Page 1 of 8
1 2 3 8

Trata de personas y macrocriminalidad, una cara del narcoestado

Por: Paloma Fernández Peña

 

Cuando el gobierno, las empresas y el crimen organizado se trenzan con el objetivo de generar esquemas de poder, nace la macrocriminalidad. Su disolución no es fácil en un país como México, que cuenta con los factores ideales para su crecimiento, mismos que dan pie a otras problemáticas como la trata de personas.

Esto explicó la Lic. Narda Andrea Martínez Gutiérrez en la segunda sesión de la Cátedra Ellacuría, SJ, “Macrocriminalidad y trata de personas. Contexto nacional y latinoamericano”. Este espacio formativo es impulsado por Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría, SJ de la IBERO Puebla para analizar el complejo entramado que surge con la mezcla de una crisis de estatalidad y una ciudadanía blanda con problemas sociales y estructurales profundos.

“Lo que se busca es que veamos cómo la trata de personas y las redes de macrocriminalidad me afectan en mi día a día, y que yo puedo ser parte de la problemática”: Lic. Narda Andrea Martínez.

Entre los actores representativos de la macrocriminalidad se encuentran las redes del crimen organizado. Estas son los detonantes de una forma extrema de corrupción, pues gracias al apoyo de agentes gubernamentales y empresariales, capturan el poder público para satisfacer fines privados.

El principal problema en México es que esas redes fracturan al Estado y, por ende, gobiernan todas las regiones del país”. Esta extensión de poder se entiende gracias al concepto de narcoestado, que es la toma y control del país por el narcotráfico, del cual ya no solo forman parte los cárteles, sino también los gobiernos estatales y federales, así como otros actores políticos y empresarios.

El narcotráfico se ha valido de diferentes estrategias para mantenerse vigente y seguir abarcando cada vez más terreno. Acciones como control territorial, captación de menores, narcomenudeo, guerra entre cárteles y uno de los más representativos, la trata de personas.

La trata es vista como un negocio benéfico para estos grupos, pues sus clientes suelen ser las mismas personas que deberían castigar estos actos, como la policía. Las víctimas, principalmente mujeres, niñas y adolescentes, son captadas con la promesa de un trabajo en el narco, y si bien al principio es así, rápidamente son objeto de explotación sexual.

La captación de infancias y adolescentes es una de las problemáticas a las que la Lic. Martínez hace especial énfasis al hablar de crimen organizado, pues son usados como carne de cañón en una guerra inexistente que disminuye su esperanza de vida hasta los 12 años.

Las cifras oficiales dan cuenta de la urgencia: la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) estimó que 30,000 niños, niñas y adolescentes habían sido captados por redes de macrocriminalidad en 2015. Para 2018, esa cifra aumentó a 460,000. La Red por los Derechos de la Infancia en México y el Observatorio Nacional Ciudadano en 2021 reportaron que entre 145,000 y 250,000 infancias y adolescencias estaban en riesgo de ser reclutadas.

Ante este panorama, la experta llamó a su auditorio a reflexionar y analizar la trata de personas desde las redes de macrocriminalidad, pues es en esta esfera que las y los menores de edad suelen ser los más afectados. “Estamos viviendo violencia y altos niveles impunidad, lo estamos palpando en nuestra cotidianidad. Entonces les invito a que estemos pensando en cómo esto nos está afectando”.

Fuente de la información e imagen:  IBERO Puebla

Comparte este contenido:

Cincuenta millones de personas en situación de esclavitud moderna

Por: Eduardo Camín

Proclamar dialécticamente los derechos humanos en su lucha contra el trabajo forzoso significa crear un horizonte de sentido mediante el cual los individuos aislados puedan expresarse, afirmarse a sí mismos como una comunidad de hombres y mujeres libres e iguales

Cincuenta millones de personas vivían en situación de esclavitud moderna en 2021: 28 millones de ellas eran obligados a trabajos forzados y 22 millones estaban atrapadas en matrimonios forzados que, según las últimas “Estimaciones mundiales sobre la esclavitud moderna”, es la antítesis de la justicia social y el desarrollo sostenible.

Estas estimaciones revelan que casi una de cada 150 personas en el mundo se encuentra en esa terrible situación. Peor aún: el número de personas en situación de esclavitud moderna ha aumentado en 10 millones en los últimos cinco años. Las mujeres y los niños siguen siendo desproporcionadamente vulnerables.

La esclavitud moderna se da en casi todos los países del mundo, y atraviesa líneas étnicas, culturales y religiosas. Más de la mitad (52%) de todos los trabajos forzados y una cuarta parte de todos los matrimonios forzados se encuentran en países de renta media-alta o alta.

