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COVID-19: “En varios países las situaciones de violencia contra las mujeres aumentaron”

Por: Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE)

Violencia, educación, políticas públicas y género son algunos de los temas que Mónica Novillo, coordinadora de REPEM, abordó en esta entrevista

En el contexto de la pandemia COVID-19, la CLADE entrevistó a Mónica Novillo, coordinadora de la Red de Educación Popular entre Mujeres de América Latina y el Caribe (REPEM), para conversar sobre cómo los impactos del aislamiento y de la crisis de salud y económica pueden afectar la educación y la población más vulnerable, como las niñas y las adolescentes.

Según la coordinadora de REPEM, esta crisis sanitaria revela una serie de desigualdades en nuestras sociedades. “Particularmente en el tema del derecho a la educación, varios países han tomado medidas suspendiendo las clases, cerrando los colegios, lo cual tiene una implicación en el derecho y acceso a la educación de las niñas y de los niños”.

Otro tema importante señalado es el incremento de la violencia. “Debemos reconocer que la problemática de la violencia es estructural y hace referencia a un montón de factores, pero que fundamentalmente en un momento en que hay ansiedad, se están produciendo despidos masivos, gente que está con preocupaciones también económicas y la posibilidad de contar con los ingresos necesarios para la subsistencia de la familia, etc. Están generando condiciones para exacerbar la violencia que existe en nuestros contextos”, afirmó.

Lee la entrevista completa:

¿Cuáles son los impactos de la actual pandemia para las niñas y mujeres, especialmente en lo que toca a sus derechos humanos, como educación, salud, trabajo, protección social y otros?

Mónica Novillo – Hay un impacto diferenciado en términos de género de lo que va a producir y lo que está produciendo ya el Coronavirus, no solamente en términos de salud, sino en los efectos de las medidas que se han tomando, en las condiciones en que viven las mujeres y las niñas.

Un primer impacto tiene que ver con que, en un ámbito de confinamiento, que es una de las medidas que se ha priorizado en todos los países – la cuarentena, la prohibición de circular, la restricción bajo mandato a quedarse en casa -, lo que hace es incrementar el riesgo de las niñas y las mujeres, y también de los niños, a sufrir varias formas de violencia que ocurren en la cotidianidad, en situaciones que podríamos llamar entre comillas “normales” y que ocurren cotidianamente, como la violencia intrafamiliar y la violencia sexual.

Estamos viendo que en varios países los niveles de denuncia de situaciones de violencia contra las mujeres se han incrementado, y el propio secretario general de las Naciones Unidas ya ha alertado sobre la importancia de atender las situaciones de violencia que viven las mujeres y las niñas a nivel global. Ha pedido un cese al fuego de todos los conflictos armados de todos los países, pero particularmente ha llamado la atención sobre la violencia contra las mujeres como un elemento que hay que tomar en cuenta.

“Particularmente en el tema del derecho a la educación, varios países han tomado medidas suspendiendo las clases, cerrando los colegios, lo cual tiene una implicación en el derecho y acceso a la educación de las niñas y niños, obviamente de adolescentes también”

Un segundo elemento tiene que ver con que algunos de nuestros países tienen un alto porcentaje de personas cuyos ingresos dependen del trabajo diario en la calle. Estamos hablando de trabajo informal, que es la forma en que la mayoría de la gente está efectivamente generando ingresos. Se está dando un golpe muy fuerte en las economías familiares, y por eso también los gobiernos y las medidas que se han tomado están incluyendo tratar de resolver las necesidades inmediatas de las poblaciones. Se está disminuyendo la capacidad de generar ingresos, y esto va a tener, a largo plazo, algunos impactos, como por ejemplo: la pérdida masiva de empleos y el golpe a las pequeñas y medianas empresas. [Los impactos serán grandes], particularmente, para las mujeres – porque ellas son en algunos países hasta el 70% de la fuerza laboral en el sector informal, de menor productividad, y ahí es donde se está produciendo mayor impacto.

Esta crisis sanitaria, aunque sea una crisis de salud, lo que está haciendo es revelar una serie de desigualdades en nuestras sociedades.

Particularmente en el tema del derecho a la educación, varios países han tomado medidas suspendiendo las clases, cerrando los colegios, lo cual tiene una implicación en el derecho y acceso a la educación de las niñas y niños, obviamente de adolescentes también.

En este marco, lo que está pasando es que hay grupos, sectores de la población que tienen la posibilidad de seguir las clases a distancia, sin embargo existen otros sectores que no tienen acceso ni al Internet – porque este tiene costo, y más de la mitad de la población de nuestra región no tiene acceso – pero tampoco tienen insumos, como la computadora, una tablet, etc., para seguir las clases en línea. Estos son obstáculos que están planteando claramente que hay una diferencia de acceso y de condiciones para enfrentar esas medidas que se están tomando para mitigar los efectos de la pandemia en la población.

“En el marco de los derechos a la salud y los derechos reproductivos, se ha descuidado la atención a las mujeres gestantes. Pero, particularmente se debe asegurar también la provisión de servicios para anticoncepción, acceso a medicamentos y a métodos de anticoncepción para niñas y adolescentes en el contexto del coronavirus”

A largo plazo, también habrá impactos. Si se cumplen los pronósticos en el sentido de que habrá un golpe muy fuerte en la economía de los países, va a incrementar la cantidad de personas en pobreza extrema en nuestro continente. Si se cumple ese pronóstico, vamos a tener efectos directos en el derecho a la educación de las niñas y los niños. Un primer efecto será justamente que las niñas podrían verse forzadas a dejar la escuela para dedicarse al cuidado de sus hermanos menores, para que las madres y los padres puedan salir a trabajar y a buscar alternativas económicas para subsistir.

Otro de los efectos directos, seguramente, podría ser que se restrinja el derecho a la educación de las niñas, porque ellas se verían también expuestas a uniones tempranas, como ha estado ocurriendo ya en nuestras sociedades. Entonces, lo que está haciendo la crisis es profundizar algunas brechas y algunos efectos en la vida de las niñas y mujeres, a los cuales hay que estar atentos.

Si la crisis económica será tan fuerte, eso también va a tener implicancias en otras formas de violencia, como la trata y el tráfico de personas. Las niñas, particularmente, están más expuestas a esas formas de violencia contra las mujeres.

Otro elemento que nos llama mucho la atención es que, en este contexto de salud, en el marco de los derechos a la salud y los derechos reproductivos, se ha descuidado la atención a las mujeres gestantes. Pero, particularmente se debe asegurar también la provisión de servicios para anticoncepción, acceso a medicamentos y a métodos de anticoncepción para niñas y adolescentes en el contexto del coronavirus. Eso es fundamental.

Hay que considerar también la posibilidad de que, a futuro, se incrementen las tasas de empleo infantil, particularmente para las niñas, quienes cumplen tareas, por ejemplo, en el ámbito gastronómico, apoyando en tareas de cuidado, etc. Hay que prestar particular atención a estos temas que podrían tener un impacto en la vida de las niñas y mujeres.

Queda como un elemento central en el ámbito del coronavirus y de la crisis sanitaria, que los Estados deben proyectar a futuro políticas para fortalecer los sistemas de protección social, y eso implica también distribuir y discutir, reflexionar sobre las tareas del cuidado. El cuidado se ha puesto en el centro de la crisis sanitaria porque estamos hablando de quienes demandan cuidado. Por eso, es tan importante, y las mujeres han sido tradicionalmente las responsables por el cuidado en nuestras sociedades. Entonces, hay que ver cómo en esta crisis, que está poniendo al cuidado en el centro, planteamos una redistribución, para que los desafíos no estén sobre los hombros de las mujeres.


¿Cómo los movimientos feministas se están organizando para contribuir con la superación de esta crisis, desde una perspectiva de igualdad de género?

Mónica Novillo – Ante la debilidad de los sistemas de salud para responder [a la crisis], también se está evidenciando la debilidad para responder a los efectos negativos del coronavirus en la vida de las mujeres.

Una de las primeras respuestas ha sido justamente de las organizaciones y colectivos feministas, las instituciones que tienen trabajo en temas de violencia, ya sea para visibilizar, para organizarse o para difundir el riesgo que existe de que las mujeres sufran situaciones de violencia. Pero, también para difundir los teléfonos oficiales de la policía, los servicios de atención. Se han organizado también servicios de atención psicológica, acompañamiento a mujeres en la crisis del COVID-19, no solamente en temas de violencia, sino, por ejemplo, en casos de embarazos no deseados, habilitando servicios de escucha para mujeres que están con ansiedad. Hay una cantidad de servicios que, ante la ausencia del Estado y en este nuevo contexto, las organizaciones de las mujeres están saliendo a responder.

“A través de las redes virtuales, se está compartiendo información útil para pasar la cuarentena y, sobretodo, información de prevención y para mitigar el impacto negativo de la cuarentena y el confinamiento en la vida y la subsistencia de las familias”

También algunas organizaciones de mujeres están iniciando acciones solidarias con familias que están viviendo penurias para conseguir sobrevivir y subsistir en esta cuarentena. Se ha organizado la distribución de canastas familiares para mujeres trans, trabajadoras sexuales, mujeres que son madres solas, jefas de familia monoparentales, que tienen muchos hijos, etc. Hay una solidaridad feminista que se está poniendo en marcha.

Es muy interesante como, de manera creativa, se están utilizando las redes sociales. A través de las redes virtuales, se está compartiendo información útil para pasar la cuarentena y, sobretodo, información de prevención y para mitigar el impacto negativo de la cuarentena y el confinamiento en la vida y la subsistencia de las familias. También se está dando la discusión sobre la distribución de las tareas y el cuidado al interior de la familia.


