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Hacia una ética de la tecnología

Por:  Manuel Alberto Navarro Weckmann

¿Estamos creando tecnologías que realmente sirvan al bienestar humano, o nos encontramos en una carrera desenfrenada hacia un progreso sin dirección …

“La esencia de la tecnología no es algo tecnológico”-Martin Heidegger

Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha buscado respuestas a las preguntas más trascendentales: ¿cuál es el propósito de nuestra existencia? ¿De dónde venimos y hacia dónde vamos? Estas inquietudes, que solían ser el dominio de filósofos y pensadores, adquieren hoy un matiz adicional con la acelerada evolución tecnológica que marca nuestra era. En un mundo donde los avances en campos tan diversos como la medicina, la mecatrónica, la robótica y la educación transforman y reconfiguran nuestra cotidianidad a un ritmo vertiginoso, emerge una urgencia aún mayor de reflexionar sobre el lugar que ocupamos en este vasto panorama.

El torbellino tecnológico no es sólo una muestra del ingenio humano, sino también un espejo que refleja nuestra visión del mundo y de nosotros mismos. Cada innovación, por más impresionante que sea, trae consigo una serie de dilemas éticos que requieren una mirada profunda y consciente. ¿Estamos creando tecnologías que realmente sirvan al bienestar humano, o nos encontramos en una carrera desenfrenada hacia un progreso sin dirección definida? ¿Es la tecnología una herramienta al servicio del ser humano o, por el contrario, nos estamos convirtiendo en servidores de nuestras propias creaciones?

La clave para abordar estas cuestiones yace en la ética. Una ética que, lejos de ser un conjunto rígido de normas, debe ser entendida como una brújula que oriente nuestra travesía tecnológica. Esta brújula nos invita a recordar que, más allá de los logros y las maravillas de la ciencia, el centro debe ser siempre el ser humano, con sus anhelos, sus temores, sus esperanzas y sus valores. De esta manera, cada avance, cada descubrimiento y cada innovación, en vez de alienarnos, tiene el potencial de enriquecer nuestra experiencia humana, de profundizar nuestro entendimiento del mundo y de fortalecer nuestro lazo con él.

En esta coyuntura, es esencial que como sociedad tomemos un momento para reflexionar, para cuestionarnos, para dialogar. Debemos preguntarnos no sólo “¿qué podemos hacer?” sino, más importante aún, “¿qué deberíamos hacer?”. Porque en ese “deberíamos” se halla la esencia de nuestra humanidad, el reconocimiento de nuestra responsabilidad y el deseo de construir un futuro en el que la tecnología, guiada por una ética sólida, sea verdaderamente al servicio de la razón y del corazón humanos.

Fuente de la información e imagen: https://profelandia.com

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Reflexiones sobre una educación humana

Por: Jorge Balladares

¿Qué se entiende por un nuevo humanismo luego de una pandemia? ¿Qué sentidos y prácticas debe recuperar la educación? ¿Es posible hablar de una educación humana?

De hecho, la postpandemia nos ha permitido reflexionar sobre cómo son las nuevas relaciones entre el ser humano con la naturaleza y la tecnología. La pandemia trajo dolor y muerte a la humanidad y nos devolvió la mirada a nuestra condición humana: por un lado, la fragilidad y debilidad de nuestra condición ante un enemigo invisible; por el otro lado, nuestra voluntad de poder para ser resilientes ante la adversidad y enfrentar los desafíos por nuestra supervivencia y recuperación de nuestra normalidad.

Este escenario –como punto de partida de un nuevo humanismo– nos invita a pensar en que el ser humano no es el centro del universo o el cúlmen de la creación, sino que un ser que puede vivir en armonía con otros seres humanos y con otros seres vivos (los árboles, las plantas, los animales, el agua, la tierra), referenciando la cosmovisión de nuestros pueblos ancestrales andinos desde la visión del “Sumak Kawsay” (buen vivir). En este sentido, el pensamiento y la reflexión transitan de aquellas lógicas antropocéntricas hacia nuevas lógicas ecocéntricas.

Digitalización de la vida

Por otro lado, el acceso a internet y las redes sociales evidencia que una convivencia humana mediada por la tecnología incide en los estilos de vida de las presentes y futuras generaciones de estudiantes. Una realidad condicionada por la incertidumbre y el desencanto humano se confronta con una digitalización de la vida humana.

Desde una visión de un “ser digital”, surge la propuesta de una ética digital que se convierte en una opción para la construcción de principios, valores, deberes y derechos que guíen la acción del ser humano en el mundo digital.

Este tipo de ética aplicada resulta indispensable para plantear una ética para las generaciones digitales en la que se legitime la dignidad humana y el cuidado del ambiente como condiciones fundamentales para una ética digital.

En este sentido, la tecnología no se convertiría en un fin en sí mismo, ni tampoco debería ser la causa para propiciar nuevas minorías del poder del conocimiento que generen nuevas brechas digitales y promuevan procesos de exclusión y marginalidad digital en la población. La tecnología, de por sí, debe constituirse en una mediación para el acceso libre al conocimiento y a la información.

El sentido de la comunidad educativa

La triada ser humano, naturaleza y tecnología se constituye en un nuevo escenario relacional para pensar en un nuevo humanismo, en el que el ser humano viva en armonía con la naturaleza y tenga la responsabilidad de su cuidado y preservación. Por otro lado, este nuevo humanismo reubica a la tecnología al servicio de la vida humana y del cuidado de la naturaleza, resituando su papel como mediación y no como fin en sí misma. Hasta aquí respondo a la primera pregunta de esta reflexión.

¿Qué sentidos y prácticas debe recuperar la educación? La educación es un proceso humano y su condición relacional es indispensable en el proceso de enseñanza–aprendizaje. Lo relacional, lo dialógico, la convivencia, la formación, entre otros. Previo a la pandemia ya se hablaba de una crisis de la educación y, en el contexto actual, se continúa hablando de una crisis de la educación.

Un cierto enciclopedismo mal entendido sumado a la acumulación de conocimientos a través de la memorización ha marcado un estilo educativo poco fructífero en las últimas décadas. Se ha cuestionado la falta de preparación de los docentes debido a las bajas remuneraciones, lo que ha forzado al maestro a ser un mero repetidor de conocimientos y a acumular horas de clase antes que dedicar su tiempo a ser un pedagogo e investigador.