Trabajo forzoso

La mayoría de los casos de trabajo forzoso (86%) se dan en el sector privado. El trabajo forzoso en sectores distintos de la explotación sexual comercial representa el 63% del total, mientras que la explotación sexual comercial forzosa representa el 23%. Casi cuatro de cada cinco personas sometidas a explotación sexual comercial forzada son mujeres o niñas.

El trabajo forzoso impuesto por el Estado representa el 14% de las personas sometidas a trabajo forzoso. Casi una de cada ocho personas que realizan trabajos forzados son niños (3,3 millones) y más de la mitad de ellos se encuentran en situación de explotación sexual comercial.

Los primeros meses de la pandemia de Covid-19 estuvieron acompañados de numerosos informes sobre el trabajo forzoso vinculado a la crisis. Las perturbaciones de los ingresos a causa de la pandemia provocaron un mayor endeudamiento entre los trabajadores y, con ello, se observó un marcado aumento de la servidumbre por deudas entre algunos trabajadores que carecían de acceso a los canales de crédito formales.

La crisis causó un deterioro de las condiciones de trabajo de tal magnitud que en algunos casos propició el trabajo forzoso de un sin números de trabajadores. Sin embargo, se sabe poco sobre la manera en que han evolucionado los riesgos de trabajo forzoso desde el inicio de la crisis y una vez que se puso fin a los cierres estrictos de los centros de trabajo en la mayoría de los países y la economía mundial comenzó su frágil recuperación.

Subsisten muchos motivos de preocupación al respecto. El Banco Mundial señala que la pobreza extrema —una importante métrica del riesgo de trabajo forzoso— sigue siendo muy superior a la tendencia anterior a la pandemia y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señaló que la recuperación del empleo se ha estancado en una gran parte del mundo.

Por otra parte, sostiene el Informe, las personas en situación de trabajo forzoso son sometidas a múltiples formas de coacción para obligarlas a trabajar en contra de su voluntad. La retención sistemática y deliberada del salario, utilizada por los empleadores abusivos para obligar a los trabajadores a permanecer en un puesto de trabajo por miedo a perder los ingresos acumulados, es la forma más común de coacción, experimentada por el 36 por ciento de las personas en situación de trabajo forzoso.

En segundo lugar, se sitúa el abuso de la vulnerabilidad por medio de amenazas de despido, que experimenta uno de cada cinco trabajadores en situación de trabajo forzoso. Las formas más graves de coacción, como el confinamiento forzoso, la violencia física y sexual y la privación de lo necesario para satisfacer las necesidades básicas son menos comunes, pero no por ello menos importantes.

Matrimonio forzado

Se estima que 22 millones de personas vivían en un matrimonio forzado en un día cualquiera de 2021. Esto indica un aumento de 6,6 millones desde las estimaciones globales de 2016.

La verdadera incidencia de los matrimonios forzados, en particular los que involucran a niños de 16 años o menos, es probablemente mucho mayor de lo que las estimaciones actuales pueden captar; estas se basan en una definición estrecha y no incluyen todos los matrimonios infantiles que se consideran forzados porque el niño no puede dar legalmente su consentimiento para casarse.

El matrimonio forzado está estrechamente vinculado a actitudes y prácticas patriarcales muy arraigadas y depende en gran medida del contexto. La abrumadora mayoría de los matrimonios forzados (más del 85%) fue impulsada por la presión familiar. Aunque dos tercios (65%) de ellos se dan en Asia y el Pacífico, si se tiene en cuenta el tamaño de la población regional, la prevalencia es mayor en los estados árabes, con 4,8 personas de cada 1.000 en la región en situación de matrimonio forzado.

Más de dos tercios de las personas obligadas a casarse son mujeres. Esto equivale a unos 14,9 millones de mujeres y niñas. Pero los hombres y los niños también son objeto de esta práctica. Tres de cada cinco personas que viven en condiciones de matrimonio forzoso lo hacen en países de ingresos medianos bajos. Sin embargo, las naciones más ricas no son inmunes a este flagelo, ya que el 26 por ciento de los matrimonios forzosos ocurren en países de ingresos altos o de ingresos medianos altos.

Los miembros de la familia son los principales responsables de la gran mayoría de matrimonios forzosos. La mayoría de las personas que declararon sobre las circunstancias de un matrimonio forzoso señalaron que fueron obligadas a casarse por sus padres (73 por ciento) u otros familiares (16 por ciento)

Los migrantes, especialmente vulnerables al trabajo forzoso

Los trabajadores migrantes tienen tres veces más probabilidades de realizar trabajos forzados que los trabajadores adultos no migrantes. Si bien la migración laboral tiene un efecto ampliamente positivo en las personas, los hogares, las comunidades y las sociedades, este hallazgo demuestra cómo los migrantes son especialmente vulnerables al trabajo forzoso y a la trata de personas, ya sea por la migración irregular o mal gobernada, o por las prácticas de contratación injustas y poco éticas.