¿Qué medidas se demandan de los Estados y la comunidad internacional para proteger y asegurar los derechos de las niñas y mujeres en el actual contexto, en el ámbito educativo y más allá?

Mónica Novillo – Primero, a nuestros Estados, les estamos pidiendo focalizar políticas y medidas tratando de que los sectores más vulnerables, entre ellos las mujeres y niñas, cuenten con la posibilidad de denunciar efectivamente y contar con atención en los casos de violencia.

Los recursos con los que se contaba para la atención de casos y situaciones de violencia intrafamiliar y sexual, entre otros, han sido reducidos. La policía está fuertemente concentrada en vigilar el cumplimiento de las medidas de restricción, para que no anden por la calle, no circulen, etc.. Eso es importante, sin embargo, no puede dejarse de lado atender estas situaciones de violencia, porque son fundamentales.

“Las mujeres ocupan el 70% de la fuerza laboral en salud. Esto significa que hay una mayor exposición de las mujeres por esta relación que existe de su trabajo fuera del hogar como una extensión del mandato social, de cuidar al resto de la población”

El personal médico se ha concentrado fuertemente en la atención del coronavirus y se ha dejado sin protección a las mujeres que están en gestación, que llegan a trabajo de parto y también a los recién-nacidos.

Entonces, es fundamental asegurar que el personal que atiende los casos de violencia contra las mujeres y las niñas, la policía, otras instancias y también el personal de salud, cuenten con los insumos de bioseguridad necesarios para atender adecuadamente a las mujeres que requieran, o demanden servicios de atención.

Las mujeres ocupan el 70% de la fuerza laboral en salud. Esto significa que hay una mayor exposición de las mujeres por esta relación que existe de su trabajo fuera del hogar como una extensión del mandato social, de cuidar al resto de la población. Están, entonces, en el personal de salud y más expuestas a posible contagio del coronavirus.

Otro elemento que no podemos dejar de lado es que los Estados deben diseñar estrategias a la atención inmediata en este momento de la crisis, pero posteriormente deben tomar medidas para asegurar políticas públicas focalizadas hacia las mujeres y niñas, para prevenir los impactos que describí, como por ejemplo: que las niñas se vean de alguna manera forzadas, por el empobrecimiento, a dejar la escuela para cumplir otras tareas de cuidado, trabajo doméstico, o trabajo fuera de las casas, etc. Estas son cosas que suelen ocurrir y ya ocurrieron en otros momentos de la historia cuando se produce una crisis económica.

“Como nunca, estamos viendo que la educación, la salud, el empleo deben ser prioridades para eliminar las desigualdades que caracterizan a América Latina”

A la comunidad internacional, hay que demandar un mayor compromiso para sostener estos procesos. Es decir, esta comunidad tiene que comprometerse para que los países en desarrollo también cuenten con los recursos de cooperación, o asistencia oficial para el desarrollo, de manera que puedan impulsar medidas de protección que a futuro puedan prevenir otros tipos de crisis, como la que estamos viviendo.

La comunidad internacional tiene un rol fundamental para continuar apoyando las prioridades. Esto significa políticas públicas de protección social para no exacerbar y no profundizar las desigualdades que estamos viendo a partir de la crisis.

Como nunca, estamos viendo que la educación, la salud, el empleo deben ser prioridades para eliminar las desigualdades que caracterizan a América Latina.


¿El contexto de pandemia agrava los riesgos de que mujeres y niñas sufran discriminación y violencia?¿Por qué eso ocurre y cómo enfrentar la situación?

Mónica Novillo – Efectivamente, lo que nos está mostrando la pandemia es que se están generando riesgos de que las mujeres y las niñas sufran mayor discriminación y, sobretodo, situaciones de violencia, particularmente violencia sexual.

Debemos reconocer que la problemática de la violencia es estructural y hace referencia a un montón de factores. Pero, fundamentalmente, en un momento en que hay ansiedad, se están produciendo despidos masivos, la gente está con preocupaciones económicas y sobre la posibilidad de contar con los ingresos necesarios para la subsistencia de la familia, se están generando condiciones para que la violencia, que ya existe en nuestros contextos, independientemente del coronavirus, sea exacerbada. Cómo responder a esto, es la gran demanda.

Debemos recordar que la violencia contra las mujeres, la violencia intrafamiliar ocurre en el ámbito de la familia, en los hogares. Muchas veces, son los hogares los lugares más inseguros para las mujeres y las niñas.

“Existe un enorme porcentaje de violencia sexual que sufren las niñas y las adolescentes, la cual es perpetrada también por un integrante de la familia. En circunstancias de confinamiento, de encierro, estas situaciones de violencia pueden verse agravadas”

En algunos países, la violencia contra las mujeres es de los delitos que más se denuncian y siempre ocurre por una persona con quien la mujer ha tenido una relación íntima. En la mayor parte de los casos, ocurre con quien la mujer ha tenido hijos, o con quien está conviviendo. En condiciones especiales y peculiares, como las que estamos viviendo, las mujeres deben permanecer más tiempo en el interior del hogar, y las situaciones son complejas, generando condiciones para que ocurra la violencia contra las mujeres. En otras situaciones [estas violencias] también ocurren, por eso hablo que es una problemática estructural y hay que atenderla de manera integral.

También existe un enorme porcentaje de violencia sexual que sufren las niñas y las adolescentes, la cual es perpetrada también por un integrante de la familia. En circunstancias de confinamiento, de encierro, estas situaciones de violencia pueden verse agravadas, ante el coronavirus. Hay que demandar mayor atención a esta problemática.

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Fuente e Imagen: https://insurgenciamagisterial.com/covid-19-en-varios-paises-las-situaciones-de-violencia-contra-las-mujeres-aumentaron/

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El Ministerio de Igualdad condena un nuevo asesinato por violencia de género en Zaragoza

Por: Tercera Información

  • El número de mujeres asesinadas por violencia de género en España asciende a 14 en 2021 y a 1.092 desde 2003. El número de menores huérfanos por violencia de género es de 6 en 2021 y 310 desde 2013.

  • Noelia VeraMis condolencias y cariño para la familia de la mujer asesinada en Zaragoza. Terrible semana para nuestra sociedad en la que han sido asesinadas 5 mujeres y un niño. Necesitamos más implicación y unidad para erradicar la #ViolenciaDeGénero.

El Ministerio de Igualdad condena un nuevo asesinato por violencia de género en Zaragoza. Se trata una mujer de 35 años asesinada presuntamente por su expareja el pasado 23 de mayo. La mujer tenía un hijo menor de edad y existían denuncias previas por violencia de género contra el presunto agresor.

Con la confirmación de este caso, el número de mujeres asesinadas por violencia de género en España asciende a 14 en 2021 y a 1.092 desde 2003, cuando se empezaron a recopilar datos. El número de menores huérfanos por violencia de género en España asciende a 6 en 2021 y a 310 desde 2013.

 

La ministra de Igualdad, Irene Montero y la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell, quieren expresar de nuevo su más absoluta condena y rechazo a este asesinato machista y trasladan todo su apoyo a familiares y amistades de la víctima. Tanto la ministra como la delegada, piden todos los esfuerzos desde las instituciones, administraciones y el conjunto de la sociedad para llegar a tiempo y evitar más muertes.

El Ministerio de Igualdad, por medio de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, quiere recordar que el teléfono 016, las consultas online a través del email 016-online@igualdad.gob.es y el canal del WhatsApp en el número 600 000 016, siguen funcionando con normalidad las 24 horas, todos los días de la semana. En el 016 se puede pedir asesoramiento sobre los recursos disponibles y los derechos de las víctimas de violencia de género, así como asesoramiento jurídico de 8 h a 22 h todos los días de la semana, con atención en 52 idiomas y un servicio adaptado a posibles situaciones de discapacidad.

Por otro lado, también recuerda que en una situación de emergencia se puede llamar al 112 o a los teléfonos de emergencias de la Policía Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). En caso de que no sea posible realizar una llamada y ante una situación de peligro, se puede utilizar la aplicación ALERTCOPS, desde la que se enviará una señal de alerta a la policía con geolocalización. Estos medios de asistencia pueden ser activados por la víctima y también por cualquier persona que conozca o sospeche de un caso de violencia de género. Es un deber de toda la sociedad.

Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/actualidad/24/05/2021/el-ministerio-de-igualdad-condena-un-nuevo-asesinato-por-violencia-de-genero-en-zaragoza/

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Invasión

Por Miguel Lorente Acosta | Feminismos

Estamos invadidos, pero no de migrantes, sino de machistas…


Ahora que tenemos cerca la imagen de lo ocurrido en Ceuta, imagínense que la convivencia en democracia se desarrollara de manera pacífica bajo el marco de los Derechos Humanos, y que cada día, no uno de manera puntual, sino todos los días, se produjera un asalto a los límites de esa convivencia por parte de 11.000 machistas violentos que vivieran al margen de esas referencias, y que muchos de ellos, en lugar de tener que trepar por la valla de las leyes y las normas, entraran tranquilamente a través de las puertas que les abre la ultraderecha con su discurso negacionista y la crítica a las medidas dirigidas contra la violencia de género.

Pues eso que parece lejano y ajeno a nuestra realidad es lo que ocurre si tenemos en cuenta los más de 4 millones de hombres que cada año ejercen algún tipo de violencia contra las mujeres (Macroencuesta 2019), y los dividimos por los 365 días del año. 

