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Cuatro estampas de la política en la educación

América del Norte/México/05.06.2018/Por: Carlos Ornelas/ Fuente: www.excelsior.com.mx.

Tal vez hoy como nunca en México pudiera pulsarse la máxima de Antonio Gramsci de que “la política es educación y la educación es política”, aunque no en el sentido elevado en que el filósofo italiano lo planteó. Sirvan de ejemplo cuatro viñetas de la política educativa que se concatenan de manera compleja.

CPrimera, defensa. El secretario de Educación Pública, Otto Granados Roldán, en una conferencia de prensa en Los Pinos, hizo un alegato en favor de la Reforma Educativa que emprendió este gobierno. Si bien las cifras que proporcionó muestran avances y pueden cotejarse, su discurso tiende a salvaguardar la política educativa del presidente Peña Nieto. Expresó que “el país ha hecho un gran esfuerzo por el diseño e instrumentación de la reforma. Es una inversión muy relevante, no sólo en términos presupuestales, sino políticos, institucionales, humanos, que sería una tragedia que se viera interrumpida”. La intención del gobierno —intuyo— es consolidar la reforma lo más que pueda; blindar todo lo hecho es imposible.

Segunda, embate. En su gira por Michoacán, Andrés Manuel López Obradorratificó su intención de cancelar la Reforma Educativa. Excélsior reportó que, en Puruándiro, AMLO amonestó a los docentes y los conminó a despabilarse: “Ya es hora de que los maestros despierten, porque en la pasada elección, no es un reproche, es un señalamiento fraterno, la pasada elección todavía votaron por los partidos que votaron la mal llamada Reforma Educativa, ahí estuvieron votando por el PRI, por el PAN, por el PRD”. Además, les dijo: “Ya es tiempo de que los maestros tengan conciencia y que se vote por una transformación”.

Algo no me cuadra con el mensaje de AMLO. Él fue el candidato del PRD y ciertos de sus fieles de hoy fueron afanosos promotores de la Reforma Educativa.

Tercera, perorata. El gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, se reunió el jueves con la comisión política de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación con el fin de resolver sus demandas. Los líderes de la S-22 mostraron su “buena voluntad” al abrir un carril de la carretera Oaxaca-Puerto Ángel. Pero mantenían bloqueado el aeropuerto, el plantón en el zócalo, la toma de la terminal de ADO y las casetas de la autopista Oaxaca-México. Además, según sus voceros, estaban en paro y diez mil de sus militantes estarán en la Ciudad de México el 4 de junio para forzar a la Secretaría de Gobernación a abrir una mesa nacional de negociación con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.

Cuarta, foros. El Consejo Mexicano de Investigación Educativa, que agrupa a la elite de investigadores de la educación del país, organiza foros en varios temas que arrojen elementos de diagnóstico y propuestas para una mejor política educativa en favor de México. Quieren hacer llegar sus propuestas a los candidatos a la Presidencia de la República y dialogar con ellos o sus representantes. Aspiran a elevar el nivel de las campañas electorales.

Política: La SEP quiere apuntalar sus logros; AMLO, echarlos para atrás; la S-22 causa desmanes —aunque el gobierno local diga que nada más diez por ciento de las escuelas está en huelga— y los investigadores piden racionalidad.

Esas cuatro vías —razonamiento, presión, ataque y amparo— no corren en líneas paralelas, se entrecruzan. La política, coligo, a veces deseduca. Por más que los investigadores quieran discursos razonables y profundos, las campañas son para conseguir votos; la hondura conceptual no los consigue. La movilización y el chantaje que practica la CNTE le producen frutos, aunque los docentes abandonen las escuelas. Si los maestros no tienen conciencia, ¿con qué convicción irán a votar? Y sí, como dijo el secretario, sería una tragedia cancelar la reforma.

