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«Por qué llora esa mujer, testimonios sobre violencia machista», el libro que puede leerse online y pdf

Redacción: Página 12

Después del primero y masivo Paro Inernacional de mujeres, lesbianas, trans y travestis convocado por #NiUnaMenos y otras cincuenta organizaciones, realizado en octubre de 2016, las escritoras, docentes y gestoras culturales Ángela Pradelli y Alejandra Correa idearon un archivo para resguardar la memoria de las víctimas de distintas formas de violencia patriarcal en el país.

Por qué llora esa mujer. Testimonios sobre violencia machista se transformó en un libro vivo y colectivo con aportes de las protagonistas y de familiares, cronistas y escritorxs como Alicia Plante, Cecilia Sorrentino, Anabella Foscaldo, Oscar Marful, Inés Arteta, Silvana Aiudi, Sebastián La Prezioso, Silvana Quintans y Hugo Paternoster. Reúne treinta y dos historias breves de mujeres que, por el solo hecho de ser mujeres, fueron humilladas, amenazadas, golpeadas, abusadas, violadas o asesinadas por familiares, parejas o desconocidos. A partir de los primeros días de marzo se puede leer online y descargar en forma gratuita desde este enlace: https://bit.ly/3a9y05w .

“En octubre de 2016 asesinaron a Lucía Pérez, una adolescente de dieciséis años, en Mar del Plata –recuerda Ángela Pradelli-. Fue todo tan brutal que provocó una reacción muy importante en nuestra sociedad. A los pocos días llegó el primer paro y una marcha multitudinaria que tuvo una contundencia nueva”. Pradelli estaba en China, en una Residencia de Escritura en Shanghái, y siguió la marcha por Internet. Conmovida, hizo un comentario en su página de Facebook: “Algún día vamos a tener que escribir estas historias, darles voz a estos relatos”. Muchxs le respondieron y dejaron sus comentarios, y Alejandra Correa aceptó eldesafío. “Hagámoslo”, le escribió. “A fin de año, cuando volví de Shanghái, convocamos por redes sociales a las mujeres que quisieran dar su testimonio. También convocamos a escritorasy escritores que pudieran escuchar esos testimonios y escribirlos. Lo más importante era escuchar a las víctimas y sostener sus voces en la narración. Ese fue el origen de Por qué llora esa mujer. Otra forma de la hospitalidad“

Las narraciones son parte de un tejido, el de las voces que murmuran o gritan, el de las historias que resuenan en cada quien, porque son siempre (o podrían ser) las propias –escribe María Pía López en el prólogo-. Los cuerpos movilizados produjeron esa hospitalidad callejera para el dolor y la multiplicación de palabras fueron creando el reconocimiento mutuo, el dejar resonar en cada una lo que le pasó o pasa en otras. Por eso, cada historia es tan singular como impersonal, cada palabra de una y de todas”. Mediante el registro que facilita la narración, siempre destinada a lxs demás, la voz privada se vuelve pública y transforma el contexto. “Tuve muchas dudas en dar mi testimonio, pero me decidí porque pienso que puede ser un granito de arena más para poder avanzar en esta lucha”, escribe Ana Julia Di Lisio al inicio de su testimonio. El libro tiene como protagonistas a mujeres de distintas clases sociales, edades, profesiones y oficios. Varias aparecen con nombre y apellido; otras, dado que los violentos aún están al acecho, solo con las iniciales. “Algunas contaban su historia por primera vez –indica Alejandra Correa-. Los testimonios eran orales y en la construcción de la historia escrita tuvimos especialmente presente respetar el modo en que las mujeres ponían en palabras orales las violencias que padecían”.

En los casos de las dos mujeres jóvenes víctimas de femicidio, Belén Canestrari y Katherine Moscoso (asesinadas en 2013 y 2014, respectivamente), familiares directos brindaron sus testimonios. A ellas dos está dedicado Por qué llora esa mujer. A modo de separadores entre un testimonio y otro, se incluyeron fotografías de Martina Bertolini y de Correa, que consuelan y alivian un poco en medio del dolor. Desde su lanzamiento, docentes, músicxs, actrices, escritoras y escritores recomiendan el libro en las redes sociales con pequeños clips de lectura y reflexión. Entre otrxs, participaron en la promoción de esta plataforma cultural Canela, Dafne Casoy, Claudia Masin, Andrea Ostrov, Laura Galarza, Agustina Bazterrica y Andrea Álvarez. Las coordinadoras invitan a hacer lo mismo a todxs lxs lectorxs. “El libro se está leyendo mucho en varias provincias –agrega Pradelli-. Muchos docentes lo incorporaron en sus lecturas en el aula y también como material de Educación Sexual Integral (ESI). Nos llegan fotos de grupos de mujeres que se encuentran en las plazas para leer el libro. Hay lectores que nos dicen que no pueden dejar de leerlo; otros, que leen la primera historia y tienen que tomar un poco de aire para seguir”.

Días atrás, la Biblioteca del Congreso de la Nación comunicó que el libro será incorporado en su catálogo de libros virtuales. Debido al triste papel que desempeñaron funcionarios judiciales y policiales en varias historias, sería aconsejable que también lo leyeran las autoridades que instrumentan políticas públicas contra la violencia de género. Registro en tiempo real del lenguaje, los actos y la ideología que sostiene la violencia machista y patriarcal en la Argentina, Por qué llora esa mujer es un material de lectura urgente y, a la vez y lamentablemente, aún abierto y sin punto final.

PDF de Por qué llora esa mujerhttps://bit.ly/3a9y05w
Por qué llora esa mujer online: https://bit.ly/3aaHCNj

Un fragmento de Por qué llora esa mujer

Todavía no puedo contar todo. Pero algunas cosas puedo. Me enamoré de ese hombre que me hablaba de la vida en el campo (soy de ciudad). Él siempre tuvo muy claro qué decirme. Y me hizo entrar. La primera vez que me insultó estuve a punto de irme, de dejarlo: todavía no vivíamos juntos,habíamos discutido porque yo no podía salir (estaba con mi hija chiquita, de un matrimonio anterior). Él me miró con odio y lo dijo: “pelotuda”. Agarré la cartera y casi me voy, pero volví a tratar de saber por qué. Me quedé y él ya no se detuvo. En los siete años que vivimos juntos hubo de todo: golpes, mudanzas, insultos, un hijo, palizas, patadas en la espalda y en la cara, hijos pequeños de él que vinieron a vivir a casa, amenazas. Una vez me agarró del cuello y casi me mata (vi todo negro, después me soltó). Otra vez, estaban todos los chicos y cuando se distraían él me pegaba puñetazos en la espalda; miraba de costado y vigilaba que no miraran y volvía a pegar; es el recuerdo que más me atormenta,porque demuestra cuánto me conocía (sabía que yo jamás gritaría delante de los chicos). Llegó a amenazarme con pegarme en la panza hasta que abortara “si me seguís jodiendo”.
[De “Ojito con mostrar hombría”, por Marcela Minakowski]

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/255329-por-que-llora-esa-mujer-testimonios-sobre-violencia-machista

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Alba Carosio: La emancipación desde los feminismos latinoamericanos y caribeños

Redacción: CLACSO

Dentro de la Colección de los “Cuadernos del pensamiento crítico latinoamericano”,
CLACSO presenta la investigación “La emancipación desde los feminismos latinoamericanos y caribeños” de Alba Carosio, co-coordinadora del Grupo de Trabajo
“Feminismos, resistencias y emancipación”.

Los feminismos nuestroamericanos se han venido convirtiendo en un agente político importante, logran convocar grandes movilizaciones de calle, tienen propuestas políticas transformadoras, y han generado conceptualizaciones explicativas que amplían horizontes. En este momento histórico, los movimientos feministas hacen visible una potencia que interpela sobre asuntos cruciales que la política hasta ahora no tuvo en cuenta: el cuerpo, el amor, el deseo, la sexualidad, la maternidad como una opción y no una obligación, el derecho al aborto, la pobreza de las mujeres, la economía para la sostenibilidad de la vida, la participación de las mujeres y sus derechos efectivos.

La actual tercera ola feminista (o cuarta según se mire) comenzó con las denuncias por abusos machistas hacia los cuerpos de las mujeres, y fue creciendo constituyendo una fuerza que plantea un nuevo pacto social y una transformación radical de todos los sectores de la vida social. Hoy se trata de hablarle a toda la sociedad, de plantar luchas al poder patriarcal, histórico aliado del capitalismo y del neoliberalismo. El movimiento social de las mujeres ha venido develando el sistema y sus coartadas culturales, que avalan la discriminación para legitimar la explotación de las mujeres, que es paradigmática y se entrecruza con la opresión de clase, etnia, raza, territorios, generaciones, coloniajes e imperialismo.

