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Libro(PDF): «Trabajo y crisis de los modelos productivos en América Latina. Argentina, Brasil, México, Venezuela, Colombia, Chile y Uruguay»

Reseña: CLACSO

Este libro, con casos nacionales significativos de la región, continúa la reflexión colectiva de investigadores pertenecientes a varios grupos de trabajo de CLACSO, que analizan desde la Macroeconomía, la Economía y la Sociología del Trabajo el fuerte impacto que tuvieron en la década pasada los modelos de desarrollo, o más bien, las configuraciones sociales sobre el trabajo en varios países de América Latina. Permite comparar las grandes diferencias que se observan en solo una década con las que esos mismos autores describieron en el libro Trabajo y modelos productivos en América Latina: Argentina, Brasil, Colombia, México, y Venezuela luego de las crisis del modo de desarrollo neoliberal, coordinado por Enrique de la Garza Toledo y Julio César Neffa (CLACSO, 2010).

Autores (as): Julio César Neffa. Enrique de la Garza Toledo. [Coordinadores]

Fernando Urréa Giraldo. Daniel James Hawkins. Jaime Rendón Acevedo. Marcio Pochmann. José Ricardo Ramalho. Enrique de la Garza Toledo. Jorge Carrillo. Ana Karina Hernández. Francisco Pucci. Antonio Aravena. Héctor Lucena. Julio César Neffa. [Autores y Autoras de Capítulo]

Editorial/Editor: CLACSO.

Año de publicación: 2020

País (es): Argentina

Idioma: Español.

ISBN: 978-987-722-598-3

Descarga: Trabajo y crisis de los modelos productivos en América Latina. Argentina, Brasil, México, Venezuela, Colombia, Chile y Uruguay

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=1961&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1387

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«Respuestas económicas convencionales no van a funcionar»: Entrevista al nobel Paul Romer

Redacción: Semana

El economista cree que la clave para reactivar la economía azotada por el coronavirus es hacer pruebas masivas y proteger la vida de trabajadores esenciales.

Si el Gobierno quiere salvar vidas y reanudar la economía, el camino es aumentar las pruebas de coronavirus y la producción de equipos de protección, para que las personas puedan volver a trabajar, incluso si el virus está circulando. Esa es la recomendación del economista Paul Romer, premio nobel de Economía en 2018.

En una entrevista con BBC Brasil, Romer, profesor en la Universidad de Nueva York, dijo que las respuestas económicas convencionales para combatir una recesión no van a funcionar hasta que las personas puedan volver a trabajar con seguridad. «Es un desperdicio de recursos intentar que las personas vuelvan al trabajo si no se ha encontrado la manera de que sea seguro volver a trabajar», dice Romer.

Agrega que la crisis generada por la pandemia puede ser peor que la Gran Depresión «si los gobiernos no actúan rápidamente para asegurar que las personas vuelvan a trabajar con seguridad».

El economista estadounidense critica la posibilidad de crear «pasaportes de inmunidad», una opción que se ha considerado en países como Brasil y Reino Unido, para permitir la circulación de personas que se han recuperado de covid-19. Esta medida conduciría, según él, a muchas infecciones y muertes. «Esta política no tiene sentido, a menos que usted quiera que la mayoría de las personas en su economía se contagien. Entiende que algunas de ellas morirán y luego, después de eso, dejará que las personas que se recuperen vuelvan al trabajo».

coronavirusRomer insiste en la necesidad de hacer pruebas masivas de coronavirus. GETTY IMAGES-BBC

Romer, quien fue economista jefe del Banco Mundial, dice que es nuestra «obligación moral» proteger a los trabajadores esenciales que se están exponiendo al trabajar como enfermeras, médicos, policías y conductores.

«Debemos detener todas las otras actividades productivas y dedicar todos nuestros recursos a la producción de equipos de protección que estos trabajadores necesitan para estar seguros cuando interactúan con el público. No estamos luchando lo suficiente para producir el equipamiento que necesitan», dice.

A continuación, los principales apartes de la entrevista.

Usted dice que los epidemiólogos deberían centrarse en su área y señalar la cantidad de pruebas necesarias para volver a la normalidad. ¿Qué cree que ellos están haciendo mal y en qué escenario cree que es posible volver a las actividades?

Si podemos hacerle pruebas a más gente, eso va a salvar vidas y nos ayudará recuperar la economía. Algunos funcionarios públicos responsables de la salud y algunos epidemiólogos dicen que no es factible diagnosticar a más personas, que nunca lograríamos hacer eso.

Ellos quieren recomendar otras políticas para contener la pandemia, y eso está bien. Pero no tienen el conocimiento necesario para descartar una política basada en pruebas argumentando que «no importa si eso va a contener la pandemia, ya que nunca la adoptaremos; entonces, para qué pensar en ello».

mueres cosiendo.Para Romer es prioritario aumentar los esfuerzos en la producción de equipos de protección personal. GETTY IMAGES-BBC

¿Usted cree que pronto habrá capacidad para hacer muchas pruebas? ¿Es factible?

Si diagnosticamos a las personas y aislamos a los contagiados podemos, al mismo tiempo, contener la pandemia y proteger a los trabajadores que ya están trabajando (en actividades esenciales), además de aprender cómo hacemos para que más gente vuelva al trabajo.

¿Y quién puede determinar cuántas pruebas se necesitan y decir si es factible?

Es un cálculo muy simple: una buena tasa para trabajar en este momento es la capacidad para diagnosticar a toda la economía cada dos semanas. Para obtener la cantidad de pruebas necesarias por día en este escenario, divida la población por 14.

trabajador de la salud.Romer afirma que es fundamental proteger a los trabajadores esenciales, como aquellos que trabajan en los hospitales. GETTY IMAGES-BBC

Países como Reino Unido y Brasil han planteado la posibilidad de crear «pasaportes de inmunidad». ¿Usted está de acuerdo?

Esta política no tiene sentido, a menos que usted quiera que la mayoría de las personas en su economía se contagien. Entiende que algunas de ellas morirán y luego, después de eso, dejará que las personas que se recuperen vuelvan al trabajo. Esa política conducirá a muchas infecciones y muchas muertes.

Mi propuesta no es hacer pruebas para ver quién se recuperó de la enfermedad. Yo me refiero es a hacer pruebas para ver quién está contagiado. Si usted está infectado, debe estar aislado. Esa es la diferencia entre la prueba de anticuerpos, que puede decir si la persona se ha recuperado; y la prueba de virus, que comprueba si alguien está enfermo o infectado.

