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Entrevista: Prospectiva de la educación rural e indígena ante los retos de la realidad social

Por: María Mercedes Chao González1/Margarita Díaz Ábrego2

Cuando se habla de educación, sin duda uno de los temas más recurrentes es sobre las carencias, oportunidades y transformaciones que los sistemas han tenido a lo largo de la historia de nuestro país, en particular cuando grandes cambios económicos y sociales se experimentan a la par y obligan a que todos los paradigmas sean desafiados.

Muchas ocasiones, sin embargo, los grupos más vulnerables, entre los que se encuentra la población que vive en comunidades rurales o que forman parte de un pueblo indígena, quedan fuera de este discurso a pesar de todas las necesidades y retos por los que atraviesan en cuanto a la educación, en particular porque no solo dichos colectivos los únicos que enfrentan estas dificultades sino también los agentes que les rodean.

Ahora bien, ¿cómo han cambiado las perspectivas para estos sujetos en condición de vulnerabilidad tras la pandemia y la abrupta transformación educativa?

Conversamos con el doctor Edgar Yesid Sierra Soler, quien nos comparte sus respuestas y reflexiones respecto a estos planteamientos, a partir de su experiencia como director para la formación y el desarrollo profesional de docentes de educación indígena en la Subsecretaría de Educación Básica del Gobierno Federal.

 

Sobre la educación a distancia en medio de la pandemia 

Desde su punto de vista ¿Cómo la educación a distancia se convierte en una alternativa de atención a sujetos en condición de vulnerabilidad como son las personas indígenas?

Pienso que las tecnologías nos están acercando como nunca antes en la historia de la humanidad, pero también las brechas se están ampliando. La decisión del gobierno federal de dar continuidad a la educación usando principalmente la televisión fue tomada con base en la mayor cobertura que este medio tiene en el país. 94% de los hogares tiene al menos una televisión, mientras que con el internet solo llegamos a un 75% en dispositivos móviles y 50% en otros dispositivos. Las comunidades que no tenían acceso a televisión recibieron cuadernillos casi personalmente y programas de radio. Ha sido una tarea casi heroica. Cabe resaltar que, en todos los mecanismos de esta estrategia, las lenguas indígenas tuvieron una presencia sin precedentes en la historia de México. En televisión y radio nacional hubo transmisión en lenguas indígenas para el público en general y para todas las niñas y niños del sistema educativo nacional en el nivel básico.

¿Usted considera que nuestro país aumentará la capacidad de atención a los colectivos indígenas en un marco de epidemia global?

Con la reforma al artículo 3° constitucional y las leyes que de ello derivan, hay un marco fuerte en materia regulatoria que vincula a todas las dependencias educativas del gobierno a generar acciones en beneficio de las poblaciones indígenas. Con la pandemia se han agudizado estas acciones concretas. Se transmitirán en cadenas nacionales de televisión más de 250 programas bilingües en 20 lenguas indígenas y más de 3000 programas de radio. Creo que se ha dado un escenario favorable para nuestros pueblos originarios. Hay un marco legal base que con la pandemia se ha potenciado dando una visibilidad sin precedentes a estos grupos en todo el territorio nacional. Los retos vienen ahora con el regreso a clases. Queremos iniciar con los grupos en contextos de vulnerabilidad. En congruencia con la idea de “no dejar a nadie atrás” estamos visitando estos contextos retadores para sembrar las condiciones que nos permitan el regreso a clases, primero, en estas escuelas.

El Gobierno Federal de acuerdo al Plan Nacional de Desarrollo ha incorporado las Tecnologías de Información y Comunicación en los procesos de enseñanza aprendizaje de la población indígena, ¿qué piensa usted al respecto?

Yo tengo claro que han sido más de 500 años de castellanización y de discriminación hacia nuestros pueblos originarios frente a unos 30, quizá 40 años de legislación y acciones a favor de ellos. Si miramos el panorama amplio en la línea del tiempo y le sumamos las condiciones estructurales de estas poblaciones, partimos desde muy atrás. Los pueblos indígenas tienen menos acceso a salud, vivienda, menos años de educación y mayores niveles de pobreza. Las mujeres indígenas están en mayor desventaja aún.

Sin embargo, este gobierno entrega becas a casi todas las familias indígenas para garantizar la continuidad educativa, genera acciones para mejorar el acceso a internet de comunidades lejanas y mejora las condiciones de infraestructura de las escuelas indígenas con el programa “La Escuela es Nuestra”.

La tarea es larga aún. Contamos hoy en día con iniciativas de enseñanza de las lenguas indígenas a las que se puede acceder con un teléfono móvil. Más docentes de educación indígena tienen niveles de posgrado y acceden tanto a su formación, como promueven el uso de tecnologías en el salón de clases.

Creo firmemente que los procesos de innovación en educación suelen nacer en condiciones retadoras. Es el caso de Montessori o de la Nueva Escuela o de Reggio Emilia. En México tenemos ejemplos como el Maya WhatsApp sólo por mencionar alguno. Estamos sembrando las semillas en las comunidades más alejadas, para que pronto surjan más experiencias educativas innovadoras de uso de las tecnologías en contextos indígenas.

¿Qué acciones considera pertinentes para lograr un mayor impacto en poblaciones históricamente olvidadas para su integración en procesos educativos mediados por las tecnologías?

Sólo dos. Acercar mayor acceso a internet, así como dispositivos actuales y que el resto de la sociedad aprendamos a valorar toda la riqueza y las lecciones que nos pueden dejar estas poblaciones.

 

Sobre la Secretaría de Educación Pública y estrategias de atención 

A partir de su experiencia gubernamental, ¿Considera que el Marco Normativo mexicano da cuenta de manera suficiente de las estrategias que se deben incorporar en los procesos de enseñanza-aprendizaje para este colectivo?

