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Estados Unidos: La paradoja de #MeToo. El movimiento que hace caer solo a los más poderosos

Redacción: New York Time

El movimiento #MeToo ha traído un reconocimiento a algunos de los hombres más poderosos de la tierra, desde políticos y magnates de películas en los Estados Unidos hasta titanes de negocios y leyendas de Bollywood en la India. El último ejemplo fue el ex presidente de Costa Rica, Óscar Arias Sánchez, un premio Nobel que fue acusado la semana pasada de conducta sexual indebida por parte de múltiples mujeres.

Sin embargo, el movimiento ha tenido poco efecto en el problema más amplio del abuso sexual, el acoso y la violencia por parte de hombres que no son ni famosos ni particularmente poderosos.

Según Sarah Khan, científica política de la Universidad de Yale, en un concepto, los científicos sociales lo denominan “conocimiento común”: la idea de que el cambio sistémico está formado tanto o más por las percepciones de las personas de las creencias y valores de los demás como lo hace. Es por su propia cuenta.

Eso significa que reducir la conducta sexual inapropiada presenta un tipo de problema de coordinación. No solo debe cambiar el punto de vista de las personas sobre el problema, también debe mostrarles que los puntos de vista de otras personas han cambiado de la misma manera.

Pero mientras #MeToo ha tenido éxito en crear conocimiento común sobre la conducta indebida de hombres poderosos como Harvey Weinstein, ha fracasado, de manera crucial, en cambiar el consenso en formas más importantes.

# La capacidad de MeToo para crear conocimiento común más allá de los Harvey Weinsteins del mundo se ha visto limitada, en parte, por los desequilibrios de poder que dejan a las mujeres vulnerables al abuso sexual en primer lugar.

Michael Chwe, un científico político de la Universidad de California en Los Ángeles, argumenta que la creación de conocimiento común generalmente requiere “rituales públicos”: reuniones, eventos en los medios de comunicación y otras experiencias compartidas que no solo pueden persuadir a las personas sino mostrarles lo que otros creen.

Un estudio en México encontró que cuando las personas escuchaban en privado una radio y televisión con un mensaje contra la violencia doméstica en sus hogares, sus creencias cambiaban poco. Pero cuando el programa se jugó en lugares públicos, para que los aldeanos supieran que sus vecinos también habían recibido el mensaje, la tolerancia al abuso de las mujeres se redujo significativamente.

La historia de Weinstein fue interrumpida por dos mujeres que trabajan para The New York Times, Jodi Kantor y Megan Twohey. Ashley Judd, la actriz, estaba dispuesta a dejar constancia de sus experiencias.

Óscar Arias Sánchez, el premio Nobel y ex presidente de Costa Rica, se encuentra entre los numerosos hombres de alto estatus acusados ​​de conducta sexual inapropiada bajo #MeToo.
CréditoVictor Ruiz Garcia / Reuters

Óscar Arias Sánchez, el premio Nobel y ex presidente de Costa Rica, se encuentra entre los numerosos hombres de alto estatus acusados ​​de conducta sexual inapropiada bajo #MeToo. CréditoVictor Ruiz Garcia / Reuters

Eso, a su vez, estimuló un cálculo de cuentas similar para otros hombres de alto perfil, generando una mayor cobertura de los medios.

Pero el movimiento #MeToo no ha demostrado el consenso de que los abusadores en todos los ámbitos de la vida deben ser responsables de la mala conducta. En cambio, parece haber generado un conocimiento común solo de que los perpetradores deben mantenerse fuera de los roles de estatus extremadamente alto, como el jefe del estudio de cine o el senador de los Estados Unidos .

La mayoría de las mujeres no tienen la riqueza o el poder de las actrices exitosas de Hollywood (cuyo poder, por supuesto, no se acerca al de los hombres de la industria) que pueden forzar este tipo de nuevo consenso sobre el bien y el mal. Entonces, aunque #MeToo se extendió por todo el mundo y llegó, por ejemplo, a las actrices de la industria cinematográfica de Bollywood en la India, no ha ayudado a muchas mujeres comunes y corrientes.

Si un trabajador de una fábrica estadounidense o una víctima mexicana de agresión sexual intenta llamar a un perpetrador individual, y quizás incluso a una cultura más amplia de abuso, no puede contar con mujeres y aliados poderosos para que la ayuden. A menudo, el abuso queda impune y la cultura más amplia de hostigamiento no se modifica.

«Puedo ver a personas mirando un caso de alto perfil y diciendo: ‘Nunca obtendría este tipo de apoyo solo por hablar en contra de la persona X, que está en mi red social pero no tiene una posición social alta'» La Sra. Khan dijo.

#MeToo ha tenido otros momentos en el centro de atención en América Latina, incluidas las acusaciones de una destacada actriz argentina de que un compañero del reparto la había agredido, y de decenas de mujeres en Brasil que dicen que un sanador de la fe conocido como Juan de Dios abusó de ellas.

