Bolivia: Confesión de un estudiante sobre la obligatoria tarea de pensar el desafío de la educación en tiempos de cuarentena

Confesión de un estudiante sobre la obligatoria tarea de pensar el desafío de la educación en tiempos de cuarentena

Sobre la situación actual de los procesos educativos y cómo repensarlos en la actual coyuntura debido al coronavirus.

Diversos méritos se le han atribuido a lo largo del tiempo desde su existencia a la educación que, por su propia definición, prentende o cree en el caso de Bolivia, apoyar de forma positiva al desarrollo ético e intelectual de los estudiantes como es debido, pero en esta ocasión no se realizará a profundidad un juicio de esa cuestión en sí. La pregunta esta vez, involucra a esta educación de dudosa efectividad aplicada en un medio no físico, es decir que atraído por la situación actual de cuarentena se le presenta la necesidad de buscar otros recursos para mediar este proceso. Me gusta pensar la educación desde las palabras de Freire, al considerarla como un proceso para llegar a ser críticamente conscientes de la propia realidad, de tal forma que introduzca a una acción eficaz sobre ésta.

Es menester mencionar tres actores básicos y quizá obvios de la educación que son: educador, estudiante y el medio en el que se propaga la información circulante que no siempre es del primero hacia el segundo, por claro que parezca este tercer elemento, en muchas ocasiones no es debidamente considerado.

Existe un cuarto componente que se verá implementado implícitamente o explícitamente en la exposición de los anteriores tres; este cuarto objeto de nuestra explicación, no es más que la estructura de poder a cargo de manejar y regular las acciones de las otros dos partes primeras situados en el tercer elemento de este proceso; ahora bien ¿Cómo es que este sistema se debe auto regular en caso de que surja un cambio en el medio por el cual toda enseñanza y recepción de la misma fluye, si en concreto en este caso pasamos de lo presencial y físico a un plano virtual? Foucault decía algo determinante y que sintetiza el soporte crítico reflexivo de lo que trato de decir que el saber es el único espacio de libertad del ser. Y obviar ese espacio, o censurarlo de alguna manera es atentar contra el mismo criterio de humanidad.

No se puede proceder con coherencia un juicio a posteriori al educador si antes este no fue evaluado a priori por los sujetos que hicieron posible su contratación (el equipo pedagógico institucional), por lo que la causa primera del éxito o del fracaso del educador en el medio que tenga que ser, es otorgada a los mencionados contratistas, porque no solo en ellos reside la obtención de un personal más para la educación sino también guarda la responsabilidad, la obligación de evaluar con efectividad y en cada aspecto que requiera, con medidas que aseguren que dicho examen se aplique a toda esa gama de multiplicidad en cuanto a virtudes cognocitivas y morales se refiere; se debe tomar en cuenta de igual forma el medio en el cual trabajará el educador, porque no todas las virtudes del buen maestro son aplicables en todos los ambientes que se le otorga. Pero sería inapropiado y una falencia en realidad, otorgarle toda la causalidad a un tercero; siempre es comprensible un margen de error en las pruebas que, ojo, también tendría que ser tomada en cuenta por los coordinadores. Los elementos constituyentes que apodícticamente todos los educadores deben tomar en consideración son tres en general: material, método y dinámica; usualmente la falencia está entorno a uno, dos o los tres elementos, el material y método no serán objetos de valoración ahora, ya que implican en su amplitud a todo el sistema educativo.

La dinámica se definirá en brevedad, al modo en el que se desarrolla el método mismo con los materiales cuáles fueran que fuesen. Por ser este el elemento más libre de todo arraigo superior es que convierte el mismo, en el factor decisivo del triunfo del educador en el medio impuesto. Volviendo a la sintonía foucaultiana no hay que olvidar que todo sistema de educación es una forma política de mantener o de modificar la adecuación de los discursos, con los saberes y los poderes que implican.

Si bien el educador juega parte fundamental, el estudiante es finalmente quien determina si el proceso de educación que obtuvo tendrá éxito o no, al menos en su individualidad; esto no significa que objetivamente el proceso haya sido efectivo o no, ya que dentro de su experiencia propia existen elementos de los que no nace necesariamente una sugestión directa hacia el procedimiento. Bien podría ser decisión personal el no absorber la enseñanza aun sí fuese eficiente el proceso en general, empero si el sujeto da el rendimiento máximo de sí, de manera que pueda conjugar bien el proceso de enseñanza que le llega con el proceso interno de aprendizaje que él mismo genera en convenio con el anterior; y aun así existan las falencias, no hay otra opción que atribuirle el yerro a una de las dos cosas, claramente dejando de lado la explicación de una actitud personal negativa por parte del estudiante.

