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Colombia: Bogotá será la sede del 1er Encuentro de Educación Transformadora: REINVENTANDO LA EDUCACIÓN EN AMÉRICA LATINA

América del Sur/Colombia/15 Septiembre 2017/Fuente:businesscol/Autor:businesscol

Más de 250 líderes en el área de educación se darán cita en Bogotá, del 8 al 11 de noviembre de 2017, en un espacio de co-creación para promover un aprendizaje transformador y el desarrollo de habilidades del siglo XXI: empatía, trabajo en equipo, liderazgo colaborativo y habilidad para el cambio en entornos educativos.

El 1er Encuentro de Educación Transformadora: REINVENTANDO LA EDUCACIÓN EN AMÉRICA LATINA reunirá por primera vez a líderes especialistas, académicos, equipos de escuelas innovadoras, universidades, periodistas y emprendedores sociales de la red global de Ashoka y Re-Imagine Learning, para trabajar en cuatro jornadas intensivas en espacios colaborativos. En estos podrán compartir buenas prácticas y saberes; a través de talleres, conferencias, conversatorios, sesiones prácticas y dinámicas innovadoras que cambiarán la conversación sobre educación en AL.

El 1er Encuentro de Educación Transformadora: REINVENTANDO LA EDUCACIÓN EN AMÉRICA LATINA contará con la presencia de más de 50 líderes innovadores provenientes de España, México, Centroamérica, Colombia, Venezuela, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Inglaterra, Senegal e India. Muchos de ellos han sido parte de los procesos de transformación educativa en India, Europa y América Latina, como: Kabir Vajpeyi, Jill Vialet, Vicky Colbert, Montserrat del Pozo y Michael Sani, entre otros.

Las jornadas se realizarán en tres escenarios: el CESA (Colegio de Estudios Superiores de Administración), el Gimnasio Moderno, y el Colegio Tilatá, en Bogotá, y girarán alrededor de 10 temáticas para la transformación de la educación latinoamericana: educación para la paz, educación basada en la naturaleza y sostenibilidad, espacios de aprendizaje, empatía, inclusión, educación y emprendimiento, educación e impacto social, aprendizaje a través del juego, políticas públicas, y planificación educativa y evaluación de las habilidades del Siglo XXI.

El 1er Encuentro de Educación Transformadora: REINVENTANDO LA EDUCACIÓN EN AMÉRICA LATINA es una co-creación en la que participan más de 30 emprendedores sociales de la red de Ashoka y sus organizaciones, emprendedores de Re-Imagine Learning, y más de 20 escuelas y universidades innovadoras en la región, bajo el liderazgo de Ashoka, TAAP (Taller de Aprendizaje para las Artes y el Pensamiento), el CESA, el Gimnasio Moderno, el Colegio Los Nogales, el Colegio Ekirayá, el Colegio Aquileo Parra, el Colegio Tilatá, el Gimnasio Santander OpEPA, Fundación Mi Sangre, AEIOTU e Impact Hub Bogotá.

La participación en el evento tiene un costo de 900.000 COP por persona y los interesados pueden registrarse a través de la página web www.educaciontransformadora.com para recibir más información acerca del encuentro.

Fuente de la noticia: http://businesscol.com/noticias/fullnews.php?id=30987

Fuente de la imagen: http://www.awnewscenter.com/andeanwire/wp-content/uploads/2017/09/Captura-2.jp

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México: Estimado secretario de Educación

América del Norte/México/18 Marzo 2017/Fuente: Excelsior

En segundo lugar, “deshistorizarlas” implica borrarlas de la historia, utilizando el “neutro” masculino y sólo subrayar a aquellas que han sido consideradas como excepcionales. Casi afirmando que ninguna otra podrá realizar la hazaña de pasar a la historia, cosa que casi para cualquier hombre es bastante sencilla.

Frente al reconocimiento social a los hombres por el simple hecho de ser hombres, miramos estupefactas cómo a las mujeres las matan por el simple hecho de ser mujeres. Usted lo sabe, siete mujeres son asesinadas cada día y el sistema educativo hace poco, casi nada por revertir esta situación.

Usted, como muchas otras personas, afirma que la educación tiene el poder de transformar vidas y ha transformado este país. En todas las épocas y en todos los países donde hay educación pública, los hijos y a veces las hijas, saben más que sus padres y, en general, mucho más que sus madres. Ellas y ellos han sido quienes han construido el país en el que habitamos.

No es extraño que a pesar de la feminización del magisterio, las autoridades encargadas de organizar y dirigir esta actividad sean masculinas. No es extraño que el discurso de estas autoridades siempre se dirija a los maestros, aunque todas y todos sabemos que en las aulas, desde la educación inicial, pasando por el preescolar, la primaria, la secundaria y hasta la preparatoria, las encargadas de la ardua labor son las mujeres.

Lo que resulta más sorprendente es que este servicio educativo no cumpla con los objetivos del artículo tercero constitucional: La educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la Patria, el respeto a los derechos humanos y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia.

Los seres humanos, lo sabemos, vienen en dos presentaciones: mujer y hombre, y todas y todos merecen el mismo respeto, el mismo trato y las mismas oportunidades. Eso es la igualdad, que, además, es la base fundamental de la democracia. Amar a la Patria significa respetar a sus ciudadanas y ciudadanos y a sus leyes; conocer historias, geografías, sus clemencias y sus inclemencias.

Desarrollar armónicamente todas sus facultades lleva implícita la idea de que cada persona debe ser autónoma, tanto en las decisiones acerca de su propia vida, como en lo que decide hacer para obtener y gastar recursos lícitamente y en lo que atañe a la vida y desarrollo de su comunidad, estado y país. Y en todo esto las mujeres seguimos quedando fuera de cualquier capacidad en la toma de decisiones, por esa rara concepción de la palabra “mujer”.

