Opinión: La explicación privilegiada y la academia

Por: Sofía García-Bullé

Este ejercicio de invisibilización sutil refuerza estereotipos y dificulta las condiciones sociales para minorías en la academia.

Aspen, 2012. Rebecca Solnit, escritora prolífica desde 1988, asiste a una fiesta en la que un hombre mayor le recomienda leer un libro recién publicado que él consideraba uno de los mejores temporada, Solnit era la autora del libro.

La astronauta Jessica Meir, una de las participantes de la primera caminata femenina fuera de una estación espacial en octubre de este año, relata en Twitter su entrada a la zona equivalente al espacio en 2016, donde menciona que ahí el agua hierve espontáneamente; un usuario masculino se apresura a corregir su argumento con los conocimientos que adquirió de una simulación en un campamento espacial.

En 2017, la doctora en física y la profesora Veronika Hubeny, participa en un panel. Es la única mujer entre otros colegas expertos en ciencias exactas; el moderador la interrumpe tantas veces para repetir lo que ella dice que, un miembro de la audiencia se desespera y grita “¡déjala hablar por favor!”, el público aplaude, ninguno de los otros académicos que la acompañaban en el panel reaccionó ante la incidencia de interrupciones hasta ese momento.

Estos eventos no representan instancias aisladas, son parte de un problema que denota una desigualdad sistémica en el acceso al conocimiento y la validación del mismo dentro de la comunidad académica, o lo que también se conoce como mansplaining.

¿En qué consiste el Mansplaining?

Mansplaining es un término inspirado por Rebecca Solnit, quien usó su ensayo “Los hombres me explican cosas”, para describir sus experiencias como escritora en espacios públicos, donde hombres intentaban alecccionarla sobre temas que ella dominaba, algunas veces sobre su propio trabajo, que no asociaban con ella hasta que se les aclaraba su identidad y autoría.

La obra de Solnit resonó con fuerza en los sectores femeninos de la comunidad académica y científica. Tan solo un año después de la publicación del ensayo, la palabra mansplaning ya aparecía en el diccionario urbano de lengua inglesa. Tras ver la tracción del término en internet, Solnit aclaró que no se trataba de una práctica totalmente inclinada a un género. Así como no todos los hombres presentaban conductas arrogantes, condescendientes e ignorantes, también hay mujeres que realizan esta práctica.

La definición ofrecida por Lili Rothman, colaboradora del Atlantic, presenta un concepto más neutro y amplio para abarcar el concepto de mansplaining. Rothman define el mansplaining como el acto de explicar sin tener en cuenta el hecho de que la persona que está recibiendo la explicación sabe igual o más sobre el tema que la persona que lo está explicando. A pesar de mantener neutra la base de su definición, Rothman puntualiza que este comportamiento es más común por parte de los hombres hacia las mujeres. Esta perspectiva es debatible, y ha sido discutida ampliamente.

“Hay muchos casos de personal educativo senior, gente que ha llegado a rector, gente que ha ganado premios de trayectoria después de años de carrera. Todos tienen estas historias, de llegar al final de su carrera y decir que están agotados por tratar de superar siempre la norma, para contrarrestar la narrativa dominante”.

El mismo diccionario urbano que publicó por primera vez la acepción del término, ha actualizado la definición por la más popular que define el mansplaining como un término inventado por feministas radicales para desarmar automáticamente cualquier argumento expuesto por un miembro el género masculino; también ha sido definida como la forma más eficiente de explicar algo basándose en hechos. Independientemente de la significancia reaccionaria que surgió de la incomodidad del sector masculino con poner en palabras la experiencia de muchas mujeres en la academia y la comunidad científica, es difícil discutir con la realidad de una comunidad académica en la que las mujeres carecen de representación en varios campos del conocimiento, especialmente los de ciencias exactas como matemáticas, física, química y computación,  entre otros.

En Estados Unidos, solo 6.6.% de los profesionales que trabajan tiempo completo en campos del conocimiento dominados por el género masculino son mujeres; en la India, las mujeres representan solo el 28 % de la fuerza de trabajo general, sin entrar siquiera en los trabajos que involucran conocimientos de educación superior, o del campo STEM.

Tomando en cuenta este serio desbalance se podría de decir que, por aproximación matemática, habría más hombres en la posición de hacer uso de una explicación privilegiada o mansplaining, así como de asumir que las mujeres con las que entablan conversación no conocen del campo de conocimiento en que han estudiado o trabajado, por la enorme disparidad numérica con respecto a sus colegas masculinos.

Simplemente no nos imaginamos que una mujer podría ser una astronauta de carrera como Meir o una escritora prolífica como Solnit. Sus campos son tan dominados por la percepción de una mayoría masculina que se refuerza un estereotipo que le da a esa profesión o rubro epistemológico una cara masculina. Las mujeres que rompen este estereotipo son casos aislados, anomalías fáciles de pasar por alto apenas olvidamos esa noticia que leímos sobre ellas o ese encuentro en el que las vimos y nos informaron en qué trabajaban. Este es el peligro de una disparidad de género normalizada y reforzada por la percepción.

Bajo este contexto, hay muchas instancias de mansplaining que no vienen de una intención consciente de minimizar ni agredir a mujeres que se desarrollan en determinado campo de conocimiento o trabajo, pero sí son producto de una realidad normalizada que favorece la perspectiva y la auto-confianza masculina por encima del conocimiento y trabajo de las mujeres, respaldado por la superioridad numérica masculina en estos campos, o la percepción de que esa superioridad numérica existe, sea real o no.

¿Cómo afecta el mansplaining a las mujeres en las comunidades académicas y científicas?

