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Hacer de la necesidad virtud (II): Bibliotecas públicas y equidad educativa

Odian leer -así lo dicen algunos de ellos-, pero hay tres condiciones que, bien combinadas, pueden abrir espacios para la lectura: la prescripción escolar, el aburrimiento y el acierto en la elección. Estamos ante una oportunidad única para impulsar el hábito lector pero, para ello, necesitamos el concurso de las bibliotecas públicas.

¿Por qué, en tiempos de pandemia y coronavirus, se habla tan poco de libros? Vengo dándole vueltas a esta pregunta desde que iniciamos la cuarentena. ¿Por qué, si el principal problema educativo que hemos detectado es la exclusión escolar, las bibliotecas no se consideran un servicio de primera necesidad, como las tiendas de alimentación o las farmacias?

En tiempos de brecha digital -de brecha social y escolar-, los libros son el amortiguador más sencillo y más inmediato contra la inequidad educativa. Hubiera bastado que los profes nos hubiéramos puesto de acuerdo en recomendar un puñado de buenos libros -libros informativos y libros de ficción, libros cuya lectura acompañaríamos y libros de los que no habría que rendir cuentas- para que el tránsito entre la educación en la escuela y la formación en casa no hubiera sido ni tan brusco ni tan injusto. Tendremos que darle una vuelta a nuestra lentitud de reflejos, a por qué los libros han desaparecido, incluso, de nuestro imaginario docente. Del hegemónico, al menos.

Ni siquiera la brecha digital hubiera sido tan abrupta con buenas bibliotecas escolares. Estas, allá donde funcionan, se ocupan también de la alfabetización mediática de estudiantes y docentes y tienen, cuando menos, detectados los problemas: quiénes disponen de dispositivos móviles y quiénes no, quiénes disponen de conexión en casa y quiénes no; qué aplicaciones y plataformas son fiables y cuáles no. Eso, tan solo, como punto de partida. Porque las bibliotecas escolares hace tiempo que dejaron de ser tan solo un espacio físico donde se alojan los libros, y son el verdadero agente dinamizador -que impulsa y coordina- todas aquellas prácticas vinculadas a la alfabetización del siglo XXI: desde cómo distinguir noticias fiables de fake news a cómo seleccionar, elaborar y comunicar información, entre otras muchas cosas. Claro que estos contenidos conciernen al profesorado de todas las áreas, pero mientras las rutinas docentes y las evaluaciones externas miren hacia otro lado pocos parecen darse por aludidos.

Necesitamos responsables en nuestras bibliotecas escolares -con formación y recursos, lo hemos dicho ya muchas veces- que vertebren iniciativas, especialmente aquellas medulares y que, sin embargo, el currículo disciplinar orilla o desdeña.

Pero hoy quisiera centrarme en la lectura de libros: de papel o electrónicos, pero en los libros. Y en por qué creo que, cuando se atenúen las condiciones de nuestro confinamiento, las bibliotecas públicas podrían y aun deberían ocupar un papel central en el tramo final del curso. Hablaré de secundaria, que es lo que conozco de primera mano, pero la tesis de fondo de estas líneas es aún más pertinente si cabe para los tramos de infantil y primaria.

Todos los años, al empezar las clases, dedico una o varias sesiones a hablar con mis alumnas y alumnos acerca de sus hábitos lectores y sus libros favoritos. Y todos los años me encuentro con tres perfiles diferenciados, aunque enormemente porosos entre sí.

En primer lugar, los refractarios a la lectura: «No leo nada. Nunca he leído nada que me guste». «Una vez leí un libro. Y no me gustó». «Yo no leo nada. Y si me mandan leer algo en el instituto o me veo la peli o me leo un resumen». «Antes leía. Ya no». «Me tiene que llamar mucho la atención el libro; si no, no me lo leo. He intentado leer algún libro, pero no». «Profe, yo solo leo el Marca«.