¿La solución a esta crisis puede estar en «imprimir dinero», como han sugerido algunos economistas?

Las respuestas económicas convencionales para una recesión no van a funcionar hasta que las personas puedan volver a trabajar con seguridad. Es un desperdicio de recursos intentar que las personas vuelvan al trabajo si no se ha encontrado la manera de que sea seguro que ellas vuelvan a trabajar.

coronavirusRomer sostiene que propuestas como los «pasaportes de inmunidad» no tienen sentido. GETTY IMAGES-BBC

En la producción de equipos de protección individual, ¿es papel del Gobierno dar algún tipo de estímulo?

Es muy importante que el Gobierno haga disponibles los equipos de protección individual de la manera más amplia posible y a bajo costo. Esta es la razón: hay personas que ya se van a trabajar (enfermeras, médicos, policías, conductores de ambulancias) y están expuestos al riesgo de infección y muerte. Si les pedimos que hagan estos trabajos por nosotros, es nuestra responsabilidad y obligación moral protegerlos de la mejor manera posible.

Para esto hay que detener todas las otras actividades productivas y dedicar todos nuestros recursos a la producción de equipos de protección que estos trabajadores necesitan para estar seguros cuando interactúan con el público. No nos estamos esforzando lo suficiente para producir el equipo que necesitan.

Otra cosa que no estamos haciendo es examinar a estos trabajadores para que, si un agente de policía está infectado pero sin síntomas, podamos asegurarnos de que no vaya a trabajar e infecte a muchos otros agentes. Necesitamos proporcionar equipos para la protección de los trabajadores esenciales y hacerles pruebas con frecuencia, quizá todos los días, para asegurarnos de que no se lo transmiten a sus colegas.

domiciliariosMuchas personas deben seguir trabajando a pesar de las restricciones. GETTY IMAGES-BBC

¿Y cómo podría el Gobierno estimular esta producción que, usted dice, debe ser amplia y a bajo costo?

Si el Gobierno destinara el dinero a la producción de equipos de protección, si el Gobierno dedicara el dinero a la expansión de nuestra capacidad de hacer pruebas, tendríamos más equipos de protección y tendríamos más pruebas. Es la curva de la oferta: cuanto más estés dispuesto a pagar, más recibirás. Si no pagamos más, no recibiremos más, y esto significa que no podremos proteger a nuestros trabajadores esenciales.

A las personas se les cobra mucho por ahorrar en tiempos difíciles. Pero vemos muchas grandes empresas que, con dos meses de crisis, recurren al Gobierno. ¿Deberían esas empresas recibir ayuda del Estado? Y las grandes compañías que recientemente adoptaron programas robustos de recompra de acciones, ¿deberían los contribuyentes salvarlas también?

El primer paso es: si una empresa necesita más recursos para sobrevivir, debe vender más acciones. La forma en que una empresa obtiene más fondos es vendiendo acciones. En vez de volver a comprar acciones, que es una manera de deshacerse del dinero, la empresa necesita vender acciones. Así, la primera cosa que el Gobierno debería decir es: no se presta dinero a las empresas que se estaban deshaciendo de todo su dinero hasta que hagan lo contrario y comiencen a vender más acciones para conseguir más dinero.

¿Existe un paralelo entre esta crisis y la Gran Depresión?

Creo que puede ser tan mala como la Gran Depresión. Si los gobiernos no actúan rápidamente para garantizar que las personas puedan volver a trabajar de manera segura, podríamos tener una crisis económica peor que la Gran Depresión.

Gran DepresiónRomer advierte que la crisis del coronavirus podría ser tan grave como la Gran Depresión de 1930. GETTY IMAGES-BBC

¿Puede esta crisis cambiar la desigualdad entre países y dentro de los países?

Todas estas preguntas son importantes, pero no son tan urgentes como las dudas que enfrentamos sobre cómo salvar vidas, especialmente las de los trabajadores esenciales, que mueren incluso mientras aplicamos nuestra política de cuarentena y aislamiento social.

¿Un posible cambio a nivel de comercio internacional después de la pandemia también es una cuestión secundaria?

Insisto en que simplemente no podemos centrarnos en ningún otro problema hasta que nos enfoquemos en este tema de gastar dinero en cosas que salvarán vidas: equipos de protección y pruebas.

Fuente: https://www.semana.com/mundo/articulo/coronavirus-entrevista-a-paul-romer-premio-nobel-de-economia-sobre-covid-19/665897

 

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Trump y su cataclismo económico-sanitario

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Coronavirus: avances de reflexiones desde la cultura de paz y la noviolencia

Por: Pietro Ameglio

I- Ya no hay dudas: la raíz neoliberal pone en riesgo real a la especie humana

Estamos ante la mayor crisis global humanitaria -en cuanto a la totalidad de afectados directamente- de la historia universal: no hay una persona de los 7500 millones de habitantes del planeta que esté libre de ella. Sus consecuencias irán mucho más allá de la coyuntura, no será algo que “va a pasar pronto si nos aplicamos”, sino que -en gradaciones distintas según las realidades- quedarán potencialmente instaladas acciones, valores o tendencias hacia nuevas formas en los estadios del Orden Social. Se ha instalado casi uniforme y globalmente una “supra-normalidad” ante la emergencia, que se pregona como pasajera aunque no se tiene idea de su temporalidad, pero la “normalidad” que volverá después ya no podrá ser idéntica a la que le antecedió, en aspectos de fondo de cultura-economía-política-sociedad, aunque los conflictos sociales previos seguirán estando allí y deberán enfrentarse. En el caso mexicano, por ejemplo, donde las cifras normalizadas de muertes y desapariciones por la violencia son elevadísimas desde hace más de una década, la guerra de exterminio masivo y selectivo no se ha detenido: el sábado 4 de abril hubo 52 asesinatos (La Jornada, 5-4-20); fueron victimados selectiva y representativamente en estos días el alcalde Obed Durón de Mahahual (Q.Roo), la periodista maría Helena Ferral de Papantla (Ver), y los activistas sociales Isaac Medardo en Jiutepec (Morelos), Benito Peralta en Texcoco (Edomex) y en este preciso momento a Adán Vez Lira, ambientalista de Actopan (Ver).

