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Uruguay: Solo la mitad de los jóvenes de entre 21 y 23 años han culminado la educación secundaria

Por: Cesar Barrios 

La situación en materia de egresos de la educación secundaria en Uruguay se mantiene casi de una manera crítica para aquellos jóvenes de entre 21 y 23 años. Un informe del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) señala que “Uruguay avanza muy lentamente en el aumento del egreso, continuando en una de las peores posiciones en América Latina y el Caribe”.

Si bien los niveles de egreso han aumentado en las últimas décadas, para este segmento de edad, han sido totalmente alejados de las metas planteadas. En el año 2009, la Ley General de Educación fijó una meta del 100% de egresos y posteriormente se fueron fijando metas más razonables de acuerdo con la realidad. Por ejemplo, en 2016, la meta era un egreso del 47% y se llegó al 38%. Para 2017 fue de 52% y se alcanzó al 41%, en 2018 del 58% y se llegó al 42,7%. En 2019 la meta era del 68% y lo logrado fue lo mismo que un año antes (42,7%). Al inicio del nuevo gobierno se siguieron manteniendo metas ambiciosas, pero no se logró. Para el año pasado la meta era del 75%, y se alcanzó a 51,6%. Esto significa que solo la mitad de los jóvenes de entre 21 y 23 años han culminado la educación secundaria.

Es de los peores guarismos de Latinoamérica y a nivel global. En la tasa de egresos de la educación media, para edades de entre 21 y 23 años, Uruguay tiene un 51,6%, por debajo están Honduras (49,9%) y Haití (18%). La tabla de la región la encabeza Chile con 92%, seguido por Perú (89,1%) y en tercer lugar Ecuador (80,5%). Argentina tiene un valor de 65,4%, Brasil 73,5%, y Paraguay 73,3%.

Es de hacer notar que la Ley General de Educación señala que el acceso, el trayecto y la culminación de la educación obligatoria es un derecho humano fundamental. Por lo tanto, esto no se está cumpliendo.

Las conclusiones del Ineed indica que constatar que la mitad de los jóvenes no consiguen finalizar educación media superior “equivaldría a observar que la mitad de la población no puede atender su salud, alimentarse, expresar sus ideas, acceder a un trabajo de calidad o ejercer cualquier otro derecho de tal naturaleza” y por definición, los derechos humanos no pueden ordenarse en más o menos importantes: todos tienen el mismo valor.

Pero también la magnitud del problema se ve reflejada hacia el futuro, ya que la mitad de la población de las edades señaladas (entre 21 y 23 años) no ha completado su ciclo educativo. Ante esta situación, desde el Ineed señala que hay dos oportunidades para solucionar esta situación. Una de ellas es el plan quinquenal para la educación a plantearse en 2025 con el nuevo gobierno y que busque reinsertar a estos jóvenes en el sistema. La segunda es de carácter demográfico. A medida que sigue descendiendo la natalidad se concretará la disminución progresiva de la matrícula en educación inicial y primaria y eso podrá habilitar el redireccionamiento de recursos para reincorporar a la educación obligatoria a adolescentes y jóvenes que la han abandonado antes de finalizarla.

Egresos en otras edades

En referencia a otros grupos etarios, entre 18 a 20 años la meta para 2024 en los egresos es alcanzar al 90%. Para estos tramos de edad el egreso ha mejorado y pasó del 64,5% en 2006 al 83,4%, el año pasado. No obstante, se siguen registrando diferencias en materia de egresos y nivel socioeconómico. En 2023, mientras el 96,2% de quienes pertenecen a hogares ubicados en el nivel socioeconómico más alto ha culminado el ciclo básico, solo el 71,6% de las personas de este tramo de edad pertenecientes a hogares ubicados en el nivel socioeconómico más bajo lo hizo. Desde el Ineed señalan que la brecha entre los quintiles extremos de ingresos se ha reducido en el período.

Por otra parte, también se ha examinado qué sucede con los adolescentes de 16 años que deberían egresar de educación media básica, o lo que era tercer año del liceo. Toda persona que ingresa al primer grado de la educación primaria en la edad prevista y avanza a razón de un grado por año, sin interrupciones, debiera encontrarse cursando el último grado del ciclo básico de educación media, a lo sumo, con 15 años. El 79,5% de adolescentes había egresado de educación media básica en 2023. El valor se ubica 6,5 puntos porcentuales por encima de la meta establecida para ese año.

Pero una pregunta que surge es cuál es la edad ideal para culminar todo el ciclo educativo (primaria y secundaria): es 18 años. Se considera, por tanto, a la población de 19 años para estimar el egreso en edad oportuna del ciclo. Casi el 45% de los jóvenes de esta edad había egresado de educación media el año pasado.

