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Egreso y Deserción… ¿Satisfacción y Frustración?

Por: Pluma Invitada

En estos días, durante el proceso de actualización de información sobre alumnos, una idea se ha ido perfilando y tiene que ver con la importancia de cerrar ciclos.

Es muy común escuchar esta expresión aplicada a diferentes campos o eventos como por ejemplo, a cerrar la etapa laboral o, simplemente, cambiar de área; concluir un noviazgo o relación afectiva; cambiar de casa o ciudad; concluir estudios de algún nivel, etcétera. También, escuchamos decir que el cierre de un ciclo viene acompañado de nuevas situaciones, nuevos aprendizajes, nuevas experiencias y nuevas oportunidades.

Y algo muy importante, que el cierre de cada uno de estos u otros eventos, nos da la oportunidad de enfrentarnos y decidir por lo menos de entre dos opciones: reconocer, agradecer y utilizar a nuestro favor lo bueno que se vivió en esa etapa o bien, guardar resentimiento por lo vivido y permitir que nos cause daño de manera permanente.

Esta idea, va ligada al interés por el tema de conocer el comportamiento académico que tienen los alumnos de la Universidad y los factores que lo determinan, como base para proponer acciones de intervención. Y, a decir verdad, tanto si hablamos de egreso como de deserción, se está haciendo mención a que una fase o etapa de vida, concluye. Lo que nos lleva a preguntarnos si en todos los casos de egresados ¿se puede hablar de satisfacción? y, si en todos los que abandonaron sus estudios, ¿se puede hablar de frustración?

Sabemos que no siempre es así. Tanto en unos como en otros casos se presentan ambas situaciones. Lo que no sabemos realmente es en qué medida se da este fenómeno entre nuestros estudiantes. Podríamos acercarnos un poco a esos datos si conocemos más de cerca a nuestra fuente más valiosa: el alumno mismo.

Si bien en la mayoría de los egresados, existe un sentimiento de satisfacción por haber concluido sus estudios, en algunos casos podría haber frustración por no haber tomado tan en serio su papel de estudiante desde el inicio de la carrera trayendo como consecuencia haber obtenido bajos promedios; en algunos otros, tal vez porque no estudiaron la carrera que realmente querían estudiar y cursaron otra, o bien porque no pudieron obtener su título y cédula profesional; así como éstas, puede haber otras razones para no estar tan satisfecho a pesar de haber concluido su licenciatura. Por otra parte, los que abandonan sus estudios, también experimentan esas sensaciones; se sienten frustrados si su deseo era haber sido un buen profesionista pero las condiciones familiares y económicas, no se los permitieron, o bien, quienes conscientemente tomaron la decisión de dejar de estudiar por darse cuenta que no era lo que ellos buscaban y consideraron conveniente buscar y emprender otras acciones; éstos, seguramente, se sienten satisfechos.

Aunque mis análisis se han circunscrito a los alumnos que cuentan con algún tipo de beca como PRONABES, Oportunidades y Verano de la Investigación Científica, en esta ocasión se ha considerado conveniente incluir a alumnos no becarios para conocer, de manera natural cómo se fue dibujando su paso por la Universidad y compararlo con los alumnos que tienen como característica distintiva el ser becarios.

Por esa razón, se dan a conocer algunos resultados obtenidos en un estudio comparativo efectuado en el año 2012, mediante una muestra pareada entre becarios y no becarios, y actualizado al mes y año en curso.

El dato que determinó la muestra seleccionada fue el número de becarios de la primera generación (2001-02) del Programa Nacional de Becas para la Educación Superior (PRONABES) que fue de 138 alumnos. De hecho, es la generación más pequeña de las 16 que a la fecha ha habido. Tomando este número como base, se eligieron, al azar, 138 de la segunda generación (2002-03) quedando, de esta manera, un grupo de 276 becarios.

Posteriormente, se solicitó al área administrativa correspondiente, la matrícula existente en la propia Institución en agosto 2001 y agosto 2002. De cada generación se eligieron, también al azar, 138 alumnos no becarios, logrando de esta forma identificar y contar con igual número de casos en cada grupo, para proceder a su estudio: 276 becarios y 276 no becarios, dando un total de 552 casos.