Brecha educativa

En los últimos años la diferencia de oportunidades entre la educación privada y la educación fiscal ha abierto la brecha educativa entre los que más tienen (y tienen más oportunidades de acceso al conocimiento) y los que tienen menores posibilidades de acceso.

Durante la pandemia, la ausencia de la presencialidad educativa aumentó esta crisis al momento de enfrentarse a una virtualización de la educación (muy diferente a lo que es una educación virtual en sí).

Ante la improvisación y la incertidumbre, los profesores y las estudiantes se enfrentaron a nuevos escenarios de temporalización del proceso educativo mediado por las plataformas de videoconferencia y los entornos virtuales de aprendizaje (LMS).

Luego del forzado desarrollo de competencias digitales de los actores educativos y ante la pérdida de aprendizajes por la carencia de un contacto cara a cara con el docente, hoy la educación postpandemia busca recuperar esos aprendizajes a través del acompañamiento socioemocional del estudiante, renovación de las prácticas docentes, la generación de nuevas formas de evaluación que no solamente se agotan en la prueba escrita, entre otros.

Si hoy se plantea el desafío de la transformación educativa buscando otra educación posible es importante recuperar esos sentidos de la educación en función del acompañamiento docente a través de la enseñanza y el empoderamiento de los aprendizajes por parte del estudiante para lograr una nueva mediación pedagógica, que es el conformar una comunidad de aprendizaje e indagación. En este sentido, la educación tiene como reto el recuperar el sentido de comunidad educativa, donde las comunidades de aprendizaje impliquen el vivir un “ágape” educativo en la interacción, integración, diálogo e inclusión de los diferentes actores.

Nueva relación con la tecnología y el medio ambiente

Asimismo, considero que la recuperación de una “racionalidad emergente” por parte de la educación nos invita a que la educación genere nuevos espacios de reflexión, diálogo y crítica ante los escenarios “deshumanizantes” que nos ha dejado las consecuencias de la pandemia como la violencia, la corrupción, la inseguridad, el individualismo, entre otros.

Desde la perspectiva integral e integradora de una racionalidad emergente, se plantean nuevas prácticas como desafíos para el proceso de enseñanza y aprendizaje como la integración entre los procesos de modernización y nuestras herencias culturales, el desarrollo de nuestra originalidad del pensamiento, la promoción de una educación incluyente, la recuperación de nuestra capacidad de diálogo e interlocución y el discernimiento sobre una mejor toma de decisiones en nuestra vida cotidiana.

Para concluir la respuesta de la segunda pregunta, es importante que la educación recupere el sentido comunitario, de comunidad entre sus diferentes actores que forme a buenos ciudadanos, buenos padres de familia, buenas personas, como seres relacionales. Por otro lado, la recuperación de una racionalidad emergente en los procesos educativos permitirá reintegrar aquellas prácticas de reflexión, diálogo, crítica, interpretación y acción tanto necesarias hoy en día, y que la escuela tiene la posibilidad de hacerlo.

Por último, queda la tercera pregunta: ¿es posible generar otro tipo de educación? ¿Es indispensable humanizar la educación? Hoy el modelo educativo vigente está en crisis con el surgimiento del contexto de emergencia sanitaria. Como consecuencia, se presenta la oportunidad de repensar y diseñar otro tipo de educación posible no solamente a través de pedagogías emergentes, sino de realizar una reflexión sobre los objetivos, los contenidos y el perfil de egreso que plantean los currículos vigentes en función de educar a un sujeto para una sociedad no solamente de alto rendimiento y productividad sino para un buen vivir y el bien común.

La postpandemia nos invita a pensar en un nuevo orden planetario donde se privilegie la vida misma en su relación armónica con la naturaleza. ¿Cómo podemos prepararnos para un nuevo futuro en la educación? ¿Es posible que la educación recupere la condición humana? Estas preguntas nos invitan a reflexionar sobre una educación humana y sus nuevas relaciones e interacciones, como relacionalidades emergentes, entre los diferentes actores de la comunidad educativa mediada por la tecnología y una nueva relación entre el ser humano y la naturaleza. Por este motivo, una educación humana plantea una nueva relación del ser humano con la tecnología y el medio ambiente, lo que nos posibilita aspirar a un mundo más solidario, más justo, más empático, más resiliente, más humano y más natural.


Una versión de este artículo fue publicada originalmente en la revista Telos de Fundación Telefónica.

https://theconversation.com/reflexiones-sobre-una-educacion-humana-210660

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Cómo elegir a un gobernante

Por: Carolina Vásquez Araya

Un cargo de elección popular debe ser ocupado por una persona ética y capaz de ejercerlo.

En la carrera por el poder político suele perderse, además del respeto por la verdad, algo absolutamente indispensable: la transparencia y la capacidad de mostrar un perfil idóneo y a prueba de escrutinio para el cargo ambicionado. En un mundo orientado hacia la absurda soberanía de las leyes del mercado y frente a sociedades desprovistas de elementos de juicio confiables ante la oferta política -como sucede en la mayoría de países latinoamericanos- quienes triunfan suelen ser los más poderosos, los más tramposos, pero no siempre los mejores.

Las grandes mayorías han sido desprovistas de acceso a una educación de calidad y este hecho repercute en la carencia de capacidad de análisis, de acceso a una información objetiva y comprobable sobre la oferta electoral, pero también en una inevitable aceptación de decisiones emanadas por instituciones que han perdido de vista su misión. Estas instituciones suelen desviarse de su misión para complacer y apañar a sectores interesados en apoderarse del poder. En este escenario los conceptos de soberanía, independencia, democracia y gobernanza han sido desprovistos de todo su significado.

Para iniciar el proceso de elegir a un gobernante: presidente, alcalde, asambleísta o cualquier otro cargo de elección popular, es indispensable descartar antes de seleccionar. Es decir, dejar de lado a todo aquel individuo -hombre o mujer- cuyos antecedentes muestren conflicto con la ley, actos de corrupción, falsedad o incumplimiento de promesas de campaña en eventos previos, ocultamiento del origen de su patrimonio y falta de transparencia en el financiamiento de su propaganda política. Para ocupar un cargo político, la ética es un factor absolutamente indispensable, pero también la capacidad profesional y técnica que lo respalde para ejecutarlo con eficiencia y eficacia.

