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Entrevista Silvia López: «Es una pena idolatrar a Beauvoir mientras sigues sin entenderla»

Entrevista/Noviembre 2020/rebelion.org

Silvia López dirige una colección de libros que trata de guiar en las principales claves del pensamiento de autoras feministas y abrir así la puerta a entenderlas. «No se trata de hacer santas laicas a estas autoras, si no de tener presentes sus polémicas y las cosas que nos pueden revolver», señala.

¿Cuánto conocemos en realidad de las obras de autoras como Simone de Beauvoir o Kate Miller? ¿La etiqueta de autora difícil sobre Butler es real o creada? Y, sobre todo, en estos momentos de auge del fascismo en todo el mundo donde las mujeres son el principal enemigo a combatir, ¿debemos entretenernos en comprender la teoría feminista? La respuesta de Silvia López, investigadora, docente y directora de la colección Las Imprescindibles (Editorial Dos Bigotes) es un rotundo sí. «Parece que cuando hablamos de teoría feminista estamos hablando de conceptos vacíos y no es así, son ideas que nos atraviesan», asegura a Público.

«Las autoras hablan de nuestras vidas con sus propias palabras. Si coges El segundo sexo [obra insignie de Beauvoir] te ves reflejada: habla de maternidad, de la relación con la madre, de los cuidados, la amistad con otras mujeres. Te sientes identificada y revuelve», señala. Pero incide: «Es una pena idolatrar a Beauvoir mientras sigues sin entenderla. Si puedes tener un libro de 100 páginas que te explique sus mil para leerla después, pues mejor».

En el prólogo del primer número de esta colección -que actualmente cuenta con cuatro volúmenes- ya se ve cuál ha sido la raíz del proyecto. La escritora Pilar Bellver firma un texto en el que recuerda que gracias a Marta Harnecker, que tradujo en sus propias palabras a autores políticos, pudo leer después cualquier texto sobre teoría marxista. ¿Y qué ocurriría si alguien nos guiara en las principales claves del pensamiento de autoras feministas y nos abriera así la puerta a entenderlas? Esa fue la propuesta de Bellver a la editorial y confiaron en Silvia López para llevarlo a cabo.

Así, la investigadora sintetiza el pensamiento de intelectuales mujeres que no siempre se las ha considerado como debería o se han creado obstáculos para ser leídas. «Nos movemos mucho por estereotipos. Decimos Butler es difícil. A mí me interesa más si me va a aportar más o menos. Si es muy complicada, pues vamos a leerla juntas». Ella ofrece un análisis sobre sus marcos teóricos y así buscar referentes para enfrentarnos a conflictos entre patriarcado, feminismo y nuevos enfoques. Algo muy necesario hoy día, porque como dice Bellver en el texto de Los cuerpos que importan en Judith Butler: «Necesitamos la teoría feminista para defendernos del fascismo».

«Es un proyecto para pensar en compañía. Las aulas tienen sus límites, porque el pensamiento feminista no llega a todos lados y, cuando lo hace, no llega del todo. La colección es una herramienta que te acompaña si quieres conocer algunas obras feministas necesarias», explica López, que cuenta que empezaron por Butler por ser «una autora viva» y es necesario tener referencias tanto de coetáneas como de nuevas autoras. Siguieron con La política sexual en Kate Miller, ya que es «un texto fundamental sobre la sexualidad en el feminismo radical de los 70»; continuaron con El devenir mujer en Simone de Beauvoir para responder a las numerosos preguntas que su obra central ha despertado durante los años; y su última publicación es El ecofeminismo en Vandana Shiva, demostrando que no toda la teoría feminista debe ser ni occidental ni blanca.

Feminismo interseccional, la clave

Precisamente Vandana Shiva trata en sus obras temas tan pragmáticos como la soberanía alimentaria, el ecologismo, el descolonianismo, la justicia social y, por supuesto, el papel de la mujer en todo ello. ¿Cómo es posible que no sea más conocida, tanto su obra como su activismo, en occidente? «Siempre digo que el pensamiento feminista es un tapiz que se nutre de muchas hebras, con significado propio pero que aportan mucho», comenta López, que sigue: «El objetivo es hacer una colección lo más rica posible para demostrar de dónde beben todos ellos. Habrá que contar en el futuro con feminismo árabe, poner atención a lo que está ocurriendo en Latinoamérica, etc. El feminismo blanco occidental o estadounidense ha copado el debate y necesitamos un traje que no nos apriete las costuras», concluye.

Dentro de esas costuras también está el debate (muchas veces artificial) sobre las mujeres transexuales. La investigadora lo tiene claro: «Sara Ahmed dice que el feminismo es un ejército de abrazos y que nos levanta las unas a las otras. Nadie puede hablar de feminismo cuando está atentando contra vidas que ya son vulnerables». «Para mí, no tiene sentido hablar de feminismo si no lo hacemos hablando de interseccional. Hay autoras que nos explican que las opresiones de género no pueden ser entendidas sin otras como la de clase, migración, etc. Como dice Angela Davis, el objetivo del feminismo debe ser la transformación social», sentencia.

