América del Norte/México/12-03-2021/Autor(a) y Fuente: www.jornada.com.mx
En la conmemoración de su día, miles de mujeres salieron este 8 de marzo a manifestarse en varios estados del país para exigir un alto a la violencia en su contra, “ni un feminicidio más” y el esclarecimiento de los que se han perpetrado.
Demandaron gobiernos con perspectiva de género y capacidad para atender y resolver esta problemática, pues las alertas implementadas en varias entidades “no han servido de nada”. Señalaron que durante la pandemia se incrementaron los casos de violencia intrafamiliar.
Las manifestaciones se llevaban a cabo en el estado de México, Michoacán, Hidalgo, Michoacán, Chihuahua, Nuevo León, Morelos y Chiapas; en algunas de ellas las activistas realizaron pintas y causaron destrozos en inmuebles oficiales; al menos cinco inconformes fueron detenidas.
En el estado de México, integrantes del colectivo «Feminista Ehécatl» marcharon de la Vía José López Portillo, en el municipio de Coacalco, hasta la sede del ayuntamiento de Ecatepec, para exigir alto a los crímenes de féminas y la violencia en general contra ese sector de la población.
«No hay nada que festejar pero sí mucho por lo que luchar; no queremos que nos feliciten, no queremos flores ni bombones, es día de lucha combativa. Queremos hacer visibles los feminicidios que se han cometido en el estado de Mèxico», dijo Carmen Zamora, dirigente de la agrupación.
Cerca de ahí, un grupo de mujeres de diversos colectivos feministas marcharon del puente de fierro hacia palacio municipal de Ecatepec, para exigir autoridades con perspectiva de género y quejarse de que la alerta de género en esa localidad no ha servido.
En el municipio vecino de Acolman, unas 200 mujeres adheridas al Movimiento Feminista de Pueblos Organizados realizaron una caminata que partió del Boulevard Real del Valle Sur, hacia a las oficinas administrativas en el fraccionamiento Real del Valle, para demandar a las autoridades mayor seguridad.
Marcha en el Día Internacional de la Mujer, en Acolman. Foto La Jornada
En Cuautitlán Izacalli, un grupo de hombres y mujeres vestidos de blanco marcharon y se plantaron frente al Centro de Justicia contra las Mujeres y la Fiscalía de Justicia regional, para exigir ni una mujer violentada más y el esclarecimiento de feminicidios.
«Somos el grito de las que ya no están», «La cantidad de ropa que uso, no es la cantidad de respeto que merezco», «Las Mujeres somos la fuerza», «Es momento de gobernar», «No estás sola», fueron algunas de las consignas de las mujeres.
«Aún falta mucho por hacer, debemos y necesitamos estar unida, actualmente nos une la violencia sistemática que sufrimos en todo el mundo y en especial en Ecatepec, que sigue en el olvido por aquellos que nos deben de garantizar la seguridad», reclamaron.
En el municipio de Chicoloapan, un centenar de féminas bloquean la carretera federal México-Texcoco en protesta por los feminicidios perpetrados en esa localidad y en todo el territorio mexiquense.
El grupo de mujeres, en su mayoría portando blusas moradas y pancartas con consignas de lucha por la igualdad de género, se apostó en ambos sentidos de la vía, a la altura del kilómetro 28 más 500, justo a la entrada a la cabecera municipal.
Las manifestants gritaron consignas contra Nancy Gómez, alcaldesa de Morena, a quien exigieron implementar acciones de gobierno para garantizar la seguridad de las mujeres y deje de gobernar a través de las redes sociales de Internet.
En Morelia, Michoacán, cientos de mujeres se manifestaron este lunes para exigir se frene la violencia; se haga justicia en el caso de mujeres desaparecidas y asesinadas, además de exigir más igualdad y equidad.
Al igual que la educadora Jésica Gonzáles, desaparecida y asesinada en septiembre pasado, en los últimos seis meses, 15 mujeres fueron desaparecidas y luego localizadas muertas. De enero de 2020 a la fecha han sido ultimada 841 personas de sexo femenino. Además, en el 90 por ciento de los casos ha habido impunidad.
También se manifestaron unas 20 madres e hijas de personas desaparecidos en los tres últimos lustros. Son las mismas que cada domingo de fin de mes se sientan en la Plaza de Armas de Morelia a hilar y tejer, con el fin de recodarles a las autoridades que sus familiares son parte de los 50 desaparecidos que fueron detenidos o “levantados” por elementos de seguridad municipal, estatal o federal. Aunque por otras causas tienen documentadas otras 250 desapariciones.
Disturbios en Pachuca
En Pachuca, Hidalgo, unas 200 feministas, causaron destrozos en el Palacio de Gobierno, las instalaciones del Tuzobus y la Secretaría de Finanzas del gobierno estatal.
Con el rostro cubierto con pañuelos verdes y morados, las activistas de Marea Verde y otras agrupaciones iniciaron una marcha desde Plaza Independencia, a un costado del Reloj Monumental hacía el monumento a la Mujer y de allí a Plaza Juárez, frente al Palacio de Gobierno.
Con el grito :»¡Fuimos Todas!» y «¡Somos malas y podemos ser peores!», armadas con palos y piedras las mujeres rompieron los cristales de tres estaciones del Tuzobus así como de la Secretaría de Finanzas del gobierno estatal.
Al llegar al Palacio de Gobierno, un grupo de feministas con carteles y mantas que colocaron frente a los reporteros y reporteras que cubrían la manifestación obligaron a los representantes de los medios de comunicación a replegarse.
Mientras, algunas mujeres con palos y tubos destrozaron los vidrios y marcos de los dos accesos principales del Palacio de Gobierno estatal y grafitearon los muros con consignas en contra del «Estado opresor, y violador» entre otras.
Frente a la sede del gobierno del Estado de Hidalgo. Foto Juan Ricardo Montoya
Arrestan a cinco mujeres en Chihuahua
La Dirección de Seguridad Pública Municipal de Chihuahua (DSPM) arrestó a cinco mujeres por realizar pintas feministas, a favor de aborto y contra el patriarcado en el monumento dedicado a la familia y otros dos monumentos de la capital del estado, la madrugada del 8 de marzo.
La colectiva Movimiento Malinche convocó a la manifestación “Nos movemos por todas”, que se realiza de forma simultáneamente en tres estados del país por el 8 de marzo, consistente en una rodada ciclista y un vehículo con bocinas que recorrerán calles de la ciudad de Chihuahua para reproducir audios de la marcha feminista del año pasado. Además, anunció que los sonidos acompañan una lista de canciones disponible en Internet, para que otras mujeres puedan escuchar y protestar desde casa.
En Monterrey, Nuevo León, con un tendedero de ropa de mujer, activistas y la senadora de Movimiento Ciudadano Indira Kempis recordaron a las víctimas de feminicidios en el contexto del Día Internacional de la Mujer.
Diez mujeres y la senadora colocaron pañoletas moradas, pantalones, blusas y diversos accesorios de mujer en la estructura del Puente del Papa, sobre el río Santa Catarina, en Monterrey.
“Esta ropa pudo haber sido de nuestras hermanas, esposas, vecinas, hijas, de las hermanas de alguien que hoy son víctimas de desaparición forzada, de feminicidios, de violencias sexuales, que no deberían ocurrir”, explicó Kempis.
En Morelos, madres que buscan a sus hijas desaparecidas denunciaron que la Fiscalía estatal, que encabeza Uriel Carmona, «no están buscando a sus hijas» y no está cumpliendo su función de garantizar justicia para todos los morelenses.
Las integrantes del Colectivo Regresando a Casa Morelos protestaron esta mañana en frente de las instalaciones de la FGE, en Cuernavaca, porque, aseguraron que sus casos de búsqueda de sus hijas no avanzan con el pretexto de que no cuentan con personal y equipo para buscarlas.
Sin embargo, la Fiscalía General del Estado (FGE) el Congreso local le presupuestó para este año 792 millones de pesos, gracias a la autonomía financiera que logró en la pasada administración estatal, según para dar resultados, pero sigue sin dar resultados a la sociedad morelense.
Manifestantes en el Día Internacional de la Mujer, en Cuernavaca, Morelos. Foto Rubicela Morelos
Exigen cierre de cantinas en la sierra de Chiapas
En el contexto del Día internacional de la mujer, la Coordinación Diocesana de Mujeres, la agrupación llamada Pueblo Creyente de la Parroquia San Pedro y San Pablo, el Movimiento en Defensa de la Vida y el Territorio (Modevite) y el Comité para la Promoción y Defensa de la Vida Samuel Ruiz, exigieron el cierre de cantinas y cancelación de permisos para la venta de bebidas alcohólicas en las comunidades y la cabecera municipal de Chicomuselo, situado en la sierra de Chiapas.
Demandaron también que cesen la violencia en contra de las mujeres, jóvenes, niñas y niños; las amenazas, la persecución y el hostigamiento contra servidoras y servidores que trabajan por la paz con justicia y dignidad.
Asimismo, que se dé seguimiento al caso de feminicidio “de la hermana” Virgilia Villatoro, asesinada el 28 de octubre de 2017 en la localidad de Pablo L. Sidar, Chicomuselo, así como de muchas mujeres que son asesinadas y violentadas en su dignidad.
(Javier Salinas, Silvia Chávez, René Ramón, Ricardo Montoya, Ernesto Martínez, Jesús Estrada, Yolanda Chio, Rubicela Morelos y Elio Henríquez)
En la ciudad de Zacatecas, más de 2 mil 500 mujeres de todas las edades participaron este lunes en la marcha conmemorativa del Día Internacional de la Mujer. Foto: Alfredo Valadez Rodríguez
«¡Se va a caer, el patriarcado se va a caer!», el grito en Yucatán
Cientas de mujeres del estado salieron a las calles para alzar la voz y pedir justicia por las víctimas de violencia de género. Tomaron el monumento de Los Montejos y desde ahí, con pintas, al unísono gritar ¡Se va a caer, el patriarcado se va a caer!
En bicicletas, patines, scooter y patinetas se reunieron en el parque de Santa Ana para después desplazarse a Paseo de Montejo, avenida principal de Mérida, en donde gritaron consignas como ¡Las niñas, no se tocan, no se violan, no se matan!, ¡Señora, señor, no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente!
Con una batucada y una bandera feminista por delante, decenas de mujeres recorrieron los dos carriles de la avenida, en donde por momentos se hincaron y con el puño arriba, guardaron minutos de silencio por todas las mujeres que perdieron la vida, convirtiéndose como víctimas de violencia de género.
Habiendo mujeres de todas las edades, entonaron fragmentos de la «Canción sin miedo», de Vivir Quintana.
Algunas caminaron con sus madres, abuelas, hijas o mascotas. La mayoría llevaba carteles en mano pidiendo que no queden impune los feminicidios registrados en Yucatán.
A su paso, se detuvieron en el Monumento a Los Montejo y al grito de ‘¡Fuimos todas!’, con pintas exigieron al gobierno mexicano, más protección a las mujeres que a las estatuas y edificios.
Además de las pintas con aerosol, algunas dejaron sus carteles en los que escribieron ‘de camino a casa, quiero sentirme libre, no valiente’, ‘que se escuchen nuestros gritos de cambio’, justicia para todas’ y ‘somos el grito de las que ya no están’.
A pesar de la presencia de elementos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), las mujeres se protegieron con carteles entre sí para no exponer sus rostros mientras el monumento fue pintado.
Las pintas fueron una forma de exigir justicia a favor de las mujeres en la entidad yucateca.
Al finalizar la marcha, las mujeres volvieron al punto donde iniciaron, mientras que las pintas quedaron como testigo de sus peticiones.
Mientras tanto, los transeúntes y automovilistas ajenos a la marcha, se detuvieron para tomar fotografías y obtener así un registro del #8M2021.
Fuente e Imagen: https://www.jornada.com.mx/notas/2021/03/08/estados/ni-un-feminicidio-mas-claman-miles-de-mujeres-en-las-calles/
Elvira Sastre llena teatros y auditorios a ambos lados del Atlántico con algo de consumo tan poco masivo en nuestros días como es la poesía. Tiene ya ocho libros publicados bajo diversas editoriales y una legión de fans y seguidores en redes sociales que supera el medio millón de personas. Cualquiera que mire estos datos pensará que se trata de una escritora con una extendida carrera. Pero Sastre (Segovia, 1992) publicó Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo, su primer libro de poesía, hace apenas ocho años. Ahora está trabajando en un nuevo proyecto editorial y ampliando su shop, una tienda de productos online con camisetas, bolsos y complementos ilustrados con versos de su poesía.
En esta entrevista, realizada a pocos días de la celebración del 8M, Sastre se muestra convencida de que a pesar de los avances hay que seguir reivindicando los derechos de las mujeres. «El objetivo es una igualdad real, y hasta que no se consiga habrá que presionar y hacer más», afirma la poeta. Y añade con rotundidad: «Mientras siga habiendo una sola mujer que ha sido asesinada o es maltratada o siga habiendo un despido improcedente o salarios que no son iguales o algún tipo de desigualdades, nos seguirá quedando muchísimo camino».
Usted se ha convertido en un ídolo de masas capaz de llenar teatros y salas con algo tan poco masivo a priori como la poesía. Muchas jóvenes se miran en usted como un referente. ¿A qué cree que se debe esto?
No sabría decirte. Yo como lectora de poesía, cuando doy con un libro de alguien que escribe cosas que yo no sé expresar, siento mucho agradecimiento. Y puedo entender que la gente cuando lee mis libros o lee poemas que le resuelven cosas o hace que se sientan acompañados y entendidos, sientan agradecimiento. E incluso la pasión de algunos que quieren darte un abrazo porque le has dado luz en este rincón de su vida. Me pasa cuando leo y cuando escribo. Creo que esto viene por ahí.
También creo que la salud emocional está un poco abandonada, no se cuida, no se trata a no ser que uno lo busque. La poesía ahí da un poco la respuesta y por eso creo que ha llegado a tanta gente. En este momento de tanta inmediatez y tanta superficialidad, de repente te cruzas entre selfie y selfie con un poema que le llega dentro y funciona. Estos años me he dado cuenta que hay mucha gente que acude a la poesía porque le gusta y mucha que no sabía que le gustaba y la ha descubierto así, sin buscar. Y creo que por eso funciona. La poesía al final es emoción y emoción tenemos todos. Es algo común a todas las personas.
¿Considera que su poesía es feminista?
