Luis Bueno Rodríguez.
La superación de la fragmentación[1]
Educación de Calidad para las Mayorías Nacionales
La educación (como aquí se entiende)es el vehículo y proceso de preservación, sistematización, transmisión y creación de las culturas materiales e inmateriales, que expresadas en conocimientos son producto, patrimonio y propiedad de la humanidad y de las sociedades, naciones, etnias y grupos sociales diversos que la integran. La docencia, la investigación, la preservación, (re)creación y difusión de la cultura y el servicio expresan las funciones sustantivas que las diversas instituciones educativas y culturales que, en todos los niveles, tienen el imperativo del cumplimiento de esta función social. Las entidades educativas y de la cultura son la organización institucionalizada de esas labores que las sociedades sostienen y les encomiendan con el propósito de recibir a cambio conocimientos, culturas y servicios preservados, sistematizados, renovados y enriquecidos permanentemente.
A partir de esta concepción, el acceso al binomio conocimiento-cultura deviene en un derecho humano universal, alcanzable sólo con una educación pública, gratuita y científica, alejada de la comercialización y el lucro que la prostituyen y deterioran. La combinación de su carácter público, gratuito y científico, junto con la coexistencia de alumnos y profesionales de la educación en condiciones laborales, de vida y estudio satisfactorios, además de las condiciones materiales y técnicas apropiadas de las instituciones, propician, en un ambiente de pluralidad y democracia, la generación de conocimientos y procesos de enseñanza-aprendizaje de calidad.
La educación también produce a los individuos que participan en su proceso, a la vez que transforma incesantemente los contenidos y orientación del propio conocimiento y la naturaleza exterior con la que se relaciona a través de las habilidades, destrezas, actitudes, costumbres, máquinas, herramientas conceptuales y simbólicas, sociales y técnicas creadas y aprendidas. Bien vista, este tipo de relación es en el fondo el propósito último de la educación y la cultura, única esperanza para hacer realidad “la plena unidad del hombre con la naturaleza, la verdadera resurrección de la naturaleza, el naturalismo realizado del hombre y el realizado humanismo de la naturaleza.” (Marx).
El carácter científico del conocimiento no significa otra cosa más que la búsqueda de la(s) verdad(es) histórica y socialmente construidas, a la vez siempre cuestionadas y puestas en duda. Su tarea es ubicar los prejuicios, fanatismos y los conocimientos chatarra en el cesto de la basura. En consecuencia, se tiene en el centro y como meta la formación de sujetos críticos y activos en el propio proceso educativo, en la relación entre los profesores y los alumnos, pero también entre todos ellos y sus instituciones con la sociedad y los poderes públicos. En este sentido, la calidad en la educación no puede ser más que la expresión de la cercanía del conocimiento con las verdades y culturas descubiertas y construidas en el pasado, en el presente y para el futuro por las distintas disciplinas, en la búsqueda constante de la reconstrucción de la unicidad entre hombre y naturaleza.
El conocimiento es la materia de trabajo para los trabajadores de la educación y la cultura sin importar el nivel ni la institución de que se trate ni del puesto de trabajo que se desempeñe. La centralidad del trabajo del conocimiento expresada en las funciones sustantivas de las instituciones educativas y de la cultura –docencia, investigación, difusión de la cultura y el servicio- debe reconocer la participación de todo tipo de trabajadores, desde el más renombrado científico e intelectual de las más altas categorías académicas hasta el trabajador de limpieza, pasando por bibliotecarios, oficinistas, vigilantes, secretarias, etc., como partícipes y autores directos e indirectos, pero todos concurrentes, en la creación y difusión del conocimiento y la cultura.
Sin embargo, en una sociedad de clases, el conocimiento padece distintas fragmentaciones a objeto de facilitar su uso para fines lucrativos, a través del deterioro de sus fines formativos para ubicarla en simple adiestramiento y la adopción de valores acordes a la ética del capital. Este hecho convive en permanente tensión con su carácter liberador e incluso subversivo cuando lo que se construye, imparte y difunde es el conocimiento científico como posibilidad para conocer y, sobre todo, transformar la realidad social, humana y la naturaleza toda. Esta es la importancia de la lucha por una educación científica, pública y gratuita para todas y todos y la oposición a su mercantilización y privatización.