Los feminismos latinoamericanos y caribeños actuales plantean una disputa de sentidos en torno a los modelos de civilización y organización de la comunidad humana. Desde la reflexión, producción y acción feministas se evidencian viejas y ocultas discriminaciones, que enriquecen y transforman la política y sus objetivos concretos, que impulsan profundizaciones democráticas y formas más cálidas y diversas de participación social, que cuestionan la toma de decisiones cupulares y sordas a la concreción de la vida. Los feminismos latinoamericanos y caribeños construyen un movimiento claramente contra-hegemónico.

A partir de una concepción plural y democrática, los feminismos plantean una forma diferente de hacer política, y una forma diferente de interpretar la realidad, denunciando problemáticas negadas o excluidas, visibilizando a las mujeres en sus afectaciones pero también en sus contribuciones a la sociedad, desnaturalizando los órdenes de violencia patriarcal en los que históricamente se ha socializado a hombres y mujeres, proponiendo formas alternativas para expresarse y movilizarse políticamente. Resistiendo al brutal ataque a la reproducción social, las mujeres han entrado al campo de la política con sus posiciones, con su fuerza y sus estrategias. Teniendo en cuenta que otras transformaciones han fracasado, se trata ahora de no repetir viejas prácticas. Los reclamos de la lucha feminista, son en rigor, reclamos por derechos de la ciudadanía de las mujeres, pero una ciudadanía diversa e incluyente, donde se reconozca a quienes estuvieron en la oprimente invisibilidad. El movimiento feminista latinoamericano y caribeño irrumpiendo y haciéndose visible en la toma del espacio público, y como una instancia de acción colectiva de protesta y propuestas, trae consigo nuevos desafíos para dar respuesta a las realidades cambiantes de nuestra región.

La visión feminista es indispensable para enriquecer y completar la lucha por la transformación social y la emancipación humana. Los movimientos de mujeres tienen hoy demandas y fuerza insoslayable en todo camino hacia la justicia y emancipación. La opresión de mujeres y géneros se ha hecho visible como malestar político, que ha logrado llenar plazas y avenidas. Los feminismos latinoamericanos y caribeños han aportado y tienen mucho por aportar a la construcción transformadora, son una garantía más clara de que realmente se produzca.

Seguimos en la búsqueda de la radicalidad del cambio social, de la concreción de la emancipación, ayudadas por las utopías pensadas e impulsadas por el río de soñadoras y luchadoras que en nuestros pueblos han sido. Por las voces y por los silencios, por los movimientos y por las quietudes, que desde hace más de cinco siglos han venido aportando ideas y pensamiento a nuestras mareas actuales, hemos ido acumulando fuerzas en nuestra región. Redes y tejidos de hermanas son formas organizativas que cruzan fronteras, por sobre los muros, fortaleciendo los movimientos nacionales y regionales, y también con nexos internacionales. Los feminismos son internacionalistas por nacimiento y definición.

Las utopías feministas emergen de los movimientos, luchas y debates, reflexiones e intercambios que permiten dibujar mundos alternativos posibles, y reclamar transformaciones concretas.

Seguimos proyectando una civilización no patriarcal, no capitalista, no colonial y no imperialista, porque será más humana, diversa y feliz.

Rasgos y afanes feministas pueden enunciarse:

Cuidar la vida

Desde el siglo pasado, sabemos que el “punto de vista” es determinante para el análisis social, para entender y hacer visible fenómenos y problemas de nuestra vida en común. En este sentido, las miradas de las mujeres aportan una manera epistemológicamente privilegiada para comprender el entramado con que nuestro modelo civilizatorio mantiene un contrato social, que implica un contrato sexual que divide el trabajo de los sexos, y resta valor y hace invisible la reproducción de la vida.

En el capitalismo tardío actual estamos presenciando el conflicto entre los procesos de acumulación de capital y los procesos de sostenibilidad de la vida. Los procesos de la vida son invisibles en la economía tradicional, no sólo en el sentido de la no valoración del esfuerzo que cuesta regenerarla, sino porque la ganancia se hace en base a destinar el tiempo de vida y los cuerpos a hacer funcionar los mecanismos de mercado y de la explotación de la naturaleza. El conflicto capital-vida hace referencia a la hegemonía de la acumulación, que pone el sostenimiento de la vida a su servicio, generando nuevas formas de negocio y de explotación en la provisión de cuidados. El mercado coloniza la vida familiar de las capas más pudientes que contratan el cuidado de niñas, niños, mayores y otros dependientes, mientras genera capas proveedoras de servicios que deben descuidar sus propias responsabilidades familiares. Se establece así una desigualdad profunda en la recepción de cuidados. Se descuida para cuidar. El cuidado es un privilegio en nuestras sociedades capitalistas patriarcales.

La inexistencia de una responsabilidad social en los cuidados es uno de los factores clave en la feminización de la pobreza: tener que participar en las tareas de la casa es a menudo un factor de abandono escolar para las niñas o adolescentes; las mujeres pobres frecuentemente encuentran pocas opciones laborales distintas al empleo de hogar, que a su vez no permite mejorar su situación (funciona el suelo pegajoso o piso de cemento y la promoción profesional no es posible en ese sector); las mujeres pobres están sobrecargadas de cuidados (porque peores situaciones socioeconómicas implican mayores necesidades de cuidados), su trabajo no se valora e impide participar plenamente en el mercado.

Los cuidados y la división sexual del trabajo son pilares básicos del sistema de dominación actual: la explotación económica, la precarización laboral y la brecha salarial; y la servidumbre social que implican las tareas de cuidado no remuneradas. El cuidado debe considerar en su potencial, como palanca para la transformación: no hay que olvidar que el capitalismo globalizado se sostiene sobre cantidades enormes de trabajo invisible organizado según una ideología heteropatriarcal. La economía jerarquizada de clases no puede desmontarse sin desmontar esa ideología.

Cuando el Estado no asume responsabilidades en el bienestar, lo que ocurre es que el bienestar de las clases sociales más altas está muy mercantilizado, y el de las clases más populares está muy familiarizado o, más bien, mujerizado. Sin embargo, no se trata solamente de derechos e igualdad, sino de transformar el modelo de vida, producción y consumo. Hoy pensamos en una amplia reorganización de los procesos de producción y reproducción, de los tiempos de vida y de trabajo, asumiendo corresponsabilidad entre estado-hombres-mujeres-comunidades y generaciones.

En la perspectiva feminista, los cuidados son parte de los procesos de producción-reproducción en una unidad indisoluble. La vida, humana y natural, es interdependiente, tiene una precariedad esencial, por eso necesita cuidados. Los valores de la interdependencia, el afecto y la corresponsabilidad, que están presentes en los cuidados, deben ser rectores de la vida social en un modelo civilizatorio no patriarcal. Proponemos una sociedad feminista, es decir, sociedades y comunidades cuidadoras, que acompañen y sostengan para vivir vidas vivibles, y por esto -como dice Verónica Gago-, en la potencia feminista está el deseo de cambiarlo todo.

Derecho a una vida libre de violencia

Cuidar la vida significa vivir sin miedo y sin violencia; para gran cantidad de mujeres y otras personas negadas y discriminadas esto es imposible. La civilización patriarcal es violenta de manera constitutiva, se ejerce el poder con base en la capacidad de controlar y/o arrebatar la vida. En ese horizonte, siempre está la posibilidad de la violencia que impone dolor y muerte. Se ejerce violencia para expresar dominio y demostrar posesión.

A fines del siglo XX los feminismos latinoamericanos y caribeños comenzaron a dimensionar la magnitud de la violencia contra las mujeres, pero es en nuestro siglo cuando las violencias machistas se logran hacer visibles, aunque todavía de manera bastante incomprendida. Nuestras sociedades siguen estando ganadas por la misoginia, que culpabiliza a las propias mujeres por la violencia que se ejerce contra ellas.

La culpabilización evita la solidaridad con las víctimas, las humilla y encubre todas las formas de dominación, abuso y crueldad. Y así se va estableciendo la tolerancia social hacia la violencia contra las mujeres, que da base a la violencia social general. Asesinar es legal si quien mata tiene el poder suficiente para tener de su lado a la ley. El dominio sobre determinadas personas habilita condiciones para que aumente la disposición a la agresión y a la crueldad.

La violencia no nos afecta a todas las personas por igual, los feminicidios ocurren en mayor medida a mujeres jóvenes más pobres. La violencia no ataca por igual a los estratos sociales. En nuestra América, la historia de la desigualdad, imperialismo y colonialismo se inscribe en el cuerpo de las mujeres. El cuerpo femenino cuenta la historia de desigualdad y refleja un sistema jerárquico de género, edad, raza. A partir de la cosificación y la desvalorización, el escenario está listo para cualquier tipo de violencia directa, que se legitima y se culpa a la víctima. Si una mujer/adolescente/niña es violada, se pregunta qué hacía en ese lugar. Si es víctima de trata, por qué fue tan confiada. Si su pareja la mató, por qué aceptó su presencia y no tomó medidas antes.

En sociedades altamente desiguales, se va generando una crueldad sistémica que se manifiesta en la indiferencia y falta de atención a las víctimas. En la violencia de género es evidente la apatía e indolencia de las instituciones y las comunidades, y en esto está la base y puerta de entrada a la violencia social generalizada. En el abuso del cuerpo de las mujeres se demuestra el disciplinamiento a que puede someterse a quienes son descartables.