Creo que el feminismo no es una intención. Es algo que forma parte de nosotras. Como yo me considero una persona feminista, no me supone un esfuerzo escribir un poema feminista. Creo que todo lo que hago está impregnado de feminismo porque yo soy así. También es verdad que hay poemas con temática feminista que he hecho a propósito por una necesidad de soltar cosas y de expresarme, y que siempre los leo con ese empeño y con ese discurso, y que además me paro y lo digo. Y el hecho de viajar y conocer tantas culturas distintas me ha hecho aprender mucho de esto. Cada vez que viajo a Argentina vuelvo con el escudo morado porque es alucinante lo que aprendo allí e intento luego transmitirlo aquí. Cuando doy recitales y leo un poema, intento contar lo que está pasando ahí afuera y cómo es la lucha de las mujeres fuera de nuestro país. Irremediablemente el feminismo está en todo lo que hago y hay algunos poemas en que está de una manera más explícita.
La literatura, al igual que otras artes, ha utilizado tradicionalmente las historias de amor para cosificar a las mujeres ¿Qué vías ha encontrado para hacer de la poesía un vehículo del feminismo?.
Yo hablo siempre en mi poesía de mujeres, por lo que de una manera irremediable, cuando le escribo un poema de amor a una mujer, la estoy viendo como una igual, y no hay un artificio que tal vez habría si yo fuera un hombre y le estuviera haciendo un poema de amor a una chica. Creo que por esa parte me he salvado casi sin pretenderlo. Yo escribo siempre sobre mujeres y esto me hace estar muy cercana a la mujer que no soy yo, la que tengo enfrente, la que es mi compañera y me hace ver cosas de ella que en mí no veo y al verlas en ella las veo en mí.
Yo escribí una novela que se llama Días sin ti que va sobre un personaje que es la abuela y el nieto y esa abuela está basada en mi propia abuela. Tengo referentes personales en mi familia, de mujeres muy luchadoras que lo han dado todo, que han sobrevivido a todos los obstáculos que les ha puesto la vida, con mucho esfuerzo y como es la historia de mi vida y lo he visto desde siempre, no me cuesta. También hay muchos referentes que ni siquiera hay que buscarlos a poco que te informes. Al final, este tema lo ideal o la utopia es que en esta sociedad no tengamos que buscar esos ejemplos, sino que los estemos recibiendo constantemente. Esa es la forma de educar: rodearte de todo eso. Creo que para generaciones futuras lo estamos consiguiendo.
Las niñas y las mujeres en general tienen muy pocos referentes femeninos. ¿Considera importante recuperar esos referentes, especialmente en la literatura?
Sí. Yo creo que es básico. Al final los programas educativos se lo suelen saltan un poco, aunque quiero creer que cada vez menos y que está habiendo algún cambio. Yo me he encontrado con muchas maestras que hacen esa labor. He ido a institutos a dar recitales y a charlar con alumnos y muchas veces veo el trabajo de esas profesoras que contactan conmigo, que emplean parte de su tiempo libre en preparar una actividad para acercar a sus alumnos y alumnas a nuevas voces, y sobre todo a voces de mujeres. Incluso son a veces los mismos estudiante las que lo piden.
Y es cierto que faltan referentes, pero creo que es una generación que está mucho menos cansada que mía y que las generaciones anteriores a la mía, que llevamos ya muchos años de lucha. Están más frescos, tienen más herramientas, tienen un desparpajo muy distinto y es algo que me tranquiliza. Porque pienso que nosotras lo haremos mejor o peor e intentaremos dejarles el mundo lo mejor mundo posible, pero ellas van a enderezar lo que no esté bien y en eso vamos a estar salvadas.
En las últimas décadas se ha avanzado mucho en los derechos de las mujeres social y legislativamente. ¿Qué nos queda por conquistar? ¿Dónde hay agujeros negros?
Mientras siga habiendo una sola mujer que ha sido asesinada o es maltratada o siga habiendo un despido improcedente o salarios que no son iguales o algún tipo de desigualdades, nos seguirá quedando muchísimo camino. El objetivo es no conformarnos, sino conseguir la igualdad al 100%. Si no es al 100%, a mí no me vale. Porque con qué cara te plantas al mundo diciendo que hemos llegado al 80% y nos conformamos. No. El objetivo es una igualdad real y hasta que no se consiga habrá que presionar y hacer más. Es cierto que se han hecho muchas cosas, pero mientras siga habiendo una mujer que viva con miedo no habremos conseguido nada.
¿Es importante reivindicar en las calles el 8M?
Yo creo que sí. En la calle es donde está la lucha al final. Yo este 8M no voy a salir a ningún sitio porque soy persona de riesgo y llevo sin salir mucho tiempo. Llevo saliendo lo justo todo el año. Pero creo que tenemos herramientas para que esta lucha se pueda hacer desde distintos focos. Considero que hay una realidad que no podemos cambiar y es que ante este feminismo haya un sector, más pequeño de lo que parece, al que le molesta y tampoco hay que darles herramientas para que puedan atacar. Es cierto que hay otras manifestaciones sobre las que no se ha dicho nada, que se han hecho miles de cosas, pero soy de la opinión de que es mejor hacer las cosas bien. Podemos luchar desde casa, desde las plataformas de redes que mueven muchísimo y alzar la voz desde todos los sitios que podamos. A mi la manifestación del 8M me da una fuerza que me dura hasta el año siguiente y eso nos va a faltar este año, como nos han faltado un montón de cosas. Pero creo que hay que hacer las cosas con cabeza y se pueden hacer otros planes.
Recientemente hemos visto que en el Teatro comienza a asomar un tímido #Metoo. ¿Se necesita un #Metoo en el mudo de la literatura, en el mundo editorial?
Yo no conozco ningún caso de esa gravedad. Si creo que hay muchísima desigualdad. Yo lo veo. Cuando me invitan a festivales o voy a viajes o a congresos, son todo hombres por encima de 50 o 60 años, con trajes y corbatas y apenas hay mujeres. Yo me he visto en situaciones muy incómodas, de llegar a un hotel y ver cómo te miran todos pensando ‘¿esta chiquita quién es?’ Son momentos ante los que me crezco de alguna manera. Recuerdo que me invitaron hace unos años al congreso internacional de la Lengua en Córdoba (Argentina) y estaba lleno de académicos. Me pusieron en una mesa con otros ponentes. Ese día iba a leer un poema que había escrito a Argentina, pero de repente vi que esa muy curioso porque todos los invitados eran hombres y todos los asistentes prácticamente eran mujeres. Entonces decidí usar la plataforma y los medios para leer el poema que escribí para el día de las mujeres, que es el más feminista que tengo. Y decidí leerlo porque a lo mejor son cosas que ellos no quieren escuchar de manera voluntaria, pero como estaban aquí tienen que escucharme. Ese fue un momento brutal porque el público hizo una ovación de varios minutos. Fue un momento muy mágico. Y al día siguiente te miraban de otra manera.
Eso lo he tenido que luchar, porque es un mundo muy de hombres. Das con hombres buenos, por supuesto. Yo me rodeo de hombres buenos, porque a los malos no los quiero cerca. Son hombres que te ayudan y te impulsan y te hacen camino. Es verdad que falta aire. Yo tengo las dos experiencias: tengo edictores que son hombre y editoras que el equipo son casi todas mujeres y me siento muy a gusto en las dos partes. Pero creo que en cuanto a visibilidad, a nivel representativo de autores y autoras aún nos falta. Hay algo que a mí me enfada mucho es esto de que te inviten para llenar al cartel y que haya alguna mujer. También me da rabia, y me ha pasado, que te llamen para hacer un prólogo porque el epílogo ya me lo ha hecho un hombre. Y no. Si quieres que te haga algo es por lo que yo escribo. Al final un libro no tiene género. No quiero rellenar una lista ni este falso feminismo. Si quieres algo que sea por mi trabajo y no por el género que yo tenga o que decida tener.
Muchas de sus seguidoras afirman haberse tatuado palabras o poemas suyos y usted ha afirmado tener algunas palabras tatuadas en su cuerpo ¿Qué palabras han marcado su vida?
Aquí tengo [muestra el brazo derecho) una que pone ‘palabras’, que está escrito con la letra de mi padre. También tengo este dibujo que es de mi perrito que falleció, de Tango, y algunas cositas. Todas con mucho significado. Es verdad que hay mucha gente que se tatúa cosas mías, que incluso me lo piden escrito a mano porque que se lo quieren tatuar así. Yo siempre digo que mi letra es muy fea, pero a la gente les gusta, les hace ilusión. Y es verdad que me piden todo tipo de cosas. Peticiones de matrimonio también…. Un montón de cosas que a veces me dan un poco de cosa, pero ya que estoy ahí vamos al lío y que esto salga bien.
¿Y hay alguna palabra que sea particularmente especial?
Hay una que es como firmaba cuando empecé a escribir en un blog de Internet, que es ‘saudade’. La descubrí en el instituto en el libro de lengua y me gustó mucho lo que significaba, porque era una mezcla entre añoranza, nostalgia, melancolía, que acompaña mucho mi obra. Viene del gallego y el portugués que tienen palabras que significan cosas muy bonitas y es una palabra que me ha acompañado siempre.
Hay muchas vivencias de las mujeres que siguen siendo tabú para la literatura en nuestra sociedad. ¿Se puede hacer arte con aspectos claves de nuestra vida como el aborto, la menstruación o la menopausia?
Si. Sin duda. De hecho mi vertiente de traductora me ha permitido estar en contacto con obras de otros países, otras lenguas, que es un efecto como cuando viajo. Ves como se tratan ciertos temas en otros países. Tuve un encuentro maravilloso con Rupi Kaur a la que traduzco desde su primer libro (lleva tres) y recuerdo ese primer libro en el que narraba los abusos que había sufrido en su niñez por parte de un familiar, como había salido de ello. No lo escondía y ese libro me marcó muchísimo, porque cuando traduces un libro es un paso más allá de leerlo. Te metes por completo. Luego pude conocer en persona a Rupi Kaur y es un ser de luz. En sus libros habla de estos otros temas que no son de amor o desamor. Y como sus relaciones son con hombres trata mucho el tema del hombre en las relaciones con las mujeres y sobre experiencias muy nocivas que ella ha tenido y de hombres buenos que ha conocido y lo que ha aprondido de ellos.
Creo que hay autoras, incluso en nuestro país también. Luna Miguel, por ejemplo, tiene obras maravillosas que hablan de mil cosas interesantes para las mujeres o cuando Paula Bonet hizo ese libro sobre el aborto, que son temas que llevados a la literatura, sobre todo en momentos como este, son imprescindibles. Hay que leerlos para conocer de primera mano algo tan emocional y tan íntimo como un poema, que además hable de un tema tan emocional e íntimo como estos, es una fuerza y un golpe tremendo.
¿Veremos a los hombres leyendo este tipo de literatura?
Ojalá. Yo conozco hombres que los leen. Tengo amigos que los leen, que son sensibles y que tienen muchas ganas de aprender y de reaprender. Que son lectores habituales y escriben poesía y se dan cuenta de que también leyendo estos poemas y estos libros pueden reaprender cosas que la sociedad les ha enseñado de una manera errónea y por ahí conectan. Yo en mi círculo lo he visto. Ya he dicho que yo me rodeo de hombres buenos y tal vez estoy muy alejada de los hombres malos que no quieren saber nada de esto. Confía en que poco a poco lo terminen haciendo y que si deciden no hacerlo sea la sociedad la que los eche a un lado y no les quede más remedio que aprender o desaparecer.
“Si en realidad queremos trasformar las condiciones de vida, debemos aprender a mirarlas a través de los ojos femeninos.” (León Trotsky “Contra la burocracia, progresista y non progresista” (6 de agosto 1923) in Problemas de la Vida Cotidiana,)
Introducción
En los últimos años, hemos notado un nuevo aumento de los movimientos feministas que en varios países han adquirido un carácter masivo y, paralelamente, una mayor participación y liderazgo de las mujeres en movimientos de protesta masivos y levantamientos populares. Desde este punto de vista, consideramos, dados los diferentes paradigmas de estas luchas de las anteriores de finales del siglo XIX y principios del siglo XX o de los años sesenta y setenta, y su desarrollo al mismo tiempo que otros procesos de movilizaciones internacionales masivas, que estamos viendo una nueva ola del movimiento de mujeres que tendrá un efecto duradero en las formas y demandas de la lucha de clases, notoriamente con la nueva herramienta de la huelga feminista de mujeres.
1. El contexto
En 2020 la pandemia de Covid-19 creó un contexto totalmente nuevo al tiempo que puso de relieve las características esenciales de la situación. Nuestro texto del 17º Congreso Mundial subrayó el caos geopolítico general y las crisis que existen hoy. La pandemia es una ilustración llamativa de la globalización en la rápida propagación del virus en todo el mundo y del caos creado por la incapacidad de todos los gobiernos capitalistas de gestionar las crisis sanitaria, social y económica subsiguiente.
Se creó una tensión entre las urgencias de la economía y las de la salud, con el fin de confundir y engañar a buena parte de la población sobre la gravedad y profundidad de la etapa actual de esta crisis civilizatoria. En gran medida, se ha extendido la idea de que la pandemia sería la causa de la crisis económica, cuando, de hecho, el capitalismo en crisis se escondía detrás de la pandemia buscando reorganizarse. En consecuencia, las posibles medidas contra los efectos sociales de la pandemia se presentan como paréntesis que deben dar paso a las políticas «normales» lo antes posible. Esto esconde, el hecho de que la pandemia surgió en un capitalismo que no había superado en absoluto las crisis combinadas (financiera, socioeconómica, medioambiental, geopolítica) que siguen vigentes después de 2007 y 2008.
Estas crisis interrelacionadas afectan particularmente a las mujeres, esto se ve reforzado por los efectos de la pandemia, y está generando una reacción generalizada contra lo que a menudo se llama la «revolución más larga» que ha llevado al aumento de los derechos de las mujeres durante el siglo pasado.
La contradicción entre las aspiraciones de las mujeres a una vida digna de ser vivida, por un lado, y el empeoramiento de su situación real, por otro, subyace el nuevo aumento de las movilizaciones de las mujeres y explica la naturaleza integral de las plataformas que a menudo han surgido y el desarrollo de la huelga feministas y de las experiencias en los territorios y comunidades como método de acción que simboliza el rechazo del sistema en su conjunto.
1.1 Pandemia de Covid-19
La pandemia de Covid-19 es producto de la intersección de las crisis ecológica y social subyacentes: la distorsión de la relación de la sociedad humana con la naturaleza (deforestación, colapso de la biodiversidad, comercio de animales salvajes, la agricultura industrial, manipulaciones genéticas en la producción de animales y alimentos) y la incapacidad de los gobiernos capitalistas impulsados por el lucro para construir y mantener servicios de salud y otros servicios públicos eficaces. También ha sido una cruda demostración de la desigualdad mundial en el acceso a la atención sanitaria y a los recursos; por ejemplo, el 90% de las vacunas disponibles se asignaron a los países del norte.