“Es escandaloso que la situación de la esclavitud moderna no mejore. Nada puede justificar la persistencia de este abuso fundamental de los derechos humanos”, dijo el Director General de la OIT, Guy Ryder. “Sabemos lo que hay que hacer, y sabemos que se puede hacer. Es fundamental contar con políticas y regulaciones nacionales eficaces. Pero los gobiernos no pueden hacerlo solos. Las normas internacionales proporcionan una base sólida, y es necesario un enfoque que incluya a todas las partes. Los sindicatos, las organizaciones empresariales, la sociedad civil y los ciudadanos de a pie tienen un papel fundamental que desempeñar”, añadió.

António Vitorino, Director General de la OIM, dijo que este informe subraya la urgencia de garantizar que toda la migración sea segura, ordenada y regular. “La reducción de la vulnerabilidad de los migrantes al trabajo forzoso y a la trata de personas depende, en primer lugar, de marcos políticos y jurídicos nacionales que respeten, protejan y hagan realidad los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos los migrantes -y de los migrantes potenciales- en todas las etapas del proceso migratorio, independientemente de su situación migratoria”, señaló.

Añadió que “toda la sociedad debe colaborar para revertir estas impactantes tendencias, incluso mediante la aplicación del Pacto Mundial sobre Migración“.

Grace Forrest, directora fundadora de Walk Free, señaló que “la esclavitud moderna es la antítesis del desarrollo sostenible. Sin embargo, en 2022, sigue apuntalando nuestra economía mundial. Es un problema creado por el hombre, relacionado tanto con la esclavitud histórica como con la persistente desigualdad estructural. En una época de crisis agravadas, una auténtica voluntad política es la clave para acabar con estos abusos de los derechos humanos.”

Acabar con la esclavitud moderna

El informe propone una serie de medidas que, tomadas en conjunto y con rapidez, supondrían un avance significativo para acabar con la esclavitud moderna. Entre ellas se encuentran mejorar y hacer cumplir las leyes y las inspecciones de trabajo; poner fin al trabajo forzoso impuesto por el Estado; reforzar las medidas para combatir el trabajo forzoso y la trata de personas en las empresas y las cadenas de suministro; ampliar la protección social, y reforzar las protecciones legales, incluida la elevación de la edad legal para contraer matrimonio a los 18 años sin excepción.

Otras medidas son abordar el mayor riesgo de trata y trabajo forzoso para los trabajadores migrantes, promover la contratación justa y ética, y un mayor apoyo a las mujeres, niñas y personas vulnerables.

Una vez más nos vemos sometido frente al problema de fondo relativo a los derechos humanos que no es tanto el de denunciarlos como concepto deliberativo, sino el de protegerlos y aplicarlos, pues la cuestión de su fundamentación ya ha sido resuelta por la Declaración Universal de 1948 de Naciones Unidas.

Además, la propia Conferencia General de la Organización Internacional del Trabajo, congregada en Filadelfia en su vigésima sexta reunión, adoptó el 10 de mayo de 1944, la Declaración de los fines y objetivos de la Organización Internacional del Trabajo y de los principios que debieran inspirar la política de sus miembros.

La Conferencia reafirmó los principios fundamentales sobre los cuales está basada la Organización y, en especial, los siguientes: el trabajo no es una mercancía; la libertad de expresión y de asociación es esencial para el progreso constante; la pobreza, en cualquier lugar, constituye un peligro para la prosperidad de todos.

Asimismo, reafirmó la lucha contra la necesidad debe proseguirse con incesante energía dentro de cada nación y mediante un esfuerzo internacional continuo y concertado, en el cual los representantes de los trabajadores y de los empleadores, colaborando en un pie de igualdad con los representantes de los gobiernos, participen en discusiones libres y en decisiones de carácter democrático, a fin de promover el bienestar común

Conviene recordar entonces, de manera sinóptica, que el despliegue de la idea de dignidad humana en tanto núcleo central de los derechos humanos abarca el concepto de trabajo forzoso, y por ende el concepto derivado de la esclavitud moderna.