Cada día 10.958 machistas dan el salto de la violencia de género y agreden a alguna mujer, de los cuales 6.000 lo hacen sobre su pareja o expareja. Y todo ello sucede ante la pasividad de una sociedad que espera a que alguna de las agresiones sea grave o mortal para pedir que se “expulsen” a esos agresores, y que se refuercen las “vallas de la convivencia” con la “alambrada de la Igualdad”.

Pero no ocurre. En violencia de género no hay expulsiones en caliente ni en frío de los agresores, sino que rápidamente obtienen los papeles de la normalidad y el pasaporte de las justificaciones para ocultar la realidad e intentar recuperar los espacios que la Igualdad ha ido liberando de machismo. Es parte de su estrategia para mantener las referencias de una sociedad androcéntrica que en lugar de ponerle límites a quienes abusan de su poder injusto y usan la violencia, colocan el alambre de espino y concertinas alrededor del cuerpo y la vida de las mujeres para que no se salgan de sus roles y espacios.

No es casualidad que los mismos que no quieren ver el factor humano en las crisis migratorias, sean los que no ven el factor inhumano que hay en la violencia contra las mujeres. Al final, la coherencia de los postulados del machismo, hoy enarbolados por la ultraderecha con la complicidad y pactos de la derecha, se refleja en la definición de sus enemigos, que ha situado en el multiculturalismo con su ataque las personas extranjeras migrantes, y en el feminismo con toda la violencia y críticas contra las políticas de Igualdad y a las mujeres.

Sus miedos son nuestros sueños, sus fantasmas nuestros objetivos y su sinrazón nuestra razón. No me preocupa lo que intenten conseguir, sé que no lo van a lograr, lo que me preocupa es el daño que van a causar hasta que la sociedad sea consciente de que no se puede vivir sin Igualdad, como no se podía vivir sin Libertad, Justicia y Democracia y se vivió durante 40 años por la imposición de unos pocos. Hoy, los mismos que añoran aquellos tiempos, son los que no quieren que se viva en Igualdad.

La realidad social no es el resultado de las decisiones políticas, sino la consecuencia de la transformación social que ha ido evolucionando desde el principio de la humanidad bajo los anhelos, los sueños y las aspiraciones de las personas de todo el planeta en cualquier momento de la historia. Siempre ha habido elementos facilitadores para esos cambios, y ataques y obstáculos contra ellos, pero los ideales humanos los han superado hasta llegar al momento actual. Y continuarán a partir de hoy con independencia de las políticas.

La política tiene la responsabilidad de ayudar a esa transformación para que sea armónica, justa y universal, por eso es esencial que haga desaparecer el elemento que más injusto, parcial e interesado puede hacer cualquier cambio, que es la desigualdad impuesta por un modelo androcéntrico para que sea cual sea el cambio, siempre se traduzca en privilegios para los hombres a costa de limitación de derechos para las mujeres.

La sociedad está invadida por el machismo y sus machistas, pero el territorio de la Igualdad cada vez es mayor, y los límites para quienes no quieran convivir en paz y democracia más claros, no por vallas y alambradas, sino por ideas y valores.


Fuente: https://miguelorenteautopsia.wordpress.com/author/miguelorenteacosta/

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La telaraña de los abusos sexuales en la infancia

Fuentes: https://www.pikaramagazine.com

Muchas niñas y niños han sufrido violencia sexual, en un alto porcentaje de las ocasiones cometida por el padre. Mientras la justicia cuestiona los testimonios de las criaturas y las madres que denuncian, las implicadas reclaman colectivizar y politizar un tabú ignorado.


Marta Suria-Vázquez no es Marta Suria-Vázquez. O sí que es ella, pero en su DNI aparece otro nombre. Tuvo que recurrir a esta especie de pseudónimo para contar su historia. Los abusos sexuales en la infancia son más que abusos. Son silencios. Y violencia, dolores, enjuiciamientos. Son sobre todo historias de cuestionamientos, de no creer, de dudar. El sistema judicial no la creyó y, para evitar que se ocultara su historia y poder contarla, nació Marta Suria-Vázquez. Porque lo que vivió en su infancia no es un caso aislado, es una historia colectiva. “Das el paso al mundo exterior y lo que te encuentras es la inmensa nada”, reflexiona por teléfono. Una inmensa nada compartida, porque también cuenta que no son pocas las veces que le dicen “a mí también” o “a mi amiga”, “a mi prima”.

Con una vida de novela autobiográfica, esta mujer, experta en cooperación internacional y consultora de organismos internacionales en asuntos como la resiliencia, trata de que su relato sea un tirón de orejas social. Con una voz suave, en la que no hay espacio para los reproches, solo para las preguntas, pretende que se deje de mirar para otro lado.

“No soy un caso aislado. Así me lo confirman las estadísticas. Soy una de cada cuatro, parte del 23 por ciento de niñas que en España son víctimas de abuso sexual infantil. Soy una de cada cuatro. Sí, has leído bien. Una de cada cuatro. También soy una del 60 por ciento que lo sufre a manos de una persona del entorno familiar. Lo siento, pero las cifras no acaban aquí. Soy una de cada dos donde los casos no son aislados, sino repetidos y continuados. Aunque el 48 por ciento lo olvida, lo relega a la parte más profunda de su cerebro para sobrevivir. Soy una de cada siete, los casos que se denuncian. En el momento en el que escribo, se presentan ocho denuncias al día. Pero yo soy parte del escaso 30% de quienes consiguen llegar a juicio”.

Así arranca Marta Suria-Vázquez Ella soy yo (Círculo de Tiza, 2019), donde narra su vida a través de un relato dividido en dos: como la niña que sufre maltrato por parte de su madre y que tiene problemas de bulimia, y como la mujer adulta que de repente recuerda a través de flashes los abusos sexuales que había sufrido en la infancia por parte de su padre y de los que no había sido consciente hasta la treintena. Lo que empezó siendo un diario en el que anotaba los recuerdos que la golpeaban, se convirtió en un texto que atrapa. Una vez finalizado su largo procedimiento judicial, busca la manera de articular un discurso político sobre los abusos sexuales en la infancia: “No es un libro para víctimas, es para colectivizarlo y las que tienen fuerza que empujen”.

Las cifras

Sí. Los abusos sexuales en la infancia existen. Los datos, que seguro no recogen toda la dimensión real, son abrumadores. Entre un 10 y un 20 por ciento de la población ha sufrido abusos sexuales en su infancia. Este es el porcentaje que más se repite en el informe de Save the Children ‘Ojos que no quieren ver’. También recoge que el Consejo de Europa afirma que al menos, una de cada cinco niñas, niños y adolescentes en Europa es víctima de alguna forma de violencia sexual, incluyendo el abuso, la explotación o la pornografía.

La Fundación Anar atendió, entre enero de 2008 y mayo de 2019, 6.183 casos de abuso sexual a menores de edad. Cuatro de cada cinco eran niñas. Y casi un 40 por ciento de las veces se prolongaron durante más de un año, según apunta esta institución en el estudio ‘Abuso sexual en la infancia y la adolescencia según los afectados y su evolución en España (2008-2019)’. Y los abusadores son en una inmensa mayoría hombres.

No cojas caramelos de extraños es un advertencia que apenas cabe en estas cifras. Porque los abusadores están cerca: el hogar es el lugar en el que con mayor frecuencia ocurren los hechos. Los datos de esta fundación también indican que la mayor parte son perpetrados por el padre (32 por ciento). Si se suman todos los parientes (padres, padrastros, tíos, abuelos, hermanos, primos, etc.) resulta que el 58,8 por ciento de los abusos sexuales a menores de edad en España son cometidos por un miembro de la familia. Y los conocidos también aparecen en las estadísticas (21,2). No cojas caramelos en casa.

Y estos son los casos que se conocen, la gran mayoría están ocultos, silenciados. Save the Children estima que tan solo en un 15 por ciento de las ocasiones son denunciados. Y “un 75 de los que se denuncian se archivan antes de llegar a juicio”, apunta Mª Ángeles Jaime, abogada y presidenta de la asociación de Mujeres Juristas Themis. Y ¿qué pasa con los que se enjuician? Pues que muchas veces no son creídos. La abogada subraya que cuando hay una revelación de una niña o un niño “se produce extrañeza, se piensa que esto no puede pasar, que son muy fantásticos. A veces no queremos creer que estos horrores pasan”.

Las criaturas

En 2016, una niña de nueve años se escondió una grabadora en un calcetín para pillar a su padre después de que un juzgado de Móstoles archivara la denuncia que había interpuesto la madre por abusos. El testimonio de la niña carecía de lógica, se justificó, a pesar de los habituales llantos y quejas cuando tenía que irse con el padre, lo que obligaba a la intervención de la policía. “Como no hay testigos y en la mayoría de los casos no dejan señal física hay que escuchar al menor”, incide la magistrada Helena Gil, de la Asociación de Mujeres Juezas. No siempre es así. La experta en prevención de la violencia infantil de Save the Children Cristina Sanjuán recuerda que existe el derecho de los niños y las niñas a ser escuchados en todos los procesos que les afecten, aunque reconoce que no siempre se cumple.

“¿Cómo había sido posible? ¿Qué había fallado para que con apenas nueve años una niña se viera obligada a pasar por esa situación?”. Con este caso y con esta pregunta arranca Save the Children su informe.