Los gobiernos recurrieron a cierres y toques de queda represivos, que a menudo se aplicaron mientras la pandemia continuaba de manera incoherente e injustificable porque los servicios de salud habían sido recortados y no podían hacer frente a la situación. Incluso después de la primera ola no se inyectaron nuevos recursos para prepararse para la inevitable segunda (o tercera) ola. Esta situación también dio la oportunidad para que las teorías de conspiración sobre el virus manufacturado y campañas anti-vacuna comenzarán por sí mismas a convertirse en una amenaza para la salud pública de algunos países.
Las mujeres están soportando la mayor parte del costo social de la pandemia. La pandemia reveló crudamente quiénes son «trabajadores esenciales»: personas necesarias para la continuación de la vida humana, como quienes trabajan en la salud y la atención médica, el personal de limpieza, trabajadores y agricultores de la producción y distribución de alimentos, el personal docente y administrativo de la educación, y en el transporte. Las mujeres también predominan en sectores diezmados por los efectos de los cierres y los toques de queda: la hostelería, el comercio y el sector informal. Todos estos sectores están muy racializados y a menudo tienen una alta proporción de trabajadores indígenas. Esta evolución también afecta fuertemente a la comunidad LGBTIQ, centrada de forma desproporcionada en sectores esenciales o precarios.
Cuando las escuelas y las guarderías están cerradas, la carga doméstica para las mujeres aumenta, a lo que se suma el estrés y la ansiedad de tratar de asegurar que lxs escolares sigan la enseñanza en línea cuando se les ofrezca, y cuenten con el equipo y las condiciones necesarias para hacerlo adecuadamente. Se ha incrementado la deserción escolar por falta de condiciones, como internet, computadoras. Las responsabilidades de las mujeres como cuidadoras de familiares enfermos y ancianos han aumentado.
La restricción de otros tipos de atención médica mientras se da prioridad a los pacientes de Covid-19 afecta a muchas personas, a quienes padecen enfermedades crónicas, pacientes de cáncer y otros que necesitan atención periódica, como los que viven con el VIH y las personas trans que necesitan medicación periódica. Las mujeres embarazadas también necesitan atención médica periódica antes, durante y después del parto. Pero afecta particularmente a las mujeres que necesitan ayuda médica inmediata para interrumpir embarazos no deseados y no planificados.
Para los cientos de millones de mujeres que se encuentran por debajo del umbral de la pobreza extrema,su dependencia desesperada de os préstamos para sobrevivir se ha agravado. De los 250 millones de clientes de microcréditos, más del 80% son mujeres muy pobres que sufren los altos tipos de interés, a menudo usurarios.
Muchos migrantes, tanto internos como internacionales, entre ellxs miles de mujeres que trabajan sobre todo como empleadas domésticas y en el sector textil, han sido expulsadxs de los lugares donde trabajaban antes de la pandemia. Emigraron en primer lugar porque no podían encontrar empleo en su país y con la contracción económica causada por la pandemia su situación se ha agudizado y se quedan, a menudo en las comunidades rurales, sin ningún medio de subsistencia.
Los encierros también planteaban una amenaza adicional para las mujeres confinadas con parejas o, integrantes de la familia que ejercen violencia y en las condiciones exacerbadas, la incidencia de la violencia doméstica aumentó de manera apreciable. En algunos países se adoptaron medidas para que las mujeres pudieran denunciar los casos de violencia y encontrar otro tipo de alojamiento, pero éstas fueron inadecuadas y de corta duración. Muchas personas LGBTIQ, especialmente jóvenes, han sido obligadas a volver a sus familias de origen, lo que a menudo ha dado lugar a la violencia y a una mayor represión contra ellas.
Si bien los gobiernos trataron de hacer frente a la pandemia esencialmente con medidas represivas y autoritarias, a nivel local, y muy a menudo por iniciativa de las mujeres, se establecieron redes de apoyo que se encargaban de tareas como la compra de artículos para los ancianos y personas vulnerables o la fabricación de mascarillas. Así como romper el aislamiento que imponen los cierres y el trabajo en casa, y proporcionar apoyo emocional cuando la gente teme que el virus los mate a ellxs o a sus seres queridxs. Las mujeres productoras rurales apoyaron la producción local y urbana de alimentos.
La crisis sanitaria pone de relieve la centralidad del trabajo de reproducción social de las mujeres y se hace eco de las demandas de revalorización de las profesiones del cuidado. También pone en primer plano la necesidad de solidaridad internacional y de justicia en el acceso a los cuidados y recursos sanitarios.
1.2 Neoliberalismo
La globalización capitalista, la financiarización y la creciente internacionalización de las líneas de producción han reducido la capacidad de los gobiernos para implementar políticas económicas en interés colectivo de las clases dominantes. Los países imperialistas aún tratan de garantizar condiciones favorables para la acumulación de capital, pero el capital global opera de manera más independiente que antes. Las crisis financieras de 1997-1997 y 2007-2008 revelaron las contradicciones inherentes a la globalización capitalista con importantes consecuencias: políticas, sociales y estructurales, incluida la expansión explosiva de la deuda, y la revitalización del crimen organizado, e incluso el resurgimiento de la esclavitud humana. Los grandes bancos privados se han lanzado a la conquista de nuevos mercados y clientes llegando a cientos de millones de personas a través del microcrédito, en particular a las mujeres que no tienen cuenta bancaria.
El desempleo, el subempleo y empleo precario y una reducción masiva de los servicios básicos (vivienda, educación, bienestar, etc.), junto con las crisis en la agricultura, han tenido un impacto masivo en la capacidad de supervivencia de millones de personas.
Como resultado del crecimiento del capital globalizado y no regulado, de la corrupción e incompetencia de los gobiernos y del empobrecimiento de vastas franjas de la población, la delincuencia organizada se ha convertido en un importante agente económico y social en el escenario mundial. No se limita al contrabando y la venta de drogas, sino que se ha ampliado para incluir la trata de personas con fines de explotación sexual y laboral como su segunda fuente de ingresos más importante, junto con el tráfico ilícito de armas, induciendo a miles de jóvenes a sus filas y trayendo consigo niveles inauditos de violencia a las comunidades.
Todo esto afecta particularmente a las mujeres tanto en el trabajo remunerado como no remunerado. Hay más mujeres en empleos precarios, en el sector informal o en áreas donde el desempleo se ha disparado, y la mayoría las personas traficadas son mujeres. Los recortes en los servicios aumentan la cantidad de trabajo doméstico necesario para reproducir el hogar, una cantidad desproporcionada que recae en las mujeres.
1.3 Ascenso de la extrema derecha, fundamentalismo religioso, autoritarismo, anti «ideología de género»
El surgimiento de las corrientes fundamentalistas de extrema derecha, autoritarias y religiosas, que a menudo están vinculadas, más no siempre son idénticas, tiene consecuencias específicas y desastrosas para las mujeres.
La renovación de la derecha radical fortalece un impulso reaccionario que apunta a socavar los derechos de las mujeres y las personas LGBTIQ; el aborto y los derechos reproductivos en general, el derecho de familia y la caza de brujas contra las personas LGBTIQ.
Mientras que algunos movimientos claramente atacan a las mujeres y a las personas LGBTIQ a menudo presentan la homosexualidad y los derechos LGBTIQ como exportaciones imperialistas, otros, con el pretexto de defender a las mujeres y a las personas LGBTIQ, se dirigen a los inmigrantes y/o a personas musulmanes, afirmando que defienden los derechos de las mujeres al prohibirles el uso de pañuelos o velos, acusándoles de violación o afirmando que el Islam está en contra de la homosexualidad. Como resultado, la extrema derecha puede experimentar tensiones entre quienes desean apelar al sexismo y el heterosexismo de su base y quienes instrumentalizan los derechos de las mujeres y LGBTIQ al servicio de la islamofobia y los prejuicios contra los inmigrantes. Sin embargo, de hecho se refuerzan mutuamente.
Los códigos legales religiosos dependen en gran medida de la unidad familiar y la segregación de los roles de género, imponen relaciones de poder opresivas en los cuerpos que ponen en peligro la vida de las mujeres. Los fundamentalistas suelen considerar prohibida la participación de las mujeres en el trabajo fuera del hogar, especialmente en las fábricas.
Otras corrientes de extrema derecha emergen como fundamentalismo religioso en todas las religiones «grandes» (o fundamentalismo «religioso nacional» como la extrema derecha sionista). Influyen en gobiernos tan importantes como Estados Unidos y Brasil y juegan un papel central en algunos países de Europa del Este. Ya sea como evangelismo o catolicismo romano, las corrientes cristianas extremistas están causando estragos en América Latina y África con políticas profundamente reaccionarias con respecto a las mujeres, en particular sobre la cuestión del aborto y el derecho a elegir, y a personas LGBTIQ, con una ideología anti-género que busca apuntalar los roles tradicionales masculinos y femeninos y atacar los derechos a personas LGB y particularmente a lxs trans. El mundo musulmán tiene una dimensión internacional particular en el fundamentalismo religioso, con movimientos «transfronterizos» como el Estado Islámico o los talibanes. Los movimientos fascistas utilizan la violencia sexual sistemática contra mujeres y menores en los territorios que controlan, principalmente en forma de violación y esclavitud sexual. Usan esto para reclutar miembros y luchar contra otros grupos.
El conservadurismo neoliberal que apunta a fortalecer a la familia patriarcal ha aumentado dramáticamente la violencia contra las mujeres. Además de la impunidad para los perpetradores, los recortes en el apoyo material a quienes experimentan esta violencia crean un ambiente social que fomenta la violencia masculina.
1.4 Desastre climático
El desastre climático anunciado para el futuro ya está presente en muchas regiones del mundo. El cambio climático, la crisis alimentaria, la crisis del agua, el racismo ambiental, el avance de las empresas transnacionales sobre los territorios y sus recursos, extractivismo – la explotación de los recursos naturales con fines de lucro – y la «financiarización de la vida» son partes importantes de la realidad del sur global.
Los pueblos indígenas, lxs campesinxs y jóvenes están a la vanguardia de las luchas ambientales, y las mujeres desempeñan un papel de liderazgo en ellas. Esta situación es producto de su opresión específica, no de su sexo biológico, como han demostrado las ecofeministas no esencialistas. La sociedad patriarcal impone funciones sociales a las mujeres directamente vinculadas al «cuidado» y las coloca a la vanguardia de los desafíos ambientales.
Las mujeres producen la mayoría de los alimentos básicos en los países del Sur, por lo que se enfrentan directamente a los estragos del cambio climático, extractivismo y los agronegocios. Del mismo modo, asumen la mayoría de las tareas de crianza de niñxs y mantenimiento del hogar, por lo que se enfrentan directamente con los efectos de la destrucción ambiental y el envenenamiento en la salud y la educación de sus comunidades. La autoorganización de las víctimas del caos climático y su defensa son parte de la lucha climática, las mujeres en sus comunidades están en el corazón de estas movilizaciones.
1.5 Migración masiva
Hay importantes desplazamientos de población: 250 millones de migrantes internacionales, 750 millones de migrantes internos a menudo debido a cambios económicos estructurales con importantes disparidades regionales. También hay desplazamiento permanente debido a las guerras y la violencia del crimen organizado, y ahora el cambio climático. Dos tercios de la migración internacional se producen entre países con un nivel de desarrollo comparable.
Las mujeres emigran, tanto a nivel internacional como interno, en busca de mejores condiciones de vida para ellas y sus familias, debido a la persecución política, o como consecuencia de guerras y la violencia local, o la violencia doméstica. En un contexto de crisis, la migración aumenta la opresión y repercute en la explotación de las mujeres. Sufren un empobrecimiento extremo y la pérdida de sus derechos, y se enfrentan a la discriminación de género, el racismo y la explotación. Las mujeres también sufren «nuevas» formas de trabajo casi a la par con la esclavitud: el secuestro, la prostitución y la trata.
Los países industrializados necesitan mano de obra inmigrante tanto en el sector formal como en el informal. Sin embargo, las personas inmigrantes son a menudo objeto de campañas xenófobas que las presentan como enemigas. Las leyes represivas que limitan la migración rompen las familias, ya que hacen recaer en las mujeres la responsabilidad exclusiva de su cuidado cuando los miembros masculinos emigran, o por el contrario las obligan a convertirse en trabajadoras migrantes para ganar dinero para sus familias. La cadena de migración impone una carga cada vez mayor a parientes de esas mujeres migrantes para que se ocupen de las familias que quedan en el país de origen.
1.6 Crisis de reproducción
El capitalismo siempre ha tenido que garantizar la reproducción de la fuerza laboral sin la cual no podría funcionar: la reproducción de la fuerza de trabajo es una parte integral del ciclo de valorización del capital.
La forma patriarcal de familia capitalista, reforzada por las nociones del «salario como sostén de la familia», arrojando a las mujeres dentro de la familia la responsabilidad de las tareas de reproducción, permitió al capitalismo asegurar esta reproducción al menor costo.
Este fue un proceso desigual no sólo porque el crecimiento del capitalismo en sí mismo ha sido desigual, por lo que hoy vemos restos precapitalistas en algunas partes del mundo, sino porque, debido a razones económicas y políticas, se desarrollaron diferentes patrones en diferentes situaciones.
Cuando el capitalismo necesitaba que la masa de mujeres fuera parte de la fuerza laboral, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial y en el auge de la posguerra de los países capitalistas avanzados, se vio obligado, de diferentes maneras, dependiendo de la relación de fuerzas y la naturaleza precisa de la economía local, proporcionar algunos servicios a través del Estado: educación, atención médica, vivienda, cuidado de niñxs, etc. Este trabajo, visto como femenino porque corresponde al papel de la mujer en la familia, fue y es mal pagado y abrumadoramente realizado por mujeres, a menudo minorías étnicas y / o mujeres migrantes.
Pero a medida que el capitalismo entró en una profunda crisis económica, se vio obligado a atacar esos mismos servicios y derechos a través de la austeridad, mientras intentaba retener a las mujeres en la fuerza laboral, pero reducir aún más sus salarios y condiciones. Esto ha aumentado la carga sobre muchas mujeres, obligadas a hacer el trabajo que anteriormente el Estado había cubierto. La crisis ha llevado a muchas mujeres a salirse del mercado laboral o hacia un trabajo aún más precario. También se ha creado una demanda cada vez mayor de mujeres peor pagadas y más precarias, incluidas las inmigrantes indocumentadas, para hacer este trabajo y permitir que otras mujeres mantengan su lugar en el mercado laboral.
2. ¿Cuáles son los factores que causaron este auge?
2.1. Ganancias de las olas anteriores.
Las nuevas generaciones han podido beneficiarse de manera desigual pero combinada, de los logros del movimiento de mujeres y LGBTIQ de las olas anteriores: primero, en los derechos formales, cambios en los códigos de familia y jurídicos, el acceso de las mujeres a la educación y la salud, segundo en derechos y libertades sexuales y reproductivos, y tercero, en oportunidades en el mundo profesional, académico, cultural, político y mediático. En varios países, las tendencias feministas socialistas han luchado con éxito en y con el movimiento obrero para mejorar los derechos laborales.