No sólo en materia de Educación Indígena, sino en general, México tiene un marco normativo fuerte que evoluciona con el tiempo. Derechos de tercera generación y enfoque en ciertos grupos de población tienen presencia en nuestro marco legal Federal. El artículo 3° constitucional habla de que “los planes y programas de estudio incluirán la enseñanza de las lenguas indígenas de nuestro país y en los pueblos y comunidades indígenas se impartirá educación plurilingüe e intercultural basada en el respeto, promoción y preservación del patrimonio histórico y cultural”. Este texto constitucional reconoce a estas poblaciones de manera significativa. Las pone en el centro de atención.

Como todo cambio legal, debemos aterrizarlo y entender como sociedad, que nuestras culturas indígenas tienen muchas lecciones para enseñarnos; más en un marco de crisis económica, ecológica, social y política global. Al respecto, comparto un dato: la mayor cantidad de agua y biodiversidad del planeta se encuentra en territorio indígena y ellos han sabido preservar esos recursos.

Como Director para la Formación y el Desarrollo Profesional de Docentes de Educación Indígena de la Dirección General de Educación Indígena, SEB – SEP México DF, ¿existen programas nacionales de formación continua para docentes de habla indígena a fin de mantener y transmitir su lengua originaria?

Desde que llegué al encargo hemos diseñado más de 60 ofertas de formación especializadas en educación rural, indígena y migrante. Institucionalizamos mecanismos para elevar el perfil profesional de los docentes de educación indígena pasando de un 20% de maestros con nivel de licenciatura (10 mil) en 2008 a 80% (35 mil) en 2020 y de un 0% de docentes con nivel de posgrado a un 8%. Desde hace un par de años el énfasis ha sido la didáctica de enseñanza de las lenguas originarias en las escuelas como primera o segunda lengua. Año con año más de 10 mil docentes indígenas se actualizan en estrategias focalizadas de atención educativa a población indígena y migrante.

Sabemos de la enorme desigualdad y pobreza en que vive la población indígena, al respecto ¿los programas federales implementan diagnósticos que ofrezcan una fotografía real sobre las posibilidades de desarrollo que puedan tener estas personas?

En México tenemos un marco legal fuerte que obliga a que todos los Programas Federales deben tener un diagnóstico sólido. Un problema para atender y una serie de estrategias para revertir la situación. En la página del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) existen miles de diagnósticos de los Programas Federales que contienen árboles de problemas, objetivos y cifras, con base en las que se diseñan las acciones focalizadas del gobierno. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público para entregar recursos a los Programas también exige construcciones sólidas. Tenemos ahora la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (MEJOREDU) que también aportará su grano de arena para hacer más fuerte la consistencia de las acciones educativas del gobierno.

El sistema de educación mexicano ha abierto espacios de interculturalidad donde se integren las nuevas necesidades educativas, pero a su vez se respeten las diferencias y cosmovisiones de pueblos indígenas ¿qué piensa usted al respecto?

En 2017 se implementó en México la asignatura Lengua Materna. Ya no enseñamos español en nuestras escuelas de educación básica. Es un logro histórico. Con base en ello, los mismos hablantes han construido 22 Programas de estudio en diferentes lenguas indígenas mexicanas. Pienso que la presencia de las culturas y lenguas indígenas en la educación básica de México ya no tiene marcha atrás. Los pueblos indígenas cada vez hablan más fuerte y con más solidez y convencimiento acerca de lo que tienen, de lo que son, de sus conocimientos. Creo que un reto importante está en nosotros. Escuchar y aprender de ellos.

 

Sobre la participación de las personas indígenas en el proceso de enseñanza aprendizaje

¿Cuáles son los resultados y hallazgos más relevantes de los diferentes Programas federales (PAED, PIEE, PADEI, PAEPEM) que han estado a cargo de la Dirección General de Educación Indígena, Intercultural y Bilingüe a través suyo?

Estos Programas en general nos han permitido beneficiar a 1,2 millones de niñas y niños indígenas en 30 mil escuelas atendidos por 50 mil docentes. Por ejemplo, con el Programa Anual de Educación a Distancia (PAED) entregamos una herramienta de seguimiento a la práctica docente a Asesores Técnico Pedagógicos y se pudo comprobar estadísticamente el impacto del Programa, en el logro educativo. La intervención mejoró en 25% el aprendizaje en las escuelas beneficiadas. El seguimiento fue longitudinal durante 3 años y personalmente no conozco en la investigación educativa, hallazgos de ese tipo. Está estadísticamente comprobado el impacto.

Con el Programa para la Inclusión y la Equidad Educativa (PIEE), el Programa Atención a la Diversidad de la Educación Indígena (PADEI) y el Programa para la Atención Educativa de la Población Migrante (PAEPEM), ganamos reconocimientos por el uso de los resultados de la evaluación para la mejora de las políticas sociales en México. Sin duda el músculo gubernamental nos ayuda a incidir en poblaciones amplias.

De estos resultados ¿existen algunas propuestas de inclusión educativa desde la propia mirada de los pueblos indígenas?

Sólo por mencionar dos logros. Con el apoyo de los Programas hemos podido ayudar a docentes bilingües que vienen desde las comunidades más alejadas de México a grabar programas de televisión en lenguas indígenas. Esto ha hecho visible sus culturas como no había pasado antes en nuestro país. Reitero que tendremos más de 200 programas bilingües en televisión nacional. Otro logro se refiere a la construcción de los Programas de Estudio para primaria de 22 lenguas indígenas mexicanas. Esto es la didáctica desde su propia cultura. No es traducir libros, es construcción por parte de los propios hablantes y con base en las propias prácticas de los pueblos. Enseñar su lengua y estudiarla como objeto de análisis. Tenemos lenguas glotales, aglutinantes. En México hay una riqueza inmensurable que todas y todos deberíamos conocer y aprender de ella.

Sobre nuestro entrevistado

Edgar Yesid Sierra Soler

eysierra@nube.sep.gob.mx

El doctor Edgar Yesid Sierra Soler es doctor de Administración Pública por el Instituto Nacional de Administración Pública y maestro en ciencias sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) México.

