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Educación sexual para decidir

Por: Selene Kareli Zepeda Pioquinto

En México, durante el mes de junio ocurrieron hechos significativos gracias a la lucha feminista y a la comunidad LGBTQ+; en primera instancia, el dos de junio se aprobó a nivel nacional la Ley Olimpia, la cual es una reforma legal que impone pena de hasta seis años de prisión por difundir imágenes de contenido íntimo y sexual sin el consentimiento de la persona implicada; asimismo, establece como delito grabar, fotografiar, imprimir o elaborar contenido íntimo sexual sin autorización, y sanciona la violencia mediática, definida como la agresión por cuestiones de género a través de un medio de difusión o comunicación.

Por otra parte, el 16 de junio, el Congreso local de Baja California aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo, una lucha que llevaba varios años. De igual modo, el 30 de junio, el Congreso de Hidalgo aprobó la despenalización del aborto. El dictamen permite la interrupción del embarazo hasta la semana 12; siendo la tercera entidad en consentir la interrupción voluntaria del embarazo, junto con Oaxaca y Ciudad de México. Hoy es posible decir que el aborto legal se ha ganado en 3 de 32 entidades, vamos avanzando.

En este sentido, es ineludible exigir una educación sexual desde los entornos educativos formales y fuera de ellos, una que apunte al autocuidado físico y psicológico, tal como en determinado momento lo señaló bell hooks, debemos aprender sobre el patriarcado como sistema de dominación, reconocer cómo llegó a institucionalizarse y sobre cómo se ha perpetuado, para así poder transformarlo. No basta con legislar los hechos antes mencionados, lo cual sin duda es una gran lucha y muy bien ganada, sin embargo, la toma de consciencia sobre nuestros cuerpos y el cómo nos vinculamos con otros también es necesario, pues es sabido que las culturas de dominación atacan la autoestima y la sustituyen por una idea, en la cual nos hacen creer que obtenemos sentido de ser a partir de la dominación. Así pues, algunos hombres sienten que el uso de la violencia es su única manera de establecer y mantener el poder y el dominio dentro de la jerarquía sexista de los roles de género. De igual manera, las mujeres debemos enfrentarnos a nuestro sexismo interiorizado.

A la par, resulta necesario mirar a las infancias, reconocer que la literatura infantil y el juego, son terrenos cruciales para la educación feminista y emancipadora, que apunte a la conciencia crítica, pues es esa etapa cuando las creencias y la identidad aun se están formando.

La lucha en las calles por hacer respetar nuestros cuerpos y nuestros derechos humanos es tan urgente y necesaria como aquella lucha, que más bien se vuelca en apapachos para sanar la relación que una tiene consigo misma. Mirar hacia adentro, tocar con suavidad y tejernos con otras historias en sororidad.

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Donde se alcanzan los sueños juntos

Por:  Roberto Patiño

A las 7:00 de la noche la señora Alicia cruza el marco de la puerta de su casa sin poder dejar atrás la jornada de trabajo, en su mente repasa los detalles de una compleja logística que garantiza que el comedor no se detenga en la parroquia Ana Soto, una zona rural al oeste de Barquisimeto.

En casa la espera su marido, su compañero de vida, el hombre al que ama y con el que ha mantenido una relación de más de 14 años “con sus altas y bajas” –nos confiesa–, un venezolano que como muchos, sale a trabajar todos los días en medio de las más compleja crisis que hemos vivido como país. Él también está agotado, reconoce con solo verlo, pero le sorprende que no haya comenzado a hacer la cena aunque haya llegado temprano de la calle. “Yo los acostumbré”, nos reconoce y apostilla: pero ya es hora de que aprendan, él y sus dos hijos, que las cargas en el hogar se comparten entre todos.

Alicia Sivira lleva 9 meses coordinando un comedor de Alimenta la Solidaridad en el estado Lara y de su trabajo dependen más de 40 niños de su parroquia rural, un compromiso complejo por la falta de gas y de gasolina, un reto que han enfrentado construyendo alianzas con los vecinos y sensibilizando a la comunidad sobre la importancia del trabajo solidario.

Recientemente la señora Alicia participó en uno de los Talleres de Liderazgo Femenino que ha puesto a disposición Alimenta la Solidaridad. Para ella fue un descubrimiento personal escuchar las historias de vida de otras mujeres, entender, con el apoyo de especialistas, que hay muchas cosas a las que se acostumbró que no tienen que ser así, un descubrimiento que comenzó con ella y que ha llegado, poco a poco, a todos los miembros de su hogar y a otras mujeres de la comunidad.

La señora Nancy, líder de la parroquia Concepción de Barquisimeto, también nos habló de este descubrimiento durante el Taller de Liderazgo Femenino, fue una “revelación”, nos dijo, escuchar esas historias de otras mujeres y comprender, desde ejercicios didácticos, los matices que hay en la violencia de género, aprender a ver y distinguir hechos cotidianos que discriminan a las mujeres, hacerse con herramientas para ayudar a otras compañeras, aprender a escuchar nuevamente, a abrirse y contar sus historias, un primer paso para poner fin al maltrato y hacer un cambio en su vida. Empoderarse, nos dice Nancy, es aprender a escuchar al otro, escucharse a sí misma y sentirse más seguras de sus propias ideas, siempre respetando a quien tienes a tu lado.

No es casual esta coincidencia entre las señoras Alicia y Nancy, nos dice la profesora Camila, una de las responsables de llevar adelante los Talleres de Liderazgo Femenino de Alimenta la Solidaridad. Es importante generar espacios para que las mujeres se escuchen, para que narren sus experiencias de vida, descubran que no están solas, es un momento de revisión interior que tienen efectos muy concretos en la forma en que ejercen su liderazgo. Hablar, nos dice la especialista, es una forma de apuntalar la auto confianza en ellas mismas y una estrategia para tejer redes en la comunidad para coordinar el trabajo en equipo, algo que reconocen, todas las participantes, como la única vía para seguir trabajando por una Venezuela inspirada en los valores de la solidaridad, la democracia y el emprendimiento.

Por eso es importante estos programas de formación de liderazgo femenino, nos dicen las participantes y los profesionales que han estado involucrados en esta iniciativa, es necesario apoyar todos los eslabones de un tejido social puesto a prueba por la crisis, hay que seguir acompañando la capacidad de resistencia que está presente en los sectores populares, una vocación de servicio y lucha que nunca pierde de vista la necesidad de trabajar juntos por el cambio que queremos como país.