El Trabajo y los Trabajadores del Conocimiento. La doble fragmentación
Consecuencia de la división entre el trabajo manual y el intelectual, el trabajo del conocimiento sufre la misma lógica de la fragmentación del trabajo manual aterrizando en las así conocidas como disciplinas, cada vez más especializadas y cada vez más relatadas a más temprana edad y en niveles escolares inferiores. La división entre las ciencias ¨duras¨, las sociales y las humanidades son una primera expresión de esta fragmentación pero que ya da cuenta de su posterior profundización rumbo a la configuración de una oferta educativa atenta a las necesidades del mercado laboral. La separación entre teoría y práctica, entre ciencia y tecnología, entre ciencias básicas y ciencias aplicadas son otras manifestaciones del mismo fenómeno. La misma separación entre las funciones de docencia, investigación y difusión de la cultura expresa otra modalidad de la fragmentación. Las diversas combinaciones de las distintas divisiones del trabajo del conocimiento se expresan de manera organizada en las múltiples instituciones relacionadas con el ámbito educativo y de la cultura en sus diversos niveles con resultados en diversas especializaciones enajenantes. La última y quizá más grave pretensión de continuar por este camino se anuncia con la iniciativa de creación de la Secretaría de Cultura que da continuidad a la mal llamada “Reforma Educativa”.
Es desde esta parcelización como podríamos entender la desconexión de los distintos niveles educativos e instituciones. A lo que se suma la antinatural división entre instituciones de carácter público y privado, además de la diversa ubicación arbitraria de sus estatus jurídico entre instituciones autónomas, federales, estatales, federales-estatales, descentralizadas, públicas descentralizadas, etcétera, que da cuenta de la aplicación absurda de distintas normatividades laborales: Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado (Apartado “B”), Ley Federal del Trabajo (Apartado «A”), Capítulo Especial para las Universidades e Instituciones Públicas Autónomas por Ley de la Ley Federal del Trabajo, leyes laborales estatales, leyes reglamentarias diversas y combinaciones varias.[2]
Por otra parte, la existencia en México del gigantesco Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), no oculta una segunda y trágica fragmentación: la de las organizaciones sindicales de este sector de trabajadores de la educación y la cultura, que imita el caos organizativo del “sistema”[3] educativo mexicano ya señalado, para no hablar de la gran cantidad de trabajadores, particularmente del sector privado, que no cuenta con sindicato.[4] Es obvio advertir que esta circunstancia de debilidad sindical, a la que se suma el entreguismo de la dirección charra del SNTE y la pasividad de una buena parte del sindicalismo universitario, es la que ha permitido que en el pasado y en el presente avancen una serie de medidas mercantilizadoras y privatizadoras de la educación y la cultura.
En cuanto al sindicalismo universitario, los continuos esfuerzos de una de sus expresiones no han sido suficientes para remontar las derrotas y distintas medidas legales regresivas[5]. Las cuales, por ejemplo le otorgaron exclusividad a las instituciones para la definición de los términos de ingreso, promoción y permanencia del personal académico, sustrayéndo estas temáticas laborales de la negociación y pacto bilaterales.
Es esta doble fragmentación lo que explica la grosera precariedad de los trabajadores de la educación, particularmente de los niveles medio superior y superior, expresada en casi el 70% de docentes contratados por horas como promedio (más del 85% en las instituciones privadas), circunstancia que hace inviable cualquier propósito de mejoramiento de la calidad. (Ver Gráfica 1) Es así que el principal reto de los trabajadores de la educación y la cultura es justamente superar su dispersión y fragmentación organizativa si se quiere realmente defender sus derechos laborales y sindicales, y como condición para construir su proyecto alternativo de educación y cultura nacionales si se pretende que tenga alguna viabilidad.