De fondo en esta crisis, lo primero que ha quedado desnudado es nuestra fragilidad como especie, como sociedades y como individuos, en lo biológico, económico, geográfico, ambiental, en el modelo del mal llamado desarrollo…con la particularidad que toda esta toma de conciencia se ha dado al mismo tiempo. ¡Un absoluto estado de shock! Creíamos vivir en un mundo casi de “seguridad total” para muchas clases sociales relativamente acomodadas, y descubrimos, en cambio, que la única totalidad existente es la inseguridad.

Intentaremos sólo “pensar en voz alta”, desde algunos conceptos básicos de cultura de paz y noviolencia, aunque estas dos ideas estén totalmente relegadas hoy ante las 4 “S” que marcan el orden social: Sobrevivencia-Seguridad-Salud-Solidaridad. Claro que todavía no sabemos nada muy real, son sólo especulaciones, hipótesis, dudas y preguntas recogidas y compartidas por otros muchos más, pero puede ayudarnos el plantearse algunos “inobservados sociales” presentes y futuros.

Como premisa, ha emergido mundialmente, sin discusión, la importancia -ahora sí vital- de guiar acciones y políticas claves del orden social a partir del conocimiento científico de rigor, y la necesidad de ser solidarios con los demás miembros de la especie, pues ahora sabemos que la sobrevivencia no es sólo un acto individual. Es indiscutible la necesidad, urgencia y obligación moral y física de seguir las indicaciones científicas ante el virus en su cura, prevención y propagación: quedarse en casa, higiene total, sana distancia, atención especializada hospitalaria…También es cierto, e importante, tomar conciencia de que puede haber matices o divergencias en las opiniones científicas, y hay que ser capaces de construir conocimientos comparados e integrados. Uso adrede la palabra “conocimiento” -exige procesar y contextualizar la información- para distinguirlo de la simple “información”, pues ésta sola en sí misma -aunque sea en grandes volúmenes- no es suficiente, y por el contrario muchas veces está construida desde el poder y los medios, para que precisamente la gente se sature, desanime, aterrorice, obedezca ciegamente y no entienda la verdadera realidad.

A su vez, el neoliberalismo ha “quedado desnudado” frente a la totalidad de las poblaciones, en sus mentiras o medias verdades en cuanto a la perversidad de colocar al libre mercado y las ganancias -de minorías- frente a las grandes necesidades de las masas y el medio ambiente, generando y ahondando permanentemente las desigualdades sociales. Se está evidenciando que se trata de un modelo económico que pone en riesgo la continuidad de nuestra especie. Y agregaría con poca esperanza, que cada vez es más evidente que con este modelo de desarrollo y devastación ambiental y humana, estas crisis biológicas, humanitarias, sociales y económicas ya no podrán detenerse y serán cada vez más cíclicas. El Covid-19 en su origen tocó y desnudó una de las bases más profundas del sistema capitalista actual, como bien sostiene una activista mexicana en EU: la alimentación animal. Fue transmitido por una mutación animal a humana, en un mercado de animales. En el modelo de nuestra alimentación, ligada íntimamente a la devastación ambiental del planeta, está unas de las raíces más centrales, degradadas y peligrosas para la sobrevivencia de la especie. Ahora eso ha quedado mucho más evidente, y no se toca ese problema para nada en todas las discusiones políticas y mediáticas, porque no se está dispuestos a poner en tela de juicio ese aspecto. He ahí una lucha fundamental para la etapa que seguirá, porque ahora ya sabemos que no es sólo una postura elitista de pocos conscientes, sino de sobrevivencia.

¿Creemos verdaderamente que con la vacuna acabarán estas mutaciones de virus? Así llegamos a una pregunta más profunda, ineludible, con la que tendremos que acostumbrarnos a convivir: ¿qué nos garantiza que en los próximos meses no habrá otra mutación de virus, igual o peor? Creo que, en este sistema y desarrollo es más probable que sí a que no. Estamos entrando tal vez en otra etapa de la humanidad en la relación dialéctica y biunívoca entre ser humano-naturaleza, y si no se realizan cambios de fondo en nuestro modelo actual, la que aumentará no será sólo la curva de muertos por región o país, sino la de la destrucción de la especie en su conjunto.

Una de las mayores banderas neoliberales sacralizada -las privatizaciones- constituye una de las principales causas de esta catástrofe humanitaria que vivimos: se han desmantelado mundialmente los sistemas de salud pública por décadas, y ahora no hay capacidad de ningún tipo para atender tantos casos a la vez. Otra gran debacle de este sistema-mundo, está en la fragilidad y precariedad de su aparato industrial y laboral flexible, donde la crisis de desempleo, comercio, servicios y producción será pronto inimaginable, con las debidas consecuencias inmediatas en hambre y violencia masiva. En un país como México, sumido en una guerra de más de diez años por el monopolio del delito organizado en cada poblado, imaginemos lo que eso puede significar para una sociedad donde, como dicen investigadores de la Unam: “el narcotráfico es el que genera más empleos: 600 mil” (La Jornada, 17-7-11).

Asimismo, uno de los dos principales motores industriales del capitalismo, y ejes de la cultura de seguridad que instala, es el armamentismo, donde se busca vayan las mayores inversiones de los países. Ahora nos preguntamos, ¿de qué sirven esas inversiones descomunales frente a nuestra sobrevivencia y cotidianidad? Como bien dice una valiosa activista norteamericana: ¿Cómo es posible que gastemos tanto en Defensa y estemos tan In-Defensos?

Para concluir con la evidencia demoledora de la in-humanidad e irracionalidad del desarrollo capitalista neoliberal, estamos asistiendo a la construcción de la mayor “mercancía” de su historia en cuanto a cantidad de gente y consumo: la Vacuna contra el Covid-19. ¿Habrá una persona en el mundo que no la compre? Más aún bajo sugerencia -u obligación- de gobiernos y científicos. ¿Podemos imaginar 7500 millones de humanos comprándola aterrorizados el mismo día? Parece una escena de novela de ciencia-ficción, pero es totalmente real. La vacuna -en un realismo extremo-, es el único medio que realmente podría garantizar que se detenga esta pandemia, porque las otras medidas, tan necesarias, son para mitigarla pero no para detenerla, algo que aparece casi imposible con los niveles de pobreza, hacinamiento, insalubridad de las grandes mayorías de la población mundial.

