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Argentina. Mis recuerdos de lecturas de Paulo Freire y las experiencias escolares, camino al cooperativismo escolar

 

Valoro la influencia en mi formación pedagógica Latinoamericanista de Freire, pero resalto que la debilidad fundamental que posee esa pedagogía está en la ausencia de un recurso didáctico orgánico.

Ante el centenario conmemorativo de Paulo Freire.

 “Los seminarios realizados sobre su obra y los enfoques desarrollados sobre su pensamiento han sido puramente laudatorios, acercándose casi de una adoración mesiánica. No hay problematización analítica. Se ignoran las fuentes teóricas que él tuvo como referencia para construir su obra y no se analizan sus aportaciones frente a las nuevas coyunturas del siglo XXI. Lo que se hace es simplemente repetir los lugares comunes de su pensamiento, así como algunos enfoques de las décadas de 1960 y 1970”  Ivonaldo Leite.

Se ha desatado un verdadero torrente de acciones para conmemorar los 100 años de Paulo Freireconmemoración que nos sumamos con entusiasmo por el enorme y valioso legado pedagógico crítico que Freire ha aportado a la humanidad.

 

A modo de ejemplo del impacto pedagógico trascendente cito que la Universidad Nacional de Tucumán a través de la Facultad de Filosofía y Letras ha convocado al Congreso Latinoamericano a 100 años del nacimiento de Paulo Freire; “Transitar su legado: un acto de justicia” los días 16 y 17 de septiembre de 2021 que cuenta con destacadas figuras de la educación, como Adriana Puiggrós, entre tantos/as sobresalientes.

De tan importante evento y sus principales justificantes de la fundamentación extraemos dos:

“Desentrañar su legado con ojos y actitud crítica, parados en este presente tan complejo que nos interpela, se constituye en un compromiso ético y político del que tanto nos enseñó en la vastedad de su pensamiento”.

“Las aportaciones de Paulo Freire se abren y nos abren al mundo para la comprensión, el conocimiento de la realidad y la indefectible transformación de ésta, manteniendo la esperanza como la espera activa que nos lleva a trabajar comprometidos con el sujeto social, la praxis, la emancipación, el diálogo, la autonomía, las relaciones de poder y la democracia”.

Así, lo anterior constituye el marco de mis recuerdos de lecturas de Paulo Freire y las experiencias escolares, camino al cooperativismo escolar, camino pedagógico cooperario pretendiendo llenar de cooperación las aulas formoseñas.

Esas lineas anteriores y las reflexiones de los textos de Freire saturaron mi mente de ideas renovadoras y ansioso de llevarlas a la práctica,tal como me encontraba en aquel lejano día de un encuentro en el camino hacia la escuela,sería un cambiante hecho, pero,sin embargo, hoy, evocados se renuevan en vitalidad.

En modo de narrativa docente expongo: En un día caluroso del año de 1983 me dirigía a asumir por primera vez como maestro de grado en la Escuela N° 54 de la localidad Villa Escolar, Departamento de Misión Laishi, de la Provincia de Formosa-Argentina-, y tal como lo adelanté en el párrafo anterior en mi mente estaban las ideas del gran maestro Paulo Freire.

En efecto, en aquel trayecto a recorrer de seis kilómetros de ruta de tierra desde la localidad de Gral. Mancilla hasta la escuela se produjo un encuentro casual significativo y trascendental con la Supervisora Escolar Prof. Lidia Friederich de Acuña, ya que ambos teníamos como punto de llegada la escuela.

La Supervisora Escolar no tardó en hablarme de las bondades del cooperativismo escolar y exponer en contexto la desvinculación existente entre la escuela y las necesidades de los educandos, hijos de pequeños productores; la educación común no es la apropiada en relación a los intereses de las mayorías de los niños, toda vez que la perspectiva de un horizonte promisorio se presenta problemática, también por sus métodos, visibilizan una ruptura del medio social rural y la educación.

Esa práctica educativa necesaria surge de la necesidad de incorporar saberes del cooperativismo escolar dado que los educandos, hijos de labriegos, trabajan muy bien la tierra pero desconocen los aspectos organizativos gremial y empresarial que les permitan superar sus debilidades mercantiles ante el intermediario que menoscaba el precio de sus productos y los mantiene en perpetua debilidad, inermes individualmente.

No obstante aquel primer encuentro y diálogo con mi Supervisora Escolar, en principio me apoyé en las concepciones pedagógicas de Paulo Freire, pero pronto me enfrenté a las contradicciones que descubriría en dicha pedagogía a partir de aspectos maravillosos pero muy teóricos e insuficientes ante la realidad de niños labriegos que llegan tarde al inicio escolar en razón a trabajos en la cosecha de algodón.

Pienso que la propuesta pedagógica del educador brasileño continúa vigente en cuanto que su propuesta asume a la educación, a la alfabetización, al diálogo y a la reflexión, como valiosas herramientas de liberación del hombre. Por tanto, yo no hablaría de abandono de las ideas de Freire.

Sin embargo, no es menos cierto que la clave de la desigualdad social y económica reside en la organización capitalista que se expresa, entre otros, en sus  empresas, que constituyen terrenos de relación capital-trabajo, desventajosa para el sector del trabajo. La empresa cooperativa, por el contrario, fundada y organizada sobre otra concepción, altera esa relación injusta y establece una relación de cooperación, entre iguales y proporcionales, en sus beneficios. Mientras esto no se logre, habrá injusticia social.

La virtud de la pedagogía cooperativa reside-entre muchos-en su instrumento didáctico: La cooperativa escolar.

Ella es en pequeño el medio de transformación del educando y su perspectiva creativa de modificar, alterar, ulteriormente la organización de la economía mercantil en una economía de la cooperación. Este descubrimiento del carácter  pedagógico y didáctico del cooperativismo me llevó a asumir una decisión inapelable con respecto al estudio e investigación pedagógica que dio por resultado la pedagogía cooperaria.

Tal decisión conlleva evidenciar las virtudes pedagógicas y didácticas del cooperativismo escolar en cuanto su carácter transformador social y económico, puesto que se plantea nada más y nada menos que superar la forma organizativa capitalista de la sociedad, de la empresa y la formación del educando que lo moldea para esa forma de vida. En cambio, el cooperativismo transforma esa lógica, pues se sostiene en la propiedad y distribución equitativa cooperativa que aniquila la desproporción entre el trabajador y el capitalista.

He allí el meollo de la cuestión al hablar de pedagogía transformadora, ello conlleva modificar la organización social y económica capitalista por otra diferente ya que está bajo la concepción humana, reflejada por la empresa cooperativa y las relaciones socio-económicas que ella trastoca, propugna y esparce, insistir en este aspecto nunca será suficiente.

Lo que a su vez significa la superación sobre las metodologías planteadas por los diversos educadores cooperativistas porque éstos emplean la pedagogía liberal aprendidas en los Institutos de Formación docentes y Facultades a la enseñanza del cooperativismo en todos los niveles del sistema educativo oficial, lo que implica, cuanto menos, una contradicción.

