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Movimiento Pedagógico Latinoamericano, Cooperativismo y Emancipaciones

Pablo Imen[1]

El inicio del siglo XXI estuvo atravesado de contradicciones y batallas – como ocurre en todas las épocas- pero en el caso de América Latina insurgieron novedades impensadas apenas una década antes, cuando el neoliberal-conservadurismo se adueñaba de todo el planeta.

En 1989 un estallido popular en Venezuela – el Caracazo- ,ocurrido como protesta indignada por un paquetazo económico privatizador, de ajuste fiscal y de restricción de derechos constituyó el primer grito de rebeldía contra el modelo del llamado Consenso de Washington.

Posteriores batallas populares tuvieron como corolario un nuevo escenario regional: a partir del triunfo de Hugo Chávez Frías en 1998, los países de Nuestra América comenzaron a gestar gobiernos que, como nunca antes, se parecieron a sus pueblos: el Frente Amplio en Uruguay; Lula y su Partido de los Trabajadores en Brasil; Néstor Kirchner en Argentina; Evo Morales en Bolivia; Rafael Correa en Ecuador; Daniel Ortega en Nicaragua; Fernando Lugo en Paraguay; etc.

Venezuela y Argentina fueron desde entonces los principales (pero no exclusivos) motores para retomar el proyecto de Patria Grande defendido por nuestros primeros libertadores: Bolívar, San Martín, Belgrano, Monteagudo, Sucre, Manuelita Saenz, Bartolina Sisa, Juana Azurduy y los pueblos combatientes de Suramérica. Aquél sueño fue transitoriamente derrotado y vuelve a latir en este siglo XXI, doscientos años más tarde.

Hoy, con todas las tensiones, contradicciones y duras luchas entre lo viejo que no termina de morir y lo nuevo que no termina de nacer, la América Morena aparece como una de las alternativas civilizatorias al modelo de desarrollo capitalista neoliberal. Que las 85 fortunas individuales más ricas del mundo tengan una riqueza equivalente a la mitad de la Humanidad da cuenta de un orden social fundado en la injusticia. Que las potencias militares irrespeten el derecho internacional y violando los más elementales derechos invadan países, provoquen verdaderos genocidios y vuelvan a cometer una rapiña masiva de recursos naturales de los países invadidos es la expresión de la violencia que guía las relaciones internacionales.

América Latina y Caribe, declarada tierra de paz, está avanzando en una alternativa civilizatoria fundada en la expansión de los derechos humanos, en el cuidado de la naturaleza y en una creación llamada “el buen vivir” que tiene una lógica antagónica al objetivo de la acumulación a cualquier costo de ganancias siderales.

En esta lucha global sobre el sentido de la vida, la idea de Patria Grande tiene muchos desafíos por delante, y uno de ellos, el que nos involucra y nos interpela, es el de la educación. En otras palabras, ¿qué educación necesita América Latina en este arremolinado inicio del siglo XXI?

Sabemos que el neoliberal-conservadurismo tiene un proyecto pedagógico, que se descompone en varias líneas funcionales a la reproducción ampliada de las relaciones sociales aún vigentes. Por un lado, la noción tecnocrática de “calidad educativa” entendida como resultados de operativos estandarizados de evaluación. Por otro, la formación para el empleo – dotando de herramientas para la formación de un trabajador dócil y calificado- y con ello la construcción de un ciudadano conformista.  Tercero, la expansión de las fronteras de lo privado – como lo muestra el modelo chileno en su máxima expresión y masivamente rechazado en ese país por las mayorías populares.

¿Qué educación hay que pensar para una Latinoamérica libre, solidaria, igualitaria, democrática?

Una educación que forme seres humanos con “soberanía cognitiva” – capacidad de pensar con cabeza propia- y desarrollar todos los aspectos de su personalidad (el saber pensar, saber decir, saber sentir, saber hacer, saber convivir). También la formación en la cultura del trabajo liberador y de ciudadanos gobernantes.  Estos objetivos , políticos y pedagógicos, serán contribuciones fundamentales para la refundación de nuestras sociedades.

