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El sindicato SOC-SAT Almería denuncia la irregular situación laboral y despidos en Haciendas Bio

Por: Tercera Información

  • «El incumplimiento de los derechos laborales por parte de las empresas se ha normalizado, incluso a la vista de las autoridades españolas».

  • A inicios de febrero de 2020 trabajadoras/es denunciaron frente al sindicato SOC-SAT el mal pago y el constante trato racista por parte de la empresa Haciendas BIO.

Comunicado
HaciendasBio y su marca #BIOVIO presume públicamente de ser la mayor productora del Estado español de Agricultura Bio. Esta empresa participada por un Fondo Buitre y que ha recibido miles de euros de dinero público, no cumple con la legalidad laboral según denuncian trabajador@s de varias de sus fincas en Almeria y Extremadura. En el caso concreto de Pujaire Almeria se cometen presuntamente algunos delitos, incluido el de odio, como se puede ver en las imágenes. La Agricultura Bio no puede estar manchada de explotación, fraude y humillaciones. Bio Suisse, Demeter, Naturland, GLOBALG.A.P y otras certificadoras no pueden por error, acción u omisión seguir blanqueando la explotación laboral en el sector BIO, YA BASTA!
Desde hace varios meses un grupo importante de trabajador@s de la finca de Pujaire Cabo de Gata-Níjar de Almeria, vienen luchando por que se respeten sus derechos como seres humanos y trabajador@s. La respuesta de la empresa ha sido despedir a un número importante de ell@s. Exigimos la readmisión de l@s despedid@s en Haciendas Bio y el cumplimiento de la legalidad laboral.
Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/actualidad/2020/04/28/el-sindicato-soc-sat-almeria-denuncia-la-irregular-situacion-laboral-y-despidos-en-haciendas-bio
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La explotación de los otros

Por: Ilka Oliva Corado

Muchas veces nos sentimos derrotados, frustrados y nos decimos una y otra vez, molestos, furiosos, cuestionantes que; tenemos derecho a una vida mejor. Una vida con derechos laborales, con soltura económica. Derecho a una casa mejor, espaciosa, con gran patio y a otros muebles. A tener el refrigerador lleno de comida. A poder comprarnos lo que queramos, a tener ese dinero extra para viajar y comprar un carro o cambiar el que ya tenemos. A un mejor trabajo, sí tenemos derecho y ese mismo derecho lo tienen otras personas en las que no pensamos por estar ensimismados en lo que creemos que nos falta sin darnos cuenta que otros la están pasando muy mal.

¿A qué tendrá derecho el cortador de caña al que se le va la vida entre el sol, el lomo curtido y los sueños rotos? ¿El jornalero golondrina que va de finca en finca cortando frutas y verduras a cambio de un pago que no le alcanza ni para lo básico? Ese jornalero al que humilla constantemente el caporal que se cree dueño de la finca. ¿No tienen derecho a una cama esos jornaleros que duermen en galeras amontonados en el suelo como leña aperchada?

¿A qué tendrán derecho las mujeres que se llenan las piernas de venas inflamadas paradas durante 16 y 18 horas al día trabajando en fábricas y maquiladoras? ¿A ir al baño por lo menos? Maquiladoras que salen de sus casas en la madrugada y llegan a media noche, que no vieron un solo rayo de sol durante el día, a las que les toca trabajar todos los días del año. A las que las horas extras no se les pagan.

¿Y las que son contratadas para hacer tortillas? En esos restaurantes de lujo, donde hacen las tortillas ahí a un costado de las mesas, ¿cuánto ganan esas mujeres, tienen beneficios laborales? No es solo hacer tortillas, son las que cocinan y limpian cuando el restaurante se cierra. Las que son bonitas para la foto del folclore que los comensales publican en redes sociales.

