Entrevista a Rubén Sánchez: Deconstruyendo Masculinidad Hegemónica «Los hombres tenemos que abrazar los feminismos»

Deconstruyendo Masculinidad Hegemónica
«Los hombres tenemos que abrazar los feminismos»
Entrevista a Rubén Sánchez, psicólogo y activista

Rubén Sánchez es Psicólogo, formador y activista. Desde hace 15 años atiende a mujeres supervivientes de violencia machista y forma a los distintos profesionales que trabajan con ellas.

En sus talleres proporciona pautas de escucha activa, de contención emocional y empatía, como formación especializada en la atención a mujeres que acuden a comisaría, a servicios sociales y/o cuando los profesionales deben realizar una intervención a domicilio.

En la entrevista nos hablará sobre el feminismo, la violencia machista y el patriarcado. También, sobre la influencia de la ideología en la violencia y de como darle la vuelta a todo lo que ya está marcado y construir nuevas formas de masculinidad más sanas, donde los hombres se responsabilicen de todo.

Fuente entrevista: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=236628&titular=%22los-hombres-tenemos-que-abrazar-los-feminismos%22-

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Myanmar: Las limpiezas étnicas no son cuentos del pasado

Myanmar/Diciembre de 2017/Autor: Mateo Guerrero Guerrero/Fuente: El Espectador

La discriminación contra la minoría musulmana en Myanmar ya había producido varios desplazamientos y masacres desde 1948. Este año, la historia se repitió y nadie pudo hacer nada para evitarlo.

Esta es la historia de un genocidio anunciado. “El Ejército le prendió fuego a mi casa. Dentro estaban mi suegra, de edad avanzada, y mi cuñada, que tenía dificultades mentales. Las quemaron vivas. No pudimos salir con ellas cuando los militares llegaron al pueblo”, dice una de las mujeres rohinyás que prestaron su testimonio para el informe que en febrero de este año publicó el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas. En ese momento faltaban seis meses para que los crímenes contra los rohinyás, la minoría étnica y religiosa que habitaba la provincia de Rakhine, al norte de Myanmar, protagonizara los titulares de prensa.

“Mis dos hermanas, de ocho y diez años, estaban huyendo porque vieron venir al Ejército. Las mataron, pero no a tiros; las cortaron con cuchillos”, dijo para el mismo informe la sobreviviente de un caso de violación colectiva, una niña de 14 años proveniente del mismo pueblo que, según Human Rights Watch, junto con otros cinco asentamientos habitados por rohinyás, ya tenían 820 edificios destruidos por cuenta del Ejército en noviembre de 2016.

Lejos de Myanmar, el nombre que adoptó tras su independencia la antigua Birmania, es fácil imaginar que la crisis empezó el 25 de agosto de este año, cuando los insurgentes del Ejército de Salvación Rohinyá de Arakán (ERSA) desencajaron la reputación de las autoridades del país al asestarles un golpe sorpresa a 30 estaciones de policía.

Tras un vistazo apresurado, también es posible pensar que la ira desbordada fue la principal causa de la violencia en contra de la minoría musulmana que nutre las filas del ERSA. Las cifras de la crisis, que hablan de 6.700 muertos y 650.000 personas desplazadas en menos de cinco meses, piden explicaciones más allá de una venganza ciega.

Una historia que se repite

El informe del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas no fue la única alerta temprana. Durante meses, organizaciones como el Centro Simon-Skjodt para la Prevención del Genocidio o la comunidad de académicos de la International State Crime Initiative venían advirtiendo del riesgo de que la población rohinyá fuera víctima de crímenes atroces a gran escala. No sería la primera vez.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los rohinyás pelearon codo a codo con los británicos para repeler al Imperio japonés en el sudeste asiático. A cambio, la corona inglesa prometió el fin del dominio colonial y la creación de un Estado independiente.

Como tantas otras veces, la promesa se cumplió a medias y, en lugar de restablecer las fronteras del antiguo reino de Arakán, que durante siglos fue la última frontera de la expansión del islam por Asia, las comunidades musulmanas que pelearon para tener su propio país tuvieron que conformarse con convertirse en una minoría étnica y religiosa en el interior de Myanmar, la nación que surgió tras la guerra y que aún hoy sigue siendo gobernada por representantes de su abrumadora mayoría budista.

