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Las ‘recetas’ del pedagogo Philippe Meirieu para luchar contra la segregación escolar

Por: Mar Ferrando

El pedagogo francés Philippe Meirieu ha sido el protagonista del último debate del ciclo ‘En clave de educación’, organizado por el Consejo Educativo Municipal de Barcelona (CEMB) y el Instituto de Ciencias de la Educación de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) en el CCCB

Con el título ‘Oportunidades educativas en Barcelona. Desde la perspectiva de género y otras vulnerabilidades’, Philippe Meirieu, que fue presentado como uno de los “pensadores más relevantes de la pedagogía contemporánea”, abordó la idea de las desigualdades educativas y las vulnerabilidades de la infancia y cómo evitar que las diferencias se profundicen dentro de la escuela y acaben convirtiéndose en “desventajas” si se mantiene una “forma escolar que presupone la homogeneidad y conformidad con la norma”.  Es la idea de buscar estrategias para la transformación que permitan a los alumnos que llegan con diferentes mochilas en la escuela, no fracasar en su camino de aprendizajes hacia su “emancipación” como personas.

El pedagogo, investigador, político, educador y profesor universitario aseguró estar “a favor” del Plan contra la segregación escolar de Barcelona para evitar “guetos”, ayudando desde la política a la financiación de las escuelas que acogen a menores vulnerables para luchar contra las diferencias y aportar oportunidades. Dotar de más recursos a aquellos centros que más lo necesitan, con más inversión y más profesionales, como ya se está intentando aplicar también en Catalunya, para garantizar la equidad. Una defensa de las políticas pedagógicas que él mismo ha contribuido a llevar a cabo a lo largo de su trayectoria profesional en Francia. Unas desigualdades económicas y sociales que implican un tratamiento diferente a las criaturas y que también reducen el nivel de aspiración profesional, que se va reduciendo a medida que los alumnos van creciente. Por ejemplo, pasan de querer ser cirujanas a los 6 años a ser enfermeras a los 12 y auxiliares de enfermería a los 14.

Los estereotipos perpetúan las desigualdades

De aquí vendría la fuerza de los estereotipos que perpetúa dentro de las escuelas las desigualdades, por ejemplo, de género. Meirieu destacó cuando a las niñas se las considera que sacan buenas notas porque son muy aplicadas en el estudio, es decir, sacan buenas notas porque trabajan no para que sean inteligentes. En cambio, “a un chico que saca menos nota, se le considera un vago”,  es decir, podría sacar mejores resultados porque es inteligente.

Meirieu vistió la conferencia de ejemplos sobre situaciones que pasan dentro de los centros educativos y que invitan a la reflexión, haciendo evidente muchos errores que seguramente se repiten sin percibirse. Así, por ejemplo, defiende que no es suficiente con poner dentro de una misma clase a alumnas de orígenes diversos para buscar la diversidad, la integración y la igualdad, sin otras medidas complementarias.

El pedagogo habló del aprendizaje en grupo haciendo referencia a una experiencia en los Estados Unidos sobre trabajos con alumnos de orígenes varios después del fin de la segregación racial. En lugar de conseguir trabajar la diversidad, profundizó las desigualdades. Los niños acabaron adquiriendo los roles prefijados: los blancos de clase acomodada pasaron a ser los dominantes y los de origen económico y social modesto, los esclavos.

Y todo ello para hacer evidente la necesidad de buscar las dinámicas para que los alumnos puedan trabajar en grupo, en aquello que les une y no en lo que les separa. Con aportaciones de todo el mundo, ya tengan mochilas llenas o vacías de aprendizajes o vengan de barrios populares o acomodados. Todos tienen cosas a decir y a aportar de todo el que han vivido.

El gusto del aprendizaje

También habló, por ejemplo, de la situación errónea de intentar dar más ejercicios a alguien que en realidad no los puede hacer como método para conseguir que mejore porque “no funcionará”. “Para curar el rechazo escolar se necesita hacer nacer en el niño o adolescente el gusto por el aprendizaje escolar”, defendió. Buscar el “deseo” que permita al alumno saber cada vez más y “abrirse en nuevos conocimientos”,  en vez de “limitarse al ChatGPT o a Google”.

Meirieu alerta de que la escuela no puede luchar sola contra las desigualdades económicas y sociales, que tendría que ser “la sociedad en su conjunto”. Así, hay que trabajar en todos los frentes de la educación, empezando para “acompañar en la parentalidad”, que califica “de ángulo muerto de la política educativa”. También invirtiendo en la escuela y al sostener el “tejido asociativo”, así como “pensar la ciudad con y por los niños”, momento en el cual también hizo referencia a la tarea que se hace en Barcelona en este sentido. Por último, situó como punto esencial “movilizar a los medios de comunicación a favor de la educación” para conseguir este objetivo.