Paula sabe alguna de las cosas que fallan. Paula, por cierto, es un nombre ficticio porque teme revelar su identidad y que eso la perjudique en el proceso judicial que tiene con el padre de su criatura. Todo comenzó cuando la niña, muy pequeña, habló. Y desde entonces los fallos han sido constantes: una pediatra que tarda en poner la denuncia porque no conoce el protocolo, unos servicios sociales que tampoco lo conocen, una administración autonómica que no resuelve las dudas, una policía no quiere recoger la denuncia…. “Lo típico cuando vas una ventanilla y te dan largas. Es violencia institucional pura y dura, y abuso de poder y una misoginia absoluta.Todo el sistema que tenía que hacer su trabajo… que no digo que me crean, pero cuando yo voy tienen que darme el servicio”, cuenta Paula por teléfono, aún encogida, aún dañada.

Su denuncia ha sido sobreseída provisionalmente. Nadie escuchó a su hija y se obvió a la madre: el juicio se centró en analizar la relación entre los progenitores. La justicia, en este caso, determinó que no se llevaban bien. Y caso cerrado. “¡Como si no llevarnos bien eximiera de cometer abusos al progenitor!”, clama la madre en una conversación en la que las palabras “horror”, “terrible” y “pesadilla” salen una y otra vez.

“A la niña hasta hoy no la ha visto nadie, solo el psicólogo de la Seguridad Social que la ha estado tratando un tiempo porque estaba muy alterada”, apunta Paula. La psicóloga Mireia Dardertambién denuncia la desprotección de las criaturas al no ser creídas: “Se hace una negación cultural de que el abuso existe en el seno de la familia. Miramos para otro lado: el sexo es tabú y en el seno de la familia todavía más, preferimos creer que eso pasa en otros países o en familias desestructuradas”.

Las madres

Paula, que apenas ha contado lo que está viviendo a su círculo más cercano, ha tenido que buscar mucha información para entender que lo que les pasa a ella y a su hija no es un caso aislado. Aunque vive a miles de kilómetros, ha sido una asociación gallega la que la ha ayudado a entender el contexto, la estructura en la que operan muchos de estos hechos. “Creen que no ha pasado nada. No investigar porque nos llevamos mal quiere decir que están relacionando lo que dice la niña conmigo y me apuntan a mí, aunque no lo dicen directamente. Lo que ponen sobre la mesa es el falso sap [síndrome de alieción parental]”, cuenta Paula.

La asociación de Mujeres Juristas Themis ha analizado 455 resoluciones judiciales dictadas entre 2010 y 2019 y concluye que las madres denuncian en un 51,24 por ciento de los casos, seguidas de las propias víctimas (18). Pero muchas veces no las creen. Ni a unas ni a otras. De las sentencias absolutorias, un ocho por ciento razonan “que existe una manipulación por parte de un adulto para conseguir un fin. Así, se considera que la menor no quería ir con su padre y que este es el motivo por el que se interpone la denuncia, culpando a la madre de ello”, recoge el análisis que Themis ha hecho para el Ministerio de Igualdad. En un 35 por ciento de ocasiones se achaca la absolución al testimonio contradictorio; además “la tardanza en denunciar, que tiene su fundamento en la idea estereotipada de que todas las víctimas de violencia sexual piden ayuda y denuncian inmediatamente, también fundamenta la absolución en algo más del ocho por ciento de las sentencias”, añade la asociación de juristas.

“Hay un problema de incredibilidad”, lamenta Mª Ángeles Jaime, presidenta de Themis. Cuando estos casos se basan únicamente en testimonios, porque no suele haber testigos, no es raro que no se crea, que se cuestione. Tanto a quien ha sido objeto de abusos como a quien denuncia. “Nuestra experiencia es que, a falta de evidencia físicas o testigos, se vuelve contra quien denuncia. Como la formulan las madres, se cuestiona permanente su credibilidad y siempre se sospecha de un motivo espurio detrás”, añade la abogada.

Sara no denunció. Primero fueron sus médicos los que iniciaron un protocolo de malos tratos. Cuando se separó por este motivo y su hija mayor iba con el padre, de nuevo fue un equipo médico quien inició el protocolo de abusos, ante los síntomas de la niña. Entonces, la psicóloga de violencia de género aconsejó que “no es posible concluir si existe o no abuso por la edad de la menor” y la obligaron a mantener las visitas, a pesar de que la niña no quería. Y el hospital abrió otro nuevo protocolo ante las evidencias, corroboradas por la pediatra mediante un informe. Solo se llama al padre a declarar y nuevo archivo. Por tercera vez la justicia no cree a Sara y la deja sola. El relato lo hace la campaña #MamáEstáCastigada, lanzada por la asociación Mujeres libres, Mujeres en paz, que lleva meses acompañando a Sara para que no sienta sola.

El sistema

A Paula aún la cuesta verbalizar algunas cosas. Y necesita tiempo para leer la documentación judicial. Porque aunque los abusos que ha denunciado sobre su hija sean de momento un caso cerrado, la telaraña judicial la tiene atrapada. Afirma que denunció para salir del infierno, pero ahora ha entrado en otro muy turbio y pegajoso.

“El dilema es terrible y cuando tienes que aconsejar en un despacho, si no hay evidencias, porque son casos en los que es difícil que haya, sabes que implica que se traslade la sospecha y el reproche a la madre que denuncia”, contextualiza Mª Ángeles Jaime.

La sospecha cayó sobre Sara. Porque ante la desprotección del sistema a su hija, decide interrumpir las visitas. Y él pide la custodia. Y se la dan, también la de la hija menor, aunque no tenga filiación paterna. Y Sara no las entrega a la espera de que se le comunique la ejecución de la sentencia. Y él la denuncia por secuestro. “Me las arrebató de manera brutal la policía de la Unidad de Familia y Atención a la Mujer que, se supone, es la especializada en Extremadura para atender a las mujeres víctimas de violencia de género”, explica Sara. Y el duro relato continúa: detención en la comisaría junto con su hija pequeña, que estuvo horas sin comer, trato vejatorio que incluyó que la desnudaran, “arrancamiento” de las niñas, el dolor de escuchar desde el calabozo las llamadas desconsoladas de sus hijas, y los gritos y los lloros. “Entregaron a mis hijas a un desconocido para la pequeña [que no tiene filiación parental porque él nunca hizo el registro necesario] y por el que la mayor sentía miedo, tal y como ella había expresado a su pediatra y a otras profesionales”, cuenta la madre. ¿El resultado? Sara lleva dos años sin ver a sus hijas y tiene una condena de cuatro años de prisión.

Un estudio publicado por la revista Sexual Assault Report recoge que presentar denuncias por abuso puede ser más perjudicial para el progenitor que intenta proteger a la menor que para el agresor denunciado. E indica que en el 20 por ciento de los casos analizados se entregó la custodia al abusador, en el 10 a quien había denunciado y en el restante 70 por ciento fueron custodias compartidas.

¿Qué debe hacer una madre cuando su hija le cuenta lo que hace su padre con ella? Por cierto, en muchos casos son violaciones. “Si denuncias, te criminalizan. Y a las niñas no las escuchan o, si las escuchan, dicen que están manipuladas. Y puedes perder la custodia. O acabar en la cárcel. Y si no denuncias también te pueden criminalizar y quitar la custodia porque no has protegido a la menor”, cuenta otra madre que ha pasado por esta experiencia. Ella tampoco quiere que salga su nombre, por temor a represalias y a exponer a su hija. Y porque su testimonio, de nuevo brutal y asfixiante, quiere que solo sirva para emprender los primeros pasos de este reportaje, para contextualizar y ayudar a entender la magnitud del asunto.

La telaraña obliga reiteradamente a dejar a un lado la identidad e inventarse un nuevo nombre para hablar.

Y aquí entran los estereotipos. Lo de siempre. “Es muy fácil, porque está más instalado, poner a la mujer de bruja y mala, y eso cala en un periquete”, lamenta Paula. La magistrada Helena Gil recuerda que además de sobre las mujeres los prejuicios también calan en los niños y niñas. “Hace falta mucha perspectiva de infancia para instruir estos casos correctamente, no puedes investigar buscando el error y no creyendo la denuncia”, apunta.

Cuando denunció Marta Suria-Vázquez no era una niña ni tampoco una madre, era una mujer adulta. “Mentirosa”, “loca” y “enferma” fueron los calificativos que recibió por una parte de su familia. También denuncia violencia institucional: “Él es inocente y tú la mentirosa, o la loca, o ambas cosas, si no demuestras lo contrario. No se juzga al acusado, sino a la víctima”. Y reclama que cuando “te abres en canal” es necesario un sitio libre de juicio y rebosante de paciencia.

“Mi proceso judicial fue brutal en mayúsculas, fue una batalla de soldados con lanzas y tú eres el centro de la diana. Mi proceso duró cuatro años, desde que fui a la comisaría hasta que recibo el resultado. Tuve que declarar siete veces, repetirlo todo con detalles. Cuando eres pequeña se recurre a la imaginación, a la mentira de la niña, a la manipulación o a la venganza de las madres. Si eres adulta y no ha prescrito entonces todos los exámenes son sobre tu cordura, cómo puede ser que solo lo cuentes en la edad adulta y que no hayas recordado hasta ahora. De pequeña es el sap y de mayor el síndrome de memorias falsas, que es pseudociencia y que usan para cuestionar tus recuerdos y tu memoria”, explica. Y revive que en sus informes se menciona cómo iba vestida, su sueldo y su trabajo. Y tira del hilo y narra que cuando contó sus problemas con el peso y con la bulimia en su adolescencia, uno de los comentarios de los expertos fue que no lo entendía porque era una mujer muy guapa.

