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La vuelta a clases en Francia, entre la alegría del regreso y el miedo

Europa/ Francia/ 25.05.2020/ Por: Marianela Mayer / Fuente: www.telam.com.ar.

Tras dos meses de educación a distancia por el nuevo coronavirus, la vuelta a las clases presenciales la semana pasada estuvo marcada por la controversia en Francia, donde padres, alumnos y docentes manifestaron sentimientos encontrados por la reapertura de los establecimientos, en un país en el que la pandemia causó más de 144.000 infectados y 28.000 muertos.

Cuando el primer ministro francés, Édouard Philippe, anunció a finales de abril la reapertura de las escuelas como un «imperativo de justicia social» y «pedagógico» ante el Parlamento, los diputados opositores criticaron la medida por considerarla prematura y forzada.

Los legisladores rechazaron, sobre todo, que la reanudación de las clases sea «voluntaria» y no obligatoria, por dejar esa decisión «odiosa» y «angustiante» a los padres.

La medida iba también contra la opinión del Comité de Científicos y de la Federación de Médicos, que la veían como «un riesgo inútil», pero la Asociación Francesa de Pediatría la respaldaba por estimar que la Covid-19 afectaba poco a los niños y estos eran menos contagiosos que los adultos.

Es una vuelta complicada porque los maestros están divididos entre la alegría de reencontrar a sus alumnos y el hecho de volver en estas condiciones que nada tienen que ver con la escuela de antes

FRANCETTE POPINEAU, VOCERA DEL SINDICATO DOCENTE SNUIPP-FSU

El gobierno defendió la iniciativa como un «desafío prioritario» para reincorporar al sistema educativo a los alumnos «perdidos» por la educación a distancia y organizó reuniones con sindicatos, asociaciones de padres, autoridades locales y expertos para definir el regreso progresivo a las aulas.

El 11 de mayo fue el turno de reabrir las guarderías, jardines de infantes y escuelas primarias de todo el país, mientras que el pasado lunes se reanudaron los colegios secundarios, pero sólo para los alumnos de 11 a 13 años y en las zonas donde la circulación del virus era menor.

«Es una vuelta complicada porque los maestros están divididos entre la alegría de reencontrar a sus alumnos y el hecho de volver en estas condiciones que nada tienen que ver con la escuela de antes», afirmó Francette Popineau, vocera del sindicato docente SNUipp-FSU, el más importante del país.

Para Popineau, los educadores están «perturbados» porque en pos de la seguridad y la salud de los chicos «deben impedirles vivir su vida de niños».

Unos sentimientos experimentados por Laetitia Boute, maestra de primaria en una escuela de Boulogne-sur-Mer, en el norte del país, quien siente temor por la rigidez del protocolo sanitario y felicidad por reencontrar a sus alumnos, si bien de momento sólo cuatro de 27 volvieron al aula.

En su institución, ubicada en una zona desfavorecida de la ciudad, sólo el 15% del total de estudiantes retomaron las clases, mientras que en los barrios más acomodados la cifra asciende al 80%.

«El desconfinamiento ahondó las diferencias entre los medios sociales. Nosotros perdimos una decena de alumnos en estos dos meses», admitió la docente en diálogo con Télam.

Según explicó, muchos de los padres eligieron no mandar a sus hijos a clase por tres motivos: pueden cuidarlos en casa por no tener empleo, tienen mucho miedo al virus y, al final, la escuela no es algo prioritario para ellos.

«Pero los niños que volvieron están felices y para nada traumatizados por el protocolo», aseguró.

Una afirmación compartida por Claire y Francois, quienes decidieron enviar a sus tres hijos de vuelta al jardín porque sintieron que la anormalidad del aislamiento los afectaba.

«Los chicos volvieron re contentos. Nos compartieron más sobre el jardín que antes y notamos que les hace bien ir», señaló Francois.

Como las clases fueron divididas, los nenes van dos veces por semana, en vez de cuatro, pero la vuelta ayudó a esta familia de las afueras de Lyon, en el sudeste del país, a respirar un poco y reencontrar un equilibrio, precisaron.