La violencia contra las mujeres, las niñas y los cuerpos feminizados se basa en el mandato de la masculinidad que impone el sistema patriarcal. Las identidades masculinas normativamente “exitosas” abarcan los atributos de estatus social, riqueza material, potencia sexual, agresividad y uso de la violencia como mecanismo para expresar e imponer poder. La masculinidad en los contextos patriarcales son procesos que necesitan constantemente actualizarse y demostrarse, la violencia es así un acto simbólico masculino demostrativo que resulta legítimo y ampara a quienes lo ponen en práctica. Este fenómeno es claro en la producción de fratrías pandillescas que son espacios de acumulación de capital masculino, y también en espacios legales como las fuerzas armadas y policiales. El control sobre las mujeres se vuelve parte demostrativa indispensable del dominio sobre quienes están en posiciones inferiores.

En el modelo capitalista tardío globalizado, la violencia en general y la violencia de género, son negocios muy rentables. El tráfico de armas, de drogas y de personas son negocios en crecimiento constante, interrelacionados entre sí, hay estimaciones que indican que mueven casi el 10% del PIB mundial. La trata de personas y el tráfico de migrantes tienen diferentes fines: la prostitución, trabajos forzados o serviles, esclavitud o prácticas análogas a la esclavitud, servidumbre, explotación de la mendicidad ajena, matrimonio servil, extracción de órganos, producción de pornografía infantil y adulta, turismo sexual, procreación obligada para la venta de menores de edad, extracción obligada de óvulos, venta de niñas y niños o cualquier otra forma de explotación. Según el UNODC, Global Reporton Trafficking in Persons 2018 (United Nations publication), 49% de las víctimas de trata son mujeres a lo que se suma un 23% de niñas. Más del 70% de las víctimas de trata son femeninas. La explotación sexual (59%) sigue siendo el delito más frecuente. América Central y el Caribe son las regiones con un mayor porcentaje (66%) de niños, niñas y adolescentes entre las víctimas.

La prostitución es una práctica social que garantiza al conjunto de los varones el libre acceso al cuerpo de las mujeres, y esto ocurre en la casi totalidad del planeta. La prostitución como institución internacional y globalizada se basa en sostener que todo hombre tiene derecho a satisfacer su deseo sexual por una cantidad variable de dinero. No es motivo de reflexión para los consumidores cómo llegaron esas niñas o mujeres a esta situación, ni tampoco cuáles son los orígenes de miseria y explotación que desde determinados lugares del planeta alimentan los mercados del sexo lúdico pasando por las redes mafiosas. La prostitución es una gran escuela de desigualdad humana, violencia y violación de derechos humanos. Aunque la prostitución ha existido desde siglos, es en el desarrollo del capitalismo, del primer capitalismo industrial, cuando adquiere proporciones importantes e infames, como lo describe Flora Tristán en Paseos por Londres: “La prostitución es la más horrorosa de las plagas que produce la desigual repartición de los bienes de este mundo” (1840).

La teoría y práctica feminista no solamente llama la atención sobre estas crueles formas de relación humana, para que el derecho de las mujeres y las niñas sea parte real de los derechos humanos, sino también para que mediante la visibilidad, denuncia, demostración y desnaturalización de las explotaciones más consuetudinarias y habituales, pueda prefigurarse una radical transformación social y emancipación real. Para pensar una sociedad sin violencia es indispensable pensar un modelo de convivencia donde mujeres y niñas vivan sin peligro de muerte, dolor y esclavitud, permitiendo que la interconexión con la violencia social general coopere desde la base con una sociedad de paz. Este tipo de sociedad de paz implica nuevos tipos de masculinidad, femineidad y diversidades, en libertad y sin jerarquías.

Apostamos a valorizar y jerarquizar los vínculos de afecto, cercanía, las maneras de contención, los ensayos de crianza de infancias libres, los espacios de cuidado a los que podemos remitirnos para combatir la violencia. Los feminismos en la actualidad constituyen una propuesta política, civilizatoria, de proyección de un mundo radicalmente diferente y en paz.

Transformar la democracia

La democracia, como la clásica identificación como gobierno del pueblo, lo ha sido en masculino. Los movimientos feministas, mundiales y latinoamericano-caribeños interpelan a las democracias en sus bases. Se piensa quién es el sujeto político de la democracia, y cómo y para quienes se toman decisiones. El espacio público-político de la democracia sigue siendo patriarcal, las voces que suenan y se oyen son de los liderazgos masculinos poderosos, que tienen bases organizativas. Pero las mujeres latinoamericanas y caribeñas tienen presencia pública y organización, y desde allí han venido participando y disputando resonancias. Se ha gestado un proceso de construcción del pueblo feminista, como lo llama Graciela Di Marco.

En nuestra región, desde el siglo XVI, resistiendo en contra de la colonización que se expandió sobre el cuerpo violado de las hermanas originarias y de las negras secuestradas y esclavizadas, pioneras feministas reclamaron el derecho de las mujeres de ser consideradas sujetos racionales y tener derecho al despliegue espiritual de la lectura y la educación. Así se marcó la parcialidad de la razón iluminista colonial pretendidamente universal, y fue por las luchas de las mujeres en el siglo XIX que se abrieron las puertas de las aulas para las niñas en nuestras nacientes repúblicas independientes. A principios del siglo XX, se exigió el estatus de sujetas políticas, articulando la lucha en base al derecho al sufragio femenino, se mostraron los límites de una democracia que no podía ser tal sin contemplar a las mujeres. Y ya en la segunda mitad del siglo XX, en plena radicalización estudiantil, antibélica y antirracista, libertaria y en busca de la transformación social, los feminismos volvieron a irrumpir con más potencia que nunca. “Lo personal es político” y “Democracia en la calle, en la casa y en la cama” fueron consignas que mostraban y apuntaban a la dominación patriarcal en todos los ámbitos de la vida como una de las enormes opresiones a combatir. Con su acción y reflexión, ampliaron el concepto de lo político frente a aquello que todas las corrientes de pensamiento hasta ese momento habían dejado de lado. En 1982, el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe decía en su declaración final: “El Movimiento de Liberación de la Mujer es un movimiento político que busca la transformación económica, política y social de nuestra sociedad, de una manera radical y absoluta” y afirmaba que el Movimiento de Liberación de la Mujer garantiza que el proceso de transformación y cambio sea verdaderamente irreversible y toque todos los grupos y sectores sociales, transformando la vida por dentro y por fuera, como una sola unidad y en una forma radical.

A partir de estas luchas se fueron generando instituciones, mecanismos internacionales y nacionales y marcos normativos, para promover la igualdad de género, sin embargo, con poco alcance y bajas condiciones de operatividad. Los estados son completamente reacios a reconocer las condiciones de desigualdad, siguen siendo instituciones estructuralmente patriarcales. En la década de 1990, “Autonomía” e “igualdad” se redefinieron mediante un discurso liberal de derechos individuales, y en la región se consolidó un “feminismo de lo posible”, sin referencias a transformaciones globales.

En la primera década el siglo XXI, se elaboraron constituciones (Venezuela, Ecuador y Bolivia) en las que participaron feministas y organizaciones de mujeres, que impulsaron nuevas concepciones de igualdad más inclusiva y perspectivas más amplias de la democracia, nuevos pactos sociales y reconfiguraciones del Estado. Los nuevos marcos de convivencia trajeron el reconocimiento de la diversidad social, a partir de la visibilización de la intersección de discriminaciones y opresiones de género, etnia y clase. En resumen, se impulsó la ampliación de la democracia. Hoy, se plantea como horizonte alcanzar la representación paritaria, hacer realidad la Democracia Paritaria, como una propuesta que aporta a la construcción de sociedades más justas, igualitarias y democráticas, por lo cual es posible afirmar que cuanto más feminista sea la democracia, más democrática será. La democracia debe ensanchar constantemente sus fronteras, creando métodos que en lugar de constreñir u homogeneizar habiliten las diferencias.

Lo que se hace evidente, sin embargo, es que a pesar de marcos normativos y reestructuraciones, las instituciones no han cambiado sus prácticas, costumbres y comportamientos machistas y persisten los tratos desiguales, discriminatorios y opresivos. La mayoría de los estados latinoamericanos siguen manteniendo el control sobre la soberanía del cuerpo, la reproducción y el trabajo de las mujeres. Siguen los sesgos en las políticas públicas de género, pero también de clase, de etnia, de edad y muchos otros. Y aún más, se ha producido violencia política contra las mujeres. La violencia y el hostigamiento contra las mujeres por motivos políticos llevan implícito el mensaje de que las mujeres no pertenecen a lo político, hay límites a su participación social. Hay montones de declaraciones institucionales contra la violencia hacia las mujeres, pero no hay medidas reales.