Sin embargo, incluso en Costa Rica, donde al menos nueve mujeres han acusado al Sr. Arias de mala conducta, desde tocar con las piernas hasta forzar una penetración forzada con sus dedos, las mujeres enfrentan una batalla cuesta arriba para ser escuchadas.

Yazmín Morales, una ex Miss Costa Rica que ha dicho que Arias la buscó a tientas y la besó a la fuerza, ha luchado por encontrar un abogado que la represente en sus reclamos. Tres abogados penales diferentes se negaron a tomar su caso; ella cree que no están dispuestos a enfrentarse al poderoso ex presidente.

En otras partes de la región, las mujeres son menos capaces de contar con el apoyo y la influencia de otras mujeres poderosas.

Y en países con una historia de dictaduras de derecha que utilizan la violencia sexual como un medio de control social y represión, como Guatemala y Argentina, existe un legado de trauma y abuso que hace que el tema sea aún más complejo de abordar.

Incluso los grandes movimientos de protesta, como la promoción en los últimos años por parte de grupos de derechos de las mujeres como Ni Una Menos («Not One Less») en América Latina, pueden tener consecuencias no deseadas.

Mujeres marchando en San José, Costa Rica, la semana pasada en apoyo de los acusadores del Sr. Arias.CréditoJeffrey Arguedas / EPA, a través de Shutterstock

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Mujeres marchando en San José, Costa Rica, la semana pasada en apoyo de los acusadores del Sr. Arias. CréditoJeffrey Arguedas / EPA, a través de Shutterstock

Si no logran crear un ajuste de cuentas para los perpetradores, pueden enviar un mensaje un tanto desalentador: que hay poco interés por el cambio sistémico entre los que están en el poder, y pocas consecuencias cuando no lo hacen.

«Las restricciones a la movilidad de las mujeres a menudo se enmarcan en términos de seguridad», dijo Khan. En lugar de tratar de reducir el acoso y la violencia, dijo, los tomadores de decisiones masculinos que escuchan sobre tales problemas a menudo toman la actitud de que los lugares de trabajo no son seguros, «así que mantengamos a las mujeres alejadas de ellas».

Ella cree que en la India, donde está realizando un estudio de larga duración sobre el efecto del conocimiento común sobre la violencia contra las mujeres, una mayor conciencia de los riesgos que enfrentan las mujeres en público es una de las razones por las que su participación en la fuerza laboral  ha disminuido en los últimos años, incluso aunque el país ha experimentado un rápido crecimiento económico.

Luego está el problema de que los hombres perciban #MeToo como potencialmente peligrosos para ellos mismos, y se retiren de la tutoría o colaboren con colegas femeninas. Eso dificulta aún más la capacidad de las mujeres para ascender en las filas.

Y muchos episodios de #MeToo han contribuido a una forma negativa de conocimiento común que existe desde hace mucho tiempo: que las mujeres que dan un paso adelante con acusaciones de mala conducta deben anticipar ser acosadas, menospreciadas y vergonzosas.

Culpar a las víctimas, campañas de desprestigio y amenazas directas son una forma de preservar el status quo del dominio masculino.

Christine Blasey Ford, la profesora que testificó en la audiencia de confirmación ante el Tribunal Supremo del entonces juez Brett M. Kavanaugh que la había agredido sexualmente en la escuela secundaria, recibió amenazas tan serias que la obligaron a abandonar su hogar.

Siguiendo sus pasos apenas parece atractivo para nadie. Pero para las mujeres con pocos recursos, que no pueden salir de sus hogares o tomar otras medidas costosas para mantenerse seguras, puede parecer absolutamente imposible.

Una madre soltera que trabaje en un trabajo de fábrica, considerando si hablar contra el acoso por parte de un supervisor, podría ver pocas posibilidades de sobrevivir a ese tipo de reacción.

Las mujeres desfavorecidas en muchos países en desarrollo pueden ser aún más vulnerables a los costos de una reputación dañada.

En India o Pakistán, por ejemplo, una mujer que es pobre y sin educación, y que carece de la movilidad o las conexiones que le permitirían abandonar su comunidad, puede temer que revelar que ha sido violada o agredida podría perjudicar sus perspectivas de matrimonio.

«Esos costos no son solo costos materiales», dijo Khan. «Son estos tipos de costos de estado los que son más difíciles de cuantificar».

Fuente: https://www.nytimes.com/2019/02/11/world/americas/metoo-ocar-arias.html?ref=nyt-es&mcid=nyt-es&subid=article

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América Latina vive una «plaga» de femicidios y violencia, dice el Papa Francisco en Panamá

Redacción: Sopitas.com

No sólo se trata de México. Brasil, El Salvador, Argentina, Honduras y Guatemala registraron las tasas más altas de feminicidios —por cada 100,00 mujeres— en América Latina, en 2017. En medio de la crisis por la violencia de género que se vive en esta región del continente, el papa Francisco aprovechó su vista en Panamá para pronunciarse al respecto y señalar a este delito como una plaga.