En el año 2000, Human Rights Wahtch publicó un informe que demuestra que los ingredientes de la crisis humanitaria de hoy estaban servidos desde 1948.

Desde que Myanmar empezó a dar sus primeros pasos, el gobierno insistió en que los rohinyás eran inmigrantes ilegales. Como consecuencia, a lo largo de los años se les ha negado la posibilidad de servir como funcionarios públicos, acceder al sistema de educación o incluso movilizarse libremente por el país.

También desde el comienzo, la discriminación provocó el surgimiento de grupos insurgentes e independentistas que, en una de sus primeras y anecdóticas encarnaciones, estaban dirigidos por un tal Cassim, quien, tras ser capturado en Bangladés en 1950, dejó a sus tropas libres para dedicarse al robo y el contrabando de arroz.

La historia de insurgencia y marginalización regresó con una cara más reconocible en la década de los 70, cuando las autoridades migratorias y el ejército birmano comenzaron una operación que se conoció como Nagamin. La palabra se traduce como “rey dragón” y el programa al que estaba asignada provocó que, para mayo del 78, cerca de 200.000 rohinyás huyeran del país. Como hoy, la excusa fue la lucha contra el terrorismo y el destino exactamente el mismo: Bangladés.

La Cruz Roja no tardó en quedarse corta para atender a tanta gente y Naciones Unidas tuvo que intervenir con trece campos de refugiados. Mientras tanto, los gobiernos de Birmania y Bangladés acordaron la repatriación de los rohinyás, que sólo empezaban a cruzar la frontera cuando los refugios dejaron de recibir fondos y las raciones de comida a escasear.

Entre 1991 y 1992, el desplazamiento masivo de los 70 se volvió a repetir, esta vez con cerca de 250.000 y con la particularidad de que, en esa ocasión, Human Rights Watch reportó que el gobierno de Bangladés fue menos tolerante y empezó a realizar deportaciones forzadas.

Nada habría permitido prever las proporciones de la reciente escalada de violencia hasta 2012. En junio de ese año, los medios de comunicación birmanos reportaron la captura de tres hombres rohinyás relacionados con la violación y el asesinato de Ma Thida Htwe, una costurera de 27 años.

Poco después, un bus que iba por el municipio costero de Taungup fue detenido por un grupo de 300 budistas enardecidos. Esa noche, diez miembros de la minoría musulmana fueron linchados tras ser arrancados de los asientos en los que viajaban. Tres días más tarde, en un hecho sin precedentes que habla de la gravedad de la situación, el gobierno militar anunció la creación de un comité para investigar “los actos ilegales y anarquistas” que habían tenido lugar en la provincia de Rakhine. El Grupo Internacional de Crisis de Naciones Unidas también intervino para recomendarle al gobierno birmano que la mejor forma para evitar un rebrote de violencia era ponerle fin a la discriminación de los rohinyás. Eso no pasó.

Lo que no aprendemos de la historia

El 9 de octubre de 2016, varias personas armadas con palos, cuchillos y explosivos caseros asaltaron tres estaciones de policía en el norte de Myanmar. Decían que eran miembros del Harakah al-Yaqin (Movimiento de la Fe, en árabe). La violencia contra los rohinyás se desató.

“Los soldados me daban puños y patadas mientras gritaban ‘dile a Alá que venga a salvarte’”, se lee en otro de los muchos testimonios que la ONU recogió en su informe de febrero, cuando las alertas sobre un posible genocidio apenas empezaban a sonar.

El 25 de agosto, rebautizados como Ejército de Salvación Rohinyá de Arakán (ERSA), los insurgentes que desafiaron con cuchillos a las autoridades de Myanmar regresaron con ametralladoras y multiplicaron por diez el número de estaciones atacadas en octubre. El ejército birmano no se quedó atrás y rompió su propio récord de desplazados y víctimas mortales. La ONU definió los hechos como un caso clásico de limpieza étnica.