2.2 Feminización del trabajo
Las mujeres trabajan en todas partes más que los hombres pero parte de su trabajo es invisible: las mujeres continúan representando más de las tres cuartas partes del trabajo de cuidado no remunerado
Aunque la diferencia con respecto a los hombres persiste, las mujeres acceden cada vez más al mercado laboral mundial: en todo el mundo, 4 de cada 10 trabajadores son mujeres. Este aumento se da en todas las regiones, aunque algunas, como el norte de África y Asia occidental, tienen un porcentaje menor (menos del 30%) que otras regiones del Sur global.
En todas partes es más probable que las mujeres se vean obligadas a trabajar a tiempo parcial, una tendencia que ha aumentado con la pandemia de Covid-19. Este subempleo puede alcanzar hasta la mitad del empleo femenino total. A nivel mundial, casi la mitad de todas las trabajadoras se encuentran en lo que la OIT llama «empleo vulnerable», particularmente en empresas agrícolas, artesanías y comercio. En el sur de Asia y África subsahariana, esto supera el 70%.
La globalización neoliberal ha cambiado profundamente la estructura de la economía y el empleo
En general, el empleo se ha trasladado en los últimos veinte años de la agricultura a la industria y luego a los servicios, que ocupan a aproximadamente la mitad de la fuerza laboral.
Una cuarta parte de la fuerza laboral femenina del mundo todavía trabaja en la agricultura, que sigue siendo la principal fuente de empleo para las mujeres en el sur de Asia y África Subsahariana. En América Latina y El Caribe la feminización del campo es un fenómeno que se incrementa cada vez más. Tomando en cuenta que más del 60% de los productos que llegan a las ciudades son producidos por productores y productoras de la agricultura familiar y campesina, el rol de las mujeres es clave en la economía. Pero las políticas económicas favorecen a los sectores orientados a la exportación, en su mayoría hombres, a expensas de los cultivos alimentarios. Como las mujeres constituyen la mayoría de los pequeños agricultores del mundo, su situación sigue siendo frágil.
La presencia de mujeres en la industria ha disminuido desde 1995. En general, se concentran en sectores como el textil y la confección. En las zonas económicas especiales (zonas de libre comercio), las industrias de exportación emplean a una mayoría de mujeres, a menudo muy jóvenes, y combinan salarios bajos con falta de protección social, condiciones de trabajo dramáticas y violencia de género.
De 1995 a 2015, la proporción de mujeres que trabajan en los servicios se hizo predominante a escala mundial. Las mujeres en todas partes se concentran en ciertos sectores de actividad: comercio en países de ingresos medios, salud y educación en países de ingresos altos. En general, la alta presencia de mujeres se asocia con una alta frecuencia de trabajo a tiempo parcial y salarios relativamente bajos, especialmente en ventas, limpieza y restauración. Su sobrerrepresentación en salud, educación y trabajo social está directamente relacionada con los estereotipos de género que devalúan las competencias requeridas en estos campos.
Pero en términos más generales, la flexibilidad y las condiciones especiales de dificultad, incluida la capacidad de realizar una variedad de tareas y la participación emocional, requieren «cualidades típicamente femeninas» que dan forma a nuevas formas de servidumbre.
La brecha salarial entre mujeres y hombres, en un promedio global, se estima en 23%. Casi el 40% de las mujeres no se benefician de los regímenes de protección social debido a su trabajo: en el sector informal, no declarado, ocasional, en el hogar. Como resultado, 200 millones de mujeres que han alcanzado la edad de jubilación no tienen ninguna pensión. Un total del 70% de los pobres del mundo son mujeres.
Durante la pandemia, el uso masivo del teletrabajo, que reúne en un mismo lugar el trabajo doméstico, el trabajo remunerado y el hogar, está aumentando la carga física y mental de las mujeres. Muchas se ven obligadas a dimitir debido al agotamiento causado por el exceso de trabajo, son despedidas o se les impide trabajar, y por lo tanto se ven privadas de los medios para mantenerse de forma independiente.
Todavía no disponemos de suficientes estadísticas para evaluar plenamente lo que esto significa para el lugar que ocupa la mujer en el mercado laboral, pero podemos afirmar con certeza que las desigualdades existentes se han profundizado. La «feminización» del trabajo concierne a todxs lxs trabajadores:significa tanto una creciente participación numérica de las mujeres en el mercado laboral, como que, bajo el impacto de las políticas neoliberales, las condiciones características de la situación de las mujeres en el trabajo (precariedad, inestabilidad, vulnerabilidad, subempleo, falta de derechos y protección social, bajas tasas de sindicalización) tienden a extenderse a todo el proletariado.
La precariedad del empleo aumenta constantemente y representa casi la mitad del empleo total. También lo hace la participación de la economía informal, que afecta a más de seis de cada diez trabajadores.
Los límites entre el trabajo remunerado y el ocio tienden a desdibujarse, como en el trabajo reproductivo, (debe estar al servicio de los patrones las 24 horas del día), así como entre la vida personal y profesional. Se requiere el uso de capacidades y características feminizadas como una hermosa presencia, seducción, cuidado de la relación, empatía, multitarea al servicio de la empresa.
2.3 El aumento de la violencia de género
La violenciacontra la mujer, construida socialmente y luego normalizada por el estado, goza de impunidad. Las muertes violentas ocurren en una compleja red de discriminación y explotación de mujeres, por género, y también por clase, etnia, situaciones de riesgo múltiple, marginalidad, inseguridad, militarización, migración, entre otras.
Más de un tercio de las mujeres del mundo experimentan violencia sexual o física en sus vidas. La mayoría de las mujeres asesinadas en un acto de violencia de género son asesinadas por una pareja o ex pareja. Hay una escalada de crímenes de género agravados desde la crisis de 2008, con destrucción de los servicios públicos y de protección social, aumento de las responsabilidades y tareas de cuidados hechas por las mujeres, reduciendo las oportunidades para escapar de la violencia, mientras que las políticas de austeridad reducen los fondos para centros y refugios para mujeres víctimas de violencia. La creciente independencia económica, psicológica y sexual de las mujeres jóvenes las convierte en objeto de «represalias» por parte de los miembros masculinos de sus familias. Crímenes de odio para «corregir» el comportamiento de mujeres, lesbianas, personas trans y heterosexuales que «traicionan» los códigos conservadores son legitimados por los formadores de opinión políticos y religiosos de derecha.
El feminicidio, hoy reconocido como una de las formas extremas de violencia de género, es el asesinato y la muerte de mujeres como resultado de diversas formas de violencia sólo porque son mujeres: física, sexual, psicológica, familiar, laboral, institucional. Esta forma de violencia comenzó a notarse en la década de 1980 y fue documentada en Ciudad Juárez en México a partir de 1993; luego fue trazada en todo el país y ahora se reconoce como un fenómeno global y regional en América Latina. El eslogan ¡Ni Una Más! acuñado por mujeres mexicanas, el eslogan Ni Una Menos de las mujeres argentinas 22 años después, hoy retomado en todo el mundo, es la evidencia palpable de la persistencia y el aumento de esta forma de violencia misógina y machista y de la impunidad y la violación. de los derechos humanos. Las mujeres de muchos países se organizan para buscar a sus hijas desaparecidas y exigir justicia estatal en casos de feminicidio. Al tomar el nombre de las víctimas, estas campañas a menudo se convierten en casos emblemáticos.
El movimiento #MeToo, que detonó en los Estados Unidos, ha tenido un impacto global. Las mujeres han denunciado públicamente el acoso sexual en diferentes ámbitos culturales, profesionales y sociales y el acoso en el trabajo, rompiendo así el silencio y al mismo tiempo mostrando los obstáculos que enfrentan al hacerlo, denuncian en un marco formal y defienden la legitimidad de la denuncia pública.
Una nueva generación de jóvenes feministas ha respondido y reaccionado a la violencia sexual en las universidades confrontando a las autoridades universitarias y exigiendo respuestas y mecanismos para enfrentar las agresiones sexuales.
En muchos países, las mujeres desaparecen para ser utilizadas como esclavas sexuales y para el trabajo forzoso por parte de las redes internacionales por el tráfico y del crimen organizado. En muchos conflictos, la violación se usa como arma de guerra. Persigue una variedad de motivos, desde la humillación de la comunidad hasta la limpieza étnica y el terror de las poblaciones civiles.
Las condiciones de migración de las mujeres las hacen más vulnerables a convertirse en víctimas de violencia sexual, desapariciones, prostitución, tráfico, extorsión, separación de sus familias (muchas viajan con niñxs), detención arbitraria, enfermedades, accidentes y feminicidios. Como a menudo son responsables de lxs niñxs que viajan con ellxs, se convierten en objetivos dobles y las dificultades aumentan porque su condición de personas trabajadoras indocumentadas hace que sea más difícil obtener empleo o servicios para ellxs y sus hijxs.
En las últimas dos décadas, bajo la presión del movimiento feminista que exige que el Estado asuma la responsabilidad y establezca nuevos marcos legales para enfrentar la violencia, muchos países han introducido legislación y políticas públicas para enfrentar la desigualdad y abordar la violencia contra las mujeres y el feminicidio. Sin embargo, en la práctica no han podido totalmente financiada o ejecutada, mucho menos erradicar la violencia con la acción del gobierno contradiciendo su discurso. Por el contrario, aumenta a la vez que se hace más visible a través de la energía y la determinación de las mujeres al denunciarlo.
Los obstáculos que enfrentan las mujeres que experimentan violencia al acceder a la justicia están relacionados con la discriminación de género, los prejuicios de inferioridad de las mujeres y los estereotipos que sostienen una cultura e ideología sistémicas. Las mujeres activistas, defensoras de los derechos humanos, feministas que luchan por la defensa de las mujeres víctimas de violencia enfrentan hostilidad y amenazas, son criminalizadas y, en algunos casos, forzadas al exilio.
2.4 El papel cada vez mayor de las mujeres en la sociedad y los movimientos sociales
Lasmujeres siempre han participado activamente en movimientos que desafían el orden establecido, las revueltas por el pan (o su equivalente), las batallas contra la explotación y las tiranías. Pero es en las últimas décadas que las mujeres como sujetos políticos han emergido claramente a la vanguardia de las movilizaciones de todo tipo. Desde las batallas por la defensa ambiental y territorial, lideradas por mujeres campesinas e indígenas, pero también dentro de los movimientos urbanos, contra la acción depredadora y devastadora de las multinacionales en cuestiones de tierra y agua; en las luchas por los derechos humanos y contra la represión estatal y paramilitar, las movilizaciones contra el racismo y la criminalización y exclusión de los migrantes.
Solo por nombrar algunos: Máxima Acuña y su batalla contra la minería en Perú; Berta Cáceres, activista ecologista y de los derechos humanos en Honduras; Alaa Salaah, líder de la revuelta democrática en Sudán; Alicia Garza, Patrisse Culors, and Opal Tometi de Las vidas negras importan en los Estados Unidos; Greta Thunberg en el movimiento global juvenil contra el cambio climático; Dayamani Barla, Jharkhand, India, liderando una movilización masiva contra la mayor empresa siderúrgica del mundo ArcelorMittal, el Consejo Pastoral de Mujeres Masai en Loliondo, que lidera las luchas por la tierra; y Mujeres Unidas y Activas (MUA), una organización de base de mujeres inmigrantes latinas en la Bahía de San Francisco que desempeñó un papel clave en la aprobación en 2013 de la ley sobre los derechos de las trabajadoras domésticas.
Las mujeres lideran la resistencia comunitaria, como la marcha de las mujeres que exige la protección de la tierra, la salud y la educación que pertenecen a más de 100 pueblos indígenas en Brasil, o el papel principal de las mujeres indígenas en el Ecuador, indignadas por las medidas económicas que buscaban terminar con los subsidios al combustible, impactando sus vidas cotidianas. Las mujeres de las Primeras Naciones canadienses y las mujeres nativas americanas en Estados Unidos que han logrado detener la explotación de los recursos naturales en sus territorios.
Las jóvenes y estudiantes en Chile, que han sido parte de una impresionante revuelta que develó que el país que se presentaba como el modelo neoliberal a seguir en la región, era una falacia total al revocar la constitución de Pinochet. La 8M Coordinadora Feminista en particular a través de su organización de asambleas y su desarrollo de un programa feminista fue fundamental en el proceso.
En la región de Medio Oriente y Norte de África, las mujeres que lideran los movimientos contra las tiranías y la descomposición social se ven obligadas a librar la batalla ideológica contra el fundamentalismo religioso que impregna la sociedad y el aparato estatal.
En Brasil y los Estados Unidos, las mujeres han estado al frente de las protestas contra el desastroso manejo de la pandemia por parte de sus gobiernos, encabezados por los presidentes machistas y autoritarios Bolsonaro y Trump.
En dos países del antiguo bloque soviético, las mujeres están dirigiendo la lucha de las masas populares contra los regímenes autocráticos y corruptos. En Polonia, movilizaron a millones de personas desafiando el ya limitado derecho al aborto, creando el espacio para un trascenso democrático general de las demandas. En Belarús, están a la vanguardia de las luchas populares para que se respeten los resultados de la votación y para expulsar al gobierno usurpador.
El nuevo auge feminista y el creciente papel importante de las mujeres en los movimientos sociales han permitido la aparición de un nuevo tipo de figuras políticas femeninas. La elección de Ada Colau y nuestra compañera Teresa Rodríguez en el Estado español, los nuevos oradores (no blancos) de la izquierda del DP en EE. UU. Como Alexandria Ocasio Cortez y Rashida Tlahib, o Marielle Franco y su compañera Mónica Benicio en Brasil, son algunos ejemplos.
Por lo tanto, nos enfrentamos a un notable fenómeno de creciente protagonismo de las mujeres en el movimiento social y político, entrando plenamente en el proceso político nacional, que resisten el empobrecimiento de amplios sectores de la población provocado por las políticas neoliberales. Vemos que estas son en realidad luchas vinculadas a la cuestión de la defensa de la vida, de la reproducción social en el sentido ecológico, económico, social, cultural y, a veces, espiritual. Estas luchas van de la mano con una mayor conciencia entre los protagonistas de la desigualdad de género y la violencia patriarcal predominantes en su propio entorno y en la sociedad en general.
2.5 Los antecedentes internacionales de la nueva ola
Durante la ola anterior del movimiento de mujeres se llevó a cabo cierta coordinación internacional. A fines de la década de 1970, se fundó la Campaña Internacional por los Derechos al Aborto, que evolucionó y se convirtió en la Red Global de Derechos Reproductivos de las Mujeres, aún activa. El primero de los Encuentros feministas bianuales latinoamericanos y caribeños en curso se celebró en Colombia en 1981. Esa conferencia decidió conmemorar el 25 de noviembre como un día contra la violencia contra las mujeres, esto fue adoptado en 1995 por la ONU como el Día Internacional para la Eliminación de La violencia contra las mujeres.