Volviendo a Shiva, la investigadora y también doctora en Ciencias Políticas considera que «poner el feminismo en la esfera del ecologismo más auténtico resulta hasta revolucionario». Más aún cuando al leer a la autora -más concretamente su libro ¿Quién alimenta realmente al mundo? (Capitán Swing)-, vemos claramente que un desastre como el de la pandemia por coronavirus era de esperar. «Todas estas autoras son activistas. Cuando Shiva dice que hay estructuras del capitalismo que nos llevan al desastre estamos hablando de economía, pero también de feminismo, de ecología, de la brecha norte-sur».

Y resalta que Shiva parece que parte de premisas muy concretas, como el hambre o la deforestación del planeta y va demostrando la conexión con otros problemas como la violencia contra la mujer o las malas prácticas, como una consecuencia de lo mismo: el sistema patriarcal y capitalista. «Todas las autoras están haciendo radiografías de nuestro tiempo para que reflexionemos y pasemos a la acción».

De la teoría a la actualidad

Una actualidad que está presente leamos cuando leamos esta colección. Con Los cuerpos que importan en Judith Butler en la mano, lo primero que viene a la mente es la lucha de las mujeres (y hombres) polacos por recuperar el derecho humano tan básico como es el de decidir sobre el embarazo. «En Cuerpos aliados, Butler habla precisamente de la importancia de los cuerpos que salen a la calle para visibilizar los cuerpos que están oprimidos pero a la vez son resistentes. Sirve para movimientos como Occupy Wall Street o para las protestas en Polonia«, reflexiona Silvia López. También recuerda que muchas de las autoras resaltan que los «procesos de precarización no son el problema; es el aislamiento al que nos vemos abocadas». Unión y organización, como el primer paso para curar los males.

 

Portada del libro 'Los cuerpos que importan en Judith Butler'.

Portada del libro Los cuerpos que importan en Judith Butler.

Pero, ¿es casualidad que en todas estas obras de la teoría feminista se encuentren como puntales lo colectivo? «Desde luego, la idea de alianza e interdependencia en el feminismo es básica. Lo encontramos en Davis o en Butler. Ella dice somos seres dependientes, que no es solo un rasgo de la infancia, nos persigue». Por eso, señala Silvia López que con la colección Las Imprescindibles se trata de hablar de frente a frente sobre teoría feminista, independientemente del conocimiento o la especialización que se tenga. Algo que sorprende dentro de la academia, de donde proviene. «Era un convencimiento de inicio: hacer algo entendible y agradable. No se trata de hacer santas laicas a estas autoras, sino de tener presentes sus polémicas y las cosas que nos pueden revolver». «Eran mujeres intentando resolver problemas», puntualiza.

Por eso, gracias a la obra de López es tan sencillo concretar cuáles son los problemas estructurales de los que ellas hablan y cuáles las consecuencias coetáneas que sufrimos. «La idea es que identifiquemos qué es lo que nos deja respirar, como decía Butler, e identifiquemos qué políticas nos están haciendo peor la vida», reconoce Silvia López, que finaliza recordando que gracias a las editoriales pequeñas y las librerías especializadas se atesora un valor intelectual y activista del feminismo incalculable. «Comienzan hablando del libro y acabas hablando de ti misma», recuerda.

Fuente e imagen tomadas de: https://rebelion.org/es-una-pena-idolatrar-a-beauvoir-mientras-sigues-sin-entenderla/

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IV Conferencia CLACSO Venezuela 2020. Mesa: «Elementos emergentes de la agenda educativa alternativa» (CII-OVE)

América del Sur/Venezuela/15-11-2020/Autor(a): OVE/Fuente: IV Conferencia CLACSO Venezuela 2020

El pasado 11 de noviembre en el marco de la IV Conferencia CLACSO Venezuela 2020, el Centro Internacional de Investigaciones (CII-OVE) presentó una mesa denominada «Elementos emergentes de la agenda educativa alternativa» con seis ponencias, de manera virtual, con base a algunas de las líneas de investigaciones que se han venido realizando actualmente.

COORDINADORA: Luz Palomino (directora CII-OVE)

RESUMEN: El Centro Internacional de Investigaciones «Otras Voces en Educación» centra sus investigaciones y formaciones en movimientos sociales, Educación popular y la virtualidad, todos estos espacios conectados por la comunicación alternativa, con el objetivo de generar una conciencia crítica de l@s ciudadan@s que garantice la defensa de la educación pública como derecho humano fundamental para todas y todos. Esta mesa se propone visibilizar las diferentes líneas de investigación y sus resultados que hemos trabajado un largo tiempo.