“He estado en República Centroafricana en dos ocasiones, en Congo, en Níger, en Honduras, en México, pero nunca he trabajado en una crisis tan grande y tan dura como esta”, dice María Simón, coordinadora de la misión de Médicos Sin Fronteras en Chittagong, la región al sur de Bangladés que ha recibido el grueso de desplazados provenientes de Myanmar.

En los campos de refugiados habita el equivalente a la población de una ciudad del tamaño de Cúcuta y a Simón se le van los días gestionando al personal médico y la llegada de camiones llenos de agua y alimentos que buscan que la crisis no se agrave por motivos sanitarios.

Con el fantasma de una epidemia a cuestas, la médica se sorprende por el modo en que, entre los campamentos hechos con plástico y bambú a lado y lado de las carreteras, los rohinyás no dan su brazo a torcer.

“Hay escuelas que están funcionando, hay pequeños mercados con tiendas, incluso hay una peluquería. La gente se adapta al medio y continúa con su vida, pese a que las condiciones son muy complicadas”, dice. Además destaca la política de fronteras abiertas que el gobierno de Bangladés ha tenido durante la crisis.

Para Tasleem Shakur, profesor de geografía humana en la Universidad de Edge Hill (Reino Unido), la actitud del gobierno bangladesí es producto de sus aprendizajes históricos. En 1971, cuando Bangladés se desangraba en una guerra de independencia que dejó 10 millones de refugiados en el extranjero y el genocidio de 3 millones de personas, ellos mismos fueron receptores del tipo de ayuda que ahora necesitan los rohinyás.

A pesar de eso, y siguiendo el mismo derrotero de otras crisis protagonizadas por los rohinyás, los gobiernos de Myanmar y Bangladés ya firmaron un acuerdo de repatriación a finales de noviembre. La idea es, por un lado, librar a Bangladés de la inmensa carga que supone la llegada de un número tan grande de refugiados y, por otro lado, permitirle a Myanmar limpiar un poco su reputación internacional. El acuerdo llega sin un compromiso claro para ponerle fin a la discriminación que sufren los rohinyás en Myanmar. En pocas palabras, hicieron todo para que nada cambie. El problema es que esta vez el precio de que todo vuelva a la “normalidad” es mucho mayor.

Con el genocidio y el desplazamiento de este año, la causa rohinyá atrajo la atención de organizaciones yihadistas. El pasado 27 de octubre, Abu Syed al-Ansari, líder del brazo armado de Al Qaeda en India, publicó un video en el que llamaba a pelear la guerra santa contra Myanmar.

Otra fuente de preocupación es el debilitamiento del Estado Islámico en Oriente Medio, lo que desde ya se ha traducido en un incremento de sus operaciones en el sudeste asiático, como ocurrió en Filipinas a finales de mayo. Ante la amenaza inminente, vale la pena preguntarse si el gobierno y el ejército de Myanmar van a seguir utilizando la misma excusa que han transmitido en inglés y birmano a través de sus medios oficiales: que todo es un caso de noticias falsas y que las fuerzas armadas no tienen nada que ver en lo que está pasando.

Fuente: https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/las-limpiezas-etnicas-no-son-cuentos-del-pasado-articulo-728742

 

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El gran negocio de las emociones

Por: Fernando Buen Abad Domínguez

Aunque hoy la agresividad publicitaria se empeña en vendernos su uso del “deep learning” como nueva Biblia de las ventas, se trata de un mecanismo de control tan viejo como la lucha de clases. Hoy se publicita como el milagro de los sensores digitales que, por ejemplo, registran movimientos musculares del rostro para detectar “emociones” que interpreta con algoritmos, es una historia que recorre los sótanos más ignotos de la inteligencia militar -de todos los tiempos- y la inteligencia corporativa del espionaje empresarial y del reino de latifundistas del clero.

