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Lo mas importante

Por: Victor Montoya 

Si alguien me preguntara: ¿Qué es lo más importante en tu vida? La respuesta sería concluyente: Las cosas más cercanas, entrañables y sencillas; por ejemplo, mi madre que me trajo al mundo y me orientó durante los primeros años de mi vida, que me dio su aliento en los momentos difíciles y me invitó sus sabrosas comidas, que eran como para chuparse los dedos; mis hermanos que me brindan su apoyo cuando se los pido, mis hijos que me arropan con su cariño y alegría en mis horas de tristeza, mis amigos que siempre están ahí cuando más los necesito; mi padre que, sin ser carpintero de oficio, construyó con sus manos la cama donde duermo, la silla donde me siento y el estante donde están mis libros.

Y como todo individuo acostumbrado a la vida gregaria, a convivir con la comunidad y la familia, necesito del apoyo decidido de la persona que, en las buenas y en las malas, está siempre a mi lado. En este caso, mi compañera sentimental es más importante que todos los gobiernos del mundo, ya que ella no sólo me proporciona confianza y seguridad, sino que, además, me ofrece su amor incondicional que es el bien más preciado al que aspira todo ser humano.

Los gremios de segunda categoría

Fuera y dentro de las cuatro paredes de mi hogar, aunque muchos opinen lo contrario, necesito los servicios de los llamados profesionales de los gremios de segunda categoría. Es decir, puedo prescindir de los cirujanos, abogados, arquitectos, matemáticos e ingenieros, pues a ellos los necesito menos que a la caserita del mercado, al cocinero, sastre, panadero, peluquero, tendero, zapatero, cerrajero y otros que, sin lucir rimbombantes rótulos en sobre el pecho, suelen ayudarme a resolver los problemas más frecuentes y cotidianos.

No tengo la costumbre de medir a los profesionales por los años que se quemaron las pestañas estudiando, aquejados por la enfermedad de la titulitis, todo por conquistar un papelito o diploma que les concede un título profesional, con la esperanza de mejorar su estatus social y económico en una sociedad competitiva y materialista, hecha a golpes de categorías, clasificaciones y discriminaciones.

En un país dividido entre unos que tienen mucho y otros que tienen poco, donde el nacimiento de un hombre es más celebrado que el nacimiento de una mujer, el ser humano no vale tanto por lo que es, sino por lo que tiene: un título profesional, un inmueble confortable, un automóvil de lujo y una sagrada familia. No en vano reza el dicho popular: Tanto tienes, tanto vales. De modo que allí donde hay higos, hay amigos, y donde no hay higos, hay sólo enemigos.

De artistas y artesanos

Si de categorías profesionales se habla, para mí se sitúan en la cúspide aquellos que, tradicionalmente, están en la base de la pirámide social, como el carpintero que es un artesano de maravillosas manos, que aprendió las técnicas de su padre desde que se inició como aprendiz. Sin embargo, aunque algunos lo llaman maestro, sigue siendo un simple artesano, así su talento y experiencia lo conviertan en un artista consumado.

En Bolivia, como en otros países donde reina la escala de valores del mejor y del peor, es común subestimar al profesional que carece de un diploma académico; pero si un europeo o norteamericano hace lo mismo que el artesano boliviano, es considerado artista, así no interprete lo real o plasme lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos, sonoros u otros medios de las llamadas bellas artes, ya que el artesano, conforme a la definición del Diccionario de la Real Academia de la Lenguas Española, es quien ejercita un oficio meramente mecánico y hace por su cuenta objetos de uso doméstico imprimiéndoles un sello personal, a diferencia del obrero fabril.

Si pienso de este modo será porque no estoy de acuerdo con las categorías que separan a los unos de los otros según el título profesional que ostentan, o, quizás, porque estoy hecho más de cosas pequeñas que de cosas grandes. De ahí que los artesanos de oficios varios son imprescindibles en mi vida, que es similar a la de los ciudadanos de a pie, que requieren más de los profesionales de los gremios de segundas categoría, porque comen y beben todos los días, pero no todos los días asisten a una clínica quirúrgica ni todos los días mandan a construir una casa.

Todos somos igual de importantes

No sé si estoy equivocado en mis apreciaciones, pero sostengo que todos los ciudadanos somos igual de importantes para la colectividad en la que vivimos, siempre y cuando contribuyamos en ella con lo que mejor sabemos hacer, independientemente del tipo de profesión que ejerzamos en la vida pública, donde nadie está por demás y donde todos somos necesarios para resolver los múltiples problemas que aquejan a hombres y mujeres, a niños y adultos.

Considero, asimismo, que el progreso de una nación se alcanza con empatía y solidaridad, pensando más en el bienestar de los otros que en el bienestar de uno mismo, pues no es lo mismo servir al país que servirnos del país. Y, aparte de lo señalado, lo más importante es que cada uno de los individuos unamos nuestras fuerzas e iniciativas para forjar una sociedad donde todos podamos vivir en armonía, respetando los principios de los Derechos Humanos y la democracia participativa, habida cuenta de que nuestras diferencias, si nos lo proponemos de manera consciente, podrían complementarse y convertirse más en ventajas que en desventajas, ¿o qué opina usted, atento lector?

  • Fuente: https://victormontoyaescritor.blogspot.com/
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La desigualdad le pasa una cara factura a Costa Rica en desarrollo humano

Costa Rica/27 de Marzo de 2017/Terra

La desigualdad ha crecido de manera sostenida en Costa Rica los últimos años, lo que le está pasando una cara factura al país, que se ubica en el puesto 66 a nivel mundial y noveno en Latinoamérica y el Caribe en el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, informó hoy una fuente oficial.

«Reducir la desigualdad es un desafío muy grande de Costa Rica para lograr mantener la estabilidad social del país», declaró en una conferencia de prensa la representante auxiliar en Costa Rica del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Kryssia Brade.

Los datos del PNUD indican que en 2010 el ingreso del 20 % más rico de la población de Costa Rica era 16,7 veces más alto que el del 20 % más pobre, pero para 2016 la diferencia llegó a 19 veces.

