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Trabajo comunitario entre mujeres, vital para la autonomía

Por: UAM

 

El empoderamiento es un concepto que se fundamenta en la capacidad de las mujeres para autodeterminarse, para tomar decisiones significativas sobre sus propias vidas y las de sus comunidades; implica un cambio en las relaciones de poder y permite que tengan un papel activo y decisivo en el desarrollo social, económico, político y cultural, aseguró la doctora Aleida Azamar Alonso, académica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

La actividad congregó a personas que han acompañado propuestas de modelos productivos alternativos que fomentan el empoderamiento de las mujeres en comunidades indígenas, campesinas y rurales, cuyas condiciones históricas han sido muy difíciles debido a las carencias, el trabajo no remunerado y/o no reconocido y la falta de oportunidades.

En México, dijo la investigadora, el panorama laboral para la población femenina es complejo y desafiante; está caracterizado por una notable desigualdad de género y, a pesar de los avances significativos de incorporación que han tenido a diversos sectores económicos, aún persisten brechas importantes que limitan su plena participación y desarrollo profesional.

De hecho, la tasa de cooperación de ellas es considerablemente más baja que la masculina; sólo 40 por ciento de ellas puede acceder a un empleo formal, mientras que en el informal la cifra es de 54 por ciento. La disparidad salarial es otro indicador de este fenómeno, lo que afecta la independencia económica femenina.

Su empoderamiento económico es crucial para equilibrar las relaciones de poder dentro del hogar y la sociedad, y les permite tomar decisiones sustanciales para mejorar su posición social y política. Ejemplo de ello es el Centro de servicios comunitarios Mujeres en Lucha de San Miguel Topilejo, ubicado en una colectividad periurbana donde han creado un espacio seguro que brinda oportunidades de trabajo y de superación.

Recuperaron un sitio que estaba abandonado, un rastro, e hicieron un taller de diseño y producción textil, cuyos productos venden al gobierno de la Ciudad de México; instalaron un comedor que ofrece hasta 200 comidas para ayudar a los más necesitados, brindan servicios de asistencia social, dentistas, psicólogos; hay un taller de serigrafía, un gimnasio, un teatro que están tratando de hacer al aire libre, un pequeño huerto y captación de agua de lluvia.

Otro ejemplo es la Organización de Mujeres Masehual que se encuentra en la sierra norte de Puebla, en el cual han logrado crear canales de comercio seguro; producen shampoo, jabones miel y artesanías y también están procurando recolectar agua de lluvia.

La Cooperativa Masehual ha impulsado varios proyectos, como el Hotel Tazelotzin que es sustentable, puesto que al interior se utilizan diversas ecotecnias, desde estufas ecológicas para reducir el consumo de gas, implementación de celdas solares para reducir el consumo de energías fósiles. Además, incentivan a los huéspedes a que hagan un uso sustentable de los bienes naturales y ofrecen recorridos turísticos por la zona.

Gisela Illescas Palma, campesina, agroecóloga y feminista comunitaria, habló sobre su participación en diversos proyectos; uno es en la Alianza de Mujeres en Café de México, organización internacional dedicada a empoderar a las féminas en el sector cafetalero promoviendo su colaboración y reconocimiento en todo el mundo. También ha proyectado Vida, A.C., asociación campesina de base en Ixhuatlán del Café, Veracruz.

Vida, A.C. contribuye con familias, comunidades, redes y movimientos en busca de una soberanía alimentaria, una salud holística y una autonomía económica en armonía con la Madre Tierra, el feminismo y la agroecología.

Para el logro de una soberanía alimentaria, la organización promueve el rescate de la cocina tradicional y sus aportes al patrimonio biocultural, la promoción de los mercados campesinos y de trueque, cada año realizan la feria de la milpa para el intercambio de semillas, así como varias estrategias de diversificación de transformación artesanal de alimentos.

En lo que se refiere a la economía solidaria, desde hace 23 años han alentado los grupos en ahorro solidario, para fomentar la cultura del ahorro y ha logrado el empoderamiento económico de las mujeres. Ya se maneja una marca propia de café donde se controla desde la semilla hasta la taza en roda la cadena de valor.

Cuentan con un pequeño programa de turismo campesino que busca brindar la experiencia en el cafetal. En la parte de salud promueven círculos de autocuidado y salud emocional, y poseen con toda una línea de herbolaria. Practican la agroecología como un pilar fundamental para los cultivos del café y su diversificación.

En el evento intervino la doctora Silvia Eréndira Muñoz Ortiz, de la Universidad Iberoamericana, quien relató un paseo por los valles de Tehuacán y los centrales de Oaxaca, donde la investigación Acción Colaborativa estimula el dinamismo del patrimonio biocultural desde sus propios territorios en busca de un buen vivir, en armonía con su cosmovisión mediante modelos de empresas sociales y solidarias.

Asimismo, Aranzazú Díaz Fernández, directora de Acciones para el Desarrollo Comunitario (ADECO), A. C., presentó una serie de iniciativas para el progreso municipal, desde el proyecto de economías comunitarias hasta la experiencia de la autonomía financiera del grupo Tierra Viva, que está transformando vidas y colectividades.

