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Ayer y hoy, mujeres silenciadas

Por: Enric Llopis

Retales de biografía, contenidos poéticos, declaraciones aisladas, pedazos de texto… Con estos materiales “mínimos”, la artista Carmela García (Lanzarote, 1964) compone la muestra “Imágenes de(l) poder. Cartografía de lo invisible”, que permanece abierta al público hasta el 17 de septiembre en el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM). Con trece fotografías de grandes dimensiones y un vídeo, la autora pone en cuestión el discurso dominante desde una perspectiva de género. En la muestra hay paisajes convertidos en invisibles por el patriarcado; encuentros internacionales de mujeres relevantes en la cultura y la política en los años 1936 y 1937, hoy olvidadas; y otras que conquistaron un ámbito de libertad, pero a las que se dejó sin espacio en el imaginario compartido. El punto de partida de la exposición es la feminista, sindicalista y poeta Lucía Sánchez Saornil (1895-1970). Fue una proletaria madrileña, anarcosindicalista, mujer libre y lesbiana, que trascendió el obrerismo para trabajar (de telefonista) en Telefónica; asimismo componía poemas y colaboraba con la prensa de vanguardia.

En la muestra de Carmela García ocupan un lugar relevante las militantes de “Mujeres Libres”, organización anarcosindicalista que desplegó su actividad durante la guerra española de 1936 y llegó a contar con 20.000 afiliadas. Así, la abogada y pedagoga Mercedes Comaposada Guillén, la médica Amparo Poch y Gascón o Lucía Sánchez Saornil, entre otras, promovieron un feminismo anarquista “que no subordinaba la autonomía de las mujeres a las aspiraciones de la revolución social”, destaca la profesora de Historia de la Educación en la Universitat de València y militante del movimiento feminista, Llum Sanfeliu. Fue Lucía Sánchez Saornil la gran impulsora de la revista “Mujeres Libres”, quien se hizo cargo de la línea editorial y ha inspirado a Carmela García para la presente exposición. Pero tan importantes como las personas son los espacios de la memoria. De ahí la fotografía del Conservatorio de Valencia, donde se celebró en octubre de 1937 la Segunda Conferencia de Mujeres Antifascistas. O, en el siglo XXI las “Mujeres de Negro”, que manifiestan su luto contra la guerra y a quien la artista fotografía bajo un imponente ficus. También las “Lesbian Band”, que en una de las imágenes de la muestra ensayan el son de las “batukadas” debajo de un puente. El arte, lo lúdico y lo festivo como vía de autoafirmación.

El visitante puede acercarse a la pintora, escritora comunista y miembro de la Agrupación de Mujeres Antifascistas, Manuela Ballester. También al recuerdo de la militante del PCE (desde 1934 hasta su muerte) y maestra de la Universidad Popular de Valencia Alejandra Soler, recientemente fallecida a los 103 años y desconocida para muchos, pese a que fue una mujer licenciada en Filosofía y Letras, que logró escapar de un campo de internamiento en Francia terminada la guerra civil y sobrevivió a la batalla de Stalingrado durante la segunda contienda mundial. Incluso se acercó al 15-M. La de Alejandra Soler fue la primera fotografía realizada para la exposición del IVAM.

Carmela García incluye asimismo en la muestra a Sara Berenguer, quien fue maestra en el barcelonés Ateneu Cultural de les Corts y en las Juventudes Libertarias. También ocupó la secretaría de Propaganda del Comité Regional de “Mujeres Libres”. Con las delegaciones de la organización anarcofeminista, visitó el Frente de Aragón y los Hospitales de Sangre, además de integrarse en Solidaridad Internacional Antifascista” (SIA). Es otra de las “olvidadas”, pese a los 37 años que vivió en el exilio. En junio de 1988 Seuba Ediciones publicó la primera edición de las memorias de Sara Berenguer: “Entre el sol y la tormenta. Revolución, guerra y exilio de una mujer libre”. Y no se trata de arqueología; de hecho, la obra de Carmela García ata cabos. Hoy “Mujeres Libres” es un programa de Radio Klara, emisora comunitaria de la ciudad de Valencia; las mujeres del equipo aparecen retratadas en la exposición.

Imágenes de gran formato, un mapa “subjetivo” con documentos, acotaciones, fotografías sobre asociaciones de mujeres de los años en que Valencia fue capital de la II República… ¿Qué queda de todo ello en la actualidad? Tal vez sea la pregunta que haya motivado el trabajo de la fotógrafa. Y la artista canaria quizá responda captando las imágenes de una ristra de colectivos (actuales) de mujeres: “Las Heidis”, “Joves Desobedients”, “Mujeres Libres”, “Dones de Frontera”, “Dones Progressistes” o la “Asociación de Mujeres Separadas y Divorciadas del País Valenciano”. “Ellas necesitan asociarse para tener más fuerza en el espacio público, como forma de resistencia y para sobrevivir; por esta razón hago las fotografías en la ciudad”, explica la autora en un recorrido guiado por la exposición. Llama la atención a los visitantes sobre un muro, que no es urbano. Se trata de una réplica de la pared de su estudio, donde cuelga anotaciones, ideas, dibujos y fotografías, como la de un cuadro que pintó Lucía Sánchez Saornil; pero no el paisaje entero, sino –ampliada- la parte que aloja la firma. Hay también en el muro simples hojas, con una leyenda a bolígrafo y subrayado en rotulador: “Lo que no se ve no se nombra, y lo que no se nombra no existe”.