El experto acabó la conferencia con una conclusión final, recordando que los alumnos llegan a la escuela con una “contingencia” que no depende de los educadores. Es decir, hijos de migrantes o de abogados, con condiciones económicas más o menos complicadas, con las cuales no se puede hacer nada. Y es que la educación “implica asumir la contingencia pero no quedar atrapado”.  En definitiva, “la educación como instrumento de la emancipación”.

Fuente de la información e imagen:  https://eldiariodelaeducacion.com

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Herramientas comunicativas para desmontar estereotipos

Fuentes: SEMlac

La cultura machista sigue condicionando las relaciones entre mujeres, hombres o personas con orientaciones sexuales no heteronormativas e identidades de género diversas y se afianza en estereotipos y normas sociales.

Desde la comunicación y el periodismo, un reto mayor es identificarlas para evitar naturalizarlas o reproducirlas.

Este y otros conflictos fueron ampliamente discutidos durante la edición de 2023 del Curso de Posgrado de Género y Comunicación, realizada en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí (Iipjm) del 20 al 24 de febrero.

Dedicado esencialmente a periodistas y comunicadores, el curso ofreció herramientas para desmontar esos mitos que agudizan las desigualdades y están en el origen de muchas violencias. Esta vez contó con el apoyo de Oxfam y la Embajada de Francia en La Habana y se construyó en alianza con SEMlac Cuba y Diakonia.

Los estereotipos se convierten en «estigma o etiqueta» cuando se conforman en sentido negativo por las normas establecidas desde el control social y «desembocan en prejuicios condicionados históricamente por la cultura, que los produce y reproduce», explicó la psicóloga Mayda Álvarez, investigadora del Centro de Estudios de la Mujer (CEM), de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).

En Cuba, la Encuesta Nacional de Igualdad de Género de 2016 confirmó la persistencia de estas creencias en el entramado social. Por solo poner un par de ejemplos, más del 65 por ciento de las personas interrogadas «siguen vinculando las expresiones de afectos a la feminidad» y poco más de la mitad (51 por ciento) consideró que «un hombre no puede darle el mismo cuidado a un niño que una mujer», ejemplificó Álvarez.

Identificar los estereotipos resulta imprescindible, pues su presencia en múltiples contextos de la cotidianidad contribuye a comportamientos discriminatorios, coincidieron participantes en la capacitación.

Esto, por ejemplo, ocurre en el espacio jurídico, cuando se valora de forma más severa a las madres que a los padres, en aquellos casos en que ambos son incumplidores de sus deberes con respecto a la responsabilidad parental.

La jurista Ivonne Pérez, profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, coincide. A su juicio, «el enfoque de género tiene una importante influencia en el ámbito jurídico; está presente en la legislación, en la doctrina y en el actuar de quienes reclaman e imparten justicia», precisó durante su conferencia.

«La igualdad de derechos encuentra hoy respaldo normativo constitucional y especial; pero su significación como valor social implica la observancia de la categoría ‘género’», reconoció Pérez.

Es necesario «un análisis casuístico y un cambio de mentalidad. La mejor de las leyes debe ir acompañada de un saber y un querer hacer», insistió la jurista.

Para la socióloga Clotilde Proveyer Cervantes, profesora de la Universidad de La Habana, resulta fundamental ir a las raíces del problema, lo que implica comprender cómo la organización estructural del patriarcado favorece que estas creencias sobrevivan y se multipliquen.

Se trata de entenderlo «como un orden social que legitima la estructuración de la sociedad para garantizar el dominio masculino y la subordinación y desvalorización de lo femenino», precisó la también coordinadora del equipo asesor de la FMC en temas de igualdad de género y atención a la violencia.

El patriarcado también «es la base que sustenta la violencia de género mediante un sistema sexo-género que se perpetúa mediante normas, valores, creencias y a través de la división de espacios, acceso a recursos y a la educación, entre otros», precisó Proveyer Cervantes.

Especialistas y periodistas de otros espacios académicos o medios de prensa como la Universidad de La Habana, la Editorial de la Mujer, el Centro Martin Luther King y SEMlac formaron parte del programa del curso.

Como invitadas especiales, la periodista y escritora sueca Kajsa Ekis Ekman intercambió sobre la forma de abordar la prostitución en los medios y la doctora en Ciencias Mirtha Cucco García, directora del Centro de Desarrollo de Salud Comunitaria «Mary Langer», en España, reflexionó acerca de «cómo se piensa el género» desde la comunicación social.

Comunicación: cambiar el lente

Tanto el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres (PAM) como la Estrategia integral de prevención y atención a la violencia de género y en el escenario familiar, aprobadas en el país entre 2021 y 2022, focalizan en particular en el valor de la comunicación para cambiar herencias patriarcales que sostienen la discriminación de género en el país.

El curso del Iipjm también trabajó sobre las prácticas profesionales y rutinas productivas de los medios, en busca de mirar la comunicación y el periodismo desde una perspectiva de género.