Tal análisis y conclusión no es un asunto menor, son indagaciones que dicen mucho de cómo construí la pedagogía cooperaria, estableciendo en realidad una ruptura con la práctica de asimilación pedagógica liberal a la pedagogía cooperativa original, de su génesis.

Para concluir , y en base al hecho de que elegí una cita extraída de un párrafo del artículo “La Educación Popular, Paulo Freire y la “muerte de la dialéctica” del catedrático de Sociología de la Educación, Universidad Federal de Paraíba (UFPB)Brasil, Ivonaldo Leite, para presidir este artículo.

Pienso, precisamente, en otro párrafo de ese importante artículo de  Leite cuando afirma que:

“El método de Freire y su amplia obra configuraron un rico universo de reflexiones acerca de la educación, de la pedagogía y la ética liberadoras. Para Paulo Freire, educar significa, por ejemplo, conocer críticamente la realidad, comprometerse con la utopía de transformarla, formar sujetos de dicho cambio y desarrollar el diálogo. Pero, aunque su método constituía una profunda crítica a las prácticas educativas tradicionales, él también empezó a revelar limitaciones y ambigüedades políticas. Los problemas se referían principalmente al desconocimiento del condicionamiento de la educación por la estructura social y económica, así como a los conflictos de clase. Como consecuencia, la idea de transformar la realidad quedaba convertida en un acto abstracto”. https://rebelion.org/la-educacion-popular-paulo-freire-y-la-muerte-de-la-dialectica/

Un agregado compendiado:

Reconozco y valoro la influencia en mi formación pedagógica Latinoamericanista de Freire, pero resalto que la debilidad fundamental que posee esa pedagogía,como pedagogía contestata
ria a la injusticia social,está en la ausencia de un recurso didáctico orgánico que se desenvuelva en la escuela,se evidencie en la comunidad y genere conciencia subjetiva en cuanto a  posibilidad de modificar organizadamente el estado de necesidad de sectores menos favorecidos, e incidir en la transformación productiva de campesinos y sectores comunitarios, como sí la tiene la educación cooperativa por medio de la cooperativa escolar.

Sin embargo, en mi acción pedagógica e investigadora, me distancio de las prácticas educativas cooperativas tradicionales.Enfatizo la esencia transformadora de la cooperación en las aulas. Asumo abiertamente las dificultades burocráticas en las instituciones educativas e identifico a estas trabas como expresión material ideológica de la influencia liberal en ellas.

Rompí con las prácticas cooperativas bajo el influjo liberal devenido  desde la formación docente en las  instituciones educativas al comprender las distorsiones que infringen a la pedagogía cooperativa genuina por parte de los docentes cooperativos/as que reproducen esa desvirtuación pedagógica y que impiden su pleno desarrollo educativo.

¡Saludos cooperativos!

Fuente de la información e imagen:  https://kaosenlared.net

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Paulo Freire: a 100 años de su nacimiento, una lectura en tiempos de pandemia

Por Gladys Rodríguez Jourdan*

Conocí a Paulo Freire en una fría mañana de junio de 1989. Fue la única vez que visitó Uruguay. El frío se transformó pronto en un encuentro cálido. Entre la muchedumbre que lo acompañó, el diálogo amoroso, término que utilizaría muchas veces para referirse a la acción educativa, logró que el frío se transformara en calor humano, en emoción al tenerlo ahí cerquita, con esa barba blanca y esa entrante calva que lo inmortalizó. Fue en el entonces Instituto de Psicología de la Universidad de la República, en la calle Leguizamón.

En los 100 años de su nacimiento, recordarlo en la Casa del Maestro, en la calle Soriano, fue haber vivido algo de su pedagogía. Estaba previsto que fuera al interior de la casa sindical, pero la multitud hizo que se dirigiera al público presente en la calle, desde el balcón, una experiencia que como lo mencionara él, no había vivido ni siquiera en su propio país. Presentado por Reina Reyes, se volvió un diálogo con educadoras y educadores, una experiencia pedagógica para repensar en los tiempos que corren.

En este 2021 se cumplen 100 años de su nacimiento y se le hacen homenajes en buena parte del mundo, en particular en América Latina. Se trata del más notorio referente de la pedagogía latinoamericana del siglo XX, pero la trascendió: no sólo tuvo una importante participación en los procesos descolonizadores en África, sino también en Estados Unidos y Europa.

Su pedagogía fue una construcción desde la praxis; pensaba mientras andaba, y mientras andaba junto a los desposeídos de todo, los desharrapados del mundo, como los definía. Creaba la pedagogía de hombres y mujeres oprimidas. No delante ni detrás, sino junto al hacer de personas luchadoras, los condenados de la tierra, favelados, indígenas, afrodescendientes, blancos pobres.

Creo que un aspecto esencial a considerar es que hoy Paulo Freire merece ser leído teniendo presente lo que él mismo decía en cuanto a que no repitiéramos su pensamiento sino que lo recreáramos, lo rehiciéramos, no a la luz de nosotros sino del mundo y de las circunstancias históricas en las que nos situáramos. Como bien escribe en Grito Manso: “Tenemos que comprender que las luchas de los pueblos atraviesan etapas diferentes y esas etapas tienen dificultades diferentes”.

Paulo Freire: un pensador de oposiciones superadoras

Cuando se habla de transformaciones, Peter McLaren, su amigo y uno de los principales referentes de la pedagogía crítica norteamericana, nos invita a captar las oposiciones a las que recurre en sus obras de tal modo que esas oposiciones no se transformen en categorías fijas, ya que vivimos en un mundo muy complejo en el que los humanos están siempre interrelacionados. Aludiendo a una de sus obras más conocidas, McLaren se pregunta: “¿Quiénes son los oprimidos hoy?”.

Son esos “nadies” que, desde hace más de 500 años, en medio de una pandemia de ribetes universales, en el continente más desigual del planeta, decidieron salir a defender su memoria colectiva, su lengua, sus atuendos, su comida, su alegría danzarina y su polifonía musical como el más hermoso acto de rebeldía ancestral. Ellos, como nadie, aprendieron esa máxima freiriana de que las formas de acción política se reinventan. Como lo expresa Adriana Puiggrós, en estos tiempos de fatalismo neoliberal que nos condenan al inmovilismo de que nada se puede hacer, fatalismo neoliberal del discurso cerrado y único que no se abre al conjunto de la sociedad, que ha maltratado el concepto de libertad, que no dialoga, que no integra, los pueblos oprimidos se abren y muestran la esencia de su rostro a esa parte de la sociedad que los silencia.

Son esos millones de jóvenes colombianos que, cansados de tanto no tener nada, salieron a las calles en todos los rincones del país, en ese gran Paro Nacional, para denunciar a los despojadores de siempre y usurpadores de la riqueza del pueblo colombiano. Son la Minga indígena que sale con orgullo del ostracismo al que fueron condenados. Salen a luchar con su resistencia acumulada por siglos en bandas musicales, con sus danzas tradicionales, a gritar al mundo la alegría de su reserva cultural resguardada en sus comunidades.