Un estadista es, según la RAE “una persona con gran saber y experiencia en asuntos de Estado”. Pero es mucho más que eso: es quien conoce las necesidades de su pueblo y busca resolverlas, apelando al consenso ciudadano para tomar decisiones equilibradas; es quien genera un avance sostenible en todos los campos de acción, independiente de presiones de grupos de poder; es quien comprende sus limitaciones en el ejercicio del cargo y sabe rodearse de un equipo respetuoso de la ley. Pero sobre todo, es quien no transa con grupos de poder económico ni con organizaciones criminales que solo buscan su propio beneficio, contra el beneficio de las mayorías.

Para elegir a un gobernante no basta con acudir a convocatorias de carácter proselitista y escuchar discursos. Hay que darse a la tarea de investigar, porque dar el voto es una decisión de enorme alcance y serias consecuencias. El sufragio es una declaración de confianza, de compromiso y de ejercicio ciudadano, por lo cual nunca debe responder a la coacción ni al pago de un soborno. Es el acto cívico más importante para una democracia y venderlo por dinero, regalos o una bolsa con alimentos es una traición contra la integridad personal y la del país.

Al dar una mirada a los procesos electorales cercanos a estas fechas resulta doloroso comprobar cuánto se ha perdido en términos de poder ciudadano, cuánto se ha deteriorado la institucionalidad y cuánta incertidumbre amenaza la incipiente democracia de nuestras castigadas naciones.

La falta de reflexión frente al sufragio es un acto de negligencia y tiene consecuencias.

Fuente de la información: www.carolinavasquezaraya.com

 

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Retos éticos de la revolución digital

Por: Leonardo Díaz

Requerimos de una educación centrada en la confianza –lo que es imposible sin el arraigo de una cultura ética- y una racionalidad abierta, caracterizada por la disposición al diálogo y al discernimiento crítico.

En el marco del Seminario de Ética Ciudadana, organizado por el Programa Nacional para la Promoción de la Ética (PROÉTICA), el filósofo Agustín Domingo Moratalla, de la Universidad de Valencia, realizó la conferencia inaugural titulada: “Los retos éticos en la era digital”.

Moratalla subrayó la redefinición del concepto de ciudadanía que ha producido la revolución digital. El viejo ciudadano del espacio público se convierte en el usuario de las redes digitales. Esta transformación replantea la demarcación entre espacio público y privado. A la vez, cuestiona nuestro concepto de sociedad, porque en la medida que muchos individuos disponen de dispositivos para accesar a mundos virtuales diseñados a partir del consumo y los gustos personales, es más probable el socavamiento de un proyecto común como sociedad, tal y como lo muestran las polarizaciones políticas actuales.

Al mismo tiempo, al tratarse de un mundo digitalizado donde la circulación de la información está determinada por sistemas algorítmicos, se conforma una “democracia algorítmica” que amenaza la autonomía del usuario.

Igualmente, se trata de un mundo donde existe una marcada interrelación entre los eventos económicos, sociales y políticos, así como interconectados se encuentran sus implicaciones a largo plazo. Moratalla sostiene que esta situación debería promover una ética del cuidado, una actitud de empatía hacia la profunda interrelación que se da entre todas las personas y el compromiso que dicha interrelación impone.

En este sentido, Moratalla recuerda la necesidad de una educación no limitada al fomento de las competencias relacionadas con la adquisición de las destrezas relacionadas con la tecnología. Requerimos de una educación centrada en la confianza –lo que es imposible sin el arraigo de una cultura ética- y una racionalidad abierta, caracterizada por la disposición al diálogo y al discernimiento crítico, que promueva el reconocimiento de la responsabilidad en la que ya estamos inmersos de modo inconsciente como participes de la red de relaciones que conforman nuestro mundo de la vida

Fuente: https://acento.com.do/opinion/retos-eticos-de-la-revolucion-digital-9194142.html

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La ética en la concepción de fundamento de la educación

Por Marlene Zenteno |

Si Dostoievski aseguraba que sin Dios todo está permitido, ahora parece afirmarse que sin unos principios éticos universales estamos perdidos.

J. Corominas Escudé

– El presente artículo reflexiona la importancia de la subjetividad como pilar de la transformación de la educación que está, hoy en día, muy poco reflexionado al momento de orientar la práctica educativa cotidiana.

Se trata de la necesidad de hacer visible un aspecto olvidado que se debe recuperar para lograr mover voluntades en los actores educativos en un momento de suma trascendencia que vive el país; la consolidación de una educación para la descolonización. Lograr colocar este elemento en la agenda de discusión es el objetivo del presente documento.

Introducción

Una idea básica para comprender el concepto de educación es la que relaciona a ésta a la transformación, es decir, educación como transformación refiere al primer elemento que debe ser comprendido y del cual no siempre se tiene plena consciencia. Ya Maturana (2010) recuerda que –a modo de experiencia del sujeto- aprender es, literalmente, transformarse. La biología lo puede demostrar como fenómeno que sucede en uno –en el cerebro- como persona.

En un marco más amplio ya Freire suele repetir algo de lo que en menor medida se ha reflexionado en su alcance epistémico. Así cuando Freire (2000) nos dice que; “la educación no cambia el mundo, cambia a los personas que van a cambiar el mundo…” expresa una idea que, insisto, no ha sido digerida ni comprendida en su verdadero alcance. En los hechos el presente ensayo pretende desarrollar los alcances de esta idea que debe ser reflexionada en su real alcance.

Transformación y la descolonización de la educación.

Los tiempos presentes expresan un periodo en el cual es muy sencillo agarrar y repetir frases hechas que circulan sin mayor control en las redes sociales. Es decir, vivimos tiempos en los cuales es muy sencillo aparentar y, sobre todo, suponer cosas. La dinámica inmediatista de la vida actual impide reflexionar cualquier idea. Es más, la reflexión hoy es vista –incluso en los espacios de formación de pos grado- como elemento no sólo innecesario sino ocioso y perjudicial.

