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Hablan las familias de niños con discapacidad: «Quiero que mi hijo vaya al colegio, como todos»

Por Mar Ferragut

Padres y madres reclaman al Govern que desarrolle un plan para que sus hijos puedan ir a centros educativos ordinarios como cualquier otro escolar

Escuela inclusiva. Familias reclaman al Govern que cumpla con los derechos de los niños con discapacidad y desarrolle un plan para que sus hijos puedan ir a centros educativos ordinarios como cualquier otro escolar. Se ha avanzado, pero muchos siguen encontrando trabas, segregación e intentos de forzarlos a ir a centros especiales.

En 2017 la ONU llevó a cabo una investigación confidencial en el sistema educativo español para aclarar si España estaba violando de forma sistemática el derecho a la educación de los menores con discapacidad. La conclusión del informe no hace concesiones: sí.

El informe critica que en España «se ha perpetuado un patrón estructural de exclusión y segregación educativa discriminatorio, basado en la discapacidad». Los niños con discapacidad intelectual o psicosocial y con discapacidad múltiple se ven afectados «de forma desproporcionada».

Para realizar esta investigación la ONU solicitó datos a todas las comunidades pero sus técnicos sólo se personaron en las que que tenían denuncias concretas (Balears no estaba entre ellas).

¿Cómo va a haber discriminación si las estadísticas reflejan que en España el 83% de estos menores acuden a colegios ordinarios? En el archipiélago son el 84%.

El texto de la ONU confirma que las estadísticas «indican un porcentaje alto de inclusión», pero insiste en que la realidad generalizada en España es otra ya que la inclusión se percibe como»un principio, una tendencia o un método pedagógico» pero no como lo que es: un derecho.

Así lo recoge el artículo 24 del la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, firmada y asumida (en la teoría) por España.

La Plataforma per l’ Escola Inclusiva y la Associació Pitiüsa per la Inclusió Educativa i Social (APIES) ya han tenido reuniones con la conselleria de Educación y otras adminitraciones públicas (como la Oficina de Defensa de los Derechos del Menor) para mostrarles el informe y exigirles que actúen y atajen esta situación de discriminación que, indican, también se da en Balears.

Ellos la han vivido en sus carnes. Estas familias lamentan que en la mayoría de los casos «han de luchar» para que se haga efectivo ese derecho a la escolarización en centros ordinarios. Y deploran que muchos progenitores ni siquiera saben que tienen ese derecho.

La Plataforma nació para unificar la batalla y darle visibilidad. Y entre sus aliados encontraron a Joan Jordi Muntaner, profesor e investigador de la Universitat especializado en educación inclusiva, que recuerda que incluso varias sentencias judiciales, corroboradas por el Tribunal Supremo, han confirmado que la derivación a un centro de educación especial ha de ser excepcional y antes «se han de agotar todas las opciones».

Sin embargo en algunos colegios estos progenitores han encontrado rechazo; trabas y ‘recomendaciones’ (disfrazas de obligación) para que lleven a sus hijos a un colegio de educación especial, aunque ellos no quieran.

Los miembros de esta agrupación admiten y celebran una actitud más receptiva por parte de la conselleria de Educación y que haya más recursos que en los años de los recortes (también criticados por la ONU), pero señalan que eso no basta y que ha llegado el momento de que se afronte la situación confeccionado un plan de acción que fije objetivos; plazos; evaluación y presupuesto. En Cataluña ya lo tienen.

«Nos dicen que creen en la inclusión, pero parece que es de un modo utópico», apunta Inés Martín, madre de una niña con Síndrome de Down, que solo quiere su hija vaya a un colegio «como los otros niños».

Javier Lozano, que también tiene un hija con ese síndrome, pide que el plan incluya mucha formación; más recursos y más personal de apoyo y de atención a la diversidad (hay profesores con buena predisposición que se ven desbordados ante la falta de medios, señala); una bajada del número de alumnos por aula y también «un cambio de actitud» por parte de ese personal que aún se resiste a asumir el derecho de estos niños: «Y ese cambio lo ha de liderar la Conselleria».

La educación especial, opcionalEstos progenitores no piden que se eliminen los centros de educación especial, pero quieren que sea algo que elijan los padres; que no se les fuerce a ir dándoles a entender que no hay otra opción.

Tampoco quieren que se les mande a las aulas UEECO (clases dentro de los centros ordinarios a las que se deriva a estos estudiantes) ya que algunos creen que también es segregación. «Pedimos respeto y libertad de elección», resume desde Eivissa Mª Dolores Penín, presidenta de APIES.

Martí March le piden una modificación de la normativa para que estos jovenes puedan ir a FP Básica, una seguna oportunidad para los que no han titulado que no se ofrece a sus hijos.

En definitiva estos padres solo quieren abrir puertas a sus hijos y facilitarles que sigan el camino que elijan. Como todos los padres.

Fuente de la reseña: https://www.diariodemallorca.es/mallorca/2018/09/02/quiero-hijo-colegio/1343872.html

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Kenia: ‘Reggae’ para los alumnos más especiales

 

Redacción: El País

El 90% de los estudiantes con discapacidad en Kenia no recibe una educación adaptada. Un cantante ha abierto una escuela inclusiva en la aldea de Kabondo para acabar con el estigma

A Baba Gurston le habría gustado tener un profesor como él. Uno que entendiese lo que es correr para quien no puede caminar. Uno que susurrase lecciones a los oídos a los que les cuesta escuchar. En realidad, a Baba Gurston le habría gustado tener un profesor. A él, hasta los diez años no le dejaron ir a la escuela. “Mis músculos eran demasiado débiles para moverme”. Una discapacidad genética quebraba sus pasos: sus brazos eran más largos que sus piernas. Eso, en una aldea de campesinos que cultivan maíz en los cerros que vigilan el lago Victoria, en la Kenia fértil que casi es Uganda, es peor que una plaga. Peor incluso que una maldición.