Fuente del artículo: http://www.excelsior.com.mx/opinion/opinion-del-experto-nacional/cuatro-estampas-de-la-politica-en-la-educacion/1242793

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Argentina: La Matanza: estudiantes votan corte por «plata para educación, no para la deuda»

Argentina / 3 de junio de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: La Izquierda Diario

Asamblea de terciarios vota inicio de plan de lucha en defensa de la educación publica

El jueves 24 de mayo en una de las sedes del I.S.F.D. N° 82 “Carlos Fuentealba” de La Matanza tuvo lugar una concurrida asamblea estudiantil, de la que participó un centenar de estudiantes de las 6 carreras del instituto. La asamblea comenzó con un informe del Centro de Estudiantes ​, que conduce la agrupación kirchnerista «Rodolfo Walsh», ​sobre la situación del edificio en construcción, que tendría que haber sido entregado hace meses a la institución, por el que la comunidad del terciario pelea hace años.

Rápidamente los estudiantes empezaron a intervenir proponiendo acciones de lucha para que sea entregado el edificio inmediatamente, porque las condiciones de cursada y hacinamiento son insostenibles, como hace años en casi todos los institutos de formación docente. La mayoría de las intervenciones y propuestas venían acompañadas de una mención alrededor del ataque que viene descargando el gobierno sobre la educación pública, sobre los tarifazos que afectan a todos los estudiantes y sus familias, menciones de apoyo a los estudiantes terciarios de CABA que vienen luchando contra el cierre de 29 institutos terciarios y todo tipo de denuncias sobre la situación ​de ajuste ​que se está viviendo actualmente en el país.

Finalmente, la asamblea votó un corte en Ruta 3 con clase publica y radio abierta, el día viernes 1 de junio, como primera medida de un plan de lucha, por la entrega inmediata del edificio propio y la ampliación del mismo, por nombramiento docente y en defensa de la educación pública, con la consigna de “Plata para educación, NO para la deuda ​», que propusieron estudiantes que militan en la Juventud del PTS​. ​También se resolvió hacer extensiva la invitación a todos los institutos terciarios del oeste, vecinos de la zona, docentes y todos los sectores que quieran acercarse a brindar su solidaridad.

Por su parte Bahiana De Toma, delegada de 2° de Filosofía y militante de la Juventud del PTS, ​contó que » ​la asamblea votó por unanimidad denunciar el pago de la deuda ilegítima y que esa plata vaya para educación, de acá en adelante el Centro de Estudiantes tiene que ser la trinchera desde la cual los estudiantes organicemos la acción del próximo viernes para que sea ​el inicio de un plan de lucha para enfrentar al Gobierno y sus aliados del PJ de todos los colores ​, que hace décadas mantuvieron en la precariedad la educación pública de la provincia de Buenos Aires​. Los estudiantes nos tenemos que organizar ahora junto a los docentes y trabajadores en lucha, para enfrentar el saqueo de Macri, los gobernadores y el FMI y no esperar al 2019 como propone el kirchnerismo.»

Respecto a las resoluciones de la qasamblea, De Toma ​comentó que «Desde ​la dictadura hasta acá, no hubo gobierno que no haya tirado millones de dólares a los bolsillos de los organismos internacionales usureros. Sin ir más lejos, el propio kirchnerismo se enorgullece de haber sido el gobierno que más deuda pagó: 200 mil millones de dólares en los 12 años de gobierno. En el 2017, el gobierno ​de Macri con acuerdo de la oposición peronista en el Congreso ​entregó US$60.000, con lo que se podrían haber repartido 7 millones de becas de $11.500 para que los jóvenes no tengamos que elegir entre estudiar y trabajar. ​¿​Cuántas se podrían haber ​otorgado durante la «década ganada»? ​¿​Cuántas escuelas se habrían podido construir, cuántos terciarios tendríamos nuestros propios edificios? Por eso desde la Juventud del PTS apoyamos la medida del corte de ruta y sumamos la propuesta de que una de las consignas sea “Plata para educación y NO para la deuda”.