Son los jóvenes estudiantes chilenos hartos de que les vendieran todo a los capitales multinacionales enriqueciendo a unos pocos de la élite oligárquica y tuvieran que pagar por algo tan elemental como el derecho humano a la educación pública y gratuita. Dijeron basta al aumento de 30 pesos del boleto, que no eran 30 pesos, eran 30 años de represión, de abuso pinochetista al servicio de los grandes capitalistas. Son los pobres de las poblaciones, los mapuches que alzaron sus voces y lograron sentarse a una mesa para pensar juntos como ciudadanos y ciudadanas dignos, con derechos. Asumieron la unidad en la diversidad para dialogar en sentido freiriano y escribir una nueva constitución para que sea posible entablar nuevas relaciones y construir un Chile plurinacional. Un diálogo que no cosifique al otro sino un diálogo en el que se crea en los que han sido silenciados, en los que han sufrido el asalto deshumanizante.

Con el asesinato del afroestadounidense George Floyd en Estados Unidos, son los protagonistas de las movilizaciones antirracistas, dice Peter McLaren. Él trata, siguiendo el pensamiento freiriano, de integrar estos movimientos a la pedagogía crítica. Se intenta prohibir la historia de la esclavitud porque los euroestadounidenses blancos tienen miedo a lo que llaman “un invierno demográfico” en el que sean suplantados por población afrodescendiente o inmigrantes latinos, descalificados, según ellos.

Esos movimientos antirracistas surgen desde el territorio, se enfocan en lo colectivo, movilizan a los actores que viven en campamentos, lugares ocupados en los barrios, los desplazados por razones étnicas, ecológicas, para pensar en algo que Freire llamó la ecopedagogía y la geopedagogía.

Siguiendo con la lógica de las oposiciones: “¿Quiénes son los opresores hoy?”, se pregunta McLaren. A modo de ejemplo, en “las entrañas de la bestia”, como suele decir, durante la era Trump se expandieron los movimientos evangelistas pentecostales que siguen difundiendo la idea de que Donald Trump es una especie de elegido de Dios y en la que mucha gente cree. Aprovechando la pandemia, fuerzan a las familias a continuar con la educación en el hogar y así enseñar la religión conservadora. Como ya planteamos, siguen siendo los capitales transnacionales, las élites dominantes, los latifundistas que arrasan la Amazonia, que se adueñan y mercantilizan las reservas de agua y gas natural, los generadores del extractivismo, los que contaminan el ecosistema y obligan a grandes desplazamientos humanos.

Como manifiesta Carlos Rodríguez Brandão, el mal gobierno y el gobierno del mal de Jair Bolsonaro y sus aliados poderosos quieren borrar la figura de Freire. La descalificación es permanente, quieren desaparecerlo de la pedagogía de Brasil, así como Mauricio Macri lo mandó sacar de la bibliografía de la formación de los educadores en Argentina. Sin embargo, está más vivo que nunca. La pandemia virótica y el pandemonio no han impedido que universidades públicas y privadas, cooperativas, las comunidades de las favelas, el Movimiento de los Sin Tierra, en todo el país y fuera de él, lo recuerden, lo homenajeen y recreen su pensamiento.

Freire nos invita a pensar que la pedagogía es política y la política es pedagógica. La pedagogía como política de reflexión y acción y la política como pedagogía de transformación.

La educación a la que llamó bancaria sigue siendo la educación de los ricos, de los poderosos, donde el otro no existe. Es la educación que ignora a los educadores, a los pueblos originarios, a los pueblos afro, a los trabajadores, a los desocupados, a los inmigrantes pobres. Es la educación de la sociedad del espectáculo neocolonizador, profundamente enraizado en nuestras subjetividades, que desconoce la identidad cultural de los pueblos, la naturaleza, el cosmos, las actividades productivas de los colectivos aborígenes, de las cooperativas, de los talleres de telares.

En cambio, la educación liberadora, la educación problematizadora, la educación dialógica que propone el pedagogo brasileño es el sustento para romper hoy con el colonialismo y el neocolonialismo, que trajo consigo el patriarcado al que enfrentan hoy los movimientos feministas y LGTB en gran parte del mundo o la revolución de las viejas en Argentina.

Hemos visto hace poco tirar monumentos de Cristóbal Colón en Colombia como símbolo del colonialismo instaurado desde hace más de 500 años y, en su lugar, subirse a su basamento como afirmación simbólica de que los desposeídos siguen siendo, quieren ser sujetos de la historia y no objetos deshonrados. Freire nos deja la posibilidad de aprender a leer la realidad desde la propia historia de los pueblos que han sido desconocidos para escribir la historia desde ese desconocimiento, desde esa invisibilización. Aprender cómo hablan esas voces que nunca han sido escuchadas. Aprender a leer los límites cuando las condiciones son adversas para los desharrapados, pero también aprender a leer las posibilidades de transformación desde esas condicionantes que se pueden transformar.

Freire y el mundo de la pandemia

Como bien expresa el pedagogo chileno Jorge Osorio Vargas, en el mundo de la pandemia se vive en la extrañeza, en la inseguridad de la incertidumbre. Al mismo tiempo que la pandemia desnuda las desigualdades y las injusticias ya existentes, nos enfrenta al desafío de dar cuenta de cómo las personas y comunidades construyen estrategias a los riesgos que vivimos. La excepcionalidad de la pandemia –dice– es un agregado a la falta de vivienda, de salud, de educación, de posibilidades de vivir en un vecindario con dignidad básica.

La epidemia nos ha puesto frente a la precariedad y la injusticia, pero Freire nos deja pistas, porque él fue un alternativista, nos deja la posibilidad de construir alternativas teniendo presente las realidades actuales que se viven. Vivimos un contexto de vulnerabilidad que no es un pensamiento miedoso –dice Osorio–, sino que hay que mirar el sufrimiento, la extrañeza y desde ahí afrontar los desafíos transformadores. La metaexclusión de la pandemia radicaliza la vulnerabilidad, los miles y miles de muertes evitables, los niños y niñas que no pueden ir a la escuela y que no tienen formas de conectarse a la virtualidad, los padres y madres que pierden sus trabajos ya precarios, sus viviendas, sus tierras.

Paulo Freire fue un latinoamericanista, él nos invitó a no perder la capacidad de soñar, sobre todo en tiempos difíciles como los que vive América Latina hoy. Basta observar cómo responden las comunidades que están sufriendo: una pedagogía desde la pobreza, desde el riesgo, pero una pedagogía de la resistencia para que las comunidades sean gestoras de vidas más dignas. Son justamente las adversidades, y es por ellas que no hay que perder la capacidad de soñar con cambiar las condicionantes adversas.

Siguiendo con Osorio, estamos viendo nacer las semillas de las comunidades desposeídas que prometen germinar algo incierto aún, un futuro que no podemos definir a ciencia cierta. Las comunidades, los barrios, los estudiantes han asumido el sufrimiento y están gestando procesos de resistencia.