La Marcha Mundial de las Mujeres contra la Pobreza y la Violencia nació en 1998 a raíz de la Conferencia de Mujeres de la ONU en Beijing en 1995, e inspirada en las manifestaciones de las mujeres en Quebec, Canadá, en este mismo año pero se dirigió a las mujeres de base y a la acción callejera con 17 reclamaciones y propuestas para la eliminación de la pobreza y de la violencia en contra de las mujeres. Tuvo cierto éxito durante el período de los Foros Sociales y todavía existe en algunos países.
Estos intentos de coordinación internacional coincidieron con momentos del surgimiento de movimientos sociales aspiracionales a nivel internacional y sufrieron el mismo declive que esos movimientos. Sin embargo, a pesar de los aspectos negativos de la ONGización, estas estructuras han permitido que continúe una cierta coordinación internacional. Ha habido reuniones internacionales de mujeres rurales sobre el tema de la soberanía alimentaria (Nyeleni – Mali 2007); y se ha desarrollado el creciente posicionamiento feminista de Vía Campesina, la principal red campesina internacional.
Al mismo tiempo, todas las revueltas sociales o revoluciones que han estallado en las últimas décadas han visto una fuerte participación de mujeres que han desarrollado su propio marco para el análisis y la acción dentro de sus movimientos: desde la ley de mujeres en el movimiento zapatista hasta la presencia de mujeres en los movimientos de la Plaza Tahiri, Occupy, 15M, en la «primavera árabe» y, por último, pero no menos importante, el sorprendente ejemplo de mujeres combatientes kurdas.
En todos estos movimientos, ya no se trata de priorizar las luchas, anticoloniales, anticapitalistas, democráticas, antirracistas y antipatriarcales, sino, por el contrario, empieza a surgir claramente un feminismo interseccional que aborda toda opresión de manera combinada.
2.6 Otras corrientes del feminismo
Mientras tanto, en los países altamente industrializados que habían experimentado un cierto grado de estado de bienestar durante el auge de la posguerra, el feminismo liberal y reformista ha surgido como un subproducto de la segunda ola del feminismo.
El feminismo reformista se caracteriza por la incorporación de demandas feministas y, a menudo, activistas en partidos socialdemócratas y otros partidos reformistas, especialmente cuando están en el gobierno local o nacional, adoptando políticas y otorgando fondos para proyectos inspirados por el movimiento de mujeres pero con poco o ninguna autoorganización. Los planes de austeridad dejan poco espacio para este tipo de feminismo.
El feminismo liberal se centra en la feminización de las empresas, las administraciones y la cultura dominante, sin cuestionar su clase y carácter racial, y por el contrario actúa como una coartada para la explotación de otras clases sociales: inmigrantes, racializadas, pobres. Este feminismo burgués liberal ha trabajado como freno para las nuevas generaciones y otras capas de mujeres no privilegiadas que se identifican con el feminismo. Condujo a muchas ilusiones sobre la idea de la integración gradual de las mujeres, ¿de qué mujeres? – en los órganos de gobierno, rompiendo el famoso «techo de cristal».
En el Sur global se ha desarrollado el fenómeno de la “ONGización”, es decir, el condicionamiento y la neutralización progresiva de los movimientos de mujeres dentro de las ONG y en el marco de las reuniones de la ONU, financiadas y profesionalizadas por ellas en detrimento de su radicalidad y autogestión.
Dado el empeoramiento de las condiciones de vida y la precariedad después de la crisis de 2008, en contraste con estas ilusiones gradualistas, los movimientos nacidos en la década de 2010 se han desarrollado en clara oposición a estos enfoques.
El resurgimiento de una corriente de feminismo basada en el determinismo biológico y más visible en las campañas reaccionarias para restringir los derechos de las mujeres trans a los espacios públicos es otro obstáculo problemático.
3. ¿Cuáles son las especificidades de este movimiento?
El ciclo actual de movilizaciones tiene sus propias características, derivadas del contexto en el que está ocurriendo. Por un lado, encontramos preguntas que son específicas del período histórico (de la crisis de la izquierda, de los sujetos políticos, del invidualismo neoliberal que se arrastra en todas las esferas, de la desconfianza hacia lo político, de la pérdida y el reencuentro con la estrategia, etc.,) y, por otro lado, nos encontramos con nuestras propias formas de lucha, con una nueva gramática del movimiento feminista. Partimos de la idea de que en este momento el movimiento feminista es un movimiento creativo que puede promover nuevos debates y nuevas herramientas para cambiar el mundo.
3.1 Creciente extensión geográfica, ampliación de contenidos
Las movilizaciones se han extendido por todo el planeta, adquiriendo mayor resonancia en América Latina y la periferia de Europa. Argentina, Brasil, España y recientemente México lideran estas movilizaciones que se han extendido y se están extendiendo a otros lugares. Las enormes protestas por el derecho al aborto en Polonia en 2020 – que comenzó de nuevo en 2021 – tras los intentos del gobierno polaco de criminalizar casi por completo el derecho de la mujer a elegir también forman parte del mismo desarrollo. La histórica victoria de las mujeres argentinas en la legalización del aborto a finales de 2020 es un motivo importante de celebración en todo el mundo. La lucha por el derecho al propio cuerpo, por el derecho a decidir y la legalizacion del aborto, así como la lucha contra la violencia machistay en particular contra el feminicidio y la violencia sexual, han sido los ejes principales de la movilización.
La huelga feminista se ha convertido en un eje articulador central del movimiento feminista a nivel internacional, extendiéndose a todo el planeta, pero lo más importante es entender cómo esta huelga feminista se conecta con un momento en el que las mujeres están en la primera línea, como vanguardia de las luchas contra las políticas neoliberales, y entender que estas luchas tienen su propia forma en cada país. En los Estados Unidos, se ha articulado en torno al rechazo de Trump. En el norte de África y la región árabe, el papel que juegan las mujeres en las movilizaciones sociales y políticas es innegable.
La lucha contra la violencia machista también ha logrado articular el movimiento a nivel internacional, creando vínculos, desde América Latina hasta India, África y Europa. Aunque se destacan iniciativas como #MeToo debido a la cobertura obtenida de los medios, esta identificación con otros y el enfoque en la violencia sexual ha ido más allá de estas iniciativas, en una actividad continua para hacer visible, denunciar y autoorganizarse ante tal violencia.
También es importante dar a conocer internacionalmente otras formas de resistencia que no utilizan la huelga: levantamientos, ocupaciones pacíficas y luchas culturales.
3.2 Nuevas generaciones y nuevos sectores
La irrupción de las mujeres jóvenes en las movilizaciones está creciendo y estas nuevas generaciones traen consigo una nueva forma de entender el feminismo y el trabajo político, a partir de su propia experiencia personal de violencia machista diaria. En muchos casos, esta irrupción acompaña un desafío a la hegemonía del feminismo institucional dado que las movilizaciones surgen de una crisis de las respuestas dadas por ese feminismo a los problemas y necesidades de las mujeres.
Esto a partir de lo personal no es nuevo en el movimiento feminista, donde lo personal siempre ha sido político, pero se conecta a cómo las generaciones más jóvenes se relacionan con la política y se construyen como sujetos, cómo reafirman su identidad personal y colectiva, lo que exigen de los espacios de autoorganización del movimiento, construir espacios de apoyo mutuo feminista, etc. Todo esto expresa la necesidad de un sujeto feminista que responda a los desafíos actuales, que incorpore estas demandas, que se cuestione a sí misma, que reinvente ella misma, etc. También implica la necesidad de forjar una expresión política colectiva de la renovada rebelión de las mujeres, lo que implica que el movimiento necesita estructuras y espacios para que las mujeres debatan democráticamente sobre cómo construirlo, cómo promulgar eficazmente el cambio y atraer a un número cada vez mayor de mujeres. Cuando estos espacios no existen, o se limitan al ámbito académico, por ejemplo, las posibilidades de crear un pensamiento verdaderamente estratégico son limitadas.
3.3 Nuevas preocupaciones
Esta atención a lo personal se expresa en renovado y reforzado preocupaciones como la necesidad de cuidados en espacios de autoorganización, en el cuidado de los detalles que tienen que ver con la toma de decisiones y la forma de debatir, de construir espacios inclusivos y participativos, etc. y también con lo que nos concierne: la relevancia de los aspectos afectivo-sexuales, de las identidades de género, de la expresión de nuestra forma de vivir nuestra identidad, de la necesidad de valorar nuestra vida cotidiana, de repensar la forma en que nos relacionamos entre nosotros , etc., en la última instancia de poner nuestras vidas en el centro, de la importancia del afecto, del cuidado. Debates sobre la maternidad, sobre todo lo que tiene que ver con nuestros cuerpos y sexualidad, sobre cómo usamos nuestro tiempo, etc. Estas reflexiones pueden llevar a una polarización sobre la experiencia y la reacción individuales más que sobre la identificación y la acción colectivas, pero en otras ocasiones ayudan a poner en primer plano cuestiones que han estado presentes, pero no demasiado destacadas, en el feminismo y generalmente ausentes en otros movimientos sociales y políticos.
Nuevos sujetos han irrumpido en la escena social y política, provocando la determinación de incluir y dar visibilidad a estos sujetos hasta ahora invisibles incorporando el problema racial y étnico junto con sexualidad e identidad de género, así como otros problemas como discapacidad, enfermedad mental, ancianos, rural o ciudad, etc.
El papel de las mujeres, en particular de las jóvenes, dentro del movimiento Black Lives Matter (Las Vidas Negras Importan) ha sido muy notable, así como las movilizaciones específicas que afirman que los Black Trans Lives Matter (Las Vidas Negras Trans Importan).
El movimiento de ayuda mutua, dirigido mayoritariamente por mujeres, opera sobre los principios de autocuidado para el cuidado mutuo que las feministas, principalmente las nuevas generaciones de feministas, las campesinas, indígenas y otras que se organizan en sus territorios, han valorado anteriormente. Promueven principios conscientes de antidiscriminación y resistencia colectiva. En el contexto del desafío a la institucionalización de secciones del movimiento, el lema de “la solidaridad y no de la caridad” es clave.
Algunos sindicatos más nuevos o más radicales han intensificado su organización en los sectores “esenciales” cuya devaluación se ha puesto de manifiesto durante la pandemia, y han reclutado ampliamente y construido nuevas estructuras. Se han obtenido algunas victorias pequeñas pero simbólicas en el contexto de que, en general, la clase dirigente ha logrado que la clase trabajadora – en particular sus miembros de raza y mujeres – pague el precio de la pandemia. Esta organización también desafía el hecho de que los partidos tradicionales están felices de dar a los trabajadores de estos sectores feminizados y racializados gestos vacíos de apoyo, pero no exigen en absoluto que reciban el apoyo material que su contribución al bienestar colectivo merece, ya sea en términos de salario o condiciones de trabajo.
3.4 Nuevos métodos de lucha – huelga feminista y las experiencias del lugar
La huelga feminista aparece como el nuevo método de lucha de este ciclo de movilizaciones en muchos países, no solo por su poder de articulación sino fundamentalmente por lo que implica cuestionar y ampliar la huelga como herramienta de lucha. La huelga feminista rompe la división entre lo productivo y lo reproductivo, señalando las conexiones entre los dos y poniendo el énfasis especialmente en la esfera reproductiva como una estrategia para poner la vida en el centro.
La huelga clásica nunca ha estado carente del aspecto reproductivo: para mantener una huelga se requieren provisiones, en una huelga general insurreccional se necesita articular mecanismos de suministro, de reproducción de la vida, y organizar la vida de otra manera. Las luchas prolongadas, como la huelga de los mineros británicos de 1984-5, que también vio la autoorganización de mujeres de esas comunidades para apoyar la huelga, revelan en parte muchos de estos problemas. Ese potencial de la huelga para construir un poder alternativo, para constituir una sociedad paralela con formas de organización de lxs trabajadores en todas y cada una de las esferas de la vida, incluye gran parte de esa dimensión de reproducción. Sin embargo, nunca ha sido reconocido como tal.
La huelga feminista repiensa la huelga como una herramienta que incorpora no sólo lo que hasta ahora era invisible, sino también pone sobre la mesa lo que ha sido elaborado por el movimiento feminista.
La iniciativa de la huelga internacional de mujeres en 2017 representó una nueva propuesta para la articulación internacional, concretándose en la huelga masiva de 6 millones en 2018 en el Estado español, huelgas en Italia, Bélgica y Suiza organizadas por el movimiento de mujeres con los sindicatos, tras las huelgas de 2016 en Argentina contra la violencia de género y en Polonia sobre el derecho al aborto. Las mujeres no se organizan en torno a la propuesta de huelga en todos los contextos. Tienen expresiones organizativas muy diversas, en algunos países con un fuerte arraigo en las demandas y luchas de las comunidades y nacionalidades indígenas.
Lo que denominamos “las experiencias del lugar” es una forma de subrayar cómo las mujeres se organizan en sus territorios urbanos y rurales, construyendo luchas comunes importantes para los procesos de resistencia en contra de los ataques a los derechos. Esto crea condiciones materiales para mantenerse vivas, y aún para sobrevivir a la pandemia, ya que algunos gobiernos no se responsabilizan por la población más pobre. Hay diferentes experiencias en varios lugares donde las mujeres son las dirigentes y protagonistas, principalmente en el Sur Global, pero también en las periferias de las ciudades de los países centrales del capitalismo. Ahí es donde surge el poder popular a través del trabajo comunitario, auto organizado y solidario, a partir de colectivos de trabajadoras y trabajadores que viven una situación de precarización y desempleo. de mujeres y jóvenes de las periferias, de la agricultura campesina y ecológica, de las escuelas públicas, de profesoras en lucha.
Las experiencias vividas, sentidas, reflejadas y transformadas se encuentran en los más de 500 años de resistencia a la invasión colonial que viola los territorios del planeta y de los cuerpos dominados. Se puede encontrarlas en las sabidurías y culturas ancestrales, en las memorias de las sujetas colectivas en lucha. Tienen un lugar importante en la superación de las situaciones límites. Todas son relevantes para construir otra sociedad: cepillando la historia a contrapelo, identificando la experiencia que importa y haciendo, en estos lugares, la transformación para la vida de las mujeres, a partir de los cambios en los territorios donde viven ellas, donde organizan sus luchas y su resistencia. La experiencia del lugar muestra la importancia del lugar de las experiencias de este feminismo popular que se está desarrollando en el mundo y su rol actual.