El mansplaining como fenómeno aislado no tendría porqué tener tanto peso en la experiencia de las mujeres que trabajan en la academia y en la comunidad científica, a fin de cuentas, son solo palabras desatinadas de personas, en su mayoría hombres, con exceso de confianza y un sentido de mérito que no se han ganado.

El problema no es que un anfitrión arrogante confunda a una autora prolífica con una escritora amateur y le recomiende el libro que acaba de publicar, o que un usuario de Twitter quiera corregir a una astronauta consumada porque cree que ir una vez a un campamento espacial  lo hace más experto, o que un moderador ignore completamente lo que dice una profesora de física en un panel y repita el mismo contenido que dijo ella como si fuera suyo. El problema es que no registramos el ejercicio de invisibilización que esto representa, y que es solo un síntoma de un serio desbalance en la forma en que recopilamos el conocimiento, lo publicamos y damos crédito a las personas involucradas.

Nuestra empatía, memoria y capacidad de valorización son cortos, como explica la Dra Janet Bultitude, catedrática senior de investigación del dolor en la Universidad de Bath. “Es más fácil catalogar mentalmente un trabajo de investigación en términos de personas famosas y no poner atención a las demás nombres involucrados en el proyecto, que usualmente aportan más o al menos una buena parte del trabajo, y esta es una forma en que la gente es invisibilizada”, explica la catedrática. Esta práctica refuerza la narrativa de que solo cierto perfil o sector de la comunidad académica es el que realmente participa y dicta un conjunto de criterios con los que visualizamos a toda la comunidad.

Esta predisposición socio-visual nos presenta a los líderes de campos de conocimiento académicos y científicos como hombres adultos y blancos, en la mayoría de los casos. El público no espera que un profesor sea una mujer chicana con rastras. La Dra. Nicole González Van Cleve, profesora asociada en la Universidad de Brown, sostiene que esta visión sesgada puede traer serias consecuencias en la carrera y salud mental de académicos que no compaginan con la imagen del académico o científico tradicional.

“Hay muchos casos de personal educativo senior, gente que ha llegado a rector, gente que ha ganado premios de trayectoria después de años de carrera. Todos tienen estas historias, de llegar al final de su carrera y decir que están agotados por tratar de superar siempre la norma, para contrarrestar la narrativa dominante”, comenta González. Es esta narrativa la que presenta a un tipo específico de personas como el experto modelo, y cualquier persona que no encaje en esta imagen prefabricada está expuesta a ser el receptor de una conducta condescendiente y anulación dentro de su propia comunidad. El mansplaining y otras formas de explicaciones privilegiadas como el whitesplaining o el straightsplaining son solo mecanismos de un aparato más grande diseñado para marcar una línea entre las minorías y el grupo dominante.

“Es más fácil catalogar mentalmente un trabajo de investigación en términos de personas famosas y no poner atención a las demás nombres involucrados en el proyecto, que usualmente aportan más o al menos una buena parte del trabajo, y esta es una forma en que la gente es invisibilizada”.

Las personas pertenecientes las minorías sociales, como mujeres, personas de color o de la comunidad LGBT, son especialmente propensas recibir este y  otros ejercicios de condescendencia y exclusión sutil. El impacto de estas prácticas puede ser significativo a largo plazo porque desalienta a estas personas a formar parte de la comunidad científica y académica.

“El daño real es que estamos creando estas situaciones donde frecuentemente esto le ocurre mucho más a gente joven, a mujeres, a personas de color… generamos situaciones en las que se van porque no se sienten cómodos, eso no es correcto”, comenta la Dra. Tasha Stanton, profesora asociada de la Universidad del Sur de Australia. La Dra. Stanton, se refiere a la creación de una narrativa en la que las minorías sociales no tienen acceso al crédito y al reconocimiento en la misma medida que el grupo dominante de la comunidad científica y académica.

En cualquier comunidad, este crédito que visibiliza a los individuos con base en sus logros, habilidades y talentos es crucial para construir un sentido pertenencia y auto-confianza, que a su vez es necesario para continuar una labor productiva en la comunidad a la que se pertenece. Esto es lo que estamos perdiendo cuando hacemos uso de una explicación o dinámica privilegiada que denomina a otros como personas inferiores en cuanto a conocimiento, habilidades y valor.

La búsqueda y divulgación del conocimiento se trata de comunicar nuevos descubrimientos y aprendizajes, de acuerdo a la Dra. Stanton, conectar con otras personas es clave para establecer diálogo y cimentar la colaboración necesaria para producir ese conocimiento por el que las comunidades académicas y científicas existen en primer lugar. “No pierdas esa oportunidad, no seas esa persona”, concluye Stanton.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/que-es-mansplaining

Imagen: OpenClipart-Vectors en Pixabay

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Subsahariana: En el mundo, solo 3% de las mujeres se gradúan en carreras de tecnología e información

Subsahariana18 de Septiembre de 2017/El Espectador

Un informe publicado por la Unesco revela la difícil situación de las mujeres que quieren acceder a la educación superior en campos de estudio como matemáticas, las ingenierías, las ciencias y la tecnología.

Los bajos índices de escolaridad superior más altos del mundo se presentan en los estados árabes, el sur, el oeste y el centro de Asia, pero el índice más bajo es el de el África subsahariana (menos del 10%). La cifra la reveló recientemente la Unesco al señalar, además, que aunque Latinoamérica (cerca del 50%) presenta un rango por encima de la media mundial (entre el 30 y el 40%), aún no es suficiente para  alcanzar uno de los 17 objetivos de desarrollo sostenible que pretende: “Garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos”.