¿Cómo hacerlo? Hemos venido desplegando una serie de acciones en este sentido quienes integramos el Movimiento Pedagógico Latinoamericano, en este caso quienes provenimos del cooperativismo transformador que se expresa en el Centro Cultural de la Cooperación.

Primero (pero no por importancia), avanzamos en el estudio sistemático de los pedagogos y las pedagogías emancipadoras latinoamericanas, comenzando por Simón Rodríguez (maestro de Bolívar, entre muchas otras cosas) y José Martí (gran referente de la independencia cubana). Segundo, co-organizamos las Expediciones Pedagógicas en Argentina y Venezuela donde nos reconocimos y reconocimos a tantos maestros y maestras de Nuestra América intentando construir pedagogías liberadoras. Tercero, generamos propuestas de introducción del cooperativismo en las pedagogías realmente existentes, apuntando a realizar un aporte a la democratización de la vida en las aulas y las instituciones escolares. Impulsamos los Encuentros por una Pedagogía Emancipadora y en La Rioja fuimos protagonistas de la conformación de círculos pedagógicos, formas que asumió allí la construcción de Movimiento Pedagógico.

En suma, en este tiempo de profundas transformaciones, la educación tiene su palabra y su renovación liberadora será la obra de millones, maestros y maestras, estudiantes, comunidades, pueblos enteros que están convocados – desde la educación y desde la política-  a transitar el camino de nuestra segunda y definitiva Independencia.

 [1] Secretario de Investigaciones del CCC Flroeal Gorini, miembro del Movimiento Pedagógico Latinoamericano.

*Fuente de la imagen: http://revistaeducar.com.ar/2013/09/16/huellas-y-sentidos-en-la-construccion-del-movimiento-pedagogico-latinoamericano/

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Uso Informacional de Internet para potenciar la Calidad en Educación Primaria

Uso Informacional de Internet para potenciar la Calidad en Educación Primaria

Jorge Eliécer Díaz Piña. Correo: diazjorge47@gmail.com

45670917-dise-ada-a-mano-de-dibujos-animados-garabatos-sobre-el-tema-de-las-redes-sociales-internet-t-cnico-eA manera de Introducción

Existe suficiente coincidencia a nivel de los analistas de la situación mundial en que ella se caracteriza en la actualidad por un proceso de cambios significativos a escala planetaria, que se expresan a primera vista, entre otros aspectos, en la cada vez mayor redificación informacional global, articulación en forma de red, y la hipertecnologización, el hacer de la tecnología y sus valoraciones un modo de vivir. Ambas expresiones de los cambios apreciados son atribuidas al denominado proceso de La Globalización. No obstante, no existe consenso sobre la naturaleza de ella y, en consecuencia, sobre su conceptualización. Para el enfoque que se asumirá en esta exposición, será concebida como un proceso que induce a las naciones y pueblos a establecer relaciones de rearticulación subordinada con los centros financieros, políticos e ideológicos hegemónicos mundiales del capitalismo neoliberal. Este proceso, debido a su naturaleza desigualadora, impositiva e invasiva debe ser reconceptualizado, pues induce una nueva colonización o recolonización económica, política, social, cultural, ecológica y ambiental de las naciones indoafrolatinoamericanas; de aquí que debiese ser renombrado como Globorrecolonización Neoliberal desde nuestra perspectiva sociohistórica.