Ya con temas en la agenda —desde los casos de abusos sexuales de distintos sacerdotes de la Iglesia católica contra menores de edad, hasta la crisis que vive Venezuela—, el papa Francisco decidió encomendar otra tarea a sus sacerdotes: “robarle” a los adolescentes, los jóvenes a la calle e impedir que se relacionen con casos de violencia extrema o tráfico de droga.

“Son muchos los jóvenes… que se encuentran sumergidos en situaciones altamente conflictivas y de no rápida solución”, como la violencia doméstica, la explotación sexual, el trafico de droga o los feminicidios, expresó…

América Latina, el Caribe y España (24 países): Feminicidio, último año disponible (en números absolutos y tasas por cada 100.000 mujeres) 2017. Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe.

“La plaga que vive nuestro continente”

Y es que las cifras son alarmantes. De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), aunque en Latinoamérica se encuentra el 9% de la población mundial, en la zona se comenten el 39% de todos los homicidios del mundo.

Ante la violencia y el incremento de casos de feminicidios, Jorge Mario Bergoglio pidió a la comunidad a promover programas y centros educativos antes de que “la cultura de la muerte se apodere y se aproveche de su imaginación”.

Me voy a la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá. Les pido que oren por este evento tan hermoso e importante en el camino de la Iglesia.

Es decir, una de las posibles soluciones está en incentivar los programas educativos y de inclusión social. Tanto en México como en Brasil el tema no es nuevo —es más ha ido en aumento en el caso de nuestro país—. Sin embargo, esta en su primera visita a Centroamérica, el papa Francisco puso el acento en la violencia de género, los feminicidios y la necesidad de garantizar seguridad a las mujeres latinoamericanas y a los jóvenes.

Fuente: https://www.sopitas.com/noticias/feminicidios-papa-francisco-america-latina-panama/

 

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Chile pide a gritos una Educación No Sexista con enfoque Feminista

Por: Eugenia Belén Villagrán Escobar.

En los primeros tres días del 2019 el machismo ha pisado fuerte y se ha hecho visible mediante los femicidios de María Barría de 56 años el 1 de enero en Puerto Montt, asesinada por su esposo que posteriormente se suicidó y Sandra Pozo Rivas de 49 años el 2 de enero en Rancagua, asesinada y encontrada con múltiples puñaladas que su conviviente confesó realizar, intentando justificarse mediante “los celos” que sentí. Eso, sumado al femicidio frustrado de una mujer de 36 años en Calama, en manos de su expareja, que contaba con una medida cautelar.

Es importante recordar que un femicidio es la expresión máxima del machismo y la violencia contra las mujeres, pero está lejos de ser la única; a diario en las relaciones cotidianas vemos como pequeñas acciones y discursos van dando forma y reforzando la cultura patriarcal que hoy está vulnerando a mujeres de todas las edades, orígenes y clases sociales en diferentes formas.

En las relaciones de pareja, por ejemplo, podemos observar la necesidad de un cambio en la forma en que percibimos a cada compañera/o de vida, ya que tendemos a naturalizar sentimientos  como la posesión, la obsesión con el cuerpo y su cosificación, los insultos o violencia psicológica, la violencia económica y entre otras cosas la reproducción del rol de mujer/esposa/madre que trae consigo: aumento de las horas de trabajo, mínimo o nulo reconocimiento del trabajo doméstico en la limpieza, cocina, cuidados, administración y abastecimiento del hogar; que para las mujerestienen como resultado contar con menos tiempo para el desarrollo personal y en muchos casos la dependencia económica de un otro.

Pero… ¿qué hay detrás de esta relación desigual que mantiene a las mujeres en un lugar desfavorable y corriendo el riesgo constante de ser agredidas y/o asesinadas?

Por una parte, podemos encontrar al sujeto privilegiado, hombre heterosexual enajenado por las ventajas de tener el poder, con las ideas de posesión y superioridad desarrolladas y fortalecidas mediante el modelo de crianza basado en la educación sexista y estereotipada, que puede pertenecer a cualquier estrato de la clase social, origen o rango etario, con mínima o nula conciencia de la dominación y violencia que (re)produce y ejerce en los cuerpos de las mujeres y que por lo general prefiere hacer oídos sordos y continuar sin hacerse cargo de su responsabilidad en los cambios culturales que se necesitan y exigen las mujeres desde hace siglos.

