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Teoría, verdad y educación: actualidad de la Pedagogía socrática y platónica.

España / 13 de mayo de 2018 / Autor: Marcos Santos Gómez / Fuente: Paideia

Explicar por qué hay que estudiar a los griegos antiguos para comprender el presente de la escuela tiene su dificultad; aun más, explicarlo a futuros educadores en una de las numerosas facultades de Educación (o de Ciencias de la Educación) que en España han asumido un sesgo técnico en detrimento del enfoque teóricopropio de la universidad anterior al Plan Bolonia. Pero es precisamente la reflexión en torno a este camino intelectual escogido masivamente por los planes de estudio y guías docentes en los Grados en educación el que puede aclararse en sus consecuencias y alcance acudiendo a los griegos. Porque resulta imprescindible remontarse al origen de la educación en occidente, tal como hoy la conocemos, para hallar su nervio actual más profundo. Un origen que, tanto histórica como teóricamente, nos sigue determinando, pues seguimos dentro de los márgenes de Grecia que dispusieron lo que hoy somos.

En particular, lo que nos caracteriza hoy en su aparente novedad es el rechazo de lo teórico y su suplantación por lo técnico en la investigación y la docencia. Pero esto es, aunque muchos no lo sepan, viejo como occidente, y ya ocurrió en Atenas, la Atenas de Pericles, los sofistas, Sócrates y, metidos ya en el siglo IV a. C., Platón. La pura posibilidad del dilema entre lo práctico-técnico y lo teórico es ya algo que se fraguó entonces en la discusión de Sócrates y Platón con la sofística, y ya se dieron respuestas e inquietudes parecidas a las que hoy podemos formular.

Lo esencial de lo que pasó (y nos pasa todavía) es descrito por Jaeger en su monumental obra clásica Paideia. Recordemos que la tesis principal de este ingente trabajo del conocido helenista es que la necesidad de educar de un modo consciente y ya no relegado al mero aprendizaje espontáneo y vivencial de la tradición, del puro impregnarse de ella, emerge al mismo tiempo que en la cultura se obra la racionalización que la escinde de lo natural, que la desnaturaliza, obligando a una relación distanciada y consciente con la misma. Lo hemos ya escrito y publicado en numerosas ocasiones. A partir del momento en que el saber no es lo que se da por cierto en los poemas, o sea, que no es lo que los poetas (primeros educadores de Grecia) transmitían seductora pero irracionalmente, emerge un “todo” que se empieza a mirar como un algo aparte, como un conjunto definido y separado del individuo, compuesto por los “nuevos” saberes que es preciso estudiar y no solamente interiorizar de manera inconsciente. Se ha superado, por tanto, el modo espontáneo y entreverado en la propia vida y placeres, de insertarse el individuo en su universo cultural o tradición, como por encanto, míticamente, atraído por el canto de las sirenas.

Como excelente compendio de esta perspectiva que ya había intuido a partir de la lectura de la obra de Jaeger, acabo de enfrascarme gratamente en un capítulo magistral de un libro colectivo y antiguo, un clásico del pensamiento pedagógico del siglo XX, y que ha reeditado la editorial FCE. Se trata de:

Château, J. (2013). Los grandes pedagogos. México: FCE (primera edición francesa  1956).

De manera sintética y genial, el autor de este capítulo (hay otro dedicado a Juan Luis Vives de García Hoz, por cierto) ha expuesto perfectamente la idea básica que a lo largo de mis recientes artículos y entradas en el blog de hace ahora justo un año, había querido mostrar. Parte del siglo V a. C., ¿cómo no?, porque en él ya ocurre algo fundamental, por lo menos en Atenas pero vinculado a lo que un siglo antes Jonia ya había desarrollado en torno a la Phisis o mundo natural.

Tras la desnaturalización de los saberes, con la distancia que con la razón (logos) el filósofo había creado ante los mitos y la tradición, se habían dado dos procesos. Uno consistente en la necesidad, ante el desarrollo de las técnicas de las distintas artes y oficios, de enseñar y aprender todo un caudal de conocimientos relacionados con el saber-hacer, es decir, de tipo práctico, relacionado con las técnicas empleadas por los artesanos. Lo que hoy denominaríamos una formación técnica sistemática y polivalente. Y otro fenómeno, que nos interesa mucho, fue la creación de la teoría, como hoy también la poseemos. Lo teórico era algo que aunque nacido históricamente después de lo técnico, sin embargo fundamentaba y dotaba a lo técnico (como un primer paso para la epistemología) a través de la reflexión en torno a la verdad y universalidad o particularidad residentes en el conocimiento. Era la búsqueda (y desde entonces educarse e investigar es precisamente buscar) de algo firme, de una relación de aquello que se sabe con la realidad en su íntima esencia y eternidad, por encima de los mitos y la tradición y fundamentando todo el edificio del conocimiento. La presunción de una verdad desnuda y formal que dotara a los contenidos de un carácter universal y objetivo. Un invento griego que por muy arriesgado que nos parezca es el que propició la aparición, siglos después, de la ciencia. Se colocaron con esto los cimientos para que una idea de lo verdadero, de la verdad desnuda e incluso a priori, de los conceptos, artes e ideas, fundara la posibilidad de explorar y explicar el mundo de un modo ajeno a los intereses que no fueran la mera certeza, la seguridad epistemológica mucho más poderosa que las certezas impuras y relativas que nos ha transmitido la tradición. 

Así, en Grecia, la TEORÍA tiene nada menos que el cometido de hallar lo cierto y lo falso en todo lo que se nos presenta, incluida la tradición y los saberes. Hemos de recordar que esto, es decir, la capacidad de la teoría o del pensamiento distanciado para dotar a lo bueno, al bien, o sea, a los valores, con la categoría de lo verdadero y por tanto con su universalidad, se aplicó al análisis de la tradición y del comportamiento racional (ética). La discusión (teórica) en torno a lo universal o relativo del currículo que enseñaban los sofistas, se fue aplicando al campo de la ética.