El trabajo y los estudiantes

El Ineed presentó un informe que hace referencia al trabajo en aquellos jóvenes que concurren a secundaria. El porcentaje que asiste y trabaja entre los menores de 18 años es de solo un 2%, mientras que entre los de 18 a 21 años llega al 20%. Se debe tener en cuenta que, según la Encuesta Continua de Hogares, en los adolescentes entre 14 y 17 años, el 94% asiste al sistema educativo y entre los jóvenes de 18 y 21, lo hace el 57%.

En este informe se indica que entre los más jóvenes (14 a 17 años) la mayoría de los que no asiste al sistema educativo y tampoco trabaja, llega al 5%. Entre los de 18 y 21 años, un 21% no asiste al sistema educativo, pero trabaja, un 10% no asiste y está desempleado, así como un 12% no asiste ni trabaja.

Entre los adolescentes, quienes asisten a tercer año de educación media, un 20% tiene algún vínculo con el mercado laboral (trabaja con su familia o fuera de casa, o se encuentra buscando trabajo). A la vez, nuevamente se destaca la diferencia cuando se miden los niveles socioeconómicos. Entre los jóvenes que asisten a centros de contexto socioeconómico y cultural muy desfavorable, dicha situación es el doble que entre los jóvenes que asisten a centros de contexto muy favorable (26% y 12%, respectivamente). El porcentaje que trabaja es mayor entre los que asisten a educación técnica (27%) que entre quienes asisten a secundaria (19%).

En una encuesta entre estudiantes de tercer año de secundaria (de media) el mundo laboral es, al menos, algo en lo que la mayoría ya comenzó a pensar. Solo un 34% de los estudiantes de educación técnica y un 40% de los de secundaria considera que el trabajo es aún algo lejano para ellos.

A los investigadores les llamó la atención que únicamente el 62% de este grupo de estudiantes dice que al año siguiente solo continuará estudiando. Y acá nuevamente se nota la diferencia: los estudiantes de contexto muy desfavorable, solo la mitad esperan únicamente estudiar. La otra mitad piensa en hacer las dos cosas: estudiar y trabajar.

Sobre la información a los estudiantes para saber qué carrera pueden seguir cuando culminen secundaria, únicamente en el 38% de los liceos hay un espacio de orientación vocacional y la gran mayoría de los estudiantes (82% en técnica y 91% en secundaria) no recibe capacitación en espacios de trabajo como parte de la propuesta curricular.

El informe indica que “parece haber un desnivel entre las expectativas de los estudiantes de tercer año de media sobre el mundo laboral y lo que les ofrece el sistema educativo”. Esta situación se presenta en mayor medida en los liceos públicos. Se acota que “si bien en educación técnica la orientación hacia el mundo del trabajo es claramente mayor que en secundaria, igualmente se observan aspectos para ampliar la oferta”.

Solo la mitad de los jóvenes de entre 21 y 23 años han culminado la educación secundaria

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ODS5. Afganistán ha perdido 500 millones de dólares en los últimos doce meses por negar a las niñas la educación secundaria

Privar a las niñas del país de su derecho a la educación tendrá un efecto devastador en la economía del país.

Según un nuevo análisis de UNICEF, mantener a las niñas fuera de la escuela secundaria le cuesta a Afganistán el 2,5% de su Producto Interior Bruto (PIB) anual.

Si los tres millones de niñas que conforman el actual grupo de edad de ese tramo educativo pudieran completar su educación secundaria y participar en el mercado laboral, las niñas y mujeres podrían aportar al menos 5.400 millones de dólares (5.261 millones de euros) a la economía afgana.

Las estimaciones de UNICEF no tienen en cuenta el impacto no financiero de negar a las niñas el acceso a la educación, como el futuro déficit de profesoras, doctoras y enfermeras, el consiguiente impacto en la disminución de la asistencia de niñas a la escuela primaria y el aumento de los costes sanitarios relacionados con los embarazos adolescentes. Tampoco tienen en cuenta los beneficios más amplios de la educación, como el éxito educativo general, la reducción del matrimonio infantil y una menor mortalidad infantil.

La decisión tomada el 23 de marzo de no permitir a las niñas volver a la escuela secundaria fue impactante y profundamente decepcionante. No solo viola el derecho fundamental de las niñas a la educación, sino que las expone a una mayor ansiedad y a un mayor riesgo de explotación y abuso, incluyendo la trata infantil y el matrimonio forzoso y temprano”, asegura Mohamed Ayoya, representante de UNICEF en Afganistán. “Ahora, este nuevo análisis explica claramente el terrible impacto económico que esta decisión tiene sobre el PIB del país”.

