México / 12 de marzo de 2019 / Autores: José de Jesús Valdovinos Capistrán, Eleticia Rincón Velazco, Carmen Tapia Salgado y Perla Yvette Estrada González / Fuente: Centro Rius
Esta es una producción editorial del Centro Internacional de Pensamiento Crítico «Eduardo del Río, Rius».
Éste libro forma parte de la política de acceso libre que promueve el CINPECER.
Con un paro de casi el 20% entre los jóvenes, unos 1.600 habitantes de Nepal emigran a diario hacia países del Golfo o Malasia en busca de trabajo. Sus remesas suman más del 30% del PIB pero en condiciones laborales esclavistas
“He pasado mi vida cosiendo ropa que vendía en el mercado. Emigré para a trabajar como limpiadora y costear la educación de mis hijas. Pero nunca me pagaron lo acordado”, lamenta Sangita Gwimire Shrestha, de 38 años. Regresó a Nepal a mitad de 2018 sin poder saldar la deuda con la que emigró a Dubai. Antes, un agente nepalí le engatusó con el mito de la ruta del oro a los países del Golfo y un sueldo de 360 euros mensuales, casi el cuádruple del salario mínimo en Nepal. La realidad fue otra. “Ganaba poco más de 700 dirhams [160 euros]. Me quejé y me aislaron en una habitación durante días”, detalla Sangita; que usó su informática básica para reservar un vuelo y escapar. “Otras no tienen esa suerte y siguen allí”. De vuelta a casa, el panorama no es halagüeño. Su marido está en paro y ella baraja enviar a sus hijas al extranjero en busca de empleo. Otra generación que huye de la inestabilidad enraizada en Nepal desde hace décadas.
Tras un comienzo de siglo de vaivenes políticos —guerra civil, asesinato de la familia real y cambio de régimen— la República de Nepal celebró las primeras elecciones de su corta democracia en 2017. Espoleada por los donantes internacionales, aprobó su Constitución en 2015 para tener un marco legal sobre el que reconstruir el país tras el terremoto que sacudió su territorio ese año dejando 9.000 muertos y 22.000 heridos. Pero su reparación física y económica se frena por la falta de materias primas y mano de obra cualificada.
Enrocado entre los dos titanes asiáticos, la diminuta nación del Himalaya importa casi todos sus bienes de India y China. Sin industria propia, el turismo mantiene la economía nacional mientras su mercado de trabajo se hunde. Con una tasa de desempleo de casi el 20% entre los jóvenes, alrededor de 1.600 nepalíes emigran diariamente. En la pasada década, el Departamento de Empleo Exterior expidió más de 3,5 millones de permisos de trabajo en un país de 40 millones de habitantes. Trabajadoras del sector doméstico y de la construcción dominan una oleada de migración laboral con destino a los países del Golfo y Malasia, principalmente.
Nepal es el cuarto del mundo con la mayor contribución de las remesas a su economía.
“La vida de las trabajadoras en el extranjero ha mejorado algo. Particularmente en Catar, tras la concesión del Mundial de Fútbol de 2022”, explica Nisha Baniya, abogada y secretaria de migraciones en la Federación General de Sindicatos Nepalíes. Durante años, grupos de derechos humanos han denunciado el trato a los dos millones de migrantes en Catar (el 95% de su mano de obra); de los que 100.000 son nepalíes. La presión internacional ha hecho que el Gobierno catarí tome medidas. A finales de 2017, prometió abolir el sistema kafala; acuerdo común en países de Oriente Medio por el que se requisa el pasaporte de los empleados, a los que se les priva de libertad. En 2018, se abrió la primera oficina de la Organización Mundial del Trabajo en Doha para mejorar las condiciones laborales. “Las autoridades intentan solucionar estos aspectos, pero los agentes de Nepal y Catar no colaboran. Las estafas proliferan”, advierte Baniya en referencia al número de agencias de contratación surgidas en Nepal, al calor del efecto llamada.