Vayamos por partes. En primer lugar la sofística tuvo dos modos generales de darse. Uno, casi ya lo hemos formulado, fue el punto de vista de los saberes estrictamente técnicos, el de los ingenieros y artesanos, saberes que en la universidad medieval apuntarían al Quadrivium y que desarrolló Hipias entre los sofistas. La idea de una formación práctica basada en lo útil y en el operar dentro de las cosas naturales. Así, un sofista sería un profesor, o sea, cobraba a alumnos que pagaban por sus clases, que enseñaba un compendio de saberes prácticos, relacionados muchos con oficios, como una especie de enciclopedia del conocimiento acumulado por los artesanos, un conocimiento útil y apto para sobrevivir con tino en el mundo. En esta primera acepción, no existía ni valoraba la teoría y por tanto lo que hoy denominaríamos “currículo” era detentado por saberes prácticos.

Hubo otra forma de sofística que se situó en el lenguaje como paradigma y en la figura del abogado, o sea, del saber propio de los abogados que estos ponían en marcha en su actividad pública. Esto fue además lo que compuso, por cierto, en la universidad medieval el Trivium o artes relacionadas con el lenguaje y la persuasión. Se consideraba que el conocimiento residía en el habla y los textos que podían ser hábilmente empleados para aquello que fundamentalmente era el fin, creían, del lenguaje, que consistía en conducir a los demás hacia los propios fines. También, como en el modelo técnico, se pretendía el éxito en la sociedad, una vez comprendidos y asumidos sus valores. Aquí aparece algo que hoy tiene mucho sentido en la Pedagogía: los valores. Un valor sería lo considerado bueno, lo que hay que hacer propio, y en función de ello, moverse estratégicamente para acomodarse en la sociedad. Respecto a la tradición esto implicaba una utilización de la misma que no iba más allá de su supeditación al éxito social, es decir, no se formulaba la pregunta sobre el grado de verdad de lo bueno, de los valores que se asumían como fines. Esto quiere decir que tampoco se integraba en esta enseñanza una teoría que fuera capaz de “mirar” o buscar con pretensión de certeza, lo verdadero. No se pretendía la verdad de los valores de la tradición que eran incluidos en la enseñanza de un modo irreflexivo. Los valores eran los fines asumidos de hecho para orientar las estrategias retóricas enseñadas en una relación comercial al alumno que pagaba (y mucho) por ello.

En ambas versiones, señala el capítulo que estamos parafraseando, no podemos establecer un cabal conocimiento científico. No se da siquiera la pregunta por la verdad, o sea, por el valor universal, por el rango que, extraído de las matemáticas, hacía a un saber o a un bien, verdadero a priori y en toda nación o circunstancia. En la medida que hoy la ciencia pretende “hablar” de este modo acerca del mundo, tiene que partir de esta idea de verdad en un sentido formal, matemático y universal. Algo opuesto por completo al relativismo de Protágoras que Platón expone en el diálogo con su nombre y que se nos antoja un texto fundamental para entender la educación. Un relativismo el del sofista en torno a la ética y a la ley. Según este enfoque la virtud no podría enseñarse porque, sencillamente, no existe. No existe la virtud como verdad a la que apuntar con la conducta. “La educación ética, tal como la concibe Protágoras, descubre así su fragilidad y su indigencia crítica. ¿Cómo restaurar la moralidad, instruir a los individuos en la virtud, guiar la conciencia colectiva, sin un efectivo conocimiento de los valores y de los fines? El relativismo de Protágoras no conoce otros valores que los que emanan de la opinión, expresada en la ley de cada ciudad; no dispone de ningún principio que permita juzgar la opinión, verdadera o falsa; (…) si la moralidad no descansa en un saber, carece de fundamento sólido; y la acción educadora, cuando no está dirigida por otros principios que la distinción puramente pragmática de lo normal y de lo patológico, cae fatalmente en el oportunismo” (2013, p. 21).

La consecuencia para la educación y la pedagogía es clara. No puede haber una educación en lo universal y lo máximo que puede regirla es aquello que una sociedad establece como lo bueno y en función de lo cual regirse tácticamente para vivir bien en ella. Se ha eliminado la teoría de la educación y se ha optado por una técnica de la educación que prima el saber hacer como básico recurso que el hombre educado debe adquirir. Un saber hacer que en el lenguaje actual llamamos “competencias”. Las competencias, como todo lo que se reduce a su aspecto técnico, implican o enseñan un actuar eficiente, pero ciego, sin la distancia y el desinterés con que la teoría “miran” a lo que uno mismo o los demás hacen.

Pero la conducta de un sujeto puede ser movida por lo que para Platón, en cambio, son ya valores, valores que encierran un bien que atrae y que, sobre todo, es verdadero. Hay una razón no meramente estratégica en lo que mueve al sujeto y esa razón se basa en que el fin buscado es verdadero, corresponde con una verdad. Dicho de otro modo, hay razones universales para determinados comportamientos, que así pueden fundarse con firmeza. “En esta determinación de la voluntad por el conocimiento descansa la posibilidad de la educación ética; la acción recta procederá infaliblemente, en efecto, de un juicio lúcido. Ahora bien, cualesquiera que sean las incertidumbres de la conciencia colectiva, las variaciones de la opinión, la subjetividad de las preferencias individuales, es posible llevar al sujeto consciente hasta reconocer que existe un ideal que se impone incondicionalmente a la reflexión, a la voluntad razonable, que hay valores independientes de la prevención individual o social, de los prejuicios o del egoísmo, y que responden a la más profunda aspiración del ser que piensa” (2013, p. 22).

Fue Sócrates quien apoyándose en esta cierta fe en la posibilidad de “verdad” y de una absoluta certeza del Bien, quien desarrolló otro tipo de pedagogía que ya no era aprendizaje de saberes técnicos o prácticos o retóricos y que además podía implicar la crítica a la tradición. Se ponía el cimiento para lo que hoy denominaríamos “espíritu crítico”. Esto, metodológicamente suponía que “aprender” o formarse no era tanto una incorporación, al modo de una suma, de un “currículo”, sino el penoso, esforzado y constante cuestionamiento y puesta a prueba de lo aprendido espontáneamente al absorber la tradición. La postulación de una verdad o universalidad posible de alcanzar en los valores, como una consistencia o rango ontológicos inscrito en ellos, era el motor para los diálogos socráticos que consistían en el hallazgo de este tesoro oculto que había que desvelar por vías antes negativas que afirmativas. Si emergía lo afirmativo, o sea, lo que era verdad en medio del desecho de las no verdades, sucedía como en un parto (mayéutica). Esto implicaba un modo socrático de concebir lo universal como algo inscrito en el hombre y posible de reconocer (reminiscencia) aunque generalmente se vive sin dicho reconocimiento, como en letargo. El bien sería este tesoro que rige la conducta y funda la ética, a diferencia de los sofistas, pero cuyo conocimiento en sí es el fin más elevado de la propia ciencia. En el proceso dialéctico de la paideia socrática hay, pues, al mismo tiempo el sentimiento de una carencia y el sentimiento de que es posible adquirir la certeza sobre algo o, en términos de la ética, sobre el bien. “La educación moral halla en la reflexión acerca de las condiciones de la objetividad, en la exigencia de la autonomía espiritual, su fundamento genuino; la virtud puede ser enseñada, porque se reduce a una ciencia; la moralidad descansa en un conocimiento objetivo de los valores” (2013, p. 28).

