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Siempre ha habido mucha educación sin escuela y mucho aprendizaje sin educación

España / 2 de septiembre de 2018 / Autor: Carlos Magro / Fuente: Asociación Educación Abierta

Preparar para la vida

No enseñamos a capturar peces con el fin de capturar peces, sino para desarrollar una agilidad general que no se puede obtener mediante la mera instrucción. No enseñamos a cazar caballos a garrotazos por cazar; lo hacemos para desarrollar una fuerza general en el aprendiz que nunca podrá obtenerse con algo tan prosaico y especializado como la caza de antílopes. No enseñamos a asustar tigres de dientes de sable con el fin de asustar tigres; lo hacemos con el propósito de dar ese noble coraje que se aplica a todos los asuntos de la vida y que nunca podría provenir de una actividad tan básica como cazar osos.

Harold Benjamin. 1939. El currículo de dientes de sable 1.

Hubo un tiempo en el que la educación no competía en tiempo ni con el trabajo ni con el ocio. Casi toda la educación era compleja, vitalicia y no planificada, escribió una vez Iván Illich(2). Hubo un tiempo en el que la educación sucedía en cualquier lugar y en cualquier momento(3). Un tiempo en el que la distancia entre lo que sucedía en la escuela y la vida era pequeña. Un tiempo en el que se aprendía a pescar, a cazar caballos lanudos y a ahuyentar tigres diente de sable porque esas eran las tres actividades más importantes para la supervivencia de la tribu. La escuela y los aprendizajes que ésta proporcionaban tenían pleno sentido. A los niños les gustaba aprender así. Los aprendizajes escolares estaban conectados a sus intereses y a su vida.

Pero el entorno cambió y la vida, que una vez había sido segura y feliz, se volvió incierta e inquietante. Con la llegada del frío, dejaron de verse peces en el río, los caballos lanudos fueron sustituidos por veloces antílopes y los tigres dientes de sable se extinguieron dejando su lugar a osos polares. La vida había cambiado y había que adaptarse a las nuevas condiciones rápido. La escuela también debía cambiar. Las materias principales del currículo habían perdido su sentido. Estaban lejos de aquello que era relevante para la vida de los jóvenes y la supervivencia de la comunidad. ¿Por qué no cambiar entonces el currículo?, preguntaron los más inquietos del grupo. La respuesta que recibieron es la cita que encabeza este texto. No enseñamos a capturar peces con el fin de capturar peces, sino para desarrollar una agilidad general que no se puede obtener mediante la mera instrucción […] La esencia de la verdadera educación, respondieron los ancianos y los sabios de la tribu, es la atemporalidad. Es algo que perdura a través de condiciones cambiantes, como una roca sólida que se encuentra firmemente anclado en medio de un tumultuoso torrente. ¡Debes saber que hay verdades eternas, y el currículum de dientes de sable es una de ellas! La escuela tenía que haber cambiado, pero no lo hizo. La escuela había dejado de preparar para la vida.

Desde entonces, no hemos dejado de reclamar a la escuela más relación con la vida y con los intereses de los alumnos y la hemos criticado por ser demasiado abstracta y superficial en relación con la educación extraescolar, mucho más vital, profunda y real.

Preparar para la vida ha sido y sigue siendo la gran promesa de la escuela. Todos, antes y ahora, sin importar la concepción que tengamos sobre la enseñanza y el aprendizaje, nuestras preferencias metodológicas, el currículo que defendamos o la evaluación que practiquemos afirmamos con rotundidad que el fin de la escuela es el de educar a los más jóvenes para la vida. Todas las reformas escolares, sin importar dónde, cuándo, quién las haya propuesto o cómo estén articuladas proclaman sin ambages su intención de preparar mejor para la vida.

Son muchos los que a lo largo de la historia han reclamado una mayor conexión entre la escuela y la vida, entre el aula y lo que sucede fuera de la misma. Son muchos los educadores para quienes el lema “dejad que la vida entre en la escuela” ha sido y sigue siendo su norte pedagógico(4). Abrir la escuela y salir al barrio, al museo, al campo, expandir, en definitiva, la educación ha sido una constante de todos los movimientos reformistas. John Dewey, por ejemplo, entendía la educación como un proceso vital y no solo como una preparación para la vida futura y reclamaba que la escuela debía ocuparse también de preparar para la vida actual de los alumnos. El fin de la escuela era aprender, decía Dewey, pero antes que todo vivir. Aprender a través y en relación con la vida.

La sátira de Harold Benjamin(5), escrita en 1939, recoge bien esta inquietud por minimizar la distancia entre los aprendizajes escolares y la vida. Una inquietud que, si cabe, se ha visto incrementada en la actual sociedad de la información, y en particular con el despliegue del ecosistema digital, que ha ensanchado cada vez más la distancia entre aprendizaje, educación y enseñanza(6).