El estudio de seguimiento realizado tiene como principales características las de ser longitudinal y retrospectivo, con el propósito de sentar un precedente para un posterior estudio con enfoque prospectivo. Para lograrlo, se construyó una base de datos con variables comunes a ambos grupos de alumnos, cuya validación nos brinda la confianza de poder compartir los resultados obtenidos.

El perfil general de los grupos en estudio, es el siguiente:

En cuanto a grupos de edad, en ambos tipos de estudiantes se detecta mayor presencia del grupo de 18 a 24 años, al momento de ingresar a la Universidad, que es el promedio para estudios de licenciatura;

El 56.30% son mujeres y el 43.7% son hombres; no obstante cabe señalar que en los becarios se observa mayor presencia de mujeres y en el de no becarios, de hombres.

El mayor número de becarios procede de la región Centro del Estado siguiendo las regiones Mante, Sur, Fronteriza, Valle de San Fernando, Altiplano y en menor medida se detecta presencia de alumnos de otros estados; en los no becarios se observa un comportamiento distinto, en mayor número proceden de la región Sur y le siguen la Fronteriza, Centro, Otros Estados, Mante, Valle de San Fernando y Altiplano.

Las áreas de conocimiento preferidas por los becarios son Ingeniería y Tecnología, Educación y Humanidades así como Ciencias Agropecuarias, mientras que los no becarios eligen las de Sociales y Administrativas, Ciencias de la Salud y, Naturales y Exactas.

Los becarios presentan un mayor número de casos sin reprobación durante sus estudios y a partir de la primera clase con reprobación (1 a 5 materias), hasta la última,  (31 o más) la tendencia a reprobar favorece a los no becarios.

El promedio obtenido por el 58.33% de los becarios al concluir su primer año, oscila entre 10.0 y 8.5; mientras que el 75.36% de los no becarios obtuvo un promedio que va del 8.49 al -6.

El promedio obtenido por el 58.69% de los becarios al término de sus estudios oscila entre 10.0 y 8.5; mientras que el 76.08% de los no becarios obtuvo un promedio que va del 8.49 al -6. Es decir, se detecta que los becarios no sólo conservaron sus buenos promedios durante la carrera, sino que los incrementaron ligeramente, encontrándose el mismo comportamiento en los no becarios, pero con promedios más bajos.

El 64.49% de becarios obtuvieron cédula de licenciatura y el 6.88% de un posgrado; en contraparte, el 55.08% de no becarios obtuvieron cédula de licenciatura y el 5.79 de algún posgrado.

Por otra parte, en el grupo en estudio se detecta un 78.26% de egreso y un 21.74 de deserción. Y de manera desagregada por tipo de alumno, tanto el egreso como la deserción, presentan el siguiente comportamiento:

En cuanto al egreso, un mayor porcentaje de becarios presenta egreso oportuno y menor egreso con rezago que los no becarios; asimismo, éstos tienen mayor número de casos de deserción.

Respecto a la deserción, un mayor porcentaje de becarios tiene estatus de baja voluntaria es decir, que académicamente no tuvieron problema y que en algún momento pueden reiniciar sus estudios; los no becarios, estatus de baja por sistema, que se entiende como baja de la Universidad por haber agotado el número de inscripciones o de oportunidades de examen razones por las que ya no son susceptibles de reanudar sus estudios universitarios en esta misma Universidad presentando además , menor porcentaje de egreso.

Conjuntamente con los datos mostrados,  se ha considerado abordar el tema de la deserción o abandono de estudios (definitivo o temporal) desde la perspectiva del porcentaje de avance logrado en los mismos. La forma más objetiva de hacerlo es a través de conocer el número de créditos aprobados por cada alumno.

En una primera tabla (Tabla N°1) podemos observar que de los 120 alumnos que desertaron de sus estudios, 39 (32.5%) aprobaron más de la mitad de los créditos de su respectiva carrera; de ellos, 17 son becarios y 22, no becarios. Los 81 restantes aprobaron menos del 60% de créditos.

Tabla N°1. Becarios PRONABES – No Becarios UAT 2001-03. Por Tipo de Deserción y N° de Créditos Aprobados.

