Las Naciones Unidas denunciaron este martes (02 de febrero) que la pandemia de la Covid-19 impulsa la trata de personas a nivel mundial, un tipo de esclavitud moderna que afecta especialmente a mujeres y en la que en los últimos 15 años creció la explotación de menores.
Las niñas suelen ser explotadas sexualmente, mientras que los niños acaban en trabajos forzados, según el Informe Global sobre Trata de Personas de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (Onudd).
Desde abusos sexuales a tráfico de órganos
La trata es un delito que consiste en captar, trasladar y retener a una persona mediante la fuerza o la amenaza para explotarla durante largos periodos de tiempo.
Las personas más vulnerables económica y socialmente son las que tienen mayor riesgo de caer en las redes de trata, que se aprovechan de esas circunstancias. Uno de los casos más visibles es el de Venezuela.
Aunque la explotación sexual es la más común, otras víctimas sufren trabajos forzados en agricultura, pesca o minería, condiciones de esclavitud en trabajos domésticos o son obligadas a cometer delitos, mendigar o incluso sometidas a extracciones de órganos.
En América Latina
En América Latina la gran mayoría de las víctimas de trata son mujeres y niñas explotadas sexualmente, aunque en algunos países, como Argentina y Chile, los casos de trabajos forzados son mayoritarios.
Los hombres representan la mayoría de los procesados por este delito en Sudamérica. El 84 % de los condenados son nacionales del país en el que deben cumplir sentencia. De las más de 3.400 víctimas rescatadas en 2018 en América del Sur de esta forma de esclavitud moderna, el 69% eran mujeres, el 5% niñas, mientras que los hombres representaban el 25% y los niños el 1%, según Onudd.
La explotación sexual era el delito más frecuente con el 64%, mientras que los trabajos forzados suponían el 35%, y el 1% restante estaba sometido a otros tipos de explotación.
Fuente e Imagen: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102339735/la-pandemia-impulsa-la-trata-de-personas-
Un caso en Brasil evidencia la persistencia de intolerables casos de abuso de los derechos humanos.
La mirada sobre la esclavitud ha adquirido notoriedad en los últimos años a partir de los ataques a figuras de esclavistas que, como se ha analizado largamente, no pueden ser juzgados bajo la ética y las normas del presente. Que el tráfico de esclavos fue un capítulo aterrador, nefasto y aún no superado es una cuestión siempre digna de revisitar, aunque asumiendo ese principio de extemporaneidad que lo sitúe en su perspectiva histórica. Lo que sí requiere una mirada muy exigente del presente es la herencia viva de la esclavitud que perdura entre nosotros. Mucho más extensa de lo que se suele considerar y con tentáculos enormes en todos los contextos.
El rescate de Madalena Gordiano, una brasileña captada por una familia del Estado de Minas Gerais cuando apenas tenía ocho años y pedía limosna, en cuyo seno ha servido casi 40 años como criada sin sueldo, sin derechos, sin educación e incluso explotada económicamente como un activo bajo su propiedad, debe remover conciencias. Y abrir debates.
Gordiano, que al ser liberada en noviembre tras la denuncia de un vecino tenía 46 años y se expresaba con dificultad, es un símbolo del legado de la esclavitud que pervive en Brasil, el último país americano en abolirla después de 350 años de una explotación que dejó una herencia aún insoportable. Se trata de un caso extremo que está en manos de los jueces, pero nos recuerda que la explotación a personas sin recursos —especialmente si son mujeres— y sin el poder que da la raza blanca corroe nuestro universo.
En Brasil, los negros y mestizos, herederos de los africanos, constituyen el 56% de la población, pero su esperanza de vida, sus ingresos, su formación y seguridad es sensiblemente menor a la de la población blanca. El 75% de las víctimas de asesinato son negros o mestizos. En los últimos 25 años, en Brasil han sido rescatadas 55.000 personas de trabajos esclavos, labor más complicada en el caso de las criadas.
La desigualdad a la que condujo el esclavismo y que pervive en la actualidad forma parte de los debates abiertos en el continente americano, desde las protestas del Black Lives Matter en Estados Unidos a la mencionada ofensiva contra las estatuas esclavistas. Pero la fenomenología del abuso de derechos básicos con sabor a esclavitud del siglo XXI es plural y en muchos casos no tiene que ver con un componente racista, desde los niños soldados hasta la explotación sexual o trabajos forzosos de distinta índole. La línea de avance que une el Renacimiento, la Ilustración, la Declaración Universal de Derechos Humanos y otras conquistas más recientes tiene todavía recorrido por delante, incluso en los países más avanzados. No cabe complacencia de ninguna clase.
¿Cómo educar a una sociedad para que no explote sexualmente a los niños, o no permita que suceda? Hablamos con Mayerlín Vergara, quien ganó el Premio Nansen (considerado el Nobel Humanitario) por su trabajo de dos décadas rescatando a niñas y niños explotados sexualmente en Colombia.
Las cifras no son exactas, pero se calcula que en el país, hay unos 35,000 niños, niñas y adolescentes que están siendo explotados sexualmente en este momento. De esos, prácticamente la mitad –un 45%– son menores de 11 años. Según la ONG Children Change, es difícil tener cifras exactas porque un gran número de casos no se reportan, o porque a menudo a estos niños se les entregan documentos de identidad con fechas de nacimiento falsas para que parezcan mayores.
