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Teólogo Frei Betto alerta en Cuba sobre peligros para los jóvenes

Centro America/ Cuba/ 04.02.2019/ Fuente: cubasi.cu.

El reconocido teólogo y escritor brasileño Frei Betto alertó hoy aquí sobre el peligro de alienación que corren los jóvenes en el mundo actual debido a fórmulas capitalistas dirigidas a quebrar el potencial revolucionario de las nuevas generaciones.

Durante una intervención en el Foro Juvenil Martiano ‘La idea del bien’, incluido en el programa de la IV Conferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo, Betto comentó que quienes conducen los hilos del sistema capitalista han creado numerosos mecanismos para impedir la transformación de los jóvenes en revolucionarios, pues son conscientes de la capacidad de estos.

Según el teólogo, el más poderoso de los recursos para tal fin es tratar de que, a través de los medios, la cultura del entretenimiento se entronice en la mente y los corazones de las personas desde niños para así solidificar el individualismo, en detrimento de la solidaridad.

De acuerdo con el también miembro del Consejo Mundial del Proyecto José Martí de Solidaridad Internacional, mediante códigos presentes en las historias contadas en los dibujos animados, la televisión y el cine logran que los más pequeños abandonen antes su propio mundo de sueños y lo trasladen a los creados por compañías como Disney y otras similares.

No les interesa que los niños vivan sus fantasías, sino que crezcan con la idea de ser consumistas; a esto le añaden una fuerte campaña de publicidad comercial en los mismos animados para convertirlos en consumidores, agregó.

Al decir de Betto, ese es el tipo de jóvenes y personas en general deseadas por el sistema capitalista: gente capaz de cambiar su imagen, su estilo o pertenencias basada en patrones de consumo, pero imposibilitada de crear y cambiar en conjunto las estructuras que la controla.

También -añadió- se empeñan en eliminar la educación política en las escuelas, en cambio, todo en la enseñanza ‘gira en torno a cómo volverse ricos’.

Con esto logran impedir que los jóvenes tengan conciencia y entiendan la concepción del tiempo como un proceso histórico, explicó.

Según Betto, así queda grabada la idea de que uno puede cambiar su vida, más no escoger otro camino, otro sistema social o priorizar la vida colectiva sobre el individualismo.

Debido al sistema capitalista millones de personas en el mundo no tienen futuro, ya sea a causa de la pobreza -que la han naturalizado- o de los problemas ambientales. ‘¿Cuál es la salida? Pues comenzar a compartir los bienes del planeta’, dijo.

La IV edición de la Conferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo, organizada por el Proyecto José Martí de Solidaridad Internacional, comenzó el pasado día 28 y culminará esta jornada en el Palacio de Convenciones de La Habana.

A los debates del evento acudieron más de 650 delegados de 65 países, además de una importante delegación cubana.

Durante la cita se trataron temas como la importancia del diálogo intercultural, las artes, la diversidad, el papel y los desafíos de los movimientos sociales, la solidaridad como base de la convivencia y la protección del medioambiente.

Asimismo, los delegados dialogaron sobre problemas como la escasez de agua potable y la despoblación de áreas rurales, así como de la necesidad de enfrentar el terrorismo y la discriminación en todas sus manifestaciones, garantizar la educación y la salud como derechos inalienables del ser humano, y redoblar los esfuerzos dedicados al logro de la paz.

Fuente de la noticia: http://cubasi.cu/cubasi-noticias-cuba-mundo-ultima-hora/item/88535-teologo-frei-betto-alerta-en-cuba-sobre-peligros-para-los-jovenes
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Frei Betto: “Fallamos en la educación política del pueblo”

Redacción: Caras y Caretas

Carlos Alberto Libânio Christo, más conocido como Frei Betto, es uno de los máximos exponentes actuales de la teología de la liberación. Es autor de más de 50 libros, entre ellos, Fidel y la religión, una larguísima conversación con el líder histórico de la Revolución cubana.

Amigo del propio Fidel, del expresidente brasileño Lula da Silva y del exmandatario venezolano Hugo Chávez, pasó por Montevideo para asistir a un conversatorio sobre Izquierda, soberanía y globalización junto al expresidente José Mujica y la vocera del Bloque Nacionalista Galego, Ana Pontón.

En entrevista con Caras y Caretas, Betto analizó la actualidad brasileña tras la victoria de Jair Bolsonaro y algunas de las causas que la provocaron. Además, habló de los errores de la izquierda, de la corrupción, de la resistencia y del pecado capital durante estos años de gobiernos progresistas: “No educamos políticamente al pueblo y estos son los resultados”.

¿Cuál es la valoración que hace de la coyuntura actual de Brasil?

Es muy difícil. Varios han sido los factores que permitieron la elección de un hombre de extrema derecha como lo es Jair Bolsonaro. Este militar está montando un gobierno que no es propiamente militar, pero es un gobierno de militares. Incluso funciones que desde hace muchos años fueron asumidas por civiles ahora están siendo asumidas por militares. Incluso ministerios, como el de Defensa, que desde 1999 y hasta febrero de este año, tenían titulares civiles, vuelven a tener jerarquías militares. Ya con Temer volvieron a poner allí a un general y ahora eligieron a otro. Estamos delante de un gobierno con muchas características fascistas, por las amenazas de represión, de censura, de expulsión de gente, incluso lo que ha pasado ahora con el programa Mais médicos y los médicos cubanos, a los que Bolsonaro ofendió terriblemente, llamándolos como trabajadores en situación análoga a la esclavitud. El gobierno de Cuba respondió de forma clara y digna y llamó de vuelta a esos médicos y eso se comprende desde el punto de vista de la defensa de la dignidad del pueblo de Cuba y sobre todo desde la integridad moral de esos médicos. Pero el pueblo quedó sin asistencia por culpa del gobierno de Temer y por culpa de la presión que hace Bolsonaro sobre el gobierno de Temer de no asumir el compromiso de seguir asegurando a la gente más vulnerable, más pobre, que vive en las zonas más remotas, como los indígenas o los descendientes de esclavos a los que llamamos quilombolas. Esa gente quedó sin ninguna asistencia médica. En todo Brasil tenemos actualmente 5.700 municipios, de los cuales 3.628 tenían solamente presencia de médicos cubanos y ahora no tienen ningún médico. Se estableció ahora una suerte de alistamiento de nuevos médicos brasileños; teóricamente se dice que ya hay más de 5.000 anotados pero quiero ver si están dispuestos a ir a estas áreas más remotas y pobres. Habrá que ver qué hace este nuevo gobierno, que es un gobierno rabioso, que emana odio, que trata a la oposición como enemiga, que les dice a los que están en contra que se vayan de Brasil o irán a la cárcel. Dependemos mucho de la solidaridad internacional para presionar para que se respete el juego democrático. Bolsonaro fue elegido democráticamente, como Hitler, en Alemania, en 1933, hace 85 años. Espero que no pase lo mismo que pasó en Alemania. Estamos tratando de denunciar el carácter fascista de este gobierno y al mismo tiempo de fortalecer la resistencia y esa resistencia va a depender de los apoyos que logremos conseguir.

Brasil venía de cuatro gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) y da un giro radical con la elección de Bolsonaro. ¿Cómo se explica?

Primero hay que decir que hay un antipetismo muy fuerte. Ese antipetismo se ha creado por varios factores. El PT en los dos mandatos de Lula y durante el primero de Dilma ha sido muy exitoso, ha hecho unos muy buenos gobiernos. Pero el segundo mandato de Dilma fue un desastre,. Incluso el hecho de poner la economía en mano de Joaquim Levy, que es un economista ultraliberal que ahora vuelve con Bolsonaro, fue una decisión muy mala. Eso creó una inestabilidad económica muy fuerte, lo que facilitó el golpe de Temer y desde ahí la operación Lava Jato trató de encarcelar a Lula para evitar que pudiera ser presidente o candidato a presidente este año porque todos sabíamos que si él se presentaba, ganaba. Porque tenía ganada la elección, estaba garantizada. Tenía 39% de apoyo entre los electores. La prueba de que fue encarcelado por razones políticas es que el juez Sergio Moro ahora aceptó por parte de Bolsonaro el premio por los servicios prestados y será ministro de Justicia con amplios poderes. Ahora bien, es cierto que hubo casos de corrupción dentro del PT, no de todos, pero sí de importantes dirigentes. Y hasta ahora no se han hecho autocríticas sobre estas cosas, nadie ha hecho una investigación interna para saber si los compañeros son culpables o no de haber traspasado los límites éticos y eso creó un gran descreimiento en el partido. De los 57 millones de votos de Bolsonaro, creo que una buena parte no son por Bolsonaro, sino que son para que el PT no vuelva. A pesar de eso, el PT logró formar la mayor bancada de diputados federales, que son 56, seguido por la bancada del partido de Bolsonaro, que son 52.

¿En qué medida la falta de autocrítica del PT posibilitó este ascenso de Bolsonaro y de la ultraderecha en Brasil?

Yo estoy convencido de que eso influyó mucho. El PT debería haber tenido la humildad de reconocer sus errores, sus equivocaciones, no solamente en el tema de la ética, sino otros errores que también ha cometido en la conducción de la política brasileña, porque, por ejemplo, han sido 13 años de gobierno y no se pudo hacer ninguna reforma estructural, no se hizo la reforma agraria, no se hizo la reforma tributaria, no se hizo la reforma política y hoy el partido es víctima de la reforma política que no hizo. Hubo alguna pequeña reforma en las pensiones de los funcionarios federales, la única, pero las reformas importantes no se hicieron. El PT, además, cometió otro error, el priorizar el acceso de la gente a los bienes personales, como los teléfonos, los autos, los viajes, electrodomésticos, televisores. Pero debió priorizar el acceso a los bienes sociales, como la salud, educación, saneamiento, transporte. Creó mucha más conciencia de consumo que de protagonismo político.