Proclamar dialécticamente los derechos humanos en su lucha contra el trabajo forzoso significa, fundamentalmente, crear aquel horizonte de sentido mediante el cual los individuos aislados pueden expresarse, afirmarse a sí mismos como una comunidad de hombres libres e iguales. Claro, se trata de la autoproclamada democracia del capitalismo. “Esa” de libertades y privilegios pero para unos pocos, es decir, de una cierta idea de dignidad humana, reñida con la realidad, que esbozan los informes.

Fuente de la información e imagen: https://www.alai.info/

Comparte este contenido:

¿Qué significa ser víctima de la esclavitud moderna?

El trabajo forzoso en el contexto doméstico, en la industria de la construcción y la agricultura, así como la explotación sexual siguen siendo formas comunes de esclavitud moderna.

Hombres, mujeres y niños en todo el mundo son obligados a trabajar en sitios de construcción, en tiendas, en granjas o en casas como empleadas domésticas. La esclavitud moderna implica robar el trabajo de millones de personas para que otros obtengan ganancias. Esto significa despojar a las víctimas de participar plenamente en la vida política y económica de nuestra sociedad y, por ende, de sus derechos humanos.

Así lo describió el exdirector del Centro para la Investigación de Políticas de la Universidad de las Naciones Unidas, James Cockayne, en entrevista para teleSUR.

Cockayne aseveró que actualmente toda forma de esclavitud moderna es ilegal, pero seguimos viendo estas prácticas en todos los países del mundo. Sin embargo, poco a poco la sociedad ha empezado a entender el costo que tiene la esclavitud para toda la humanidad y su sustentabilidad.

«Cada vez entendemos más que al mantener a millones de personas fuera de la plena participación en la vida política y económica, perdemos el impacto positivo que traerían a la actividad económica y al incremento del desarrollo social», explicó.

La esclavitud no fue abolida, evolucionó

«La esclavitud moderna es un término utilizado para describir una serie de delitos y violaciones de las normas legales, todo lo cual implica tratar a otra persona como si fuera propiedad», detalló Cockayne.

El investigador de Naciones Unidas indicó que si bien la esclavitud tradicional fue abolida, en la actualidad persisten formas de explotación como trabajo forzoso, explotación sexual para fines comerciales y matrimonio forzoso «en el que una persona se comporta como si la otra persona es su propiedad».

En este sentido, el trabajo forzoso en la agricultura y el tráfico de personas para la explotación tienen a menudo a migrantes como víctimas, indicó Cockayne.

Cifras de la esclavitud moderna

De acuerdo a la «Estimación mundial sobre la esclavitud moderna: Trabajo forzoso y matrimonio forzoso», hasta 2016 había alrededor de 40,3 millones de personas sometidas a la esclavitud moderna, es decir, 5,4 víctimas por cada 1.000 personas en todo el mundo. Asimismo, 1 de cada 4 son niños.

La cifra incluye 24,9 millones de personas en trabajo forzoso, de las cuales 16 millones son explotadas en el trabajo doméstico, la industria de la construcción o la agricultura. Mientras que 4,8 millones son víctimas de la explotación sexual forzosa y otras 4 millones se encuentran en situación de trabajo forzoso impuesto por el Estado.

Además, las niñas y mujeres son especialmente vulnerables, pues ellas representan el 99 por ciento de las víctimas en la industria sexual comercial y el 58 por ciento en otros sectores. A esto se añade que hay 15,4 millones de víctimas del matrimonio forzoso.

La ONU publicó un mapa interactivo para conocer la prevalencia de la esclavitud moderna en todas las regiones del mundo. Para explorar el mapa entra aquí.

Esclavitud en la cadena de suministro y valor

La esclavitud moderna a menudo tiene lugar en las cadenas de suministro y de valor nacionales e internacionales de las empresas, dijo Cockayne. Esto ocurre porque todo tipo de productos, como computadoras, teléfonos, ropa, cosméticos y hasta alimentos, están siendo fabricados por personas sometidas a trabajo forzoso en todos los rincones del planeta, utilizando materias primas que son extraídas por más víctimas de la esclavitud moderna.

Los países en vías de desarrollo suelen ser los lugares donde se halla mano de obra barata. Luego, estos bienes y servicios son trasladados a países desarrollados para su consumo. De esta forma, la esclavitud moderna se convierte en una consecuencia del actual sistema económico globalizado. Es aquí donde el rol de las empresas adquiere gran importancia.

Cockayne aseveró que las empresas tienen la obligación de identificar los riesgos en sus cadenas de suministro y valor para evitar que sus productos sean creados e importados con mano de obra esclava. Pero también es esencial que se compromentan a eliminar esos riesgos. «No es suficiente simplemente alejarse del riesgo, porque si una empresa encuentra el riesgo de esclavitud moderna y termina la relación con el proveedor, el proveedor encontrará a otro cliente», explicó.