En cuanto a la falencia interna de aprendizaje, definámosla como el impedimento al estudiante que está fuera de control de su voluntad; es decir que es una imposibilidad del receptor, atribuible a un factor cognitivo y/o del saber, con esto me refiero a que si un sujeto no puede absorber la enseñanza y la falencia está en el mismo, en su propio proceso de aprendizaje es porque no es intelectualmente capaz (lo que tiene solo solución interna en esencia) o bien porque no tiene en su entendimiento los conceptos necesarios para captar de manera este proceso; este último argumento tiene causalidad en el proceso educativo que recibió previo al actual.  Las consecuencias de un procedimiento que no haya sido efectivo, son esas, que entonces a su vez pueden desatar en una interminable reacción en cadena; ante esto, lo único que hace el proceso es bajar sus probabilidades de éxito ya que enseñar algo para lo que aún no se está listo es propiamente inhibirlo; por lo que en este ultimo caso la culpa no solo es del estudiante.

En cuanto a la falencia externa de enseñanza, es muy simple; claramente las causas de ésta residen en el educador o en el medio en el que se propaga la información. Esta es la demostración de la razón por la cual anteriormente determinamos que el educador es fundamental en el proceso como cualquiera de los tres elementos; además de la dinámica que vaya a emplear es sumamente determinante.

Si las fallas se presentan en cualquiera de los dos procesos, es menester que el coordinador educativo realice maniobras que puedan solucionar el conflicto, puesto que la educación tal y como la conocemos es colectiva, los inconvenientes en procesos singulares desatan el mismo fenómeno en diferente proporción en lo plural.

Los principales actores del proceso educativo han sido expuestos, tenemos toda la potestad de poder hablar acerca del medio y de lo que implica este mismo en relación con la situación actual de cuarentena.

El medio ha cambiado en los últimos años por los avances tecnológicos que se dieron y se están dando; es imposible pensar que una cátedra, trabajos, proyectos y exámenes son sólo posibles si se cuenta con la presencia física del educador y el estudiante o simplemente del educador. El internet ha abierto una puerta a nuevas opciones en educación, no me refiero en tanto solo haya cambiado el medio mismo, sino que consigo cambia irresistiblemente el método, el material y la dinámica, creándose nuevos caminos y haciéndose cada vez más autodidactico el proceso educativo lo cual es mucho más provechoso siempre y cuando se eviten algunas situaciones que rayarían en lo absurdo.

Pretender que la educación sea igual o incluso parecida a como es en un medio físico, es totalmente vano e inútil; aclarar y estar concientes de esta disyuntiva es de gran ímpetu, puesto que el medio hace que cambien todos los elementos del educador, incluso el método del que anteriormente se había mencionado estar preso a una coordinación de orden superior al particular, pero ¿Por qué el medio cambia también la posibilidad de a su vez modificar el método y los materiales pedagógicos? Considerando que la situación actual de cuarentena es una anomalía social, de modo que ha cambiado bruscamente la rutina; se le va contar al medio virtual como una exclusión de todo medio planificado, es decir que esté por ser un accidente operativo que tiene su causalidad en extremo separada de él, no cuenta con el habitual control superior; control ridiculo, nefasto y ominoso. Aunque la eventualidad accidental no sea, el cambio de método implica igualmente todo lo anteriormente mencionado.

Tanto el buen educador como el buen estudiante sabe que cual sea que fuese el medio no puede por sí solo afectar en gran medida el proceso educativo, si y solo si consideramos la homogeneidad en los estudiantes, cosa inmediatamente negable ya que la colectivización de éste mismo produce asertoricamente heterogeneidad.

El cambio es el terror de quien no evolucionará jamás, de los moralistas. Como algún genio sostuvo poco antes de morir; “escandalizar es un derecho, pero ser escandalizado es un placer”, y los que niegan ser escandalizados, los estáticos, son moralistas (Ultima entrevista, Pier Paolo Pasolini 1975). El escándalo es propio de algo que no cumple con los esquemas sociales o de institucionalización como algo normalizado, que mejor ser escandalizado por quienes flotan eternamente en una rígida roca de ideales estáticos.