Fuente de la información e imagen:  UAM

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“Nadie duda de que la escuela debe ser un espacio de igualdad”: dinámicas y materiales para una educación feminista

“Una manera sencilla de trabajar el feminismo en positivo es que el alumnado identifique las aportaciones de las mujeres en su día a día”, explica la maestra y responsable del área de Igualdad del STE en Albacete, Sara Marín

Por: Francisca Bravo Miranda

El día a día en las aulas es un lugar esencial para trabajar y promover una sociedad igualitaria. Y así lo tiene claro también el personal docente, que reconoce las dificultades, pero sobre todo los beneficios que puede aportar al día a día del alumnado una educación con perspectiva de género. “La nueva Ley de Educación (LOMLOE) hace referencia explícita a esto”, explica la maestra Sara Marín, que es también la responsable del área de Igualdad del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza (STE) en Castilla-La Mancha.

La organización trabaja año a año en material educativo para fomentar la igualdad y la coeducación, que pone especial atención en fechas “clave”, como, pero no solo, el Día Internacional de Erradicación de la Violencia contra las Mujeres (25 de noviembre) o el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo).

“Estamos orgullosas de nuestro trabajo, porque incluso en los planes de igualdad se incluye el calendario de la mujer, porque tiene propuestas didácticas para trabajar desde educación infantil hasta personas adultas”, explica Marín. Este año, el calendario rinde homenaje a mujeres influyentes en el ámbito de la arquitectura y la ingeniería civil bajo el lema ‘Tiempo de Mujeres, mujeres en el tiempo’. Este año, la iniciativa ha cumplido además 20 años.

La docente reconoce que existe un creciente “rechazo al feminismo” entre los más jóvenes, y por eso, abogan por trabajar en el feminismo “en positivo”. “Solo se puede hacer con dinámicas y ejemplos reales y cercanos”, explica. Por ejemplo, con mujeres castellanomanchegas, cuyos aportes y vidas se ven más cercanos y que, además, ayuda a mejorar su visibilidad porque “no son conocidas y no están en la palestra”. “De este modo, apoyamos al profesorado para que puedan llevar a cabo dinámicas participativas para que el alumnado razone y vea que el feminismo se trabaja todos los días, no solo el 8M”, destaca.

Marín aboga por trabajar desde una perspectiva “global” y en reconocer que el problema “real” que existe es que no existe una manera sencilla de hablar de las desigualdades y que, por lo tanto, no es difícil que el alumnado se quede con el “comentario fácil” de internet, que es lo que hace “muchísimo daño”. Sin embargo, la maestra explica que se ha ido “notando el avance del feminismo”, y que cada vez hay más mujeres y hombres que quieren “poner a las mujeres en la palestra”. Es lo que ocurre en los calendarios promovidos por el STE, que vienen acompañados por variado material para trabajar en las clases.

La clave: enseñar la diferencia de roles y abogar por modelos “que no estén estereotipados” y que sean en igualdad. “Lo que queremos es que el alumnado vea que hay un patrimonio muy rico generado de la mano de las mujeres”, afirma. La maestra también apunta a que existe todavía mucho camino por recorrer, especialmente en la formación del profesorado, para que entiendan “el verdadero significado” del feminismo. “Es una lucha constante con el alumnado. Existe un problema real, el de los móviles y la formación que pueden recibir a través de redes sociales. El profesorado, como formadores, tiene que tenerlo en cuenta y desarrollar principios básicos de convivencia en igualdad entre el alumnado, ya que se trata de una demanda social”, explica.

Por eso, aboga por trabajar desde “lo antes posible”. “Cuanto antes se trabaje este problema, antes se va a poder atajar. Pero no podemos olvidar que es un problema de la sociedad, no solo de las aulas”.

Unidades didácticas

“Todas las unidades didácticas” promovidas desde el sindicato incluyen políticas antidiscriminatorias, explica Marta Arias, del STE Guadalajara. “Trabajamos desde varias perspectivas, apoyadas por la base que sienta LOMLOE. Al incluir la perspectiva de género, se puede trabajar de manera transversal en todas las materias, desde la educación primaria hasta las enseñanzas medias”, resalta Arias. La docente resalta que esto supone que el profesorado está amparado desde el punto de vista legal, a lo que une la Ley para una Sociedad Libre de Violencia de Género en Castilla-La Mancha.

Por eso, ahora señala que deben trabajar en “demoler” los roles de género. “De esta manera, el profesorado evitará asociar las emociones y los cuidados del hogar y las personas a las mujeres; o que los hombres son más racionales o preparados para la toma de decisiones”,

De este modo, afirma que el material educativo debe mostrar a las mujeres como personas decididas y competitivas, y a los hombres como personas que expresan sus emociones o se pueden dedicar a los cuidados. “Esta es clave para nuestro trabajo”, señala.