Esa Globorrecolonización Neoliberal ha recibido igualmente los calificativos de “sociedad de la información” o “capitalismo informacional de redes transnacional-global”, entre otros, ya que una de las maneras privilegiadas para establecer su forma en red ha sido la de impulsar y establecer vínculos sujetantes por medio de la exacerbación fetichista del uso o consumo de la información mediática digitalizada transformándola en informacionalismo a través de la conectividad teleinformática con base en los desarrollos de la tecnociencia en este campo. Siendo su más representativo medio o nexo de conectividad informacional la red de Internet. Ha sido tal el resaltamiento reificador de la red que se le considera el signo emblemático de la Modernidad Tardía o Posmodernidad; así para Maffesoli (2009) “la Red se convierte en el ícono por excelencia que merece todos los sacrificios y todas las devociones. Todo ello suscita una mitología de las interdependencias y las interconexiones” (p. 70). Agrega más adelante Maffesoli (ob. cit.) una afirmación en forma interrogativa respecto a la relevancia que ha adquirido Internet, utilizando para ello una analogía con el modo fundamental de socialización espiritual comunitaria del cristianismo católico originario, la Comunión de los Santos, “¿no es acaso Internet la Comunión de los Santos posmoderna?” (ob. cit. p. 74).

De igual modo, Castell (1999), ha propuesto a partir de la metáfora de red, el término “sociedad red” para caracterizar lo que él denomina actual modo de desarrollo capitalista que se fundamentaría tecnológicamente en la creación, tratamiento y transmisión de la información digitalizada como condiciones imprescindibles de productividad y poder. Sociedad red que es definida en otro texto como “una estructura social construida alrededor de (pero no determinada por) las redes digitales de comunicación.” (Castell, 2010, p. 24).

Sobre el uso de la tecnología existe una valoración general hegemónica como entidad, instrumento o herramienta neutra, así como sobre la información, esto es, que se les considera sin tomar en cuenta que son expresiones de un contexto social, cultural e histórico que las constituye y que, por tanto, las hace vehículo de relaciones socioculturales que condicionan su uso y a quienes las usan. Este condicionamiento es pasado por alto o subestimado por quienes aceptan o recepcionan las TICs y su uso informacional acríticamente. Entre los condicionamientos que expresa la tecnología y el informacionalismo y que se han obviado o subestimado está su consideración como técnicas de poder, de significación y de subjetivación como lo propuso Foucault (1985). Condicionamientos que deben ser recuperados para la valoración más integral de las TICs y su uso informacional.

Como efecto recursivo sobre el individuo, su subjetividad se constituirá cada vez más a partir de sus interacciones o socialidad virtuales en la red de Internet, en un sujeto disciplinado informacionalmente, un alienado usuario o consumidor dependiente simbólicamente de información y no un autónomo productor de bienes informacionales para la reflexión que nos ocupa, según sea su adicción informacionalista por Internet (frecuencia de uso) y tipo de uso (enmarcación sociocultural de su empleo), porque su uso exigiría cambios de comportamiento o conducta que serían inducidos. De este modo, la libertad de movilidad o desplazamiento del cibernauta está controlada de antemano por el sistema diseñado (complejo de programas, software, y sus soportes activadores, hardware). Los movimientos estarían anticipadamente calculados y se regirían por un abanico de opciones preestablecidas. El individuo aunque le parezca que vive su libertad informativa, no configura el control de la red, al contrario, la red le controla su libertad.

Esa sería una nueva forma de ejercicio del poder que se invisibiliza en su acción pero se evidenciaría en sus efectos de subjetivación en los individuos que subrepticiamente serían modulados por los discursos al respecto y los nodos controladores de la red virtual. Con Internet y el sistema de control informacional se propiciarían novedosos modos articulados de socialización, subjetivación y gestión del poder. De aquí que podamos señalar que las TICs expresan una cibercultura que hay que estudiar en sus modos de enculturizar a los individuos, en este caso, respecto del uso informacional de la Internet en la educación.

Desarrolloprejuiciosinterneteducacion

Los estudios en torno al uso informacional de la Internet en la educación pudieran soportarse epistémicamente, entre otras opciones, a partir de la revisión crítica del vínculo sujeto-objeto, ya que es sobre este vínculo que se articulan raigalmente, explícita o implícitamente, los discursos respecto: 1º) de la relación información-comunicación que implica al concepto de conocimiento, y 2º) de la significación subjetivadora que la información mediática transmite o la que se construye comunicativamente en la educación.