Los movimientos feministas no solo han traído otras voces a las discusiones sociales, sino que también en sus formas organizativas prefiguran nuevos modelos de acción colectiva. Se ejercita un constante diálogo en red, con la mayor horizontalidad posible, el concepto de sororidad es una regla de convivencia que implica cuidado mutuo y afecto. Se ha venido construyendo y consolidando un feminismo popular, que establece alianza con otros movimientos: sindical, campesino, indígenas, pobladores, etc. En toda esta red, las feministas plantean alternativas que pasan por “el total reordenamiento social del poder y de sus expresiones objetivas y simbólicas, anidados en nuestras subjetividades, relaciones e instituciones, desde la familia hasta el ordenamiento nacional e internacional” (Olivera, Mercedes, 2019).

Los feminismos actuales salieron de la marginalidad confinada a ciertos sectores de la militancia y se convirtieron en movimiento de masas. El pensamiento feminista está comenzando a ser parte de las tradiciones de lucha de los movimientos y organizaciones populares, no sin contradicciones y obstáculos. Prejuicios y posicionamientos políticos que lo siguen ubicando como algo secundario y, más que nada, la resistencia de los varones a democratizar el poder y abandonar sus privilegios sigue estando presente.

Sin embargo, América Latina y el Caribe están viviendo un período en el que se ha venido produciendo una nueva imbricación entre lo político y lo religioso, dando lugar a procesos de des-democratización, con fuertes implicaciones antiderechos centrados en discursos antigénero, de restauración de la familia patriarcal tradicional y retoma de la disciplina sexual y social. La fórmula y calificativo “ideología de género”, que actúa como aglutinante simbólico, fue inventada para desvalorizar y crear temor por una posible disolución moral y caos, ocasionado por la legitimación de los derechos humanos de las mujeres, en especial de los derechos sexuales y reproductivos, y la aceptación de la diversidad sexual. Los Estados se cierran, ajustan, recortan políticas sociales y van contra los derechos conquistados; se persigue a migrantes; las derechas son gobierno y avanzan, criminalizando a los sectores populares.

La compenetración entre política, moral y religión, divide la realidad entre el bien absoluto y el mal absoluto, permite generar lealtades y viabilizar justificaciones dogmáticas para las decisiones y lógicas autoritarias en el ejercicio del poder. Los valores fundamentalistas han hecho converger a un catolicismo neo integrista con el evangelismo conservador pentecostal y mormón, e incluso en ciertas ocasiones con ortodoxos y musulmanes. Se han creado alianzas y coaliciones transnacionales con ideología religiosa ultraconservadora, con una fuerte voluntad de influencia directa en la política.

Ya desde los años 70, la derecha cristiana estadounidense promovió la circulación de su discurso en América Latina. En los años 90, se fortaleció el neointegrismo católico. En la actualidad, la presencia de las Iglesias evangélicas pentecostales es evidente en todos los barrios de nuestra región, especialmente en los sectores más pobres, su propagación fue acelerada en los últimos 30 años, con acción social directa y fuerte presencia propagandística en medios radiales y televisivos. Hay quienes afirman que en América Latina hay más de 19 mil denominaciones pentecostales que organizan a más de 100 millones de personas, que participan directamente en política, ocupan posiciones legislativas y de poder ejecutivo.

En la segunda década de nuestro siglo XXI, frente a las olas restauradoras-conservadoras que se han venido instalando en los gobiernos y en las sociedades latinoamericanas, las ideas feministas son un impulso indispensable para continuar las luchas. Por este motivo, son presentadas por las derechas como un enemigo a extirpar y por algunas izquierdas como rebeldías infantiles; lo cierto es que los feminismos son de las resistencias más fuertes y más acostumbradas a combatir en la adversidad. A pesar de la instrumentalización de las demandas en una igualdad formal, conveniente y disciplinada, los feminismos en su radicalidad continúan en nuestra América. Desde los feminismos, lejos de limitarnos a resistir en defensa de lo conquistado, hoy estamos asumiendo tareas de ofensiva, algo que puede ser motivo de inspiración y de influencia para otros movimientos sociales.

Feminizar la política

No se trata solamente de incluir mujeres en forma igualitaria en todos los lugares de participación y decisión, con toda la importancia simbólica que la paridad tiene; se trata de que las perspectivas de las mujeres, con el privilegio epistémico que da el mirar desde la subordinación y subalternidad, sean parte de la política. Se trata de cambiar el orden de prioridades. La feminización de la política se entiende como una tarea generacional, desterrando una masculinidad ejercitada como dispositivo de poder. Y con una agenda feminista que hoy se propone discutirlo todo: la economía de cuidados, la política, la forma de los vínculos sexo-afectivos, la educación, las características de los espacios donde habitamos, entre otras cosas. Y cambiarlo todo.

Las políticas públicas se han centrado en una concepción de la vida humana, en la que la autosuficiencia y la independencia personal son el ideal. Por eso, las políticas de protección social se consideran una compensación, siempre transitoria, frente a los eventos o situaciones catastróficas sobrevenidas, o una ayuda temporal a pobres y vulnerables para salir de la situación de pobreza. No se asume para nada la protección social como la necesaria seguridad social que el Estado debería brindar a todas y todos, el acompañamiento de la sociedad a todos los seres humanos que viven, es decir el cuidado de la vida humana, que también debe extenderse a la vida natural como bien común y gran casa viva en la que habitamos.

Feminizar la política significa también priorizar los vínculos, generar comunidad y una comunidad que cuide, basado en el ideal de interdependencia corresponsable, de manera que acompañamiento y crianza sean prioridades que se compartan entre estado-comunidades y sexos. Los saberes y prácticas de cuidado y vínculo, que históricamente han ejercido las mujeres, deberían convertirse en el centro de la gestión y servir de modelo para la formulación de políticas. Se trata de la extensión de las prácticas feministas al conjunto de lo político y lo social. Y este uso debe entenderse como histórico y no como esencial inmutable, natural y fuera de la historia. Se trata de poner a circular los valores de la ética feminista (no violencia, corresponsabilidad, contextualidad, relaciones, compasión) para pensar lo político y las políticas.

Los feminismos plantean un cambio transformador no heroico en lugar de impulsar proyectos de emancipación totalizantes, que se plantean desde posiciones desencarnadas y abstractas, que subordinan la cotidianeidad a un mundo ideal. Los feminismos priorizan la vida en su enraizamiento relacional y concreto, con pasos situados y vividos en lo subjetivo y en lo objetivo. Esto significa preferir las utopías con manifestaciones provisionales, que indiquen la ruta en lo presente, sin postergar transformaciones en aras de una radicalidad impalpable. Es un movimiento que propone construir la vida en común desde otros criterios éticos políticos.

Pensamos en “domesticar la política”, desburocratizarla, humanizarla en clave doméstica, de una domesticidad repolitizada. Las mujeres están llamadas a reformular la politicidad en clave femenina, y los hombres pueden sumarse y aprender a pensar la política de otra forma. Una política de los vínculos, una gestión vincular, de cercanías, y no de distancias protocolares y de abstracción burocrática. (Segato, Rita, 2019)

El colapso civilizatorio es también el fracaso de valores masculinizados, de la política pensada desde una masculinidad competitiva que fue generando una necropolítica, originada por la ideología salvaje del mercado, donde predomina el que compite con más fuerza; por una democracia concebida como instrumento para los negocios; y por una relación de extracción sin límites con una naturaleza. Guerra y violencia son instrumentos de la política patriarcal que han creado un mundo invivible.

Ampliar los horizontes culturales, desterrar el patriarcado

La historia de los hombres es audible, la historia de las mujeres ha sido cancelada, censurada y perdida en la transición del mundo-aldea a la colonial-modernidad. Los aportes de trabajo, producción, luchas y emancipaciones de las mujeres como colectivo han sido borrados, son invisibles. Por eso es una acción militante fundamental recuperar la participación de las mujeres en los fenómenos y cambios sociales. Hacer visibles las marcas de las acciones de las mujeres, pero no reduciéndolas a una historia de los hechos, sino también incluyendo a aquellas huellas silenciosas, invisibles, generalmente expropiadas de su carácter político y epistémico.

La feminización de la pobreza, extendida en nuestra región tan desigual, tiene su contrapartida en la masculinización de la riqueza y el poder político, el derecho a la palabra y a la memoria, status quo avalado por la cultura patriarcal. El patriarcado ha mantenido el pensamiento y la reflexión en los estrechos límites postulados por el sexismo y la misoginia, que construyó la “otredad” femenina inferiorizada, expulsándola de los límites de lo valioso humano. Y aún más en nuestra región, donde se le superpuso la colonización, con sus dispositivos de racialización y esclavización.

Propuesta feminista de nuestra región es la relación de doble vía entre la despatriarcalización y la descolonización. El cuerpo de las mujeres originarias fue parte fundamental del botín colonial. El colonialismo produjo una combinación particular de la jerarquía varón-mujer, con la jerarquía racial étnica. El molde “patriarcado más colonización” estructuró todas las relaciones sociales en nuestra América. El hombre blanco estaba habilitado para tener acceso sexual al cuerpo de las españolas y también de las indígenas, bajo reglas diferenciadas. En el contexto del patriarcado colonial, el mestizaje es así un lugar social muy conflictivo, que produce seres ilegítimos. Por esto no se puede descolonizar sin despatriarcalizar.