% Créditos Aprobados Egreso Baja por Sistema Baja Voluntaria Total
Becarios No Becarios Becarios No Becarios Becarios No Becarios
100% 220 212 0 0 0 0 432
90 a 99% 0 0 1 3 4 13 21
80 a 89% 0 0 2 0 2 2 6
70 a 79% 0 0 1 0 4 2 7
60 a 69% 0 0 0 2 3 0 5
-60% 0 0 5 20 34 22 81
Total 220 212 9 25 47 39 552

En una segunda tabla (Tabla N°2), se observa que de los 39 casos mencionados con antelación, 10 alcanzaron promedios entre 8.0 y 10.0; en tanto que 28, entre 6 y 7.99; sólo uno tenía promedio menor a seis.

Tabla N°2. Becarios PRONABES – No Becarios UAT 2001-03. Por N° de Créditos Aprobados y Promedio Final.

Promedio final Créditos Aprobados Total
100% 90-99% 80-89% 70-79% 60-69% -60%
Becario No Becario Becario No Becario Becario No Becario Becario No Becario Becario No Becario Becario No Becario
9.5 o + 37 11 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 48
9 – 9.49 54 13 0 1 0 0 0 0 0 0 3 0 71
8.5 – 8.99 61 39 0 0 1 0 1 0 1 0 4 2 109
8 – 8.49 42 54 1 4 0 0 1 0 0 0 5 3 110
7.5 – 7.99 21 54 2 1 2 0 2 0 0 0 4 3 89
7 – 7.49 2 32 1 5 0 0 0 0 1 0 2 5 48
6 a 7 3 9 1 5 1 2 1 2 1 1 7 8 41
-6 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 14 21 36
Total 220 212 5 16 4 2 5 2 3 2 39 42 552

Estos últimos datos nos permiten preguntarnos ¿qué sucedió con los 21 alumnos que cursaron y aprobaron del 90 al 99% de los créditos de la carrera de su elección? ¿Por qué no concluyeron sus estudios si sus promedios eran de aceptables a muy buenos y lo que es mejor, estaban a punto de egresar? ¿Por qué no los detectamos a tiempo y con ello quizá haberlos apoyado para lograr su permanencia y egreso?

Las mismas preguntas aplican para el resto de alumnos que habiendo cursado y aprobado más del 60% de sus créditos con promedios aprobatorios, abandonaron sus estudios; sólo se señala especialmente el primer caso, por el avance tan evidente que habían logrado.

Mediante este estudio podemos constatar que si bien la condición de ser becarios ayuda a ingresar y continuar por un tiempo determinado en la Universidad, no es suficiente para garantizar que el alumno concluya sus estudios. Hace falta implementar acciones institucionales que permitan atenderlos en forma oportuna, para mejorar significativamente la permanencia y con ello, los índices de egreso y deserción. En cuanto a los no becarios, se encontró un mayor número de casos en esta situación. Es decir, logran un avance importante  en sus estudios pero no los concluyen.

De lo anterior se desprende la necesidad sentida de vigilar el avance que los alumnos, becarios o no, tengan en sus estudios y, cuando se observe que ya no se inscriben en el semestre inmediato posterior o por lo menos dos ciclos después, se les localice para conocer la causa que los llevó a esa situación y, si institucionalmente se les puede apoyar, no dudar en hacerlo. Estas acciones redundarían en convertir las posibles frustraciones en grandes satisfacciones en el cierre del ciclo que nos corresponde atender como instituciones educativas contribuyendo fehacientemente, al desarrollo social.

Sin embargo, esto sólo sería posible si se trabajara intensamente y con denuedo, en la concentración, organización, validación y sistematización de la información en bases de datos muy potentes en cada institución ya que a decir de Minguillón (2015), (citado en “La Inteligencia Institucional y los Programas Becarios”, publicado el 08 de junio 2016 en Campus Milenio), “las analíticas académicas requieren de datos históricos para propósitos específicos, pero estas series históricas deben ser flexibles y multidimensionales de acuerdo al nivel de análisis al que se quiera llegar”.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/egreso-y-desercion-satisfaccion-y-frustracion/

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Pese a la universidad gratis, sólo el 19% de los jóvenes de hasta 34 años tiene un título

Por: Clarín

Colombia, Costa Rica, México y Chile superan a la Argentina. El rendimiento local mejora cuando se incluye a la gente de hasta 64 años. Especialistas dicen que es por la mala formación secundaria y la deserción en los primeros años de las carreras.

