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Una izquierda brasileña que se resiste a unirse para derrotar al fascismo

Por: Aram Aharonian*

 

En un Brasil jaqueado por el coronavirus, la crisis económica, social y sanitaria, y gobernado por el ultraderechista Jair Bolsonaro y su cohorte de militares y grandes empresarios bendecidos por Washington, el abanico progresista aparece fraccionado de cara a las elecciones municipales del 15 de noviembre, antesala de las presidenciales de 2022.

Las municipales iban a ser en octubre, pero el Congreso aprobó una enmienda constitucional por la pandemia para posponerlas al 15 de noviembre. Para los analistas, los comicios serán una forma de medir hasta dónde llega el declive de una izquierda, que debe enfrentar en sus bastiones tradicionales –como Rio de Janeiro- al discurso social de los poderosos partidos evangélicos, sostén de la ultraderecha.

El escenario político para estas elecciones permanece sombrío y amenazador para las fuerzas progresistas en casi todo Brasil. Una nueva derrota, aun si fuera menor a la de 2016 ocurrida después del golpe parlamentario contra la presidenta Dilma Rousseff, podría ser aún más devastadora para los próximos años.

Pero hay candidatos de sectores progresistas locales que tienen “asegurada” su elección, y no parecen interesados en buscar la unidad en estas instancias municipales.  “No hay unidad en la izquierda. Cada uno va a la suya”, según Carlos Siqueira, presidente del Partido Socialista Brasileño (PSB), sintetizando el  intento frustrado de seis partidos de unificar los discursos en contra de Bolsonaro  en las elecciones municipales. “Tenemos convergencias de pensamientos, pero con relación a la disputa electoral, no conseguimos unirnos”, apuntó Luciana Santos, presidenta del Partido Comunista de Brasil (PCdoB).

El grupo, integrado por los líderes legislativos del Partido de los Trabajadores (PT), del Partido Socialista Brasileño (PSB), del Partido Democrático Laborista (PDT), del Partido Comunista de Brasil (PCdoB), del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) y del partido Red de Sostenibilidad (REDE)  estuvo trabajando unido en el Congreso e intensificó las negociaciones para repartirse los mítines en las 92 mayores ciudades de Brasil, ante la posibilidad de ir a una segunda vuelta.

Los motivos que impiden forjar esa alianza contra Bolsonaro son el desinterés del Partido de los Trabajadores de renunciar a su hegemonía en la oposición, las disputas políticas internas en cada municipio y la preocupación de las formaciones más pequeñas por tener una base de apoyo propia para las legislativas de 2022, cuando aumentará el mínimo de votos necesarios para seguir existiendo como partido.  Sólo recibirán financiación pública y publicidad gratuita aquellos que consigan un 2% de los votos válidos a nivel nacional en un tercio de los Estados, con un mínimo del 1% en cada uno, o consigan al menos 11 diputados distribuidos en nueve Estados.

“El gran problema del PT es su cultura hegemónica. Solo piensa en sus candidatos”, señaló Carlos Lupi, presidente del PDT, apuntando directamente a Luiz Inacio Lula da Silva, quien gobernó por dos períodos y que fue preso –sin prueba alguna-  por el lawfare de una justicia más corrupta que la transnacional Oderbrecht con el solo fin de impedirle participar en las elecciones y dejar el camino libre al neofascista Jair Bolsonaro. Claro, antes se produjo el golpe parlamentario contra Dilma Rousseff.

Informe preelectoral: elecciones municipales en Brasil — CELAGEn su reciente mensaje a los brasileños. Lula los llamó a encolumnarse detrás: “Sé, ya sabes, que podemos, nuevamente, hacer de Brasil el país de nuestros sueños. Y decir, desde el fondo de mi corazón: estoy aquí. Reconstruyamos Brasil juntos. Aún nos queda un largo camino por recorrer juntos. Manténte firme, porque juntos somos fuertes. Viviremos y ganaremos».

El exgobernador de Paraná, Roberto Requiao fue más allá y, propuso retomar algunos temas esenciales como la nacionalidad y la soberanía, y manifestarse contra la privatización y entrega de las empresas estratégicas, la recolocación del Banco Central al servicio del desarrollo del país y no de la especulación financiera y, sobre todo, la propuesta de un plan de acción mínimo que una a todos los brasileños.

Requião exigió un plan que incluya un referendo revocatorio de todas las medidas antinacionales, antipopulares y antidemocráticas aprobadas desde el golpe de 2016, medidas de emergencia para la creación a corto plazo de millones de empleos, salarios y pensiones dignas, recuperación de los presupuestos para la salud, educación, vivienda popular, saneamiento básico e infraestructura, y una política en defensa de la Amazonia.

El 22 de septiembre, Lula atacó el discurso de Bolsonaro en Naciones Unidas, lanzando un proyecto de reconstrucción del Brasil, en especial en lo referente a la educación, la salud, las relaciones internacionales, comercio exterior, industria y empleo, y cultura.  Pero el PT ha decidido que necesita tener el mayor número posible de candidatos para poder defenderse. “El PT necesita tener voz. Hablar de su legado, de las experiencias que ya ha tenido en las administraciones municipales, para defenderse de los ataques”, afirmó la presidenta del partido Gleisi Hoffmann. “Desde 2013, las fuerzas de derecha han intentado anular al PT. En un frente, es más difícil hacer una defensa individual”, agregó.

“No pueden querer que el PT renuncie a esa grandeza que le dio el pueblo a cambio de nada. O tiene un candidato más grande que el PT o no tiene ninguna posibilidad”, dijo, por su parte, el expresidente Lula. En estas elecciones, el PT presentará candidatos en 1.531 de los 5.570 municipios de Brasil que, juntos, representan el 60% de la población. En 2016, las últimas municipales, el PT presentó 993 candidatos.

Los analistas de la izquierda se preguntan si queda tiempo para impedir un nuevo desastre en estos comicios. Forum 21 señala que la sociedad brasileña está siendo empujada a un ciclo de violencia política, que la truculencia en el poder anuncia e incentiva. El empeño liberal de la centroderecha en exagerar moderación en el caos y en la represión, apenas robustece ese riego con una tónica de complicidad, añade.

Aún hoy, el líder más fuerte del progresismo sigue siendo Lula y aunque tenga una imagen negativa alta, no habrá un gran acuerdo sin su aval ni su colaboración. Pareciera que separar a las izquierdas del lulismo es misión imposible. Por eso mismo, parece difícil la constitución de un frente electoral de izquierda en las municipales aunque quizá se logren acuerdos para la segunda vuelta (hay ballotage en los comicios para los alcaldes).

Obviamente, la fragmentación de la izquierda fortalece el proyecto autocrático y neofascista que se viene implantando en Brasil. Revertir la ruta neoliberal y neofascista y repolitizar la agenda del desarrollo económico-social, secuestrada integralmente por la “razón del mercado”, requiere que las ideas progresistas demuestren pertenecer al mundo real a través de la acción, alertó Forum 21.

Cambia, todo cambia. 