Ese 20 % de la población más rica acumula el 50,7 % del total de ingresos del país, mientras el 20 % más pobre solo tiene el 3,9 % del dinero.

La economista de PNUD, Gabriela Mata, explicó que Costa Rica pasó de ser uno de los países con menor desigualdad de Latinoamérica a ubicarse en la mitad del listado.

«Costa Rica ya no tiene una posición favorable. Esto puede deberse a factores como que los salarios de los profesionales han tendido a crecer y los de los trabajadores no calificados se han estancado», dijo Mata.

Además, detalló, «el sistema fiscal del país no es muy progresivo porque no revierte la desigualdad».

La ONU presentó este martes en Nueva York el informe sobre el Índice de Desarrollo Humano (IDH), el cual señala que Latinoamérica y el Caribe avanzó en el último año ligeramente con respecto al año anterior y se mantiene no demasiado lejos del de Europa y Asia Central, en 0,756 de un máximo de 1.

Costa Rica es el 66 del mundo y noveno de Latinoamérica y el Caribe con un índice de 0,776, superado en la región por Chile, Argentina, Barbados, Uruguay, Bahamas, Panamá, Antigua y Barbuda, y Trinidad y Tobago.

La representación del PNUD en Costa Rica señaló que pese al lastre de la desigualdad, el país ha mostrado avances significativos en ámbitos como la educación y la salud.

En los últimos 25 años Costa Rica mejoró el IDH 18,8 %, logró aumentar su esperanza de vida en cinco años, subió el promedio de escolaridad en 1,8 años y el ingreso bruto per cápita se duplicó.

Sin embargo, la desigualdad ha sido una piedra en el desarrollo, y no solo en materia económica, sino también en asuntos de género y grupos étnicos como los indígenas y los afrodescendientes.

Mata indicó que las mujeres de Costa Rica tienen en promedio los mismos años de escolaridad y 5 años más de esperanza de vida que los hombres, pero su ingreso per cápita es la mitad que el de ellos.

La tasa de participación de la mujer en la fuerza laboral es del 47 %, inferior al promedio de América Latina que es del 52,8 %.

Otras cifras señaladas por el PNUD son el 20,5 % de hogares pobres, 50.000 niños fuera de sistema educativo, el 70 % de los indígenas tiene al menos una necesidad básica insatisfecha, y las dificultades laborales y educativas que enfrentan los migrantes, refugiados, afrodescendientes y las personas con discapacidad.

«Hay una necesidad de reforzar las políticas universales que son un respaldo al modelo de desarrollo de Costa Rica que ha hecho un esfuerzo por políticas universales de educación, salud y servicios básicos. Es necesario impulsar el empleo decente y reducir la brecha de género», manifestó Kryssia Brade.

Fuente: https://noticias.terra.com/mundo/latinoamerica/la-desigualdad-le-pasa-una-cara-factura-a-costa-rica-en-desarrollo-humano,7765f07f154abe0e3a1d2cd3d816091c3ovhpxp0.html

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Ecuador se ubica en el ranking de la ONU como un país de alto desarrollo humano

Ecuador/23 marzo 2017/Fuente: El Telegrafo

Ecuador se mantiene con un nivel de desarrollo humano alto, según el último informe divulgado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) que ubica al país andino en el puesto 89. Entre 2010 y 2015 subió 7 puntos en el ranking mundial.
El informe de Desarrollo Humano para Todos (IDH) presentado este martes muestra también que Ecuador es uno de los países de América Latina que logró mantener ese nivel desde 2014 cuando se sintió el impacto de los efectos externos sobre las economías de la región.
Casi todos los países perdieron puestos en 2015. Ecuador bajó 2 desde el puesto 87; pero Chile retrocedió 12 puestos, Argentina 6, Uruguay 7, Panamá 19, Venezuela 11, México 12 y Brasil 11.
Esta reducción se debió, en el caso de Ecuador, a una leve disminución del ingreso per cápita de 10.680 dólares en 2014, que pasó a 10.536 dólares en 2015. Sin embargo, Ecuador sube en el índice de salud de 75,9% en 2014 al 76,1% en 2015.
El IDH mide la esperanza de vida al nacer, el acceso a la educación y el nivel de vida digno, medido por el ingreso nacional de cada persona en relación a su capacidad adquisitiva.
La ministra Coordinadora de Desarrollo Social, Gabriela Rosero, manifestó que Ecuador ha priorizado la inversión social para todo el ciclo de vida, promoviendo un embarazo más saludable y una infancia plena, incluyendo mejor educación y salud, además de luchar contra la desnutrición infantil, que sigue siendo un desafío.
Indicó que más niños y adolescentes acuden a escuelas y colegios, que por ejemplo, existe una mayor tasa de asistencia a estas instituciones, de personas que terminan el colegio. “Hemos tenido un incremento continuo de la tasa de asistencia al bachillerato que actualmente es de 71.3% y después como acceden al sistema de educación superior”, mencionó Rosero.
Sostuvo además que pese a los embates económicos, no se redujo el presupuesto de salud ni de educación en ningún periodo y que eso debe ser una política de Estado, no de un gobierno.
El representante residente de ONU en Ecuador, Nuno Queiros, también destacó los avances en el tema de desnutrición infantil y señaló que el próximo gobierno tiene la misión de continuar con una inversión social que favorezca a los grupos más vulnerables de la sociedad en todo el territorio.
En cuanto a la equidad de género, en la región latinoamericana solo existe el 28% de representación de mujeres en el Parlamento, mientras que en Ecuador, la cifra alcanza 41%, lo cual fue resaltado por Naciones Unidas. En este sentido, Fernando Pachano, responsable de Gobernabilidad Democrática y Desarrollo Social, dijo que es fundamental la presencia de las mujeres en instancias de decisión para que exista paridad.
Pachano subrayó la necesidad de políticas que impidan que las personas caigan nuevamente en la pobreza, situación que afecta a 30 millones de personas en Latinoamérica.
“Hay factores que permiten a una persona salir de la pobreza, que son distintos a aquellos que les permiten no recaer en la pobreza, por lo tanto, es clave en ese sentido el sistema de cuidados, y un sistema de protección social en todo el ciclo de vida”, mencionó Pachano. (I)
Fuente: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/sociedad/4/ecuador-se-ubica-en-el-ranking-de-onu-como-un-pais-de-alto-desarrollo-humano
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Capitalismo, corrupción y la necesidad del Bien Común