“A lo largo de los años, el alumnado ha ido aceptando estas ideas, por su juventud y porque tienen una mente muy abierta a todo lo que se refiere a la igualdad y las diversidades”, explica. Pero Arias advierte de que el trabajo no se puede quedar dentro de las aulas, sino que debe trabajarse también en el contexto familiar. “Por mucho que incidamos en las aulas, no se avanza todo lo que deberíamos. Es clave que las familias refuercen este trabajo, para conseguir una sociedad muy inclusiva y más justa”, concluye.

https://www.eldiario.es/castilla-la-mancha/social/nadie-duda-escuela-debe-espacio-igualdad-dinamicas-materiales-educacion-feminista_1_11001433.html

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El Centenario del Congreso Nacional Feminista en Panamá, 1923-2023

abonaron el camino y legaron tantos derechos. Esa ilustración es producto de acuciosas investigaciones realizadas por una pléyade de científicas sociales y militantes feministas de este istmo, que han estado desempolvando los hechos no contados por la historia oficial, con base al método científico, clave para los análisis de género.

 

Se ha logrado poner en la palestra pública a las principales protagonistas de la verdadera historia sociopolítica del país, y las nuevas generaciones la están conociendo para defender las conquistas obtenidas y continuar alcanzando otros derechos pendientes, que se han convertido en verdaderos retos.

 

Quienes quieran conocer más sobre el antes, durante y después del Congreso Nacional Feminista, realizado hace cien años en este país, es ineludible asistir a la principal Memoria Histórica del país, la Biblioteca Nacional, como a los Archivos Nacionales. Allí están los principales recursos hemerográficos, como la producción bibliográfica de las científicas sociales y militantes feministas, que han radiografiado con lentes de género, una parte esencial de la historia vivida por la mitad de la población, para conocer y comprender el contexto vivido por las mujeres, en las primeras cuatro décadas del siglo XX.

 

Los estudios conllevan a descubrir los hechos sociopolíticos y la situación relativa a la desigualdad de género, quiénes se opusieron a los reclamos por la igualdad de condiciones de las mujeres en el istmo de Panamá y compararlo con lo que acontece actualmente. Sin duda, surgirán muchas preguntas, entre otras, ¿Cómo actuaron los presidentes de la época?, ¿Cuál era la postura de los Diputados en la Asamblea Nacional, se parecen a los y las actuales?, ¿Qué diputados las apoyaron y cuáles las objetaban? ¿Qué presidente mandó a despedir maestras y perseguir lideresas? ¿Por qué no se pudo realizar un Segundo Congreso Nacional Feminista? Se sorprenderán de las respuestas y los personajes.

 

En síntesis, a cien años del Congreso Nacional Feminista, es impostergable reconocer los méritos, el honor y la valentía de las feministas que se congregaron a visualizar un país con equidad e igualdad. Un paso primordial para construir la verdadera democracia participativa, que haga posible una vida digna con soberanía total en todo el territorio istmeño.

 

Referencias

 

Campodónico de Crespo, E. (1926). Centenario del Congreso de Bolóvar 1826-1926. Recuerdo del Partido Nacionla Feminista. A las Delegadas del Congreso Inter-Americano de Mujeres. Panamá: Tipografía y Casa Editorial «La Moderna». Obtenido de http://bdigital.binal.ac.pa/bdp/Partido%20Nacional%20Feminista.pdf

 

Gutiérrez, M., & Candanedo, J. (1997). Un Siglo de Liderazgo Femenino en Panamá.Un Enfoquee Histórico Sociológico. Panamá.: Servicio de Paz y Justicia, Ia. Edición.

 

Marco Serra, Y. (1997). El Feminismo de los Años Veinte y la Redefinición de la Femineidad en Panamá. En E. Rodrígue Sáenz, & E. Rodríguez Sáenz (Ed.), Entre Silencios y Voces. Género e Historia en América Central (1750-1990). San Jose, Costa Rica: Centro Nacional para el Desarrollo de la Mujer y la Familia.

 

Marco Serra, Y. (2007). Clara González de Behringuer. Biografía. Panamá: Edición Hans Roeder.

 

Samudio, E.Modernidad en Panamá (1907-1947). Editora Novo Art, Ed. Panamá: SENACYT.

 

Turner, A. (2006). Clara González, La Mujer del Siglo. (Selección de Escritos) (Primera Edición ed.). Panamá: Imprenta Articsa.

  1. Fuente:  https://www.revistaamazonas.com/2023/09/27/el-centenario-del-congreso-nacional-feminista-en-panama-1923-2023/
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Libro(PDF): Nudos críticos de las desigualdades de género en América Latina y el Caribe

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

Esta publicación reúne los trabajos de becarios, becarias, tutores y tutoras, producidos en el marco de los proyectos de investigación promovidos por CLACSO en la convocatoria Los nudos críticos de las desigualdades de género en América Latina y el Caribe. En dichos proyectos, investigadores e investigadoras de variada formación y trayectoria reflexionan sobre la multidimensionalidad de las desigualdades de género, en relación con problemáticas tales como la educación, las condiciones de trabajo, el acceso a la justicia o a la salud, la participación social, entre otras.