Es este concepto por el que lo teórico es lo universal, lo que capta la verdad en que lo técnico o la costumbre pueden o no apoyarse, el que puede ser llamado, desde entonces, “ciencia”. Pero, subrayemos, la ciencia se ubica en la hoy tan denostada por muchos pedagogos, “teoría”. “Teoría” es la capacidad de observar distanciadamente lo real, mediante la escrupulosa eliminación de cualquier otro interés que no sea el del saber en sí mismo. Como de manera concisa pero excelente se expone en el libro de Carlos Fernández Liria aludido días atrás, suprimir la teoría implica la condena a ceder de manera ciega a cualquier otro interés que se sobrepone a la verdad. Desde un punto de vista técnico incluso puede llevar a perdernos, pues lo técnico no halla verdades ni mentiras, solo acepta sin cuestionarlo el mundo, la tradición y los valores que hemos heredado o que imperan en la sociedad o que desde instancias jurídicas o políticas se imponen. Y la teoría es el conocimiento que postula y busca una verdad que corresponde de un modo cierto con el mundo, como un íntimo nervio, que puede presentarse de maneras engañosas, inciertas, esquivas pero que siempre reside como una última posibilidad de certeza universal. Desde el punto de vista del científico y la ciencia, esto quiere decir que la TEORÍA es el imperio del saber buscado por el mero afán de saber, en pos de lo verdadero como algo en sí valioso que no se supedita a nada para valer, en la denodada y desinteresada investigación que busca la verdadEl teórico lo es porque se ha elevado sobre lo útil, lo técnico, lo comercial, lo tradicional e incluso sobre los propios mitos. Esto fue el hallazgo griego que, como decía más arriba, nos ha hecho, aun hoy, ser como somos y cuyo estudio es necesario para comprender, por tanto, nuestro más inmediato tiempo presente.

Así la metodología socrática presuponía una teoría que a su vez es lo que hoy posibilita que haya ciencia. Si apelamos a la Historia de la Ciencia, comprobamos fácilmente que lo que ha movido su progreso, el alma de los grandes científicos, ha sido este amor puro por el saber en sí. Fue lo que Platón, en diálogos posteriores a los denominados “socráticos”, pensó sistemáticamente y a fondo, es decir, cómo había que ser y cómo hacerse (educarse) para esa búsqueda incondicional y desinteresada de la verdad. Como señala Moreau, autor del capítulo dedicado a Platón, este fue el primer filósofo de la educación, de la educación como aquel proceso que nos sitúa en la posibilidad de responder a la verdad y buscarla, lo que quiere decir, de emprender un camino teórico para hallar el íntimo nervio del mundo, lo que lo sostiene, lo que no cambia y siendo universal es, también, válido a priori.

La verdad, expondrá el Platón maduro, ostenta un esplendor en sí misma capaz de enamorar y hacer del proceso, como hoy señala Recalcati en su controvertido libro, algo eróticamente incentivado, en la medida en que es esa verdad o su posibilidad y búsqueda lo que dinamiza el proceso educativo en la escuela al modo de la atracción amorosa.

Por último, es necesario puntualizar algo controvertido en relación con la filosofía de la educación platónica, Platón reconoce que no todo el mundo puede alcanzar la verdad por estos medios trabajosos que sitúan a quienes buscan en el abismo de la duda respecto a lo previamente asumido. La filosofía no es para todos. Pero como la verdad es el presupuesto imprescindible para actuar bien, en la medida en que la verdad en sí atrae, resulta necesario crear una cierta propensión por ella previa a la razón. Utilizar a la poesía y sus artes seductoras en contra de la propia poesía. En esto consiste el proyecto de La República, una educación que favorezca la presencia de la verdad en el carácter y por tanto prepare para buscarla o ser receptivos a la misma, aunque estemos hablando de una educación que no es al modo racional que pretendía Sócrates con sus interlocutores. La verdad, y en esto consiste el proyecto pedagógico y filosófico del mencionado libro, ha de reinar en la sociedad, bien sea mediante la educación racional de quienes pueden (los filósofos) o la educación del carácter de quienes no pueden entregarse a la búsqueda racional de la misma, a su hallazgo a través de la dialéctica y el pensamiento. “Esta forma de educación es la única que conviene a los más y al mantenimiento de la moral pública; se impone necesariamente respecto de la infancia, cuando el sujeto que ha de ser dirigido no posee aún el uso pleno de la razón. Pero si no conduce a la autonomía moral, por lo menos no obstruye el acceso a ella; la opinión que inculca no es un prejuicio del que será preciso librarse; coincide con lo verdadero; el que la haya acogido dócilmente, si llega un día a reconocer en ella la razón, ratificará las enseñanzas recibidas cuando niño; descubriendo en ellas, por la reflexión, los valores ideales, recuperará, por decirlo así, viejos conocimientos; reconocerá en su verdad unas nociones que le eran familiares desde hace tiempo (…)” (2013, p. 30).