El sistema capitalista, dominando históricamente por hombres, basado en la subordinación, desigualdad en la acumulación de ingresos y falta de derechos laborales, necesita a las mujeres pariendo mano de obra, cuidándola y educándola servil y funcional, manteniéndola mientras se encuentra siendo parte de la fuerza laboral, cuidando no solo a las niñas/os, sino que también a adultas/os mayores y personas con discapacidad en muchas ocasiones sin recibir remuneración, ni reconocimiento social, sumado a  trabajos remunerados y/o estudios, generándose dobles y triples jornadas para las mujeres.

Existe una cultura que naturaliza la violencia como práctica de control social y herramienta de aprendizaje, que lleva a las víctimas a asumir parte de la responsabilidad de ser violentadas, culpabilizándolas. Los medios de comunicación lo representan como conductas vinculadas al amor romántico y los celos, sobrepasando los límites de la vida privada, como pudimos observar en el caso de Nabila Rifo y con un sistema judicial que falla a favor del agresor y reduce condenas exponiendo a otras mujeres a ser víctimas de actos y relaciones violentas.

La internalización del modelo patriarcal en la cultura, que genera competencia entre mujeres, necesidad de validación por parte de otro/a, uso y precarización de otras mujeres de estratos socioeconómicos bajos para suplir funciones de cuidado, la aceptación de cánones de belleza y comportamiento poco sanos que visibilizan la dominación y tarea de complacer al hombre en el cuerpo de las mujeres.

Por esto y más, es que necesitamos incorporar la educación no sexista con enfoque feminista, con la idea de obtener como resultado, entre otras cosas, relaciones más sanas y horizontales, donde las mujeres al igual que toda otra persona, puedan desarrollarse de forma plena y aportar a tener un mundo más equitativo, menos violento y en armonía con el medio ambiente.

Pero… ¿qué significa en términos concretos incorporar la Educación no Sexista?

Que a toda la población se le eduque en igualdad de condiciones, permitiendo el desarrollo de sus talentos y capacidades independiente de su género, origen o clase social, sin seguir estereotipos o roles que encasillan desde pequeñas a las mujeres en las labores domésticas y de cuidados, y no llaman a los hombre a asumir su responsabilidad en dichas labores, con el fin de consolidar cambios en la forma en la que nos relacionamos.

Que se desincentive el uso de juguetes que encasillen a las niñas, como muñecas, cocinas o planchas, cambiándolas por juegos de trabajo en equipo y espacios para encontrar talentos artísticos, intelectuales, deportivos u otros en las niñas y niños. Evitar los juguetes bélicos que naturalizan la violencia, (re)construyendo desde la infancia el tejido social y las redes de apoyo.

Que todas y todos cuenten con una educación sexual, derechos sexuales y reproductivos y acceso a garantías en salud reproductiva, educando en los colegios, mediante los medios de comunicación y fomentando el dialogo en las familias, que tendría como consecuencia menos embarazos no deseados, menos interrupciones de embarazos, menos contagio de infecciones de transmisión sexual, menos violaciones y abusos, procesos menos engorrosos a la hora de optar por esterilizaciones o procedimientos de apoyo para el embarazo y adopción, y que comienza con el simple acto de perder el pudor, hablar, preguntar e informarse al respecto.

Que se fomente una construcción de sociedad democrática, donde todas/os aportemos en la toma de decisiones y asumamos una mayor responsabilidad en la construcción de la sociedad que queremos para hoy y para el futuro, subiendo el volumen a la voz de quienes han sido históricamente silenciadas/os y actuando de forma más consciente con el entorno y quienes nos rodean. Fortaleciendo la práctica de intercambio de ideas desde el respeto, siendo capaces de asumir las críticas desde una mirada constructiva.

Y entre tantas otras cosas, que comencemos a despertar y nos pongamos los “lentes morados” para observar la desigualdad y sexismo a nuestro alrededor, asumiendo la responsabilidad de construir una sociedad más segura para todas/os, donde no tengamos que lamentar una muerta más para el largo listado de femicidios del año y de una vez por todas eduquemos para la prevención, ya que si empezamos a hablarle al potencial agresor para evitar los hechos y no solo a la víctima para que denuncie y se cuide, comenzaremos a ver cambios.

Fuente de la noticia: https://www.eldesconcierto.cl/2019/01/08/chile-pide-a-gritos-una-educacion-no-sexista-con-enfoque-feminista/

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Femicidio vinculado

Por: Miguel Lorente Acosta

La violencia de género es el resultado de todo lo que no se puede negar ni ocultar, aquello que no queda más remedio que admitir ante la evidencia de los hechos y la tozuda objetividad de la realidad, porque si hay opción para esconder algunas de sus manifestaciones, sin duda se hará.