Se ha desempeñado como docente desde primaria y hasta maestría y ha sido asesor e investigador en temas de política pública, educación y docencia. Cuenta con estudios de posgrado en University of Minnesota. Adicionalmente, ha sido profesor en más de 10 instituciones de prestigio en México y Colombia.

En el campo de la investigación, ha colaborado con la Universidad Autónoma de México, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y el Centro de Estudios Educativos, entre otros. Sus tareas de asesoría e investigación han sido desarrolladas para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) y El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (United Nations International Children’s Emergency Fund – UNICEF).

Ha ofrecido acompañamiento a los Gobiernos del Salvador y Panamá en materia de educación; así como a la oficina de la Presidencia de México. Además, ha recibido becas y reconocimientos por su trabajo académico y en la administración pública. Ha publicado diversos documentos académicos y participado como ponente en más de 30 congresos y es Director para la formación y el desarrollo profesional de docentes de educación indígena en la Subsecretaría de Educación Básica del Gobierno Federal.

Actualmente el Dr. Edgar Yesid Sierra Soler forma parte de plantilla de asesores virtuales del programa de la Maestría en Administración y políticas Públicas de la Universidad Virtual del Estado de Guanajuato (UVEG).

 

Descarga el artículo aquí

1 Coordinadora del Departamento de Investigación y Posgrado. Universidad Virtual del Estado de Guanajuato.

2 Jefa de Programas Académicos del Departamento de Investigación y Posgrado. Universidad Virtual del Estado de Guanajuato

Fuente e Imagen: https://revista.uveg.edu.mx/index.php/index.php/2-trayectorias-prospectiva-de-la-educacion-rural-e-indigena-ante-los-retos-de-la-realidad-social?fbclid=IwAR0eOHqBsX8-9lXoo2fXzfQ8IPO82YFgST5-o0h1IrUu7jJbtc9_Ju4xfiE

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A propósito de las recientes declaraciones del presidente Alberto Fernández, Wladimir Serrano opina desde Venezuela

A propósito de las recientes declaraciones del presidente A. Fernández en el marco del recibimiento al presidente del gobierno español en Buenos Aires, a saber, “Los mexicanos salieron de los indios, los brasileros de la selva, pero los argentinos de los barcos”, con la clara intención de mostrar la “cercanía” con la Europa, cobija, aun tras las disculpas públicas del mandatario horas después, un profundo racismo que se ha enquistado en el imaginario argentino. Un racismo que descansa en lo que algunos denominan “mito del crisol de razas europeas”, un poco a medio camino entre la negación a un continente, su cultura identitaria y sus potencialidades de integración; pero también en las raíces estructurales de la burguesía argentina y trasnacional.
Si bien la Argentina ha elogiado la fuerte migración europea de los siglos XIX y XX, no ha hecho lo mismo para con las migraciones desde otros países de América -por poner un ejemplo. En los noventa, se asoció la migración peruana, boliviana, etc. a la Argentina con el aumento del desempleo y la delincuencia. Tal como se hizo recientemente con la inoculada xenofobia a los venezolanos migrantes.
Hay escritores (como _Grimson_), dedicados al tema, que describen a la década que inicia en 1990 como de hiper-invisibilización de la etnicidad, paradójicamente, en paralelo con las iniciativas políticas (me refiero a documentos ley o constitucionales) en los que se apuntaba al reconocimiento de la diversidad o de la multi-culturalidad.
Aunque esto me recuerda los distintos significados teóricos y concretos de la “inter-culturalidad”.
En todo esto hay una verdad incuestionable. La burguesía necesita del racismo, y de tantos otros conceptos y prácticas, para su sostenimiento; las cuales, de tanto en tanto, quizás menos, se han hecho parte manifiesta de sus gobiernos progresistas. Recordemos que hasta el _peronismo_ fue acusado de estrechar lazos con la otrora burguesía agraria, entre otras.; tal como ha sucedido también en algunos otros gobiernos de la región.
La declaración de A. Fernández, no es, por lejos, ni inicio ni motivo de tesis racistas; es más bien un reflejo de una sociedad carcomida tanto estructuralmente como en su pensamiento de las tesis de la derecha.
_Serrano G., W._
Fuente: El Autor escribe para el Portal Otras Voces en Educación
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España: Movimiento contra la Intolerancia detecta 59 incidentes de delito de odio racial, xenofobia y otras formas en 2020 en Castilla y León

El Informe Raxen critica que el año pasado «no se avanzó» en la leyes ni planes de acción contra el racismo y la intolerancia por un Gobierno «escasamente proactivo»

El Informe Raxen elaborado por Movimiento contra la Intolerancia ha detectado en 2020 en Castilla y León 59 incidentes de delitos de odio racial, xenofobia, racismo, antisemitismo, islamofobia, antigitanismo, homofobia y otras formas de intolerancia, discriminación y violencia. Entre otros, en esta ocasión destacan casos de estigmatización por haber padecido el coronavirus o ejemplos de ‘madrileñofobia’ cuando esta Comunidad contaba con altos índices de COVID-19. Este informe, que se publica anualmente desde 1995, se ha consolidado y ofrece datos para «investigar, analizar incluso proponer políticas de prevención criminal y de apoyo a las víctimas».

A su juicio, durante el año pasado «no se avanzó» en objetivos como la Ley de Igualdad de Trato ni la Ley contra los Delitos de Odio, ni en un Plan de Acción contra el Racismo y la Intolerancia, todo ello a causa de un Parlamento y un Gobierno «escasamente proactivos al respecto». Estas reivindicaciones «no encontraron eco, pese a las advertencias de los organismos europeos que detectan como factores inquietantes en toda Europa: la xenofobia, el antisemitismo y la polarización ideológica».