Pero incluso estos nos dejan un resquicio abierto: «No me gusta nada leer, pero una vez me leí un libro por mi cuenta y me gustó. Se llamaba El niño del pijama de rayas«. «No leo mucho, pero me gustan las curiosidades que leo en Instagram. Lo de ¿Sabías que…? Eso sí me lo leo». «No leo nada. Y ya. Pero me gustaría tener disciplina. Dormirme leyendo un libro». «A veces sí que leo, depende de lo que me aburra». «Leo cuando tengo tiempo». «No es que no me guste leer, me gusta algún tipo de libros, como Juego de Tronos». «Leer no es que me emocione, pero los libros que me mandan en el instituto sí que me los leo». «Con los libros del instituto al principio no me gustan, pero luego me voy enganchando». «Me gusta mucho leer, pero no libros. Revistas, moda, cosas de actualidad».

Odian leer -así lo dicen algunos de ellos-, pero hay tres condiciones que, bien combinadas, pueden abrir espacios para la lectura: la prescripción escolar, el aburrimiento, y el acierto en la elección.

Luego están los lectores ocasionales, aquellos que leen a rachas. «No me gusta mucho leer. Mi libro favorito es El señor de los anillos«. «No es que no me guste leer, pero no suelo hacerlo». «Me gusta leer, pero no leo mucho». Añoran los tiempos en que sí eran ávidos lectores. «Cada vez leo menos». «Antes leía un montón». Son quienes sí leen lo prescrito en el instituto, pero poco más. Este grupo aumenta según nos adentramos en la adolescencia. Porque es entre los más pequeños del instituto donde encontramos los lectores más fervientes.

Y ahí están los lectores compulsivos: quienes se han leído todo Roald Dahl, Laura Gallego, Harry PotterPercy Jackson, John Green. Fans de un título, un autor, un género, cuesta sacarlos de ahí. Se nos perderán en cuanto no acertemos a establecer el tránsito entre las tramas fantásticas o adolescentes y otros géneros que los saquen de la espiral en que andan confinados. No podemos pretender que salten sin red de ahí al Poema del CidEl Lazarillo de Tormes o San Manuel Bueno Mártir. Hay literatura juvenil para la segunda adolescencia y hay clásicos universales para los jóvenes lectores. Solo hay que ir a buscarlos.

Pero es que, además, están los refractarios a la narrativa de ficción (aunque a lo mejor sí se atreven con la novela gráfica) pero sí son lectores ocasionales de poesía. Están también quienes no quieren saber nada de literatura pero les entusiasman las biografías; quienes, puestos a leer, prefieren hacerlo con un libro de historia o de ciencia o hasta con un título de economía. Están -y estos son lectores en auge- quienes buscan en los estantes lo que haya de feminismo o ecología, y lo devoran con fruición y no hacen sino recomendarlo.

Todos ellos, lectores y no lectores, lectores de literatura y de libros informativos, necesitan de la escuela para impulsar sus hábitos y ampliar sus itinerarios de lectura. Muchos -si no todos- dependen de las prescripciones de la escuela, tan denostadas -y es verdad que tantas veces hechas con muy poco acierto-. Contamos ahora con un momento excepcional para aprovecharlo. La lectura sostenida y continuada, la lectura por placer, es también factor determinante en la mejora de la competencia lectora, esa que luego tanto echamos en falta.

Pero para que ello sea posible, y para no abrir más brechas en la equidad entre quienes pueden acceder al préstamo electrónico de libros -porque tienen dispositivo, conexión, y carnet de la biblioteca municipal- y quienes no pueden hacerlo, necesitamos que las bibliotecas públicas vuelvan a abrirse cuando el cese el estado de alarma, puesto que los centros escolares seguirán probablemente cerrados mucho más tiempo. Abrirlas siquiera exclusivamente al préstamo; con ventanilla y distancia social, con guantes y mascarillas, pero abrirlas.

Y necesitamos -profes, esto va por nosotros- volver a poner los libros en el centro de nuestro imaginario pedagógico y pensar -¡colectivamente!- qué puñado de libros podrían conformar ese plan lector de urgencia para una cuarentena.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/04/07/hacer-de-la-necesidad-virtud-ii-bibliotecas-publicas-y-equidad-educativa/

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Educar desde casa

Por: lahora.com.ec

Casi 5 millones de niños menores de 12 años deben permanecer en casa, desde hace dos semanas, y sin saber hasta cuándo.

Más allá del régimen educativo aplicable a las distintas familias, lo cierto es que, en casa, los niños observan y aprenden de sus padres ahora, durante cada momento del día.

En este, como en muchos otros aspectos, las decisiones que se tomen ahora y durante las semanas que vienen, nos marcarán como sociedad de cara al futuro.