Los niños que lustran zapatos, que trabajan en tiendas y abarroterías, que cargan bultos en los mercados, ¿ellos a qué tendrán derecho? ¿A que nosotros los utilicemos como animales de carga? ¿A que altaneros pongamos los zapatos para que les saquen brillo, a los que les exigimos ligereza para atendernos? ¿A qué tienen derecho los niños que vemos todos los días haciendo malabares en los semáforos? ¿A las familias que viven en los basureros? ¿Tendrán derecho a una casa como la nuestra, con muebles parecidos a los nuestros, a nuestro carro, a nuestro patio, a nuestro refrigerador? ¿O qué, nosotros pertenecemos a otro nivel y ellos no tienen permitido un techo para dormir y tener una cama y una lámpara, una mesita de noche?

¿Esos niños no tienen derecho a una bicicleta como la tienen los nuestros? ¿No tienen derecho a ir a la escuela, a dejar de ser explotados trabajando? ¿Ese cargador de bultos no tiene derecho a un trabajo que no le parta la columna vertebral? ¿No tiene derecho a tener una casa con una silla dónde sentarse a descansar? ¿Vamos, no tiene derecho al tiempo de ocio?

¿Esas niñas, adolescentes y mujeres secuestradas con fines de explotación sexual acaso no tienen derecho a otra vida? ¿Y los adultos mayores vendiendo en las calles, exponiéndose a humillaciones, a que les llamen estorbo, a que se burlen de ellos y que les exijan rebaja que jamás pedirían en un supermercado? ¿Ellos a qué tienen derecho?

Muchas veces por estar inmersos en nuestro propio dolor, en nuestra propia cólera y frustración que por supuesto tenemos derecho a tenerlos y tenemos derecho a soñar con vidas distintas, no vemos que hay personas que están viviendo una vida de infierno, a las que pudiéramos ayudar, porque siempre se puede ayudar, nadie está realmente mal para no ayudar a otra persona en peores circunstancias. ¿Qué tanta es nuestra ira para exigir a un gobierno que cambie las condiciones de vida no nuestras, porque techo para dormir tenemos, sino las de ellos, de los miles que viven en los basureros? ¿Que cambie las condiciones laborales de los cortadores de caña, de los jornaleros golondrina, de las maquiladoras? ¿Qué tanto estaríamos dispuestos como sociedad a no utilizar el trabajo de los cargadores de bultos y a no explotar a niñas y adolescentes en trabajos de limpieza de casas? ¿Qué tanto haríamos para que esas niñas tengan la oportunidad de estudiar? ¿De que esos niños que lustran zapatos y hacen malabares frente a los semáforos estudien? ¿Y por esas niñas y adolescentes que dejan los brazos en los comales y fogones haciendo tortillas para que otros se llenen los bolsillos? ¿De los adultos mayores humillados por pararse frente a la banqueta de una casa a vender su canasto de verduras?

Siempre pensamos en derechos y beneficios para nosotros y los nuestros, pero somos incapaces de pensar en que otros en peores circunstancias también los merecen.

Siempre pienso en esto y es una forma para medir nuestro egoísmo humano o nuestra generosidad. Si tuviéramos dinero para comprar un par de zapatos nuevos, ¿le donaríamos los viejos a alguien en necesidad y compraríamos los nuevos para nosotros o nos quedamos con los que tenemos y les compraríamos los nuevos a alguien en necesidad? Es fácil desprenderse de lo que ya no necesitamos y está en mal estado, creemos que otra persona por estar en peores circunstancias económicas que nosotros merece eso que prácticamente es basura, y para lavarnos de culpas lo donamos. Pero somos incapaces de comprar algo nuevo y darlo a un completo desconocido, aun sabiendo que lo necesita más que nosotros. No, no somos tan buena gente como aparentamos. Y no, no estamos en tan malas condiciones económicas como para no voltear a ver alrededor y saber que podemos ayudar a alguien que realmente lo necesite. Si no es con dinero es con tiempo, con lo que sabemos hacer, pero de que se puede ayudar se puede.