Pese a las altas cifras de esclavitud moderna, el investigador de la Universidad de Naciones Unidas considera que la ciudadanía, los gobiernos y el sector corporativo cada vez prestan más atención a los derechos humanos y buscan eliminar los riesgos para las personas de quedar atrapadas en la esclavitud moderna.

Por otro lado, Cockayne aseveró que los consumidores también pueden ayudar. El primer paso es «simplemente generar consciencia sobre el tema y comprender cómo el sistema en el que todos participamos continúa apoyando la esclavitud moderna».

El segundo paso es revisar las opciones de consumo. «Cuando se compra un par de jeans, preguntarse de dónde proviene el algodón y si hubo trabajo infantil implicado en la producción». Esta manera de ver el mundo como consumidores puede resultar abrumadora, admitió Cockayne, pero el propósito es pensar en el origen y fabricación de todo lo que damos por sentado, de forma que empecemos a batallar contra la esclavitud moderna.

Alianza 8.7, unión contra la esclavitud

«Hace aproximadamente cuatro años, todos los países del mundo se comprometieron con la Agenda 2030 y esta incluye una lista de 17 objetivos de desarrollo sostenible y uno de esos objetivos, el número ocho, es sobre el trabajo decente para todos, el cual incluye la Meta 8.7, que se centra en adoptar medidas efectivas para terminar con la esclavitud moderna para 2030», relató Cockayne.

Así nació la Alianza 8.7, una hermandad global cuyo propósito se concentra en lograr cumplir la Meta 8.7, la cual establece lo siguiente: «Tomar medidas inmediatas y eficaces para erradicar el trabajo forzoso, poner fin a las formas modernas de esclavitud y la trata de seres humanos, y asegurar la prohibición y eliminación de las peores formas de trabajo infantil, incluidos el reclutamiento y la utilización de niños soldado y, a más tardar en 2025, poner fin al trabajo infantil en todas sus formas.»

Cocakyne, quien también es directo del proyecto Delta 8.7, la plataforma de conocimiento de la Alianza 8.7., especificó que se trata de «un grupo de todos los actores que están trabajando para abordar la esclavitud moderna», junto a países, sociedad civil, sindicatos y empresas.

Además de la Alianza 8.7, las Naciones Unidas cuenta con diversas agencias como la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que aborda la adopción de leyes y programas contra el trabajo forzoso; el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), «que se enfoca en los riesgos para los niños, la trata y el trabajo infantil, todo lo cual cae bajo la esclavitud moderna».

Mientras que la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) se concentra en los problemas de la trata de personas, especialmente a través de las fronteras.

La esclavitud moderna no tiene solución a corto plazo y tampoco depende únicamente de políticas gubernamentales. Se trata de una lucha que requiere la acción de todos los sectores de la sociedad, incluidos los consumidores, que pueden convertirse en agentes de cambios.

Fuente de la información e imagen: https://www.telesurtv.net

Comparte este contenido:

Costa Rica y Panamá desarticulan organización de explotación infantil

Las autoridades de Costa Rica y Panamá desarticularon este jueves una organización criminal dedicada a la explotación sexual de menores de edad y rescataron a 5 víctimas panameñas.

El operativo, a cargo de la Policía de Migración de Costa Rica y la Policía Nacional de Panamá, se llevó a cabo en localidades de ambos países en la zona fronteriza y dio como resultado la detención de tres sospechosos- dos en Panamá y uno en Costa Rica.

Las autoridades llevan a cabo este jueves 4 allanamientos en Costa Rica y 8 en Panamá, y de acuerdo con la información de las autoridades costarricenses, en Panamá fueron rescatadas 5 víctimas menores de edad.

La banda cruzaba a las menores de Panamá a Costa Rica y las trasladaba hacia un taller mecánico o a una vivienda ubicada en la localidad de Corredores, donde se cometían los abusos sexuales y se grababa material con contenido pornográfico, detalló la Policía de Migración.

El subdirector de la Policía de Migración de Costa Rica, Alonso Soto, explicó en declaraciones a los periodistas que la operación se denomina “Luz de Esperanza” y que se originó luego de información recibida por el Ministerio Público de Panamá, que posteriormente coordinó con su par costarricense.

“Se logra la detención del principal sospechoso a quien se le persigue por los delitos de trata de personas con fines de explotación sexual, difusión de pornografía infantil y corrupción de menores, entre otros”, dijo Soto.

La Policía de Migración solo identificó al detenido en Costa Rica, quien es un hombre costarricense de apellidos Ulate Picado. Los cargos que se le imputan se castigan con penas que van desde los 8 a los 16 años de cárcel.

