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Manel Eiximeno: «La mayor parte de libros de texto digitales no son accesibles para los alumnos con discapacidad visual»

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“La cultura digital muy pocas veces tiene en cuenta a las personas con discapacidad, y esto se está convirtiendo en un problema para el alumnado con ceguera o baja visión, pero no solo”. Lo afirma Manel Eiximeno, director del Centro de Recursos Educativos ONCE Barcelona, y por extensión del CREDV, el único servicio educativo del Departament d’Educació de la Generalitat de Catalunya cuya gestión está compartida con una entidad social.

“Las plataformas digitales han ido sustituyendo a los libros de texto en formato papel, pero estos materiales mayoritariamente no son accesibles ni usables para el alumnado con discapacidad visual, pero tampoco para alumnos sin ninguna discapacidad”. Lo explica, desde hace tiempo y a quien quiera escucharle, Manel Eiximeno, la persona que en Cataluña dirige el CREDV (Centro de Recursos Educativos para Discapacidades Visuales) desde el año 2007. Eiximeno lamenta que estos materiales se comercialicen sin haber pasado “ningún tipo de control” en cuanto a su accesibilidad. Y no hay control porque “a pesar de que los requisitos de accesibilidad existen, no se exigen”.

Comenta Eiximeno que “cuando hablas con las editoriales y les dices que tenemos unas necesidades y que el contenido puede ser idéntico, pero con otro diseño para que pueda ser accesible y usable para un alumno con discapacidad visual, te contestan que este producto ya está hecho y que cuando lo reformen ya implementarán todo lo que pedimos”. “La realidad –añade– es que la reforma de cualquiera de estos productos es mucho más costosa de lo que supondría diseñarlo bien desde el inicio. Si no lo haces desde el principio, no harás un diseño universal, estarás poniendo parches”.

¿Y como deberían ser estos materiales? Según explica el director del CREDV, tendrían que cumplir unos estándares de accesibilidad para que el alumno ciego o con baja visión pueda navegar e interactuar por el contenido digital desde su ordenador o dispositivo móvil. Así, gracias a unas etiquetas invisibles puede entender cuándo ha llegado al final de un texto o de un ejercicio, o cuándo tiene que cambiar de página o saltar a una nueva pregunta, o cómo entra en un campo para escribir, cómo selecciona una palabra en un ejercicio, conoce la descripción de una imagen, etc. Si los materiales son accesibles, todos estos apartados tienen que estar etiquetados. El lector no ve las etiquetas, pero los revisores de pantalla sonoros que utilizan las personas ciegas las identifican y con ello hacen posible la navegación y la interacción con ejercicios o juegos.

Los contrastes importan

El fenómeno hace tiempo que está detectado, y en parte se ha mejorado, ya que al principio era aún peor. En sus inicios, la digitalización de los materiales educativos pasó por convertir en imágenes las páginas del libro de texto tradicional, lo que hacía imposible el acceso a un alumno invidente. Pero hoy, en su día a día, continúan encontrándose muchos libros de texto inaccesibles, y que, según remarca Eiximeno, no lo son únicamente para el alumnado ciego. “La superposición de colores y los contrastes también son muy importantes, y por ejemplo nos podemos encontrar con textos escritos en negro sobre un fondo verde oscuro, o escritos en amarillo sobre un fondo con colores pastel, esto crea dificultades a cualquier alumno, aunque no tenga una discapacidad visual”, recuerda.

Con sede central en Barcelona (en la Gran Vía junto a ONCE Cataluña), y cuatro subsedes en Girona, Lleida, Tarragona y Tierras del Ebro, el CREDV atiende alrededor de 1.200 estudiantes de todas las edades, desde infantil de primer ciclo a universidad y escuelas de adultos. De éstos, aproximadamente 850 se encuentran en la etapa educativa (infantil de segundo ciclo, primaria, secundaria obligatoria y educación especial y postobligatoria) en el que el servicio está compartido entre la ONCE y el Departament d’Educació. El servicio cuenta con un centenar de profesionales, la mayoría docentes, que se desplazan a los centros donde están escolarizados los alumnos.

Eiximeno conserva en su despacho todo tipo de aparatos y útiles antiguos que han ayudado a la accesibilidad de las personas ciegas | Foto: VS

No hay escuelas especiales para alumnado ciego o con baja visión. La ONCE en Cataluña tuvo una, pero la cerró en los años noventa, a fin de que los alumnos con ceguera o grave discapacidad visual catalanes pudieran ir al centro escogido por sus padres y madres, con los apoyos y recursos que les hiciera falta. “Fue una apuesta importante por la integración, la primera gran apuesta que se hizo en todo el Estado, y desde entonces hemos avanzado juntos y todos creemos y apostamos por la inclusión”, subraya Eiximeno. Hoy, los alumnos con discapacidad visual escolarizados en centros de educación especial lo están porque presentan alguno otro tipo de discapacidad o trastorno añadido grave, aparte de la visual.

Herramientas y materiales accesibles

El Servicio Educativo, mediante los maestros de apoyo itinerantes, acude a los centros donde hay alumnos con discapacidad visual, “pero no vamos a impartir materias, sino a apoyar en el centro, el aula, los docentes, el alumnado y las familias, con la aportación de los materiales específicos que necesita y realizando asesoramiento”. Algunos de estos alumnos son ciegos de nacimiento y otros lo son de forma sobrevenida. Algunos tienen restos de visión y pueden leer en tinta, y “en estos casos tenemos que evaluar la funcionalidad visual, para garantizar el aprendizaje en las diferentes etapas educativas”, puesto que “cada patología visual es diferente o responde de forma diferente según la persona”. Otros son totalmente ciegos y entonces “su código de lectoescritura es muy claro que será el Braille”.

A lo largo de su escolaridad, la mayoría utilizará un apoyo de voz sonoro para acceder a los materiales escritos. Con todo, puntualiza el director del CREDV, “hay materias que no hacemos con sonido, como por ejemplo el aprendizaje de una lengua o las matemáticas, puesto que para hacerlo tienes que saber leer y escribir Braille, y esto difícilmente lo harás solo con sonido”.

Manel Eiximeno | Foto: VS

El servicio también provee a este alumnado, cuando hace falta, de un ordenador portátil. Esto acostumbra a pasar a partir de 3.º de primaria. El Departament les cede el aparato y la ONCE aporta todos los periféricos necesarios para acceder a los aprendizajes en igualdad de condiciones, como por ejemplo una Línea Braille (un dispositivo que permite pasar al alfabeto Braille lo que aparece en pantalla escrito en otro código), una impresora Braille, un revisor de pantalla Jaws o un amplificador de pantalla (ZoomText).