A pesar de contar con educación universitaria pública y gratuita, Argentina queda por debajo de la mayoría de los países de la región en relación a sus graduados jóvenes. Según un informe publicado ayer por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el 19% de los argentinos de entre 25 y 34 años tiene un título universitario. De América Latina, sólo Brasil tiene menos recibidos (17%). Consultados al respecto, desde la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación reconocen a Clarín que la situación es compleja y aseguran que están trabajando para revertir esta realidad aunque advierten que no es algo que pueda modificarse en el corto plazo.

México (21%), Colombia (27 %), Costa Rica (28 %) y Chile (30%) tienen un porcentaje mayor de graduados en la franja que va de los 25 a los 34 años. La situación se modifica si se mide la finalización de los estudios universitarios hasta los 64 años. En ese caso, Argentina cuenta con el 21% de su población con título universitario y el panorama se da vuelta: el país queda por encima de Chile (13%), México y Costa Rica (ambos con 15%).

Para Guillermina Tiramonti, investigadora de Flacso, la situación en el nivel secundario influye en lo que está ocurriendo en la universidad. “El 50% de los alumnos termina la escuela secundaria en el tiempo estipulado y otro 10% lo hace de más grande. Es decir que hay muchos que directamente no tienen la oportunidad de acceder a una carrera. Además, hay un porcentaje alto de personas que termina el secundario sin alcanzar buenos niveles de aprendizaje. Esto hace que no lleguen preparados a la universidad y, en muchos casos, abandonen”, señala Tiramonti.

“Hay que trabajar mucho sobre la secundaria, especialmente en el ciclo superior. Hoy en Argentina hay más deserción que en otros países de Latinoamérica. Además, la universidad tiene que hacer algo para retener a sus estudiantes. En otros países es mucho más exigente el ingreso pero hay sistemas de acompañamiento. Acá los estudiantes están muy solos. Hay que pensar en esquemas más del tipo escolar”, destaca Gustavo Iaies, director del Centro de Estudios en Políticas Públicas (CEPP).

Según Danya Tavela, secretaria de Políticas Universitarias, el problema no está en el acceso a la universidad sino en la permanencia. “Si bien son muchos los que ingresan, hay una deserción alta en los primeros dos años de la carrera”, explica Tavela y asegura que, contra esto, están implementando un programa para “fortalecer los saberes de los graduados del secundario”.

Otro punto a tratar, según Tavela, tiene que ver con “el tiempo que demanda la carrera, la estructura curricular y cierta rigidez en relación a la cursada”. En este sentido, están encarando “mesas de negociación para agilizar la trayectoria universitaria aunque sin descuidar los estándares de calidad”. En esta línea, buscan que se permita homologar materias o contenidos entre diferentes carreras y que se contemple el camino seguido en la educación superior técnica. “Queremos que, por ejemplo, a un maestro mayor de obras se le reconozcan determinados aprendizajes si va a seguir la carrera de Arquitectura”, precisa Tavela.

Consultados por este diario, desde la UBA prefirieron no dar declaraciones sobre el tema “hasta no leer el informe completo y verificar el origen de los datos difundidos por OCDE”.

La situación educativa global que la OCDE describió repercute también en el mundo laboral. Según el estudio, una de las características que se observan en los países miembro y también en los asociados -como la Argentina- es que los estudiantes no eligen las carreras que ofrecen las mayores oportunidades laborales, que son aquellas vinculadas a Sistemas y Tecnología de la Comunicación: en promedio, los graduados de esas carreras alcanzan el 88% de ocupación, más que en cualquier otra área.

“Para el próximo ciclo lectivo tenemos más ingresantes que para el actual: empezaron 1.800 alumnos y aspiramos a que sean 2.000 en 2018”, dice Guillermo Oliveto, decano de la regional Buenos Aires de la Universidad Tecnológica Nacional, y enseguida matiza: “Sigue siendo bajo y es un desvelo que tenemos; en la Argentina se rompió la cultura del esfuerzo, y eso impacta en la inscripción en carreras como las ingenierías, que se suponen difíciles. Necesitamos que se divulgue la ciencia y que los chicos sepan que todo lo que tocan fue hecho o pensado por un ingeniero.Eso puede inspirarlos para seguir esas carreras”.