Lo anterior, según muestra el informe, se da gracias a que no se han podido disminuir las disparidades de género en cuanto al acceso a la educación profesional, sobre todo en las ciencias, la tecnología, las ingenierías y las matemáticas, donde solo el 35% de los estudiantes de estos campos son mujeres.

El acceso a la educación de calidad en campos de la tecnología y la innovación no solo se debe a la baja inversión estatal en los estados donde es más grave el problema, sino además por prejuicios y normas sociales.

Es decir, en muchos países subdesarrollados y en vía de desarrollo aún se educa a las niñas a corresponder a ciertas normas y costumbres en los que se enmarca el ser mujer. Todo ello hace que se altere su relación con ellas mismas, con los demás y su comunidad, pero también la forma como, según el informe, desproporcionadamente dejan la educación secundaria y profesional.

El dato se vuelve alarmante cuando se considera que en estos campos están no solo los futuros empleos de cada país, sino el avance tecnológico y por lo tanto económico de cada nación. La conferencia de la Unesco en Bangkok que reveló dicho informe se aseguró que el África subsahariana necesita 2.5 millones de ingenieros si quiere cumplir el objetivo de desarrollo sostenible.

Además, en la misma conferencia se afirmó que para 2025 habrá 7 millones de nuevos empleos en Europa en estos campos de la tecnología y la innovación pero no las suficientes personas para cubrirlos.

La semana anterior a que el informe de la Unesco se revelara, en Colombia se aprobó un recorte del 41% para la ciencia, lo que indignó a múltiples sectores académicos que no entienden la contrariedad del Gobierno nacional al apostarle a la educación como emblema del posconflicto, y al mismo tiempo hacer hacer este tipo de cercenamientos en un punto de inversión social considerado primordial dentro de los objetivos de desarrollo sostenible del organismo multilateral.

Teniendo en cuenta que una de las recomendaciones más acuciantes del informe es un llamado a los gobiernos a promover y garantizar el acceso a la enseñanza de los campos de la tecnología y a información, haciendo énfasis en la igualdad de género, Colombia estaría dando un salto atrás para cumplir dicho propósito que tiene como meta el año 2030.

Según cifras recogidas por el Banco Mundial, la inversión de los gobiernos nacionales en este ámbito no ha tendido al crecimiento de manera sostenida (del 0.1% del PIB en el 2000 al 0.2% en 2016), lo que muestra una clara falta de compromiso político en este tema, contrario a los datos en inversión, por ejemplo en el campo de la defensa (2.8% en 2017).

Fuente: http://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/en-el-mundo-solo-3-de-las-mujeres-se-graduan-en-carreras-de-tecnologia-e-informacion-articulo-713031

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Aprendiendo la transrevolución

Claudia Korol

Me invitaron a formar parte del Comité Académico del Bachillerato Popular para Jóvenes y Adultos “Mocha Celis”, un “proyecto educativo con enfoque de género, dirigido –sin ser exclusivo- al colectivo travesti, transgénero y transexual”.
Es difícil imaginarme parte de un Comité Académico. Es una invitación atrevida para alguien que cree que “La Academia” ha sido históricamente el lugar del saber colonizador, del saber para el poder.
Acepto sin embargo con gusto la invitación. La acepto por pura curiosidad, por puro deseo, pensando que se trata –fundamentalmente- de participar en la aventura de travestizar los saberes y los poderes, de desorganizarlos cuidadosamente, de descolonizarlos.
Agradezco la posibilidad que han creado con esta experiencia, de travestir incluso a la educación popular con los colores del arco iris… para sumarnos a la fiesta libertaria de reinventar las maneras de enseñar y aprender, de poner el cuerpo –nuestros cuerpos- en los procesos pedagógicos y políticos, de crear los lugares que no existen para las y los excluidos de siempre, de pensarnos juntas en tránsito hacia otra manera de ser y de sentir, de soñar y vivir el mundo que habitamos… para cambiarlo. Para hacer inaceptable toda exclusión, toda discriminación, toda muerte innecesaria, toda humillación, toda injusticia.
Para quienes entendemos la educación popular como rebelión frente al orden capitalista, patriarcal, racista, heteronormativo, violento… corrernos de la institucionalidad central hacia los bordes -para correr los bordes mismos de la institucionalidad-, viviendo en el centro de un desborde popular y prolongado, en la encrucijada de una creación permanente, es una manera de ejercer y de afirmar nuestras maneras de revolucionar la revolución.
Quiero decir, sin embargo, que la alegría que sentimos en esta inauguración, no puede taparnos la reflexión sobre las causas que dan origen a este bachillerato popular: la persistencia de un sistema educativo, cultural, social, económico, político hegemónico, que deja a sectores sociales, a comunidades, fuera de sus oportunidades, condenándolos a múltiples exclusiones. Como respuesta a esa exclusión han nacido los bachilleratos populares, las Universidades Populares, y las diferentes experiencias de educación popular en las que participamos o hemos participado, y muchas de las que no somos parte, pero que valoramos y reconocemos.
No todas estas experiencias han logrado sostenerse con este contenido y carácter transgresor, esencialmente rebelde. Muchas de ellas han sido domesticadas, mediatizadas, coptadas.
Los poderes construyen su hegemonía, excluyendo y-o coptando, subordinando, ordenando, “normalizando” la diferencia, homogeneizando incluso la diversidad con sus tonos de grises.
Por eso, la apuesta fundamental es que al tiempo que vamos conquistando espacios bajo el mismo cielo, sobre la misma tierra, sepamos reconocernos en la rebeldía no “civilizada” de nuestros esfuerzos cotidianos. Sepamos crear desde nuestra autonomía, desde nuestros sueños, un nuevo lugar de resistencia a la mediocridad, al sentido común, a los saberes que reproducen una y otra vez las muchas opresiones.
Que sepamos reconocernos en la rebeldía, por todo lo que nos cuesta cada pequeño derecho conquistado. Rebeldía por todos los derechos que nos faltan ganar. Rebeldía por el mundo aterrador de destrucción, guerras, intolerancia, violencia en el que nos toca actuar. Rebeldía por todas nuestras muertas, las que conocemos y las que no…. Rebeldía, por las marcas que llevamos en la piel y en nuestras vidas, por las palabras que nos lastiman como cuchillos, por los desprecios antiguos, por los dolores actuales, por las huellas en nuestra experiencia de la travestofobia, la transfobia, la lesbofobia, la homofobia, y todas estas expresiones de la «civilización sarmientina» que construyó la subjetividad alrededor de un sujeto hegemónico que es el hombre burgués, blanco, macho, heterosexual, con la vista puesta en Europa, y la hipocresía y la doble moral como escudo de Occidente.
Compañeras travestis, transgénero, transexuales, transfeministas y transgresoras… celebro este acto de creación de un territorio propio, abierto a todas las furias, las emociones, las reflexiones, los deseos. Celebro este espacio de encuentro y estudio, donde espero que las teorías se enamoren de las prácticas, las ideas de los sentimientos, las palabras de los actos… y bueno, todos los amores imaginados y los todavía no imaginados.
Celebro este lugar en el que la duda, la curiosidad, la pregunta, la investigación, la búsqueda, estén en la base de la pedagogía y de la política.
Celebro la alegría que hoy sentimos y compartimos, después de tantos años de lucha por un mundo en el que quepan todos los mundos.
Recuerdo aquí a Emma Goldman, que nos pedía una revolución que sepa bailar, que nos deje bailar, que nos invite a bailar. Esta danza trava, trans, es como la proyección en el presente de las danzas ancestrales de todas las comunidades que se han creído desaparecidas por el poder colonial, y que ahora se visibilizan en un mundo que se autodestruye por sus propias lógicas de muerte. Esta danza trava, trans, es nuestra manera de desafiar la destrucción burguesa, patriarcal, colonial, desde un baile colectivo, solidario, incluyente, libertario, rebelde, en el que el deseo fluya como ríos sin represas, como viento, como los sueños de todas las generaciones.
Quiero ser parte de esa danza, en las que veo también junto a nosotras, a Nadia Echazú, a Mocha Celis, a Pepa Gaitán, a la Moma, a Néstor Perlongher, a Carlos Jáuregui, y a tantas brujas que me enseñaron a caminar más libre por el mundo, riéndonos de nuestros miedos, burlándonos de nuestras desventuras, rompiendo dogmas y solemnidades, y creando – inventando -nuestras propias vidas, nuestros propios cuerpos, nuestra propia historia.