Y aquí creo que vale tener presente que Freire nos habla del miedo de los poderosos y del miedo de los dominados como miedos diferentes. En las luchas que se dan en América Latina, en Estados Unidos, vemos cómo los pobres, los estudiantes, la ancestralidad africana van perdiendo el miedo a la libertad puesto que, como dice Freire, “se sienten capaces de asumir el riesgo de asumirla”, de ahí nace la valentía que les permite enfrentar las represiones de la élite dominante. Élite que tiene miedo, pero el miedo es otro, es el miedo de perder sus privilegios, y apela a la represión y al lenguaje del terror.

Cambiar es difícil pero posible

Cambiar es difícil pero posible, nos advierte Paulo Freire. No estamos determinados por las realidades históricas que nos imponen los poderosos, estamos condicionados por esas realidades que ellos imponen. Pero los pueblos son capaces de tomar conciencia de esos condicionamientos, unirse y luchar para cambiar esas condiciones en favor de los postergados de siempre. “Es precisamente la relación entre la dificultad y la posibilidad de cambiar el mundo lo que introduce la cuestión de la conciencia en la historia”, afirma Freire.

Se reitera en los homenajes la idea del inédito viable como un concepto importante para comprender los estallidos sociales. La miseria, el hambre, la desocupación se transformaron en situaciones límite que estimularon la necesidad de manifestarse, provocando muy diversas formas de expresión que se recrean en formas colectivas de concientización desde su condición de oprimidos. Van dejando al descubierto lo inédito de esas movilizaciones colectivas, que es lo que precede a descubrir las posibilidades de la viabilidad de cambios más profundos. Cambios que aún no se percibe cómo serán, pero van haciendo camino, como la retirada de la reforma tributaria y la intentona aún más privatizadora de la salud pública en medio de una pandemia que deja sin atención a millones de personas en Colombia.

Es el plebiscito para nombrar los y las constituyentes que redactarán la nueva constitución en Chile y que acaban de elegir a una activista y académica mapuche como presidenta de la Convención Constituyente.

Son los indígenas y campesinos, ronderos, jóvenes y viejos que se sintieron identificados con el lápiz y un sombrero de campesino de un maestro de escuela rural como símbolo de la unión entre la educación y la tierra y salieron a defender su voto en las calles de Perú, compartiendo abrigo, ollas populares y la esperanza en que uno de ellos llegara al gobierno. Es la lucha de todas las sangres, expresan los campesinos peruanos.

En América Latina, en Estados Unidos, en África, es la misma lucha, pero no es la misma lucha. Paulo Freire acompañó los procesos de descolonización europea en África, pero la decolonialidad es hoy una noción que hay que deconstruir a la luz de las realidades actuales. No me sigan, recreen mi pensamiento –nos advertía–, porque la historicidad es un principio fundamental que recorre su obra. Los seres humanos somos seres situados en una historia, en una cultura, en un tiempo y espacio determinado.

Y no olvidar que Freire nos invita a pensar que la pedagogía es política y la política es pedagógica. La pedagogía como política de reflexión y acción y la política como pedagogía de transformación.

A modo de cierre, traer a luz una experiencia que le pasó a él, narrada al inicio de Pedagogía de la esperanza. Allí Paulo Freire deja bien claro que la naturaleza de la educación es política. “Eso fue lo que ocurrió en un encuentro realizado recientemente en la Unesco, en París, según me contó uno de los que participaron en él, en que representantes latinoamericanos me negaban la condición de educador. Que obviamente no se negaban a sí mismos. Criticaban en mí lo que les parecía mi politización exagerada. No percibían, sin embargo, que al negarme a mí la condición de educador, por ser demasiado político, eran tan políticos como yo. Aunque ciertamente, en una posición contraria a la mía. Neutrales no eran ni podrían serlo”.

*Gladys Rodríguez Jourdan es docente y licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad de la República, Uruguay

Paulo Freire: a 100 años de su nacimiento, una lectura en tiempos de pandemia – Por Gladys Rodríguez Jourdan

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1a Edición del Proyecto Editorial OVE: Marx al Sur. Educación, ética, derechos y tecnología

Compartimos este primer libro de nuestro proyecto editorial de Otras Voces en Educación en coedición con el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) en donde comenzamos a abrir uno de tantos caminos que nos llevan a la construcción de conocimientos y saberes, siguiendo la «filosofía de acceso abierto» de CLACSO.

Reseña: Peter McLaren

Karl Marx al Sur es un libro que demanda nuestra atención, especialmente en esta coyuntura histórica actual. José Carlos García nos presenta una obra importante con la que logra atrapar las implicancias cruciales del pensamiento marxista para América Latina y más allá. Durante mucho tiempo, la clase trabajadora ha sufrido los estragos de la acumulación por el despojo, los tentáculos crecientes del Estado policíaco y los avances tecnológicos que empoderan a las corporaciones en lugar de a los trabajadores.

Este es un libro que habla de los desafíos de nuestro tiempo para estos tiempos.

*Disponible sólo en versión digital

Autor: José Carlos García Ramírez.
Presentación: Luis Miguel Alvarado Dorry

Editorial/Edición: CLACSO. Tecnológico de Estudios Superiores. Otras Voces en Educación. Tecnológico Nacional de México.

Año de publicación: 2021

País (es): Argentina. México

ISBN: 978-987-722-954-7

Idioma: Español

Descarga: Marx al Sur. Educación, ética, derechos y tecnología

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2383&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1554&orden=

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Un centenario para releer a Paulo Freire

Por: Dinorah García Romero 

Su compromiso con los más vulnerables y el redescubrimiento de la educación como una obra de arte para tiempos difíciles.  Freire está presente. Releerlo es tarea obligada.

El año 2021 no solo se ha vuelto célebre por la intensidad y letalidad de la COVID-19.

Este año adquiere relieve especial por la celebración del Centenario de Paulo Freire. La fiesta que celebramos en América Latina y el Caribe y en otros contextos geográficos mundiales marca nuevos desafíos sociales y educativos. El nombre y el centro de la festividad es Paulo Freire. El 19 de septiembre del año en curso conmemoramos cien años de su nacimiento. La gratitud se convierte en alegría y en celebración. Los hombres y las mujeres de este continente y de otras latitudes saludan con entusiasmo el recuerdo de un educador comprometido con la transformación del pensamiento y de la práctica educativa y ciudadana. Su legado se ha extendido más allá de las fronteras de la nación que lo vio nacer, Brasil. Por ello, instituciones, grupos y países reactivan sus ideas y propuestas a favor de la libertad y de la educación integral y transformadora de las personas y de las comunidades.  De sus esfuerzos por un mundo más inclusivo y una educación más audaz, podemos hablar sin fin. Hoy, su producción intelectual y su vivencia de la educación popular tienen una vigencia sin igual. Cada palabra, cada proposición, tiene fuerza propia y una direccionalidad clara: este mundo es para todos; prioridad, la constitución de sujetos con capacidad para analizar, interpretar y transformar la realidad.