Y agregó «​Actualmente se deben a los usureros 320 mil millones de dólares. O se paga una deuda que no es nuestra, o resolvemos los grandes problemas del pueblo trabajador y la juventud. ​Estamos convencidos de que si los sindicatos salieran de su tregua y si los centros de estudiantes estuvieran al servicio de potenciar las luchas que los trabajadores están dando para enfrentar los ataques de Cambiemos, con ​debates abiertos y participativos, ​donde se resuelva de manera democratica, ​todas estas peleas pueden triunfar y los millones y millones que se destinan a deuda pueden ponerse al servicio de ​solucionar los problemas estructurales de la salud ​,​la educación pública ​, el salario y el trabajo, que especialmente afecta a los jóvenes del conurbano.​ Los centros de estudiantes también pueden jugar un rol en esta crisis, ante un nuevo saqueo que ya comenzó con los tarifazos, la devaluación, los despidos y los ataques a la salud y educación. ​

Finalmente denunció «​Al FMI no se lo echa a billetazos como hizo el Gobierno anterior, sino con la poderosa alianza de obreros y estudiantes, organizados y en las calles. Para eso, la asamblea es el arma más poderosa de organización estudiantil y nuestra militancia la vamos a poner al servicio de esta perspectiva, a la que invitamos a sumarse a nuestros compañeros y compañeras del terciario»

Fuente de la Noticia:

https://www.laizquierdadiario.com/La-Matanza-estudiantes-votan-corte-de-ruta-%E2%80%8Ben-defensa-de-la-educacion-publica

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Escuela de gladiadores

Por: Santiago Alba Rico

En la visión histórica de la izquierda dos eran los fulcros de constitución de un sujeto político transformador: la fábrica y la universidad, cuya alianza buscaba el marxismo como detonante de la revolución. La fábrica porque era el lugar común de la explotación económica y, por lo tanto, de la toma de conciencia y de la concertación sindical. La universidad porque era el lugar común donde se daban cita la juventud y el saber, fusión modernísima que constituye desde el principio un explosivo oxímoron.

Hasta 1789 la juventud era guerrera, pero no sabia, y su participación en la guerra aseguraba más bien el recambio de un modelo estable y sin variaciones. Desde 1789, cuando un grupito de imberbes letrados derriba la monarquía absoluta, la juventud pasa a formar parte de la regla del cambio, el cual forma parte intrínseca, a su vez, del imaginario social occidental. Desde Sócrates, por otra parte, el saber es una amenaza para los que se resisten a él (al cambio) y su relación con el poder una peripecia pugnaz de asimilación y subversión.

En las sociedades antiguas o de ancien régime, en efecto, la juventud y el saber se habían mantenido cuidadosamente separadas, como una combinación potencialmente amenazadora para la estabilidad social. La Universidad es su unión. Lo es ya en la Edad Media, cuando surgen las primeras comunidades docentes (baste pensar en los goliardos y en su rebelión letrada contra la religión y los gobiernos) y lo es sobre todo en el siglo XX, cuando por primera vez todas las clases sociales, así como las mujeres, acceden a la Universidad. Para que nos hagamos una idea: en 1920 Francia cuenta con 50.000 estudiantes universitarios; en 1987 esa cifra se eleva a un millón. Incluso España, siempre con retraso, pasa en ese período de 23.000 a 650.000 matrículas universitarias.

La Universidad pone al alcance de la juventud todo el saber acumulado de la humanidad, conservado y renovado al margen de los intereses de clase, las guerras y los vaivenes del poder. Si esta combinación ha sido fuente de cambio durante el último siglo es precisamente porque ha sido la Universidad la que ha intervenido en la sociedad y no al revés; porque la Universidad no ha sido un reflejo sumiso de la sociedad y sus servidumbres económicas sino porque, al contrario, la sociedad misma se ha transformado desde la Universidad; y no por casualidad –añadamos– desde las disciplinas más humanísticas. Los jóvenes, receptores subversivos de una tradición de conocimiento, hacían progresar las ciencias en el interior del campus al tiempo que desde él asaltaban en el exterior –y moldeaban de nuevo– las relaciones políticas y sociales. Esta “regla de cambio” alcanzó su colofón en la primavera –no sólo francesa– de 1968.

Hoy eso ya no es posible. La fábrica ha dejado de ser la matriz de los sujetos colectivos y la fragua de un “proyecto de vida” individual (lo que incluía una casa y una familia). La Universidad ya no es, por su parte, el “lugar común” donde la energía abstracta de la juventud se comunica con la memoria concreta de la humanidad. La misma mercantilización que ha condenado a los humanos al desempleo endémico y el trabajo precario –a una adolescencia eterna– ha abolido la juventud y ha privatizado el saber. La amputación de las ramas más “universales” y más “desinteresadas” del conocimiento –y, por eso mismo, las más necesarias– es inseparable de la conversión del campus en un campo de batalla donde se baten a muerte los futuros parados: gladiadores del mercado que tratan de ajustar sus perfiles a las contadas demandas de trabajo.