Muchos padres y madres se encuentran trabajando desde sus hogares, haciendo malabares entre las tareas escolares, el teletrabajo y el cuidado familiar.

Es evidente que la labor de todos los educadores a nivel nacional merece un gran reconocimiento. Maestros de instituciones públicas y privadas, en muchos casos mal remunerados, por décadas han sufrido la negligencia de una sociedad que poco valora la importancia de su trabajo. Es menester que el Ministerio de Educación haga todo lo que esté a su alcance para minimizar la brecha académica que, sin duda, va a empeorar durante estos meses de cuarentena.

Cuando se haya logrado controlar la pandemia, resurgiremos como una sociedad traumatizada en muchos sentidos. Quedarán en el imaginario infantil, todas las lecciones también aprendidas en el hogar.

Serán tiempos difíciles para muchas familias, y los niños habrán observado la diferencia entre actuar con resiliencia o desespero; con integridad o deshonestidad; aprenderán a dar una mano al vecino, o a mezquinar con avaricia. Este es también el momento de formar la sociedad del futuro.

La muerte destroza al hombre: la idea de la muerte le salva”. E. M. Forster Escritor inglés (1879-1970).

Nuestras vidas se definen por las oportunidades, incluso las que perdemos”. Scott Fitzgerald Escritor estadounidense (1896-1940).

Fuente: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102314561/educar-desde-casa

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Padres, alumnos y docentes enfrentan los retos de adaptarse a la educación en línea

Por: Paulette Delgado

Padres de familia, docentes y alumnos  deben “desaprender” en esta época.

Debido al cierre de escuelas, oficinas y negocios a raíz de la contingencia por el nuevo coronavirus (COVID-19), muchos padres de familia, docentes y alumnos se encuentran tratando de adaptarse a la nueva “rutina” y los retos que implica aprender en línea. Ante esta situación, es muy importante que los padres y maestros se mantengan en constante comunicación y encuentren la mejor manera de que sus hijos continúen aprendiendo desde casa.

Laura K. Reynolds, decana de la Facultad de Educación, Desempeño Humano y Salud de la Universidad de Carolina aconseja que, aunque parece que los padres han tomado el rol de educadores, los maestros deben seguir presentes y mantenerse conectados tanto como sea posible. La directora incita a los padres a ser pacientes y evitar disciplinar a sus hijos durante las actividades escolares. Especialmente si los hijos están acostumbrados a que sus profesores usen un reforzamiento positivo, más que regaños.

Jacqueline Sperling, psicóloga clínica, apoya esta idea explicando que todos estamos pasando por un cambio muy abrupto que puede producir miedo y ansiedad. Una de las mejores maneras de contrarrestar ese sentimiento de inseguridad es con consistencia, por ejemplo, si antes una familia tenía una regla de cuánto tiempo los hijos podían pasar viendo la televisión, esa regla debería permanecer igual en la medida de lo posible. También invita a los padres a permitir que sus hijos tengan videollamadas para socializar con sus amigos para evitar que se sientan solos, aunque tengan cuatro años y sus conversaciones no tengan sentido, señala. Ambas expertas coinciden en que el uso de videollamadas puede beneficiar mucho a los alumnos en el tema de socialización.

Por otro lado, Reynolds insiste que los maestros deben apoyar a los padres de familia y recordarles que hay muchas formas en que sus hijos aprenden. Los niños pueden aprender mediante «juegos imaginarios, jugando libremente en el patio trasero, jugar en un fregadero lleno de agua o garabatear y dibujar”, señala Reynolds. “Cuando parece que no está sucediendo nada, los procesos cognitivos de los estudiantes están involucrados y hay un crecimiento y un aprendizaje que están sucediendo”. Es importante recordar que los niños aprenden jugando y es necesario usar la imaginación. Una manera creativa de enseñar fracciones, por ejemplo, es en la cocina al seguir una receta.