La sociedad

Dylan Farrow, hija adoptiva de Woody Allen, hizo públicos en 2014 los abusos de su padre hacia ella cuando tenía siete años. “Woody Allen es un testimonio vivo de la forma en que nuestra sociedad falla a los supervivientes de agresiones y abusos sexuales”, escribió en The New York Times. Con el movimiento #MeToo volvió a clamar. El proceso judicial tras la denuncia de su madre, Mia Farrow, y a la que respondió Allen pidiendo la custodia, nunca penó al director de cine. Este año, a través de un documental Allen vs Farrow, el testimonio de Dylan Farrow sí ha tenido más repercusión y amparo.

En 1998 Zoilamérica Ortega Murillo, la hija de la actual vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, e hija adoptiva del presidente del país, Daniel Ortega, denunció a este por los abusos sexuales sufridos desde que tenía nueve años. Nadie la creyó, tampoco su madre. Cuando el caso llegó a los tribunales había prescrito. Zoilamérica se tuvo que exiliar en Costa Rica. De nuevo fue un documental, Exiliada, el que recordó la historia a la sociedad para, ahora sí, creer a la víctima. “Una de las cosas que me hace sentir más contenta es la humanización de Zoilamérica, porque es muy común que las víctimas de abuso sexual sean estigmatizadas, que les digan ‘mentirosas’ y ‘locas’, que les acusen de tener agendas ocultas y que por eso hablan”, dijo a Pikara Magazine la directora del documental, Leonor Zúniga.

A pesar de la multitud de casos, el abuso sexual en la infancia cuando el abusador es alguien de la familia o, sobre todo, cuando es el padre, no tiene espacio mediático ni político ni social. “La sensación que tengo es que la gente lo rehúye, es tan horroroso, descabellado y tan oscura la idea…”, apunta Paula. “Todavía estamos en la negación”, añade la psicóloga Mireia Darder.

En los últimos años, los medios de comunicación sí han informado de varios casos. “Sale más, pero descontextualizado, con titulares pornográficos, sin análisis. Está más presente, pero me preocupa cómo lo hace porque alimenta la monstruosidad, el suceso, el caso aislado y todo aparece muy judicializado, cuando hay que hablarlo como un asunto de justicia social”, cuenta Suria-Vázquez. Además, la gran mayoría de las noticias están relacionadas con abusos por parte de personas que pertenecen a instituciones religiosas, trabajan en colegios o son monitores deportivos.

La mamá a la que ni siquiera se le ha puesto un pseudónimo lo anunció desde el inicio: “El problema es cuando el abusador es el padre, porque si es un profesor o un monitor cambias a la niña de colegio”. Hay entonces margen para la protección y el cuidado. Hay espacio para las certezas. Las dudas no señalan ni castigan. Al menos, no tanto.

“Todo el abuso en el seno de la familia es un tabú, no solo del padre, sino de tíos, hermanos, abuelos… Es el gran tabú cultural que tenemos, que es el más común y el que menos sale en los medios. El que más sale es de hombres a hombres”, describe Darder. Y ofrece un ejemplo: de los cuatro libros que ha escrito es precisamente el relacionado con abusos sexuales, La sociedad del abuso, el menos vendido.

Las redes

Marta Suria-Vázquez nació para hacer pública su vida, politizarla fue una de las razones por las que escribió su libro. Y también es uno de los motivos por los que busca alianzas y lanza preguntas, porque a pesar de lo vivido sigue sin entender. Pero una cosa tiene clara: “Las palabras no salvan, la compañía sí”.

La mamá que ni siquiera aparece bajo un nombre ficticio también incide en la importancia de las redes “para mantenerte cuerda” y exige responsabilidad social para proteger a las criaturas.
“Si hay una de cada cuatro mujeres abusada, hay uno de cada cuatro hombres abusador, eso significa cambiar la cultura patriarcal entera, no naturalizar la violencia. El cambio tendría que ser tan grande que por eso no se mira. El abuso es la forma de relación que propone el patriarcado”, añade Darder. “Comprender y aceptar el abuso sexual es devastador para la que lo sufre y para la que acompaña”, escribe Suria-Vázquez.

Y Paula finaliza: “Tengo que involucrarme en politizar los abusos. Además de cuidarme y protegerme, esta experiencia de mierda tiene que ir más allá de destrozar mis nervios y la salud de mi hija”.


Fuente: https://www.pikaramagazine.com/2021/05/la-telarana-de-los-abusos-sexuales-en-la-infancia/

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Mary Wollstonecraft: la educación de las mujeres como principio básico de igualdad e independencia

Por: Fernanda Balangero 

Mary Wollstonecraft, la primera filósofa feminista de la historia. Causó un enorme revuelo en su época. La vida y la obra de Mary Wollstonecraft son un ejemplo de la búsqueda de la independencia, que trató de contagiar a las mujeres de su tiempo, pero también, y muy especialmente, a las generaciones que estaban por venir.


En el siglo XVIII se difundió en Europa la idea de la igualdad de las personas, ligada a la Revolución Francesa de 1789. Un gran número de mujeres tomó parte en los levantamientos, como en la legendaria «Marcha sobre Versalles» del 5 de octubre, a la que se unieron más de 8000 trabajadoras y ciudadanas. La libertad, igualdad y fraternidad eran los tres pilares que se reclamaban a viva voz. Si bien la movilización social iba generando cambios, como la creación de nuevas formas de gobierno, el poder seguía estando en mano de los hombres. La Constitución Francesa de 1791 abogaba por la eliminación de los privilegios aristocráticos en nombre de los «Derechos del hombre y del ciudadano», pero denegaba a las mujeres los derechos de ciudadanía igualitaria. La artista y activista francesa Olympe de Gouges escribió ese mismo año Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana, cuestionando que el elevado objetivo de construir una nueva sociedad en la cual todos los hombres fueran libres e iguales, se dirigiera solo a la mitad de la humanidad. Otros temas que ya habían motivado su activismo eran la abolición de la esclavitud y el derecho al divorcio, pero en 1793 la guillotina puso fin a su vida. Siguiendo las ideas de su libro, en 1792 la escritora inglesa Mary Wollstonecraft publicó Vindicación de los derechos de la mujer, denunciando el estado de ignorancia y dependencia civil en el que se seguía relegando a las mujeres, así como también apelando a legisladores y a la población en general para generar conciencia social sobre la necesidad de un cambio aún mayor.

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En una época en la que una fuerte tradición misógina difamaba a aquellas escritoras que intentaban entrar en el «universo masculino de la literatura», considerando una «falta de recato» que osaran publicar y llevando a muchas a permanecer en el anonimato, Wollstonecraft desafió con sus escritos las sesgadas miradas de prominentes figuras intelectuales y formó parte del estimulante círculo que incluía a Samuel Johnson y Thomas Paine. Como una gran pionera de los movimientos feministas que surgirían años después, tanto sus cartas como sus libros reflejan con gran audacia y originalidad una exploración de los problemas sociales desde una posición que reconoce la humanidad en su totalidad. Los ideales que defendía no habían sido alcanzados hasta el momento ya que delineaban, sin considerar distinciones de clase o casta, la igualdad social e intelectual de los sexos a la vez que asociaban los privilegios de los hombres con la subyugación de la mujer. La consistencia de su planteamiento por la justicia social permea toda su obra, engranando un amplio espectro de temas como la tiranía con que ciertas instituciones sociales oprimen al ser humano, la educación como base de independencia y libertad, las nefastas consecuencias del matrimonio como única alternativa «decente» para una mujer, las degradantes condiciones de los trabajadores pobres y la corruptibilidad de los políticos. El pensamiento filosófico de John Locke y el de Richard Price influyeron en su trabajo, con la afirmación recurrente de que el crecimiento moral e intelectual eran inseparables, iluminándose mutuamente la fe y la mente. Pero su referente destacado fue la historiadora Catharine Macaulay que en 1790 publicó Cartas sobre la educación, afirmando que si hombres y mujeres eran iguales ante Dios también debían serlo en su vida terrenal, proponiendo un modelo educativo que dejara de suprimir la energía natural de las mujeres hasta convertirlas, según el ideal femenino de entonces, en personas dependientes, sentimentales y débiles.

En Reflexiones sobre la educación de las hijas, primer libro de Wollstonecraft de 1786, ya pueden identificarse ciertos trazos de las temáticas que se expondrán en su Vindicación. Se trata de un conjunto de ensayos sobre los cuidados en la infancia, con especial énfasis en la educación de las niñas. Si bien eran comunes los libros de conducta, el suyo se diferenciaba de los tradicionales, y fue su sorprendente enfoque lo que llamó de inmediato la atención del editor Joseph Johnson, quien apostaría por su trabajo desde ese momento. En un capítulo titulado «Situaciones desafortunadas», describe las dificultades a las que se enfrentaban las jóvenes que debían ganar su sustento porque sus padres habían perdido sus medios económicos. Gran parte del contenido surgió de su propia experiencia, puesto que su progenitor era alcohólico y había despilfarrado la herencia familiar. A los 19 años Mary dejó su hogar para trabajar como dama de compañía de una viuda adinerada y luego también como institutriz en una familia de raíces aristócratas. En contraste con la realidad de su propia familia, estas vivencias le brindaron la oportunidad de conocer y reflexionar sobre ciertos estilos de vida que conducían a existencias superficiales y ociosas; puntualizando en la formación que se dirigía a las mujeres, basada en una excesiva importancia en el aspecto exterior, trivialidades y modales artificiales, pensados para impresionar al «sexo opuesto». También ejerció como docente y en su firme compromiso con la educación de todas las personas, expresó ideas revolucionarias para la mentalidad de la época, como promover el ejercicio mental sin descuidar el desarrollo emocional de niños y niñas, sin temor a formar mujeres inteligentes e independientes y hombres preparados para experimentar y mostrar su sensibilidad.