3.5 Nuevas interpretaciones teóricas (teoría de la reproducción social, ecofeminismo)
Las contribuciones del ecofeminismo anticapitalista y la economía feminista teorizan cómo el capital choca con la vida y cómo desde el feminismo, al reorganizar los tiempos y los trabajos, es posible romper con esa lógica y cuestionar el sistema (o conjunto de sistemas de opresión), proponiendo otro forma de relacionarnos con la naturaleza y satisfacer nuestras necesidades vitales. Esto rechaza la ecuación hecha por el ecofeminismo «clásico» o «esencialista» de que las mujeres tienen una relación especial con la naturaleza porque dan a luz. La forma en que el capitalismo ha respondido históricamente a su necesidad de garantizar su reproducción como sistema hace que las mujeres sean más conscientes de las necesidades de la vida y de los límites y bases materiales, incluyendo sus territorios.
La teoría de la reproducción social se desarrolla en este punto; la necesidad que tiene el capitalismo sobre el trabajo reproductivo. Se desarrolló a partir del trabajo de las feministas marxistas sobre el vínculo entre el trabajo no remunerado en el hogar, necesario para la reproducción del sistema capitalista y de la sociedad, realizado mayoritariamente por mujeres, y la posición de las mujeres en el propio mercado laboral concentrado en sectores que reflejan el papel de las mujeres en la familia.
La interseccionalidad – como comprensión de que la experiencia de múltiples opresiones no es una simple suma – también ha reforzado nuestro análisis marxista.
Los debates en torno a los Nuevos Acuerdos Verdes y la necesidad de crear muchos más trabajos bien remunerados en todo el sector de cuidados se han extendido mucho más entre los círculos de activistas.
El trabajo, el tiempo, el cuerpo, la tierra y la naturaleza se convierten así en los elementos centrales de las teorías que se están elaborando actualmente, a partir de lo que se ha aprendido al estar en la primera fila y sufrir ataques neoliberales (precarización de la vida, privatizaciones, depredación ambiental) y desde un esfuerzo teórico para extender la crítica del capitalismo, a la acumulación de capital, a la dimensión reproductiva.
4. ¿Cuál es su importancia estratégica?
En los últimos años ha habido un cambio sustancial en el papel del movimiento internacional de mujeres. En la actualidad, ya no puede entenderse solo como una cuestión sectorial (demandas y propuestas que afectan a una parte específica de la población), sino que se intenta expresar una cierta totalidad. Como feministas y marxistas necesitamos analizar este cambio, darle la importancia correcta y reajustar nuestra comprensión estratégica del movimiento feminista.
4.1 Liderar la resistencia de las clases dominadas en su conjunto
Las consecuencias inmediatas del proceso de recuperación capitalista de la crisis de de los años 2007 y 2008 son dobles: la generalización y agravamiento de las condiciones de vida precarias, que afectan a cada vez más personas, y en situaciones más severas, reduciendo el margen entre precariedad y exclusión; y la aparición de una crisis de reproducción social en los países del Norte global similar a la que ya existía en los países del Sur, vinculada a un fenómeno de «periferia del centro». Son las mujeres quienes han soportado la crisis y han tejido las redes de seguridad de último recurso, en muchos casos a costa de su propio agotamiento y la limitación de por vida de sus oportunidades para desarrollarse como seres plenos y autónomos. Es en estos márgenes, en los espacios vinculados a la reproducción social y la sostenibilidad cada vez más precaria de la vida, donde se están llevando a cabo las principales batallas y se está articulando un nuevo ciclo de luchas.
Hablamos, por lo tanto, no solo del surgimiento del movimiento feminista, sino también del fenómeno de «feminización de la protesta». En términos generales, y esto es aún más cierto desde el comienzo de la pandemia, hay cinco campos en los que las mujeres encabezan y protagonizan las luchas y resistencias: por los servicios públicos (y, en Europa, contra el desmantelamiento de los estados de bienestar); para una vivienda digna; por la soberanía alimentaria y por el derecho al territorio y al agua (que se han cruzado en los últimos meses con los nuevos movimientos por la justicia climática y contra el extractivismo); para la mejora de las condiciones de trabajo y la obtención de derechos en lo que hasta ahora eran los «márgenes del mercado laboral» pero que en la fase actual de la crisis capitalista se están expandiendo y constituyen cada vez más la norma (sectores precarios, informales, cero horas , desplazados geográficos, etc. Así como en trabajos reproductivos y resistencias a los nuevos neoliberalismos, la lucha contra las deudas ilegítimas, especialmente los microcréditos abusivos, que movilizan a las mujeres más pobres. Sin embargo, la pandemia ha puesto especiales barreras a la capacidad de organización de las mujeres rurales del Sur global.
Las consecuencias de que esto suceda junto con la consolidación del movimiento feminista como un vector movilizador fundamental en muchos países, capaces de estallar en momentos de fuerte reflujo y disolución de los lazos sociales con implicaciones profundamente anticapitalistas, son múltiples. Una de las principales es que la dinámica de la movilización permanente y la creación de redes han convertido al feminismo en una escuela de educación activista para muchas mujeres, que rápidamente se politizan y pueden intervenir en otros campos, generando referencias femeninas y mujeres fuertes que ejercen diversos modelos de liderazgo. Por otro lado, vale la pena destacar la articulación de demandas concretas y luchas que no son estrictamente feministas sino mucho más globales: contra las fronteras como espacios para masacres sistemáticas, contra la destrucción de la tierra por la agricultura industrial, particularmente la ganadería y las multinacionales extractivistas, en defensa de las libertades civiles contra los gobiernos de extrema derecha o autoritarios, de respuesta y resistencia a las políticas de ajuste estructural, etc. El programa de la huelga internacional de mujeres en los diferentes países da una buena idea de esto.
4.2 ¿Nos lleva a reconsiderar nuestra comprensión estratégica del papel del movimiento de mujeres?
Estamos de acuerdo con la intuición, cada vez más extendida dentro del movimiento de mujeres, de que las perspectivas feministas son un punto de vista privilegiado para analizar las condiciones de la explotación contemporánea. Podríamos agregar que también constituyen un punto de vista privilegiado para experimentar con nuevas formas de organización y lucha. Lo cierto es que todo lo analizado hasta ahora tiene importantes consecuencias estratégicas. Por lo tanto, sostenemos que las huelgas feministas y las huelgas de las mujeres pueden considerarse una experiencia central al pensar en la organización, no solo de las mujeres, sino del grueso de la clase trabajadora. Y, por otro lado, la forma en que se articulan las movilizaciones feministas por el derecho al aborto o contra el feminicidio y la violencia machista abre todo un campo de confrontación directa con el estado, de clase y sus instituciones: la justicia, el ejército, las autoridades religiosas, etc.
Este proceso de democratización de la herramienta de la huelga probablemente tenga consecuencias a largo plazo: romper con el monopolio de las burocracias sindicales sobre la legitimidad de convocar huelgas. Las movilizaciones del 8 de marzo de 2018, 2019 y 2020 han permitido que una capa significativa de trabajadores organice una huelga, en muchos casos por primera vez en sus vidas. La autoconfianza, el empoderamiento, la experiencia acumulada y las redes establecidas por miles de mujeres pueden significar un salto cualitativo para toda la clase que solo puede evaluarse con el paso del tiempo. El otro elemento de la democratización es la organización de la huelga en sectores tradicionalmente olvidados por el sindicalismo de la concertación, como la atención o el consumo, que sin embargo fueron importantes en el movimiento obrero de principios del siglo XX: las huelgas por el alto costo de Vivir o los alquileres son un buen ejemplo. En este sentido, la democratización de la huelga nos permite experimentar esta herramienta al margen del mercado laboral que mencionamos anteriormente, y refuerza la idea de que estas actividades también son, y sobre todo, trabajo.
El uso de la herramienta de la huelga, la centralidad de las luchas por la reproducción social, la aspiración a comprender los procesos de producción y reproducción como un todo integrado, y su funcionamiento como un vector de politización y radicalización de las masas, hacen de este nuevo movimiento feminista en sí mismo un proceso de subjetivación de clase. A escala global, el movimiento feminista está redefiniendo antagonismos y convirtiéndose en una lucha de clases feminista. El potencial de las mujeres para cumplir este papel en el momento histórico actual no depende de ninguna identidad esencial, sino que comienza con el papel de las mujeres en el proceso de reproducción social, lo que hace que los intereses de las mujeres coincidan con los intereses de la humanidad tan pronto como expresen derechos para todas las mujeres y no sólo para una capa privilegiada.
Esto no significa que hasta ahora el feminismo no se haya relacionado con la lucha de clases, ni que el marxismo y el feminismo se hayan convertido en una sola cosa, anulando la autonomía de este último. Más bien, en el contexto actual de crisis capitalista, las formas históricamente concretas de reproducción del capital contradicen la sostenibilidad social de la vida en más y más regiones del mundo y son incompatibles con las demandas feministas básicas, lo que hace que cualquier conciencia feminista termine confrontando los pilares de la acumulación capitalista.
Reflexionando sobre cómo el feminismo está permitiendo el redescubrimiento de eslóganes como la distribución de trabajos, esta vez en plural, la reducción drástica de tiempo de trabajo vinculada a la socialización del trabajo reproductivo, repensar qué trabajos son socialmente necesarios y qué actividades económicas deberían cesar porque son destructivos para las personas o el planeta, etc., es uno de los desafíos estratégicos del momento. Ante la irracionalidad capitalista y el desperdicio de recursos y energía humana que genera, debemos proponer una reorganización del trabajo en una dirección ecosocial y feminista. Esta es una tarea fundamental en la fase en la que nos encontramos. Los procesos de acumulación y la crisis del gobierno neoliberal han abierto un nuevo ciclo virulento y, en muchos casos, violentos, que busca redefinir los mecanismos de explotación, dominación y opresión. Discutir que la redefinición será clave para su resultado.
5. ¿Cuál es nuestra orientación y nuestras tareas dentro del movimiento?
Defendemos la construcción de un amplio movimiento incluyente de masas y luchamos por preservar la unidad más amplia posible. Sin embargo, esto no implica que no luchemos por una orientación política para el movimiento.
5.1 Demandas que abordan las necesidades de las más oprimidas y explotadas mientras se construye la unidad entre la resistencia más amplia de las mujeres contra la derecha, el feminismo para el 99% (huelgas de mujeres, etc.) y revolucionarias.
Si bien las demandas fundamentales de los derechos de las mujeres son de interés para todas las mujeres, garantizar que se conviertan en una realidad para todas las mujeres significa que debemos prestar atención a las demandas de los fondos y recursos necesarios para que se conviertan en una realidad incluso para las mujeres y LGBTIQ más necesitadas y marginadas. Por lo tanto, mientras luchamos, por ejemplo, para obtener ganancias legales en relación con el derecho al aborto contra la esterilización forzada, especialmente de mujeres negras, indígenas y discapacitadas, o por justicia para las mujeres víctimas de violencia, también tenemos que luchar por recursos para los servicios de salud, legales y de asesoramiento que ayudan a las mujeres y LGBTIQ a acceder a estos. También tenemos que luchar por el derecho no discriminatorio de acceder a dichos servicios, sin discriminación alguna contra las mujeres por razones de estatus legal, recursos, antecedentes étnicos o migrantes, sexualidad o identidad de género. Debemos luchar junto a las mujeres víctimas del abuso de los microcréditos y de todas las formas de agiotaje o usura.
Por lo tanto, luchamos para garantizar que el movimiento en su conjunto defienda las demandas que provienen de los grupos más marginados, así como el comportamiento discriminatorio opuesto dentro del mismo movimiento. Apoyamos la autoorganización de las poblaciones de mujeres discriminadas como condición para un movimiento concreto unitario y universalista.
Al mismo tiempo, luchamos para demostrar en la práctica que el sistema actual es incapaz de satisfacer realmente las demandas de las mujeres, de modo que la organización de las mujeres es un proceso continuo de politización y radicalización.
5.2 Acción masiva autoorganizada
Este proceso de politización y radicalización también se ve reforzado por la experiencia de la autoorganización de base, ya sea en los barrios, las zonas rurales, los lugares de trabajo o los lugares de estudio. Por lo tanto, hacemos hincapié en la acción colectiva, organizada por las interesadas.
Cuando las campañas son lanzadas por pequeños grupos o colectivos de mujeres feministas, luchamos para dirigirlas hacia la masa de mujeres en los barrios, los lugares de trabajo, etc., popularizando las demandas utilizando los medios apropiados para llegar (folletos, teatro callejero, flashmob, debates abiertos), peticiones, redes sociales) y proponer acciones (piquetes, manifestaciones, etc.) que estén abiertas y fomenten la participación de todas las mujeres.
No apoyamos ni organizamos acciones vanguardistas violentas que tiendan a excluir y alienar a la mayoría de las mujeres y les impidan participar en el movimiento de masas, aunque tampoco apoyamos que sean reprimidas por el Estado. Cuando es necesario el contacto con las instituciones, luchamos para que los representantes sean elegidos democráticamente y para que sean responsables a través de la presentación de informes en un foro democrático a las mujeres involucradas.
La propuesta de la huelga feminista y de mujeres permite una orientación de acción masiva para alcanzar a y dialogar con todas las mujeres, aquellas en los lugares de trabajo, en el sector informal, en el hogar, tocando todos los aspectos de la vida de las mujeres en el trabajo productivo y reproductivo. Hacemos un llamado a los hombres para que apoyen la huelga de las mujeres, asumiendo, al menos para el 8 de marzo, el trabajo invisible de cuidado para que sus parejas, amigos y colegas no se limiten en su participación a todas las acciones planificadas durante ese día. En los lugares de trabajo eso significa participar en la huelga para poder hacerlo. Como marxistas revolucionarios, también explicamos, y esperamos mostrar en la práctica, el peso de la acción colectiva en los lugares de trabajo en la lucha para construir una relación favorable de fuerzas.
5.3 Importancia de la coordinación internacional.
En un mundo donde nuestros oponentes, el sistema capitalista, las crecientes fuerzas autoritarias, de extrema derecha y fundamentalistas, los destructores climáticos multinacionales, están organizados internacionalmente, el movimiento de mujeres también debe construir y fortalecer sus vínculos internacionales.
La falta de estructuras formales, aunque puede ser una fuerza de un movimiento radical, hace que la coordinación internacional, que requiere dinero y recursos, sea difícil de lograr, por lo que construir una verdadera coordinación internacional entre los movimientos radicales y autoorganizados que se desarrollan hoy en día sigue siendo una tarea a lograr. Como corriente internacional, debemos estar a la vanguardia de la construcción de vínculos y la promoción de todas las oportunidades para la coordinación internacional.