Ambos se dijeron satisfechos con las medidas tomadas y los esfuerzos de los docentes por respetar las reglas sin sacrificar el contacto con los alumnos.

«No hay una paranoia al punto de no tocar más a los niños», contó Claire, quien, sin embargo, se vio afectada por una canción que le enseñaron a su hijo de tres años que dice que no deben tocar a los demás para protegerse.

«Me pareció triste, es un poco lo contrario de todo lo que queremos enseñarles», reconoció.

Los niños que volvieron están felices y para nada traumatizados por el protocolo

LAETITIA BOUTE, MAESTRA DE PRIMARIA

Las estrictas medidas sanitarias fueron justamente lo que empujó a los Tresserras, una familia que vive en una granja en el sudoeste del país, a no llevar a sus hijos de nuevo al jardín.

«El protocolo sanitario nos pareció demasiado restrictivo y, de momento, los chicos no tienen ganas de volver», explicó la madre.
Otros padres, en cambio, no tuvieron elección por tener que retomar sus trabajos.

Ese fue el caso de Lucie Bauster, profesora de biología en una secundaria bilingüe de los suburbios de Lyon, quien expresó su felicidad por volver a la enseñanza presencial, aunque no ocultó sus temores.

«Estamos tensos y, además, cansados porque estos últimos meses tuvimos el triple de trabajo», dijo en referencia a la educación a distancia.

En tanto, Isabel Nebreda, profesora de español en dos secundarias de las afueras de París, seguía con las clases telemáticas por encontrarse en una llamada zona roja, donde la reapertura de los colegios será decidida el próximo jueves en función de la evolución de la pandemia.

Consultados por el balance de estas dos semanas, desde el Ministerio de Educación optaron por la prudencia.
«Es una reapertura muy progresiva y aún esperamos las directivas que dará el gobierno la semana próxima para saber cómo continuar», concluyeron.

Fuente de la noticia: https://www.telam.com.ar/notas/202005/467274-vuelta-a-clases-francia-aislamiento-coronavirus.html

 

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Argentina: ¿Estudios a distancia? A propósito de la ley de educación

¿Estudios a distancia? A propósito de la ley de educación

Miguel Andrés Brenner

Facultad de Filosofía y Letras

Universidad de Buenos Aires

Mayo de 2020

No haremos alusión al período de incertidumbre en el que nos encontramos, sea desde el punto de vista político, económico o sanitario. Son cuestiones de las que se dice mucho en la actualidad, hasta una saturación desinformante. Es por lo que iremos directamente al tema que nos convoca: el artículo 109[1] de la Ley Nacional de Educación 26.206/2006 y las modificaciones que se pretenden acerca del mismo.

Dicha ley fue sancionada en el año 2006. La tecnología educativa no tenía en aquella época el mismo desarrollo que hoy, es por ello que en el texto de la norma correctamente seescribe “estudios a distancia”. Y en la modificación del artículo se mantiene dicha categoría, “estudios a distancia”. Es aquí dondenecesitamos hacer una precisión conceptual, pues hay mucha confusión, y también de parte de la casi totalidad de los legisladores.

PRECISIÓN CONCEPTUAL: no son lo mismo enseñanza a distancia, virtual, on-line, remota de emergencia.

  • Enseñanza a distancia. El soporte es en papel. Puede acompañarse o no de clases presenciales. Tiende, erróneamente, a identificársela con una enseñanzacuyos soportes son digitales.
  • Enseñanza virtual.El soporte es digital, por lo que no hay distancia ni espacial ni temporal, se habla de espacio/tiempo cero, porque inmediata e instantáneamente, desde cualquier lugar del mundo,puede acudirse a la misma. Se presenta de manera sincrónica (con los alumnos en línea) o de manera asincrónica (se puede acceder a la información en cualquier tiempo y lugar).
  • Enseñanza on-line. Es la enseñanza virtual, aunque en tal caso sea siempre sincrónica.