Consecuencias de la tardía educación de las niñas afganas

Antes de que los talibanes tomaran el poder el 15 de agosto del año pasado, más de 4,2 millones de niños en Afganistán estaban fuera de la escuela, el 60% de ellos niñas. Aunque el potencial coste de no educar a niños y niñas por igual es alto en términos de ganancias perdidas, no educar a las niñas tiene un coste especialmente alto debido a la relación entre el éxito educativo y el retraso del matrimonio y la maternidad por parte de las niñas, su participación en el mercado laboral, la toma de decisiones sobre su propio futuro y la mayor inversión en la salud y la educación de sus propios hijos más adelante.

El análisis muestra que Afganistán será incapaz de recuperar el PIB perdido durante la transición y de alcanzar su verdadera productividad potencial si no cumple el derecho de las niñas a acceder y completar la educación secundaria.

UNICEF quiere ver a cada niña y cada niño de Afganistán en la escuela, aprendiendo”, asegura Ayoya. “No pararemos hasta lograr este objetivo. No es solo que la educación sea un derecho para cada niño y niña, es que es la base del futuro crecimiento de Afganistán”.

El compromiso de UNICEF con los niños y jóvenes de Afganistán

Con las niñas sin poder volver a la escuela secundaria, surgen otros problemas que UNICEF está tratando de paliar: la organización trabaja para llegar a las niñas adolescentes con los servicios que necesitan –como apoyo para prevenir la anemia o higiene y salud menstrual-, que UNICEF solía proporcionar en las escuelas. En los últimos doce meses, los servicios de salud y nutrición en las escuelas han llegado a 272.386 niñas y adolescentes con suplementos de hierro y ácido fólico. Es decir, la imposibilidad de las niñas de continuar su educación compromete su salud.

La desnutrición infantil también está aumentando. En junio de 2021 30.000 niños recibieron tratamiento contra la desnutrición aguda en el país; en junio de 2022 fueron 57.000, es decir, un aumento del 90%. Los niños están siendo obligados a trabajar para apoyar a sus familias en vez de ir a la escuela, el lugar más seguro en el que podrían estar.

La de Afganistán sigue siendo una de las crisis de infancia más complejas y multidimensionales a nivel mundial”, concluye Ayoya. “Se trata de un momento crítico para una generación de niños en el país. Los derechos de las niñas están siendo atacados; sus infancias se ven dañadas por las privaciones. Por eso, a pesar de las dificultades para trabajar en este entorno, UNICEF está ampliando, ayudando y consiguiendo resultados como nunca antes. Y, mientras lo hacemos, queremos decir a la gente de Afganistán: no podríamos hacerlo sin vuestra confianza y apoyo. También queremos agradecer a nuestros donantes y aliados su generosidad hasta la fecha, pero les instamos a mantener su apoyo vital a los niños, especialmente con el invierno a la vuelta de la esquina”.

 Fuente: https://www.corresponsables.com/actualidad/afganistan-perdido-dolares-negar-ninas-educacion-secundaria

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EEUU: La pandemia trastornó su educación secundaria. Ahora no están listos para la universidad

Maestros por todo el país se esfuerzan para poner al corriente a los alumnos rezagados, intentando evitar consecuencias en su vida académica y profesional que pueden ser peores para alumnos latinos o negros. Pero la magnitud del problema apenas comienza a vislumbrarse.

Por Olivia Sánchez – The Hechinger Report

Andrea Hernández estudió la tabla de multiplicar casi a diario durante el verano entre cuarto y quinto grado. Sentada en la mesa de la cocina de la casa de su familia en Dallas mientras su madre preparaba la cena, ella repetía su tarea una y otra vez en su cuaderno amarillo. Cuando comenzó a asistir a una nueva escuela en el otoño de 2012, pasó fácilmente los exámenes de matemáticas a contrarreloj. De ahí hasta la irrupción del coronavirus, cuando estudiaba pre-cálculo a los 16 años, Hernández brillaba en el aula.

Entonces, al igual que millones de estudiantes en todo el país, Hernández se vio obligada a estudiar en línea. Durante el resto del tercer año y la mayor parte del cuarto año, estudió en una computadora portátil en la sala de su casa, mientras su hermana menor tomaba clases por Zoom en la habitación que compartían al final del pasillo.

Sintió que perdía las fuerzas para ser una estudiante. No era sólo que los estándares de la enseñanza en línea fueran inferiores que los de en persona, “es que simplemente no existían”, dijo.

ernández, cuyos estudios principales eran las matemáticas, reprobó por un pequeño margen el examen que la habría colocado en la clase de cálculo del primer curso de la Universidad de Texas en Austin en el otoño. Repitió la clase de pre-cálculo y la pasó con una A. Ahora, pasa cuatro días a la semana en una clase excepcionalmente pequeña tipo seminario con otros 31 estudiantes aspirantes a matemáticos e ingenieros.