KELP.cl | Portal en español sobre graffiti meets design™ desde 2004Los vientos progresistas en Brasil se han convertido en brisas dispersas. Quedaron lejanas las victorias de cuatro elecciones presidenciales consecutivas, de triunfos en gobiernos de las ciudades más importantes como Rio de Janeiro, Sao Paulo o Belo Horizonte.   Lo cierto es que la mayoría de las izquierdas, incluídas las fuerzas  más influyentes, viene subestimando a Bolsonaro desde 2017, pero no se han animado a hacer una autocrítica de la gestión de 13 años de gobierno, partiendo de la desmovilización de los movimientos sociales y la cooptación de sus dirigentes para cargos públicos, abandonando la calle a manos de la derecha.

Aquel poder político del abanico progresista, -desde el centro, pasando por el partido de los Trabajadores hasta las organizaciones más radicales- parece haber quedado en el pasado. Hoy la izquierda –o mejor dicho el progresismo, que no es lo mismo ni es igual- está en la oposición no sólo a nivel federal sino también en los gobiernos de los principales estados y ciudades.

La combinación de varios factores, como la cuestión ética que acompañó el derrumbe del Partido de los Trabajadores (PT) -que gobernó sucesivamente con Luiz Inacio Lula da Silva y Dilma Rousseff por cuatro períodos- un sistema electoral centrífugo y un gobierno federal que potencia a los gobernadores, dejan poco margen para un progresismo que está lejos de los principales cargos ejecutivos.

Una de las razones es la nueva ley electoral aprobada en 2017, que impide la formación de coaliciones electorales en elecciones para cargos legislativos municipales, estatales y federales. Esto ha dificultado la coordinación entre los grupos: cada uno quiere imponer su candidato. Es difícil entender la falta de coordinación en un momento en que la Presidencia está ejercida por un político de extrema derecha”, señala el doctor en Ciencia Política y profesor de la Fundación Getulio Vargas, Octavio Amorim Neto.

Otra razón para el fraccionamiento es la disputa por la hegemonía, en un momento en que el PT está en declive, lo que ha acelerado la competencia entre éste y las otras dos grandes fuerzas progresistas: el Partido Democrático Trabalhista (PDT) y el Partido Socialista Brasileiro (PSB).  Hay que añadir la mala relación entre Lula y el líder del PDT, Ciro Gomes (quizá el referente más nítido), desde que el primero rechazó apoyar la candidatura presidencial del segundo. Gomes, exministro, exdiputado y exgobernador de Ceará, dirige un partido personalista, donde todo el poder recae en él y en su hermano.Elecciones brasileñas: Ciro Gomes, férreo opositor a privatizaciones - BNamericas

El otro referente en ascenso de la izquierda es el senador Randolfe Rodrigues (del despoblado estado Amapá) , de la ambientalista Red Sustentabilidade, con escasa proyección nacional y poca estructura fuera de su región.

Los analistas llaman la atención  sobre el futuro de la izquierda en el Partido Socialismo e Liberdade (PSoL), que viene recogiendo a muchos desencantados del PT. Allí surge el liderazgo de Flavio Dino, gobernador de Maranhão y miembro histórico del Partido Comunista. Dino, exjuez que logró echar a la familia Sarney del poder de su estado, insiste en la construcción de una gran coalición de izquierdas.

La pérdida de la calle

Los medios hegemónicos se abstienen de difundir la información de los grupos progresistas: los invisibilizan. Y es que durante tantos años de gobiernos del PT poco se avanzó en la democratización de la comunicación. La izquierda teme hablar de democracia participativa y busca eslogans que puedan calar publicitariamente en la población.

Pero tampoco es que éstos hayan presentado programas y propuestas que tengan que ver con la vida cotidiana y el futuro de los ciudadanos, como trabajo, educación, salud, vivienda, saneamiento, acceso al agua, apoyo a las minorías, defensa del medio ambiente –la Amazonia y el pantanal, incluídos-, presupuesto participativo, formación de concejos de ciudadanía, entre otras temas.

La crisis social es inmensa. La parte de la población económicamente activa con contratos de trabajo se limita a menos de la mitad: poco más de treinta millones en el sector privado y doce millones en la administración pública. Otros cuarenta millones no podrían ni siquiera sobrevivir sin el apoyo del Estado.

La resolución del Directorio del PSOL sobre las elecciones abre un camino peligroso - Izquierda Web

Quizá, el análisis del liderazgo progresista fue que la combinación de una calamidad humanitaria y una crisis económica dejaría debilitado al gobierno bolsonarista. Con unos 145 mil muertos por el covid-19, decenas de millones de desempleados, una grave crisis social y, por lo tanto, una oportunidad, pensaron. Este pronóstico se confirmó durante los primeros cuatro meses. Pero en el último mes, la situación ha cambiado, y Bolsonaro se ha recuperado.

El desafío es averiguar porqué la mayoría de la clase trabajadora organizada, ancla social del PT desde los años 1980, no se movilizó para defender el gobierno de Dilma Rousseff. Como resultado, la izquierda moderada abrazó la táctica quietista de apostar para derrotar a Bolsonaro en las elecciones de 2022, calculando que se acumularía un desgaste inevitable, señala Valerio Arcary, miembro de la Coordinación Nacional de Resistencia, tendencia del PSOL.

La simple respuesta de la izquierda radical es que Bolsonaro fue, esencialmente, un accidente electoral: las fuerzas de la clase trabajadora estarían intactas, y el derrocamiento de Bolsonaro está aún por construirse, porque falta la disposición de las direcciones más influyentes. Lo preocupante son las dificultades para aceptar que se enfrentan a una fuerza política neofascista de base social.

Con la pandemia, las posiciones de Bolsonaro convirtieron la crisis sanitaria en una crisis política al despreciar la gravedad de la pandemia, mientras aprovechaba para incorporar al gobierno a miles de oficiales de las Fuerzas Armadas; forzar la renuncia del ministro de Justicia Sergio Moro (eventual competidor como candidato presidencial), y favorecer las movilizaciones que propugnaban un autogolpe.

La pandemia también significó la imposibilidad de la izquierda de contar con movilizaciones masivas en las calles mientras se producía la naturalización de la pandemia, especialmente entre los partidarios de Bolsonaro, al menos a un tercio de la población (más hombres que las mujeres, más mayores que jóvenes, más entre los menos educados que los más educados), y más en el sur que en el noreste.

La banalización de la pandemia, manejada por los medios hegemónicos de comunicación, refleja la tendencia a quitarle a los gobiernos la responsabilidad de la calamidad sanitaria, a la par de una presión para reactivar la actividad económica, mucho más intensa entre los propietarios de pequeñas empresas y los trabajadores informales y una fatiga por la cuarentena después de seis meses y ansiedad por volver a una rutina de vida normal.

Éste no es un ensayo

Hay quienes entiendan que el PT insistirá en la polarización contra los bolsonaristas como un ensayo para las elecciones generales de 2022. Para el politólogo Leandro Consentino, “al PT la polarización le va muy bien. Bolsonaro y el PT son mejores amigos cuando se trata de mantener el statu quo”, mientras que Valdir Pucci, de la Universidad de Brasilia, señala que “tanto el PT como Bolsonaro ven en el otro el enemigo capaz de aglutinar a sus huestes”.

Hay otros, como Pedro Ivo Batista, portavoz  de la Red de Sostenibilidad, que sostienen que lo ideal sería que los partidos progresistas se unieran ya en la primera vuelta. “Brasil nunca ha tenido un gobierno neofascista como éste. Lo ideal sería unirse más para evitar este peligro de fuerzas totalitarias”.