Entre otras conclusiones que se desprenden del informe, la OCDE asegura que en la Argentina un 8,2% de las personas que no alcanzaron un título universitario están desempleadas, mientras que eso ocurre con el 4,7% de los universitarios. Esa brecha es más amplia en países como Francia o Estados Unidos, donde la proporción de graduados universitarios es más alta y, entonces, las oportunidades laborales se concentran en esa población. En países como México y Colombia, donde hay menos proporción de estudiantes que finalizan la universidad, hay más ocupación entre quienes sólo alcanzaron el título secundario.

En el mundo, las carreras vinculadas a Arte y Humanidades logran un 81% de ocupación, mientras que las vinculadas a Derecho y Administración alcanzan el 85%, las ingenierías llegan al 87%, las Ciencias Exactas, el 83%, y la Medicina y otras áreas de la salud, el 87%. Quienes estudian Sistemas y Tecnología de la Comunicación tienen, por ahora, las mejores oportunidades, aunque habrá que ver qué ocurrirá cuando se ocupen esas vacantes.

Fuente: https://www.clarin.com/sociedad/pese-universidad-gratis-solo-19-jovenes-34-anos-titulo_0_rkGjDgU9Z.html

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Colombia: Reducción del presupuesto para la educación podría aumentar la deserción universitaria

Colombia/21 de Agosto de 2017/RCN Radio

Desde hace varios años el presidente Juan Manuel Santos ha compartido su propósito de posicionar a Colombia como el país más educado de América Latina, sin embargo, con el anuncio de una posible reducción del presupuesto de educación para el otro año, la comunidad académica asegura que ese logro no será posible. (Lea también: Con este presupuesto no pueden culpar al Gobierno de ‘derrochón’: MinHacienda)

Además, el riesgo principal sería la deserción educativa. Al respecto, se pronunció Roberto Vergara Portela, de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas:

“En la universidad pública el 48% de los estudiantes desertan, es preocupante, si van a recortar el presupuesto el acceso va a ser tremendo … solo 5 mil ingresan a la universidad, se están quedando 14.600 mil estudiantes por fuera sin acceder a la universidad pública”, afirmó Vergara.

Así las cosas, la posibilidad de que los estudiantes mejoren su vida social y económica es baja.

Jairo Alfonso Ruíz, secretario general de la Asociación Sindical de Profesores Universitarios (Aspu), aseguró que la idea del Gobierno es privatizar la educación.

“De lo que se trata de forma sistemática es reducir el presupuesto. Se avanza en un proceso de privatización de la educación y lo que requiere el país es que se apoye a la educación pública, que se incrementen los recursos y se jalonen políticas de autonomía desde los niveles de preescolar”, explicó el profesor,

El rector de la Universidad de Antioquia, Alviar Ramírez, también expresó su preocupación. “Si tuviéramos un compromiso del Gobierno Nacional para anexar el tema de los 4 puntos porcentuales adicionales, que los ingresos no crezcan solo al IPC sino el IPC más 4 puntos porcentuales”.

Las alarmas están prendidas y las 32 universidades públicas del país están pidiendo apoyo, entre ellas la Universidad Pedagógica y La Nacional con su rector Ignacio Mantilla a través de redes sociales.

Fuente: http://www.rcnradio.com/educacion/reduccion-del-presupuesto-la-educacion-podria-aumentar-la-desercion-universitaria/

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México: Deserta 92% de los universitarios: INEGI

América del norte/México/05 Agosto 2017/Fuente: La voz de la frontera

Una de las principales causas del deterioro de la educación superior en México es la baja inversión pública del Estado mexicano que invierte por cada inscrito en educación superior 7 mil 889 dólares al año y según la Organización para la Cooperación de Desarrollo Económico (OCDE) es una suma muy baja.
En comparación con países como Canadá o Suiza, considerados como naciones de alto desarrollo, ahí invierten 22 mil dólares anuales por alumno universitario y países latinoamericanos como Brasil o Chile destinan también más recursos económicos para apoyo de los estudiantes universitarios.
En ese contexto nuestro país registra uno de los porcentajes más bajos de jóvenes que ingresan a una Universidad, en donde alcanza solamente el 24% de los jóvenes mayores de edad, pues países como Australia, Islandia, Corea del Sur y otros, más del 60% de sus jóvenes se encuentra inscrito en alguna institución de educación superior.
A la poca cobertura que se registra en México, incluyendo a Baja California, existe un alto porcentaje de deserción, pues según datos del INEGI solo ocho de cada 100 alumnos que inician estudios universitarios los concluyen.
El Instituto señala que las dos principales causas de deserción a nivel universitario son el disgusto o el poco interés en el estudio generado por factores diversos y por cuestiones de tipo económico en un 35.2%.
En cuanto a la primera causa de deserción, la falta de interés se debe en gran medida al desempleo y la baja remuneración ligada a los estudios universitarios, ya que en nuestro país la tasa de contratación de profesionistas con título es de un 79% y en otros países miembros de la OCDE es del 83%.
El porcentaje de empleo de las personas sin estudios universitarios es del 62% y se convierte en un dato clave, ya que existe poca diferencia entre estar desempleado o empleado para las personas con título universitario y quienes no lo tienen.
Por otro lado, los altos precios de las colegiaturas en las universidades privadas es también uno de los elementos que ayudan a explicar la deserción universitaria por cuestiones socioeconómicas y de acuerdo al INEGI la colegiatura de una Universidad privada oscila entre los 14 mil 500 hasta los 111 mil pesos por semestre.