Es un adelanto de lo que también Rousseau proyectará en Emilio, la creación de un carácter proclive y sensible a la verdad que en el momento de la razón, responderá con gusto a su búsqueda racional y a su disposición en el mundo social. No en vano, el ginebrino menciona como el mayor libro de educación de todos los tiempos a La República. Se trata de una educación que motivada y regida escrupulosamente por lo verdadero (y lo bueno verdadero, o sea, la verdad presente en los valores que como fines han de orientar la conducta del educando), no llega a realizar todavía la autonomía moral, careciendo de racionalidad en cuanto que no es descubierto o elegido por el educando en un proceso reflexivo como eran los diálogos socráticos. Pero aun de un modo previo, actúa despertando el sentimiento y la atracción por lo verdaderamente bueno. Una vez el niño esté en condiciones de razonar y pensar su vida, descubrirá como universalmente bueno aquello en que fue educado. Su vida, antes y después de su autonomía moral, habrá respondido al esplendor de la verdad, porque la verdad es bella y de por sí atrae y produce admiración.

No creo que haga mucha falta subrayar cómo toda esta presentación de la educación en Grecia, sofística o socrático-platónica, nos aclaran circunstancias actuales. Lo hemos subrayado a menudo y seguiremos con ello, pero señalemos ahora, para terminar, el vínculo con una idea sofística de la educación que subyace en la actualísima pedagogía de competencias e incluso en el Aprendizaje Basado en Proyectos, en cuanto estos asumen las valoraciones de hecho existentes en la sociedad, sin ponerlas en cuestión. Se trataría de un modelo técnico tanto de la escuela y la universidad como de la formación de los futuros maestros. La erradicación de la teoría de los estudios, amparada bien es cierto en el mal hacer de la enseñanza académica del pasado, se nos presenta como algo muy peligroso pues, como ocurría con los sofistas, se elimina la posibilidad y el ejercicio de un distanciado análisis de lo que nuestra cultura y sociedad nos presentan como bueno. En realidad lo bueno es lo útil, lo que sirve para el mundo laboral, y es esta misma conexión la que si eliminamos un enfoque teórico como el de Sócrates, la que estamos dejando de poder cuestionar. Hace falta un claro enfoque teórico, sólido, con fe en su propia labor, para que de nuevo el magisterio, las facultades de Educación o de Ciencias de la Educación cumplan aquello que la Ilustración, con sus más y sus menos, designara a la Universidad. Hay que superar la concepción de la formación de maestros como algo regido por lo técnico y por tanto reducido a las didácticas, así como retomar para la Pedagogía una tarea más allá de la consistente en pensar y crear metodologías de enseñanza (en una confusión con la didáctica) o la que se ciñe solamente a describir lo dado,recuperando su carácter teórico, es decir, crítico y socrático. 

Bibliografía:

Château, J. (2013). Los grandes pedagogos. México: FCE (primera edición francesa  1956).

Fernández Liria, C. et al. (2017). Escuela o barbarie. Entre el neoliberalismo salvaje y el delirio de la izquierda. Madrid: Akal.

Fuente del Artículo:

https://educayfilosofa.blogspot.mx/2018/03/teoria-verdad-y-educacion-actualidad-de.html

Fuente de la Imagen:

http://www.quieroapuntes.com/apologia-de-socrates_platon_25.html

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Las cinco reflexiones educativas de Ken Robinson en ‘El Elemento’

España / 13 de mayo de 2018 / Autor: Daniel Poyatos Soguero / Fuente: HuffPost

Desde luego, a mucha gente le va bien en la escuela y le encanta lo que ésta le ofrece. Sin embargo, demasiadas personas no se gradúan o abandonan prematuramente sin estar seguras de cuáles son sus verdaderos talentos y sin saber qué dirección tomar porque sienten que en los colegios no valoran aquello que se les da bien. Por ello, Ken Robinson, autor de El Elemento analiza, diagnostica y anticipa intervención sobre diversas cuestiones en materia de educación.

1. La búsqueda de nuestra pasión

La educación tendría que ser uno de los procesos principales que nos llevara hasta el Elemento, la pasión o talento que todos poseemos, aquello en lo que nos sentimos como peces en el agua. Encontrarlo es fundamental para nosotros como individuos y para el bienestar de nuestra comunidad. Ejemplos como el de George Harrison y Paul McCartney, que nunca se interesaron por la música en el colegio ni a quienes se llegó a aventurar su talento, son dramáticamente frecuentes.

2. La conformidad goza de mayor valía que la diversidad

Las escuelas actuales se crearon a imagen del industrialismo del siglo XX, en base a sus principios de cadena de montaje y división del trabajo. Promueven una visión reduccionista de la inteligencia y tratan de homogeneizar y estandarizar, por lo que lamentablemente la diversidad sale malparada.

3. Reformas educativas ineficaces

Casi todos los sistemas educativos públicos del mundo están en proceso de reforma: Asia, América, Europa, África y Oriente Medio. La mayoría de estos movimientos de reforma se centran en el plan de estudios y en la evaluación, pero no en la pedagogía.

Al intentar controlar el plan de estudios, primero, se consolida aún más la arcaica jerarquía de las asignaturas y éste se convierte en un elemento segregador de alumnos que destacan en las perjudicadas; segundo, se ha fomentado la creencia de que las artes, las ciencias y las humanidades, y el resto son totalmente diferentes entre sí. Pero la verdad es que tienen mucho en común. El plan de estudios ha de ser interdisciplinario, ya que no aprendemos algo de forma aislada sino dinámica y constructivamente; y tercero, ha de ser personalizado, teniendo en cuenta los intereses y estilos individuales, porque sólo así se motivará a la persona para aprender ahora y a lo largo de su vida.

En cuanto a la evaluación, se prioriza la aplicación de tests estandarizados que minan la innovación y creatividad (tanto de docentes como discentes), motores para el progreso de la sociedad. Por otro lado, la penalización de colegios con «deficiencias», sin tener en cuenta sus condiciones socioeconómicas, aumenta la desigualdad y provoca el cierre o la cesión a entidades privadas con dudosos propósitos.

4. Invertir en profesores

Los verdaderos desafíos de la educación sólo se solucionarán confiriendo el poder a los arquitectos de la vida, a aquellos profesores creativos y entusiastas que se conviertan en mentores de los alumnos y estimulen su imaginación y motivación.

5. Transformar la educación

La educación no precisa que la reformen, sino que la transformen. La clave para esta transformación no es estandarizar la educación sino personalizarla: descubrir los talentos individuales de cada uno, colocar a los estudiantes en un entorno en el que quieran aprender y puedan descubrir de forma natural sus verdaderas pasiones, para que éstas faciliten una vida plena y feliz.