Siempre ha habido aprendizaje sin educación y educación sin enseñanza. Siempre ha habido mucha educación sin escuela y mucho aprendizaje sin educación. Aprender no ha sido nunca algo que sólo suceda dentro de espacios acotados e institucionalizados para ese fin. La vida es un continuo de experiencias que significan oportunidades para aprender(7), pero en el proceso de institucionalización de la escuela, como bien ha señalado Fernández-Enguita(8), hemos identificando aprendizaje, educación y enseñanza, reduciendo, cada término al siguiente.

Ignorando o borrando artificialmente la distancia entre cada uno de esos términos, hemos llegado a confundir los planes de estudio, los libros de texto, los estándares, los objetivos y las pruebas como fines en sí mismos, en lugar de como un medio para un fin(9). Hemos confundido enseñanza con saber, promoción de curso con educación, diploma con competencia y fluidez con capacidad para decir algo nuevo(10). Hemos estandarizado y burocratizado no sólo lo que ocurre dentro de la escuela sino también gran parte de lo que sucede fuera. Creyendo ingenuamente que podíamos disciplinar la vida. Pero la vida no está organizada por disciplinas. La vida encaja difícilmente dentro de un currículo, más aún si éste es rígido y está muy compartimentado. No parece que la solución pase por disciplinar lo que sucede más allá de la escuela. Parece mejor idea, sin duda, abrir ventanas y puertas y sustituir las rígidas paredes que delimitan las aulas y los centros escolares por membranas móviles y porosas.

Si el gran desafío de la escuela es el de preparar para la vida en una sociedad cambiante, aspectos como la flexibilidad, la innovación y la interdisciplinariedad deben primar sobre la rigidez, la repetición y la disciplinariedad(11). La solución ante los enormes desafíos que enfrenta hoy la escuela no pasa ni por una vuelta al pasado, ni por más de lo mismo, reforzando los sistemas actuales en una huida hacia adelante, ni por acabar con la escuela institucionalizada a favor de nuevos de mecanismos de mercado, desescolarizando la sociedad. Al contrario, la escuela importa(12).

Preparar para la vida pasa por reclamar más escuela, pero una escuela distinta, caracterizada por una nueva cultura del aprendizaje y por una cultura organizacional de la colaboración, la innovación, la autonomía, la atención a la diversidad, la apertura y la vinculación con las familias, la comunidad y el entorno.

Preparar para la vida pasa por poner a los alumnos en el centro de su aprendizaje, implicándoles activamente en procesos de búsqueda, estudio, experimentación, reflexión, aplicación y comunicación del conocimiento(13). Pasa por hacerles responsables de su aprendizaje. Por darles la voz y escucharles. Pasa por dejarles elegir y por vincular el aprendizaje a los problemas cotidianos que afectan a su vida.

Preparar para la vida, pasa por entender que, en la escuela como en la vida, aprendemos cuando queremos y aprendemos para algo. Aprendemos de muchas maneras. Aprendemos solos y aprendemos con otros. Aprendemos haciendo y aprendemos reflexionando sobre lo que hemos hecho. Aprendemos haciendo las cosas bien y aprendemos equivocándonos. Aprendemos exponiendo y aprendemos escuchando. Aprendemos reproduciendo y aprendemos creando.

Preparar para la vida pasa por aprender a movilizar y combinar, en tiempo real, los recursos intelectuales y emocionales(14) adquiridos en la escuela para entender el mundo y poder actuar sobre él. Pasa por comprender, como dice Juan Ignacio Pozo, que aprender a decir y a hacer son dos formas diferentes de conocer el mundo y, por tanto, no basta con tener conocimiento para saber usarlo(15).

Preparar para la vida pasa por estimular la metacognición de cada estudiante, su capacidad para comprender y gobernar su propio y singular proceso de aprendizaje. Pasa por desarrollar la capacidad de aprender a aprender.

Si algo nos han enseñado las ciencias del aprendizaje en las últimas décadas es que desarrollar la facultad de aprender tiene mucho que ver con actitudes, creencias, tolerancia emocional y valores. Tiene que ver con fomentar la confianza, con creer que se pueden resolver los retos, con saber gestionar con calma la incertidumbre que rodea cualquier problema relevante de la vida, con no desanimarse cuando las cosas no salen como pensábamos, con mantener el esfuerzo.

Preparar para la vida pasa entonces por desarrollar la capacidad para tolerar la frustración y la confusión. Pasa por saber actuar sin saber qué sucederá y por aprender a vivir en la incerteza sin sentirse inseguro. Preparar para la vida requiere también sentirse apoyado y legitimado, saber que se tiene el derecho a ser curioso, a hacer preguntas incómodas, a discutir, a llevar la contraria, a imaginar cómo las cosas podrían ser otra manera y a equivocarse.

