Por. Carlos Ornelas
De acuerdo con David Phillips, en el siglo XIX había investigadores que viajaron a otros países con la intención de aprender del ejemplo y contribuir a la mejora de la educación “en casa”. Aquellos trotamundos establecieron una tradición en la educación comparada que persiste: la información del mundo puede inspirar reformas educativas.
Con el paso del tiempo, las “ideas migrantes”, ciertas normas devinieron en puntos de referencia para decidir qué hacer en los sistemas educativos. El influjo de la globalización en las reformas de la educación lideradas por organismos multilaterales a escala planetaria es patente, pero no homogéneo. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura mantiene una agenda en favor de la equidad —y algo de humanismo—, mientras que el Banco Mundial es el abanderado de la teoría del capital humano y la educación para el empleo. La influencia de esas entidades sigue vigente, mas la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos las rebasó al proponer un modelo de reforma educativa con base en la evaluación.
En artículos anteriores he referido el estudio que el gobierno mexicano encargó a la OCDE, cuando Josefina Vázquez Mota era la secretaria de Educación Pública, Mejorar las escuelas: estrategias para la acción en México. Éste contiene 15 prescripciones que, de acuerdo con referencias de la misma organización, son eficaces en la promoción de reformas educativas.
Ocho de esas recetas se refieren a los maestros cuyas nociones centrales se replican (no de manera mecánica) en las leyes General del Servicio Profesional Docente y del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. Las otras tienen que ver con la organización del sistema y los enfoques curriculares.
Buena parte del Modelo educativo y la propuesta curricular para la educación obligatoria 2016, que presentó el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, adapta otra parte de las consignas. Atención, no arguyo que la SEP asuma una actitud dócil ante la OCDE. El gobierno acepta porciones de políticas educativas andarinas, pero las transforma de acuerdo con los requerimientos institucionales del Estado; es más, se apropia de ellas, las nacionaliza.
Uno de los avances del proyecto que la OCDE entregó a México tenía un título sugerente: “Estudiantes y escuelas al centro, maestros en el corazón”. El primer punto de siete que presentó el secretario Nuño como guías para su acción en la SEP, fue “La escuela al centro”. Este lema también es parte fundamental del Modelo educativo que propuso en julio.
Véanse otras sugerencias de la OCDE y cotéjense con las propuestas del Modelo educativo: atraer a los mejores aspirantes a la profesión docente; abrir todas las plazas a concurso; mejorar el desarrollo profesional; evaluar para mejorar; reforzar la formación inicial docente (reformar las normales); autonomía escolar.
Hay autores que juzgan a la OCDE como la vanguardia de un neoimperialismo cultural que impone políticas de educación neoliberales a los países en vías de desarrollo, sean o no miembros de la organización. No les faltan argumentos ni pruebas que lo demuestren.
Otros hablan del desarrollo de una cultura mundial que la globalización impulsa con base en la ciencia, la tecnología y la información. Arguyen que hay un isomorfismo cultural, que las instituciones educativas del mundo se parecen en fines, estructura y métodos. También podrían conseguir evidencia empírica para apoyar sus puntos.
Una corriente teórica que emergió a finales del siglo pasado impugna los fundamentos de esos enfoques. Robert Arnove, por ejemplo, quien se identifica como neomarxista, señala que la dialéctica entre lo local y lo global es compleja. Él y otros investigadores conceden a los actores políticos locales pensamiento propio, mientras que las visiones del neoimperialismo cultural y la cultura mundial los ignoran o conciben como ejecutores de designios ajenos.
Esta visión me tienta. El gobierno de Peña Nieto impulsó la Reforma Educativa con el fin de resolver contradicciones y falencias internas. Se apoyó en las políticas educativas viajeras en la época de la globalización por dos razones. Una, aprender de otras experiencias (México no está aislado del mundo). Dos, como una palanca más de legitimación. Phillips arguyó que una reforma educativa que cuente con la bendición de la OCDE tiene activos que presumir.
A usted, ¿qué enfoque lo convence?
Fuente: http://www.excelsior.com.mx/opinion/carlos-ornelas/2016/08/31/1114123
Imagen: sipse.com/imgs/072016/2007166a34ddd67med.jpg