“Lo primero que miramos es qué herramientas utiliza el alumno para ver si son accesibles o no”, explica Eiximeno. Así, el objetivo es que cualquier material que se use en el aula sea accesible. “Necesitamos que todo lo que se haga en un centro educativo sea accesible, ya sea un docente quién lo genera o ya sea un agente externo, como es el promotor de una plataforma digital”, añade, con una petición expresa al sector editorial: “Estaría muy bien que, además de los libros de tinta, se acostumbraran a poner a la venta los libros en PDF abierto, eso facilitaría mucho el aprendizaje; hay editoriales que lo hacen pero con otras cuesta bastante, y esto nos obliga a estar buscando constantemente alternativas”.

Un beneficio para todo el centro

Eiximeno se felicita de la evolución que ha tenido el Servicio Educativo de la ONCE a lo largo de los años, y de la longeva y benéfica colaboración entre la organización de ciegos y el Departament d’Educació. Con todo, considera que hay margen de mejora. “Nos hemos focalizado mucho en el alumno y ahora tenemos que transformar esta atención para que lo sea en el alumno, en el aula y en el centro, tenemos que conseguir que nuestra presencia sea también un beneficio para los docentes de aquel centro y para los compañeros del alumno con discapacidad visual, puesto que esta es una de las bases de la inclusión”, comenta.

“Tenemos que redimensionar nuestra presencia en este sentido –remarca Eiximeno– y dar valor añadido a aquella aula, de tal manera que el diseño de las actividades sea inclusivo, sin necesitar adaptaciones específicas y que sean actividades para todo el mundo. Además, tenemos que incidir cada vez con más fuerza en el asesoramiento y la formación especializada que nosotros podemos dar a la comunidad educativa en general y a los docentes en particular, como eje vertebrador de nuestra tarea de presente y futuro”.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2023/05/15/la-mayor-parte-de-libros-de-texto-digitales-no-son-accesibles-para-los-alumnos-con-discapacidad-visual/

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Los textos escolares como fuentes de investigación

Por: Emilio Vargas Santiago 

Tanto en trabajos monográficos como en tesis doctorales, la problemática de los textos escolares ha ido ocupando un papel de importancia.

Carolina Tosi (2011) especifica que en algunos países se utiliza la denominación libro de texto; en otros, texto escolar y libro didáctico (en portuguéslivro didático). De manera que en muchos trabajos se utilizan indistintamente estos términos, para referirse a este tipo de libros producidos para usarlos en las aulas. Por su parte, Lucía Martínez Moctezuma (2014) expresa que los libros escolares se emplean en la enseñanza, pero no están ligados a una secuencia didáctica como los libros de textos que se elaboran para la enseñanza y de acuerdo con procesos didácticos específicos según la asignatura. Además, cualquier libro para niños es portador de ciertas implicaciones sociales, políticas e ideológicas, desde los de historia y civismo hasta los de ciencias naturales y matemáticas. Así: “El texto escolar constituye para el historiador que se interesa en el estudio de la educación, en el desarrollo de las ciencias, en el de la cultura o en el de las mentalidades, una fuente privilegiada sobre todo cuando consideramos que durante mucho tiempo el libro de texto constituyó la base principal de la práctica cotidiana de los profesores“.

La utilización de los textos escolares históricamente ha provocado diferentes puntos de vista sobre su potencialidad para la educación y la instrucción. Sin embargo, «Ningún libro de texto, por bueno que sea, será un instrumento de validez universal; siempre habrá que emprender actividades adicionales de índole muy diversa» (Cockcroft, W. H., 1985). Y es que el libro de texto no puede sustituir al profesor en ningún caso, aunque la tendencia general sea que el libro dirija de algún modo la actuación del docente.

La investigación en el campo de los libros de texto no es reciente, se remonta básicamente a principios del siglo XX y está directamente vinculada con el movimiento de reforma educativa en torno al cual existió mucho interés en la elaboración de diversos tipos de libros (David Mora, 2012). Para el profesor José Luis Villalaín Benito de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) de Madrid, España (2001) “La emergencia del libro escolar como objeto de estudio hace quince años forma parte de la renovación que por entonces se produjo en el ámbito de la Historia de la Educación, tanto en las líneas de investigación emprendidas como en los enfoques y métodos utilizados para llevarlas a cabo”.

Desde que los textos escolares se introdujeron en los procesos de enseñanza y aprendizaje, se convirtieron en uno de los elementos más emblemáticos de la actividad educativa y en fuentes de información. Cada año se producen en todo el mundo millones de ejemplares, que serán adquiridos por millones de estudiantes y se constituirán en herramientas inseparables mientras dure el período escolar. Años tras años, maestros y alumnos orbitan en torno a los textos escolares. Por eso, sus contenidos, los conocimientos que privilegian, sus omisiones, los valores que transmiten, su estructura, producción y comercialización, el marco legal que los regula, los criterios utilizados por los docentes para seleccionar unos y no otros, son algunos de los problemas posibles de abordar desde la óptica de un estudio crítico de estos instrumentos pedagógicos (Tulio Ramírez, 2003). Asimismo, muestran el universo científico y cultural que se quiere enseñar a los estudiantes y reflejan los valores, estereotipos e ideologías en que se sustentan (Guillermo Sánchez Borrero, 2021).

La importancia estratégica de los textos escolares ha hecho que en diferentes lugares del mundo se hayan asumido como línea de investigación permanente. En este sentido, uno de los investigadores más acuciosos de esta temática, señala que estos textos «pueden ser estudiados desde distintos puntos de vista, ya que son a un tiempo producto de consumo, soporte de conocimientos escolares, vectores ideológicos y culturales e instrumentos pedagógicos» (Alain Choppin,1992, citado por Tulio Ramírez, 2003). Este último autor opina que la riqueza de información que estos suponen ha generado el interés de investigadores individuales y de centros de investigación, cuya razón social y científica gira exclusivamente en torno a ellos como objeto de investigación.