“¿Qué le recomendarías a las nuevas generaciones de mujeres?”, le preguntamos a la señora Alicia. Su respuesta fue automática, lo que nos confirma la existencia de una convicción de vida al servicio del otro: “¡Que se preparen!, que estudien, que se formen, porque es allí donde se alcanzan los sueños». E insiste: «Las mujeres estamos a la par de los hombres y solo juntos podemos sacar adelante a Venezuela”. Así nos dice a modo de despedida, esta vez sin apuros, su marido ya está en la casa haciendo la cena.

www.robertopatino.com

Fuente e Imagen: https://www.elnacional.com/opinion/donde-se-alcanzan-los-suenos-juntos/

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La ley ‘trans’: muy esperada por el colectivo LGTBI, muy discutida por una parte del feminismo

Fuentes: https://www.publico.es/Marisa Kohan 

Los acuerdos alcanzados por ministerios, socios de Gobierno y organizaciones LGTBI, no garantizan un debate armonioso de la norma en el Parlamento ni en las calles. Las organizaciones de defensa de las personas trans intentarán devolver contenido a la norma, mientras que parte del movimiento feminista presionará para eliminar conceptos.


Este martes el Consejo de Ministros tiene previsto aprobar un anteproyecto de Ley que garantizará a nivel estatal los derechos de las personas trans y LGTBI. Un texto que llega tras casi un año de disputas políticas ente los socios del Gobierno de coalición; que ha precisado de largas y duras negociaciones entre Socialistas, Unidas Podemos, distintos ministerios, organizaciones LGTBI y ha levantado duras criticas por parte de un sector del feminismo. Ven en el articulado un peligro para los derechos de las mujeres y denuncian no haber sido siquiera escuchado en sus reivindicaciones.

Las distintas posiciones confían en que la ley pueda ser seriamente modificada a lo largo del trámite parlamentario, aunque en sentidos muy distintos. Las organizaciones LGTBI, el Ministerio de Igualdad y los grupos que sostienen al Gobierno intentarán devolverle al texto algunos de los artículos que se «cayeron» en la negociación en aras de un sutil consenso. Entre ellas, la capacidad de los menores a decidir su cambio de nombre y sexo desde los 12 años, tal como proponía el texto inicial presentado por el equipo de Irene Montero. Pero también a introducir de nuevo en el articulado la capacidad de las personas no binarias a poder marcar una tercera casilla en el DNI, entre otros.

Los partidos del bloque de la izquierda que sostienen al Gobierno (ERC, Más País/Equo, Compromís, Justs per Catalunya, BNG, CUP y Nueva Canarias) ) ya habían presentado en el Congreso una ley de derechos LGTBI muy similar a la anunciada en febrero pasado por el Ministerio de Igualdad y que no prosperó por la decisión del PSOE de abstenerse. Por lo que es previsible que vuelvan a intentar enmendar el texto para introducir aquellos aspectos que se han quedado descolgados de en el anteproyecto.

Por su parte, el Partido Socialista no sale bien parado de esta embestida. En febrero pasado, tras conocer el texto de la ley propuesta por Igualdad, el área de Igualdad del PSOE emitió un duro documento interno firmado por Carmen Calvo y José Luis Ávalos, en el que criticaba la autodeterminación de género y afirmaba estar «en contra de los posicionamiento que defienden que los sentimientos, expresiones y manifestaciones de la voluntad de la persona tienen automáticamente efectos jurídicos plenos». El denominado «derecho a la libre determinación de la identidad sexual» o «derecho a la autodeterminación sexual» carece de racionalidad jurídica.

Hace unos días, sin embargo, tras las negociaciones entre ministerios, otro argumentario interno del PSOE apuntaba en una dirección muy diferente. En él se explicaba a los cargos y portavoces del partido que «no modifica las leyes de igualdad entre mujeres y hombres y que no pone en el mismo plano a los colectivos LGTBI y a las mujeres, como hacían las versiones anteriores, que «mantiene intacta la legislación vigente en materia de Igualdad» y que «no confunde los conceptos de sexo y género».

Un cambio de postura que ha generado malestar entre muchas mujeres del partido y que ha creado un cisma con esa parte del feminismo radical que se ha enfrentado a diversos postulados de la norma y que afirman que darán la batalla en las instituciones. Este pasado sábado en una concentración en el centro de Madrid han pedido la dimisión de Irene Montero y han llamado a las representantes del PSOE en el Parlamento a romper la disciplina de voto.

Según la coalición Contra el borrado de las mujeres, formado por un centenar de organizaciones feministas, «como consecuencia de aceptar el ficcionado general del sexo legal, se diluyen las políticas públicas y las leyes a favor de la igualdad entre mujeres y hombres y contra la violencia hacia la mujeres, basadas todas ellas en el análisis feminista: nos matan, nos violen, nos pegan por haber nacido mujeres, no por sentirnos mujeres».

En relación a los menores, esta coalición afirma que el anteproyecto de ley «no preserva el interés superior del menor», sino que «promueve la terapia de conversión de los menores gays y lesbianas, al hacerles creer que su rechazo a los mandatos estereotipados de ´genero tienen su origen en haber nacido en un cuerpo equivocado».

Existe una división profunda en el movimiento feminista en relación a esta ley y a los derechos del colectivo LGTBI que se extenderá a lo largo de los varios meses, tal vez más de un año, que tarde el proyecto de ley en ver la luz tras su trámite parlamentario.


Fuente: https://www.publico.es/sociedad/ley-trans-ley-trans-esperada-colectivo-lgtbi-discutida-parte-feminismo.html

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El #MeToo empieza a calar en el mundo científico (pero lentamente)

Fuentes: SINC/Cristina Sáez 
Abusos, comportamientos sexistas, discriminación o comentarios de menosprecio perjudican la carrera de las investigadoras y hacen que muchas abandonen. El problema no es nuevo. Sin embargo, en los últimos años, las denuncias de acoso sexual de científicas y académicas se están tomando en serio.

“Antes de que pudiera levantarme y estrecharle la mano, Francis Crick cruzó el laboratorio en el que trabajaba, vino hacía mí y me tocó los pechos”, rememora aún estupefacta, casi seis décadas después Nancy Hopkins, catedrática emérita del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y miembro de la Academia Nacional de Ciencias de EE UU.