En buena parte de las comunidades rurales de Kenia, donde residen el 66% de los más de cuatro millones de personas con diversidad funcional que se estima existen en el país, la discapacidad es vista como una condena. Cada vez menos, matiza Gurston, pero “aquí la gente sigue creyendo en brujería y supersticiones”. Poco importa lo que diga la The Persons with Disabilities Act o los objetivos del plan gubernamental Kenia 2030, nacer con una discapacidad física o intelectual en Kenia es casi siempre sinónimo de marginalidad. Un círculo vicioso de vergüenza, rechazo y discriminación.

“Las personas con discapacidad son el grupo más desfavorecido y marginando, los que más discriminación sufren en todos los niveles de la sociedad: una compleja red de problemas económicos y sociales, incluida la desigualdad de género, crean barreras educativas, sociales y económicas. Por tanto, un número desproporcionado de niños y adultos con necesidades especiales no pueden acceder a una educación adecuada y son analfabetos”, resume un informe del propio Gobierno keniano..

Alumnos de la escuela inclusiva, en el patio del centro antes de asistir a las últimas clases de la mañana.
Alumnos de la escuela inclusiva, en el patio del centro antes de asistir a las últimas clases de la mañana.PABLO L. OROSA

La traducción, en cifras, es que de los más de 750.000 jóvenes con discapacidad en edad escolar, solo 45.000 (el 6%) están escolarizados y apenas el 2% inscritos en programas adaptados a sus necesidades. Esto supone que alrededor del 90% de los menores con discapacidad o bien permanecen fuera del sistema educativo o acuden a centros sin capacidad para atenderlos.

Apenas el 2% de los 750.000 jóvenes con discapacidad en edad escolar en Kenia reciben una formación adaptada a sus necesidades

Más allá de las cifras, son jóvenes como Byron que despiden cada mañana a sus hermanos antes de ir a la escuela. Para ellos no hay pizarras ni clases de inglés, solo paredes mudas con las que esconderlos del mundo. Tener ceguera, albinismo o trastorno del espectro autista es un salvoconducto a la marginalidad. “Las familias se sienten estigmatizadas y tienen miedo de mostrar al crío en público”, señalan los expertos gubernamentales. A Byron, el más tímido de los tres compañeros de pupitre, lo tuvieron durante meses en casa. “Hasta que convencimos a los padres de que él no era diferente, solo que no era tan fuerte como sus hermanos”, interviene Gurston. Ni siquiera están seguros de lo que debilita su cuerpo. Puede ser algo genético, pero también la malaria. O la polio.

Esta cadena de estigmatización se extiende a través del sistema educativo. Pese a los grandes esfuerzos por mejorar, con la puesta en marcha en 2003 de la educación primaria gratuita, los menores con diversidad funcional siguen siendo un colectivo olvidado. Hay poco más de un centenar de escuelas especializadas y algo más de 1.300 unidades adaptadas en los centros públicos. La mayoría carecen de instalaciones y equipamiento adecuados.

Entre el profesorado, solo el 1% ha recibido formación para atender a alumnos con necesidades especiales múltiples. “Hace falta más formación específica, ya que son muchos los prejuicios que rondan en torno a la discapacidad y ello ejerce una fuerte oposición hacia la inclusión. Es imprescindible que la formación que se dé al profesorado sea específica a las dificultades que se encuentran. Es un tópico real que desde la universidad se promueven aspectos teóricos, que pocas veces se asemejan al día a día que tienen los maestros en sus aulas. Necesitan herramientas útiles y apoyos continuos, no un amplio conocimiento sobre discapacidad y una ayuda puntual que pronto quedará en el olvido”, apunta Saínza Ramos, pedagoga experta en el trastorno del espectro del autismo.

Solo el 19% de los alumnos con diversidad funcional concluyen su formación secundaria en Kenia

El propio sistema educativo es demasiado rígido: a algunos alumnos con necesidades especiales no les da tiempo a completar los exámenes. El resultado es que apenas el 19% de los estudiantes con discapacidad concluyen su formación secundaria y apenas 645 cursaban estudios superiores en las 70 universidades públicas y privadas del país en 2016.

El ejecutivo de Uhuru Kenyatta, reelegido el pasado otoño, ha tratado de frenar esta deriva aumentando las ayudas a los padres que matriculen a sus hijos con discapacidad hasta los 2.040 chelines (23 dólares) mensuales. Este dinero, arguyen las familias, apenas alcanza para hacer frente a los gastos de transporte. “Las personas con discapacidad, especialmente los niños, viven en entornos hostiles donde su seguridad está comprometida y su futuro en peligro. Permanecen marginados y sin oportunidad de avanzar, sin voz a consecuencia de los prejuicios, la violencia y el abuso social”, concluye el informe gubernamental.

La escuela del ‘reggae’

Baba Gurston, quien impulsa la escuela inclusiva de Kabondo, en la entrada del recinto.
Baba Gurston, quien impulsa la escuela inclusiva de Kabondo, en la entrada del recinto. PABLO L. OROSA

En la entrada del aula hay un sinfín de zapatos. Tienen tantos colores como formas. Hay sandalias, mocasines y katiuskas. La mayoría negras, pero también verdes y rosas. Todas, sin excepción, cansadas de tanto barro y tanto caminar. En Kabondo la gente camina mucho: para preparar la tierra, para ir al mercado y al médico, para ir a la escuela los que pueden ir a la escuela. Es una comunidad humilde, bendecida con una tierra fértil en maíz, patatas dulces, tomates y hortalizas, pero en la que no sobra dinero para enviar a los chicos al colegio. Menos aún a los que tienen algún tipo de discapacidad.