Presenciamos en este momento histórico un retroceso impulsado por las derechas mundiales y latinoamericanas. Se manifiestan claramente antifeministas, retoman el papel central de la familia que trae el retorno de las costumbres patriarcales con eje en el rol tradicional de las mujeres, y el recorte en sus derechos en especial, sexuales y reproductivos. El patriarcado también es una dimensión central en las dinámicas destructoras de la vida, hay una repatriarcalización de los territorios dedicados a la extracción. El ataque a la llamada “ideología de género” se ha convertido en un factor de cohesión importante para las nuevas derechas. Con estos argumentos, se viene expandiendo un discurso conservador, que apela al orden social frente a un posible caos que impulsan los movimientos sociales. Para apuntalarlo es imprescindible el patriarcado. El mérito de los valores patriarcales es que educan en la desigualdad y ayudan a mantener el orden jerárquico, y la posesión/desposesión.

Por todo esto, eliminar el patriarcado es una tarea revolucionaria de primer orden.


BIBLIOGRAFÍA
Barrancos, Dora. Los caminos del feminismo en la Argentina: historia y derivas. En youtube.com publicado el 15 de mayo de 2014 por el canal Voces en el Fénix. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=HhXvfui6vJI, consultado 24/2/2020.
Di Marco, Graciela (2011) El pueblo feminista. Buenos Aires: Editorial Biblos.
Freire,Victoria… [et al.] (2018) La cuarta ola feminista. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Emilio Ulises Bosia.
Gago, Verónica (2019) La Potencia Feminista o el deseo de cambiarlo todo. Madrid: Traficantes de Sueños.
Galindo, María y Ochy Curiel (2015) Descolonización y despatriarcalización de y desde los feminismos de AbyaYala. Acsur: Las Segovias.
Olivera, Mercedes. (2019) Feminismo popular y revolución: entre la militancia y la antropología. Antología esencial/ Mercedes Olivera; contribuciones de Alain Basail Rodríguez; editado por Montserrat Bosch Heras. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: CLACSO.
Segato, Rita. Ningún patriarcón hará la revolución. En Gabbert, Karin y Lang, Miriam (2019) ¿Cómo se sostiene la vida en América Latina? Feminismos y re-existencias en tiempos de oscuridad. Fundación Rosa Luxemburg/Ediciones Abya-Yala.
Tristán, Flora (1840) Mujeres públicas en Paseos por Londres. Disponible en https://www.marxists.org/espanol/tristan/1840/londres/viii.htm, consultado 29/2/2020.


Fuente: https://www.clacso.org/la-emancipacion-desde-los-feminismos-latinoamericanos-y-cariben%cc%83os/
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Libro(PDF): «Contra Nuestra América. Estrategias de la derecha en el siglo XXI»

Reseña: CLACSO

Franz Hinkelammert afirmó hacia fines del siglo XX una idea que tiene plena vigencia: «La nueva derecha es heredera de las dictaduras militares de Seguridad Nacional, y su vocación es asegurar el esquema de poder originado por esas dictaduras bajo formas democráticas, en beneficio de las élites y con la bendición de Estados Unidos».

En efecto, las estrategias de la derecha vuelven a sus orígenes. En el plano político, se ha intensificado el perfil ideológico desplazando el espectro hacia posturas ultraderechistas. El autoritarismo de nueva generación registrado durante la segunda década de este milenio definitivamente se ha exacerbado. Esta matriz se ha reforzado en lo económico, actualizando la antigua alianza tecno-militar en la composición de los gobiernos en cargos claves (Brasil, Paraguay y Colombia), al tiempo que se refuerza el imaginario del Estado emprendedor, ahora conducido sin mediaciones y en forma directa por empresarios (la denominada “CEOcracia”).

Autores (as): 

Jairo Estrada Álvarez. Carolina Jiménez Martín. José Francisco Puello Socarrás. [Editores]

Jairo Estrada Álvarez. José Francisco Puello Socarrás. Carolina Jiménez Martín. Victor Manuel Moncayo C.. José Honorio Martínez. Mabel Thwaites Rey. Jaime Caycedo. Sergio de Zubiría Samper. Pablo Guadarrama González. Osvaldo Martínez. Beatriz Stolowicz. Alba Carosio. Plinio Arruda Sampaio. Julio C. Gambina. Antonio Elías. [Autores y Autoras de Capítulo]

Editorial/Editor: CLACSO.

Año de publicación: 2020.

País (es): Argentina.

Idioma: Español.

ISBN: 978-987-722-588-4

Descarga: Contra Nuestra América. Estrategias de la derecha en el siglo XXI

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=1836&orden=&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1375

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Esclavas del siglo XXI

Por: Gloria López

El objetivo del debate que el pasado día 5 de marzo acogió el Museo Reina Sofía de Madrid fue conocer, reflexionar y entender la situación que viven las jornaleras marroquís que llegan a los campos de Huelva en las campañas de recogida de la fresa, contratadas desde sus lugares de origen. Para ello, se contó con las voces de Rahma El Basraoui, Fátima Boubkri, Pastora Filigrana García, Justa Montero y Soulaima Vázquez, quienes estuvieron moderadas por Nines Cejudo.

Las mujeres que cultivan la fresa –y el resto de frutos rojos que llegan a nuestras mesas- vienen a los campos de Huelva tras pasar un proceso de contratación en el origen, considerado un “modelo de migración ordenada” por las instituciones, pero criticado profundamente por las organizaciones. La abogada y mediadora intercultural Rahma El Basraoui explicó que se trata de un convenio bilateral entre España y Marruecos que no garantiza los derechos de las trabajadoras. Recordemos que este año han sido 20.000 mujeres las que han sido contratadas en Marruecos bajo estos requisitos.

20.000 jornaleras sin derechos

“En ningún momento las trabajadoras conocen las condiciones en las que van a trabajar, ni sus derechos”, advertía la presidenta de la Unión de Asociaciones Marroquíes de la Comunidad Valenciana y portavoz de la Plataforma de Apoyo a las Trabajadoras del Campo. El perfil que se pide para acceder a este proceso de selección es el de mujer, casada, viuda o divorciada con cargas familiares (hijos e hijas de hasta 14 años), con una edad que va de 25 a 45 años. Todo esto tiene que estar acreditado por las mujeres, que en su mayor parte no saben leer ni escribir, que se ven obligadas a ir a la oficina con sus bebes en un tiempo muy corto.

Cuando llegan a España, encuentran que el sueldo recibido no coindice siquiera con lo prometido en el convenio: les pagan 0,75 céntimos de euro por recoger una caja de 5 kg de fresas. Viven en módulos prefabricados en malas condiciones. No se les ofrece una mínima formación en castellano, como se supone exige el convenio, ni se les da una copia del contrato y, si tienen algún conflicto, no pueden cambiar de empresa. Las empresas ejercen control sobre la vida de las trabajadoras, que son aisladas del entorno social. “Si quieren bajar al pueblo, tienen que hacerlo en el coche de compañeros que a veces le ofrecen hacerles la compra a cambio de favores sexuales.”

El contexto: un sistema patriarcal y racista basado en la explotación de las personas migrantes

La abogada y activista Pastora Filigrana García contextualizó esta situación, dentro de un sistema patriarcal y racista basado en la explotación de las personas migrantes. “El fruto rojo no permite una recolección mediante máquinas; se necesitan manos”, explicó. “Recoger la fresa es un trabajo duro. Hay que arrancar el fruto uno a uno. Doblar la espalda durante horas”. ¿Quién está dispuesta a trabajar más por menos sueldo? Quienes tienen más necesidad: ellas, las mujeres racializadas. Por ello, cada año, miles de mujeres marroquíes llegan a Huelva, entre febrero y abril, para, en el microclima de los invernaderos, trabajar duramente, día tras día, hasta los meses de junio y julio.

En Huelva se produce más del 90 por ciento de la fresa de España, que se exporta a Europa, a Francia y a Alemania sobre todo. Es un negocio que mueve unos 500 millones de euros cada año, que practica una agricultura intensiva, criticada por las organizaciones ecologistas por la fuerte demanda de agua que requiere. De este negocio vive mucha gente, no solo las mujeres marroquíes, también migrantes de otros países y población autóctona. “También entre ellos tienen conflicto, agitados por la extremaderecha, que pone a la gente a competir”.

El sector se colocó en el ojo del huracán después de que una revista alemana publicase un reportaje de dos reporteras en el que se denunciaban las condiciones en las que trabajan las temporeras marroquíes en la fresa. Las cuatro mujeres trabajadoras marroquíes denunciaron al manijero por acoso sexual acompañadas por las organizaciones Asnuci y Mujeres 24 h y el activista por los derechos humanos Antonio Abad. También interpusieron una demanda laboral contra la empresa y una denuncia ante la inspección de trabajo.