Mesa: «Elementos emergentes de la agenda educativa alternativa» (CII-OVE).

PONENCIA 1: «El papel del CII-OVE en la articulación de las resistencias pedagógicas internacionales «. AUTORA: Luz Palomino (directora CII-OVE).

PONENCIA 2: «Expresiones de las luchas legítimas en tiempo de pandemia COVID-19». AUTORA: Rose Mary Hernández (investigadora CII-OVE).

PONENCIA 3: «Comunidad Investigadora-Comunidad Transformadora». AUTORA: Lourdes Velásquez de Urbáez (investigadora CII-OVE).

PONENCIA 4: «El pensamiento crítico Instrumentalizado». AUTOR: Luis Miguel Alvarado Dorry (investigador CII-OVE).

PONENCIA 5: «OVE en Pandemia: del resguardo de la salud y la preservación de espacios públicos de debate». AUTORA: Mariángela Petrizzo (web máster e investigadora del CII-OVE).

PONENCIA 6: «La violencia de Estado desde una perspectiva feminista» AUTORAS: Comadres Púrpuras (CII-OVE).

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org/crisis-por-y-post-pandemia-las-transformaciones-en-nuestras-sociedades-y-las-desigualdades-preexistentes/

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Romper el pacto

Por: Cristóbal León Campos

Silencio, balas e impunidad, esa es la acostumbrada respuesta del poder a las demandas sociales, la represión ejercida contra la protesta feminista en Cancún, Quintana Roo, la noche del lunes 9, viene a confirmar la existencia estructural del orden patriarcal-capitalista, recubierto por la cultura machista y sostenido por el sistema económico desigual e injusto. Ante la exigencia de justicia por miles de mujeres organizadas en colectivas y agrupadas en el movimiento feminista que lucha por los derechos plenos de la mujer y contra la violencia machistas-patriarcal, la brutalidad gubernamental ha dado nueva muestra de su razón y finalidad, pues en lugar de contribuir al esclarecimiento de los feminicidios cometidos ahora y antes, lanza su fuerza sobre quienes exigen el fin de la violencia contra las mujeres, lo que parecería una actuación sinrazón, es en realidad el reflejo de la lógica sistémica, ya que al ver cuestionada su hegemonía el Estado reacciona violentamente intentando mantener el estatus quo social, las balas no fueron casualidad y nunca lo son, sin importar los colores partidistas presente está la bandera de la democracia burguesa y sus formas opresivas frente a reivindicaciones de verdadera justicia.

Tras conocerse el feminicidio de Alexis, una joven de 20 años, además de las reacciones de dolor e indefensión de los familiares y amigos, se observó una serie de comentarios en redes sociales agresivos, misóginos y machistas contra la víctima, esto no es nuevo, siempre es igual, la difusión del feminicidio es acompañado por descalificaciones a la mujer violentada, intentos de “justificantes” del crimen y distractores burdos que pretenden negar el feminicidio como tal, estos comentarios inhumanos e insensibles son realizados por otros hombres que de forma consciente o inconsciente reproducen el pacto patriarcal.

Este pacto es en suma la negación absoluta de los derechos de la mujer y el despojo de su valor como ser humano, sobreponiendo al hombre en todo sentido y sobajando a la mujer a mero objeto-fetiche cuya “función única” se supone es la satisfacción masculina. Los hombres se protegen entre sí ejerciendo el pacto, un acuerdo tácito que condiciona y reproduce el machismo-patriarcado al asumir la superioridad de los hombres, una disposición mental-cultural que tiene manifestaciones materiales y estructurales, este pacto, se enraíza en el origen mismo del patriarcado que encontró en el capitalismo la tierra firme para su reproducción y fortalecimiento. Por ello no basta con deconstruir al ser masculino, sino que se requiere romper tanto al pacto patriarcal como al pacto social en el que se sustentan nuestras sociedades machistas, es decir, el anticapitalismo es una pieza clave en la lucha por un mundo mejor.

Una de tantas evidencias del pacto, es el hecho de que el patriarcado-capitalismo usa las leyes a favor de los hombres cuestionando la integridad de las mujeres, convirtiendo a la víctima en culpable de la violencia que sufre, liberando de responsabilidad al hombre y negando la existencia del feminicidio. Romper el pacto patriarcal es reconocer su existencia y superar esa posición hegemónica de privilegio que sitúa al hombre históricamente en situaciones de poder. Los hombres debemos abandonar toda postura, idea y posición para rehacernos como seres humanos reales olvidando la “supuesta superioridad”. Erradiquemos al machismo y al macho que lo genera, así como contribuir a la destrucción de pacto patriarcal y social que lo construye.