La sangría de trabajadores emigrados es tal que el dinero que envían a sus familias en Nepal se ha convertido en piedra angular de la economía nacional. Según el último informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), las remesas de esos trabajadores alcanzaron los 5.400 millones de euros en el año fiscal 2016-2017. Esto supone el 31,3% del PIB nacional y convierte al pequeño país asiático en el cuarto del mundo con la mayor contribución de estos envíos. Su nueva riqueza es visible en muchas aldeas; transformadas en municipios con escuelas privadas, clínicas y tiendas.
Al olor del negocio, las agencias multiplican su presencia en el destino de este flujo monetario: áreas rurales empobrecidas y semillero de desempleados desesperados. “Tenemos una deuda de 70.000 rupias [550 euros] y un préstamo que pagar por nuestra casa. La antigua desapareció con el terremoto”, cuenta Bimbval Pariyar, de 31 y natural de Gorkha, donde se registró el epicentro del temblor de 2015. “Llegué a un acuerdo con un agente local, que me llevó a Dubai cuando el Gobierno lo había prohibido. No me pagaron lo acordado y regresé gracias a los contactos de mi marido”. El estudio de la OIM también indica que los trabajadores migrantes registraron 7.500 casos de fraudes durante los procesos de contratación en los últimos tres años.
La legislación actual ignora a las trabajadoras migrantes, aunque ellas aportan el 11% del total de las remesas que sostienen el PIB de Nepal.
“El dinero que pagué a la agencia no sirvió de nada y el tratamiento que pude costearme en el hospital de Dubai fue muy precario. Volví a Nepal para no perder mi brazo”, explica S. L. D, mostrando los vendajes que cubren parte de su cuerpo. Una explosión a causa de un escape de gas estuvo a punto de acabar con la vida de esta trabajadora de la limpieza —que prefiere permanecer en el anonimato— durante su estancia en Emiratos Árabes Unidos. Aunque los 400 euros que pagó a la agencia de contratación incluían el permiso de trabajo y un seguro, la compañía que la empleaba se negó a renovar su contrato tan pronto como estalló su problema. “Me pagaban menos de la mitad de lo acordado. Así que extendí mi visado y trabajé sin contrato durante los dos últimos años para poder liquidar la deuda con la agencia”, explica. Atrapada en un callejón sin salida, S. L. D. teme volver a su aldea al sureste de Nepal; donde le esperan sus acreedores y los rumores sobre la falta de castidad que persiguen a toda mujer asiática que ha trabajado en un país del Golfo.
Sin control ni regularización, la prohibición genera redes de tráfico
En 2017, más de 2.000 denuncias por irregularidades llevaron a Nepal a cancelar los permisos de trabajo a Malasia; donde hay 400.000 nepalíes documentados. Ya en 2015, se redujo de 445 a 74 euros la cuantía máxima para la tramitación de empleos. Pero el Gobierno de Malasia exigía la participación de agencias privadas; que pedían sumas desorbitadas a sus clientes aunque declaraban solo la parte legalmente impuesta. Según el Centro de Periodismo de Investigación de Nepal, los trabajadores migrantes pagaron hasta 34 millones de euros extra por sus contrataciones en Malasia en los últimos cinco años.
“La prohibición no es remedio”, insiste Bijaya Shrestha desde Amkas; refugio de trabajadoras que regresan a Nepal: “El Gobierno tiene buenas intenciones, pero genera más ilegalidades”. Shrestha hace referencia al reciente veto impuesto por Nepal a empleadas del sector doméstico en los países del Golfo. Antes ya se restringió la edad mínima para obtener permisos de trabajo, sin evitar el éxodo de 20.000 mujeres en 2017. “Desde que hay límites a los permisos [de empleo], viajo por periodos de tres meses con visados de turista con agencias no registradas”, explica Sabina Sahi, de 27 años y quien ha trabajado como bailarina en Dubai, Sudáfrica y Catar. “Nos dan 100.000 rupias [787 euros] por adelantado. Pero tenemos que devolver el dinero como sea, incluso durmiendo con los clientes. Por suerte, yo nunca he tenido que hacerlo”, confiesa Sabina, que espera a que su bebé de año y medio crezca para volver a emigrar en busca de trabajo como bailarina.