Con la reforma de Bolonia el curriculum lo hacen las empresas y los bancos; y la Universidad deja de ser, como lo fue en la era moderna, umbral iniciático de la experiencia personal (sexo, drogas, militancia) y memorización conflictiva del conocimiento humano. Sin trabajo y sin saber compartidos, fuente de revolución, queda el consumo, que es la versión light de la guerra, a la que los jóvenes sin futuro, pero también sin pasado común, acabarán volviendo a poco que una Europa sin soluciones y sin izquierda se incline un grado más hacia el abismo.

Fuente: https://rebelion.org/noticia.php?id=242287

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Una defensa contundente y argumentada de la instrucción pública

España/02 de Junio de 2018/Por: Salvador López Arnal/Rebelión

Casi no es necesario presentar a los autores. Los tres son profesores de filosofía. Carlos Fernández Liria de la Complutense, Olga García Fernández y Enrique Galindo Ferrández son profesores de secundaria. Militan ambos en las Mareas en defensa de la educación pública.

Además del preámbulo, son diez los capítulos del libro, más el apartado de conclusiones, un apéndice que evalúa el bilingüismo (inglés, castellano) y la bibliografía.

La dedicatoria es muy significativa del compromiso de los autores: a sus alumnos, a compañeros que han leído el manuscrito del libro y “a nuestros compañeros y compañeras de Mareas por la Educación Pública, por su lucha incansable y su valiosa amistad. También a todos los profesores y maestros que, como Daniel Nota, son un ejemplo para la escuela pública”.

Lo es también el título: “Escuela o barbarie”, una disyunción (excluyente) que, por supuesto, recuerda, con neta intención, el socialismo o barbarie de Rosa Luxemburg. El subtítulo tampoco está para adornar: “Entre el neoliberalismo salvaje y el delirio de la izquierda”. Nada que decir de lo primero, conocemos y sufrimos sus programas, sus avances y sus agresiones; de lo segundo, de la necesidad de matices sobre ese delirio de la izquierda, diré algo más adelante.

La idea central de este libro muy recomendable, escrito con fuerza y convicción, se puede resumir tal vez del modo siguiente: es urgente y necesario defender la educación y la instrucción pública; existe, no es una neura ni una idea conspirativa fantasiosa, un auténtico plan de privatización de la enseñanza pública, de desmantelamiento paulatino de esta gran conquista ciudadana, de poner al servicio de las grandes corporaciones el sistema educativo de los países. En definitiva, de sustituir la instrucción pública por otra cosa muy distinta, basada en competencias, habilidades y demás ítems de la terminología (antipedagógica) al uso. Una ilustración de esto último: ¿Para qué sirve, dicen los partidarios de las TIC, aprenderse los ríos españoles de memoria o las capitales del mundo si no tenemos la habilidad de mirar sus nombres con el buscador de una gran corporación, de San Google por ejemplo?

Las virtudes del ensayo, cito las más relevantes teniendo en cuenta el espacio del que dispongo, son más que evidentes. Algunos ejemplos:

1. Claridad en la exposición. No hay pasajes oscuros. Lo que se piensa se dice a las claras, sin ocultaciones, de frente. Plantando cara cuando es necesario y, como se podrá comprobar, muchas veces es necesario. Cada vez más.

2. El tono no es siempre cortés pero no hay falta el respeto. Hay un pensamiento, ahora heterodoxo, que se quiere vindicar, marcando distancias y criticando posiciones que se piensan (y sienten) como erróneas o como muy serviciales en algunos casos.

3. La defensa de lo público, de la educación pública, es más que evidente y sostenida con una argumentación sólida y con convicciones por supuesto.

4. Se podrá decir que se habla con trazo demasiado grueso sobre la pedagogía, contra la pedagogía si se quiere. Un capítulo, el IX, muestra muchos matices y permite una mejor comprensión de las posiciones defendidas. La discusión que mantuvieron Carlos Fernández Liria y Luis S. Villacañas, incluida en el libro, enseña a todos.