Convertido en una estrella del reggae en Kenia, Baba Gurston creó una escuela en la que, de los 83 alumnos, 15 tienen algún tipo de discapacidad

A Byron, con el cuerpo enflaquecido y la boca parca, lo tenían escondido en casa. A Yael, seis años contados en episodios de epilepsia, también. De no ser por esta escuela, la escuela del reggae, los chicos de Kabondo no podrían ir al colegio. Los que tienen discapacidad, seguro; los que no, quizá tampoco. Aquí la pelea por la educación es diaria e individual. Hay que convencer a las familias, una por una. Día a día. «Futuro a futuro», parafraseando al propio Baba Gurston. Porque él lo tiene claro: “En esta escuela estamos abriendo un futuro para estos niños”. Para los 83, incluidos los 15 con discapacidad.

En las cuatro aulas levantadas donde hace dos años solo había pastos no hay distinción posible. Aquí todos los alumnos son iguales. El que tiene el cuerpo envilecido o el que tiene ceguera. En la escuela de Baba Gurston solo hay un lema: Disability is not inability (la discapacidad no es incapacidad). “Por raro que parezca la educación inclusiva favorece principalmente a los niños que no tienen ningún tipo de discapacidad, y ya no solo por todos los valores que promueve sino porque aprenden a sentirse parte de un grupo, reconociendo capacidades dentro de todas nuestras discapacidades, aspecto clave para crecer en el mundo laboral formando equipos”, apunta Ramos.

“La gente cree que la gente con discapacidad no tiene talentos, pero no es cierto, sí los tiene”, señala Gurston. Él, el chico que hasta los diez años no podía ni caminar, es hoy el mayor exponente de lo que se puede lograr derribando las barreras de los estereotipos. Tras nueve meses recorriendo los círculos del infierno, los tres primeros bañándose en el ungüento de hierbas preparado por una curandera y los otros seis encerrado tres horas al día en un agujero de barro bajo el sol, según cuenta, los músculos de Baba Gurston aprendieron a sostenerse. Lo suficiente para recuperar el tiempo perdido. Llegó a secundaria, donde entre los 1.200 alumnos era el único con discapacidad: “Me decían cosas, me intimidaban e incluso me robaban”. Pese al bullying, fue un alumno brillante: dominaba la gramática y la música como el mejor.

Con 17 años se marchó a Kibera, uno de los mayores slums del África, la ciudad sin nombre inmortalizada por Hollywood en El jardinero fiel. Allí conoció a otros como él. Artistas. De la mano del Kibera Creative Arts puso en marcha un grupo en el que los bailarines con algún tipo de discapacidad eran las estrellas. Fue su primer éxito. Suficiente para aliviar una vida dura: en Kibera no hay vidas que no lo sean. “Para mí lo peor era la distancia que tenía que caminar a diario: era casi una hora y media y eso es mucho para mí”, asegura Baba, hoy sentado a la sombra en el único despacho de la escuela. Es una habitación pequeña, de paredes claras y desnudas, con tres sillas y una mesa repleta de libros y carpetas impecablemente ordenadas. También hay dos grapadoras, varias libretas y un juego de bolígrafos. Y el teléfono de Baba.

—¿Por qué decidiste volver?

—Un amigo me convenció. A mí no me gustaba la idea de ser profesor, pero empezamos a hablar de educar a niños pequeños…

Por aquel entonces, hace algo más de dos años, Baba Gurston ya era un reconocido cantante en la escena alternativa keniana. Una de las estrellas de los Art Attack Festival. “La gente se vuelve loca cuando él sale al escenario”, afirma uno de los jóvenes de Kibera que creció viéndolo actuar. Sus ritmos reggaesuenan en Ruanda, Tanzania, Uganda o Etiopía. También en Suecia, donde un artista local, Peter Lundback, se ha convertido en su gran aliado. Su posición —y sus ingresos— le permitieron poner en marcha la escuela. Volver a Kabondo para darle a los pequeños un maestro que él nunca tuvo.

“No queremos que los niños con discapacidad crezcan aparte, que les digan que son especiales. ¡No hay nadie especial! Queremos que sean como los demás. La principal razón por la que existe la discriminación es porque nos separan, esconden a los niños y eso genera rechazo. Si los niños crecen entre iguales se reconocen en ellos, reconocen que ellos también pueden ser vistos como distintos: así es como pasan a ser uno más”, explica. “No hay nada mejor para potenciar el desarrollo de un niño que con el apoyo del grupo-clase, niños conscientes de que todos tenemos dificultades que con ayuda de los demás son menos dificultades”, concuerda Ramos.

Por eso, esta mañana en la clase de ciencia de la señorita Julie no hay miradas distintas para Byron ni para Yael. Tampoco para Jacob. Solo hay un profesor pendiente de ellos. Para ayudarlos. “Les hacemos un refuerzo después de la clase”, explica la maestra. El modelo funciona: “Yael, por ejemplo, iba con un poco de retraso, pero ya hace casi todas las actividades con sus compañeros”. Y Jacob, continúa Gurston, “cada vez se va abriendo más: cuando llegó tenía miedo a hablar”.

En apenas un año, la escuela en la que todo se aprende a través de la música ha conseguido mucho. Hay todavía retos: ampliar las clases, conseguir una furgoneta con la que recoger a los pequeños que viven más lejos y fondos para poder poner en marcha un comedor, pero el primer paso ya está dado. Después de aprender a caminar, ya solo se puede correr.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/07/09/planeta_futuro/1531151350_136446.html

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Kenia: La historia de la escuela de Reggae para discapacitados (+Videos)

Kenia / 29 de julio de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: Do the Reggae

EN KENIA, HAY EN TORNO A UN 90% DE PERSONAS EN EDAD ESCOLAR CON DISCAPACIDAD QUE NO RECIBE NINGÚN TIPO DE EDUCACIÓN ADAPTADA.

POR ESA RAZÓN, UN MÚSICO DE REGGAE LLAMADO BABA GURSTON HA CREADO UNA ESCUELA PARA PERSONAS QUE, COMO ÉL, SUFREN ALGÚN TIPO DE DISCAPACIDAD.