Aprender es más que nunca un asunto no circunscrito únicamente a unos espacios concretos (las instituciones educativas, las aulas), ni a unos tiempos (los de escolaridad, la educación formal), ni a unos ámbitos de conocimientos determinados (conocimientos declarativos, abstractos o factuales), ni a unas habilidades (las cognitivas), ni, por supuesto, a un único currículo, a unas metodologías únicas o a unos programas formativos normalizados y estandarizados. Preparar para la vida pasa por lograr aprendizajes más profundos y más permanentes. Pasa por enseñar menos y aprender más.

Preparar para la vida pasa por introducir mecanismos de flexibilidad y de conexión entre los aprendizajes formales e informales. Pasa por reducir la brecha entre la forma en que se “hace” el aprendizaje en las escuelas y la forma en que se “hace” en el mundo exterior. Y pasa por crear un clima y un entorno de aprendizaje adecuado donde todo esto se dé.

Pasa, en definitiva, por abrir la escuela y salir al barrio, al museo y al campo, defendiendo la idea de una escuela en la que el aprendizaje no está artificialmente separado del resto de la vida. Una escuela en la que aprendamos no solo a vivir, sino que también aprendamos cómo se vive. Una escuela que asume que el aprendizaje es vida. Preparar para la vida pasa por entender que vivir es aprender y que aprender es vivir.

Referencias:

  1. Harold Benjamin (1939). El currículo de dientes de sable. Disponible enhttp://users.ugent.be/~mvalcke/OWK_1415/toetsing/thesabertoothcurriculumshor.pdf
  2. Ivan Illich (1985). La sociedad desescolarizada. Disponible enhttp://www.mundolibertario.org/archivos/documentos/IvnIllich_lasociedaddesescolarizada.pdf
  3. Rubén Díaz y Juan Freire (eds) (2012). ZEMOS98. Disponible enhttp://www.zemos98.org/descargas/educacion_expandida-ZEMOS98.pdf
  4. Philippe Perrenoud (2012). Cuando la escuela pretende educar para la vida. Graò.
  5. Harold Benjamin (1939). Op. cit
  6. Fernández-Enguita (2018). Más escuela y menos aula. Morata
  7. Juan Freire (09/09/2013). Del aprendizaje expandido a la transformación de la educaciónhttp://nomada.blogs.com/jfreire/2013/09/transformacion-educacion.html
  8. Mariano Fernández-Enguita (2018). Op.cit
  9. Ron Ritchhart (2002). Intellectual character. What it is, Why it matters, and How to get it. Jossey-Bass
  10. Iván Illich (2012) ¿Por qué debemos privar de apoyo oficial a la escuela?
  11. Álvaro Marchesi & Elena Martín (2016). Calidad educativa. Alianza Editorial
  12. La escuela no importa fue, simplificando mucho, la principal conclusión del informe Coleman solicitado por la estadounidense Ley de Derechos Civiles de 1964 que cambió profundamente la manera de abordar las reformas educativas.
  13. Ángel Pérez Gómez (2007). La naturaleza de las competencias básicas y sus aplicaciones pedagógicas
  14. Philippe Perrenoud (2012). Op. cit.
  15. Juan Ignacio Pozo (2016). Aprender en tiempos revueltos. Alianza

 

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«Siempre ha habido mucha educación sin escuela y mucho aprendizaje sin educación.»

ove/mahv

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La iniciativa de Asos para ayudar a las niñas de Kenia con su menstruación

África/Kenia/30 Agosto 2018/Fuente: La Vanguardia

Una joven pierde una media de 18 semanas de estudio al año a causa del periodo menstrual

A principios de este año, Asos anunció que destinaría grandes esfuerzos para convertirse en una marca mucho más sostenible y socialmente comprometida. Un aspecto que preocupa cada vez más al consumidor, cada vez más concienciado de la importancia de cuidar el planeta y a sus personas.

El continente africano ha servido en innumerables ocasiones como fuente de inspiración, pero rara vez ha recibido una compensación o una muestra de afecto de vuelta. A menudo las colecciones que sacan las marcas no son más que prendas estigmatizadas plagadas de clichés tribales y de estereotipos banales. Además de los diseñadores y artesanos locales africanos, que rara vez tienen un lugar en los calendarios de las fashion weeks.

Una vez sacado el problema a la luz, muchas marcas se han quejado que esta oleada de denuncias por supuestas “apropiaciones culturales” no hacen otra cosa que bloquear la creatividad e inspiración de los diseñadores. Pero, por fortuna, no todas las firmas opinan igual. Aquí es donde entra Asos con su proyecto junto a SOKO Community Trust, en Kenia, llamado “The Kujuwa Initiative”.