¿Los gobiernos del PT desvalorizaron la batalla ideológica?

Sí, claro. El trabajo que yo llamo de alfabetización política no se hizo. Y eso se vio en pequeñas cosas. La publicidad del gobierno se le daba más a los medios opositores al gobierno que a los que apoyaban. Por ejemplo, las radios y televisoras comunitarias no tuvieron apoyos del gobierno, a no ser en el primer momento con Lula; cuando el ministro de comunicaciones era Miro Texeira, que no era del PT, pero fue lo mejor que tuvimos, que impidió que estas radios fueran sancionadas. Radios que la prensa grande llamaba piratas, pero que no tenían nada de piratas, sino que eran de sindicatos, comunitarias, de movimientos sociales. Esa competencia que se podía dar no interesó y esos medios y ese sistema no tuvieron apoyo e incluso muchas veces fueron reprimidas por la misma Policía Federal, que también las llamaba piratas.

¿Se puede avanzar en la democratización de la sociedad si no se atiende este factor de educación política?

No, no se puede. La democratización depende de educación, de cultura y del arte. Ahí, para avanzar en ese plano, debemos pasar por los medios de comunicación, por las escuelas y por un incremento de las iniciativas artísticas. Tenemos que enseñar a la gente a pensar, a tener pensamiento crítico. Aprender a tener opciones para que la gente sencilla se torne sujeto. Para eso Brasil tiene un patrimonio inestimable que es la metodología de Paulo Freire, pero eso no se aplicó sistemáticamente. Esta tarea, que yo llamo de alfabetización política, no se trató, no se discutió con seriedad. Sí se tomaron algunas iniciativas, creamos una red de educación ciudadana que en realidad era una red de educación popular dentro de los gobiernos de Lula y Dilma, pero nunca con mucho apoyo. Siempre como iniciativa de algunos compañeros que trabajaban en esos planos, pero no con apoyo real desde el gobierno.

¿Cómo espera que sea el trato del futuro gobierno frente a los movimientos sociales?

Las manifestaciones de Bolsonaro fueron bien claras: para él son movimientos terroristas y se aplicará la ley antiterrorista y tenemos que decir que esta ley es del gobierno de Dilma. Estamos esperando mucha represión y espero que también haya mucha resistencia del pueblo, que se mantiene organizado en defensa de sus líderes y de sus derechos constitucionales. Desde que Temer asumió vivimos en Brasil un momento de mucha turbulencia, de mucha agitación interna, y vamos a seguir en eso, no hay dudas.

¿La persecución de los movimientos sociales y políticos se puede irradiar al resto del continente, teniendo en cuenta la dimensión del Brasil?

Posiblemente sí, porque hay un avance de la derecha en el mundo. Eso, además, ha sido favorecido por el control de los medios digitales. Nosotros somos ingenuos. Yo no sabía que internet era una invención militar de los años 40, que sólo tenían las fuerzas armadas de Estados Unidos y la Unión Soviética. Internet llegó a nosotros en los años 80, cuando dejó de ser un secreto militar. Pero es ingenuo pensar que esas grandes empresas, como Microsoft, Facebook o Google no controlan nuestras agendas personales, nuestros gustos, nuestras preferencias. Lo controlan porque están al servicio del mercado y no de nuestros intereses o para facilitar nuestros diálogos interpersonales a larga distancia. Esto es utilizado por este señor Steve Bannon para influir en elecciones en más de 50 países. Efectivamente, el resultado de toda esa utilización es positivo para ellos; han logrado la elección de Trump, han logrado el brexit, han logrado la elección de Bolsonaro. Yo mismo recibí en mi WhatsApp personal una transmisión desde Estados Unidos que pude identificar por el código, era de Massachusetts, y venía en portugués, como si fuera desde Brasil. Fue un plan muy bien orquestado para influir en las elecciones. E influyeron.

¿Usted cree que hubo una influencia externa en las elecciones brasileras?

No tengo ninguna duda, hubo un ataque cibernético muy bien hecho. Un ataque que llegó a cerca de 50 millones de teléfonos. Nosotros tenemos más de 100 millones de teléfonos en Brasil y ellos llegaron a la mitad.

¿Hasta qué punto la democracia que conocemos está en riesgo si las elecciones que le dan sentido pueden ser manipuladas desde el exterior, con campañas tecnológicas?

Para mí es muy preocupante. En Brasil en las últimas décadas se creó una serie de medidas para reducir la movilización electoral. Por ejemplo, no se pueden hacer actos con música, no se pueden hacer manifestaciones en la calle en determinadas circunstancias, todo muy estricto. Ese tipo de cosas restringen la libertad y favorecen ese tipo de comunicación directa, vía teléfono o por intermedio de su red personal de computadores que es lo que ellos controlan. Hay que pensar mucho cómo se enfrenta esto, porque son nuevos datos los que hay, nuevas realidades muy significativas que necesitan ser repensadas.

¿Para repensar estas cosas, ¿qué papel deben asumir las academias, los intelectuales?

Así como en la escuela nosotros aprendemos a hacer análisis de texto, tenemos que aprender a hacer análisis de imágenes. Estamos en esa era, la de la imagen. Habría que educar a los niños, a los jóvenes, para tener una mirada crítica de esos medios de comunicación, sobre todo de esos medios digitales. Mucha gente depende de esos medios, es una enfermedad, es gente que no logra desconectarlo en la noche, no logra dormir bien, tiene incluso dificultad para el diálogo interpersonal y entonces recurre al diálogo virtual porque de esa manera hasta puede mentir sobre sí misma. Son fenómenos que nosotros tenemos que analizar bien, porque es un cambio no sólo personal, sino en la vida política. La sociedad en la que vivimos es una sociedad controlada por robots, por algoritmos, por la inteligencia artificial.

¿Cómo ve la situación actual de América Latina?

Estamos pasando un momento difícil en el continente. Los gobiernos progresistas están en crisis, todos, y hay que hacer una evaluación de las causas. Creo que cometimos algunos errores, el primero de los cuales es no haber hecho educación política, formación política del pueblo. Mucha veces confiamos más en los acuerdos con otros partidos que en asegurar la gobernabilidad con el pueblo organizado y movilizado. El segundo factor es que confiamos mucho en las exportaciones de commodities. Cuando yo estaba en la primaria, se decía que Brasil era exportador de materias primas y hoy hablamos de commodities, pero es lo mismo. Éramos y somos una economía muy dependiente de las exportaciones y no hemos logrado crear un mercado interno más robusto, más fuerte. Hemos cometido errores con la corrupción, casos de corrupción que no hemos investigado profundamente ni sancionado. Eso crea una desmoralización muy fuerte. No hemos priorizado el combate a la desigualdad social, no hemos trabajado ni creado una cultura política de proyecto de país. Muchos de nosotros cambiamos nuestra cabeza por un proyecto de poder y no por un proyecto de país. Abandonamos un proyecto de país por uno de poder. Vencer en las próximas elecciones pasó a ser más importante que ir adelante por reformas estructurales que respaldaran un proyecto de país. Todo esto es una lástima porque las víctimas de todos estos errores son los más pobres. Con ellos y para ellos debemos gobernar. Pero muchas veces eso no pasó. Nos dedicamos a administrar un proyecto dentro de una estructura capitalista globocolonizada. No hay globalización sino globocolonización, que es la idea de colonizar el planeta con un solo modelo, el consumista y hedonista.

¿Se puede avanzar en nuestras sociedades sin cuestionar ese modelo?

No, no es nada fácil avanzar dentro de este mundo capitalista y neoliberal. Pero hay que avanzar en cualquier caso desde las bases, creando alternativas desde abajo y muchas veces pensamos que si llegamos al gobierno, hacemos nuevas leyes y por milagro todo va a cambiar. No, no todo va a cambiar. En los medios de comunicación no hemos creado alternativas más interesantes que los medios que nos educan para ser capitalistas y burgueses. Ellos tienen una hegemonía planetaria. Hay muchos desafíos por delante. Por ejemplo, con la ecología. Muchas veces los sectores de izquierda o progresistas tenían prejuicios con el tema ecológico y ese es un tema explosivo porque abarca todas las clases sociales, los pobres, los ricos, los niños, los viejos. De alguna manera, todos somos afectados por la degradación ambiental. El papa Francisco hizo una encíclica, la única socioambiental que hizo, Laudato si se llama. Allí no sólo habla de las víctimas, de los efectos de la devastación ambiental, sino que también habla de al causas y en general en la historia de la ecología los documentos no apuntan a las causas. No hemos sabido trabajar con nuestras propias contradicciones. Teóricamente hablamos de defender la naturaleza, pero hemos permitido la devastación del Amazonas, hemos permitido la quema de la flora, la contaminación de ríos. En los acuerdos firmados internacionalmente muchas veces no fuimos coherentes internamente con la defensa de las tierras indígenas, con la valoración de su manera de vivir, de la que podemos aprender mucho. Yo estoy convencido de que de ese buen vivir podemos aprender mucho. Todavía nuestra lógica es al revés, queremos vivir bien, con una vida burguesa, cómoda, egoísta y no con el buen vivir comunitario de los pueblos originarios de América Latina. Ahí tenemos que dar muchos pasos. Pero tenemos que darlos.