*Colaborador de CII-OVE

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Judith Butler y la pertenencia al feminismo

Por: Antonio Antón | Rebelión

En una interesante entrevista a Judith Butler sobre las guerras culturales (tiene un acceso en castellano), esta conocida feminista estadounidense de orientación posestructuralista apuesta por “renovar el compromiso feminista con la igualdad de género y la libertad de género”. Otra formulación reciente es “el feminismo es una lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, pero también es una investigación sobre el género en sí mismo, más allá de las categorías de hombre o mujer”. Son ideas que comparto al poner el acento en dos cuestiones básicas para un enfoque realista, multidimensional y sociohistórico: la acción práctica y relacional en los procesos identificatorios y de emancipación, y la igualdad de género, entre hombres y mujeres, al partir de su realidad de desventaja, desigualdad o discriminación. Son relevantes sus posiciones sobre ‘El género en disputa’ y ‘Deshacer el género’. No entro ahora en ello. Tengo una amplia valoración de su pensamiento, así como el de otras corrientes feministas en el reciente libro “Identidades feministas y teoría crítica”. Me detengo aquí en otras formulaciones sobre un aspecto particular: su posición sobre la pertenencia al feminismo. En conversación con ella y frente a las corrientes esencialistas explico mi enfoque crítico.

Su criterio de pertenencia al feminismo es inclusivo al considerar partícipes a todas las personas, incluido hombres, que se ‘aferran a las proposiciones básicas de libertad e igualdad’. Así se supera la interpretación biologicista y excluyente de que solo pueden ser feministas las mujeres. No obstante, es insuficiente por tener un sesgo idealista (posestructuralista) al poner el énfasis en lo discursivo, o sea, en las ideas o propuestas, con su sobrevaloración de su influencia en la formación de la identidad, feminista en este caso.

Desde la sociología crítica la pertenencia e identificación colectivas se van formado a través de las relaciones sociales, sobre la base de una práctica social prolongada, una interacción relacional solidaria tras esos objetivos de libertad e igualdad. Es decir, el hacerse e identificarse feminista es una conformación social, procesual e interactiva: supone comportamientos duraderos igualitarios-emancipadores y solidarios, interrelacionados con esa subjetividad. Es la experiencia vital, convenientemente interpretada, la participación en la pugna social y cultural en sentido amplio (incluyendo hábitos, estereotipos y costumbres además de subjetividad) frente a la desigualdad y la discriminación, la que va formando la identidad feminista (o cualquier otra de capas subalternas). Veamos algunos enfoques implicados en esta controversia.

En primer lugar, sobre el concepto de sujeto ‘feminista’. Sujeto colectivo (transformador) es un concepto fuerte (hegeliano y conectado a la identidad); está ligado a una posición activa, una participación colectiva (e individual), una relación social o una práctica común, en este caso de capas populares subalternas, de carácter igualitario emancipador, frente a un grupo opresor. Supone una trayectoria duradera, no ocasional o solo discursiva, de reconocimiento, vínculos, diferenciación e interacción frente a la discriminación.

En ese sentido, estar vinculado o sentirse perteneciente al movimiento feminista o en general al feminismo, en sus distintos niveles, es un indicador identitario o de pertenencia relacional, sociocultural y procesual: está conformándose ese sujeto que, en sus comienzos, es un simple actor, agente o movimiento.

En ese proceso influye la subjetividad, es decir, su conciencia, ideas, discursos y emociones. Pero el aspecto definitorio que destaco es el relacional: la oposición práctica a la dominación y la desigualdad de las mujeres y, en todo caso, el compromiso (privado y público) y la solidaridad activa de otras personas. La experiencia vital reclamada no es la vivencia de ser mujer (o varón o no binario), cuestión relevante en la identidad de género, sino la de participar en su proceso de superación o liberación de la subordinación que supone, aunque sea solo por solidaridad y con un papel secundario en el caso de los varones. Esa participación en una trayectoria relacional igualitaria-emancipadorade las mujeres es lo específico dela pertenencia al feminismo. En el sujeto de cambio feminista el protagonismo principal es de las propias mujeres, como las personas más afectadas, interpeladas y dispuestas.

Sin embargo, en segundo lugar,‘mujer’ no es un sujeto en el sentido sociopolítico: al igual que el individuo obrero o la persona de color no se hacen mecánicamente revolucionario anticapitalista o antirracista, la mujer (habría que hablar en plural, las mujeres) por el hecho de serlo (o padecer discriminación) no se hacen feministas. Otra cosa es la conformación como género femenino (y masculino o no binario) o su identidad de género en pugna y condicionado por las estructuras sociales y de poder.