Razones económicas
Estos altos costos en una sociedad donde el salario mínimo apenas llega a los 80 pesos, hacen de la deserción escolar por razones económicas una situación bastante común en la educación superior, a lo que hay que sumar los bajos salarios que se pagan a empleados con título universitario.
En el 2015 las universidades que registraron un mayor número de matrícula de estudiantes de licenciatura en México fueron la UNAM con 204 mil 940 estudiantes; la Universidad Autónoma de Sinaloa con 135 mil 107 y la de Guadalajara con 118 mil 615 alumnos.

 UABC con menos ingresos propios
Entre las universidades públicas con menos población registrada en ese año a nivel nacional se encuentran la Universidad Autónoma de Quintana Roo con 8 mil 463 estudiantes; la Universidad Autónoma de Tlaxcala con 13 mil 124 y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
En cuanto a la información sobre ingresos propios recolectados ese mismo año y que se tiene registro en los portales y solicitudes de transparencia realizadas a dichas instituciones, la UDG es la que más cantidad de ingresos propios registra con 1 mil 845 millones 738 mil 222 pesos y con menos ingresos propios para el 2015 se ubica la Universidad Autónoma de Baja California.
Fuente: https://www.lavozdelafrontera.com.mx/mexicali/deserta-92-de-los-universitarios-inegi
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Los retos de trabajar en Educación Superior

Por: Rosalía Nalleli Pérez

Trabajar en educación superior reditúa frutos y recompensas inmediatas: Grandes satisfacciones se viven cuando el alumno egresa de una institución y en poco tiempo se le encuentra ya laborando, con auto o  empresa propia e incluso con propia familia. Por otro lado,  también se vive preocupación cuando el alumno deserta para siempre. Pareciera que nada impide ver los resultados inmediatos, cualquiera que estos sean y poder compartir la felicidad que esos alumnos, ya formados, van dejando o al mismo tiempo compartir la inquietud que la deserción trae, cuando no hay un plan de acción definido en el desertor.

Para quien ve a la educación superior como una meta de formación, podría pensar que  los alumnos ya sólo necesitan aprender contenidos y desarrollar su conocimiento para aplicarlo.  Parecería también que su conocimiento es igual al éxito y que a esa edad no existe ningún tipo de problemas ni secretos. Sin embargo, para el docente,  siempre existe un reto oculto que enfrenta  constantemente y las exigencias son cada vez mayores de acuerdo al nivel.

De esas exigencias  en cada grado, se puede hablar de los diferentes conocimientos ya desarrollados, dependiendo del contexto de cada alumno en el que ha estudiado, de las miles de creencias ya asimiladas, de la crítica constante del alumno quien llega a la universidad con criterios diferentes para cada vivencia, del cuestionamiento continuo repetido en casa, a veces sin fundamento   y de la definición total por su formación,  entre otros aspectos. Todos ellos representan un reto continuo para cualquier docente. Los alumnos,  -aunque adultos ya-  que llegan con su competencia comunicativa más desarrollada y su competencia  digital incuestionable, con capacidades más específicas en convivencia, aún reflejan en clase su cultura y sus creencias  adoptadas  en su entorno y se aprecian los problemas sociales que les afectan. La influencia familiar es indiscutible y sus valores  están más cimentados. Además, sus problemas de autoestima se reflejan de manera diferente que con los niños,  en ocasiones la toma de decisiones es burda o lenta, y su  concepción del mundo  se nota, esporádicamente, apagada y morosa. Hay vicios ya adoptados y sueños por cumplir ya más definidos,  muchas veces volátiles y del logro inmediato; que en ocasiones los vuelven apáticos hacia su propio avance, sordos a la teoría e incluso a los docentes que se piensan consejeros.