Dos instituciones que poseen una larga trayectoria y alta credibilidad académica son el Instituto Georg Eckerten Alemania y el Proyecto MANES (Manuales Escolares) en Madrid, España. Según Ramírez (2003), el “Instituto Georg Eckert para la Investigación Internacional sobre Libros de Texto tiene sus antecedentes en la iniciativa de la UNESCO, culminada la Segunda Guerra Mundial, para retomar el trabajo de revisión de los libros de texto que se había comenzado en Europa, inmediatamente después de concluida la Primera Guerra Mundial. La gestión de la UNESCO hizo que Georg Eckert entusiasmara a asociaciones de docentes y representantes políticos dentro y fuera de Alemania para iniciar de manera sistemática y científica la revisión de los libros de texto desde una perspectiva histórica, con el fin de contribuir con la comprensión mutua y la reconciliación de los adversarios de la guerra. Se trataba de indagar en los textos escolares de los países involucrados en la guerra la presencia de contenidos xenófobos y estereotipos que denigraban de los ciudadanos de los países vecinos”. Este autor también expresa que Eckert crea en1951 el Instituto Internacional para el Mejoramiento de los Libros de Texto, en Braunshweig, Alemania. Y que, tras su fallecimiento en 1975 fue convertido en una institución de derecho público con el nombre de Instituto Georg Eckert para la Investigación Internacional sobre Libros de Texto, manteniendo una biblioteca de libros de texto única en el mundo, con usuarios de todo el planeta y crecimiento constante. De acuerdo con la ley de constitución, las tareas a desarrollar son:

  1. Comparar mediante la investigación internacional sobre libros de texto alemanes y de otros países, las presentaciones significativas desde una perspectiva histórica, política y geográfica con el fin de ofrecer recomendaciones para lograr una mayor imparcialidad en los textos.
  2. Organizar conferencias internacionales de expertos para la revisión de libros de texto.
  3. Asesorar a autores, coordinadores y editoriales en la publicación de textos escolares.
  4. Proporcionar dictámenes y apoyar proyectos de investigación sobre textos escolares.
  5. Presentar a través de publicaciones y conferencias sus avances científicos y sus experiencias prácticas al público.

Este instituto realiza proyectos multilaterales y temáticos conforme a estos tiempos, caracterizados por un mundo cada vez más globalizado, cuyos temas están dirigidos a la educación ecológica, los derechos humanos y la sociedad multicultural. A pesar de que las investigaciones han tenido tradicionalmente un marcado sello euro centrista, se han desarrollado trabajos con colaboradores de China, Corea, Japón y Vietnam, así como proyectos con Israel y Palestina, con África del Sur, Estados Unidos, Canadá y América Latina. En sus inicios, el trabajo del Instituto Eckert se concentró en conferencias bilaterales para erradicar los mutuos prejuicios, estereotipos e imágenes de enemigo en los respectivos textos escolares.

Gabriela Ossenbach Sauter (2000) indica que La Historia de la Educación de América Latina no cuenta con una larga tradición como disciplina académica y como campo de investigación. De ahí que en su trabajo La investigación sobre los Manuales Escolares en América Latina: La Contribución del Proyecto MANES expresa que como el desarrollo de la investigación histórico-educativa es relativamente reciente en Latinoamérica, no es extraño que los trabajos sobre los libros y manuales escolares no tengan mayoritariamente un enfoque histórico. De ahí que los análisis más frecuentes se refieren al gran protagonismo asignado a los libros de texto en las reformas educativas y curriculares ocurridas entre 1960 y 1990, y a las cuestiones políticas e ideológicas de relevancia. Otro tema coyuntural es el análisis de la imagen de España y de América Latina en los textos escolares, surgidas para la conmemoración del V Centenario del Descubrimiento de América en 1992.

Para esta autora, los textos escolares analizados en los dos últimos siglos corresponden a materias claramente involucradas en la creación de valores políticos, como la Historia, la Educación Cívica y la Geografía, incluyendo los Catecismos políticos y religiosos. Y agrega, que la gran mayoría de los trabajos relativos a los libros escolares han abordado prioritariamente, su influencia en la creación de las identidades nacionales y los imaginarios colectivos, así como en los procesos de secularización de diversos países latinoamericanos a partir de la Independencia. Y continúa diciendo que, del análisis del contenido de los textos, se han abordado cuestiones como el control oficial de ellos, las políticas nacionales referidas a los programas de estudio y a la elaboración de los textos. Varias universidades latinoamericanas se interesaron en la temática del Proyecto MANES y establecieron convenios de adhesión. Las primeras fueron las de Cuyo (Argentina), Antioquia (Colombia) y Nacional Autónoma de México. Para impulsar los vínculos con América Latina, este proyecto organizó en septiembre de 1996 el seminario «Los manuales escolares como fuente para la Historia de la Educación en América Latina. Un análisis comparativo», reuniendo en Madrid a participantes de seis países.

La convocatoria se realizó con un tema amplio, afirma, a fin de sondear entre los investigadores latinoamericanos el interés por la temática, enfocada desde las más diversas perspectivas, épocas y aspectos de la enseñanza. Al finalizar el encuentro hubo unanimidad en continuar esa línea de investigación y constituir un grupo interamericano con objetivos similares a los del proyecto MANES y trabajar en coordinación. A partir de esa fecha ingresaron al proyecto las universidades de Lujan, de La Pampa, del Comahue y del Nordeste (Argentina); y la de La República (Uruguay). Dada la importancia del tema y la necesidad de seguir profundizando en él y en sus problemas metodológicos, se celebró otro seminario en noviembre de 1997 en la Universidad Nacional de Quilmes (Argentina). Luego continuaron las adhesiones al proyecto MANES por parte de las universidades argentinas de La Plata, Buenos Aires y Entre Ríos; la Pedagógica Nacional de Bogotá, la Católica de São Paulo y la Pontificia Universidad Católica de Quito. Entre los resultados de estas iniciativas, la autora destaca la publicación de las ponencias presentadas en los dos seminarios, donde se abordan junto a los problemas que venían siendo más estudiados, algunas nuevas temáticas, como las cuestiones de género en los textos escolares, el análisis de algunos manuales para la formación de maestros y algunos problemas metodológicos del análisis de los textos escolares, entre otros. De especial relevancia considera el apéndice bibliográfico incluido en el libro que recoge las ponencias del primer seminario celebrado en 1996 en Madrid, porque enumera los trabajos más importantes que han utilizado los libros de texto como fuente de investigación histórica en Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, México y Uruguay. También reconoce que cada universidad latinoamericana adherida al proyecto MANES desarrolla iniciativas de investigación sobre temáticas diversas relacionadas con los textos escolares.