En 1788 publicó la novela Mary y el ejemplar de literatura infantil Relatos originales de la vida real, que en su reedición de 1791 contó con ilustraciones del poeta y grabador William Blake, xilografías que en perfecta armonía con el estilo de Wollstonecraft rompían con la ornamentación rococó de principios del siglo dieciocho y se centraban en iluminar los estados del ser. Hasta ese momento, sus escritos se habían mantenido dentro de lo que se consideraba géneros literarios menores, abiertos en parte a las mujeres: ficción, libros de comportamiento e infantiles. Pero en 1790, con la edición de Vindicación de los derechos del hombre, la escritora entra en un ámbito reservado en ese periodo solo a los varones: la política. Se trató de una respuesta a Reflexiones sobre la Revolución francesa, elocuente y enérgico ataque que Edmund Burke hacía al levantamiento y a sus simpatizantes ingleses. Su aplomo, resolución e integridad la llevaron a desafiar a un oponente del calibre de Burke, quien había sido durante años uno de los principales oradores en la Cámara de los Comunes, representando siempre los intereses de la nobleza y los valores asociados a la caballería. La magnífica argumentación que ella presenta como contrapartida a esa nostalgia por los obsoletos códigos de comportamiento de las clases altas, es un ataque al sistema de valores de la aristocracia que mantenía sometida a la mayor parte de la humanidad, y en sus pasajes más reivindicativos, representa las desventajas y sufrimientos de las clases bajas inglesas, impugnando las verdaderas motivaciones de Burke.

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A pesar de los importantes cambios que la revolución proclamaba, Wollstonecraft sintió un duro golpe tras confirmar que no afectarían materialmente la posición de la mujer en la sociedad. Fue entonces cuando escribió Vindicación de los derechos de la mujer, un libro sin precedentes en cuanto a las observaciones de primera mano que brindaba sobre los obstáculos y situaciones indignas a las que se enfrentaban las mujeres, condenando esa injusticia de manera articulada y contundente. En el Capítulo V, dedica una sección entera a rebatir las teorías expuestas por Rousseau en Emile, sobre la debilidad innata e inferioridad intelectual de las mujeres. Cada una de las páginas de Vindicación está destinada a demoler el estigma que las asociaba con criaturas sentimentales e intuitivas, carentes de capacidad para desarrollar su intelecto, pero muy proclives a desplegar astutamente su coquetería para conseguir sus fines. Afirma que el diferente tipo de educación que hombres y mujeres habían recibido hasta entonces se debía a prejuicios irracionales sobre sus diversas naturalezas, promoviendo mujeres oprimidas, centradas en aspectos superficiales que lograran atraer la protección de un hombre y satisfacer sus necesidades. En sus palabras: «…Es tiempo de realizar una revolución en las formas de conducta enseñadas a las mujeres —tiempo de devolverles la dignidad perdida—…»; «Fortalecer la mente de la mujer para otorgarle amplitud, y de esta forma terminar con la obediencia ciega; pero como la obediencia ciega es algo que necesitan quienes ostentan el poder, tiranos y hedonistas están en lo cierto cuando se esfuerzan por mantener a la mujer en la oscuridad, porque los primeros quieren esclavos, y los segundos objetos de placer»; «Mi deseo no es que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre sí mismas». Su perspectiva era notablemente radical en un periodo en el que las mujeres no poseían derechos políticos; los roles que podían desempeñar fuera de sus hogares se limitaban a unos pocos como empleadas domésticas, institutrices o cuidadoras; y como personas perdían sus derechos legales tras el matrimonio, pasando a manos de sus maridos todos sus bienes.

El libro causó sensación, tuvo una segunda edición ese mismo año en Inglaterra, otras en Estados Unidos y traducciones al francés y alemán. Resultó escandaloso para las mentes más conservadoras e incluso recibió respuestas satíricas, como Vindicación de los derechos de las bestias, del filósofo neoplatónico Thomas Taylor; pero, por otro lado, ecos de sus lúcidos análisis se vislumbran ya en la literatura femenina del siglo XIX. En Villette y en Jane Eyre, la escritora Charlotte Brönte retrató muy bien los aprietos experimentados por las jóvenes que sin dinero y sin una «posición adecuada» debían ejercer como institutrices o maestras en internados. En las novelas de Jane Austen Orgullo y prejuicio, Mansfield Park y Persuasión, algunos de sus personajes femeninos reprueban el modelo tradicional que se espera de ellas, como Elizabeth Bennet que opta «engreídamente» por defender su independencia; Fanny Price que rechaza las trivialidades; y Anne Elliot, quien afirma: «Los hombres han tenido la ventaja sobre nosotras de contar su propia historia. La educación que se les ha brindado ha sido superior a la nuestra: la pluma ha estado en sus manos». La futura poeta Elizabeth Barret solo tenía 18 años cuando leyó Vindicación en 1818 y dos años más tarde declaró su natural independencia de mente así como su repudio por la superficialidad asociada a la vida de las mujeres. En su poema narrativo «Aurora Leigh», escrito en 1857, el énfasis en la educación de la heroína es evidente, así como su necesidad de desarrollarse como artista. Por su parte, en la década de 1850 la escritora George Eliot escribió un interesante artículo en Westminster Review, luego de leer con admiración el libro y observó que en la Inglaterra Victoriana, el libro casi no se vendía, hecho que no resulta sorpresivo siendo una época que se caracterizó por considerar a la mujer «el ángel del hogar». Casi un siglo después, en 1929, Virginia Woolf publicaría un ensayo sobre Wollstonecraft, afirmando: «Está viva y activa, debate y experimenta, escuchamos su voz y rastreamos su influencia, incluso entre los vivos». Y, efectivamente, su trabajo es considerado hoy un clásico de influencia trascendental en la historia social de las mujeres, lectura de referencia de líderes de los movimientos feministas.

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Recientemente (noviembre de 2020) se inauguró una escultura dedicada a Mary Wollstonecraft en la plaza Newington Green en Londres, ciudad en la que más del 90% de los monumentos celebran a hombres. La artista Maggi Hambling ha sido su creadora, dando forma a una figura de mujer desnuda en bronce que emerge sobre lo que parece ser la cumbre de un agudo peñasco. Un gran número de críticas surgieron de inmediato, causando furor entre quienes consideran inadecuado un cuerpo desnudo como su homenaje. Hambling ha explicado su decisión proclamando que la ropa define y restringe las reacciones de la gente, la figura está desnuda, libre de las ataduras de su época y representa a todas las mujeres; ella fue una escritora rebelde y pionera, la escultura motiva un diálogo visual con todos los obstáculos que tuvo que superar y los ideales por los que luchó. En el pedestal, las palabras «For Mary Wollstonecraft» dejan claro que es una obra de arte dedicada a la artista, y no un reflejo de su aspecto físico como pueden ser los retratos que de ella se han realizado. La Tate Gallery de Londres conserva un cuadro pintado por John Opie en 1791, en el que se puede ver a Mary retratada con un aspecto muy acorde al estilo de su época. Fue encargado por un admirador, mientras la autora se encontraba escribiendo Vindicación de los derechos de la mujer, y fue ella quien le dijo: «Si el retrato no se me parece, podrá encontrar un boceto mucho más fidedigno en mi próximo libro… en el cual yo misma apareceré… en mente y corazón». Falleció a los 38 años, días después de dar a luz a su hija Mary Shelley, quien también dejaría una huella indeleble en la historia de la literatura universal como autora de la novela gótica Frankenstein.


Bibliografía—-

FLEXNER, Eleanor (1972) Mary Wollstonecraft. A biography. New York: Coward, McCann & Geoghegan
GORDON, Lyndall (2005) Mary Wollstonecraft: A New Genus. London: Little, Brown & Company
GREENBLATT, Stephen (ed.) (2012) The Norton Anthology of English Literature. Volume 2. New York: W.W. Norton & Company, Inc.
MAZEL, Ella (ed.) (1995) Ahead of her time. A sample of the life and thought of Mary Wollstonecraft. New York: Bernel Books
WOLLSTONECRAFT, Mary (1989) A Vindication of the Rights of Women. New York: Prometheus Books


Fuente:https://tribunafeminista.elplural.com/2021/04/mary-wollstonecraft-la-educacion-de-las-mujeres-como-principio-basico-de-igualdad-e-independencia/

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Chile: Aborto, educación sexual y falta de protección

Por: www.elmostrador.cl

“La maternidad será deseada o no será”, es una de las consignas de lucha que suena fuerte en las agrupaciones y movimientos feministas alrededor del mundo en el último tiempo. Esta frase, para millones de mujeres es de mucho sentido y profundidad, debido al largo camino que se ha recorrido por años de sociedad patriarcal para lograr separar a la mujer del rol de ser madre.

Afortunadamente, las nuevas generaciones han comprendido que la maternidad debe ser una opción para la mujer y no una imposición. Se debe elegir ser madre o no serlo sin temer al juicio social. Asimismo, en la actualidad, se entiende que no hay sólo una forma de ser madre, sino que existe una amplia diversidad; madres lesbianas, madres solteras, madres adoptivas, madres sin gestar.