Polarização com Bolsonaro explica alta rejeição de Marina, diz porta-voz da RedeQuien no está de acuerdo con la tesis de que este año será un ensayo del 2022, es el presidente del PSOL, Juliano Medeiros, quien prefiere verlo como un termómetro. “El fortalecimiento de la oposición y el debilitamiento electoral del bolsonarismo, por ejemplo, no garantizan la derrota de la extrema derecha en 2022, pero indican un escenario más favorable para las fuerzas populares”, analiza.

Los indígenas

El avance de las invasiones a tierras indígenas, la deforestación, el acoso a organismos públicos como la Fundación Nacional Indígena (Funai) por parte de ruralistas como el secretario de Tierras Nabhan García y la pandemia del covid-19 que los sigue diezmando, son algunos de los escenarios que preocupan a los pueblos originarios .

En un contexto de amenazas y muchas veces desligados y olvidados por el progresismo, los candidatos indígenas comenzaron a movilizarse en todo el país para las elecciones municipales. este año.

La Articulación de Pueblos Indígenas de Brasil (Apib) reunió virtualmente a cientos de precandidatos indígenas y presentó una plataforma de apoyo a las postulaciones, coordinada por Mídia Ninja. El objetivo es reunir a candidatos indígenas de todos los sectores progresistas y apoyarlos con cursos de capacitación en política, herramientas de comunicación y otras estrategias para ayudar a construir campañas democráticas y diversas.

Los pueblos indígenas de Brasil encabezan la protesta mundial del “Enero Rojo” - Survival InternationalEn las elecciones municipales de 2016, el número de candidatos indígenas correspondió al 0,35% del total, según el balance del Tribunal Superior Electoral . De los 496,900 candidatos para las elecciones de ese año, solo 1,700 eran indígenas. Con la preparación de las precandidaturas, Apib espera que este número de candidatos a concejales, alcaldes y vicealcaldes sea mucho mayor en las elecciones municipales de 2020.

 De cara al 2022

La expectativa de los representantes de la izquierda es que la frustrada unificación en la primera vuelta ocurra en la segunda etapa de las elecciones. Queda por ver quiénes quedarán cuando llegue ese momento.

De cara a 2022, podría haber una coalición electoral en caso que el PT perciba que corre riesgo de no llegar a la segunda vuelta, como lo ha hecho siempre desde 1989, y que Bolsonaro tenga gran posibilidad de ser reelegido.

Quizá el PT apoye a un candidato de otro partido, para – incluso perdiendo la elección – seguir siendo un actor relevante de la política. Pero para eso el PT deberá renovarse y sustituir a Lula (que ya tiene 74 años) por alguien más joven y moderno.

*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la) y susrysurtv.

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Una crisis global, sistémica y sin precedentes

Por: Daniel Tanuro

 

La naturaleza sistémica de este extraordinario acontecimiento es evidente por el origen del virus, su modo de propagación y sus efectos sociales.

En los últimos decenios se ha descubierto que los virus rompen la barrera de las especies, se adaptan y contaminan al Homo sapiens, causando zoonosis. El SARS-CoV2 no es una excepción: además del VIH, se han conocido el Ébola, el Chikunguniya, el Zika, el SARS1, el MERS, la gripe aviar y algunos otros. Sin embargo, existe un amplio consenso entre los especialistas en que el salto de especies es atribuible a la deforestación, a la industria cárnica, a los monocultivos agroindustriales, al comercio de fauna silvestre, al lavado de oro, etc. Es decir, en términos generales, la destrucción de los entornos naturales por el extractivismo y el productivismo capitalista. Por lo tanto, COVID-19 no es una maldición que nos lleva de vuelta a la Peste Negra y a otros flagelos de la salud de la antigüedad; por el contrario, nos proyecta hacia las pandemias del futuro. Aunque el virus desaparezca, aunque se desarrolle una vacuna (¡no hay certeza al respecto, el VIH y la hepatitis C lo prueban!), otras pandemias ocurrirán mientras no se hayan erradicado los mecanismos responsables de las mismas.

El modo de propagación del virus es también una característica fundamental del capitalismo contemporáneo. De hecho, la velocidad con que la enfermedad se ha propagado por todo el mundo no sólo se debe a las características intrínsecas del SAS-CoV2 (menor letalidad que el SARS1, vinculada a una alta contagiosidad). También se debe de manera decisiva a la globalización y a la densidad de los intercambios aéreos extremadamente rápidos a lo largo de las cadenas de valor que unen las megalópolis de la producción capitalista. Sin este elemento decisivo, la epidemia probablemente no se habría convertido en una pandemia.

Dentro de estas megalópolis, el contagio se vio obviamente favorecido por la densidad de las poblaciones. Pero este factor no es absoluto; debe ser entendido en conjunto con otros dos parámetros. El primero es el crecimiento de las desigualdades sociales. El ejemplo de Nueva York es instructivo: la densidad de población es mayor en el rico Manhattan que en el Bronx, pero es en este vecindario poblado por gente pobre y generalmente racializada donde COVID ha causado proporcionalmente más víctimas. El segundo parámetro es la contaminación atmosférica: los análisis italianos y estadounidenses han confirmado las conclusiones presentadas por los investigadores chinos que, ya en 2003, en el caso del SRAS-1, habían establecido una correlación entre la densidad de las partículas finas en el aire, las enfermedades respiratorias resultantes y los daños causados por el virus.

La gestión de la pandemia por parte de los gobiernos merece una crítica detallada, para la cual no tenemos espacio aquí. Digamos simplemente que se trata claramente de una cuestión de gestión de clase, cuyas prioridades desde el principio han sido 1°) mantener la actividad del sector productivo de la economía en la mayor medida posible; 2°) evitar un desafío a las políticas de austeridad que durante décadas han debilitado el sector asistencial (hospitalario y extrahospitalario) ; 3°) imponer a la población medidas de confinamiento muy estrictas y/o medidas tecnológicas liberticidas (único medio de aplanar la curva epidémica de conformidad con los puntos 1° y 2°) que han tenido como efecto el agravamiento de las desigualdades y discriminaciones sociales, de género o «raciales».

La pandemia (¡y su gestión!) están precipitando el inicio de una crisis socioeconómica cuya magnitud superará repentinamente la de 2008, y podría incluso acercarse a la de 1929. Pero el análisis del fenómeno no puede ser estrictamente cuantitativo. Cualitativamente, de hecho, esta crisis es como ninguna otra. Hay que reconocer que tiene lugar en un contexto general y muy clásico de sobreproducción capitalista, ya bastante tangible antes de diciembre de 2019. Pero, a diferencia de una crisis clásica, la destrucción del excedente de capital no será suficiente, aquí, para restablecer los beneficios para asegurar la reactivación de la máquina. El virus, de hecho, es mucho más que un simple detonante: mientras no se ponga fuera de acción, se agarrará a los engranajes.

En otras palabras, el retorno a la «normalidad» podría ser imposible durante un período indefinido de tiempo… excepto a costa de eliminar a millones de los más débiles, los más viejos, los más pobres, los enfermos crónicos. La extrema derecha no duda en optar por esta «solución», como lo demuestran las manifestaciones anticonfinanciación en Estados Unidos y Alemania, así como las declaraciones de Trump y Bolsonaro. Nos corresponde a nosotros, ecologistas conscientes de que la vuelta a la «normalidad» es un callejón sin salida, sacar la conclusión: el capitalismo no se derrumbará por sí mismo. Debemos concretar en las luchas la elección entre un ecosocialismo que se ocupe de los humanos como de los no humanos y una caída en la barbarie.