Por último, valora que las contribuciones que hacen al estudio histórico de los manuales escolares, los estudiantes latinoamericanos del Programa de Doctorado del Departamento de Historia de la Educación y Educación Comparada de la UNED, tanto en trabajos monográficos como en tesis doctorales, la problemática de los textos escolares ha ido ocupando un papel de importancia en sus investigaciones

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/opinion/los-textos-escolares-como-fuentes-de-investigacion-9190902.html

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El privilegio de incluir (apuntes sobre inclusión educativa en zonas rurales de México)

Por:

Este texto expone verdades por todos conocidas y ampliamente visibilizados pero que sigue siendo necesario decir.

Sabina Itzel Hermida Carrillo/Colectivo Educación Especial Hoy

Mientras en las grandes ciudades como la CDMX, Guadalajara y Monterrey seguimos discutiendo si la educación debe ser especial, inclusiva, integradora o todas las anteriores, millones de personas con discapacidad en zonas rurales e indígenas no acceden a ningún tipo de formación, capacitación ni oportunidad de desarrollo.

Es urgente que dejemos de pensar al sistema educativo en función de lo que ocurre en nuestro entorno, que descendamos de nuestro privilegio, rompamos la burbuja del academicismo y enfrentemos la dura realidad: la inclusión educativa no es más que un listado de buenas intenciones y un discurso vacío.

Durante mi trayectoria profesional he tenido la oportunidad de trabajar y dialogar con maestros y maestras en formación y en servicio de estados como Michoacán, Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Tlaxcala, Tabasco, Puebla y otros; he tenido que confrontarme con mis ideas, creencias y disculparme por pretender llevar el “mensaje de la inclusión y los derechos humanos” a lugares donde la principal preocupación es no morir de hambre o sobrevivir a la violencia.

Escuchar a los otros siempre nos abre el panorama y transforma nuestra perspectiva, al intercambiar experiencias sobre educación especial y discapacidad, llegué a las siguientes conclusiones:

  1. Las políticas educativas no son lo único que limita el acceso, permanencia y egreso de las personas con discapacidad del sistema educativo, intervienen otros factores como: usos y costumbres, religión, prejuicios, machismo e ideologías dominantes.
  2. Si hablamos de educación especial, en la mayoría de las comunidades NO HAY ni un CAM, ni una USAER y mucho menos maestros especialistas; la atención específica y especializada no existe en las zonas más alejadas del país. De acuerdo con cifras oficiales, sólo 0.2 por ciento de escuelas en México cuenta con una Unidad de Servicios de Apoyo a la Educación Regular (USAER).
  3. El concepto de “Discapacidad” sigue sonando ajeno para muchos, aunque en su familia haya una o varias personas con alguna condición; también se sigue percibiendo a las personas con discapacidad como “enfermos”, “angelitos” o resultado de un “castigo divino”.
  4. A la mayoría de los maestros en servicio y en formación les ha tocado atender al menos a un alumno con discapacidad y se han visto obligados a improvisar, seguir su instinto y utilizar lo que tienen a la mano.
  5. Las escuelas carecen de los servicios básicos, y en algunas comunidades dan clases en el campo o debajo de los árboles; es decir que el edificio escolar no existe, hablar de infraestructura accesible es un mal chiste en esos territorios.
  6. ¿Materiales adaptados? No los hay, no los conocen y no se hacen ilusiones de que alguna vez lleguen a sus escuelas. Recordemos que Marx Arriaga, director de Materiales Educativos de la SEP afirmó en la entrevista que me concedió en noviembre de 2022 que no se tiene programado aumentar la oferta de materiales para personas con discapacidad.

La lista de carencias, barreras y omisiones del Estado es infinita, la pregunta es: ¿En esas condiciones cómo hablar de inclusión educativa, social o de cualquier otro tipo?

Derivado de mis charlas con los docentes de esas comunidades, identifiqué factores que obstaculizan o impiden el acceso a la educación de nuestro colectivo. Lo que expongo en este texto no es nuevo, son verdades por todos conocidas, todos sabemos que hablar de inclusión es un privilegio, incluso quienes insisten en mirar hacia otro lado. ¿Cuáles son estos factores?

  • Abandono y precarización.
  • Pobreza e inseguridad.
  • Rechazo a la condición/ Negación de la diferencia.
  • Poco o nulo acceso a servicios de salud y educación.
  • Falta de información y orientación.
  • Machismo: si en zonas urbanas las niñas y mujeres con discapacidad tienen menos acceso a la educación que los hombres, en las zonas rurales esa brecha se ensancha.
  • Discriminación: es común la creencia de que las personas con discapacidad somos ineducables.

Esta lista también es larga, el común denominador es el desinterés del Estado por mejorar la situación en las zonas rurales, indígenas y de alta marginación.

Ante la impotencia y lo limitado de los recursos, mis consejos para maestros y futuros maestros son:

  • Conocer a los alumnos, comunicarse con ellos y descubrir sus gustos.
  • Enfocarse en lo que pueden y disfrutan hacer, no en sus limitaciones.
  • Procurar la toma de conciencia para la erradicación de prejuicios y luchar contra la discriminación; esto implica un intenso trabajo con las comunidades y familias.
  • Siempre tratar a los alumnos con dignidad y respeto.
  • Crear redes de apoyo entre colegas, estrechar lazos con la comunidad, buscar información y trabajar colaborativamente.
  • No existen manuales ni recetas exprés para atención especializada, desde el magisterio organizado se debe luchar por la presencia, fortalecimiento y resignificación de la educación especial en todos los espacios educativos.
  • No dejar de luchar, presionar y visibilizar las omisiones de las autoridades en materia educativa. La resistencia y la unión constituyen la fuerza.
  • Enseñar a convivir y no a competir.

¿Qué mas les aconsejarían?

A través de este espacio, quiero hacer un reconocimiento a todos los maestros y maestras que enfrentan día a día el reto de acompañar, orientar, formar y educar a infancias y adolescencias con discapacidad y/o necesidades de apoyos específicos, realizando su labor con afecto y a pesar de las barreras que les impone el sistema. La inclusión es ellos.

También, me atrevo a utilizar este espacio para cuestionar a las grandes organizaciones que se asumen como defensoras de derechos humanos y a todos aquellos académicos que teorizan sobre inclusión educativa desde el escritorio y no desde el territorio; les pregunto si conocen las realidades arriba mencionadas y si son conscientes de que hablar sobre inclusión educativa es un privilegio y una falta de respeto en contextos donde se carece de todo menos de ganas de aprender y trabajar.

Ojalá llegue un día donde “No dejar a nadie atrás, no dejar a nadie fuera: igualdad y no discriminación como horizonte del desarrollo y del bienestar inclusivo para México” deje de ser un discurso bonito.