El Informe Raxen admite que en España la situación relativa es «mejor» que en otros países europeos, pero sin embargo la monitorización realizada la sitúa en el entorno de los 700 incidentes o hechos relacionados con este tipo de delitos en 2020. Persisten signos «inquietantes», señala el documento, al que tuvo acceso Ical. La Comunidad con mayor cifra es Cataluña, con 129 incidentes, seguida de Andalucía (88), Madrid (85) y Valencia (70). Posteriormente, Castilla y León, con 59, País Vasco, con 46, Navarra, con 37, Baleares, con 30, Aragón, con 27, y Murcia, con 21. El resto suman en torno al centenar, si bien se observan casos en todas las autonomías. Movimiento contra la Intolerancia lamenta que «solo se denuncia entre un 10 y un 15 por ciento de los hechos», con lo que se estiman entre 4.000 y 6.500 en España al año.

Como conclusión, el Informe Raxen advierte de que a esta situación «no se está prestando la debida atención social e institucional», con lo que «aumenta la presencia del discurso de odio en internet y redes sociales; el mensaje xenófobo y de las organizaciones extremistas europeas se difunde en España; y se constata el crecimiento de odio ideológico y de hispanofobia».

Fuente: https://www.abc.es/espana/castilla-leon/abci-movimiento-contra-intolerancia-detecta-59-incidentes-delito-odio-racial-xenofobia-y-otras-formas-2020-castilla-y-leon-202106101736_noticia.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F

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México: “Kenia Hernández y normalistas de Mactumactzá, víctimas de la misma estrategia de represión”: abogado

Antonio Lara Duque, abogado de la activista amuzga Kenia Hernández, señaló en entrevista con Desinformémonos que el encarcelamiento de la defensora, así como la detención de los y las normalistas de Mactumactzá, Chiapas, son “parte de una estrategia de las grandes esferas económicas y políticas del país para reprimir a quienes protestan en las autopistas privadas” y que “son víctimas de una lógica de castigo ejemplar”.

El integrante del Centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero aseguró que “Kenia está redactando un pronunciamiento en solidaridad con los normalistas desde prisión, ambas son exigencias legítimas que tienen como punto en común un mismo sector empresarial que ha sido agresivo contra de quienes protestan. Ahora le tocó a los normalistas”.

Lara Duque recordó que en la anterior audiencia en el caso de la activista, el juez Jorge González Rivera giró una orden de arresto en su contra, luego de que solicitara un intérprete para asistir a Hernández, y aseguró que este jueves 27 de mayo “hubo un cambio de actitud en el juez”, pues reconoció que las personas indígenas tienen derechos que deben ser respetados y promovidos, y consideró que esto fue posible gracias a la presión de organizaciones nacionales e internacionales que se pronunciaron «contra la arbitrariedad, la discriminación y el racismo».

La activista realizó una huelga de hambre por la discriminación que vivió por parte de las autoridades y, aseguró Lara Duque, ya la levantó, pues se cumplieron algunas de sus exigencias sobre su situación en el penal.

Kenia es indígena amuzga, abogada, feminista y defensora de derechos de los pueblos indígenas y activista por la libertad de las personas injustamente presas, fue consejera de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias – Policía Comunitaria (CRAC-PC) en el estado de Guerrero y desde octubre del 2020 se encuentra recluida en el Estado de México.

El pasado 18 de mayo, más de 300 estudiantes de la normal rural de Mactumactzá fueron desalojados con gases lacrimógenos por la policía estatal cuando protestaron en la autopista de Chiapa de Corzo para exigir que el examen de nuevo ingreso a la normal se realice de manera presencial, pues la mayoría no tiene acceso a internet en sus comunidades. Actualmente, 19 jóvenes se encuentran presos en el penal de El Amate y 74 mujeres están siendo juzgadas fuera de la cárcel.

El defensor denunció que en la actual administración ha habido un “incremento de la represión hacia el movimiento estudiantil, campesino y feminista” e hizo un llamado a la ciudadanía a solidarizarse con la exigencia de libertad para las personas presas injustamente.

Fuente e imagen:  https://desinformemonos.org/kenia-hernandez-y-normalistas-de-mactumactza-victimas-de-la-misma-estrategia-de-represion-abogado/

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Latinoamérica celebra Jornada Internacional contra LGBTIQfobia

América Latina/21-05-2021/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net

El presidente cubano, Migue Díaz-Canel se unió desde Twitter a la celebración de la jornada pro derechos LGTBIQ+.

Diferentes organizaciones y Gobiernos de América Latina se sumaron este lunes a la Jornada Internacional contra la Homofobia y la Transfobia con actos públicos y reclamos de derechos de las comunidades LGTBIQ+.

Desde Cuba, el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), realizó un panel especializado online los logros en materia de derechos, y la meta de garantizar el matrimonio igualitario para todas las personas sin distinción, así como el acceso a las técnicas de reproducción humana asistida.

Asimismo, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel saludó la fecha desde su cuenta oficial de Twitter y ratificó el compromiso estatal con las garantías de todas las personas. Por su parte, el Ministerio de Salud del país emplazó una bandera gigante con los colores de la diversidad, la cual acompañaba a la enseña nacional.

A su vez, Chile vivió la jornada con la elección de seis miembros de la comunidad LGBTIQ+ para integrar la convención constitucional, resultados logrados en las elecciones del fin de semana pasado en ese país suramericano.

El Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) calificó el hecho como un «hito histórico», pues el órgano, compuesto por 155 delegados, será el encargado de redactar una nueva Carta Magna para la nación.

En Argentina la celebración del Día de la Lucha Contra la Discriminación por Orientación Sexual o Identidad de Género tuvo como centro el izamiento de la bandera del orgullo LGBTIQ+ en el céntrico obelisco de Buenos Aires (capital).

Un grupo de funcionarios de la capital y representantes del espacio Red Diversa —que aglutina a integrantes del Gobierno capitalino, a representantes de la sociedad civil y del colectivo LGBTIQ+, — protagonizaron el simbólico izamiento.