Merece una indicación aparte la burrada mercantil que pretende obtener conclusiones lineales de un fenómeno tan completo y diverso como es el espectro emocional en las culturas más diversas. En todo caso es ese el pecado originalrepetitivo, hasta la náusea, en el negocio de publicistas urgidos de igualarlo todo para dar lugar a la uniformidad cuantitativa de las mercancías. O dicho de otro modo, es la lógica del vendedor que necesita muchos compradores enamorados de la misma mercancía repetida, por y para las ganancias, más allá de la Cultura y más allá de los individuos.

Para vender (muy cara) su lógica publicitaria han hecho todo género de experimentos y todo tipo de malabares tecnológicos. Se trata de vender su “gran poder” cognitivo y su destreza mercadológica para imponernos cualquier cosa con el “argumento” de que ellos pueden saber qué piensa y qué siente “la clientela”. Y sin soslayar su cinismo de espionaje (implícito y explícito) hacen de su oferta también una mercancía que es realmente un delito al que se suma el secuestro de información sin consultar y sin autorización de los involucrados. Las leyes brillan por su ausencia porque la única ley que vale es la del mercado.

Quieren que creamos, por ejemplo, que las expresiones humanas tienen comunes denominadores emocionales estándar y legibles en puntos específicos del rostro. Quieren que creamos que una sonrisa tiene iguales o similares cargas emocionales sin explicar dónde ocurre en el espectro de todas las desigualdades económicas, sociales, culturales e históricas. Tendrían que explicar su “muestra”, su marco teórico, sus fundamentos y sus objetivos o intereses de fines y de principios. Y deben hacerlo a la vista de todos porque la información sobre el comportamiento de los “compradores” no les pertenece.

Especialmente el interés de los publicistas por las emociones tiene la frontera del poder adquisitivo. Poco importa qué siente quien no tiene capacidad de compra. Tampoco importa el que no tiene capacidad para decidir sobre el presupuesto familiar. Se diga lo que se diga. Eso deja al universo de los intereses por la emociones de mercado margen reducido de la población mundial y con un descarte de género proclive al machismo. El capitalismo en persona.

No es lo mismo “big data” que “deep learning” y estos no se confunden con otros “paquetes”  en el inventario posmoderno del relato mercantil. Cada uno es sometido por la diversidad de intereses que desemboca en uno solo que es el control de las masas al servicio de su esclavitud feliz, creativa, rentable y hereditaria. Por “sæcula sæculorum”.

Así que no hay razón para creerles ni hay causales para rasgar las vestiduras creyendo que estamos en un Apocalipsis por la dominación mediática de “última generación”. Millones de personas todavía se confiesan en las iglesias y millones van al psicoanálisis que no son menos mercado de emociones que otros muchos. Con sus excepciones valiosas. No se trata aquí de negar a ultranza los logros manipuladores conquistados por el “big data” y todos los sucedáneos con su tecnología espectacular, ni de esconder sus ventas o “prestigio”. Se trata de esclarecer en qué lado de la lucha de clases opera para no llegar al equívoco de que se trata de un aporte noble y “asexuado”

Así pues, algunos venden la “big data” o el “deep learning” como si se tratase de verdades reveladas para seducir anhelos de dominación conductual, ideológica y emocional. Sueño añejo de toda dictadura. Venden la idea de que lo saben todo y de que ese saber es una llave maestra con la que, así nomas, linealmente se puede dominar a las masas. Y han hecho todo tipo de experimentos. Fundamentalmente mercantiles.

Algo similar a los que fue y es el recopilador histórico de información llamado “confesionario”. Algo similar a los métodos de espionaje barrio por barrio, taxi por taxi… La clase dominante lo ha sido también porque ha sabido apropiarse y controlar la información en todas sus escalas cualitativas y cuantitativas mientras los pueblos han sido sometidos a todo género de chantajes, miedos y extorsiones para que provea “datos” sobre lo que son, hacen, sienten, anhelan y sueñan. Desde el confesionario hasta el psicoanálisis.