La ONU ha denunciado la medida del Gobierno de Nepal por ser origen del “tráfico de personas” a India; país con el que comparte frontera abierta y usado por agentes como puente a empleos fraudulentos. “Pagué 30.000 rupias a un funcionario para que me llevase a Kuwait, aunque estaba prohibido”, relata M. G, que regresó a Nepal hace poco menos de un año; embarazada del agente que fue su violador. “Solo trabajé tres meses como limpiadora en una casa en Kuwait. Cuando mis empleadores notaron mi estado, me enviaron de vuelta”, resume, obviando los seis meses de secuestro en India. Cuando aterrizó en el aeropuerto de Katmandú, uno de los trabajadores sociales de Amkas la rescató del círculo vicioso que espera a las mujeres de zonas rurales en la capital nepalí, como empleadas en alguno de los prostíbulos de la zona centro de la ciudad.
“Casi todas las mujeres que rescatamos proceden de las zonas montañosas de Nepal. Regresan mentalmente destrozadas y no conocen la realidad de Katmandú, por lo que acaban siendo presas de las redes de tráfico también aquí”, explica Bijaya Shrestha, cuyo refugio acogió a unas 225 mujeres en solo 10 meses. Algunas embarazadas como M. G.; cuyo bebé fue dado en adopción y quien teme volver a su pueblo en la frontera con China, donde solo le esperan los usureros y el rechazo de su comunidad. En vez de prohibiciones, Shrestha exige a Nepal que ratifique la Convención sobre Trabajo Doméstico y que revise la Ley de Empleo en el Extranjero. La legislación actual ignora a las trabajadoras migrantes, aunque ellas aportan el 11% del total de las remesas que sostienen el PIB de Nepal; dependiente del empleo irregular y explotador en el extranjero.
Canadá – Estados Unidos / 27 de enero de 2019 / Autores: Peter McLaren y Ramin Farahmandpur / Fuente: Traficantes.net
Peter McLaren y, en menor medida, su colaborador en esta obra, Ramin Farahmandpur, se inscriben en una corriente que tiene un nombre concreto y unas coordenadas inconfundibles: la pedagogía radical. Surge este movimiento a partir de una reinterpretación de Marx (en el sentido menos dogmático y más fecundo) con elementos de Paulo Freire y otros autores no menos conocidos en el ámbito académico de los EE.UU. Los planteamientos de esta pedagogía analizan críticamente tanto al postmodernismo como a todas las secuencias planteadas por la globalización y el imperialismo. Como contrapartida, se reivindica una pedagogía de la resistencia ¿ En el aula y fuera de ella? Que pueda abarcar a estudiantes, representantes de la clase obrera y a todas las capas sociales que sufren en carne propia las consecuencias de la marginación y de la explotación. El libro, sin dejar de ser implacablemente crítico, está abierto a muchas posibilidades de futuro y es un llamamiento a inventar colectivamente las condiciones de una nueva sociedad. Tarea difícil, ardua, de largo aliento, en la que los autores comprometen no solamente su pensamiento sino su propia vida.
Recomendamos la lectura del portal Otras Voces en Educación en su edición del día domingo 27 de enero de 2019. Esta selección y programación la realizan investigador@s del GT CLACSO «Reformas y Contrarreformas Educativas», la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa, organización miembro de la CLADE y el Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docentes (OIREPOD) registrado en el IESALC UNESCO.
00:00:00 – España: Complubot, el conservatorio de la robótica educativa
04:00:00 – El informe de la UNESCO pone de relieve la necesidad de eliminar los obstáculos con los que se enfrentan los migrantes y las personas desplazadas para acceder a la educación (+PDF)
En nuestro portal Otras Voces en Educación (OVE) encontrará noticias, artículos, libros, videos, entrevistas y más sobre el acontecer educativo mundial cada hora.