Por otro lado, México vivió esta fecha con reclamos por parte de personas LGBTQ+ por el fin de los crímenes de odio, pues el el Observatorio Nacional de Crímenes contra Personas LGBT registra al menos 79 asesinatos contra el colectivo en varios meses de la situación pandémica por Covid-19.

De modo similar, colectivos de personas trans en El Salvador protagonizaron una mañana de exigencias, al reclamar garantías de derechos humanos, en especial el derecho a tener un nombre adecuado a su identidad y expresión de género.

Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/latinoamerica-celebra-jornada-internacional-contra-lgbtiqfobia-20210517-0033.html

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La política del color: el racismo y el colorismo

La piel es nuestra mayor barrera protectora natural. ¿Por qué el color de la piel tiene un significado social infinitamente mayor que el color de la pupila de los ojos?

Tanto en la tradición cristiana (incluido el secularismo en el que se prolongó) como en la tradición budista, la oscuridad y la claridad fueron metáforas conceptuales que pretendieron explicar el perfeccionamiento de la persona humana en sus relaciones con los poderes que la trascienden. Se refieren a movimientos del conocimiento y de la vida interior. La trayectoria de la oscuridad a la claridad está abierta a todos los seres humanos. Y, de hecho, la máxima claridad (por ejemplo, en presencia de la divinidad) puede convertirse en la máxima oscuridad, siendo ejemplo de ello el horror divino de George Bataille, o en el máximo el silencio del universo, en el caso de José Saramago.

Sin embargo, con la moderna expansión colonial europea, sobre todo a partir del siglo XVI, la oscuridad y la claridad se utilizaron progresivamente para distinguir entre seres humanos, para clasificarlos y jerarquizarlos. Fue entonces cuando la oscuridad y la claridad se movilizaron como factores identitarios, para definir los colores de la piel de los seres humanos, transfiriendo a esta definición significados antiguos. Si antes tales significados partían de la idea de la condición común de los humanos, a partir de entonces el color de la piel constituirá uno de los vectores fundamentales de la línea abisal que distingue a los humanos de los subhumanos, la distinción que subyace al racismo.

Una vez aplicado a la piel humana como factor determinante, el color pasó a designar características «naturales» que definen desde el principio los tránsitos sociales permitidos y prohibidos. Lo «natural» se convirtió en una construcción social concebida como un factor extrasocial de la legitimidad de la jerarquía social definida a partir de las metrópolis coloniales.  El «negro» se convirtió en «color», símbolo de lo negativo, y el «blanco», «la ausencia de color», en símbolo de lo positivo. Así surgió el racismo moderno, uno de los principales y más destructivos prejuicios de la modernidad eurocéntrica. Como bien analiza Francisco Bethencourt, el racismo, a pesar de no ser un rasgo exclusivo occidental, asumió con la expansión colonial europea un papel central en la clasificación jerárquica de las poblaciones (Racismos: das Cruzadas ao século XX, 2015).

A pesar de haber experimentado muchas mutaciones, el prejuicio racial ha mantenido una notable estabilidad. Por un lado, la inmensa diversidad de rasgos fisiológicos y tonos de color de piel no impiden que el prejuicio se adapte y se reconstituya incesantemente según los contextos, a veces pareciendo un residuo del pasado, a veces resurgiendo con renovada virulencia. Por otro lado, su naturaleza insidiosa se deriva de su «disponibilidad» para ser interiorizado por aquellos y aquellas que son víctimas de él, en cuyo caso unos y otras pasan a evaluar su existencia y su papel en la sociedad en función del canon de la jerarquía racial. Por último, la lógica racial del color se insinúa tan profundamente en la cultura y el lenguaje que está presente en contextos tan naturalizados que parecen no tener nada que ver con los prejuicios. Por ejemplo, en el espacio de la comunidad de países de lengua portuguesa (por lo menos en Brasil y en Portugal) los niños aprenden que el lápiz de color beige es el lápiz del color de la piel.

La primacía otorgada a la visión en el análisis eurocéntrico del mundo hace que el color de la piel sea una de las variaciones más visibles entre los humanos. Está relacionada con las respuestas a la radiación ultravioleta. La piel más oscura, con más melanina, protege a las poblaciones originarias de regiones cercanas al ecuador. Por tanto, en su origen es una respuesta físico-biológica al medio ambiente. ¿Cómo es que, si bien el origen de la humanidad se dio en regiones con mayor radiación ultravioleta, el color de la piel terminó convirtiéndose en un marcador de deshumanización? Fue un largo proceso histórico que, en algunos contextos, evolucionó para convertir la piel clara y la piel oscura en connotaciones de una rígida jerarquía social, lo que llamamos racismo y colorismo.

La percepción del color dejó de ser una característica física de la piel para convertirse en un marcador de poder y una construcción cultural. El siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX fueron la época del apogeo de la explicación científica de las diferencias raciales, de las que resultaba, lógicamente, la jerarquía social y la recomendación de no mestizaje, de la eugenesia, del apartheid y de la eliminación de lo que se consideraban razas inferiores (por ejemplo, Nancy Stepan, The Idea of Race in Science: Great Britain 1800-1960, 1982). El concepto de «under man» (subhumano) ganó popularidad con el libro del estadounidense Lothrop Stoddard, The Revolt Against Civilization: The Menace of the Under-Man, publicado en 1922, que se convertiría en el manual de los nazis. Tras la Segunda Guerra Mundial y ante la catástrofe genocida del nazismo y del fascismo, el paradigma de la ciencia racista se fue desmontando. Hoy, los estudios genéticos muestran que, como las clasificaciones raciales no se traducen en diferencias genéticas importantes, no tiene sentido hablar de raza como categoría biológica. De hecho, la variación genética entre grupos raciales es pequeña en comparación con las diferencias genéticas dentro del mismo grupo. En otras palabras, la ideología racista sobrevive al desmantelamiento de las «bases científicas» del racismo.