Referencias:Robinson, K. (2009). El Elemento. Barcelona. Editorial: Random House Mondadori.

 

Fuente de la Reseña:

https://www.huffingtonpost.es/daniel-poyatos-soguero/las-cinco-reflexiones-edu_b_9274612.html?utm_hp_ref=es-reforma-educativa

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Los deberes a la sombra de la LOMCE

España / 6 de mayo de 2018 / Autor: Silvia R. Court / Fuente: El Diario

Ojalá algún día confluyan las necesidades vitales con las escolares, tanto para las familias como para el profesorado y  el alumnado. Si ese día llegara, desaparecerían buenas dosis de hartazgo y hastío entre los docentes así como el aburrimiento esparcido en las aulas de los pequeños y jóvenes sentados largas horas en sus pupitres esquivando bostezos.

Si el aprendizaje estuviera dirigido al conocimiento, a la reflexión y valoración del pasado, del presente y del futuro en los distintos ámbitos y fuera un proceso de descubrimiento y de alegría, de preparación para afrontar la vida, el grado de una satisfacción y de un rendimiento excelente se reflejarían en las evaluaciones, por ejemplo, de los informes PISA.

El sistema educativo arrastra fisuras y concepciones antiguas a lo largo de decenas de años. Para poder centrar el tema objeto de este artículo de opinión – los deberes- se abordará a la luz –o bajo la oscuridad- de la LOMCE, Ley que regula la Educación ahondando en las dificultades de renovación de los pilares sobre qué y para qué se aprende. Una Ley que tras la celebración de las últimas elecciones generales debió ser derogada.

¿Deberes, sí o no? Depende de para qué y en qué condiciones. De nuevo, cabrían muchísimos matices.

Mientras siga en vigor la LOMCE, difícil atinar en una respuesta positiva o negativa. Se supone que los deberes en la actualidad están dirigidos al refuerzo del aprendizaje. Sin embargo, ¿qué refuerzo o recuperación puede realizar un alumno si previamente en su centro educativo no cuenta con los medios para afrontar los desajustes del aprendizaje? El alumnado llega a la escuela desde su infancia con una mochila cargada de su biografía, perteneciente a un espacio geográfico y a una determinada familia, con recursos económicos, culturales, con motivaciones diversas e indistintas. En el caso de no conseguir los objetivos académicos, seguirán arrastrando curso a curso los desajustes del aprendizaje y de nada serviría sentarse en casa a realizar muchos, apenas o algunos deberes.

La LOMCE regula el abandono de este alumnado con absoluta claridad. Veamos cómo contempla literalmente los programas: unos programas dirigidos a aquellos alumnos que presenten dificultades relevantes del aprendizaje no imputables a falta de estudio o esfuerzo” (sic). La LOMCE no indaga en las causas que llevan a los chicos y chicas a no estudiar ni a esforzarse. La LOMCE persigue la mera cultura del esfuerzo, estimula la eficiencia y la productividad, la competitividad y el beneficio, atendiendo solo a los resultados mientras ignora el proceso del aprendizaje.

La LOMCE deja en manos del profesorado la tarea de “educar” en unas condiciones de estrés y de sobrecarga tanto laboral como emocional: sin programas de atención a la diversidad, con unas ratios elevadísimas y mezclando en el aula todos los problemas y expectativas individuales, lidiando los docentes sin recursos y ahogados en la burocracia por sacar a su alumnado adelante, al tiempo que luchan por rascar tiempo para impartir el curriculum estipulado. Tampoco han devuelto el Gobierno estatal del PP y el Gobierno de Canarias todos los recortes que impusieron. No ceden en sus políticas de ajustes ni cumplen con el incremento del presupuesto contemplado en la Ley Canaria de Educación. ¿Qué cabida tendría actualmente en estas circunstancias y con el actual modelo de sistema educativo diseñado en la LOMCE hacer deberes en el propio centro para ayudar a los estudiantes?

Los deberes podrían tener un espacio en los propios centros educativos planteados a modo de procesos de aprendizaje que despierten la motivación, la curiosidad, la participación, la experimentación creativa. Justamente lo que impide la LOMCE, que no desea personas que aprendan a pensar, a entender, a cuestionar… Por ese motivo le niega al alumnado y al profesorado medidas para compensar las desigualdades, eleva las ratios, regula itinerarios a edades muy tempranas, fomenta la privatización del servicio público, impone evaluaciones externas, niega el incremento de las plantillas, elimina cargas horarias de materias como la Filosofía, Música, Educación Artística, etc. En este contexto es donde tal vez habría que plantear también el debate de los deberes.

La LOMCE convierte a los consejos escolares en meros órganos consultivos. La participación de las familias también queda anulada, familias a las que pretenden responsabilizar y sobrecargar  ahora con los deberes de sus hijos mientras los gobiernos estatal y de Canarias no dotan a los centros con los recursos necesarios y no cuidan en primera instancia a su alumnado y profesorado.

Como bien afirmaba un profesor en Finlandia, a la salida del colegio lo que le toca a los niños es seguir disfrutando y divertirse, trepar árboles, dibujar, jugar a la mancha y leer libros despatarrados en el sillón de su casa.

La familia contribuye a la educación y al crecimiento de sus hijos, sin lugar a dudas, pero no es de recibo trasladarle los problemas que los responsables de la Educación y del sistema educativo se niegan a afrontar y a resolver. Y lo primero e imprescindible es no dilatar más la derogación de la LOMCE.

Fuente del Artículo:

https://www.eldiario.es/canariasahora/canariasopina/deberes-sombra-LOMCE_6_766483357.html

Fuente de la Imagen:

https://www.eldiario.es/zonacritica/deberes-escolares-debate_6_648545148.html

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España: La Plataforma per l’Ensenyament convoca una huelga el 8 de mayo contra la «retrógada» LOMCE

España / 6 de mayo de 2018 / Autor: Redacción / Fuente: Valencia Plaza

La Plataforma en Defensa de l’Ensenyament Públic ha realizado un llamamiento para participar en las manifestaciones convocadas en las tres capitales de provincia y otras poblaciones de la Comunitat Valenciana el 8 de mayo para exigir la derogación de la LOMCE, una ley que califican de «injusta, clasista, machista y retrógada» al permitir situaciones como la segregación educativa por sexos.