Fuente del articulo: http://www.panuelosenrebeldia.com.ar/content/view/1067/245/

Fuente de la imagen: https://ve.images.search.yahoo.com/images/view;_ylt=A0WTTcpaxDhY0SMA1gHmT4pQ;_ylu=X3oDMTIybDA0Nm

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La masculinidad patriarcal y la violencia de género

Coral Herrera Gómez

El 90% de los hombres son asesinados por hombres, el 95% de las mujeres, también. De cada 3 mujeres en el mundo, 1 sufre o ha sufrido violencia por parte de un hombre. Los feminicidios son consencuencia de la cultura patriarcal en la que vivimos, aquí unas claves para entender cómo educamos a los hombres en la cultura del machismo y la violencia, cómo podemos hacer para desaprender lo aprendido, y cómo adquirir herramientas para acabar con la desigualdad, y construir un mundo más pacífico e igualitario.


¿Por qué matan los hombres a las mujeres?
Los hombres matan a las mujeres en todo el mundo porque han sido educados, y están siendo educados, para que resuelvan sus conflictos mediante la violencia, por eso la mayoría de ellos la usan a lo largo de toda su vida para obtener lo que desean, o para arreglar sus problemas.

Los hombres matan a las mujeres porque creen que son dueños de sus compañeras, sus hijas e hijos, su casa, su coche y su perro. Se sienten muy superiores a ellos, y como propietarios, hacen lo que les da la gana con ellos.

Los hombres matan a las mujeres porque han sido educados desde niños para ser los reyes absolutos de la familia, y los dictadores en su hogar. Los niños aprenden que los hombres de verdad son siempre respetados, obedecidos y adorados, y que solo por ser varones gozan del amor incondicional y perpetuo de los suyos, especialmente si dependen de sus recursos económicos.

Los hombres matan a las mujeres porque en la televisión aparecemos representadas como objetos de posesión que pueden ser comprados y vendidos, que pueden ser violados y abusados, que suelen sentir placer obedeciendo y sometiéndose, y que están ahí para satisfacer los deseos de cualquier varón que tenga algo de dinero. Y como cualquier objeto, si no servimos o no obedecemos, pueden destrozarnos con impunidad, porque la prensa lo llamará «crímen pasional» y explicara «sus motivos» (como si hubiese motivos para justificar el asesinato de una persona).

Los hombres matan a las mujeres porque la gran mayoría no sabe gestionar sus emociones y viven presos de su sufrimiento, sus miedos, su dolor, sus traumas, sus inseguridades, sus malos recuerdos, sus carencias afectivas y sus problemas más íntimos. Cuanto más miedo y dolor acumulan, más dramáticos se ponen. Cuanto más inseguros se sienten, más violentos son.