Cuando el vergonzoso episodio sucedió, esta bióloga molecular era una estudiante universitaria y trabajaba en prácticas en el laboratorio de James Watson —codescubridor junto con Crick de la estructura del ADN—. “¿Qué estás investigando?, me preguntó como si nada Crick, como si haberme tocado los pechos fuera algo normal”, explica Hopkins en Picture a Scientist, un documental de 2020, dirigido por Sharon Shattuck e Ian Cheney, en el que se señala que el acoso sexual o por razón de sexo afecta a una de cada dos científicas, ingenieras y médicas.

El de Crick no es un caso aislado, otras mujeres han denunciado comportamientos abusadores en ciencia. Esta semana la revista Science ha confirmado que la Academia de Ciencias de los EEUU acaba de expulsar al biólogo evolutivo español Francisco Ayala, miembro desde 1980, después de que hace tres años renunciara a sus cargos de la Universidad de California en Irvine, donde era catedrático. En 2018, tras las denuncias de cuatro trabajadoras, la universidad abrió una investigación y encontró pruebas de que había incumplido las normas de la institución ante comportamientos sexistas.

La Academia de Ciencias de EEUU acaba de expulsar al biólogo evolutivo Francisco Ayala después de que en 2018 su universidad lo apartara por acoso

Según recuerda Science, las denunciantes le acusaron de tocamientos indeseados, así como lenguaje y comentarios inadecuados, también delante de otras personas. En una ocasión, recogía la revista estadounidense, le sugirió a una profesora que se sentara en su regazo mientras daba una charla “porque así seguro que sería más interesante”. Ayala se disculpó más tarde aduciendo que se trataba de una broma.

El anuncio de la Academia llega semanas después de que también expulsara al astrónomo Geoff Marcy, quien en 2015 fue apartado de la Universidad de California en Berkeley por acoso sexual.

El iceberg

Lamentablemente, tal como denuncia el documental Picture a Scientist, este tipo de conductas son solo la punta de un enorme iceberg que está sustentado por una miríada de comportamientos sexistas, sesgos de género, y discriminación directa o indirecta por razón de sexo.

Además del acoso sexual más obvio, las investigadoras se quejan de discriminaciones menos llamativas, como no ser invitadas a congresos, que no les propongan participar en una colaboración pese a ser las expertas, o de ser peor tratadas en la distribución de recursos

Entre los muchos ejemplos, las investigadoras se quejan de no ser invitadas a congresos, que no les propongan participar en una colaboración cuando son las expertas o no darles crédito por algo que han hecho. También, de recibir comentarios verbales denigrantes y humillantes para hacerles ver que no encajan. Dicen además que son peor tratadas que sus colegas varones en la distribución de recursos y que no suelen ser consideradas para promociones o premios, entre un largo etcétera.

Todas ellas son formas de discriminación insidiosas, más sutiles que la coacción directa sexual, y que acaban contribuyendo a expulsar a las mujeres de la carrera científica.

infografía iceberg acoso

Descarga la infografía en alta resolución. / José Antonio Peñas, SINC.

“Tanto el bullying como el acoso sexual son comportamientos prevalentes en la academia porque el sistema los sustenta con una estructura muy jerarquizada, donde los de arriba concentran todo el poder. Y a eso se suma que las investigadoras que sufren ese acoso están en situaciones muy precarias [suelen ser estudiantes de doctorado y posdocs] y tienden a no denunciar por miedo a que afecte a sus carreras”, expone a SINC Jessica Wade, física del Imperial College de Londres.

Un informe de las Academias de la Ciencia, la Ingeniería y la Medicina de EE UU concluye que la academia ostenta la segunda tasa más alta de acoso sexual, solo por detrás del ejército

Wade es una de las activistas en ciencia más reconocidas, que combate la invisibilización de las investigadoras en ámbitos STEM, entre otros, escribiendo una entrada diaria en Wikipedia sobre alguna científica o ingeniera desconocida.

La afirmación de esta física británica está respaldada por datos. Tras la estela del movimiento #MeToo, las Academias de la Ciencia, la Ingeniería y la Medicina de Estados Unidos publicaron en junio de 2018 el que es el informe más exhaustivo hasta el momento sobre acoso sexual o por razón de sexo en la ciencia. Este informe concluye que la academia ostenta la segunda tasa más alta de acoso sexual, solo por detrás del ejército.

Tiene voz de mujer

“Ocurre con frecuencia”, comenta a SINC María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) en Madrid. “Dentro de mi propia institución aún hay jefes de grupo que tienden a dirigirse a mí de manera un poco insultante. No asumen que una mujer más joven que ellos tome decisiones y suelen tener una actitud de retar, de provocar. Y me pasa en comités de evaluación, en jurados, mayoritariamente masculinos, que cuando defiendo mi caso, tienden a quitarle importancia a mis argumentos, a desmerecerlos. Es una actitud patriarcal”, recalca.

Dentro de mi propia institución aún hay jefes de grupo que no asumen que una mujer más joven que ellos tome decisiones, y suelen tener una actitud de retar, de provocar…María Blasco, directora del CNIO

El problema es que ese comportamiento de menosprecio hacia las capacidades de la mujer a menudo va enmascarado de crítica intelectual. ¿Debería una investigadora poner una queja formal cuando es interrumpida continuamente por hombres en una reunión? ¿O cuando sus argumentos son desestimados o su opinión no es escuchada?

“En paneles de selección de investigadores principales o líderes de grupo he visto categorizar a mujeres por tener voz de mujer con comentarios como ‘es que tiene poca fuerza y no tendrá capacidad de lucha’. Y se las elimina porque no aprecian fuerza en esa persona solo porque tiene una voz más delicada”, explica a SINC Isabelle Vernos, investigadora Icrea en el Centro de Regulación Genómica de Barcelona (CRG). “Pero si la mujer tiene la voz fuerte, tampoco la consideran válida. Porque entonces ‘es una histérica’, como he llegado a oír”, dice indignada.

De hecho, un artículo publicado en PNAS, liderado por la Universidad de Illinois Urbana-Champaign (EE UU), explica que el tipo de acoso más frecuente es, de largo, lo que en ciencias sociales se denomina ‘acoso de género’: comentarios, bromas, gestos, burlas y otros insultos que menosprecian a la mujer y también a colectivos minoritarios, como el LGTBI. A veces tiene un trasfondo con contenido sexual, pero muchas otras no.