La autora de “Imágenes de(l) poder. Cartografía de lo invisible” no entiende el arte como una expresión cerrada y dogmática, ni tampoco dirigida exclusivamente al intelecto. “No se trata sólo de entender, el espectador puede extraer sus conclusiones e ir construyendo su propio mapa de la ciudad”, afirma. Una de las imágenes que Carmela García pretende es la de una mujer que transite por la calle, vista como espacio no masculinizado que les pertenece a ellas. Fotografías de mujeres que caminen solas, y sin posado previo. Le costó encontrar estas fotos antiguas en los archivos. A continuación, al pasar junto a la fotografía de las “Mujeres de Negro”, advierte contra el eurocentrismo y las apologías de la democracia occidental. Porque el feminismo ha sido siempre internacionalista, recuerda, y “la cadena es tan fuerte como su eslabón más débil”.

De la docena de fotografías sólo hay dos retratos individuales. Uno es la de Mariló Rodríguez, del colectivo “Joves Desobedients”, que en los años 90 del siglo pasado realizaban acciones como salir de noche con antorchas para reclamar seguridad frente a las agresiones sexuales. Tomada en el centro histórico de Valencia, la fuerza de la imagen hace que vaya a figurar en la portada de una próxima publicación, según informa Carmela García a los visitantes. El segundo retrato es el de Heide Braun, una librera especializada en temática feminista. Con la biblioteca de la universidad al fondo, su figura cuestiona los tradicionales espacios de poder y la manera en que históricamente se ha negado a las mujeres el acceso al conocimiento. Se produce, así pues, un choque entre espacios, que también se da en la fotografía de tres jóvenes activistas en el tradicional barrio del Cabanyal, en Valencia, amenazado desde hace décadas por los procesos especulativos y de “gentrificación”. Las muchachas forman parte del colectivo “Brúfol”, que trabaja en la formación no reglada, con mujeres y en el ocio con niñas y niños en situación precaria. La imagen pone de manifiesto la degradación de esta barriada marinera.

El recorrido termina en una sala ubicada en una planta superior. Allí Carmela García proyecta un vídeo con un equipo de fútbol integrado por mujeres lesbianas, “Las Heidis”. Se pasan un balón de color en una sala de juntas, metáfora del poder masculino y hegemónico. En cierto modo la composición se inspira en la película “El Padrino”. Podría interpretarse que el grupo de mujeres trata de perder el miedo y reforzar su identidad. “Las Heidis” son el equipo femenino del colectivo “Lambda” de lesbianas, gays, “trans” y bisexuales, surgido hace 14 años. ¿Por qué un mapa de lo invisible, que se articule en torno a las mujeres, tal como propone la exposición? “Muchas de sus acciones, creaciones y luchas han sido olvidadas, excluidas de los discursos y la memoria”, remata la artista canaria.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=226863

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Entrevista a Maxine Molyneux: “Con el movimiento de derechos humanos muchas feministas pudieron impulsar cambios”

09 Abril 2017/Fuente: pagina12/Autor:Mariana Carbajal

Molyneux vivió su adolescencia en Argentina y es una estudiosa de los movimientos feministas en América latina. Recuerda el periódico anarquista del siglo XIX La Voz de la Mujer y el papel que jugó Evita.

Piensa que el acceso al aborto es uno de los derechos fundamentales para las mujeres y le sorprende que en la Argentina, donde vivió durante su adolescencia, y siempre volvió, sea todavía una demanda, casi una utopía. Maxine Molyneux se hizo feminista, como muchas mujeres de su generación, por el descontento absoluto que sentía frente al mandato social que pesaba sobre ella. Eran fines de los sesenta. Su padre, un ingeniero aeronáutico que estableció la ruta de la British Airways en el Cono Sur, se oponía a que fuera a la universidad. Por ser mujer. Pero ella, se rebeló. Hoy es una reconocida socióloga feminista, profesora catedrática de la University College London, donde estableció y dirigió hasta hace tres años el Instituto de las Américas. Los movimientos de mujeres en Latinoamérica son uno de sus temas de investigación. Con esa lupa, mira, con entusiasmo, expresiones como las de Ni Una Menos y campañas contra la violencia machista y la misoginia como la “Million Women Rise”, que nació en Londres, o la Marcha de las Putas, que surgió en Canadá, distintas manifestaciones de protesta contra la cultura machista y los ajustes económicos. “Las nuevas generaciones de jóvenes están viendo que lo logros para las mujeres no son tan impresionantes como esperábamos” y “están diciendo basta”, dice Molyneux, en una entrevista con PáginaI12, recién llegada a Buenos Aires.