La exhortación de Freire a los educadores para que asuman su rol como un acto político tiene fuerza mayor en esta época. El carácter político de la tarea educativa ha de ser reforzado para desterrar la indiferencia y el carácter intimista de la práctica educativa. Esta labor ha de comprometernos abiertamente con la construcción cotidiana de la democracia y de un tejido social cada vez menos excluyente y equitativo. Freire crea y sufre en su ejercicio como educador, para que sus pares opten por una educación radicalmente liberadora. Fuera toda atadura dirigida a minimizar capacidades y a establecer diferencias generadoras de desigualdades. Para Freire, la asunción de la educación como acto político pasa por una postura consciente y corresponsable de los educadores. Más que un llamado, este planteamiento de Freire se convierte en un grito. Los sistemas sociopolíticos que gobiernan el mundo secuestran diariamente el pensamiento libre y la práctica cambiante en el ámbito educativo.

Los planes de estudios del ámbito preuniversitario y de la educación superior han de estar alineados para posibilitar la construcción sistemática de la institucionalidad democrática, participativa y justa. Las propuestas académicas han de alejarse de la ambigüedad y de la racionalidad instrumental para que la constitución de sujetos pase del discurso a la realidad. Hemos de impregnar la educación y la sociedad de la sabiduría y de la orientación sociopolítica que Freire propone para ambos ámbitos.  Él nos plantea la política como ciencia y como construcción humana que tiene como lógica y horizonte el desarrollo integral de la persona y de la sociedad para la construcción de un mundo inclusivo e igualitario. La instrumentalización de la educación para que responda a intereses privatizantes y para que priorice la excelencia por encima de la dignidad de estudiantes y educadores no es tarea de ayer. Es una amenaza constante y sutil hoy. La educación como acción y proceso político demanda una actuación educativa y gerencial comprometida con la transformación personal y social en las aulas, en los centros educativos y en las instituciones de educación superior.

Con esta motivación, el Instituto Superior Especializado de Estudios Educativos Pedro Poveda celebra este año Cien días con Paulo Freire. Son actividades para potenciar la función de los educadores como intelectuales, su compromiso con los más vulnerables y el redescubrimiento de la educación como una obra de arte para tiempos difíciles.  Freire está presente. Releerlo es tarea obligada para todos los educadores interesados en una educación y un mundo más humano y justo.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/mercenarios-colombianos-en-santo-domingo-8966771.html:

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La Educación Popular, Paulo Freire y la “muerte” de la dialéctica

La expresión Educación Popular circula desde hace algunos años en América Latina a través de libros, revistas y folletos. Aunque no existe un concepto universal al respecto, en general, la Educación Popular se define como una práctica social que trabaja, principalmente, en el ámbito del conocimiento, con intencionalidad, objetivos sociales, cuáles son los de contribuir a una sociedad nueva que responda a los intereses y aspiraciones de los sectores populares[1].

Aunque a veces algunos enfoques limitan la Educación Popular a las aportaciones de Paulo Freire, existen numerosos casos de pensadores, dirigentes políticos y experiencias aisladas cuya intención fue colocar la educación al servicio de las clases populares. Desde la colonia se usó la expresión “educación popular” como instrucción elemental a las capas pobres y sectores dominados[2]. Para la Ilustración europea, y sus expresiones en Latinoamérica, la educación popular consistía en instruir a los pobres para convertirlos en ciudadanos. Pero, en este caso, el pueblo es destinatario pasivo de un discurso pedagógico construido por otros, pues la elite ilustrada lo percibe como “ignorante” e incapaz de gestar iniciativas autónomas.

Sin embargo, el pedagogo venezolano Simón Rodríguez y su discípulo Simón Bolívar desarrollan otra perspectiva. Ellos ven en la educación de las masas populares una condición para formar ciudadanos y una garantía para la democratización de las jóvenes repúblicas hispanoamericanas. Más adelante, otros dirigentes sociales y políticos revolucionarios y latinoamericanistas, como José Martí, realizaron contribuciones en el mismo sentido emancipador. En ambos casos, existe un fuerte sentimiento nacionalista.

Pero, por otro lado, desde una perspectiva crítica del capitalismo, también surgieron experiencias educativas que intentaron proponer alternativas a la pedagogía dominante. Anarquistas, socialistas y comunistas procuraron crear discursos pedagógicos ligados a la transformación social. De este modo, se fue conformando una tradición pedagógica latinoamericana progresista, ligada a la educación obrera y a la formación de cuadros políticos. Sin duda, la obra ¿Qué hacer?, de Lenin, la cual se convirtió en el modo universal de educación política de los partidos comunistas y similares, fue el texto guía de tales experiencias. El dirigente bolchevique ruso depositaba en el partido la dirección política y educativa de las clases explotadas. Probablemente, una posición más creativa y crítica fue la propuesta por el peruano José Carlos Mariátegui, quien planteó la necesidad de una pedagogía nacional, popular y latinoamericana que reivindicara lo indígena y lo cultural.

Al mismo tiempo, los movimientos populistas de las décadas de 1940 y 1950 procuraron darle a la educación un carácter nacionalista y democrático, exaltando las culturas populares autóctonas y la capacidad creativa del pueblo. José Domingo Perón en Argentina, Víctor Raúl Haya de la Torre y el APRA en el Perú, Lázaro Cárdenas en México y Jorge Eliécer Gaitán en Colombia, vieron en la educación y la cultura un espacio adecuado para el desarrollo de sus movimientos. No hay que olvidar, por ejemplo, que es durante un gobierno populista, el de João Goulart, cuando Paulo Freire inicia sus experiencias educativas en ámbito nacional en Brasil[3].

A partir del concepto de concientización (conscientização, en portugués), que ha sido creado por el filósofo brasileño Álvaro Vieira Pinto[4], Paulo Freire desarrolló su concepción de la educación liberadora.

Tras el golpe militar al presidente João Goulart en 1964 en Brasil, Freire emigra a Chile, donde puede sistematizar su experiencia y asesorar programas de alfabetización. Es en el exilio, donde escribe Pedagogía del Oprimido, libro publicado en 1970 que circularía por toda América Latina e influiría sobre miles de educadores en una década en la que amplias capas de la población asumían que su desarrollo implicaba cambios estructurales. La militancia cristiana de Freire y el carácter humanista de su pensamiento permitieron que su propuesta fuese acogida al interior de la Iglesia: primero el Movimiento de Educación de Base (MEB) de Brasil y posteriormente lo hace la Conferencia del Episcopado Latinoamericano reunida en 1968 en Medellín, Colombia. De este modo, los planteamientos de Freire son incorporados en lo que más tarde llegaría a ser la Teología de la Liberación.

El método de Freire y su amplia obra configuraron un rico universo de reflexiones acerca de la educación, de la pedagogía y la ética liberadoras. Para Paulo Freire, educar significa, por ejemplo, conocer críticamente la realidad, comprometerse con la utopía de transformarla, formar sujetos de dicho cambio y desarrollar el diálogo. Pero, aunque su método constituía una profunda crítica a las prácticas educativas tradicionales, él también empezó a revelar limitaciones y ambigüedades políticas. Los problemas se referían principalmente al desconocimiento del condicionamiento de la educación por la estructura social y económica, así como a los conflictos de clase. Como consecuencia, la idea de transformar la realidad quedaba convertida en un acto abstracto.