“Me gustaría poder decir que hasta ahora me va bien, aunque hay algunas cosas que cuando las miro me pregunto, ‘¿dónde están las matemáticas? Lo único que veo son letras, no entiendo nada”, dijo Hernández. “Entonces me siento… un poco perdida”.

Más de 20 de sus compañeros tomaron la clase más grande tipo conferencia el otoño anterior y la reprobaron.

Muchos estudiantes cuyos últimos años de secundaria fueron interrumpidos por la pandemia tienen dificultades académicas en los cursos universitarios que necesitan pasar para avanzar en sus carreras académicas y profesionales. Profesores y estudiantes creen que la enseñanza a distancia que tuvieron que cursar durante la pandemia no fue tan buena como la que habrían recibido en persona. Los estudiantes a menudo también estuvieron distraídos mientras trataban de aprender, porque batallaban con factores estresantes de salud, financieros y familiares.

Fue realmente difícil para nosotros emocionalmente, porque sabemos lo que está en juego para los estudiantes. Su fracaso es nuestro fracaso”

Ahora, después de dos años de aprendizaje pandémico a toda prisa, muchos estudiantes universitarios no solamente están menos preparados de lo que deberían estar, sino que también han olvidado cómo ser alumnos.

Y es probable que en el futuro haya aún más graduados de secundaria sin la preparación adecuada, lo que presiona de sobremanera al profesorado, los consejeros y los asesores.

Al maestro de matemáticas de Hernández, Uri Treisman, se le conoce nacionalmente por sus técnicas y filosofías para la enseñanza del cálculo. Él dijo que el semestre del primer año de cálculo en el otoño de 2021 fue el más difícil que había tenido en sus 50 años de carrera.

Sus alumnos estaban cometiendo errores básicos en álgebra y trigonometría. A pesar de que Treisman hizo todo lo que pudo para ayudar a sus alumnos a recuperarse, alrededor del 25% de sus alumnos reprobaron en el otoño, comparados con el 5% que no pasa en un año normal.

En lugar de emails de alumnos solicitando cartas de recomendación, el buzón de Treisman estaba invadido de emails de estudiantes ansiosos por repetir su clase, disculpándose por su pobre desempeño y por no estar preparados.

 “Fue realmente difícil para nosotros emocionalmente, porque sabemos lo que está en juego para los estudiantes”, dijo Treisman, refiriéndose también a su profesora asociada, Erica Winterer. “Su fracaso es nuestro fracaso”.

Un desafío en toda la enseñanza preuniversitaria

Desde el alumno más pequeño del jardín de niños hasta los alumnos de cuarto año de secundaria listos para ingresar a la universidad, casi todos los estudiantes vieron su educación interrumpida a partir de marzo de 2020. Como resultado, todavía no se conoce el alcance de la falta de preparación para la universidad.

un así, los educadores y expertos se preocupan de que los estudiantes de comunidades históricamente marginadas —a menudo alumnos de bajos ingresos, latinos y negros— podrían enfrentar una desventaja aún mayor debido a la interrupción que causó la pandemia.

Las consecuencias económicas de la pandemia afectan con mayor fuerza a los estadounidenses de escasos recursos, latinos y negros, así como a la gente sin títulos universitarios, de manera que los estudiantes provenientes de familias que están en estos grupos son más propensos a haber asistido a la universidad tras haber enfrentado mayores desafíos que sus pares en los últimos dos años.

“Aquí y en el resto del mundo los ricos se preocupan y están nerviosos por el futuro de sus hijos, y están invirtiendo de manera significativa para asegurar que tengan una ventaja”, afirmó Treisman. “Así que ese nerviosismo significa que aquellos interesados en la igualdad tienen que trabajar mucho más”.

Incluso en un año normal no todos los estudiantes vienen con el mismo nivel de preparación o de conocimiento básico, explicó Treisman. Pero debido a la pandemia, sus estudiantes enfrentan un estrés adicional.

Hernández, por ejemplo, estaba en una clase de matemáticas de 12° grado por Zoom en la sala de su casa cuando su padre regresó del trabajo algunas horas antes que de costumbre, visiblemente perturbado. Ella lo siguió hacia su habitación donde él le contó que su abuelo, quien vivía en San Luis Potosí, México, había muerto de COVID-19.

Hernández se levantó tan rápidamente de su improvisado escritorio que no tuvo tiempo de apagar su cámara ni se había quitado los audífonos. Cuando supo de la muerte de su abuelito, todavía estaba escuchando su clase de matemáticas.

A estudiantes como Hernández le resultaba difícil concentrarse en las clases mientras sus seres queridos enfrentaban enfermedades mortales, problemas financieros, incertidumbre sobre el cuidado de sus hijos, o la inestabilidad general causada por la pandemia. A menudo, el enfoque de la escuela era más el sobrevivir que el sobresalir.