Pero, para tener el poder de decisión sobre los derechos sexuales y reproductivos, es necesario que existan garantías, educación y protección.

¿Es suficiente una Ley de Aborto en Tres Causales?

La matrona y encargada del Área de Ginecología del Departamento de Promoción de Salud de la Mujer y el Recién Nacido de la Universidad de Chile, Alicia Carrasco, cree que se está avanzando hacia un Ley de Aborto Libre, como ocurrió en Argentina en diciembre del año pasado. La profesional señala que esto responde a que las sociedades van avanzando con conocimiento, educación y exposición de casos.

“La Ley de Aborto en las Tres Causales probablemente no habría sido aprobada hace cinco años atrás. El país vivió un proceso en que se empezaron a abrir temas como los derechos sexuales y reproductivos. Además, estamos en un momento legislativo muy importante, en donde se puede escribir una nueva Constitución con equidad de género. Tenemos una historia de avance”, comenta Carrasco.

Por su parte, la matrona y Coordinadora del Área de Salud de la Asociación Chilena de Protección a la Familia (Aprofa), Bélgica González, señala que a nivel político las mujeres no estamos representadas.

“Hay grupos de poder que están frenando una demanda social que es tremendamente válida, no se está pidiendo un favor, se está pidiendo que se respete un derecho. Frente a una persona que no tiene conocimientos de su educación sexual y reproductiva, es mucho más fácil vulnerarla en sus derechos. Entonces, hay un tema que tiene que ver con poder elegir a nuestras representantes para que apoyen nuestras demandas, con quitarle poder a entidades como la Iglesia”, enfatiza González.

La importancia de la Educación Sexual Integral

En Chile, no existe una ley que busque proteger, respetar y garantizar el derecho humano a la Educación Integral de la Sexualidad desde los primeros años de vida, con personas debidamente capacitadas para este ejercicio. Esta propuesta educativa corresponde a un mecanismo de protección para niñas, niños y jóvenes; es una defensa a sus derechos humanos y a su dignidad.

Ante esto, Alicia Carrasco comenta que “existe una estigmatización, una forma de ver de manera peyorativa y desestimar la importancia de esta ley que protege el bien superior del niño, la niña y el adolescente”. Agrega que “uno de los grandes temores es que se enseñen cosas que no van acorde a la edad o generar cierta ideología y se desecha la importancia que tiene que el niño y la niña conozca desde pequeño las partes de su cuerpo; cómo se llaman, qué les va a pasar, el cambio en la pubertad”. En este sentido, la profesional de la salud señala que este tipo de educación permite prevenir el abuso. “Eso es, saber cuándo algo le haga sentir mal, incómodo y lo sepa verbalizar”.

En este sentido, el rol de los padres, tutores o adultos responsables es primordial en la enseñanza de la sexualidad, así como también el rol que juegan profesores y docentes. Sobre estos últimos, Bélgica González señala que aún les falta capacitación y asesoría para que puedan abordar estos temas en la sala de clases. “Pero para eso estamos otro tipo de profesionales, como las matronas o psicólogas especializadas en Educación Sexual, que podemos desarrollar capacitaciones didácticas para acercarnos a enseñar la salud sexual y reproductiva a las distintas edades, abordando las diferentes problemáticas”, comenta.

Asimismo, se destaca que la Educación Sexual Integral comienza a edad temprana y se mantiene por los años, podría ser una herramienta infalible en la prevención del abuso, como también de las infecciones y del embarazo no deseado, por ejemplo.

Anticonceptivos defectuosos y embarazo no deseado

Más de 200 mil cajas de Anulette CD defectuosas fueron entregadas gratuitamente por el sistema de salud pública a lo largo de todo el país. Ante esto, se ocasionó una gravísima negligencia que afectó a cerca de 170 mujeres, las cuales quedaron embarazadas. El error fue reconocido por la autoridad, sin embargo, los laboratorios a cargo de la fabricación de estos fármacos solamente debieron pagar una multa fiscal, sin compensar directamente a las mujeres afectadas.

Para Alicia, esto fue derechamente una catástrofe. “Esta es una falla muy grave del laboratorio y no basta con una compensación económica del Estado. Debería haber una compensación económica por largo tiempo porque no se abre la posibilidad del aborto para quienes quisieran, ya que no entra dentro de las Tres Causales”, reconoce.

“Si estaban tomando un anticonceptivo era porque no querían tener un hijo. No era su momento ahora y quizás más adelante tampoco. Me parece que debieron haber ofrecido la posibilidad del aborto, es algo que está totalmente en línea con las necesidades que tienen las mujeres. Es parte de la regulación de la fertilidad que incluye la posibilidad de tener un aborto cuando un método anticonceptivo falla y más aún en este caso, cuando no ha sido por una irresponsabilidad de la usuaria, sino por una negligencia”, finaliza.

Aborto, educación sexual y falta de protección: “Una persona que no tiene conocimientos de su educación sexual y reproductiva es mucho más fácil vulnerarla en sus derechos”

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Una mujer maltratada es detenida, vejada y apartada de sus hijas en un delirante proceso judicial en Extremadura

Fuentes: https://www.publico.es/

La denuncia de los malos tratos que Sara B. B. sufría por parte de su pareja inició un enrevesado proceso judicial en el que dos de las juezas han sido expedientadas por el CGPJ por decisiones que califica de «medievales». El Constitucional valora si el tratamiento dado a la mujer por parte de la Policía puede considerarse «tortura».


El caso de Sara B.B. parece la trama de un thriller judicial en el que cada vuelta de tuerca es más sorprendente que la anterior. Fue detenida sin previo aviso cuando acudió al juzgado junto a su hija pequeña para recoger un documento. En pocas horas fue detenida, obligada a desnudarse y someterse a un examen de sus partes más íntimas y separada de sus hijas de forma violenta porque su expareja la acusó de haber secuestrado a las niñas y de estar en paradero desconocido (incluso en el extranjero) a pesar de que no se había movido de su casa. Sara seguía trabajando en el mismo hospital y las niñas seguían haciendo su vida habitual. Un disparate judicial de tal alcance que dos de las juezas que participaron en el caso han sido expedientadas por la comisión disciplinaria del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) por aplicar lo que han calificado de métodos «medievales» y el Tribunal Constitucional valora si admite recurso un de amparo por «tortura» hacia ella.

Desde hace dos años Sara no ve a sus hijas ni ha podido hablar con ellas, aunque no existe una orden de alejamiento ni prohibición de comunicación. Recientemente los abuelos maternos han podido verlas por espacio de una hora los domingos en un punto de encuentro familiar, pero con la condición de que no pueden hablar sobre la madre con ellas ni mostrarles fotos ni llevarles regalos. Así lo solicitó la abogada de su expareja y lo estableció un juzgado en uno de los autos. A lo largo de todo el proceso judicial, que dura ya más de cinco años, los autos y sentencias revisados por este periódico muestran una extraña complacencia con los deseos y solicitudes de la expareja de Sara en las decisiones judiciales, incluso hasta el punto de constituir irregularidades jurídicas.

Cuatro años después de comenzado el litigio por la custodia de las niñas las medidas impuestas siguen siendo provisionales y recién el próximo 27 de abril tendrá lugar la vista ​definitiva en el juzgado de Zafra (Badajoz).

De los malos tratos al vapuleo institucional

Todo comenzó en febrero de 2016 cuando Sara acudió a la primera revisión de su segundo embarazo y el médico detectó que se encontraba «en estado de crisis de ansiedad» y con un «trastorno depresivo» y de oficio inicia el proceso. Es entonces cuando Sara empieza a narrar los malos tratos físicos y psicológicos de los que estaba siendo víctima desde hacía tiempo. «Ella no quería denunciar, pero la apertura del informe médico de maltrato abrió el proceso», explica Ana María González de la organización Mujeres Libres, Mujeres en Paz, que le presta apoyo. Esta organización, junto a otras, ha impulsado la campaña #MamáEstáCastigada para recabar apoyo ciudadano para Sara.

«Al principio parecía el hombre de mi vida, todo perfecto. Pero enseguida se metió en mi casa y me empezó a aislar. No quería que viera a mi familia ni a mis amigas. Tenia ataques de ira en los que daba golpes, amenazaba con suicidarse poniéndose un cuchillo en la garganta o con quitarme a la niña. Me decía que si iba a casa de mis padres me denunciaría por secuestro de las niñas y me chantajeaba con que no lo quería. Me controlaba el móvil y en ocasiones me encerraba en casa… Yo no me di cuenta de cómo empezó, pero poco a poco me fue anulando y no fui consciente de ello», relata Sara.

Desde el momento en el que se inicia el proceso judicial, señala Sara, a los malos tratos que había sufrido por parte de su pareja se sumó un maltrato institucional indescriptible que aún no ha terminado.

Las denuncias por malos tratos físicos y psicológicos fueron sobreseídas provisionalmente en el juicio. El juez no encontró pruebas «objetivas» suficientes para condenar, considera que el testimonio de Sara no es creíble y considera «inverosímil» el hecho de que una mujer con su nivel de formación y cultura no hubiera denunciado antes los hechos.

También fueron archivadas las denuncias interpuestas de oficio por el centro de salud por posibles abusos sexuales que la mayor de sus hijas comenzó a manifestar tras las visitas con el padre. Pese a los informes de psicólogas que afirman que el relato de la menor de dos años era creíble, esta causa también quedó sobreseída, como suele ser habitual en la mayoría de los casos de abusos a menores.