La base de la autonomía personal para nosotras estriba en el respeto irrestricto a nuestros derechos sexuales y reproductivos y a vivir sin violencia. Esos derechos sexuales y reproductivos siguen siendo motivo de controversia en la Cámara de diputadas y diputados. No se cumplen ni las leyes y normas ya aprobadas en nuestro Congreso y el sistema educativo se hace a un lado en la materia.

De la violencia contra las niñas, las adolescentes y las mujeres, ni para qué hacemos el recuento. Es evidente ante las estadísticas sobre brechas de desigualdad, que la Reforma Educativa debe tener una clara perspectiva de género y que la evaluación de maestras y maestros debe tener un componente fuerte de principios y valores democráticos, si en verdad se quiere transformar al pais.

Disponible en la url: http://www.excelsior.com.mx/opinion/clara-scherer/2017/03/17/1152534

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Aprendamos a Regenerar Realidades con Mayor Conciencia

Por Manuel Martínez Mendoza

Estamos en los primeros días del año, abriendo la puerta de una nueva habitación del tiempo a la que ingresamos para vivir nuevas experiencias, con la sola exigencia de volver a pensar, con mayor conciencia, en lo que hacemos como educadores alternativos de poblaciones postergadas. Es una buena oportunidad que tenemos para ponerle ganas a la regeneración de las realidades de la educación y la sociedad, de la que somos parte.

¿Regeneración?

Sí, la regeneración es una constante de la vida. La biología la define como  la capacidad de un organismo para reconstruir, por sí mismo, sus estructuras dañadas o perdidas.

Las estrellas de mar, las lagartijas y otras especies cuando se ven amenazadas distraen a sus depredadores cediéndoles un pie o la cola para huir y después, progresivamente, “auto repararse”, hasta completar su cuerpo de una manera autónoma, valiéndose de sus propias potencialidades.

En el caso de las mariposas la regeneración convierte a los huevos de la especie en  larvas y a estas en crisálidas, antes de su última conversión en su estado adulto. Este proceso denominado metamorfosis pone en evidencia sucesivos estadios en los cuales un individuo se regenera, cambia su morfología y fisiología de modo radical, al extremo de adquirir diferentes formas siendo un mismo individuo.

En esa gradualidad también podemos observar las regeneraciones que se manifiestan en el reemplazo y crecimiento de pelos y uñas de los mamíferos, la muda de los exoesqueletos de los muy y cangrejos, la piel de los reptiles, etcétera.

¿La regeneración se produce en todas las especies?

En la especie humana el huevo se convierte en embrión y, luego del alumbramiento, el niño se convierte progresivamente en adulto, pasando de modo natural por diversas etapas de la vida, en las cuales se manifiestan características propias de cada una de ellas.

La regeneración es, por tanto, un proceso biológico común, en el cual cada individuo expresa sus propias potencialidades para dar un gran salto cualitativo, “un nuevo nacimiento”, una metamorfosis que asegura una continua renovación de lo más importante de la realidad natural.

Es importante este concepto de regeneración porque implica: a). Una modificación esencial de las estructuras biológicas, b). Durante un proceso inexorable, b) Realizado por cada individuo de todas las especies, incluida la especie humana.

¿La regeneración es solo un fenómeno natural de individuos?

No, la regeneración tiene una doble dimensión que depende una de otra. Se inicia como un proceso natural individual pero, simultáneamente, se desarrolla como un proceso colectivo social, de interacciones entre pares de una misma especie.

En el caso de las sociedades humanas solo existen características específicas que la diferencian de las sociedades de otras especies, sobre todo por la forma de organización y funcionamiento en las que priman, cada vez más, sofisticadas relaciones de poder de clase que obstaculizan o inhiben la regeneración individual, principalmente, de los postergados, la convivencia y el aprendizaje.

Entonces ¿Regenerar es transformar?

El concepto de regeneración enriquece radicalmente el concepto mayor de transformación, principalmente de la transformación social, debido a que define la participación de los individuos en ella, de modo que se plantea el desarrollo como un proceso endógeno sobresaliente, desde el individuo hacia el colectivo desde el uso de sus potencialidades hacia la construcción y uso de las potencialidades de su contexto.

Los factores endógenos o intrínsecos de todas las personas son primordiales porque caracterizan al proceso de desarrollo en una dinámica social con una trayectoria de abajo hacia arriba, de adentro hacia afuera, al encuentro entre personas y sus organizaciones en un proceso constructivo en el cual los individuos no pueden ser reemplazados, ni sustituidos, ni representados del modo como se acostumbra en la relaciones de poder de las élites, instituciones, estado y gobiernos que afecta el concepto y práctica de democracia, manteniéndola como una burbuja en la cual los demócratas sustentan su vida a expensas de una práctica antidemocrática.

Los factores exógenos, desde una lectura de progreso, son valiosos si permiten el desarrollo de los individuos facilitando, mediante políticas y recursos, la creación de oportunidades para el despliegue de las facultades y derechos individuales en la construcción de relaciones de poder democrático y constructivo.

Entonces, ¿Es posible regenerar realidades en las que existen grietas abismales entre una minoría de privilegiados y una mayoría de postergados?

No solo es posible sino que es una exigencia social concertar voluntades entre los ciudadanos –educadores, en nuestro caso- que constituyen la poca visible reserva moral del país, sin exclusiones de ningún tipo, para regenerar la educación y, en general, la sociedad, pensando en un futuro deseable de bienestar para todos.

Para eso es imprescindible soltarse de las amarras y levar anclas. Es necesario desaprender los viejos paradigmas acostumbrados con los que se mira la realidad desde arriba, patriarcalmente, desde el atávico centralismo, con políticas elaboradas entre las cuatro paredes de las cimas del poder nacional[1], reproducido en las regiones y localidades, “validadas” mediante “muestras representativas” que solo sirven para “aprobarlas democráticamente” y que arreglan temporal y parcialmente los focos de atención que satisfacen las estadísticas y gestiones pasajeras, en periodos de gobierno basados en caudillismos y personalismos.