Tiene una agenda bien cargada. Hoy dará a las 18 la conferencia “Historia, logros y desafíos en el Cono Sur: diálogos feministas entre generaciones”, en el Centro Cultural Paco Urondo de la Facultad de Filosofía y Letras, de la UBA. La actividad es libre y gratuita pero requiere inscripción previa a: conferenciamolyneux@gmail.com

América latina, sostiene, se distingue por la importancia y variedad de sus feminismos y por las reformas legales que, después de los años 80, impulsaron una mayor igualdad de género. Sin embargo, todavía hay muchas áreas de política pública donde no se observan avances y algunas donde se han producido retrocesos. Estas últimas –apunta– se han convertido en el foco del activismo de nuevas generaciones de feministas. ¿Cuán diferentes son las luchas, tácticas y desafíos que enfrenta la actual ‘ola’ de activismos feministas frente a las de décadas pasadas? Ese será uno de los ejes de su exposición, en la que además, lanzará un nuevo proyecto de investigación colaborativo sobre los feminismos en Argentina, Uruguay y Chile. Cuenta que le hicieron en Londres entrevistas para la revista The Economist, el diario The Telegraph, y programas de TV, sobre el fenómeno de Ni Una Menos en Argentina y las masivas movilizaciones que se dieron en el país y en la región.

–¿Cómo está viendo esa presencia masiva de mujeres en las calles?

–No sé si se puede hablar de cuarta ola o si de hecho son olas. Hay que pensar cómo periodizar estos distintos momentos. Ese trabajo hay que hacerlo y es una de las preguntas centrales de la investigación que estamos comenzando. Dicho eso, si creo que hay un momento nuevo. Una renovación. En Reino Unido hemos vivido un período de declive del activismo feminista hasta los últimos años, una especie de compromiso de aceptación del presente, la gente aceptaba y no protestaba. Feministas como yo estábamos bastante deprimidas con esa aceptación. Sentir que hubo algunos avances importantes en derechos humanos pero por otro lado, la misoginia empeoró, es más abierta, explícita. Pero ahora ya no se está aceptando. Lo vemos con expresiones como las de Ni Una Menos y campañas contra la violencia machista y la misoginia como la “Million Women Rise”, la Marcha de las Putas, distintas manifestaciones de protesta contra la cultura machista y los ajustes económicos. Y esto sucede porque hay una renovación, nuevas generaciones de jóvenes que están viendo que los logros no son tan impresionantes como esperábamos. Se están presentando nuevos actores en estas luchas. Hay un momento distinto sin dudas. Es difícil explicar por qué surge un movimiento social en determinado momento pero se pueden dar bastantes razones: con las condiciones económicas de los últimos 30 años la gente no ha experimentado progresos, y hay un sentimiento de desencanto con los mecanismos representativos, son muchas cosas que convergen en este escenario. Y las jóvenes están diciendo basta, especialmente con las oportunidades restringidas que tienen en el mercado laboral, la distribución del trabajo doméstico y el cuidado, que sigue siendo tan desigual y recae mayoritariamente sobre las mujeres, por ejemplo, después de la maternidad les cuesta reinsertarse laboralmente en los mismos niveles que estaban antes, hay muchas situaciones de discriminación que todavía persisten, algunas más obvias y otras más sutiles.

–¿En qué medida se diferencian la actual ola de activismos feministas frente a las de décadas pasadas?

–Lo más obvio es el uso del “social media”, el uso de internet y medios sociales, como herramienta novedosa de activismo, que da inmediatez y facilita la comunicación, la capacidad de coordinar acciones, la trans nacionalización de los protestas. Los movimientos ya no dependen de los medios de comunicación hegemónicos para difundir sus propias acciones. Eso es muy distinto. No sabemos si esa herramienta sola alcanza para generar la cohesión, los lazos de solidaridad, que requieren ciertos actores colectivos para consolidarse como movimiento y tener resultados a largo término. Hay algunos que argumentan que ese activismo que se llama “clickismo” lleva a acciones más individuales y fragmentadas. Y que en tiempos anteriores había más cohesión, más lazos de solidaridad. Yo no estoy tan convencida con esa visión. Cuando hay mucho escepticismo y crítica hacia los partidos políticos –no estoy hablando de Argentina en particular, sino en general– hay gente que sostiene que los movimientos deben reemplazar a los partidos políticos. Si los partidos políticos están faltando a su deber de representar se ve que la gente busca otros caminos para influir políticamente. En la historia del feminismo, por su diversidad, se ve que hay distintas maneras de hacer activismo. Yo pienso que hay que luchar en cualquier espacio, pero hay que tener una visión estratégica en función de los resultados que se buscan. Es una pregunta complicada. En realidad, se necesitan tanto movilizaciones en las calle como el trabajo para realizar los cambios que se reclaman.