Estos tipos de enseñanza, en la educación superior, suponen el previo aprendizaje de los docentes de la tecnología que se ha elegido a tal efecto y que se tiene a mano, suponen una planificación adecuada, suponen la elección previa de los alumnos con los medios tecnológicos pertinentes y el acompañamiento de tutores. En la educación básica es lo mismo, pero con la elección de los padres y con el acompañamiento de los padres en lo que se denomina “home learning” o “aprendizaje en el hogar”. Este último es el preferido por la Secretaria de Educación (equivalente a Ministra) Betsy Devos de los EE.UU.,bajo la presidencia de Donald Trump, porque favorece disminución del presupuesto educativo, la compra de paquetes tecnológicos de enseñanza a emprendimientos privados y un aislamiento social programado con la institución de ermitaños digitales. Por otro lado, hay que considerar que la enseñanza virtual necesita por área de conocimiento, para que trabajen conjuntamente, un especialista en contenido, un especialista en tecnología y un especialista en didáctica.

  • Enseñanza Remota de Emergencia. Este tipo se da ante un imprevisto, con o sin el previo aprendizaje al respecto de los docentes del medio tecnológico a usar -que puede tenerse a mano o no-, con o sin la planificación adecuada, con o sin la tecnología adecuada, con o sin los medios tecnológicos por parte de los alumnos, con o sin la habituación en el uso de aquellos tecnológicos por parte de los estudiantes, con o sin tutores, con o sin los espacios/tiempos adecuados al aprendizaje, con o sin la elección de los alumnos (o padres en caso que corresponda), con o sin los medios tecnológicos adecuados. Y en el caso de la educación básica con o sin el necesario acompañamiento de los padres o de los adultos en general (dentro de la dinámica del “home learning”). Cuando en la presente pandemia se habla de “a distancia”, en realidad debiera decirse “enseñanza remota de emergencia”.

Y aquí nos encontramos con un serio problema: de golpe tanto padres, alumnos, docentes, familias fuimos como “arrojados” a la misma. Por ende, ¿hay que negarla? No, podríamos decir “más vale algo que nada”.

Empero, consideremos que las nuevas tecnologías no fueron construidas para hacer lo mismo que se hace presencialmente en las escuelas. Por ello, desde el pensamiento neoliberal capitalista, se las asocia a la “escuela del futuro”, “del siglo XXI”, donde el docente es solo un “facilitador” en el uso de las tecnologías, mientras que el alumno busca información bajo la orientación, también, del “facilitador”, finalizando siempre con un producto final, observable y medible, comparable con otros productos finales. Es el llamado Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), que prepara emprendedores cuya única relación con una empresa es el trabajo por proyectos, sin relación laboral alguna.

Por eso, “tirarle” a los alumnos actividades y textos de diferente índole para luego evaluar, a partir de esa perspectiva, no tiene sentido. Ciertamente, desde las áreas ministeriales, ante la pregunta de cualquier padre, se negará que ese “tirar” sea la normativa,aunquesi alguna de ellas se da,siempre bajo la palabra de algún director/a de escuela, que nunca aparece escrita. Mientras tanto, las autoridades ofrecen discursos grandilocuentes por su calidad pedagógica, que aún pueden ser motivo para que los docentes “se sientan culpables” al no lograr el aprendizaje por parte de sus alumnos. Hay que considerar que el docente que no se compromete con la tarea de educar en clase, tampoco lo hará con la “enseñanza remota de emergencia”. Ésta es muy trabajosa para el docente comprometido y con múltiples problemas al no tener los alumnos medios adecuados pertinentes (espacio, tecnología, acompañamiento sea de los padres o sea de tutores, etc.).

ALUMNOS FUERA DE LA LEY, INCUMPLIENDO LA LEY. Si se aprueba la modificación de Diputados del Art. 109 de la Ley de Educación, quienes por ser pobres no tengan los instrumentos necesarios para la mal denominada“enseñanza a distancia”, merecerían ser sancionados. UNA LEY ESTÁ PARA CUMPLIRSE, QUIEN NO LA CUMPLE ES UN INFRACTOR. EL POBRE SERÍA UN INFRACTOR. No es éste el espíritu de los legisladores, pero una modificación de tamaña magnitud, aunque aparentemente no lo sea tal, involucra a la escuela en todo momento debido a la precariedad en las condiciones existenciales de los alumnos y las serias dificultades que ocasionan para el aprendizaje.