Los hombres matan a las mujeres porque son machistas: creen que en el mundo unas personas valen más que otras, y nada más nacer se les coloca en la cúspide de la jerarquía socioeconómica y se les regala una serie de privilegios: mejores salarios, los puestos políticos y empresariales más altos, la propiedad de todas las tierras del planeta son de ellos (más de un 80%). Ellos gobiernan en mayor medida que las mujeres, ellos son los dueños de los bancos, las empresas, y los medios de comunicación…. ellos tienen los bienes y los recursos, lo que les da poder sobre los demás, y especialmente, sobre las mujeres. Nosotras somos, para los machistas fundamentalistas, como los animales: un objeto que se vende, se compra, se alquila, se intercambia por ganado, se disfruta, se explota, se mutila y se maltrata.

Los hombres matan a las mujeres porque nuestra cultura amorosa es patriarcal y está basada en el egoísmo, en el sufrimiento, en la desigualdad, en las relaciones verticales, en las luchas de poder. El capitalismo romántico nos hace egoístas, el romanticismo patriarcal perpetúa los mitos románticos y ensalza el dolor como vía para alcanzar el amor. El romanticismo patriarcal está basado en la doble moral sexual, en el placer del sufrimiento, en la dependencia emocional femenina, en la violencia de género, en el odio como forma de relación, en el esquema de dominación y sumisión, o la estructura del amo y el esclavo. Los hombres se han creído que las mujeres somos buenas o malas, y siguen teniéndole miedo a nuestra libertad y autonomía, a nuestra sexualidad y erotismo, porque no saben cómo relacionarse con nosotras de tú a tú. Han sido educados para sentirse adorados, respetados y necesitados, no para construir relaciones igualitarias.

Los hombres matan a las mujeres porque no soportan las derrotas. No saben gestionar una ruptura sentimental porque no les han enseñado que la gente puede seguir su camino libremente, que nadie nos pertenece, que todos somos libres para unirnos y separarnos. Los niños que son educados patriarcalmente en la competición más despiadada no tienen herramientas para relacionarse en condiciones de igualdad, necesitan sentirse ganadores, y por eso una ruptura sentimental se vive como un fracaso. No tienen herramientas para superar el duelo, no pueden hablarlo con nadie para no sentirse débiles o perdedores, no tienen a quién acudir cuando se sienten desesperados porque les importa más dar una imagen de ser alguien fuerte y poderoso. No pueden desahogarse, no saben pedir ayuda, y en la tele no dejan de enviarles el mensaje de que el uso de la violencia es legítima y normal cuando uno tiene que defenderse o defender sus propiedades.

Los hombres matan porque los héroes masculinos matan y están llenos de gloria. El dios de nuestra época es un dios guerrero, un macho mitificado por su fuerza y su violencia. En la publicidad, en los cómics, en las películas, en los videojuegos se rinde culto a todas horas a los guerreros asesinos, ya sean androides o caballeros medievales. Todos nuestros héroes consiguen sus objetivos a través de la violencia, por eso las películas se desarrollan entre balazos, bombazos, flechazos, navajazos, puñetazos, machetazos, y escenas de tortura y dolor. La mayor parte de las películas que emiten en cines y televisión tienen machos alfa, armas y sangre, gritos y violencia. En todos ellos el héroe exhibe su fuerza, su valentía, y su capacidad para aniquilar a quien se le ponga en el camino… los efectos especiales y la música de la ficción espectacular aumentan su poder de seducción sobre los espectadores y las espectadoras, que admiran la sensualidad de la violencia patriarcal y la poesía del sacrificio varonil.

Los hombres matan a las mujeres porque sienten que se han sacrificado mucho para ser lo que son, y que eso les da poder sobre las vidas ajenas. A los niños les enseñamos que si quieren ser héroes y tener poder y fama, si quieren ser los número uno, si quieren ser los mejores en todo, tienen que sacrificarse para conseguirlo. El premio es muy seductor: si eres un macho patriarcal vencedor, tendrás la admiración y el respeto de los demás machos, y muchas mujeres suspirando por ti y por tu belleza, por tu valentía, por tu poder y tus recursos. El sacrificio, sin embargo, es tremendo: tendrán que mutilarse emocionalmente, aprender a no llorar en público, aprender a esconder su vulnerabilidad, a no expresar emociones y parecer fríos como un témpano de hielo. Podrán dar rienda suelta a su ira o a su frustración, pero no a emociones como la ternura, el cariño, la tristeza, el miedo, o el amor.  Esas son cosas de mujeres, esas personas imperfectas, débiles y cobardes a las que nadie quiere parecerse.

Los hombres matan a las mujeres porque otros hombres matan mujeres también, y porque en la guerra de los sexos, ellas son las enemigas. El sacrificio patriarcal implica abandonar el mundo de las mujeres para poder llegar a ser un «hombre de verdad», dejar el nido materno y unirse solo a los iguales, es decir, a los varones que demuestren serlo. Para no descender en la jerarquía social, los hombres tienen que hacer muestra constante de su masculinidad, so pena de ser comparados con las mujeres, los niños o los homosexuales. Para no perder el honor ni ser objeto de burla en el entorno masculino, los hombres jóvenes tienen que demostrar permanentemente su virilidad: el objetivo es ser y parecer lo contrario de una mujer. Desde muy jóvenes, se les enseña a proteger su libertad, y a defenderse del enorme poder sexual de las mujeres. Los hombre machistas creen que al enamorarse pierden su poder, por eso necesitan sentir que controlan sus sentimientos, que no se dejarán manipular por el enemigo y que pueden acabar con él si no logran dominarlo. Si el enemigo no se somete, se le mata, como en todas las películas y en todos los cuentos patriarcales, como en todas las guerras entre pueblos.