Por otro lado, en la posmodernidad que vivimos pocos piensan en la sobrevivencia o extinción humana como especie, pues la mirada profundamente individualista está sobre todo dirigida a lo que afecta mi extinción y la de mi entorno. Esta crisis nos ha obligado también -por su carácter global e interdependiente- a pensar más como especie interrelacionada y coligada: lo que pasa en el otro extremo del planeta me afecta, en una Coligación de Destinos para la vida o la muerte. Se está produciendo así un cambio en la idea colectiva de Otredad, y podría entonces estarse tomando conciencia de una nueva dimensión más incluyente de la otredad e individualidad globalizadas. Ya sabemos que el hecho que yo me cuide y cure no es suficiente para mi sobrevivencia ni de la gente cercana, porque si los otros no lo hacen o no pueden hacerlo por sus condiciones sociales, mis cuidados no detendrán en absoluto la pandemia. Mi destino vital depende y está íntimamente ligado al de los otros.

Una de las claves de este proceso de otredad, central en temas de cultura de paz, ha sido la “Proximidad” del hecho social con lo más primario de nuestra identidad: su sobrevivencia; no existe nadie en el planeta que no se sienta en peligro, lo sepa o no. Aunque paradójicamente la mejor proximidad sea la Lejanía. Además, no hay duda que la proximidad de un sufrimiento es lo que más cambios genera en cada uno: la comunidad científica, organizaciones de todo tipo, millones de personas (entre ellas recientemente Greta Thurnberg y su movimiento) han estado por décadas alertando sobre las consecuencias irreversibles para nuestra especie del Cambio Climático, o de una catástrofe nuclear, dos hechos mucho más riesgosos para la especie que el coronavirus, pero pocos les han hecho caso, y menos los gobiernos.

II-¿Encerrarse en casa o pasar hambre? Un problema no sólo de salud sino de principio de realidad y clase social

Profundicemos ahora, con humildad y sin certezas, acerca de algunos aspectos y valores de la cultura de paz y noviolencia que se están observando en este proceso humano global de sobrevivencia-seguridad-salud-solidaridad que nos atraviesa, en el sentido de qué está pasando en el orden social y hacia dónde pueden derivar esas tendencias.

1- Debe notarse que se ha instalado con una enorme fuerza y unanimidad la “Obediencia a priori a la autoridad” -gobiernos y especialistas científicos-, ante el valor supremo de la sobrevivencia y la seguridad. Cierto es que seguir las indicaciones consensadas de los científicos es la única garantía de una lucha efectiva contra este enemigo mortal, y, a su vez, los estados y sus gobiernos son los únicos capaces de lograr la cohesión necesaria para esta acción de “totalidad masiva”. Nadie discute esto, ni propone lo contrario en absoluto. La mayoría de las acciones son necesarias y positivas para el 3er estadio (Piaget) de la co-operación social (igualación y respeto mutuo), pero son instrumentadas desde una cultura del 2° estadio (egocentrismo y respeto unilateral), por varias razones históricas comprensibles de cohesión social en cada realidad, además profundamente presionadas por la emergencia vital, el terror, la prisa de acción del contagio y la letalidad del virus. Eso está claro y aceptado en la coyuntura presente; pero siempre hay algo más adelante para reflexionar…

A su vez, también es cierto que, como concepto y valor de fondo, éste de la “obediencia a priori” representa todo lo opuesto a la tradición y conocimiento de la cultura de paz, noviolencia y autonomía, por lo que exige una reflexión más compleja que decir simplemente que sólo se trata de una excepción temporal por ser una emergencia, que al ser un enemigo tan ignoto, violento e invisible, no queda más que la sumisión a esa “Orden masiva de fuga” (E. Canetti). Sobran experiencias en el orden social donde ha quedado instalado ese valor de obediencia, en aras de la excepcionalidad, y luego es transferido en el futuro inmediato a formas de “sumisión” y “disciplinamiento” de gran inhumanidad. O sea, este proceso inevitable y científicamente consensado de vuelta de tuerca en la cultura de “obediencia a priori a la autoridad”, militarización de los espacios públicos ahora en nombre de la sobrevivencia…podría quedar socialmente instalado mucho más allá del coronavirus. Por ello, nos parece importante no reproducir mecánicamente, por la emergencia y terror, sólo estas formas de obediencia sino sobre todo una “Obediencia Consciente y con Conocimiento” científico plural y comunitario, organizada colectivamente. No debemos dejar sólo en manos del fortalecimiento estatal -ahora parecería necesario sólo temporalmente, pero es una temporalidad que podría ser muy larga pues no tiene fin visible-, ya que se trata sobre todo de un problema colectivo, no sólo de expertos y autoridades en quienes delegar un “respeto ciego unilateral”.

2- El fenómeno cultural y social de fondo que está creciendo es el Aterrorizamiento Social: cada vez más el miedo se va convirtiendo en terror, ante un enemigo invisible, desconocido, inversamente poderoso respecto a su tamaño, imbatible hasta ahora, letal. En el imaginario colectivo, en los medios y los discursos, las curvas empiezan a sobreponerse -se borra su frontera-, la de los contagios se convierte también en la de las muertes, aunque existan diferencias muy grandes entre ambas, desaparece la curva de los recuperados en las comparaciones y análisis. Se construyen permanentes ”ruidos mediáticos” de confusión, por comparaciones sin el mínimo principio de realidad entre países tan diversos como distantes en todo sentido, promoviéndose mecánica, mesiánica e infantilmente medidas de una realidad para otra. ¿Por qué se habla tan poco de los avances de la vacuna?

¿Cómo se combate el terror? Con un “principio de realidad” medible y empírico -distinguiendo las curvas, cifras, tendencias y realidades nacionales, por ejemplo-, y con el verdadero conocimiento científico, que ahora coincide con la necesidad imperiosa del Encierro. De esto no hay dudas. Pero no es lo mismo un encierro de aterrorizamiento y egocéntrico, que uno solidario y constructivo. Además, el encierro es una medida que corresponde sólo para una cierta clase y realidad social; en México -por ejemplo- con la mitad de la población económicamente activa que vive del comercio informal y al día, cómo se le va a pedir a la gente que se encierre, sería como decirles “no coman”. Asimismo, en todos los países del mundo hay miles de millones de personas que viven en espacios físicos, sin agua o de violencia intrafamiliar completamente imposibles de estar encerradas -ni siquiera por horas- o directamente viven en la calle. ¿Qué tipo de encierro y políticas de apoyo se proponen para esta gigantesca porción de nuestra especie?