Las medidas provisionales previas establecidas tras la separación concedieron a Sara la custodia de sus hijas y a su expareja un amplio régimen de visitas. Pero hacia finales de 2017 todo el proceso se anula porque se descubre que su abogada estaba inhabilitada y tenía prohibido el ejercicio profesional. Esta circunstancia había dejado a la madres sin actuaciones judiciales clave a lo largo de esos meses.

El 21 de marzo de 2018 se convoca una nueva vista. La expareja de Sara solicita la custodia de las menores y el juez se la concede, incluyendo la custodia de la hija menor, a la que no conocía y con la que no tenía ni tiene ningún tipo de filiación paterna porque no la había reconocido legalmente como hija. En su argumentación, el juez explica que al no haberse probado los abusos sexuales no hay impedimento para el cambio de custodia y a Sara se concede un régimen de visitas. Todas los recursos contra esta decisión fueron denegados. Este inhabitual cambio de custodia se produce en el que se conoce como procedimiento de medidas provisionales previas, una vista de urgencia que establece cómo, con quién y con qué medios vivirán las menores hasta que se tomen las medidas paterno filiales definitivas. Lo anómalo en este caso, es que la vista para estas medidas definitivas se haya retrasado más de tres años.

Una sustracción inexistente

A la semana siguiente de la vista, entre el 28 de marzo y el 5 de abril, la expareja de Sara interpone cinco denuncias acusándola de la sustracción de sus hijas y pide al juzgado que las entregue o que se la detenga. En ellas afirma que teme por las menores y que no sabe dónde están o incluso si están en el extranjero. Tal como afirman fuentes conocedoras del caso él vivía en ese momento en Badajoz a escasos metros de Sara y sus hijas. Ella seguía trabajando en el mismo hospital y viviendo en la misma casa. Sara asegura que nunca recibió ningún escrito ejecutorio del auto judicial que debía establecer cómo y dónde debía entregar a las niñas.

A partir de ese momento dos juezas del juzgado de instrucción nº1 de Zafra (Badajoz) que sucesivamente intervinieron en este caso emitieron sendos escritos de ejecución forzosa del cambio de custodia. En ellas M.R.A.F como sustituta del juzgado primero, y P.J.D.G., luego como jueza titular, emitieron diversas providencias exigiendo a la Guardia Civil, a la Policía Nacional o al cuerpo policial de la UFAM (una unidad especializada en familia y atención a las víctimas de violencia de género) que averiguaran el paradero de Sara y sus hijas para que entregara a las menores o que procedieran a su inmediata detención si no lo hacia. Una actuación que contó, además, con el beneplácito de la fiscal del caso, a pesar de que se trataba de una actuación totalmente ilegal en una jurisdicción civil.

A finales de 2018 el juzgado de lo penal nº3 de Badajoz en una diligencia previa se había mostró contrario a iniciar una orden de detención contra Sara. Afirmó que «la única circunstancia que podría motivar la adopción de una medida penal sería el grave riesgo para la salud o la integridad de las menores, circunstancia que no se ha acreditado» y que lo único que puede motivar una medida cautelar penal es el bien superior de las menores. Decía que la detención «nos se considera necesaria en el presente caso, dada las escasas relaciones de las menores con el padre (que al parecer la pequeña ni conoce) y lo traumática que iría para ellas que su primer contacto con él después de tanteo tiempo ocurriera de esta manera».

Este mismo juzgado de lo penal vuelve a argumentar en contra de la detención en febrero de 2019, cuando la expareja de Sara vuelve a solicitar de forma urgente que se proceda a la detención de la madre. Los jueces vuelven a afirmar que no procede porque no concurren los supuestos legales» y porque Sara «compareció ante este tribunal cuando fue citada a declarar» y está personada con abogada y procurador.

Una detención ordenada desde un juzgado civil

Ninguna de estas argumentaciones frenaron la exigencia de las juezas del juzgado de los civil para que fuera detenida. El 10 de abril de 2019 Sara acudió al juzgado nº3 de Badajoz para recoger la notificación del juicio oral por sustracción, un documento que sólo se puede entregar personalmente. Cuando estaba por salid del edificio un grupo de policías de la UFAM la detuvieron, la llevaron a comisaría y la metieron en un calabozo. Sara llevaba una grabadora encima y la enciende en el momento de la detención.

Sara relata el maltrato que reciben ella y su hija mientras están detenidas en comisaría en la que no les dan de comer hasta las cuatro de la tarde, pese a los llantos de la menor. En un momento dado se llevan a la niña y llaman a la abuela materna para que traiga a la hija mayor que tenía cuatro años. Desde la celda, que está debajo del párking, Sara escucha los gritos de las niñas cuando se las entregan a su expareja. Desde ese día no ha vuelto a verlas ni a hablar con ellas.

Horas después de estar detenida, una Policía le dice que se desnude, que se quite «las braguitas» y se acuclille para mirar la zona perianal por si tuviera algo. Esto ocurre sin ningún tipo de intimidad y de forma vejatoria e innecesaria. Cuando Sara es detenida estaba en un juzgado donde había tenido que pasar por un arco detector de metales.

Las actuaciones irregulares de la policía no acaban allí. Una vez que le han retirado a las niñas no la dejan en libertad, aunque no haya ningún motivo para mantenerla detenida. A las siete de la tarde Sara solicita interponer un habeas corupus, un mecanismo legal que protege contra arrestos arbitrarios y obliga a comparecer de forma inmediata ante un juez que determine si el arresto es conforme a la legalidad.

Sin embargo nada de esto ocurre y Sara continúa detenida hasta las 15.30 horas del días siguiente. Cuando Sara pregunta por qué no la han dejado marchar, la Policía le responde que la habían dejado allí porque puso un habeas courpus, respuesta que volvió a dar la Policía en una vista cuando la abogada de Sara hizo esa misma pregunta.

Amparo al Constitucional y denuncia de dos juezas

Tras esta violación de derechos fundamentales, la defensa de Sara presentó un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional. Este recurso no ha sido aún admitido formalmente, pero el alto Tribunal solicitó al juzgado todas las pruebas sobre el caso antes de tomar una decisión. Según algunas juristas, el Constitucional suele rechazar el 80 o 90% de los recursos que recibe y el hecho de que quiera estudiarlo con todas las pruebas indica un interés por el caso.

También se presentaron sendas denuncias ante el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) contra las dos juezas del procedimiento de familia que ordenaron la detención de Sara. La comisión disciplinaria del CGPJ no sólo admitió las denuncias, sino que sancionó a las dos juezas como autoras responsables de infracciones disciplinaras muy graves de desatención al ejercicio de los deberes judiciales. El escrito de sanción de la jueza titular es el más duro de los dos. En él el órgano sancionador de los jueces recuerda que «no existe en el procedimiento civil norma alguna que habilite la detención ni la privación de libertad en cualquiera de sus formas para obtener de forma forzosa de lo acordado y no cumplido» y afirma que la detención se llevó a cabo en sin ningún tipo de procedimiento penal que le pudiera dar cobertura.

«No nos hallamos ante un mero defecto de forma», afirman los magistrados. Amparar una situación como las realizada por la expedientada sería tanto como legitimar la detención inmediata inaudita parte de una persona por incumplir lo ordenado en por cualquier autoridad judicial, que podría ser aplicable a la orden de entrega de menores como al incumplimiento del pago de una pensión o de una deuda. «Ello comportaría no sólo remontar esa actuación a la época del absolutismo, sino que rememoraría los oscuros y nefastos modus operandi del marco jurídico del medioevo«. El expediente concluye que con esta actuación la jueza muestra un «flagrante y peligroso desconocimiento ilógico, irracional, arbitrario y disparatado carente por completo de justificación» y que «actuó fuera de su jurisdicción» careciendo de «competencia y de cobertura leal que amparas o justificase su actuación». El comité disciplinario sanciona a la jueza con la suspensión de funciones durante 45 días.

Culpable de sustraer a sus hijas

El pasado mes de enero, el juzgado de lo penal nº2 de Badajoz condenó a Sara a cuatro años de prisión y otros cuatro de inhabilitación para ejercer la patria potestad por dos delitos de sustracción de menores. En su argumentación, el tribunal reconoce que «no queda probado» que las menores cuando se encontraban con la madre «estuvieran ocultas en paradero desconocido», sino que «realizaban una vida normal en Badajoz». Por tanto, el juez estima que corresponde aplicar la modalidad de «retención de un menor incumpliendo gravemente el  por resolución judicial o administrativa». Sin embargo, tal como afirma el comité disciplinario del CGPJ en la sanción a las juezas, «el delito no concurre por el mero hecho de dejar de atender lo ordenado en la resolución judicial, sino que requiere el apercibimiento previo que en este caso no existe». La sanción, en todo caso, afirman fuentes conocedoras del caso, podría haber sido por desobediencia, que es una figura menor penada con multa, pero nunca con pena de cárcel y retirada de la patria potestad.

Este pasado martes la Audiencia Provincial de Badajoz vio en segunda instancia la sustracción de menores, una actuación que sorprende por su rapidez, dado que otros procesos judiciales de este caso van extremadamente lentos. Es el caso del juicio civil para decidir la custodia de las menores, que se celebrará el próximo 27 de abril, un juicio que llega cuando sobre Sara pesa ya una condena que la puede inhabilitar para la patria potestad.


Fuente: https://www.publico.es/sociedad/mujer-maltratada-detenida-vejada-y.html

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