Los hombres que matan a las mujeres primero se hacen terroristas: siembran el terror en la casa durante años, e instauran una especie de guerra en la que él es el único soldado que va armado. Ellos imponen las normas y las hacen respetar, exigen obediencia y sumisión, tomam decisiones e imponen castigos, exigen que una o varias mujeres satisfagan sus necesidades básicas (sexo, comida, higiene, cuidados y mimos, crianza de sus descendientes). Los hombres machistas quieren ser respetados, admirados y obedecidos, y necesitan saberse necesarios e imprescindibles, por eso exigen amor eterno e incondicional, por eso quieren ser los dueños absolutos, por eso creen siempre merecer el perdón cuando se portan mal.

Los hombres matan a las mujeres porque tienen impunidad, y porque a la opinión pública no le parece tan grave que un hombre asesine a «su» mujer, por eso lo ponen en la sección de «sucesos», aunque no sean acontecimientos extraordinarios porque mueren mujeres todas las semanas. Para perder esta impunidad, es necesario que los hombres condenen la violencia de género y que los gobiernos dejen de mirar a otro lado como si fuese un asunto menor.

Los hombres matan a las mujeres porque no piden ayuda ni se lo trabajan para dejar de ser violentos y dominadores. Tampoco los gobiernos parecen preocupados por la cantidad de adolescentes que dominan y maltratan a sus parejas, ni por los niños que son asesinados en cada feminicidio, ni por los niños que reproducen el comportamiento violento de sus padres con sus parejas cuando crecen. Ni las instituciones ni la sociedad apuestan por enseñar la cultura del buen trato y la igualdad a los varones, y los medios nos bombardean a diario con imágenes violentas. Sólo cuando los hombres hacen mucho daño y causan mucho dolor, se les proporciona terapia o cárcel, o las dos cosas.

Los hombres educados en la tradición patriarcal no aprenden a amar de igual a igual, por eso es preciso empezar a trabajar ya en instituciones educativas, penitenciarias, sociales, etc. para poder ofrecer a los varones recursos que les permitan adquirir herramientas para resolver conflictos sin violencia, para gestionar sus emociones, y para eliminar el machismo de sus vidas. Necesitan atención psicológica y formación: muchos están desorientados con los cambios políticos, económicos y sociales, y creo que la solución no es la cárcel, sino la educación, la concienciación, la prevención y la rehabilitación.

Existen cada día más colectivos de hombres feministas, igualitarios y antipatriarcales, que están en las redes publicando en sus blogs, haciendo talleres de masculinidades, debatiendo y compartiendo material, y creciendo cada día más. Su trabajo con chavales jóvenes, varones adultos y mayores es impresionante, y creo que merecen mayor visibilidad. Puedes conocer más sobre ellos aquí.

Propuestas para acabar con el terrorismo machista y la violencia de género
Creo que es esencial poner el foco sobre la responsabilidad que tienen los varones en la violencia en todo el mundo, exigirles que aprendan a relacionarse de otras maneras, y a comunicarse para resolver los conflictos sin violencia. Ya no pueden posponer por más tiempo el trabajo personal para despatriarcalizarse y obtener sus propias herramientas para enfrentarse a la vida sin miedo y sin violencia. 

Los varones no pueden seguir pasivos mientras nos matan. No pueden seguir neutrales, como si la cosa no fuera con ellos. Tienen que ponerse las pilas, espabilar, y sumarse al cambio que se avecina: la igualdad y el feminismo llegaron para quedarse, y el avance es imparable. Cada vez son más los grupos de hombres igualitarios y antipatriarcales que han empezado a trabajarselo individual y colectivamente, pero aún son una minoría muy pequeña (a la que yo admiro mucho).

A la velocidad con la que nosotras estamos cambiando, los hombres tienen que renovarse, cuestionarse, mirarse individual y colectivamente, trabajarselo para dejar a un lado la tradición de los privilegios machistas. Atrás quedó el sueño húmedo de poseer una criada-esposa que les atienda indefinida y abnegadamente. 

Los chicos tienen que desmontar todo el patriarcado, como estamos haciendo nosotras desde hace décadas. Aprender a hacer autocrítica amorosa, aprender a expresar sus emociones con asertividad, a comunicarse horizontalmente y tratar a las mujeres de tú a tú, a renunciar a sentirse superiores o inferiores a los demás, deshacerse de la necesidad de ganar, conocerse mejor y trabajar para ser mejores personas… las tareas que tienen los hombres por delante son muchas y muy variadas, pero cuanto antes empecemos a destronar al macho alfa, antes acabaremos con las violaciones, los abusos, las agresiones y los asesinatos de los hombres machistas.

Creo que sólo podremos acabar con esta matanza de mujeres y niños si logramos acabar con la desigualdad y el machismo, y con la exaltación poética de la violencia en las películas y relatos de ficción. Necesitamos revolucionar todas nuestras estructuras, acabar con la cultura que sublima la violencia y el poder masculino, y crear otra cultura más igualitaria y pacífica que promueva el bien común, el buen trato, la diversidad y el amor.

Otras propuestas para acabar con la violencia de género: 
– Educar a niños y niñas en los valores del feminismo, la igualdad, la diversidad y la solidaridad.

– Aprender desde la infancia a trabajar en la gestión de las emociones. Alejar a los niños de las armas, enseñarles a divertirse sin competir, enseñarles a compartir y a no discriminar.

– Desmitificar y despatriarcalizar el amor romántico para acabar con las relaciones de dependencia basadas en el eje dominación/sumisión.

-Acabar con las luchas de poder en nuestras relaciones humanas, con el egoísmo y la explotación de unos sobre otras. Aprender a compartir, a trabajar en equipo, y a relacionarnos horizontalmente, en igualdad.