El encierro, la tecnología a distancia, son medidas indispensables pero que, ni por asomo, pueden hacerse extensivas en forma real y uniforme a la mayor parte de la población mundial, y menos en nuestros países latinoamericanos, africanos y asiáticos. Sin darnos cuenta, hemos normalizado y generalizado el relato mediático oficial-científico, que por supuesto que es altamente indispensable de hacer, pero es también en parte una gran “ilusión social”. Este modelo difundido como la gran panacea de lucha contra el coronavirus es también una burbuja y encierro de clase social, inalcanzable para las grandes mayorías, y que colaborará justamente a aumentar la distancia entre clases sociales, y a ir aumentando la curva de mortandad cada vez más hacia los sectores más pobres e indefensos, para quienes no existen alternativas reales de cuidado preventivo, más que ir a un hospital saturado cuando ya esté contagiado. Y paradójicamente, los más pobres sostendrán –a riesgo incluso de sus vidas-nuestros servicios de encierro: empleados de la basura, supermercados, tiendas, policía, ejército…Para ello, sería muy importante empezar a considerar en las curvas de contagiados y fallecidos, también su identidad social y situación económica.

3- En cuanto a la cotidianidad, lo normal es lo excepcional: quedarse en casa. En un mundo de la mayor Movilidad social que nuca se detiene, se ordena la In-Movilidad. La rutina da la cotidianidad se impone en un mundo que busca permanentemente la Novedad. Todos los días parecerán cada vez más iguales entre sí, al no haber un trabajo en lo externo, espectáculos colectivos, vida social, diversiones, deportes…

En este aspecto está habiendo también un gran desarrollo de las Relaciones Virtuales, de la tecnología a distancia: clases, conferencias, reuniones de empresarios, políticos, científicos, juegos, compras, etc. etc. Un medio que puede aislar y encerrar, como pasa socialmente hoy a gran escala, ahora está sirviendo también para comunicar realmente, para pensar colectivamente, para solidarizarse, para romper el encierro físico, mental y espiritual. Se está así adelantando en los tiempos y en lo masivo, una etapa de la humanidad hacia la que vamos inevitablemente. Pero se trata también de una realidad de exclusión social pues una gran mayoría de la humanidad no tiene ni mínimamente los medios digitales para poderse comunicar así, y quedarán más aislados aún.

El Estrés de todo tipo, por su parte, nos está arrojando a todos en un nivel de incertidumbre brutal, por la impotencia en la propia salud y la de los seres queridos, por la Indefinición Temporal de la crisis, por la inestabilidad laboral…

4- A su vez, todo está sucediendo a una Velocidad demasiado alta, en el cambio de fases, nuevas medidas, etapas…estamos en un permanente estado de Shock (N. Klein), donde no hay tiempo de pensar, organizarse, ante la “lluvia de órdenes como flechas” (E, Canetti). Preguntar o reflexionar puede ser visto enseguida como “egoísmo total”, “atentar” contra los Otros y la especie, traicionarlos, ideologización, estupidez, pero nada más alejado. El conocimiento conciente y la reflexión son la primer arma contra el coronavirus. La velocidad se impone, aunque la medicina obligada sean la In-Movilidad y la Des-Movilización.

5- Se está experimentando también un gran desarrollo mundial en la tecnología digital de la Vigilancia, donde habrá un “salto de calidad” notable, igual que sucede en las guerras con la industria armamentista. Esta es una guerra viral. Puede quedar totalmente normalizada -en aras de la seguridad y la sobrevivencia- la “vigilancia sobre y bajo la piel” (Yural Noah, Finantial Times, 19-3-20). Asimismo, como bien describe el filósofo coreano Byung-Chul Han (El País, 23-3-20), en China y Corea para disminuir la pandemia ha existido un control difícil de imaginar en occidente y casi total de cada persona en sus datos, celular, movimientos, edificios que visita, etc.

6- Por otro lado, los estados y sus gobiernos representan la única forma social e institucional capaz de aglutinar y disciplinar a la gran mayoría de la sociedad, para el cumplimiento estricto y simultáneo de medidas sanitarias y de seguridad, avaladas por la comunidad científica local e internacional. El medio usado, en menos o mayor grado según la cultura e historia nacional, ha sido a través de órdenes estrictas. Sobre la urgencia de esto no hay mayor discusión. Pero, asimismo, estamos ante la paradoja histórica y social que autoridades con muy poca legitimidad y muchos cuestionamientos morales públicos -empezando por Trump pero hay una larga fila, por ejemplo, de América Latina, Filipinas…- aparecen casi como héroes que nos salvan, que se preocupan por nosotros, abnegados, decididos, con gran poder público y militar, que hasta arriesgan su vida para salvarnos (una excepción sería el presidente Lenin Moreno de Ecuador, fugado a las Galápagos). Estos estados y autoridades –que estaban tan decadentes hace décadas- son los que hasta ahora verdaderamente se han empoderado con esta crisis.

Así, muchos gobiernos ilegítimos, junto a las mayores trasnacionales farmacéuticas totalmente cuestionadas, son los líderes de nuestra “salvación” como especie: los responsables de impulsar el descubrimiento del “arma exterminadora” y la gran “mercancía capitalista”: la vacuna contra el Covid-19. Algunos de los peores sujetos políticos en cuanto a legitimidad y violencia, están colaborando a construir un arma exterminadora, con toda la población encerrada en su espacio privado, aterrorizada y atomizada en obediencia ciega…suena a película de pesadilla social…Y lo peor es que “no hay de otra”. Su escudo, y el nuestro, es que están ellos también “obedeciendo ciegamente” a los científicos rigurosos, al menos en esta etapa.

Por otro lado, ver las calles con Ejército y Policías como nuestros guardianes, en algunos países incluso como ejecutores de las órdenes de castigos ejemplares por desobedecer mandatos de encierro, es también -en parte- inevitable y hasta se agradece su trabajo valiente y generoso, pero no deja de ser algo riesgoso en el contexto anterior de muchas realidades humanas de pueblos en resistencias sociales y civiles, luchas por la justicia y los ddhh, luchas contra el neoliberalismo y por el medioambiente.

7- Finalmente, observamos entonces, que no es sólo un tema de salud pública, sino también de construcción de cambios en el orden social existente en cuanto a nuevas Identidades Sociales, nuevas formas de Ciudadanía y Ciudadanización. De este proceso, podría salir la Sociedad Civil empoderada, pero quizás también suceda lo contrario, saldrá reforzado el poder estatal con una vigilancia omnipresente sobre la población, a través de sus ejércitos y policías, dejando luego de lado las opiniones de la comunidad científica, como casi siempre han hecho, cuando ya no les sea funcional. La sociedad civil no se va a fortalecer si la gente no se une y organiza, y en ese sentido resultan alentadoras y algunas heroicas las muchas experiencias de solidaridad humana y profesional, así como acciones para romper el encierro, que están habiendo cada día en todo el mundo.