Por Vicente Berenguer

La corrupción azota nuestras sociedades. No es un fenómeno pasajero sino que está bien asentado dentro de nuestras estructuras políticas y económicas. No es un mal que exista solo en determinados países –aunque predomine más en unos que en otros– teniendo que hablar lamentablemente de algo generalizado. Algunos afirman que el ser humano es corrupto por naturaleza, otros en cambio advierten que se trata de un fenómeno derivado de una deficiente educación, pero lo cierto es que es esta una lacra que nos acompaña y que golpea la esencia misma del que debería ser uno de nuestros valores supremos: la justicia social.
¿Por qué se ha llegado a esta deteriorada situación en la política y en la economía? ¿Por qué la corrupción es algo sistémico? ¿Es la corrupción algo exclusivo de la política o más bien la corrupción política es el reflejo de la corrupción en potencia que se halla en la sociedad y que en ella se manifiesta por pura posibilidad? ¿Cuáles son las razones profundas para que la corrupción sea la norma? Creemos que varias son las causas de esta situación pero en este texto solo nos referiremos a una que pensamos que es básica, fundamental, algo que Aristóteles siempre tuvo presente en sus reflexiones sobre la mejor forma de gobierno, algo que en la actualidad no existe ni en lo práctico pero que ha desaparecido incluso del nivel teórico: nos estamos refiriendo al concepto de bien común.

La inexistencia del bien común
El bien común –básico para Aristóteles– ha desaparecido y no queda rastro de él. No estamos descubriendo nada nuevo si decimos que el sistema en el que nos encontramos es individualista y que en este sistema, además, uno debe ser enormemente competitivo si quiere establecerse en una posición cómoda, una posición que le asegure unos buenos beneficios económicos o simplemente sobrevivir. Este juego de las sillas incrementa la individualidad e incluso provoca que muchos sujetos utilicen a otros en su propio beneficio llegándose incluso a la mentira, a la traición o a cualquier herramienta que facilite el ascenso social. La consigna termina siendo un “sálvese quien pueda” en el que todo vale y en el que el bien común es algo que solo existe semánticamente pero ni tan solo está ya en un rinconcito de nuestra mente.
El bien común se halla ausente y esta es una de las causas profundas de por qué la corrupción es generalizada en política –y en cualquier ámbito–: nadie piensa, reflexiona, tiene presente ni tan siquiera concibe algo que signifique “el bien común”, y esto supone que no se tenga el menor problema en robar lo de todos: ¿a quién se está robando si no existe un bien que es de todos? A nadie, responderán las conciencias –o lo que quede de ellas–, quedando así diluida la responsabilidad o carga moral en un abstracto por no existir nada en la mente del corrupto que tenga que ver con nada compartido, con nada común.
El sistema económico capitalista fomenta el individualismo como base de crecimiento. Subyace de esta filosofía que la base del sistema es la búsqueda del bien particular y que esta búsqueda provocará que la sociedad en general se beneficie también al crease riqueza, pero no se ocupa el sistema –ni tan solo preocupa– por contrarrestar esta tendencia de buscar absolutamente el bien particular con búsquedas del bien compartido. Reconocemos que no hemos hecho una encuesta para llegar a esta conclusión, a la conclusión de la inexistencia de una concepción social de un bien común; tampoco hemos hurgado en las mentes de los ciudadanos para saber si en ellas existe, como hemos señalado, al menos en un pequeño lugar algo que se le pueda parecer. Pero es tarea necesaria intentar “adentrarse y navegar” en la mente colectiva y ver cuáles pueden ser las causas de la desbocada corrupción política y empresarial, y en este caso, al no hallar en ella nada parecido al concepto de bien común, estamos seguros de que si no de forma total pero sí de forma muy importante, su inexistencia es la causa profunda de la lamentable situación que se vive en la política a nivel mundial.

La necesidad del bien común
Hemos llegado a la conclusión de que no existe una concepción general en la población de nada que tenga que ver con un bien común. Al no existir este bien, el político no podrá gobernar para algo inexistente y lo hará, por tanto, para lo que único que existe, el bien particular, ya sea el propio o el del partido. Además, al no haber algo común, algo de todos, un sentimiento compartido, la corrupción no será sino una consecuencia natural de todo esto pues el que roba, el que se corrompe, no puede tener una clara conciencia de que está robando, por decirlo así, a un ente común y existente que seríamos todos pues no concibe –ni puede concebir– la existencia de algo así. No concibe un ente común por tanto lo que está robando tampoco sería de nadie en particular; sus robos quedan en una especie de limbo para él mismo e incluso para los demás. La falta de un bien común es una de las causas profundas de la situación. Se deberá fomentar por tanto la “reaparición” de este tipo de bien, su presencia, su existencia para que la política sea lo que debe ser, un servicio a los ciudadanos, un servicio al bien compartido, un servicio a todos y para todos.
Se nos antoja fundamental pues avanzar hacia un ideal, un lugar en el que además de pensarse en uno mismo se piense también en el conjunto de toda la sociedad. Este lugar queda claro que es un lugar en el que todos, racionalmente, concebiríamos el bien común como algo básico y fundamental para la política, para la convivencia. El ideal aún podría ser mayor si a la racionalidad le añadiésemos el sentimiento, es decir, si además de concebirnos como una entidad colectiva –además de nuestra entidad individual–, nos sintiéramos de alguna manera conectados al resto, nos sintiéramos, en definitiva, como un todo.
¿Cómo podría conseguirse esto? ¿Cómo se podría fomentar aquello que venimos reivindicando, la concepción en la ciudadanía de un interés compartido, un bien de todos? Sería necesaria, entre otras muchas cosas que quizás abordemos en otra ocasión, una planificación en el ámbito educativo en la que se fomentase la idea, ya desde la infancia, de que existe algo muy valioso y que nos une a todos, algo que uno debe siempre procurar y es la defensa del otro –pues de alguna manera forma parte de mí–, la defensa de un bien que es compartido y que no solo me compete a mí pero también a mí. Este sería un largo proceso en el que se iría instruyendo a las futuras generaciones en la defensa de lo colectivo y no solo de lo individual, defensa que creemos que no se fomenta desde el sector educativo. Porque educar no debería ser solo la transmisión de contenidos culturales sino también y sobre todo el fomento de comportamientos y modos de ser que nos beneficien a todos ya que el ser humano no vive solo sino en comunidad.