De ahí que uno pueda llegar a tener una maestría o un doctorado y, finalmente, nunca haber reflexionado el sentido de la idea de educación porque se asume que, obviamente ya todos los sabemos. Las consecuencias de este tipo de razonamiento son varias. En el presente texto veremos esas consecuencias desde el ámbito de la ética. El punto de partida para este cometido tiene que ver con la definición de la idea de educación que se tendrá. Para el presente documento educación es básicamente transformación. Idea que tiene que ver con la experiencia misma del aprender. Entonces para comprender la idea de educación se debe, también, comprender la idea de aprender.

La idea de aprender refiere siempre a una experiencia del sujeto (Maturana, 2000) se trata de la experiencia de uno mismo. Es en este punto que se vuelve central recuperar la idea de Freire (2000) quien aclara que la educación no cambia al mundo sino que cambia a las personas que -luego- van a cambiar al mundo.

Freire tiene en claro que la educación refiere a la experiencia de aprendizaje que vive uno como persona de modo interno. Por ello la transformación que produce la educación es un uno. Dicho en lenguaje de Zemelman, la transformación que la educación produce opera en el plano de la subjetividad. Es por ello que es posible comprender por qué existen una serie de espacios formativos en los cuales no aparece el aprendizaje, es decir, donde el proceso formativo no termina por marcar huella en la subjetividad de los sujetos.

Ahora bien, se hace necesario hacer una primera precisión para responder a la inmediata objeción lógica acerca de la idea de educación marcada. Objeción que diría que la idea de partida enfatiza una mirada solipsista respecto a la idea de la educación. Idea que puede ser respondida desde la misma mirada biológica que Maturana (2010) defiende. Ya Maturana aclara que educación, desde esta perspectiva es; aprendizaje en convivencia.

El aprendizaje es una experiencia personal que no puede ser vivida sino es en relación al interior de una comunidad. El aprendizaje se lo vive en relación -en convivencia dice Maturana- pero la experiencia que deja ese aprendizaje se lo vive como cuestión que marca a uno en lo personal, en lo subjetivo dice Zemelman.

Ahora bien, al enfatizar la dimensión relacional de la experiencia del aprendizaje se debe comprender que aparece algo fundamental que orienta la reflexión de Dussel (2000, 1990, 2020), Maturana (2010) y el mismo X. Zuviri (2000) esa es la cuestión de la ética. La educación es un concepto relacional y por lo tanto encarna y asume, necesariamente, una dimensión de la ética.

Zuviri (2000) plantea ese alcance de la ética en tanto filosofía primera y Adela Cortina (1999) plantea el mismo problema en tanto filosofía moral, lo cual adquiere su dimensión aplicativa en tanto argumentación y fundamentación de principios –valga la redundancia- morales que deben saber orientar la vida en comunidad. No nos interesa centrarnos en el debate teórico que suele perder sentido respecto de la ética, sino que interesa derivar las consecuencias que tiene asumir que la educación, en tanto aprendizaje en convivencia, como experiencia de transformación personal tiene para su compresión ética.

La educación no transforma la realidad. Recuperación de la subjetividad en la reflexión de la educación.

Todo el preámbulo permite tener un buen marco de referencia que coloca la discusión de la educación en el plano de la subjetividad, cosa fundamental para aproximarnos a una interpretación de la educación en la línea de transformación que se pretende argumentar. En síntesis, lo que la educación transforma en primera instancia es la subjetividad. En caso de no lograrse transformar la subjetividad no existe margen de transformación de nada.

Ahora bien, esto es fundamental para una lectura política de la educación, pues la posibilidad de que no se transforme nada está contenida en la posibilidad de sostener una educación que sólo reproduzca elementos formales que están ya dados. Una educación que no signifique nada para el orden establecido es una educación que no cambie nada en los sujetos que reciben esa educación.

El elemento más impactante del razonamiento tiene que ver con las consecuencias de trasformar algo en alguien, pues este aspecto conlleva secuelas en la relación de este sujeto con el entorno en el cual es. Las consecuencias tienen que ver con comprender que este sujeto va a impactar siempre en el entorno en el cual está.

De ahí la importancia de pensar la educación como ética. Acá es donde podemos hacer un ajuste y un retoque a la idea de ética pues también es posible pensar –desde este contexto- a la educación en tanto ética primera. Ética primera puede ser asumida como el fundamento o el lugar central del relacionamiento de uno. Se trata –desde Dussel- al encuentro con el Otro en tanto Otro.

La educación tiene un elemento particular que lo diferencia de la política y los otros aspectos de la vida. Así, para Dussel, la política expresa el encuentro con el hermano, es decir, es el encuentro con el igual en tanto igual. Aspecto central al momento de pensar la relación con el Otro como quien es reconocido como semejante, punto que es central al momento de pensar un tipo de ética que lucha por el reconocimiento (al estilo de A. Honneth) pero que desde la educación puede tener una variante de fundamento.

La educación vista desde la ética que pretende hacerse ética primera exige comprender que el encuentro fundamental con el Otro no es el encuentro con el hermano, es decir, con el igual, con el semejante, sino que el encuentro fundamental es con el Otro como el que exige cuidado. Ese es el encuentro con el hijo, es el encuentro con el que sino es cuidado va a morir. El encuentro con el Otro es el encuentro con quien exige ser atendido, ser cuidado porque es el desalojado, es el arrojado que no pidió estar acá, pero está.

La educación –como lo planteamos desde Maturana (2010)- es aprendizaje en convivencia, es decir, es experiencia en relación, es algo que siempre se da con el Otro. Se convive y es ahí donde se aprende. Eso es algo que, al parecer, no está del todo comprendido porque este es el punto donde uno asume la necesidad de cuidado del Otro. Todo proceso de educación es el reclama saber cuidar y darse al Otro para que sea.

Así la educación se vuelve, cuando se lo piensa desde el o la maestra, acto de entrega al Otro, se hace acto de cuidado y se hace acto de relación donde el sentido de la experiencia es la entrega. Visto de esta manera la educación pierde todo sentido administrativo para hacerse entrega real al Otro. Ese Otro que es acogido en uno para poder ser. Así la educación se hace acto de responsabilidad, eso es responsabilidad por el Otro que, en última instancia, es el aprendizaje más importante de la vida.