La educación, en su más amplia comprensión y extensión, es decir, la que se realiza de modo cotidiano mediante las interacciones políticas, económicas y sociales, en la que se incluye a la educación escolar, constituye parte de los factores exógenos que pueden potenciar el desarrollo humano en armonía con el desarrollo de la sociedad en su conjunto.

 Así la transformación tiene su base en la acción de todos los individuos de la especie como elemento fundamental de la acción colectiva, respetando sus ritmos y estilos. Por esta razón, el papel de la educación deviene en un factor fundamental siempre y cuando esta se construya, en oposición a la existente, como una cultura emancipatoria, liberadora, de auto-transformación de las personas, en su doble condición de individuos-sociales, sin excepción, valorando que los individuos formamos parte de una realidad natural y social, sin la cual no existiríamos.

Sabemos que la otra cara de la educación, con su modelo prescriptivo y conductista, sirve más para reproducir la cultura social predominante y sus particulares formas de entender el cambio como parte del estado del momento actual, por tanto, si los expertos y especialistas en el clásico modelo escolar enseñante deciden asumir una posición crítica y desmitificadora de lo que hay que cambiar, igualmente y con buena voluntad, pueden desaprender los viejos paradigmas que los hacen mirar desde arriba las soluciones de los problemas de los de abajo, perdiéndose la oportunidad de facilitar la actuación constructiva de educadores, estudiantes y comunidades locales en la solución de los problemas  que, en primera instancia, les corresponde solucionar.

La actual visión de desarrollo personal-social en la práctica es básicamente una visión de crecimiento económico, de preferencia por escuelas privadas, de empleabilidad exigida por el modelo productivo existente en el que los derechos de los trabajadores, incluyendo el de los educadores, son conculcados.

En esa perspectiva tradicional la educación alimenta una práctica pedagógica  basada en  un currículo único que es ajeno a las diversas culturas, mediante  el  aprendizaje de conocimientos denominados “universales” y no de competencias reales.

El liderazgo del director asumido como patriarca de la escuela, la capacitación y meritocratismo en función de perfiles homogeneizadores y realidades desiguales; la atención de las demandas con una oferta  exclusiva de áreas curriculares y de prioridades de focalización que excluyen poblaciones, el uso de “herramientas” de todo tipo que “innovan” y consolidan la actual cultura escolar, son productos de las nubes de un poder cuyas jerarquías no construyen igualdad social.

Estas manifestaciones de una cultura predominante que sesga la atención a solo una parte de la población, “porque no se puede atender a todos al mismo tiempo”, constituye una coartada muy utilizada por la gran mayoría de “representantes” políticos, económicos y religiosos, que solo han servido para lavar la cara de  los modelos que quieren conservar, proponiendo innovaciones que aceitan solo algunos engranajes de los mecanismos que crean brechas sociales.

La experiencia nos ha demostrado que esta es la forma con la que se mantienen los mismos problemas esenciales de siempre y, de paso, es el modo de fomentar la ilusión de la salvación futura. Incluso, en defensa de intereses particulares, se apela a las estadísticas para vanagloriarse de sus logros o para atacar a  sus adversarios, pero se elude los números pendientes de alcanzar al extremo de no ser tomados en cuenta, adecuadamente, por los planes “estratégicos”.

Si las prácticas pedagógicas están en cuestión, ¿La búsqueda de coherencia nos plantea el  aprender haciendo?

Parece que la principal derrota del sistema educativo no está en caerse muchas veces tropezando con la misma piedra, sino en lo que llaman logros que, incluso, son celebrados oficialmente en una fecha del año.

Desaprender el viejo discurso de cambio que se basa en una teoría desvinculada de la práctica pedagógica rutinaria es una tarea pendiente de los educadores que trabajan, principalmente, con poblaciones excluidas en los centros de educación básica alternativa y en las comunidades y organizaciones sociales.

Para eso hay que revalorar el campo de acción con mayor conciencia y empatía social, promoviendo la participación activa, la  praxis siguiendo una ruta de práctica-teoría-práctica; cuya experiencia propia produzca ideas que se materialicen en prácticas regeneradoras, continuas y relacionadas unas con otras, sistémicamente, producto del aprendizaje diario, autónomo y cooperativo, con mirada de un futuro pensado democráticamente en función de todos, desde el presente.

En esa lógica, la ciudadanía, de la que tanto se habla como tema educativo de salón pero muy poco se hace, no puede ser un producto futuro sino que se debe ejercer como derecho desde hoy en los quehaceres de la vida y también en los quehaceres de la educación, tanto en los aprendizajes en la escuela como en los de la comunidad.

La misma condición de educador y de estudiante o persona, en el marco de una educación que despliegue las facultades de las personas en su propio beneficio, no puede ser un producto de la culminación de la escolaridad sino que se debe ejercer desde hoy como un ciudadano pleno, emancipado, en el acto de aprender-enseñar-aprender en su vida cotidiana.

Una cosa es promover aprendizajes con enlatados curriculares[2] y, otra, es partir de la experiencia vital de los estudiantes, descentralizada y contextualizadamente, como eje de integración de los conocimientos de la llamada cultura universal y de los saberes que tienen todos los que aprenden.

Así los planteamientos sobre la autoría de los estudiantes en su aprendizaje, el protagonismo derivado de su autonomía y solidaridad en el acto de aprender, adquieren sentido y otorgan valor a la movilización democrática por el aprendizaje siempre y cuando este tenga diferentes puntos de partida y de llegada.

En vez del punto de partida único y general representado por los contenidos de las áreas curriculares y de temas preestablecidos sobre derechos u otros, en escuelas y comunidad respectivamente, debemos plantearnos como puntos de partida a las diversas situaciones de vida de los estudiantes y personas en sus familias, trabajos y comunidad, elegidas democráticamente como motivo de aprendizaje transdisciplinario.