Fuente: https://www.educacionfutura.org/el-privilegio-de-incluir-apuntes-sobre-inclusion-educativa-en-zonas-rurales-de-mexico/

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Argentina: La actividad escolar será normal este viernes y sólo se justificará la inasistencia si hay paro de colectivos

América del Sur/Argentina/19-05-2023/Autoría y Fuente: www.diariodecuyo.com.ar

En San Juan, la medida comprende a estudiantes, educadores y todo personal de las instituciones educativas.

Ante la medida de fuerza que cumple UTA a nivel nacional, suspendiendo el servicio de transporte público, el Ministerio de Educación informa que la actividad escolar será normal. Se justificará la inasistencia a quienes no puedan asistir si se concreta el paro de colectivos.

La medida comprende a estudiantes, educadores y todo el personal de las instituciones educativas.
Fuente e Imagen: https://www.diariodecuyo.com.ar/sanjuan/La-actividad-escolar-sera-normal-este-viernes-y-solo-se-justificara-la-inasistencia-si-hay-paro-de-colectivos-20230518-0076.html
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Colombia: ¡En problemas nuevamente!: denuncian presunta irregularidad en la Secretaría de Educación de Cali

América del Sur/Colombia/19-05-2023/Autoría: Paula Restrepo/Fuente: www.publimetro.co

Los recursos eran para un programa de lengua extranjera pero al parecer fueron utilizados en otras cosas.

 

Presuntas irregularidades continúan opacando a la Secretaría de Educación de Cali, esta vez, desde el Concejo de la ciudad descubrieron que al parecer se destinó una millonaria suma de dinero en algo que no estaba presupuestado.

La Secretaría de Educación es la encargada de manejar los programas como el PAE (Programa de Alimentación Escolar), el cual ha tenido cuestionamientos desde hace meses por presuntas irregularidades en la calidad y entrega de los alimentos.

En esta ocasión, realizaron la denuncia relacionada con un programa de lengua extranjera que está planteada en el Plan de Desarrollo, pero que presuntamente no se ha cumplido como se debería y los dineros están siendo usados en otras cosas.

Según el concejal Terry Hurtado, el secretario de Educación de Cali, José Darwin Lenis, indicó que el pasado ocho de mayo ante el cabildo que no había ejecutado dineros de los cerca de $20.690 millones de pesos que estaban destinados a la meta del Plan de DesarrolloFortalecimiento en competencias comunicativas en lengua extranjera inglés.

“Verificamos que sí utilizó $ 1.615.352.000 para contratar profesionales que no tenían capacitación ni formación profesional para atender la enseñanza de lengua extranjera. Por el contrario, en su gran mayoría eran psicólogos y personal con capacidades para atender temas de apoyo psicosocial”.

De acuerdo con el concejal, al menos 100 psicólogos que la Secretaría de Educación de Cali contrató con el presupuesto, cuando en realidad debería haber contratado a maestros de inglés.

Cuando se revisó el Secop ll, la plataforma de contratación estatal, se encontró que en los objetivos de contratos de los profesionales de psicología empleados se encontraba “acompañar y hacer seguimientos a las actividades de generación de espacios motivacionales con las estudiantes de cada una de las sedes educativas asignadas, acerca de la importancia de las lenguas extranjeras como aporte a sus proyectos de vida”.

Incluso, el concejal indicó que esto ya estaba siendo denunciado por el personal de diferentes instituciones, quienes manifestaron que se les estaba exigiendo labores distintas a su profesión de psicólogos para que se concentraran en sensibilizaciones. “Este hecho es preocupante porque el 17 de mayo se debatirá el Proyecto de Acuerdo 209 de 2023, con el que se busca ampliar la población beneficiaria de proyectos de bilingüismo en la ciudad, para que estudiantes que no pertenecen a instituciones públicas de la ciudad puedan acceder a él”.

Hasta el momento la Secretaría de Educación de Cali no se han pronunciado frente a esta denuncia.

Fuente e Imagen: https://www.publimetro.co/cali/2023/05/17/en-problemas-nuevamente-denuncian-presunta-irregularidad-en-la-secretaria-de-educacion-de-cali/

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La educación que queremos | Robots que escriben como humanos y humanos que escriben como robots

Por: Andrés García Barrios

En esta nueva entrega de “La Educación que queremos”, Andrés García Barrios responde a la pregunta sobre cómo enfrentar el riesgo de que los estudiantes usen un chatbot para escribir los que deberían ser sus propios textos.

Hace unos días se publicó aquí, en este Observatorio, mi artículo La educación que queremos: leer o no leer libros. Lo escribí sin saber que el tema estaba estrechamente relacionado con un asunto del que se empieza a hablar mucho en este espacio: al menos cinco textos publicados o citados aquí tratan de él (y no dudo que pronto se les sumen todo tipo reacciones y comentarios, dada su radical importancia).

El primero es la nota editorial firmada por Karina Fuerte, en la que explica el uso creciente de chatbots para la redacción de textos que parecen escritos por humanos. Karina concluye su nota abriendo una encuesta en la que nos pregunta si creemos que ese texto fue escrito por ella o en realidad es obra de un chatbot. Una semana después, en su siguiente editorial, nos da la respuesta: la nota había sido escrita por el programa de inteligencia artificial ChatGPT, y sin embargo más de la mitad de los encuestados la atribuyeron a la pluma de Karina. Anonadada, además de confesarnos que tendrá que tratar el duro shock con su terapeuta, la fingida autora se propone y nos propone hacer una seria autocrítica y preguntarnos si en nuestros textos en general no estamos recurriendo demasiado a un tipo de escritura claramente impersonal, al grado de que no se le puede distinguir de una redacción robotizada. Para dar un ejemplo, cita un artículo del Chronicle of Higher Education en el que se señala la larga tradición de impersonalidad que es ya parte de los textos académicos.

¿En qué se caracteriza un procesador de textos robótico? Trabaja de forma completamente estadística: empieza por seleccionar todas las ideas sobre el tema presentes en su base de datos; después las compara y las jerarquiza de acuerdo a nuestra solicitud, y vuelve a redactarlas, efectuando una síntesis gramaticalmente correcta (obviamente su base de datos puede llegar a ser tan vasta como todo el contenido de internet). Su segunda característica es que el texto resultante carece por completo de personalidad, es decir de una expresión propia.

Menciono arriba mi artículo sobre Leer no leer libros porque en él hablo justamente del valor de un tipo de escritura en la que el autor aprende a utilizar las reglas no para imitar modelos prestablecidos sino, por el contrario, para que sus escritos reflejen su personalidad, su individualidad humana. El estilo personal es algo vivo que no puede ni debe ser evitado. Aprendamos a llenar los textos de todo lo que somos nosotros mismos, digo ahí.