FIDEL
Fidel sigue vivo con su ejemplo, su resistencia, su esperanza. Hemos sido muy amigos, él me concedió una entrevista que tuvo mucha repercusión mundial y de ese encuentro resultó un libro, Fidel y la religión. Desde ahí nos mantuvimos muy amigos, él siempre me llamaba a su casa. La última vez que nos vimos fue el día de su cumpleaños 90 el 13 de agosto de 2016. Y Estuvimos juntos en su casa y después nos fuimos al teatro Karl Marx en La Habana porque le hacían un homenaje por su cumpleaños y después de eso no regresé a Cuba, a no ser luego de su muerte. Fidel era una persona que debe ser enseñada a las nuevas generaciones. En todo fue un ejemplo de vida. Incluso ahora, que no está entre nosotros, siguió siendo un ejemplo al pedir que su nombre no sea colocado en calles, ni avenidas, ni escuelas ni edificios. Un acto de humildad tan grande que recuerda aquella idea de José Martí: toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz. Es justamente la frase que está en su tumba.
Lula
Yo lo visité en la cárcel, ahora debo nuevamente ir antes de la navidad. Él está bien, hace gimnasia, lee mucho, vive en una celda de quince metros cuadrados y sale dos horas diarias a un patio para tomar un poco de sol. Pero claro que está muy indignado porque no hay pruebas consistentes contra él. El propio promotor del juicio dice que no tiene pruebas, sino convicciones. Es una prisión política claramente. Él está como un león guardado en un zoológico, enojado, porque no puede volver a su campo de libertad. Estamos luchando fuerte, pero ahora con el gobierno de Bolsonaro, francamente no sabemos qué puede pasar. Pero psicológicamente está muy bien.

 Fuente: https://www.carasycaretas.com.uy/frei-betto-fallamos-en-la-educacion-politica-del-pueblo/

 

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La curiosidad es política: debemos alimentarla si esperamos cambiar el mundo

Por Eva-Maria Swidler

Cuando volví a casa hace unos meses de otro frustrante día de enseñanza, tuve una epifanía repentina que cristalizó mis emociones arremolinadas: la curiosidad es política. La ausencia, presencia, cultivo y extirpación de la curiosidad son todas las herramientas políticas de un poder casi inimaginable. También son resultados sociales con consecuencias políticas ubicuas.

Ha quedado claro para la izquierda durante mucho tiempo que los contornos del conocimiento están políticamente dibujados. En los últimos años, un interés en la política de la ignorancia también ha comenzado a tomar forma; La agnotología, como se denomina el estudio filosófico de la ignorancia, construye conexiones entre la política, la psicología y la memoria pública para describir una construcción social de ignorancia que refleja la construcción social del conocimiento. Deberíamos observar que este conocimiento básico de la agnotología es en realidad de larga data. Upton Sinclair comentó en 1934 que «es difícil lograr que un hombre entienda algo, cuando su salario depende de que él no lo entienda», argumentando directamente una teoría del punto de vista de la ignorancia.

Desafortunadamente, ni la epistemología (el campo de la filosofía que estudia cómo sabemos lo que sabemos) ni la agnotología se han involucrado de manera notable con la idea de la curiosidad, que es, después de todo, el medio por el cual la mente se compromete a conocer y ignorar. La curiosidad como concepto y fenómeno parece ser ignorada casi por completo por los académicos, un agujero abierto que condujo a mi «epifanía» de la declaración completamente obvia de que la curiosidad es política.

La curiosidad es algo así como un término general en inglés; a pesar de sus connotaciones modernas casi universalmente positivas, no es necesaria o automáticamente un bien absoluto. El rechazo de la curiosidad puede ser una opción moral, como la falta de curiosidad sobre cómo crear una bomba de neutrones o una elección respetuosa, como el mantenimiento de la privacidad. La curiosidad también puede ser una indulgencia, una mera diversión o distracción, o incluso una sed de poder. Piense en la clase de curiosidad inexpugnable de los imperialistas del siglo XIX y los buscadores de recuerdos victorianos, que buscan el conocimiento como una forma de control, o de la curiosidad codiciosa y emprendedora de los buscadores de todo tipo.

Pero sin un deseo de conocer el mundo, nunca querremos cambiarlo ni saber cómo comenzar ese proyecto. Además, sin un deseo de conocer otras mentes, otros seres y otras formas de ser, nunca construiremos comunidad, solidaridad o un mundo nuevo. Si bien el apoyo a la incuriosidad y la ignorancia puede tener una posición moral importante en contextos como la investigación militar o la prospección imperialista, como profesores, activistas o un público preocupado, también debemos abogar por el valor político y moral de ciertos tipos de curiosidad: curiosidad que, en las palabras de Michel Foucault, «evoca el cuidado que se tiene de lo que existe y de lo que podría existir».

Vivimos en un momento global altamente emocional en el que las poblaciones se alimentan de miedo, ira, ansiedad, alienación e incluso vergüenza entre los «fracasados», mientras que la curiosidad se basa fundamentalmente en la autoposesión, la apertura intelectual y la posible disposición a aceptar lo desconocido. Como todos sabemos con solo un momento de reflexión que las personas defensivas, las personas agresivas o las personas desesperadas son solo curiosas a pesar de sí mismas, es obvio que el espíritu de nuestro momento no es propicio para la curiosidad.

Estamos en un catch-22 clásico: para construir y mantener políticas, comunidades y mundos sociales alternativos, debemos perseguir una profunda curiosidad sobre otras personas, otros seres y otras formas de vida. Pero para dejar espacio a la curiosidad en nuestra sociedad, debemos hacer cambios sociales fundamentales. Mientras tanto, la curiosidad está siendo sofocada activamente como una amenaza por aquellos en el poder, activamente reprimida como una forma de autodefensa por aquellos bajo ataque cultural, y está en todas partes desplazada por la ansiedad cultural flotante.

El moldeado de la curiosidad comienza en el momento del nacimiento. Aunque hay pocas y preciosas características innatas en los humanos, la curiosidad es una de ellas. Sin embargo, fue obvio para mí hace años, como nueva madre, que a medida que los niños crecen en nuestra sociedad, pierden progresivamente la curiosidad y ceden una población adulta notablemente falsa. Aunque la dinámica familiar y los estilos parentales obviamente dan forma y, a veces, disminuyen la curiosidad, la transformación de la maravilla de los jóvenes de deslumbrante y encantada a aburrida y malhumorada se puede atribuir en gran medida a los pies de la escuela.

El aplanamiento de la curiosidad libre en las escuelas ha sido objeto de quejas durante siglos. Pero el jardín de infantes y los grados primarios inferiores solían ser relativamente libres en espíritu y diseño, dejando el aprendizaje de memoria y una gran preocupación por los estándares para los años posteriores. Los sociólogos y psicólogos solían situarse en algún lugar alrededor del cuarto grado como el momento en que los niños perdían la curiosidad, cuando el resentimiento y el hastío adquirían un alegre amor por la novedad y la exploración.

Incluso a mediados de la década de 1980, cuando las guarderías priorizaban el juego, el estudio de Barbara Carter y Martin Hughes de 1985 sobre los niños en edad preescolar descubrió que el promedio de preguntas que hicieron los niños pasó de 26 por hora en casa a dos por hora mientras estaban en preescolar. Pero ahora las «escuelas» para niños pequeños las ensayan en fonética. No es sorprendente que los niños de hoy en día, sujetos a planes de estudios planeados desde la guardería y aplastados por boletas de calificaciones desde el jardín de infantes, pierdan interés en la escuela desde el primer grado.

Mientras que las pruebas estandarizadas, la sobrepoblación y la falta de fondos tienen, sin duda, efectos particularmente tóxicos en la búsqueda de la investigación en las aulas, el anestesiamiento de la curiosidad, en la frase de Paolo Freire, ocurre en cualquier institución educativa convencional. En su libro, The Hungry Mind, Susan Engel dedica un capítulo completo, titulado «La curiosidad va a la escuela», para describir concretamente cómo incluso los maestros más cálidos y mejor intencionados que brindan abundantes situaciones de aprendizaje práctico matan la curiosidad en la búsqueda de la permanencia. «En la tarea» y cubrir el material requerido.

¿Impulsar la curiosidad es un propósito real de la escuela, o simplemente un subproducto de otras dinámicas? ¿Es la curiosidad una «casualidad» peligrosa con respecto a las jerarquías tradicionales de lo importante y lo esencial -como lo describió Foucault- para ser eliminada por los guardianes educativos del status quo que hacen cumplir ansiosamente el currículum oculto de la obediencia? ¿O la amortiguación de las búsquedas intelectuales simplemente resulta de la búsqueda de otras agendas por parte de las escuelas, con la curiosidad de no pensar en los términos capitalistas de costos de oportunidad calculados, o de presentar un obstáculo para la instrucción fluida en habilidades vocacionales o la imbuida de patriotismo que podríaestar teniendo lugar en lugar de preguntarse acerca de lo inviable? Podemos debatir, pero no se puede negar la realidad escolar esencial de las maravillas y las maravillas.