Hay que diferenciar identidad de género de identidad feminista, tal como explico en el libro citado. Para esta última, hay que considerar la dinámica relacional y las mediaciones sociopolítico-culturales-institucionales, ya que se produce una polarización de intereses y de poder específicos: feminismo frente a machismo (o patriarcalismo). Se forma (mejor que se construye) la identificación feminista asociada a la superación relacional (no solo discursiva, de conciencia o de ideas) de la discriminación de las mujeres, de su estatus subalterno y desigual. No de todo el mundo o de todos los grupos oprimidos, eso sería un bloque popular transformador de conjunto o el ‘pueblo’, unitario, convergente, múltiple, interseccional o superador (trans) de cada sector o movimiento específico. Estamos hablando de la especificidad del feminismo en cuanto a actor social o sujeto sociopolítico, aparte de corriente cultural.

El sujeto mujer, por sus rasgos biológicos o estructurales, es la versión esencialista o determinista que critico en mi libro. La élite vieja (una parte socialista y alguna comunista), junto con algún sectorradical ode la diferencia, quiere seguir monopolizando su representación institucional y académica y patrimonializar la capacidad sociopolítica de la nueva movilización feminista que la desborda. Es el trasfondo del debate sobre quién es el sujeto feminista: legitimar su representación y estatus de privilegio institucional y mediático, impugnado por la movilización feminista de estos años y sus nuevas y heterogéneas élites asociativas y culturales que desafían su estatus.

El sujeto feminista lo conforman las personas que acumulan una experiencia prolongada, o sea, un comportamiento duradero en favor de la igualdad y la libertad de las mujeres. Es un significado más restrictivo por su mayor identificación y actividad personal y colectiva que el de actor o el tener solo cierta conciencia feminista.

Por tanto, es insuficiente la posición de Butler de la pertenencia al feminismo de las personas que se ‘aferran a las proposiciones básicas de libertad e igualdad’. Es inclusiva, porque ahí caben personas LGTBI y varones solidarios con la causa feminista.Además, la palabra ‘aferran’ da una imagen de contundencia, pero se refiere a las ‘proposiciones’ (propuestas), es decir, firmeza discursiva. En consecuencia, hay una sobrevaloración de las ideas o discursos en la formación de la identidad y el sujeto, posición típicamente posmoderna.Es una idea significativa que explica profusamente en sus libros. Es el marco conceptual común con la corriente posestructuralista o posmoderna que ella misma admite. Sin embargo, el feminismo tiene un carácter social o relacional, tal como también ha expresado, y por tanto pertenecen a él las personas que interactúan (no solo que proponen, piensan o sienten) por la libertad y la igualdad de las mujeres.

Por otra parte, para identificarse o pertenecer al feminismo es insuficiente hablar en general de personas que solo proclaman la igualdad y la libertad de cualquier grupo social subordinado, sean de clase social, antirracista o LGTBI, etc. El conjunto de su interacción por objetivos compartidos daría lugar a un movimiento global, llámese unidad popular, pueblo, ciudadanía, transversal, anticapitalista o transfeminista. Puede existir un proceso complejo de interacción más o menos interseccional con otros grupos y movimientos sociales y con la esfera política e institucional. Pero estamos hablando, específicamente de feminismo, es decir, de una experiencia relacional vinculada a la acción contra la discriminación, dominación y desigualdad… de las mujeres en cuanto grupo social discriminado o subordinado.

A partir de esa diferenciación, de acuerdo con Butler, se pueden considerar aliados a los dos movimientos, el feminista y el LGTBI (donde se incluyen los grupos trans), con muchos objetivos comunes. Pero el feminismo tiene sus fundamentos propios y específicos. Su pertenencia o sus procesos y niveles identificadores derivan de la dimensión, duración y profundidad de esa experiencia relacional en cambiar las relaciones de dominación y desigualdad de las mujeres, junto con la correspondiente subjetividad igualitaria-emancipadora.

Butler se considera a sí misma posestructuralista, incluso más que el propio Laclau o Lacan, en la versión más constructivista del discurso, aunque hay intelectuales todavía más extremos en su idealismo. Si hay una seña de identidad de esa corriente, defendida con orgullo y cierta prepotencia intelectual, es la preponderancia del discurso en la construcción de la realidad social y de las identidades. A partir de esa evidencia, por mi parte lo juzgo como ‘sobrevaloración’ del mundo de las ideas en la conformación de los sujetos colectivos y la transformación social.

El enfoque posmoderno, muy diverso y contradictorio, tiene un hilo conductor: el idealismo discursivo. Es el efecto péndulo a los excesos estructuralistas, ya sea de determinismos económicos, institucionales o biológicos. Las personas partidariaslo consideran lo más acertado y, por supuesto, hay que reconocer que han aportado muchas cosas concretas de interés, empezando por la propia Butler. Desde su punto de vista critican al resto de corrientes intelectuales, particularmente estructuralistas y marxistas, de ‘esencialistas’, cosa cierta para algunos sectores más deterministas. No obstante, no es cierto para la tradición crítica, sociohistórica, relacional y social que pretendo defender. Es la escuela de pensamiento realista, multidimensional e interactiva que hunde sus raíces en la Grecia clásica frente al idealismo, por un lado, y al materialismo mecanicista, por otro.