Pero, en todo caso, Paulo Freire se ha convertido en un clásico del pensamiento educativo latinoamericano, teniendo una influencia significativa en los debates pedagógicos internacionales. Su idea de la educación bancaria, que encuentra un paralelismo con las ideas del pedagogo suizo Johann Heinrich Pestalozzi, se refiere a la concepción de educación como un proceso en lo que el educador deposita contenidos en la mente del estudiante. En lugar de observar la educación como un proceso de comunicación y diálogo consciente y con discernimiento, la educación bancaria contempla al educando como un sujeto pasivo e ignorante, que ha de aprender por medio de la memorización y repetición de los contenidos que se le inculcan.

Los relevantes aportes de Paulo Freire jugaron un rol fundamental en el desarrollo de la Educación Popular. Por otro lado, el discurso fundacional de la Educación Popular tuvo como característica central su identificación con el método dialéctico de conocimiento. Debido a la influencia del materialismo histórico, en general, se asumió que el método de la Educación Popular era el dialéctico, entendido como un conjunto de principios metodológicos que se suponía garantizaban la eficacia de las acciones educativas[5]. El principal de ellos es su relación con la praxis histórica concreta. Realizar análisis concretos de situaciones concretas. Pero hoy en día este principio ha sido ampliamente ignorado o sólo superficialmente repetido (en tono meramente formal), incluso en el contexto del legado del propio Freire. Es decir, estamos asistiendo a una especie de “muerte” de la dialéctica en la Educación Popular. La forma en que se ha abordado el pensamiento de Paulo Freire en los últimos tiempos y la manera en que se ha celebrado el centenario de su nacimiento demuestran la asfixia del pensamiento dialéctico.

Los seminarios realizados sobre su obra y los enfoques desarrollados sobre su pensamiento han sido puramente laudatorios, acercándose casi de una adoración mesiánica. No hay problematización analítica. Se ignoran las fuentes teóricas que él tuvo como referencia para construir su obra y no se analizan sus aportaciones frente a las nuevas coyunturas del siglo XXI. Lo que se hace es simplemente repetir los lugares comunes de su pensamiento, así como algunos enfoques de las décadas de 1960 y 1970. Además, hay apropiaciones populistas de sus ideas y su uso de manera arribista como forma de autopromoción personal. Estos son hechos incompatibles con el ejercicio de la crítica de la razón dialéctica. Además, tales hechos son perjudiciales para el necesario debate que se ha desarrollado en varios países de América Latina sobre la refundamentación de la Educación Popular.

El debate sobre la refundamentación de la Educación Popular está asociado a múltiples factores, como el agotamiento de los referentes discursivos con respecto a la pluralización de las prácticas y actores de la Educación Popular, la crisis del socialismo real y la atracción ejercida por nuevos planteamientos teóricos provenientes de las ciencias sociales. En cuanto al contenido de la refundamentación, se ha señalado algunos desplazamientos de los componentes del discurso fundacional de la Educación Popular. Por ejemplo:

  • i) de una lectura clasista ortodoxa de la sociedad, a la incorporación de otras perspectivas y categorías analíticas;
  • ii) de una lectura revolucionaria de “toma del poder” como única vía del cambio, a la ampliación del sentido de lo político a todas las esferas de la vida social, la reivindicación de la democracia como forma de gobierno y defensa de lo público;
  • iii) de una mirada económica y política de los sujetos sociales a una mirada integral de los mismos;
  • iv) de un énfasis en la toma de conciencia al enriquecimiento de la subjetividad individual y colectiva en todas sus dimensiones (intelectual, emocional, corporal, etc.); y,
  • v) del uso instrumental de las técnicas participativas a la reivindicación de lo pedagógico de la Educación Popular, la incorporación de aportes de otras corrientes teóricas y el interés por el diálogo de saberes[6].

No hay que olvidar que la vida, el ser humano, la naturaleza, son dinámicos, inacabados, constituidos-constituyéndose; se mueven, interactúan, influyen y son influidos. De ahí que el pensamiento analítico no puede dejarse aplastar por los límites de lo que ya está producido. El razonamiento dialéctico no puede someterse a las condiciones formales de una teoría, ya que, simultáneamente, debe cuestionarlas. Por ello, no se trata de enmarcarse en una teoría, pero abrirse a las posibilidades de cuestionamiento para llevar a cabo nuevos desarrollos sobre ella. Si no es así, la dialéctica se queda asfixiada, y la propia teoría se vuelve residual. Esta es una lección que el legado de Paulo Freire debería tener en cuenta en el año de su centenario.

Notas

[1] Al respecto, ver el trabajo de Jorge Osorio: “Perspectivas de la acción educativa en los noventa”, en: Alfabetizar para la democracia, Santiago de Chile: CEAAL, 1990.

[2] Ver Adriana Puigross, “Discursos y tendencias de la Educación Popular en América Latina”, en Revista Tarea, n° 3. Lima: Asociación de Publicaciones Educativas, 1987.

 [3] Al respecto, ver el libro de Afonso Torres Camilo: Educación Popular – Trayectoria y actualidad, Caracas: Universidad Bolivariana de Venezuela, 2011.

 [4] Ver una de las principales obras de Álvaro Vieira Pinto: Educação e realidade nacional, 2 vols., Rio de Janeiro: ISEB, 1960.

 [5] Véase al respecto Afonso Torres Camilo, op. cit.

 [6] Ibidem.

Fuente: https://rebelion.org/la-educacion-popular-paulo-freire-y-la-muerte-de-la-dialectica/

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Brasil: La Escuelita Comunitaria Elena Quinteros

Por: Rai Silva*

En el suelo del territorio se levanta un mundo nuevo: las mingas de la construcción de la Escuelita Comunitaria Elena Quinteros, en la ocupación Villa Resistencia (Santa María, Rio Grande del Sur)*

La ocupación Villa Resistencia es una ocupación urbana de lucha por vivienda y vida digna, ubicada en la periferia de Santa María (Rio Grande del Sur) que completará cinco años el 20 de octubre. La villa es compuesta por 48 familias que construyen, fortalecen y defienden, desde abajo y colectivamente, su territorio. Este modo de vivir da mucha potencia, crea vida comunitaria, memoria, afecto, pertenencia y buen vivir.

Villa Resistencia parte de la idea que, para las comunidades en el espacio urbano, la periferia es el centro: un centro existencial, territorio ancestral de lucha y resistencia. Es un centro de conocimiento, de saberes, vivencias y prácticas, en el cual, a través de la Red de los Pueblos, buscamos tejer esa alianza repleta de intercambios, prácticas y saberes ancestrales/tradicionales, que inspiran y potencializan nuestras formas de vivir, existir y resistir.