Ante los considerandos mencionados, sería conveniente un debate educativo donde se escuchen a docentes, alumnos y padres.

Si la pandemia amerita modificar el Art. 109 de la Ley Nacional de Educación, con ese criterio también ameritaría modificar el Art. 14- bis de la Constitución Nacional porque nunca se cumple, por ejemplo, cuando el texto dice “retribución justa; salario mínimo vital y móvil; igual remuneración por igual tarea; participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección”.

Son muchos los conversatorios on-line que existen en la actualidad. Excepcionalmente, alguno con ideas realmente interesantes. Así como en esta educación llamada a distancia (que de educación nada tiene) se reiteran y profundizan las malas experiencias de la educación presencial, esos conversatorios on-line dados por reconocidos “expertos” tienden a ser una nueva forma de educación “bancaria”, que tanto criticó Freire, “nos llenan de contenidos la cabeza”. Pero…

  • no se utiliza la tecnología para indagar qué dificultades didácticas tenemos hoy los docentes (si bien no puede hacerse masivamente, sí, por muestreo al azar o de otro tipo), para luego establecer dinámicas de debate on-line entre los mismos docentes, con la posible participación de alumnos y padres,
  • preguntándonos cuáles de esas dificultades ya venían desde antes de la imprevista pandemia,
  • y qué habría que considerar para la época pos pandemia cuando volvamos a clases a fin de mejorar nuestra didáctica,
  • amén de proponer los cambios efectivos posibles a realizar desde las políticas educativas.

Concluyendo, a modo de conversación

Enseñanza Remota de Emergencia. Me dice un papá: «¿Por qué a mi hija del 6º grado de la escuela primaria le dan cuadernillos (en el hogar no hay acceso a internet) con muchas actividades, mientras que, en las clases normales presenciales, la maestra le daba muy pocas tareas?» Le respondí: «Porque los cuadernillos ‘bajan’ del Ministerio de Educación, mientras que, para su maestra, en condiciones normales, eran otros sus criterios.» Le aclaré: «es importante que la madre y/o el padre la acompañe en las tareas.» Me contestó: «Durante el día yo trabajo, la madre no se da ingenio para ello, además tenemos varios hijos.»

Este ensayo vale a fin de ser los docentes instituyentes de una práctica educativa, en el aula de la escuela pública, liberadora de las injusticias, en particular, de las poblaciones más precarizadas en sus condiciones de existencia. Mientras seamos instituidos, y no colectivamente instituyentes,difícilmente acontecerá un nuevo nacimiento, a pesar de las innumerables “reformas” educativas.

 

[1]Modificación pretendida que, en el articulado de la presente ley, solo permite los “estudios a distancia” a partir de los 18 años. ARTÍCULO 109.- “Los estudios a distancia como alternativa para jóvenes y adultos sólo pueden impartirse a partir de los DIECIOCHO (18) años de edad. Para la modalidad rural y conforme a las decisiones jurisdiccionales, podrán ser implementados a partir del Ciclo Orientado del Nivel Secundario. Excepcionalmente, previa declaración fundada del Ministerio de Educación en acuerdo con el Consejo Federal de Educación, o con la jurisdicción según corresponda, cuando la escolaridad presencial – total o parcial – sea inviable, y únicamente en caso de epidemias, pandemias, catástrofes o razones de fuerza mayor que impidan la concurrencia a los establecimientos educativos, sólo en esos casos será permitido transitoriamente el desarrollo de trayectorias educativas a distancia para los niveles y las modalidades de la educación obligatoria para menores de DIECIOCHO (18) años de edad.”

Fuente de la Información: OVE

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Perú: Los docentes ante la emergencia: la importancia de la colaboración

Los docentes ante la emergencia: la importancia de la colaboración

“La heterogeneidad de situaciones hace recordar la importancia que tienen las redes docentes para algo que es esencial en la labor profesional: el trabajo colegiado que se traduce en compartir y aprender de experiencias».