“La publicación de la historia puso de manifiesto unas situaciones que las organizaciones venían denunciando durante años” aseguró Pastora Filigrana, frente a la negación de numerosos sectores y la falta de credibilidad que se le ha dado a la voz de las jornaleras.

“En el feminismo no nos estamos escuchando. Parece que la mujer blanca es la que tiene voz y de las mujeres marroquíes solo se habla para hablar del velo”, expuso Soulaima Vázquez, mediadora intercultural y activista feminista, perteneciente al colectivo Alharaca, cuyo objetivo es sensibilizar y concienciar sobre el racismo y la islamofobia. “Nos movilizamos más porque lleven velo que porque sufran una violación”, sentenció.

La activista Justa Montero profundizó en la desigual respuesta que las situaciones de injusticia generan, según afecten a unas mujeres o a otras. En 2016, los medios de comunicación se hicieron eco de una violación sufrida por una mujer en Pamplona, miles de mujeres salieron a las calles y de este modo se puso en marcha un proceso que afectó al ámbito jurídico incluso. En 2018, algún medio se hizo eco de unas violaciones que habían sufrido mujeres marroquíes en Huelva, la respuesta feminista fue pequeña, solo en algunas ciudades, y la judicatura sigue su curso ejerciendo lo que las organizaciones llaman “racismo institucional”.

“Somos muchas las mujeres feministas blancas que pensamos y sentimos de corazón que el feminismo será antirracista o no será”

“Tenemos que revisar nuestro feminismo, nuestras agendas y nuestras prácticas”, dijo Montero. “Creo que somos muchas las mujeres feministas blancas que pensamos y sentimos de corazón que el feminismo será antirracista o no será; si no articulamos respuestas en esa dirección, no habrá derechos para todas las mujeres”.

“Las jornaleras marroquís que llegan a los campos en las campañas de recogida de la fresa, contratadas desde sus lugares de origen, vienen con una idea de lo que van a vivir y luego encuentran otra cosa”, insiste Fátima Boubkri, profesional de la hostelería, activista e integrante del equipo de madres de Dragones de Lavapiés. Esta mujer, natural de Marruecos que, tras 16 años en España, lucha por visibilizar las dificultades del colectivo migrante femenino desde su experiencia en primera persona. “Tenemos que agradecer y apoyar a las mujeres valientes que levantaron su voz y denunciaron la violencia que estaban viviendo,” dijo Boubkri.

Tras la denuncia, se pusieron en marcha algunas medidas –un equipo de mediadoras, la inclusión de un protocolo de acoso y abusos sexuales en el nuevo convenio- pero “en la práctica no sabemos si esto está sirviendo para acabar con los abusos y con la impunidad”.

El coloquio, desarrollado dentro la Revuelta feminista del 8 de marzo, estuvo acompañado de una performance y un vídeo documental con testimonios que pretende colocar la reivindicación de estas mujeres en primera línea y hacerse eco de sus voces.

Fuente: https://rebelion.org/esclavas-del-siglo-xxi-2/

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Uruguay: El desafío de transversalizar la perspectiva de género en las políticas de infancia y adolescencia

Redacción: Feminismo

En un seminario organizado por el INAU, especialistas compartieron experiencias de planificación estratégica con la mirada puesta en la igualdad.

La conmemoración del Día Internacional de la Mujer impulsó que distintas instituciones públicas y organizaciones sociales realizaran conversatorios sobre temáticas como la desigualdad de género, la lucha de los feminismos o las formas de violencia hacia las mujeres. En ese marco, el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) decidió poner el foco en cómo la perspectiva de género atraviesa también las políticas dirigidas a niñas, niños y adolescentes.

De esta idea surgió el seminario “Género en infancias y adolescencias: cambio cultural y políticas públicas”, que se desarrolló en la Intendencia de Montevideo (IM) y contó con ponencias de especialistas uruguayas e internacionales. La instancia sirvió para compartir los avances que ha hecho el INAU en materia de transversalización de género durante los últimos cinco años y los desafíos que se identifican para la proyección de esta agenda en el país.

“Hablar de políticas públicas con perspectiva de género es reconocer cómo se construyen y cómo se organizan las desigualdades a partir de lo que implica la organización social entre hombres y mujeres, que tiene causas estructurales”, explicó la presidenta del INAU, Marisa Lindner, durante la presentación. El diseño de estrategias para la infancia y la adolescencia en este sentido tiene que apuntar entonces a identificar esas desigualdades para revisarlas, cuestionarlas y, eventualmente, revertirlas.

Al mismo tiempo, la planificación tiene que contemplar la mirada interseccional, ya que –al igual que las mujeres– las vidas de las niñas, niños y adolescentes también están atravesadas por diferentes situaciones de desigualdad y discriminación. “No es lo mismo tratar con una niña o una adolescente pobre que con una niña o una adolescente con mejores oportunidades. No es lo mismo una niña afrodescendiente que una niña blanca. No es lo mismo una adolescente con discapacidad que una adolescente que ha tenido todas las posibilidades y oportunidades para el desarrollo de sus capacidades. Por lo tanto, hablar de los temas de género sin duda tiene que ver con la interseccionalidad, y por eso la complejidad de estas temáticas”, ilustró Lindner.

Pero para que realmente tengan sentido y sean efectivas, las políticas públicas tienen que ser acompañadas de cambios culturales. Por eso, para la presidenta del INAU es fundamental deconstruir socialmente algunos preconceptos y estereotipos que giran en torno a la infancia y la adolescencia. Puso como ejemplo el cuidado de la niñez, una responsabilidad que se atribuye exclusivamente a las mujeres: “¿Cómo vamos haciendo del cuidado una responsabilidad social, en la que los varones tengan un lugar central y, de alguna manera, tengan un papel fundamental en todos los procesos de acompañar el crecimiento? ¿Cómo hacemos de esto un tema comunitario, en el que de alguna forma desde las distintas organizaciones e instituciones que trabajan y referencian con las familias esto pasa a ser una propuesta permanente de trabajo?”. “Como siempre digo, en estos temas hay que empezar por casa”, afirmó Lindner, “y eso decidimos a nivel del INAU: hay que empezar por casa institucionalmente”.

Pensar y hacer en clave de género

El seminario fue una plataforma para que representantes de distintas instituciones compartieran las prácticas cotidianas que llevan adelante para transversalizar la perspectiva de género en políticas y programas específicos. Todas coincidieron en que una de las principales claves es empezar a revisar las formas en que las y los adultos nos vinculamos con las niñas, niños y adolescentes, que muchas veces profundizan las desigualdades de género. La moderadora del intercambio fue la experta argentina en planificación estratégica María Bonicatto, quien durante el último año lideró el trabajo de transversalización en el INAU.

La encargada de abrir la ronda de diálogo fue la directora del Programa Primera Infancia del INAU, Muriel Presno, quien planteó tres dimensiones a tener en cuenta al momento de cruzar el género con las políticas de primera infancia.

La primera tiene que ver con generar estrategias que siempre contemplen el hecho de que son las mujeres “las encargadas del cuidado y la crianza de las y los niños”.

La segunda dimensión es cultural y está vinculada con lo que les proponemos a niñas y niños “en los centros, en las casas o en la calle” desde una perspectiva de género. “Nosotros no nos preguntamos cómo aprenden los niños los estereotipos de género para ver cómo trabajar sobre ese aprendizaje […] Qué juegos les ofrecemos, qué formas de vínculos planteamos, qué expectativas ponemos en ellos sobre cómo comportarse de acuerdo con si son varones o mujeres”, explicó Presno. “Estas son preguntas que se tendría que hacer la academia y nos las tenemos que hacer los que gobernamos, los que dirigimos las políticas, los equipos”, cuestionó.

La tercera y última está relacionada directamente con las condiciones de trabajo, ya que los centros de primera infancia son un campo “altamente feminizado”, y eso también tiene que ser tenido en cuenta a la hora de hacer política pública. Sólo para tener una idea, 94% del personal del sistema del INAU está integrado por mujeres. Este fenómeno repercute en el trabajo del instituto, por ejemplo, a la hora de planificar actividades fuera del horario habitual del funcionamiento de los centros –por la misma razón esgrimida en la dimensión anterior–. “Surge como dificultad el hecho de que la mayoría de las trabajadoras son mamás o tienen que hacerse cargo de un niño, y la discusión queda ahí y queda puesta en algo que tiene que resolver el equipo”, explicó la funcionaria.

Presno pidió a las y los operadores que dejen de lado la idea de la perfección: “No hay una práctica perfecta. Uno no llega un día y se compró una perspectiva de género: es algo que se construye […] Somos parte de este mundo y por más que tengamos pensado el tema y nos movilice, operamos como somos en este tiempo”. Algo fundamental en este sentido, dijo, es escuchar siempre lo que tienen para decir las niñas y los niños.