Fuente e imagen:  https://ficciondelarazon.org/2020/06/19/daniel-tanuro-una-crisis-global-sistemica-y-sin-precedentes/#more-5899

Fuente original: L’Autre Quotidien

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Fragmentos de «La tercera amenaza existencial de la humanidad»

Por: Noam Chomsky.

 

Fragmento del capítulo ‘La tercera amenaza: El vaciamiento de la democracia’, perteneciente al libro Cooperación o extinción.

Si me lo permiten, quisiera comenzar con una breve alusión a un período que tiene inquietantes similitudes con la actualidad, en muchos y lamentables sentidos.

Estoy pensando en hace justo 80 años, casi exactos, el momento en que escribí por primera vez, que recuerde, sobre materia política. Es fácil ponerle fecha; fue justo tras la caída de Barcelona, en febrero de 1939.

En el artículo trataba de lo que parecía la inexorable expansión del fascismo por el mundo. En 1938, la Alemania nazi se había anexionado Austria; meses más tarde puso en sus manos a una Checoslovaquia traicionada en la Conferencia de Múnich. En España caía una ciudad tras otra bajo las fuerzas de Franco. En enero de 1939 cayó Barcelona.

Era el final de la Segunda República española. La notable revolución popular, una de carácter anarquista, que había florecido durante 1936, 1937, 1938… ya había sido aplastada por la fuerza. Parecía que el fascismo fuera a desplegarse sin límite.

No es exactamente lo que está ocurriendo en la actualidad, pero, si se me permite tomar prestada la famosa frase de Mark Twain “la historia no se repite, pero a veces rima”, lo cierto es que hay demasiadas semejanzas como para pasarlas por alto.

Tras la caída de Barcelona hubo una oleada de refugiados españoles. La mayor parte fueron a México, unos 40.000; algunos acabaron en Nueva York y abrieron sedes anarquistas en Union Square, librerías de segunda mano en la Cuarta Avenida, etc.

Me inicié en la cultura política deambulando por aquella zona. De eso hace 80 años. Entonces no lo sabíamos, pero el Gobierno de Estados Unidos también empezaba a pensar que la expansión del fascismo podía llegar a ser imparable. No lo veían con el mismo alarmismo que yo, con mis 10 años de edad.

Hoy sabemos que el Departamento de Estado mantenía sentimientos encontrados con respecto a cuál era la verdadera importancia del movimiento nazi.

Se mantenía, de hecho, un consulado en Berlín; había un cónsul de Estados Unidos en Berlín que enviaba comentarios algo embarullados sobre los nazis, en los que sugería que quizá no fuesen tan malos como se decía. Se trataba del famoso diplomático George Kennan. Lo mantuvieron hasta lo de Pearl Harbor, fecha en la que se lo revocó.

(…)

Resulta que poco después, aunque era imposible haberlo sabido entonces, en 1939, el Departamento de Estado y el Consejo de Relaciones Exteriores comenzaron a hacer planes para lo que sería el mundo posterior al conflicto, sobre qué aspecto debía tener.

Por aquel entonces asumían que en los primeros años el mundo posterior a la guerra estaría dividido entre una zona bajo control alemán, es decir, un mundo controlado por los nazis, la mayor parte de Eurasia, y un mundo controlado por Estados Unidos, que consistiría en el hemisferio occidental; el antiguo Imperio británico, con cuyo control se habría hecho el país americano, y algunas áreas de Extremo Oriente. Y esa sería, en resumen, la forma del mundo posterior al conflicto mundial.

En la actualidad sabemos que esta perspectiva se mantuvo hasta el cambio de rumbo que iniciaron los rusos. En Stalingrado, entre 1942 y 1943, y en la gran batalla con carros de combate de Kursk, un poco después, quedó muy claro que Rusia iba a vencer a los nazis.

Así que se cambiaron los planes; la imagen del mundo posterior al enfrentamiento se trastocó para convertirse en lo que hemos estado viendo desde entonces, en este último período. Pero eso fue hace 80 años.

Hoy no nos enfrentamos al auge de algo como el nazismo, pero sí estamos ante la propagación de lo que alguna vez se ha llamado la Internacional Reaccionaria, de carácter ultranacionalista, que sus partidarios proclaman sin ningún pudor, incluido Steve Bannon, el promotor teatral del movimiento.

Obtuvo una nueva victoria con la elección de Netanyahu en Israel, que refuerza la alianza reaccionaria en ciernes, todo bajo los auspicios de Estados Unidos (…).

En Oriente Próximo, la alianza se compone de los Estados más reaccionarios de la región, a saber, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos; Egipto, bajo la dictadura más brutal de su historia, e Israel, que sería el epicentro, todos ellos enfrentados a Irán.

En América Latina encaramos amenazas muy graves, como la elección de Jair Bolsonaro en Brasil, que ha puesto en el poder al más extremo y extravagante de los ultranacionalistas que campan en la actualidad por el continente.

Y Lenín Moreno, presidente de Ecuador, dio un paso recio para ubicarse dentro de la alianza de la extrema derecha al expulsar a Julian Assange de su embajada en Londres. La policía británica lo detuvo al instante, así que tiene por delante un futuro muy escabroso, a menos que haya una reacción popular importante.

México es una de las pocas excepciones en América Latina a esta tendencia. También en Europa Occidental los partidos de derecha, algunos de ellos de naturaleza muy alarmante, están creciendo.

Asimismo, hay un desarrollo a la contra. Yanis Varoufakis, antiguo ministro de Finanzas de Grecia, un individuo de gran relevancia, muy importante, ha hecho un llamamiento, junto con Bernie Sanders, a la formación de una Internacional Progresista que enfrente a la internacional de derechas en formación.

En la esfera estatal, parece que la balanza se decanta abrumadoramente hacia el lado equivocado. Pero los Estados no son meras entidades, y al nivel de las personas de a pie, las cosas son bastante distintas. Eso es lo que puede marcar la diferencia.

Hace falta proteger las democracias efectivas, incidir en ellas, aprovechar las oportunidades que ofrecen, para que la clase de activismo con el que hemos conseguido progresos trascendentales en el pasado nos pueda salvar también en el futuro.

A continuación quisiera poner el acento en un par de observaciones sobre la tremenda dificultad de mantener e instituir la democracia (…) y sobre la importancia que esto tendrá para el futuro.

Pero primero quiero decir unas palabras en torno a los desafíos que tenemos por delante, de los que ya hemos oído hablar bastante y todos conocemos. No hace falta entrar ahora en ellos en detalle, pero describir tales contrariedades como “graves en extremo” podría ser un error.

El término no captura la enormidad de la clase de dificultades que aún tenemos ante nosotros, y cualquier discusión sobre el futuro de la humanidad debe empezar con el reconocimiento de un hecho crítico, el de que la especie humana afronta ahora un dilema que nunca antes se había presentado en su historia, al cual hay que responder sin dilación, a saber, el de cuánto tiempo va a seguir sobreviviendo el ser humano.

En fin, como todos saben, llevamos viviendo 70 años a la sombra de la amenaza nuclear. Cualquiera que repase los archivos disponibles no podrá sino quedar admirado de que aún sigamos aquí.