¿Quiénes son los adultos alrededor de estos 35.000 niños? ¿Están siendo quienes los explotan? ¿Se están haciendo los de la vista gorda? Mayerlín Vergara se dio cuenta de que esto era un problema extendido y silenciado desde que tiene 18 años, cuando comenzó a dar clases de primaria en Cali y se dio cuenta de que la pobreza, la desigualdad y el hambre hacía aún más vulnerables a los niños a caer en manos de proxenetas.
Maye, como le dicen cariñosamente, es docente y una psicoorientadora de Sahagún (Córdoba) que lleva dos décadas atendiendo a niños, niñas y adolescentes de Colombia víctima de las redes de trata y explotación sexual que funcionan en Barranquilla, Cartagena y La Guajira en la Fundación Renacer, una ONG que se dedica a ayudar a niños víctimas de explotación sexual, muchos de los cuales son refugiados.
Parte de su experiencia y activismo dio como resultado dos medidas legislativas en la protección de los derechos de los niños: la pena mínima obligatoria de 14 años de prisión para personas condenadas por facilitar e instigar a la explotación sexual de niños y la Ley 1336, que ordena que hoteleros y empresarios adopten códigos de conducta y se ordena la extinción de dominio para empresas y hoteles que faciliten la explotación sexual de niños y niñas, se crea el delito de proxenetismo y se castiga la tenencia de pornografía infantil.
Fue galardonada la semana pasada con el Premio Nansen para los Refugiados por su trabajo ayudando a niñas y niños sobrevivientes de violencia sexual, y educando a una sociedad de adultos para que evite y denuncie la violencia sexual contra los menores a través de talleres, pedagogías y caminando los barrios, burdeles y bares en donde están estos niños. ¿Cómo se educa una sociedad para que cuide y no abuse de los niños que también la integran? Hablamos con ella.
¿Cómo se convirtió en activista contra las redes criminales de explotación sexual a niños?
Yo comencé como maestra en el Distrito de Agua Blanca, en Cali. Allí habian niños con muchas vulneraciones y maltrato, pero comencé a ver que ese salón quedaba muy chiquito, que había otros problemas con los niños afuera de mi aula. Y sentía que las tablas de multiplicar para muchos no era útil en medio de su contexto tan difícil, y me mudé a Cartagena. Ahí vi en la calle a dos niños consumiendo bóxer y pegamento y me partió el alma en dos. Ahí vi un anuncio en el periódico que buscaba una psicopedagoga para trabajar de noche con niños y niñas.
¿Para ese entonces sabía algo sobre explotación sexual?
Nada. Tenía mi bachillerato pedagógico de La Normal Nacional para Señoritas de Sahagún. A la persona que me entrevistó le dije que los niños necesitaban una persona que los escuchara y así comencé en la Fundación. Así comencé a conectarme con su dolor y con sus sueños. Eso era 1999. Comencé a estudiar sociología en la Universidad del Atlántico y trabajaba de noche con los niños.
¿Cómo describiría el trabajo que hace con los niños?
Tenemos un equipo con el que trabajamos en la calle. Nos vamos a las comunidades y a los escenarios que ya tenemos identificados como de rumba, en donde hay dinámicas de explotación sexual. Uno va en la madrugada o en la noche. Y hay distintas estrategias porque cada barrio o cada comunidad es distinto. Nos vamos encontrando con los niños en el parque, nos tomamos una gaseosa, y así. Ese diálogo es fundamental porque les hace ver que estamos genuinamente interesados en ellos. Es un diálogo con afecto y atención.
¿Y los adultos alrededor de estos niños, a dónde están mirando?
Las mamás, los papás y los docentes son quienes están en conexión directa con ellos, pero muchos no saben ver cuando estos niños están siendo explotados. Ya uno con los años va formando una red de protección en donde se reportan los casos y entre todos buscamos la manera de proteger a ese niño o niña, los llevamos a la casa hogar que tenemos, les hacemos saber que es un espacio seguro.
¿A dónde va usted en búsqueda de estos niños?
Afuera de los colegios hay proxenetas al acecho, o ahora es distinto porque existen las redes sociales. En pandemia sobre todo los abusadores reforzaron su presencia digital. A los niños de mi generación nos dijeron: “cuidado con la gente que le ofrezca dulces, cuidado con los extraños”. Hoy habría que decirle a los niños “ojo con los videojuegos, ojo con jugar en línea con quien no conoces. Un niño de 14 puede ser un tipo de 40 años, no envíes fotos de tu cuerpo, ni en vestido de baño”. Esa es una charla que pocos niños reciben.
¿La internet ha afectado su trabajo de calle con los niños?
No hay que satanizar el internet. Al final la explotación sigue sucediendo en la vida real. Peligroso es que haya niños desvinculados del sistema escolar, y que haya una alta permanencia en calle. Con estos niños hay problemáticas de uso de sustancias psicoactivas. Pero en ambos casos hay cosificación de sus cuerpos, impactos emocionales profundos. Los explotadores que compran los cuerpos de los niños y niñas los ven como objetos, los alquilan, creen que con dinero pueden dominar o manipularlos porque está pagando o dando algo a cambio.
¿Cómo cambiar esa cultura que ve normal comprar cuerpos de niños y niñas?