– Concienciar y formar a medios de comunicación y periodistas para que eviten fomentar la violencia contra las mujeres mediante los mitos y los estereotipos machistas que incluyen en sus noticias.

– Exigir a los gobiernos que aumenten la protección de las víctimas, y aplicar políticas de igualdad que permitan a las mujeres alcanzar la autonomía económica y la garantía sobre el ejercicio de sus libertades y derechos más básicos.

– Que medios de comunicación e industrias culturales dejen de mitificar la violencia como algo sublime y grandioso. 

– Acabar con la impunidad de los maltratadores y asesinos de mujeres.

– Exigir al gobierno políticas educativas de prevención, y asistencia y apoyo a los hombres que quieran salir de la rueda de violencia en la que están mediante terapia y formación. Dotar a los hombres con problemas de violencia y machismo, de mecanismos y recursos para trabajarse individual y colectivamente

– Sensibilizar a las personas creativas que escriben novelas, guiones de películas, obras de teatro, canciones, videojuegos, etc, para que no sigan venerando la figura endiosada del macho que mata y se atrevan a destronar a los héroes que matan, a inventar otras tramas, otros finales, y otros protagonistas, otras masculinidades y otras feminidades que no sean patriarcales.

– Poner de moda a los hombres feministas que luchan contra la violencia de género, unirnos todxs en la erradicación de esta lacra social.

Fuente del articulo:  http://haikita.blogspot.com/2015/08/la-masculinidad-patriarcal-y-la.html

Fuente de la imagen: http://2.bp.blogspot.com/-0-xqPohqmqs/T5SnU0ywe1I/AAAAAAAADTA/04BpR3shlM8/s400/violencia320.png

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África Subsahariana: Desigualdad de género cuesta 95 mil millones de dólares al año

África/ Subsahariana/11 Septiembre 2016/Fuente y Autor:TeleSur

Entre los principales obstáculos para la integración de la mujer destacan las contradicciones que existen entre la legislación vigente y su aplicación.

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) denunció a través de un informe, publicado este domingo, que la desigualdad de género en África Subsahariana le cuesta a la región 95 mil millones de dólares al año, el equivalente al 6 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB), y pone en peligro el desarrollo humano inclusivo.

En el «Informe sobre el desarrollo humano en África», el PNUD analiza los factores políticos, económicos y sociales que dificultan la integración de las mujeres africanas y propone varias medidas para acabar con la desigualdad existente.

Por su parte, Helen Clark, Administradora neozelandesa del PNUD, declaró que «si se logra acabar con las desigualdades de género en el mercado laboral, la educación, la sanidad y en otras áreas, la pobreza y la erradicación de las hambrunas se podría acelerar».

Los principales obstáculos para la integración de la mujer destacan las contradicciones entre la legislación vigente y su aplicación, las normas sociales tradicionales y la falta de participación en los procesos políticos, económicos y sociales.

EL DATO: Según las estimaciones del PNUD, el incremento del 1 por ciento en la desigualdad de género en cualquier país supone una caída de 0,75 puntos en su resultado en el Índice de Desarrollo Humano (IDH).

A pesar de que los esfuerzos de los últimos años han permitido un incremento de la presencia de niñas en la educación primaria, las mujeres todavía obtienen un resultado inferior al de los hombres en el IDH debido a su escasa matriculación en la educación secundaria, su poca presencia en el mercado laboral y la alta mortalidad materna que existe en la región africana.

Con respecto al mercado laboral, el estudio asegura que solo el 61 por ciento de las mujeres africanas trabaja y que las que lo hacen reciben un salario inferior, normalmente porque están empleadas sin contrato en el sector agrícola.

En este contexto, para revertir la situación, el PNUD propone que los países organicen alianzas entre gobiernos, sociedad civil y sector privado para que la igualdad de género esté en el centro de las prioridades políticas y sociales.

Por último, Abdoulaye Mar Dieye, director para África del PNUD, dijo que debido a esta realidad y «Con las desigualdades de género actuales, lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible y la Agenda de África 2063 seguirá siendo una aspiración, no una realidad».

Fuente de la noticia: http://www.telesurtv.net/news/Desigualdad-en-Africa-Subsahariana-genera-perdidas-millonarias-20160828-0018.html

Fuente de la imagen: http://www.telesurtv.net/__export/1472400608361/sites/telesur/img/multimedia/2016/08/28/desigualdad_de_gxnero_en_xfrica_-_giacomo_pirozzi_pnud_en_benin.jpeg_1718483346.jpeg

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Argentina: El mundo necesita crear 600 millones de empleos para 2030

Es clave que el sector privado cree puestos de trabajo de calidad ante el actual ritmo de crecimiento poblacional

ElPais/08 de julio de 2016/Por: María Victoria Ojea

Los empleos son la base de cualquier economía. Y la promesa de más y mejores puestos de trabajo está en la propuesta de cualquier aspirante a presidente o jefe de Estado que se encuentre en campaña electoral. Sin embargo, se estima que actualmente hay unas 200 millones de personas desempleadas en el mundo y otra gran proporción que trabajan de manera informal.

De acuerdo al Banco Mundial, se necesitan crear unos 600 millones de puestos de trabajo para el año 2030 solo para sostener el vertiginoso ritmo de crecimiento poblacional y evitar que millones de personas caigan en la pobreza.