Cada dos por tres nos ponemos demasiado cerca del desastre terminal, nos libramos por minutos. Parece un milagro que hayamos sobrevivido, pero los milagros no duran para siempre. Hay que poner fin a esto.

La actual revisión de la postura nuclear de la administración Trump acarrea un drástico incremento de la amenaza de conflagración, que tendría como resultado el final de la especie.

(…)

Bien, había tres grandes tratados sobre armas; el Tratado sobre Misiles Antibalísticos o ABM, el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio o INF y el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas o Nuevo Start.

Estados Unidos acabó con el Tratado ABM en 2002. Cualquiera que crea que los misiles antibalísticos son armas defensivas se engaña con respecto a la naturaleza de estos sistemas.

También se ha retirado del Tratado INF, firmado por Gorbachov y Reagan en 1987 y que entonces supuso una reducción abrupta de la amenaza bélica en Europa, la cual estaba destinada a extenderse rápidamente.

Unas multitudinarias manifestaciones civiles crearon la atmósfera para un tratado destinado a significar un antes y un después. (…) Pero, bueno, la administración Trump abandonó el INF, y Rusia también lo hizo poco después.

(…)

Queda el Nuevo Start, que ha sido calificado por nuestro mandamás –quien se ha descrito modestamente a sí mismo como “el mejor presidente de la historia de EE. UU.”– como el peor tratado de la historia, la designación que suele usar para referirse a cualquier cosa que hayan hecho sus predecesores.

En este caso, ha añadido que deberíamos quitárnoslo de encima. Si llega a renovarse en el cargo en las próximas elecciones, habrá mucho en juego, pues, de hecho, es mucho lo que hay en juego en la renovación de ese tratado, que ha sido todo un éxito a la hora de reducir en un grado importantísimo el número de armas nucleares (…).

Entretanto, el calentamiento global sigue su inexorable curso. A lo largo de este milenio, cada año, con una excepción, ha sido más caluroso que el anterior.

Hay artículos científicos recientes, como el firmado por James Hansen y otros, que indican que el ritmo del calentamiento global, que ha estado incrementándose desde alrededor de 1980, puede estar aumentando de manera abrupta, quizá pasando de un crecimiento lineal a uno de tipo exponencial, lo que significa que se duplicaría cada dos décadas.

Nos estamos acercando a las condiciones de hace 125.000 años, cuando el nivel del mar estaba aproximadamente a ocho metros por encima de donde está hoy. (…)

Mientras sucede todo esto, podemos leer con regularidad cómo la prensa celebra eufóricamente los progresos de Estados Unidos en la producción de combustibles fósiles. Ahora ha rebasado a Arabia Saudí, así que estamos a la cabeza de la producción de combustibles fósiles.

Los grandes bancos, como JP Morgan Chase y otros, están inyectando dinero para realizar nuevas inversiones en este tipo de combustibles, incluidos los más dañinos, como las arenas de alquitrán de Canadá.

Y el hecho se presenta con grandes entusiasmo y emoción. Estamos alcanzando el estado de “independencia energética”; podemos controlar el mundo, determinar el uso de combustibles fósiles en todo el globo. Pero apenas se puede encontrar una palabra sobre qué va a implicar todo esto, lo cual es bastante obvio.

(…)

Recientemente hemos visto, en una expresión espectacular, que se puede hacer, que puede alcanzarse una solución.

Un grupo organizado de jóvenes, el Sunrise Movement, llegó al punto de hacer una sentada en las oficinas congresuales, llamando la atención de las nuevas personalidades progresistas, dispuestas a llevar sus proclamas al Congreso.

Bajo una gran presión popular, la congresista Alexandria Ocasio-Cortez, secundada por el senador Ed Markey, puso el New Deal Verde en la agenda.

Desde luego que recibe ataques desde todos los flancos, pero no importa. Hace un par de años era inimaginable que tan solo se discutiera.

Como resultado del activismo de este grupo de jóvenes, ahora está en el centro del programa; va a haber que implementarlo de una manera o de otra, porque es algo esencial para la supervivencia.

Quizá no se hará exactamente del modo propuesto por ellos, pero sí en alguna variante. Se trata de un cambio tremendo logrado por el compromiso de un reducido grupo de jóvenes.

Entretanto, el Reloj del Apocalipsis del Bulletin of Atomic Scientists se ha puesto, desde el pasado mes de enero, a dos minutos de la medianoche.

Es lo más cerca que ha estado del desastre terminal desde 1947. El anuncio de este ajuste mencionaba las dos principales amenazas, ya conocidas, la de la guerra nuclear, que aumenta cada vez más, y la del calentamiento global, que va aún peor.

Y además, por primera vez, se añadía una tercera, el menoscabo de la democracia. Y resultaba muy apropiado, porque la democracia efectiva es la única esperanza para superar tales peligros.

Las grandes instituciones, públicas o privadas, no se harán cargo si no es bajo una presión ciudadana de carácter masivo, lo cual implica que el funcionamiento de las vías democráticas ha de mantenerse vivo y utilizarse del modo ilustrado por el Sunrise Movement, por las manifestaciones masivas de principios de los 80, del modo, en fin, en que continuamos haciéndolo hoy.

Fuente del artículo: https://rebelion.org/fragmentos-de-la-tercera-amenaza-existencial-de-la-humanidad/

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Y el monstruo murió en la cama

Por: Francisco González Tejera

Colgar por los pies con soga fina, la que corta la piel y llega hasta los huesos, golpear con bates de béisbol cuerpos vivos, repletos de cicatrices, pasar su sucia lengua por los pechos de mujeres luchadoras, demócratas, destrozadas por la tortura de un sicario del actual régimen español de reyes, panderetas, tortura, fastos y gobiernos corruptos.

18 querellas rechazadas por los juzgados españoles, interpuestas por las víctimas de sus brutales torturas, sucesivos gobiernos cómplices de sus aberraciones indefinibles contra personas que luchaban por la libertad y la democracia, solo retirar alguna mierda de medalla para quedar bien con la prole, cuando lo que se tenía que haber hecho era encarcelarlo y que se muriera podrido entre barrotes. Pero Españistán es diferente, se sigue respaldando desde cada estamento del actual régimen al fascismo más criminal.

El criminal torturador Juan Antonio González Pacheco, más conocido por Billy «El Niño», murió este 7 de mayo en un hospital de Madrid aquejado de Coronavirus, este amigo íntimo de un montón jefazos de la policía española, era un criminal de lesa humanidad, un asesino psicópata condecorado por todos los gobiernos de la democracia, por una monarquía caduca que apesta a franquismo.

Murió tranquilo aferrado a un respirador de los reservados para los hijos del régimen, ese mismo respirador que no existe para los trabajadores que superan los 65 años, a los que dejaron morir por la falta de recursos de una sanidad pública española vendida por políticos mafiosos a la mafia de la sanidad privada.

Esto solo pasa en un país con el fascismo metido en la médula de cada escalafón político y judicial, de una España podrida, con una Constitución absurda que no ha servido para juzgar a quienes asesinaron al pueblo que luchaba por la democracia, los que metieron estacas de madera en las uñas de Lasa y Zabala antes de tirarlos en una fosa común inundada de cal viva.

Gobierna lo mismo está claro, de lo contrario este asesino hubiera muerto en la cárcel, lo más grave es que otros torturadores con placa policial siguen libres, cobrando pastones por sus medallas al mejor criminal, al que mejor metía la picana en testículos y vaginas, al que mejor violaba en la mesa de tortura a muchachas luchadoras.