Autoras(es): Karina Batthyány. [Presentación]

Martha Patricia Castañeda Salgado. Fabiola del Jurado Mendoza. Norma Don Juan Pérez. Beatriz Gómez Barrenechea. Lizbeth Hernández Cruz. Laura Hernández Pérez. Ana Silvia Monzón. Virginia Noemí Alonso. Gabriela Lucía Marzonetto. Corina Rodríguez Enríquez. Patricio Dobrée. Marcia de Paula Leite. Barbara Vallejos Vazquez. Magda Barros Biavaschi. Thaís de Souza Lapa. Clara Araújo. Alejandra Restrepo. Rocío Murad. Daniela Roldán Restrepo. Juan Carlos Rivillas. Alba Carosio. Blanca María Munster Infante. Reina Fleitas Ruiz. Lartiza Solares Pérez. Niuva Avila Vargas. Ivonne Farah. [Autoras y Autores de Capítulo]

Editorial/Edición: CLACSO.

Año de publicación: 2022

País (es): Argentina.

ISBN: 978-987-813-132-0

Idioma: Español

Descarga: Nudos críticos de las desigualdades de género en América Latina y el Caribe

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2465&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1602

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La pandemia retrasaría 10 años la participación laboral de la mujeres en A. Latina, según informe del PNUD

El estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sostiene que las consecuencias de la pandemia exacerbaron las desigualdades de género preexistentes en el mercado laboral y podrían retrasar la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo en la región.

09 de Septiembre de 2021, 09:46

Muchos países de América Latina salen lentamente de las cuarentenas por coronavirus y las escuelas reabren de a poco sus puertas, pero la situación laboral sigue luciendo complicada para muchas mujeres que deben ocuparse de tareas de cuidado o trabajan en sectores muy golpeados por la pandemia.

Un informe reciente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sostiene que las consecuencias de la pandemia exacerbaron las desigualdades de género preexistentes en el mercado laboral y podrían retrasar la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo en América Latina por 10 años.

Si bien la región había logrado mejoras en los resultados del mercado laboral en las últimas décadas, el COVID-19 ha puesto en riesgo parte de ese progreso, indicó el estudio que evalúa cómo será el regreso de las mujeres al trabajo.

«La pandemia implicó no solamente el choque económico sino el hecho de que las escuelas cerraran. Una vez que las escuelas cierran, la demanda por el cuidado en el hogar se incrementa. Y la pregunta es quién atiende esa demanda», explicó Luis Felipe López-Calva, director para América Latina y el Caribe del PNUD.

«Estamos viendo que de manera desproporcionada esa demanda está siendo atendida por mujeres», agregó en una entrevista por Zoom.

Según el PNUD, en Latinoamérica, donde sólo el 40% de las mujeres participa en el mercado laboral, el 39% de los hogares están encabezados por una mujer y el 26% son hogares monoparentales donde el jefe es una mujer.

Bárbara Temperley, una licenciada en administración de empresas de Buenos Aires separada y con dos hijos de 9 y 12 años, buscó un empleo en relación de dependencia durante la pandemia, un proceso que parece haber dado resultado tras postularse a más de 80 empleos.

«No fue fácil buscar trabajo en pandemia. Me he puesto a pensar si no tiene que ver con que tal vez las empresas hayan orientado sus búsquedas hacia hombres y no mujeres justamente por las tareas de cuidado», dijo Temperley, de 42 años, quien debe planear una nueva organización familiar ya que trabajará nueve horas diarias.

«No se volvió a como estábamos antes de la pandemia. Es lo que llaman ‘la nueva normalidad'», agregó Temperley sobre aspectos como la falta del transporte escolar de sus hijos y la menor asistencia de una empleada que la ayudaba en su casa.

Sectores más afectados. La situación laboral también se complicó para muchas mujeres de la región que trabajaban en áreas como la educación, el turismo y el servicio doméstico, especialmente golpeadas desde la llegada del COVID-19, según el informe.

Rosa manejaba un transporte escolar en Paraguay antes del inicio de la pandemia, pero se quedó sin trabajo cuando las escuelas cerraron las puertas para prevenir los contagios.

«Todo cambió con la pandemia. Tenía mi transporte y seguí haciéndolo hasta que no hubo más clases. Me quedé en casa con mis chicos, que tienen todos los días clases virtuales, y ahora dependemos del trabajo de mi marido», dijo Rosa Maidana, una mujer paraguaya de 45 años, madre de tres niños, que contó que hasta febrero no tendrán escuela presencial.

El informe del PNUD hace una distinción entre las mujeres con hijos de hogares monoparentales, que son quienes están reincorporándose más rápido al mercado laboral por no contar con otro ingreso, y quienes viven en hogares biparentales, en los que hubo una disminución de su participación laboral por haber tenido que ocuparse más de las tareas de cuidado.

Rosa Navarro, una chilena de 52 años con siete hijos grandes, tiene una empresa de organización de eventos en Santiago que empleaba a más de 20 personas antes de la pandemia, pero las restricciones a las reuniones la obligaron a reinventarse vendiendo desayunos y comidas.