Los estudiantes aprenden rápidamente a devolver el favor del desinterés que los profesores y las escuelas conceden a sus preguntas. El clásico ensayo de Herbert Kohl » No aprenderé de ti»«Es solo una articulación de lo que todo maestro sabe, a saber, que la curiosidad puede retenerse como una señal de desaprobación, rechazo o antagonismo, y con frecuencia representa un intento de defensa; defensa del yo de acusaciones o temores de fracaso, defensa de un cultura menospreciada o atacada por contenido arrogante y hostil. De esta manera, también, la curiosidad y su ausencia es política, ya que los intentos de bombear a los niños llenos de ideas desagradables en virtud de su política, así como en virtud de su imposición jerárquica, se encuentran con la pared de teflón del aburrimiento estudiantil. De hecho, una de las características de un buen maestro es la astuta habilidad de colarse entre las grietas de la desconexión de los alumnos y despertar la curiosidad creando alianzas emocionales sutiles, mientras se mantiene a la escuela a distancia.

Lo que sucede en las escuelas es parte integrante de la cultura más amplia, y a menudo es un mero reflejo de ello. Si a la curiosidad le está yendo tan mal en entornos educativos, ¿qué le está sucediendo en el mundo en general?

En primer lugar, vemos la cooptación de la curiosidad a los efectos del poder. Justin EH Smith escribe que en nuestros tiempos, «la curiosidad es cooptada por el estado». Continúa:

Y así comienza el próximo capítulo, el último capítulo moderno, de la historia de la curiosidad. Los murales suben a los lados de edificios públicos que representan átomos, constructores de puentes, hombres en batas de laboratorio. … Ahora el estado se pone celoso de la curiosidad de los individuos, buscando no tanto para silenciarlo como simplemente para canalizarlo para los intereses del estado. Cada competencia debe tener una licencia, y cada interés y asociación oficial.

Luego, a medida que los ámbitos de la cultura y la educación se incorporan como parte del «Establecimiento», el rechazo a sentir curiosidad por ellos es una forma de política de resistencia. Cuando, por ejemplo, se aprovecha la ciencia de Shakespeare o de laboratorio para convertirse en la propiedad cultural de la élite, se genera una falta de curiosidad en los ámbitos de la cultura y el conocimiento consagrados como «intelectuales» y cómplices del poder. Observamos aquí una confirmación de que una curiosidad feliz o saludable requiere un sentido general de igualdad. Un sentimiento de inferioridad conduce al debilitamiento de la capacidad de indagar, así como a un resentimiento del reino delineado de lo socialmente «superior».

A pesar de la escasez notable de escritura académica o investigación de la curiosidad, podemos recurrir al estudio un poco más rico de la ignorancia para la comprensión de la incuriosidad. Como la curiosidad es la expresión personal y emocional de un deseo de eliminar la ignorancia, y la curiosidad es el medio necesario para llegar a un conocimiento pleno y significativo, la agnotología, el estudio filosófico de la ignorancia, está estrechamente relacionado con las consideraciones de incuriosidad. Los agnólogos describen, entre muchas categorías de clasificación, tres formas de ignorancia: un estado nativo de ignorancia, una elección selectiva para ser ignorante y una construcción activa de la ignorancia. Los dos últimos estados de ignorancia serán, deben ser, alcanzados a través de una retención o supresión de la curiosidad.

Así como los agnólogos hablan de la ignorancia voluntaria, tal vez es hora de comenzar a hablar sobre una incurrencia intencional. Cuando nos encontramos con incurrencias deliberadas, debemos considerar si puede encarnar el clasismo, el racismo, el sexismo u otras relaciones de poder, ya que aquellos llenos de rencor se niegan a aprender acerca de aquellos a quienes desprecian. La curiosidad retenida puede ser una señal de desdén social, así como un medio para crear la ignorancia conveniente que permite una evasión de responsabilidad. Sin embargo, la incursion intencional también puede incorporar una resistencia al conocimiento que ha producido el clasismo, el racismo o el sexismo. La incurrencia intencional no debe asediarse como una cuestión de rutina. Puede servir funciones personal y políticamente útiles.

Pero independientemente de las raíces del desinterés deliberado, ya pesar de su eficacia ocasional en la creación de un aislamiento de asaltos personales o culturales, el rechazo a ser curioso tiene un doble filo perturbador, creando disfunción y toxicidad al mismo tiempo que proporciona ciertos tipos de protección . Si bien podemos aplaudir la estrategia de ausencia mental y emocional de los estudiantes de escenarios perjudiciales en el aula en los que se ven forzados, o la negativa de los adultos a atender material tóxico, el éxito de esa estrategia de desconexión se desangra en el resto de la vida. Es poco probable que los niños pasen sus horas escolares en estado de desinterés obsesivo o que un adulto pueda vivir días de trabajo en un rechazo emocional impasible y, sin embargo, emerger sin cicatrices en una exploración sana y feliz y abrazar la posibilidad después de salir de la escuela o lugar de trabajo.

Nuestra curiosidad se erosiona no solo por el desinterés intencional. La curiosidad profunda requiere atención, presencia y estado de alerta. Una esfera pública significativamente viva requiere una curiosidad y una percepción activa y reconocimiento de otros seres humanos. Pero vivimos en un mundo de atención que desaparece, una falla para asistirverdaderamente– que, después de todo, requiere paciencia y espera. La atención y la curiosidad, como los opuestos de la apatía en cierto sentido, a su vez requieren esperanza. La curiosidad implica un sentido de eficacia y posibilidad personal, la creencia de que la propia curiosidad puede ser satisfecha por las propias acciones, así como la sensación de futuro. La sensación de impotencia y precariedad que hoy domina nuestro estado de ánimo desplaza y adelanta directamente la curiosidad, creando en cambio el afecto dominante del capitalismo contemporáneo: la ansiedad. Para ocupar nuestras mentes ansiosas, que no pueden asistir, reemplazamos la atención con distracción sin sentido o inactiva.

La sesión de clase la dejé desanimada hace unos meses, antes de que mi epifanía fuera una en la que los estudiantes pasaran ociosamente a través de sus dispositivos portátiles mientras algunos de nosotros sostuvimos una conversación sobre el cambio climático y el estado ecológico del planeta. Tal vez solo querían esconderse del terror del tema, pero habían tenido la misma reacción otro día cuando jugábamos con las plantas que había elegido para ir a la escuela, usando las guías urbanas de mala hierba que había traído. para identificarlos. ¿Fue esta apatía el resultado de una extinción violenta de la curiosidad de los estudiantes por parte de las instituciones educativas? ¿O un hosco y resistente rechazo a ser curioso en un programa universitario en el que realmente no querían estar? ¿O fue esto un fracaso total de la esperanza? ¿Un resentimiento reaccionario de la política del curso?

Todos tendremos que imaginarnos estos escenarios si queremos alcanzar los abismos comunicativos creados por la compulsión, la resistencia, la arrogancia, la ira, la desesperación y la ansiedad. Lo que mi epifanía me dijo es que lo primero que debemos hacer es reconocer que una curiosidad moralmente buena no es solo una preocupación intelectual y académica. También es un estado emocional y político, con una necesidad desesperada de cultivación y cuidado amoroso y tierno.

Fuente: https://truthout.org/articles/curiosity-is-political-we-must-nurture-it-if-we-hope-to-change-the-world/

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Impulso a la educación democrática promueve la ministra de la juventud alemana

Europa/Alemania/dw.com

La ministra de Juventud Alemana Franziska Giffey, que en 2010 completó su doctorado sobre déficits de educación política en la UE , dijo al diario Die Welt que la tarea «inequívoca» del gobierno federal es organizar educación sobre la democracia para los jóvenes «en todos los niveles».

Los recursos para el trabajo juvenil en Sajonia, donde la tercera ciudad más grande del estado de Chemnitz quedó en estado de confusión por un asesinato incautado por la extrema derecha, habían sido eliminados a lo largo de los años, «y los resultados que ahora vemos», dijo Giffey.

Alemania estaba experimentando una «despolitización creciente», dijo Giffey, y agregó que los residentes de Chemnitz le contaron sus temores de privación y de «no ser escuchados» por quienes gobiernan «allá arriba».

El estudio y la discusión de la política ya no era una asignatura en «muchas» escuelas y clubes locales en Sajonia, agregó.

A los residentes se les debe dar espacio a medida que aumentan las emociones para discutir la llegada de refugiados en los últimos años «sin ser puestos en el [muy] derecho», dijo Giffey, miembro del Partido Socialdemócrata (SPD) y ministro federal para la familia, los ancianos, las mujeres y los jóvenes.

Programa de democracia SPD

Un  ataque yihadista en un mercado navideño de Berlín en diciembre de 2016 impulsó a los socialdemócratas en abril de 2017 a redactar un programa de «promoción de la democracia», que incluye un proyecto de ley para promover la democracia, poniendo énfasis en la prevención de la radicalización y no solo en leyes de seguridad más estrictas.

Sin embargo, el proyecto de ley fue bloqueado por el Ministerio Federal del Interior. La conservadora Demócrata Cristiana (CDU) conservadora de la canciller Angela Merkel dirigió el Ministerio del Interior en ese momento y le entregó la responsabilidad a su partido hermano bávaro, la Unión Social Cristiana (CSU).

Educación normalmente tarea de los Länder

La educación bajo la constitución de Alemania es una prerrogativa de los 16 estados del país , pero un estudio hecho para el ministerio de Giffey dijo que el gobierno federal estaba constitucionalmente facultado para resistir el neonazismo fomentando una democracia «robusta».