Para que ello suceda, creemos que podría tal vez ayudar el impulsar procesos sociales -además de la solidaridad total con las medidas solicitadas por gobiernos y científicos- que permitan regredir situaciones de aterrorizamiento a tener sólo temor y prudencia controlados (que ayudan a protegerse y proteger, a defenderse); a obedecer en forma consciente con conocimiento y toma de conciencia de lo que realmente sucede en nuestra realidad y en el contexto mundial; a organizarse lo más colectiva y horizontalmente posible en conjunto con las autoridades.

Fuente: https://desinformemonos.org/coronavirus-avances-de-reflexiones-desde-la-cultura-de-paz-y-la-noviolencia/

Imagen: https://pixabay.com/photos/environmental-protection-326923/

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Qué la pandemia no agrave los sufrimientos populares

Por Julio C. Gambina

Antes de la pandemia por el coronavirus la situación de la mayoría de las trabajadoras y los trabajadores, las/os regularizadas/os o las/os que no lo están, las/os activas/os y pasivas/os, era grave, en términos de ingresos y acceso a derechos. Es una característica de este tiempo del capitalismo y la ofensiva capitalista, neoliberal, construida desde la salida de la crisis de los setenta del siglo pasado, que se manifiesta en caída de los salarios e ingresos populares, flexibilización y precariedad laboral, con empobrecimiento ampliado de los de abajo. La tendencia, más allá de algunos intentos por contener los regresivos efectos sociales, en el país y en el mundo, confirma un retroceso en las condiciones de vida de la mayoría social por casi medio siglo, y con impacto negativo sobre la naturaleza, afectada por el extractivismo exacerbado y el saqueo de los bienes comunes.

Esa “normalidad” no nos satisfacía y no queremos a ella volver, sin embargo, la presencia del virus corona y agrava los efectos regresivos sobre la población empobrecida, incluso, afectando a sectores de ingresos medios y altos, que claman contra ciertas medidas preventivas de aislamiento. El tema es el cierre parcial, bastante extendido, de esferas de la producción y la circulación de bienes y servicios, con su impacto limitante en el acceso a la satisfacción de necesidades elementales. Volver a la normalidad es el reclamo que se instala en cierto “sentido común”. Nos parece interesante discutir el tema relativo a que “normalidad” es aquella a la que se pretende volver. Por ejemplo, en aras de la “normalidad” se negocian salarios a la baja para mantener empresas, afectando desde el 30 al 70% de los ingresos salariales previos a la pandemia. Es sin duda un ajuste, tal y como ocurre con el ascenso de los precios, especialmente de los alimentos, medicamentos y otros bienes y servicios que integran la canasta básica. Para el caso argentino, más allá del congelamiento de tarifas y combustibles, entre otras disposiciones para evitar subas de precios, la última medición del INDEC explicita una nueva escalada de una inflación que venía en retroceso desde diciembre 3,7%; enero 2,3%; febrero 2% y que escala en marzo con el 3,3%[1], incorporando nuevas incertidumbres sobre el futuro cercano.

La política pública asistencial en materia de alimentos y de ingresos monetarios intenta morigerar los efectos dramáticos sobre una mayoría empobrecida, que no puede resolver en la emergencia la reproducción de una cotidianeidad de subsistencia. Un tema adicional son los problemas logísticos del abastecimiento que no llega a todos los territorios, e incluso, se agrava con la evidencia de compras amañadas y sobreprecios. Por ello, no debe sorprender que ante las insatisfechas necesidades emerge la protesta e incluso la movilización pese al aislamiento, caso visible ante cesantías; pero también la solidaridad vía ollas populares, comedores en las barriadas y formas de asistencia comunitaria auto gestionada. La demanda por “resolver” estimula perspectivas críticas de desobediencia o movilización. En algunos casos, esta perspectiva es utilizada por el discurso de los sectores hegemónicos que inducen un fin apresurado de las medidas de prevención que involucran a la cuarentena. Es fuerte la presión empresaria para terminar con el aislamiento, que actúa sobre la realidad de necesidades insatisfechas en buena parte de la población empobrecida.

Por eso se necesitan medidas de política económica que vayan más allá de la emergencia y la subsistencia para empezar un camino de transformación en la producción y circulación de bienes y servicios. Una orientación hacia una nueva “normalidad”, diferenciada de la lógica de orden económico en que estábamos antes de la COVID19. Un punto de partida proviene de la cuarentena comunitaria, de esa parte de la población que no puede por condiciones objetivas cumplir con el aislamiento obligatorio. A estos sectores y espacios territoriales debe llegar asistencia financiera, material adecuado, incluso medidas y medios de seguridad sanitaria, formación y asistencia técnico profesional suficiente, que permita encaminar la producción material para el autoabastecimiento y la generación de producción social al entorno cercano, incluso más allá. Esa será la base de un plan más amplio que organice la producción y circulación de bienes y servicios hacia otra “normalidad” del orden económico social. Un plan que articule el saber popular con el profesional y que hoy recorre experiencias autogestionarias en todo el país.

¿De dónde saldrían los recursos?

La propia situación mundial está orientado el debate hacia inusitadas medidas, que en otro tiempo podían parecer imposibles. Los propios organismos internacionales están llamando la atención para flexibilizar restricciones fiscales o monetarios de los países ante la COVID19. Se demandan urgentes disposiciones relativas a la recomposición de la capacidad de atención de la salud pública y a una orientación estatal de la inversión en desarrollo científico y tecnológico relativo a la sanidad y a la emergencia. Más que achicar el déficit, las propuestas se orientan a relajar la contención del gasto público.

Es la caída de la producción mundial la que impone flexibilizar las restricciones a la emisión, que era y es norma sagrada entre los cultores de la corriente principal del pensamiento económico. Esta flexibilización de la política económica se verifica en los principales países del capitalismo mundial. Solo EEUU aprobó un paquete inicial de 8 billones de dólares más flexibilizaciones crediticias y subsidios. En el mismo sentido y en proporción relativa avanzaron Europa, Japón e incluso China. Se trata de una flexibilización relativa a contramano de una verdad sostenida por la ortodoxia monetarista, impuesta por la realidad del impacto económico y social de la situación de crisis.