Por Hugo Díaz Díaz, miembro del Consejo Nacional de Educación

La emergencia sanitaria pone a los maestros ante un gran reto. Son los actores que permitirán que el año escolar sea aprovechado por los casi 10 millones de estudiantes en el sistema educativo. Enorme responsabilidad que los obliga a liderar procesos de aprendizaje muchas veces en condiciones difíciles, diversas y sin la preparación debida.

Los primeros sondeos sobre al acceso a las modalidades de educación a distancia en las escuelas públicas señalan que el mayor porcentaje de estudiantes lo hace mediante la radio o la televisión.

Hay abundante material que se difunde, pero el diseñado para trabajar exclusivamente en casa es escaso y en localidades donde priman los bajos niveles de educación, muchos padres manifiestan su incapacidad para apoyar a sus hijos en aprendizajes cuya complejidad es mayor que en el pasado.

Frente a estudiantes que viven en hogares a veces muy dispersos, hay docentes que buscan el apoyo de miembros de la comunidad para orientar o retroalimentar a sus alumnos; otros procuran que la radio extienda sus espacios de emisión de mensajes educativos o aprovechan el celular que posee la mayoría de padres de familia.

El Estado podría negociar con las empresas respectivas para que, mientras dure la situación de emergencia, las comunicaciones entre docentes, padres y estudiantes referidas exclusivamente al aprendizaje, sean gratuitas. Nótese que la comunicación no es solo importante por los aprendizajes sino también para dar seguimiento al estado socioemocional que es un elemento clave en su desarrollo.

Quienes utilizan el Internet disponen de recursos variados y pueden utilizar metodologías de trabajo colaborativo, por proyectos, estudios de caso. Van conociendo el momento en que sus estudiantes disponen del equipamiento tecnológico en casa y se adaptan a las variadas situaciones. A veces deben llenarse de paciencia cuando la comunicación es lenta.

Un grupo de docentes se ha adaptado rápidamente a la nueva forma de trabajo, otros están en proceso y un tercer grupo necesita mucha ayuda.

La heterogeneidad de situaciones hace recordar la importancia que tienen las redes docentes para algo que es esencial en la labor profesional: el trabajo colegiado que se traduce en compartir y aprender de experiencias y buenas prácticas, colaborar para solucionar problemas comunes o particulares y enfrentar la situación lo mejor que se pueda.

La mejor capacitación de cualquier profesional, incluidos los docentes, es el trabajo con colegas. La capacitación oficial vendrá en el camino, los estudiantes que aprovechen las tecnologías podrán aumentar al igual que la variedad de los recursos de aprendizaje.

Mientras tanto, los beneficios potenciales del trabajo de docentes en redes no necesitan demostrarse, más bien extenderlos y generar las condiciones para que, con más autonomía que la habitual, se descubra un creciente número de iniciativas capaces de darle vuelta a la adversidad, aún en los casos en los que no se tenga acceso a ninguna de las modalidades a distancia que el Ministerio de Educación ha organizado.

Será clave contar con una normatividad que no sea frondosa, detallista, excesiva en procedimientos que funcionan, si acaso, en un escenario normal, pero no en la situación actual. Confiemos en los maestros y hagámosle la vida más fácil para enfrentar los retos que asumen, muchos en condiciones muy precarias.

Fuente de la Información: https://peru21.pe/opinion/los-docentes-ante-la-emergencia-la-importancia-de-la-colaboracion-educacion-noticia/

 

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Escuela y coronavirus: luces y sombras

Por: Rogelio Javier Alonso Ruiz

La pandemia causada por el coronavirus ha tomado por sorpresa al mundo y sus sistemas educativos. La emergencia sanitaria ha dejado al descubierto problemas sociales cuya presencia se ha hecho más notoria a raíz de la crisis. Han sido exhibidos problemas que, aunque ya estaban presentes, el coronavirus los ha hecho más visibles o, incluso, los ha intensificado. Repentinamente, los estratos de pobreza que se escondían debajo de la alfombra de los países prósperos quedaron al descubierto. En la vida escolar, la pandemia hizo que relucieran fortalezas y debilidades de las escuelas. En el caso de la mexicana, algunas sombras como las políticas tendientes a la exclusión, las prácticas pedagógicas o la excesiva carga burocrática en la administración educativa, mientras que destaca la fuerza del magisterio o la presencia del libro de texto gratuito.