El caso sigue en proceso, por lo que las autoridades no descartan más detenciones en las próximas horas.

Fuente: https://elnacional.com.do/costa-rica-y-panama-desarticulan-organizacion-de-explotacion-infantil/

Comparte este contenido:

Carlos Sanguino: Niñas que sufren, niñas que luchan contra la violencia sexual

El relato de vida de Nzadi está lleno de terror y miedo, y quizá por ello habla con voz serena y sabia. Su voz es una de tantas voces de niñas que han sufrido violencia sexual en todo el mundo, y que sufren terribles violaciones de derechos humanos en conflictos armados en lugares como Afganistán, Níger o Nigeria.

La violencia sexual se ceba con las niñas en todo el planeta. Según Naciones Unidas, la violación y el abuso sexual afectan a cerca de 1.000 millones de mujeres y niñas a lo largo de su vida. La Organización Mundial de la Salud afirma que el 35% de las mujeres de todo el mundo han sufrido violencia física y/o sexual por parte de su pareja o violencia sexual fuera de la pareja.

Según Unicef, alrededor de 120 millones de niñas, algo más de una de cada 10, han sufrido “relaciones sexuales forzadas u otros actos sexuales forzados” en algún momento de su vida. En algunos países como Indonesia, Singapur, Jordania o India las relaciones sexuales forzadas de una niña por parte de su marido son legales. El abuso sexual de menores está marcado por el género, ya que en torno al 90% de los autores son hombres y las niñas suelen presentar tasas de abuso entre dos y tres veces superiores a las de los niños.

La guerra contra las niñas

“Estaba pasando por la calle y empezaron a llamarme, yo me negué a ir. Entonces me dijeron que si me negaba me matarían. Sacaron un cuchillo y unas pistolas, no tenía otra opción, acepté porque eran muchos hombres, pero fue su jefe el que los había enviado para que fueran a llamarme porque quería tener relaciones sexuales conmigo (…). Era un hombre muy mayor, yo tenía solo 15 años. No es normal que un hombre mayor se acueste con una niña de 15, pasé demasiado miedo”.

Las palabras guerra e infancia no deberían estar nunca unidas, pero por desgracia ocurre con frecuencia. La violencia sexual se utiliza como arma de guerra contra la infancia y sus familias para aterrorizarlos e intimidarlos, a menudo con fines políticos y militares. En otras ocasiones se utiliza para realizar limpiezas étnicas o castigar a la población civil por su presunto apoyo a las fuerzas opositoras.

En algunos países como Indonesia, Singapur, Jordania o India las relaciones sexuales forzadas de una niña por parte de su marido son legales

Según Save the Children, 72 millones de niños y niñas —el 17% de los 426 millones que viven en zonas de conflicto a nivel mundial, es decir uno de cada seis— viven cerca de grupos armados que ejercen violencia sexual contra ellos. El riesgo de sufrir violencia sexual por parte de la infancia es casi diez veces mayor ahora que hace 30 años (8,5 millones en 1990). El 98% de las víctimas son niñas.

El tránsito a las escuelas

Cuando una menor de edad prepara cada mañana su cartera para ir al colegio, espera divertirse con sus compañeras de clase, aprender cosas nuevas y jugar en el recreo. ¿O no? ¿Acaso teme por su seguridad, tiene miedo de sufrir tratos humillantes y violentos y espera simplemente superar un día más?

Las escuelas son un reflejo de la sociedad. Las mismas formas de violencia —física, sexual y psicológica— que las mujeres sufren a lo largo de su vida están ya presentes en el día a día de muchas niñas, tanto en sus centros escolares como en torno a ellos. Aunque la mayoría de los casos de violencia sexual se producen en el entorno más cercano, a manos de familiares y conocidos, también a diario, hay niñas que son agredidas o que sufren violencia sexual de camino a la escuela. En países azotados por la guerra, hay quienes son secuestradas por grupos armados, y algunas resultan heridas o muertas cuando se dirigen a su centro escolar o cuando este es blanco de ataques.

En África subsahariana la violencia sexual expone a las niñas al riesgo de embarazos no deseados, con posibles implicaciones perjudiciales para su propia salud y la del bebé. En Suazilandia, el 17,4% de las niñas de 13 a 17 años han sido expulsadas de las escuelas por haber sido obligadas a mantener relaciones sexuales. Una quinta parte de estas violaciones tuvo lugar en la escuela o de camino a ella.