5.4. Articulación con otros movimientos sociales.
No debemos caer en la trampa de hacer un catálogo de movimientos como si el movimiento de mujeres estuviera separado y desconectado del movimiento de trabajadores, el movimiento climático, el movimiento por la paz, los procesos revolucionarios en marcha en Argelia y Sudán, movimientos contra el racismo y más. Las mujeres están a la vanguardia de estos movimientos y dentro de ellos están planteando la cuestión del lugar de las mujeres, por ejemplo, desafiando la violencia sexual utilizada contra las mujeres.
Es necesario en el movimiento de mujeres, así como en todos los demás movimientos, establecer vínculos entre quienes comparten la misma aspiración: cambiar la sociedad para que se organice en interés de muchxs y no de unxs pocxs. Esto significa señalar cómo el cambio climático, cómo las políticas racistas y migratorias, cómo las guerras imperialistas, cómo las políticas de austeridad, cómo la negación de los derechos democráticos y de lxs trabajadores, cómo la discriminación y la violencia contra las personas LGBTIQ afectan a las mujeres de manera particular y particularmente severa y buscar involucrar al movimiento de mujeres o secciones del mismo en sus acciones.
También significa luchar en otros movimientos, y en particular en el movimiento obrero organizado, y de una manera diferente en el movimiento LGBTIQ, para mostrar que las demandas específicas de las mujeres también son demandas de esos movimientos. Apoyamos la organización autónoma de las mujeres (en diversas formas) dentro del conjunto de las luchas y organizaciones sociales, sindicales y políticas como condición para las luchas mixtas igualitarias
6. Nuestras tareas internas
El trabajo de liberación de la mujer no es simplemente un sector de trabajo en sí mismo, sino algo que debe influir en todas las demás áreas de nuestro trabajo y en toda nuestra organización. Debería haber una colaboración especialmente estrecha con la comisión de LGBTIQ, así como con las comisiones antirracista y de ecología y cambio climático.
Aunque podemos afirmar legítimamente haber estado a la vanguardia de lxs marxistas revolucionarixs al tomar en serio la cuestión de las mujeres – a partir de nuestra resolución de 1979, nuestras resoluciones de 1991, incluidas sobre las mujeres en el partido, y las contribuciones posteriores – este ha sido el resultado muy a menudo de un esfuerzo voluntario de un pequeño número de camaradas.
Nuestro trabajo como mujeres debe continuar siendo organizado a nivel internacional combinando la coordinación regional (continental) con la coordinación internacional y un fuerte vínculo con los organismos de liderazgo internacional, a través de la Comisión de Mujeres del CI, seminarios regulares para mujeres y otras formas apropiadas. Esto debe reflejar el trabajo organizado a nivel nacional.
Nuestra historia nos ha demostrado que sin organismos específicos para organizar nuestro trabajo de mujeres éste tiende a disminuir junto con la disminución de la fuerza del movimiento. Nuestro compromiso con la importancia de la liberación de las mujeres en un programa para un futuro socialista debe coincidir con nuestro compromiso de continuar con la actividad política y la educación dentro de nuestras propias filas en la cuestión.
Resolución adoptada (53 a favor, 3 NV) por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional, 24 de febrero 2021
América del Norte/México/06-03-2021/Autor(a) y Fuente: ASAMBLEA ESTATAL DEMOCRÁTICA SECCIÓN 40 SNTE-CNTE
Conmemorando el Día Internacional de la Mujer Proletaria la Asamblea Estatal Democrática de la sección 40 del SNTE-CNTE invita a la sociedad en general a participar en el Conversatorio: «MUJERES EN RESISTENCIA. Transformando el mundo desde la educación, la ciencia y la defensa de la tierra».
Con la participación de las compañeras:
Tania Cruz
MUTRAM A.C. Mujeres Transformando Mundos
Estado de México
Erika Candelaria
Profesora Investigadora. Educación Indígena.
Oaxaca
Helda Morales
Bióloga Investigadora del ECOSUR y Fundadora de la Red Internacional de Huertos Escolares.
Guatemala
Mikeas Sánchez
Poeta, narradora, escritora, productora de radio, traductora, docente y defensora del territorio Zoque.
Chiapas
A llevarse a cabo el día viernes 12 de marzode 2021 a las 17:00 horas, transmisión vía Facebook Live a través de la página: Asamblea Estatal Democrática Sección 40.
Por una educación crítica, humanista, científica y popular
Unidos y organizados ¡venceremos!
ASAMBLEA ESTATAL DEMOCRÁTICA SECCIÓN 40 SNTE-CNTE
En unidad, resistencia y transformación política-pedagógica.
Fuente e Imagen: ASAMBLEA ESTATAL DEMOCRÁTICA SECCIÓN 40 SNTE-CNTE
El Ministerio del Interior ha presentado un estudio que analiza los 601.416 hechos violentos denunciados en cinco años que tienen como víctima a una mujer, de los cuales la mitad, el 51%, son ataques psicológicos
El Ministerio del Interior ha presentado este miércoles datos detallados sobre los hechos denunciados por violencia contra las mujeres que, por primera vez, abarcan la que se da también fuera del ámbito de la pareja o expareja. En total, han sido 601.416 las infracciones registradas por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado desde 2015 hasta 2019, divididos en violencia física, psicológica, sexual y económica. En la inmensa mayoría, un 68%, el agresor era la pareja o expareja de la mujer, constituyendo casos de violencia de género. El resto, casi uno de cada cuatro casos, han sido cometidos por otros familiares (violencia doméstica, que engloba el 12%) u otro tipo de personas como amigos, vecinos, compañeros de trabajo, desconocidos… Una categoría esta última en la que destacan especialmente los ataques contra la libertad sexual.
Son algunas de las conclusiones del estudio Informe sobre Violencia contra la Mujer 2015-2019, elaborado por el Gabinete de Coordinación y Estudios de la Secretaría de Estado de Seguridad y dado conocer a las puertas del 8M con el objetivo de «visibilizar un concepto más amplio de la violencia contra la mujer», tal y como señala el Convenio de Estambul, ratificado por España en 2014. La base estadística está formada por los llamados «hechos denunciados», que no necesariamente se corresponden con personas ni con denuncias porque en una misma puede haber varias víctimas y varios hechos, han explicado fuentes del ministerio.
La mayor parte de las infracciones violentas contra las mujeres puestas en conocimiento de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en este periodo, en concreto un 51% del total, se corresponden con la violencia psicológica, que abarca desde las amenazas a las coacciones o al trato degradante. Le sigue la violencia física (cuatro de cada diez hechos denunciados), la violencia sexual (7%) y la económica (3%). Todas, salvo esta última, han crecido en los últimos años, sobre todo la sexual, que ha escalado un 72% al pasar de los 6.692 hechos denunciados de 2015 a los 11.525 de 2019. La psicológica también ha experimentado un ascenso del 11%.
Sin embargo, las conclusiones más detalladas se arrojan a partir del análisis concreto de las tipologías y cómo se reparte cada una de ellas en las categorías estudiadas: en la violencia de género, en la violencia doméstica –cometida en el ámbito familiar por alguien que no es ni la pareja o expareja de la víctima– o en otro tipo de relación.
Las menores, víctimas en el 40% de ataques sexuales
La mayor parte de hechos englobados como violencia física, psicológica y económica han sido cometidos por parejas o exparejas de las víctimas, con porcentajes que van del 71% al 75%. Sin embargo, en la violencia sexual, es justo al revés: el 86% de los ataques a la libertad sexual denunciados por mujeres han sido cometidos por agresores fuera de este marco, o bien otros familiares (un 9%), o amigos, conocidos, vecinos, desconocidos…Casi la mitad, el 48%, han sido cometidos en viviendas o anexos. Destaca en este sentido, la escasez de denuncias de violencia sexual en el ámbito de la violencia de género –solo un 5%–, a pesar de que suele ir acompañada de ella, según señalan víctimas, expertas y organizaciones.
Otra de las conclusiones que resaltan es que en las agresiones sexuales, el grupo de edad más representado es el de las chicas menores, que fueron víctimas en un 40% de los hechos denunciados desde 2015. Sobre todo, son abusos sexuales –que según el Código Penal actual, no requiere violencia ni intimidación– y que constituyen el 53,5% de los casos. En la tipología de agresiones sexuales, con o sin penetración, destacan las mujeres de 18 a 30 años.
El estudio arroja una cifra que contradice los estudios de prevalencia realizados hasta ahora en lo que respecta a menores y violencia sexual: según las denuncias, el 80% se da fuera del ámbito familiar (ni violencia de género ni violencia doméstica), mientras que habitualmente se señala el círculo más cercano de la víctima como el más frecuente. Un estudio reciente de la Fundación Anar, que analizó 6.000 casos de abusos sexuales a la infancia desde 2008, concluyó que más de la mitad, el 58,8%, fueron cometidos por un miembro de la familia del niño o niña. Las diferencias, apuntan fuentes del Ministerio del Interior, pueden deberse, por un lado, a que en este caso las víctimas son únicamente chicas, por otro lado, a la procedencia de los datos. «Los nuestros se basan en denuncias y hechos conocidos por las policías. El origen es diferente y de ahí pueden llegarse a conclusiones distintas», señalan.
Amb motiu de la propera celebració del 8 de març, dia Internacional de la Dona Treballadora, diverses organitzacions sindicals convoquem, amb el moviment feminista, Vaga General Feminista a Catalunya en un moment d’emergència social, econòmica i ecològica.
Aquest matí la IAC-Intersindical Alternativa de Catalunya i la CGT Confederació General del Treball hem registrat al Departament de Treball, Afers Socials i Famílies de la Generalitat de Catalunya el preavís de la Vaga General, juntament amb Sindillar, el Sindicat de Periodistes i altres organitzacions que també donen suport a aquesta convocatòria.
En els últims anys, la Vaga Feminista del 8-M ha portat el crit per la igualtat de la dona als centres de treball. Si el 2018, el 2019 i el 2020 sobraven els motius, enguany, tots s’han agreujat i colpegen doblement la dona treballadora: més atur, més precarietat, més aïllament i solitud davant les violències, sobrecàrrega de les treballadores de la sanitat, serveis socials i educació, més càrrega de treball domèstic i de cures. També més explotació de les treballadores de la llar. En resum, més opressió i retrocessos en els drets conquerits en dècades de lluita.
El moment és greu i malgrat les dificultats per organitzar-nos que imposa la pandèmia, els sindicats convocants hem decidit tirar endavant la vaga general que dona cobertura legal a tots els sectors i a tota la classe treballadora de Catalunya, dones i homes. “No ens podem quedar indiferents davant la situació actual que vivim la classe obrera, empitjorada per la crisi econòmica i social que ens afecta particularment i a la qual se suma la pandèmia de la covid-19, que agreuja les opressions del sistema capitalista i el patriarcat”, afirma Montse Sanchez, secretària de Gènere de CGT Catalunya.
“La pandèmia ha colpejat doblement les dones treballadores: representem el 39% de la força de treball i som el 54% de les que han perdut la feina. Els ERTOS només han estat un pedaç i moltes ens hem trobat al carrer i sense ingressos ni drets. Tot això només tenint en compte que són les xifres oficials, però la realitat és molt més greu quan afegim tots els treballs que formen part de l’economia submergida i els col·lectius exclosos i vulnerats sistemàticament, invisibilitzats, tots feminitzats i racialitzats en la seva gran majoria”, ha recordat Laia Serra Valls, secretària d’igualtat del Sindicat de Periodistes. En l’àmbit del periodisme i la informació, ha recordat, les dones comunicadores encara pateixen bretxa salarial, molta més precarietat, a més que el tractament sexista de la informació encara persisteix.
Les convocants de la vaga també denuncien que les treballadores s’han exposat més sense protecció a la covid-19. “Ens hem jugat la salut sense cap reconeixement a les nostres condicions laborals, per fer tasques essencials que no estan reconegudes ni salarialment ni amb drets laborals. A la sanitat, als serveis socials, a l’educació, al treball domèstic, als supermercats, a les fàbriques, al transport públic”, ha destacat Assumpta Barbens, portaveu de la Secretaria de la Dona de la IAC. I ha afegit: “A aquesta crítica situació, s’ha sumat l’omissió dels permisos per conciliar, les retallades dels Serveis Públics i les mesures insuficients que han aplicat sense cap perspectiva de gènere i no han tingut en compte les necessitats de les dones”
Un dels col·lectius que més sofreixen la precarietat i les greus conseqüències de les lleis d’estrangeria són les dones migrades: “Exigim tots els drets per a les treballadores de la llar i cures i denunciem l’abandonament en què ens deixen els governs i les autoritats laborals. És una vergonya que el 2021 continuï l’esclavatge domèstic o que no tinguem atur ni plena integració a la Seguretat Social per les pensions,i ni tan sols les 12 hores de descans entre jornades. En una situació com l’actual és urgent que es posi en marxa ja un sistema públic de cures”, ha reivindicat Lisette Fernández de Sindillar.
Les convocants denunciem també que els desnonaments no han parat i ha augmentat la repressió policial, quan la majoria d’afectades són famílies monomarentals, a l’atur o que tot i que treballen no poden fer front a les despeses d’un habitatge amb els preus de mercat actual. També denunciem les dificultats per fer efectiu el dret a l’avortament, com hem vist a Lleida.
I sense oblidar i reivindicar més que mai les reivindicacions històriques del moviment: la derogació de la reforma laboral i de la llei d’estrangeria, el racisme institucional, la desigualtat salarial, la defensa de les pensions públiques i tancar la bretxa de gènere, l’existència del sostre de vidre i d’un sòl enganxós, la doble presència a casa i a la feina així com les violències patriarcals en l’àmbit laboral i que han augmentat en situació de pandèmia.
Barcelona, 22 de febrer de 2021.
Fuente e Imagen: https://www.tercerainformacion.es/articulo/catalunya/22/02/2021/convocada-vaga-general-feminista-pel-8-de-marc-2021-a-catalunya/
Desde antes de que el movimiento sufragista triunfara en Europa hasta las mareas verdes de hoy, pasando por las guerrilleras o las lideresas indígenas, las mujeres llevan décadas alzándose como una de las fuerzas sociales más importantes de América Latina. En la última década, el feminismo ha ganado fuerza, exigiendo el fin de la violencia machista, la legalización del aborto y la transformación social.
“La culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía. El violador eras tú”.Un violador en tu camino nació en Chile en el contexto de las protestas iniciadas en octubre de 2019 contra el Gobierno neoliberal de Sebastián Piñera. Fue interpretada por primera vez frente a una comisaría de carabineros, denunciando los abusos sexuales y violaciones que los policías perpetraban contra las manifestantes. La performance fue repetida el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, frente al Palacio de los Tribunales de Justicia de Santiago, elevando un grito acusatorio contra la impunidad y la complicidad del Estado.