El acoso basado en el género es insidioso porque no siempre se puede distinguir de la crítica o la grosería. Kathryn Clancy, catedrática de Antropología de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign

“El acoso basado en el género es insidioso porque no siempre se puede distinguir de la crítica o la grosería”, declaraba Kathryn Clancy, catedrática de Antropología de esta universidad estadounidense y primera autora, en el boletín de prensa de su institución. Según Clancy, a lo largo del tiempo, “este tipo de comportamiento dañino hacia el otro puede hacer que la persona dude de sí misma, de su valía, y que abandone la investigación”.

“He oído a un [científico] top decirle a una estudiante que lo mejor que podía hacer era volverse a su país a fregar platos”, recuerda Vernos. Por su parte Blasco cuenta que le han dicho cosas como “la niña esta’” o ”eres demasiado joven”. Y ella se pregunta: “¿Demasiado joven para qué? En el caso de los hombres no se les considera nunca demasiado jóvenes para nada”, asevera.

Un secreto a voces 

No son casos aislados, alertaba el informe de Academias de la Ciencia, la Ingeniería y la Medicina de EE UU —mencionado previamente—, sino un comportamiento generalizado en todas las disciplinas científicas que provoca profundas secuelas de por vida en muchas investigadoras. A menudo, las víctimas están solas.

Cuando estaba haciendo mi tesis, un famoso investigador, cuyo nombre no diré, aseguraba que había cuatro tipos de hombres: listos trabajadores, listos perezosos, tontos trabajadores y tontos perezosos; pero solo dos tipos de mujeres: tontas trabajadoras y tontas perezosas. Isabelle Vernos, investigadora Icrea en el CRG

“Recuerdo que cuando estaba haciendo mi tesis en la universidad, un famoso investigador, cuyo nombre no diré, aseguraba que había cuatro tipos de hombres: listos trabajadores, listos perezosos, tontos trabajadores y tontos perezosos, pero solo dos tipos de mujeres: tontas trabajadoras y tontas perezosas”, recuerda Vernos. “Entonces no dije nada, tenía 23 años, él era alguien superfamoso y yo estaba haciendo la tesis. Hoy hay más consciencia de que eso es intolerable y también más herramientas para denunciarlo”, añade.

En universidades este tipo de situaciones es común. En España no estamos aún muy habituados a conocer casos de profesores expulsados por incumplir reglas contra el acoso, “aún vamos por detrás, pero haberlos, ‘haylos’», dice Blasco.

Según la encuesta de la Universidad de Texas en Austin, el 20 % de las licenciadas en ciencias, el 27 % en ingeniería y el 47 % en medicina aseguraban haber sido acosadas por profesores u otros trabajadores de la universidad

En países como Estados Unidos y Reino Unido, los centros y universidades, forzados por algunos escándalos, han empezado a tomar cartas de forma activa en el asunto. Para empezar, han comenzado a cuantificar el problema. Una encuesta de 2017 de la Universidad de Texas en Austin concluía que el 20 % de mujeres licenciadas o con posgrado en ciencias, el 27 % en ingeniería y el 47 % en medicina aseguraban haber sido acosadas por profesores u otros trabajadores de la universidad.

Según los resultados de este estudio, “el efecto acumulativo del acoso es extremadamente dañino”. Además, se ponía de relieve que las políticas que se han desarrollado para atajar el problema “son inefectivas porque están hechas para proteger a las instituciones y no a las víctimas”.

En Reino Unido, la Universidad de Cambridge puso en marcha un sistema de denuncia anónimo dentro de la campaña Breaking the silence (romper el silencio) y recibió en nueve meses 173 denuncias. Otros centros han seguido a Cambridge y han introducido herramientas de soporte similares. En este sentido, el grupo 1752, dedicado a denunciar y a erradicar el acoso sexual por parte de profesorado o personal de la universidad a estudiantes, desempeña un papel muy activo y ha elaborado un informe muy completo sobre acoso sexual en la formación superior.

Ámbitos masculinizados

La situación se agrava, sobre todo, en ámbitos tradicionalmente muy masculinizados, como, por ejemplo, la astrofísica; según una encuesta de 2016 de la Unión Internacional de Astronomía, solo un 17 % de sus miembros son mujeres. “No sé si de forma consciente o no, siempre he elegido trabajar en entornos más jóvenes y emergentes, en los que hay más paridad, menos jerarquía y es menos habitual que se den situaciones de acoso sexual”, señala Wade. En este sentido, el clima de trabajo de una institución es de lejos, y, según constatan los estudios al respecto, el mejor predictor de acoso sexual.

Para Clancy es fundamental implicar en ese proceso a los hombres porque si ellos ven el acoso sexual un tema solo de mujeres, o un problema, no se logrará avanzar

Según reclaman la mayoría de estudios publicados hasta el momento en esta materia, la solución pasa por cambiar la cultura de la ciencia y eso implica un liderazgo sin figuras que perpetúen el sexismo y la misoginia. También es preciso aumentar la diversidad de la plantilla; corregir desequilibrios de género extremo contratando a más mujeres y personas de género diverso y, sobre todo, integrar a las investigadoras en todas las disciplinas y niveles de la organización.

Hay que crear espacios, defiende Clancy, en los que todos los géneros compartan poder, autoridad y respeto, y es fundamental implicar en ese proceso a los hombres. Porque si ellos ven el acoso sexual un tema solo de mujeres, o un problema, no se logrará avanzar.

Ejemplos de buenas prácticas

Ya hay ejemplos de buenas prácticas. Por ejemplo, la colaboración internacional LIGO, que logró detectar por primera vez ondas gravitacionales en 2015 y en la que participan más de 1.500 científicos de todo el mundo, tenía un código de conducta que tenía que aceptar y cumplir todo aquel que quisiera entrar a formar parte en el que se especificaba muy claramente que actitudes de discriminación por cualquier motivo no eran aceptadas. “Los códigos de conducta son una declaración de intenciones, muy efectivos, porque ponen a todo el mundo en la misma página antes de empezar”, señala Wade.

La Sociedad Internacional de Óptica y Fotónica (SPIE) cuenta también un código de conducta con el foco puesto en el acoso que se da en reuniones y conferencias, y que acaba provocando que muchas mujeres desistan de ir a estos eventos; si alguien viola ese código, lo expulsan sin dilación.