El peligro está en casa

Un total de 15 millones de niñas adolescentes de 15 a 19 años han experimentado relaciones sexuales forzadas en todo el mundo. En la inmensa mayoría de los países, las adolescentes son el grupo con mayor riesgo de verse forzadas a mantener relaciones sexuales (u otro tipo de actos sexuales) por parte de su marido, pareja o novio actual o anterior. De acuerdo con los datos disponibles para 30 países, tan solo un 1% de ellas ha pedido alguna vez ayuda profesional.

En numerosas ocasiones, la violencia es ejercida por los propios familiares. En la capital de Nicaragua (Managua), ocho de cada 10 víctimas de agresiones sexuales son niñas y adolescentes. Dos tercios de las jóvenes afganas no están escolarizadas, el 80% siguen siendo analfabetas, más de la mitad ha sufrido violencia machista en su propia familia y el 75% afrontan matrimonios forzosos, en muchos casos antes de los 16.

Niñas refugiadas

“Me acosaron mucho. Un contrabandista fue muy insistente. Me dijo: ‘Te enviaré a Alemania en avión, pero dame a tu hija’. Por supuesto, no lo hice, pero sigo teniéndoles miedo”.

Hay alrededor de 26 millones de personas refugiadas en el mundo, y las niñas y mujeres representan la mitad del total. Esta cifra nos confirma que, lamentablemente, todos los años miles de ellas huyen de sus países de origen buscando refugio en nuevos lugares para escapar de amenazas internas, como la violencia y la persecución, guerras civiles o falta de oportunidades económicas, entre otros. Y cuando no pueden salir del país la situación no es mejor. En Afganistán, en torno a cinco millones de personas se han visto desplazadas internamente por el conflicto, el 80% son mujeres, niñas y niños.

Al dejar su hogar no solo arriesgan su vida y se exponen —mucho más que los adultos— a ser víctimas de explotación, sino que también se separan de todo lo que les resultaba familiar y cercano: sus amigos, sus juegos, sus comidas, sus familiares y su escuela. Cuando una niña se convierte en refugiada, tendrá la mitad de posibilidades de cursar educación secundaria.

¿Cómo podemos mejorar la vida de estas niñas?

Los retos que tenemos por delante para lograrlo en todo el mundo son complejos. Diez agencias internacionales proponen un conjunto de medidas que abarcan siete esferas de intervención.

Por otro lado, Naciones Unidas plantea estas recomendaciones en los Objetivos de Desarrollo Sostenible:

  • Poner fin a todas las formas de discriminación contra todas las mujeres y las niñas en todo el mundo
  • Eliminar todas las formas de violencia contra todas las mujeres y las niñas en los ámbitos público y privado, incluidas la trata y la explotación sexual y otros tipos de explotación
  • Eliminar todas las prácticas nocivas, como el matrimonio infantil, precoz y forzado y la mutilación genital femenina
  • Aprobar y fortalecer políticas acertadas y leyes aplicables para promover la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas a todos los niveles

Pese a todo, numerosas niñas en todo el mundo deciden plantarle cara al futuro y tener una vida mejor. Su resiliencia y coraje nos anima año tras año a seguir apoyándolas en su lucha por sus derechos humanos y por una vida mejor. Jamás es tarde para una persona.

Comparte este contenido:

¿Jóvenes con o sin derechos?

Por: Tahira Vargas García 

La marcada tendencia en muchas familias e instituciones educativas de un ejercicio de poder autoritario hacia la juventud se expresa en las restricciones a su inserción en espacios de recreación, vestimenta y manejo de su cuerpo.

Recientemente se celebró el día nacional de la juventud. En estudios realizados con jóvenes de ambos sexos en comunidades rurales y urbanas se muestran conflictos con la población adulta por violaciones a sus derechos de expresión y ejercicio de libertad. La marcada tendencia en muchas familias e instituciones educativas de un ejercicio de poder autoritario hacia la juventud se expresa en las restricciones a su inserción en espacios de recreación, vestimenta y manejo de su cuerpo.

La juventud tiene derecho en una sociedad democrática a ser  y actuar en forma diferente libre de estigmas sociales que la discriminen como el de ‘delincuente” (casos de aretes, collares o peladas) o de “puta  y cuero” (caso de pantalones apretados, escotes). Los espacios desde donde se violan los derechos de la juventud son muchos, algunos de los cuales emergen en nuestros estudios son:

  • Hogar-relaciones de padres/madres/personas adultas responsables y jóvenes
  • Centros Educativos
  • Iglesias y grupos religiosos
  • Espacios públicos, calles, callejones y parques
  • Discriminación contra la población joven: negra, dominicana de ascendencia haitiana, lesbiana-gay-transexual, masculina-pobre, madre adolescente o adolescente embarazada, trabajadora sexual.
  • Represión y violencia de la policía nacional contra la población joven de sexo masculino de los sectores pobres

Tanto en el hogar, en la calle como en los centros educativos se educa con represión, con sanciones y prohibiciones permanentes que se convierten en las orientaciones principales dirigidas a esta población, las cuales generan rebeldía, violencia y resistencia.