A pesar del descrédito de la base científica del racismo, el racismo como ideología permanece e incluso se ha acentuado en los últimos tiempos. Las características morfológicas del rostro, el cabello o el color de la piel siguen utilizándose como marcadores de discriminación racial, y en muchos países determinan las variaciones en la discriminación que se dirige contra diferentes grupos sociales racializados, ya sean negros, asiáticos, indígenas, gitanos o latinos, por no mencionar, dependiendo de la época y del contexto, a judíos, irlandeses, portugueses, españoles, italianos, eslavos. El color de la piel, en concreto, ha adquirido un significado particularmente insidioso al determinar diferencias sistemáticas de trato dentro de grupos que comparten la misma «identidad racializada» o «comunidad de color».

En las Américas, este fenómeno condujo a la formulación del concepto de colorismo para designar este trato diferencial. No hay colorismo sin racismo ni colonialismo. El colorismo potencia la complejidad y la gravedad de las narrativas y de las prácticas racistas y reitera la violencia epistémica y ontológica del proyecto colonial, una violencia aún más cruel cuando ocurre dentro de los grupos racializados. El código colorista establece que cuanto más «blanco» sea el color de la piel, mayor es la probabilidad de que alguien sea candidato a los privilegios de la blanquitud, pero, al igual que ocurre con la identidad racial, la definición del color de la piel es una construcción social, cultural, económica y política.

Los estudios sociales del color de la piel muestran que la identificación y la clasificación del color de la piel varían de una sociedad a otra e incluso dentro de la misma sociedad. Es oportuno recordar que Bethencourt decidió estudiar la historia del racismo para responder a esta pregunta: ¿cómo es posible que la misma persona sea considerada negra en Estados Unidos, de color en el Caribe o en Sudáfrica y blanca en Brasil? Yo añadiría otras dos preguntas. ¿Por qué la clasificación varía dentro del mismo país? En el caso de la sociedad brasileña, quien es considerado blanco en Bahía puede ser considerado negro en São Paulo. ¿Y puede la clasificación variar en el tiempo?

Cuando se habla críticamente del racismo, hay una gran tendencia a resaltar los daños, la violencia y la destrucción que causa en las poblaciones racializadas. No obstante, de esta forma, el color de los que causan el racismo se vuelve invisible. La piel de quien ejerce una actitud racista no tiene color, sobre todo en contextos donde el «color blanco» está asociado con el mantenimiento de privilegios heredados de la esclavitud y del colonialismo. Lo mismo podría decirse de la piel de los árabes sauditas en relación con los paquistaníes, filipinos o bangladesíes, o de los chinos en relación con los africanos.

Así, se vuelven invisibles tanto el color de la piel como los privilegios que justifica: ¿Por qué el análisis crítico del racismo incide principalmente en la discriminación que sufren los cuerpos racializados y omite los privilegios de los cuerpos no racializados? Al final, cuando se habla de «supremacía blanca» no se habla de la calidad del color, sino del poder y los privilegios que invoca. Mucho más allá de los contextos de la supremacía blanca (la blanquitud), el uso racista del color y de la ausencia de color siempre está ligado a la instrumentalización del poder y de los privilegios. Mencioné anteriormente el racismo de los chinos en China contra los africanos negros. Lo cierto es que la Corte Suprema de Sudáfrica dictaminó en 2008 que, con el fin de acceder a una discriminación positiva para promover el «empoderamiento económico de los negros», los chinos nacidos en Sudáfrica eran considerados… negros.

La conclusión urgente parece ser la siguiente: solo razones políticas y luchas de poder pueden explicar la instrumentalización social del color de la piel; y, asimismo, solo ellas explican que el probable aumento de la multiplicidad de tonos de color de piel resultante del mestizaje o la criollización no se traduzca en el fin del racismo y de la violencia e injusticia que causa. A pesar de la diversidad de contextos ya mencionada, históricamente el problema ha cobrado especial agudeza en los países donde existe una población considerada blanca, por pequeña que sea, pero en posiciones de poder, y asume distintos contornos en contextos diferentes. La investigación se ha centrado principalmente en cómo las diferencias en el color de la piel entre personas consideradas de la «misma raza» determinan diferencias de trato. El caso más tratado es el de los países que heredaron la violencia de la esclavitud, especialmente en el contexto estadounidense. Los análisis muestran consistentemente que, a pesar de avances muy significativos en el acceso a cargos públicos y privados de personas clasificadas como de raza negra (o de cualquier otra raza que no sea blanca), como resultado de las luchas contra la discriminación racial, especialmente durante los últimos cincuenta años, lo cierto es que las personas racializadas que accedieron a estos lugares tienen, en general, un color de piel más claro.

A pesar de la inmensa diversidad de tonos de piel, el color de la piel marcó y marca no solo diferencias raciales, sino también diferencias de trato dentro de la misma identidad racial. El colorismo es quizás el arma más insidiosa del racismo para dividir a los grupos racializados. Por ejemplo, en Estados Unidos, los esclavos negros de color más claro eran más caros y se buscaban para el trabajo doméstico en las casas de las plantaciones, mientras que los esclavos de color más oscuro estaban destinados al trabajo duro en los campos. De hecho, los traficantes de esclavos utilizaban las diferencias en el color de la piel para provocar la división entre los esclavos. Mucho después de la abolición de la esclavitud, el racismo y el colorismo no solo permanecieron, sino que se extendieron a nuevas categorías de población, por ejemplo, los inmigrantes europeos. Es decir, la matriz de exclusión basada en el racismo de la diferenciación fenotípica tiene un dinamismo tan cruel e insondable que se propaga «por analogía». En Estados Unidos a principios del siglo XX, los irlandeses, italianos y portugueses fueron considerados «blancos oscuros» y solo gradualmente (¿y completamente?) su color de piel fue siendo «blanqueado», acompañando su ascenso social. Pero después de todo, ¿fue el ascenso social el que blanqueó la piel o fue la piel sin matriz fenotípica la que facilitó el ascenso? La respuesta es obvia.