En su primera editorial, Karina alude también al peligro de que los estudiantes generen textos escolares con estas herramientas y los hagan pasar por propios. Es ahí donde Sofía García-Bullé toma la estafeta en otro texto y hace un acercamiento a este punto, poniendo énfasis en la opinión de algunos expertos en el sentido de que la solución a tales actos fraudulentos no es el castigo sino la aplicación de un código de honor que infunda en los estudiantes valores de dignidad y respeto a sí mismos (y a su trabajo, sus pares y maestros).

Uno de los ideales de toda sociedad es lograr este equilibrio entre tradición ética y avance tecnológico. Conseguirlo no es fácil: por lo general, el velocísimo desarrollo técnico no se sienta a esperar a que la tradición lo alcance. Más bien, suele alejarse de ella, insistiendo ─un poco a la ligera─ en que no dejará de tomarla en cuenta. Por eso, la tradición debe dejar de verse a sí misma como cosa del pasado para dar un raudo salto hacia el futuro y sorprender a la tecnología cuando sea ésta la que se la encuentre adelante.

Trataré de explicarme.

Empiezo por recordar cómo en mi adolescencia (ya lejana, como estoy a punto de evidenciar) las calculadoras electrónicas empezaron a inundar el mercado. Mi padre, un verdadero fan del razonamiento matemático, nos restringía su uso. Pensaba que ejercitar ese tipo de razonamiento era fundamental para alcanzar la autonomía como seres humanos. A la par, algunos de nuestros amigos argumentaban que a las calculadoras se les debía usar libremente y no desaprovechar ese otro tipo de desarrollo que permiten los avances tecnológicos. Creían que las calculadoras eran parte de una nueva cultura que llegaba para liberarnos de cargas como la de las operaciones matemáticas básicas y permitirnos concentrarnos en nuevos retos.

Algo de razón tenían ambas posiciones. La solución quizás era lograr un equilibrio entre ellas, y sin embargo la experiencia pronto nos dijo que la sociedad iría poco a poco abandonando la admiración por el razonamiento matemático y privilegiaría la del dedo índice que pulsa teclas y pantallas (mi tío Pepe, octogenario, dice que para recordar que no es tonto por no poder usar la computadora como lo hacen sus nietos, ha colocado a un lado de ésta una vieja regla de cálculo, herramienta de papel y cartón muchísimo más complicada de usar y que él dominaba con creces en su juventud).

El equilibrio entre pasado y presente, insisto, se logrará mirando ampliamente hacia el futuro. Pero el reto ─que no se nos oculte─ es inmenso, creo que mucho más que el que representa nuestra ya de por si enorme y legítima preocupación por el plagio robótico. Para comprender el tamaño de este desafío es preciso mencionar sus rasgos positivos y pensar en los beneficios que pueden traernos estos programas de redacción de textos (que sólo son, por cierto, una pequeña muestra de los avances de la inteligencia artificial). Uno muy claro para la investigación científica y social es que hoy por hoy podemos obtener en cuestión de segundos un informe tan breve o extenso como queramos, acerca de cualquiera de los temas que la humanidad tiene ya registrados de manera electrónica (la nota editorial de Karina es un ejemplo de 600 palabras). Esa información puede llegarnos jerarquizada en subtemas según el orden que escojamos, pero tiene un beneficio adicional: la capacidad de la herramienta de agrupar ideas según la cantidad de veces que se alude a ellas en la base de datos, nos puede añadir con una precisión sin precedentes aspectos subjetivos relativos a esa información, por ejemplo cuál era la idea más generalizada sobre cierto asunto en determinada época, información fundamental para el estudio de la historia (podemos hacer la pregunta ¿qué piensa la gente hoy acerca de los bots? o cambiarla para saber que se opinaba en el siglo XV sobre la invención de la imprenta).

Ahora imaginemos que los seres humanos encontramos la forma de programar un procesador para que imite todos los estilos de escritura que ha habido y sea capaz de producir textos que parezcan de verdad ejecutados por personas. Esto quiere decir textos no tan impersonales como los que hoy conseguimos sino unos de verdad «humanizados». ¿A qué me refiero con humanizados? En mi artículo Leer o no leer libros afirmo que todo texto «humano» se escribe en estados emocionales de incertidumbre y en diferentes contextos (algunos incluso tienen que ser escritos sobre las rodillas, en el camión, de prisa para entregarlo al editor); el resultado reflejará, aunque sea sutilmente, ese estado y ese contexto en el que fue escrito. El teórico Wolfgang Iser nos explica además que un autor nunca lo dice todo; consciente o inconscientemente deja abiertos algunos «espacios de indeterminación» que el lector debe llenar (la pericia del lector para llenarlos depende en parte de su familiaridad con el tema así como de su experiencia como lector). Esta personalísima forma de escribir de cada autor es lo que crea su estilo. Así pues, el chatbot que imagino es capaz de analizar, comparar y hacer quién sabe que otras operaciones sobre los textos, hasta delimitar todas estas sutilezas y reproducir el «estilo» de cualquier autor, incluso el de los modelos más sofisticados, como Homero o Shakespeare (con esas herramientas mi fantástico chatbot puede incluso ir más allá y descubrir en cuestión de segundos la influencia de esos dos autores en los escritores del romanticismo alemán, por ejemplo).

Está claro que mi chatbot no tiene por qué desarrollar lo que llamamos «un alma» ni adquirir la capacidad de un día engañarnos intencionalmente y hacerse pasar por nuestra abuelita, enviándonos un texto firmado por ella. Ciertamente, si lo programamos para que en determinadas circunstancias se haga pasar por nuestra abuelita, llegadas esas circunstancias obedecerá nuestra orden. Un bot así seguirá simplemente respondiendo a nuestra programación, por sofisticada que esta sea, de tal forma que aún en este caso el problema ético seguirá siendo el que señalan Karina Fuerte y Sofía García-Bullé de incurrir o no incurrir en fraude. Sin embargo ─y entro ya a la médula de este artículo─ me interesa sobremanera señalar cómo la complejidad ética del asunto crece hasta volverse inconmensurable si comparamos las habilidades de nuestro bot (insisto, imaginario) con lo que uno de los neurocientíficos más influyentes del momento piensa acerca de lo que somos los seres humanos. En su libro Neurociencia, los cimientos cerebrales de nuestra libertad, Joaquín M. Fuster plantea una de las más actuales teorías sobre la conciencia. En ella afirma (uso mis propias palabras) que nuestro cerebro ─que funciona como una unidad─ es capaz de recibir una cantidad inmensa de información y asociarla de formas prácticamente infinitas, para después ─en la corteza prefrontal─ revisar esas asociaciones, discriminar entre ellas y canalizar la más viable (la más pertinente, digamos) para ejecutar una acción.  Es lo que Fuster describe como «tomar una decisión». Si la cantidad de información ─y por lo tanto de asociaciones─ fuera muy reducido, la «decisión» tendría muchas limitaciones; sin embargo, como es «infinita», las posibilidades se extienden con tan magnificente amplitud que podemos decir que la corteza cerebral está dotada de libertad.