Asos x Made in Kenya.

Asos x Made in Kenya. (Asos)

Esta iniciativa tiene que ver con cómo afecta la menstruación a las niñas de Kenia. Las cifras del Ministerio de Educación de Kenia revelan que una joven en la escuela primaria pierde 18 semanas del total de 108 semanas de estudio en el año por tener la menstruación.

¿Las razones? Los estudios estiman que un 61% de las jóvenes faltan a la escuela debido a la ausencia de instalaciones para la higiene relacionada con la menstruación. El gran coste de los productos sanitarios y compresas provocan que las niñas se queden en casa para evitar que la ropa se les manche con sangre en público.

Un 61% de las jóvenes faltan a la escuela debido a la ausencia de instalaciones para la higiene relacionada con la menstruación

Es por ello que parte de la misión de la iniciativa de Asos consiste en apoyar a las mujeres jóvenes proporcionándoles kits menstruales. Estos contienen dos pares de braguitas de algodón, dos toallas higiénicas reutilizables hechas de restos de tela, forros extraíbles, que pueden llegar a durar hasta tres años, una pastilla de jabón y una bolsa de lavado impermeable.

Asos x Made in Kenya.

Asos x Made in Kenya. (Asos)

Facilitar compresas a las jóvenes que puedan lavar y reutilizar tendrá un gran impacto en su educación, explica Asos en un comunicado. Un total de 900 niñas de seis escuelas del país recibirán estos kits, que a su vez les permitirá ir a la escuela de forma más regular y evitar perder clases durante sus periodos.

Esta iniciativa, creada con el único propósito de apoyar a las mujeres jóvenes de la región de Kasigua, en Kenia, ha surgido a raíz del lanzamiento de la colección Asos x Made in Kenya, diseñada junto a la presentadora de radio y DJ de Beats 1, Julie Adenuga. La ropa fue diseñada por el equipo de Asos en Londres y fabricada en Rukinga, Kenia. Además, es la primera colección unisex del minorista.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/de-moda/feminismo/20180828/451521635306/asos-made-in-kenya-menstruacion.html

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Cuatro millones de niños refugiados no reciben educación

29 Agosto 2018/Fuente: Noticel

Unos cuatro millones de niños refugiados en el mundo no van actualmente a la escuela,  denunció hoy la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en un nuevo informe.

El estudio «Invertir la Tendencia: la Educación de los Refugiados en Crisis» publicado hoy por la organización, revela que, pese a los esfuerzos de los gobiernos, de ACNUR y de las organizaciones socias, la matriculación de niños refugiados en la escuela no logra seguirle el ritmo al aumento de la población refugiada.

A finales de 2017 había más de 25.4 millones de personas refugiadas en el mundo, 19.9 millones de las cuales se encontraban bajo la tutela de ACNUR.

Más de la mitad de esta población estaba formada por niños, 7.4 millones de ellos en edad escolar, indicó ACNUR.

Sin embargo, solo el 61 % de la niñez refugiada frecuenta la escuela primaria, frente a una tasa de inscripción global del 92 %.

A medida que los niños refugiados crecen, esta brecha se hace más profunda, ya que casi dos tercios que van a la escuela primaria no logran inscribirse en la secundaria.

Solo el 23 % de la infancia refugiada va a un instituto de educación secundaria en comparación con una tasa mundial del 84 %, explica ACNUR en su informe.

En la educación terciaria, la brecha se convierte en abismo, indica la organización de la ONU.
La tasa global de inscripción en institutos de educación superior se sitúa en el 37 %, mientras que apenas el 1 % de los refugiados tiene acceso a la misma oportunidad educativa, un dato que no ha cambiado en los últimos tres años.

«La educación es un medio para ayudar a que las niñas y niños sanen, pero también es fundamental para la reconstrucción de sus países», señaló en un comunicado el alto comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi.

«Sin educación, el futuro de estos niños y niñas y de sus comunidades se verá irremediablemente perjudicado», añadió.

El informe resalta los avances conseguidos con respecto a los compromisos que asumieron los países en la Declaración de Nueva York sobre Refugiados y Migrantes para matricular en la escuela en 2017 a 500.000 niños que antes no tenían acceso a la educación, pero al mismo tiempo pide que se haga más para garantizar que todas las personas refugiadas obtengan la educación de calidad que merecen.

«La escuela es el primer lugar en meses e incluso años en donde las niñas y los niños refugiados pueden encontrar un poco de normalidad», manifestó Grandi.

«Según las tendencias actuales, a menos que se hagan inversiones urgentes, otros cientos de miles de niñas y niños refugiados se sumarán a estas desalentadoras estadísticas», insistió.