Los alumnos no necesitan pasar ocho horas en la “escuela”

Aunque mantener una rutina y consistencia, es aconsejable, diversos factores como la posibilidad de tener acceso a la tecnología necesaria, padres de familia ocupados trabajando desde casa, familiares enfermos y otras diversas circunstancias, intentar implementar un horario escolar tradicional de manera virtual puede ser imposible. Algo que tanto papás como alumnos deben “desaprender” en esta época es que no es lo mismo un horario virtual que uno tradicional. Además de los factores antes mencionados, el ritmo de aprendizaje a distancia es diferente, dado que la estructura de un día normal es muy diferente que cuando se está en casa y más cuando, ante la contingencia, todos los miembros de la familia tienen que convivir las 24 horas en casa.

En la escuela, los niños y adolescentes tienen un horario estructurado: la hora del recreo, el tiempo “perdido” que pasan caminando por los pasillos de la escuela de un aula a otra, hablando con sus compañeros u otras situaciones que no pasan en un programa escolar virtual. Entonces, ¿cuánto tiempo deben dedicar los estudiantes al estudio en casa? La psiquiatra Colette Poole-Boykin aconseja que para saber cuánto tiempo debería pasar un niño concentrado en una tarea, se debe de multiplicar la edad del niño por 2 a 5 minutos, y el resultado  es la cantidad de tiempo que pueden mantenerse concentrados. Usando esta regla, la Dra. Poole-Boykin sugiere que los estudiantes de primaria deben aprender de una a dos horas al día, los de secundaria de dos a tres horas y los de bachillerato de tres a cuatro horas al día como máximo.

El otro lado de la educación en línea

Otro reto del que se habla poco en referencia a la educación en línea es que esta modalidad resalta la desigualdad socioeconómica que viven millones de familias. Lamentablemente, muchos estudiantes no cuentan con la tecnología, el espacio ni el ambiente necesario para poder cumplir con sus expectativas académicas. Además de estas barreras, se encuentra el miedo y la angustia que genera el hecho de que muchos padres de familia se están quedando sin empleo o familiares se están enfermando o muriendo.

María del Carmen Morillas es una madre de familia que vive en su pequeño departamento con cuatro hijas y su esposo. En entrevista para  El Confidencial, comentó que sus hijas tienen de 11 a 15 años y que sólo tienen una computadora para todos, lo que dificulta el aprendizaje de sus hijas. Por suerte, les instalaron el internet hace poco y pueden tener acceso a las lecciones, comenta. Además, viven en un piso de 60 metros cuadrados, lo que tampoco ayuda a tener un espacio designado e ideal para aprender. Aún así, sobrellevan la situación haciendo la mayor parte de las tareas a mano y enviando fotografías a través del móvil como prueba a sus maestros.

Marta Físico, maestra de secundaria, comentó en el mismo medio que muchos de sus estudiantes son de clase baja por lo que algunos no pueden acceder a las clases que da en Google Classroom, pero algunos se apoyan en el dispositivo móvil de sus papás para cumplir con sus tareas. Noelia Otero, jefa de estudios de un colegio público dijo para El Confidencial que un 20 % de sus alumnos son víctimas de la brecha tecnológica ya que no cuentan con computadora e internet. Otro reto al que se han enfrentado es que las medidas de emergencia que se instauraron ante la pandemia del coronavirus, los tomó a todos por sorpresa, poniendo en evidencia que muchos docentes no tienen las habilidades tecnológicas y la formación necesaria para enseñar en línea, así como administraciones escolares que no cuentan con plataformas digitales idóneas para la enseñanza online. Ante estos retos, muchos educadores han recurrido a herramientas como Google Classroom para apoyarse y lograr dar clases a distancia.

Ante todos estos cambios que estamos viviendo a nivel mundial, se vuelve aún más importante la constante comunicación y cercanía entre padres de familia, educadores, administradores y alumnos, para saber cuales son los retos que están enfrentando y cómo superarlos juntos. Pero sobre todo, es importante que tanto padres como docentes tomen en cuenta que no todo tiene que salir perfecto, que está bien tener días malos y equivocarse. Todos estamos aprendiendo en este proceso.

¿Cuáles son los principales retos a los que te has enfrentado como mamá, papá, docente o alumno?

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/educacion-online-retos-escuela-en-casa

Imagen: Chuck Underwood en Pixabay

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Año escolar en Ecuador terminará de manera virtual por COVID-19

América del Sur/Ecuador/12-04-2020/Autor y Fuente: spanish.xinhuanet.com

El año escolar de este 2020 en Ecuador terminará de manera virtual ante la emergencia sanitaria que vive el país por la enfermedad del nuevo coronavirus (COVID-19), informó la ministra de Educación, Monserrat Creamer.