¿Cómo participamos nosotros en todo este asunto? Según Fuster, nosotros, nuestro «yo», nuestra conciencia, esa parte nuestra que tiene la experiencia de estar «viva», de ser «alguien», resulta sólo una especie de testigo sin mayor injerencia en el proceso. Somos meros observadores de lo que está pasando, como si miráramos desde atrás de un vidrio y no pudiéramos intervenir en lo que ocurre del otro lado. El término que emplea Fuster en algún momento es que somos un epifenómeno (una especie de efecto secundario) de esos procesos cerebrales. El término epifenómeno es difícil de explicar, pero podemos dar un ejemplo que nos lo aclare: se dice que nuestra sombra es un epifenómeno del hecho de que los rayos de luz alcancen nuestro cuerpo; es decir, un fenómeno secundario que no tiene incidencia sobre el fenómeno principal (el de la luz tocando nuestra piel, estimulando sus receptores, produciendo calor, etc). ¿Yo? Yo soy solo una especie de sombra de la actividad de un cerebro que interactúa con determinadas circunstancias. Como fenómeno secundario no tengo ninguna injerencia determinante en esa actividad mental ni en esta interacción (incluso mi lenguaje, mi propia manera de hablar, no es sino un recurso de la corteza prefrontal para procesar información y transmitirla a otros cerebros). En pocas palabras, como dice Fuster en alguna parte: «La corteza prefrontal es libre, nosotros no».

(Permítaseme abrir un paréntesis para remitir al lector a un texto del eminente filósofo español Juan Arana, donde revisa la edición española del libro de Fuster con todo cuidado y una severa aproximación crítica).

Según la estremecedora perspectiva filosófica de Fuster (cabe aclarar que, aunque él es un connotado investigador, las conclusiones aquí descritas no son una teoría científica), según esa filosofía, digo, Karina Fuerte no sólo no sería la autora real de su primera nota editorial sino tampoco de la segunda, pues al escribirla sólo habría tenido la impresión de serlo cuando en realidad sólo habría permanecido como observadora de la ejecución «libre» de su corteza prefrontal, verdadera autora del texto.

Como podemos ver, la dimensión más radical del problema ético no es la ya de por si difícil disyuntiva entre programar o no a un chatbot para que se haga pasar por nosotros, con la consecuente falta de respeto hacia nosotros mismos y nuestros pares; el dilema más trascendente en estos momentos es suscribir o no la propuesta de que nosotros mismos somos semejantes a un super bot cuya conciencia no es más que un epifenómeno relativamente inútil de los procesos cerebrales. En otras palabras, antes que el riesgo de la pérdida de nuestra dignidad esta la pérdida de nuestra identidad, justificada por una filosofía de la ciencia que parece rendirse a la impersonalización.

Ante ésta que para mí es una oscura fantasía, prefiero mirar al futuro y proponer y luchar por llevar hasta él la tradición ética de considerarnos seres capaces de interactuar con la realidad y modificarla (en una palabra, luchar por crear un futuro en el que los seres humanos también quepamos). Por eso, retomando el tema desde el principio, quisiera señalar con la mayor profundidad posible la oportunidad ética que se abre ante la pregunta sobre cómo enfrentar el riesgo de que los estudiantes usen el chatbot para escribir los que deberían ser sus propios textos.

Primero, es posible que ─lo mismo que aquellos amigos de mi juventud─ muchos estudiantes se nieguen a desaprovechar los avances por considerar éstos como elementos propios de la cultura y no sólo como recursos personales para el fraude. Si es así, sin duda podemos apostar a infundirles una ética que abogue por su dignidad y el respeto a sí mismos de tal manera que todos juntos descubramos un equilibrio entre los valores tradicionales y el desarrollo. En la búsqueda de este equilibrio tendremos que decidir si seguir pidiendo a nuestros alumnos ensayos académicos donde reproduzcan uno a uno lo aprendido (como enchufados a un procesador electrónico) o pedirles textos «personales» donde como autores doten a ese conocimiento de una perspectiva propia y viertan en él, de ser necesario, su intimidad. Si la escuela privilegia esto que nos identifica de fondo como seres humanos, estará apostando también, e inevitablemente, por una sociedad en la que la información y las decisiones que se desprendan de ella estarán siempre impregnadas de algo que podemos llamar personalidad o identidad humana, es decir, de esa parte de nosotros mismos en donde en última instancia se resguardan los valores éticos.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/la-educacion-que-queremos-robots-que-escriben-como-humanos/

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Juan Carlos Torrego: “Debería haber una coordinación de convivencia, con una cierta liberación horaria”

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Juan Carlos Torrego es docente en la Universidad de Alcalá de Henares y uno de los mayores expertos en convivencia escolar del país. Muy apegado a las prácticas restaurativas y a proyectos como los de alumnos ayudantes y mediadores, perteneció al Observatorio Estatal en su primera etapa y ahora ha sido el director de la Encuesta que, por primera vez, ha querido estudiar la situación de la convivencia en España.

De entre los datos que se desprenden de la encuesta, uno de los llamativos es el volumen de chicas y chicos que sufren acosos escolar, un 9.53 % según quienes han respondido, más de 26.000 jóvenes. Torrego no duda de sus respuestas, puesto que antes de realizar la pregunta directa de si han sufrido o no acoso, se dio al alumnado una definición de lo que era (el informe recomienda, de hecho, al Ministerio, que elabore una definición para que los centros educativos tengan un referente claro de lo que es).

La cifra no es pequeña pero para este profesor, en general, la convivencia en los centros no es mala. Aunque está claro que para quienes sufren este tipo de situaciones, las cosas son muy diferentes. Viendo los gráficos que se desprenden de las respuestas de chicas y chicos, parece que los casos más graves de falta de una buena convivencia, no son particularmente abundantes.