Es lo que comprobamos cuando los datos sobre los homicidios por violencia de género de la Fiscalía General del Estado no coinciden y son más altos que los del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, una situación similar a lo que ocurre con las estadísticas de las organizaciones de mujeres.También sucede cuando el año termina con una serie de casos oficiales en investigación que de pronto “desaparecen” y no se vuelve a saber nada más de ellos, o lo que ha pasado ante determinados homicidios de mujeres con indicios objetivos de haber sido cometidos en un contexto de violencia de género, pero ni siquiera fueron considerados “en investigación”. Esta situación no es ajena a la actitud adoptada la pasada semana por el Ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, ante el caso de la mujer atropellada en la A-5. No le faltó tiempo para decir que la era víctima de un accidente de tráfico, cuando todo apuntaba por las declaraciones de las personas que presenciaron los hechos, que se trataba de un homicidio por violencia de género. Ni siquiera dijo lo de “no se descarta ninguna hipótesis”.

Como se puede ver, hay prisa para descartar la violencia de género y mucha lentitud para confirmarla.

Esta misma actitud también se aprecia con las personas del entorno de las mujeres que son asesinadas como consecuencia de la violencia de género. Ha ocurrido estos días en Castellón cuando el maltratador se ha dirigido a la casa de los padres de su expareja al no poder localizarla ella por estar en un centro de acogida, y ha asesinado al padre de la mujer. Pero sucedió también en Medina del Campo el pasado diciembre cuando su nueva pareja acompañó a la mujer al domicilio para recoger a la hija y fue asesinado. O como pasó en Cuenca con Laura del Hoyo, amiga de Marina Okarynska expareja de Sergio Morate, asesinada junto a ella al acompañarla a casa, sin embargo, nunca fue considerada víctima de la violencia de género, como si su homicidio hubiera sido consecuencia de un robo o por narcotráfico.

La fragmentación de la violencia de género es consecuencia de esa necesidad de restarle trascendencia para tranquilizar sobre las consecuencias, y pensar que no es una situación tan grave ni, sobre todo, producto de una decisión meditada y planificada por el agresor. De ese modo se hace valer el mito que la presenta como situaciones puntales producto de una “pérdida de control”propiciada por el alcohol, las drogas, la alteración psicológica o el resultado de una “fuerte discusión”. Y de alguna manera se logra ese efecto cuando los Barómetros del CIS recogen que sólo alrededor del 1% de la población considera esta violencia, con sus 60 homicidios de media al año, como un problema grave.

Y todo eso tiene sus consecuencias en el día a día, pues cuando la violencia de género se presenta como producto de las circunstancias, bien por el contexto de la relación o bien por las características del agresor, y se divide y separa entre cada uno de esos elementos, la respuesta se elabora sobre esos estereotipos que le restan gravedad y trascendencia. Es lo que sucedió con Andrea, asesinada en Benicàssim tras múltiples situaciones que reflejaban la grave violencia que sufría, y lo vemos cuando con frecuencia la primera referencia que se utiliza para ver lo ocurrido ante una denuncia es la sospecha. Se sospecha de la denuncia que hacen las mujeres y luego, cuando “aparecen muertas”, se llega a sospechar de que hayan sido asesinadas por violencia de género.

Y claro, si la situación es así con las mujeres que sufren esta violencia, con las personas de su entorno es mucho más grave.

¿Se imaginan que no se hubieran considerado víctimas de terrorismo de ETA a las personas civiles que murieron en atentados con coche bomba dirigidos a acabar con la vida de un militar o de un miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado? Nadie lo habría aceptado, es más, a nadie se le habría ocurrido hacerlo, como tampoco se dudó en considerar a los padres y madres de los asesinados por ETA como víctimas del terrorismo, mientras que en violencia de género las madres y padres de las víctimas han pasado a considerarse como tales en el reciente Pacto de Estado que aún no se aplica.

Una de las características diferenciales de la violencia de género respeto a otras violencias interpersonales es que se trata de una “violencia extendida”, es decir, que el agresor utiliza de manera estructural la violencia contra otras personas para dañar a la mujer y facilitar su control y sometimiento. Y lo hacen durante la relación de forma habitual, y lo pueden hacer con el homicidio.Es lo que en algunas legislaciones latinoamericanas, de las que tenemos mucho que aprender, se denomina “femicidio vinculado” o “femicidio ampliado”  para referirse al homicidio de personas relacionadas con las mujeres que sufren la violencia de género, a quienes el agresor asesina bajo una doble referencia y buscando dos objetivos.

Las referencias que utilizan para llevar a cabo este “femicidio vinculado” son, por un lado, el lazo afectivo con la mujer, y por otro considerar que la “han ayudado” o “han intervenido” en el proceso de separación desde el ejercicio profesional o como apoyo emocional o material. Y el objetivo también es doble, por una parte, dañar a la mujer por la pérdida de ese ser querido y hacerla responsable de su muerte, y por otra, lanzar el mensaje de que las personas que “ayuden” o “intervengan” ante la violencia de género pueden ser también víctimas de ella.