Aprender a responder por el Otro es el aprendizaje que uno puede encontrar en la sabiduría del grueso de pueblos. Sabiduría que viene de la plena conciencia de que en tanto género humano no podemos existir solos y/o aislados. Es la condición humana la que nos marca como seres incompletos que necesitamos de los demás. Somos seres vivos que no podemos existir aislados y que por instinto de sobrevivencia buscamos a otros seres para poder completarnos y existir en tanto especie.

De ahí que el grueso de pueblos tiene modos y maneras distintas de referirse a esto como cimiento básico de su existencia en tanto pueblos. Es lo que hoy conocemos como comunidad en tanto concepto general. El fundamento de la educación se encuentra en este apartado de exige saber cuidar la comunidad y desde ella la vida misma. El cuidado de lo que denominamos “naturaleza” o dicho mayor propiedad; Madre Tierra tiene fundamento pedagógico porque se refiere al aprendizaje de la sostenibilidad de la vida.

Es posible que nuestros padres y abuelos tengan en claro que la vida no es algo que deba estar asumido o supuesto y saber cuidarlo como lo más valioso y místico es la referencia de sabiduría más importante. Ahí es donde giraba la educación en el grueso de pueblos. De ahí que educado puede ser el término adecuado para referirse a quien logra tener una existencia equilibrada con el entorno de vida. Ahora bien, no es materia inicial desarrollar el aspecto del equilibrio –tarea fundamental de otro espacio- pues lo central de esta tarea radica en comprender las consecuencias de la idea de eso de lo Otro o el Otro que se aparece como exigencia ética desde el trabajo en educación.

Acá es donde se debe superar cualquier a priori ideológico que marque un tipo de proyecto o un tipo horizonte con contenido dado. La idea de protección de la vida no pretende tener contenido fijo dado de alcance corto, sino que se refiere a un componente amplio que, por su carácter histórico, demostró saber aterrizar en distintas culturas, en distintos pueblos.

Volviendo sobre el aspecto y carácter pedagógico que se pretende abordar es Roberto Espósito (2020) quien menciona aspectos básicos respecto de la ética que se pretende trabajar. Así dice el autor que:

El hecho del que debe partir todo discurso sobre la ética es que el hombre no es, ni ha de ser o realizar ninguna esencia, ninguna vocación histórica o espiritual, ningún destino biológico. Sólo por esto puede existir algo así como una ética: pues está claro que si el hombre fuese o tuviese que ser esta o aquella sustancia, este o aquel destino, no existiría experiencia ética posible, y sólo habría tareas que realizar.

Esto no significa, todavía, que el hombre no sea ni tenga que ser alguna cosa, que esté simplemente consignado a la nada y por tanto pueda decidir a su arbitrio ser o no ser, asignarse o no este o aquel destino (nihilismo y decisionismo se encuentran en este punto). Hay, de hecho, alguna cosa que el hombre es y tiene que pensar, pero esto no es una esencia, ni es tampoco propiamente una cosa: es el simple hecho de la propia existencia como posibilidad y potencia. Pero justo por esto todo se complica, justo por esto la ética llega a ser efectiva.

(Espósito, 2020, pág. 33)

Acá es donde aparece para la educación (y la pedagogía en el trabajo reflexivo sobre la educación) el aspecto básico de la entrega al Otro tiene que ver con la posibilidad de dejar ser a ese Otro. Dejar ser su potencialidad porque desde la educación el Otro es siempre eso, es posibilidad, es potencia contenida en el sujeto. Lo que se potencia en un sujeto es siempre eso, esa potencialidad contenida. Elementos todos propios del plano de la subjetividad de uno como sujeto.

Ninguno de estos aspectos puede ser identificado en el trabajo educativo sino se ubica la dimensión de la subjetividad como aspecto central a ser trabajado. La educación que se centra en la exigencia de exposición de contenidos refiere a un trabajo que debe ser pensada como trabajo de reproducción del orden establecido, se trata de una educación que no acepta la posibilidad de desarrollo de lo potencialmente contenido en uno, sino que se trata de una educación que sólo quiere la asimilación del mensaje del Uno mismo. El Uno mismo expresa el orden dominante, se trata del Uno que quiere que el Otro sea la extensión de ese uno.

La educación vertical, la práctica autoritaria del grueso de sistemas educativos grafican bien estos aspectos, eso es la posibilidad de que el Uno se extienda y que haga al Otro su espacio de conquista. El Otro en tanto Otro es siempre –desde la educación- posibilidad y eso podría ser tomado como lo sagrado, es decir, como lo que se debe cuidar, es el misterio que contiene ese Otro que puede ser muchas cosas. Se trata de eso que uno asume como encargo desde el campo educativo. Ahí es donde Espósito completa afirmando que:

“Puesto que el ser más propio del hombre es ser su misma posibilidad o potencia, entonces y sólo por esto él es y se siente en deuda (en cuanto que, siendo potencia, en un cierto sentido le falta su ser más propio, puede no ser, está privado de fondo y no está ya nunca en posesión de él). El hombre, siendo potencia de ser y de no ser está, por tanto, ya siempre en deuda, tiene ya para siempre una mala conciencia antes de haber cometido un solo acto culpable. Éste es el único contenido de la antigua doctrina teológica del pecado original.

(Espósito, 2020, pág. 33)

Acá aparece un concepto que puede ser vital al momento de pensar la educación desde la exigencia de la ética, se trata de la idea de la deuda. La deuda expresa lo que uno debe, es decir, es una exigencia. La idea del deber refiere a un encargo, es la carga que tiene que ser respondida. La deuda expresa el encargo que uno se comprometió a cumplir. ¿Es posible decir que el trabajo de un maestro expresa una deuda?

Parece que existen todos los elementos para dar motivos y reflexionar el oficio de enseñar en esa línea. La vocación de la enseñanza implica una deuda, esto en el sentido de que uno asume una responsabilidad que debe respondida al momento de ejercer esa posibilidad. Un maestro no lo es sino se realiza en la relación con el Otro, así el maestro le debe la posibilidad de ser a quien enseña. Así el poder ser también está en ese Uno mismo que debe tomar conciencia de que tampoco está completo, en el sentido de que tampoco se fue desarrollando y realizando.