La pandemia ha hecho resurgir con mayor fuerza una de las críticas más comunes de las políticas educativas: su tendencia hacia la exclusión y a promover las desigualdades. Muchas voces han expresado sobre la educación a distancia que es una medida que, lejos de tener resultados académicos convenientes, podría acentuar las distancias ya de por sí considerable entre los estudiantes. Mientras algunos alumnos pudieron acceder a entornos virtuales donde podían interactuar con sus profesores, plantearles dudas, recibir retroalimentación sobre las actividades o consultar en diversas fuentes de información en internet, otros se tuvieron que conformar con la televisión, a la que no podían preguntar nada y la que ofrecía incluso programas con errores pedagógicos importantes. Al igual que en la educación presencial, en la remota se hizo palpable la desafortunada naturaleza discriminatoria del sistema educativo.

Aunque no es para nada una verdad oculta, la pandemia ha puesto de manifiesto las condiciones indignas de muchos planteles educativos mexicanos. Resulta por demás lamentable que, de acuerdo con palabras del Secretario de Educación, Esteban Moctezuma, en casi una de cada tres escuelas los alumnos, por falta de agua potable, no puedan ejercer una medida higiénica tan básica como el lavado de manos. Si no se cuenta con agua potable, es evidente que mucho menos las escuelas cuentan con insumos suficientes para el cuidado de la salud, ni qué decir sobre personal especializado. La necesidad de mantener la distancia entre las personas para evitar el contagio del coronavirus ha puesto de manifiesto también las condiciones de hacinamiento de muchos grupos escolares: si bien el Secretario de Educación ha minimizado la situación señalando que el promedio de integrantes ronda los 20 alumnos, olvida que se trata precisamente de una media: habrá lugares donde existan muchos menos, pero también habrá donde haya muchos más. No es fortuito que casi uno de cada tres docentes de educación primaria opine que su salón de clases es pequeño para el número de estudiantes que alberga (INEE, 2016).

El cierre de planteles y el consecuente trabajo a distancia desde los hogares mexicanos ha desatado una oleada de opiniones en torno a las prácticas escolares, en particular, en una de las más tradicionales: las tareas domiciliarias. El primer motivo de crítica tiene que ver con la cantidad: se ha generalizado una opinión negativa en torno al exceso de tareas, que en ocasiones resultan abrumadoras para los estudiantes; aunque de acuerdo con la OCDE (2014), México apenas se sitúa por encima del promedio de la organización en cuanto a tiempo de los estudiantes destinado a hacer tareas, con 5.2 horas semanales, vale la pena voltear a ver a otros países con buenos resultados educativos, como Finlandia (2.8), Corea (2.9) o Suecia (3.6), cuyo empleo de los deberes escolares en casa es moderado. Durante la pandemia, ha dado la impresión que, en México, en muchos casos se trató, erróneamente, de transferir a las tareas domiciliarias todo lo que se pretende lograr en las aulas.

Otra crítica sobre este mismo asunto es que pareciera haber pasado inadvertido que en un país con tan profundas desigualdades socioeconómicas la experiencia de realizar tareas escolares es diametralmente opuesta entre quienes tienen acceso a medios materiales (bibliográficos y tecnológicos), así como un soporte cultural adecuado (escolaridad de los padres), que quienes apenas las realizan sin mayor apoyo que el lápiz y el papel sobre el que escriben. No se ha dimensionado el riesgo de estar reforzando, mediante esta arraigada práctica, las desigualdades entre quienes asisten a las escuelas. El programa “Aprende en Casa” está lejos de hacer valer su nombre, sobre todo en las comunidades más desfavorecidas del país.