Otros estudiantes enfrentaban obstáculos relacionados con el acceso. Antes de la pandemia, Halil Hamscho, que había estudiado el curso de introducción al cálculo de Treisman el otoño anterior, viajaba todos los días desde la casa de sus padres en Matamoros, México, a su escuela en Brownsville, Texas. En marzo de 2020, su hermano gemelo se convirtió en su único compañero.

Hacían la tarea en una mesa portátil que habían comprado en Walmart, compartiendo una computadora portátil al final de su tercer año de secundaria y durante todo el cuarto año. Si uno estaba usando la computadora, el otro tenía que incorporarse a su clase desde su teléfono, lo cual dificultaba ver a sus compañeros de clase o cualquier cosa que el maestro estuviera mostrando en la pantalla. A veces, su madre traía a la casa su computadora del trabajo para que ambos pudieran estudiar.

Los estudiantes cuyas familias estaban financieramente estables antes de la pandemia podrán recuperarse de esta situación, mientras que los demás tendrán muchas más dificultades, dijo Venit. Muchos de estos últimos serán estudiantes latinos y negros, de partes rurales o que son los primeros en sus familias en asistir a la universidad.

“Si esas personas no tienen la oportunidad de progresar económicamente, entonces tendremos una situación en que los ricos se volverán más ricos y los pobres más pobres”, lamentó Venit. “Esto revertirá la tendencia que nos hemos esforzado por lograr a través de la educación superior durante los últimos 20 años”.

Para Hernández que se encuentra al final de su segundo semestre en la Universidad de Texas en Austin, la meta es clara: aprobar cálculo, terminar los estudios universitarios y convertirse en una maestra de matemáticas de escuela secundaria.

Para lograrlo, debe redescubrir a la niña que hace casi 10 años era la primera en entregar sus exámenes de multiplicación contra reloj.

 Caroline Preston contribuyó a este reportaje.

Este artículo acerca de estudiantes sin preparación fue producido por The Hechinger Report, una organización de noticias independiente sin fines de lucro enfocada en la desigualdad y la innovación en la educación.

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China intensificará regulaciones en escuelas secundarias vocacionales

Asia/China/24-09-2021/Autor(a) y Fuente: Spanish.xinhuanet.com 

China implementará regulaciones más estrictas en las escuelas secundarias vocacionales en la inscripción de los estudiantes, la ayuda financiera y la gestión de la situación de los alumnos, según informó este miércoles el Ministerio de Educación.

Una circular emitida por el ministerio requiere que se verifiquen las cualificaciones de las escuelas secundarias vocacionales de todo el país y que se establezca un sistema de inspección anual.

Las escuelas filiales o los centros de enseñanza de las escuelas secundarias vocacionales que se establezcan sin la aprobación de los departamentos administrativos educativos se verán privados de sus calificaciones de admisión, de acuerdo con el documento.

Fuente: http://spanish.news.cn/2021-09/22/c_1310202946.htm

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25.000 firmas para que la Memoria Histórica tenga sitio en el currículo

Por:

  • Una campaña de change.org lleva recogidas más ed 26.000 firmas, de un total de 35.000, para pedir al Ministerio de Educación y FP que realice los cambios necesarios para que la Memoria Histórica y Democrática tenga un mayor espacio en el currículo de secundaria y bachillerato.

La petición en change.org es clara desde el principio. El Ministerio de Educación y FP debe cumplir cuanto antes con el proyecto de Ley de Memoria Democrática en la que, en sus artículos 43 y 44 relativos a cuestiones pedagógicas y educativas. Un texto que entró hace unas semanas en el Congreso de los Diputados para su tramitación. La petición lleva más de 26.000 firmas recogidas de las 35.000 necesarias.

Defiende que se realicen actuaciones curriculares para actualizar los temarios de 4º de la ESO y de bachillerato para que se tengan en cuenta las cuatro décadas de represión, así como de lucha antifranquista. Para ello, solicita que se revisen los libros de texto para que aparezcan estas cuestiones correctamente, además de evitar la «teoría de la equidistancia» entre los bandos contendientes.

También promueve medidas organizativas en relación con el currículo. En bachillerato se solicita que en la asignatura de Historia de 1º los contenidos vayan desde la Revolución Francesa hasta la Primera Guerra Mundial, de manera que para 2º quede desde el periodo de entreguerras hasta la actualidad. Asegura la petición que de esta manera «se acabará con la ‘anomalía española’ que supone la separación de la Historia del Mundo Contemporáneo y la Historia de España en dos cursos». Con esta organización, aseguran las y los promotores de la petición, que habría una organización más lógica, se comprendería mejor la historia de España en el contexto global y los contenidos dedicados a la II República y la dictadura no quedarían relegados al final del temario.