El derecho a decidir sobre el cuerpo que demandan continuamente y actualmente con mayor fuerza, encuentra una gran barrera social fortalecida por algunas instituciones religiosas fundamentalistas. La comprensión de que el cuerpo es un espacio íntimo, privado cuyo control es individual no colectivo es parte de esa tensión permanente. Lamentablemente en nuestra sociedad las adolescentes, jóvenes y mujeres sufren acoso, violencia sexual e imposiciones con respecto a la continuación de embarazos no deseados que generan frustraciones, violencia y muchas veces suicidios.

La inexistencia de una construcción del sentido de responsabilidad se debe a la ausencia de libertad. Las personas adultas (Padres/madres, abuelos/as tías/os, docentes, líderes religiosos y sociales)  tienen miedo de ofrecerle a la juventud espacios de libertad donde tomen sus propias decisiones y tengan control sobre lo que hacen. El miedo se extiende hacia la conciencia de derechos, lo que se les niega y con ello se genera una gran brecha intergeneracional.

Ofrecerle libertad a la población joven no la convierte en delincuente ni genera conductas autodestructivas (adicciones, suicidios) por el contrario, la convierte en entes socialmente responsables. Jóvenes en actividades delictivas, víctimas de explotación sexual se han socializado en el autoritarismo y la violencia no en la libertad.

La juventud está generando cambios en nuestra sociedad desde micro espacios en el territorio, a nivel local y social. Cambios que apuntan a la horizontalidad y respeto hacia la diversidad en todas sus manifestaciones: sexual, religiosa, racial, artística y cultural. Se necesita escuchar y conocer las voces de las adolescentes y jóvenes que demandan sus derechos sexuales y reproductivos y que en estos momentos requieren no ser condenadas, encarceladas o castigadas por detener un embarazo producto de una violación sexual.

Suficientes condenas, maltratos y sufrimientos viven las adolescentes y jóvenes en nuestra sociedad rompiendo estigmas y barreras al desarrollo, cuando deciden interrumpir un embarazo porque han sufrido una violación sexual deben ser escuchadas y no castigadas.

Fuente e Imagen: https://acento.com.do/opinion/jovenes-con-o-sin-derechos-8910864.html

Comparte este contenido:

Miseria y explotación sexual

Por: lahora.com.ec

La pandemia incrementó el número de víctimas de trata de seres humanos y, en América del Sur, el 64% de ellas son mujeres y niñas que se utilizarán en el creciente negocio internacional de explotación sexual.

Preocupa no solo la invisibilidad del tema en el debate nacional, sino la poca difusión de las acciones que toman las autoridades para enfrentar este problema que no solo es social, sino que implica fuertes lazos con redes de crimen organizado y carteles de narcotráfico que, sabemos, operan a sus anchas en el país.

El Informe anual sobre la Trata de personas, elaborado por la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito, detalla cómo la pandemia exacerbó la explotación sexual, ensañándose -como en otros aspectos- con mujeres y niñas. Ya entre 2016 y 2018, la explotación sexual en sudamérica aumentó del 58% al 64% de las víctimas de tráfico humano.

Existe una relación directa entre el PIB por habitante y la vulnerabilidad de las ciudadanas. Venezuela, que ostenta el segundo PIB per cápita más bajo del hemisferio y cuya situación se ha deteriorado en la última década, es evidencia de esta relación perversa.

El ingreso por habitante de Ecuador, en el puesto 21 de 32 en el ranking del FMI en las Américas, y roza los $6.200 ($516 mensuales), pone al país en una situación vulnerable, por el brutal desempleo, deficiente acceso a la educación y limitadas oportunidades a futuro.

Es una realidad por demás cercana; mujeres y niños con frecuencia desaparecen de todos los rincones del país, para nunca ser encontrados. Las alertas y causas son claras, la prevención empieza por la educación y el empleo.

Los grandes eventos no hacen al héroe o al coberte, solo lo sacan a la luz.” Brooke Foss Westcott (1825-1901) Teólogo y obispo británico.

No sobrevive la especie más fuerte ni la más inteligente, sino la que mejor se adapta al cambio.” Charles Darwin (1809-1882) Naturalista y biólogo inglés.

Fuente: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102339742/miseria-y-explotacion-sexual

Comparte este contenido:
Page 1 of 8
1 2 3 8