Por Hemisferio Izquierdo
Hemisferio Izquierdo: En «Docentes y Piqueteros», donde analizás particularmente a ATEN y sus luchas, das cuenta de qué el sindicato docente tiene una «beligerancia excepcional» dentro de lo que llamás la «cultura de la protesta», como rasgo característico de Neuquén. ¿A qué refieren ambas caracterizaciones y cómo se vinculan entre sí?
En ese libro yo partía de una constatación, que a cualquiera que conozca a Neuquén le parecerá una obviedad: es una provincia gobernada desde hace décadas por el mismo partido, el Movimiento Popular Neuquino (MPN), que es, además, el único partido de carácter provincial con funciones permanentes de gobierno en la Argentina. Ideológica y políticamente el MPN es una especie de peronismo provinciano, pero separado institucionalmente del Partido Justicialista desde los años sesenta y siempre dispuesto a prestar apoyo a los gobiernos nacionales, sean del signo político que sean, a cambio de prebendas. Pero la contra-cara de esta enorme hegemonía electoral, es la presencia de una beligerancia social y sindical sin paralelos en la Argentina contemporánea. Mi hipótesis es que la hegemonía del Movimiento Popular Neuquino se explica por la estructura económica de Neuquén: una economía dependiente de la producción energética (petróleo y gas sobre todo), controlada por grandes empresas cuyos dueños no son locales. Esto genera un peso desmesurado del estado, cuyo principal ingreso son las regalías; y una burguesía local totalmente dependiente de él. Hay investigadores de Neuquén que llegan a hablar de un partido-estado, lo cual, si se lo toma cum grano salis, da una buena idea del fenómeno (aunque no habría que pensar en un partido-estado como en la URSS o en la Alemania Nazi, claro). Sin embargo, la beligerancia social de Neuquén no puede ser explicada estructuralmente. Para dar cuenta de la misma acuñé un concepto que ha tenido bastante fortuna: “contra-cultura de la protesta”. Postulé que en Neuquén se forjó (como resultado de una convergencia de diversas causas histórico-sociales que no vienen al caso aquí) un universo político-cultural con características propias, y relativamente anómalo con lo que resulta observable en otros sitios de la Argentina. El concepto de “contra-cultura de la protesta” se proponía destacar varios aspectos. Aquí podría mencionar al menos dos, que creo son fundamentales. En primer lugar, el carácter praxiológico de este universo cultural. Antes que destacar las dimensiones institucional, ideológica o mental, me parecía que lo más distintivo tenia que ver con ciertas prácticas comunes. Fundamentalmente, que un mismo cuerpo sustancial de conductas prácticas es compartido por individuos o movimientos con diferente ideología. Aunque los miembros de la contra-cultura comparten ciertos valores y representaciones (permaneciendo otros en disputa), es su praxiología el principal factor aglutinante.
En segundo término, se trataba de aprehender el carácter local del fenómeno. Con independencia de que se pudieran registrar situaciones equiparables en otros sitios, el concepto procuraba aprehender un rasgo particular, antes que un fenómeno general. Porque en Neuquén se da un fenómeno que, por su magnitud, densidad y extensión temporal, es excepcional en la Argentina contemporánea. No es casual que la experiencia de Zanon/Fasinpat, haya tenido lugar en Neuquén: cuantitativamente se trata de la más importante de las empresas gestionadas por los propios trabajadores de la Argentina, y tanto por sus acciones como por sus demandas y consignas los ceramistas de Neuquén son los más radicalizados del país.
Pues bien, dentro de esta contra-cultura, el sindicato docente, ATEN, ha jugado y sigue jugando un papel central. Las dos principales crisis políticas que sufrió el gobierno del MPN estuvieron estrechamente relacionadas con sendos conflictos docentes: la huelga de 1997, en el marco de la cual fue asesinada por la policía Teresa Rodríguez y, más recientemente, en el año 2007, la represión que desembocó en el fusilamiento público de Carlos Fuentealba. Por otra parte, el nivel de convocatoria de las asambleas y movilizaciones de ATEN (estamos hablando de movilizaciones de varios miles en una provincia pequeña, y de asambleas de hasta 2000 compañeros y compañeras en la capital, y de hasta 4000 en toda la provincia) atrae a otros sectores sociales. Las asambleas de ATEN son un fenómeno de democracia directa y deliberativa digno de ser estudiado.