 

 

En la mayoría de las comunidades rurales de Kenia, donde residen más de la mitad de los más de cuatro millones de personas con discapacidades que existen en ese país, las diversas discapacidades se viven como una condena o incluso una maldición. Recordad que esta zona del planeta es muy dada a seguir creyendo en la brujería y las supersticiones. En todo caso, allí la discapacidad es casi siempre sinónimo de marginalidad. Es decir, un número desproporcionado de personas con necesidades especiales no pueden acceder a una educación adecuada.

Tristemente, eso conlleva a un bucle de marginalidad y rechazo que se extiende a través del sistema educativo. En realidad, apenas el 2% de los 750.000 jóvenes con discapacidad en edad escolar en Kenia reciben una formación adaptada a sus necesidades. Luego hay un 6% que al menos está escolarizado, aunque no están inscritos en programas que se adapten a sus necesidades. Esto supone que alrededor del 90% de los menores con discapacidad permanecen fuera del sistema educativo. Además, entre el profesorado, solo el 1% ha recibido formación para atender a alumnos con necesidades especiales múltiples.

Sigamos aportando cifras. De todos los escolarizados, sólo un 20% de los alumnos con diversidad funcional concluyen su formación secundaria y son muy pocos los que llegan a poder cursar estudios superiores. Por todo ello, El gobierno keniata ha tratado de cambiar el rumbo a esta situación aumentando las ayudas mensuales a los padres que matriculan a sus hijos con discapacidad hasta los 2.040 chelines (20 euros). Pero este dinero apenas alcanza para hacer frente a los gastos de transporte y más cuando la mayoría de los niños viven en entornos hostiles. Es decir, este colectivo sigue siendo un gran olvidado y con pocas oportunidades de avanzar.

Kabondo es una comunidad humilde, bendecida con una tierra fértil, pero en la que tampoco sobra dinero para enviar a los chicos al colegio. Allí, Baba Gurston creó una escuela inclusiva de 83 alumnos, donde 15 tienen algún tipo de discapacidad. De no ser por esta escuela, donde todo se aprende con música, los chicos de Kabondo no podrían haber ido al colegio. En esa zona la pelea por la educación es diaria. Hay que convencer a las familias, una por una, para que dejen a sus hijos ir a la escuela. De hecho, son muchos los casos en los que niños con discapacidades son encerrados para que nadie les pueda ver. Es decir, Baba Gurston le está posibilitando otro futuro a todos esos niños a través de lemas como ‘la discapacidad no es incapacidad’.

Al propio Baba no le dejaron ir a la escuela hasta los diez años. Una discapacidad genética le impedía realizar grandes distancias: sus brazos eran más largos que sus piernas. Con 17 años marchó a Kibera, uno de los mayores slums de África. De la mano del Kibera Creative Arts puso en marcha un grupo en el que los bailarines con algún tipo de discapacidad eran las estrellas. Fue su primer éxito. Más tarde, se convirtió en un reconocido cantante en la escena reggae keniana. Y ahora sus canciones suenan en Ruanda, Tanzania, Uganda o Etiopía.

 

https://youtu.be/OUDAMkbwK5Y

 

Fuente de la Noticia:

https://www.dothereggae.com/portal/la-historia-de-la-escuela-de-reggae-para-discapacitados/

ove/mahv

 

 

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“La escuela es el mejor inicio para una sociedad inclusiva”. Entrevista a Efrén Carbonell

Entrevista/26 Julio 2018/Autor: Mar Domènech Bert/Fuente: El país

Entrevista a Efrén Carbonell, referente de la escuela inclusiva y comprometido desde hace años con la formación y la investigación para una educación de calidad para todos

En octubre hará un año de la aprobación en Catalunya del decreto de Escola Inclusiva. Este establece que todos los alumnos se escolaricen en centros ordinarios, y solo a petición de la familia en centros de educación especial los alumnos con necesidades asociadas a una discapacidad severa o profunda. Por eso, hemos querido entrevistar a Efrén Carbonell, asesor en materia de necesidades educativas especiales al Departament d’Ensenyament de la Generalitat de Catalunya y director de la Fundació ASPASIM de Barcelona, dedicada a los servicios educativos, laborales, residenciales y sociales para las personas con discapacidad. Además, desde 1996 forma parte del grupo de trabajo europeo FORMADIR para la integración de las personas con discapacidad.

PREGUNTA. ¿En pocas palabras cómo podemos definir el modelo de escuela inclusiva?

RESPUESTA. Es un modelo de escolarización donde todos los alumnos, sin exclusión alguna, se educan juntos en los centros educativos ordinarios. La inclusión es el mayor reto para las escuelas de todo el mundo y es el foco central de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible de Naciones Unidas.

P. La teoría suena muy bien, ¿pero en una sociedad perfeccionista, elitista y competitiva en la que vivimos funcionará el modelo de escuela inclusiva?

R. La educación es un derecho universal… y además, desde 2006 existe la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad ratificada por la mayoría de estados miembros de Naciones Unidas. También resulta alentador y supone todo un reto querer romper con este modelo de sociedad que tiende a la segregación. La escuela es el mejor inicio para una sociedad inclusiva. Pero es importante que tengamos en cuenta que un alumno permanece en la escuela entre el 7% y el 12% de su tiempo, el resto está fuera de ella.

P. ¿Actualmente de qué herramientas disponen los centros para que esto sea posible?

R. El nuevo Decreto Educativo 150/2017 regula de una forma muy correcta los diferentes niveles de intensidad de apoyo que necesita cada alumno en función de sus NEAE (Necesidades Específicas de Apoyo Educativo). Se distinguen entre los soportes universales, los adicionales y los intensivos (estos corresponderían a un apoyo auditivo para un alumno sordo o a un velador para aquel que tiene algún problema de autonomía). Así, pasamos de una visión de déficit a una actuación educativa basada en los apoyos.

P. ¿Qué otros países hay como referentes/ejemplos a nivel internacional?

R. Los países anglosajones son un buen ejemplo y en el ámbito europeo vamos avanzando. Ahora ya no es momento de hablar de inclusión sí o inclusión no; ahora toca hablar de ¡Cómo la hacemos y que sea de calidad!