Aseguran que esto aumenta las probabilidades de que los menores y sus familias se dirijan a rutas irregulares y más peligrosas o que vayan solos, lo cual les deja más vulnerables a la violencia
Los niños son las víctimas principales de la trata de personas, con alrededor del 28 % en el mundo, pero en sitios como África Subsahariana y Centroamérica y el Caribe puede alcanzar cifras alarmantes de 64 y 62%, respectivamente.
Unicef y el Grupo de Coordinación Interagencial contra la Trata (ICAT, por siglas en inglés) han señalado además, en vísperas del Día Mundial contra la Trata de Personas, que el número de niños víctimas es mayor de lo que sugieren los datos, informó Efe.
Advierten que la realidad es que los niños raramente son identificados como víctimas porque muy pocos lo denuncian por miedo a los tratantes o falta de información sobre sus opciones.
También la desconfianza en las autoridades, el miedo al estigma o la posibilidad de que les devuelvan sin ninguna garantía y con unos recursos materiales muy limitados, señalaron en un comunicado de prensa. En particular, la Unicef e ICAT indicaron que los menores refugiados, los migrantes y desplazados son especialmente vulnerables.
Afirman que una realidad que enfrentan es que ya sea si escapan de la guerra y la violencia como si persiguen una educación mejor y oportunidades de empleo, demasiados pocos niños encuentran rutas para migrar de manera regular y segura con sus familias.
Aseguran que esto aumenta las probabilidades de que los menores y sus familias se dirijan a rutas irregulares y más peligrosas o que vayan solos, lo cual les deja más vulnerables a la violencia, el abuso y la explotación.
«La trata de personas es una amenaza muy real para millones de niños en todo el mundo, especialmente aquellos que se han visto obligados a dejar sus hogares y sus comunidades sin una protección adecuada», afirmó la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore.
Agregó que estos menores necesitan «urgentemente» que los gobiernos den un paso adelante y tomen medidas para mantenerlos seguros. Unicef y la ICAT lamentan que muchos sistemas de protección infantil siguen careciendo de recursos y que haya una grave carencia de mecanismos de tutela y de otras medidas de cuidado alternativas.
Señalaron que a menudo se lleva a los niños a alojamientos inadecuados, donde corren el riesgo de sufrir un mayor trauma y volver a ser víctimas de nuevos abusos. Los varones, afirman, se enfrentan a dificultades añadidas porque los estereotipos de género pueden llevarles a no buscar la ayuda que necesitan mientras que las niñas están en riesgo de sufrir mayor explotación y abuso debido a la discriminación y la pobreza de género.
Unicef e ICAT reiteraron su llamado para que se implementen las políticas gubernamentales y soluciones transfronterizas que mantengan a los niños seguros como ampliar rutas legales y seguras para que migren con sus familias.
También acelerar las resoluciones del estatus de refugiados y abordar los obstáculos en la ley y en la práctica que impiden que los niños se reúnan con sus familias. Proponen que se fortalezcan los sistemas de protección social e infantil para evitar, identificar, derivar y abordar los casos de trata, violencia, abuso y explotación contra los niños.
Igualmente que se garantice que las soluciones sostenibles estén guiadas por evaluaciones individuales y por el interés superior del niño, independientemente de su estatus y que el menor participe en el proceso de acuerdo a su edad y grado de madurez.
Consideran además que se debe mejorar la colaboración transfronteriza y el intercambio de conocimientos entre los controles fronterizos e implementar procesos más rápidos de búsqueda y reunificación familiar así como medidas de cuidado alternativas para los niños sin sus padres.
El llamamiento es también para que se eviten medidas que puedan empujar a los niños a escoger rutas más arriesgadas y a migrar solos para evitar que las fuerzas policiales les detecten.