Es una tragedia la verdad. En ciudades como Cartagena, Medellín te das cuenta de que hay gente sensibilizada porque ha estado en formaciones, porque sabe lo que significa esto. Hace 20 años las autoridades decía “Ay no, aquí no pasa eso”. Pero ya han cambiado su enfoque. Quienes no están sensibilizados por lo general se les pasa por el frente un niño explotado sexualmente, no lo ve. Nunca ha estado cerca de una víctima, o de un espacio de formación. Por eso es tan importante la educación: es como si les quitaran una venda de los ojos. Tantos años viendo niños pasar por tal esquina, y darse cuenta de que estaban siendo abusados, es muy fuerte. Sobre todo porque la explotación sexual sucede en todas las ciudades del país. En todas.
O sea también te dedicas a educar a los adultos que hacemos parte de esta sociedad y que de alguna u otra manera estamos alimentando esta cultura de la explotación sexual, así sea con indeferencia…
Si ves a una niña del barrio que sale a las seis de la tarde y vuelve a las tres de la madrugada, eso no es normal. Que se les ve con cervezas en la mano, con ropa muy corta. Pero en el barrio se dice que es una puta, una prepago, o que le quita la plata a los señores mayores. Los niños no son trabajadores sexuales, son víctimas de explotación. Detrás de esas fachadas hay historias de dolor. Con las niñas y niños también hay que trabajar eso, que entienda que no es que se estuvieran divirtiendo sino que estaban siendo explotados sexualmente, que alguien se aprovechó de su vulnerabilidad, eso es muy fuerte. La sociedad debe entender que ser explotados no es algo que un niño elija, no hace parte de los proyectos de vida de los niños.
¿Pero un niño puede no darse cuenta de que está siendo explotado sexualmente?
Incluso como estrategia de supervivencia, sí. Es mucho el maltrato, la negligencia y el abandono. Incluso, a veces en las familias ocurren abusos sexuales y si no reciben atención, amor y afecto, pueden terminar siendo víctimas de explotación cuando otra persona se aprovecha de esta vulnerabilidad. Por eso es vital familias, docentes, hoteleros.
Cuénteme del caso de los hoteleros. Usted ha dedicado gran parte de su pedagogía a hablar con el sector turístico de ciudades como Cartagena.
Es sencillo como esto: si no hay un territorio sensibilizado, hay mucho subregistro. Y cuando se empieza a reflexionar alrededor de esto, se empiezan a desmontar estos imaginarios que decía antes y la gente comienza a denunciar y a atender a estos niños. Lo de los hoteleros fue una experiencia que comenzó en 2008 cuando Cartagena se certificó como un destino sostenible. Ese año se aprobó la Ley 1336, que ordena la extinción de dominio para empresas y hoteles que faciliten explotación y claro, había que empezar a hacer intervención. Se comenzó a movilizar el tema pero en Cartagena la gente decía que eso no pasaba. Así nació La Muralla Soy Yo, una estrategia que arma red contra la explotación sexual. Va desde la masajista, el hotelero, el taxista, el docente. Todos. Hay que desmontar ese imaginario de que uno ve a un turista con una niña pobre y pensar que le está ayudando porque la niña es pobre y tiene hambre. El señor está cometiendo un delito. Ya hay más de 100 empresas certificadas.
¿De qué se trata su trabajo con niños sobrevivientes en la Casa Refugio de Riohacha?
Allí los niños pueden saltar, gritar, llorar. Lo que queremos es que expresen lo que sienten, sin miedo a ser cuestionados o juzgados. Poder además que piensen en ello, que puedan procesas ese dolor porque les duele. Eso duele. Duele darse cuenta de que mi amiga no era mi amiga sino mi proxeneta.
¿Y con respecto a los niños migrantes?
La situación de la población refugiada ha sido de lo más dura que he visto en todos mis años. Es un doble impacto de la violencia sexual y además el haber salido de tu tierra, a un lugar que no es tu país, en donde ya de por si la gente siente que no tiene derechos. La Casa Refugio ha atendido ya 75 niños este años, la mitad refugiados, entre los 7 y los 18. Al año ya pueden tomar otros rumbos pero en algunos casos no se puede localizar a la familia y toca buscar otras opciones.
¿Qué sucede después de la explotación sexual para estos niños?
Luego viene la fase de tranquilidad, la de sentirse libres y amados y protegidos. Comienzan a creer en sí mismos, y entienden que hay una vida distinta a esa. Cuando hablamos de abuso sexual hablamos de un vecino un familiar que se aprovecha de afectos y emociones y de las figuras de autoridad. Tanto el abuso como la explotación sexual vulneran la vida de los niños, y en ningún momento estamos hablando de enfermos mentales, porque a veces esa es la excusa. Son personas comunes y corrientes que compran cuerpos de niños y niñas. Un niño con entornos sanos y autoestima puede darse cuenta de quienes son estos adultos. Hay que desnaturalizar esta cultura de la explotación sexual en Colombia y en todo el mundo, y es responsabilidad de todos. Desde la educación sexual hasta denunciar proxenetas y compradores, desde pensar qué música estamos bailando o cantando.
Fuente e Imagen: https://www.elespectador.com/noticias/educacion/entrevista-con-mayerlin-vergara-la-colombiana-que-gano-el-premio-nansen/
El 23 de septiembre es el Día internacional contra la trata y la explotación sexual de mujeres, niñas y niños, y un año más las feministas nos manifestaremos para exigir tanto al Gobierno español como a los Gobiernos Autonómicos que de una vez por todas se tramite una Ley Abolicionista del Sistema Prostitucional sin más demora.