En España, algunos centros ya trabajan en este sentido. En el CNIO cuentan con un comité de ética que ya se ha activado en diversas ocasiones por situaciones de acoso de hombres hacia mujeres. “Una de esas acabó en el despido de una persona del centro. “Un hombre”, dice Blasco, que asegura que “en el CNIO comportamientos de este tipo son totalmente inaceptables”.

“Tenemos una oficina de la mujer, hacemos seminarios todos los meses para tratar temas de género. Cualquiera que trabaje aquí sabe que es un tema importante, lo que dificulta que alguien pueda no tomárselo en serio”, asegura esta directora.

El CRG es otro de los centros muy activos en políticas de igualdad de género y cuenta con un protocolo reciente de prevención del acoso. Y desde la Unidad de Mujeres y Ciencia del Ministerio de Ciencia, explica su directora Zulema Altamirano, se imparte formación a todo el personal sobre igualdad y prevención de conductas de este tipo. Además, están elaborando, por un lado, guías específicas para el abordaje del acoso sexual y por razón de sexo; y por otro, un manual sobre sesgos de género en ciencia, tecnología e innovación.

El #MeToo ya está impregnando la ciencia y provocando cambios, aunque por el momento, son demasiado lentos. Jessica Wade, física del Imperial College de Londres

“Es la única manera”, considera Jessica Wade: trabajar activamente para cambiar esa cultura de abuso y malos tratos hacia las mujeres y minorías en el sistema científico. Al final la solución pasa por “corregir desequilibrios de poder, dejar de idolatrar a personas que están en la cúspide de la pirámide cuando hacen cosas mal, ya sea bullying, acoso o manipulación de datos. Ser transparentes con qué ocurre con esas personas, no mirar a otro lado”, resume esta investigadora, que reconoce que el #MeToo ya está impregnando la ciencia y provocando cambios, aunque por el momento, dice, “son demasiado lentos”.

Fuente: https://www.agenciasinc.es/Reportajes/El-MeToo-empieza-a-calar-en-el-mundo-cientifico-pero-lentamente

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Reseña del libro: Hacia una pedagogía feminista. Géneros y educación popular (PDF)

Por:  Selene Kareli Zepeda Pioquinto.

El libro Hacia una pedagogía feminista. Géneros y educación popular, es producto de un trabajo en conjunto realizado por Claudia Korol, Roxana Longo, Lucía Forneri, María Pomacusi, María Angélica Muñoz Valdera, Diana Maffía, Analía Bruno, Graciela Zaldúa, Graciela Alonso, Gabriela Herczeg, Belén Lorenzi, Ruth Zurbriggen, Dora Coledesky, Celina Rodríguez, Liliana Daunes, Lohana Berkins, Safina Newbery, Nalú Faria, Adelia Smith, Vilma Espín; las organizaciones: Espacio de Mujeres del Frente Popular Darío Santillán y Área trans e intersex. Gracias a la participación de cada una de las personas antes mencionadas, así como a la lucha y resistencia diaria, el texto ha reseñar fue posible.

Hacia una pedagogía feminista, fue publicado en Buenos Aires 2007, gracias al trabajo de Pañuelos en Rebeldía ―mismo que es un proyecto diverso, amplio y autónomo que trabaja la formación política de los movimientos sociales a través de la sistematización de la praxis desde una perspectiva de educación popular―, bajo la editorial El Colectivo y América Libre. El texto cuenta con 256 páginas y número ISBN: 978-987-23514-5-8.

De tal manera, el texto se divide en tres partes, Aprendizajes Compartidos, Textos generadores y Voces desobedientes. Se dará un acercamiento a cada uno de los apartados; sin embargo, es necesario señalar que la propuesta en conjunto de este libro es aportar a la creación de una pedagogía que genere reflexión y nuevas prácticas, así como momentos de interiorización-exteriorización no sólo de la experiencia inmediata y directa, sino también de procesos generales y particulares que atraviesan el aquí y ahora de las batallas contra la cultura patriarcal. Como las propias autoras lo señalan: “Pensamos, imaginamos y proyectamos una emancipación integral, múltiple, compleja, dialéctica, alegre, colorida, diversa, ruidosa, desafiante, libertaria, ética, polifónica, insumisa, rebelde, personal, colectiva, solidaria”; así, este texto, a través del feminismo en estrecho vínculo con la educación popular, es una provocación para trasformar las prácticas reproductoras del patriarcado, al tiempo que se generan propuestas para nuevas formas de ser, estar y compartir a través de un nosotros, donde la individualidad, la diversidad y la colectividad tienen un valor significativo.

Aprendizajes Compartidos.

El primer apartado lleva el título de Aprendizajes compartidos y consta de nueve subtemas: 1) “La educación como práctica de la libertad”; 2) De eso no se habla; 3) Taller de géneros y educación popular. “Nuestros Placeres”; 4) Reflexionando sobre géneros y sexualidades; 5) Crepúsculos y amaneceres; 6) Buscando las emancipaciones; 7) Desafíos actuales del feminismo; 8) Mujeres al frente y en la lucha; y, 9) Las innombradas – Mujeres intersex.

Dentro de cada uno de estos apartados, se nos narra cómo ha sido a partir de algunos de los postulados de Paulo Freire que se comienza a proponer la iniciativa educación popular feminista; de igual manera, se nos explica qué elementos propiamente del feminismo están presentes, sin los cuales, a partir de las autoras, no pude haber educación popular. Asimismo, a través de diversas narrativas nos compartan las maneras artísticas, contestatarias, educativas en que han puesto en práctica estas ideas, siempre encaminadas a romper con el sistema patriarcal.

Textos generadores

La segunda parte se titula Textos generadores y está conformado por cuatro apartados, 1) Derechos sexuales y reproductivos, un camino recorrido; 2) El ethos de cuidado y las cuestiones de género; 3) Espacios escolares y relaciones de género; y, 4) El protagonismo de las mujeres en los movimientos sociales.

En este apartado, las autoras comparten una serie de ensayos que realizaron al participar en congresos y encuentros feministas, en ellos se pueden encontrar temas como lo son la educación sexual, el aborto, el contraste entre leyes y vida cotidiana, violencia de género y organización social. Gran parte de los artículos que se encuentran aquí, son experiencias que han sido teorizadas.