5. Se dirá que los autores, como buenos filósofos que son, teorizan y teorizan, incluso que especulan, pero que apenas plantean programas alcanzables, no utópicos. No parece pertinente la crítica. Un programa con quince puntos no quiméricos, y con coste económico cero aseguran (tengo alguna sobre ello, pero es secundario ahora), se expone, con claridad y distinción cartesianas, esta vez en las páginas 373-375. Dos ejemplos: “10. Plan de rescate ciudadano vertebrado en tres ejes de actuación; ayudas para comedores escolares, becas para material escolar y subvención de transportes públicos”. 12. “Recuperación de los derechos laborales extirpados al profesorado, especialmente a los interinos”.

6. Las críticas al llamado Plan de Bolonia, en su momento no bien recibidas entre algunos sectores del profesorado por demasiado radicales o extremistas, quedan aquí recogidas y, visto lo visto, hay que darles la razón en la mayoría de sus observaciones. No estaban ciegos y mucho menos obnubilados por prejuicios izquierdistas

7. La independencia de juicio, la libertad de pensamiento, se muestra en muchos apartados del libro. Destacaré uno. Los autores, alguno de ellos, o todos ellos tal vez, formados en los escritos y en la filosofía de Louis Althusser, no tienen ningún problema en criticar y dejar muy mal parado el concepto o categoría de “aparato ideológico de Estado” atribuido a la escuela “althusseriana”. En su opinión, un auténtico disparate conceptual, de hondo calado político, refiriéndose a la escuela pública de los Estados democráticos (capítulo II, primeras páginas).

Siguiendo el espíritu del libro, conviene apuntar algunas críticas:

1. Falta, en mi opinión, aunque sé bien que no se puede hablar de todo, una mayor aproximación a los ciclos formativos, a la enseñanza llamada profesional que también es enseñanza. Si existe algún ejemplo de privatización, de colaboración servil con el mundo empresarial, ese ejemplo está relacionado directamente con la formación dual, con la barbaridad de horas de prácticas que tiene que realizar los estudiantes (unas 350 horas, cinco meses o más), con la inexistencia de una formación humanística básica en los ciclos y con la inculcación e intoxicación cultural-ideológica de una asignatura, “Economía e iniciativa emprendedora”, que, cuanto menos en Cataluña, es obligatoria en todos los ciclos. Neoliberalismo indocumentado en estado puro.

2. La crítica a la izquierda es, en algunos casos, demasiado general en mi opinión. De hecho, ellos mismos citan, con acuerdo y mucha admiración, a uno de esos activistas y pensadores de izquierda de los que todos hemos aprendido. Hablo, por supuesto, de Agustín Moreno. Por lo demás, hay otros autores de izquierda en nuestro país que también se han levantado contra la privatización de la enseñanza y contra su destrucción. Un ejemplo entre muchos posibles: Pilar Carrera Santafé y Eduardo Luque Guerrero, Nos quieren más tontos. La escuela según la economía neoliberal, Vilassar de Mar, El Viejo Topo.

3. No estoy seguro que los autores sean totalmente justos cuando se aproximan al debate Bueno-Sacristán de los años sesenta y setenta del siglo pasado en torno al papel de la filosofía en los estudios superiores y sobre las características esenciales de la propia filosofía y del filosofar. El opúsculo de Sacristán es un texto de intervención escrito en determinadas coordenadas políticas, culturales y filosóficas, fechado en 1967 (publicado en catalán al año siguiente), un artículo largo, digámoslo así, donde se plantea un nuevo programa filosófico para la enseñanza secundaria (no se apuesta por anular su enseñanza sino por su renovación) y universitaria que tiene muy en cuenta la realidad filosófica de España en aquellos momentos. De hecho, algunas formulaciones que los autores realizan en varios apartados del libro -una pedagogía real, reflexionada por los propios profesores, no por supuestos expertos en didáctica- recuerdan algunas aristas de la propia reflexión “sacristaniana”.

Prueba práctica de que Sacristán no menospreció la enseñanza de la filosofía en secundaria, una filosofía no cansina a la altura de las circunstancias que supiera a qué atenerse, es que él mismo la practicó, con diversas conferencias, cuando tuvo ocasión.