«La educación es un asunto de los estados, pero el gobierno federal puede apoyarlo», dijo Giffey a Die Welt el miércoles.

La semana pasada, Giffey, que hasta principios de este año fue alcaldesa del SPD del distrito Neukölln de Berlín, lanzó una campaña contra el acoso en las escuelas alemanas promovida por su ministerio que se debatirá con Merkel en una conferencia de docentes el miércoles.

A nivel nacional, 168 trabajadores sociales, proporcionados por un programa de prevención financiado con fondos federales, serían empleados como expertos «anti-mobbing» para trabajar con los alumnos y responder a posibles conflictos, dijo Giffey, y agregó que los directores escolares necesitan respaldo cívico.

El proyecto de ley buscado por Giffey también fue buscado por su predecesora Katarina Barley, ahora ministra de justicia

Después de la guerra, Alemania tiene una extensa red de institutos de educación política, a nivel estatal federal y regional, incluida la Agencia Federal para la Educación Cívica (BPB) con sede en Bonn.

Fuente; https://www.dw.com/en/democracy-education-boost-urged-by-german-youth-minister/a-45360379

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La educación es política

Por: Jaume Carbonell

Cualquier espacio educativo vinculado al entorno no puede eludir la política. Cada vez hay más colectivos, como es el caso de «Esplac», que se ocupan de esta relación.

La actualidad política se cuela de mil maneras en los centros y en cualquier ámbito educativo. Una constatación obvia porque, a fin de cuentas: ¿Qué acontecimiento cotidiano, por irrelevante que sea aparentemente, no deja de ser político? ¿Qué agente educativo y social no está afectado por la política? No hay argumentos mínimamente sólidos que puedan sostener hoy por hoy el mito o la falacia de la neutralidad, aunque curiosamente quienes más alardean de este suelen ser quienes defienden intereses económicos y políticos más poderosos, perversos e inconfesables.

En la “Escola Esplac”, un espacio de formación anual compartido por los monitores de “Esplais Catalans” -asociación laica y progresista que trabaja con el voluntariado por la transformación social-, abierto a otras personas vinculadas al asociacionismo educativo, tienen muy claro el lugar del compromiso ético y político en cuantas acciones realizan a favor de la libertad, la justicia social, la participación y en defensa de los derechos de la infancia. Precisamente su último encuentro, bajo el lema “¿Y tú, por qué educas?” les llevó, a discutir,  durante un intenso fin de semana, en torno a la relación entre educación y política. En los espacios de debate se arrancó con preguntas como éstas: “El ideario ha de ser suficientemente abierto para respetar todas las opiniones?.¿Dónde están los límites al respeto y la tolerancia de todas las opiniones? ¿Cómo educamos en la libertad bajo un ideario? ¿Educamos en la verdad o dejamos espacio para la duda? ¿Es el asamblearismo un método que respeta el derecho de opinión y la libertad de pensamiento? ¿La educación es un mecanismo de reproducción social del sistema social hegemónicamente establecido? ¿Educamos desde una mirada adultocentrista? ¿Cuál es el nivel de compromiso político que ha de tener una asociación educativa? ¿Cuál es el papel de la educación en la cohesión social del territorio?

En los debates y conclusiones se cuestionan radicalmente los valores del neoliberalismo y los mecanismos del sistema capitalista en la redistribución injusta de los bienes, que generan cada vez más desigualdad, al tiempo que se propone una labor de sensibilización para abrir los ojos a la infancia y a la juventud y explorar nuevas posibilidades. “No actuar educativamente supone una negligencia”, porque deja vía libre al pensamiento único neoliberal.

Se visualizan al menos dos referentes y contrarelatos emblemáticos para modificar el presumible destinos de los educandos: la pedagogía de la Escuela moderna de Ferrer y Guardia, en la medida que se concibe como un proyecto libertario para la persona y revolucionario para la sociedad. “Es necesario que nos planteemos la educación de la infancia como un antidestino… En un proyecto libertario es esencial educar para evitar la sumisión y desarrollar el aprendizaje de la autonomía”;  y la propuesta de educación liberadora de Paulo Freire, quien ha teorizado amplia y sólidamente sobre la naturaleza política de la educación y para quien no se concibe el texto aislado del contexto sociocultural: punto de partida para forjar la educación liberadora y emancipatoria.

En el relato final de la “Esplac” cabe destacar al menos otros cuatro puntos. En el primero se argumenta que una educación no dogmática que ayude a la construcción del espíritu crítico ha de tener pocos principios básicos, debido a que los valores compartidos por todas las personas como deseables son pocos. Es cierto que no existe una única escala de valores única y que, por tanto. hay que ser respetuosos con el pluralismo democrático. Ahora bien, sí se dispone de un patrimonio ético común del que pienso que no puede prescindirse: la Declaración de los Derechos Humanos y la Carta de los Derechos de la Infancia que, aunque precisan de una revisión y actualización permanente, constituyen un marco para la protección de los derechos y libertades democráticas. La no existencia de referentes de este tipo nos deja a la intemperie moral y política.

Un segundo punto alude a la construcción de las identidades individuales despojadas de connotaciones individualistas y competitivas que contribuyan a ir construyendo proyectos de vida sólidos y en libertad, al tiempo que se establecen vínculos con los distintos espacios comunitarios de socialización, uno de los retos mayúsculos de todos los tiempos: cómo se articula y enriquece el binomio sujeto-colectividad. Y cómo se atiende la diversidad para lograr ser más iguales que diferentes. “Es importante plantearnos por qué queremos diversidad en el ‘esplai’ y entender que, para que exista inclusión real, no solo es necesaria la inscripción de un niño o niña migrante, sino también una participación y un aprendizaje conjunto y mutuo”.

En efecto, existen demasiadas evidencias de que en el sistema educativo la integración se reduce al acceso, mientras se resiente la calidad en la atención y la relación. Por otro lado, la convivencia intercultural suele circunscribirse al espacio educativo -trátese de la escuela o de otros tiempos extraescolares o de tiempo libre- donde las distintas comunidades conviven separadamente, con coexistencia pacífica pero sin intercambio intercultural cotidiano. Es decir, sin inclusión.

Un tercer punto pone el foco en la relación de reconocimiento mutuo entre las personas que educan y las que son educadas, sin sujeciones ni sumisiones. ¿Cómo se logra crear un clima afectivo rico y acordar conjuntamente unas normas de referencia? ¿Hasta qué punto la asamblea se convierte en un espacio entre iguales en que todo el mundo propone y trabaja desde la horizontalidad y el intercambio? ¿Cómo crecer en este espacio tan propicio “para regalarnos experiencias, saberes y maneras de entender, un espacio en que todas las voces tienen el mismo peso”? Pongamos que hablamos del modelo freinetiano del critico, felicito o propongo o de otras fórmulas autogestionarias de empoderamiento personal y colectivo. Más interrogantes: ¿Hasta qué punto la asamblea se convierte en un órgano decisorio o se mantiene únicamente como un espacio de consulta, intercambio y formación democrática?

Y el cuarto punto es una llamada a la necesaria contextualización de los conceptos y las palabras. “El lenguaje nunca es inocente. Hemos de desconfiar de aquellas ideas o palabras que generan consenso de manera automática”. La manipulación y banalización del discurso político, la espectacularidad y efectismo de los medios de comunicación, la tergiversación y pérdida de significado del sentido originario de las palabras, la apropiación del lenguaje como hegemonía política e ideológica y la celeridad y simplificación de los mensajes que circulan en las redes,  contribuyen a la perversión del lenguaje. Por otro lado, sus usos están siempre connotados por el discurso ideológico. Porque es evidente que bajo el paraguas libertad, justicia o democracia se sustentan políticas autoritarias y represivas u otras radicalmente opuestas de carácter liberador y al servicio del bien común.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2018/04/18/la-educacion-es-politica/

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Para repensar y actualizar la educación política

Por: Jorge Díaz Piña

Sin pretensiones de dar lecciones, o de tener la última palabra al respecto, si pretendemos poner en juego reflexivo la pertinencia del uso de algunas pocas significaciones en el terreno de lo político y de la política, valiéndonos para ello de la presentación problematizadora de algunas nociones por autores reconocidos en estos ámbitos, y muy lejos de un enfoque manualesco o dogmático al respecto. Nociones escogidas por el uso disputado frecuentemente en el confrontado espacio político entre la “derecha” y la “izquierda”. Palabras-conceptos desde las que se nos inscribe o sujeta ideológicamente al significar la realidad con ellas, a decir de Juan Carlos Monedero en su texto El gobierno de las palabras (2011), ya que no portan neutralidad u objetividad alguna, como lo indica Rigoberto Lanz en su libro Las palabras no son neutras (2005), poniendo así sobre el tapete la urgencia de elucidar su poder de sentidizar a través de su régimen y lugar o posición semiótica de enunciación, por cuanto el poder circula a través de lo que se hace decir o repetir acríticamente. Sin dejar de considerar que muchos de esos términos o significantes, por agotamiento de su correspondencia instituida de significación con lo que anteriormente  referían o definían hegemónicamente (poder de significación), han quedado a la deriva, sin anclaje sociopolítico en la realidad sociocultural, por lo que han perdido su hegemonía ideológica. Lo que da pié para resignificarlos o reemplazarlos por otros significantes en la lucha por la hegemonía. Y sin confundir con la noción de “significante vacio” propuesta por Ernesto Laclau en su libro Razón populista (2005), con la que quiere referir la generalidad incluyente y unificadora políticamente sentidizadora que puede traducir un significante de modo estratégico, unificando a distintos sectores sociales, al reunir, ampliar y hacer equivalentes trascendentalmente en una cosigna sintetizadora y superadora, por ejemplo, las demandas socioeconómicas populares expresadas con términos reclamantes menos incluyentes o parciales por específicos o particulares respecto de sus necesidades insatisfechas, en su lucha ya no inmediatista, sino estructural, por satisfacerlas.