Conclusión
Si esto es así, la corrupción no es sino un efecto necesario por la ausencia, en las mentes de las ciudadanos en general, de algo que tenga que ver con un bien compartido, un bien que nos pertenece a todos y que somos nosotros mismos. Hemos dicho que la ausencia de este concepto se debe sobre todo a un sistema capitalista salvaje en el que no cabe la existencia de algo llamado “bien común” debido a la consolidación del individualismo exacerbado siendo la característica principal de este el egoísmo.
El individualismo, en efecto, se impone y anula en la sociedad cualquier resquicio de nada que tenga que ver con algo compartido. El egoísmo y la búsqueda del interés propio es, para los liberales, la premisa que permite que haya beneficio para la sociedad. Uno no busca el interés social pero la búsqueda del suyo propio implica que se genere un beneficio para todos:
Cada individuo está siempre esforzándose para encontrar la inversión más beneficiosa para cualquier capital que tenga. Es evidente que lo mueve su propio beneficio y no el de la sociedad. Sin embargo, la persecución de su propio interés lo conduce natural, o mejor dicho, necesariamente a preferir la inversión que resulta más beneficiosa para la sociedad. […] una mano invisible lo conduce a promover un objetivo que no entraba en sus propósitos.1
Así, el interés social no es buscado y solo se obtiene de forma indirecta no siendo la solidaridad el valor social supremo sino la búsqueda del puro beneficio personal. Se deberá fomentar por tanto el egoísmo en la sociedad ya que este posibilita que haya beneficio para los demás. Triste modelo social.
Pero si el egoísmo es la base del sistema capitalista salvaje, si el individualismo más exacerbado es el motor que genera crecimiento, si se nos educa en la necesidad de ser altamente competitivos para alcanzar el éxito siendo la alternativa el quedarse rezagado pero más: si los depredadores tienen más posibilidades de éxito económico que las personas solidarias, no debe extrañarnos que, en primer lugar, el egoísmo esté venciendo a la solidaridad y en segundo, y como avanzábamos, que la sociedad en general no conciba la existencia de un bien común, un bien de todos. Con lo cual, si no hay ni la concepción de vínculos con los demás a nivel teórico ni a nivel emocional, la corrupción es algo que se deriva de forma necesaria de todo lo dicho.
En conclusión, será necesario la construcción de un sistema alternativo que no base su motor en el egoísmo sino en la solidaridad, un sistema en el que la búsqueda del bien para todos no sea un efecto indirecto de la búsqueda del bien propio sino un fin en sí mismo, un modelo que no fomente en los individuos el interés exclusivamente personal sino el interés por el otro, el interés social, la existencia del bien común. Será necesaria la construcción, en esencia, de un modelo definitivamente humano.

1 Adam Smith, La riqueza de las naciones.

Vicente Berenguer, asesor filosófico
vaberenguer@gmail.com

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Otro Ser Humano es posible

Por Vicente Berenguer

Todos hemos escuchado o leído alguna vez la expresión “otro mundo es posible”. Inmediatamente viene a nuestras mentes un mundo más justo, más solidario…un mundo en el que nos organizamos de una manera menos egoísta y más empática, en definitiva un lugar mejor. Y es que “mundo” alude a lugar o podríamos decir que a nuestro hogar. Es sin duda una gran meta esta y algo a lo que deberíamos aspirar la especie humana, a poder vivir en un espacio más favorable para todos sin olvidar por supuesto a los animales y a las plantas, a los ecosistemas y al conjunto de la naturaleza que somos todos. Sin embargo, esta visión de un lugar o mundo mejor hace que dirijamos nuestras miradas hacia el exterior pasando por alto el paso necesario antes de poder lograr tan ansiado objetivo, y es una mirada hacia nosotros mismos.

Porque muchos anhelamos un modelo social más solidario y lo visualizamos: lo concebimos en nuestra imaginación y comprendemos que es posible ese mundo al cual algunos aspiramos: “otro mundo es posible”. Sin embargo, a menudo no consideramos que ese otro mundo es un mundo humano, que se trata de qué tipo de “hogar” construimos y por tanto de lo que en el fondo se trataría es de que para que otro mundo sea posible otro ser humano ha de ser posible ya que lo primero será sin duda consecuencia de lo segundo. De este modo, lo esencial es reparar primero en el tipo de ser humano que somos, es decir, dirigir la mirada al interior de nosotros mismos (al interior de la sociedad) para una vez realizado el análisis poder cambiarla, poder transformarnos. El asunto radica pues en mirar hacia el interior para poder transformar posteriormente nuestras relaciones humanas y construir otro mundo: se trata de conocer cómo somos y qué tipo de ser humano queremos ser.