Los procesos identificadores, en este caso feministas, se van formando (mejor que construyendo) a través de la experiencia relacional por la igualdad y la emancipación de los grupos y clases subordinadas. La identidad, como decía, no deriva automáticamente de los determinismos biológicos, el sexo mujer, o estructurales, la respuesta mecanicista a su posición subalterna y discriminatoria.

Ese realismo crítico es el mejor enfoque teórico frente a las dos grandes corrientes progresistas, además del socioliberalismo que se ha mezclado con ellas: estructuralismo, más o menos marxista-economicista, biologicista, institucionalista o étnico, y el posestructuralismo, más o menos voluntarista, culturalista e idealista. Ambas han sido hegemónicas en los movimientos sociales y los grupos progresistas y de izquierda desde los años sesenta y setenta. Y hoy día, ante la nueva relevancia sociopolítica y cultural del feminismo, han entrado en aguda confrontación por hegemonizar su interpretación y representación.

Esta tradición crítica, intermedia o superadora de las tres corrientes dominantes, liberal, estructuralista y posmoderna, pone el acento en la acción colectiva igualitario-emancipadora, sociohistórica y relacional. Se reinicia,en entreguerras, a partir de A. Gramsci y la Escuela de Frankfurt,y se desarrolla con pensadores relevantes sobre los movimientos sociales y el cambio sociopolítico, como E. P. Thompson y Ch. Tilly, sobre la teoría política, como Bob Jessop, o sobre el feminismo, como Simone de Beauvoir.Sigue teniendo unas bases teóricas y sociopolíticas más realistas y adecuadas a la nueva etapa de la protesta social y el cambio sociocultural e institucional, en particular con la conformación de las identidades y la configuración de los sujetos colectivos de las capas subalternas, especialmente el feminismo.

Antonio Antón. Profesor de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid. @antonioantonUAM

*Fuente: https://rebelion.org/judith-butler-y-la-pertenencia-al-feminismo/

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Venezuela: Cuando la culpa es la pobreza

Por: Alba Carocio/Ciudad Caracas

La niña, 12 años apenas, cuidaba a sus muchos hermanitos sin protestar, con la mansedumbre feliz de quien poco espera y poco exige. Esa tarde fue caminando hacia la casa de su amiga, zona sencilla, descampada y con muchos lugares sin construir, en la Mérida profunda de las periferias. Alguien, no supo quién, la tumbó sobre el pasto, a pleno día pero sin que nadie viera, y allí, sin compasión, la embarazó a la fuerza. Sin culpa, sin pena, sin amor, solamente anclado en un machismo que no conoce censura, que se exhibe sin vergüenza para conseguir lo que le da la gana. Y lo que le da la gana, son las niñas del pueblo, las niñas de la pobreza. Violencia y violación son un destino para muchas, lo comprueban las estadísticas de nuestra América.

La niña, 12 años apenas, continuó su camino, con dolor entre las piernas. La madre lo intuyó y preguntó, lo supo, pero no dijo nada. Demasiada pobreza para protestar, para meterse en problemas. Pero estuvo vigilante y cuando no llegó la sangre mensual, supo que el círculo de la tragedia se estaba cerrando. Algo había que hacer, no debía permitir que su hija continuara el embarazo. El riesgo era evidente, peligro para un cuerpo no maduro, peligro en el parto, nacimiento prematuro, anemia, y muerte de ambos.

Hay una conspiración del silencio que mantiene ocultas a las niñas madres, sus dolores, el riesgo de vida que significa la maternidad forzada. Es una forma de tortura para un cuerpo infantil, donde crece el producto obligado de la violencia sexual.

La niña, 12 años apenas, fue con su madre y una amiga, una militante de la hermandad feminista, a interrumpir la injusticia, la muerte y el dolor que sobrevendrían si continuaba el avance biológico de la violación. Y ocurrió lo que no se comprende, ni se justifica, los cuerpos de seguridad y justicia, esta vez, curiosamente, llegaron con una rapidez increíble. Y ellas, las mayores fueron apresadas y encarceladas. Así continúa la ignominia. Nadie preguntó por el violador, que sigue riendo libre por las calles merideñas. Sin pena, sin dolor, sin conciencia.

Ellas, la madre y su compañera solidaria, están presas, por ser pobres. La niña sola, en silencio como de costumbre. Están presas por ser pobres, como muchas más, porque la justicia es ciega, pero levanta su velo cuando de las pobres se trata. Están presas porque no pudieron pagar el silencio de las interrupciones aseguradas por las clínicas discretas, porque son un número de caso resuelto –muy hipócritamente- por quienes abusan de las débiles, porque los prejuicios y las normas sólo se hacen para las pobres, porque las costumbres y las almas indignadas, no tienen sensibilidad ni protegen a las niñas. Y la injusta justicia sigue su curso creando dolor y sufrimiento.