Esa posibilidad se la vive al momento de relacionarse con el Otro que le permite ser. Así es como Espósito completa la idea al decir:

… el hombre falta en un cierto sentido a sí mismo y debe apropiarse de esta carencia, debe existir como potencia”.

(Espósito, 2020, pág. 33)

Se trata de asumir eso que le falta a uno como aquello que permite colocarse en situación ética. La ética es conciencia del Otro y desde la educación es además consciencia de la deuda con el Otro para poder –uno mismo- desarrollarse en tanto maestro y dejar al Otro en tanto potencialidad.

Una educación para la liberación desde América Latina no puede abstraerse de estos aspectos que hace a lo propio de una educación que pretende “enseñar a pensar y no obedecer” (Freire) Es para este cometido se hace necesario desarrollar la idea en el siguiente punto.

Educación y ética

Una educación pensada desde la descolocación requiere que se tomen en cuenta los aspectos ya mencionados. Si descolonización expresa la posibilidad de no imponer, es decir, dejar ser al Otro, entonces descolonizar tampoco es imposición de una cultura, sino dejar ser a esa Otro desde su cultura, ¿qué quiere decir esto? básicamente que una cultura no puede ser estereotipo de la misma, es decir, la mirada del uno respecto del Otro.

Descolonizar es, en consecuencia, superar estereotipos, superar prejuicios, descolonizar se hace, en síntesis, superar la mirada de uno respecto del Otro.

Hoy vivimos varios espacios en los que -a nombre de la descolonización- se reproducen estereotipos, eso es, la mirada de uno sobre el Otro. Así vemos que se pretenden imponer horizontes, proyectos no legitimados sino propios del orden de poder, etc. De ahí que otra exigencia de la descolonización sea romper con ese fetiche teleológico que busca predefinir el horizonte que no se termina por legitimar.

Una lógica de la imposición sobre el Otro se suele vivir en la misma exigencia de la descolonización que reproduce estereotipos de lo indígena. De ahí que tenga sentido afirmar que descolonizar es también desindigenizar, es decir, superar el estereotipo para recalcar la exigencia de la humanización. Humanización en el sentido de poder ser. Ahí donde la cultura, la raíz, adquiere vida real. Ahí es donde la vida crece, la cultura crece en tanto puede desplegarse, desarrollarse, es decir, puede ser.

La ética marca el trabajo de la descolocación porque le hace recuerdo de la necesidad de saber recuperar al Otro y la descolonización recuerda este encargo en tanto que pretende renacer al Otro que está explícitamente negado. Esto desde la educación implica aprender a recuperar y no presuponer sobre el Otro.

La educación no puede imponer la mirada sobre el Otro. Descolonizar no es obligar, descolonizar no es sólo hablar unas palabras en idioma indígena, ni vestirse un momento para decir, “estamos recuperando” (no digo que eso no sea parte) porque descolonizar también tiene que ver con entregarse a ese Otro. El Otro podrá ser en tanto uno se entrega a ese Otro.

¿Qué significa esto desde la educación? Esto implica que uno pueda ser desde el Otro, es decir, invertir la relación en la que se exige al Otro para que la exigencia sea al Uno mismo que sea desde el Otro, de ahí es que es el Uno quien debería aprender el idioma del Otro, es el que debe valorar al Otro (su origen, su cultura) etc. Son estos elementos los que dan vida al Otro y lo dignifican para ser. Esto es lo que se suele olvidar y es lo que no termina de ser comprendido.

Todos estos aspectos son los que emergen desde el ámbito de recuperación de la subjetividad. La mirada instrumental de la educación nunca podrá reflexionar estos aspectos porque se centra en el trabajo formal de ejercicio de un oficio. Lo que está detrás no aparece como elemento significativo, sin embargo, lo que hace notar en la reflexión es que todos los aspectos que están en la exigencia política del presente, es decir, pensar en una educación para la descolonización y la transformación de la realidad, no pueden ser pensados sino es desde la esfera de la subjetividad.

Conclusiones

Es posible mencionar al menos cuatro ideas que hacen a elementos de conclusión. Estos son los siguientes:

– La educación para la descolonización no puede ser pensada sino es a partir de la dimensión de la subjetividad. La descolonización refiere a la dimensión de la subjetividad porque el lugar de la liberación está en ese nivel y no en espacios de transformación aparente como son los elementos formales como la curricula u otros similares.

– La educación es siempre ética y lo es en tanto ética primera, eso es así porque la educación expresa aprendizaje en convivencia, es decir, expresa vínculo con el Otro. Ahí donde no puede dejar de ser ética y es ética primera porque no sólo exige la aparición del Otro en tanto mi semejante, sino que aparece el Otro que exige cuidado, acogida. De ahí que la ética primera no aparece en la política (aparición del Otro como hermano) sino del Otro como el hijo, eso es la exigencia de la entrega a ese Otro que es pura potencialidad.

– La transformación de la realidad no puede ser pensada sino es desde la ética. Una consecuencia que debe ser desarrollada de manera más amplia es la transformación como consecuencia de la ética que aparece como elemento derivado de la lógica del cuidado. Hoy vivimos una exigencia de transformación en tanto “identificación de potencialidades” en el contexto, lo cual implica una contradicción porque la potencialidad está siempre en el sujeto y no fuera de él. El contexto expresa, desde la ética, lo que se cuida. Estos son los aspectos que debemos asumir como criterios que nos permiten ser consecuentes con lo que es el cuidado como criterio de preservación de la vida.

– La descolonización es dejar ser, sino es así caemos en contradicción. Se menciona esta idea para asumir que no se puede imponer una idea de descolonización, una idea que prefigure una imagen del Otro, es decir, una imagen donde el Otro no puede ser porque se le marca una imagen, una figura, una proyección del Uno. Acá es donde se requiere superar aquellos estereotipos de lo que se quiere recuperar. La actitud honesta ante al Otro es siempre que sea uno mismo el que se entregue a ese Otro para ser Uno mismo desde el Otro.