La investigación nos dice que los programas alumnos ayudantes y mediadores entre iguales funcionan

Eso sí, como explica el profesor Torrego, no han entrado en datos más detallados sobre las causas que motivan a este 4,5 % aproximado de acosadores a victimizar a sus compañeros. No sabemos si ese bullying se realiza por cuestiones de etnia, identidad sexual o de género o por cualquier otra diferencia con la norma establecida.

Lo que sí trata con más profundidad el Estudio es lo relacionado con algunas propuestas para mejorar la convivencia en los centros educativos. Según Juan Carlos Torrego, “hay que generar estructuras de convivencia en los centros” estables, como la hay de otras cuestiones como recién creada de bienestar u otras. Pero necesitaría de unas condiciones previas.

“La investigación nos dice que los programas alumnos ayudantes y mediadores entre iguales funcionan”, comenta al teléfono este experto en convivencia y resolución pacífica de conflictos. Pero para que funcionen, además de buscar la implicación de dos o tres estudiantes por clase que pudieran estar pendientes de las cosas que ocurre en su curso, necesitan la supervisión de adultos que estén correctamente formados.

Según han recogido en el estudio, hoy por hoy hay un 27,7 % de centros educativos que cuenten con algún programa de este tipo. “Nos gustaría que fueran muchos más, aunque es un comienzo”. Entre las ventajas de este tipo de programas, más allá de que chicas y chicos pueden acceder a información que un docente no conocería y tienen un contacto directo con el resto del alumnado es la posibilidad de que las actuaciones que se lleven a cabo incidan no solo en la víctima o el victimario, sino en “los espectadores descomprometidos” como los llama Torrego.

Las estructuras estables de convivencia deberían ser algo natural en todos los centros educativos

La idea es que ese porcentaje más o menos alto de estudiantes que no hacen nada cuando son testigos de algún acto contrario a la convivencia se conviertan en parte de la solución actuando. Juan Carlos Torrego enumera alguna de las acciones que pueden llevar a cabo que, más allá de hablar con algún adulto responsable y de confianza del centro, pasen por estar cerca de la víctima, compartir tiempo de recreo, por ejemplo. “Cosas que se convierten en un gran mundo para quien es acosado”, asegura.

Para Torrego, este tipo de programas de alumnado ayudante o mediador “deberían ser algo natural en todos los centros educativos”. Pero no solo esto, sino que al mismo tiempo deben desarrollarse “modelos de convivencia restaurativa para que todo este trabajo no quede solo en una moda pasajera”. Desde el punto de vista de este experto, “Hay que dar sentido a estructuras específicas para que sean sostenibles. Igual que hay que consolidar la acción tutorial”.

Cuando habla de esta consolidación se refiere a esa coordinación estable que pudiera realizarse, dice, por la misma persona que es coodinadora de bienestar “pero sería importante que tuviera formación superior puesto que sobre esta persona pivotarían todas las cuestiones relacionadas con la convivencia en el centro. Tendría que hacer un trabajo transversal con los departamentos del centro y las tutorías”.

Torrego asegura que para que funcionara se podría pensar en perfiles que ya están trabajando en centros educativos como educadoras y trabajadores sociales o psicopedagogos. “cualquiera de ellos podría hacer el trabajo con una formación específica que, desde luego, no podría ser un cursillo. Hablamos de, seguramente, una formación de postgrado”.

“Los temas de convivencia son complejos, prosigue, están muy relacionado con la comunidad educativa, hay que hacer una supervisión técnica, etc. Es un tema que merece la pena, por el bienestar de chicas y chicos y por el rendimiento académico”. Y esa insistencia en la correcta formación de quienes ostentasen la coordinación de convivencia es simple: “La autoridad emana, en definitiva, del saber, explica Juan Carlos Torrego.

Pero, además de esta formación específica, para Torrego, “el nombramiento debería suponer una cierta liberación horaria”, entre otras cosa “porque sería interesante que esta figura la ostentase alguien que ya esté en el centro. Hay mucho saber acumulado en los centros educativo”.

Otra de las claves que desvela el informe es la importancia de la participación del alumnado en la conformación de las normas de convivencia en los colegios. ” La norma, cuando llega como un edicto, no la vivimos como propia, aunque en algún momento hubiéramos podido redactar la misma regla de comportamiento. Es una cuestión de pertenencia. Construir la norma tiene un poder práctico”, explica Juan Carlos Torrego.

El docente comenta que cuando la redacción de la normativa de aula o de centro se realiza con un prisma educativo “se abre un debate ético, moral, sobre cómo queremos relacionarnos en el centro educativo, con las otras personas, cómo utilizamos y cuidamos el material”. Además, también se hace obligatorio “prever qué pasará si no se cumple la norma. Hablar con chicas y chicos sobre si lo mejor es una justicia más punitiva o una más centrada en la reparación, retributiva y que compense a la comunidad”.

Es importante abrir estos debates porque el alumnado suele tener una visión punitivista

En este sentido, Torrego pone un ejemplo. Si en un centro se produce una pelea entre dos estudiantes, en el patio durante un recreo, o en un pasillo en un cambio de clase, habría dos maneras generales de enfrentar la situación. Amonestar a los dos alumnos y expulsarlos algunos días. Para el docente esto no tendría demasiado recorrido, puesto que el problema que causó la pelea seguramente siga latente y a él habría que sumar la responsabilidad de haber sigo expulsado “por culpa del otro”.

Frente a esto, Torrego habla de la posibilidad de comenzar un proceso de mediación entre ambos alumnos en el que pudieran ponerse sobre la mesa las razones del conflicto y las maneras de solventar y, además, y dado que la pelea se produce en el ámbito de un centro, en público, decidir la forma en la que se va a reparar a la comunidad por haberla puesto en esta situación, por ejemplo, pidiendo disculpas públicamente. “Es importante abrir estos debates porque el alumnado suele tener una visión punitivista”.

Pero antes de llegar a estas situaciones, Torrego también explica que desde su grupo de investigación abogan por la utilización de metodologías más activas en clase. Habla específicamente de aprendizaje cooperativo. La idea es que chicas y chicos trabajen conjuntamente, “tengan que ponerse de acuerdo” sobre cómo afrontar una tarea determinada. “Es una buena defensa frente al comportamiento antisocial, que suele venir de personas que no se sienten parte”.

Finalmente, “es importante que se evalúe la convivencia puesto que el alumno entiende que aquello que no se evalúa no es importante”.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2023/05/04/juan-carlos-torrego-deberia-haber-una-coordinacion-de-convivencia-con-una-cierta-liberacion-horaria/

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