*Fuente: http://ciudadccs.info/2020/11/12/laaranafeminista-cuando-la-culpa-es-la-pobreza/

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Cuidar y no ser cuidadas

Por: Irene Graíño Calaza/elsaltodiario.com/


Las trabajadoras del hogar y los cuidados sufren los peores efectos de la inseguridad laboral y económica. Tomar medidas para proteger los derechos de estas trabajadoras esenciales es urgente.

La precarización laboral y socioeconómica afecta desde mucho antes de la crisis del covid-19 a una parte sustancial de la sociedad española: la crisis solo ha agudizado esta precariedad. En este escenario, las personas extranjeras residentes en el Estado español sufren los peores efectos de la inseguridad laboral y económica.

Según el Informe del Consejo Económico y Social (CES) del pasado año 2019, las mujeres procedentes de América Latina son, junto con las de África y Europa del Este y el resto del mundo, las que obtienen salarios más bajos de todo el territorio de entre el conjunto de personas extranjeras.

Y entre los salarios más bajos están los de las trabajadoras domésticas, un sector que emplea a 630.000 personas según Servicio Doméstico Activo (SEDOAC). Siendo el segundo Estado de la Unión Europea con más trabajadoras en dicho sector —únicamente por detrás de Italia y percibiendo sueldos inferiores—, una de cada tres empleadas del hogar en Europa realiza su actividad en España.

Por una parte, según SEDOAC, el 97% de las empleadas del colectivo está constituido por mujeres, siendo más de la mitad de ellas mujeres migrantes. Por otra parte, se calcula que al menos 200.000 de estas trabajadoras no tienen un contrato de trabajo. La mayoría de estas trabaja en régimen de interna, lo que supone que están disponibles las 24 horas del día 7 días a la semana. A pesar de que el Real Decreto 1620/2011 establece que entre el final de una jornada y el inicio de la siguiente deberá mediar un descanso mínimo de doce horas, esto no ocurre con las internas. Ellas trabajan y viven —cuando tienen contratación de interna— en circunstancias que vulneran sus más intrínsecos derechos.

En la misma línea, los datos recabados de la última Encuesta Nacional de Inmigrantes (ENI) del año 2007, señalan que las trabajadoras domésticas percibían un salario medio ostensiblemente inferior al del resto de los trabajadores: 644 euros al mes frente a los 1066 de salario medio de los demás sectores. Además, en cuanto a los tipos de contrato que se firman, se puede observar que entre 2010 y 2015, el periodo que recoge este estudio, el número de contratos de carácter temporal ha superado con creces al de contratos indefinidos.

El servicio doméstico constituye un campo marcadamente feminizado y etnizado y, por ende, más vulnerable

Es decir,  pese a que estas mujeres se ocupan día a día de los cuidados –imprescindibles y asociados histórica y patriarcalmente a la mujer, e ínfimamente valorados en términos productivos, lo que provoca su desvalorización social—, y de proteger el bienestar del conjunto de la sociedad, trabajan sin gozar de los mismos derechos que el resto de los trabajadores.

El servicio doméstico constituye un campo marcadamente feminizado y etnizado y, por ende, más vulnerable. Por ello, la comprensión de la interacción entre las variables de género, clase, migración y mercado de trabajo en el marco de esta crisis se revela imprescindible. En esta línea, la perspectiva interseccional permite centrar el análisis: las mujeres migrantes trabajadoras del hogar, siguiendo a Sònia Parella Rubio, Profesora Titular del Departamento de Sociología de la UAB, sufren una triple discriminación por ser mujeres, migrantes y trabajadoras de hogar.

La vigente crisis ha desencadenado múltiples despidos y reducciones de jornada. Sin embargo, la actual normativa sigue sin proteger ni “cuidar” jurídicamente al sector que lleva cuidando del país desde hace más de veinte años.

Las empleadas del hogar denuncian llevar ocho años esperando al cumplimiento de la ley, el Real Decreto 1620/2011 que regula la relación laboral de carácter especial del servicio del hogar familiar y expone la intención de conseguir la integración plena de las empleadas del hogar en el Régimen General de la Seguridad Social. Este colectivo se rige por una “relación laboral de carácter especial”, lo que provoca entre otras cosas, que no se les aplique la cobertura de vacíos de cotización. Así, la llamada “integración de lagunas” es un derecho de los trabajadores por cuenta ajena del que no gozan las empleadas domésticas por no estar integradas en el Régimen General. Esta integración supone aplicar la base mínima de cotización en los periodos en los que no ha cotizado, a la hora de hacer el cálculo de la pensión, sea de jubilación o de incapacidad, un mecanismo que tiene por objetivo no desfavorecer al trabajador y que su base reguladora sea excesivamente baja.