Deseamos un mundo mejor y creemos muchos de nosotros, sí, que “otro mundo es posible”, pero como decimos la clave es advertir que la cuestión no es otra que “otro ser humano es posible”. Solemos pensar que somos como somos, que la especie humana es como es pero no reparamos en que nuestra forma de ser, pensar y sentir es en gran medida el resultado de muchos factores entre los que se encuentran el sistema educativo que nos proporcionan, el sistema económico-político y en general el medio ambiente al que nos “someten” incluyendo a los medios de comunicación, el tipo de contenidos que se emiten por la televisión etc. Todos estos factores van conformando y construyendo lo que somos, van moldeando al ser humano o sociedad pudiéndose construir por tanto muchos tipos de seres humanos y por ende muy distinto tipos de sociedades, desde las más insolidarias e injustas hasta las más solidarias y favorecedoras para el desarrollo de nuestro potencial humano. Así, dependiendo del tipo de Educación recibida (Educación que englobaría al total de los factores: sistema educativo, medios de comunicación, valores, instrucción que favorezca o no la crítica y la reflexión…y en general a todo el medio ambiente) da como resultado un tipo de ser humano concreto. Así es que el ser humano actual caracterizado, en general, por el egoísmo, la insensibilidad, el materialismo y la falta de respeto hacia la naturaleza es un producto del sistema, es el resultado de haber recibido una falsa educación desde que se nace y también de haber sido sometido a un pésimo medio ambiente el cual, salvo microclimas, nos acompañará durante toda nuestra vida.

Sabemos pues que los humanos no somos como somos sino que somos como nos vamos haciendo. Es un error capital el pensar que nuestro modo de ser es algo estable, fijo, incluso algo determinado. Y es un error en lo que se refiere a nuestra individualidad y también al conjunto de la sociedad. Con respecto a nuestra individualidad debemos tomar consciencia de las implicaciones de saber que no somos algo estable y fijo sino que nos vamos haciendo. Conocemos la famosa frase del oráculo de Delfos “Conócete a ti mismo” y estamos muy de acuerdo con ella: debemos hacer autoexamen, conocernos, comprendernos, pero no debemos caer en el error de creer que somos algo definitivo o acabado ya que esta falsa creencia impedirá cualquier cambio individual o colectivo. No se trata pues de conocerse a sí mismo (o no se trata solo de ello) sino de algo más: la cuestión estribaría en comprender que la consigna no es quedarse en el conocerse a sí mismo sino en el “hacerse a sí mismo”. Así, pasamos del “Conócete a ti mismo” al “Hazte a ti mismo”, y es que estamos, aunque lo ignoremos, permanentemente haciéndonos a nosotros mismos dependiendo de las actividades que se realizan y del medio ambiente al que estemos expuestos. Somos en buena parte, en nuestra individualidad, el producto del sistema educativo, de los valores o falsos valores recibidos a través de múltiples mecanismos, de la cultura imperante y también hasta somos el producto de las personas que nos rodean. No somos como somos sino que somos como nos vamos haciendo, y será nuestra responsabilidad el irnos rodeando en la medida de lo posible de un medio ambiente, de una Educación con mayúsculas, que favorezca el desarrollo de lo sí somos: seres humanos, humanos de verdad. Es crucial reparar en que estamos en permanente construcción.

Nos vamos haciendo a lo largo de nuestras vidas y no somos algo fijo ni determinado, y así, dependerá en gran medida de los factores antes citados –dependerá del medio ambiente– el tipo de humanos que vayamos a ser. Con lo cual no es algo ni natural ni predeterminado el que la sociedad en general se mueva por parámetros egoístas, materialistas o superficiales: es algo que se deriva de la Educación recibida (“Educación” con mayúsculas ya que nos estamos refiriendo al medio ambiente en general). Por tanto otro ser humano será posible si se modifican los factores a los que aludimos, si se nos proporciona un medio ambiente saludable, positivo y que fomente nuestro desarrollo en lugar del medio actual, medio nefasto que en lugar de construir seres humanos dignos de ser llamados humanos fomenta seres vacíos y sin sensibilidad.

Exijamos pues el tener derecho a un medio ambiente enriquecedor ya que se trata de que inevitablemente nos vamos haciendo: demandemos un sistema educativo que forme personas críticas y empáticas; exijamos una televisión y unos medios que nos aporten valores enriquecedores, neguémonos a visualizar contenidos que nos deshumanicen y apostemos en cambio, sabiendo que nos vamos haciendo a nosotros mismos cada día, por rodearnos de textos, de libros, de películas, de personas, de colectivos…que ayuden a que crezcamos como humanos, que fomenten o permitan que nuestras capacidades se puedan desarrollar. Porque si se trata de hacerse a uno mismo, si la cuestión de fondo es que otra sociedad diferente de la actual es posible, deberemos reparar en todo aquello que nos va formando y exigir que las bases desde las que se nos forma o “construye” sean radicalmente cambiadas. Porque otro mundo será posible solo si otro ser humano es posible.

Vicente Berenguer, asesor filosófico
vaberenguer@gmail.com

Fuente: http://www.alainet.org/es/articulo/182532

Imagen tomada de: http://cdn.ecoportal.net/var/ecoportal_net/storage/images/temas_especiales/desarrollo_sustentable/salvemos_a_la_humanidad_de_su_extincion/1963765-2-esl-ES/Salvemos_a_la_humanidad_de_su_extincion.jpg

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La sociedad socialista del conocimiento

Por: Luis A. Montero Cabrera

La historia de nuestra especie comenzó en algún lugar de África. Hoy lo sabemos a ciencia cierta e incontrovertiblemente porque nuestra sabiduría le ha seguido el rastro a ciertas moléculas muy especiales, portadoras de información, que llevamos en cada una de nuestras célula

Nuestra especie se autodenominó homo sapiens en este mundo natural que habitamos. «Humano sabio» debería traducirse, para disminuir los problemas en el buen decir contemporáneo. El género biológico homo tuvo otras especies que se consideran extinguidas al ser imposible identificar sus individuos actualmente, como es el caso de homo neanderthalensis.

A ese lo llamamos así por haberse encontrado sus primeros restos, accidentalmente, en una excavación del valle de Neander que es un bello rincón de la Renania del Norte alemana. Los rasgos moleculares de esos congéneres aparecen frecuentemente en no­sotros, los sapiens de hoy, por lo que deben de haberse podido mezclar con facilidad y durante bastante tiempo.