Ahora ya no es momento de hablar de inclusión sí o inclusión no; ahora toca hablar de ¡Cómo la hacemos y que sea de calidad!

P. ¿Qué valores surgen en una escuela inclusiva?

R. En una escuela inclusiva se cultivan y arraigan valores tales como la dignidad, el respeto, la comprensión, la empatía o la solidaridad. Los propios que irán definiendo una sociedad donde quepamos todos sin exclusión y en equidad.

P. ¿Cómo podemos educar, más allá de la escuela, una sociedad más inclusiva?

R. En esta lucha estamos todos aquellos que no solo creemos, sino que trabajamos en una educación para todos, sin discriminación de ningún tipo. No es que seamos unos soñadores idealistas, sencillamente nos mueve el deseo de construir una sociedad que abarque a TODOS… en el sentido más universal y global posible. Si no es así «la inclusión» pierde todo su significado, y se convierte en una palabra vacía más.

P. ¿Qué respuesta se tiene de la comunidad educativa ante este nuevo modelo? ¿Y por parte de las familias?

R. La inclusión no es una finalidad en sí misma, es más bien un proceso que pasa por diferentes momentos en función de cada centro. Las familias se tienen que agrupar y constituir en las propias AFAS de las escuelas, en comisiones de Atención a la diversidad y redes InterAFAS.

P. ¿Y los niños que dicen? ¿Podemos decir que la mirada del niño es la más inclusiva de todas?

R. La mirada del niño siempre es la verdadera, la que está limpia de prejuicios, tópicos y tabúes.

P. ¿Los niños con necesidades especiales encuentran en una escuela ordinaria todo el apoyo y atención especial?

R. Tenemos que partir de que las escuelas o espacios educativos existen porque hay niños-alumnos con diferentes velocidades de maduración, intereses, carácter, personalidad, condiciones de salud y estilos de aprendizaje distintos. Por eso, cada alumno debería tener esencialmente un nombre, no una etiqueta con más o menos niveles zaherimiento.

Es necesario, por tanto, proporcionar a los alumnos los medios para eliminar las barreras que puedan impedir su participación en los centros ordinarios y, en la medida de lo posible, dentro del grupo de referencia. De hecho, uno de los postulados esenciales de la escuela inclusiva precisa que los recursos acompañan al alumno, y no al revés. El alumno no debería ir donde están los servicios específicos como se sigue haciendo habitualmente.

Es necesario, por tanto, proporcionar a los alumnos los medios para eliminar las barreras que puedan impedir su participación en los centros ordinarios

P. ¿Se está preparado con respecto a profesorado y recursos?

R. En la actualidad se han puesto en marcha diferentes planes de formación del profesorado. Actualmente han recibido la formación básica la mitad de los maestros de educación especial.

P. Si cada niño / a tiene unas necesidades personales, ¿Cómo se puede hacer una educación inclusiva universal? ¿Cómo se personaliza esta inclusión?

R. El secreto está en empezar bien temprano desde las guarderías. La mirada del niño son las gafas que todos deberíamos ponernos. Si desde bien pequeños se empieza, al final absolutamente todo se normaliza. Como más grandes se hacen más difícil es esta normalización.

P. ¿Se puede mantener la inclusión en todas las etapas educativas? ¿Cómo?

R. Si partimos del grupo de referencia, se puede ir más allá del aula y del grupo de edad. También se tiene que tener en cuenta toda la escuela, las posibles interacciones y situaciones de aprendizaje que se pueden producir.

En este sentido, es importante tener presente que la enseñanza obligatoria es también la ESO. La calidad de la transición interetapas es esencial en la vida de cualquier niño/a, y muy positivo si el alumno va acompañado de los compañeros habituales de la Primaria.

P. ¿Cómo funciona la escolarización compartida entre escuela ordinaria y centros de educación especial?

R. Es evidente que los centros de educación especial, en el marco de la LEC y de la tradición pedagógica en nuestro país, deberían tener un papel capital para avanzar con firmeza hacia una escuela que responda a las necesidades educativas de todo el alumnado.

Estos espacios son un activo que no puede retraerse del proceso ni se puede ver conformado a unas prácticas de escolarización compartida en horario lectivo. Estos mantienen, con toda la buena fe y bondades del mundo, un modelo excluyente, discriminatorio y a veces pedagógicamente perverso. Y que además, merma capacidades de respuesta y procesos de cambio dentro de la escuela ordinaria. En la mayoría de casos es impensable la aplicación en el caso de los alumnos sin discapacidad.

P. Y a nivel económico, ¿poner en marcha este nuevo modelo educativo es posible?

R. Siempre serán necesarios más recursos, sin embargo, hay más cursos que recursos humanos. Esto provoca humanos con grandes recursos, y con necesidad de irse formando y preparando continuamente.

En los años ochenta, se diseñó toda una arquitectura de apoyo a las escuelas que, por aquel entonces, eran integradoras, con maestros de educación especial, EAP, etc.

Tenemos una gran red a rebosar de conocimiento. Ahora hay que activarla y gestionarla con altas dosis de eficiencia y efectividad.

P. Recientemente el Comité sobre Derechos de las Personas con discapacidades de la ONU ha sacado un informe en el que denuncia la violación sistemática que se produce en España sobre el derecho de los alumnos con discapacidad a recibir una educación inclusiva y de calidad. ¿En Cataluña qué dicen los colectivos con alguna necesidad especial – discapacidad? ¿Realmente se sienten incluidos?

R. El papel lo aguanta todo, pero ahora hay que cambiar actitudes y poner en marcha todo el potencial de conocimiento que existe en el mundo educativo para hacer avanzar este Derecho.