La precariedad laboral en las universidades
La palabra precariedad, como lo son pobreza, progreso, desarrollo, bienestar u otras, ha sido comúnmente usada a diestra y siniestra; adquiriendo significados y significantes diversos ad hoc para quien la utiliza según el caso. Es decir que, para poder encuadrar la condición de precariedad para un sector particular de los trabajadores, en este caso, las y los trabajadores de la educación superior y la cultura, un primer paso es entender en sí mismo el concepto mismo de precariedad.
De manera resumida, se parte de diferenciar entre la precariedad del trabajo por un lado; y la precarización del trabajo por el otro. Para después visualizar algunas de las expresiones de ambos conceptos en el sector educativo y cultural.
La precariedad del trabajo, hace referencia a una condición permanente, una tendencia siempre presente en las economías capitalistas, basadas en la ‘libre’ compra y venta de fuerza de trabajo y en la generalización del intercambio mercantil, así como del trabajo asalariado en sí mismo. Es una condición inherente al capitalismo [Sotelo : 2016]. Es decir, al ser las y los trabajadores, sujetos de una institución social ajena (el mercado de trabajo y su dinámica), la incertidumbre externa (fuera de las capacidades laborales, de la productividad misma o del desenvolvimiento de las distintas actividades laborales en sí mismas); léase precariedad, existen permanentemente.
Sin embargo, poco nos dice esta somera definición; de ahí la importancia de pensar, al mismo tiempo la precarización del trabajo, entendiendo a ésta última, no como una condición permanente, inherente; sino como una dinámica, un proceso, momentos históricos particulares, que se cristalizan en leyes, reglamentos, existencia (o no) de sindicatos, de contratación colectiva, entre otros factores. Es decir, la precarización del trabajo, vendría a ser una forma de analizar qué tan extendida está la permanente condición de precariedad laboral en un momento dado. Inversamente, es un botón de muestra del nivel de resistencia sindical y social a las medidas de precarización misma del trabajo; de ser la primera mínima, la segunda resultaría maximizada.
Para nuestra época, la del neoliberalismo, marcada por derrotas generalizadas del movimiento obrero y de sus organizaciones, de la extensión de distintas reglamentaciones contrarias a los intereses de la clase trabajadora, podríamos decir, en general, que la precarización del trabajo no sólo ha avanzado, sino que se ha desprendido del abandono, por parte del estado, de importantes funciones de reproducción social (salud, educación, transporte público, cuidados, entre otros). Finalmente, huelga decir que es la condición de incertidumbre, el canal conector entre los dos conceptos referidos. Incertidumbre en el empleo que, a diferencia de otras condiciones (informalidad, subempleo, etc.), al hablar de precariedad se puede presentar de múltiples formas: contratos, facilidad de despido, entre otras. Todo lo cual, de alguna manera, podría pensarse que la precarización del trabajo sería una especie de antónimo conceptual al concepto más conocido y difundido en el mundo del trabajo, como lo es el de trabajo decente.
Por lo tanto, es en el sector de la educación y la cultura, donde pueden encontrarse algunas de las expresiones más nítidas de lo anteriormente referido. Máxime en el nivel superior si, como ya se mencionó, el avance de la iniciativa privada por sobre la escuela pública es más extendido que en los niveles básico o medio. Es así que se puede explicar que la descapitalización de la educación pública, venga acompañada de medidas de precarización del trabajo en las universidades: la extensión de contratos por horas, un mayor peso de estímulos y bonos de productividad como proporción del ingreso, por sobre el sueldo base.
Educación de Calidad o Barbarie
Las medidas de privatización/mercantilización en la educación iniciaron con la instalación de las políticas neoliberales de los gobiernos priístas y panistas, bajo indicaciones de organismos multilaterales como la OCDE o el Banco Mundial. Buscan utilizar al sistema educativo como un aparato de control social así como para la formación de los cuadros técnicos enfocados a un mercado laboral precario.