«No había opción de no trabajar, había que hacer algo. Tuve que liberar a la gente que trabajaba conmigo para que también se reinventaran», dijo Navarro a Reuters por teléfono desde Santiago. «Yo soy sola, no tengo un marido que me ayude. Mis hijos me dan una mano, pero nos vimos muy afectados», agregó.

«Fue difícil porque en 2019 y 2020 teníamos agendados muchos eventos y todos se tuvieron que reagendar. Estuve casi un año y medio sin brindar ningún evento. Recién este sábado pude hacer uno que estaba agendado el año pasado», contó sobre una fiesta de casamiento.

Según el PNUD, en Latinoamérica, donde sólo el 40% de las mujeres participa en el mercado laboral, el 39% de los hogares están encabezados por una mujer y el 26% son hogares monoparentales donde el jefe es una mujer. El estudio fue hecho en base a encuestas de hogares de Argentina, Bolivia, Chile, México, Paraguay y Uruguay.

«Hay que regresar a la presencialidad en las escuelas (…)hay que invertir mucho más en servicios de cuidado para facilitar la participación laboral de las mujeres», concluyó López-Calva, del PNUD.

Fuente: https://www.americaeconomia.com/economia-mercados/finanzas/la-pandemia-retrasaria-10-anos-la-participacion-laboral-de-la-mujeres-en

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¿El lenguaje expresa qué tan machista es una cultura? Opiniones sobre lenguaje inclusivo

Por: Roberto Gutiérrez Alcalá

 

Como parte de la lucha por la igualdad de género, el movimiento feminista ha recurrido desde hace algún tiempo a lo que se denomina lenguaje inclusivo. Sin embargo, una corriente de opinión de la sociedad piensa que este tipo de lenguaje es demasiado artificial y que, por lo tanto, está destinado al fracaso.

Al respecto, Concepción Company, investigadora del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, dice: “Vivimos una situación lingüística conocida como diglosia, en la que una comunidad de hablantes usa dos variedades de una misma lengua. Ahora bien, el lenguaje inclusivo está restringido al ámbito de las feministas y al ámbito de los políticos; es decir, no refleja la lengua española cotidiana.”

La lengua española permite el desdoblamiento léxico (mención expresa de los dos géneros) de un rango muy pequeño de sustantivos, como niños y niñas, alumnos y alumnas, ciudadanos y ciudadanas, etcétera.

“Pero en el lenguaje oral y escrito de todos los días, incluso en el lenguaje literario, no se pone en práctica el desdoblamiento léxico porque resulta bastante artificial y ajeno al funcionamiento de los patrones estructurales de la lengua española, aunque siempre ha estado allí. Por ejemplo, en el siglo XVII, Quevedo ya hablaba, con ironía, de pobres y pobras, y, después de él, muchos otros autores lo siguieron poniendo en práctica, también con ironía”, añade la filóloga.

De acuerdo con Company, el lenguaje es un hecho arbitrario, altamente simbólico, que nos permite comunicar contenidos precisos a una gran velocidad, pero no refleja necesariamente si una sociedad es machista o no, y menos cuando se trata de la sintaxis.

“La mayoría de las seis mil lenguas del mundo carecen de género y se hablan en sociedades machistas. En cuanto a la lengua española, tiene género masculino, género femenino y género neutro, lo cual es una rareza, pero eso no significa que la sociedad mexicana no padezca igualmente un machismo que asusta y que se manifiesta mediante los feminicidios de todos los días, la sordera de los políticos frente a las demandas de las mujeres y la exclusión y discriminación de éstas en los espacios sociales, laborales, oficiales… La lengua no se relaciona necesariamente con el machismo. Estamos confundiendo la gimnasia con la magnesia.”

La lengua tiende a su simplificación, a lo que los filólogos llaman la economía del lenguaje. La utilización de “las y los niños”, “las y los jóvenes”, “las y los ciudadanos” parecería que va en contra de esta simplificación.

Acerca de este punto, Company comenta: “Sí, la forma ‘las y los’ es totalmente antieconómica, pero en el momento actual hay una presión social y cultural para poner en práctica el desdoblamiento léxico, que no siempre está bien usado. Si se dice ‘las y los niños’, el artículo femenino ‘las’ queda incluido en el artículo masculino ‘los’, por lo que sobra. Y si se dice ‘los y las niñas’, el artículo masculino ‘los’ no tiene ningún apoyo, queda colgando, porque el femenino excluye al masculino.”

En todo caso, la filóloga universitaria considera que con el lenguaje inclusivo sólo se está abordando la superficie del problema de la desigualdad de género.

“El problema verdadero es el machismo, la violencia contra las mujeres y su exclusión y discriminación. Esto es lo que tendríamos que atender. Como ya dije, el lenguaje inclusivo está restringido al ámbito de las feministas y al ámbito de los políticos que se sienten obligados a usarlo. No sé si es o no una moda pasajera. Para saber si algo se sedimenta en la lengua se requieren tres generaciones, o sea, unos 60, 70 u 80 años. Las modificaciones gramaticales no se dan por decreto. Por más que alguien diga que se debe hablar de tal modo, nadie le hace caso en la calle, en la vida real.”