Para calibrar el grado de combatividad histórica de ATEN hay que considerar que el sindicato llevó adelante planes de lucha que podríamos denominar de alta intensidad -que se aproximaron (y en muchos casos sobrepasaron) a los treinta días de huelga- en 1997, 2003, 2006, 2007, 2009, 2010, 2013 y 2017. En 1988, 1991, 1992, 1996, 1999, 2001 y 2016 se registran conflictos docentes no tan prolongados como los del primer grupo, pero que aún así sumaron muchos días de huelga. ATEN montó piquetes que bloqueaban rutas en 1997, 1999, 2003, 2006 y 2007 (en 2006 se llegaron a bloquear los cuatro accesos a la refinería de petróleo en Plaza Huincul durante una semana, lo que desembocó en una violenta represión a cargo de para-policiales); en tanto que en 2009 el gobierno ofreció una nueva propuesta, a la postre aceptada, tres horas antes de que se iniciara el bloqueo de las rutas aprobado en las asambleas en la coyuntura de un fin de semana largo (bloqueo al circuito turístico). Los trabajadores de la educación de Neuquén fueron reprimido por la Gendarmería, la policía o para-policiales, aisladamente o junto con otras organizaciones sociales o sindicales en 1997, 1999, 2001, 2003, 2005, 2006, 2007 y 2013 (en algunos años en más de una ocasión). En la Argentina de los últimos cuarenta años, ningún otro sindicato docente puede mostrar un historial semejante, incluso ningún otro sindicato, a secas.
Hemisferio Izquierdo: El libro estudia las luchas docentes de fines de los noventa y fue publicado en 2005. ¿Qué impacto tuvo la década «kirchnerista» en la lucha docente neuquina y en ATEN en particular?
Es cosa sabida que durante el período Kirchnerista disminuyó la conflictividad social en general. En el caso de los docentes, al estar la CTERA conducida por kirchneristas la voluntad beligerante fue escasa. Sin embargo, el primer dato obvio es que la beligerancia en Neuquén no disminuyó. Con las fluctuaciones propias de cualquier fenómeno histórico-social, una mirada global a lo sucedido de 2003 a la fecha no permite apreciar un descenso en el nivel de protesta social. Sin embargo, la experiencia kirchnerista ha calado dentro de la contra-cultura, produciendo tensiones y polarizaciones; pero no la ruptura o un abandono más o menos masivo de los parámetros culturales. Los actualmente kirchneristas y filo-kirchneristas de ATEN participaron activamente, y mayormente dirigieron, las intensas huelgas de 2003, 2006, 2007, 2009, 2010, 2013 y 2017, en agudo contraste con lo que hicieron los kirchneristas y filo-kirchneristas de casi todos los demás sindicatos docentes. Por ejemplo, los días de huelga concretados por el SUTEBA en el mismo período se cuentan con los dedos de las manos. El elevado nivel de movilización y protesta social que mantuvieron los militantes y simpatizantes kirchneristas en Neuquén se explica en parte porque la provincia continuó siendo gobernada por el MPN (y no por el Frente para la Victoria). Empero, no se puede desconocer que el MPN actuó cuando menos desde 2008 como un aliado del gobierno nacional. Por consiguiente, la beligerancia kirchnerista local no se explica sólo por el signo político del gobierno provincial. Lo cierto es que romper con las tradiciones culturales combativas es un costo que en ATEN se paga caro.
Hemisferio Izquierdo: En muchos sectores de la izquierda, al menos en Uruguay, se ven a los sindicatos docentes y sus luchas como de una menor relevancia relativa respecto a la lucha de las trabajadoras y trabajadores manuales, las que se entiende tienen una mejor posición para disputarle al capital. ¿Compartís dicha lectura? ¿Cuál es el rol que los docentes y sus sindicatos debieran jugar en el conjunto del movimiento obrero a tu entender?