De valor particular resultó la presentación de los resultados del más reciente Monitoreo Global de Medios, de la mano de las periodistas Sara Más Farías y Lisandra Fariñas, participantes de la investigación en Cuba.

El Monitoreo Mundial de Medios, que se realiza cada cinco años promovido por la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana (Wacc), es reconocido como una de las iniciativas más grandes de investigación y promoción sobre igualdad de género en las noticias.

Su sexto y último informe, emitido en 2020, incluyó datos de 116 países -entre ellos Cuba- y cubrió más de 30.000 historias publicadas en periódicos, transmitidas por radio, televisión y difundidas en sitios web de noticias y tweets.

Una de las buenas noticias que dejó para Cuba es que, en cinco años, se produjo cierto avance en la presencia de las mujeres en los medios. Ellas representaron, en total, 67 por ciento de los reporteros y crecieron en nueve puntos porcentuales como protagonistas y fuentes de las historias. Sin embargo, esa representación aún es baja, de 26 por ciento, respecto al 74 por ciento de los hombres.

«En general, en esta oportunidad, las mujeres tuvieron mayor presencia en las noticias en medios digitales que en los tradicionales de prensa, radio y televisión. Pero en ningún caso hay paridad respecto a los hombres, que mantienen ventaja en todos los espacios», precisó Más Farías, también corresponsal de SEMlac en Cuba, en un trabajo que resume toda la investigación.

Cuba se incorporó en 2005, bajo la coordinación nacional de Isabel Moya Richard (1961-2018), periodista feminista, investigadora y fundadora de la Cátedra de Género y Comunicación «Mirta Aguirre», del Iipjm, espacio académico desde donde se construyen estos posgrados desde el año 2004.
El curso fue también espacio para un homenaje a Moya, «la profe de las lentes violetas», al cumplirse 20 años de la cátedra que fundó.

Entre las recomendaciones nacidas de la construcción colectiva quedaron la necesidad de promover la participación política de las mujeres; de difundir sus derechos humanos y de reflexionar sobre la inequidad histórica que las ha invisibilizado sistemáticamente.

Fuente de la información: https://rebelion.org

Imagen: https://insurgenciamagisterial.com

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Necesario, derribar estereotipos contra los migrantes

Por: Eloisa García Landero

 

Hay una gran desinformación, ideas y estereotipos erróneos sobre la migración y la figura del migrante», de ahí la importancia de informar más a la población universitaria y sobre todo, sensibilizarlos; comentó Juan Carlos Gazca Muñoz, estudiante de Relaciones Internacionales de la UPAEP y presidente de Alas sin Fronteras, al participar en el conversatorio ¿Qué se puede hacer en migración?, a propósito de la clausura de la Generación 2022 del curso Formación en Migración para la Transformación Social.

Comentó que los estudiantes se encuentran en el punto exacto entre ser voluntarios con asociaciones civiles e incidir desde la academia, así como vincularse con distintos actores para poder incidir en la realidad de los migrantes. Platicó que toda su vida estudió en colegios jesuitas, por lo que tuvo diferentes experiencias que le permitieron interesarse por el trabajo social.

“Encontrarse con la gente, escuchar sus historias fue lo que me atrapó”, dijo. Ya que las misiones eran poco tiempo para impactar, decidió realizar voluntariado de un año en Tijuana, en el Desayunador Salesiano del Padre Chava. Dicha experiencia cambió su vida y lo movió a crear el grupo estudiantil Alas sin fronteras. “Estar en sincronía con ellos es mi motivo”, concluyó.

En su intervención, Rossana Beltrán Rojas, presidenta de Casa de Atención a Desamparados, A.C., se definió como defensora de derechos humanos. Tras agradecer a la IBERO Puebla la invitación, comentó: «Siempre podemos hacer algo por los demás si volteamos y abrimos los ojos en nuestro entorno, ante la necesidad». Detalló que la migración implica mucho esfuerzo, trabajo, sufrimiento y política.

Derribar estereotipos y ver al otro como igual, grandes retos en el tema de migración

Aseveró que “el conocimiento compromete”, por lo que invitó a los estudiantes a pensar qué compromiso se llevan del taller, pues no se trata sólo de recibir un título. Tal vez el día de mañana les toque ser migrantes al estudiar un posgrado, dijo, por lo que les conminó a penar “como seres humanos, cómo quisieran ser recibidos”.

Posteriormente, el Mtro. Arturo González González, S.J., director del Centro de Formación y Acompañamiento para el Desarrollo Integral (CFADI) y coordinador de la Red Jesuita con Migrantes, comentó que la pastoral con migrantes, “es una pastoral de las encrucijadas”, pues trabajan en medio de las fronteras culturales, existenciales, de miseria, de violencia, humanas. La Red Jesuita con Migrantes, explicó, se dedica a brindar acompañamiento de Canadá a Panamá a los migrantes, de país a paí.