Pequeña insurrección

Por su lado, Hortensia Moreno, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la UNAM, opina que el lenguaje inclusivo es una medida provisional que no puede ser impuesta ni controlada por ninguna instancia institucional.

“El lenguaje inclusivo no es un problema lingüístico, sino un posicionamiento político, una declaración retórica de una toma de postura con respecto a la situación de las mujeres en el mundo. Nadie pretende que un día todos los humanos lo hablemos. En este momento se trata de una intervención política cuya intención es llamar la atención sobre la situación de violencia, exclusión y desigualdad que vivimos la mayoría de las mujeres. Representa una pequeña insurrección con una cualidad altisonante. No tiene que ser bonito ni aceptado por la Real Academia Española, porque es un lenguaje de insurrección que marca un descontento, una incomodidad social cada vez más extendida.”

A diferencia de Company, Moreno cree que el lenguaje tiene la capacidad de reflejar tanto el machismo, el autoritarismo y los prejuicios y estereotipos sociales, como los mejores valores humanos.

“El lenguaje refleja todo. En el lenguaje está contenida toda la vida social. Es nuestro vehículo de comunicación por excelencia y todo lo que ocurre en la vida humana puede ser expresado por él.”

Por lo que se refiere a la economía del lenguaje, Moreno piensa que, en efecto, algunos de sus usos sí tienden a su simplificación, pero otros tienden a su exuberancia, a su exceso.

“El lenguaje dispone de muchas vías expresivas. Una de las más interesantes es la que lo empuja a volverse cada vez más retórico y enredoso. En determinados contextos lo que se busca es que sea muy abundante y complicado, y recurra a más palabras. Con el lenguaje inclusivo se pretende aumentar la capacidad expresiva, porque decir ‘las y los niños’, por ejemplo, no necesariamente es antigramatical. El lenguaje inclusivo está buscando su espacio y su lugar, y el hecho de que sea o no económico depende también de que entendamos que el lenguaje escrito y el lenguaje hablado casi nunca son equivalentes. Por lo demás, si, en lugar de todas y todos, alguien escribe todes, todxs o tod@s, demuestra que el lenguaje inclusivo también puede ser económico, sintético”, concluye.

Recuadro:

La principesa
En 2018, bajo el título de La principesa, una editorial española lanzó al mercado una versión feminista y con lenguaje inclusivo de El principito, la obra más famosa del escritor francés Antoine de Saint-Exupery. ¿Qué piensan las dos investigadoras de que el lenguaje inclusivo se utilice también en la literatura?

“La principesa es un experimento literario y, en ese sentido, es válido. ¿De qué dependerá que vuelva a sacarse otra edición de este libro para que sea leído por más personas? Yo creo que ni siquiera de la lucha feminista, sino de las ventas que tenga, porque ninguna editorial le apuesta a un libro que no se vende”, indica Company.

“Sin duda es válido haber sacado una versión feminista y con lenguaje inclusivo de El principito. Lo que vemos con esto es que se puede escribir de diversas maneras y que, al ser muy reproducido, el lenguaje estándar invisibiliza una enorme cantidad de recursos y de acervos lingüísticos que están presentes en muchos medios. Es decir, el hecho de que reconozcamos que hay una forma de comunicación apropiada para el espacio público no significa que desconozcamos que hay otras formas de comunicación populares o literarias que no se ajustan a la normatividad de aquélla, lo cual no es una pérdida, sino una ganancia, un enriquecimiento de todas las formas expresivas”, señala Moreno.

Fuente de la información e imagen:  Gaceta UNAM

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Covid-19 y desigualdad de género: diferencias con otras crisis

Covid-19 y desigualdad de género: diferencias con otras crisis

Por Juan Torres López

En los últimos años se han estudiado con gran número de datos y mucho rigor los efectos muy desiguales de las crisis y recesiones económicas sobre las mujeres y los hombres. Todas esas investigaciones, entre las que destacaría las realizadas en España por las profesoras Lina Gálvez y Paula Rodríguez, muestran conclusiones muy semejantes: se destruyen más empleos ocupados por hombres pero las mujeres pierden más ingresos, un gran número de ellas cae en la pobreza y, además, se ven afectadas por otras consecuencias negativas, desde la exclusión financiera a la intensificación en los horarios de trabajo doméstico, pasando por la violencia machista o el mayor número de problemas psicológicos o de salud en general. Unos peores efectos que se agravan a medida que las mujeres forman parte de clases sociales de menor ingreso o de grupos discriminados por razones de raza o nacionalidad.

La pandemia de la covid-19 ha producido una nueva crisis que vuelve a tener esos efectos muy desiguales sobre mujeres y hombres aunque, en este caso, tiene diferencias relevantes respecto a las anteriores que es muy importante tomar en consideración para poder adoptar políticas que avancen hacia la igualdad y el bienestar de todos los seres humanos sin distinción.

Aunque todavía es pronto para saber con certeza si estos procesos diferentes a los que se han dado en otras crisis anteriores se van a consolidar o no, vale la pena comentarlos para poder tenerlos en cuenta desde el principio.