No solo emisión, sino impuestos extraordinarios a los sectores más acomodados. La difusión de estudios sobre la desigualdad extendió el consenso para aplicar una tributación que achique la brecha de ingresos y riqueza. En Argentina empezó el debate, estando aún pendiente el alcance de los sujetos de la imposición y el monto a tributar, el que debe calibrarse en función de las necesidades de la emergencia y el plan de transformación productiva requerido y antes mencionado. Es obvio que los presuntos sujetos del impuesto despliegan una campaña crítica, intentando legitimar su papel de esenciales a la hora de definir el proceso productivo, invirtiendo la lógica teórica de que el capital es producto del trabajo humano.

La propuesta realizada a los tenedores de bonos de la deuda pública externa de legislación extranjera en estos días, habilita la discusión del uso de los recursos públicos, especialmente por los tres años de gracia en pagos de capital e intereses que promueve. Esta propuesta, como el re-perfilamiento de la deuda en divisas de legislación nacional, suspendiendo los pagos por este año abre un debate sobre el tema de la deuda. No es menor liberar recursos en la coyuntura, pero es evidente que no alcanza postergar un año los vencimientos de legislación nacional o tres años los de legislación extranjera. El problema subsiste, aun cuando se posterga un desenlace de inevitable default. Hay quienes sostienen que lo importante es el hecho de la suspensión temporaria, pero también habilita imaginarios que chocarán con la realidad de una impagable hipoteca sobre la economía y la sociedad en su conjunto.

Los anuncios del gobierno sobre unos 66.500 millones de dólares en manos de privados, un 20% del total de la deuda, acompañados por el arco diverso del oficialismo y gran parte de la oposición, especialmente los gobiernos provinciales, manifiesta la voluntad de pagar la deuda pública, aunque ahora aparece la novedad de quitas de intereses (62%) y capitales (5,4%) con tres años de gracia. Argentina ofrece canjear a tenedores privados de bonos, 21 títulos con vencimientos que llegan hasta el 2117. El canje será por 10 nuevos títulos, 5 nominados en dólares y otros 5 en euros, con tasas de interés en ascenso desde 0,5% para los primeros vencimientos en 2023, y una suba progresiva que llega a tasas del 4,875%. La propuesta supone pagos del capital en cuotas anuales desde el 2026 al 2047. Todo con tres años de gracia, 2020, 2021 y 2022. La propuesta está abierta por 20 días y resulta incierto el final de la negociación. No queda claro el qué y el cómo de la acumulación económica desde ahora hasta el 2023 para generar las condiciones de pagos en ese año y luego con intereses crecientes desde el 2025, los que se acompañaran de desembolsos de capital desde el 2026 y sucesivamente hasta el 2047.

Una verdadera hipoteca. Por eso, la suspensión de pagos que se demanda ante la situación mundial y local resultaría más efectivo, claro que supone un nivel de confrontación más decidido con la lógica de poder especulativo local y global. Argentina no puede pagar afirman desde el gobierno e incluso el FMI, por lo cual, los escasos recursos de reservas internacionales deben ser aplicados a la emergencia y a la transformación productiva que sugerimos. No alcanza con años de gracia sin modificar el marco de la organización económica de la sociedad.

En realidad, la voluntad de pago se expresó desde el comienzo de la nueva gestión con las negociaciones abiertas con el FMI, lo que supone el reconocimiento de lo actuado en la gestión previa, del mismo modo que se estableció un cronograma de ofertas de negociación a creedores privados. Por eso el aval parlamentario para disponer más de 4.500 millones de dólares de las reservas internacionales dispuesto para cancelación de deuda en la “Ley de solidaridad” aprobada en diciembre pasado. Fue la primera medida para sustentar las emergencias ante el cambio de gobierno.

Sostenemos un financiamiento planificado que incluya emisión monetaria, utilización de las reservas internacionales, suspensión total de pagos de la deuda junto a una auditoria con participación popular, y una reforma tributaria a grandes fortunas para sustentar la emergencia y un plan de transformación económica. Una transformación del régimen y legislación financiero será también necesaria, con un conjunto de medidas relativas a la modificación sustancial del sistema de producción y circulación. Son definiciones que requieren de una acumulación de poder político que hoy necesita ser programa de una perspectiva de construcción de poder político para frenar las amenazas de mayor ajuste sobre la mayoría de la sociedad, pero, sobre todo, para pensar en el escenario futuro post pandemia. ¿Cómo queda la sociedad superada la emergencia en curso por el COVID19? ¿A qué orden económico social aspiramos? ¿Cuál normalidad motiva nuestra reflexión relativa al presente y al futuro? Son interrogantes que circulan más allá de la inmediatez por atender las urgencias de la reproducción de la cotidianeidad.

Buenos Aires, 19 de abril de 2020

[1] INDEC. Índice de precios al consumidor (IPC), marzo 2020, en: https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/ipc_04_20405E6A626E.pdf (consultado el 18/04/2020)

El Autor escribe para OVE

Imagen: Jackie_Chance en Pixabay

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Pandemia y oportunidades

Por: Pedro Miguel

El ala más recalcitrante de la oligarquía que perdió el control del poder presidencial y sus voceros oficiosos han pretendido convertir la crisis sanitaria y económica del momento en una oportunidad para descarrilar a la Cuarta Transformación. Pero, como se ha dicho, para que este designio pudiera tener una mínima perspectiva de éxito tendrían que concretarse escenarios de catástrofe epidémica de enormes proporciones y de demolición de la economía. El plan ha sido concebido desde una tremenda incapacidad para entender las lógicas del actual gobierno y las que operan en el grueso de la sociedad mexicana desde hace algunos años y sus probabilidades de triunfo son, por ello, muy escasas. En realidad, la epidemia de Covid-19 –y los quebrantos que conlleva en la producción, el comercio, el empleo y las finanzas– representa para ese sector de la casta desplazada una gran oportunidad para empezar a comprender lo que ocurre en el país desde el derrumbe del programa neoliberal en adelante.

Es claro, por ejemplo, que desde diciembre de 2018 esta vertiente de la reacción oligárquica dio por hecho que, en lo sustancial, y por intolerable que le resulte la toma de Palacio Nacional por los plebeyos, el gobierno de López Obrador era una sucesión presidencial más, que el programa político del tabasqueño era mera demagogia y que en lo sustancial la vida pública del país habría de seguir en el rumbo impuesto en el tramo Salinas-Peña, en el que las instituciones fueron convertidas en instrumentos de enriquecimiento personal y corporativo. En consecuencia, la crisis del coronavirus era para ella una doble bendición: por un lado representaba el ataúd de la Cuarta Transformación y por el otro, la astronómica oportunidad que cualquier crisis ofrecía, en los tiempos previos, para detonar un nuevo ciclo de concentración de riqueza, depauperación de las mayorías y saqueo de las arcas públicas. Y como daba por hecho que la diferencia entre López Obrador y sus antecesores es sólo de modales, discurso y símbolos, esa reacción oligárquica fue corriendo al Palacio a pedir un plan de rescate, es decir, una nueva transferencia multimillonaria de recursos públicos a bolsillos privados.