Esto es España, no hay duda, el último reducto mundial del fascismo y la tortura.

Fuente: https://www.tercerainformacion.es/opinion/opinion/2020/05/09/y-el-monstruo-murio-en-la-cama

Imagen: https://pixabay.com/photos/oppression-women-violence-barbie-458621/

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Critical Pedagogy in the Age of Authoritarianism: Challenges and Possibilities (Pedagogía Crítica en la Era del Autoritarismo: Desafíos y Posibilidades)

Por:  Henry A. Giroux

Abstract: The discourse of authoritarianism and the echoes of a fascist past resurface. In this context, higher education, beyond favoring practices of freedom, has become an instrumentalized institution in order to reproduce and legitimize dynamics of domination. This article questions this reactionary form of educational and pedagogical action, particularly in its neoliberal version. At the same time, it explores how education can provide the theoretical and practical foundations to rethink its own purpose, together with the very nature of politics. In this sense, this article proposes that education and politics are completely inseparable dimensions.

Keywords: critical pedagogy, authoritarianism, fascist policies, public intellectuals, willful ignorance, political pedagogy.

Resumen: El discurso del autoritarismo y los ecos de un pasado fascista vuelven a resurgir. En este contexto, la educación superior, más allá de favorecer prácticas de libertad, se ha transformado en una institución instrumentalizada en pos de reproducir y legitimar dinámicas de dominación. Este artículo cuestiona esta forma reaccionaria de la acción educativa y pedagógica, particularmente en su versión neoliberal. A la vez, explora cómo la educación puede proveer de los fundamentos teóricos y prácticos para repensar su propio propósito, junto a la naturaleza misma de la política. En este sentido, se plantea que la educación y la política son dimensiones completamente inseparables.

Palabras claves: pedagogía crítica, autoritarismo, políticas fascistas, intelectuales públicos, ignorancia voluntariosa, pedagogía política.

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Libro(PDF): «Contra Nuestra América. Estrategias de la derecha en el siglo XXI»

Reseña: CLACSO

Franz Hinkelammert afirmó hacia fines del siglo XX una idea que tiene plena vigencia: «La nueva derecha es heredera de las dictaduras militares de Seguridad Nacional, y su vocación es asegurar el esquema de poder originado por esas dictaduras bajo formas democráticas, en beneficio de las élites y con la bendición de Estados Unidos».

En efecto, las estrategias de la derecha vuelven a sus orígenes. En el plano político, se ha intensificado el perfil ideológico desplazando el espectro hacia posturas ultraderechistas. El autoritarismo de nueva generación registrado durante la segunda década de este milenio definitivamente se ha exacerbado. Esta matriz se ha reforzado en lo económico, actualizando la antigua alianza tecno-militar en la composición de los gobiernos en cargos claves (Brasil, Paraguay y Colombia), al tiempo que se refuerza el imaginario del Estado emprendedor, ahora conducido sin mediaciones y en forma directa por empresarios (la denominada “CEOcracia”).

Autores (as): 

Jairo Estrada Álvarez. Carolina Jiménez Martín. José Francisco Puello Socarrás. [Editores]

Jairo Estrada Álvarez. José Francisco Puello Socarrás. Carolina Jiménez Martín. Victor Manuel Moncayo C.. José Honorio Martínez. Mabel Thwaites Rey. Jaime Caycedo. Sergio de Zubiría Samper. Pablo Guadarrama González. Osvaldo Martínez. Beatriz Stolowicz. Alba Carosio. Plinio Arruda Sampaio. Julio C. Gambina. Antonio Elías. [Autores y Autoras de Capítulo]

Editorial/Editor: CLACSO.

Año de publicación: 2020.

País (es): Argentina.

Idioma: Español.

ISBN: 978-987-722-588-4

Descarga: Contra Nuestra América. Estrategias de la derecha en el siglo XXI

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=1836&orden=&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1375

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El cansancio de la democracia y cómo combatirlo. El filósofo Henry Giroux sobre la vida en la era de Trump

Redacción: Salón

¿Somos seres humanos o «humanoides» robóticos? Para Giroux, luchar contra el fascismo se trata de estar completamente consciente y despierto.

Al igual que otros autoritarios y fascistas, Donald Trump es un experto practicante de la doctrina del shock. Esta estrategia implica atacar la legitimidad de las instituciones políticas, normas y valores. En la versión de Trump de la doctrina del shock, el capitalismo de gángsters y la privatización generalizada de los bienes públicos y los bienes comunes sociales son simultáneamente la táctica central y el objetivo final.

El uso de la doctrina del choque por parte de Trump y sus agentes también implica socavar la verdad y la realidad en sí mismas de modo que no pueda haber un acuerdo común para el consenso político al servicio de la democracia.

El uso de Trump y sus agentes de la doctrina del shock también es una campaña contra las nociones de comunidad y ciudadanía compartidas . En los Estados Unidos, esto toma la forma de la supremacía blanca y otras formas de violencia social y política contra individuos y grupos considerados como el Otro: esto incluye a los negros y no blancos en general, las personas LGBT, las personas con discapacidad, los pobres y la clase trabajadora, inmigrantes y refugiados, musulmanes, liberales y progresistas y aquellas personas consideradas como los «enemigos» de Trump.

El efecto total del asalto de la doctrina de choque de Trump sobre el pueblo estadounidense es un estado colectivo de agotamiento, fatiga y soledad . Además, el pueblo estadounidense y otras personas en todo el mundo que están siendo víctimas de la derecha mundial (y las políticas neoliberales fallidas que crearon el pantano fétido del que surgió) también están experimentando resultados de salud física y mental disminuidos .

En los Estados Unidos, el efecto suma es un tipo de fatiga donde, en lugar de adoptar la resistencia de las masas y otras formas de política corporal, el público ha sucumbido a la impotencia aprendida y a una condición general de pasividad.

¿Es la “fatiga de la democracia” solo una forma de cobardía? ¿Qué se puede hacer para contrarrestarlo? ¿Cómo han ayudado las voces centristas en los principales medios de comunicación y en otros lugares a normalizar y sostener a Donald Trump, su Partido Republicano y el ataque de su movimiento a la democracia? ¿Cómo puede el pueblo estadounidense prepararse en 2020 y más allá para los ataques crecientes de Trump y los republicanos contra la democracia estadounidense, los derechos humanos y el estado de derecho?

En un esfuerzo por responder estas preguntas, recientemente hablé con el filósofo Henry Giroux. Es profesor de inglés y estudios culturales en la Universidad McMaster en Hamilton, Ontario, Canadá. Ha escrito docenas de artículos y libros, incluidos los recientes » América en guerra contra sí mismo » y » Pesadilla americana: el desafío del autoritarismo estadounidense «. El último libro de Giroux es » El terror de lo imprevisto » .

Hay mucha desesperación entre el pueblo estadounidense y otros que viven la época de Trump. He recibido correos electrónicos y comentarios de personas que me dicen que soy «demasiado negativo» y que mis ensayos y podcasts los están «asustando» y que debo dejar de hacerlo. Tales personas ya se han rendido. Es algo triste de contemplar. ¿Qué les dirías?

Les diría que las críticas no son sobre la desesperación. Se trata de abrir las posibilidades de pensar de una manera diferente para que uno pueda actuar en defensa del bien común, la igualdad, la justicia social y los ideales democráticos.