A su vez, se enfocan en la búsqueda de migrantes desaparecidos y tienen servicio de albergue, en la ruta del tren La Bestia. Ahí brindan cobijo, descanso, higiene y alimento a todos quienes llegan buscando ayuda bajando del tren. Destacó que llegan sucios, golpeados cansados: “La ruta les roba la dignidad humana, y cuando la gente llega al albergue, come, duerme, descansa y se siente segura, le vuelve la vida”. Dijo que se necesita gente de todas las carreras que vayan a ayudar a los albergues y den un poco de sí para hacer la diferencia en sus vidas.

Sobre su experiencia en el albergue La Casita de Nazareth, comentó: “A mí me humanizaron los migrantes, porque cuando se bajaban del tren me daba mucho gusto; y cuando se trepaban a La Bestia se me partía el corazón, porque no sabíamos qué les iba a pasar. Aprendí que ese otro y esa otra eran mis hermanos y hermanas carnales. Uno crece y se hace más humano”.

17 jóvenes recibieron constancia de término del curso, que fue diseñado y coordinado desde la Dirección General del Medio Universitario, el Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría, S.J., la Coordinación de Desarrollo Comunitarioárea de Servicio Social y el Programa Universitario Ignaciano (PUI); con el objetivo de formar líderes universitarios y universitarias en migración desde una visión integral, partiendo del análisis de la realidad, con un enfoque en derechos humanos y espiritualidad ignaciana que generen y promuevan alternativas para el cambio social.

Derribar estereotipos y ver al otro como igual, grandes retos en el tema de migración

Fuente de la información e imagen:  IBERO Puebla

 

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Nacer devaluadas, la realidad de las niñas en México, segunda y última parte

Por: Argentina Casanova Mendoza

En una ocasión escuché a una mujer embarazada decir a otra que ya le faltaba poco y que estaba muy contenta porque pronto daría a luz, la acompañante le preguntó si era niña o niño y ella muy emocionada y feliz le respondió que era “niño”, y justificó su alegría diciendo: “mejor, ya ves que las niñas sufren demasiado”; una mujer que tenía muy claro por experiencia propia lo que significaba las diferencias de oportunidades desde antes de nacer para las niñas y los niños.

Esta anécdota no es una invención, es real y la recuerdo constantemente, ni siquiera tiene muchísimo tiempo, quizá hace tres años que la oí en la Ciudad de México. El mundo lo tiene clarísimo, en varios países se continúa restringiendo el acceso a la educación de las niñas desde la etapa preescolar y el pronóstico sobre su presente y futuro está directamente relacionado con la expectativa, la carga de los estereotipos que pesan sobre el nacimiento de las niñas que afecta sus oportunidades de salud, alimentación, educación y en consecuencia esperanza de vida.

Aunque poco se ha avanzado en romper los estereotipos o modelos a seguir para las niñas, cada vez son más mujeres que rompen estereotipos y demuestran lo que siempre supimos, que las niñas igual pueden ser futbolistas, deportistas, abogadas, ingenieras, boxeadoras y arquitectas, pero para tener esas oportunidades aún necesitamos transformar el mundo en un mejor lugar para ellas.

Hace varios años a nivel global se emprendió una campaña denominada “Efecto niña”, un poco después se impulsó la campaña mundial “Niñas, no esposas”, luego se empezó a hablar de las acciones “Niñas, no madres”, y no es de sorprenderse que aún hoy todavía en muchas partes del mundo es muy común que las niñas son entregadas como “esposas” para que la familia se quite el peso que significa tener una boca más que alimentar, consideradas débiles de fuerza y por ende de escaso aporte de fuerza de trabajo, a las niñas se les restringía la expectativa de ejercer cualquier profesión que transgrediera la idea de la femineidad hegemónica hoy tan ensalzada y caricaturizada.

Malena, Candy, Brígida, Fátima, Verónica y muchísimos nombres más tienen algo en común, son las niñas de las que tengo memoria reciente y lejana cuyas vidas fueron cegadas desde la infancia por la violencia feminicida cuando aún no existía el término o cuando eran estadísticas de muertes accidentales y/o vulneradas sexualmente.

Quizá la dimensión de esa realidad la pueden dar las que hoy son mujeres adultas que, pese a los pronósticos, superaron la adversidad y se sobrepusieron a todas esas condicionantes que se presentan en la vida de las niñas para permitirles llegar a ser adultas, mujeres atravesadas por múltiples condiciones de violencia sobre sus vidas, venir de las periferias, ser pobres, niñas que son sobrevivientes de violencias y que saben lo que es vivir con el estigma de ser víctima de un abuso sexual en lugares en donde se criminaliza más a las víctimas que a los agresores.