España es el primer país de la Unión Europea en demanda de prostitución, y el tercero a nivel mundial. Hoy nuestro país es considerado un paraíso de “turismo sexual”. En los últimos años, España ha pasado de ser país de tránsito de víctimas de trata, a país de destino. En las calles, burdeles, pubs, clubs, hoteles, carreteras, casas, pisos y polígonos, son forzadas a la prostitución cientos de miles de mujeres y menores.
En España el 40% de los hombres son puteros, y cada vez exigen más mujeres y más jóvenes; el “chicas nuevas” se cuelga en estos “campos de concentración” cada semana, “chicas” que todas ellas provienen de las redes de trata pues la demanda es tan brutal que para satisfacer semejante número de “mujeres-mercancía” han de ser traídas de las zonas más empobrecidas del mundo (República Dominicana, Colombia, Brasil, México, Venezuela, Nigeria, Mali, El Congo, Kenia, Rumanía, Rusia, China, el Sudeste Asiático, entre otros) porque jamás se conseguiría satisfacer tal cantidad de demanda solo con mujeres autóctonas. De ahí que trata y prostitución sean dos caras de la misma moneda, algo que desde el regulacionismo se intenta separar entre prostitución libre y voluntaria, y prostitución forzada. FALSO.
No existe la prostitución buena y la prostitución mala, pues es tan abrumadora la cantidad de mujeres prostituidas víctimas de las redes de trata que la prostitución voluntaria no es más que una anécdota en este océano de explotación sexual que es nuestro país, un negocio muy lucrativo para mafias y proxenetas, pero que destruye la dignidad, la salud física y mental de las víctimas pues demasiado a menudo se habla de consentimiento, libre elección, “trabajo sexual”, y muy poco se habla de lo que la prostitución hacer al cuerpo y a la mente de las mujeres, nefastas secuelas que acortan la vida de la mujer prostituida de manera dramática.
Por todo ello, la propuesta legislativa desde el Feminismo, no es solo una propuesta, es también una necesidad urgente para poder poner punto final a esta forma de violencia extrema contra las mujeres que sucede cada día, cada noche, todos los días, 365 días al año, 24 horas al día con total impunidad en España.
La Ley Abolicionista del Sistema Prostitucional que propone el Feminismo tiene tres ejes centrales:
1. Garantizar a las mujeres en situación de prostitución que el sistema las reconozca por ley como víctimas de la violencia machista, y como tales, se les tiene que garantizar los derechos y recursos necesarios para su protección, rehabilitación y atención integral por parte de personal profesional público especializado, independientemente de su origen o situación administrativa, y que el acceso a estos derechos y recursos no estén nunca condicionados de ninguna manera a la denuncia ni a la participación en la persecución de los delitos cometidos contra las víctimas u otras mujeres prostituidas.
2. El desmantelamiento de la industria de explotación sexual y de las actividades de los proxenetas que, con medios coercitivos o por mero ánimo de lucro, intervienen o median en la prostitución ajena en beneficio o provecho propio.
3. La penalización de la demanda de prostitución (multar al putero) por constituir la misma un elemento esencial y clave para la pervivencia de esta forma de violencia y explotación. Los puteros pagan para ejercer violencia sexual y deben responder por ello. Existe la trata y la prostitución porque los hombres la demandan.
La prostitución es violencia extrema y no debe seguir siendo promovida como un “trabajo” en el Sistema Educativo, en los Medios de Comunicación, ni en las Instituciones, y no se debe seguir dando cabida a la propaganda del Lobby Proxeneta y su fraudulento discurso del “trabajo sexual”. El blanqueamiento de la prostitución y su “romántica” visión a través de las películas, series, documentales, reportajes, publicidad, etc. son formas de proxenetismo encubierto que no buscan otra cosa que vender el discurso pseudo-progresista para la captación de nuevas mujeres, especialmente las más jóvenes. No hay nada de empoderante y/o feminista en el discurso falsamente “de izquierdas” que pretende vendernos la regularización de la prostitución como una “profesión”, es más bien un discurso Neoliberal, patriarcal y machista, donde una supuesta “libre elección” de unas pocas se superpone a la explotación sexual de la inmensa mayoría; un discurso que trata de preservar el privilegio masculino más misógino y capitalista de la Historia de la Humanidad, el acceso a los cuerpos de las mujeres previo pago, obviando que no existe deseo sexual alguno por parte de la mujer comprada, con todo lo que ello implica.
Así pues, son esenciales las medidas de prevención, detección, sensibilización y formación ya que la erradicación de la prostitución pasa por una sensibilización social que sitúe a la prostitución como la forma de violencia de género y sexual que es.
El estigma social tiene que dejar de recaer sobre las mujeres para pasar a poner el foco en los prostituidores, los proxenetas y los puteros, pues son éstos los que se lucran, usan, abusan, maltratan y violan previo pago los cuerpos de las mujeres prostituidas. Es por esto que un elemento esencial de esta Ley que proponemos es: eliminar de la legislación española todos aquellos aspectos que vengan a sancionar o responsabilizar a las mujeres prostituidas; se propone, entre otras, la modificación del artículo 36.11 de la Ley de Seguridad Ciudadana, que en la actualidad preceptúa que podrá constituir infracción grave la inobservancia de los requerimientos de los agentes de la autoridad para que se abstengan de -lo que denominan tan inapropiadamente- “ofrecer servicios sexuales”. Lo que viene siendo, multar a la prostituida y no al prostituidor, tal y como sucede en la actualidad. Esta norma ha de cambiarse para que pasen a ser multados solo los puteros.