En vez del punto de llegada en función de la calificación del rendimiento escolar, supuestamente académico, debemos plantearnos como puntos de llegada los diferentes desempeños de estudiantes y personas en la solución de sus principales problemas de su vida diaria, auto gestionado como parte de sus propios proyectos de vida.

Aprender, como educadores alternativos en escuelas y comunidades, a regenerar la educación regenerando el currículo formal y los contenidos de la educación fuera de las escuelas con la intención de construir ciudadanía plena es ingresar por la principal puerta que debemos abrir para aprender a regenerar y transformar la realidad social sin postergaciones hacia una modernidad de Bien- Estar para todos.

Desde este punto de vista la transformación, mediante la educación se podrá vislumbrar como instrumento de regeneración de sí misma y de la sociedad a la que pertenece, del impulso de “un nuevo nacimiento”, encargado de facilitar la superación del paradigma conductista que le gusta donar contenidos e ilusionarse haciendo mal uso de las invenciones de la ciencia y tecnología, en desmedro del uso de las potencialidades intrínsecas de las personas, estableciendo un contacto cultural dominante, en el que una cultura enseña y otras solo aprenden.

Manuel Martínez Mendoza

[1] Un ejemplo fresco es lo que señala Ricardo Cuenca, investigador principal del IEP, en un artículo periodístico reciente: “La mejora del aprendizaje parece ser el lugar favorito para el fantasma de la exclusión. En un contexto donde la solución del problema curricular parece complicar más las cosas y se sabe poco de las iniciativas para atender a las zonas rurales, se busca segregar a los estudiantes (a través de la instalación de colegios de alto rendimiento), bajo el supuesto de que una élite formada resulta la locomotora del cambio. Ni la coherencia social ni la convivencia democrática son posibles en sistemas escolares que separan a los estudiantes por ciertas habilidades cognitivas.

El fantasma de la exclusión tiene la gran habilidad de escudriñar entre las políticas públicas, entre algunas normas técnicamente viables y en programas basados en evidencias. Pasa inadvertido entre los sofisticados lentes de la tecnocracia y se instala en la opinión publica disfrazada de inclusión”.

[2] En las normas y orientaciones para el desarrollo del año escolar de 2015 en la educación básica alternativa se mantiene, por vacío de propuestas de cambio, el diseño curricular básico de la EBA, aprobado en el 2009, que se propone un currículo por competencias pero que en la práctica se realiza como un currículo de conocimientos disciplinares desarticulados y contradictorios por su falta de claridad en su organización y que hace discutible su pertinencia y viabilidad.

Fuente: http://educadoresalternativos.blogspot.com/2015/01/aprendamos-regenerar-realidades-con_5.html?spref=fb

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Educación para el porvenir

Por: Elías Jaua Milano

En estos días me involucre de manera especial, como padre y como dirigente revolucionario, en el inicio del año escolar. Hay que celebrar lo mucho que hemos avanzado en los niveles de escolaridad; la infraestructura educativa; la dotación de textos y tecnologías; el programa de alimentación; la reivindicación de las culturas locales y la mística de los docentes. Sin embargo, quedan tareas pendientes como la seguridad y mantenimiento de las infraestructuras; mejor calidad y pertinencia; superar el déficit docente en las áreas de las ciencias; la lucha contra la deserción escolar; el logro de la convivencia escolar y comunal.

Sobre estos temas, hay importantes recomendaciones emanadas de la consulta educativa realizada entre los años 2014 y 2015, se trata de aplicarlas y aprovechar estos años de aquí al 2020 para avanzar en esas tareas pendientes y consolidar un nuevo modelo educativo en nuestra Patria.

El profesor Aristóbulo Isturiz, nuestro Vicepresidente Ejecutivo, en una extraordinaria conferencia, sobre estos temas, dictada en días pasados expresaba que nuestro modelo educativo debe formar a los republicanos y republicanas para la sociedad que queremos, esa sociedad que está plasmada y acordada por el voto de la mayoría en nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Se trata entonces de formar para el porvenir a una generación de jóvenes, a partir de los valores de la solidaridad, el reconocimiento tolerante de nuestra diversidad física, de género, étnica cultural y política ideológica, pero a la vez orgullosamente identificada con la hermosa y común historia que nos pertenece, ser un pueblo hijo de libertadores y libertadoras.

Una generación de jóvenes instruida en el saber hacer para la vida cotidiana, que sepa usar la mente y las manos frente a los pequeños y grandes retos de la cotidianidad. Una generación que cultive su espíritu y su salud a través del arte y el deporte.

Si queremos porvenir, necesitamos formar una generación de venezolanos y venezolanas, que tenga conciencia de los grandes desafíos que como especie humana nos toca enfrentar en el presente y que serán más complejos en el futuro inmediato y en consecuencia oriente su formación técnico profesional para la producción de alimentos y otros bienes esenciales para la vida; para el desarrollo de nuevas fuentes y el uso racional de la energía y el agua; para la innovación científica aplicada a preservar la salud humana y el ecosistema; para la innovación y uso de las tecnologías de la comunicación como instrumentos de una política de promoción de la pluralidad cultural, la paz, la vida y la convivencia en nuestro mundo.

Creemos profundamente que esa formación solo se puede lograr desde los valores del humanismo, desde los valores del socialismo. Despejemos el horizonte y ganemos el porvenir.

Fuente: https://www.aporrea.org/educacion/a236718.html

Foto de archivo

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Mujica y la otra cultura

Por: Pedro Echeverría
1. He escuchado en estos días a un par de jóvenes marxistas: Diana Fuente y Gerardo de la Fuente, en un programa de conferencias del Buzón Ciudadano en la CDMX, y me he topado el día de hoy con declaraciones de José Mujica, hoy ex/presidente de Uruguay, que con mucho interés he venido escuchando en los años recientes. Como seguidor del anarcomarxismo mantengo enormes coincidencias con los libertarios y con miles que piensan así, pero mi bronca ha sido siempre: ¿Cómo carajos organizarnos, salir a la calle, realizar acciones que paralicen a la clase dominante y la obliguen a renunciar y, de ser posible, llevarla a la cárcel u obligarla al exilio?