Para realizar esa revisión crítica se considera que los aportes provenientes del paradigma del pensamiento complejo son indispensables. Desde este paradigma, un objeto no es complejo en sí mismo, en el caso hipotético de que se acepte que existe el objeto en sí, lo es para el sujeto que intenta conocerlo. El paradigma de la complejidad no acepta la disyunción sujeto/objeto de la ciencia clásica. Para el pensamiento complejo la complejidad si se la busca en el objeto se encuentra en el sujeto que conoce; si se la busca en el sujeto que conoce, se encuentra en el objeto en tanto el sujeto busca conocerse a sí mismo en su mente como objeto.

Las aportaciones epistemológicas del pensamiento complejo se hacen más pertinentes para las investigaciones al estimar las contribuciones de la cibernética de primer y segundo orden. Sobremanera, cuando ella, además de incluir al observador en lo observado y concebir al objeto como sistema, posteriormente al sujeto y al objeto como organización-acción sistémicas, incorpora las nociones de información y comunicación para comprender la organización (Aguado, 2003).

Con la primera cibernética se reduce la comunicación a transmisión de información y la de ésta a probabilidad de ocurrencia cuantificable en tanto cantidades de bits, conllevando esto a la exclusión del agente implicado, el sujeto, de la idea misma de información, aspecto que va a limitar, cuando no a imposibilitar, describir la complejidad organizacional en los términos de sujeto, información y comunicación.

No obstante, las incongruencias de la primera cibernética condujeron a la reformulación crítica de sus ideas. Maturana y Varela (1996) calificaron como metáfora del tubo a la reducción de la comunicación a simple transmisión, señalando su improcedencia. Para estos investigadores “el fenómeno de la comunicación no depende de lo que se entrega, sino de lo que pasa con el que recibe. Y esto es un asunto muy distinto a “transmitir información”.” (ob. cit., p. 130). Como es el caso cuando se define comunicacionalmente a la información con respecto a su significación, ya que ésta encierra la virtualidad de su transformación puesto que no es transmisible por cuanto está sujeta a la co-determinación interpretativa de la interacción “emisor-receptor”. De aquí que la “pregunta por la comunicación no puede ser la pregunta por la transmisión de algo (información, significado), sino la pregunta por la construcción de algo.” (Aguado, 2003, p. 186).

Pero es Morín (1999) quien propone desarrollos críticos más estrechamente vinculados con la investigación que desarrollamos. Para él la palabra cibernética remite a una teoría del mandato (pilotaje y control), en los sistemas en los que la comunicación regula su organización. En este enfoque la información que se transmite es un programa (instrucciones u órdenes), que controla las operaciones, como es el caso de los ordenadores, máquinas que tratan la información por un mandato automático. Los ordenadores no solamente controlan y mandan producciones materiales, sino también comportamientos con base en sus competencias informacionales.

Morín sostiene que la cibernética subordinó la comunicación al mandato, lo que hace que la defina como “la ciencia del mandato por la comunicación” (ob. cit., p. 272). Concluyendo que de ese modo, la información se impuso como entidad soberana, como imperio informacional en la mayoría de los ámbitos, cuya autenticidad quedó garantizada por su servidor, el ordenador, que se convierte en un aparato de mando. Con base en esto, señala que la “teoría cibernética oculta el problema del poder escondido bajo el mandato” (ob. cit., p. 273), del poder del ordenador que transforma en coerción (programa) la información.

