiblú, como muchos afirman?
R. Me hablas del pasado, de una educación que no funciona. Ahora está emergiendo un campo con biodiversidad en medio de un desierto; un oasis en una sociedad acostumbrada a educar a los niños para que tengan éxito, dinero y riqueza. En esta educación ya sabemos que la verdadera riqueza es saber quién eres, los bosques, los mares y las montañas. Nada tiene que ver con acumular dinero. El dinero es un medio, nunca un fin.

P. Pero necesitamos mucho dinero para poder enviar a nuestros hijos a esos colegios privados
holísticos.
R. Te voy a poner un ejemplo. Yo era una persona con un buen sueldo, pero dejé mi trabajo, cambié de vida. Te puedo decir que hoy soy muchísimo más feliz. Ahora vivo con un mínimo de dinero. El dinero importa, pero no es lo más importante. Algunas familias montan la escuela en casa; otras llevan a sus hijos a una pública y los educan de forma holística en el hogar. Esa es la clave, hay que educar en casa, la escuela es un complemento. Justificamos lo de ganar dinero para hacer cosas que igual no son necesarias. Consumir es destruir, estamos dando un mal ejemplo a nuestros hijos. En Sa Llavor hay algunos padres que no pagan, hacen trueque, por ejemplo. Sin dinero, la imaginación es más poderosa.

P. ¿Cuál es el papel de los padres en esas escuelas?
R. En la nueva educación se va más lejos que en los otros colegios. Son comunidades educativas. Se unen a las familia, a los profesores, a los niños y al pueblo. Para mí, ese es el futuro.

P. ¿Hay que trasladar ese tipo de educación a la universidad?
R. Sin duda. En el momento en que esté infantil, primaria y secundaria, tendrá que estar en la universidad, si no, no querrán ir.

P. ¿Qué papel juegan las nuevas tecnologías en la nueva educación?
R. Yo no tengo móvil y estoy vivo. Tampoco veo la televisión y estoy bien. Hay que educar en su uso, en equilibrio y armonía.

P. Antes de dedicarse al activismo desde el movimiento Poc a Poc, trabajaba como jefe de diseño en Camper. ¿Cuál fue su formación?
R. ¡Yo soy un caso muy curioso, no he tenido educación, he tenido inspiración. A los 11 años le dije a mi padre que no quería estudiar más. No he ido a la universidad ni terminé el Bachillerato. Mi educación es una educación del saber, de la calle, de conectar con personas, un camino hacia el interior. Yo nunca he tenido que desaprender. Nunca me entró nada en el tiempo que fui al colegio, por eso yo estoy limpio y he podido volar.

P. ¿Tiene hijos?
R. No, pero mi pareja tiene tres. Yo no he tenido por diversas circunstancias, pero eso no es importante. Además, con la superpoblación mundial que sufrimos, no está claro que es mejor si tenerlos o no tenerlos. Yo no tengo, pero pongo toda mi energía en la educación y además gratis, porque estoy en una época de servicio, sin expectativas, sin esperar nada a cambio. Lo hago desde el amor y la libertad. El gran cambio vendrá del corazón, no de la mente.

P. ¿Hay una parte evangelizadora en su trabajo?
R. No, yo no soy un predicador. Esa es una percepción equivocada. Mi labor es espiritual, sale de mi verdadero ser, de mi interior. Yo hablo desde la humildad, no tengo nada que vender.

Fuente de la Entrevista:

http://www.elmundo.es/baleares/2017/10/01/59d0c33ae5fdea37738b461b.html

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Desaprender para aprender a vivir en otros escenarios posibles

18 de enero de 2017 / Fuente: http://pcnpost.com/

Por: Ángela Escallón Emiliani

En una entrevista reciente a un campesino, que leí en un diario nacional, me llamo la atención su afirmación: “siempre hemos vivido en guerra, lo que no sabemos es vivir en paz”. Creo que tiene razón.

Después de 8 guerras nacionales y 14 regionales en el siglo XIX, una guerra salvaje de mil días, y la violencia de los años 50 que empató con el conflicto armado en los 60 hasta nuestros días, creo que tenemos incorporados en nuestra cultura, imaginarios y códigos relacionados con soluciones no pacíficas de los conflictos y las diferencias y comportamientos agresivos e incluso violentos como respuesta. Hasta la muerte se ha convertido en una alternativa de solución, factor impensable en cualquier cultura.