Imagen: http://www.educacio-inclusiva.net/wp-content/uploads/2014/05/efren-carbonell.jpg

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/07/18/mamas_papas/1531907328_876854.html

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‘Reggae’ para los alumnos más especiales

Por: Pablo L. Orosa

El 90% de los estudiantes con discapacidad en Kenia no recibe una educación adaptada. Un cantante ha abierto una escuela inclusiva en la aldea de Kabondo para acabar con el estigma

A Baba Gurston le habría gustado tener un profesor como él. Uno que entendiese lo que es correr para quien no puede caminar. Uno que susurrase lecciones a los oídos a los que les cuesta escuchar. En realidad, a Baba Gurston le habría gustado tener un profesor. A él, hasta los diez años no le dejaron ir a la escuela. “Mis músculos eran demasiado débiles para moverme”. Una discapacidad genética quebraba sus pasos: sus brazos eran más largos que sus piernas. Eso, en una aldea de campesinos que cultivan maíz en los cerros que vigilan el lago Victoria, en la Kenia fértil que casi es Uganda, es peor que una plaga. Peor incluso que una maldición.

En buena parte de las comunidades rurales de Kenia, donde residen el 66% de los más de cuatro millones de personas con diversidad funcional que se estima existen en el país, la discapacidad es vista como una condena. Cada vez menos, matiza Gurston, pero “aquí la gente sigue creyendo en brujería y supersticiones”. Poco importa lo que diga la The Persons with Disabilities Act o los objetivos del plan gubernamental Kenia 2030, nacer con una discapacidad física o intelectual en Kenia es casi siempre sinónimo de marginalidad. Un círculo vicioso de vergüenza, rechazo y discriminación.

“Las personas con discapacidad son el grupo más desfavorecido y marginando, los que más discriminación sufren en todos los niveles de la sociedad: una compleja red de problemas económicos y sociales, incluida la desigualdad de género, crean barreras educativas, sociales y económicas. Por tanto, un número desproporcionado de niños y adultos con necesidades especiales no pueden acceder a una educación adecuada y son analfabetos”, resume un informe del propio Gobierno keniano…

La traducción, en cifras, es que de los más de 750.000 jóvenes con discapacidad en edad escolar, solo 45.000 (el 6%) están escolarizados y apenas el 2% inscritos en programas adaptados a sus necesidades. Esto supone que alrededor del 90% de los menores con discapacidad o bien permanecen fuera del sistema educativo o acuden a centros sin capacidad para atenderlos.

Apenas el 2% de los 750.000 jóvenes con discapacidad en edad escolar en Kenia reciben una formación adaptada a sus necesidades

Más allá de las cifras, son jóvenes como Byron que despiden cada mañana a sus hermanos antes de ir a la escuela. Para ellos no hay pizarras ni clases de inglés, solo paredes mudas con las que esconderlos del mundo. Tener ceguera, albinismo o trastorno del espectro autista es un salvoconducto a la marginalidad. “Las familias se sienten estigmatizadas y tienen miedo de mostrar al crío en público”, señalan los expertos gubernamentales. A Byron, el más tímido de los tres compañeros de pupitre, lo tuvieron durante meses en casa. “Hasta que convencimos a los padres de que él no era diferente, solo que no era tan fuerte como sus hermanos”, interviene Gurston. Ni siquiera están seguros de lo que debilita su cuerpo. Puede ser algo genético, pero también la malaria. O la polio.

Esta cadena de estigmatización se extiende a través del sistema educativo. Pese a los grandes esfuerzos por mejorar, con la puesta en marcha en 2003 de la educación primaria gratuita, los menores con diversidad funcional siguen siendo un colectivo olvidado. Hay poco más de un centenar de escuelas especializadas y algo más de 1.300 unidades adaptadas en los centros públicos. La mayoría carecen de instalaciones y equipamiento adecuados.

Entre el profesorado, solo el 1% ha recibido formación para atender a alumnos con necesidades especiales múltiples. “Hace falta más formación específica, ya que son muchos los prejuicios que rondan en torno a la discapacidad y ello ejerce una fuerte oposición hacia la inclusión. Es imprescindible que la formación que se dé al profesorado sea específica a las dificultades que se encuentran. Es un tópico real que desde la universidad se promueven aspectos teóricos, que pocas veces se asemejan al día a día que tienen los maestros en sus aulas. Necesitan herramientas útiles y apoyos continuos, no un amplio conocimiento sobre discapacidad y una ayuda puntual que pronto quedará en el olvido”, apunta Saínza Ramos, pedagoga experta en el trastorno del espectro del autismo.

Solo el 19% de los alumnos con diversidad funcional concluyen su formación secundaria en Kenia

El propio sistema educativo es demasiado rígido: a algunos alumnos con necesidades especiales no les da tiempo a completar los exámenes. El resultado es que apenas el 19% de los estudiantes con discapacidad concluyen su formación secundaria y apenas 645 cursaban estudios superiores en las 70 universidades públicas y privadas del país en 2016.

El ejecutivo de Uhuru Kenyatta, reelegido el pasado otoño, ha tratado de frenar esta deriva aumentando las ayudas a los padres que matriculen a sus hijos con discapacidad hasta los 2.040 chelines (23 dólares) mensuales. Este dinero, arguyen las familias, apenas alcanza para hacer frente a los gastos de transporte. “Las personas con discapacidad, especialmente los niños, viven en entornos hostiles donde su seguridad está comprometida y su futuro en peligro. Permanecen marginados y sin oportunidad de avanzar, sin voz a consecuencia de los prejuicios, la violencia y el abuso social”, concluye el informe gubernamental.

La escuela del ‘reggae’

Baba Gurston, quien impulsa la escuela inclusiva de Kabondo, en la entrada del recinto.
Baba Gurston, quien impulsa la escuela inclusiva de Kabondo, en la entrada del recinto. PABLO L. OROSA

En la entrada del aula hay un sinfín de zapatos. Tienen tantos colores como formas. Hay sandalias, mocasines y katiuskas. La mayoría negras, pero también verdes y rosas. Todas, sin excepción, cansadas de tanto barro y tanto caminar. En Kabondo la gente camina mucho: para preparar la tierra, para ir al mercado y al médico, para ir a la escuela los que pueden ir a la escuela. Es una comunidad humilde, bendecida con una tierra fértil en maíz, patatas dulces, tomates y hortalizas, pero en la que no sobra dinero para enviar a los chicos al colegio. Menos aún a los que tienen algún tipo de discapacidad.