En resumen, lo mejor que se puede hacer eventualmente con el medio virtual, es aprovechar la libertad que se confiere ahora y además contando el tiempo disponible de ambos protagonistas educativos, es posible renovar incluso la manera en cómo vemos cada una de las asignaturas. El querer siempre se impone al deber, es más, la voluntad de poder tendría que ser uno de nuestros más sagrados mandamientos, ser canon de todo lo que hacemos; porque sin esto solo resentimiento, rechazo, frustración y un montón de congojas invaden nuestro estado más animal humano, nuestra alma curiosa ebria de inquietud. Manteniendo siempre vehemente la libertad plena en el proceso porque esta es, como  Kant señala la que hace que surjan las espontaneidades en el mundo, la idea de un inicio necesario; los brotes de genialidad, para amar lo que se hace y amar lo que se piensa.

De la promoción del colegio San Agustín – ernestito9324490@gmail.com

Fuente de la Información: https://www.opinion.com.bo/articulo/ramona/confesion-estudiante-obligatoria-tarea-pensar-desafio-educacion-tiempos-cuarentena/20200614023232772705.html

 

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La colonialidad del creer

Por: Oswaldo Espinoza

Las estructuras del poder colonial sustentadas en la cosmovisión judeo-cristiana.

La Colonialidad como la cara más perversa de la modernidad ha sido ampliamente definida, descrita y analizada por los autores de la inflexión decolonial en el grupo de la modernidad/colonialidad, desde los primeros trabajos del precursor Aníbal Quijano hasta la consolidación de un movimiento latinoamericano que cuenta con una basta producción intelectual. El devenir del análisis crítico de esta categoría ha permitido hasta ahora identificar tres formas o manifestaciones de la Colonialidad, a saber, la Colonialidad del poder, del ser y del saber, todas ampliamente trabajadas y generalmente aceptadas por toda la comunidad de autores y seguidores de la opción decolonial.

Ahora bien existe cierta inquietud en la comunidad del grupo de la modernidad/Colonialidad sobre otra forma de Colonialidad que está vinculada más a la esfera de la fé, de las religiones o creencias que históricamente han sido fundamentales para sustentar las estructuras de poder del proceso colonial; ya desde los propios orígenes de esta corriente del pensamiento con Aníbal Quijano se puede constatar está inquietud que en 1992 el autor tradujo como Colonialidad cultural, la cual define como «una colonización del imaginario de los dominados. Es decir, actúa en la interioridad de ese imaginario. En una medida, es parte de él” (1992: 438). Las formas y los efectos de este proceso de colonización de otras culturas, de constitución de la interioridad misma del imaginario del colonizado, de su subjetividad misma. (Quijano, 1992: 439, 450). Si bien luego Quijano definiría y establecería la Colonialidad del poder, constituyéndose está en uno de sus aportes principales, la Colonialidad cultural como mecanismo de control del imaginario del ser colonizado no seguiría siendo desarrollado a profundidad por el autor recientemente fallecido.

Más recientemente otra de las exponentes del grupo de la modernidad/colonialidad la ecuatoriana Catherine Walsh retomaría la inquietud sobre esta forma de dominio más ligada a lo subjetivo y trascendental llamándola Colonialidad Cosmologica, una forma de Colonialidad que «pretende socavar las cosmovisiones, filosofías, religiosidades, principios y sistemas de vida, es decir, la continuidad civilizatoria que no se sustenta simplemente en lo occidental  (Walsh, 2009: 14); si bien la autora ecuatoriana se dedicaría a hacer valiosos aportes sobre el tema de interculturalidad y las pedagogías decoloniales, su aproximación al tema da pie para el planteamiento principal del presente documento.

La cosmovisión judeo-cristiana, y moderna-colonial.