Desde una perspectiva, digamos, clásica, es evidente que los trabajadores de la educación no ocupamos un lugar “estratégico” dentro de la valorización del capital. Unas horas de huelga en sectores como los transportes o la producción petrolera causan estragos económicos. Varios días de paro docente no genera nada semejante. (Esta es la razón, dicho sea de paso, por la que en Neuquén muchas veces los trabajadores de la educación terminaron bloqueando rutas, accesos a pozos petroleros e incluso una refinería). Todo esto es cierto y no se lo puede ignorar. Si la capacidad de lucha de un grupo social la medimos en relación a su incidencia en la producción económica, los docentes somos un actor de reparto. Pero habría que discutir si la incidencia económica es lo único relevante o lo único a tener en cuenta. Sobre todo entre quienes mantenemos vivo un espíritu anti-capitalista; entre quienes no nos resignamos a vivir eternamente bajo el dominio del capital. Aquí quisiera recordar lo que alguna vez escribí junto a Juan Pablo Casiello, que fue dirigente de ANSAFE Rosario (no se si lo es en la actualidad). En particular, lo que en el mundo contemporáneo no se puede dejar de ver es que los docentes ocupan un curioso y acaso inesperado lugar estratégico. Pero estratégico no en un sentido económico. Estratégico en un sentido ideológico, o cultural, como prefieran. Nada más y nada menos que la lucha por la hegemonía política. Se muy bien lo mucho que se ha usado y abusado del término hegemonía. No quiero entrar en una polémica teórica. Pero me parece que la consolidación de regímenes democráticos liberales más o menos estables hace que sea cada vez más importante la conquista del corazón y de las mentes de la población (en lugar de la pura y dura represión). Porque si la hegemonía significa algo, ello es la capacidad para conquistar el corazón y las mentes de grandes grupos sociales. Y la escuela es un ámbito privilegiado (aunque en modo alguno exclusivo) para conquistar los corazones y las mentes. La masividad de la educación inicial, primaria y secundaria, junto al carácter dominante de la educación pública en nuestros países, hace de la tarea docente una actividad de enorme influencia y gran versatilidad. Los medios masivos de comunicación acaso tengan una influencia mayor, pero, por contra y a consecuencia del carácter de empresas capitalistas de los más grandes de ellos, resultan menos permeables que la docencia a las ideas anti-sistémicas. Varias décadas atrás era mucho más fácil hallar un discurso revolucionario en un diario que en un aula; hoy es más factible encontrarlo en un colegio que en un programa de TV.
Por diferentes razones, los trabajadores de la educación se hallan en una suerte de situación bisagra, que les permite actuar como puente entre distintos tipos de demandas: clasistas, ecologistas, feministas, indianistas. Dado el carácter mayoritariamente femenino de los planteles docentes, el magisterio parece un ámbito más que propicio para fusionar las necesidades y demandas de clase y de género. Puesto que los ecologistas están fuertemente interesados en difundir los problemas ecológicos y en promocionar otras formas de vida, es obvio que las escuelas son un lugar estratégico. Y también las demandas de los pueblos originarios tienen muchos puntos de contacto con el ámbito escolar. Quizá esto no sea tan visible para los lectores y lectoras de Uruguay, debido a que los pueblos originarios fueron virtualmente exterminados no solo cultural, sino incluso físicamente. Pero en otros lugares de Latinoamericana hay movimientos de pueblos originarios con muchas capacidad de movilización. En Neuquén, por ejemplo, los hermanos maupuche han estado y continúan estando al frente de la resistencia contra la mega-minería y la extracción de petróleo por fractura hidráulica; además de sostener diferentes demandas territoriales y culturales.
Hemisferio Izquierdo: En las últimas décadas, el sindicalismo docente latinoamericano se ha visto empujado a una posición defensiva, de resistencia a las reformas educativas neoliberales y neo-conservadoras. Eso reforzó el doble carácter de la lucha docente, en tanto reivindicación material de mejores condiciones de trabajo y más remuneración; y la necesidad de construir y defender un proyecto pedagógico contra-hegemónico que se oponga a las tendencias mercantilizadoras del sistema educativo. ¿Compartís esta valoración? ¿Crées que el sindicalismo docente está en condiciones de ser portador de un proyecto educativo alternativo y transformador?