La primera diferencia es que la crisis provocada por la pandemia produce una mayor caída en el empleo femenino.

Hasta ahora, lo normal había sido lo contrario porque el empleo de los hombres ha estado y está vinculado en mayor medida a sectores de actividad más afectados por el ciclo (actividades industriales o construcción, por ejemplo). Por el contrario, el de las mujeres suele predominar en sectores menos cíclicos, a cuya actividad habían afectado menos las idas y venidas de economía.

Sin embargo, la crisis de la Covid-19 ha producido un efecto contrario por dos razones y las mujeres han tenido un 19% más de riesgo de perder el empleo que los hombres.

En primer lugar, porque se ha reducido la actividad en un gran número de actividades de empleo «feminizado» (hostelería, turismo, pequeño comercio…), en la economía informal o el autoempleo, en donde predominan las mujeres. En segundo lugar, porque la progresiva incorporación de las mujeres a la actividad laboral durante los últimos años ha ido disminuyendo esa diferencia, dando lugar a que cada vez más empleos ocupados por mujeres sean de los que se ven más afectados por el ciclo, es decir, los que tradicionalmente ocupaban los hombres.

Esta mayor pérdida de empleos femeninos en la crisis actual puede tener efectos muy negativos si la actividad no se recupera pronto. Sabemos por otras crisis que el empleo y el ingreso perdido en las recesiones y, sobre todo, el de quienes lo pierden después de haber accedido por primera vez al mercado laboral, se recupera con mucha más dificultad que el perdido en etapas de expansión.

Una segunda diferencia de esta crisis respecto a otras anteriores, en relación con la desigualdad de género, es que en esta se ha incrementado en mucha mayor medida la demanda de trabajo doméstico no remunerado.

Esto es algo que casi siempre ocurre en las crisis, pues suelen venir acompañadas de menos gasto de mercado en cuidados o enseñanza infantil. Pero en la provocada por la pandemia se ha producido en mucha mayor medida por el cierre total o parcial de las escuelas y porque el distanciamiento o la enfermedad han hecho más difícil el recurso a las redes familiares.

Como es sabido, el patrón de reparto del trabajo doméstico en muy desigual, pues lo realizan las mujeres en mucha mayor medida (72% de media en el mundo). Y está claramente comprobado que en estos casos se intensifica su dedicación horaria, algo que de nuevo a vuelto a ocurrir en esta crisis, incluso cuando los hombres han estado también confinados o teletrabajando.

En concreto, se ha podido comprobar que la extensión del teletrabajo no ha producido efectos benefactores semejantes entre mujeres y hombres pues, además de esa intensificación de horarios, ha alterado la distribución del tiempo entre el trabajo y el ocio e incluso ha desempoderado a muchas mujeres en el espacio del hogar, al relegarlas a los lugares más incómodos a la hora de llevar a cabo su trabajo profesional.

Además, y para un gran número de mujeres, el tiempo de confinamiento total o parcial, de actividad limitada y cambio en el empleo o en los hábitos domésticos, puede haber supuesto un hándicap de efectos muy duraderos para sus carreras profesionales. Sobre todo, porque esas mismas condiciones han supuesto un empuje extraordinario para las personas (hombres en su gran mayoría y otras mujeres) que no han tenido que hacer frente a la pandemia con sobrecarga de trabajo. Están por ver los efectos a medio plazo de esta crisis sobre la carrera profesional o la salud de millones de mujeres.

Esas son diferencias con crisis anteriores que no cambian, sin embargo, lo fundamental: su daño sobre las mujeres es mayor que sobre los hombres y eso es, precisamente, lo que indica que promover la igualdad y diseñar las políticas contra la crisis con perspectiva de género es un requisito indispensable para hacerles frente con éxito desde el punto de vista económico y con más democracia, justicia y libertad.

Ahora bien, junto a estas diferencias negativas para las mujeres de la crisis provocada por la Covid, hay que considerar otras que podríamos decir que responden a procesos que sirven como fuerzas compensadoras o, incluso, me atrevería a decir que liberadoras y que es muy importante tener presentes para poderlos reforzar en la mayor medida de lo posible.

El primero de ellos es que cada vez más empresas y los responsables de las administraciones públicas empiezan a ser conscientes de las ventajas que lleva consigo la flexibilidad y la organización del trabajo que permiten una mejor combinación entre las tareas profesionales y las personales. Es cierto que no se trata, ni mucho menos, de una tendencia generalizada pero sí me parece un proceso ya en curso, que se abre paso con fuerza y que podría ser irreversible si se alienta e incentiva y si se dispone de la ayuda necesaria para consolidarlo con eficiencia y equidad. Algo muy importante para combatir la discriminación laboral y personal que sufren las mujeres.