Son homicidios que forman parte estructural de la violencia de género y, por tanto, deben ser considerados como parte de esta violencia, tanto por justicia como por el significado de una violencia que va dirigida contra las mujeres y su mundo. Y del mismo modo que esta violencia se inicia atacando ese mundo y rompiendo sus elementos de identidad y sus fuentes de apoyo externo (familia, amistades y trabajo), puede terminar acabando con esas otras vidas que toda persona vive junto a sus seres queridos. No son homicidios ajenos a la violencia de género, y en el momento actual son una posibilidad aún más cercana ante el cambio adoptado por los agresores para herir a las mujeres bajo estas nuevas referencias de extender la violencia asesina a otras personas de su entorno.

En violencia de género duelen más las cicatrices que los golpes, los maltratadores lo saben, el resto no podemos ignorarlo ni permitir que desde el machismo se continúe fragmentando y ocultando esta violencia.

*Fuente: Fuente:https://miguelorenteautopsia.wordpress.com/2018/03/29/femicidio-vinculado/amp/?__twitter_impression=true

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Uruguay: Montevideo promueve campaña contra la violencia de género.

América del Sur/Argentina/07.11.2017/Autor y Fuente: http://www.prensa-latina.cu
La Intendencia de la capital uruguaya promueve aquí este mes una campaña contra la violencia de género para sensibilizar sobre esta problemática, que tan solo en lo que va del actual año dejó 24 mujeres asesinadas.
En la presentación de la campaña, denominada ‘MontevideoXigual: por una ciudad libre de violencia de género’, la directora de asesoría para la igualdad de género de la comuna, Patricia González, afirmó que la violencia comienza con la desigualdad.

Comentó que la manera en que nos relacionamos en la adultez se expresa en la educación recibida desde la infancia y reconoció algunos cambios en los patrones tradicionales como el de las mujeres dedicarse a las tareas del hogar y los hombres a trabajar fuera de la casa.

González apuntó que eso se modificó, ‘pero más o menos, porque no cambió para que sea más igualitario’.

En ese sentido, manifestó que las mujeres hoy siguen siendo las encargadas de los espacios hogareños y a su vez están insertadas en el mercado laboral.

Recordó que las encuestas evidencian que ellas invierten más su tiempo en cuidar a las personas dependientes, cocinar y limpiar el hogar, mientras los hombres disfrutan más del tiempo libre, lo cual es una desventaja, opinó.

Hay que cuestionarse la distribución de las tareas, hay que ver cómo hacer para cambiar esos patrones históricos, subrayó.

La funcionaria de la Intendencia de Montevideo señaló que la ciudadanía tiene muchas pautas instaladas y naturalizadas ‘que tenemos que empezar a discutir’.

Sobre la campaña dijo que son los niños los protagonistas porque ‘no queremos que ellos aprendan eso’ y lo que se trata es de construir otra ciudad y vivir de otra manera.

Hay que sacar la idea de que se trata de una guerra entre hombres y mujeres, es una batalla social en contra de la violencia, enfatizó.

González admitió que como país Uruguay está entre los peores en materia de violencia de género y muy ‘mal también en relación a nosotros mismos’ porque no se reducen los casos con el tiempo.

En ese sentido, recordó que en el transcurso del 2017 fueron asesinadas 24 mujeres por sus parejas o exparejas, lo cual ‘nos tiene que alertar’.

La Encuesta Nacional de Prevalencia en Violencia Basada en Género del 2013 reveló que casi una de cada dos mujeres uruguayas que mantuvieron una relación de pareja a lo largo de su vida, admitieron haber sufrido alguna vez la violencia por su pareja o expareja.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=129048&SEO=montevideo-promueve-campana-contra-la-violencia-de-genero
Imagen: http://www.prensa-latina.cu/images/2017/noviembre/04/feminicidios-dominicana.jpg
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Entrevista a Florencia Alcaraz: “El Estado es responsable de cada femicidio”

04 Junio / Fuente:politicargentina /Autora: Leila Lobos

Hoy las mujeres, lesbianas, trans y travestis salen a la calle a gritar contra los femicidios y transfemicidios. Los dedos señalan todos a uno de los responsables: el Estado. El Registro de Femicidios de 2016 contabilizó un total de 254 víctimas en todo el país, cinco de esas personas eran mujeres trans y travestis.

Florencia Alcaraz es periodista e integrante de Ni Una Menos, el colectivo que convocó por primera vez en 2015 a una movilización contra los femicidios. En diálogo con Política Argentina, Alcaraz analizó el rol del Estado, las alternativas que crea el feminismo y por qué las mujeres trans y las travestis quedan fuera de la agenda mediática.

¿Por qué decimos que el Estado es responsable de femicidios?

El Estado es responsable de cada uno de los femicidios porque no hay políticas de prevención ni de cuidado, porque no se le asigna un presupuesto acorde a esta problemática estructural. Como tampoco se cumple con la educación sexual integral en todas las provincias.