Vivir en un país en el que las discusiones se centran en lo que desde el centro se considera importante, menos en la realidad que les ha tocado vivir a ellas, las niñas olvidadas de una sociedad que de tan progresista ya se olvidó de que la desigualdad empieza desde antes de nacer para muchas, que no es lo mismo ser mujer en una ciudad en la que tienes acceso a los alimentos, a la educación, a los cuidados que ser niña en las periferias.

Que incluso para muchas niñas el acceso a toallas sanitarias e insumos de gestión de su menstruación es un lujo que no pueden darse y atienden estas necesidades con telas, además de las anemias a las que deberá sobreponerse por dismenorrea, por sangrados dolorosos y abundantes que la avergonzarán y marcarán sus primeros años escolares, en espacios públicos en los que vivirá el acoso y la violencia sexual apenas empiece a mostrar el crecimiento de sus pechos, en una sociedad que sexualiza a las niñas y rivaliza con ellas.

En una familia en la que sus propias madres son educadas para tratar de expulsar desde temprana edad a sus hijas porque las miran como competencia sexual, o porque ellas creen que buscándoles un “marido” a temprana edad, les están resolviendo la vida que de “todas formas terminaría con un abuso”, víctimas de incestos familiares y abusos de conocidos.

En promedio en México las víctimas de trata son en 70 por ciento mujeres, y más del 30 por ciento son menores de edad, algunas estadísticas globales destacan que en México el particular problema es la venta de niñas como “esposas”, matrimonio servil, esclavitud y trata, hablamos de al menos cinco entidades de la República en los que los embarazos infantiles están relacionados con esos “acuerdos” en los que el producto de venta o intercambio por un cartón de cervezas[1] es una niña.

No, no estamos ni tantito cerca de la igualdad anhelada, urge visibilizar todas estas desigualdades históricas que no son discurso, son realidad en la vida de miles de niñas que deberían ser la única urgencia y prioridad en las acciones a favor de las mujeres en México.

No podemos para nada hablar de las más discriminadas entre las discriminadas si no ponemos en primer lugar a las niñas de México, cientos y miles de niñas desaparecidas, raptadas, secuestradas, explotadas, abusadas, asesinadas, cuyos nombres están en el silencio absoluto porque a mucha gente le parece que no son “moda”, pero para algunas defensoras las prioridades son ellas y solo ellas, las niñas que desde el nacer llegan a este mundo más que devaluadas.

Es justo que otras personas desde sus propias condiciones coloquen en sus agendas otras prioridades, pero también tenemos el derecho a exigir justicia para las niñas en México antes, mucho antes que pensar en otras agendas de derechos humanos de los que ya se ocupan otras personas. Déjennos seguir hablando y colocando en primer lugar a las niñas a quienes elegimos defender su derecho a una vida con dignidad, el derecho a vivir en un país en el que las discusiones y los debates se van por otro lado, una vez más invisibilizando a las más invisibles.

Fuente de la información e imagen: https://cimacnoticias.com.mx

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Las africanas luchan contra prejuicios y estereotipos sobre lo que pueden hacer

Teresa Lokichu no olvida el día en que concurrió a una reunión de altos funcionarios del gobierno, líderes de la comunidad y ancianos para discutir varios temas urgentes como la seguridad en su comunidad rural de Pokot Occidental, en la región del Valle del Rift, en el oeste de Kenia.

A pesar de ser una conocida defensora de la paz en la comunidad, lideresa de la defensa de los derechos de las mujeres y luchadora contra la mutilación genital femenina (MGF), no tuvo puesto, y mucho menos voz, en lo que era una reunión consultiva.

«Hice lo que una mujer de nuestra comunidad pastoril debe hacer: ponerme de pie y esperar en silencio hasta que los hombres a cargo consideraran oportuno darme la oportunidad de hablar”, contó a IPS esta directora de la Red de Niñas Pokot.

Rememoró que “todos en la sala estaban sentados, pero yo permanecí de pie. Tenía que hablar en nombre de las mujeres y los niños, que son los más afectados por la inseguridad y el conflicto», dijo Lokichu,

«La reunión continuó como si no pasara nada, mientras yo permanecía de pie. Una ministra del gabinete gubernamental estaba presente e interrumpió la reunión para preguntar por qué permanecía de pie. Se sorprendió mucho al saber que solo así una mujer puede pedir permiso para hablar en una reunión de este tipo», dijo.

A Lokichu se le concedió inmediatamente el derecho de palabra y más tarde se convertiría en diputada de la Asamblea del Condado de Pokot Occidental, en el sistema de gobierno descentralizado de Kenia.

Su experiencia no dista mucho de la de Joyce Nairesia, la primera mujer samburu en formar parte del Consejo de Ancianos e incluso presidirlo.

Naresia contó a IPS que los ancianos varones levantan un rungu (garrote) tradicional durante las reuniones del Consejo, como muestra de poder. Al ser una mujer en una comunidad de pastores, no puede hacer lo mismo.