Lo comprobamos a diario. No sólo en las páginas judiciales sino en nuestra propia cotidianidad. Caminamos, conducimos, montamos en bus, incluso jugamos o vamos al estadio, vivimos, con una programación de desconfianza y lucha por la supervivencia cotidiana. No es solo la violencia asociada al conflicto político, es la convivencia pacífica y diaria la que nos cuesta mucho trabajo llevarla en paz.

A nivel específico en el tema que ahora tanto nos ocupa, también se ha evidenciado en otros procesos de paz, la prevalencia de elementos violentos en la cultura como un gran obstáculo para avanzar hacia la construcción de nuevas formas de relacionarnos, basadas en la confianza, la solidaridad, el reconocimiento y respeto del otro como diferente. Es ahí donde el concepto de “desaprender”, reciente en la pedagogía, adquiere completa vigencia y cuando la educación a lo largo de la vida puede jugar un papel fundamental.

Desaprender no es lo opuesto de aprender. Es dejar de lado, conceptos, creencias, actitudes, comportamientos que hemos introyectado y que reproducen el contexto que los gestó. Desaprender es levantar los bloqueos que impiden incorporar otras formas de ver, actuar o valorar la realidad para abrirse a nuevas experiencias, puntos de vista, saberes que construyan un Bien-Estar.

Una propuesta coherente y viable para que el sistema educativo en su conjunto – educación formal y educación ciudadana – contribuya a desaprender las formas violentas en que nos relacionamos, cuya mayor expresión es la guerra, desborda los límites de este artículo. Sólo podemos motivarlo y sugerir algunas pistas. Lo haremos en las tres dimensiones básicas del Saber.

En la dimensión del conocimiento, habría que propiciar conocer y difundir qué otras formas de vivir son posibles y deseables. Entender como lo hacen otras sociedades que llevan décadas de paz, y por lo tanto, han incorporado en su cultura comportamientos de confianza y convivencia. Al final nada distinto al respeto al “contrato social” que como sociedad adquirimos.

Sería deseable, buscar en nuestras raíces y reconocer la sabiduría de nuestros indígenas quienes pueden enseñarnos mejores formas de relacionamiento entre los seres humanos y con la naturaleza. Hay que desaprender la visión negativa que tenemos del conflicto, asociada a la violencia, y aprender que el conflicto es inherente a la sociedad, que se origina en nuestras múltiples diferencias y que esas diferencias son fuente de vida y entendimiento. No necesitamos violentarnos para manifestar que no estamos de acuerdo.

En la dimensión de las habilidades hay que desaprender las formas violentas de afrontar los conflictos y desarrollar habilidades emocionales, sociales y comunicativas que favorezcan el trámite pacífico de nuestras diferencias y contradicciones. Cambiar la mala palabra, el gesto desafiante y el puño por la pregunta, el diálogo y el deseo de convivir.

Y en la dimensión ética, de la cual dependen nuestras actitudes, esta debe proyectarse hacia todos los espacios principales de socialización: la familia, la escuela, el barrio, los grupos de pares, el trabajo, para desvalorizar la exclusión, la negación, la burla, el matoneo, la cultura del atajo, que valora al vivo y no a los que cumplen las normas, y valorar el reconocimiento del otro. Erigiendo como valores fundamentales la vida y la solidaridad.

Esta es una gran tarea que es de todos, que no se limita a una cátedra, que se debe ejercer en cada momento y en cada lugar y que tiene que comenzar por uno mismo en la cotidianidad. Consiste en desaprender la guerra, para aprender a vivir en paz, como nos lo recomendó aquel sabio campesino.

Lo invito a que comience usted también, hoy mismo.