La persistencia del racismo y el colorismo es evidente en esta instantánea fotográfica de Brasil. El 22 de marzo de 2018, el conocido periódico estadounidense Wall Street Journal publicó un reportaje titulado «La demanda de esperma estadounidense aumenta exponencialmente en Brasil». Relataba que en los siete años anteriores la importación de semen estadounidense por mujeres brasileñas blancas, ricas, solteras y lesbianas había aumentado de modo extraordinario. Las preferencias eran para donantes de piel clara y ojos azules. Según Fairfax Cryobank, el mayor exportador de esperma a Brasil, este país fue el mercado de semen de mayor crecimiento. Mientras que en 2011 solo se habían importado 11 tubos de semen, en 2017 el número subió a 500 tubos. Según el periodista, la preferencia por los donantes blancos refleja la preocupación por el racismo «en un país donde la clase social y el color de piel están íntimamente ligados». Para las consumidoras, «los niños de piel clara tendrán la expectativa de mejores salarios y un trato más justo por parte de la policía». En Estados Unidos, las mujeres negras con tonos de piel más claros y rasgos europeos tienden, al igual que en otras circunstancias, a tener más éxito en conseguir un trabajo, en una carrera profesional, en concursos de belleza o en videos musicales. En el caso de Brasil, el testimonio de Bianca Santana refleja esta dimensión del racismo estructural: «Mi piel no está teñida. Tengo el color del mestizaje brasileño, que tantas veces se ha utilizado para reafirmar el mito de la democracia social… Poder ser vista como blanca o, mejor, como no negra, me dio oportunidades que probablemente no tendría si mi piel fuese más oscura, como ocupar un puesto de coordinación en un colegio europeo de élite.

El colorismo también ha existido dentro del mismo grupo racial cuando, por ejemplo, en el siglo XIX y principios del XX, los clubes de las élites negras en Estados Unidos negaban el acceso a personas con el color más oscuro. La internalización del colorismo ha llevado y sigue conduciendo a prácticas de blanqueamiento de la piel y la demanda de productos blanqueadores ha crecido enormemente (Lynn Thomas, Beneath the Surface: a transnational history of skin lighteners, 2020). Pero, por otro lado, el colorismo también puede operar a la inversa, en contextos de comunidades altamente racializadas y como reacción de resentimiento: discriminar a las personas de piel más clara consideradas débiles o inferiores por ser producto de mezcla de razas.

El color, el contracolor y el arco iris

El color de la piel es un marcador esencialista en nuestras sociedades desiguales y discriminatorias y, como fenómeno político, puede utilizarse con diferentes orientaciones políticas y hasta como forma de compensación histórica. En 1903, el gran intelectual estadounidense negro W.E.B. Du Bois escribió proféticamente que el problema del siglo XX sería «la línea de color», la «línea de la división racial por el color». Así fue y así parece seguir siendo hasta bien entrado el siglo XXI. A mediados del siglo pasado, Franz Fanon mostró elocuentemente cómo el racismo actuaba a través de una fractura dialéctica entre el cuerpo y el mundo, entre el «esquema corporal» y el «esquema racial epidérmico». El fenotipo epidérmico sería trivial si no existiera el racismo fenotípico.

La lógica racial y colorista se utiliza tanto para excluir a los «otros» como para unir el «nosotros». Ahí radica uno de los hilos con los que se teje la extrema derecha de nuestro tiempo. En el polo opuesto, el movimiento black is beautiful de los afroamericanos en la década de 1960, que luego se extendió a otros países (por ejemplo, en la Sudáfrica del apartheid), consistió en reivindicar el color y cambiar su connotación. Siempre que el color es politizado contra el racismo para unir la lucha antirracial y la lucha anticapitalista, el color de la piel tiende a perder el esencialismo y a relativizarse.

Intensamente politizada, la lucha del Black Panther Party fue notable, especialmente en la década de 1970-1980, en un esfuerzo por abolir la relevancia de las diferencias de color de piel entre la comunidad negra. Y ayer, como hoy, queda abierta la cuestión de saber en qué medida grupos de varias razas, etnias y colores de piel pueden unirse en las luchas contra el capitalismo, el colonialismo, el racismo y el sexismo, para así aumentar las posibilidades de éxito de las luchas por una sociedad más justa. Los períodos de mayor optimismo han sido seguidos por períodos de mayor pesimismo con una circularidad inquietante.

Dos cosas parecen seguras. Por un lado, los esencialismos identitarios tienden a dificultar la articulación de las luchas sociales contra la desigualdad y la discriminación. Por otro lado, no se puede confundir el cambio en el color del poder con el cambio en la naturaleza del poder. Después de todo, la burguesía negra estadounidense se ha preocupado por alcanzar el poder capitalista y no por cambiarlo (véase Barack Obama). Y no será diferente en otros lugares.

Wittgenstein escribió (Observaciones sobre los colores) que un pueblo de daltónicos tendría otros conceptos sobre los colores. ¿Sería esta una solución al racismo basado en el color de la piel? Si es correcta mi propuesta de que el racismo no reside en el color en sí, sino en la política del color centrada en la desigualdad de poder y en la concentración excluyente de privilegios, la respuesta es no. Si se mantiene la estructura de poder, el prejuicio no desaparecería, solo se expresaría de otra forma y con otra justificación.

Traducción: Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez, para Público.

Fuente: https://rebelion.org/la-politica-del-color-el-racismo-y-el-colorismo/

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Lucía Blanco Gracia nos comenta: ¿Cuáles son las leyes trans (o la ausencia de ellas) en África?

En la inmensa mayoría de países de África, las personas trans son invisibles: oficialmente no existen porque la ley ni las nombra ni las reconoce. Cuando se trata de violencia, sin embargo, son blanco de acoso y detenciones arbitrarias sin tener a quién acudir.

«A pesar de que los códigos penales que criminalizan las relaciones homosexuales no mencionan específicamente a las personas trans, el Estado y la sociedad asumen que entran en esa categoría, así que no hay distinción», explica Wendy Isaack, investigadora para África de derechos LGTBI (Lesbianas, Gays, Transgénero, Bisexuales e Intersexuales) de Human Rights Watch (HRW).