2. Los conferencistas Diana y Gerardo han sido muy claros en sus exposiciones acerca del primer tomo de El Capital de Marx en lo relativo al “fetichismo de la mercancía”. Siguiendo con precisión al pensador del siglo XIX y a algunos de sus seguidores, analizan a fondo el papel de la mercancía en la sociedad capitalista y cómo todo “valor de uso” se ha convertido en “valor de cambio” que ha enfermado a todos los seres humanos que no pueden vivir sin comprar, sin consumir, como una forma de matar su soledad y su falta de perspectivas vitales. Por ello ha dicho el expresidente de Uruguay que “El cambio real es el cambio cultural, ese es el verdadero cambio, y el más difícil, no el cambio material”.

3. Tiene toda la razón Mujica, así como la misma Diana y Gerardo: de muy poco serviría que el pueblo sacara a patadas del poder a sus explotadores y los pusiera en la cárcel si aún sigue pensando como lo hacen los capitalistas: en el poder de dominación, en el individualismo y la competencia; en tener dinero para comprar, para multiplicar o para acumular; en crear otra Estado para aplastar a quienes piensen diferente. Si no piensa en el trabajo colectivo, en la organización comunitaria, en aprender a resolver sus problemas tomando en cuenta a los demás, entonces nada cambiaría; sólo esperaríamos que se repita la sociedad que combatimos.

4. Señala el viejo tupamaro Mújica: “Si no cuidan los partidos y echan pa’ fuera a la nomenclatura, a la gente que le gusta mucho la plata, estamos fritos”. Los argentinos y uruguayos llaman plata al dinero, al capital. Mujica piensa en partidos porque no sabe que en México están absolutamente al servicio del poder y, con excepción de uno o dos, todos los partidos sólo piensan en “la plata”, en gigantescos salarios y negocios para los políticos. Mujica dona el 90 por ciento de su salario porque como dice: ““Gano más de lo que necesito, para mí esto no es un deber”. Vive con su esposa en la misma pequeña casa y aún se transporta en su viejo Volkswagen.

5. El México ningún maldito funcionario (del presidente para abajo) o empresario dona nada. Hay que obligarlos por decreto a entregar un 50 por ciento o de plano arrebatárselos. Cobran 500 mil pesos o más cada mes (300 o 400 salarios mínimos). ¿Se imagina el pueblo cuantos millones de millones habría mensualmente en México si se obligara a los malditos políticos y empresarios a entregar la mitad de sus ingresos a la tesorería de la federación? ¿Se imagina que a los ladrones presidentes, secretarios de Estado, gobernadores, y muchos más se les obligara a devolver lo robado, incluso sin que pisen la cárcel? Por ello el ejemplo de Mujica de donar 90 por ciento, es universal.

6. José Mujica (hoy con 81 años) es así porque perteneció en su juventud a la organización guerrillera Montoneros de Uruguay; tuvo o tiene seis balas en el cuerpo y nunca se arrepintió para entregarse a la burguesía en cuyas cárceles pasó 13 años. Hoy reconoce: “el error de mi generación fue no entender a tiempo que si uno no cambia la cultura y la mentalidad de un pueblo, no cambia nada”. Pero cultura no es de escuela, de licenciaturas o doctorados, sino comprender el significado de vivir fuera del control de “la plata”, el dinero, el valor de cambio y comenzar a entendernos como seres humanos sin esa enajenación que significa el poder y dinero capitalista.

7. “Nadie es más que nadie”, señala Mujica. Sabe que en el capitalismo cualquier persona con dinero, producto de la explotación y el robo, se considera superior a los demás. Por ello piensa que si no somos capaces de cambiar nuestra cultura individualista de subordinación jamás alcanzaremos nuestra justa liberación. Y concluye Mujica: “Nos está pasando en pleno siglo XXI que nunca fuimos tan ricos, nunca la humanidad tuvo tantos bienes materiales y nunca, sin embargo, fue tan egoísta”. Se negó a hablar de México para evitar que lo expulsen por el gobierno; pero lo que dijo nos vino como anillo al dedo.

Fuente:http://www.rebelion.org/noticia.php?id=218098&titular=mujica-y-la-otra-cultura

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Más de 10 millones de alfabetizados con programa «Yo Sí Puedo»

Centro América/Cuba/22 de octubre del 2016/ Fuente: Telesur
Colaboradores del Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeña, han impartido clases con este método didáctico en 130 países.

Más de 10 millones personas han aprendido a leer y a escribir con el programa cubano de alfabetización para adultos Yo Sí Puedo, desde el año 2002.

La subdirectora del Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeña (IPLAC), Liset Valdés, dijo que a principios de 2016 la cifra de alfabetizadas incrementará, pues para mediados de año ya se deben haber graduado cerca de 795 mil personas que aún están en clases.

El método educativo ya llegado a 130 países, donde colaboradores de nacionalidad cubana atacan el problema del analfabetismo, principalmente, en zonas rurales, señaló Valdés en declaraciones a AIN prensa.

DATO » España solicitó en 2012 la ayuda de los facilitadores cubanos para impartir educación en zonas rurales donde sumaban más de 400 personas iletradas. Valdés añadió que Canadá, Australia y Nueva Zelanda también los llamaron para instruir a comunidades originarios en los últimos años.

La directora del IPLAC recordó además la experiencia de los colaboradores en Perú, donde en zonas mineras, proveedoras de gran parte de la riqueza del país, todavía hay personas que nunca han ido a la escuela.

Recientemente, el método llegó a la localidad de Wanda, en el Departamento de Iguazú, (Misiones) Argentina y fue declarada libre de analfabetismo.