Para una real y total abolición del Sistema Prostitucional en España es también ineludible abordar la reforma del Código Penal actual que está vigente desde 1995, año en el que se reformó y que supuso la despenalización de la tercería locativa, siendo este hecho muy grave porque impide perseguir de forma eficaz a las mafias de la prostitución, ya que son los proxenetas y los prostituidores quienes sostienen y estructuran el Sistema Prostitucional en nuestro país.
La despenalización del proxenetismo no coercitivo en el año 2015 supuso dejar en manos de mujeres esclavizadas la responsabilidad de demostrar la coerción, un regalo de mayor impunidad a las mafias.
Hay que recuperar tipos penales que penalicen toda forma de proxenetismo, que permitan y favorezcan el desmantelamiento de la industria de explotación sexual y de los proxenetas que, con medios coercitivos o por mero ánimo de lucro, intervienen o median en la prostitución ajena en beneficio o provecho propio, aún con el consentimiento de la mujer prostituida.
Otras muchas medidas deben ir desarrollando y modulando el desarrollo de la Ley: como la modificación de aquellas normas permisivas con la explotación sexual, como puede ser la Ley General de Publicidad; la incorporación de la pornografía como una forma de violencia machista, sobre la que es necesario actuar -especialmente, desde los ámbitos de sensibilización y prevención-; o las formas amplias de acreditación de las situaciones de prostitución.
Puntualización importante es que esta ley que se propone desde el Feminismo español, inspirada en el Modelo Nórdico que tan bien ha funcionado en los países en los que se ha implementado, es tanto para mujeres víctimas de trata como para mujeres en situación de prostitución que deseen salir de ella, y para evitar que aquellas que pudieran estar pensando en prostituirse tengan un amplio abanico de ayudas y recursos que impidan que caigan en la prostitución. ESTO ES EL ABOLICIONISMO. Ayudar a las mujeres prostituidas, tratadas, evitar que otras caigan en el sistema prostitucional, y para aquellas que aun con todo quieran prostituirse puedan hacerlo sabiendo que no serán perseguidas, encarceladas ni multadas, no así los puteros, quienes pasan a ser el sujeto perseguido, y estigmatizado.
Para que todo esto sea posible, a parte de la lucha activista del Feminismo hace falta VOLUNTAD Y COMPROMISO político. Las feministas de este país, tenemos la firme convicción de que un Gobierno que se hace llamar así mismo como “el más feminista de la Historia” y de progreso, no puede mirar al otro lado, lavarse las manos, ni ser tibio con la prostitución, pues hacerlo les convierte en cómplices del fascismo proxeneta, y de la explotación sexual de miles de mujeres y menores en España.
Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/23s-dia-internacional-contra-la-explotacion-sexual-y-la-trata-de-mujeres-y-menores/
Durante el año escolar el período de vacaciones se convierte para muchos niños, niñas y adolescente en una etapa de intensificación de los trabajos que ya realizan (para quienes trabajan y estudian) o para insertarse en labores desde el sector informal.
El pasado 24 de agosto el presidente de la República, Luis Abinader, anunció que el nuevo año escolar iniciará el primero de noviembre en modalidad virtual para todo el estudiantado. Para ello se le dotará de computadoras, tabletas y notebook a niños, niñas y adolescentes. Se prevén capacitaciones a las familias y al personal docente sobre el manejo de estas clases virtuales con ello se espera garantizar la cobertura educativa en todo el estudiantado en el ámbito nacional.
En diálogos informales con mujeres residentes en barrios marginados y comunidades rurales he recibido las preocupaciones de varias de ellas ante este anuncio. Un relato extraído de uno de esos diálogos es el siguiente:
“Yo trabajo el día entero limpiando en casa de familia y tengo 4 muchachos. Soy una madre soltera. Cuando estaba la escuela me quedaba tranquila, yo los recogía en la escuela a las cuatro de la tarde cuando salía de trabajar y me lo llevaba a la casa. Ahora no van a la escuela, se quedarán en casa solos y tengo que trabajar. No se qué voy hacer, me estoy volviendo loca con eso. No puedo pagar una gente que me lo cuide y mis muchachos se van a quedar solos con computadoras. Tengo miedo de que un muchacho me lo malogre un tiguere por una computadora”.
Este es el relato de una madre que tiene una familia monoparental, como muchas familias del país. Ella trabaja todo el día fuera de su casa como empleada doméstica. La escuela funcionaba como el espacio no solo educativo para ella y para muchas familias sino de protección y cuidado de sus hijos e hijas. La ausencia de escuelas funcionando actualmente como espacios para el cuidado de niños y niñas deja a una parte importante de la población infantil y adolescente solas en sus hogares sometidos a diversas situaciones de riesgo de abuso sexual, explotación sexual comercial y trabajo infantil.
Durante el año escolar el período de vacaciones se convierte para muchos niños, niñas y adolescente en una etapa de intensificación de los trabajos que ya realizan (para quienes trabajan y estudian) o para insertarse en labores desde el sector informal. Muchas familias prefieren que sus hijos e hijas estén trabajando a que estén en las residencias solos y solas como se plantea en diversos estudios realizados. Las familias entienden que sus hijos e hijas están más seguros trabajando que en el hogar solos y solas.