El colectivo ha ofrecido este miércoles una rueda de prensa y ha informado del manifiesto que se leerá en las marchas del próximo 8 de mayo. Con esta acción, las entidades que configuran la plataforma se unen a la convocatoria estatal con el objetivo de «salir a la calle, decir no a la LOMCE y defender la enseñanza pública».

Para los convocantes, se trata de una ley «regresiva, privatizadora, antidemocrática, segregadora, machista, no laica y que ataca las lenguas propias». Además, expresan su «indignación» ante el reciente pronunciamiento del Tribunal Constitucional «que avala la enseñanza segregada por sexos que separa al alumnado sin ninguna razón».

En la misma línea, han subrayado su rechazo «a los continuos recortes que se ven reflejados en peores condiciones laborales del profesorado, en el aumento de la concertación, en el destrozo de las infraestructuras –como en el caso de la presunta malversación de dinero público de Ciegsa y del BEI–, la mala planificación en las construcciones previstas y la mengua de profesorado y de recursos».

«La comunidad educativa –señala el manifiesto– ya no tolera más que el actual gobierno del PP y su presidente, Mariano Rajoy, sistemáticamente bloqueen todas las iniciativas destinadas a revertir los recortes educativos, a derogar la LOMCE y a ampliar los consensos para lograr el deseable Pacto Educativo».

«Cambio de gobierno»

«Por eso, si se muestran incapaces de impulsar y realizar los cambios que nuestro sistema educativo necesita, o deliberadamente no quieren realizarlos, nos vemos obligados a exigir un cambio de presidente y de gobierno, un nuevo gobierno del cambio que impulse la derogación de la LOMCE y su sustitución por una nueva ley educativa consensuada y progresista, que proteja la educación pública y derogue los recortes educativos. Hasta que no lo consigamos, esta movilización continúa», advierten.

La entidad anima a participar en las protestas a la comunidad educativa de todas las etapas. Las concentraciones y manifestaciones se llevarán a cabo el próximo 8 de mayo a las 18.00 horas en València y Alicante y a las 19.00 en Castellón y otras poblaciones valencianas. Los lemas serán No hi ha excuses! Ara educació pública. #SIalaPública, #NOalaLOMQE, #RevertirRetallades, #NoSegregació y #Síalvalencià.

La Plataforma en Defensa de l’Ensenyament Públic está integrada por FAMPA-València, STEPV, FE CCOO PV, FeSP UGT PV, Escola Valenciana, CAVECOVA, CGT, FAAVEM, FEPV, BEA, Campus Jove, Sindicat d’Estudiants, FEU, FdE, Acontracorrent, Associació de Directors de Primària, Associació de Directors de Secundària, Moviments de Renovació Pedagògica, ADIDE, FAMPA-Enric Valor, FAMPA-Penyagolosa y Valencia Laica.

Fuente de la Noticia:

https://valenciaplaza.com/la-plataforma-per-lensenyament-convoca-una-huelga-el-8-de-mayo-contra-la-retrogada-lomce

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Revista de Educación Social: NÚMERO 26 – 03/2018 – Educación Social y Trabajo Social, un encuentro necesario (PDF)

España / 6 de mayo de 2018 / Autor: Consejo General de Colegios de Educadoras y Educadores Sociales (CGCEES) / Fuente: EDUSO

Trabajo Social se configura, en la mayoría de los países de nuestro entorno, como un ámbito de intervención que recoge diversos perfiles profesionales: animación sociocultural, asistencia social, educación/pedagogía social, educación de adultos, de jóvenes…etc. En nuestro país, la caracterización particularizada de una parte del mismo como una profesión específica lleva a dificultades en el dibujo y las relaciones que se dan en la acción social, sociopolítica y socioeducativa entre los diversos agentes que intervienen en ella. Y ello provoca también cortocircuitos comunicativos que resultan muy difíciles de explicar cuando salimos fuera de nuestra realidad estatal. A pesar de estas limitaciones, la revisión de las relaciones entre estos dos componentes de la acción social: Trabajo Social y Educación/pedagogía Social, es necesaria para clarificar y seguir tendiendo puentes para transitar caminos que nos lleven a encontrar vías de solución a esta especificidad, fruto de la construcción histórica de las profesiones en nuestro país. En este número la mayoría de las colaboraciones optan por soluciones colaborativas, de cooperación, de comunicación…, huyendo de defensas corporativas de supuestos espacios privativos de unos u otros. Es un reto para todos los que estamos implicados en la intervención social. Y un deber para con las personas a las que se dirige nuestra acción.

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Fuente de la Reseña:

http://www.eduso.net/res/revista/26

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La coeducación y el éxito escolar y social frente a la educación diferenciada

España / 6 de mayo de 2018 / Autor: Luz Martínez Seijo / Fuente: El Diario de la Educación

El sistema educativo debe fomentar la coeducación, porque la manera de trabajar y de interrelacionarse afecta sin duda el futuro de los niños y niñas, su manera de entender la igualdad.

Es indudable el papel que la educación tiene como herramienta fundamental para educar y crecer en igualdad. Desde el nacimiento comenzamos a recibir la influencia social que condicionará de manera fundamental nuestra manera de ver, entender y estar en la vida. Se nos transmite una gran parte de la forma de pensar, sentir y actuar de cada sociedad. Por eso el sistema educativo debe fomentar la coeducación, porque la manera de trabajar y de interrelacionarse afecta sin duda el futuro de los niños y niñas, su manera de entender la igualdad.

Con esta premisa, defiendo que los centros escolares no deben ser, en ningún momento, un lugar de exclusión y discriminación. Ha de prevalecer, por encima de todo, “el interés superior del niño”, porque así se recoge en la Declaración de los Derechos del Niño de 1959 y en la posterior Convención de 1989 que sostiene que “los Estados respetarán el derecho del niño a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión”, obviamente conculcado cuando, sin tener desarrollada su autonomía, se ve sometido a un método concreto de enseñanza en función de las creencias o convicciones de las familias que optan por una educación diferenciada, niños y niñas separados.