Voces desobedientes

Mientras que la tercera parte se titula Voces desobedientes y está estructurado por ocho apartados, 1) El derecho a decidir sobre nuestro cuerpo; 2) Feminismo en movimiento; 3) Resistir con alegría; 4) Las batallas de Lohana: el arco iris en el cielo rojo y la libertad de Pepo; 5) Mujeres desobedientes; 6) Feminismo desde los movimientos populares; 7) Mujeres sin tierra; 8) Una bicicleta, una muñeca y una pistola.

Finalmente, en este apartado podemos encontrar una serie de diálogos y entrevistas con mujeres feministas, quienes han puesto en práctica la educación popular feminista, se han sumado a la lucha por la emancipación de la mujer en las calles y han ocupado espacios académicos para hacer resonar la exigencia de una vida digna para las mujeres.

Este libro es una crítica a la educación escolarizada que sigue reproduciendo los valores del patriarcado, al tiempo que nos muestra alternativas para combatir estos ideales desde la organización comunitaria y la gestación de proyectos alternativos e incluyentes. Una lectura que se disfruta e inspira en cada página.

Enlace para descargar el texto: https://libros.metabiblioteca.org/bitstream/001/434/1/Hacia%20una%20pedagog%C3%ADa%20feminista.pdf

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Reivindicar el enojo femenino: “Las mujeres enojadas generan revuelo, pero nadie habla de la violencia estructural a la que estamos sometidas”

Fuentes: La Tercera [Collage: Sofía Valenzuela]

Hace un par de semanas, la presidenta del Colegio Médico, Izkia Siches, estuvo en el ojo del huracán. Una conversación en el podcast La Cosa Nostra -donde la doctora criticó el manejo sanitario de la pandemia y sinceró su relación con el Ejecutivo- encendió las alarmas y dejó en entredicho a una de las líderes más destacadas del último tiempo.


Sus palabras fueron honestas, como pocas veces se ve en la esfera pública, y expresaban el sentir de un personal médico agotado y frustrado ante el avance robusto del Covid-19. Sin embargo, su tono y modo de expresarse sacaron ronchas y se transformaron en tema nacional durante varios días. La situación causó tal revuelo que Carlos Peña, en su columna en el diario El Mercurio, acusó de infantilización a Siches, mientras que en redes sociales se cuestionó su salida de protocolo.

Y aunque días después Izkia pidió disculpas por la elección de las palabras empleadas –“Se emitieron en un contexto específico, debí haber tenido en cuenta que ellas serían privadas de dicho contexto”, dijo– la sobre reacción del mundo público no fue la misma que cuando ha sido un hombre el que se deja llevar por el enojo. Y es que no es primera vez que una mujer se ve enfrentada a cuestionamientos y represalias por expresar, con claridad, su molestia en la esfera pública. Por ejemplo, la tenista Serena Williams fue penalizada con mayor fuerza cuando, en la final del US Open, se enfrentó en duros términos contra el árbitro del partido. Ante el hecho, la deportista acusó de sexismo y afirmó que si bien es común ver a hombres rebatiendo las decisiones de los jueces, ninguno es castigado cuando ello ocurre.

“No hay una sola mujer que no comprenda que su enojo es abiertamente denigrado. No necesitamos libros, estudios, teorías o especialistas que nos lo cuenten (…). Las mujeres experimentan la discriminación de formas distintas, pero comparten la experiencia de que al mostrar su enfado se les diga que están locas, son irracionales o están poseídas”, explica la activista de género, Soraya Chemaly, en su libro Rage Becomes Her. En el texto, la autora explica que, a pesar de que la ira puede ser una emoción que nos advierte de posibles amenazas, transgresiones o insultos, a las niñas y mujeres se nos enseña a reprimirla o silenciarla. Una situación que también aborda la autora feminista, Virgine Despentes en su libro Teoría King Kong“Una empresa política ancestral enseña a las mujeres a no defenderse. Como siempre, doble obligación: hacernos saber que no hay nada tan grave y, al mismo tiempo, que no debemos defendernos ni vengarnos. Sufrir, y no poder hacer nada más”

Pero, ¿por qué el enojo se nos ha vuelto una emoción tan esquiva a nivel público? Según la psicóloga, Pía Urrutia (@lapsicologafeminista), existen determinadas construcciones sociales que estigmatizan el enojo femenino y lo asocian a lo irracional. A eso, se suma la noción de la ira como una emoción que rompe con los paradigmas tradicionales y las expectativas que se tienen sobre nosotras. “Históricamente, se les ha privado el enojo a las mujeres porque las saca del rol tradicional de cuidadoras, donde hay otras emociones presentes y donde se valora más la tranquilidad, disponibilidad o empatía. Ahí hay un punto porque, en general, el enojo se asocia a poner límites, mientras que en el cuidado uno tiene que acceder y estar dispuesta. Y eso levanta alertas en un sistema opresor que pretende controlar al sujeto dominado que, en este caso, es la mujer”, analiza.

Urrutia, además, explica que a nivel cultural existe un juicio valórico en torno a las emociones, donde se califica como negativas a todas aquellas que responden a la tristeza, ira o miedo, mientras que se valora como deseables a todas aquellas relacionadas a la felicidad. La psicóloga y académica de la Universidad Diego Portales, Katherine Alvear, coincide con ese diagnóstico: “Cuando una mujer aparece deseante y marcando posición, cae en el ámbito de lo rechazado porque estamos en un contexto donde existe un mandato de felicidad, donde se exige estar bien y donde las expresiones de sentimientos ambivalentes y humanos -vinculados a la rabia, envidia o celos- son mal vistos y no tienen cabida”.

Sin embargo, tal como explica Soraya Chemaly, el enojo no solo nos permite atender situaciones que nos transgreden o ponen incómodas, sino que también nos ayuda a establecer límites y movilizarnos para defender lo que creemos justo. “Del mismo modo en que la sed nos motiva a tomar agua, igual que el hambre nos motiva a buscar alimento, el enojo nos puede motivar a responder a la injusticia”, explica Ryan Martin, presidente del departamento de Psicología de la Universidad de Wisconsin-Green Bay, en su charla Ted Why We Get Mad and Why it’s Healthy.