Pero el discurso tecnológico en su fase digital embriaga a muchos y los convierte en clientes de falacias a granel. Hacen pasar por saberes “avanzados” viejas manías de archivo cuya conquista principal es la facilidad para mover masas se información a gran velocidad. Pero eso no las convierte el irrefutables. Por más seductor que suene un “estudio” que hubiere registrado a gran velocidad movimientos musculares en los rostros de 4 millones de personas, el hecho cuantitativo no es suficiente para obtener de ahí conclusiones verdaderas. Menos si las hermenéuticas están infectadas de origen por la lógica de la mercancía y su plusvalía. Muchos espejitos de vidrio no son la realidad por más que brillen bonito a los ojos de los mercaderes.

El universo emocional de los seres humanos ha sido ambicionado por todo tipo de audacias “controladoras”. El modelo de dominación recurrente ha sido la inducción de miedo en variedades insondables y los éxitos reportan resultados desiguales y combinados. Miedo a lo visible y a lo invisible, miedo a lo subterráneo, lo terrenal y lo extraterrestre. Miedo al mar, al cielo y a los desiertos. Miedo al microcosmos y al macrocosmos. Miedo al yo interior y miedo a todos lo seres humanos. Miedo en todas sus presentaciones y dosificaciones. Miedo pasado, presente o futuro. Miedo, incluso, por las dudas. Miedo ala clase trabajadora consciente y organizada.

Y desde luego las emociones humanas también ofrecen filones mercantiles muy jugosos porque uno de los miedos burgueses -por antonomasia- es no poder controlar lo que piensan y sienten los pueblos. Por eso proliferan los inventos tecnológicos y la saliva para venderlos. Por eso cunden los nuevos mitos del “ultra poder” de la cibernética en la fase en que se nos presenta como el nuevo demiurgo armando con ultra-sensores capaces de saber, a mañana, tarde y noche, dónde estamos, qué hacemos y qué nos place o displace. Eso incluye a los teléfonos “inteligentes”, los ordenadores de nueva generación, los televisores inteligentes y las cámaras de vigilancia.

Para que ese mito mercantil funcione a plenitud publicitaria, y se cobre mucho dinero por eso, ha sido necesario legitimar de facto el espionaje. “Big brother”, cámaras de vigilancia, organismos de inteligencia… y todo género de intromisión en la vida nuestra hasta llegar al punto de una nueva adicción narcótica basada en espiar a todo mundo mientras somos espiados con en buena parte de las redes sociales. Hay que expropiar integralmente toda esa estrategia de recolección y ofensiva con la información; desnudar sus mitos de mercado y producir una Revolución Ética (como proponía Adolfo nchez Vázquez) y a la vista de todos reelaborar sus aportes y sirva como herramienta para conocernos mejor en igualdad de oportunidades y principalmente de condiciones.

La próxima vez que llene usted un formulario de trabajo, de escuelas o de bancos. La próxima vez que responda a encuestas telefónicas breves o largas… la próxima vez que ponga “like” o “emoticones” sonría “lo están filmando” para hacer negocio con toda la información que uno provea. Eso no implica que ya tengan dominada a toda la especie humana. Grandes Revoluciones están en marcha.

Fuente: http://www.telesurtv.net/bloggers/El-gran-negocio-de-las-emociones-20170517-0003.html

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Generaciones vencidas

Por: Ilka Oliva Corado

América Latina, con sus multicolores, su fecundidad, sus Pueblos Originarios y sus mártires, es una tierra de contradicciones, entre éstas las generaciones vencidas; acomodadas en la sombra del descaro, el oportunismo y la indolencia. Generaciones que se niegan a una identidad propia y que pisotean todo rastro de memoria y dignidad.
Generaciones ineptas, adormecidas, incapaces de valerse por sí mismas. Incapaces de atreverse a crear, a cuestionar, a formular un análisis propio, que se acostumbraron a copiar y pegar; a esconderse atrás de las palabras y acciones de otras personas porque hacerlo no exige responsabilidad alguna por los actos propios. Son pues, las marionetas con las que se burla un sistema de dominación, que cada vez se cimienta más sobre la raíz inerte de los que olvidan con facilidad, porque viven flotando en una burbuja de indolencia e individualismo.

Incapaces de evidenciar y transformar políticamente el tiempo en el que les ha tocado vivir, estas generaciones se convierten en los escalones sólidos por donde trepan las clicas criminales que nos gobiernan.