Además de estas medidas relacionadas con la revisión del currículo y la organización de los contenidos en los diferentes cursos, también se pide que haya un esfuerzo en la formación del profesorado que » incluya actualización científica, didáctica y pedagógica (…) para garantizar que se impulsa conjuntamente por la comunidad educativa el derecho a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición».

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2021/09/23/25-000-firmas-para-que-la-memoria-historica-tenga-sitio-en-el-curriculo/

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La educación secundaria dominicana precovid-19

Por: Emilio Vargas Santiago

La pandemia ha sido una etapa de sobrevivencia educativa, con consecuencias que hay que afrontar para nivelar los aprendizajes de cada grado.

El año pasado, noviembre de 2020, fue publicado el I Informe Regional del Sistema Flacso, titulado: ESTADO DE LA EDUCACIÓN SECUNDARIA EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE: APORTES  PARA UNA MIRADA REGIONAL. Esta iniciativa responde a que este nivel educativo “ha atravesado un proceso de expansión y, en algunos casos, de transformación acelerada”. Es una radiografía de la situación previa a la pandemia de Covid-19. El propósito es “Fortalecer el conocimiento sobre la educación secundaria en la región por medio del trabajo conjunto”.

Este Informe reconoce que todos los países de la región realizaron esfuerzos que incrementaron notablemente la escolarización de adolescentes y jóvenes, así como franquear el acceso a un nivel educativo que hasta finales del siglo XX era abiertamente elitista en muchos de ellos. Sin embargo, la persistencia de problemas estructurales y de desigualdades regionales y por país, actualiza la necesidad de estimular reflexiones que impulsen al centro de la agenda educativa las problemáticas y desafíos que enfrenta la educación secundaria en Latinoamérica.  .

En el año  2013, la UNESCO informó que “la insatisfacción con la calidad de la escuela secundaria es generalizada y ha sido persistente en el tiempo en la mayoría de los países de América Latina”. De ahí que “la FLACSO espera contribuir a la circulación, a la reflexión y al debate de las problemáticas educativas que enfrenta la región”.

El capítulo referente al país, los autores Oscar Amargós y Magda Pepén Peguero de la Unidad Académica de FLACSO, lo titulan: Educación secundaria y la desigualdad social en República Dominicana.  A continuación, aspectos relevantes de este Informe.

En el año 1995, el sistema educativo preuniversitario quedó estructurado en los niveles Inicial, Básico y Medio. Dieciocho años después se asumió la Clasificación Internacional Normalizada de la Educación de la UNESCO. Mediante la Ordenanza N° 3-2013 los niveles educativos se denominaron: Inicial, Primario y Secundario, con duración de 6 años, subdivididos en dos ciclos de 3 años cada uno. Esta modificación comenzó a implementarse en el año 2017-2018.

El Nivel Secundario ofrece tres Modalidades: Académica, Técnico-Profesional  y en Artes. El Primer Ciclo de este nivel es común a las 3 modalidades. La Modalidad Académica ofrece una formación general e integral que profundiza en diferentes áreas del saber científico y humanístico. La Modalidad Técnico-Profesional ofrece una formación general y técnico-profesional que capacita para la inserción laboral en una determinada actividad productiva o de servicios. La Modalidad en Artes ofrece la formación de una actitud crítica, sensible y participativa en la producción v recreación del arte y la cultura. Ofrece oportunidades para el desarrollo de competencias profesionalizantes y ocupacionales en el campo del arte. Las tres modalidades habilitan para continuar estudios a nivel superior. La edad normativa para el Primer Ciclo de Secundaria es de 12 a 14 años y de 15 a 17 años el Segundo Ciclo.

En el año escolar 2008-2009, la matrícula  total de secundaria era de 574 mil estudiantes. Se  mantuvo prácticamente igual hasta 2016-2017 al aumentar a 575 mil estudiantes. En 2017-2018, la matrícula total de secundaria alcanzó 924,714 estudiantes, representaba el 33.8% de la matrícula total del sistema educativo, ascendente a 2, 736,697 estudiantes. Mientras que la matrícula del Segundo Ciclo fue de 433,031 estudiantes. El 80% (360 mil), correspondió a la Modalidad Académica (MA); el 18.6% (67,109) a Técnico-Profesional (TP) y el (1.4%) restante (5,922) a Artes. Se estima que la población no escolarizada del país entre 12 y 17 años era en 2018 alrededor de 228 mil. En el período 2013–2018, se incorporaron 5,061 nuevas aulas a la educación secundaria.