Alrededor de 300 personas (la gran mayoría muy humildes) le agradecieron a Cuba y Fidel la posibilidad de conocer las letras, aprender a leer y escribir, así como a despejar sus dudas.

En Contexto

El programa Yo Sí Puedo fue creado por la fallecida pedagoga, Leonela Relys, a solicitud del líder histórico de la Revolución cubana Fidel Castro. Su contenido ha sido adaptado en inglés y portugués, así como a los dialectos quechua, aymara, guaraní, creole, swahili y tetún; próximamente a lengua francesa.

Ha sido aplicado con éxito en Argentina, Venezuela, México, Ecuador, Bolivia, Guatemala, Nicaragua, Haití y Colombia-, se ha hecho posible alfabetizar a millones de personas.

Un ejemplo es que solamente en Guatemala, desde el año 2007 hasta agosto de 2014, unos 19 mil 425 ciudadanos de ese país fueron alfabetizados, indicó en su momento la coordinadora nacional, Vilma Monteagudo.

Además, ha sido llevado a varios países africanos como Guinea-Bissau, Mozambique y Sudáfrica, así como en Nueva Zelanda, Oceanía, y en la ciudad española de Sevilla. Este último país se constituyó en la primera experiencia del programa en Europa.

Fuente: http://www.telesurtv.net/news/Mas-de-10-millones-de-alfabetizados-con-programa-Yo-Si-Puedo-20151027-0001.html

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Educación crítica y protagonismo cooperativo

Frei Betto

La educación escolar tiene un papel fundamental en el proceso de transformación social. A semejanza de la política y la religión, la educación sirve para liberar o alienar; despertar protagonismo o favorecer el conformismo; propiciar en los educandos una visión crítica o legitimar el status quo, como si fuera insuperable e inmutable; promover una praxis transformadora o sacralizar el sistema de dominación.

En estos inicios del siglo XXI, la educación escolar difiere mucho de la que predominó en el siglo XX. Hoy en día, nuestra vida cotidiana se ve invadida por nuevas tecnologías que nos brindan, en tiempo real, informaciones capaces de incidir en nuestra forma de vivir y de relacionarnos (ciberespacio, relaciones virtuales, crisis de las ideologías libertarias, nuevos perfiles familiares y sexuales, monopolio y manipulación de la información, etc.).

Como vivimos un cambio de época y navegamos entre la modernidad y la posmodernidad, estamos amenazados por una crisis de la identidad teórica. El instrumental teórico que tanto nos confortaba e incentivaba en el siglo XX, y que nos parecía tan sólido, se desplomó con el Muro de Berlín. Al contrario de lo que pregonaban los manuales de vulgarización del materialismo histórico, la historia retrocedió en Europa del Este.

Setenta años de socialismo en Rusia no fueron suficientes para formar los tan anhelados hombres y mujeres nuevos, dotados de inquebrantables valores éticos, disposición revolucionaria y menosprecio a las seducciones del capitalismo. Hoy Rusia es uno de los países más corruptos del mundo, y en él impera una brutal desigualdad económica.

¿Qué faltó en la Unión Soviética? Faltó una educación que, más allá de la escolaridad, de la transmisión cultural del país y de la humanidad, inculcara en los educandos una visión crítica de la realidad y un protagonismo social transformador.

De hecho, en muchos de nuestros países, capitalistas y socialistas, la educación escolar se ha convertido en una prisión de la mente, donde las disciplinas curriculares se repiten sucesivamente, con vistas a la calificación de la mano de obra destinada al mercado de trabajo. No se ha reflexionado sobre la prioridad de formar ciudadanos y ciudadanas revolucionariamente comprometidos con el proyecto social emancipador.

Vivimos hoy una era de impasse con respecto al futuro emancipado. Estamos en el limbo del proceso libertario. Los movimientos, grupos y partidos de izquierda, cuando existen, parecen perplejos en lo que toca al futuro. Muchos ceden a la fuerza cooptadora del neoliberalismo y cambian el proyecto de liberación social por el mero usufructo del poder, aunque eso implique traicionar las esperanzas de los oprimidos y los fundamentos teóricos que originaron esas fuerzas sociales y políticas.

La hegemonía capitalista ejerce un poder tan avasallador que muchos abdican del propósito de construir un nuevo modelo civilizatorio. Poco a poco, como si se tratara de un virus incontrolable, el capitalismo se impone en nuestras relaciones personales y sociales. Nos vamos adhiriendo a la creencia idolátrica de que “no hay salvación fuera del mercado”. En la esfera personal, abandonamos nuestra ideología libertaria a cambio de una zona de comodidad que nos permite acceder al poder y la riqueza, lo que nos libra de la amenaza de integrar el contingente de 2,6 miles de millones de personas que sobreviven hoy con un ingreso diario inferiores a los 2 dólares.

Formación de conciencia crítica y de protagonistas sociales

La educación crítica es nuestro gran desafío en este mundo hegemonizado por el capitalismo neoliberal. Su principio es no formar meros profesionales calificados, sino ciudadanos y ciudadanas que sean protagonistas de transformaciones sociales. Por eso trasciende los límites físicos de la escuela y vincula a educadores y educandos a movimientos sociales, sindicatos, ONG, partidos políticos; en fin, a todas las instituciones que realizan actividades de transformación social. La educación crítica solo se desarrolla en sintonía con los procesos reales de emancipación en curso y las reflexiones teóricas que los fundamentan.

La educación que busca la formación de conciencia crítica y de ciudadanos militantes comprometidos con la transformación social debe tener en cuenta la intercalación de tres tiempos: el tiempo de las estructuras (más largo); el tiempo de las coyunturas (más inmediato y factible de cambiar a mediano plazo); y el tiempo de lo cotidiano (en el cual vivenciamos el conflicto permanente entre la satisfacción de nuestros intereses personales y la conciencia de las demandas altruistas, que nos exigen ser para los demás, o simplemente, ser capaces de amar).