Para no tomar compromiso se hamaquean en frases que repiten con fervor profundo de mojigatos en procesión de Semana Santa y, recitan pretextos con la seriedad de los cobardes. Generaciones que hacen de la poesía el peor de los ultrajes. Porque fácil es pretender no entender, carecer de conocimiento, jugar a ignorar; porque fácil es vivir de las explotación de otros.

Porque pensar por sí mismo es toda una revolución, porque expresar el pensamiento propio es una afrenta al sistema, porque analizar no es lo mismo que copiar y pegar; porque cuestionar lo que es injusto requiere sangre en las venas, porque actuar contra el abuso no es cosa de pusilánimes. Porque se pone en juego la comodidad, los favores, los contactos y los beneficios obtenidos del silencio y el encubrimiento. De la deslealtad.

Una América Latina fragmentada y mancillada por generaciones de apocados que se dejaron marcar el camino, que fueron incapaces de explorar, que se dejaron enclaustrar en un mundo de apariencias, corrupción, sobornos, abuso, asalto y consumismo. Generaciones que se negaron a sí mismas la oportunidad de diferir y la responsabilidad de objetar. Que se dejan arrastrar por una corriente de aguas negras que las deja pestilentes a sumisión.
Tan vencidas que son incapaces de reconocer y por el contrario mancillan la memoria de tantos que a lo largo de la historia les arrancaron la vida como pago por el sueño de una tierra libre y fecunda. Tan vencidas que prefieren aparentar no ver, porque observar obliga a cuestionar, a denunciar y a exigir. Tan vencidas que han tenido la capacidad de agachar la mirada o voltear a otro lado: cuando el abusador golpea, asesina y desaparece a quienes con agallas y amor han levantado la voz por los oprimidos.

Generaciones que jamás hicieron un intento por recuperar su identidad, su dignidad y su libertad. Que están tan vencidas que seguirán recibiendo migajas y creyendo todo lo que les digan quienes fabrican el sistema de dominio actual, es la verdad absoluta y la aprenderán como un hábito y un patrón que seguirán pasando a las siguientes generaciones. Haciendo de América Latina la tierra perfecta para la mancilla y la desmemoria. Mientras son cómplices y responsables de la opresión a sus pueblos, estas generaciones ignoran o pretenden ignorar que ellas también fueron mutiladas y que han perdido mucho más, porque sin dignidad la vida es un bagazo.

¿Son recuperables estas generaciones? Sí. Pero, es apostarle al delirio y se necesitan agallas de locos soñadores para recuperar la semilla y que germine.

En la locura no cabe la idea de que una golondrina no hace verano. En la resistencia habita el verde esperanza.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=229624&titular=generaciones-vencidas-

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French Guiana rejects France’s €1 billion offer, demands ‘special status’

Francia/Abril de 2017/Fuente: France 24

RESUMEN: Un grupo de protesta que ha llevado a cabo dos semanas de huelgas generales en la Guayana Francesa ha rechazado la oferta de Francia de mil millones de euros para abordar problemas sociales persistentes como «insatisfactorios» y está exigiendo un «nuevo estatus» para el territorio de ultramar. El ministro del Interior, Matthias Fekl, y el ministro francés de los Departamentos de Ultramar, Ericka Bareigts, anunciaron el sábado un compromiso renovado con el territorio de ultramar por más de 1.000 millones de euros, principalmente para proyectos de mejora de proyectos de seguridad, justicia, educación y salud. Pero el colectivo de manifestantes (Pou La Gwiyann dékolé) rechazó el ofrecimiento como insuficiente para hacer frente a los persistentes problemas sociales a los que se enfrenta la Guayana. En cambio, los activistas están exigiendo un «nuevo estatus» para el territorio, que dicen tener una relación «demasiado centralizada y demasiado vertical» con París que le ha impedido «avanzar».

A protest group that has led two weeks of general strikes in French Guiana has dismissed France’s offer of €1 billion to tackle persistent social problems as “unsatisfactory” and is instead demanding a «new status» for the overseas territory.