Ahora con la nueva situación de una educación virtual en la que niños, niñas y adolescentes recibirán dispositivos electrónicos se le agrega otro factor de riesgo para ellos y ellas, su seguridad personal. Así como esta madre señala que tiene miedo a que les roben los dispositivos electrónicos a sus hijos e hijas, esa puede ser la preocupación de muchas familias.¿Qué puede pasar mientras están solos y solas recibiendo las clases virtuales, cuando no se cuenta con una persona adulta que esté bajo su cuidado porque está trabajando o vendiendo?
Se necesita que inicie el año escolar y se desarrollen los procesos educativos para toda la población estudiantil del país. Hay que reconocer que la realidad de familias en estratos medios que pueden pagar una persona que sea responsable del cuidado de sus hijos e hijas es diferente a la de los estratos pobres en donde no se cuenta con ello. A lo que se le agrega el que esta población contará con dispositivos que los expone a un mayor riesgo de violencia y hurto. Se hace necesario establecer consultas comunitarias en las que converjan familias, personal docente y directivo de centro, organizaciones comunitarias y gobiernos locales. Aplicando la descentralización que es parte de la naturaleza y carácter del sistema educativo para prevenir un incremento de la deserción, exclusión y desigualdad al interior del mismo.
Este articulo fue publicado originalmente en el periódico HOY
Desde la fundación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 1919, la erradicación del trabajo infantil ha constituido uno de sus principales objetivos. Cien años después y por primera vez en la historia de la organización, todos sus estados miembros han ratificado una convención sobre las peores formas de trabajo infantil.
Albert Thomas, primer Director de la Organización, afirmó entonces que el trabajo infantil “representa la explotación de la infancia y es el reflejo del mal… lo más insoportable para el corazón humano. La protección de los niños constituye siempre el punto de partida para llevar a cabo una labor eficaz en materia de legislación social”.
Cien años después y por primera vez en la historia de la OIT, todos sus estados miembros han ratificado una convención internacional del trabajo, el Convenio número 182 sobre las peores formas de trabajo infantil, que logró la ratificación universal después de la confirmación por parte del Reino de Tonga, un pequeño país de Oceanía integrado dentro de la Polinesia y constituido como una monarquía parlamentaria.
En efecto, el pasado 4 de agosto de 2020 la embajadora del Reino de Tonga, Titilupe Fanetupouvava’u Tuivakano, depositó formalmente los instrumentos de ratificación ante el Director General de la OIT, Guy Ryder.
Este convenio es el que ha logrado la ratificación más rápida en la historia de la Organización, desde su aprobación en la Conferencia Internacional del Trabajo que tuvo lugar hace 21 años. Es uno de ocho convenios fundamentales de la OIT, que abarcan la abolición del trabajo infantil, la erradicación del trabajo forzoso, la abolición de la discriminación en el trabajo y los derechos de libertad sindical y negociación colectiva.
Dichos principios también figuran en la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo (1998). “La ratificación universal del Convenio 182 constituye un hito histórico y permitirá que todos los niños gocen a partir de ahora de protección jurídica frente a las peores formas de trabajo infantil”, afirmó Guy Ryder, Director General de la OIT.
“Ello pone de manifiesto un compromiso a escala mundial para erradicar de nuestra sociedad las peores formas de trabajo infantil, incluidas la esclavitud, la explotación sexual y la utilización de niños en conflictos armados u otros trabajos ilícitos o peligrosos susceptibles de menoscabar la salud, la moral o el bienestar psicológico de los niños”, añadió.
Sharan Burrow, Secretaria General de la Confederación Sindical Internacional (CSI), acogió con beneplácito la ratificación que «pone de relieve de forma eficaz y oportuna la importancia de las normas de la OIT y la necesidad de encontrar soluciones multilaterales frente a los problemas mundiales.”
Roberto Suárez Santos, Secretario General de la Organización Internacional de Empleadores (OIE) afirmo que “La ratificación universal del Convenio sobre las peores formas de trabajo infantil marca un hito histórico”. Kailash Satyarthi, Premio Nobel de la Paz, reaccionó señalando: “Sueño con un mundo seguro para todos los niños, en el que la infancia sea segura …y todos los niños gocen de la libertad de ser niños”.
La OIT estima que hay 152 millones de niños que realizan trabajo infantil, 73 millones de los cuales llevan a cabo trabajos peligrosos. El 70% de todo el trabajo infantil tiene lugar en el sector agrícola y obedece principalmente a situaciones de pobreza y a las dificultades de los padres para encontrar un empleo decente.
Es cierto que la incidencia del trabajo infantil, incluidas sus peores formas, disminuyó en casi un 40% de 2000 a 2016, a raíz del aumento del índice de ratificación de los Convenios números 182 y 138 (sobre la edad mínima para trabajar) y la adaptación de legislaciones y políticas eficaces en los países. Pero el ritmo de los avances ha sido cada vez menor en los últimos años, en particular en relación con el grupo de menor edad (de 5 a 11 años) en determinadas zonas geográficas.
Mientras tanto, los expertos, advierten que como consecuencia de la pandemia de la Covid-19, existe un riesgo real de que se produzca un retroceso con respecto a los avances logrados, y de que el trabajo infantil aumente por primera vez en 20 años, a menos que se adopten urgentemente medidas adecuadas.
Ese objetivo histórico se ha alcanzado pocos meses antes de que comience el Año Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil en 2021 , cuya celebración liderará la OIT en colaboración con sus 250 asociados y 21 países pioneros para coordinar, innovar y acelerar los progresos encaminados a poner fin al trabajo infantil, el trabajo forzoso, la trata de personas y la esclavitud moderna.