Incursión ésta que hacemos sin poses ficcionadoras de  erudición, sino desde nuestra implicación en las luchas políticas a favor de la emancipación de nuestro pueblo indoafrolatinoamericano, y más particularmente, venezolano. Asumiendo que no es posible pensar su liberación, sin emancipar previamente al pensamiento de sus ataduras a ideas o concepciones, o a mitos, que reproducen la dominación política. Esta incursión aproximadora  la realizamos a partir de la controversial afirmación de que lo político y la política están en crisis, ocasionando su desfundamentación, y que desde aquí revisamos escuetamente, recurriendo a lo planteado sobre ello por unos cuantos investigadores, en torno a algunas derivaciones para la praxis política. Algunos de ellos europeos pero investigadores internacionalistas impugnadores del eurocentrismo y, por ende,  de la dominación neocolonial capitalista. Revisión que esperamos contribuya en algo a la educación o formación política crítica de los activistas y recién iniciados en el campo de lo político, o al debate fructificador. Hacemos la aclaratoria previa de que con el uso de la variante pronominal “lo”,  precediendo al adjetivo “político”, lo político, no se desea expresar en esta reflexión una orientación filosófica ontológica (caracterización del ser), ni óntica (en tanto ente), de la política, de dichos conceptos.  Aunque no la descartamos, la subsumimos en un intento de aproximación transdisciplinaria y transcompleja.

Lo político y la política pasan por una crisis de fundamentación y de legitimación. Tanto  por la falta de sustentación de lo político debido principalmente a la indecibilidad o inaprehensión de lo social asociado como fundamento en la teoría política, como por el injustificable oportunismo del pragmatismo vulgar y la instrumentalización extrema de la política en su accionar ante la  contigencialidad que rige en la sociedad. Crisis que al parecer, desaconseja la búsqueda de nuevas fundamentaciones y legitimaciones fuertes o sólidas, o ante la cual,  en todo caso,  hay que aceptar las fundamentaciones débiles (Vattimo, 1991) y las legitimaciones líquidas (Bauman, 2006)). Crisis provocada a su vez, por la sobredeterminación de una  crisis de mayor envergadura que  implica y arrastra al imaginario paradigmático de lo político y la política, la crisis de la Modernidad, que se pone en evidencia con la caducidad y el colapso de sus certezas o verdades  incontrovertibles en todos los ámbitos que ficticiamente consolidó (sociales, culturales, económicos, científicos, tecnológicos, educativos, etcétera), y la apertura de las incertidumbres, al fracasar en sus intentos para dar cuenta de la nueva socialidad en constitución imperante (Lanz, 1998)). Modernidad, en tanto modelo epocal civilizatorio agotado y vaciado de sus ideas-fuerza rectoras y hegemónicas en los paradigmas guías construidos histórica y discursivamente desde la Ilustración europea (desarrollo, progreso, emancipación, sujeto,  capitalismo, socialismo, contrato social, democracia, soberanía, representación, ideología, mercado, libertad, revolución, liberalismo, neoliberalismo, igualdad, justicia, fraternidad, autodeterminación de los pueblos, verdad, Estado, república, partidos, sociedad civil, equilibrio de poderes, etcétera). Momento  histórico y socio-cultural éste, que se ha calificado como Posmodernidad.  En un contexto indoafrolatinoamericano en el que se impuso históricamente la modernización política como adaptación funcional a favor de los intereses imperialistas neocoloniales emergentes de entonces, por vía de una fragmentación  desintegradora de la unidad territorial en Estados nacionales no-nacionalistas como remedos de los Estados-Nación europeos. Una neocolonial modernización sin modernidad que nos condujo, después de las luchas anticoloniales o independentistas, debido al ideario o ideología modernista de nuestros independentistas y posteriores dirigentes político-gubernamentales oligárquicos y burgueses, entre otros aspectos, a Estados capitalistas dependientes sin pueblos soberanos; a simulacros jurídicos de los contratos sociales constitucionales por vacios de justicia, igualdad y equidad; a democracias dictatoriales y sin ciudadanos; a  repúblicas sin republicanos, etcétera. Herencia histórica que se instaló como perversa tradición política, y que nos convierte en deudores con la necesidad de repensar críticamente dichas nociones, conceptos y categorías europeriféricas primordialmente, para producir un pensamiento político que nos oriente a superar emancipadoramente esa presente colonialidad atávica, que nos induce a pensar identificadoramente con ella, en contra de nuestras alteridades.

La crisis ha defenestrado y desfondado también el intento progresista de fundar éticamente la orientación de lo político, y de apoyar la política en la normatividad moral, obstaculizando o  paralizando la articulación entre el “sujeto” y el proyecto ético-político transformador que  direccionaría su actuación transformadora. Entrecomillamos el término sujeto por cuanto ha sido  impugnado en su formulación moderna, ya que se considera que su concepción como voluntad histórica predestinada  y como fundamento sociopolítico último trascendente en el caso del sujeto proletario, en tanto garante de la revolución socialista, se ha evidenciado inconsistente; metaforizando posmodernamente esta apreciación, en la frase “muerte del sujeto”); y, por otra parte, a partir de estimar la adscripción acrítica de los individuos a los imaginarios políticos impuestos que lo alienan (a la ideología reproductora, al poder imperialista, al Estado, al partido, etcétera), se advierte que el concepto de sujeto es sinónimo de sujeción, de sujetado).

Bastaría para evidenciar la falta de  fundamentación ética, más allá de la retórica demagógica, la falta de  reconocimiento de la otredad o la alteridad (el compromiso con los otros, el pueblo, con su dignidad, tarea primordial,–desde nuestro punto de    vista-, de la recreación y recontextualización de lo político y de la política);  y la corrupción generalizada de los políticos de oficio o profesionales, como ejemplo de la inmoralidad campeante.  Lo que ha contribuido a la apoliticidad, o a la antipolítica, de extensos sectores sociales en las diferentes sociedades, cuando no a la “transfiguración de lo político” (Maffesoli, 2005), en la que paradójicamente lo público redefinido muestra signos de su  reconfiguración en las denominadas neotribalizaciones (reagrupamientos empáticos y emotivos transitorios pero recurrentes de expresión y manifestación colectivas contra lo instituido), pese a las mediatizaciones massmediáticas que virtualizan digitalmente lo público espectacularizadamente, y que convierten al público  en pasivos espectadores y comentaristas superficiales y efímeros,  banalizando así, los asuntos públicos.  Aspectos diversos de la crisis de lo político y de la política, que han conducido a que se emplee como término descriptivo y metafórico por sus efectos, el de “fin de la política”.

Lo político como noción distinta de la política, surgió como aporte de Carl Schmitt con su texto El concepto de lo político (1999).  En este, plantea como especificidad definitoria de lo político el  par categorial, amigo-enemigo, resaltando, por ende, el antagonismo. Dicho antagonismo, en tanto fundamento, lo autonomiza o independiza de los contextos en que empíricamente pueden producirse conflictos sociales entre actores, grupos o gobiernos antagonistas en un momento dado, así como  de los asuntos prácticos respecto al  Estado o el gobierno, o de relaciones entre estos últimos con otros Estados o gobiernos, para los cuales reserva la denominación de la política. No obstante la diferenciación y autonomización de lo político con relación a la política, esta debe someterse referencialmente a los criterios de lo político, para actualizarse en su despliegue. Es de observar, ante lo expuesto, que el criterio amigo-enemigo schmittiano, conlleva su  inactualidad o inaplicabilidad conceptual de lo político cuando las sociedades o los Estados transitan una relativa estabilidad u orden sin antagonismos o fuertes contradicciones de resolución dialéctica, lo que no quiere decir que dejen de  existir rivalidades o confrontaciones políticas, seguramente existirán como inherentes a lo social, pero de baja intensidad, sin antagonizar.  Sin embargo, para algunos analistas, entre los que se encuentra Chantal Mouffe con su texto La paradoja democrática (2012), de los planteamientos de Schmitt, en torno al antagonismo amigo-enemigo, entre el “nosotros” y el “ellos”, que tiende siempre al desarrollo de la violencia política contra “los otros”, o entre ambos, se puede derivar una consideración crítica  para la posición socialdemócrata de Mouffe, quien reivindica, junto a Ernesto Laclau (ob. cit.), la democracia liberal en tanto defensora e instituyente de los derechos humanos, al transfigurar el término antagonismo en “agonismo” como forma de manifestación de aquél, que implica una relación entre “adversarios” y no entre enemigos, o de “enemigos amistosos”. Siendo también, para Mouffe, la categoría de adversarios, una conceptualización clave para definir la política pluralista y democrática moderna que suscribe, y a la cual  le atribuye el atributo de significante central para la comprensión cabal de la democracia posible en tanto “pluralismo agonista” o  “democracia agonística”. Con estos argumentos, Mouffe cree descartar los planteamientos de Schmitt sobre la imposible conciliación de la democracia igualitaria colectiva,  con el liberalismo disociador de la libertad mercantil individualista, entre lo colectivo y lo individualista, por ser aspectos contradictorios, uno niega la posibilidad de existencia del otro, en el régimen de la democracia liberal, al defender lo que considera como la paradoja democrática, la condición de posibilidad de su coexistencia pese a su contradictoriedad. Libertad individualista calificada por los renombrados filósofos, G.W.F. Hegel y Paul Ricoeur (Ricoeur, 1986), como libertad salvaje por incitadora de la competencia o rivalidad antagonista y de la violencia destructiva, y contraria a la libertad sensata, de aceptación de la diferencialidad igualitaria con los otros y de la necesaria institucionalidad estatal para regularla justicieramente. Asimismo, con esa categoría que asume la imposibilidad de una política sin adversario, Mouffe critica a quienes quieren hacer creer desde posiciones liberales y neoliberales, que el ciclo de la confrontación política, iniciado con la Revolución Francesa (“revolución de los iguales”) en Occidente, culminó en un mundo globalizado sin igualdad, y que, por tanto, la separación y conflictividad entre izquierda y derecha, o entre democracia social radical y fundamentalismo neoliberal capitalista de mercado, es una herencia negativa de un pasado remoto, que debe ser superada y dar paso al dialogismo de una “democracia de las emociones”, fundamentada en el individualismo, como lo planteó Anthony Giddens (Mouffe, 2012). De igual modo, como formuló el neoliberal, John Rawls (ob. cit.), con su noción de “sociedad bien ordenada”, se quiso desdibujar la presencia de un adversario como expresión legítima en los ámbitos de la esfera pública democrática.  De la misma manera, critica a quienes pretenden evacuar neoliberalmente la dimensión del antagonismo o agonismo del plano constitutivo de lo político, al invocar la sobreposición del ilusorio “interés general”, por invisibilizador ideológico de las injustas diferencias y desigualdades existentes.