–¿Cómo analiza el triunfo del Brexit? ¿Qué impacto podría tener sobre las mujeres en particular?

–El Brexit dividió a la población del Reino Unido 48 por ciento contra 52 por ciento. Fue una apuesta arriesgada del Partido Conservador, que no esperaba el resultado y no se había preparado para ello. Los Brexiteers mintieron consistentemente a lo largo de la campaña sobre los efectos positivos de salir de la Unión Europea, mientras jugaban la carta de la inmigración. Estamos siendo sacados del mercado inmediato más grande y pagaremos un alto precio por tener acceso a determinados mercados de exportación, por lo que vamos a estar en peores condiciones que ahora, las consecuencias financieras negativas serán muy serias según calculan autoridades financieras independientes. En estas circunstancias de recesión económica continuada, los recortes a los sectores del gasto público donde se concentran los empleos de las mujeres –la educación, la salud–, auspician un panorama sombrío para la población femenina.

–Las dos mujeres que llegaron al puesto de primer ministro en Gran Bretaña provienen del partido conservador. ¿Hay razones para pensar por qué se consolidaron esos liderazgos femeninos en la derecha y no en espacios políticos más progresistas?

–Esto tristemente puede ser leído como un fracaso del Partido Laborista para hacer más en función de promover a mujeres en posiciones de liderazgo. Todavía es un club de varones y se ha convertido aún más en eso bajo el liderazgo de Corbyn.

–Uno de sus primeros trabajos de investigación fue sobre el anarquismo feminista en Argentina de fines del siglo XIX y principios del XX. En los archivos del Instituto de Historia Social en Amsterdam, encontró una joya que la deslumbró: la colección de ejemplares del periódico anarquista La Voz de la Mujer.  Dijo que “Descubrir esos archivos fue un momento hermoso”. ¿Por qué le interesaba el tema?

–Por la precocidad de ese periódico La Voz de la Mujer que fue tan radical en 1896 en Argentina. Las editoras hablaban de la sexualidad, de la opresión que vivían por su condición de mujeres, de la necesidad de promover la igualdad entre hombres y mujeres. Me interesó cómo Argentina con su extenso movimiento anarquista, tenía esa corriente feminista adentro. Fue algo raro en el continente en ese momento. Y más similar a lo que estaba pasando en partes de Europa, sobre todo España. Me interesaba la comparación y las condiciones que llevaron a tener ese tipo de influencia en el discurso político argentino de esa época. Ver que la palabra feminista se usaba en esa época. No solo en ese periódico feminista, sino que hubo debates, bastante anti feminista también de algunos hombres anarquistas.

–¿Qué puntos en común encuentra con los feminismos en Chile, Uruguay y Argentina?

–Esa es la investigación que estamos armando. Esas respuestas las podré dar cuando terminemos. Los tres países con sus distintas formas de estado, cultura políticas y formas de organización del feminismo, son un terreno fructífero para hacerse las siguientes preguntas: ¿pueden los feminismos de los tres países periodizarse de la misma manera o no? ¿Cuáles son las diferencias en cómo se relacionan las feministas con el Estado, y con qué resultados? Es notable que en el caso de Argentina un país de medianos ingresos que, sin embargo, no pudo consolidar una institucionalidad de género a largo plazo, y sus logros en términos de igualdad de género son menos significativos que por ejemplo Uruguay. Lo que se puede ver es que los tres países empezaron con movimientos feministas en el siglo XIX. Es interesante ver con qué Estados dialogan, es fascinante ver como feminismos de varios tipos evolucionaron con distintos aliados, con qué efectos y qué tipo de relaciones se dan entre Estados y sociedades. Es muy interesante la Argentina con su periodo de peronismo clásico, hay muy interesantes discusiones sobre el legado de Evita y qué tipo de intervención hizo en relación a los derechos de las mujeres, cuando ella no era feminista, y tenía una idea tradicional y conservadora de la mujer, pero, sin embargo, impulsó algunas de las demandas del feminismo, como el voto femenino, que antes habían promovido las socialistas, y derechos sociales, hizo cosas importantes para la clase trabajadora. Aunque es una figura controversial. Los tres países vivieron la tragedia de las dictaduras militares, y a través del movimiento de derechos humanos muchas feministas pudieron impulsar cambios, con logros importantes.

–La agenda de las últimas décadas del movimiento de mujeres estuvo muy anclada en la Argentina en la problemática de la violencia de género y la demanda por los derechos sexuales y reproductivos, y particularmente la despenalización del aborto. Pero el tema del aborto no se ha logrado discutir todavía en el Congreso. ¿Cómo hay que mirar esa imposibilidad?