Fuente: https://www.aporrea.org/ideologia/a287662.html

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La economía colaborativa y su influencia en la academia

Por: Sofía García-Bullé

Es necesario generar soluciones que mantengan la calidad de la experiencia educativa ante un detrimento crónico de la profesión docente.

El rápido avance de la tecnología ha tenido un significativo impacto en la base de la economía global. Aplicaciones como Uber, Rappi o Glovo, cambiaron la forma en la que se estructura el mercado laboral y las compañías que generan empleos.

A esto se le conoce como gig economy o economía colaborativa. Consiste en la construcción de relaciones laborales a través del outsourcing administrado por aplicaciones.

Las personas que entablan relaciones laborales con estos negocios entran en una dinámica de contractores o “socios”, que realizan un trabajo independiente o por proyecto pero que generalmente no cuentan con un contrato de por medio. La ventaja de esta modalidad es que las personas pueden administrar sus horas de trabajo y ganancias como mejor les parezca. La desventaja es que no se trata de un trabajo formal, los que lo realizan no cuentan con ninguno de los derechos y protecciones que tendría un empleado.

En Estados Unidos, más de 57 millones de personas son trabajadores independientes o freelance y han tenido contacto con la economía colaborativa; en México superan los 14 millones.

La anatomía de la academia colaborativa

Adrianne Kezar es profesora en la Universidad del Sur de California y directora del Centro Pullias para Educación Superior, ella ha dedicado su carrera a la investigación y al activismo en favor de un mercado laboral justo para los maestros y personal académico.

Kezar ha registrado cambios en la dimensión laboral de la academia desde antes de la llegada de la economía colaborativa. Las instituciones educativas comenzaron a desarrollar una tendencia que a la fecha sigue creciendo dentro de las filas del personal educativo: la dependencia en profesionales educativos adjuntos o asociados.

Son cada vez más las universidades que se apoyan en el trabajo de empleados adjuntos que no tienen una posición permanente en las instituciones ni los beneficios que esta implica. Esta práctica ha creado condiciones de trabajo inseguras e insuficientes para millones de educadores, lo que termina lastimando, en mayor medida, la calidad de la experiencia educativa de los estudiantes. Si las instituciones no satisfacen las necesidades laborales del personal docente, estos no estarán aptos para asegurar una educación de alto estándar.

Esta tendencia está evolucionando a algo que Kezar considera una amenaza mayor: la “gigificación” académica. Adoptar un modelo de economía colaborativa para la academia tendría serias consecuencias para las condiciones laborales de los profesionales educativos. Si las instituciones educativas siguen el modelo de empresas como Uber, los maestros dejarían de serlo y se convertirían en trabajadores independientes sin una plataforma que los ayude a obtener el desarrollo necesario para ser capaces en su labor. Kezar describe detalladamente cómo sería un panorama académico de este tipo.

“Una fuerza de trabajo desprofesionalizada y barata, trabajadores incapaces reclutados a través de outsourcing, haciendo uso de la tecnología para reducir costos laborales, delegando los costos de reproducción a los empleados y basándose en una ética de microempresa, además de un control administrativo sobre la oferta de trabajo y la demanda”.

Todos nos hemos topado con un repartidor de alguna aplicación como Deliveroo o Glovo que no entrega el pedido, o que trae la orden incorrecta, también con un conductor que no maneja bien o que va con prisa porque tiene una cuota de entregas por día que está obligado a cumplir para que le paguen. Estos son algunos de los riesgos de las entregas al siguiente día o de contratar servicios vía aplicación, ese margen de error existe y es algo que asumimos sin mayor problema pero, ¿estaríamos dispuestos a ser así de flexibles con la calidad de la oferta educativa? ¿Cuáles serían los costos de esto a largo plazo?

Los ambientes de trabajo positivos son cruciales para el desarrollo humano, no pueden crearse las condiciones para una educación real sin estas condiciones. Rezak sostiene que hace dos décadas, antes de que comenzaran a darse todos estos cambios, las universidades y escuelas eran reconocidas por generar ambientes de trabajo e interacción saludables. Explicó que ahora la situación es opuesta, con las instituciones educativas generando calificaciones bajas en comparación con otras organizaciones y negocios en materia del ambiente de trabajo.