Necesitamos desarrollar un lenguaje en los Estados Unidos y en otros lugares donde no se equiparen el capitalismo y la democracia. Necesitamos un nuevo lenguaje que genere un espacio donde podamos imaginar un futuro mejor. También debemos confrontar cómo se usa el lenguaje como herramienta para crear miedo sin sentido. En última instancia, si una persona ataca al crítico y al narrador de la verdad porque lo entristece, simplemente están convirtiendo un problema público en privado. Mientras las personas consideren que los problemas públicos de toda la sociedad son, ante todo, sus propios traumas personales, quedarán atrapados por las mismas fuerzas que les causan dolor y los explotan.

Existe un lenguaje emergente sobre lo que se describe como «fatiga de la democracia». Amenaza con convertirse en un marco dominante para comprender el surgimiento de la derecha global y su impacto en el público. La lucha contra esta nueva forma de fascismo y autoritarismo en Estados Unidos y en todo Occidente aún no ha comenzado en serio y ya se habla de rendición.

La “fatiga de la democracia” hace el trabajo de depravación moral porque parece sugerir que, incluso frente a los horrores, no deberíamos ser francos. Que deberíamos cansarnos y desvanecernos en la oscuridad, por así decirlo.

Cuando te desvaneces en las sombras te conviertes en parte del problema. No se trata de estar cansado, es cuestión de justicia. Se trata de la verdad. Se trata de responsabilidad social. Se trata de enfrentar el hecho de que vivimos en tiempos muy peligrosos. El problema no es cansarse; El problema es luchar más duro.

En última instancia, este lenguaje de «fatiga democrática» está siendo ofrecido por personas que han sido absorbidas por el sistema. Temen las posibilidades que representan las personas que desafían el sistema. Esta resistencia podría ser por parte de los jóvenes, los maestros o la forma en que las personas luchan contra el cambio climático. La “fatiga de la democracia” es un lenguaje cobarde que se presenta como una idea. Realmente es el centro liberal de la peor manera. Es el lenguaje de «Ve despacio, no te muevas demasiado rápido. No te agotes.

Es un idioma muerto. El resultado no deseado de dicho lenguaje es que también refuerza la desconfianza hacia las élites y empuja a demasiadas personas a los brazos de demagogos como Donald Trump.

¿Qué piensa sobre los centristas profesionales y otras voces «convencionales» en los medios de comunicación? Bailan en torno a las terribles realidades de lo que representa el Trumpismo porque están invertidos en dar a su público alguna falsa esperanza. Como ejemplo, los formadores de opinión más destacados tardaron casi tres años en describir finalmente a Donald Trump como lo que es: un fascista, un mentiroso en serie, un racista, un misógino, corrupto, mentalmente enfermo y un demagogo. ¿Pero adivina que? Durante los siguientes días y semanas simplemente continuaron. Hay poco o ningún seguimiento y compromiso con la verdad.

Sus marcos éticos están organizados en torno a intereses económicos y políticos muy específicos. Esos tipos de expertos centristas profesionales son básicamente showman y show-women. Son ejemplos de una política de desconexión y una política de teatro. La política se vacía de cualquier sustancia. Se trata del espectáculo.

Por lo tanto, cualquier cuestión de responsabilidad social o ética no tiene sentido en relación con su propia complicidad en el sistema. Estos centristas profesionales tienen una participación en el sistema. Se benefician de ello. ¿Realmente crees que les importan los costos sociales que produce el sistema? Podrían importarles menos.

Estas personas no son más que charlatanes que defienden el sistema haciendo el reclamo de oponerse a él, cuando en realidad no se oponen en absoluto. Básicamente son cómplices de ello.

Un buen ejemplo de la política del teatro y la distracción es la nueva película «Bombshell», que trata sobre Fox News y su escándalo de acoso sexual. El trabajo político que realiza una película así es muy peligroso porque intenta humanizar a los agentes del fascismo.

No me interesan las historias personales que básicamente borran las cuestiones de política y poder y las estructuras que las mantienen. Estas historias funcionan como máquinas de desimaginación que reducen la política y las preocupaciones serias hasta «¿Te gustan estas personas en la película? Mira, no son tan malos. Oh, son como nosotros «. Eso no tiene sentido. En este discurso, los problemas sociales y políticos colapsan en lo personal y toda política se reduce a cuestiones de carácter, estilo y estética.

Son «humanoides». Forman parte de un sistema que destruye enormemente las mentes de las personas, sus vidas, sus medios de vida, sus familias y su búsqueda de una vida llena de dignidad. No me interesa que el mal sea humanizado. En cambio, estoy interesado en comprender las fuerzas ideológicas y estructurales que realmente producen el mal.

¿Qué significa ser un ser humano completo? ¿Cómo hacemos la distinción entre un «humanoide» y un ser humano completo?

Un humanoide es una persona que ya no ocupa un universo moral. Un humanoide es un individuo que se ha alejado de cualquier sentido de responsabilidad ética y social hacia los demás. El proceso de convertir a las personas en humanoides convierte a las personas en un tipo de máquina. Los convierte en algo mortal. Los convierte en personas que no sienten. Los convierte en personas que están básicamente inmersas en una cultura de crueldad, y de alguna manera estos humanoides incluso parecen disfrutar del dolor y la rabia y la separación y la desesperación que perpetran sobre los demás.

Los humanoides son personas que son básicamente sadomasoquistas, que funcionan de una manera que alinea su propia personalidad con un sistema que dice que las cuestiones de compasión, justicia, cuidado, amor, coraje y responsabilidad social son una responsabilidad.

En total, los humanoides producen una cultura de crueldad y miseria, pero también ocupan literalmente su centro.

Ese proceso y sus agentes son fundamentales para el imaginario fascista que se está apoderando de América y el mundo en la actualidad.

Estás en lo correcto. Estamos en medio de un imaginario fascista. El fascismo no se replica exactamente cada vez que aparece. Centrarse en alguna definición formal estricta pierde el punto. El fascismo es, en cambio, un sistema ideológico que tiende a reinventarse de diferentes maneras. Si una persona no puede entender ese hecho, entonces no ha aprendido nada de la historia. No tienen conciencia histórica.

No se trata simplemente de un debate sobre el significado del «fascismo» sino de un debate sobre el significado de la historia. También debemos lidiar con cómo la historia se reproduce en el presente.

La pregunta obligatoria: al final de un año y al comienzo de otro, ¿qué piensa sobre 2020 y más allá?

Hay una manera de hablar sobre el tiempo que es muy diferente de la cuestión de hacer pronósticos y predicciones. El tiempo, con respecto a la política y la agencia, es una carga o un lujo. Cuando el tiempo es una carga, las personas no pueden desarrollar sus capacidades humanas completas porque están involucradas en la política de supervivencia. En comparación, cuando el tiempo puede usarse como un lujo, las personas no solo están sobreviviendo. Pueden alcanzar más plenamente sus capacidades artísticas, creativas y humanas.

Los cambios en el tiempo son críticos para entender. ¿Qué está pasando en este momento histórico y sus cambios? ¿Qué nuevas formaciones políticas estamos presenciando?

Es por eso que he pasado una gran cantidad de tiempo pensando en el fascismo neoliberal, un proceso en el que las élites corporativas y otras ahora están utilizando la supremacía blanca, el nacionalismo y el racismo blancos y los discursos de sangre y suelo como una forma de desviar la política de sus propios fracasos como clase.