Según Durkheim, la educación se concibe como un proceso socializador, que procura la adaptación y la incorporación del sujeto a su medio físico y social, a través de la adquisición de los elementos propios de la cultura (lenguaje, habilidades, costumbres, actitudes, normas, valores, etc.) y todos estos cambios se producen en el sujeto que se está educando como consecuencia de las influencias educativas y que son congruentes con las finalidades propuestas. Por tanto, si la finalidad es lograr mayor calidad en igualdad social, el sistema educativo debe proporcionar esos elementos que se encuentran enmarcados en la coeducación.

Si la coeducación está asentada como un principio educativo indiscutible en España, se puede defender y constatar también el gran avance en éxito escolar que se ha producido bajo el modelo de una educación mixta.

El ámbito educativo destaca por ser uno de los más significativos avances de la mujer. No sólo ha desaparecido la ancestral desventaja, sino que esta se ha invertido para dar paso a un mayor alcance y éxito educativo entre las mujeres que entre los hombres. Los datos en España muestran la evidencia de que las mujeres han ido progresivamente superando las tasas de graduación en las diferentes etapas educativas. Existen más de 10 puntos de diferencia en la tasa de graduación en educación secundaria, más de 15 en la prueba de acceso a la universidad, la tasa de abandono escolar es casi 10 puntos más alta para los chicos y hay más mujeres universitarias que hombres.

Díaz-Aguado explica que la mejor situación académica de las mujeres se debe a su mayor tendencia a superar el sexismo, identificándose con valores tradicionalmente masculinos, como el éxito, sin renunciar a los femeninos, como la empatía. Pero también vincula el compartir espacio y actividad académica como condiciones necesarias para la construcción de la igualdad, a lo que hay que añadir la mejora de la convivencia escolar desde una perspectiva integral y de género.

Frente a estos resultados obtenidos en un sistema educativo mixto, surge ocasionalmente un debate a favor de la enseñanza diferenciada que esconde un profundo fundamento ideológico a favor de los roles de género. Algunos argumentos a su favor se basan en mejorar el rendimiento de las chicas en matemáticas y de beneficiar al género masculino frente a un modelo de enseñanza mixto en el que se les priva de su masculinidad, de los elementos de competitividad que resultan estimulantes para ellos. La realidad es que estos argumentos supondrían aceptar la existencia de las desigualdades y poner bajo sospecha el concepto de igualdad, como “profundamente injusto y homogeneizador frente a la diversidad natural” como señala Marina Subirats.

Rosemary Salomone también descarta las desigualdades al constatar que la atención prestada por los centros educativos y los cambios de actitudes en la sociedad han reducido la diferencia que favorecía a los chicos en matemáticas y ciencias, y añade que las pocas diferencias en el rendimiento no se manifiestan hasta la preadolescencia y son atribuidas a la socialización en el colegio, en el hogar y en la sociedad en general, motivadas por los problemas académicos y sociales más graves, es decir, que el entorno social desfavorecido es el que influye claramente en el rendimiento académico.

Incluso Christina Hoff Summers –experta en educación diferenciada y autora de un libro en su defensa– en un reciente debate organizado por el American Enterprise Institute, reconoce que la evidencia científica sobre el tema no es concluyente, pues resulta difícil separar el factor de la separación por sexos de otros como la procedencia social del alumnado o incluso la cultura de cada país.

Tampoco la investigación sobre el rendimiento por género en educación superior determina que el rendimiento académico de los alumnos dependa del género, tal y como Acevedo y Rocha señalan en su investigación sobre estudios de Ingeniería Civil Biomédica y Tecnología Médica- estudios tradicionalmente con mayor presencia y masculina- y concluyen que en relación con el género, los estudiantes de ambas carreras no muestran diferencias significativas en estilos de aprendizaje ni en las calificaciones promedio.

Por si fuera poco para desmontar la inexistencia científica a favor de la enseñanza diferenciada, Díaz Aguado indica que el 53% de los indicadores de rendimiento académico a corto plazo concluyen que no hay diferencias significativas, frente al 35% de los estudios que apoyan las ventajas de la segregación, el 10% de los que llegan a resultados contradictorios y el 2% de los que encuentran ventajas sobre la educación mixta. La ausencia de diferencias aumenta (hasta un 75% de los estudios) al considerar el rendimiento a largo plazo y/o utilizando como indicador la obtención de titulaciones académicas.

Sin duda, las conclusiones alcanzadas según la literatura existente constatan que las ventajas a favor de la educación diferenciada carecen de base científica y pueden exagerar el sexismo y los estereotipos de género. Halpern y Díaz Aguado coinciden en que ninguna investigación bien diseñada ha demostrado con datos empíricos las ventajas que sus defensores afirman obtener frente a la educación mixta; por el contrario, sí hay evidencia de que la “singlesex” aumenta los estereotipos de género y legitima el sexismo institucional.

Como conclusión, la escuela mixta ha permitido el gran avance educativo de la población española en los últimos 30 años. Un avance educativo absolutamente único respecto a nuestro pasado, tanto para los hombres como, sobre todo, para las mujeres.

A pesar de ello, la igualdad sigue siendo una asignatura pendiente en nuestro sistema educativo. En la educación mixta queda mucho que hacer, en nuestros centros educativos sigue habiendo muchas diferencias de roles, actitudes, juegos, valores y relaciones en el día a día. Estos son los objetivos que se deben afrontar y sobre los que la mayoría de los docentes ponen un gran empeño. Un empeño que requiere a su vez de mayor apoyo institucional, social y sin duda familiar, para lograr una mayor atención a la igualdad en el ámbito educativo.

En nuestra sociedad, debemos aspirar a que hombres y mujeres se entiendan, porque ambos convivimos y necesitamos unas bases compartidas para poder conocernos, comprendernos mejor, desarrollar un lenguaje común y generar los pasos para alcanzar consensos claves comunes, algo esencial en los procesos educativos y sólo desde la socialización en la escuela se pueden alcanzar.