Así, el enojo puede transformarse en un potente catalizador político. Es, por ejemplo, lo que sucedió en el mayo feminista de 2018, cuando miles de estudiantes salieron de las aulas para protestar y exigir el fin de la violencia sexual, luego de conocerse una decena de casos de abuso al interior de las universidades. “La ira es un catalizador para clamar contra la injusticia y la desigualdad, y esto es algo histórico en lo que coinciden todos los movimientos sociales”, dice la autora de Buenas y enfadadas, el poder revolucionario de la ira de las mujeres, Rebecca Traister al diario El País. “En las marchas, las mujeres enojadas generan revuelo, pero nadie habla de la violencia estructural a la que estamos sometidas. Cuando una persona -que es dominada por un sistema opresor- se enoja, se genera un acto de amor profundo y se producen espacios de resistencia y dignidad”, dice Pía Urrutia.

La comediante argentina, Malena Pichot, tiene claro el poder del enojo y su resonancia en el ámbito público. Por eso, y luego de reunir una serie de textos publicados entre 2017 y 2019 en el medio Página 12, lanzó su libro Enójate Hermana, donde reflexiona sobre las injusticias del sistema patriarcal. “Para mí, decirle a otras mujeres que se enojen, es con la intención de que despierten, de que activen, de que se hagan cargo, de que se hagan fuertes, para todo eso hay que enojarse, porque enojarse también significa que te importa”, explica Pichot.

A nivel físico, expresar el enojo -y no reprimirlo como se nos enseña- tiene múltiples beneficios. Por un lado, nos permite descargarnos de manera inmediata ante alguna situación, pero también nos moviliza a alcanzar nuestros objetivos y nos da la posibilidad de conectar con mecanismos opuestos a los asociados al miedo o tristeza. “El enojo nos permite activar otras respuestas fisiológicas. Nos ayuda a salir de estados asociados a lo depresivo, por ejemplo, que es cuando las personas están más aletargadas. Al contrario de eso, el enojo activa y nos hace salir de ahí”, analiza Urrutia.

A pesar de lo beneficioso que puede ser expresar el enojo en el día a día, darle cabida a reacciones asociadas a la ira puede ser complejo. No solo porque aún son mal vistas, sino porque -si son mal canalizadas- pueden confundirse con la agresividad. “Hay maneras más o menos saludables para expresar el malestar. Se puede estar enojado, pero eso no justifica botar un plato o agredir a alguien”, explica Katherine Alvear. Pero, ¿cómo empezar a expresar el enojo sin caer en lo violento y teniendo en consideración los sentimientos de los otros? “Hay que hacerlo de forma asertiva. Decir ‘me molesta esto porque’. Esto también implica mirarse a sí mismo, en términos de decir ‘qué me pasa, por qué me molesta esto o por qué me molesta tanto’. Y es importante también pensar con quiénes te estás enojando y qué estás expresando con ese malestar”, analiza Alvear y continúa: “Si nos damos permiso para estar enojadas, podemos tener relaciones más profundas”.

Para Pía Urrutia, una buena forma de dar espacio a la expresión del malestar es reconocer y validar -sin prejuicio- nuestras emociones. “Tenemos que conectarnos con esas sensaciones. Yo hago eso en terapia. Le pregunto a mis pacientes dónde sintieron el enojo, pena o alegría porque, efectivamente, se sienten en diferentes partes del cuerpo. Probablemente, el enojo lo sienten en la guata y hacen algo con los puños porque es una respuesta natural de defensa. Esa conexión y reconocimiento de nuestras emociones es un ejercicio que uno puede hacer y que permite escucharlas y validarlas”, analiza.

Sin embargo, Urrutia explica que también podemos hacer un trabajo en lo colectivo que, a pesar de ser difícil, puede abrir las puertas para que se desarrollen este tipo de expresiones. “En el día a día se pueden hacer cambios que tienen que ver con tolerar el enojo de la otra. Tenemos insertado que hay que comportarnos de forma sumisa o ‘señorita’ y el enojo refiere a todo lo contrario. Entonces hay que ser tolerantes para que en nuestros espacios salgamos de esas constantes dominaciones, aún sabiendo que eso nos puede incomodar”, concluye.


Fuente: https://www.latercera.com/paula/reivindicar-el-enojo-femenino-las-mujeres-enojadas-generan-revuelo-pero-nadie-habla-de-la-violencia-estructural-a-la-que-estamos-sometidas/

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Frenar la política de muerte del Gobierno de Bolsonaro en Brasil

Por Sergio Ferrari

En Brasil el movimiento feminista –como todo el sector popular– transita una compleja etapa política. Tanto la pandemia como la ofensiva neoliberal y conservadora obligan a los movimientos populares a ser creativos y audaces.

Esta coyuntura implica más violencia, precariedad y sobrecarga de trabajo, afirma Renata Tica Moreno, del portal digital Capire (https://capiremov.org/es/), militante de la Marcha Mundial de Mujeres e integrante de la coordinación nacional brasilera del Colectivo de Comunicadoras.

Capire es una herramienta de comunicación internacionalista que se creó en 2021 en cinco idiomas con el fin de convertirse en un eco de las voces de las mujeres en movimiento y de hacer visibles las luchas y los procesos de organización en los territorios. Su objetivo, reforzar las referencias locales e internacionales del feminismo popular, anticapitalista y antirracista.

Ante la situación tan compleja en Brasil, la principal tarea es “frenar la política de muerte impulsada por el Gobierno de Jair Bolsonaro”, enfatiza la joven militante. Y recuerda que, para el movimiento feminista de su país, las reivindicaciones esenciales son a favor de la autonomía, por la tierra, contra el racismo y contra todas las formas de violencia. Es decir, promover las resistencias cotidianas de las mujeres en cada territorio, así como las prácticas para organizar la vida común y para transformar la economía. Priorizando la siempre imprescindible movilización social.

Tragedia pandémica

La crisis sanitaria obliga a las organizaciones de mujeres a priorizar la defensa de la vida. Brasil es uno de los países del mundo con más decesos por el virus.

La Marcha Mundial de Mujeres (MMM) de Brasil, participa en la distribución de alimentos y de productos de higiene en diferentes regiones. Y promueve activamente la formación y el intercambio de información, incluso sobre el COVID-19 y temas de salud. La catástrofe social es ya una realidad, constata Moreno. Y los componentes de la misma se multiplican: caída del empleo; aumentos de los precios de los productos de la canasta básica; el hambre que se multiplica y la falta de una adecuada asistencia médica y hospitalaria.