Convertido en una estrella del reggae en Kenia, Baba Gurston creó una escuela en la que, de los 83 alumnos, 15 tienen algún tipo de discapacidad

A Byron, con el cuerpo enflaquecido y la boca parca, lo tenían escondido en casa. A Yael, seis años contados en episodios de epilepsia, también. De no ser por esta escuela, la escuela del reggae, los chicos de Kabondo no podrían ir al colegio. Los que tienen discapacidad, seguro; los que no, quizá tampoco. Aquí la pelea por la educación es diaria e individual. Hay que convencer a las familias, una por una. Día a día. «Futuro a futuro», parafraseando al propio Baba Gurston. Porque él lo tiene claro: “En esta escuela estamos abriendo un futuro para estos niños”. Para los 83, incluidos los 15 con discapacidad.

En las cuatro aulas levantadas donde hace dos años solo había pastos no hay distinción posible. Aquí todos los alumnos son iguales. El que tiene el cuerpo envilecido o el que tiene ceguera. En la escuela de Baba Gurston solo hay un lema: Disability is not inability (la discapacidad no es incapacidad). “Por raro que parezca la educación inclusiva favorece principalmente a los niños que no tienen ningún tipo de discapacidad, y ya no solo por todos los valores que promueve sino porque aprenden a sentirse parte de un grupo, reconociendo capacidades dentro de todas nuestras discapacidades, aspecto clave para crecer en el mundo laboral formando equipos”, apunta Ramos.

“La gente cree que la gente con discapacidad no tiene talentos, pero no es cierto, sí los tiene”, señala Gurston. Él, el chico que hasta los diez años no podía ni caminar, es hoy el mayor exponente de lo que se puede lograr derribando las barreras de los estereotipos. Tras nueve meses recorriendo los círculos del infierno, los tres primeros bañándose en el ungüento de hierbas preparado por una curandera y los otros seis encerrado tres horas al día en un agujero de barro bajo el sol, según cuenta, los músculos de Baba Gurston aprendieron a sostenerse. Lo suficiente para recuperar el tiempo perdido. Llegó a secundaria, donde entre los 1.200 alumnos era el único con discapacidad: “Me decían cosas, me intimidaban e incluso me robaban”. Pese al bullying, fue un alumno brillante: dominaba la gramática y la música como el mejor.

Con 17 años se marchó a Kibera, uno de los mayores slums del África, la ciudad sin nombre inmortalizada por Hollywood en El jardinero fiel. Allí conoció a otros como él. Artistas. De la mano del Kibera Creative Arts puso en marcha un grupo en el que los bailarines con algún tipo de discapacidad eran las estrellas. Fue su primer éxito. Suficiente para aliviar una vida dura: en Kibera no hay vidas que no lo sean. “Para mí lo peor era la distancia que tenía que caminar a diario: era casi una hora y media y eso es mucho para mí”, asegura Baba, hoy sentado a la sombra en el único despacho de la escuela. Es una habitación pequeña, de paredes claras y desnudas, con tres sillas y una mesa repleta de libros y carpetas impecablemente ordenadas. También hay dos grapadoras, varias libretas y un juego de bolígrafos. Y el teléfono de Baba.

—¿Por qué decidiste volver?

—Un amigo me convenció. A mí no me gustaba la idea de ser profesor, pero empezamos a hablar de educar a niños pequeños…

Por aquel entonces, hace algo más de dos años, Baba Gurston ya era un reconocido cantante en la escena alternativa keniana. Una de las estrellas de los Art Attack Festival. “La gente se vuelve loca cuando él sale al escenario”, afirma uno de los jóvenes de Kibera que creció viéndolo actuar. Sus ritmos reggaesuenan en Ruanda, Tanzania, Uganda o Etiopía. También en Suecia, donde un artista local, Peter Lundback, se ha convertido en su gran aliado. Su posición —y sus ingresos— le permitieron poner en marcha la escuela. Volver a Kabondo para darle a los pequeños un maestro que él nunca tuvo.

“No queremos que los niños con discapacidad crezcan aparte, que les digan que son especiales. ¡No hay nadie especial! Queremos que sean como los demás. La principal razón por la que existe la discriminación es porque nos separan, esconden a los niños y eso genera rechazo. Si los niños crecen entre iguales se reconocen en ellos, reconocen que ellos también pueden ser vistos como distintos: así es como pasan a ser uno más”, explica. “No hay nada mejor para potenciar el desarrollo de un niño que con el apoyo del grupo-clase, niños conscientes de que todos tenemos dificultades que con ayuda de los demás son menos dificultades”, concuerda Ramos.

Por eso, esta mañana en la clase de ciencia de la señorita Julie no hay miradas distintas para Byron ni para Yael. Tampoco para Jacob. Solo hay un profesor pendiente de ellos. Para ayudarlos. “Les hacemos un refuerzo después de la clase”, explica la maestra. El modelo funciona: “Yael, por ejemplo, iba con un poco de retraso, pero ya hace casi todas las actividades con sus compañeros”. Y Jacob, continúa Gurston, “cada vez se va abriendo más: cuando llegó tenía miedo a hablar”.

En apenas un año, la escuela en la que todo se aprende a través de la música ha conseguido mucho. Hay todavía retos: ampliar las clases, conseguir una furgoneta con la que recoger a los pequeños que viven más lejos y fondos para poder poner en marcha un comedor, pero el primer paso ya está dado. Después de aprender a caminar, ya solo se puede correr.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/07/09/planeta_futuro/1531151350_136446.html

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Paso a paso con la educación inclusiva

Por José Jorge Chade

Se acerca el Segundo Congreso de Inclusión Educativa. Aquí, información crucial para participantes, a cargo del profesor José Jorge Chade.