«Comprometida en salvaguardar la seguridad de todos los miembros de la comunidad educativa, el 30 de junio del 2020 concluirá de manera no presencial el año escolar en el ciclo Sierra-Amazonía», indicó la ministra en un comunicado.

El pasado 12 de marzo, el gobierno decretó la suspensión generalizada de clases en el sistema educativo en todo el país para evitar la propagación de la COVID-19 luego de que el pasado 29 de febrero comenzó el brote del virus en el país sudamericano.

Desde entonces, el ministerio dispuso que las clases se impartan de manera virtual.

El ministerio indicó que más de 1. 8 millones de estudiantes y 100.027 docentes conforman este régimen educativo.

«El Ministerio está evaluando la situación y manteniendo contacto diario con los docentes y autoridades de las 9 zonas educativas del país, con la finalidad de brindar apoyo, continuidad y soporte emocional ante la emergencia sanitaria decretada para contener el COVID-19», señaló la ministra.

Añadió que se continuará reforzando todos los canales de comunicación para estar cerca de los estudiantes y señaló que para poder cumplir con el cronograma escolar se cuenta con portales, plataformas, medios de comunicación y guías pedagógicas impresas.

«El próximo año se deberá realizar una fuerte evaluación y nivelación de conocimientos a todos los estudiantes.», apuntó.

Mientras tanto, el próximo 4 de mayo iniciará el nuevo año lectivo 2020-2021, en el ciclo escolar Costa también mediante el uso de medios virtuales.

Ecuador registra hasta el momento 4.450 casos confirmados de contagio de la COVID-19 con 242 decesos, según el último reporte del Ministerio de Salud Pública.

Fuente e Imagen: http://spanish.xinhuanet.com/2020-04/09/c_138960585.htm

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En Japón los estudiantes se graduaron de manera virtual con robots a control remoto

Asia/Japón/12-04-2020/Autor: Marcela Moreno/Fuente: www.elsalvador.com

El coronavirus ha modificado los eventos sociales del mundo, estos avatares llevaban toga y tablets con birretes, donde se podían ver los rostros de los graduados que se conectaron por medio de una videollamada.

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Los estudiantes de la Business Breakthrough University (BBT) en Tokio, Japón, tuvieron una particular graduación que incluyó robots y tablets con birretes. Foto EDH/ BBT
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En esta graduación virtual los alumnos se hicieron “presente” en la ceremonia por medio de robots con ruedas y vestidos con toga, que llevaban como rostro una tablet donde se veía los rostros de los alumnos que se habían conectado por medio de una plataforma de videollamada. Foto EDH/ BBT
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Los alumnos hicieron videollamada por medio de Zoom para estar presentes en la ceremonia donde también había cuatro alumnos y algunos directivos de la institución que fueron los encargados de entregar los diplomas. Foto EDH/ BBT
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Los avatares fueron controlados por los pocos graduados que asistieron físicamente a la ceremonia. Cuando se mencionaba el nombre del graduado, el robot que lo representaba se acercaba al presidente de la universidad, Omae Kenichi, que estaba en el escenario, para recibir el diploma. Foto EDH/ BBT
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Esto es posible gracias a los robots “Newme” de ANA Group, que están diseñados para funcionar como avatares personalizados del usuario. Además, los equipos se pueden controlar a la distancia. Foto EDH/ BBT
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Estudiantes de Administración de todo Japón y el mundo se unieron desde sus hogares. Foto EDH/ BBT
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Los robots podrían ser utilizados como una nueva forma de asistir a todo tipo de reuniones así como para organizar fiestas o visitas por museos u otro tipo de espacios. Foto EDH/ BBT
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El decano de Administración de Negocios Globales, el profesor Shugo Yanaka, fue el artífice de esta ceremonia virtual. Ha confesado que espera que la ceremonia de BBT pueda ser útil para otras instituciones que se propongan celebrar eventos estos días. Foto EDH/ BBT

 

Fuente e Imagen: https://www.elsalvador.com/fotogalerias/noticias-fotogalerias/covid-19-japon-graduacion-robots-coronavirus/704088/2020/

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Los jóvenes se movilizan para mitigar los efectos de la cuarentena