Llevar la mirada al territorio

La subdirectora territorial del INAU, Cecilia Galusso, se centró en los desafíos de la implementación de las políticas con enfoque de género en el territorio. En ese sentido, dijo que se tiende a pensar que son las y los operadores que directamente trabajan en la acción en territorio quienes “tienen que tener la perspectiva de género para poder construir estrategias acordes con las necesidades de los chiquilines”, cuando en realidad la transversalización tiene que ir “mucho más allá” de ese equipo.

“En una institución que forma parte del Estado es imprescindible que el enfoque de género esté atravesado en todo el instituto como una política pública: desde el chofer, el que abre la puerta, el que está en el Departamento de Adquisiciones hasta el que hace los procedimientos administrativos o trabaja en la parte jurídica. Todos deben poder contribuir desde su lugar para que la estrategia elaborada para fortalecer los derechos de niñas, niños y adolescentes pueda llevarse adelante”, explicó Galusso.

Para la subdirectora, es una perspectiva difícil de transversalizar de manera integral porque “cuando hablamos del enfoque de género lo pensamos como si estuviéramos pensando un programa específico para atender, eliminar o reducir la diferencia de género, y en realidad es la perspectiva que uno tiene que tener constantemente en todas las áreas de trabajo y en todos los lugares, porque es una cuestión de derechos humanos”.

Galusso consideró que el INAU tiene “la gran oportunidad y el gran desafío” de hacer que todo el instituto se ponga los “lentes de género” y no se los saque más. “Aunque me canse los ojos o me duela lo que estoy viendo, no me los puedo sacar y seguir actuando de una forma más estereotipada porque estoy más acostumbrada y me hace más sencillo seguir adelante”, enfatizó. “Todos somos responsables de respetar derechos”, insistió, “pero como Estado estamos obligados a garantizarlos y generar las condiciones para que se den, porque si no somos directamente quienes los estamos vulnerando”.

“Adoptar la lógica de la igualdad”

La última experiencia compartida en el seminario tuvo que ver más con la inclusión de la mirada de género en las políticas públicas que con la infancia y la adolescencia. En ese sentido, la directora de la Asesoría para la Igualdad de Género de la IM, Solana Quesada, rescató algunos de los avances en materia de transversalidad que se lograron en la comuna capitalina. La experta recordó que en la base del trabajo está la Plataforma de Acción de Beijing de las Naciones Unidas, que en 1995 planteó dos estrategias de los estados para avanzar en la igualdad de género: la transversalidad y el empoderamiento de las mujeres. “Y no podemos hacer una sin la otra, porque la transversalidad tiene que tener un sentido y el género también”, afirmó Quesada.

La IM empezó a implementar políticas de género hace 30 años y ha avanzado “muchísimo” en ese sentido, aseguró la directora de la asesoría, pero quedan desafíos. La mayoría de ellos persisten porque la transversalidad “es técnica y es política”, dos aspectos que todavía no se han podido conjugar. “El saber técnico que aportamos las que nos pusimos lentes de género lo tenemos que hacer dialogar con otros saberes y tenemos que lograr hacer una síntesis, una síntesis no se puede imponer”, aseguró Quesada. Es un proceso para el que se necesita tejer redes.

Al igual que las otras expositoras del panel, Quesada insistió en que el enfoque de género no puede ser concebido como una política paralela: tiene que atravesar todo el trabajo institucional. “La transversalidad se define como un proceso en el cual la lógica de la igualdad se impregna en las formas de hacer y ser del Estado. Transversalizar el género, entonces, es que el Estado adopte la lógica de la igualdad”. ¿En qué posición está la IM al respecto? Para Quesada, todavía muy lejos: “Estamos en todo lo que la IM hace, sin duda, pero no somos la corriente principal de la política”.

Mencionó dos buenas prácticas que se consolidaron en el último tiempo. La primera: haber logrado durante esta administración, después de tres décadas, que la Asesoría para la Igualdad de Género integre la Secretaría General como un organismo asesor del intendente y forme parte además del gabinete del gobierno departamental, lo cual permite incidir cotidianamente en la definición de política de la comuna.

Por otro lado, Quesada destacó que las políticas de género de la IM no son elaboradas por la Asesoría para la Igualdad de Género, sino por el conjunto de la institución. Esto es importante, dijo la funcionaria, porque así “cada departamento, cada municipio y cada área de la IM tiene un equipo de igualdad, integrado por personas que impulsan las políticas de género a la interna de esas áreas y las coordinan con la Asesoría para la Igualdad de Género”.

La representante de la IM dijo que una planificación con perspectiva de género exitosa tiene que poner en diálogo tres elementos: el horizonte de la desigualdad que se quiere cambiar, cuál es la desigualdad específica a atender y cómo instrumentalmente se van a generar esos cambios. A su entender, generalmente pasa que las instituciones saben qué se quiere cambiar y cuáles son las desigualdades a revertir, pero quedan trancadas a la hora de organizarse para pasar a la acción. “Tenemos una distancia muy grande entre todas las cosas que hacemos, que son muchísimas y muy valorables, y el cambio estructural que queremos generar. Eso nos implica un repensar y un revisar permanentemente de nuestro accionar”.

Fuente: https://feminismos.ladiaria.com.uy/articulo/2020/3/el-desafio-de-transversalizar-la-perspectiva-de-genero-en-las-politicas-de-infancia-y-adolescencia/

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Documentales para saber más sobre las problemáticas contra las que lucha el feminismo

Por: Educación 3.0.

La Real Academia Española define al feminismo, por un lado, como el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre; y por otro, como el movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo.

Lo cierto es que los orígenes de esta revolución se dieron a partir del siglo XVIII, cuando comenzaron a alzarse las primeras voces ante la desigualdad jurídica y social de las mujeres que estaban limitadas a lo doméstico: labores del hogar, procreación, cuidado de los hijos y a la subordinación legal al varón (padre o esposo). Esta recopilación de documentales es idónea para conocer más aspectos sobre los orígenes del movimiento, las problemáticas actuales contra las que lucha e, incluso, algunas de sus caras más relevantes.

She’s beautiful when she’s angry

documental lucha feminismo

Bajo el lema ‘lo personal es político’, este documental narra la historia de las mujeres que encabezaron el movimiento feminista en Estados Unidos en los años 60, a la vez que analiza el nacimiento de un movimiento que luchaba por la igualdad de oportunidades, derechos civiles y por la libertad a poder decidir el estilo de vida que querían tener. Muestra las grabaciones reales de algunas manifestaciones, que también acogían problemáticas de raza, sexualidad o liderazgo.

Directora: Mary Dore

Año: 2014

Duración: 92 minutos

Girl Power

documentales lucha feminismo

Retrata a un grupo de mujeres que dedican su vida al graffiti y luchan por hacerse un hueco en una actividad considerada tradicionalmente como masculina. La historia recoge los testimonios de mujeres de distintos lugares del mundo: Praga, Nueva York, Madrid, Moscú… que buscan dar una perspectiva distinta al arte de la pintura urbana.

Directores: Sany y Jan Zajícek

Año: 2016

Duración: 92 minutos

Él me llamó Malala

la vida de Malala Yousafzai

Este reportaje cuenta la vida de Malala Yousafzai, una joven activista paquistaní que tuvo que huir a Gran Bretaña tras ser tiroteada por unos talibanes a los que se enfrentó para conseguir los derechos fundamentales y la educación de las mujeres y acabar con la opresión femenina existente en Paquistán. Este ataque impulsó una protesta mundial de apoyo para Yousafzai, a quien además concedieron el Premio Nobel de Paz.

Director: Davis Guggenheim

Año: 2015

Duración: 88 minutos

La manzana de Eva

mutilación genital femenina

La temática principal de este largometraje es la mutilación genital femenina, sufrida por más de 200 millones de mujeres en el mundo. El documental relata las vivencias de algunas afectadas por la amputación y mutilación del clítoris como Sylvia Keys, Asha Ismail o Fátima Djarra. Esta problemática, basada en una tradición, afecta a féminas de 28 países del mundo: África, Asia y América; mientras que en España viven 57.000 mujeres que han pasado por este proceso.

Director: José Manuel Colón

Año: 2017

Duración: 90 minutos

Miss Representation

documentales lucha feminismo

Este film reúne estadísticas, imágenes y entrevistas extraídas de reality shows, series, programas informativos y películas. Plantea cómo aparece el sexismo, de forma frecuente, en los medios de comunicación y cómo las campañas publicitarias han manipulado la imagen de la mujer convirtiéndola en una persona vulnerable y débil. No sólo muestra las conductas de fragilidad, también la representación de la mujer como objeto y la constante crítica a figuras conocidas por su físico o su forma de vestir.

Fuente de la reseña: https://www.educaciontrespuntocero.com/recursos/documentales-lucha-feminismo/

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Balance 8M2020

Por: Zuleika Matamoros

Marzo del año 2020 mostró en la calle a las mujeres fisurar la polarización impuesta.  Este 8M dejó estampadas nuestras demandas y exigencias y nos dejó la tarea pendiente de construir un 8M2021 con más fuerza, pero también con más lucha y rescate de los espacios democráticos de debate, discusión y acción. Pero en clave de balance cabe preguntarse si esta acción fue juntas y hermanadas o, por el contrario, fue el producto de desencuentros y cortocircuitos de un espacio en el que no se puede obviar la pluralidad y la diversidad.