Es una actitud, un sistema de valores y creencias. Incluir significa ser parte de algo, formar parte del todo. Podemos fijarnos en la contraposiciòn de la inclusiòn y exclusiòn para definirlo.

Se trata de acoger a todos, comprometiéndose a hacer cualquier cosa que sea necesaria para proporcionar a cada estudiante el derecho inalienable de pertenencia a un grupo, a no ser excluìdo. La inclusiòn asume que la convivencia y el aprendizaje en grupo es la mejor forma de beneficiar a todos.

Una escuela Inclusiva ve a todos los alumnos como capaces de aprender y anima y honra todos los tipos de diversidad, como una oportunidad para aprender sobre los que nos hace humanos.

La buena enseñanza es aquella que cada niño puede aprender si se le ofrece el entorno adecuado, se le anima y se les proporcionan actividades significativas.

La Escuela Inclusiva es aquella que educa a todos los estudiantes dentro de un único sistema educativo, proporcionándoles programas educativos apropiados que sean estimulantes y adecuados a sus capacidades y necesidades, además de cualquier apoyo y ayuda que tanto ellos como sus maestros y/o profesores puedan necesitar para tener éxito. Se tiene la idea de cohesión de la comunidad, la aceptación de las diferencias y la respuesta a las necesidades individuales.

Esto es un proceso donde se implica la filosofía del centro escolar, el currículo, la estrategia de enseñanza y la organización estructural. Es lo opuesto a la segregación y al aislamiento. Es una oportunidad de aprender sobre la variedad de vida de otras personas (lengua, cultura, religión, sexo, discapacidad, estado socioeconómico, marco geográfico…) y también sobre lo que significa ser humano; ser incluido, valorado y respetado por quien uno es en un mundo diverso y plural por naturaleza.

PRINCIPIOS DE LA EDUCACION INCLUSIVA

Clases que acogen la diversidad

Se da la bienvenida a la diversidad y se valora la diferencia. Se pueden leer libros de diferentes niveles sobre el mismo tema.

Un currículo más amplio

La inclusión significa implementar una modalidad de currículo multinivel. Los maestros y profesores se mueven hacia el método de aprendizaje cooperativo, la instrucción temática, el pensamiento critico, la resolución de problemas y la valoración auténtica.

Enseñanza y aprendizaje interactivo

Los cambios en el currículo están estrechamente ligados a los cambios en su pedagogía. Los estudiantes trabajan juntos, se enseñan mutuamente y participan activamente en la propia educación y en la de sus compañeros. No se quiere estudiantes incluidos en aulas para competir con los demás, sino para que aprendan con y de los otros.

Los alumnos no tienen que soportar la inflexibilidad, los curriculums aburridos, la falta de creatividad, la reglamentación excesiva, el exceso de estandarización y las concepciones limitadas de la enseñanza y el aprendizaje.

El sostén, el apoyo y la formación a los docentes.

La inclusión es la enseñanza en equipo, la colaboración y la consulta, así como otras formas de acceder a las habilidades, el conocimiento y el apoyo de muchas personas encargadas de educar a un grupo de niños y jóvenes.

Participación Familiar

Estos son algunos de los puntos que abarcará este 2° Congreso Internacional organizado por la Municipalidad de Godoy Cruz, la Fundación Bologna Mendoza, la Universidad de Congreso, La UNCuyo Facultad de Educación, La Regional Centro de la DGE y el Consulado General de Italia en Mendoza.

Auspician el Congreso el Ministerio de Educación y Deportes de la Nación, la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza, MDZ, Universidad de Bologna y de Bolzano (Italia) y Casa del Maestro.

Informes en Fundaciòn Bologna Mendoza, TE 261 4294963

Inscripciones on line en: https://www.eventbrite.com.ar/e/ii-congreso-internacional-de-inclusion-educativa-y-social-tickets-44946275520

Fuente de la reseña: https://www.mdzol.com/opinion/805887-paso-a-paso-con-la-educacion-inclusiva/

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Argentina:Fundación lanzó campaña de educación inclusiva

10 Diciembre 2017/Fuente: lmneuquen/Autor:lmneuquen

La fundación local Faro Patagónico, junto con otras 150 organizaciones a nivel nacional nucleadas en Grupo Artículo 24, presentó una campaña de concientización con el objetivo de garantizar el derecho de todo niño a acceder a una educación inclusiva.

La campaña busca llegar a la población para que se acepte el modelo inclusivo en que niños con y sin discapacidad comparten una misma aula.

El vicepresidente de Fundación Faro Patagónico, Gastón D’Angelo, sostuvo la importancia de hablar del tema, ya que “el sistema educativo tradicional hace lo posible por sacarse de encima al chico diferente”.

A partir de la resolución 1256/17 aprobada en agosto pasado por el Consejo Provincial de Educación (CPE) de Neuquén, en 2018 los niños con discapacidad podrán elegir asistir a una escuela normal o a una especial.

La subsecretaria de Discapacidad de la provincia, Paula Cortés, señaló en esa oportunidad que “lo que hace el gobierno provincial es ponerse en consonancia con lo que dice la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, el cómo lo van a decidir en conjunto los actores de cada escuela”.

“Los docentes que están hoy frente a un aula hicieron toda su carrera sin ver absolutamente nada sobre discapacidad. Deberían estar preparados para lo que les espera el año que viene”, describió. Comentó que en la actualidad “en muchos casos se le pide al padre de un niño con discapacidad que se lo saque de la escuela porque no quieren hacerse responsables”.

Luego de que el municipio le cediera tierras fiscales, la fundación presentó a Nación el pedido de presupuesto para construir el Centro Educativo Terapéutico de la Patagonia en el barrio San Lorenzo Sur, que tendrá capacidad para 120 chicos y trabajará con obras sociales.

Fuente de la noticia: https://www.lmneuquen.com/fundacion-lanzo-campana-educacion-inclusiva-n573929

Fuente de la imagen: https://media.lmneuquen.com/adjuntos/195/imagenes/002/831/0002831934.

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