–Es uno de los derechos fundamentales la posibilidad de controlar el cuerpo de las mujeres. Porque históricamente no tener ese derecho ha generado que muchas mujeres recurran a abortos inseguros con altas tasas de mortalidad y morbilidad de mujeres por gestación. Por eso es una cuestión de vida o muerte. No es secundario. Quienes se oponen son las fuerzas conservadoras que han ganado fuerza en el debate. Es un proceso internacional que excede a la Argentina. En América latina, sobre todo en América Central, tienen las leyes más restrictivas de acceso al aborto y esa situación es aún más grave teniendo en cuenta la crisis del Zica.

–Frente a las movilizaciones de mujeres que se han dado en la Argentina, hay hombres que se preguntan qué lugar deben ocupar ellos…

–Los hombres deben ser solidarios con las mujeres en todos los espacios. Si quieren marchar, a mí no me molesta. Pero me entristece el poco interés que tienen, en general, sobre las temáticas de género, la historia del feminismo, nuestras luchas.

–¿Por qué todavía es visto el feminismo como lo contrario del machismo, como un extremismo, en lugar de ser entendido como un movimiento que apunta a lograr la igualdad de oportunidades entre varones y mujeres?

–Hay un prejuicio cultural alimentado por quienes se oponen al feminismo, y se ocupan de denigrarlo. Quizás esto tiene que ver con el proceso de que el feminismo pasa a ser parte del sentido común y de la cultura pública, aparece en la TV, en las revistas, etc. En muchas reuniones surge ese cuestionamiento y yo respondo, cada vez que me lo dicen: si dirían lo mismo en un debate sobre racismo. No me dirían lo mismo. Entonces es un prejuicio hacia las reivindicaciones de las mujeres. Sin embargo, un fenómeno nuevo es que estamos viendo en Inglaterra gente famosa que se declara feminista, incluso, ciertos hombres, y eso es muy interesante. Espero que esto no sea un momento pasajero, sino un signo de un cambio cultural duradero.

Fuente de la entrevista:  https://www.pagina12.com.ar/28109-con-el-movimiento-de-derechos-humanos-muchas-feministas-pudi

Fuente de la imagen: https://images.pagina12.com.ar/styles/focal400x300/public/2017-03/na17fo01_23.jpg?itok=RxicoFd

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El mito de la super woman y la autoestima femenina

Coral Herrera Gómez

Resulta difícil quererse bien a una misma cuando los medios de comunicación nos bombardean a diario con mensajes en los que nos recuerdan lo imperfectas que somos. Resulta difícil, también, no sucumbir a la amenaza de que si somos feas, gordas o viejas nadie nos va a querer (ni el príncipe azul, ni las demás mujeres, ni el mercado laboral).

La industria de la belleza nos impone unos cánones de belleza irreales que muy pocas mujeres logran cumplir (aproximadamente sólo unas ocho mil mujeres en todo el planeta, según Naomi Klein,  periodista e investigadora canadiense). A pesar de ello, somos muchas las que hacemos grandes esfuerzos para mantenernos jóvenes y guapas: invertimos mucho tiempo, energías y recursos en parecernos a las mujeres más bellas del planeta, pero resulta muy frustrante porque no hay fórmulas mágicas para luchar contra el paso del tiempo y la fuerza de la gravedad.

Una gran mayoría de mujeres vive acomplejada por sus carencias e imperfecciones físicas. Vivimos en permanente lucha contra nosotras mismas: contra nuestros kilos de más, nuestras arrugas, y esos pelos que florecen en todas las partes de nuestro cuerpo.

Asumimos las exigencias de la tiranía de la belleza como propias, por eso nos torturamos físicamente con dietas terribles de adelgazamiento, extenuantes sesiones en el gimnasio, invasivos tratamientos de belleza, cirugías peligrosas para modificar nuestros imperfectos cuerpos, etc., y decimos que lo hacemos por nosotras mismas, para sentirnos bien.

Lo perverso de esta tiranía es que somos capaces de poner en peligro nuestra salud e invertir todos o gran parte de nuestros escasos recursos en estar bellas porque así creemos que nos van a admirar y a querer más. Y como nunca logramos parecernos a esas modelos despampanantes, nos sentimos frustradas, y culpables.

En los anuncios nos venden métodos y productos milagrosos, y la filosofía de que todo es posible: sólo tienes que poner de tu parte, tener fuerza de voluntad, desearlo con fuerza, invertir al máximo, y lograrás todo lo que te propongas… No sólo estar bella, sino también ganar la lotería o encontrar a un hombre millonario que se enamore locamente de ti.

Por eso nos sentimos tan mal cuando rompemos con la dieta, cuando dejamos de ir al gimnasio, cuando nos negamos a pasar por el quirófano una vez más. Nos sentimos culpables si no adelgazamos, si se nos caen los pechos, si nuestra piel pierde elasticidad, si no hacemos nuestros sueños realidad. Y al sentirnos culpables, batallamos más contra nosotras mismas y nuestros cuerpos: nunca nos aceptamos tal y como somos, porque (nos dicen) podríamos ser mejores.

