Por Alicia Alonso/Plataforma de Educación Infantil 06
Necesitamos una Administración que entienda que no son las criaturas las que deben pagar el problema laboral de sus familias (y la conciliación) durante el mes de julio. Ni las y los profesionales tampoco.
Termina este curso en la escuela, también para las compañeras y compañeros que trabajan en el primer ciclo de la educación infantil. En el segundo ciclo hace ya tiempo que profesionales y criaturas disfrutan de estas vacaciones, aunque en la escuela pública tengan que estar disponibles para la administración y cuando tienen un puesto interino o en la privada hayan sido despedidos, en muchos de los casos, para ser objeto de recontratación en septiembre.
Nos preguntamos, ¿es que son diferentes los niños y niñas del primer ciclo Infantil de quienes asisten al segundo? Es evidente que no, pero, en la práctica, sí es diferente la concepción de la institución educativa que acoge según la edad.
Creemos que los criterios que determinan el calendario escolar tienen poco que ver con las necesidades infantiles y mucho con las de las personas adultas, llámese familias, en especial en las primeras edades, o profesionales de la educación, desde segundo ciclo de infantil en adelante.
Las familias de niños y niñas de menor edad necesitan, del mismo modo que se van considerando bajas paterno-marentales más amplias (muy insuficientes aún), que se consideren periodos vacacionales estivales más amplios cuando tienen criaturas que lo precisan.
Decimos que la sociedad española está cada vez más avejentada, y es que una sociedad sana tiene que responder a la necesidad social que representa tener una «tasa de reposición» suficiente y también sana. Eso supone dar incentivos de todo tipo que permitan que las familias no tengan miedo a tener hijos e hijas, porque serán apoyadas por una Administración que tiene en cuenta, también, el gran problema que, anualmente, representan las vacaciones estivales para ellas.
Mientras esta controversia no se clarifique, pensamos que los y las profesionales del primer ciclo, que cobran menos y trabajan más horas y días, deberían, por el contrario, cobrar más ya que trabajan más. Las familias que pueden tener a sus criaturas de vacaciones durante los dos meses estivales podrían plantearse, como se hacía hace 20 años, que estas no necesitan estar ya en la escuela en el tórrido mes de julio. La sociedad, que necesita no seguir perdiendo esa «tasa de reposición», debe plantearse igualmente que ha de variar sus prioridades y exigencias si quiere que se mantenga o aumente. Y es que la Administración, gestionada por profesionales de la política, no debería actuar apagando fuegos sino previniendo incendios; debiera empezar a pensar, desde todas las anteriores perspectivas, en su responsabilidad para con las criaturas y las familias, pero también para con los y las profesionales de estas edades.
¡Felices vacaciones a todo el mundo y fuerza para seguir reivindicando a la vuelta!