El tiempo de las estructuras debe ser objeto de la educación escolar. Es él el que nos remite a la historia de la historia, a los grandes procesos sociales con sus avances y retrocesos, a los triunfos y las derrotas, a las virtudes y las contradicciones.

Mientras más conscientes son educadores y educandos del tiempo estructural, más se contextualizan y se entienden a sí mismos como herederos de una historia que avanza, en medio de dificultades, de la opresión a la liberación.

Tener conciencia del tiempo de las estructuras es tener conciencia histórica y no dejarse ahogar en el mar de contradicciones de los tiempos coyuntural y cotidiano. Cada uno de nosotros es un pequeño eslabón en la vasta corriente del proceso social. Solo si tenemos conciencia de la amplitud de esa corriente comprendemos la importancia del eslabón que somos. Una educación que no se abre al tiempo de las estructuras corre el grave riesgo de ser cooptada por la estructura mundialmente hegemónica.

El tiempo de las coyunturas es el de los cambios cíclicos que producen inflexiones en las estructuras, aunque sin alterarlas sustancialmente. Es la acumulación de coyunturas la que influye en el cambio del tiempo de las estructuras. El gran desafío consiste en saber cómo comportarse en determinada coyuntura para mejorar o transformar la estructura. La coyuntura es el presente, el aquí y ahora, mientras que la estructura, que condiciona las coyunturas, no es fácilmente perceptible, a menos que se tenga conciencia histórica para poder encuadrar la parte en el todo, el detalle en el conjunto, el presente en las causas del pasado y en las alternativas de futuro.

El tiempo de lo cotidiano es el del día a día, en el cual transitamos o tropezamos, movidos por ideales altruistas, solidarios, y, a la vez, atraídos por las seducciones del acomodo y el individualismo. Es en el tiempo de lo cotidiano que la educación actúa, permite una comprensión crítica de la coyuntura y despierta el imperativo de comprometerse con la transformación de la estructura.

Vivimos inmersos en ese tiempo cotidiano, muchas veces movidos por utopías libertarias y, al mismo tiempo, desanimados al percatarnos cada día de que la materia prima del futuro es humana, siempre frágil, ambigua y contradictoria.

La formación de conciencia crítica y protagonismo social es resultado de un proceso pedagógico que intercala los tres tiempos para evitar que nos perdamos en un idealismo cuyo discurso no se adecua a la realidad, o en la mezquindad de un cotidiano que no siempre refleja los valores en nombre de los cuales lo asumimos. Ese es el caso de los militantes supuestamente revolucionarios que hacen de su función de poder un nicho de acomodo burgués y provecho personal. Y ello se aplica al director de la escuela, al obispo de la iglesia, al gerente de la empresa, etc.

Es importante tener siempre presente que nuestro cotidiano transita bajo la hegemonía de un determinado proceso civilizatorio, el de la burguesía europea, y de un único sistema económico globalizado, el capitalista, aunque vivamos en un país socialista.

Por tanto, nuestro tiempo cotidiano debe aspirar a incidir en el tiempo coyuntural para poder modificar el tiempo estructural global. Para eso no bastan los principios teóricos y las prácticas colectivas. Es preciso que a los principios y las prácticas los oriente una ética que tenga en su centro los derechos de los pobres, los oprimidos y los excluidos. Sin esa alteridad amorosa, todo proyecto emancipatorio o revolucionario corre el riesgo de congelarse, aprisionado por sus propias estructuras de poder, emitiendo un discurso desvinculado de la práctica, abriéndole paso a la esquizofrenia de crear en el imaginario colectivo, en nombre de la emancipación, la expectativa de un futuro burgués para cada ciudadano y ciudadana…

Comparados con el tiempo veloz de los aspectos coyunturales y el tiempo aparentemente caótico de lo cotidiano, los cambios estructurales son lentos, procesuales, y solo se pueden evaluar debidamente sus avances cuando se ponen lado a lado las conquistas del presente con los atrasos del pasado.

De la educación individualista a la educación cooperativa

Desde Marx hasta la Teología de la Liberación, todos sabemos que no existirá emancipación plena sin la superación del sistema capitalista. Una educación crítica y liberadora no debe perder de vista esa meta. Debe despertar en los educandos una visión crítica que no se limite a consignas repetitivas, que más que profundizar la razón exacerban la emoción.

Aunque se viva en un país socialista como Cuba, todos estamos sometidos a la hegemonía del pensamiento único neoliberal y de la economía capitalista centrada en la apropiación privada de la riqueza. El neoliberalismo, como un virus que se propaga casi imperceptiblemente, se introduce en los métodos pedagógicos y las teorías científicas, en resumen, en todas las ramas del conocimiento humano. Así, instaura progresivamente ideas y actitudes que fundamentan la ética de las relaciones entre los seres humanos y entre los seres humanos y la naturaleza.

En la lógica neoliberal, la inclusión del individuo como ser social se mide por su inserción en el mercado como productor y consumidor. La posesión de mercancías revestidas de valor determina las relaciones humanas. Es el fetiche que denunciara Marx. Esa inversión de la relación –según la cual la mercancía tiene más valor que la persona humana, y la persona humana es valorizada en la medida en que hace ostentación de mercancías de valor– contamina todo el organismo social, inclusive la educación y la religión, como denunciara el papa Francisco el 22 de diciembre de 2014 al señalar las “15 enfermedades” que corroen a la curia romana.

De ello se deriva una ética perversa que subraya como valores la competitividad, el poder de consumo, los símbolos de riqueza y poder, la supuesta mano invisible del mercado. Esa perversión ética debilita a los organismos que fortalecen a la sociedad civil, como los movimientos sociales, los sindicatos, las asociaciones barriales, las ONG, etc. El patrón que se debe adoptar ya no es el de la alteridad y la solidaridad, sino el del consumismo narcisista y la competitividad.