4. La crítica a Francisco Fernández Buey que los autores realizan en la nota 24 de la página 48 pide, incluso exige, también algún matiz. Cuando el autor de Por una Universidad democrática explica que fracasó la lucha por la democratización de la Universidad en los años setenta del siglo pasado porque se les impuso la “funcionarización” (de los PNN), no debe olvidarse que en aquellos momentos este movimiento universitario había elaborado otra forma de relación laboral entre el profesorado y la Universidad que garantizase su independencia y su estabilidad laboral, puntos sin duda centrales. Que fuera muy diferente de la “funcionarización” que entonces se conocía, que poco tenía que ver con el servicio público correctamente realizado y mucho con él a “mí no me toques ni me digas nada porque soy funcionario y tengo mucho mando en mi plaza”, no le resta valor sino que se lo añade.

5. Los autores usan a veces la expresión “propietarios” (aunque sea de plaza) para referirse a la situación ideal del profesorado. Si no, no queda otra que la dependencia y el servicio acrítico. Me da que otras formulaciones son posibles, incluso necesarias. Enseñantes, trabajadores de la enseñanza, por ejemplo, y con ello la posibilidad de un control público, ciudadano, de las prácticas profesionales, laborales, de algunos profesores titulares, algunos de ellos catedráticos, que viven esa propiedad de plaza como un “nadie me tose, aquí mando yo”.

6. Faltaría un índice nominal en las próximas reediciones y, en mi opinión, no estaría mal un glosario con los quince o veinte concepto básicos que manejan los autores.

Nada sustantivo en este apartado crítico. Lo esencial está en el importante y poblado haber de este libro filosófico, polémico sin duda, los autores son muy conscientes de ello, que argumenta con pasión razonada sobre la necesidad de cuidar con mimo un bien tan preciado como la educación e instrucción de la ciudadanía. Ha sido, sigue siendo, una conquista obrera, popular, ciudadana que no podemos arrojar a la cuneta, como tantos cadáveres de luchadores republicanos antifascistas. Bien mirado, también a ellos se lo debemos en gran parte.

Se me escapan mil temas más. No se puede hablar de todo… y es una lástima en este caso.

El libro lo merece.

No se lo pierdan. Pasen, lean y recomiéndenlo, si les parece.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=242221

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México: Lo correcto defender la educación pública

México/02 de Junio de 2018/El Sol del Centro

El SNTE siempre ha partido de una premisa, el respeto a la escuela y a los derechos de los maestros: JLBB

Negativa la propuesta de candidatos de entregar, por parte del Gobierno federal, bonos para el pago de colegiaturas, pues ese es el camino para la privatización y en todo caso no es la opción para el fortalecimiento de la educación.

Así lo consideró en entrevista, José Luis Briones Briseño, delegado especial de la Sección uno del SNTE, por el contrario, indicó que lo que debe de continuar es la apertura de la educación a todas las clases y grupos sociales.

Ese, dijo, ha sido la filosofía que ha seguido la educación pública, que ha logrado establecer la obligatoriedad desde preescolar y “fue gracias a la iniciativa de un diputado maestro que se estableció que la inversión en educación, en términos del Producto Interno Bruto, se elevara al 8%”.

Ese, afirmóes el papel, la congruencia y el compromiso de los maestros que en términos de la organización sindical, siempre hemos seguido y que nos ha mantenido al pendiente en la conformación de los presupuestos para educación en un cabildeo con fracciones parlamentarias y actores políticos a efecto de que se le invierta y se le asigne un mayor recurso a la educación pública

En este contexto recordó en 2017 “llevamos a cabo una serie de pronunciamientos en defensa de la permanencia del Artículo Tercero Constitucional en sus 100 años de existencia, con el fin de perpetuar esta certera disposición”.

Es así, indicó, como se ha estado avanzando hasta “llegar ahora a la obligatoriedad de la enseñanza del bachillerato con lo que se garantiza la impartición total de la educación básica”.