El trabajo a distancia ha dejado también en evidencia una falla en el enfoque de las funciones de las autoridades educativas. Según el boletín 124 de la Secretaría de Educación Pública sólo “el 52 por ciento [de docentes encuestados], aseguró haber recibido asesoría, apoyo o acompañamiento de las autoridades educativas para la implementación del programa Aprende en Casa”, situación que manifiesta que, entre las tareas de quienes dirigen las escuelas, las zonas escolares y las dependencias gubernamentales, los asuntos pedagógicos son eclipsados por otros de diversa naturaleza, sobre todo administrativa. No es desconocido de ninguna manera que en México “prevalece en el sistema educativo un modelo de administración excesivamente burocrático” (INEE, 2018, p. 30), lo que ha conllevado que las autoridades enfoquen su función privilegiando los trámites y el papeleo. No fue casual entonces que el trabajo a distancia fuera motivo para la elaboración de reportes, informes, encuestas, tablas, registros fotográficos y muchos otros tipos de documentos que lejos de contribuir al aprendizaje, distraen a las figuras educativas de su misión principal.

Si bien los maestros han sido los responsables de que la acción educativa continúe y siga llegando a los hogares, la pandemia también ha llevado a reflexionar sobre la necesidad de actualización y capacitación. Esto va más allá de poder manejar un dispositivo electrónico, de dar una videoconferencia o de administrar evidencias de trabajo mediante una plataforma. La enseñanza remota ha puesto de manifiesto que, en algunos casos, hace falta comprender a cabalidad los programas de estudio para así orientar de mejor manera las actividades de aprendizaje. Hace falta, incluso, entender los fundamentos del aprendizaje para así no caer en la falsa ilusión de que los alumnos pueden ser simples depositarios de los conocimientos que el docente vierte. Falta también, aunque no es un asunto atribuible a los docentes, simplificar los programas de estudio: se requiere una organización mucho más sencilla, privilegiando los aprendizajes esenciales, evitando así darle la razón al famoso dicho “el que mucho abarca, poco aprieta”.

La pandemia también ha hecho brillar muchos aspectos de la vida escolar. El cierre de escuelas hizo que se revalorara una de las fortalezas de nuestro sistema educativo: el libro de texto gratuito. Seguramente, éste constituyó para muchas familias el único material bibliográfico para seguir con las prácticas educativas. En un sistema que tiende hacia la exclusión y la desigualdad, los libros de texto gratuito son un auténtico tesoro que se debe preservar como una base mínima para brindar oportunidades educativas dignas para todos los estudiantes. Aún con los errores del programa Aprende en Casa, ha sido un acierto tomar a este recurso bibliográfico como eje de las actividades de aprendizaje.

Finalmente, el cierre de escuelas ha hecho relucir quizá la mayor fortaleza de nuestro sistema educativo: los maestros mexicanos. Sin afán de santificar al magisterio o generalizar las virtudes, es necesario mencionar que han sido ellos quienes, aún con las fallas organizativas, pedagógicas, administrativas y hasta políticas,  han tomado el toro por los cuernos, al igual que en muchos momentos anteriores. No esperaron a que se presentara la estrategia oficial de enseñanza a distancia por parte del gobierno federal, pues ellos ya llevaban semanas trabajando con sus alumnos, anteponiendo la vocación y la voluntad ante posibles carencias técnicas. Abundan ejemplos de iniciativas brillantes particulares de muchos profesores que combinan el uso novedoso y eficiente de tecnología con el toque humano indispensable de esta profesión. A los maestros no les asustó trabajar bajo condiciones adversas (¿qué le puede espantar a profesores que se desempeñan en escuelas sin sanitarios?) o desconocidas. Como bien lo dijo el Secretario de Educación en una de las conferencias presidenciales, quedó de manifiesto que los maestros “son insustituibles”. Será momento de convertir en realidad la muy prometida revalorización del magisterio que, hasta el momento, tiene más presencia en los discursos que en las escuelas.

Por lo visto, la crisis sanitaria y las consecuentes modificaciones a la dinámica educativa han sacado a relucir (y en algunos casos intensificar) los aspectos positivos y negativos de la vida escolar. Es indudable que el cierre de escuelas es un momento propicio para replantearse la práctica educativa: desde las esferas políticas hasta el día a día en las aulas. La pandemia vino a recordarnos, como si en algún momento fuera posible olvidar, la importancia de contar con escuelas dignas en toda la extensión de las palabras: abarcando tanto los aspectos materiales como los procesos que en ella se efectúan y las personas que en ella conviven cotidianamente. Así pues, después de este periodo de educación a distancia, no sólo deberá ser prioridad evaluar, diagnosticar y/o ajustar sobre los aprendizajes de los alumnos, sino, más importante aún, evaluar qué es lo que aprendió la misma escuela sobre esta experiencia extraordinaria: ¿pasará la prueba?