«Para dirigirme al Consejo, primero me pongo de pie, levanto un trozo de hierba y espero a que me dejen hablar. Es una muestra de respeto y humildad en su presencia», explicó. «La gente dice, pero ¿cómo es posible? Yo digo que es mejor influir en el cambio desde dentro que desde fuera mirando hacia dentro», dijo.

Estos testimonios son parte de un esfuerzo de las comunidades de esta nación de África oriental, bajo el lema “Rompe Prejuicios” con que tratan de promover experiencias a favor de una mayor paridad de género.

El objetivo final es una sociedad sin los prejuicios, estereotipos y discriminación que soportan las mujeres en su actividad pública, para una mayor inclusión de ellas en los espacios de decisión.

Situación de África

Especialistas en cuestiones de género como Grace Gakii, establecida en Nairobi, afirman que el mundo y en particular África se enfrentan a un sinfín de retos, desde el cambio climático, las enfermedades, las pandemias, la inseguridad alimentaria y la fragilidad de la paz. La reivindicación de la igualdad y la equidad de género en todas las facetas de la vida es crucial para mejorar los resultados sociales y económicos.

«Tenemos que desarraigar el patriarcado y la misoginia profundamente arraigados, así como la discriminación sistemática de las mujeres en el liderazgo político y en los negocios», dijo a IPS esta investigadora en igualdad y equidad de género.

Los datos de ONU Mujeres sobre las mujeres en la política muestran que Ruanda tiene el mayor porcentaje de mujeres en el parlamento a nivel mundial. Sudáfrica, Senegal, Namibia y Mozambique también figuran en la lista de los 20 primeros países en equidad legislativa.

«Ruanda es también uno de los 14 países del mundo que tiene 50 % o más de mujeres en su gabinete. Pero lo que está cada vez más claro es que la representación no es suficiente. Las mujeres necesitan la influencia necesaria para cambiar la forma en que la sociedad percibe a los hombres y a las mujeres, y los papeles que les asignan», explicó Gakii.

Las cifras de ONU Mujeres indican que 50 % de las mujeres africanas que forman parte del gabinete tienen carteras de bienestar social.

Gakii considera que estos puestos se ajustan a la percepción que la sociedad tiene de las mujeres como cuidadoras y no como portadoras de poder que participan en los niveles de toma de decisiones políticas y de liderazgo de alto nivel.

Solo 3 % de las mujeres africanas que integran el gabinete están a cargo de carteras críticas y de gran poder, como las de finanzas, defensa, infraestructura y asuntos exteriores.

Lokichu afirma que las voces de las mujeres faltan en los niveles más altos de la toma de decisiones y la gobernanza, lo que perpetúa aún más los estereotipos de género, los prejuicios y la discriminación contra las mujeres en el continente africano.

Mejor situación tienen las mujeres en el mundo empresarial y de los negocios, donde las compañías africanas tienen el mayor porcentaje de representación femenina en los consejos de administración, con 25 %, frente a la media mundial de 17 %, según el McKinsey Global Institute. Pero Gakii considera que ese porcentaje resulta insuficiente.

«Las mujeres están cada vez más representadas, pero su influencia es limitada. No hay un impacto real y un progreso hacia la paridad de género si la participación y la influencia no van de la mano», afirmó.

A juicio de la especialista keniana, «la media mundial de mujeres en los comités ejecutivos es de 21 %. África está a la cabeza con 22 %, siendo Sudáfrica el país con mayor porcentaje de paridad de género. Pero no basta con que se vea a las mujeres en puestos de poder. El poder debe sentirse para que haya un cambio de paradigma en la conciencia colectiva de la sociedad».

En reconocimiento de estos hechos, en 2021 los ministros de la Unión Africana (UA) encargados de los asuntos de género y de la mujer adoptaron la Posición Común Africana (PAC) para impulsar la participación plena y efectiva de las mujeres y la toma de decisiones en la vida pública.

La UA afirma que, debido a las brechas de género existentes en los puestos de liderazgo en los mercados financieros, de inversión y empresariales, el continente africano pierde cada año más de 20 % de su producto interno bruto (PIB) colectivo.

Gakii afirma que las mujeres deben alcanzar el poder y la influencia en la política, los negocios, la religión y las instituciones de enseñanza superior para que puedan superar los límites del género de forma “coherente, sistemática y con impacto” para sus sociedades.

Fuente: https://rebelion.org/las-africanas-luchan-contra-prejuicios-y-estereotipos-sobre-lo-que-pueden-hacer/

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Derribando subjetividades: ni los niños son más brutos ni las niñas más finas.  Patricia Cardeñosa

Donde más se percibe las diferentes asignaciones son en las tareas de casa, en la comunicación sobre temas afectivo-sexuales y en la infancia, en la elección de regalos o prendas

Nos preguntamos si los niños por el hecho de ser niños son más brutos y las niñas más finas. ¿Hay algo biológico en esto o es una cuestión social y educacional? La educadora social en el ámbito de intervención familiar, además de miembro de la consultora especializada en temas de igualdad Geuk, Patricia Cardeñosa, contesta que las personas reproducimos roles, estereotipos, conductas y pensamientos que desde hace siglos se han ido asignando, absorbiendo e interiorizando por hombres y mujeres.