El 8M en Venezuela comienza a tener un nuevo significado

En los últimos años hemos visto desde lejos las grandes movilizaciones y paros  de mujeres que se han realizado en otros países y que han agitado los cimientos del sistema patriarcal. Aunque en Venezuela aún prevalece con mucha fuerza la desconfiguración de la fecha con aires de celebración, el esfuerzo de algunas organizaciones e individualidades feministas le pusieron voz a las demandas de las mujeres. Si el año pasado el incipiente intento terminó invisibilizado por el mega- apagón, acontecimiento nacional que le impuso a la población aun más miseria y precariedad, este año logramos hilar más fino e introducir de manera subyacente el debate sobre hacer un 8M en diversidad o dejarle la fecha al secuestro del gobierno y de su partido PSUV.

Del año 2019 al 2020 el salto fue cualitativo, y a pesar de los desencuentros y roces que se vivieron en la preparatoria y durante el mismo acto, todo parece indicar que podemos imprimirle más fuerza  al movimiento más heterogéneo que se ha dado en los últimos tiempos por estos lados, aunque aún pequeño e incipiente. Desde Marea Socialista en el impulso de Juntas y a la Izquierda estamos determinadas a forjar las alianzas que surgieron y que a la postre son imprescindibles para luchar contra un sistema que nos oprime y nos impone una vida miserable en el silencio del no encuentro, de la no exigencia  y de la no lucha que impera en Venezuela a causa del ahorcamiento sistemático de las libertades democráticas.

El aprendizaje de los espacios preparatorios

Aunque desde nuestra mirada las asambleas realizadas, aun no cualifican para denominarse de tal forma, los encuentros realizados en distintas sedes de las organizaciones participantes marcaron las coincidencias, y también las tensiones que transversalizaron la concentración del 8M2020.

La primera gran coincidencia es el repudio, el rechazo contra los femicidios, dar a conocer las cifras alarmantes que se han conocido por investigaciones independientes, asimismo en contra de la violencia machista que afecta a miles de mujeres y que en la gran mayoría de los casos se encuentran en la más absoluta impunidad. Además exigir la publicación de cifras oficiales ya que su invisibilización expresa que no existe voluntad para diseñar políticas públicas para terminar con este flagelo.

Esta concomitancia nos permitió expresarnos y pudimos comenzar a tejer un relacionamiento que nos hace reconocernos dentro del marco de la lucha por la defensa de los derechos de las mujeres.  Este intercambio nos dio la oportunidad de intercambiar y comenzar a construir lo que bien pudiese ser la génesis de la ampliación de la participación de acciones tendientes a visibilizar el tema de los femicidios y de pedagogizar sobre todas las formas y expresiones de la violencia machista. Es un avance que va dejando atrás la resistencia que ha prevalecido a unir distintas voces ante este flagelo que da cuenta del asesinato de una mujer cada 23 horas. Si algo quedó claro es que el movimiento de mujeres en Venezuela es diverso y complejo, pero lo que sí sabemos es que juntas lo haremos mejor.

La tensión que surgió desde el inicio es la que tiene que ver con la responsabilidad del Estado en la violación de los derechos de las mujeres y sus consecuencias. En el centro del debate algunas organizaciones se oponían a que se levantaran banderas distintas a estas coincidencias gruesas. Para ellas fue un punto de honor emplazar al Estado pero no hacerlo responsable por ello.  Emplazan al sistema de justicia para que cesen los retardos procesales y las corruptelas que han ocasionado impunidad en la mayoría de los casos, pero no consideran al gobierno de Maduro corresponsable de esta situación y de los otros temas que mantienen a la mujer venezolana en la más absoluta vulnerabilidad.

Las diferencias comenzaron a expresarse en cada exigencia que se sumaba a las anteriores. La denuncia de la profundización de la feminización de la pobreza. La exigencia por un salario que cubra la Canasta Básica, sobre todo en un país en el que el sueldo de un mes no alcanza ni para comprar cinco panes, no tenía cabida este 8M según ellas. Para nosotras es central ya que la mujer venezolana es sometida a la múltiple explotación al tener que buscar alternativas para sobrevivir. Lo decimos con determinación: Nuestra forma de ver la lucha feminista va en la dirección contraria al feminismo alienante que nos piensa por fuera de la clase trabajadora, como si nosotras mismas no lo fuéramos.

Otro de los desencuentros surgió con  la exigencia clara de la distribución gratuita para todas de anticonceptivos, ya que en Venezuela el acceso a los mismos está mercantilizado y, por ende, con los salarios paupérrimos que tenemos es imposible obtenerlos, además de la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo. Consideramos que junto a una educación sexual integral sería la forma de acabar con la terrible condena a la maternidad obligatoria a la que estamos sometidas. También la exigencia de la atención materno-infantil de calidad en el sistema público de salud. Todas estas demandas se enmarcan en la denuncia de la violencia de Estado hacia la mujer venezolana.

Para Marea Socialista en el impulso de Juntas y a la Izquierda era necesario que este 8M transcendiera la visión de la izquierda campista que defiende a ultranza al gobierno de Maduro. Así participamos y promovimos un debate en el que fueron estos los principales conflictos: el que desde la izquierda coloca el centro en una lógica campista y la izquierda que presionaba para intentar construir en la dimensión de la autonomía y la independencia tanto del gobierno como de la derecha tradicional.

Por nuestra posición y la determinación que estuvieran presentes en el 8M tuvimos que confrontar con mucha fuerza las irrespetuosas e inaceptables acusaciones de ser de “derecha”, machistas y patriarcales. Para nosotras claramente es inaceptable que se continuara con la invisibilización de las exigencias de las mujeres en medio de la más brutal crisis perpetrada por el gobierno de Maduro con su política antiobrera y que golpea con más fuerza a las mujeres y por las sanciones impuestas por la política intervencionista de Guaidó y toda la derecha que se escuda detrás del gobierno de Trump con sus títeres del Grupo de Lima (que por cierto hoy enfrentan grandes movilizaciones en su contra en sus propios países).

Necesario es organizarnos

Llegamos a la concentración del 8M, a pesar de haber decidido ir separadas. Desde Juntas y a la Izquierda entendemos que el debate, amén del mal método de algunes, parió una forma de abrir una fisura en la polarización impuesta. Además le arrebató el día internacional de las mujeres del secuestro del PSUV. Mucho nos toca por hacer al respecto y se presenta como mandato histórico porque existe claridad meridiana que nuestra fuerza son las alianzas que hemos tejido y se seguirán tejiendo.

Para ello, Juntas y a la Izquierda seguiremos empeñadas en construir un sujeto feminista que pueda levantar las voces de las trabajadoras precarizadas y empobrecidas, además que se ve en el conjunto de la clase trabajadora. Saber que el 8M es en esencia un espacio de reunión de heterogeneidades y diferencias que debe servirnos de aprendizaje.

Es por ello, que valorar en su justa medida el hecho de que las más jóvenes del espacio del feminismo relacionado con la institucionalidad hayan jugado un papel importante en el hecho de no separar las acciones, es un paso que se pudo dar y que tiene suprema importancia. Que la determinación de quienes decidimos no bajar nuestras banderas de lucha en el día internacional de la mujer fue el motor para que este 8M gritáramos al país y al Mundo que estamos decididas a existir, que no nos callaremos.

Nuestro desafío

El desafío es organizarnos y expresar nuestras exigencias en las calles y en todos los espacios públicos posibles. Que la lucha contra el patriarcado y el Capital se construye día a día. Que el mismo ímpetu que se usa para exigir justicia para todas las mujeres víctimas de femicidios y violencia machista, es el mismo que tenemos para confrontar al gobierno con la política que nos ha llevado a la mujer venezolana a ser de las más pobres a nivel mundial, que es el mismo con el que enfrentamos la mercantilización absoluta de los anticonceptivos y la falta de voluntad para que tengamos derecho a decidir si queremos ser madres o no, con la que enfrentamos el no acceso a una atención materno infantil de calidad. Esa es la forma de romper la polarización, lo otro, lo que se nos había propuesto era una actividad que pretendía invisibilizar a las mujeres que padecen estas situaciones privilegiando el hecho de defender a un gobierno machista, patriarcal pero sobre todas las cosas neoliberal y extractivista.

Nos queda mucho por hacer, nos queda mucho por construir y desde ahora consideramos que estamos en las preparatorias del próximo 25N y 8M. Desde Juntas y a la Izquierda nos organizamos desde la perspectiva feminista, ecosocialista, de la clase trabajadora, antimperialista e internacionalista,  con todo lo que ello implica.

Es por ello que te invitamos a unirte que nos conozcamos, que nos juntemos  y te sumes con tus aportes, tus opiniones a la construcción de Juntas y a la Izquierda en Marea Socialista.

Whatsapp: 04129636155

Fuente e Imagen: https://mareasocialista.org/2020/03/14/balance-8m2020/

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