Por: Nacho Meneses

Las iniciativas universitarias de apoyo escolar, humano, técnico y psicológico son solo algunas de las muestras del compromiso social impulsado por la crisis sanitaria del coronavirus

Cuando, el pasado 13 de marzo, se declaró por primera vez el estado de alarma en España, las alertas resonaron en multitud de jóvenes universitarios españoles. Conscientes ya de la magnitud de la lucha que el país tenía por delante, decidieron no esperar y se organizaron con celeridad para dar luz verde a numerosas iniciativas de apoyo a los colectivos más necesitados: familias con necesidad de conciliar y teletrabajar, estudiantes y profesores que debían adaptarse en días a un entorno puramente digital, mayores que no podían salir de casa porque su salud es la que más riesgo corre. Ciudadanos jóvenes (y no tan jóvenes) ayudando a ciudadanos, la cara más dulce e inspiradora de la crisis sin precedentes que vive nuestra sociedad.

“Las revoluciones siempre las han emprendido los jóvenes, y ahora hay una base mayor dispuesta a luchar por lo que creen, por un ideal de justicia. Tienen prisa por intervenir en la sociedad, porque para ellos estudiar es demasiado poco”, afirma Félix Lozano, cofundador y CEO del campus de innovación y emprendimiento Teamlabs, en Madrid. A nivel individual, en grupos, por iniciativa propia o sumándose a alguna de las ya existentes, las muestras de solidaridad surgieron casi a la vez que la cuarentena, y a día de hoy contribuyen a paliar los efectos de este aislamiento forzoso.

Programas de apoyo escolar y universitario

A Josué Labios (21 años, estudiante de Economía y Estudios Internacionales de la Universidad Carlos III, en Madrid), el estado de alarma le pilló en California, acompañando a su novia, Aitana Padilla, que estudia Neurociencia en UCLA. Inmediatamente tuvieron claro que no podían quedarse de brazos cruzados: “Nos habían cancelado las clases y, aunque siguiéramos online, íbamos a tener mucho más tiempo, así que pensamos que había que hacer algo para ayudar a los niños que se quedaban en sus casas”, cuenta por vía telefónica. “Queríamos evitar que se quedaran atrás. Además, hay padres que, por determinadas circunstancias, no pueden ayudar a sus hijos como estos necesitan, y alumnos que ya tenían problemas para seguir el ritmo de la clase y que ahora, con el confinamiento, podrían ver cómo su problema se agravaba”.

En tan solo dos días, esa idea de dos cristalizó en el proyecto de Universitarios Contra la Pandemia, gracias al trabajo de seis amigos entre los que se encontraba un estudiante de la Universidad Politécnica de Valencia, que creó la página web del proyecto, y otro de Derecho, que les ayudó con los asuntos legales, de Protección de Datos. Rápidamente alcanzaron el centenar de voluntarios y se difundieron por redes sociales, recibiendo el apoyo de universidades, colegios y ANPAS; hoy son alrededor de 400 voluntarios y 500 familias repartidas por toda España, “aunque el número de alumnos, desde los seis a los 16 años, es bastante mayor, porque un mismo voluntario asignado a una familia puede ayudar a varios alumnos”, puntualiza Labios. Los universitarios que quieran unirse al proyecto, o las familias que necesiten de sus servicios, pueden hacerlo a través de su página web.

No es, desde luego, el único proyecto de estas características. En la primera semana de cuarentena, los alumnos de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid (que cuenta con casi 7.000 estudiantes) abrieron una lista interna de voluntarios para tutorizar a niños y niñas que necesitaran clases de apoyo, desde Infantil hasta Bachillerato, pero también actividades de ocio y otras dirigidas a los menores con dificultades de aprendizaje. “Somos casi 400 alumnos, y aún necesitamos más gente, para dar servicio a todas las familias que han pedido ayuda”, cuenta Enrique Alonso, uno de los coordinadores y estudiante de 4º de Educación Infantil. La Universidad Europea puso en marcha un programa similar para ayudar a familias con niños en Primaria y Secundaria con las tareas del colegio, e incluso la Orquesta y Coro de la Universidad Autónoma de Madrid ofrece su ayuda a los escolares con sus deberes.