La cosmovisión que sustenta la continuidad civilizatoria occidental se basa en primera instancia en el mito de la creación del libro del Génesis en la biblia judía y cristiana, donde encontramos al hombre como la máxima obra de la creación, hecho a imagen y semejanza de Dios, el creador coloca la resto de la creación al servicio del hombre, por lo que aquí podemos encontrar la primera de una serie de certezas excluyentes y concéntricas sobre las que se edificará la civilización occidental: el antropocentrismo, es decir que el hombre es el centro de todo lo creado y por lo tanto superior al resto de la creación que se encuentra fuera de ese centro, en esta primera exclusión quedan los demás seres vivos, el agua, el suelo, los recursos naturales y el planeta mismo. Como resultado de esta primera exclusión que naturaliza las diferencias como condición de inferioridad que justifica ser excluidos, se establece una primera certeza: el hombre es superior al resto de las formas de vida y por lo tanto tiene el derecho divino de usar y consumir los recursos del planeta hasta agotarlos y destruir su única nave espacial, como diría el apreciado periodista venezolano Walter Martínez.

Establecida la primera certeza civilizatoria sobre la superioridad indiscutible del ser humano, es necesario volver a recurrir al jardín del Edén para encontrar la segunda: el androcentrismo, porque Dios hizo su máxima obra a su imagen y semejanza y esa obra cumbre fue Adán, un hombre, varón, macho, masculino; en realidad fue luego de ver la soledad de Adán que Dios creó a la mujer como un derivado de la costilla dé Adán para ser precisos. Entonces en el centro está el varón y Eva aún siendo humana sufre la primera exclusión de la especie por su condición diferente: ser hembra; producto de esta primera exclusión humana la mujer viviría la mayor parte de la historia relegada a la sombra del hombre llegando en algunas sociedades al punto de ser considerada como propiedad del varón.

Con el advenimiento de la modernidad surgen nuevas certezas esta vez de carácter racial y geográfico; de esta forma a partir de la aberración seudocientifica del darwinismo social se establece una jerarquía en la que supuestamente la evolución natural habría hecho superior al hombre blanco, es decir que la tercera certeza es el albocentrismo; en consecuencia el resto de la humanidad no blanca queda automáticamente excluida e inferiorizada, debiendo luchar por ser reconocido en primer lugar como miembro de la especie y no solo como gentes que son apenas un poco más que animales sin alma (los indígenas) o simple propiedad privada (los negros), ello sin contar el resto del maravilloso abanico genético humano también excluido por ser diferentes.

El renacimiento también establece que la herencia cultural grecorromana de europa, asumida por la modernidad temprana como la cuna de la civilización, el conocimiento y la ciencia, aún cuando las civilizaciones orientales constituían el centro de gravedad político, cultural y económico del mundo hasta el ascenso de europa con la conquista y colonización de América; de esta forma se asume una cuarta certeza: el eurocentrismo, que luego se extendería solo a la región del Atlántico norte con la llegada y establecimiento de los anglosajones al norte de América; producto de esta certeza el resto del mundo no europeo queda relegado a una condición de inferioridad derivada de sus diferencias; en este sentido la única relación posible con estos otros es la de dominación absoluta o su aniquilación.

Finalmente hay una última certeza vinculada con la verdad auto asumida de que los hombres, blancos europeos además profesan la auténtica y única fé,  en otras palabras es cristianocentrica y en nombre de esta fé se libraran guerras y genocidios para imponer el cristianismo y eliminar todos los otros cultos y creencias falsas y perversas desde el punto de vista de los cristianos europeos. Así la conquista se hizo con la espada y la cruz y las creencias de los salvajes de África y América fueron combatidas y erradicadas y la auténtica fé impuesta a sangre y fuego, pero por qué era necesario eliminar el sistema de creencias de los pueblos originarios?.

La cosmovisión indígena.

La cosmovisión de los pueblos originarios de América difiere diametralmente de la judeo-cristiana que sirve de base a la llamada civilización occidental y por lo tanto representaba y representa una amenaza inusual y extraordinaria para el colonialismo en todas sus dimensiones.

En primer lugar en toda la mitología creacionista aborigen los hombres somos creados como hijos de la madre tierra, por ejemplo los primeros Quechuas surguieron de la tierra misma a través de una grieta y además estaban encabezados por un padre y una madre humanas que salieron juntos uno al lado del otro y no la mujer después del hombre ni detrás de este; esta concepción del hombre como hijo de la tierra y por lo tanto hermano del resto de la creación, derriba las certezas del antropocentrismo y el androcentrismo; la relación que surge con la naturaleza es diferente porque a una madre no se la explota hasta enfermarla y llevarla hasta la muerte, a la Pachamama se le quiere y respeta, sus recursos son considerados dones que se reciben con agradecimiento y se aprovechan sin agotarlos, de ahí la siembra en andenes (la terrazas que dieron nombre a los andes), y el sistema de rotación de conucos de las tribus amazónicas; de igual forma toda la historia obliterada de nuestros indígenas está llena de guerreras, princesas y princesas guerreras.