En definitiva, para Mouffe, son las relaciones disimétricas de poder o de fuerza, la lucha por hegemonía (dirección intelectual y moral de la sociedad en la constitución de las identidades colectivas), y el inevitable antagonismo de lo social (producido estructuralmente por la desigualdades que genera el modo de producción capitalista), devenido éste en agonismo democrático, lo esencial constitutivo de lo político. Aquí, además, habría que agregar en relación con el referido concepto de democracia liberal, lo indicado por Rigoberto Lanz críticamente en torno al discurso democrático en el texto El malestar de la política (1994), al señalar que es una operación ideológica ocultadora de la inseparable relación existente entre toda forma democrática y el poder, cuando se descontextualiza, universaliza o neutraliza  la noción de democracia. Los grados de respeto por las libertades públicas, los márgenes de tolerancia, y los escalones interpuestos institucionalmente entre el ciudadano y el Estado (procedimientos y métodos administrativos “democráticos”), son siempre la resultante de relaciones de fuerza.  Lo que se tendría por democracia, tanto en los países capitalistas hegemónicos, como en los periféricos hegemonizados, al margen de toda mistificación de la democrática “libertad”  vigilada por el Estado imperialista y el dependiente, es un inestable compromiso político de gobernabilidad entre intereses contradictorios.

Será Paul Ricoeur quien posteriormente, con su ensayo La paradoja política (1990), y otros textos, continúe con la diferenciación entre lo político y la política. El establece una distinción entre la autonomía de  lo político respecto de la política pero asumiendo a ambos como aspectos relacionados paradójicamente. Mientras que lo político se corresponde con la racionalidad organizacional de la sociedad, junto con los criterios para la toma de decisiones estatales y la regulación de las relaciones  de poder, con base ideológica en la identidad narrativa que proporciona la interpretación hermenéutica prevaleciente de las tradiciones histórico-políticas asumidas; la política sería  la toma efectiva de las decisiones en el ejercicio práctico del poder pero en el marco de las luchas sociales por éste. La paradoja política, radicaría entonces, en la conflictividad de la racionalidad de lo político y en la inevitabilidad de la lucha por el poder político, en la contradicción entre el ideal racional y la contingencia sociopolítica. Lucha social antagonista que puede violentarse al incidir el residual de violencia que queda luego de luchas previas, y que reaparecería posteriormente, produciendo nuevamente violencia, según Ricoeur. Para él,  la relación de lo político y de la política se manifestaría  en la representación figurativa de una estructura ortogonal compuesta de un plano horizontal y otro vertical. El plano primero, está formado por el querer-vivir-en-conjunto de modo jurídico-racional por medio de la regulación del Estado a través de una constitución, y, el segundo plano, por la distinción jerárquica de tipo institucional entre gobernantes y gobernados, siendo estos últimos, quienes eligen y revocan a los gobernantes. La paradoja política, se evidenciaría  en el desequilibrio de la estructura ortogonal cuando se aspira que el poder proceda del querer-vivir-en-conjunto, sin que la relación jerárquica institucional de poder se debilite o diluya para efectos de la toma de decisiones.  En otros términos, que la tendencia democrática radical igualadora y justiciera del plano horizontal de poder, no obstaculice o impida el plano vertical jerárquico institucional decisional del  poder de Estado.  Un señalamiento crítico a tener en cuenta en las formulaciones de lo político en Ricoeur, sería la de ubicarlo en una esfera demasiado ideal y separada con relación a otros ámbitos de la realidad social, lo que le imposibilitaría  considerar la presencia y actuación, por ejemplo,  de las existentes relaciones sociales de poder en campos como el de las prácticas económicas.  Además, no tiene en cuenta la anticipación estratégica de la trascendental  perspectiva histórica emancipadora futurista posible, de la reabsorción de lo político-estatal y de la política-gubernamental por el pueblo, que al asumirlos reconvertidamente, administrativa y funcionalmente en su cotidianidad, neutralizaría las relaciones de poder dominante del Estado-gobierno sobre la sociedad, en el marco de su extinción, formulación ésta hecha por  Karl Marx.

Ahora resulta pertinente, por la contextualización indoafrolatinoamericana de la teoría política que realiza,  exponer sucintamente la contribución de Enrique Dussel formulada en sus textos 20 tesis de política (2010) y Política de la liberación II (2011), sobre lo político y la política.  Para él, la recreación de la teoría política tiene que trascender los criterios liberales burgueses y los del socialismo real (o “capitalismo de Estado”), porque han devenido en concepciones que favorecen la corrupción política por la fetichización del poder, y la administración burocrática de la dominación del pueblo. La nueva concepción de la teoría política, contraria a la  creada por el imaginario de la Modernidad, que se originaría desde el reconocimiento primario y socialmente trascendente de la voluntad-de-vivir de las comunidades, ha de inscribirse en su revolucionaria teoría de la ética liberadora del pueblo-víctima de la explotación económica, de la dominación política y de la hegemonía ideológico-cultural de las clases sociales oligárquicas y burguesas imperialistas neocolonizadoras y las nativas aliadas, por consiguiente, debe formularse desde la Transmodernidad (negación y superación decolonial del imaginario de la Modernidad eurocéntrica).  Para estudiar lo político y la política, utiliza el concepto de campo político con antecedentes teóricos en las concepciones del sociólogo francés Pierre Bourdieau.  Concibe el campo político como un espacio  ocupado por sujetos  y fuerzas políticas cooperantes, coincidentes y en conflicto porque se disputan el poder político del Estado. Lucha por el poder político que se especifica en dos vertientes: la potentia que siempre refiere al poder potencial y realizador por instituyente, del pueblo,–concebido como comunidad política soberana en su intersubjetividad–, que precede al poder constituyente, y la potestas, que hace referencia a la fundamentación y legitimación del poder instituido y al tipo de interacción  del  pueblo con los que gobiernan por delegación. Quienes tienden a fetichizar al poder al identificarse burocráticamente con él, autoafirmándose despóticamente respecto del pueblo, por la alienación que produce la representación del mismo que poseen (asumen que ellos son el poder soberano), y por la falta de contraloría popular directa sobre ellos y su gestión. Envileciendo así, su relación con el pueblo, el “demos”, al desobedecer el mandato que les confirió, o corrompiéndose por ello (situación ésta que ayudaría en la explicación y superación de la crisis de dirección revolucionaria que atraviesa en la actualidad el bloque de las fuerzas populares socialistas, democrático-radicales y progresistas en Indoafrolatinoamérica, debido al tipo de conducción política neoliberal y neopopulista, o reformista burgués,  que ejercieron y ejercen sus dirigentes desde posiciones alcanzadas en el gobierno de algunas naciones sin propiciar cambios estructurales, en nombre de los sectores populares pero escamoteando la edificación de su poder popular autónomo, de su potentia y potestas).