ACNUR insta por ello a los países de acogida a inscribir a las niñas y los niños refugiados en los sistemas educativos nacionales, con un currículo apropiado en cada etapa de la escuela primaria y secundaria, de tal forma que las calificaciones reconocidas sean un trampolín para la universidad o la educación vocacional superior.

Además, señala que los países de regiones en desarrollo acogen el 92 % de la población refugiada en edad escolar de todo el mundo y por tanto necesitan un apoyo financiero más sostenido por parte de la comunidad internacional.

Asimismo, la agencia de la ONU insta a forjar alianzas más fuertes con el sector privado, las organizaciones humanitarias y de desarrollo, y los gobiernos, a fin de incrementar las soluciones sostenibles para la educación de los refugiados.

Fuente: https://www.noticel.com/mundo/cuatro-millones-de-ninos-refugiados-no-reciben-educacion/787783216

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¿Y los niños? Reflexión para los foros sobre educación

Por: Pluma Invitada

Cuando pensamos en educación, diseñamos política educativa, cuando trazamos prioridades y líneas de acción, y a la hora de implementar, es de vital importancia preguntarnos, ¿qué necesita un niño para no sólo estar en la escuela, sino también aprender y participar?.

Contamos con evidencia sobre los imprescindibles que más impactan en la experiencia de aprendizaje y participación en la escuela.

Esperamos formen parte de las discusiones en los foros de consulta Por un Acuerdo Nacional sobre la Educación que arrancaron ayer en Chiapas.

1) Desarrollo integral durante la primera infancia. Las brechas que se abren en la etapa de cero a tres años de edad, difícilmente se cierran después. Por lo anterior, una estrategia de verdadera inclusión y equidad tiene que empezar desde la primera infancia.

2) Maestros formados y acompañados en su práctica cotidiana. Las escuelas normales tienen nuevos planes de estudio y necesitan acompañamiento para empaparse en ellos, ajustar su oferta y poner en marcha nuevas prácticas en la formación inicial. Para que la formación continua impulse el aprendizaje docente, se debe evaluar la eficacia de la formación en línea, llegar a contextos marginados, ampliar la oferta, e involucrar a los maestros en la identificación de sus necesidades. Y para asegurar que cada nuevo docente cuente con un tutor experimentado, se tiene que resolver la atracción, formación y retención de los tutores, al mismo tiempo que se establecen un presupuesto suficiente y sistemas públicos de información.

3) Una práctica de liderazgo efectivo en cada escuela. Implica un total fortalecimiento a la formación continua y asegurar que se estará a lado de los directores escolares, además de asegurar que los centros de estudio que sean multigrado reciban acompañamiento desde la supervisión.

4) Un currículum integral, participativo y flexible. Es imprescindible brindar acompañamiento constante a los docentes en la implementación del nuevo plan de estudios, asegurar que los estudiantes tengan oportunidades de participar en las decisiones sobre la autonomía curricular y presupuestar para que todas las escuelas puedan aprovechar de ella.

5) Autonomía escolar. Que maestros, familias y estudiantes tomen un papel activo en las decisiones escolares requiere asegurar un gasto suficiente, formación para la comunidad escolar y espacios de participación incluyentes.

6) Asesoría técnica y pedagógica oportuna y pertinente. Se debe acelerar la implementación del Servicio de Asistencia Técnica a las Escuelas (SATE), con acciones que atraigan a más docentes al papel de asesores técnico pedagógicos, fortalezcan la formación de esta figura y aseguren que llegue a cada escuela, principalmente a las más aisladas.

Éstos son los seis imprescindibles para que las niñas, niños y jóvenes puedan estar, aprender y participar en la escuela.

En este momento tan particular, no olvidemos preguntarnos ¿y los niños?

Fuente: http://www.educacionfutura.org/y-los-ninos-reflexion-para-los-foros-sobre-educacion/

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Asistir a la escuela: sueño imposible de millones de mexicanos

Por: Rogelio Javier Alonso Ruiz

De manera contradictoria, la educación obligatoria dista de ser universal. Si bien es un mandato constitucional que todo mexicano curse desde la educación preescolar hasta la educación media superior, según datos del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE,2018a, p. 282), para el ciclo escolar 2016-2017 existían más de tres millones de niños y jóvenes que no estaban matriculados en su nivel correspondiente dentro de los que comprende el tramo educativo obligatorio. Así pues, por diversas razones, había una gran cantidad de niños y jóvenes que no tenían las posibilidades de ejercer su derecho a la educación. La presencia y ausencia de alumnos en la escuela se resume en la siguiente proporción: por cada alumno fuera de la escuela (3,325,310 en total) existen diez dentro de ella (30,112,010 en total) (INEE,2018a, p. 282).