Así lo expresa lameta 8 de los Objetivos de Desarrollo Sustentable que el mundo se ha propuesto para 2030: “Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos.”
En la actualidad, son las micro, pequeñas y medianas empresas, especialmente en las áreas de servicios y agricultura, las que emplean a la mayoría de los trabajadores.La receta para esto, de acuerdo a los
Indicadores de Desarrollo Mundial (i), se logra con un sector privado pujante que cree empleos de calidad y sustentables y mayores niveles de productividad económica mediante la diversificación, la modernización tecnológica y la innovación, centrando la atención en sectores de mayor valor añadido y uso intensivo de mano de obra para lograr un crecimiento económico sustentable.

Por ejemplo, en América Latina y el Caribe, más del 60% de los trabajadores se desempeña en una empresa de no más de cinco empleados y la tasa de desempleo ronda un promedio del 6,6% de la población en edad de trabajar.

Mujeres y jóvenes en busca de trabajo

Pero quienes más sufren el desempleo y las disparidades en materia de salarios y oportunidades son las mujeres. Globalmente, el 55% de las mujeres participan en la fuerza laboral versus un 82% de los hombres. En muchos países, las mujeres no son remuneradas por su trabajo en negocios familiares. En la región, la tasa de desempleo de las mujeres es un 30% más alta que la de los hombres.

De manera desproporcionada, ellas están empleadas en sectores de baja productividad y en muchos casos no son remuneradas por el trabajo que realizan.

Por su parte, la población joven se enfrenta a grandes desafíos debido a la falta de experiencia y de formación, y el bajo acceso al crédito.

Si bien la tasa de “ninis” –aquellos que ni estudian ni trabajan- en América Latina está por debajo del promedio mundial del 22%, existen varios riesgos en esta población, según un estudio del Banco Mundial.

El primero tiene que ver con la productividad, justamente uno de los bastiones de la meta 8 para un crecimiento económico sostenible. El estudio revela que a medida que hay más ninis, los ingresos se reducen. Es decir, alguien que es nini hoy, dentro de 20 años, cuando esté en sus mayores años de productividad, es mucho más propenso a tener menos ingresos que quien no lo fue.

La creación de empleos de calidad seguirá constituyendo un gran desafío para casi todas las economías más allá de 2015.

Para conseguir el desarrollo económico sostenible, las sociedades deberán crear las condiciones necesarias para que las personas accedan a empleos de calidad, estimulando la economía sin dañar el medio ambiente. También tendrá que haber oportunidades laborales para toda la población en edad de trabajar, con condiciones de trabajo decentes, según la ONU.

Tomado de: http://internacional.elpais.com/internacional/2016/07/05/america/1467743156_211269.html

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Malasia: Chicos en universidades públicas motivo de preocupación.

La trayectoria de la carrera de los «perdidos» chicos debe ser considerado junto con el potencial impacto negativo sobre la delincuencia y otros indicadores sociales.

Asia/Malasia/Mayo 2016/Autor y Fuente: http://webcache.googleusercontent.com/

La matrícula de mujeres en las universidades públicas se han superado ampliamente la matrícula masculina, pero eso no quiere decir que la discriminación de género contra las mujeres ha desaparecido, advirtió Serdang MP Ong Kian Ming en un comunicado citando cifras del Instituto de Penang. «Malasia es muy lejos de los primeros lugares de los índices que miden la igualdad de género.»

Por ejemplo, dijo, Malasia ocupa el 111 de 145 en Género Global del Foro Económico Mundial Índice Gap. Sobre el género del PNUD Índice de Desigualdad (GII), Malasia hace algo mejor, llegando a 62, de los 188 países. «El hecho de que más mujeres están en las universidades públicas, en comparación con los hombres, esto no significa que la brecha salarial entre mujeres y hombres ha sido abolida,» añadió Ong. Llamó a la investigación para evaluar si la significativa diferencia de matriculación femenina-masculina en las universidades públicas se traduce en diferencias significativas en los indicadores socioeconómicos en el país. Además, subrayó, una cuidadosa atención debe ser pagado para ver si el reciente énfasis en la educación técnica y la formación profesional (FTP) fue suficiente para reducir la desigualdad de género en la educación post-secundaria.

Mientras que Malasia puede estar orgulloso de la rapidez con que la disparidad de género entre hombres y mujeres que entran en la universidad se ha cerrado, admitió, la presencia de una brecha de género en las universidades públicas inversa plantea otras preocupaciones. Estos incluyen la trayectoria de carrera de los «perdidos» chicos y el potencial impacto negativo sobre la delincuencia y otros indicadores sociales.

Señaló que las razones de la disparidad significativa y creciente de género en las universidades públicas todavía no se entienden bien en el contexto de Malasia.
Una de las razones, dijo, podría ser la brecha en el rendimiento académico entre los niños y niñas que existe desde una edad temprana.
Recordó que uno informe de UNICEF en la región encontró que las niñas de Malasia superaron a los varones en todas las materias clave como Inglés, Matemáticas, Ciencias y bahasa Malasia. «La brecha en el rendimiento comienza en la escuela secundaria inferior y se ensancha a medida que los niños crecen», citó.

En el Programa 2012 para la Evaluación de Estudiantes (PISA), continuó, Malasia fue uno de los cinco países de los 65 países que han participado en el cual los niños fueron superados por las niñas en matemáticas.
Niñas de Malasia también les fue mejor en la ciencia y lectura.Como resultado de ello, dijo Ong, las niñas abandonan la escuela secundaria a un ritmo menor que sus homólogos masculinos. «Esta brecha entre las tasas de matrícula de educación femenina y masculina aumenta desde la secundaria hasta el nivel terciario», ha lamentado.

Fuente: 

http://www.freemalaysiatoday.com/category/nation/2016/05/30/ong-missing-boys-in-public-varsities-cause-for-concern/

Imagen: http://www.freemalaysiatoday.com/wp-content/uploads/2016/05/ong-kian-ming1.jpg

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