Es hombro a hombro, con apoyo mutuo, autonomía y solidaridad de los de abajo que, además de la garantía y defensa de un techo para vivir, en estos años las y los habitantes han luchado para consolidar en el territorio el acceso a la salud, la educación, cultura, ocio y trabajo. Mientras que el Estado colonial y racista avanza en su política de muerte, los de abajo crean, con su trabajo y sudor, alternativas autónomas para el acceso a la dignidad que históricamente, no solo ha sido negada, sino también robada a nuestros pueblos.

En este instante, se está construyendo la nueva estructura de la Escuelita Comunitaria Elena Quinteros, por medio de mingas que involucran a toda la comunidad, inclusive a las niñas y niños que, en el futuro, irán a aprender y enseñar sobre su tierra. Las mingas ocurren todos los domingos en la Ocupación Villa Resistencia, con el involucramiento de todas y todos; cada uno contribuye como puede, haciendo lo que está a su alcance. Se hace almuerzo colectivo para alimentar a las familias que trabajan colectivamente. Las mingas, así como todo trabajo colectivo y con objetivos comunes, también son espacios de enseñanza y aprendizaje, intercambio de saberes, además de fortalecer los lazos entre las personas, y también entre ellas y su territorio.

La nueva escuelita contará con un espacio multiuso para las clases (de refuerzo, alfabetización de adultos y encuentros orientados a una educación popular, antirracista y multicultural), reuniones, formación, talleres, muestra de películas, cocina comunitaria y biblioteca popular. La idea de la escuelita Elena Quinteros, cuyo nombre hace referencia a la memoria de la militante anarquista y educadora uruguaya, asesinada por la dictadura en ese país, surgió a partir de la constatación que la escuela vinculada al Estado no es capaz de trabajar conocimientos importantes. Entre esos conocimientos se encuentran, principalmente, las cuestiones de ancestralidad, valorización del territorio, de la memoria, esa religación con nuestros orígenes, algo que es ignorado en la currícula del modelo escolar hegemónico.

El objetivo es crear la escuela a partir de otras formas de pensar y vivir la educación y el aprendizaje, una escuela que fortalezca el territorio, la identidad y la pertenencia vinculadas a él, dando una perspectiva de vida digna y colectiva para las niñas y los niños. Cuando la escuela vinculada al Estado marginaliza los saberes de nuestro pueblo, está contribuyendo a la marginalización de todos nuestros niños y niñas.

Caminar rumbo a la soberanía pedagógica, propiciando espacios pedagógicos centrados en los saberes y conocimientos tradicionales de nuestras comunidades, y principalmente de los jóvenes y niños, es vital para la continuidad de las nuevas generaciones en los territorios. Evidentemente, los contenidos curriculares de la tradición de pensamiento moderno tienen importancia para la formación de la juventud y su adecuación para la vida y la lucha en este mundo.

Sin embargo, es necesario ir más allá de una matriz pedagógica que no eduque para el mercado, para la competencia individual y el desenraizamiento. Necesitamos una educación integral, que enseñe el valor vital de la tierra, del territorio, de las aguas, de las plantas, etc.; que no desterritorialice los deseos de las niñas y niños sino, por lo contrario, enraíce sus afectos y pensamientos en la importancia de la lucha que los mayores les legaron. Es la lucha por vida digna, que sólo es posible si está fundamentada en un territorio común y comunitario, y que sólo puede ser conquistada colectivamente.

¡Viva la Villa Resistencia! Viva la Red de los Pueblos! Viva la articulación y solidaridad de los pueblos del campo, de la ciudad y de la selva!

*El nombre de nuestra escuelita es en memoria y referencia a la educadora uruguaya y anarquista Elena Quinteros, asesinada por la dictadura uruguaya en 1976. Elena fue perseguida por defender la educación popular, autónoma, la solidaridad, la independencia y el apoyo mutuo, y eso representa nuestra comunidad Vila Resistencia y el significado de nuestra escuelita.

*Artista visual, habitante de Villa Resistencia, militante de la Resistencia Popular Comunitaria y del Colectivo de Mujeres Negras Dandaras

Fuente de la información e imagen: https://desinformemonos.org/la-escuelita-comunitaria-elena-quinteros/

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Argentina: Talleres populares de ciclomecánica: autogestión, educación popular y economía solidaria

Redacción: La Tinta

Cada 29 de mayo se celebra en Argentina el “Día del Bicicletere”, en conmemoración al reconocido ciclista local Remigio Saavedra, quien ganó centenares de carreras y que, con 70 años, realizó un viaje en bicicleta desde Mendoza a Buenos Aires.

Aprovechando la efeméride, ciclistas de Córdoba tenían previsto realizar una bici-movilización este sábado para reivindicar los derechos de les ciclistas, destacar el trabajo de les bicicleteres y reconocer la trayectoria de 9 años de los Talleres Populares de Ciclomecánica en nuestra ciudad. Sin embargo, tras las medidas sanitarias anunciadas, la actividad se postergará

A propósito de estos últimos, convidamos un texto escrito por Santiago Bonacossa, del Proyecto Reparate, que nos permite adentrarnos a las experiencias de educación popular, economía solidaria, reciclaje y protección al medio ambiente que se viven en los Talleres Populares de Ciclomecánica de Córdoba.

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(Imagen: Fernando Bordón para La tinta)

Hacia un reconocimiento de los talleres populares de ciclomecánica cordobeses | Por Santiago Bonacossa

Hace casi una década que en diferentes barrios de Córdoba comenzaron a surgir espacios de organización bicicletista. Estamos hablando de los Talleres Populares de Ciclomecánica, espacios autogestionados para sostener actividades que permitan integrar la educación popular y la convivencia barrial, la recuperación y el reciclaje de materiales y la innovación social.

Estos espacios permitieron a lo largo de los años que miles de cordobeses desarrollen capacidades para la auto-reparación de sus rodados y lograron, además, captar el interés de personas comprometidas con su sociedad que aportaron al sostenimiento de la actividad y se formaron como talleristas populares. Hoy, estas experiencias solidarias han sido legitimadas socialmente y han construido un legado educativo basado en el intercambio horizontal de saberes. Es por ello que merecen ser reconocidos con miras a una profesionalización.


Los Talleres Populares de Ciclomecánica representan una historia que merece ser enunciada, compartida, cuidada y también replicada. Esto no debe limitarse al saber y la vivencia de quienes han sido parte, tiene que trascender la experiencia de los protagonistas para ponerlo en valor al conjunto de la sociedad y las instituciones públicas y privadas que, de una u otra forma, se vinculan con la temática.


En este escrito, intentaré desarrollar mi visión sobre las dinámicas que subyacen a estos espacios y lo que considero son las claves para la construcción de sociedades sostenibles.

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La construcción de Masa Crítica

Un primer factor a analizar tiene que ver con un concepto ampliamente difundido en el movimiento bicicletista, el de la ‘masa crítica’. Esta idea contempla que un determinado fenómeno puede sostenerse y cobrar dinámicas mayores a lo largo del tiempo sólo si cuenta con un determinado número de personas que participan de él. Entonces, podemos destacar que, en la ciudad de Córdoba, la experiencia de los Talleres Populares de Ciclomecánica han logrado alcanzar este número (o masa crítica) de participantes, abriendo la posibilidad de sostenerse y asumir dinámicas mayores.