La historia de nuestra especie comenzó en algún lugar de África. Hoy lo sabemos a ciencia cierta e incontrovertiblemente porque nuestra sabiduría le ha seguido el rastro a ciertas moléculas muy especiales, portadoras de información, que llevamos en cada una de nuestras células. Su nombre científico no es muy amigable y se han popularizado como sus iniciales ADN, en español.

Tales rastros moleculares existentes en las poblaciones humanas actuales y en los restos de las ya fallecidas y dispersas están permitiendo averiguar con una certidumbre asombrosa sus rutas migratorias ancestrales y hasta las razones de nuestras diferenciaciones físicas actuales.

Prácticamente acabamos de aparecer como especie en este mundo, hace solo 250 000 años, miles más, miles menos. Los 3 800 millones de años que nos precedieron de vida en la tierra hicieron posible que la selección natural, la eterna adaptación de los sistemas vivos a su entorno, llegara a establecer una cierta cantidad de individuos genéticamente compatibles que fueron el núcleo originario del homo sapiens.

Aquellos superabuelos nuestros pudieron intercambiar mucha información entre ellos, almacenarla por sí mismos en forma de conocimientos y usarlos a voluntad. Eso ocurrió gracias a las herramientas naturales que se nos seleccionaron, como es la voz articulada, el oído, la vista, el tacto y un cerebro muy preparado. Dicho órgano se encargó de coordinar el ingreso y la expresión de información, de almacenarla y de recuperarla (utilizarla cuando se hace necesario).

Ruidos con mayor o menor diferenciación ya se habían seleccionado para emitirse y oírse en otras especies animales. Pero en nuestro caso la articulación y la variedad de sonidos voluntarios que podíamos emitir y entender era formidablemente amplia. Se podía intercambiar ideas completas en una conversación. Somos el producto natural más acabado del tráfico de información entre seres vivos, al menos hasta el momento.

Y no solo eso. Los conocimientos que fueron estableciéndose nos permitieron ir más allá de nuestra propia memoria individual y empezamos a escribirlos, a registrarlos en soportes permanentes fuera de nosotros, aunque mucho más recientemente.

En la misma Mesopotamia donde tantas convulsiones ocurren hoy, alguien pensó hace unos 5 500 años que con un palito podía grabar algunos símbolos que se harían equivaler a palabras habladas en una tablilla de arcilla blanda y lo realizó. Después se calentaba la arcilla y tales palabras se quedaban escritas tan bien que aún existen algunas de ellas. Los chinos y los egipcios no tardaron en imitarlos o inventar lo mismo con sus propias lenguas. En la actual América solo lograron hacerlo los Mayas parece que hace unos 2 000 años, y fue independientemente porque no pudieron copiar las experiencias de escritura del otro lado del Atlántico. La Universidad Brown, en los EE.UU., acaba de autentificar el más antiguo conocido de los códices mayas, el llamado «Grolier», que data del siglo XIII de nuestra era.

La sociedad que tenemos hoy en día es el producto de toda esa evolución. De sus rutas y andares, de sus luchas, de sus progresos y retrocesos, pero sobre todo del avance de la sabiduría de nuestra especie y del eficiente uso que comenzamos a hacer y seguimos haciendo de la información. Lo hicimos entonces con tablillas de barro y hoy con dispositivos electrónicos y sus redes de intercambio que llegan o pueden llegar a todo lugar donde exista una persona. No ha sido un progreso monótono lineal.

Han tenido lugar revoluciones de información, como la de la imprenta, la de la radio, la de las computadoras aún sin redes. La situación actual permite que un individuo pueda llevar consigo un dispositivo que lo capacita para comunicarse hasta visualmente con otro en el momento que desee, aunque esté en la luna. Y además puede tener acceso a toda la información almacenada por el hombre, o casi toda, también instantáneamente.

Los que pensamos que el presente y el futuro  de todos los seres humanos tiene que pasar por su máxima realización y felicidad personal y social, sin que nadie lo haga a costas de los demás, podemos ser optimistas. Tenemos que estar convencidos de que una sociedad que pretenda ese objetivo tendría que basarse en la solidaridad colectiva, donde el uso de las capacidades personales se ponga en función siempre del bienestar personal y también de todos los demás. Y que tales metas no se pueden obtener hoy, ni mucho menos en el futuro, sin que el intercambio de información que nos distinguió como especie sea el más eficiente e intenso de acuerdo con lo más avanzado de los tiempos.

El acceso irrestricto a las comunicaciones en cualquier lugar donde esté una persona, por aislado que sea, es una aspiración dentro de ese socialismo próspero y sostenible por el cual luchamos. También lo es que el acceso a toda información que se requiera es una necesidad. Las discusiones populares que fueron convocadas en torno a los más recientes congresos de nuestro Partido, así como los documentos que se discuten, así lo evidencian. No puede existir una sociedad socialista que no sea del conocimiento, universal, ubicuo. Si los fundadores de estas ideas cuando no se soñaba con internet o la telefonía inteligente vivieran hoy en día, seguramente que las tomarían como estandarte.

Lo demostró Lenin cuando planteó que comunismo era poder soviético más electrificación. En aquel entonces, la electrificación era de lo más excelso de los descubrimientos tecnológicos del saber humano. Sin embargo, por diversas razones entre las cuales el mayor peso lo lleva el bloqueo de Estados Unidos, y a pesar de la clara postulación de estos principios en la política de la Revolución, todavía es baja la penetración social e individual de esas nuevas tecnologías en el país.

Paradójicamente, al mismo tiempo somos de los mejor educados para aprovecharlas al máximo.

La difícil situación actual de Cuba con el uso masivo de las nuevas tecnologías de la in­formación y las comunicaciones contempla muchos factores, algunos de los cuales están fuera de nuestra acción directa, como es el caso del bloqueo; cuyo impacto se expresa en las posibilidades de adquirir hardware, software y conocimientos, pues todavía existen numerosos sitios de internet a los cuales no se puede acceder desde nuestro país. Es un impedimento que se enfrenta en el terreno político, pero en el que la decisión final  corresponde a quienes nos han impuesto estas onerosas sanciones unilateralmente.