Fuente artículo: http://pcnpost.com/angela-escallon-desaprender-para-aprender-a-vivir-en-otros-escenarios-posibles/

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Otra forma de educar es posible

Por. Kenia Lugo de Contrera

Comienza otro año escolar, comienza un nuevo ciclo y como siempre es necesario reflexionar sobre nuestro papel como padres y como educadores en la vida de nuestros niños y adolescentes. Nunca es tarde para repensar cómo podemos hacer mejor las cosas, ya que estamos acostumbrados a responder mecánicamente a todo lo que sucede a nuestro alrededor sin atrevernos a cuestionarlo y salir de la zona cómoda. Es mas fácil y mas productivo para una sociedad capitalista mantener los esquemas que año tras año y día tras día se repiten en nuestras vidas y terminamos convertidos en autómatas o seres alienados por un sistema al cual no le interesa que desarrollemos nuestro potencial y seamos libres verdaderamente.

Desde que nacemos se nos imponen costumbres, creencias, estereotipos que iremos asimilando lentamente hasta convertirnos en la persona que otros quieren que seamos y no la que deseamos ser. Esa que existe en nuestro interior y lucha por emerger con todas sus potencialidades, sueños e ideas y que nos hace únicos.

Pero otra realidad es posible: una en la que nos hacemos a nosotros mismos si nos facilitan las oportunidades, si los conceptos de crianza y formación fuesen algo distintos, si nos atreviéramos a cambiar los esquemas que nos imponen.

La visión de la maternidad, paternidad, maestras y maestros, debe evolucionar, dejar de ser castradoras y represivas, verticales y autoritarias para convertirse en relaciones de respeto, equilibrio y orientación. Un verdadero mentor te motiva a hacer las cosas por ti mismo, a que desarrolles tus talentos, a que indagues, descubras tus propias verdades; te ofrece las herramientas para que tú construyas, te invita a que preguntes, te deja saciar tu curiosidad, te invita a soñar, no coarta tu creatividad, no te manda a callar si preguntas; no te dice que es mejor que hagas los problemas de matemática si lo que te provoca es dibujar, respeta tus talentos y te ayuda a que los desarrolles; no te impone sus ideas, valora no solo tus conocimientos sino también aquello en lo que mas te destacas: tu nivel de empatía e inteligencia emocional, te corrige amorosamente, trata de comprenderte y, sobre todo, hace lo que hace con amor y con la convicción de que ama su labor.

Y por supuesto, todo comienza desde el hogar, una madre y un padre amorosos te crían para la vida, sin devorarte o engullirte en sus expectativas, neurosis o temores. No compite contigo, ni te obliga a estudiar lo que ellos quieren, ni a comportarte como a ellos les agrada, ni te presiona para que complazcas al “qué dirán”, ni te grita u ofende, no critica; te ofrece las posibilidades de desarrollar tu creatividad, de que conozcas todo tu potencial, te respeta y respeta tus sueños, tu personalidad, tus gustos, tu forma de pensar y sentir, te escucha, comparte tiempo de calidad contigo; te cuida pero también te deja experimentar, conversa contigo, te ayuda a ver las consecuencias de tus actos mas que castigarte; te deja ser y crecer en búsqueda de tu propio yo y cuando creces se convierte en uno de tus mejores amigos que te da sabios consejos pero que al final respeta tus decisiones, por supuesto siempre dándote las orientaciones básicas para crecer.

Pero al final, sabemos que ni familia ni escuela tienen la culpa de ser como son, son estructuras que vienen de años y años de tradiciones que se instauraron hace tanto tiempo que cuesta creer que puedan ser diferentes. Sin embargo, los tiempos van cambiando y debemos ir adaptándonos, todos los conceptos evolucionan y cada día somos testigos de estos cambios.

Hay países donde los conceptos educativos son muy revolucionarios, ni hablar de los nuevos conceptos de familia. Poco a poco nos vamos preparando para un nuevo tipo de sociedad y de humanidad, aunque a veces la desesperanza parezca apoderarse de todos. Mientras haya vida hay esperanza, y la vida es ese reto, ese viaje para descubrirnos, construirnos, crecer, madurar, dejar atrás lo obsoleto e innovar. Saber que debemos dejar de lado lo que no es nuestro, lo que nos han impuesto y desaprender lo que nos hace daño para ser la mejor versión de nosotros mismos que podamos ser.

Fuente: http://www.correodelorinoco.gob.ve/opinion-libre/otra-forma-educar-es-posible-tematica/

Imagen: www.correodelorinoco.gob.ve/wp-content/uploads/2016/09/Vargas-psique-y-sociedad.jpg

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