Interacción conflictual gobernantes-gobernados, ante la que Dussel  opta comprometidamente por favorecer la interacción del tipo democrático radical de “gobernar obedeciendo al pueblo” o “poder obedencial”, que se puede concretar por vía de lograr el consenso en las decisiones y acciones a tomar con base en la simetría de poderes y en argumentos discursivos dados, y no por medio de la usurpación de la participación decisional del pueblo, ni de la violencia o coacción  ilegítimas; de ese modo la razón práctica discursiva otorgaría la legitimidad a la combinación política imbricadora de la potestas con la potentia, de la representación gubernamental con la responsable participación popular fiscalizadora.  Participación popular contralora que se desplegaría y actualizaría a través de mediaciones instrumentales institucionalizadas no burocráticas, en la perspectiva estratégica dialéctica de la transformación revolucionaria de un nuevo momento instituyente del pueblo, de la praxis liberadora o política de la liberación, del paso de la potentia a la potestas, y no de su inclusión en el sistema instituido de la dominación política burguesa; por tanto, no se trata de inclusión, sino de transformación.  Atendiendo además, según Dussel, a la “disolución del Estado” en la sociedad civil, tendencia hacia el gobierno autogestionario al propiciar la identificación progresiva entre representación instituida y representados como factibilidad estratégica (quizás sea ésta, la única posibilidad de superar la recurrente o persistente “crisis de representatividad”, que pone de manifiesto la endeblez, la imposibilidad histórica o la ficción política de tal noción de representación), en la que el Estado es subjetivado por la compartida asunción responsable  de los ciudadanos de las funciones objetivadas en instituciones estatales, que de esa manera, irán  decreciendo. De aquí que Dussel conciba lo político como el despliegue del poder político fundamentalmente como potentia; y la política, como la disyunción necesaria, inevitable y ambigua entre potentia y potestas, expresada esta última, en su determinación institucional por la potentia principalmente.

Para concluir estas anotaciones en torno a lo político y la política, deseamos enfatizar la necesidad de autoemplazarnos intersubjetivamente para repensar críticamente los discursos que regulan nuestras prácticas políticas.  Exigencia que se nos impone frente a la prevaleciente disociación de pensamiento y política, que conduce al practicismo ciego o a su justificación por el pragmatismo teórico estéril (aplicación mecánica de nociones codificadas dogmáticamente en manuales o similares, para interpretar la realidad a cambiar). Estéril por infecundo analíticamente para recrear una teoría que guie la acción política transformadora, que es la exigencia histórica planteada con urgencia, y superar de ese modo, la crisis de dirección o conducción revolucionaria que atraviesa el movimiento popular indoafrolatinoamericano, y que ha ocasionado, junto con el fetichismo del poder denunciado, reveses con retrógrados y trágicos efectos prácticos para la construcción del poder popular autónomo e independiente, único garante de la transformación revolucionaria. Construcción del poder popular autónomo e independiente (“lo político”), que debe ser asumida como un acontecimiento producto del antagonismo social (“lo social”), en un contexto o momento signado por la contingencia de lo estructural-coyuntural. Siendo entonces, el acontecimiento, resultado del agenciamiento (“la política”) entre las condiciones socio-económicas emergentes y la manifiesta  multiplicidad de la multitud subversiva del pueblo, que se expresa como contingencialidad de la crisis estructural capitalista. Contingencia que no es accidental, ni azarosa, por ser emergente coyuntural de condiciones favorables para el agenciamiento del acontecimiento.

REFERENCIAS

Bauman, Z.  (2006)  Modernidad líquida. México: Edit. FCE.

Dussel, E.  (2009)  Política de la liberación II.  Caracas: Edit. El perro y la rana.

_______  (2010)  20 tesis de política. Caracas: Edit. El perro y la rana.

Lanz, R.  (1994)  El malestar de la política.  Mérida: Edit. ULA.

______  (1998)  Esa incómoda posmodernidad. En Follari, R. y Lanz, R. (Comp.), Enfoques Sobre la posmodernidad en América Latina. Caracas: Edit. Sentido.

______ (2005)  Las palabras no son neutras.  Caracas: Monte Avila Edit.

Maffesoli, M.  (2005)  La transfiguración de lo político, la tribalización de la sociedad. México: Herder Edit.

Monedero, J.C.  (2012)  El gobierno de las palabras. Caracas: Edit. FCE-MPPEU/CIM.

Mouffe, Ch.  (2012)  La paradoja democrática.  Barcelona: Edit. Gedisa.

Ricoeur, P.  (1990)  La paradoja política.  En Historia y Verdad. Madrid: Edit. Encuentro.

________  (2012)  Política, sociedad e historicidad. Buenos Aires: Edit. Prometeo.

Vattimo, G.  (1991)  Posmodernidad: ¿Una sociedad transparente? En Vattimo y otros, En Torno a la posmodernidad. Madrid: Edit. Anthropos.

 

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Las emociones como núcleo de la educación política

03 de mayo de 2017 / Fuente: http://compartirpalabramaestra.org

Por: Jairo Hernando Gómez Esteban

La educación política ya no puede seguir concentrada en desarrollar las tradicionales -y fallidas- competencias liberales de participación, deliberación y búsqueda de consensos.

Hoy en día nadie niega que la política y la constitución de sujetos políticos está permeada por las emociones. Son las pasiones, y más en estas épocas de reacción inmediata que posibilita la tecnología, las que determinan y orientan la deliberación pública. Pero, ¿qué ocurre cuando la política se construye -y se manipula y se arraiga- sobre emociones como el miedo, el odio y la venganza?

Ocurre lo que le está pasando a la humanidad en estos momentos: toma decisiones apresuradas y equivocadas, apoya líderes nacionalistas y populistas dominados por una ideología de guerra y exclusión, se cierra sobre sus propios intereses y necesidades. Los ejemplos sobran: el brexit en el Reino Unido, el ascenso de Donald Trump, la exclusión de los migrantes asiáticos y africanos, la represión y encarcelamiento de los opositores en Venezuela, la oposición al proceso de paz en Colombia, la entronización del cinismo y la corrupción como estrategia de poder en casi todas las democracias, el uso de la mentira y la iracundia como único mecanismo de defensa.

Es claro que toda decisión política implica que debemos ser conscientes de la división, la discordia y el antagonismo, puesto que dicha decisión siempre se verá confrontada con demandas y fuerzas contrapuestas. El papel que desempeñan las pasiones en este conflicto hace, pues, que la política democrática no puede limitarse a realizar acuerdos y compromisos entre intereses y valores, o a la deliberación sobre el bien común, sino que requiere tener una influencia real en los deseos y proyectos de la gente, en proporcionar a aquellos conflictos una forma legítima de expresión y lograr movilizar las pasiones hacia fines democráticos.

No obstante, cuando no existen canales institucionales ni mecanismos sociales para expresar los conflictos, o si existen son desestimados, inocuos o simplemente son inútiles y sin ningún efecto real, las confrontaciones pasan a asumirse dentro de un registro moral entre el bien y el mal y no entre categorías y posiciones políticas, lo cual conduce a una discriminación y descalificación en la relación nosotros/ellos, en la que el oponente sólo puede ser percibido como un enemigo que debe ser aniquilado no sólo simbólicamente, sino que, en el caso de las fuerzas más nacionalistas, populistas y guerreristas, debe ser destruido físicamente.

Por todo lo anterior, el papel que desempeñan las emociones en la política, nos revela la necesidad de diferenciar entre la política y lo político en tanto cuanto la primera se refiere al conjunto de prácticas e instituciones social e históricamente establecidas, lo segundo asume el antagonismo, el conflicto y la confrontación como dimensiones constitutivas de las sociedades humanas.

Mientras que los enfoques racionalistas e individualistas de la política (valga decir, neoliberales y neofascistas) se niegan a reconocer la naturaleza de las identidades colectivas (feminismos, jóvenes, grupos LGTBI, indígenas, campesinos, etc.), reduciéndolo todo a consumidores y ciudadanos, y casi siempre haciéndolos equivalentes; la perspectiva de lo político se concentra en la diferencia inherente a las identidades, lo cual implica que la relación nosotros/ellos sea siempre antagónica y, por ende, se pueda convertir en una relación amigo/enemigo. Por tanto, las emociones están en la base de cualquier proceso de identificación política, lo que incluye campos opuestos a los cuales la gente se adhiere y se moviliza dentro del espectro de posibilidades que ofrece una democracia.

Si se retoman estos presupuestos básicos, la educación política ya no puede seguir concentrada en desarrollar las tradicionales -y fallidas- competencias liberales de participación, deliberación y búsqueda de consensos, sino que también es necesario enfocarse en la formación de lo político, esto es, en el uso de las emociones en el manejo de lo público y el afianzamiento de una democracia plural y radical.

Para alcanzar este propósito, lo primero que hay que desaprender es que las emociones son impulsos ciegos e irracionales sin ninguna mediación intelectual o cognitiva. Por el contrario, y siguiendo a Martha Nussbaum, los juicios emocionales se refieren a objetos que poseen un papel importante en el esquema de objetivos y proyectos vitales de la persona, es decir, que otorgamos un valor a los objetos en función de la importancia que ocupan en nuestro esquema de objetivos.
El miedo, por ejemplo, con su función ambivalente de protección y de inseguridad, convendría abordarlo, en términos políticos, tratando de reducir la mayor cantidad de sesgos, prejuicios e imaginarios que conlleva cualquier toma de posición, mediante la constatación de los hechos, la veracidad y verificación de la información disponible, y, sobre todo, oponiéndole su contrario: el amor. Es en esta emoción, con su capacidad de empatía, reciprocidad y cooperación sobre la que debe apoyarse cualquiera de los sentimientos y emociones inherentes a la educación política como la solidaridad, la indignación o la compasión.

No se trata de que el amor se constituya en el fundamento de los principios políticos, ni que todos tengamos que actuar solo por amor. De lo que se trata es de entender que en el cultivo del amor la atención se desplaza hacia el otro; y allí, en esa descentración de ponerse en el lugar del otro, en esa posibilidad de avenimiento con el otro, está el núcleo de la constitución de sujetos políticos democráticos.

Fuente artículo: http://compartirpalabramaestra.org/columnas/las-emociones-como-nucleo-de-la-educacion-politica

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