Un desafío  real por ejemplo, se presenta en el aprendizaje de los idiomas, específicamente del idioma inglés; ya que a pesar de que la mayoría tiene más de 5 años con el contacto continuo con este idioma, aún encuentra uno 15 de cada 20 alumnos, con problemas de estructura, pronunciación, vocabulario, comunicación o de conocimiento básico, pero sobre todo de compromiso.  Además, la toma de decisiones entre aprender el idioma en clase o esperar a estudiar después el idioma,  afecta también su avance.

Con respecto a los retos de la educación superior, Sánchez Castañeda dice que “Las instituciones de educación superior enfrentan una serie de desafíos, que resultan trascendentes para la vida nacional, en la medida en que en ellas se finca gran parte de expectativas de desarrollo de un país”. Si se piensa que la educación superior en general es la solución para los problemas de un país,  se debe de pensar también que el compromiso de los alumnos para su aprendizaje es un determinante para que se logre el 100% de un perfil de egreso de cualquier institución, y que además, el estudiante, junto con todo su bagaje cultural y todos sus conocimientos previos, pone en juego los resultados para que la educación de un país se mejore. Por lo tanto, la concientización del alumno de su propio involucramiento en este nivel es urgente, pero de manera formativa, y desde los niveles anteriores, junto con una revisión exhaustiva y completa  del modelo educativo que las instituciones siguen, más la concatenación de los perfiles de egreso de cada nivel, así como la revisión de contenidos y del logro educativo para que un país pueda evolucionar en muchas áreas de conocimiento,  pero sobre para que evolucione en la concientización  del ser.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/los-retos-de-trabajar-en-educacion-superior/

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¿Por qué aumenta el número de griegos que no terminan sus estudios?

Europa/Grecia/05 Marzo 2017/Fuente:mba /Autor:Agencia Xinhua.

De acuerdo a un estudio, la prolongada crisis de la deuda griega ha contribuido de forma significativa a incrementar el número de los llamados «estudiantes eternos»

Un estudio publicado por el diario Ta Nea (The News) evidenció que el número de estudiantes «estancados» en Grecia, aquellos inscritos durante años en las universidades sin completar sus estudios, se duplicó en 12 años.

De acuerdo a la publicación, las cifras muestran que el número de estudiantes «estancados» en las universidades y colegios técnicos de Grecia aumentó de 163.037 en 2003 a 328.742 en 2014.

Según los expertos, la prolongada crisis de la deuda griega ha contribuido de forma significativa a incrementar el número de los llamados «estudiantes eternos».

Una de las razones del abandono sería la falta de apoyo financiero de las familias, especialmente si estudian fuera de su hogar, dijeron los investigadores.

Con motivo de la planificación para los próximos cuatro años, el Ministerio de Educación recabó datos para evaluar la condición del sistema de educación superior del país endeudado. Y es que la crisis económica ha causado que uno de cada diez graduados viaje al extranjero para buscar trabajo.

Antes del colapso económico, el 70,1% de los universitarios de entre 20 y 34 años de edad tenía empleo. Para 2014 ese porcentaje disminuyó a 45,4%.

Fuente de la noticia: http://mba.americaeconomia.com/articulos/notas/por-que-aumenta-el-numero-de-griegos-que-no-terminan-sus-estudios

Fuente de la imagen:

http://mba.americaeconomia.com/sites/mba.americaeconomia.com/files/styles/article_main_image/public/field/image/backpack-1149544_1920.jpg?itok=RDRHyOv

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“Argentina perdió el igualador social que era la escuela pública”

Argentina/20 de Febrero de 2017/El Diario del Centro

Ante un auditorio repleto, el exrector de la UBA habló sobre educación. El problema, a su criterio, es que la población no valora la calidad en la enseñanza.

Guillermo Jaim Etcheverry, autor de “La tragedia educativa”, asegura que el escenario actual es peor que hace dos décadas, cuando escribió ese libro.