Y porque cada vez que una piba desaparece ni la Justicia ni la policía la buscan. Es la organización popular la que se encarga de hacer rastrillajes, de pegar su foto en el barrio y en las redes sociales. Hay vidas que importan más que otras y las de las mujeres para el Estado importan menos.

¿Cuáles crees que son las alternativas frente a esta falta de políticas estatales?

Frente a esta intervención del Estado, porque no es que hay un Estado ausente sino que está presente pero de manera represiva, la organización feminista y la sororidad son respuesta que crecen en los barrios, en los sindicatos, en los espacios universitarios, en los espacios de trabajo. Desde hace dos años, desde el primer ni una menos se está dando un saldo organizativo de distintos espacios territoriales y también sindicales en donde las mujeres se organizan en torno a la violencia machista.

Esto es una respuesta que se está dando desde la organización pero nosotras entendemos que le Estado tiene que intervenir ahí de manera creativa y seria, y como decía antes la educación sexual integral es la respuesta.

¿Tienen una lectura sobre el aumento de la violencia machista, traducida en los femicidios, transfemicidio y travesticidio?

Entiendo que según las cifras de la Corte se registra un aumento respecto a los años anteriores de los femicidios y de los travesticidios. Nosotras entendemos que hay una respuesta neomachista al empoderamiento feminista, a que las mujeres ya no toleran la violencia machista como antes de Ni una menos. Las mujeres denuncian más, hablan más de las violencias que sufren. Sin embargo, cuando van a pedir ayuda tanto al Poder Judicial como al Estado se encuentran con un paredón, esa es la problemática.

Otra lectura que podemos hacer tiene que ver con la precariedad económica. Nosotras vemos un hilo invisible que se trama entre la situación económica, las mujeres y los femicidios. Sin empoderamiento económico, sin autonomía económica es muy difícil combatir la violencia machista. Estamos en un contexto en el que hay números altos de desocupación y eso afecta mucho más a las mujeres. Estamos en un contexto de despido masivos, en el sector privada como el en estatal y eso afecta a la mujeres. ¿Cómo salir de situación de violencia si no tenemos autonomía económica? Ahí hay una trama que hay que pensar y que es una respuesta para entender por qué hay un aumento de la violencia machista.

¿Por qué crees que los travesticidios y los transfemicidios no forman parte de la agenda mediática?

Entendemos que los asesinatos de travestis y de mujeres trans no entran en la agenda mediática porque hay una misoginia muy fuerte en los medios de comunicación masivo por un lado. Y también en la mirada que hay respecto de la Justicia.

La Corte Suprema presenta anualmente un registro de femicidios y recién este año incorpora la cifras de los transfemicidios y de los travesticicios. Hay que reforzar la mirada con respecto a todo los ámbitos, no solo en los medios, sino también si la Justicia que no visualiza que estamos frente a una problemática con respecto a las muertes de mujeres, travestis y  trans. Esto hace que sea difícil que los medios recojan eso.

Hoy en la Provincia de Buenos Aires tenemos dos travestis que murieron en cárceles y es un acifra muy alta para lo que va del año. Hay ahí un tema para ver y es muy difícil que entre en la agenda eso es verdad, pero me parece que cada vez que decimos ni una menos, también decimos ni una travesti menos.

Fuente de la entrevista: http://www.politicargentina.com/notas/201706/21237-alcaraz-el-estado-es-responsable-de-cada-femicidio.html

Fuente de la imagen: http://www.politicargentina.com/advf/imagenes/2017/06/5932a7929ec07_750x499.jpg

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Entrevista a Patricia Gordon: “Hay que trabajar en la educación de los varones”

30 Abril 2017/Fuente y Autor:elmarplatense

Con el femicidio de Araceli Fulles, la cruel estadística marca que en Argentina fueron asesinadas 28 mujeres en los primeros 28 días de abril. El número es escalofriante y mantiene en vilo a la sociedad, dentro de una problemática compleja, en la que los especialistas coinciden en que requiere de un abordaje integral.

En diálogo con El Marplatense, Patricia Gordon, psicóloga de Mar del Plata y titular de la ONG En Red, que asiste a las víctimas de violencia género, remarcó la importancia de trabajar en la educación de los varones, desde niveles iniciales, para empezar a reducir los niveles de violencia sobre las mujeres. Además, indicó que en General Pueyrredon se cumplen “muy pocos puntos” de la emergencia en violencia de género, aprobada en junio del año pasado.

“Hay muchas autoras que vienen estudiando el tema y que vienen planteando que esto tiene que ver con un mensaje que se inscribe en el cuerpo de las mujeres. Lo tenemos que analizar desde distintos puntos de vista y hay algo muy importante, que es la educación, la prevención y que es con lo que vamos a tener que seguir trabajando, pero no solamente con las posibles víctimas, sino con los varones. Esto tiene que empezar desde las etapas iniciales de la educación, para que en algún momento esta realidad se pueda transformar”, explicó Gordon.