Tareas todas complejas pero necesarias, al menos eso es lo que se puede hacer desde la honestidad de no limitarse a repetir a Uno mismo en el Otro que viene y se aproxima en su apertura honesta queriendo ser en su propia potencialidad.

Bibliografía

– Arfuch, L. (2013). Memoria y autobiografía. Exploraciones en los límites. Buenos Aires: Fondo de la Cultura Económica.

– Bautista S., R. (2019): ¿Cómo descolonizar la revolución en este nuevo siglo?, en, El Tablero del siglo XXI, Yo soy si tú eres ediciones, La Paz, Bolivia.

– Bautista S., R. (2011): Lo político de la historicidad, en Hacia una fundamentación del pensamiento crítico, Rincón Ediciones, La Paz, Bolivia.

– Cortina A. (1990) ¿Para qué sirve realmente la ética?, Paidós, España

– Corominas E. J. (2001) Ética Primera. La aportación de X. Zubiri al debate ético contemporáneo, Descleé, España

– Dussel, E. (2009): Transmodernidad e interculturalidad, en La pedagógica latinoamericana, IEB, La Paz, Bolivia.

– Dussel E. (2000)

– Espósito R. (2020) La comunidad que viene, Amorrurto, España

– Foucault., M. (1979). Microfísica del poder. Madrid: La Piqueta.

– Foucault., M. (1991). El sujeto y el poder. Bogotá: Carpe Diem Ediciones.

– Freire P. (2010) El Grito Manso, Siglo XXI, México

– Freire P. (1990) Pedagogía de la liberación, Siglo XXI, México

– Honneth A. (1980) La lucha por el reconocimiento, Trotta, España

– Zuviri X. (1989) Sobre la esencia, Alianza Editorial, España

– Zuviri X. (2000) Inteligencia sentiente. Inteligencia y logos, Alianza Editorial, España

Marlene Zenteno. Boliviana, doctorante en Pedagogía Descolonizadora en la Universidad Pedagógica (UP) de Bolivia. Maestra de educación alternativa y máster en Educación Sociocomuntaria Productiva.

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La Unesco clama por ética urgente para la inteligencia artificial

Por: Inter Press Service

Tras el pedido de más de 1000 profesionales de la tecnología para que se haga una pausa en el desarrollo de la inteligencia artificial (IA), incluido el nuevo modelo de lenguaje Chat GPT, la Unesco pidió este viernes 31 la implementación inmediata del marco ético global sobre esa materia.

“El mundo necesita reglas éticas para la inteligencia artificial, es el desafío de nuestro tiempo. La Recomendación de la Unesco sobre la ética de la IA establece el marco normativo apropiado”, dijo Audrey Azoulay, directora general de esa Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

La Unesco sostiene que ese marco normativo global, adoptado por unanimidad por los 193 Estados miembros en noviembre de 2021, proporciona las garantías necesarias.

“Ahora es urgente que todos traduzcan este marco en estrategias y regulaciones nacionales. Debemos traducir los compromisos en acción”, dijo Azoulay.

La Recomendación se describe como primer marco normativo global para el uso ético de la IA, a modo de hoja de ruta para los países, que describe cómo amplificar los beneficios y reducir los riesgos que conlleva esta tecnología.

Incluye acciones políticas en 10 áreas específicas: Evaluación de impacto ético, Gobernanza y rectoría éticas, Política de datos, Desarrollo y cooperación internacional, Medio ambiente y ecosistemas, Género, Cultura, Educación e investigación, Economía y trabajo, y Salud y bienestar social.

“El mundo necesita reglas éticas para la inteligencia artificial, es el desafío de nuestro tiempo. La Recomendación de la Unesco sobre la ética de la IA establece el marco normativo apropiado”: Audrey Azoulay.

La Recomendación pide que se actúe más allá de lo que hacen las empresas tecnológicas y los gobiernos para garantizar a las personas mayor protección, transparencia, capacidad de actuar y control de sus datos personales.

Afirma que todos los individuos deberían poder acceder a sus registros de datos personales o incluso borrarlos. También incluye acciones para mejorar la protección de los datos y el conocimiento y derecho del individuo a controlar sus propios datos.

Además, aumenta la capacidad de los organismos reguladores de todo el mundo para hacerla cumplir.

En segundo lugar, prohíbe explícitamente el uso de sistemas de IA para la calificación social y la vigilancia masiva.

Destaca que este tipo de tecnologías son muy invasivas, vulneran los derechos humanos y las libertades fundamentales, y se utilizan de forma generalizada.

La Recomendación subraya que, a la hora de desarrollar marcos normativos, los Estados tengan en cuenta que la responsabilidad última y la rendición de cuentas deben recaer siempre en los seres humanos, y que no se debe otorgar personalidad jurídica a las tecnologías de IA por sí mismas.

También sienta bases de las herramientas para ayudar a países y empresas a evaluar el impacto de esos sistemas en las personas, la sociedad y el medio ambiente, y anima a los Estados a que consideren añadir un funcionario independiente de ética de la IA u otro mecanismo similar de seguimiento.

Subraya que los actores de la IA deben favorecer métodos eficaces en cuanto a datos, energía y recursos que ayuden a garantizar que se convierta en una herramienta destacada en la lucha contra el cambio climático, y en el tratamiento de los problemas medioambientales.

Pide a los gobiernos que evalúen el impacto medioambiental directo e indirecto a lo largo del ciclo de vida del sistema de IA, lo que incluye su huella de carbono, el consumo de energía y el impacto ambiental de la extracción de materias primas para apoyar la fabricación de tecnologías.

La Unesco se declaró especialmente preocupada por las cuestiones éticas que plantean estas innovaciones en los campos de la lucha contra la discriminación y los estereotipos, incluidos los temas de género, la fiabilidad de la información, la privacidad y la protección de los datos, los derechos humanos y ambientales.

Además, considera que la autorregulación de la industria no es suficiente para evitar estos daños éticos, y aboga por establecer normas para que, cuando se produzcan daños, existan mecanismos de rendición de cuentas y reparación que sean fáciles de solicitar por parte de las personas interesadas. .

Más de 40 países de todas las regiones del mundo ya están trabajando con la Unesco para desarrollar estas salvaguardas de IA basadas en la Recomendación.