“La educación, pese a lo que dicen en los discursos, importa poco en el país”, aseveró, agregando que es la población en general “la que le da poca relevancia social y los gobiernos, actúan como reflejo de las preocupaciones de la gente”.

Hizo referencia a estudios de opinión que demuestran sus afirmaciones. “Cuando preguntan a los padres sobre calidad educativa, un 70% dice que es mala. Pero al consultarle si está satisfecho con la escuela de sus hijos, un 70% dice que sí. Es como si se percibiera una crisis, pero que cada uno cree que no le afecta en particular a su hijo o a su nieto”, agregó.

“Lo demás, son signos; los maestros ganan poco porque a nadie le interesa mucho lo que hacen. Son los cuidadores de la guardería, una guardería cada vez menos ilustrada”, dijo.

Los mejores de Argentina, peores en el mundo

El exrector de la Universidad de Buenos Aires (UBA) fue invitado por el Grupo Educativo Trinitario a disertar sobre el desafío de educar.

Antes, dialogó con los medios de prensa y en algunos de sus conceptos se refirió a los estudios de calidad educativa, como las pruebas PISA. “Esas evaluaciones tienen muchos problemas, pero constituyen una idea, una aproximación”, expresó. Al hablar de los resultados, dijo que en todos los países, los mejores resultados lo obtienen los hijos del 25% más rico, los hijos de profesionales y los que van a escuelas “más dotadas” académicamente.

“En Argentina es igual, pero los mejores de acá son peores que los peores de 30 países”, es decir, que ni los que “pagan por educación reciben calidad educativa”.

Como salida a esa “tragedia” educativa, entiende que hay que empezar por volver a despertar el interés que la educación tuvo en otros tiempos en Argentina.

“Hay que exigir a docentes e hijos. Hay estudios que hablan sobre el derecho a ser exigidos, porque eso es una demostración del interés que sentimos por el otro. si realmente nos preocupa, tratamos de que se desarrolle lo mejor posible”, dijo. Sobre los docentes, aseveró que cada vez “son más expertos en teoría pedagógica, algo que no le interesa a nadie”, en lugar de “saber mucho de algo y enseñarlo con pasión”.

Entiende que esa baja consideración social de la educación está fundada en el cambio de valores. “Hoy, se busca la certificación que da la escuela, el título y no el aprendizaje”

También entiende que en la actualidad, hay una cultura de la inmediatez, contraria al espacio educativo, al de la investigación y de la reflexión. “En ese sentido, la escuela hoy es contracultura”, planteó.

Como tercer eje plantea que hay una “pedagogía compasiva”. “Pobrecito el nene, todo lo que tiene que aprender y en realidad, todos tienen la capacidad de aprender. El tema es que se enseñe con dedicación, con las herramientas adecuadas”, dijo.

Escuela privada versus pública

Al ser consultado sobre la diferencia entre escuelas de gestión privada y las de gestión pública, Etcheverry señaló que “es un mito, hay buenas y malas escuelas públicas y buenas y malas escuelas privadas. La diferencia pasa por que la escuela privada recoge personas que tienen un ambiente cultural mejor en su casa, cuyos padres están mas interesados en la educación de sus hijos y por eso hacen el sacrificio”.

“El problema grave es que Argentina ha perdido el igualador social que era la escuela pública, ahora se educa a los chicos en ghetos, los ricos con los ricos y los pobres con los pobres. Antes, el guardapolvito blanco igualaba y mejoraba a todos”, concluyó.

Algunas definiciones

Calidad educativa: es muy complejo, pero al menos tienen que aprender las cualidades básicas esenciales que son que los chicos entiendan lo que leen, que tengan capacidad de abstracción a través de la matemática y que puedan ubicarse en el tiempo y espacio histórico. Sabiendo eso, pueden acceder al resto.

Inclusión versus calidad de enseñanza: es un falso dilema, hay que incluir educando con calidad. Presupuesto: hay que partir de una cuestión inicial de que se necesita un mínimo, pero una vez que se tiene ese presupuesto, no hay una relación tan estrecha como se cree entre la inversión y la calidad educativa.

Deserción universitaria: la mitad de los chicos que terminan el secundario no comprende lo que lee. Entonces, es natural que tenga problemas en la universidad. La deserción se da mayoritariamente en los primeros años.

Fuente: http://www.eldiariocba.com.ar/argentina-perdio-el-igualador-social-que-era-la-escuela-publica/

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