“Las estructuras y mecanismos que canalizan las relaciones humanas en la academia colaborativa aumentan el estrés de los trabajadores académicos, formando desconfianza entre colegas y convirtiendo relaciones originalmente cooperativas en antagonísticas”.

Argumenta Rezak, la también autora del libro “The Gig Academy”, explica que esta situación obliga a los trabajadores de la academia a usar mucho más de su tiempo y energía para generar estrategias que los ayuden a sobrevivir en un ambiente de trabajo inseguro, mal pagado y con alto potencial de explotación.

La primera baja de un mercado laboral educativo en estas condiciones es la capacidad de las instituciones educativas de crear una comunidad. Este es un cambio sustancial en la forma en la que vemos la transmisión de conocimiento a nivel institucional. La educación se nutre de la comunicación y cooperación entre maestros y alumnos en el aula así como la comunicación que ambos tienen con el resto del personal que conforman la institución. Esto es lo que forma una comunidad educativa, sin canales que aseguren el buen funcionamiento de esta dinámica estaríamos perdiendo elementos fundamentales de la experiencia educativa.

Existen estrategias que se pueden tomar para evitar una erosión de la oferta educativa debido la adopción del sistema de economía colaborativa en la academia. Rezak los detalla en su libro. Un enfoque sensible hacia los sindicatos, además un propósito constante de asegurar el diálogo y la diversidad son rutas viables mantener la calidad del ambiente laboral de la academia y el producto educativo que genera.

Sin embargo, el punto clave no se encuentra en un modelo de negocio apoyado por las bondades de la tecnología sino en la ética básica de ofrecer oportunidades y crecimiento a los profesionales que se requieren en el área educativa. Trato humano y un buen balance de justicia en la forma en que se administran las plazas educativas pueden hacer más por el futuro de la educación que cualquier aplicación o servicio tecnológico.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/academia-colaborativa

Imagen: Shahid Abdullah en Pixabay 

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América Latina: A 527 años del arribo de Colón, indígenas siguen en resistencia

América Latina/ Autor y Fuente: www.telesurtv.net

Las comunidades indígenas que luchan por coexistir con la modernidad, batallan además por destruir el núcleo del capitalismo y las repercusiones que este fenómeno genera en sus organizaciones ancestrales y místicas.

El planeta Tierra atesora en su demarcación grupos indígenasétnicos y tribales que son defensores y prueba de la idiosincrasia y cultura de los pueblos y la civilización moderna, llamados primeros pobladores por ese origen que abanderan como ADN del mundo entero.

Pese a este valor histórico, en la actualidad muchos pueblos indígenas se encuentran en riesgo de desaparición física o cultural, situación que se ha visto aumentada en nuestra región por la actuación de algunos Gobiernos que han venido a vulnerar los derechos y la estabilidad de estos grupos aborígenes.

Expertos sociólogos afirman que el continente americano tiene una profunda deuda social con estos aborígenes, endeudamiento que ha sido calificado en términos de pobreza, marginación, vulneración de derechos de tierra y demarcación de territorios, explotación laboral, desplazamiento y escasa o inexistente participación en los procesos de desarrollo de las naciones.

Caribe Nuestro@NuestroCaribe

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América Latina goza de un importante movimiento indígena que se niega a perecer ante los embates de grupos vandálicos, extractivistas quienes enfilan esfuerzos por explotar de forma exagerada los recursos naturales que provee la madre tierra.

De acuerdo con el experto columnista, Ricardo Martínez, en los últimos 20 años las comunidades aborígenes de este lado del globo han vigorizado estrategias novedosas de organización que les han servido en muchas ocasiones como plataforma para visibilizar y posteriormente denunciar la vulneración criminal de sus derechos.