El nuevo llamado de la Unesco llegó dos días después de que un millar de profesionales y empresarios de las nuevas tecnologías firmasen un llamado a hacer una pausa de seis meses en la investigación sobre IA aún más potentes que ChatGPT 4, el modelo recién lanzado por la firma estadounidense OpenAI.

Los firmantes advirtieron “grandes riesgos para la humanidad” en el nuevo modelo, y abogaron por “sistemas de seguridad con nuevas autoridades reguladoras, vigilancia de los sistemas de IA, y técnicas que ayuden a distinguir entre lo real y lo artificial”.

Asimismo, defendieron que existan “instituciones capaces de hacer frente a la dramática perturbación económica y política (especialmente para la democracia) que causará la IA”, sin los controles adecuados.

Entre los firmantes de la petición figuraron el magnate de las firmas Space X, Tesla y Twitter, Elon Musk; el cofundador del gigante Apple, Steve Wozniak, y el escritor e historiador israelí Yuval Noah Hariri.

Fuente de la información e imagen: https://ipsnoticias.net

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¿Estamos en tiempo de la “Huelga cerebral”?

“El cerebro humano es el único recipiente que tiene la característica de que cuanto más se le mete, más capacidad tiene.” (Glenn Doman).
Lexicográficamente hablando, huelga significa Interrupción colectiva de la actividad laboral por parte de los trabajadores con el fin de reivindicar ciertas condiciones o manifestar una protesta. Agregaríamos que en el mundo del capital, también existe la huelga de campesinos, de maestros, profesores y hasta de empresarios.
Pero en estos Tiempos líquidos, según Zygmunt Bauman, donde la única certeza es la presencia constante de incertidumbres y vacíos por llenar, estamos transitando eso que se llama la “huelga cerebral”, que significa, ni más ni menos, la renuncia a poner a funcionar el cerebro y sus neuronas, y eso está ocurriendo en momentos en los cuales, en este mundo global, nos encontramos con un exceso de información (infodemia) que, paradójicamente, provoca desinformación. No es un invento, no es un cuento, tampoco una fábula, es una realidad.
Estas reflexiones las realizo como docente universitario, preocupado por lo que pasa. Estamos viviendo, sin miedo a equívocos, la era del cortar y pegar (cut and paste, en inglés), que, en términos muy concretos, significa el plagio de cualquier monografía o trabajo que fácilmente se encuentra por internet y que se presenta como propia. Eso está ocurriendo no sólo a nivel de pregrado, sino también de postgrado e incluso en su nivel más elevado: el doctorado. Triste, pero cierto, y eso ocurre cuando ahora se habla de la Inteligencia Artificial (IA), donde una de las profesiones que puede ser sustituida, según se afirma, es precisamente la docente.
En este tiempo, en el que vivimos, el pensar no es algo que las nuevas tecnologías y el neoliberalismo inviten a hacer, más bien todo lo opuesto. Es una realidad que ya no se leen libros, tampoco novelas e incluso ensayos. Ahora, todo lo facilitan las redes sociales, donde, además, impera la “filosofía” del “Me gusta” de Byung Chul Han, que significa postear o reenviar lo que me gusta, independientemente de constatar su contenido. Eso se ha potenciado con las posverdades y las fake news.
Como se sabe, Internet y, particularmente, las redes sociales, se han constituido en el principal medio de comunicación del mundo (no sólo del occidental), que transforma los modos de circulación de la información porque tiene repercusiones culturales, económicas, sociales y políticas en la comunidad global generando nuevas formas de sociabilidad.
Hoy, por ejemplo, ambas, internet y las redes sociales, son el medio principal, precisamente, por la velocidad y la facilidad de acceso e intercambio de información, datos de todo tipo, y por su carácter omnipresente y global. Rompe fronteras. Es, además, un medio caótico, multidimensionado, con autoridad desdibujada y donde –a diferencia de la televisión o los diarios– cualquier sujeto puede, en principio, publicar libremente. El usuario es, más que en ningún otro medio, concebido como consumidor-productor. El yo que habla y se muestra incansablemente en la web, es, al mismo tiempo, autor, narrador y personaje.
A través de ellos se ha establecido un idioma mundial, son los llamados emojis o emoticones, que no son más que figuritas sin ningún tipo de fronteras, expresando y representando cualquier tipo de emociones o pensamientos a través de pequeñas imágenes. Son una secuencia de caracteres del teclado que se utiliza para transmitir una emoción (la sonrisa, el guiño, el que expresa asombro o el sarcasmo y la tristeza o para enviar besos). Estas figuritas representan lo que la palabra ya no dice o no se puede o quiere decir. De allí que, todo sujeto (rico, pobre, negro, rubio, blanco, con acceso a la educación o no, hombre, mujer, homosexual, inmigrante o nativo), se convierte en un sujeto descentrado, esto es, sujeto en proceso, inmerso en una realidad no real sobre quien se imprimen efectos de realidad.
Estos emoticones/emojis se han convertido en el medio perfecto para la comunicación con personas de cualquier parte del mundo en la medida que traspasan las fronteras idiomáticas, o, inclusive, con nuestros propios amigos/enemigo, cuando simplemente no existe la necesidad de escribir un montón de palabras para expresar algo que se indican con figuritas.
Hay quienes afirman que nos encontramos con nuevos modos de encuentros y de relaciones sociales de la sociedad de las redes sociales, ante lo cual valen las siguientes interrogantes: ¿Qué pasa con el sujeto?: ¿se desdibuja, se ausenta o se esconde detrás de los emoticones/emojis? ¿Dónde queda la palabra, el lenguaje, la ética, la mentira/verdad y qué tipo de relaciones sociales se desarrolla en esta sociedad?
En nuestra humilde opinión consideramos que no existe mejor resistencia a la “huelga cerebral” que volver a la lectura, hacer uso de la palabra y de la reflexión,
de forma permanente y constante, para “no morir en el intento”, porque, en definitiva: “Lo peligroso de vivir sin leer es que te obliga a creer en lo que te digan”(Mafalda).
Franklin González: Sociólogo, Doctor en Ciencias Sociales, Ex director de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV y analista nacional e internacional.
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