El fascismo neoliberal es una nueva formación política. Sí, está relacionado con lo que sucedió en las décadas de 1920 y 1930. Pero también es claramente diferente.

¿Cómo equilibramos el hecho de que poblaciones enteras están en modo de supervivencia tratando de mantener una perspectiva a largo plazo?

Las personas necesitan ser educadas para ver cómo las cuestiones de supervivencia pueden combinarse con una noción de autorreflexión. Uno no tiene que estar atrapado en tal estado de desesperación si aprende a trabajar colectivamente con otros.

Las personas deben comenzar a comprender que las personas que apoyan, las élites, son las personas que de hecho las explotan. La gente debe comprender que el sistema configurado actualmente no está destinado a la persona promedio. Y nuevamente, debemos entender que el capitalismo no tiene nada que ver con la democracia y todo que ver con la consolidación del poder en sus muchas formas antisociales.

No podemos descartar a las personas solo porque están atrapadas. En cambio, debemos descubrir qué significa para las personas estar atrapadas y luego encontrar formas de darles un nuevo sentido de agencia individual y colectiva.

Los líderes del Partido Demócrata, y la mayoría en los principales medios de comunicación, todavía están en un estado de profunda negación sobre el hecho de que los partidarios de Trump lo aman porque es grosero, asqueroso, peligroso, ignorante, violento, racista, sexista y despectivo de los derechos humanos. y dignidad humana en general. En resumen, los cultistas de Trump lo aman porque es una mala persona. Los principales medios de comunicación y los líderes demócratas no pueden admitir ese hecho básico porque hacerlo acusaría a la sociedad estadounidense.

¿Cómo debemos entender la ira que se está apropiando Donald Trump? ¿Cómo fueron las llamadas élites liberales tan completamente cerebrales con respecto a lo que se perdieron con el surgimiento del Trumpismo?

Las élites liberales no tenían nada que decir a los trabajadores. El lenguaje que usaban las élites liberales no hacía más que reproducir los problemas con los que los trabajadores ya estaban luchando. Las élites liberales también hablaban en un idioma que no involucraba en ningún sentido las culturas de la vida cotidiana que habitaban estas personas.

La respuesta a estas élites liberales es entonces: “Mira, odiamos a estas personas. Son arrogantes; piensan que somos escoria; piensan que somos estúpidos; no creen que nos importe; no se preocupan por nosotros «. Entonces, de repente, alguien como Donald Trump aparece, y es malhumorado, arrogante, estúpido, y sus seguidores lo aman todo. ¿Por qué? Porque Trump es básicamente la antítesis de la … llamadas elites.

Necesitamos confrontar las fuerzas y aparatos sociales que aterrorizan a muchas personas para que crean que Donald Trump es la única opción que tienen.

A la gente que a Trump no le gusta que él llama «traidora». A la gente que a Trump no le gusta que él llama «escoria». Trump usa el mismo lenguaje que los nazis. Esto está deshumanizando a grupos enteros de personas llamándolos «ratas» y «alimañas». Esto no es entretenimiento. Sigue siendo incierto si los demócratas, liberales, progresistas y otros en la izquierda estadounidense tomarán en serio las amenazas de Trump.

¿Cómo te sentiste a finales de 2019?

Me sentí exhausto y lleno de energía. Me sentí agotado porque creo que esta es una lucha a largo plazo. La inmediatez de la tiranía que enfrentamos con Trump, y otros líderes como él en todo el mundo, ahora se ha transformado en un reconocimiento de que este es un problema a largo plazo, profundamente arraigado en el tejido social, político y económico de la sociedad estadounidense. .

También tengo momentos en los que me siento existencialmente exhausto, es decir, un poco pesimista políticamente sobre la naturaleza de las fuerzas fascistas que estamos combatiendo, pero nunca dejo que esa visión me derrote. Creo que tenemos que seguir. Las apuestas son demasiado altas para rendirse. En ese sentido, estoy igualmente energizado por la esperanza de que el cambio sea posible, especialmente dados los sacrificios y luchas actuales que libran los jóvenes y otros en Chile, Brasil, Estados Unidos y otros países en sus esfuerzos por volver a escribir en el guión. de una democracia radical. Uso la palabra existencial en el sentido de la noción de Gramsci de pesimismo del intelecto y optimismo de la voluntad.

Las personas que afirman estar sorprendidas por el auge del trumpismo no están realmente sorprendidas. Han tenido la cabeza en la arena. Es una forma de ignorancia voluntaria.

Las personas que dicen estar sorprendidas son personas que se niegan a abordar los problemas centrales. ¿Por qué? Porque identificar los problemas reales significa que esos problemas se consideran peligrosos. Esto a su vez significa que aquellos que están en negación se hacen cómplices. Corregir estos problemas profundos significaría que las personas que están en negación tendrían que cambiar sus puntos de vista políticos sobre el mundo.

Uno de los problemas centrales que llevaron a la era de Trump es que Estados Unidos es un país y una cultura infantiles.

Si vivimos en una cultura infantilizante, entonces uno debe hablar sobre la cultura de las celebridades y el colapso de la educación pública. Como parte de esa conversación, también debemos centrarnos en la corporativización de la educación en todos los niveles. El fascismo neoliberal y su ataque a la imaginación pública y la capacidad de aprendizaje y la autorreflexión crítica también deben ser confrontados.

Donald Trump es el punto final y el síntoma de un sistema social, político y económico en crisis. Trump es el descarado avatar del neoliberalismo en su forma más extrema. Donald Trump es grosero, desagradable, desagradable, humillante, racista y xenófobo. En última instancia, Donald Trump es el espejo que ahora debemos mirar para comprender mejor qué han creado estas fuerzas del fascismo neoliberal.

El fascismo neoliberal y el trumpismo son una forma de política fascista que básicamente usa su propio racismo y modos de explotación y humillación como una insignia de honor.

El narcisismo colectivo y el ciclo de retroalimentación de la ideación y el amor entre Trump y sus seguidores es un síntoma de una cultura patológica infantil. Cuando Trump se mira en el espejo, ve a un dios. Al dar su obediencia a Donald Trump, sus partidarios sienten que ellos también son dioses. Esta es una ilusión masiva, una forma de enfermedad pública.

El populismo de derecha crea crear tal resultado. Es la psicosis que emerge bajo el neoliberalismo.

Mirando hacia el futuro, ¿para qué quieres preparar al pueblo estadounidense y a otros en Occidente y otros lugares?

Habrá un momento en que tendrán que tomar decisiones. Las contradicciones serán severas. Las personas tendrán que decidir si van a vivir en un estado fascista o si van a vivir en una democracia. Tendrán que luchar por la democracia.

Ya no creo que el término medio sea sostenible. Estamos viviendo en un momento de absoluta urgencia. La gente ya no puede esperar y no hacer nada. La gente ya no puede darse el lujo de decir: «Soy apolítico» o «Estoy enojado» o «Ya no quiero escuchar cosas negativas». Las personas tendrán que luchar por un futuro mejor o tendrán que reconocer que son parte del problema.

Fuente: https://www.salon.com/2020/01/07/democracy-fatigue-and-how-to-fight-it-philosopher-henry-giroux-on-life-in-the-age-of-trump/

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