Interior Minister Matthias Fekl and France’s minister of overseas departments, Ericka Bareigts, announced a renewed commitment to the overseas territory to the tune of more than €1 billion on Saturday, mainly slated for projects to improve security, the justice system, and education and health programmes.

But the protesters’ collective (Pou La Gwiyann dékolé) dismissed the offer as insufficient to tackle the persistant social problems Guiana is facing. Instead, activists are demanding a «new status» for the territory, which they say has «too centralised and too vertical” a relationship with Paris that has prevented it from «moving forward».

Davy Rimane, a spokesman for the group, said the protesters are «asking the president of the Republic and the government to begin open discussions with Guyanese society on endowing our country – which is too far from the centres of French decision-making – with a special status».

Speaking on the steps of the regional prefecture in Cayenne, where activists held negotiations with the French ministers, Rimane added: «With another kind of system, we could decide for ourselves what is good for us [rather than] asking for permission for everything» from metropolitan France.

Interior Minister Fekl tried to assuage protester concerns by underscoring France’s long-term commitment to the territory.

«We know that the crisis is deep and affects an entire territory,» Fekl told the delegation of about 50 people who took part in talks at the prefecture [government representative]. There is a need for «immediate solutions, but also long-term work», he said.

Wedged between Brazil and the Atlantic Ocean, the remote French «département» [region] of Guiana, located some 7,000 kilometres from Paris, is a holdover from France’s colonial past. It is the second-largest French administrative area after Nouvelle Aquitaine but it is also one of the poorest: Its per capita income of €15,000 is less than half the average on mainland France.

The dearth of jobs and educational prospects has pushed unemployment to record highs, particularly among young people. And with the territory’s already high crime levels rising further, its disgruntled population is now up in arms. Some 10,000 people marched in the territory’s main cities of Cayenne and Saint-Laurent-du-Maroni on Tuesday – the largest protests ever witnessed in this enclave of 250,000 inhabitants.

As France’s mainland gears up for two rounds of presidential elections on April 23 and May 7, candidates from opposing sides of the political spectrum have seized upon the unrest in Guiana in a bid to boost their electoral chances. Both far-right candidate Marine Le Pen and far-left candidate Jean-Luc Mélenchon have blasted President François Hollande’s government for the strikes that have paralysed the territory.


Fuente: http://www.france24.com/en/20170402-french-guiana-rejects-france-billion-offer-demands-special-status

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Ministro cubano alerta sobre dominación cultural capitalista.

Cuba/09 febrero 2017/Fuente: Insurgencia Magisterial

El ministro cubano de Cultura, Abel Prieto, alertó este jueves sobre los efectos de la dominación cultural capitalista, principalmente a través del cine, en la formación de las nuevas generaciones.

Prieto aseguró que este medio para la dominación está ideado para que los jóvenes no piensen que su entorno puede ser transformado, y vean las desgracias del mundo, genocidios y crisis migratorias, como un fenómeno ajeno a su realidad.

Asimismo, expresó que hay que trabajar contra la maquinaria ‘educativa’ del sistema capitalista, pues en esencia, lo que hace es promover la superficialidad, con la idealización de los llamados famosos y celebridades.

En este sentido, señaló que esta fama no está asociada a la virtud, sino a concepciones superfluas, fenómeno que da paso a lo que denominó como culto a la tontería.

Uno quisiera que los jóvenes y adolescentes tuvieran entre sus paradigmas a los grandes emancipadores de este continente, acotó.

El también escritor afirmó que Cuba cuenta con mejores condiciones que cualquier otra nación para enfrentar este desafío, aunque opinó que ni las instituciones educativas ni maestros del país pueden confiarse.

Esa intervención de Abel Prieto formó parte del panel especial La historia a través del audiovisual de la Red de intelectuales en Defensa de la Humanidad, celebrado en el marco del Congreso Internacional Pedagogía 2017.

En este encuentro también participaron la ministra cubana de Educación, Ena Elsa Velázquez, y el periodista y crítico de cine Rolando Pérez.

Fuente:http://insurgenciamagisterial.com/ministro-cubano-alerta-sobre-dominacion-cultural-capitalista/

 

 

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