Esta práctica de la libertad que de manera amistosa y solidaria nos damos les unes a les otres se apoya en dimensiones Educativas, Ecológicas y Económicas para lograr estos fines y hacer accesible el uso de la bicicleta a más personas.

Desde la dimensión Educativa, les talleristas realizamos un acompañamiento atento, poniendo en común el uso de herramientas y conocimientos, de un proceso educativo que facilita a les asistentes la auto-reparación de sus rodados. Esto posibilita una relación horizontal en el proceso de aprendizaje que logra involucrar al asistente de forma activa: tomando las herramientas en su mano y explorando las diversas aproximaciones a un problema mecánico. Luego, desde esta concepción activa del proceso, se genera una circulación de conocimientos entre les asistentes que permite la apropiación de estos. Esto, que por un lado posibilita la formación en Educación Popular para les talleristas, por el otro, vemos que puede lograr un involucramiento activo de les asistentes en la autogestión del espacio, siendo la semilla para la rotación de talleristas y la sostenibilidad de esta actividad.

En cuanto a la Ecología, cabe notar que la bicicleta, comprendida como un ‘hardware libre’, es una máquina que puede sobrevivir a su usuario original y tener dos o más usuarios en su vida útil si es mantenida adecuadamente. Esto reduce drásticamente la necesidad de extraer materiales y emplear energía, ambos cada vez más escasos, para la producción de nuevas bicicletas.

A cuenta de lo anterior, cabe mencionar entonces cómo la actividad influye en la economía local. Ya que les talleristas actuamos como gestores/organizadores de donaciones de bicicletas descartadas del mercado o abandonadas. Un poco de mecánica y algunos repuestos después (que también pueden ser materiales recuperados), estas bicicletas pueden salir a rodar con muy bajo costo en recursos. Esto posibilita que una persona que no accede a una en el mercado, pueda hacerlo por este medio, participando de lo que conocemos como Economía Popular. También participamos de lo que se denomina Economía Circular, ya que si se pusiera a funcionar cada bicicleta en desuso de nuestra ciudad, podríamos afirmar que se puede hacer accesible la bicicleta para cada familia de la misma con un impacto ambiental prácticamente nulo. Por todo esto, el trabajo de un tallerista comprende el ser mediador entre una bicicleta ‘abandonada’ y su potencial usuario.

Un tercer aspecto económico relevante tiene que ver con facilitar la formación en el oficio de la bicicletería de manera prácticamente gratuita. Lo que hoy permite que en Córdoba exista un nutrido cuerpo de bicicleteres que ofrece el servicio de reparación para quienes aún no han aprendido a auto-repararse y que han creado una mayor abundancia de productos y servicios vinculados al uso de la bici en la ciudad.

En resumen, considero que lo expuesto hasta ahora puede traducirse en que la ciclomecánica popular cordobesa brinda mayores posibilidades para sostener un número importante de bicicletas ‘activas’. Facilitando cotidianamente el acceso a la Movilidad Urbana Sostenible para muchxs de nuestros conciudadanos y la construcción de la Masa Crítica bicicletista.

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(Imagen: Fernando Bordón para La tinta)
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La apuesta cultural y política

‘Hoy no podemos pretender que el empleo de la bicicleta haya respondido a los desafíos de la nueva organización urbana. La revolución ciclista aún no se ha producido. Pero los demás ejemplos que podemos observar y estudiar en el mundo muestran que la idea de una ciudad donde reine la circulación en bicicleta no es una completa fantasía. La esperanza de que, por una vez, la imaginación de lo que vendrá pueda cautivar la historia presente, movilizar a la sociedad, desplazar las líneas de vida y subvertir los temores y rencores de los menos imaginativos’.

Extracto de ‘Elogio de la Bicicleta’ de Marc Augé (2008)

En la misma línea de lo que plantea este reconocido antropólogo francés, podríamos decir que un segundo factor a analizar de la ciclomecánica popular tiene que ver con el impacto socio-cultural y político. A mi parecer, no cabe duda de que los talleres configuran procesos de innovación social a escala local que favorecen los intercambios, la convivencia vecinal y presentan un escenario apto para el fortalecimiento de vínculos sociales amables y amistosos.

Esto es significativo en el sentido en que genera condiciones para un entramado comunitario más cohesivo. Los talleres populares son entonces dinamizadores del tejido social que enriquecen y posibilitan formas de vida democrática. La conjugación entre esta práctica democrática, la apropiación del espacio público que se da en los mismos y la mencionada apropiación del conocimiento por parte de les asistentes (aprendizaje que puede trasladarse fácilmente a otros ámbitos de la vida) reúne las condiciones para la politización de las personas, entendiendo a esta como el resultado final de toda práctica de Educación Popular.

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Considero esto central, ya que hemos encontrado herramientas para realizarlo en una etapa que se podría caracterizar como Capitalismo Tardío: momento en el cual el neoliberalismo es ‘moneda corriente’, donde todo –o casi todo- es convertido en mercancía y los intercambios se dan en el marco del costo-beneficio. Donde proliferan estilos de vida hiper-individualistas y el consumismo desenfrenado encarece cada vez más la sostenibilidad de los ecosistemas. Sin ánimo de ampliar demasiado en esto, está a la vista que los resultados de este modelo han sido la desigualdad social, política y económica, la injusticia, la contaminación y depredación de bienes naturales, entre otros males de nuestro tiempo.


Es ante esta realidad que nuestra actividad está aportando algo tan importante como es la posibilidad de imaginar y crear otras formas de vincularnos humanamente en relación con la urbanidad y su contexto ambiental más amplio. Esto se posibilita gracias a la calidez, el cuidado y la seguridad del espacio aportados por les talleristas populares. Desplazando así a las lógicas mercantilizadas que encontramos habitualmente en la vida cotidiana.


Finalmente, la apuesta cultural y política que se propone tiene la intensión de identificar el trabajo cultural que podría atribuirse a los talleres de ciclomecánica: nuestro ejercicio de la solidaridad. Con esto confiamos estar anunciando un escenario diferente al que hoy en día muches asumen casi como una realidad inevitable para nuestra sociedad: la insostenibilidad del sistema económico o el colapso ecosistémico.

Nuestra propuesta de profesionalizar la actividad pretende poner en juego la posibilidad de poder llevar a otros barrios de la ciudad este ejercicio de la esperanza. Por ello es que desde el Proyecto REPARATE tenemos como consigna el reconocimiento del trabajo de les talleristas populares de ciclomecánica a los fines de que estos comiencen a percibir un salario. Invitamos entonces a les compañeres a que se identifiquen y apropien de esta trayectoria para reconocerse parte de una historia que puede subvertir las formas deshumanizadas y anti-políticas de vida a las que nos han querido recluir.

Por último, quiero agradecer a todas las personas que sin esperar más que una sonrisa a cambio, mantienen viva la actividad en Córdoba desde el 2012 en los diferentes talleres. Salud y Bicicletas.

Fuente: La tinta

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