Recordaremos que en la meta 8.7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), adoptada por todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas en 2015, se aboga por “poner fin a todas las formas de trabajo infantil para 2025”.
La letra pequeña de un bochorno
A lo largo de la historia, los convenios y tratados internacionales han sido un instrumento idóneo para resolver problemas que trascienden las fronteras, con el objetivo de unificar criterios jurídicos para la solución de estos. Una de las problemáticas comunes a todos los estados es la vulneración de los derechos de los niños.
Esta se da con mayor intensidad en aquellos lugares donde la situación socioeconómica es deficiente, constituyéndose escenarios propicios para que se dé tal vulneración.
Situaciones como el intercambio cultural, la búsqueda de nuevas oportunidades de estudio y de trabajo, la legalización de estatus migratorios, los matrimonios celebrados entre parejas de distintas nacionalidades han llevado a que las personas, mediante actos indebidos o en forma deliberada coloquen a los niños en condiciones de peligro y de vulnerabilidad.
Actualmente decenas de millones de niños y niñas trabajan en condiciones aborrecibles que les despojan de su infancia, poniendo en peligro su salud y, en algunos casos, incluso su vida. Ninguno de estos niños ha tenido alguna vez la mínima oportunidad de saber lo que puede dar de sí mismo.
Si el avance ha sido lento o en apariencia inexistente, se debe a que la cuestión del trabajo infantil es sumamente compleja y no se puede eliminar de un plumazo ya que está inextricablemente unida a la pobreza. En realidad, la mayoría de los países cuenta con leyes que prohíben o ponen severas restricciones al empleo de niños.
En gran medida, esas leyes se inspiran en las normas adoptadas por la (OIT). Aun así, el trabajo infantil sigue existiendo a gran escala, a veces en condiciones infrahumanas, especialmente en el mundo en “mal-desarrollo”. Llos niños trabajan porque su supervivencia y la de sus familias dependen de ello. En muchos casos, adultos sin escrúpulos sacan provecho de su vulnerabilidad.
El trabajo infantil también puede obedecer a la deficiencia y precariedad de los sistemas nacionales de educación. Además, está profundamente arraigado en las tradiciones y actitudes sociales y culturales.
Por todos esos motivos, e incluso tras ser declarado ilegal, el trabajo infantil se sigue tolerando, se acepta como si fuera natural y en gran parte es invisible. A menudo está rodeado de un muro de silencio, indiferencia y apatía.
¿Por qué otros empleadores contratan a niños?
Las explicaciones más habituales son el menor costo y las denominadas habilidades irreemplazables («dedos ágiles») que poseen los niños, a diferencia de los adultos. La viabilidad de empresas enteras depende del trabajo infantil o, por lo menos, así lo sostienen inescrupulosos personajes.
Este tipo de argumento, a su vez, fomenta el temor de que el proceso de globalización y la creciente competencia en los mercados mundiales respecto a algunos productos sólo servirán para acrecentar y agravar el fenómeno del trabajo infantil.
Según el mismo argumento, la globalización expone a los niños que trabajan a riesgos de explotación aun mayores a medida que los empleadores luchen por un puesto competitivo en los mercados mundiales. ¿Hasta qué punto son válidos estos argumentos?
Los datos de la realidad y los estudios fidedignos demuestran que el trabajo infantil no es indispensable para el desarrollo y la supervivencia de ninguna rama de actividad económica. Estudios realizados en algunas ramas de actividad que emplean gran cantidad de niños han sembrado numerosas dudas sobre el argumento de los «dedos ágiles».
Casi todas las actividades en estas empresas las llevaban a cabo niños y también adultos. Incluso en el sector de las alfombras, donde se hacen los nudos a mano, y se afirma que el trabajo infantil es indispensable, se observó que los niños no tenían más pericia que los adultos y que algunas de las alfombras más delicadas habían sido tejidas por adultos.
En un estudio sobre las fábricas de alfombras y las joyerías de la India también se ha demostrado que cuando se desglosa el precio final que el cliente paga por las alfombras o joyas exportadas, el ahorro en los costos de mano de obra que pueda resultar del empleo de niños es mínimo. Los productores podrían absorber el costo adicional de contratar únicamente a adultos o transferirlo al consumidor sin que la viabilidad de sus empresas se viera amenazada.
Si el argumento de los «dedos ágiles» no es válido para sectores que han dependido tradicionalmente en gran medida del trabajo infantil, como en el caso del tejido de alfombras, ¿qué argumento económico se puede esgrimir para justificar el trabajo infantil en cualquier otra rama de actividad? Ninguno.
El principal motivo por el que se contratan niños no tiene relación alguna con la eficiencia económica. Simplemente, es más fácil manejar a niños que a los adultos, porque, si bien es cierto que no están calificados, tampoco conocen sus derechos, no dan tantos problemas, se quejan menos y son más dóciles y, en última instancia, se puede prescindir de ellos sin más.
Para algunos empleadores, constituyen una reserva de mano de obra ocasional que contratan y despiden a su antojo. Si la actividad que desempeñan es ilegal, es improbable que los niños y sus padres no se quejen a las autoridades por miedo a perder esos magros ingresos que traen a casa.