En esta guerra que se libra en nuestro interior, tendemos a castigarnos en lugar de dedicar nuestras energías a buscar el placer y el bienestar propio. Y es porque vivimos en una cultura que sublima el sufrimiento y el sacrificio femenino en la que nos convencen de que para estar bella hay que sufrir, y que cuanto mayor es el sacrificio, mayor es la recompensa.

Además de la tiranía de la belleza física, las mujeres tenemos otros monstruos internos y externos que amenazan nuestra autoestima a diario. Vivimos en una sociedad muy competitiva que nos exige estar siempre a la última, que nos motiva a ser las mejores en todo. El mito de la súper mujer o la super woman aparece en todas las revistas de moda, y resulta difícil no compararse  con esas súper madres, súper hijas, súper esposas, súper profesionales que aparecen en los medios de comunicación.

La súper mujer no sólo es exitosa en su vida laboral (no renuncia a ascender en su trabajo y  a dar lo máximo de sí misma a su empresa), sino que también es una gran ama de casa que cocina de maravilla. La súper mujer limpia sin mancharse, cuida a las mascotas, cambia pañales, cose los disfraces para el colegio de los niños, va a la compra, quita la grasa, plancha cerros de ropa, y además tiene tiempo para formarse y reciclarse profesionalmente, cuidarse a sí misma, hacer deporte, acudir a sesiones de terapia, hacer el amor y disfrutar de su pareja.

Las súper mujeres no se cansan, ni se quejan: siempre están de buen humor y tienen energía para levantar un camión si hace falta.Nosotras las admiramos, al tiempo que no podemos evitar sentirnos malas madres, malas trabajadoras, malas hijas y nietas, malas compañeras, malas amigas… porque no llegamos a todo, porque no sabemos cómo ser las mejores en todo, y porque encima nuestra relación de pareja no es tan maravillosa como habíamos soñado.

La conciliación entre la vida laboral, personal y familiar es otro mito de la posmodernidad que complementa al mito de la super womansegún el cual todo es posible: si nos lo proponemos, podemos disfrutar mucho de nuestros diferentes roles sin tener que renunciar a nada. Podemos ser buenas madres, buenas profesionales, buenas esposas, buenas hijas, buenas amigas de nuestras amigas, y todo sin perder la sonrisa.

Sin embargo, la realidad es que la conciliación sólo existe en los países nórdicos, y que por mucho que lo intentemos, no somos esas super mujeres que vemos en la televisión y en la publicidad. Nosotras, las mujeres de carne y hueso, estamos sometidas a una gran presión interna y externa para ser las mejores en todo.

Queremos ser mujeres modernas sin deshacernos de nuestro rol femenino tradicional: queremos cumplir con los mandatos de género para que se nos admire como una “verdadera mujer”, y a la vez, queremos ser tan buenas en todo como cualquier hombre.

La diferencia es que los hombres al salir de su jornada laboral van al gimnasio, y nosotras a nuestra segunda jornada de trabajo en la casa. En las estadísticas es fácil ver como ellos viven mejor gracias a la modernidad: dedican de media una hora al día a las tareas domésticas, y nosotras entre cuatro y cinco.

Esto quiere decir que ellos tienen más tiempo libre, en general, y por tanto tienen mayor calidad de vida. Nosotras seguimos viviendo por y para los demás, y seguimos, de algún modo, sometidas a la tiranía del “qué dirán”. Nuestra condición de mujer tradicional, moderna y posmoderna nos lleva a querer agradar y complacer a los demás, a necesitar la aprobación y el reconocimiento de los demás: sólo así podemos  valorarnos a nosotras mismas.

Nuestro estatus y prestigio está condicionado por los aplausos y la admiración que somos capaces de generar a nuestro alrededor. Como está mal visto que una mujer hable bien de sí misma en público, se espera que seamos humildes y nos ruboricemos cuando alguien nos aplaude o nos halaga. Muchas de nosotras tendemos a atribuir nuestros éxitos a los demás: nos cuesta aceptar interior y exteriormente que somos buenas en algo, o que valemos mucho.

Por eso si los demás no nos reconocen, nos sentimos insignificantes, poca cosa, incapaces… Para que los demás nos admiren y nos quieran, las mujeres aprendemos a sacrificarnos, a entregarnos de un modo absoluto, y a pensar más en la salud, el bienestar y la felicidad de los demás que en la nuestra propia.  

En la cultura patriarcal, las mujeres nos sentimos culpables y egoístas cuando pensamos en nuestras necesidades o en nuestro placer. Nos enseñan que una mujer de verdad es aquella que piensa más en los demás que en sí misma, una mujer que se entrega sin pedir nada a cambio y sin perder la sonrisa.

