Por: Ángel Pérez.
Las autoridades educativas y la sociedad deben reconocer que las pruebas PISA, SABER y otras de ese tipo, miden una parte de la calidad del sistema educativo, pero no evalúan todos los componentes que inciden en la calidad.
¿La calidad de la educación para cuándo? Esta pregunta que el gobierno nacional, la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode) y en general la sociedad no han discutido a fondo, nos compromete a todos, si aceptamos que la educación es un proceso integral donde participan escuela, gobierno, padres de familia y sociedad.
Para empezar a discutir sobre la calidad de la educación deberíamos reconocer que tenemos un pésimo sistema educativo, las pruebas PISAseñalan que nuestros mejores estudiantes, quienes pertenecen a los colegios privados (donde estudian los hijos de las élites del país), no alcanzan a los escolares con más bajos resultados de otros países.
Igual ocurre con las pruebas SABER, conocemos de antemano el balance: los estudiantes de colegios privados obtienen mejores resultados que los de colegios oficiales, de manera especial aquellas instituciones que cobran a las familias más de $1.5 millones mes, por pensión, y, además, tienen un proyecto educativo, con un currículo definido en el que un grupo de docentes y personal de apoyo trabajan a fondo para cumplir sus objetivos. Para comparar y reflexionar sobre la calidad de la educación, les recuerdo que en la educación oficial se invierte apenas $350.000 mes, por estudiante.
Las autoridades educativas y la sociedad deben reconocer que las pruebas PISA, SABER y otras de ese tipo, miden una parte de la calidad del sistema educativo, pero no evalúan todos los componentes que inciden en la calidad; su principal utilidad es que permiten comparar entre instituciones escolares y entre regiones los logros o competencias de los estudiantes. Un buen ejemplo lo constituye el caso de Colombia, donde la política educativa se concentró en los resultados en dichas pruebas, pero la calidad de la educación no avanza.
Al son del estribillo: ¡lo que no se mide no existe! La política pública educativa en Colombia dio el salto de garrocha (nos saltamos los procesos pedagógicos y la gestión educativa), y nos concentramos en el resultado final: las pruebas tipo SABER, ellas sirven para todo, evalúan, establecen la clasificación de los colegios y determinan, sin mayores razones, quiénes son los buenos y los malos, en términos de calidad.
Todos los años el MEN anuncia que mejoramos en las pruebas SABER y cada tres años el gobierno de turno sostiene que somos el país que más avanza en las pruebas PISA. Sin embargo, además de los deficientes resultados en estas pruebas, no disminuimos los hechos violentos, ni las tasas de criminalidad; la lucha política se construye sobre la mentira y el odio; la corrupción, la ilegalidad y la politiquería tienen escasa sanción social; la injusticia social y la inequidad siguen siendo un grave problema que parece no tocar a la sociedad colombiana; muy pocas acciones nos reconcilian como país y como ciudadanos en ejercicio para una mejor humanidad. La economía del país se construye con mano de obra barata y escasa calificación, el conocimiento no importa.
La evidencia indica que durante este siglo, la calidad de la educación y las metas de calidad en los planes de desarrollo nacionales y territoriales se determinaron a través de los resultados a obtener en las pruebas SABER 11. Insisto en los planes de desarrollo territorial el proceso pedagógico y educativo no existen.
Las pruebas tienen valor social, lo que explica que, en la mayoría de las instituciones escolares, los docentes y los directivos se concentren en ellas con desespero. Para los colegios el resultado en SABER 11 es la calidad y según el puntaje de sus estudiantes refuerza o desaprueba la imagen institucional, frente a los padres y la sociedad.
Quizás sin proponérselo, las pruebas, tipo SABER, terminaron presionando el sistema educativo, a los colegios y a los docentes para que estandarizaran sus prácticas educativas. Acá no importa el proceso educativo, menos lo pedagógico y lo curricular, del Proyecto Educativo Institucional ni hablar. En este escenario se impone el resultado del ICFES, ya no importa una educación que tenga como propósito fundamental formar buenos seres humanos. A los padres de familia, a las instituciones y a los técnicos y académicos les interesa el resultado de la prueba y la ubicación del colegio en las clasificaciones de calidad, igual a los gobiernos.
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Lo anterior explica porque los colegios cada año exhortan a sus estudiantes a prepararse para la prueba SABER11. Además, contratan expertos para que les ayuden a los estudiantes a mejorar en las pruebas, para ello convocan a los escolares de los grados décimo y once durante meses, a jornadas extras en las tardes o los fines de semana. También, los colegios convocan a los padres de familia y les explican la importancia de SABER 11 y la necesidad de pagar los cursos extras o las jornadas adicionales en el propósito de mejorar los resultados en dicha prueba.
Este punto explica por qué para la política educativa, en los planes de desarrollo no aparecen programas o proyectos que potencien la calidad de la educación con otras metas, por ejemplo, una educación que desarrolle capacidades para pensar de manera crítica, donde se reflexione y se analice la vida humana y el entorno social en el cual existimos; tampoco interesa cómo formar para tener comunicaciones asertivas y basadas en razones; y, menos en cómo educar para convivir en paz, sin violencia, actuando dentro del marco de la legalidad y con un sentido ético de la vida humana y del medio ambiente. La calidad de la educación, gran ausente en el Plan de Desarrollo, sostiene Julián de Zubiría.
¿Qué hacer para avanzar en la calidad de la educación? Además de las pruebas SABER o PISA, el país requiere discutir y acordar, con los actores del sector, estrategias para fortalecer los procesos pedagógicos y de gestión educativa, así como las metas a lograr y el sistema para evaluar resultados.
También se requiere establecer procesos y metas como número de: facultades de educación fortalecidas; profesores de las facultades de educación financiados para realizar estudios en el exterior (en países con mejor sistema educativo); normales con apoyo de universidades acreditadas para avanzar en su calidad; bibliotecas construidas y dotadas en los colegios rurales; aulas especiales construidas y dotadas en los colegios rurales para idiomas, artes, educación inicial, laboratorios y desarrollo de las TIC; estudiantes de colegios oficiales del grado once que pasan al año siguiente a la educación superior y nuevos cupos escolares para los grados de transición y jardín, entre otras.
Pero sobre todo el Gobierno debe aceptar que los recursos son importantes para alcanzar una educación de calidad, la Unesco sostiene que “el éxito de la enseñanza y el aprendizaje probablemente se encuentre influenciado fuertemente por los recursos disponibles para apoyar el proceso, y la forma directa en que estos recursos se administran. Obviamente, las escuelas y maestros, sin libros ni materiales de aprendizaje, no podrán hacer su trabajo”.
Fuente del artículo: https://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/por-que-la-calidad-de-la-educacion-en-colombia-no-es-buena-por-angel-perez-martinez/268998