Referencias:
Acevedo, C., Rocha, F. (2011). Estilos de Aprendizaje, Género y Rendimiento Académico. Revista Estilos de Aprendizaje, nº8, Vol 4, octubre de 2011.
Díaz-Aguado, M.J; Martín, G. (2011). Convivencia y aprendizaje escolar en la adolescencia desde una perspectiva de género, Psicothema, vol. 23, núm. 2, 2011, pp. 252-259.
Durkheim,E. (1975). Educación y sociología, Barcelona, Península (Edición original de 1922), pp. 52-54.
Halpern, D., Eliot, L., Bigler, R., (2011). ThePseudoscience of Single-Sex Schooling, Education Forum, Vol. 333. En: http://www.feminist.org/education/pdfs/pseudoscienceofsinglesexschooling.pdf
Salomone, R. (2007). Igualdad y diferencia. La cuestión de la equidad de género, Revista española de Pedagogía, año LXV, n.º 238, septiembre-diciembre, pp. 433-446
Los buenos datos de la educación diferenciada inglesa, ¿Qué lecciones se pueden aprender?. En: http://www.easse.org/es/content/364/Los+buenos+datos+de+la+educaci%C3%B3n+diferenciada+inglesa/ Consultado 21/04/2018

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La coeducación y el éxito escolar y social frente a la educación diferenciada

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10 mujeres filósofas para estudiar en el aula

España / 6 de mayo de 2018 / Autor: Mar Giner / Fuente: Educación 3.0

¿Cuántas mujeres protagonizan la clase de Filosofía y sirven de modelo para las nuevas generaciones? Os proponemos 10 mujeres filósofas imprescindibles para entender el pensamiento filosófico que ha llegado hasta nuestra época.

 

1 María Zambrano (1904-1991)

La primera de la lista es esta pensadora, filósofa y ensayista española cuya extensa obra, entre el compromiso cívico y el pensamiento poético, no fue reconocida en España hasta el último cuarto del siglo XX. Después de un largo exilio, y siendo ya anciana, recibió los dos máximos galardones literarios concedidos en España: el Premio Príncipe de Asturias en 1981 y el Premio Cervantes en 1988.

2 Hiparquía (360-280 a.e.c)

Hiparquía de Maronea militaba en la peculiar escuela cínica fundada por Antístenes. Fue autora de tres libros y consiguió colarse en las reuniones y banquetes que organizaban los filósofos del siglo, aunque más de uno no viera con buenos ojos su presencia. Cuando murió, hicieron una fiesta en su honor desde la escuela en el pórtico de Atenas y declararon esa fecha como el día de la incorporación de la mujer al mundo la filosofía cínica.

3 Olympe de Gouges (1748- 1793)

Siglos después de Hiàrquía, seguía en tablas la lucha contra de la mujer por lograr los mismos derechos que los hombres. Olympe de Gouges fue el seudónimo utilizado por Marie Gouze, escritora, dramaturga, panfletista y filósofa política francesa. Como otras feministas de su época, la autora de la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791) fue abolicionista y murió en la guillotina por defender a  los Girondinos.

4 Simone de Beauvoir (1908-1986)

Esta escritora, profesora y filósofa francesa fue una firme defensora de los derechos humanos y de la mujer.​ Sus novelas, ensayos, biografías y monográficos se enmarcan en la corriente filosófica del existencialismo​ y su obra ‘El segundo sexo’, se considera fundamental en la historia del feminismo.

5 Sophie de Grouchy (1764-1822)

Esta intelectual del siglo XVIII asistía a escondidas a las clases que recibía su hermano pequeño y así aprendió a hablar varias lenguas. Organizaba tertulias filosóficas en las que se reunían  eruditos como D’Alembert, Adam Smith, Thomas Jefferson e incluso Olympe de Gouges.Tras el final de El Terror jacobino, volvió a retomar su carrera literaria y en 1798 publicó su obra más famosa: ‘Lettres sur la Sympathie’, que acompañó a su traducción al francés de la ‘Teoría de los sentimientos morales’ de Adam Smith.

6 Harriet Taylor Mill (1807-1858)

Filósofa inglesa del feminismo y luchadora por los derechos humanos, se educó en una casa devota del unitarismo y con 19 años se casó con John Taylor. Tras su muerte, en 1852 se volvió a casar con el filósofo del utilitarismo John Stuart Mill, en quien ejerció una influencia con sus ideas feministas. Durante su vida escribió varios ensayos pero pocos llegaron a publicarse en vida: su obra sigue el deseo de establecer la igualdad definitiva entre hombre y mujer en educación, matrimonio y ante la ley, destaca ‘La emancipación de las mujeres’.

7 Lou Andreas-Salomé (1861-1937)

Una de las primeras mujeres que entró en la universidad de Zurich (Suiza). Fue admirada por Nietzsche, Paul Rée y Rilke. Freud dijo de ella que era una mujer “de peligrosa inteligencia”. Gracias a esta última amistad se interesó por el psicoanálisis y consiguió ser una de las pocas mujeres aceptadas en el círculo psicoanalítico de Viena.

8 Mary Wollstonecraft (1759-1797)

Una de las grandiosas figuras del mundo moderno, escribió novelas, cuentos, ensayos, tratados, un relato de viaje y un libro de literatura infantil. En su obra ‘Vindicación de los derechos de la mujer’ (1792) argumenta que las mujeres no son por naturaleza inferiores al hombre, sino que parecen serlo porque no reciben la misma educación. La autora creó en sus obras un orden social basado en la razón y, precisamente, con esta obra estableció las bases del feminismo moderno y la convirtió en una de las mujeres más populares de Europa de la época.

9 Hannah Arendt (1906-1975)

Filósofa y teórica política alemana, fue una de las personalidades más influyentes del siglo XX. Trabajó como periodista y maestra de escuela superior y publicó obras importantes sobre filosofía política, aunque rechazaba ser clasificada como tal, donde defendía el concepto de pluralismo en la política. Fruto de estos pensamientos se situaba de forma crítica frente a la democracia representativa y prefería un sistema de consejos o formas de democracia directa.

10 Christine de Pizan (1364-1430)

Se la conoce como la primera escritora profesional de la historia, además de ser filósofa y poeta humanista. Su obra ‘La ciudad de las damas’ (1405), se sitúa en el inicio de la llamada querella de las mujeres, un debate literario surgido en torno a la situación de las mujeres y su defensa frente a la situación de subordinación que marcaba la época. Además, sus poemas se organizan en colecciones con una trama narrativa extraída de su experiencia personal. Gran parte de su trabajo contenía información biográfica detallada, algo inusual en esa época y sus primeros poemas y baladas de amores perdidos transmitían la tristeza de su prematura viudez.

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10 mujeres filósofas para estudiar en el aula

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