“Podemos decir que el sexo biológico es el conjunto de características anatómicas y fisiológicas que diferencia a los machos de las hembras, es decir, las diferencias sexuales entre varones y mujeres (teniendo en cuenta solo la categoría binaria) son las diferencias basadas en algunas características meramente biológicas”, asegura Cardeñosa y señala que es por eso que, “muchas veces se hace referencia al sexo como biológico, ya que estas características se originan naturalmente, pero son asignadas a un sexo o al otro (binarismo)”. Así que considera que la idea generalizada de niños-brutos y las niñas-finas es únicamente una percepción social y educacional y que los estudios de género así lo muestran.

Prosigue: “El género es la construcción social y cultural que se le da al hecho de ser hombre o mujer definiendo valores, conductas y expectativas propiamente femeninas y masculinas”. Las culturas, las sociedades y los sistemas políticos construyen marcos de referencia en cuanto al conjunto de ideas, creencias, representaciones y atribuciones relativas a la diferencia sexual. Así que la construcción de la identidad de género se basa en una sucesión de estereotipos asignados culturalmente para cada sexo. Es por eso que los atributos de género varían en función de la época y de la cultura en la que nos encontremos. Cardeñosa asegura que hasta el siglo XX no se distinguía la vestimenta de niños y niñas: “Lo habitual era vestir a los bebés con vestidos blancos. Los niños empezaron a usar pantalones y camisas y llevar el pelo corto a partir de los 6 o 7 años, y hasta los años 40 se usaron indistintamente los colores pastel incluidos el rosa y el azul”.

Algunas madres y padres tenemos interiorizado (y no nos damos cuenta) el sistema sexo-género: “Con él asignamos diferentes roles y posiciones y además establecemos normas tanto sociales como legales en función de cada género”. Cardeñosa asegura que las distintas expectativas que ponemos en nuestras hijas e hijos están totalmente ligadas al sistema sexo-género y esto “evidentemente puede condicionar y limitar su desarrollo en el futuro”. Donde más se percibe las diferentes asignaciones niño-niña son en las tareas de casa, en la comunicación sobre temas afectivo-sexuales y en la infancia, en la elección de regalos, prendas o actividades extraescolares.

La experta dice que el sistema sexo-género (con sus estereotipos, opresiones y limitaciones) es una organización dualista y discriminatoria que generalmente se apoya en la vinculación de la mujer con lo natural y biológico en contraposición con el varón relacionado con lo cultural y político. “Esto posiciona a la mujer en una situación de desventaja permanente dado que las mujeres estamos situadas en el hogar, la crianza, el cuidado y ocupándose del ámbito doméstico, mientras que a ellos se les sitúa en la economía, el poder, la política, el conocimiento y se les reconoce en el ámbito público”, asegura. He ahí por qué a las mujeres se nos inculca la finura y a los hombres la brutalidad, dureza y seguridad en sí mismos.

Si bien ninguno de los roles polarizados es bueno, según la agente de igualdad y experta en género María Gijón (creadora de la cuenta @educarsinestereotipos), los que recaen sobre las niñas como es ser cuidadoras, tranquilas o recatadas produce unas desigualdades mayores: “Son mujeres las que sufren violencia machista, las que padecen la pobreza a nivel mundial y las que estamos invisibilizadas en todos los ámbitos”. En los niños los estereotipos y los roles “producen hombres emocionalmente incapaces, con gran presión sobre lo que la sociedad espera de ellos sin poder salirse de la norma y, si se salen, corriendo el riesgo de sufrir violencia”, afirma.

Educar a los niños como fieras esconde “hacerles creer que tienen más derecho al espacio que las niñas tanto físico como a la hora de expresar su opinión”, dice María Gijón. Interiorizan que el espacio público es suyo. “Ellos importan porque son fuertes, sus cosas valen más que las de las niñas y, por tanto, todo lo que se parece a algo de niña tiene menos valor”. Gijón considera que esto a los niños les hace crecer ocultando lo que parece femenino como los afectos: “No desarrollan la empatía de igual forma ni saben expresar sentimientos”. He ahí que los hombres adultos sean incapaces de llorar, expresar sobre sus emociones o pedir ayuda.

Con las niñas ocurre al contrario, señala la experta en género, crecen pensando que los demás son lo importante, que hay que cuidar al resto y desarrollan su empatía pero supeditándose muchas veces a los demás. “Interiorizan que el espacio privado es lo suyo, no deben molestar ni importunar a los demás, y, por tanto, se identifican con roles cuidadores que, además, o no son retribuidos o lo son en una cuantía mucho menor que los roles productivos con lo que se identifican los niños”. Tanto para María Gijón como para Patricia Cardeñosa si no rompemos con los estereotipos seguiremos perpetuando las desigualdades de género de adultos.