“Nuestra historia está dominada por lo falso” (U. Eco)
Tapizada como está nuestra Historia con mentiras de todo tipo, vivimos una fase del engaño que mutó también mediáticamente hacia lo que parece un nuevo “callejón -ideológico- sin salida”. Sin dejar de ser un gran negocio. Una nueva-vieja mercancía de la propaganda dominante disfrazada de “filosofía” para incautos, nos ha convertido en consumidores voraces de falsedades para enseñarnos a admirar nuestro despojo y explotación como obra “maestra” de un sistema cuyo sentido no se limita a producir pobres sino, también, seres engañados y dóciles.
Le llaman “pos-verdad” a la “plus-mentira” y a la lógica de un sistema de mentiras, actualizado, bajo reglas que el “consumidor” desconoce -relativamente- pero que acepta bajo las fórmulas largamente ensayadas con los parámetros del modo de “comunicación” predominante. Se trata de “la edad de las mentiras” de “gran calidad” y con no pocas pautas para que cierto pensamiento (y gusto) afiancen simpatías, coincidencias y placeres derivados de las falacias. La estética de lo falso.
Es el camino que encontró la ideología de la clase dominante para darse sobrevida. Ya no saben qué inventar. Han manoseado todos los recursos “filosóficos” que prohijaron y hoy no tienen cosa significativa que proponer porque queda en claro que no tienen futuro. Entonces mienten con todo. La ideología de la clase dominante tiene efectos nocivos, desde sus torres de marfil mass media, aliadas con no pocas mafias “académicas”, para idear falacias que son “consumidas” por personas que, con no poca frecuencia, lo gozan. Muchas creen que es indispensable sustituir la verdad con mil mentiras.
Durante mucho tiempo la ideología burguesa ha ensayado modelos de falacias muy diversos, incluso con gran “realismo”. Han inventado su “verdad” absoluta -y su fatalidad- para que aceptemos como única realidad los intereses usureros del capitalismo. Ese “realismo” burgués ha potenciado el arte de mentir, no sólo en “agencias periodísticas” y “medios de comunicación” cómplices”, sino incluso en documentales y campañas políticas, de “gran realismo”. Han sido líderes en el arte de la mentira vestida de “realidad”. Con ese “gran realismo” afirmaron la existencia de las “armas de destrucción masiva”, crearon “realidades” falaces y nos acostumbraron a aceptar, con mansedumbre, la palabrería de las campañas políticas como una forma necesaria del engaño. El “realismo” de las mentiras y su propagación impune no es más que otra modalidad narrativa inventada, exprofeso, para evangelizar audiencias bajo la tesis resignada de que “así es el mundo”, “así son las cosas”, es crudo y nada cambiará… y hay que hacerse cínicos porque eso queda “nice”. Está de moda.
En su modalidad más descarnada dicen que harán lo que jamás veremos y juran no hacer todo lo que, después, hacen para ahogarnos. Juran terminar con la “inflación”, juran “no endeudar a los pueblos”, prometen “pobreza cero”… en el colmo de las falacias de “campaña” enfatizan su “odio a la corrupción” para esconder sus complicidades con los paraísos fiscales y con las mafias financiaras. Se yerguen como adalides de la “renovación” para articular las más rancias formas del saqueo y la explotación, mientras culpan a otros de las canalladas que ellos mismos tienen preparadas para su “gestión”. Así ganan elecciones, feligresías y defensores. Lo falso promovido como real.
Ese realismo con que se desgarran las vestiduras para mentir, presenta al mundo como un casos sobre el cual la única solución son ellos con sus mentiras, casi siempre estrambóticas, y se las impone, cronométricamente, como la verdad publicitaria suprema que se financia en su mundo con “rating”. Esa lógica del engaño ideada por los laboratorios de propaganda política para resolver la trama del capitalismo, y sus crisis, viene en capítulos de falacias. Y eso embelesa a muchos por comodidad individualista. Mentir pasó a ser un gran negocio y dejarse engañar un evento que no exige esfuerzo. Algunos creen ver en “las falacias oligarcas” la escuela sacrosanta del “pragmatismo” para darle estatus a lo que es un fraude premeditado por los farsantes que juegan al póker con todas las cartas a su favor. Nadie se engañe, no es la realidad, es una ficción, a veces muy forzada, barnizada con realismo narrativo. Y tiene adeptos voluntaristas entre sus víctimas.