Además, algunos empleadores consideran realmente que les hacen un favor a los niños que emplean, al ofrecerles trabajo y remuneración. Así pues, en algunos casos declarar ilegal el trabajo infantil puede surtir el efecto contrario y privar al niño que trabaja de la protección que le proporciona la legislación laboral de los adultos. Las simples prohibiciones del trabajo infantil por sí sola no bastan: sólo dan resultado si van acompañadas de medidas de otra índole.
El capitalismo, en su fase neoliberal, demostró ser un sistema basado en el incremento sin límites de la desigualdad y la marginación, que beneficia exclusivamente a las grandes empresas trasnacionales y las élites locales a ellas asociadas. El combate frontal contra el neoliberalismo es la tarea impostergable, porque mientras más avance más desintegradas quedarán nuestras naciones. Lo demás es pura distracción.
*Periodista uruguayo, acreditado en ONU-Ginebra. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
Cada año, miles de hombres, mujeres y niños caen en las manos de traficantes, en sus propios países y en el extranjero. Prácticamente todos los países del mundo están afectados por el tráfico, ya sea como país de origen, tránsito o destino de las víctimas.
La Oficina Internacional del Trabajo informa que 1 de cada 200 personas en el mundo sigue estando obligada a trabajar y vivir en condiciones que se condicen con la trata de personas, práctica considerada como esclavitud moderna.
En el marco de la conmemoración del Día Mundial contra la Trata, como cada 30 de julio, es importante recalcar los esfuerzos del personal que lucha en primera línea contra la trata de personas. Se trata de gente que trabajan en diferentes aspectos: identificar, apoyar, asesorar y buscar justicia para las víctimas de la trata, y desafiar la impunidad de los traficantes.
Durante la crisis de la COVID-19, el papel esencial de estas figuras de socorro se ha vuelto aún más importante, particularmente porque las restricciones impuestas por la pandemia han hecho que su trabajo sea aún más difícil. Aún así, su contribución a menudo se pasa por alto y no se reconoce.
“A través de las historias de este personal de campo y la gran utilidad de su trabajo en la ayuda a las víctimas, pretendemos destacar su contribución, función, constitución, organización, equipo o comunidad y su impacto en la lucha contra la trata. Los mensajes clave se centran en lo positivo, reconociendo la importancia del trabajo realizado por este sector de auxilio, así como buscando apoyo y creando conciencia de que estas acciones deben ser sostenidas y replicadas. Las historias también destacarán cómo este sector se mantuvo comprometido durante la pandemia“, destaca Naciones Unidas.
¿Qué es la trata de personas?
Es un delito que explota a mujeres, niños y hombres con numerosos propósitos, incluídos el trabajo forzoso y la explotación sexual.
Desde 2003, la UNODC (La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito) ha recopilado información sobre aproximadamente 225 000 víctimas de la trata detectadas en todo el mundo. A nivel mundial, cada vez son más los países que detectan a víctimas y denuncian a los traficantes de estas mafias. Ello conlleva una mayor facilidad en la detección de estas víctimas pero, como consecuencia, también un aumento de las cifras.
En 2006, respondiendo a la solicitud del Consejo Económico y Social (ECOSOC) para que las agencias intergubernamentales cooperen más a fin de fortalecer la asistencia técnica brindada a los países en el área de la trata de personas, el Gobierno de Japón organizó una reunión de coordinación de organizaciones internacionales que trabajan para contrarrestar la trata de personas.
Las organizaciones participantes (OIT, OIM, UNICEF, ONU Mujeres, ACNUR y UNODC) decidieron continuar el esfuerzo iniciado y propusieron la creación de un grupo de coordinación. El Grupo Interinstitucional de Coordinación contra laTrata de Personas fue establecido en marzo de 2007.
En 2010, la Asamblea General adoptó un Plan de Acción Mundial para Combatir el Tráfico de Personas, urgiendo a los Gobiernos de todo el mundo a derrotar este flagelo. El Plan llama a integrar la lucha contra la trata en los programas de las Naciones Unidas para el fomento del desarrollo y el refuerzo de la seguridad mundiales. Una provisión crucial del Plan es el establecimiento de un Fondo Voluntario Fiduciario para las víctimas del tráfico, especialmente mujeres y niños.
Día Mundial contra la Trata de personas
En 2013, la Asamblea General sostuvo una reunión para evaluar el Plan de Acción Mundial. Los Estados Miembros adoptaron la resolución A/RES/68/192 y designaron el 30 de julio como el Día Mundial contra la Trata. En la resolución, se señala que el día es necesario para «concienciar sobre la situación de las víctimas del tráfico humano y para promocionar y proteger sus derechos».
En septiembre de 2015, los países aprobaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y aceptaron cumplir los objetivos y las metas relacionados con la lucha contra la trata. Estos objetivos piden que se ponga fin a la trata y la violencia contra los niños, que se tomen medidas contra la trata en general, y que se acabe con todas las formas de violencia contra las mujeres y niñas y de su explotación.
Justo un año más tarde, tuvo lugar otro acontecimiento importante, la Cumbre sobre los Refugiados y los Migrantes en la que se aprobó la Declaración de Nueva York. En este documento, los países se comprometen a cumplir 19 puntos, tres de los cuales, precisamente, se centran en combatir la trata de personas y el contrabando de migrantes.
Los datos también muestran que la trata de personas ocurre a nuestro alrededor, ya que la proporción de personas afectadas dentro de su propio país se ha duplicado en los últimos años al 58% , según el Informe Mundial de la UNODC de 2018 sobre la trata de personas (puedes ver el informe completo aquí)
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