A nivel nacional, se puede afirmar que conforme se avanza en edad típica para ejercer la educación obligatoria (3 a 17 años), la población va dejando de asistir a la escuela. Si bien en el primer año de este trayecto la población no matriculada es considerable (56.5%), de los cinco a los 11 años la matriculación es prácticamente universal. El drama inicia a partir de la edad típica para educación secundaria y hasta media superior, pues el porcentaje de no matriculados comienza un crecimiento sostenido y vigoroso que lleva del 2% a los 12 años al 42.4% a los 17 (INEE, 2018b, p.286). La crisis se hace aún más aguda al ingresar al nivel superior: la tasa de matriculación de alumnos en edades típicas para este nivel supera en todos los casos el 60% de la población nacional.

Las posibilidades de tener acceso a una escuela se ven afectada, además, por una serie de variables que reafirman la naturaleza discriminatoria del Sistema Educativo Nacional. Por ejemplo, situándonos en el tramo final de la educación obligatoria (bachillerato o edad típica de 15 a 17 años), los hablantes de lenguas indígenas tienen una tasa de asistencia casi 20% menor que los no hablantes de lenguas indígenas (56.7% de los primeros, por 74.4% de los segundos); quienes provienen de hogares cuyo jefe no tiene instrucción tienen casi la mitad de tasa de asistencia (53.1%) de aquellos en los que el jefe tiene escolaridad superior (94.7%); así como los casos anteriores, la asistencia a un centro escolar se ve seriamente afectada en función de la presencia de otros rasgos, tales como el grado de marginación las condición de discapacidad o de pobreza (INEE, 2018a, p. 113). Lo anterior quiere decir que el problema para poder asistir a una escuela no es generalizado entre la población nacional, sino que se ensaña precisamente en aquellos grupos poblacionales que de por sí ya se encuentran en situaciones de vulnerabilidad. De este modo, al no ser capaz de retener a alumnos de este tipo de grupos poblacionales, el sistema educativo hace eco de la enorme injusticia y desigualdad social que imperan en nuestro país.

Una vez que los alumnos son capaces de matricularse en el nivel educativo que les corresponde surge un nuevo reto: la permanencia en el mismo. Si bien el INEE (2018b, p. 336) destaca que los índices de abandono han disminuido levemente desde el ciclo escolar 2001-2002, aun se sitúan en niveles preocupantes, sobre todo en la educación secundaria y media superior. De acuerdo con la misma fuente, durante el ciclo escolar 2015-2016 abandonaron la escuela 1,180,500 alumnos desde educación primaria hasta educación media superior. ¿Qué tanto representa esto? Si consideramos que el calendario escolar de aquel entonces comprendía 200 días, esto quiere decir que por cada día escolar 5,902.5 estudiantes se dieron de baja en todo el país. Dicho de otra forma, por cada hora transcurrida durante los días escolares, ¡se dieron de baja cuatro alumnos! Así pues, concluido el primer día del ciclo escolar, se podría estimar que ya se han ido de la escuela casi seis mil alumnos: ¿cuántas escuelas vacías significará esto? Tan solo imaginarlo resulta escalofriante.

Ya sea por desafiar y burlar a la autoridad o por experimentar aventuras peligrosas, deseos típicos de la adolescencia, muchos estudiantes de secundaria y bachillerato alguna vez llevaron a cabo la fuga de clases. Desafortunadamente, tal acción no sólo representa una anécdota entre quienes la practicaron, sino que, revisando las estadísticas, se observa que existe una fuga masiva  de estudiantes en tales niveles educativos: para el ciclo escolar 2015-2016, “se fugaron”, pero no regresaron nunca, 310,893 estudiantes de secundaria y bachillerato (INEE, 2018b, p. 336). Desafortunadamente, quienes conforman tal fuga masiva no tendrán motivos para compartir este hecho como una anécdota divertida y memorable entre sus compañeros de clase, sino que se verán condenados a  sufrir las consecuencias del alejamiento de la vida escolar. La falta de oferta educativa y las adversas condiciones sociales conforman un coctel que hace difícil el acceso y la permanencia en la educación secundaria y media superior.

Ante los escandalosos datos que se han escrito surgen algunos cuestionamientos: si el Sistema Educativo no es capaz de asegurar con firmeza el primer paso al ejercicio del derecho a la educación (el acceso físico a una escuela), ¿será capaz de garantizar que quienes lograron ingresar a una escuela ejerzan este derecho recibiendo un servicio de calidad? Si entre no matriculados y “desertores” (término por demás injusto) hay más de cuatro millones de niños y jóvenes , ¿se debe pensar en el servicio educativo que se ofrece en México como un medio para propiciar la movilización social o, por el contrario, para perpetuar las desigualdades sociales? ¿Es realista y viable pensar en aspirar a mejores resultados de aprendizaje  cuando las condiciones sociales ni siquiera dejan que millones de alumnos tomen sus clases diariamente? En tiempos de cambios políticos en que se discuten ampliamente temas como las condiciones laborales del magisterio o la pertinencia de los programas de estudio, es urgente que el debate público se centre también en otras asignaturas pendientes, tales como la cobertura y la matriculación, junto con muchas otras que laceran gravemente el derecho consagrado en el artículo tercero constitucional.