Desde esferas gubernamentales e institucionales, se instrumentan fuertes dispositivos, tales como los estímulos, los miles de convenios universidades-empresas, y el modelo de educación dual del nivel medio superior, para el control de las comunidades y colectivos académicos, incluidos sus organizaciones sindicales, para fomentar el individualismo y la competencia, así como la reorientación de su trabajo de investigación y docencia hacia las problemáticas empresariales.
Es en los niveles medio superior y superior dónde más claramente se puede notar el avance de la privatización educativa, al día de hoy. Es decir, conforme se avanza de nivel educativo, la presencia de instituciones públicas se debilita en favor de las privadas. (Ver Gráfica 2)
Perspectivas y Tareas
De ninguna manera es aceptable, bajo el pretexto de la devaluación del peso o la caída de los precios del petróleo, el aumento de la deuda pública y las bajas previsiones de crecimiento se atente contra la educación pública, gratuita, científica y de calidad, contra las condiciones laborales y la estabilidad en el empleo de los trabajadores administrativos, docentes, investigadores y de la cultura de estos sectores. Por el contrario, la Ley de Egresos de la Federación debe contemplar una mejoría real a los presupuestos de nuestras instituciones, que les permita cumplir cabalmente con su función social ya expuesta.
La Reforma Educativa carece de legitimidad, no tiene un contenido pedagógico, no contiene un planteamiento preciso e integral de la educación y del sistema educativo nacional y de los fundamentos filosóficos y pedagógicos.Es regresiva y lesiva, contiene un retroceso en los derechos laborales y sindicales de los trabajadores de la educación y en los derechos de los estudiantes de recibir una educación pública y gratuita. En lo cultural, se reemplazan valores históricos y nacionales por valores que provienen de la globalidad mercantil trasmitidas a través del adoctrinamiento a las nuevas generaciones con patrones culturales de la clase dominante.
Es un retroceso que rompe el pacto social y político de la Revolución Mexicana y que dieron estabilidad a la nación, dada la importancia que ha tenido la escuela pública mexicana como parte de la identidad nacional y cultural, como factor de movilidad social y desarrollo económico.
Es por esto que es urgente convocar y construir un movimiento nacional basado en la unidad de todas las organizaciones democráticas de trabajadores de todos los niveles de la educación; que pueda desembocar en un Paro Nacional Educativo(en lo inmediato, una primera convocatoria, ya en curso y preparación, es el 16 de mayo próximo) que exprese el rechazo nacional al intento de privatizar la educación y despojar a sus trabajadores del derecho a un trabajo permanente.
GRÁFICOS
Gráfica 1: Precarización del Trabajo Académico en los niveles Medio Superior y Superior
Gráfica 2 Privatización de la Educación Media Superior y Superior
[1]El presente documento es una versión ampliada de una primera versión aprobada por la Nueva Central de Trabajadores (NCT) y presentada en la Segunda Convención Nacional de los Trabajadores de la Educación organizada por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Esta nueva versión todavía se encuentra en proceso de revisión y aprobación por la NCT.
[2]El caso de la Universidad Autónoma Metropolitana ejemplifica una suerte de hibridez en la norma aplicable: Capítulo especial de la LFT (Apartado “A”) más Apartado “B” (ISSSTE, FOVISSSTE, PENSIONISSSTE) en materia de seguridad social.
[3]El caos es de tal magnitud que difícilmente se puede hablar de la existencia de un sistema educativo en México. Todo parece indicar que, en todo caso, se trata de todo un sistema de control de los trabajadores del conocimiento, basado en la fragmentación.
[4]Para mayor detalle sobre la dispersión sindical, ver la presentación en Power Point “Educación y Sindicalismo democrático educativo”.
[5]La reforma al artículo 3° Constitucional de 1980 o, dentro del Capítulo de Trabajos Especiales de la LFT, del Capítulo XVII “Trabajo en las Universidades e Instituciones de Educación Superior Autónomas por ley
*Fuente de la imagen destacada: http://redlatinasinfronteras.bligoo.com/mexico-educacion-de-calidad-o-barbarie