¿Cómo superar hoy ese patrón de vida capitalista que, si no rige nuestro estatus social, muchas veces predomina en nuestra mentalidad? En eso a la educación le corresponde el papel preponderante. Entre otras cosas, porque la actual coyuntura no es proclive a los cambios estructurales por la vía del “asalto” al aparato del Estado. Eso no significa, como supone cierta parcela de la izquierda, que las revoluciones son hechos irrepetibles del pasado y, por tanto, ya no hay alternativa sino adaptarse al nuevo “determinismo histórico”: la hegemonía del mercado.

La historia demuestra que han ocurrido cambios estructurales significativos sin un “asalto” al Estado, como fueron el paso del esclavismo al feudalismo y del feudalismo al capitalismo. Hoy, una de las armas más poderosas para superar el capitalismo es una educación crítica y cooperativa, capaz de crear nuevos parámetros de conocimiento y promover nuevas praxis emancipadoras.

Es mediante la educación que se moldean las subjetividades que le imprimen significado a los fenómenos sociales. Con frecuencia sucede que se vive un antagonismo entre lo microsocial (pautado por la subjetividad) y lo macrosocial (pautado por las estructuras). En Cuba se encuentra un buen ejemplo: en la década de 1950, un grupo de jóvenes revolucionarios (microsocial) se hizo consciente, gracias a la educación política (subjetividad) de la importancia de modificar la estructura del país (macrosocial). Hoy Cuba es un país de estructura socialista, pero no todos los cubanos disciernen lo que eso significa, y algunos sueñan con disfrutar, bajo el socialismo, de un estilo de vida capitalista (microsocial).

La educación crítica y cooperativa es capaz de superar ese antagonismo al formar protagonistas o militantes que reproduzcan las bases materiales y espirituales del socialismo, cuyo sustento es la solidaridad.

Para ello, es necesario que la educación sepa situar a educadores y educandos en relación con el pasado y el futuro. Ello solo es posible a partir del aquí y el ahora, del presente. Es nuestro modo de pensar y actuar en el presente lo que resignifica nuestra manera de encarar el pasado y el futuro.

La educación tiene el poder necesario para destronar una racionalidad dominante e introducir otra, siempre que no sea meramente teórica y se vincule a procesos efectivos de producción material de la existencia. Resulta siempre oportuno recordar la observación de Marx de que no nos diferenciamos de los animales por nuestra capacidad para pensar (tal vez las abejas, por ejemplo, posean una lógica algebraica más depurada que la nuestra…), sino por la capacidad de reproducir nuestros medios de subsistencia.

Una educación crítica, liberadora, es la que aspira a conquistar la hegemonía mediante el consenso, mediante prácticas efectivas, y no mediante la coerción ideológica. Debe abarcar todas las disciplinas escolares, desde las ciencias exactas hasta la educación física, superando las relaciones fundadas en la economía del intercambio en aras de una economía solidaria, cuya base sea la cooperación.

Todos sabemos que las relaciones mercantilistas influyen en las concepciones de quienes las adoptan o se dejan regir por ellas. Para citar solo algunos ejemplos, esas relaciones acentúan el individualismo e inciden sobre los mecanismos de relacionamiento en el trabajo, la física moderna, la biología darwinista de la sección natural, etc. Ni siquiera la concepción mecanicista del marxismo, que profesaba la fe en un “irrefrenable determinismo histórico” logró escapar de su influencia. Es eso lo que índuce a los educandos a creer que el mercado obedece a una “ley natural”, y que fuera de él no hay alternativa… Es eso lo que nos lleva, literalmente, a torturar a la naturaleza para que nos suministre sus frutos cuanto antes.

Por tanto, debemos preguntarnos, ¿para qué sirve la educación? ¿Para adaptar a los educandos al status quo? ¿Para transmitir el patrimonio cultural de la humanidad como si fuera el resultado de la acción intrépida de héroes y genios? ¿Para formar mano de obra calificada para el mercado de trabajo? ¿Para adiestrar individuos competitivos?

Una educación crítica y solidaria engloba a todos los actores de la institución escolar: los alumnos, los profesores, los funcionarios y las familias de todos ellos. Y trasciende los muros de la escuela para vincularse participativamente con el barrio, la ciudad, el país y el mundo. Las puertas de la escuela permanecen abiertas a los movimientos sociales, los actores políticos, los artistas, los trabajadores. Y la óptica de su proceso pedagógico enfatiza esta verdad que la lógica mercantilista intenta encubrir: los fundamentos de la evolución de la naturaleza y de la historia de la humanidad están mucho más centrados en la cooperación, en la solidaridad, que en la selección natural, la competitividad y la exclusión.

Una educación crítica y cooperativa es deliberadamente contrahegemónica, y procura ubicar el destino de sus educandos en el destino global de la humanidad. El valor de la escuela se evalúa por su capacidad para insertar a los educandos y los educadores en prácticas sociales cooperativas y liberadoras. Por eso es indispensable que la escuela tenga claridad acerca de su proyecto político pedagógico, en torno al cual debe prevalecer el consenso de sus educadores. Sin esa perspectiva, la escuela corre el peligro de convertirse en rehén de la camisa de fuerza de su currículo, como un mero aparato burocrático de reproducción bancaria del saber.

Si queremos atrevernos a reinventar el futuro, debemos comenzar por revolucionar la escuela, transformándola en un espacio cooperativo en el cual convivan la formación intelectual, científica y artística; la formación de conciencia crítica; la formación de protagonistas sociales éticamente comprometidos con los desafíos de construir otros mundos posibles, fundados en la compartición de los bienes de la Tierra y los frutos del trabajo humano.

Fuente del articulo: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=194907

Fuente de la imagen: http://www.radiomundial.com.ve/sites/default/files//styles/618×468/public/field/image/Frei-Betto5.jpg?itok=yMYrMEIM

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