Por tanto, tenemos que superar la situación —dentro de nuestras posibilidades— de la forma más acelerada a nuestro alcance; en­frentando los retos de toda índole y venciéndolos, nunca evitándolos, como hacen los revolucionarios verdaderos. Hay que hacerlo porque si no, como una vez dijera Fidel, estaríamos cada vez más cerca de nuestros ancestros homínidos («del mono», según sus palabras textuales) que del hombre del futuro que tantos soñamos. El mismo líder que planteó en el amanecer de la Revolución: «No le decimos al pueblo: cree. Le decimos al pueblo: lee» es un nonagenario que las usa intensivamente, tal y como le afirmó a la directora del diario mexicano La Jornada en una memorable entrevista del 2010.

Si existen barreras que no se pueden eliminar con nuestra voluntad, como es el bloqueo y las limitaciones de recursos, tenemos que usar la innovación propia, los conocimientos, y la ingeniosidad que nos sobra, para no perder ni una oportunidad de participar en el acelerado proceso que tiene que ser la informatización de todos en toda la sociedad cubana. Es preciso generar software de todo tipo, promover su uso y usarlo, y también obtener el máximo de nuestro hardware de transmisión y procesamiento.

Existe un campo enorme de progreso endógeno con las inversiones que se puedan hacer. Creemos en una sociedad mejor, que llamamos constitucionalmente socialista, y necesariamente del conocimiento. Por eso no debe-ríamos perder ni esperar un segundo para aprovechar cuanta opción exista. Cualquier barrera administrativa o conceptual, que se haya podido erigir en la mente de algunos  en cualquier parte contra este progreso, se convierte en antisocialista de facto.

De lo relatado antes acerca de nuestra historia como especie se hace obvio que cualquier acción para nuestro progreso socialista tiene que pasar por la optimización constante de sus procesos de intercambio de saberes, de conocimientos. Luchar por algo tan hermoso como la felicidad de todos tiene que estar ligado a ello en una sociedad como la que queremos construir.

 Fuente:http://www.granma.cu/ciencia/2016-11-11/la-sociedad-socialista-del-conocimiento-11-11-2016-21-11-46

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IDH Árabe: Lograr que la juventud decida su futuro es clave para el desarrollo en la Región

Asia/Beirut, 01 de diciembre de 201/Fuente: 

Los países árabes pueden alcanzar un significante avance en desarrollo, reforzar la estabilidad y asegurar el progreso de manera sostenible, si toman la decisión urgente de priorizar políticas que aseguren el bienestar, productividad, autodeterminación y empoderamiento ciudadano de su población joven, concluye el “Informe sobre Desarrollo Humano para la Región Árabe 2016: La juventud y el futuro del desarrollo humano en una realidad cambiante”, que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo lanzó aquí hoy.

“La ola de levantamientos que han sacudido la región Árabe desde 2011 nos han mostrado que no podemos seguir tratando a la juventud como dependientes pasivos o una generación-en-espera” afirmó Sophie de Caen, Directora Interina de la Sede Regional del PNUD en los Estados Árabes.

“Hoy, la juventud en la región está mucho más educada, conectada y móvil que nunca antes. Los países árabes pueden nutrirse del enorme potencial que su población joven representa si invierten en potenciar sus capacidades y ampliar la gama de oportunidades a las que tienen acceso”

La región jamás había presentado un porcentaje tan alto de jóvenes. Hoy, las personas entre 15-29 años representan el 30% de la población, alrededor de 105 millones de personas. Si a eso sumamos que 60% de personas aún no llega a los 30 años, el reporte predice que este momento demográfico será de una importancia crucial por lo menos durante las siguientes dos décadas.

Un contexto desfavorable

Un progreso ralentizado en desarrollo humano: El reporte afirma que, medido a través del Índice de Desarrollo Humano (IDH), todos los países Árabes incrementaron sus avances entre 1980 y 2010, impulsado sobre todo por ganancias en educación y salud, aunque los niveles de ingreso no presentaron la misma tendencia y se perciben grandes disparidades entre los países. El IDH mide el bienestar humano a través de tres áreas: el acceso a una vida larga y saludable; tener la capacidad los más altos niveles educativos; y vivir un estándar de vida decente y digno.

Sin embargo, el reporte también resalta que la crisis económica y financiera a nivel mundial, así como la inestabilidad política desde 2011, han tenido un impacto negativo sobre el desarrollo humano en la región. El crecimiento promedio en IDH cayó en más de 50% en el periodo 2010-2014 en relación con la década anterior.

Una desigualdad creciente: Un mayor análisis de la información del IDH nos muestra que la desigualdad está creciendo en los países Árabes. El IDH en la región cae 24.9 puntos cuando se ajusta según las desigualdades, lo que está por encima del promedio mundial, 22.9. El componente educación es donde se presentan las brechas más grandes, superando los 38 puntos.

Una región en conflicto: El reporte advierte que los niveles crecientes de conflicto armado están destruyendo el tejido social en la región Árabe, causando pérdidas masivas de vidas no solo entre combatientes, sino también entre civiles. Los conflictos también están revirtiendo los tan difícilmente ganados progresos económicos al destruir los recursos, capital y fuentes de trabajo, incluso en los países vecinos a aquellos donde los conflictos se encuentran activos. Entre 2000-2003 y 2010-2015, el número de conflictos armados y crisis violentas en la región aumentó de 4 a 11, y muchos de ellos se prolongarán.

Aunque es hogar solo del 5% de la población mundial, la región Árabe ha presenciado 17% de los conflictos en el planeta entre 1948 y 2014, y 45% de los ataques terroristas en 2014. En el mismo año, la región albergó a 47% de las personas desplazadas internamente y 57% de los refugiados en el mundo, incluidos los refugiados palestinos desplazados por una de las ocupaciones territoriales más largas de la historia moderna.

