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Fiel a los versos del poeta español Antonio Machado de que se «hace camino al andar», una maestra rural cumple una travesía de dos horas cada día para llegar a su improvisado «salón de clases» en el sureño estado mexicano de Chiapas.
El salón donde Rosa Gómez, indígena tzotzil, se desempeña como educadora comunitaria bilingüe, ha sido «construido» en uno sector de la cancha de baloncesto de una escuela del municipio de San Juan Chamula.
Gómez se esfuerza diariamente para recorrer las verdes colinas de la zona de Los Altos de Chiapas para cumplir con su «tarea»: la enseñanza a los otros.
Con hojas grandes de papel y plumones en mano como herramienta de trabajo, Rosita, como la llaman, da clases a niños y madres de educación inicial en la comunidad Bajosil, en San Juan Chamula, lugar que atestigua su labor.
«La mayoría vemos que tiene problemas en higiene personal y en casa, tenemos que platicar mucho de higiene, salud y alimentación», dijo Gómez en entrevista a Efe.
Alejada del bullicio y con los sonidos de la naturaleza de fondo, «la maestra Rosita» enseña valores y hábitos a más de 40 madres y sus niños, en la cancha de baloncesto, habilitada como sala de usos múltiples, de la escuela primaria bilingüe Justo Sierra de San Juan Chamula.
«Todos los días hay que llegar sonriente con los niños y las madres, hay que tener mucha paciencia y poco a poco agarran la confianza», explica la maestra a manera de consejo.
Distante de las luchas sindicales que mantiene un grupo de maestros en Chiapas y los estados de Oaxaca y Guerrero, a Rosa la mueve y motiva el deseo de enseñar y el compromiso de aportar su granito de arena en crear un mejor su país, aseguró.
Ni los peligros de la zonas más apartadas, ni las carencias de una zona rural la intimidan en su deseo de «formar personas de bien».
Para ella, esas cosas no son una limitante y al contrario es de las que ella obtiene la fuerza para caminar diariamente, sostiene.
Gómez es originaria de Laguna Petej, comunidad de San Juan Chamula, y su pasión y entrega por el trabajo se ve reflejado en la sonrisa y la participación de sus alumnos en clase.
«Me hace feliz dar clases a las señoras y niños, les digo que sí se puede enseñar a los niños, de lo poco que sé yo se les enseño», finalizó.
Patricia Méndez, madre y alumna tzotzil, considera importante la presencia de maestras como Rosita «para que la comunidad aprenda» mediante los libros y cuadernos de dibujo.
Fuente: http://www.hoylosangeles.com/efe-3616863-14171832-20180515-story.html