El Ministerio de Educación (MINERD) en su Plan Estratégico 2017-2020 prioriza a TP del Nivel Secundario. Un total 4,570 centros públicos, privados y semioficiales ofrecían este nivel. De estos, 3,577 funcionan en Jornada Escolar Extendida. El curriculum con enfoque de competencias laborales contempla 17 familias profesionales y 52 titulaciones de bachilleratos técnicos.

La asistencia escolar a la escuela secundaria disminuye conforme aumenta la edad. En el año 2019, el MINERD reportó que la participación de los que tenían 12 años era de 92.7%, mientras que los de 17 años disminuían a 74.9%. Esto incide en el número de adolescentes y jóvenes que se encontraban fuera de la educación secundaria. En efecto, según el repositorio de datos del Banco Mundial, en 2017 habría alrededor de 139 mil jóvenes fuera del Segundo Ciclo del Nivel Secundario. Sin embargo, en los últimos 7 años se  produjo una contracción significativa, pues en 2010 sobrepasaban los 200 mil, una reducción de 31%.

Según las modalidades, las diferencias entre la cantidad de promovidos, reprobados y excluidos favorece a los estudiantes de TP. La proporción de los promovidos es de 92.7%. Este porcentaje disminuye a 84.8% en la MA. Los reprobados y los que abandonan es de casi 5% en perjuicio de los de la MA. Idealmente, la tasa de abandono escolar debería aproximarse a cero, en consecuencia, este indicador revela la alta ineficiencia del sistema. Según datos de 2019 del MINERD, la tasa neta de conclusión del año lectivo 2017-2018 fue de 53.2%. Esto significa  que de cada 100 adolescentes con 17 años que asistieron a la escuela, más de la mitad terminó el Nivel Secundario. En 2015-2016 fue de 47.7%. Significa también que 47 estudiantes de cada cohorte no lograron graduase en el tiempo estipulado y un aumento de costos para el Estado y las familias.

En los últimos nueve años el promedio anual de  bachilleres es de 90,400. El crecimiento promedio anual de graduados, en los últimos siete años, se sitúa en 1%, con altibajos. En el año lectivo 2017-2018 alcanzó los 100 mil. De estos, el 79.4% y el 20% proceden de las MA y TP, respectivamente.  El 57.2% corresponde al sexo femenino.  Según zona de residencia, los egresados del Nivel Secundario se distribuyen en un 62.8% los  de la zona urbana y 51.3% los de la zona rural. Asimismo, los de sexo femenino, 70.3%,  superan los de sexo masculino,  55.4%. En el año 2018, los estudiantes de 12 a 17 años no escolarizados  en secundaria rondaban alrededor de los 228 mil. Y República Dominicana es de los países con la proporción más baja en el balance entre la Modalidad Académica y la Técnico Profesional; por cada 4.3 estudiantes de la primera, uno está adscrito a la segunda.

Por último, agregar que los avances y las falencias que persisten en la educación preuniversitaria dominicana están documentados y permanentemente presentes en cada ciudadano consciente del país. La pandemia ha sido una etapa de sobrevivencia educativa, con consecuencias que hay que afrontar para nivelar los aprendizajes de cada grado. Poco a poco el país va construyendo su normalidad. Pero esa normalidad demanda otra educación que mejore la vida de la mayoría. Las respuestas atañen a toda la sociedad, pero los responsables de redireccionar  la educación nacional descansa en las autoridades nacionales, regionales y locales. La escuela dominicana requiere de un liderazgo empoderado, que actúe con mayores niveles de compromiso y lealtad para mejorar la calidad educativa en todos sus niveles.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/la-educacion-secundaria-dominicana-precovid-19-8959878.html

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Alfabetización académica: ¿por qué y para qué?

Por: Emilio Vargas Santiago 

Nadie puede enseñar lo que no sabe, por tanto, los docentes actuales de la Educación Secundaria y la Educación Superior tendrían que recibir la formación previa necesaria.

Según la RAE, el término alfabetización proviene del verbo alfabetizar y trata de la acción de enseñar a leer y escribir. ​ Para Richard L. Venezky, alfabetizar “es la habilidad mínima de leer y escribir una lengua específica, como también una forma de entender el uso de la lectura y la escritura en la vida diaria”. De modo que la alfabetización es tanto el acto de enseñanza como la capacidad adquirida para leer y escribir por cuenta propia.

Desde hace tiempo, la alfabetización de la población se ha visto como un imperativo, una obligación del Estado y un derecho que ciudadanas y ciudadanos deben ejercer, pero esta ha estado pautada por una enseñanza y un aprendizaje tradicionales, porque la lectura ha sido mecánica y la escritura repetitiva.

Las Naciones Unidas declararon el período 2003-2012 como la Década de la Alfabetización y se plantea como un largo proceso que abarca el desarrollo individual y está determinada por los cambios tecnológicos, científicos, políticos y culturales. Pero ese cambio resulta difícil, porque los docentes la enseñan como a ellos les enseñaron; tratan que niñas y niños  lleven el código escrito al código oral y transcriban lo ya escrito.