Todo esto ante la mirada cómplice del gobierno, principal promotor de esta política de muerte. “Expresa una irresponsabilidad total hacia el pueblo. Subestima la pandemia (“es solo una gripecita”), reduce la asistencia de emergencia, propagandiza la cloroquina, aunque se sabe que no tiene efectos positivos. Y relativiza la importancia de las vacunas. Adicionalmente, y esto es un aspecto gravísimo, promueve la desinformación. Lo que pasó en Manaos a inicios del año fue brutal: el gobierno no hizo nada para asegurar el aprovisionamiento de oxígeno en una de las ciudades del mundo más golpeadas por el COVID-19. Miles de muertes por falta de lo esencial, insiste.

Y esta trágica situación define la acción de las organizaciones feministas en la coyuntura actual del país sudamericano. “Garantizar las condiciones de existencia, al mismo tiempo que articulamos y fortalecemos la resistencia”, subraya Tica Moreno.

Y explica que para el feminismo popular, esto no es nada nuevo, “ya que una de las características de nuestro movimiento es partir de las condiciones de vida y proponer transformaciones estructurales en la sociedad”. Lo que representa el lema de la MMM: cambiar la vida de las mujeres y cambiar el mundo en un solo movimiento.

Por eso, el trabajo y la alimentación están en el centro de “nuestras prácticas y nuestra política”. Las mujeres se ven muy afectadas por el desempleo y el aumento de la pobreza, ya que constituyen la mayoría en los trabajos informales y precarios, en el sector de los servicios. Combinado con el aumento del hambre y la inseguridad alimentaria, que alcanzó a 55 millones de personas el año pasado, todo indica que en Brasil se vive una crisis que se prolongará en el tiempo, especialmente si no se cambia la dirección política del país.

Solidaridad de abajo

Los gestos diarios de solidaridad que se multiplican, constituyen el balance positivo, subraya la militante feminista. Incluyendo las prácticas de agroecología y de economía feminista. Muchos de los productos distribuidos y compartidos provienen de agricultoras familiares que deben enfrentar una situación muy difícil en el campo. Ellas se organizan para producir, también, mascarillas y productos de higiene.

Ante la desinformación como política dominante sobresale la creatividad para mantener y ampliar las diversas formas de comunicación popular. Por ejemplo, las radios comunitarias y las “bicicletas de sonido”, dotadas de pequeños altoparlantes a transistores para multiplicar la información y la orientación sanitarias. Todo en defensa de la gente y su sobrevivencia, lo que es nuestra principal tarea en esta dramática etapa pandémica. “En síntesis, como lo definimos en nuestro colectivo de comunicación, buscamos asegurar las voces feministas para cambiar el mundo”, concluye Tica Moreno.

“Lucha local, proyección internacionalista” 

Las prioridades de la Marcha Mundial de Mujeres de Brasil; los desafíos en cuanto a formación; la siempre activa perspectiva internacionalista, fluyen en el diálogo con la joven dirigente feminista Renata Tica Moreno. 

P: Las mujeres brasileras organizadas ponen una gran importancia en el combate por la alimentación…

 Renata Moreno: En efecto. Las luchas en torno a la alimentación no sólo tienen que ver con el acceso a alimentos de calidad, sino también con las condiciones de producción y las tensiones que enfrenta el campesinado, la-os agricultores familiares y las comunidades quilombolas en sus territorios. Las transnacionales del agronegocio y la contaminación por agrotóxicos y minería se han multiplicado en Brasil en los últimos años. En paralelo, también crecen las formas de apropiación de territorios para asegurar la preservaciódo el medio ambiente. 

P: ¿ Es decir, valorizar los desafíos cotidianos y locales de la gente ante el impacto devastador de la economía globalizada? 

RM: En la Marcha Mundial de las Mujeres/ Brasil, trabajamos con agendas locales y nacionales, pero siempre articuladas a dinámicas internacionales. Estamos organizando, por ejemplo,  un proceso de formación y movilización contra la ratificación del Acuerdo de Libre Comercio entre la Unión Europea y el Mercosur. Con la perspectiva de visiblizar los impactos negativos que tal acuerdo traería en nuestras vidas, trabajo, naturaleza y políticas públicas. Esta iniciativa forma parte de la crítica feminista al poder de las empresas transnacionales y a los instrumentos que actualizan el colonialismo actual. El internacionalismo guía nuestras prácticas y, también, fortalece nuestras luchas. En mayo pasado se dio otro terrible hecho de violencia racista por parte del Estado: la masacre de Jacarezinho, en Río de Janeiro, que provocó 28 muertes. Ocurrió al mismo tiempo que en Colombia la población se movilizaba y se enfrentaba una grave represión y que Palestina fue atacada por Israel. Como Marcha Mundial de Mujeres de Brasil promovimos un diálogo para tratar de analizar los elementos comunes de esas tres situaciones y evaluar las estrategias de denuncia y solidaridad. Convencidas que hacer circular la información sobre esos hechos es, en sí, una primera estrategia, ya que los grandes medios de comunicación ocultan aspectos esenciales. Todas esas luchas hacen parte del feminismo popular. Necesitan articularse para posibilitar la transforación política y económica de Brasil y en todo el mundo.

P: En esta perspectiva, la formación política de los movimientos sociales aparece como esencial…

RM: Sin duda. Esto no es sólo un discurso, sino parte de nuestras prácticas de construcción de movimientos. Un ejemplo es la Escuela Internacional de Organización Feminista Berta Cáceres que la Marcha está organizando en alianza con otros movimientos. Somos 132 mujeres, de 39 países y territorios, que participamos en un proceso de formación virtual que comenzó en abril y continuará hasta julio. En ella estamos construyendo un conocimiento común, basado en nuestras luchas, en la defensa de la naturaleza y los territorios, en la autonomía sobre nuestros cuerpos y sexualidades y en nuestras políticas de democratización del Estado.  Estamos fortaleciendo, además, la Economía Feminista como una propuesta para organizar la sociedad poniendo como prioridad la sostenibilidad de la vida. Cada quince días publicamos en Capire (www.capiremov.org ) una síntesis de los avances de la escuela. La solidaridad y la organización internacional se fortalecen con las luchas feministas y populares, en cada lugar donde las mujeres resisten, se transforman y transforman.

Frenar la política de muerte del Gobierno de Bolsonaro en Brasil

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