El grupo de Vengadores UCM surgió de la Facultad de Informática de la Universidad Complutense para asistir a aquellos estudiantes universitarios sin los conocimientos técnicos necesarios para atender clases por Internet, y ha juntado a 98 voluntarios de 10 facultades diferentes. “Mediante un foro, damos respuesta a sus cuestiones, y si aún tienen dudas siempre podemos hacer una videoconferencia para ayudar a esa persona de forma más personal”, explica Markel Álvarez, estudiante de 2º de Informática.

Apoyo psicológico

Adaptarse a circunstancias tan excepcionales ha sido (y continúa siendo) un desafío monumental que puede hacer que, en ocasiones, nos veamos sobrepasados: padres con dificultades para teletrabajar y apoyar escolarmente a sus hijos, o para establecer una rutina efectiva en casa; estudiantes que necesitan ayuda para organizarse o concentrarse; profesores que requieren de asistencia para organizar los contenidos no presenciales para los alumnos, programar o encontrar actividades alternativas. Para paliar esos efectos, han surgido ideas como las de b-resol y FITA Fundación, con el objetivo de reducir el impacto del aislamiento en la salud mental de los adolescentes, y Educamos Contigo, gracias a un grupo de estudiantes voluntarios, psicólogos educativos y otros profesionales de la educación de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid. Para acceder a su asesoramiento, tan solo es necesario acudir a su web y reservar una cita con uno de sus expertos, ya sea por videollamada, correo electrónico o por teléfono.

Los mayores, población prioritaria

Muchas de las medidas tomadas estas semanas van encaminadas a proteger a la población que más se ha visto afectada por los efectos de la pandemia: nuestros mayores, especialmente aquellos que están solos y carecen de familia cercana que pueda asistirles. Una ayuda que se concreta en tareas tan cotidianas como hacer la compra o acudir a la farmacia a por medicamentos. En Bilbao, un grupo de jóvenes magrebíes se organizan cada día para comprar en el mercado y entregar pedidos a domicilio a mayores en un barrio de la ciudad; en Zamora, una veintena de voluntarios se ofrece para hacer la compra a grupos de riesgo, familias con hijos a cargo o personas de movilidad reducida; y casos similares se reparten por Segovia, Canarias, Madrid…

Más allá de evitar que los mayores tengan que salir de sus casas, otras iniciativas se proponen contribuir a que puedan mantener su bienestar físico o emocional. En Erandio (Bizkaia), las personas de una residencia de mayores reciben ánimos a través de cartas o imágenes enviadas por estudiantes universitarios, gracias a una iniciativa coordinada por Izaskun Álvarez, profesora de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco; mientras, los voluntarios de Adopta un Abuelo ofrecen, en colaboración con el Ayuntamiento de Madrid, apoyo telefónico a los mayores de cualquier lugar de España, y los alumnos de Fisioterapia de la Universidad Europea realizan vídeos con recomendaciones prácticas para que los mayores conserven su movilidad.

Múltiples iniciativas en las redes

Impulsada por el confinamiento, la sociedad se ha volcado más que nunca en los recursos tecnológicos que tiene a su alcance, no solo para mantenerse cerca de sus seres queridos, sino para involucrarse en muchas acciones de impacto social. Iniciativas que en poco tiempo han crecido exponencialmente, como el caso de Coronavirusmakers, una red de voluntarios expertos en tecnología abierta y gratuita que ya ha reunido a más de 20.000 personas de todo el mundo: investigadores, diseñadores, ingenieros o makers que aportan su tiempo, su esfuerzo y hasta su dinero de forma altruista, al servicio de la sociedad. “El 12 de marzo abrimos el primer grupo en Telegram y solo dos días después nos tuvimos que dividir en grupos, porque ya éramos más de 5.000 personas”, cuenta Rosa Pascual, arquitecta y portavoz del colectivo.

“Tenemos más de 50 proyectos de I+D, entre los que están protectores faciales como las mascarillas (en proceso de homologación) y las viseras (ya homologadas por muchas comunidades autónomas), y un respirador apto para su uso en UCIs que está a la espera de validación por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios”, sostiene Pascual. A día de hoy, este movimiento (que partió de los médicos del Hospital Gregorio Marañón, en Madrid, y rápidamente se extendió por las redes) ha entregado ya más de 400.000 viseras, 100.000 mascarillas y 20.000 batas para médicos y enfermeras. Un trabajo monumental que tiene una característica destacada: todo se idea, desarrolla y produce de forma pública, gratuita y abierta, para que lo puedan usar en cualquier país que lo necesite.