Referencias

INEE. La Educación obligatoria en México. Informe 2018. México: autor, 2018a.

INEE. Panorama educativo de México 2017. Indicadores del Sistema Educativo Nacional. Educación Básica y Media Superior. México: autor, 2018b.

SEP. Principales cifras del Sistema Educativo Nacional 2015-2016. México: autor, 2017.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/asistir-a-la-escuela-sueno-imposible-de-millones-de-mexicanos/

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Documental: ¿Qué escuela queremos? Crítica de 16 a 18 (2018)

Redacción: Escribiendo Cine

El documental se construye básicamente en base a una serie de testimonios frente a cámara de un grupo de chicos que, por diferentes motivos, debieron abandonar sus estudios tradicionales y más tarde, por propia voluntad, reingresaron al sistema educativo pero no en una escuela clásica sino en otra que propone otro modo de enseñanza.

La propuesta de Samyn es interpelar al grupo sobre tópicos que tienen que ver con la educación, la familia, las drogas, el bullying, la violencia, las carencias y los diferentes conflictos a los que deben enfrentarse en el día a día. Pero también trazando un paralelismo con la situación económica del país desde la crisis de 2001 a la actualidad para reflejar como la deserción o incorporación al sistema educativo van en total sintonía con esta.

En los últimos tiempos varios trabajos cinematográficos han abordado el tema de la educación, pero lo novedoso en 16 a 18 es que el eje del relato lo llevan los propios alumnos. No son los profesores, ni los directivos, ni funcionarios, ni los padres quienes expresan las falencias del sistema educativo como lo conocemos, sino que a través de chicos y chicas con diferentes problemáticas Samyn realiza un mapa sobre el fracaso de la educación pública convencional.

En su mayor parte, 16 a 18 se compone de fragmentos con alumnos hablando frente a cámara, algo que lo vuelve cinematográficamente pobre, pero más allá de esta falencia lo relevante es ver la articulación de un relato en donde queda claro que el sistema educativo actual necesita ser reformulado si lo que se quiere es evitar la deserción escolar de los adolescentes en estado de mayor vulnerabilidad.

Fuente: http://www.escribiendocine.com/critica/0004404-que-escuela-queremos/

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Hacia una educación emancipadora

Si existe un proyecto de Patria Grande, ese debe incluir las dimensiones político educativas y pedagógicas.

Por Pablo Imen

Entre el 12 de octubre de 1492 y el 9 de diciembre de 1824 se libró una larga guerra de resistencia contra la conquista española en Abya Yala. La barbarie de esta empresa fue su rasgo más notorio, de la que cabe destacar al menos tres rasgos siniestramente relevantes. Primero, un genocidio sin antecedentes; segundo, un gran latrocinio que constituyó la base material originaria del capitalismo; y en tercer lugar, el colonialismo.

En esta empresa la violencia y el crimen han sido política del Estado absoluto español, y hay múltiples registro de oposiciones de toda índole, especialmente de carácter militar: desde los territorios defendidos eficazmente por los Caribes hasta los levantamientos de Tupac Amaru o Tupac Katari. La Revolución Negra de Haití —triunfante en 1804— es otro hito que alguna vez deberá ser reconocido por su relevancia, tanto en la campaña del propio Bolívar como por su significación política y cultural.

En mayo de 1809 se producía un levantamiento en Chuquisaca y sus líderes proclamaban: «Hasta aquí hemos tolerado esta especie de destierro en el seno mismo de nuestra patria, hemos visto con indiferencia por más de tres siglos inmolada nuestra primitiva libertad al despotismo y tiranía de un usurpador injusto». La indiferencia denunciada es materia de controversia —por cuanto hubo registro de gran cantidad de levantamientos contra la dominación española— en todo caso quedan dos cosas claras. Una remite a la voluntad inquebrantable de luchar para ser libres o morir. No fueron discursos, sino hechos.

Un segundo aspecto es el carácter continental de la lucha independentista. Pero esa unidad era del sur, sin EEUU. En carta del 5 de agosto de 1829 Bolívar escribía: «los Estados Unidos (…) parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miseria en nombre de la libertad». (1) Complementaba su maestro Simón Rodríguez: «…la sabiduría de la Europa y la prosperidad de los Estados-Unidos son dos enemigos de la libertad de pensar…»(2).