Desde otra perspectiva epistémica pero coincidente, la de Lyotard (1989), que es estimada como premonitoria por su visión crítica anticipada, se consideró que la multiplicación de máquinas de información afectaría la transmisión de conocimientos y la naturaleza del saber. Sobre ello, señala “que se puede esperar una potente exteriorización del saber con respecto al “sabiente” ”. (ob. cit. p. 16), agregando después algo que incidirá directamente sobre el proceso educativo, “el antiguo principio de que la adquisición del saber es indisociable de la formación (Bildung) del espíritu, e incluso de la persona, cae y caerá más en desuso.” (ob. cit.), para finalmente, sentenciar que el saber así transmitido revestirá cada vez más la forma de mercancía o valor de cambio ya que “deja de ser en sí mismo, su propio fin, pierde su “valor de uso”. (ob. cit.).

Cabe, por tanto, la afirmación epistémica formulada de que la información previamente codificada, tematizada y circulante como “conocimiento a accesar” a partir de “clickear” palabras clave o descriptores en los buscadores de la red de Internet, inducen precomprensiones o aprendizajes mecánicos o no constructivos en quienes interactúan con ella desprevenidamente, expuestos sin mediación comunicacional e interlocución sociocultural o pedagógico-educativa crítica significante.

Sobre la producción social de una subjetividad específica, indica Foucault (1978) que el poder opera sobre los individuos tratando de incidir sobre sus posibles acciones, mediante la disciplina o tecnologías normalizadoras del yo para convertirlos en cuerpos dóciles y útiles. Práctica productiva sobre los cuerpos orientada hacia su individualización o subjetivación y que se proyecta en efectos de objetivación o saber.

En los desarrollos de Foucault (ob. cit.) las formas de socialidad y subjetividad conllevan a los dispositivos de disciplinamiento de los individuos que son sujetados o normalizados por los poderes en los distintos ámbitos que configuran. Estos ámbitos por excelencia han sido las instituciones de encerramiento disciplinario: cuarteles, fábricas, escuelas, cárceles y otras. Por dispositivo entiende una red de poder que orienta las relaciones de fuerza o sujeción hacia un cuerpo individual o colectivo.

Entre los aportes que brinda Foucault (1978) al estudio del poder en la constitución social de los individuos, destaca la proposición de interponer como bisagra articuladora entre los dispositivos de poder y la producción de subjetividades a las tecnologías de significación y las normalizadoras del yo para sujetar domesticadamente a los cuerpos. De aquí que se pueda extender su aporte al análisis de las TICs y a su discurso, en particular de Internet, en tanto determinaciones constituyentes de nuevos modos de subjetivación de los individuos, de su “modo de ser sujetos” en su doble acepción: el sí mismo y la condición de ser sujetados.

Por ello, se puede sustentar que los cuerpos escolarizados pretenden ser sujetados o disciplinados a través de convertirlos en sujetos informacionales para ser cuerpos dóciles y útiles, en usuarios/consumidores y no productores de (contra)información, por medio de dispositivos tecnoinformacionales bajo el pretexto ideológico de la necesidad de “estar informados” que puede paradójicamente, producir desinformación por la banalidad y superficialidad informativa que se ofrece predominantemente y el uso desechable de los bienes informacionales que se promueve por su efímera duración. Cuerpos dependientes alienadamente del uso o consumo heterónomo y fetichista de la información transmitida primordialmente por la red de Internet en la que aparecería homologada a conocimientos y saberes verdaderos y legítimos, induciendo por este motivo, junto con la compulsión escolar a repetir, copias o plagios en la educación por vía de “cortar y pegar” dicha información. Para caracterizar lo que consideraremos como fetichismo informacional en la educación, recurriremos a la definición dada por Cullen (2004), “consiste en sustituir el valor de crítica y explicación, propios del conocimiento, por el valor de cambio e instrumentalización de la información” (p. 61), a lo que agrega más adelante “es necesario defender el lugar prioritario del conocimiento y situarse en el horizonte del pensamiento crítico y no de la mera información, que lleva a definir el conocimiento en el horizonte de la razón instrumental” (ob.cit.), para finalizar señalando que “el pensamiento crítico, no la mera información, es la condición de posibilidad de la educación y su resultado más esperado” (ob. cit.).