El error de cálculo se hizo evidente de inmediato: este gobierno no tiene la menor intención de seguir las reglas del régimen oligárquico y entre sus objetivos coyunturales no está el de crear condiciones para que unos cuantos multipliquen su riqueza; sus propósitos son, en cambio, cuidar la salud pública del embate del virus y aliviar hasta donde sea posible la penuria que se cierne sobre las mayorías. Tales son las orientaciones prioritarias del presupuesto en la presente circunstancia y el poder presidencial no va a doblarse ante la presión empresarial. El desconcierto y el berrinche de algunos de los dueños del dinero ante esta respuesta dice mucho de lo equivocados que estaban sobre la naturaleza de este gobierno. Ellos y sus voceros en los medios y las redes sociales –tanto los de carne y hueso como las hordas de cuentas falsas que siembran odio y mentiras en Twitter y Facebook– se debaten entre la rabia y la incredulidad y buscan desesperadamente amplificar su propio descontento y contagiarlo, con cierto éxito, hacia las clases medias.

En el ámbito de la salud pública y en el de la economía, los desplazados del poder y el privilegio llegan a extremos como calificar de ocurrencia o simulación el sistema de vigilancia epidemiológica centinela –adoptado por la Organización Mundial de la Salud y sus países miembros– o de tuitear con afán pontificador de verdades evidentes: El Presidente cree que los empleos los crea el gobierno. Como si el sector público en su conjunto, y el gobierno federal en particular, no hubiese sido, no sea y no habrá de seguir siendo, por mucho, el mayor empleador del país.

Para mayor enojo de este grupo, la Presidencia sigue siendo la Presidencia, es decir, la jefatura del Estado y la institución que establece los lineamientos generales de política pública, y los empresarios más prominentes de México –o para decirlo abiertamente: los más acaudalados– aceptaron los lineamientos del plan lopezobradorista para hacer frente a la emergencia económica: demandar el pago puntual de impuestos y exhortar a que no se despida a nadie y se preserven los salarios; por su parte, el gobierno redujo significativamente los precios de los combustibles, comprometió 25 mil millones de pesos para apoyar a un millón de micro y pequeñas empresas, extendió algunos de los programas sociales para beneficiar a cientos de miles y dio una nueva y severa vuelta de tuerca al gasto de las oficinas públicas.

Ese grupo oligárquico político-empresarial y los comunicadores a su servicio bien podrían aprovechar la reclusión para empezar a entender en qué país viven. Ojalá.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/04/10/opinion/021a2pol

Imagen: https://pixabay.com/illustrations/covid-19-coronavirus-4964287/

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¿Cómo afecta a Puerto Rico ser una colonia de EE.UU.?

América/Puerto Rico/15/04/2020/Autor y fuente: telesurtv.net

Puerto Rico ha sido catalogado como «la colonia económica de EE.UU.» Porque gran parte de negocios son de ese país.

Puerto Rico es un «Estado Libre Asociado» (ELA) y las decisiones en temas fiscales, financieros, políticos, económicos, defensa y de migración son tomadas por EE.UU.

Tras 121 años de haber pasado de un imperio a otro, en Puerto Rico aún se mantienen voces que reclaman la independencia total de Estados Unidos (EE.UU.), para ejercer el control de sus recursos y decidir lo mejor para su población.

En un día como hoy, pero de 1899, Puerto Rico fue cedido por España a Estados Unidos, y en 1952 fue declarado como un «Estado Libre Asociado» (ELA), lo que significa que las decisiones en temas fiscales, financieros, políticos, económicos, defensa y de migración son tomadas por EE.UU.

Aunque el Gobierno estadounidense no lo considera una colonia, se encuentra bajo su jurisdicción sin realmente formar parte integral de ese país, por lo que los boricuas no cuentan con ciertos derechos que otros estados, que forman parte de su territorio, sí tienen.

Sin derecho a voto

Ser un ELA no se traduce en que Puerto Rico pueda tener sus propios representantes ante el Congreso de EE.UU. Según el profesor puertorriqueño Luis Díaz, solo tienen un «comisionado residente» en Washington.

«Se trata de un representante de Puerto Rico que tiene derecho a hablar en el Congreso pero que no puede votar, ni siquiera por su propias propuestas», aclaró.

Además, refirió que los ciudadanos podían elegir un Gobierno limitado en la isla, pero desde 2016 fue establecida por EE.UU. Una Junta de Control Fiscal que rige por encima de sus autoridades.

En marzo de 2019 fue presentado un proyecto de ley para que Puerto Rico pueda convertirse en el estado 51 de EE.UU., lo que legitimaría el estatus de colonia y adquirir poderes soberanos para la toma de decisiones.

Economía en manos estadounidenses

Puerto Rico ha sido catalogado como «la colonia económica de EE.UU.» Porque gran parte de negocios, por no decir todos, son de ese país, ya que la competencia es muy grande para que los empresarios nacionales los superen.

Para el analista internacional y miembro del Instituto de Relaciones Internacionales de Puerto Rico, Lajos Szaszdi León Borjas, este territorio «está colonizado por productos norteamericanos y esta es una de las razones por las cuales a EE.UU. No le conviene la independencia de la isla, porque reduciría la posición privilegiada de sus compañías”.

Recursos para el pueblo

Luego del huracán María, que dejó más de 3.000 fallecidos en Puerto Rico entre septiembre y octubre de 2017, la población quedó seriamente afectada y sin recursos suficientes para reparar los daños provocados.

Después de 100 días del terrible evento, el servicio eléctrico no llegaba al 70 por ciento, miles de viviendas quedaron destruidas, una crisis económica afectó a la población y los recursos de EE.UU. Para solucionar diversas problemáticas se demoraron en llegar.

Fuente e imagen: https://www.telesurtv.net/news/puerto-rico-colonia-eeuu-consecuencias-20190410-0044.html?utm_campaign=shareaholic&utm_medium=whatsapp&utm_source=im

 

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