Los ejemplos, como en los demás ámbitos, son numerosos, ya tengan un alcance local o más general. Desde Castilla y León, un grupo de profesores de Educación Física se empeña cada día en mantenernos en forma durante la cuarentena; y en la comarca de La Sagra (Toledo), el Proyecto Kieu, coordinado por María Díez, impulsa diferentes actividades en Internet (ocio y tiempo libre, consumo responsable, conversaciones en inglés o italiano…) para seguir fomentando el desarrollo de la comarca a través de los siete espacios jóvenes que posee.

Comunidades virtuales y redes sociales son también el escenario de numerosas iniciativas globales y abiertas a la cooperación, como Juntos desde Casa, #frenalacurva o #covid19Challenge. La primera es una plataforma formada por especialistas en tecnología que, de forma altruista, ponen a disposición de las familias diversas actividades para que todos, independientemente de la edad (a partir, eso sí, de los cinco o seis años) puedan divertirse aprendiendo en talleres de inteligencia artificial, robótica, programación HTML, Minecraft y Python o creación de videojuegos, entre muchos otros. Frena la Curva, a su vez, es una plataforma ciudadana abierta a todo aquel dispuesto a participar, en la que “voluntarios de muchas tipologías diferentes, organizaciones sociales, instituciones y laboratorios de innovación públicos se ponen en marcha para hacer proyectos que puedan hacer frente a la pandemia y a sus múltiples efectos sobre la salud, la educación o la vida vecinal”, explica Lozano, de Teamlabs, donde muchos de sus alumnos se han incorporado a estas y otras iniciativas.

Fuente: https://elpais.com/economia/2020/04/08/actualidad/1586353994_478579.html

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¿Poca o mucha tarea en casa?

Por: Juan Carlos Yáñez Velazco

Hace tiempo discuto el tema de las tareas escolares para casa. Soy partidario de revisarlas con lupa, de discernir su relevancia. El tema tiene alcances mundiales: en muchos países se analiza la pertinencia de atiborrar a los estudiantes. También están los otros, los sistemas educativos altamente estresantes, orientales, sobre todo, que convierten al alumnado en rehén de las rutinas en la escuela y fuera de ella.

En nuestro contexto, con un sistema educativo escolarizado, la cuarentena nos tomó en fuera de lugar y la improvisación entró a la cancha para tratar de rescatar el partido. Se vuelve más imperativo preguntarse por la relevancia de las tareas, es decir, de las actividades que hoy tienen los niños en el hogar.

En las oportunidades que abordo el tema con educadores, siempre repito: una tarea del alumno equivale a muchas tareas para el maestro. Es una perogrullada: el profesor que deja una tarea a 30 estudiantes [ya sé que en algunos niveles trabajan con 50 o más en el grupo], luego se convierte en 30 tareas, porque el maestro tiene la obligación profesional y ética de revisarlas una por una. Si tiene tres grupos, o cuatro, sus tareas se vuelven 90 o 120. Y si en cada tarea invertirá, pongamos, cinco minutos, entre la lectura y los comentarios que debe hacerle a cada uno, entonces, debe invertir 450 o 600 minutos, es decir, un montón de horas. ¿Es así como funciona la cosa o no?

La cuestión da para muchas reflexiones, pero solo quiero poner una más en la mesa, desde el punto de vista de los padres: por cada tarea enviada, debe recibirse una retroalimentación, por la forma o medio en que el profesor pueda hacerlo.

La fiebre de actividades puede provenir de la autoridad que se lo exige al profesor; por lo tanto, él debe prepararlas con más cuidado, como la mejor clase que no impartirá, pero que dejará aprendizajes en el grupo.

Repito: es preferible una tarea significativa, que produzca aprendizajes, a cinco por día nada más que para tenerlos ocupados, agotándolos y enseñándoles que la escuela, así sea en casa, es una institución de trabajos estériles e injustificados.

Frente al tema de las tareas, me resuenan las palabras de Paulo Freire: la educación debe ser un desafío intelectual, no canción de cuna.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/poca-o-mucha-tarea-en-casa/

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