La emancipación se proponía terminar con siglos de dominación colonialista y fundar Pueblos y Repúblicas. A su muerte, Bolívar planteó amargamente la derrota —transitoria— de su proyecto al advertir que «he arado en el mar».

Un nuevo escenario

Siguieron casi dos siglos de fragmentación entre nuestros países hasta que en 1998 —con el triunfo de Hugo Chávez en Venezuela— se abrió un nuevo escenario continental. Los primeros años del siglo XXI produjeron enormes avances de la unidad regional, bajo la advocación del Bicentenario de la Emancipación Nuestroamericana que veía ahora la posibilidad de retomar, en nuevos contextos, aquél proyecto de Patria Grande.

Si existe un proyecto de Patria Grande, tal configuración debe incluir múltiples dimensiones, entre otras la político-educativa y pedagógica.

Tal construcción no puede prescindir de la diversidad intensa que caracteriza a la región, y requiere al menos dos tareas simultáneas: recuperar el legado pedagógico del pasado y sistematizar, organizando, los acervos del presente.

En relación a lo primero, es preciso recuperar la memoria de quienes nos antecedieron y que plantearon —a partir de experiencias concretas— los atributos de una educación nuestroamericanista. La capacidad de pensar con cabeza propia, el desarrollo integral de la personalidad, configurar ciudadanos-gobernantes, formar para el trabajo liberador; articular la educación con la cultura, la política y la economía, contribuyendo a crear un modelo pedagógico endógeno, etc. Tales ensayos se pudieron desplegar parcialmente a lo largo de siglos y deben ser leídos de modo irreverente, no dogmático, traduciendo sus elementos vigentes para las actuales circunstancias.

Pero un segundo carril de esa construcción colectiva parte de las realidades educativas existentes y de los colectivos educadores que serán la fragua de esa pedagogía propia. Es preciso que quienes ejercen la tarea pedagógica avancen en procesos de construcción conceptual y metodológica sobre su práctica —una labor de investigación-acción participativa—, que tales hallazgos a su vez sean procesos formadores de nuevos modos de trabajo de enseñar, que sean comunicados de múltiples modos y que tales formatos, propuestas y concepciones se puedan manifestar en formas organizativas que permitan una expansión sostenida de ese proyecto político educativo y pedagógico pendiente.

Frente al «apagón pedagógico neoliberal» —que se propone sustraer del debate toda discusión sobre para qué y cómo educar— resulta imprescindible no solo resistir un modelo inaceptable e inviable sino construir verdaderas alternativas contrahegemónicas.

Hay una idea de «calidad educativa» defendida por el mainstream pedagógico oficioso y oficial que la reduce a los resultados de operativos estandarizados de evaluación. Tal definición supone no sólo aquello que los y las educandas deben aprender sino lo que las y los educadores deben enseñar.

El esquema de conocimientos elaborados por expertos, traducidos por manuales, embutidos por docentes enajenados en cerebros vacíos de estudiantes constituye una política educativa y un modelo pedagógico intolerable. Sin conocerlo en detalle, Simón Rodríguez cuestionaba esa concepción hace casi dos siglos: «En prueba de que con acumular conocimientos, extraños al arte de vivir, nada se ha hecho para formar la conducta social – véanse los muchísimos sabios mal criados, que pueblan el país de las ciencias». (3)

Se trata, así, de contribuir desde la educación a la construcción de un mundo igualitario, diverso y democrático pues el actual orden hace imposible la vida en el planeta. Es claro que la educación no cambiará por sí sola el mundo pero, al decir de Paulo Freire, «cambiará a los hombres y mujeres que cambiarán el mundo». Esa tarea, a la que los y las educadoras nos abocamos desde que la barbarie monárquica nos convirtió en próspera colonia, está pendiente pero en desarrollo: de Simón Rodríguez a Carlos Fuentealba, contingentes de maestros y maestras resisten las políticas educativas neocoloniales mientras construyen una pedagogía propia, emancipadora y nuestroamericana. Nuestros Pueblos y nuestras maestras y nuestros maestros movilizados son una razón para la esperanza y para la acción.

(*) Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.

(1)Bolívar, Simón. «Independencia, soberanía y justicia social en el pensamiento del libertador Simón Bolívar». Selección de textos y comentarios de Vladimir Acosta. Fondo Editorial Darío Ramírez- PDVESA, 2ª Edición, Caracas, 2010, pág. 155.

(2)Rodríguez, S. «O inventamos o erramos», En «1840. Luces y Virtudes Sociales». Biblioteca Básica de Autores Venezolanos, Monte Avila, Editores Latinoamericanos, 1ª Reimpresión 2008, Caracas, pg. 65 .

(3) Sociedades Americanas, p. 41.

Fuente: https://www.lacapital.com.ar/educacion/hacia-una-educacion-emancipadora-n1651727.html

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