Aunque no se pueden analizar los 55 Estados miembros de la Unión Africana (UA) con una única mirada, sí que se aprecian tendencias comunes. En países como Burundi, Camerún o Ghana, por ejemplo, son criminalizadas de facto diariamente a través de un amplio abanico de leyes relacionadas con la homosexualidad -«sodomía»- el trabajo sexual, el orden público o la falsificación de identidad.

En muy pocos países, como Malaui y Gambia, existen leyes que las condenen explícitamente, según la última edición del informe Trans Mapping Legal Report (2019), una radiografía global de las leyes trans de la organización ILGA.

Para medir los derechos transgénero en todo el mundo, hay dos variables fundamentales: la posibilidad de cambiarse el nombre y la opción de modificar el marcador de género en los documentos de identidad, menos común y más compleja.

UN LIMBO LEGAL

«No estamos realmente criminalizadas por ser personas trans, no hay leyes que no nos permitan existir», apunta desde su despacho en Nairobi Ava Mrima, activista trans y portavoz de la organización keniana Jinsiangu.

En Kenia, ninguna ley reconoce o prohíbe su existencia, lo que las deja en un limbo legal sin derechos que les impide denunciar el acoso que sufren en su vida diaria, cuando su apariencia no encaja con la feminidad o la masculinidad normativas.

Como en Angola o Malaui, en Kenia la ley permite a cualquier ciudadano cambiar su nombre en sus documentos oficiales, pero debido a la falta de formación y los prejuicios de los funcionarios este proceso «se puede alargar más de un año para las personas trans, mientras dura entre tres y seis meses para el resto de kenianos», indica Mrima.

«Cada aspecto de la vida de una persona está gobernado por algún tipo de documento», advierte la experta de HRW, así que el hecho de que su documentación no coincida con la identidad con la que viven «impacta en su acceso al trabajo, a abrir una cuenta bancaria, a obtener un carné de conducir…».

También genera inseguridad y desprotección porque no existe un marco legal que les permita denunciar su discriminación.

«Si vas a la policía, empiezan a cuestionarte y ya no se trata de lo que te ha pasado sino de que eres trans. Si es una comisaría hostil, pueden incluso arrestarte», lamenta la portavoz de Jinsiangu.

DERECHOS HUMANOS (Y NO SOLO TRANS) COMO ESTRATEGIA LEGAL

En 2014, Rikki Nathanson, una mujer y activista trans de Zimbabue, fue detenida en Bulawayo, segunda ciudad del país y el lugar donde había transitado «con el apoyo» de su familia y vecinos, según relata desde Maryland, en la costa este de Estados Unidos, donde buscó después asilo político.

Nathanson fue arrestada por entrar en un baño femenino, obligada a desnudarse frente a varios agentes de policía para «comprobar» su sexo y retenida durante días en condiciones degradantes, acusada de alteración del orden público, una causa que fue sobreseída.

La activista -autora de la sección africana del citado informe de ILGA- demandó a la policía y en 2019 logró un fallo histórico cuando la Justicia dictaminó que las personas transgénero tienen los mismos derechos humanos y constitucionales que el resto de ciudadanos.

Este es un buen ejemplo de la estrategia legal que está siguiendo esta comunidad en África: apelar a derechos humanos garantizados en la Constitución en vez de centrarse en la identidad trans.

«El mejor enfoque no es buscar directamente la descriminalización, que te deja sin opciones si el tribunal no te da la razón, sino ir paso a paso, priorizando derechos como la privacidad o la dignidad y construyendo jurisprudencia», asegura Amanda Shivamba, abogada del Southern Africa Litigation Centre (SALC).

El SALC se encargó de dos casos históricos en Botsuana, donde el Tribunal Supremo consideró en 2017 que la negativa del Registro Nacional a cambiar el género en la documentación de dos personas trans violaba sus derechos a la privacidad, a la protección contra la discriminación, la libertad de expresión y la igualdad de trato frente a la ley.

ESCASEZ DE MÉDICOS Y COSTES ELEVADOS

Namibia y Sudáfrica son la punta de lanza de los derechos trans en África, pero lo que predican sus leyes encuentra obstáculos en la práctica: la falta de médicos formados y el alto coste de los tratamientos.

«Tienes que preguntarte: ¿qué posibilidades reales tienen las personas trans? ¿Puedes operarte en un hospital público o tienes que ir a uno privado? ¿Hay cirujanos capacitados?», apostilla Isaack.

Una provisión en la ley namibia permite cambiar el marcador de género siempre que la persona se someta a una cirugía de reasignación de sexo -algo que, por otro lado, no todas las personas trans desean- pero, como no existen médicos formados ni el tratamiento hormonal está disponible en el sistema público de salud, se ven obligadas a viajar al extranjero.

Desde Kenia -donde la ley no permite todavía cambiar el marcador de género-, Ava Mrima cifra el coste mínimo de las intervenciones quirúrgicas básicas en unos 2.300 euros para las mujeres trans y unos 5.000 euros para los hombres. Además, su organización conoce solo a dos o tres cirujanos con formación necesaria en todo el país.

Las personas trans no pueden ejercer plenamente sus derechos ni siquiera en Sudáfrica, donde una ley pionera garantiza desde 2003 el cambio de nombre y de marcador de género y su derecho a someterse a cirugía.

La realidad, no obstante, es otra: solo dos hospitales en todo el país, uno en Ciudad del Cabo y otro en Pretoria, cuentan a día de hoy con profesionales capacitados, lo que provoca una enorme lista de espera.

Fuente: https://www.swissinfo.ch/spa/%C3%A1frica-transg%C3%A9nero–an%C3%A1lisis-_-cu%C3%A1les-son-las-leyes-trans–o-la-ausencia-de-ellas–en-%C3%A1frica-/46595100

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