«Son movimientos antisistémicos. En esencia antiextractivistas que se oponen a la explotación enajenada de la naturaleza en cualquiera de sus formas, sea privada, estatal o mediante asocios público-privado», asevera Martínez.

Rotting in vain@rottingvain

No nacieron con la comodidad de ustedes pero está en la lucha, por sus privilegios. Deberian estar estudiando o jugando pero si han sido denigrados tu lucha es por tus lujos, la lucha de ellos es para un país equitativo

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Por su parte, los aborígenes peruanos defienden del Gobierno la llamada titulación de sus territorios, la representación indígena de Colombia enfrenta un despunte de los efectos del conflicto armado en sus áreas naturales de convivencia, mientras que los nativos brasileños continúan sufriendo las pasadas escenas de los voraces incendios que devastaron extensas hectáreas de la Amazonía, ante la inacción de su presidente Jair Bolsonaro.

Entretanto, en Chile los pueblos originarios mapuche hacen lo propio por desplazar y evitar a toda costa la construcción de gasoductos, presas hidroeléctricas, mineras y carreteras en una verdadera resistencia indígena.

Los indígenas hoy en día, a 527 años del arribo de Cristóbal Colón a este continente, se enfrentan de manera fehaciente contra la deforestación de sus territorios, violación de sus espacios sagrados, tercerización en el campo laboral, minería ilegal, constantes amenazas y asesinato de sus dirigentes y líderes.

Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/america-latina-indigenas-resistencia-ataques-lucha-derechos-20191002-0017.html

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Huelga bananera en Panamá para reclamar mejoras laborales

América Central/Panamá/04-10-2019/Autor y Fuente: www.prensa-latina.cu
La huelga por violaciones de acuerdos sobre condiciones laborales en fincas de banano del noroccidente de Panamá entró hoy en su segundo día, informó el Sindicato Industrial de Trabajadores de Productores Bananeros Independientes (Sitrapbi).
El litigio surgió por incumplimiento reiterado de lo pactado en mayo de 2016 con la empresa Ilara Holding Inc, respecto a introducir el acarreo mecanizado en los campos para humanizar las labores, que ahora deben hacer manualmente los trabajadores, dijeron fuentes sindicales.

La medida de fuerza se estableció luego de agotar las dos prórrogas contempladas en el Código de Trabajo para que las partes llegaran a un acuerdo sobre la implementación de los derechos laborales aprobados por las partes, cuyo completamiento debió terminar en enero de 2018.

Gilberto Becker, del Sitrapbi, informó a los periodistas que el esfuerzo extra produce serias afectaciones a la salud de los obreros, quienes se quejan de dolores musculares; pero no lograron acuerdo hasta el momento, a pesar de que desde el miércoles hubo diálogos sindicato-empresa con la mediación del Ministerio del Trabajo.

A través de un riel aéreo, los agrícolas deben tirar mediante una cuerda de una pesada hilera de grandes racimos de banano, para trasladarlos desde los lugares de cosecha hasta las plantas de beneficio, labor para lo cual tradicionalmente se utiliza tracción mecánica o en su defecto animal.

Están en paro unos mil trabajadores de cinco centros de empaque ubicados en la provincia Bocas del Toro, principal zona bananera panameña destinada a la exportación del fruto que se verá afectado en la medida de la extensión del paro.

Changuinola fue escenario en junio de 2018 de otra huelga de unos cuatro mil quinientos trabajadores de 21 fincas bananeras, quienes exigían un pliego de 12 peticiones, entre las cuales estaban mejoras en la seguridad laboral, justicia en el pago de horas extras, implementos adecuados para su labor y restitución de trabajadores expulsados.

En esta zona son recurrentes los conflictos laborales por abusos cometidos por las bananeras, desde épocas de la tristemente célebre la estadounidense United Fruit Company a finales del siglo pasado y sus herederas de estos tiempos.

Fuente: https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=310315&SEO=huelga-bananera-en-panama-para-reclamar-mejoras-laborales
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