La exclusión y desigualdad continúan frustrando a la juventud: Ante este contexto, el reporte documenta los tremendos obstáculos que la juventud a lo largo del mundo árabe enfrenta para su desarrollo personal, lo cual resulta en múltiples formas de exclusión cultural, social, económica y política.

Alto desempleo: La incapacidad de traducir el progreso en educación en empleo decente para la juventud al mismo ritmo del crecimiento demográfico, no solo frustra el aprovechamiento del bono demográfico, sino que también podría alimentar futuras tensiones sociales y económicas en la región. En 2014, el desempleo juvenil en los países Árabes (29.73%) excedía por más del doble al promedio mundial (13.99%); y se espera que la situación empeore a futuro. El reporte advierte que, sin tomar acción inmediata, las economías árabes no podrán generar los 60 millones de nuevos puestos de trabajo que se requerirán para absorber a la nueva población en edad laboral a 2020 y estabilizar el desempleo juvenil.

Participación política débil: El reporte resalta que durante los últimos cinco años, la juventud ha emergido como una fuerza catalizadora de cambio en la región. Cada vez más jóvenes alzan sus voces en contra de la exclusión económica, social y política; y las movilizaciones impulsados por ellos y ellas pusieron en agenda la necesidad de reformas. Sin embargo, el reporte describe que la compromiso político juvenil sigue limitado a canales informales, a pesar de que no existen barreras legales o institucionales para su participación. En 2013, las protestas públicas movilizaron al 18% de jóvenes, en contraste con el 10.8% en países de renta media alta; mientras que la participación en procesos electorales fue la más baja a nivel mundial, alcanzando solo el 68.3% en comparación con un promedio de 87.4% en países de renta media alta.

Continua discriminación contra las mujeres: Recordando a anteriores IDHs, el reporte resalta cómo la profunda discriminación, presente patrones culturales y tradiciones durante la crianza, educación, estructuras religiosas, medios de comunicación y relaciones familiares, así como una diversidad de obstáculos legales, continúa evitando que las mujeres puedan alcanzar y utilizar sus pleno potencial.

Una minoría significativa, un camino a la radicalización: Los factores antes mencionados crean una sensación de exclusión y falta de oportunidades que persiste a lo largo de la región. Las vidas de muchas personas jóvenes están marcada por la frustración, la marginalización y la alienación de las instituciones y las transiciones necesarias para iniciar una vida adulta de manera satisfactoria.

Citando una encuesta reciente, el reporte asevera que una inmensa mayoría de personas jóvenes en la región Árabe no tiene ningún deseo de participar en grupos o actividades violentas. Ellos y ellas rechazan la violencia y reconocen a los grupos extremistas como terroristas.

Sin embargo, también reconoce que esa minoría que estaría abierta a participar en grupos violentos que impulsen un cambio sigue activa. Y, debido a la facilidad con la que las personas insatisfechas pueden radicalizarse, y los radicales volverse violentos; este problema podría continuar creciendo y acelerando el daño que está causando a los países Árabes.

La propuesta del informe: un nuevo modelo que abra puertas a los jóvenes

Hoy, la juventud en la región Árabe tiene sobre sus hombros el desafío de navegar por su propia supervivencia; pero además, con sus acciones, están cambiando el futuro de las generaciones que vinieron antes que ellos y ellas, afirma el reporte. A consecuencia, su llamado por el empoderamiento de la juventud no es solo para brindar soporte a esta generación, sino un llamado para reconstruir las sociedades Árabes en su conjunto e iniciar un camino hacia un futuro mejor.

De acuerdo al reporte, existen tres crisis interrelacionadas en la región: de Estado, de modelo económico, y de sistemas políticos. Y aunque el énfasis en el terreno es sobre el último punto, el reporte sostiene que el progreso durante los próximos 10 años dependerá de cambios en las tres dimensiones. Las soluciones para cada una de estas crisis son bien conocidas, el desafío será el proceso y la implementación, así como el rol de la juventud para impulsar el cambio.

El IDHA 2016 hace un llamado por un modelo de desarrollo orientado hacia la juventud, que se enfoque simultáneamente en desarrollar las capacidades de la juventud y expandir las oportunidades que tienen disponibles.

Lo primero requiere reformas en política y el acceso a servicios esenciales que afectan la educación, salud y preparación de las personas jóvenes para ganar un ingreso.

Lo segundo exige enfrentar los desafíos a nivel macro que enfrenta la juventud a la hora de participar significativamente en las esferas formales de política, emitir opiniones y exigir que sus gobernantes rindan cuentas; todo esto mientras ellos y ellas continúan en la búsqueda de empleos estables y decentes. También implica enfrentarse a diferentes formas de desigualdad, que pueden poner trabas para el desarrollo pleno de las personas jóvenes.

El reporte también considera que alcanzar la paz y seguridad a nivel nacional y regional es un prerrequisito para un futuro justo para los y las jóvenes, y considera que la participación significativa de los y las jóvenes en los procesos de construcción de la paz es crucial para que sus resultados sean sostenibles.

Información de contacto:En Amman
Noeman AlSayyad
| +962 6 200 3138  |  +962 79 567 2901  |  noeman.alsayyad@undp.org

En Beirut
Mona El-Yassir 
| + 961 1 98 11 07  |  + 961 3 24 00 36  |  mona.el-yassir@undp.org

En Nueva York
Theodore Murphy
| + 1 212 906-5890  | +1 718 915-2097 | theodore.murphy@undp.org
Dylan Lowthian
| +1 212 906 5516  | +1 646 673 6350  |  dylan.lowthian@undp.org

Fuente: http://www.undp.org/content/undp/es/home/presscenter/pressreleases/2016/11/29/arab-human-development-report-2016-enabling-youth-to-shape-their-own-future-key-to-progress-on-development-and-stability-in-arab-region-/

Imagen: www.undp.org/content/dam/rbas/img/Syria%20response/crisis%20prevention/UNDP_PAPP_CPR_youthpoliticalparticipation2_02122014_UNDPPAPPSharekYouthForum.jpg

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