Fuente: https://elpais.com/mamas-papas/familia/2022-01-19/derribando-subjetividades-ni-los-ninos-son-mas-brutos-ni-las-ninas-mas-finas.html

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España: «Ellos son más listos, pero ellas se esfuerzan más»: cómo influyen los sesgos de género en la educación

Por: Cristina Gómez/elespanol.com

Un estudio realizado por investigadores de la Universitat Oberta de Catalunya refleja revela cómo persisten los estereotipos de género entre el profesorado de secundaria.

Los estereotipos de género todavía permanecen en las aulas y podrían influir en el rendimiento académico y las opciones de estudio del alumnado. Así lo ha revelado un estudio liderado por Milagros Sáinz Ibáñez, investigadora líder del grupo Género y TIC (GenTIC), del Internet Interdisciplinary Institute (IN3), de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Entre sus principales conclusiones, está que «de las alumnas se espera más esfuerzo, mejor rendimiento académico y un comportamiento más positivo», mientras que «con los alumnos se es más permisivo y se espera menos de ellos, lo que desanima a muchos a ser buenos académicamente».

Para llegar a estos resultados, Sáinz ha realizado 36 entrevistas a profesores de secundaria y las ha plasmado en el artículo Secondary School Teachers’ Views of Gender Differences in School Achievement and Study Choices in Spain, publicado en Sage Open. Un trabajo realizado junto a Sergi Fàbregues, también de GenTIC, y Jordi Solé, investigador líder del grupo Laboratorio de Educación Social, ambos profesores de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, así como con Sara García Cuesta, investigadora de la Universidad de La Laguna.

Según explicó Sáinz en la nota de prensa publicada por la UOC, el objetivo del trabajo es «constatar, de forma empírica, en qué medida una parte del profesorado de secundaria sigue teniendo actitudes sexistasrespecto a los logros académicos diferenciales entre hombres y mujeres y la elección de estudios».

Entre los resultados más destacados está cómo perciben los profesores la capacidad de los alumnos y las alumnas. Tal y como expone en el estudio, «cuando se habla de estudiantes excelentes (es decir, éxito académico), algunos profesores lo atribuyen a la mayor predisposición de las niñas al trabajo escolar. En este sentido, los maestros consideraban que las niñas eran muy responsables o ‘abejas ocupadas'». Esto significa, según los autores, que «el rendimiento académico de las niñas se atribuyó más al esfuerzo que a la inteligencia. Por el contrario, varios profesores reconocieron la tendencia habitual a asociar el buen rendimiento académico de los chicos con la inteligencia».

Además, tal y como indica la experta en declaraciones a la UOC, «algunos integrantes del profesorado consultado opinan también que el hecho de que las chicas maduren antes favorece su rendimiento, porque las hace ser más responsables y estar más atentas en clase».

Este estereotipo relacionado con la menor madurez de los chicos, provoca que los profesores tiendan a ser más permisivos con ellos, algo que también puede ser negativo para los alumnos, puesto que se espera menos de ellos. «Casi la mitad de los docentes cree que las niñas se adaptan mejor a la escuela durante los primeros años de la secundaria que sus contrapartes masculinas. Sorprendentemente, varios maestros justificaron la mala adaptación de los niños a las demandas del sistema educativo, diciendo que los niños tienden a ser más distraídos, irresponsables, inmaduros o carentes de disciplina escolar. Por lo tanto, para estos maestros, los niños estaban más predispuestos a las actitudes disruptivas hacia la escuela que las niñas», reza el estudio.

Elección de estudios

Pese a estas claras diferencias, el profesorado consultado en el estudio considera que con su docencia no influye en la brecha de género en la elección de estudios y la achacan a otros factores, como por ejemplo al papel de las familias (sus antecedentes socioeconómicos y culturales) o los medios de comunicación.

Sea como sea, estas diferencias tienen consecuencias en los resultados de los alumnos. Y es que ellos tienen mayor predisposición a abandonar la escuela antes de que sus homólogas femeninas. «En el año 2019, como ejemplo, el 21,4% de los chicos y el 13% de las chicas abandonaron sus estudios», explica Sáinz.

Por otra parte, persiste la brecha de género en la elección de estudios, sobre todo en aquellos relacionados con las profesiones tecnológicas y las humanidades. En 2019, de los primeros solo hubo un 27,41% alumnas, mientras que en los segundos solo 35,05% de los alumnos eran chicos. Por su parte, en las carreras de salud y ciencias sí que ha aumentado considerablemente la presencia de mujeres hasta el 74,29% y el 58,75 %, respectivamente.

https://www.elespanol.com/mujer/actualidad/20211130/listos-esfuerzan-influyen-sesgos-genero-educacion/630937776_0.html
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