Sin embargo, lo cierto es que para poder cuidar a los demás, tenemos que estar bien, sentirnos a gusto con nosotras mismas, y empoderarnos, es decir, confiar en nuestras capacidades y habilidades, y tener una buena percepción de nosotras mismas y de nuestras pequeñas y grandes hazañas.

Por eso es tan importante trabajar la autoestima femenina: aprender a querernos bien a nosotras mismas no solo mejora nuestra calidad de vida, sino la de todo el mundo a nuestro alrededor. Si nos queremos bien a nosotras mismas, podremos querer bien a los demás: el amor es una energía que se mueve en todas las direcciones, y que cuanto más se expande, a más gente llega.

Cuando tenemos una buena autoestima, somos capaces de querernos a nosotras mismas, y de aceptar nuestras imperfecciones. Si nos conocemos bien, y apreciamos nuestra valía, dejamos automáticamente de compararnos con las demás y comprendemos que somos seres únicos, y que somos humanas.

Si aprendemos a aceptarnos tal y como somos, y si nos centramos en aprender a querernos bien a nosotras mismas, podríamos acabar con las torturas y auto-castigos porque pensaríamos más en nuestro bienestar que en la opinión de los demás. No nos sentiríamos tan presionadas a cumplir con las expectativas ajenas o los mandatos de género: pensaríamos más en nuestro derecho al placer, a disfrutar del tiempo libre, a hacer lo que más nos gusta.

Elevar nuestros niveles de autoestima nos permitiría delegar y compartir responsabilidades con la pareja, y con el resto de los miembros de la familia: aprenderíamos a trabajar en equipo sin hacer tantos sacrificios personales, y sin hacer tantas renuncias: compensaríamos la balanza entre las obligaciones y los placeres, y estando más contentas, nuestro entorno también se verá beneficiado.

Tu pareja, tus compañeros y compañeras de trabajo, tus hijos e hijas tendrán una madre con más salud mental, física y emocional, con menos preocupaciones, sin sentimientos de culpa y frustración, sin decepciones con una misma por no estar a la altura. No llegar a todo no nos generaría tanta insatisfacción y malestar: seríamos más comprensivas con nosotras mismas, viviríamos más relajadas, y por tanto, tendríamos más energía para disfrutar de la vida.

Quererse bien a una misma: todo son ventajas.

Fuente del articulo: http://haikita.blogspot.com/2016/10/el-mito-de-la-super-woman-y-la.html

Fuente de la imagen:https://1.bp.blogspot.com/-WW-NZS38KpU/WAOqyxipnYI/AAAAAAABH2g/D07md6g2tK8qEhu6ewq-4P6j1jXAhdetgCLcB/s1600/superwoman-feminista-que-perfora-con-el-p

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Zambia: Government scores dividends in girl child education

Zambia/Diciembre de 2016/Fuente: Lusakatimes

RESUMEN: El ministro de la Provincia del Sur, Edify Hamukale dice que es notable que el 98 por ciento de las niñas elegibles sean matriculadas anualmente en la escuela primaria en Zambia. El Dr. Hamukale señaló que la educación para las mujeres y las niñas es el motor que tomaría a Zambia en particular y al continente africano en general, en un camino hacia el desarrollo social y económico sostenible. Sin embargo, dijo que en Zambia este logro fue negado por las tasas relativamente altas de deserción y menores tasas de alfabetización, especialmente entre las niñas de entre 15 y 24 años. «De casi el 80 por ciento de las niñas en Zambia que terminan la escuela primaria, sólo el 25 por ciento de nuestras niñas están matriculándose en la escuela secundaria. El efecto resultante es el inicio temprano de la actividad sexual, los embarazos en la adolescencia y los matrimonios tempranos «, dijo. El Dr. Hamukale dijo esto en Livingstone hoy en la inauguración de una conferencia sobre Liderazgo y Prevención del VIH en niñas adolescentes en Zambia, en Avani Victoria Falls Resort bajo el tema: Liderazgo Adaptable de las Adolescentes y Mujeres Jóvenes.
Además, señaló que con un 11,6 por ciento de la población de 11 a 46 años que vivía con el VIH en Zambia, las niñas y las mujeres jóvenes eran afectadas de manera desproporcionada.

Government says it has scored significant achievements in improved access to education for girls in the country.

Southern Province Minister Edify Hamukale says it is remarkable for 98 percent of eligible girls to be enrolled into primary school in Zambia annually.

Dr Hamukale noted that education for women and girls is the engine that would take Zambia in particular and the African continent in general, on a path to sustainable social and economic development.

He however, said in Zambia this achievement was negated by relatively high dropout rates and lower literacy rates especially among girls aged between 15 and 24 years.

“Of nearly the 80 percent of girls in Zambia completing primary school, only 25 percent of our girls are enrolling in secondary school. The resultant effect being early onset of sexual activity, teenage pregnancies and early marriages,” he said.