Sobre la relación con los otros seres humanos, algunos podrán argumentar que en nuestra América precolombina, también había guerras, y que las civilizaciones más avanzadas conquistaban y sometían a otros pueblos, pero aún así no lo hacían por razones raciales o con el propósito genocida del exterminio del otro; en mesoamérica muchas confrontaciones eran para capturar y sacrificar a gobernantes y guerreros en las llamadas guerras floridas, aunque pueda parecer irónico desde el punto de vista de occidente, este era un acto de respeto a los dioses pero también de reconocimiento del valor del otro, y en cualquier caso una acción menos perversa que exterminar a una nación entera por sus recursos. Incluso con la llegada de los conquistadores los primeros contactos fueron respetuosos de parte de nuestros indígenas, por un lado por la asociación de los españoles con sus dioses maestros que hace muchos años habían partido hacia el mar, y por otro por la sencilla razón de que los pueblos originarios de América no discriminaban a los otros ni por su origen ni por sus creencias; justo por esta razón los aborígenes Trujillanos de Venezuela recibieron a los conquistadores con un saludo muy particular: kuicas, es decir, somos amigos, somos hermanos.

Colonialidad del creer, que es, por qué y para que.

No es la intención del autor de estas líneas imponer una nueva categoría de la Colonialidad a las tres ampliamente aceptadas, más si constituye una aproximación que pretende abrir un debate sobre una forma de Colonialidad que ataca la cosmovisión originaria de los pueblos para sustituir su sistema de creencias y sus formas de relacionarse con la dimensión trascendental, el planeta, la naturaleza y los otros seres humanos, por una cosmovisión judeo-cristiana que sirva de fundamento para las estructuras de poder sobre las que se sustenta el colonialismo; una forma de Colonialidad que se apodera del imaginario individual y colectivo del colonizado convirtiéndolo en instrumento devoto de su propia opresión.

Por qué es necesario abrir un debate sobre la Colonialidad del créer?, En primer lugar porque los sistemas de creencias y las religiones constituyen un mecanismo de control social, cultural y espiritual ampliamente utilizado por los imperios a lo largo de la historia y en el caso de nuestra América implicó además la práctica aniquilación de la cosmovisión de los pueblos originarios, una suerte de cosmologicidio, que junto con el genocidio perpetrado nos han privado de una visión diferente del hombre y su relación con el medio y los otros seres humanos.

Para que sería útil aventurarse en una nueva construcción epistemica como está?. El autor considera que profundizar en este análisis nos permitirá conocer mejor el alcance de la Colonialidad del creer en nuestra sociedad, sus efectos y fundamentos, de forma tal qué sea posible deconstruir su discurso desde los espacios educativos, de organización popular y participación política; después de todo si la apreciación de este autor es acertada, la Colonialidad del creer, favorece, facilita y crea las condiciones para el establecimiento de las otras formas de Colonialidad, baste con recordar que la autoridad de los reyes concedida por Dios mismo era el único argumento necesario para que el pueblo creyente terminará sometiéndose.

Referencias:

 

Quijano, Aníbal. (1992). “Colonialidad y modernidad-racionalidad”. En: Heraclio  Bonilla (ed.), Los conquistados. 1492 y la población indígena de las Américas. pp. 437-447. Bogotá: Tercer Mundo Editores. [Originalmente publicado en 1991 en Perú Indígena, 13 (29)].

Walsh, Catherine. (2008). Interculturalidad, plurinacionalidad y decolonialidad: las insurgencias político-epistémicas de refundar el Estado, Tabula Rasa (Bogotá), 9, julio-diciembre 2008.

Walsh, Catherine.(2009).  IInterculturalidad crítica y educación intercultural. Disponible en: www.uchile.cl.

Walsh, Catherine.(2010).  Interculturalidad Crítica y Pedagogía de-colonial: apuestas (des)de  el in-surgir, re-existir y re-vivir. Quito: uasb/abya yala.

 

 

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