Ante la cantidad de femicidios que ocurren en Argentina, Gordon indicó que “estamos pasando por un momento muy duro, muy crudo y muy alarmante. El tema es que acá no se puede analizar desde una sola perspectiva: tenemos que tener en cuenta muchas variables. A veces hacemos recaer todo en la Justicia y me parece que, más allá de las falencias de la Justicia con el tema de los violadores y la reincidencia, estamos hablando de una violencia que es estructural y que lamentablemente siempre recae sobre el cuerpo de las mujeres”. Y agregó: “Creo que este tema del femicidio está estrictamente relacionado con el poder y con el ejercicio de ese poder en el cuerpo de las mujeres, con la dominación, con la descalificación. Y vos fijate que desde los medios masivos de comunicación tenemos programas de televisión que continuamente descalifican a las mujeres y la mujer sigue siendo tomada como un objeto de consumo. El violador, el femicida, también toma a la mujer como un objeto que puede controlar”.

“El violador lo que hace es tomar a la mujer como una cosa, como un objeto con el que puede hacer lo que quiere. Inclusive matarla, quemarla y descuartizarla, como fue el caso de Araceli”, sostuvo Gordon.

“A NIVEL LOCAL TENEMOS SERIOS PROBLEMAS”

Con respecto a la situación en Mar del Plata, Gordon manifestó que el problema “no es tomado con la seriedad que se merece”. “El propio intendente (Carlos Arroyo) dijo que esto era una moda”, recordó.

“A nivel local también tenemos serios problemas. Hemos logrado una emergencia en violencia de género, pero se cumplieron muy pocos puntos de esa ley. Y hemos tenido mensajes del propio intendente, que dijo que esto era una moda”, expresó Gordon. “Me parece que el tema no es tomado con la seriedad que se merece. No es una cuestión de alarmismo, es la realidad con la que nos encontramos: en abril ya mataron a 28 mujeres. O sea que la cifra esa de que matan una mujer cada 30 horas no corre más. Ahora es cada 18 horas”, concluyó.

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TAPIA: “HAY QUE PENSAR ESTOS CASOS CON PERSPECTIVAS DE GÉNERO”

Para el juez de Garantías, Juan Tapia, la justicia debe trabajar sobre los femicidios bajo una perspectiva de género. “Hay que remarcar la necesidad de pensar estos casos con una perspectiva de género, que es una herramienta metodológica  que permite ampliar la  visión  y  entender estos  contextos  de desigualdad para pensar, sobre todo, de qué modo intervenir  cuando  hay  pequeñas alertas  de casos de violencia  para que el  Poder  Judicial pueda disponer a  tiempo esa  batería  de  medidas orientadas a  la  protección  de la mujer”, remarcó Tapia.  “Hay que pensar en la  capacitación de los operadores judiciales con  una  perspectiva de género en las áreas universitarias, con temáticas especificas para prevenir estos casos y  para  investigarlos, para llegar  a tiempo cuando hay un  primer aviso o un  alerta,  de cómo intervenir  de una manera efectiva”, agregó.

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Tapia hizo hincapié en la responsabilidad del Estado y señaló que “el término femicidio    obedece a una situación interpersonal derivada de una violencia de género, pero el término feminicidio obedece a la responsabilidad del Estado cuando toma conocimiento de una situación de violencia y no interviene a tiempo como para prevenir un resultado agresivo mayor. En ese sentido también hay una responsabilidad por omisión del Estado. Me parece  que dentro de  este problema complejo, hay también una responsabilidad del Poder Judicial que tiene que ser puesta en consideración, sobre todo para capacitar con perspectiva de género a los operadores”.

Por último, el juez de Garantías se refirió a la especificidad que debe tener el abordaje de este tipo de delitos adentro de las cárceles.  “También hay que tomar en cuenta a la cárcel, porque una vez que encontramos al autor de un delito de este tipo, se necesita un  tratamiento específico. No es lo mismo tener en un pabellón al que vende drogas, al que roba autos, al  que comete una estafa con una tarjeta de crédito o a un hombre violento. Cada uno de estos autores de delitos deberían un tener tratamiento específico para pensar en  una resocialización. En ese tratamiento, el hombre violento necesita una terapia específica para desarmar estructuras y patrones violentos, algo que evidentemente la cárcel hoy no puede brindar”, analizó.

Fuente de la entrevista: http://elmarplatense.com/2017/04/29/femicidios-hay-que-trabajar-en-la-educacion-de-los-varones/

Fuente de la imagen: http://elmarplatense.com/wp-content/uploads/2016/10/marcha-lucia-perez-1.jpg

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