Dr Hamukale said this in Livingstone today at the opening of a conference on Leadership and HIV Prevention in adolescent girls in Zambia, at Avani Victoria Falls Resort under the theme: Adolescent Girls and Young Women Adaptive Leadership.

He further noted that with an estimated 11.6 percent of the population aged 11 to 46 living with HIV in Zambia, adolescent girls and young women were disproportionately affected.

“Thus, government has prioritized the Prevention of Mother to Child Treatment (PMTCT) service with HIV positive pregnant or breastfeeding mothers receiving lifelong treatment immediately regardless of their CD4 count.

Meanwhile, Dr Hamukale challenged the organizers of the conference to involve adolescents in interventions aimed at preventing HIV among young people.

He said young people did not subscribe to rules but if they could be engaged through sport, theatre, drama, music and social media, they could offer practical solutions to prevent new HIV infections.

“…fit into the matrix of young people as they have solutions to these challenges we are facing. Think like them as they are our partners and relevant to interventions to reduce HIV,” he said.

And speaking earlier, Council of Churches Executive Director Karen Sichinga said the high number of school girls dropping out of school due to pregnancy and contracting HIV was an indication of failed HIV prevention interventions.

Ms Sichinga said young girls acquiring HIV 35 years into the epidemic was unacceptable, adding that either stakeholders implementing HIV prevention interventions were not doing something right or completely missing something during implementation.

The seminar has attracted Government representatives from various ministries such as Health, General and Higher Education Justice and Local Government, civil society, national and international NGOs and financing partners.

It is aimed at raising understanding of the urgent need for practice of leadership at different levels to adapt in order to reduce HIV prevalence among adolescent girls and young women in Zambia.

Fuente: https://www.lusakatimes.com/2016/12/13/government-scores-dividends-girl-child-education/

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Angola busca supresión de barreras para emancipación de la mujer

Angola/15 diciembre 2016/Fuente: Prensa Latina

Un ciclo de conferencias sobre violencia doméstica en Angola se inserta hoy en las acciones para la supresión de barreras en aras de la emancipación de la mujer.

Esta jornada se prevé un debate sobre Prostitución y Tráfico de Mujeres y Niñas, en el Centro de Prensa Aníbal de Melo.

Para la ministra de la Familia y promoción de la mujer, Filomena Delgado, se requiere el fortalecimiento de la capacidad institucional y operativa para integrar las cuestiones de género a nivel central y local, incluidas las medidas legislativas y administrativas sobre la igualdad de derechos para hombres y féminas.

De acuerdo con fuentes oficiales, más de mil mujeres víctimas de violencia doméstica acudieron el año pasado a los hospitales para ser atendidas, pero se cree que la mayoría de los casos no se denuncian por el arraigo de una cultura patriarcal.

Hay que fortalecer los valores de la condición de la mujer, que les garantice el ejercicio pleno de la ciudadanía y su inclusión social y económica, añadió Delgado durante la presentación del Informe sobre Desarrollo Humano para África.

Como resultado de los esfuerzos del gobierno, expuso la ministra, Angola en 2015 avanzó en la participación política, la reducción de la mortalidad materna y la iniciativa empresarial femenina.

Añadió que las autoridades tienen el reconocimiento de la igualdad de género como una cuestión de desarrollo y de respeto a los derechos humanos.

Entretanto, el director del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Henrik Larsen Fredborg, presentó el martes en Luanda un programa de acción para combatir la desigualdad de género, que se relaciona con las agendas de Desarrollo Sostenible, de la ONU, para 2030, y la 2063, de la Unión Africana.

La medición de la desigualdad incluye la salud reproductiva, empoderamiento y la actividad económica, y el Índice de Desarrollo de Género (diferencias entre hombres y mujeres), la salud (promedio de esperanza la vida), la educación (número de años de escolarización de niños y niñas) y recursos (ingresos estimados entre hombres y mujeres).

El informe analiza las estrategias y caminos para desbloquear el progreso de la igualdad de género en África.

Para Larsen, el fenómeno también representa daños económicos importantes, pues anualmente el continente pierde 105 millones de dólares solo por las desigualdades de género en el mercado laboral.

El PNUD destacó la presencia de mujeres en los parlamentos, dado que cuatro países africanos se encuentran entre los 10 primeros del mundo en proporción. Angola es el octavo de África con el 36,8 por ciento de la bancada femenina.

Finalmente el representante del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) Pier Balladelli dijo que Angola registra desde hace dos décadas avances significativos en la protección de las féminas.

A pesar de ello, el funcionario precisó que es importante que el gobierno y sus socios proporcionen los recursos técnicos y financieros necesarios para implementar el plan de acción de la política nacional para la igualdad y equidad de género, que aún no ha sido aprobado.

Fuente: http://prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=50028&SEO=angola-busca-supresion-de-barreras-para-emancipacion-de-la-mujer
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