Y todo eso sirve, además, para esconder la realidad de un mundo donde la industria imperialista más importante es la fabricación de armas; para esconder las conductas delincuenciales de no pocos negocios ilegales (cuarteles de guerra psicológica); el tráfico de drogas, armas y personas. Una realidad a la que la inmensa mayoría de los seres humanos está sometida por una minoría pavorosamente armada y experta en engañar. Una realidad en la que, por otra parte, crece el malestar, avanzan las revoluciones y hay hambre de ideas para derrotar al capitalismo. Se moderniza un arsenal con los dispositivos tecnológicos y psicológicos más avanzados en la ruta de reprimirnos ideológicamente con la historia de que “todo es mentira”, de que hay que resignarse y de que hay que disfrutarlo.
Un equipo de guionistas disfrazados de “periodistas”, escribe para que el arte de la mentira parezca una etapa liberadora e inevitable. Mentir a toda hora para que ya no importe lo “real”, incluso en el círculo de los “intelectuales” burgueses amaestrados por los monopolios de la “opinión pública”; incluso en los terrenos académicos. La lógica de las mentiras-mercancía despliega su propio lenguaje, en apariencia “serio”, y se hace pasar por aceptable, incluso, para sus víctimas. La filosofía de “las falacias de mercado” recurre a cuanto simbolismo encuentra, incluso hecho exprofeso, para que todos se traguen las mentiras y todos las acepten a-críticamente. Pero, a la hora de cobrar, a la hora de las ganancias, la “verdad suprema” siempre es el capitalismo. La parte más dura y dolorosa está en las “feligresías” de la mentira atrapadas en una emboscada descomunal y donde (contra su voluntad) aportan su cuota de complicidad para completar la tarea mass media responsable de desfigurarlo todo con la fuerza significativa de los intereses burgueses decididos a cambiar el orden existente de la realidad. Y para eso, echan mano de las armas de la guerra ideológica y de las patologías esquizofrénicas más democratizadas. Hasta que la mentira estructural sea más verdad que la realidad objetiva, que el despojo a la clase trabajadora y que la lucha de clases. Contra ese infierno ideológico, decía Lenin, “La verdad es siempre revolucionaria”.
Nueva York / Bruselas / 13 de septiembre de 2017 / Fuente: https://www.unicef.org
Según el nuevo informe publicado hoy por UNICEF y la OIM, la Organización Internacional para las Migraciones, los niños y los jóvenes migrantes y refugiados que tratan de llegar a Europa se enfrentan a niveles alarmantes de abusos a los derechos humanos: un 77% de los que viajan por la ruta del Mediterráneo central denuncian ser víctimas directas de abuso, explotación y prácticas equivalentes al tráfico humano.
Una terrible travesía revela que, si bien todos los migrantes y refugiados están expuestos a graves peligros, los niños y los jóvenes en tránsito tienen muchas más probabilidades de ser víctimas de explotación y tráfico que los adultos de 25 años en adelante: cerca del doble de probabilidades en la ruta del Mediterráneo oriental y un 13% más en la ruta del Mediterráneo central.
Aimamo, un niño no acompañado de 16 años procedente de Gambia al que se entrevistó en un refugio de Italia, describió cómo tras su llegada a Libia los traficantes lo forzaron durante meses a extenuantes trabajos manuales. “Si intentas correr, te disparan. Si dejas de trabajar, te pegan. Éramos como esclavos. Y cuando acaba el día, te dejan encerrado”.
El informe está basado en los testimonios de unos 22.000 migrantes y refugiados entrevistados por la OIM, de los cuales al menos 11.000 eran niños y jóvenes.