Las redes sociales hicieron el resto: el vídeo dio la vuelta al mundo en cuestión de días. Miles de mujeres lo fueron replicando en sus países adaptándolo a sus realidades: desde India cargaron contra el sistema de castas patriarcal, las mujeres turcas lo cantaron en el parlamento en protesta por la represión policial de una marcha feminista, mexicanas y argentinas reclamaron la despenalización del aborto, las hondureñas acusaron al narco-Estado, las boricuas desafiaron a la Iglesia a golpe de cadera con su “perreo combativo”. Se estaba consolidando un himno internacional histórico del movimiento feminista.
El año 2019 fue turbulento en América Latina. Las llamadas “primaveras latinoamericanas” atravesaron el continente con diferencias, pero también con elementos comunes: la desigualdad y la pobreza fruto del agotamiento del modelo neoliberal, la sensación de exclusión de una población decepcionada con el proyecto político de las democracias nacidas el pasado siglo y la corrupción enquistada en las instituciones fueron los factores detonantes de las protestas. Cuando el descontento estalló, la sociedad civil respondió organizándose y exigiendo ser escuchada.
En ese contexto, el movimiento feminista ha destacado por su gran capacidad de convocatoria y articulación, teniendo un papel notable en las protestas de los últimos años. No obstante, las feministas latinoamericanas no tienen una única agenda; ni siquiera se consideran un único movimiento. El feminismo latinoamericano es diverso, e incluye a campesinas, afrodescendientes, indígenas, lesbianas, trans y trabajadoras sexuales, entre otras. Además, sobrepasa los objetivos tradicionales del feminismo blanco occidental: no se queda en exigir derechos civiles y la igualdad formal, e incluye una perspectiva decolonial y de comunidad que entiende el cuerpo de la mujeres como un territorio en disputa. Dentro de esta amplitud, dos reclamos han adquirido una importancia central en el feminismo latinoamericano: el fin de la violencia machista y el acceso a derechos reproductivos y sexuales.
Solo hay dos países en América Latina que hayan despenalizado el aborto: Cuba y Uruguay. El resto restringen en mayor o menor medida la interrupción voluntaria del embarazo, incluyendo a varios países con algunas de las legislaciones más restrictivas del mundo, como El Salvador o Nicaragua.
Esas demandas son una respuesta a la realidad latinoamericana. Esta región es considerada como una de las más letales para las mujeres: de los veinticinco países con las tasas más altas de feminicidios en el mundo, catorce están en América Latina y el Caribe. Solo en el año 2018, más de 3.500 mujeres latinoamericanas fueron asesinadas por razones de género. América Latina también es la región con la segunda tasa más alta de embarazos adolescentes, mientras que los embarazos en menores de quince años van en aumento. Paradójicamente, este continente reúne a los países con las leyes de aborto más restrictivas, como El Salvador, República Dominicana u Honduras, donde la interrupción voluntaria del embarazo se castiga con hasta decenas de años de cárcel. Las altísimas tasas de impunidad de los feminicidios, que llegan a ser superiores al 95%, completan esta estremecedora imagen.
Las ancestras
Frente a esta realidad hostil las feministas se llevan organizando desde hace décadas, y sus antecedentes datan incluso antes de las campañas sufragistas occidentales. Desde las guerras de independencia libradas contra España en los albores del siglo XIX hasta las guerrillas de las décadas de 60, 70 y 80, las mujeres latinoamericanas se han involucrado en movimientos políticos: han organizado huelgas, participado en movilizaciones y se han afiliado a los partidos incluso antes de obtener el derecho al voto. A principios del siglo XX fueron las mujeres criollas de clase alta las que se protagonizaron la lucha por el sufragio. Sorprendentemente, en muchos países fueron las fuerzas conservadoras las que finalmente concedieron el derecho a voto a las mujeres, puesto que pensaron que la gran influencia que la Iglesia tenía en ellas evitaría que votaran por opciones progresistas.
Así, las primeras en acceder al voto fueron las uruguayas, en 1927, aunque no fue hasta cinco años después que obtuvieron el derecho efectivo a votar y tener representación pública. Los sucesivos golpes de Estado que sufrió América Latina en este periodo dificultaron la lucha de las sufragistas, deshaciendo en muchos casos los logros civiles y políticos obtenidos. Todavía pasarían varias décadas hasta que el resto de países de la región aprobaran el sufragio femenino, terminando con México en 1953, Colombia en 1954, Honduras, Nicaragua y Perú en 1955, y Paraguay en 1961.
Las Madres de Plaza de Mayo se enfrentaron a la dictadura de Videla pidiendo el regreso de sus hijos desaparecidos. Desde 1981 organizan las Marchas de la Resistencia, manifestaciones anuales donde reclaman el respeto de los derechos humanos. Fuente: Wikimedia
Después, las mujeres plantaron cara a las sangrientas dictaduras militares de los años 60, 70 y 80. En Argentina, en 1977, un grupo de madres desesperadas desafiaron a la dictadura de Rafael Videla y ocuparon la plaza de Mayo exigiendo el regreso de sus hijos desaparecidos por la dictadura. En Chile y Uruguay las madres y abuelas también se enfrentaron a la Operación Cóndor, demandando la vuelta de sus familiares secuestrados por el Estado. Su causa sentó un precedente histórico y constituyó la espina dorsal de los posteriores grupos de defensa de los derechos humanos y feministas en el continente.
La mujer y la guerrilla
Las mujeres jugaron un papel imprescindible en los movimientos revolucionarios de Cuba, Nicaragua y México, ya fuera como guerrilleras o como sostén de las familias insurgentes. Sin embargo, en estos los tres casos los movimientos de mujeres se desarrollaron y articularon de manera completamente diferente.
Tras el triunfo de la Revolución en Cuba en 1959 las organizaciones femeninas del país fundaron en 1960 la Federación de Mujeres Cubanas con el objetivo de representar los intereses de las mujeres y garantizar su participación en la construcción de la nueva sociedad fuera del sistema capitalista. Pocos años después, Cuba se convirtió en el primer país latinoamericano en incluir en su legislación el derecho al aborto seguro y gratuito en 1968. No obstante, la obtención de este derecho no respondió a un movimiento feminista organizado, pues la Revolución rechazaba el feminismo, asociándolo al imperialismo estadounidense: desde la lógica marxista revolucionaria que imperaba en la Cuba castrista, la emancipación de la mujer era una cuestión relacionada exclusivamente con la lucha de clases. No sería hasta principios de los años 90 cuando la Federación cambió de actitud hacia el feminismo, cautamente y con reservas, aunque el feminismo en Cuba se ha seguido desarrollado a través de la institucionalidad comunista.
En Nicaragua la tasa de participación de las mujeres en los combates armados durante la insurrección fue la más alta de cualquier movimiento revolucionario en América. Mujeres y hombres combatieron codo con codo hasta derrotar a la dictadura somocista. Pese a todo, una vez tomó el poder, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) excluyó a las mujeres de la dirección del país durante la década de los 80 e ignoró sus reclamos sobre la violencia contra las mujeres, el acoso sexual el trabajo, el aborto y la educación sexual pública. Las mujeres sandinistas terminaron creando sus propios espacios autónomos, al constatar que dentro de los movimientos de izquierda radical nicaragüenses se reproducía la lógica patriarcal, y que su lucha por la transformación y la justicia social no pasaba necesariamente por reconocer a las mujeres como iguales. La derrota electoral del FSLN en 1990 trajo la ruptura del movimiento feminista con el partido, que cortó definitivamente con Daniel Ortega —líder del FSLN y hoy presidente del país— cuando este fue denunciado por su hijastra por haberla violado en múltiples ocasiones desde que era una niña.
Un grupo de indígenas y mestizos fundó en 1983 en Chiapas (México) el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Durante diez años de clandestinidad, el zapatismo organizó a insurgentes de los pueblos indígenas con una fuerte participación de las mujeres, tanto en la base como en el mando. A diferencia del sandinismo, el zapatismo sí incluyó dentro de su plataforma las demandas de género a través de una Ley Revolucionaria de Mujeres. Las mujeres se involucraron en la lucha zapatista creando otra lucha feminista dentro, una revolución dentro de una revolución.
La comandante Ramona, comandante indígena del EZLN, fue una de las figuras más importantes del levantamiento zapatista. Fuente: Wikimedia
Los movimientos feministas latinoamericanos consiguieron articularse a nivel internacional celebrando el primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en Bogotá en 1981. Los Encuentros fueron realizándose de forma periódica cada dos años y, lejos de ser espacios de conciliación, se convirtieron en foros de debate que incluyeron diferentes posiciones políticas. El V Encuentro, en 1990, marcó un punto de inflexión que transformó el movimiento feminista: nuevas voces de mujeres negras, indígenas, mestizas, campesinas, pobres, migrantes y lesbianas irrumpieron con fuerza en un escenario dominado eminentemente por un feminismo blanco que no las representaba. Esta heterogeneidad de luchas no impidió la creación de alianzas, que cristalizaron en el lema “Libertad de vientres. Libertad de esclavos. Legalización del aborto. Libertad de la mujer para decidir”.
De forma paralela a estos procesos, el feminismo comenzó a desarrollarse en otro cauce más institucional por vía de las ONG. Se profesionalizaron grupos feministas que, siguiendo las líneas de trabajo de las agencias de cooperación, se enfocaron en la incidencia en políticas públicas y cambios legislativos. Esto produjo un gran malestar en los grupos de base feministas, que cuestionaron el papel de estas organizaciones en relación a los Estados y vieron cómo sus propuestas se despolitizaban y desradicalizaban. Fue en esta época de democratización de la región cuando los países latinoamericanos comenzaron a implantar instancias especializadas en “asuntos de la mujer”. En 1994, en el seno de la Organización de los Estados Americanos, se firmó la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer, más conocida como Convención de Belem Do Pará. Con todo, pese a los avances dados desde las instituciones, la violencia contra las mujeres ha seguido aumentando.
Ni una menos
El feminismo ha pasado de ser un movimiento contracultural radical a un fenómeno social de masas capaz de interpelar a Gobiernos. En 2015 el movimiento masivo Ni Una Menoscontra los feminicidios en Argentina puso contra las cuerdas al Gobierno del derechista Mauricio Macri y le obligó a comprometerse con la lucha contra la violencia de género. Tres años después, un nuevo movimiento feminista inundó las calles: la marea verde por la despenalización del aborto. Debido a la presión, Macri abrió el debate en el legislativo sabiendo que la iniciativa de ley no sería aprobada en un Senado de mayoría conservadora.
Jóvenes se manifiestan en Argentina pidiendo la despenalización del aborto. El pañuelo verde se ha convertido en una seña de identidad feminista en toda la región latinoamericana, símbolo de la lucha por los derechos sexuales y reproductivos.Fuente: Wikimedia
El cambio de Gobierno en Argentina de diciembre de 2019 augura un futuro más esperanzador. En sus primeros cien días de mandato, un nuevo presidente de corte progresista, Alberto Fernández, ha prometido que presentará un nuevo proyecto de ley para la legalización del aborto. No conviene, sin embargo, hacer pronósticos fáciles: Fernández tiene aliados territoriales muy conservadores con los que tendrá que negociar para obtener su voto favorable. Sobre la mesa está la objeción de conciencia para médicos e instituciones privadas, el límite de semanas de embarazo hasta el que se puede practicar el aborto y las disposiciones relativas a la educación sexual. El escenario es complicado y, de no aprobarse la ley, la reforma tendrá que esperar hasta 2021, cuando se renueve el legislativo.
Durante la campaña presidencial de 2018 en Brasil movilizaciones masivas lideradas por mujeres se enfrentaron al candidato ultraderechista Jair Bolsonaro al grito de Elle Ñao (‘Él no’). Las declaraciones de Bolsonaro, abiertamente misóginas, racistas y homófobas, alarmaron aún más a un sector de la sociedad todavía conmocionado por el reciente asesinato de la política y activista feminista Marielle Franco, una mujer lesbiana, negra y proveniente de las favelas. Sin embargo, las movilizaciones no lograron detener el avance de la extrema derecha, resultando en la victoria de electoral de Bolsonaro, que tiene mandato hasta 2023.
En Chile, el movimiento feminista estudiantil protagonizó masivas revueltas en las universidades en 2018 al calor de movimientos como Ni Una Menosy #MeToo, además de sumarse a las numerosas movilizaciones convocadas en favor de la despenalización del aborto. Ya en enero de 2020, tras el éxito de Un violador en tu camino, las creadoras del himno, el grupo feminista Las Tesis, han formado un nuevo partido político, el Partido Alternativo Feminista (PAF), con la intención de hacer campaña para el plebiscito a favor de cambiar la actual Constitución heredera de la dictadura de Pinochet por una nueva de inspiración feminista. Si consiguen el apoyo necesario, las feministas planean presentarse a las elecciones constituyentes.
Por el contrario, en otros países se está demostrando que los planteamientos de la izquierda latinoamericana no siempre van de la mano del feminismo. La influencia de la Iglesia también alcanza a partidos de izquierda, cuyos sectores más conservadores han presionado para mantener las restricciones al aborto y defender la idea tradicional de familia. Daniel Ortega en Nicaragua y Rafael Correa en Ecuador son el paradigma de esta postura: los dos pertenecen a movimientos de izquierdas, pero el líder nicaragüense ilegalizó el aborto en 2006, mientras que el dirigente ecuatoriano amenazó con dimitir si el legislativo aprobaba el aborto en caso de violación en 2013. Ambos se caracterizaron por liderazgos hipermasculinizados asociados a la idea de “hombre fuerte”. En respuesta, los movimientos feministas se han articulado fuertemente en ambos países y, especialmente en Nicaragua, están asumiendo un rol de liderazgo en las protestas contra el Gobierno.
El feminismo va permeando las instituciones y las sociedades latinoamericanas. En enero de 2020 la costarricense Elisabeth Odio Benito, una declarada feminista con amplísima experiencia en justicia desde una perspectiva de género, asumió la presidencia la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Los jueces son elegidos por los Estados, y la elección de Elisabeth Odio Benito no es casual, tiene una fuerte carga simbólica. También el mismo mes tomó posesión de la alcaldía de Bogotá Claudia López, activista feminista y del colectivo LGTBI, tras ganar unas disputadas elecciones locales. Esto ha supuesto todo un hito en una Colombia tradicionalmente católica y conservadora. Su posicionamiento público a favor de la despenalización del aborto y su discurso antimachista, antirracista y antihomofóbico apuntan a un cambio de ciclo en la política colombiana y latinoamericana.
Los movimientos feministas se han convertido en uno de los actores políticos más relevantes a nivel internacional, tejiendo redes, globalizando los mensajes y aumentando su incidencia a todos los niveles. Además, en América Latina en particular, poner el foco en la lucha contra los feminicidios y a favor del aborto ha permitido aglutinar a movimientos feministas de distintos ejes ideológicos. En un contexto de gran inestabilidad política en la región latinoamericana, parece que hay algo seguro: las mujeres y las feministas seguirán estando en pie de guerra.
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