índice

Conclusiones Aproximatorias

Lo referido conduce a que teóricamente concluyamos que ese tipo informacional es una forma semiótica codificada de presentación y transmisión de la significación de discursos mediante el cual se tiende a mediatizar la percepción y la representación de los individuos a través de las tecnologías que lo programan y lo vehiculan, por vía de formatear digitalmente saberes en unidades o módulos fragmentados, conmutables y conectables funcionalmente de manera prevaleciente en Internet, sin que esas unidades informativas o sus conjuntos funcionales estén integrados en una totalidad.

Por diferenciación, se entenderá la comunicación como proceso de interacción social de intercambio y (re)construcción dialógico de significaciones sobre los conocimientos, saberes, informaciones o bienes informacionales entre interlocutores que en el campo educativo contrarrestaría la aceptación acrítica y fetichista del uso informacional de Internet y la división social o brecha “digital” simbólica capitalista entre productores y consumidores informacionales.

Por esta razón, consideramos que la mediación comunicacional de los docentes es favorecedora de la mejora de la calidad educativa.

 

Referencias

Aguado, J. M. (2003). Comunicación y cognición. Bases epistemológicas de la complejidad . Sevilla,     España: Comunicación social ediciones.

Bougnoux, D. (1999. Introducción a las ciencias de la comunicación. Buenos Aires, Argentina:   Editorial Nueva Visión.

Castell, M.   (1999). La sociedad red. Madrid España,: Alianza Editorial

————   (2010). Comunicación y poder. Madrid, España: Alianza Editorial

Cullen, C. (2004). Perfiles ético-políticos de la educación. Buenos Aires, Argentina: Editorial Paidós

Deleuze, G.   (1991). Posdata sobre las sociedades de control. En C. Ferrer (Comp.) El lenguaje libertario. Montevideo, Uruguay: Ediciones Nordan.

Foucault, M. (1972). La arqueología del saber. México: Siglo XXI editores

—————- (1978). Vigilar y castigar. México: Siglo XXI editores.

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—————-   (1986). Por qué estudiar el poder: la cuestión del sujeto. En Wright Mills, C. y otros. Materiales de sociología crítica. Madrid, España: Ediciones La Piqueta

Ibáñez, J. (1990). Nuevos avances en la investigación social. La investigación social de segundo orden. Barcelona, España: Editorial Anthropos

Lanz, R. (2006). Repensar la técnica. En Debate abierto sobre la Misión Ciencia T. I (pp. 29-31) Caracas, Venezuela: Ministerio de Ciencia y Tecnología.

Lyotard, J-F. (1989). La condición posmoderna. Madrid, España: Editorial Cátedra

Maffesoli, M. (2009). Iconologías. Nuestras idolatrías posmodernas. Barcelona España: Editorial Península.

Maturana, H. y Varela, F. (1996). El árbol del conocimiento. Las bases biológicas del entendimiento humano. Buenos Aires, Argentina: Editorial Lumen- Universitaria

Morin, E. (1999). El método. La naturaleza de la naturaleza. Madrid, España: Editorial Cátedra.

Ramonet, I. (2000). La golosina visual. Madrid, España: Editorial Debate

Virilio, P. (2006). Ciudad pánico. El afuera comienza aquí. Buenos Aires, Argentina: Libros del Zorzal

Fuentes Imágenes:

1) http://cdn.wonderfulengineering.com/wp-content/uploads/2014/07/internet-wallpaper-31.jpg

2)http://us.123rf.com/450wm/balabolka/balabolka1509/balabolka150900141/45670917-dise-ada-a-mano-de-dibujos-animados-garabatos-sobre-el-tema-de-las-redes-sociales-internet-t-cnico-e.jpg?ver=6

3)http://www.vidadigitalradio.com/wp-content/uploads/2009/07/prejuiciosinterneteducacion.jpg

4)http://files.gustavohuallpa.webnode.es/200000001-1aac81ba66/internet%20y%20educaci%C3%B3n.jpg

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