En segundo lugar, hay que tener en cuenta que han sido mucho más hombres que mujeres (33% frente al 23% en España) los que han podido recurrir al teletrabajo y que muchos de ellos lo han hecho mientras que las mujeres mantenían el empleo presencial, es decir, teniendo que hacerse cargo del trabajo doméstico. Aunque aún no se dispone de evidencias suficientes, algunas investigaciones iniciales comienzan a mostrar que esto puede haber ayudado muy significativa y positivamente a cambiar las pautas de distribución del tiempo de trabajo no remunerado en el hogar, disminuyendo así la enorme brecha de corresponsabilidad que se da entre mujeres y hombres.

Es pronto para saber si eso va a abrir un proceso perdurable de cambio pero, ante esa incertidumbre, lo que hay que hacer es justamente ayudar a que se consolide esa tendencia, no solo con políticas económicas como las actuales, tendentes a asegurar el empleo remunerado femenino, sino también con otras más bien culturales que fomenten la conciencia, la necesidad de cooperación y el cambio de valores sociales.

Se ha comprobado, por ejemplo, que la incorporación de las mujeres a la actividad laboral en la segunda guerra mundial, en los empleos de todo tipo que dejaban vacantes los hombres que iban al frente, fue contingente, pues al acabar la guerra volvieron a «sus» tareas domésticas. Pero sabemos, sin embargo, que esa experiencia fue decisiva como impulso a medio y largo plazo de los cambios que llevaron a aumentar definitivamente la presencia de las mujeres en el empleo remunerado.

Se trata, pues, de una tendencia, ahora quizá solo naciente, pero cuyo brote inicial también hay que reforzar.

Una tercera diferencia positiva respecto a otras crisis es que, hasta ahora, lo normal era que, cuando las cosas se ponían feas, lo primero que se dejaba de lado eran las medidas de promoción de la igualdad. Lo vimos, sin ir más lejos, en la España de la crisis de 2008, cuando inmediatamente se dejó de aplicar la Ley de Igualdad que se había aprobado meses antes.

Ahora, sin embargo, se está produciendo un fenómeno contrario muy positivo. Precisamente como consecuencia de las demandas y luchas feministas de los últimos años, se ha conseguido que la preocupación por la desigualdad de género esté presente, casi sin excepción, en los programas de actuación que llevan a cabo los gobiernos frente a la pandemia.,

Tampoco se puede decir que se esté haciendo a la perfección, en la suficiente o deseada medida y con el éxito que debiera ser necesario para reducir todas las brechas existentes. Es cierto. Pero, si se compara con lo ocurrido en crisis anteriores en las que sencillamente se anulaban las pocas normas existentes, la cantidad de medidas de contención de la discriminación y de promoción de la igualdad que se están adoptando supone un cambio sin precedentes.

De entrada, me parece ya muy significativo y de una importancia extraordinaria que algunos organismos internacionales comiencen a elaborar rastreadores para hacer un seguimiento en tiempo real de las medidas con perspectiva de género que adoptan los gobiernos. Las cifras que proporciona el de Naciones Unidas, por ejemplo, indican que en esta crisis se está llegando mucho más lejos que nunca en estos campos (aquí). Hasta la fecha, de las 3.112 medidas gubernamentales adoptadas contra la pandemia en todo el mundo, 1.299 son sensibles al género, es decir, apoyan directamente la seguridad económica de las mujeres (287), protegen el cuidado no remunerado para evitar la discriminación (180) o abordan o combaten la violencia machista (832).

Vuelvo a decir que ni esto es aún suficiente ni algo plenamente generalizado (basta ver en ese mismo rastreador las enormes diferencias por países) pero es innegable que representa un cambio sustancial frente a lo que ocurría en crisis anteriores, cuando ni siquiera se contaba con esta preocupación.

Finalmente, no se puede olvidar algo fundamental: nunca antes en la historia se había vivido una crisis con un número tan elevado de mujeres (aunque todavía sea insuficiente) a cargo de las más altas responsabilidades en el gobierno o las empresas.

También es pronto para comprobar si su presencia ha sido o no decisiva para darle un giro a las políticas. Para lograr que la gestión de los problemas sociales o empresariales responda a principios distintos a los que imprimen los hombres que llevamos cientos o incluso miles de años imponiendo los valores de la espada frente a los femeninos del cáliz, por utilizar los términos del magnifico libro de Riane Eisler (El cáliz y la espada. De las diosas a los dioses: culturas pre-patriarcales) que acaba de publicar la editorial Capitán Swing. También hay que reforzar esta tendencia para ayudar a que las mujeres no se vean obligadas a reproducir los comportamientos masculinos una vez que van superando los techos que les han impedido levantar el vuelo durante tanto tiempo.

Lo que está claro, en todo caso, es que sigue siendo fundamental tener presente que la crisis afecta de modo desigual a mujeres y hombres, que es muy injusto tratar igual a los desiguales, y que es imprescindible tener en cuenta las diferencias con las anteriores crisis y los nuevos procesos que se abren paso a la hora de diseñar las (imprescindibles) políticas de igualdad.

Fuente: https://blogs.publico.es/juantorres/2021/05/28/covid-19-y-desigualdad-de-genero-diferencias-con-otras-crisis/

Fuente de la Información: https://rebelion.org/covid-19-y-desigualdad-de-genero-diferencias-con-otras-crisis/

 

 

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