Por: Escuela de padres del instituto de tecnologías educativos
El deporte puede considerarse como una manifestación cultural de gran relevancia para las sociedades. Puede tener diferentes funciones y practicarse bajo diferentes formas. Ya en el siglo XIX se vio la necesidad de integrarlo en la educación del individuo como una de las actividades formativas.
En la etapa de educación infantil, en concreto de 3 a 6 años, el niño está en la edad del juego y de la gimnasia de imitación. El cuerpo está por formar. En este momento se debe atender a una práctica física que debe: Poner énfasis en adquirir soltura, agilidad, equilibrio, fuerza, evitar la competitividad y potenciar el compañerismo y la lealtad hacia todos los miembros del grupo, inculcar desde el principio que lo importante es practicar un deporte, no ser un campeón y divertir.
- Aumenta la resistencia cardiovascular: previene la aparición de enfermedades cardiovasculares.
- Mejora la resistencia y la fuerza muscular: previene las lesiones musculares.
- Aumenta la flexibilidad: nuestro hijo será más ágil, más rápido y tendrá menor riesgo de torceduras.
- Potencia el conocimiento del propio cuerpo.
- Ayuda a desarrollar mejor y más rápidamente las capacidades de coordinación.
- Aporta el control de un alto nivel de movimientos básicos que permitirán en el futuro realizar de forma óptima el trabajo técnico deportivo.
- Ayuda a ganar seguridad en sí mismo, ya que el hecho de ir superando retos anteriores, hace que nuestro hijo se sienta capaz de afrontar otros de mayor dificultad.
- Contribuye a aumentar la autoestima, ya que nuestro hijo «se gusta a sí mismo» al ver que es capaz de hacer bien, diferentes tipos de movimientos y ejercicios.
- Favorece la autonomía, ya que nuestro hijo se da cuenta de que es capaz de dominar su cuerpo en el entorno (espacio, colchonetas, obstáculos, saltos, etc.). Ello le hace consciente de que tiene gran capacidad para actuar de forma independiente.
- Su mejora hace que se sienta valorado por los demás: sus compañeros le llaman para participar en sus juegos, sus profesores le felicitan y sus padres también.
- Le ayuda a sentirse valiente en diferentes situaciones, tanto físicas como sociales, y eso le da seguridad.
- Se siente más independiente, capaz de decidir por él mismo cuándo y cómo debe actuar o dejar de hacerlo.
- Apunta a tu hijo/a a un gimnasio o centro en el que haga ejercicio, siempre que él esté de acuerdo.
- Estimula el movimiento desde edades tempranas.
- Cuando inicia la marcha, adapta el entorno para que pueda hacerlo con libertad sin temor a posibles accidentes.
- Facilita que practique juegos colectivos relacionados con la actividad física.
- Llévalo a la piscina desde muy pequeño. Es conocida la atracción que siente el ser humano hacia el agua.
- Evita que los juegos sean mayormente estáticos. Cuidado con la práctica excesiva de los videojuegos, el chat, etc.
- Posibilita la práctica de ejercicios donde tu hijo se vea capaz de hacerlo. No tengas miedo, no lo impidas. Déjale probar dentro de los límites lógicos y con los medios de seguridad mínimos.
- Evita el exceso de ver programas televisivos.
- No sobreprotejas a tu hijo. Si lo hacemos podemos transmitir ansiedad y por tanto inseguridad y miedo.
- Edúcale para administrar el tiempo libre.
- Juega con tu hijo/a para que adquiera soltura, agilidad, equilibrio, fuerza, etc.
- Es importante que aprenda a valorar el deporte. Que vea que los miembros de la familia practican deporte.
- Hacia los 6 o 7 años es importante que manifieste su predilección por algún deporte y más aún que lo practique.
- Evita la competitividad y facilita el compañerismo y la lealtad hacia los compañeros de equipo.
- No debe asociar la idea de deporte a algo competitivo. Al contrario, el deporte debe ser sinónimo de diversión, compañerismo y amistad.
- Enseña desde el principio que lo importante es practicar un deporte, no ser un campeón.