*Rogelio Javier Alonso Ruiz. Profesor colimense. Director de educación primaria (Esc. Prim. Adolfo López Mateos T.M.) y docente de educación superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía. 

Twitter: @proferoger85

Facebook: El Profe Rogelio

Fuente e Imagen: http://proferogelio.blogspot.com/2020/05/escuela-y-coronavirus-luces-y-sombras.html

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Educación a distancia por radiotransmisores: «Profe, tengo los deberes: cambio y fuera»

Europa/España/cadenaser

En Baralla, sin que sirva de precedente, está permitido lo del ¿me copias? entre los alumnos del colegio público Luis Díaz Moreno. La tradicional fórmula de la comunicación por walkie-talkie está sirviendo para mantener conectados a los escolares que carecen de ordenador o de conexión a Internet en casa. Una forma imaginativa de combatir la brecha digital durante este confinamiento que ha explicado en La Ventana la directora del centro, Vanesa de Arriba.

‘Desde principios de curso ya teníamos una asignatura en la que hacíamos un taller de radioaficionados y contábamos con varios walkies. Así que desde que se decretó el estado de alarma hemos decidido usarlos para que los alumnos que no tienen otros medios pudieran seguir el hilo de las clases’.

Cada día, a las doce en punto, el profesor de 3º de Primaria inicia la radiotransmisión escolar dando paso por turnos a sus alumnos de 8 y 9 años cada uno desde su casa. ‘Todos saludan uno a uno y después, hastas las dos de la tarde, se van corrigiendo las tareas escolares que previamente han hecho los chicos. Al principio, les costaba un poco pero ahora la iniciativa está funcionando bastante bien’, ha relatado.

El hijo de Vanesa es uno de esos alumnos que da clase por radiotransmisor encontrando una aplicación inesperada al walkie-talkie que le regalaron las pasadas Navidades como juego. ‘El objetivo es utilizar todos los recursos disponibles para asegurar que los alumnos pueden seguir el ritmo lo mejor posible’, explica Vanesa, que antes de dirigir el colegio de su pueblo, estudió en el Luis Díaz Moreno. Un reto especialmente complicado en zonas rurales como el concello de Baralla, cuyo colegio público atiende a medio centenar de parroquias rurales ‘muchos de cuyos chavales tardan entre 30 y 40 minutos en el autobús escolar para llegar a clase’.

Escucha esta nota periodística en el siguiente enlace:

 

Fuente: https://aulaintercultural.org/2020/05/12/profe-tengo-los-deberes-cambio-y-corto/

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Venezuela: la televisión y la radio como herramienta educativa ante la falta de Internet

El servicio de Internet no es una opción en Venezuela para que la gran mayoría de niños y niñas no interrumpan su educación en estos momentos de crisis sanitaria. Muchos padres venezolanos sufren ante el pésimo servicio de la red, el cual debería ser una opción cuando todas las escuelas están cerradas.

En el ranking del Speedtest Global Index, Venezuela está en el puesto 175 del mundo en ancho de banda fija con un promedio de 2,83 megabites por segundo, solo por delante de Turkmenistán.

El país suramericano tiene la navegación en Internet más lenta de todo América Latina, por detrás de Cuba (172), El Salvador (141) y Nicaragua (140). Esto hace casi imposible contar con la web como herramienta para que los menores de edad y los jóvenes sigan sus estudios durante el confinamiento por el brote de Covid-19.

En el otro extremo de la educación en línea está Estados Unidos. Revista Digital habló con Cristian Amaya, profesor de español en el estado de Florida, quien opinó sobre los pros y los contras de este sistema que se impone cada vez más.

Fuente: https://www.france24.com/es/20200503-revista-digital-venezuela-educacion-falta-internet

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