Como dije antes, creo que los trabajadores de la educación pueden y deben jugar un rol fundamental en las disputas culturales o ideológicas, y desde luego que parte de esta disputa está atravesada por la mercantilización del conocimiento, y otra parte por los contenidos y las formas de enseñanza. El sindicalismo docente, como fuerza aglutinante del sector, debería dar importancia a estas cuestiones. Sin embargo, hay que estar atentos a algunos problemas y tensiones. En primer lugar la puja entre las dimensión corporativa y la dimensión hegemónica. Como organización sectorial, todo sindicato tiende a tener una perspectiva de defensa sectorial. Esta perspectiva, “estrecha” si se quiere, no puede ser ignorada o descuidada. Debe, en todo caso, ser trascendida. Aunque los docente están en una excelente posición para aunar diferentes tipos de demandas; no se debería concluir por ello que sea fácil conciliar los intereses clasistas, feministas, indianistas y ecologistas. Si estas corrientes marchan juntas en pos de un proyecto común capaz, empero, de contemplar sus especificidades, o si, por el contrario, se disgregan e incluso enfrentan entre sí, es algo que está por verse. Tampoco es seguro que una eventual integración se consolide como parte de un proyecto revolucionario: puede darse bajo formas reformistas e incluso conservadoras. En cualquier caso, es evidente que el socialismo debe bregar por dicho proyecto común. Y la actividad docente ocupa un sitio privilegiado tanto para la difusión de tales demandas, como para su hipotética unión en el seno de un proyecto social y político abarcador.
Por último, creo que una educación realmente emancipada sólo puede tener lugar en una sociedad emancipada. La transformación educativa sin una transformación económica y social tiene patas cortas.
Hemisferio Izquierdo: En la actual lucha docente en Argentina, ¿qué factores son del orden de lo estructural, y cuánto de coyuntural podés visualizar? ¿Cuáles son las perspectivas del conflicto actual?
Entiendo que hay cuatro factores estructurales que explican por qué los sindicatos docentes han sido los más combativos en los últimos años, y que nos permiten prever que lo seguirán siendo en el futuro próximo. En primer término hay que considerar que los salarios docentes son bajos, hay una tendencia a cierta proletarización. En segundo lugar se trata mayormente de empleados públicos, con estabilidad laboral y derechos adquiridos. En tercer término, la educación es un campo que se expande en el mundo contemporáneo: es una actividad en crecimiento, no en retirada. Por último, la universalización de la educación secundaria tiene su razón de ser profunda en la imposibilidad de generar empleo masivo para los jóvenes: cuando se afirma que las escuelas medias son un mero “contenedor” de adolescentes, en las que la labor pedagógica se ve completamente diluida, no se hace más que describir una realidad. Pero una realidad cuya causalidad profunda tiene que ver con el funcionamiento del capitalismo. Todo esto genera un “malestar docente” que, unido al carácter de actividad legalmente protegida, hace altamente probable el conflicto.
Pero por importantes que sean, estos elementos estructurales no lo explican todo. Hay niveles muy disimiles de conflictividad o de sindicalización docente, que no se pueden explicar por fenómenos estructurales del tipo de los recién mencionados. Para regresar al caso de Neuquén: es cierta contra-cultura política un factor explicativo en modo alguno menor. Y más allá de las disparidades regionales, hay disparidades epocales, que tiene que ver con coyunturas económicas y con las políticas llevadas a delante por los gobiernos de turno. En la coyuntura argentina actual, con un gobierno indudablemente de derechas, abiertamente privatizador y que desprecia a la escuela pública, todo hace pensar en la posibilidad de un amplio frente educativo que enfrente a la política salarial y educativa de Macri. La colisión entre el macrismo y los trabajadores de la educación se está desarrollando ante nuestro ojos, incluso con contenidos represivos, como el desalojo de la escuela itinerante en Plaza Congreso. Pero, dado que el sistema educativo en la Argentina está provincializado, las negociaciones salariales se realizan provincia por provincia. La CETERA reclama la realización de negociaciones paritarias nacionales, que fijen un piso salarial. De momento, sin embargo, aunque hubo varios días de paro nacional y una enorme “marcha federal educativa” de varios cientos de miles de docentes, las luchas concretas y directas tienen carácter provincial, con resultados desparejos. De cara al futuro, lo único que se puede prever es la lucha entre los docentes y el gobierno; su resultado es incierto: sólo nos queda decidir de qué lado estaremos. De mi parte no tengo la menor duda.
Fuente: https://www.hemisferioizquierdo.uy/single-post/2017/05/03/Entrevista-a-Ariel-Petruccelli-los-trabajadores-de-la-educaci%C3%B3n-pueden-y-deben-jugar-un-rol-fundamental-en-las-disputas-culturales-o-ideol%C3%B3gicas-y-desde-luego-que-parte-de-esta-disputa-est%C3%A1-atravesada-por-la-mercantilizaci%C3%B3n-del-conocimiento-y-otra-parte-por-los-contenidos-y-las-formas-de-ense%C3%B1anza