“La cruda realidad es que se ha convertido en habitual que los niños que están en tránsito por el Mediterráneo sean víctimas de abusos, trata, violencia y discriminación”, afirmó Afshan Khan, Directora Regional de UNICEF y Coordinadora Especial de la Crisis de Refugiados y Migrantes en Europa. “Los dirigentes de la Unión Europea deben establecer soluciones duraderas que incluyan rutas migratorias seguras y reguladas, habilitando pasadizos de protección y encontrando alternativas a la detención de los niños migrantes”.
“Las razones por las que las personas dejan sus países para escapar de la violencia, la inestabilidad o la pobreza son graves, y les obligan a emprender peligrosas travesías a sabiendas de que podrán verse forzados a pagar con su dignidad, su bienestar e incluso con sus vidas”, aseguró Eugenio Ambrosi, Director Regional de la OIM para la Unión Europea, Noruega y Suiza.
“Cualquier medida distinta al establecimiento de más rutas migratorias reguladas resultará poco efectiva. Además, debemos revigorizar un enfoque basado en derechos para la migración, empleando mecanismos mejorados para identificar y proteger a los más vulnerables a lo largo del proceso de la migración, independientemente de su estatus legal”.
Por otro lado, el informe demuestra que, si bien todos los niños en tránsito están expuestos a mayores peligros, aquellos que proceden del África Subsahariana tienen muchas más probabilidades de ser víctimas de explotación y tráfico que los de otras partes del mundo: un 65% frente a un 15% en la ruta del Mediterráneo oriental, y un 83% frente a un 56% en la ruta del Mediterráneo central. El racismo es un importante factor subyacente de esta discrepancia.
Además, se ha puesto de manifiesto que los niños y los jóvenes que viajan solos, los que emprenden viajes más largos y aquellos que cuentan con niveles educativos más bajos, son muy vulnerables a la explotación a manos de traficantes y grupos criminales durante el transcurso de sus viajes. Según se desprende del informe, la ruta del Mediterráneo central es especialmente peligrosa, ya que la mayoría de los migrantes y refugiados atraviesan Libia, que sigue dividida por el desgobierno, las milicias y la criminalidad. De media, los jóvenes pagan entre 1.000 y 5.000 dólares por el viaje, por lo que a menudo llegan a Europa endeudados y, con ello, expuestos a peligros adicionales.
El informe hace un llamamiento para que todas las partes implicadas (países de origen, tránsito y destino, la Unión Africana, la Unión Europea, organizaciones nacionales e internacionales con ayudas de la comunidad donante) den prioridad a una serie de acciones: establecer rutas seguras y reguladas para los niños en tránsito; fortalecer los servicios de protección para niños migrantes y refugiados, ya sea en los países de origen, tránsito o destino; encontrar alternativas a la detención de los niños en tránsito; trabajar con otros países para combatir el tráfico y la explotación; y combatir la xenofobia, el racismo y la discriminación contra todos los migrantes y refugiados.
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Nota a los editores:
UNICEF sigue instando a los gobiernos a adoptar su programa para la acción de seis puntos a fin de proteger a los niños migrantes y refugiados y garantizar su bienestar:
1. Proteger a los niños refugiados y migrantes de la explotación y la violencia, especialmente a los niños no acompañados
2. Acabar con la detención de niños que buscan refugio o migran, introduciendo una serie de alternativas prácticas
3. Mantener la unión familiar como la mejor manera de proteger a los niños y darles un estatus legal
4. Mantener el acceso de los niños refugiados y migrantes a la educación y los servicios de salud y otros servicios de calidad
5. Pedir que se tomen medidas sobre las causas subyacentes de los movimientos de gran escala de personas refugiadas y migrantes
6. Promover medidas para combatir la xenofobia, la discriminación y la marginalización en los países de tránsito y destino
El informe y el material de fotografía y vídeo que lo acompañan pueden descargarse aquí.
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