En la actualidad, la alfabetización comprende el desarrollo de saberes, capacidades, competencias para leer críticamente y escribir académicamente. Por tanto,  el cambio debe ser primero asimilado por los docentes, para después transmitirlo a sus estudiantes. La lectura crítica y la escritura académica van perfeccionándose a lo largo de la vida y su uso está determinado por la enseñanza y el aprendizaje.

La problemática de la lectura y la escritura viene siendo objeto de discusión en muchas partes del mundo. Pero donde más se ha adelantado con propuestas metodológicas ha sido en los países anglosajones, principalmente en Estados Unidos, Australia y Canadá. En los últimos años, también en Latinoamérica se han desarrollado propuestas en procura de mejorar el desempeño de los estudiantes en cada una de ellas.

Cabe señalar que en 1874, la Universidad de Harvard aplicó el primer examen de inglés escrito para ingresar a sus aulas. La mitad de los estudiantes falló, lo cual cuestionó los niveles educativos básicos y medios, y con la presión de las universidades  lograron una importante reforma educativa para que los estudiantes llegaran mejor preparados en lectura y escritura.

Después de la Segunda Guerra Mundial accedieron muchos soldados a las aulas universitarias, evidenciando la necesidad de desarrollar destrezas comunicativas escritas, pues una escritura pobre limitaba el desempeño laboral. Esto favoreció la creación de un movimiento para el mejoramiento de la calidad de la enseñanza de la escritura en la educación superior en ese país.

Estos dos procesos, lectura y escritura, constituyen la denominada alfabetización académica, entendida como el proceso mediante el cual los estudiantes adquieren las competencias necesarias para manejar con autonomía un determinado tema, expresándose con propiedad, propiciando el intercambio de ideas en el área en discusión y comunicándolo al entorno (Rosales Mora, 2016).

La alfabetización académica se plantea para afrontar la necesidad que tienen las instituciones educativas de desarrollar en los estudiantes habilidades para interpretar y/o producir textos científicos y académicos. Esto así, porque se observa que los alumnos tienen dificultades para configurar sentidos cuando escriben, y suelen producir numerosas interpretaciones erróneas cuando leen, se reporta en la literatura.

La medida para encarar esta situación ha sido desarrollar la lectura y la escritura en todas las disciplinas de cada carrera durante la educación superior. Sin embargo, como es notoria la ausencia de conocimientos básicos acerca del lenguaje y la cultura escrita de los estudiantes, algunos autores proponen extender el concepto de alfabetización académica al nivel secundario, porque es un mandato ético dotar al bachiller de recursos idóneos para enfrentar los textos disciplinares, afirma la profesora de Comunicación de la Escuela Superior Politécnica del Litoral de Guayaquil, Ecuador, Martha Espinoza.

Una alfabetización académica temprana proporcionaría al estudiantado: a) Acceso a las diferentes culturas escritas de las asignaturas; b) Amplía las lecturas y escrituras, al incluir los textos de estudio; c) Al implicar a todos los profesores, estos se harían más conscientes de que la lectura y la escritura son herramientas de aprendizaje.

Algunos docentes creen que una vez que el educando aprende a leer, la competencia está lograda y es posible aplicarla indistintamente a todo tipo de texto; “este concepto es errado, pues la lectura responde a una capacidad abierta como la inteligencia”. De ahí la importancia de capacitar a los docentes de todas las asignaturas para que cada uno, desde su disciplina/asignatura, proponga procesos de lectura y escritura, así como propiciar la escritura académica a través de blogs, periódicos escolares, presentaciones con apoyo de Power Point, entre otros, recomienda Martha Espinoza.

Con respecto a los textos de estudio es necesario que se apliquen estrategias específicas de interpretación, para que los estudiantes se familiaricen con el lenguaje propio de los temas abstractos, con los discursos explicativos y argumentativos, y con la retórica académica. También hay que abandonar la  concepción de que leer para aprender es extraer datos, y reemplazarla por la comprensión de que leer es interpretar relaciones y conceptos, afirman algunos especialistas.

En conclusión, nadie puede enseñar lo que no sabe, por tanto, los docentes actuales de la Educación Secundaria y la Educación Superior tendrían que recibir la formación previa necesaria para llevar a cabo la alfabetización académica en las distintas asignaturas que enseñan a sus estudiantes. El desarrollo de las competencias para lograr una auténtica formación en lectura crítica y escritura académica, es una vía importante hacia el mejoramiento de la calidad de la educación del país. ¡Mano a la obra!

Fuente: https://acento.com.do/opinion/alfabetizacion-academica-por-que-y-para-que-8948704.html

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