Fuente: https://www.elsoldelcentro.com.mx/local/lo-correcto-defender-la-educacion-publica-1728222.html

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Política educativa, actores y pedagogía

Por: Carlos Ornelas 

A pesar de que, por décadas, el campo de la educación comparada e internacional representó un papel de poca monta en investigación educativa, desde que un grupo de entusiastas convocamos a instituir la Sociedad Mexicana de Educación Comparada (Somec), el campo comenzó a crecer y a cosechar las semillas sembradas tiempo atrás. Hoy, sin ser abundante, sus practicantes avanzamos, tenemos más proyectos, congregamos a colegas con experiencia, a nóveles investigadores y a estudiantes de posgrado a participar en conferencias y a publicar los resultados de sus pesquisas.

Sé que las campañas políticas están a todo vapor y que hoy, como nunca, la educación —con mayor precisión la Reforma Educativa— está en el pandero de los debates; asunto que, con todo y las diatribas en que participan candidatos a puestos de elección popular, es sano para la discusión democrática. Sin embargo, hoy me desvío de la ruta que tomé en las semanas pasadas y aprovecho para anunciar el nacimiento de un nuevo libro de la Somec.

Con todo y que tiene fecha de publicación en marzo de este año, Política educativa, actores y pedagogía apenas llega a las librerías. Esta antología reúne 30 ensayos e informes de investigación de más de 40 investigadores. Una porción importante de las colaboraciones obedece a ponencias que, tras una revisión a fondo, los autores presentaron en los foros que organiza la Somec.

Como el título lo indica, el libro tiene tres partes. En la primera, los autores debaten asuntos políticos —en la acepción de lucha por el poder— y de política educativa, en su significado de estrategia gubernamental o institucional. Predominan reflexiones sobre la educación superior mexicana, en comparación con el devenir de universidades de América Latina. Esta parte también incluye dos ensayos —contrastantes— acerca de la autonomía escolar y una radiografía ecuánime de Mexicanos Primero.

La segunda parte extiende el debate a los actores principales del hecho educativo. Aquí hay miradas que provienen del ámbito internacional y permiten comparaciones sustantivas con la experiencia mexicana. De nuevo, los ensayistas presentan discordancia en sus perspectivas y los estudios cubren los niveles del sistema escolar, de básica a superior y el hacer de maestros, funcionarios, estudiantes y paterfamilias.

La tercera parte es la más poblada y de más discrepancias en los enfoques. Prevalecen los estudios críticos, pero también hay propuestas de mejora curricular o de proyectos que padecen discriminación, como el arte y la educación física. Si pudiera condensar en pocas palabras el contenido, diría que los 13 ensayos de este trozo hacen reproches a la política y la pedagogía dominante, pero también ofrecen casos donde los actores se aplican y obtienen resultados que redundan en beneficio de las y los estudiantes. De éstos, tanto la burocracia como investigadores y docentes pueden obtener referencias dignas de replicarse.

Los textos son producto de investigaciones, sus autores ofrecen pistas sobre la literatura que revisaron o el trabajo empírico que perpetraron para construir conocimiento. Sin embargo, están lejos del análisis frío. Casi ninguno se abstiene de hacer apostillas a la información, de ofrecer opinión y hacer juicios de valor sobre su objeto de estudio o sobre otros colegas que trabajan el mismo campo. Hay debates vivos y apasionados.

Somos integrantes del Congreso Mundial de Sociedades de Educación Comparada (WCCES) y mantenemos lazos fraternales con círculos homólogos de América Latina y el resto del mundo. La Somec ganó la sede para realizar el Congreso Mundial de 2019, en Playa del Carmen, en mayo.

La Somec tiene como uno de sus propósitos promover debates, reclutar a nuevos investigadores e invitarlos a contrastar visiones y teorías. El único dogma que tenemos es que no tenemos dogma, aunque —en términos generales— defendemos la educación pública y nos adscribimos a tendencias democráticas. Es una mancomunidad de profesionales dinámica gracias a la actividad incansable de su presidente honorario, Marco Aurelio Navarro, y su presidenta ejecutiva, Zaira Navarrete Cazales, dos investigadores talentosos y entusiastas. Aunque pudiera parecer autoelogio, les recomiendo que compren y lean el libro, está lleno de conocimiento nuevo.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/politica-educativa-actores-y-pedagogia/

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