Pero no se trata solo del cálculo de las pensiones. A día de hoy, las asociaciones de defensa de los derechos de las trabajadoras del hogar como SEDOAC, aseguran que gran parte del colectivo todavía no ha percibido el subsidio extraordinario para empleadas del hogar puesto en marcha gracias a la presión de los colectivos. Varias campañas han solicitado la prórroga de este subsidio para paliar el hecho de que muy pocas han podido disfrutarlo —una prórroga que sí se ha aplicado a los ERTE—.

Además, las asociaciones consideran imprescindible la firma del Convenio 189 de la Organización Internacional de los Trabajadores (OIT), que es parte del programa del actual Ejecutivo. Durante el pasado mes de junio, casi 30 asociaciones de empleadas del hogar acudieron al Congreso para volver a exigir su ratificación. Este tratado, entre otras cuestiones beneficiosas, concedería al colectivo el derecho a paro y las protegería como trabajadoras.

El artículo 14 del Convenio 189 de la OIT reza: “Todo miembro, teniendo debidamente en cuenta las características específicas del trabajo doméstico y actuando en conformidad con la legislación nacional, deberá adoptar medidas apropiadas a fin de asegurar que los trabajadores domésticos disfruten de condiciones no menos favorables que las condiciones aplicables a los trabajadores en general con respecto a la protección de la seguridad social, inclusive en lo relativo a la maternidad”.

En una carta enviada durante el pasado mes de septiembre a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, Carolina Elías, presidenta del SEDOAC, denunciaba “jornadas extenuantes o despidos casi libres, imposibilidad de disfrutar de horarios de descanso, sobrecargas de cuidados con toda la familia en el hogar, temor a ser contagiadas y no poder trabajar, miedo a ser detenidas por una ley de Extranjería perversa que nos obliga a trabajar tres años sin contrato para obtener los papeles. Tras seis meses de pandemia, seguimos siendo nosotras las que hemos sobrecargado nuestros cuerpos para que la vida siga adelante y los hogares funcionen. Una labor que hemos hecho con responsabilidad, pero sin derechos”.

En el contexto del concepto de las “cadenas globales de los cuidados” —término acuñado por la profesora y socióloga Arlie Hochschild— a la luz de la denominada “crisis de los cuidados” se comprende la elevada presencia de mujeres migrantes que trabajan en este sector, sobre todo a partir de los años noventa en el territorio español. El ingreso acelerado de las mujeres españolas de clase media en el mercado laboral, su presencia en el espacio social, el cambio de roles y la escasa implicación de los hombres en los cuidados originó un colapso en la capacidad de cuidar de las familias.

Y esta crisis agudizó determinadas desigualdades sociales y raciales. Como explica la antropóloga Shellee Collen, “las tareas de reproducción física y social que se efectúan diferencialmente de acuerdo con desigualdades basadas en jerarquías de clase, raza, etnicidad, género, se sitúan en una economía global, y en contextos migratorios, y está estructurada por fuerzas sociales, económicas y políticas”.

Durante el estado de alarma, la labor de estas mujeres se volvió todavía más necesaria, pero siguen constituyendo uno de los colectivos que mayor precariedad e inseguridad sociolaboral sufre

El trabajo doméstico realizado hoy en día por muchas mujeres migrantes en España se comprende en las dinámicas de mercantilización y externalización del trabajo reproductivo, por el que las mujeres españolas de clase media contratan cuidadoras para sus hijos o mayores, ya que no pueden asumir directamente el cuidado, esencialmente debido a la ausencia de apoyo estatal y la falta de compromiso masculino.

En el panorama actual de emergencia sanitaria y socioeconómica, se prevé aún más urgente si cabe, la adopción de medidas para salvaguardar los derechos de las trabajadoras domésticas. Durante el estado de alarma, la labor de estas mujeres se volvió todavía más necesaria. No obstante, hoy en día siguen constituyendo uno de los colectivos que mayor precariedad e inseguridad sociolaboral sufre de todo el territorio español. Tras las paredes de los hogares de quienes aplaudían en los balcones, millares de trabajadoras cuidaban de los mayores de este país, lejos de sus raíces y a costa de su descanso y un gran sacrificio. Tomar medidas para mejorar las condiciones de estas mujeres es urgente. Llevan ya muchos años cuidando sin ser cuidadas.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/opinion/trabajadoras-hogar-cuidados-cuidar-no-ser-cuidadas

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I Congreso Mundial de Educación 2020. Luis Miguel A. Dorry: «En nuestras diversidades se encuentran nuestras riquezas y en nuestras alianzas las fortalezas». México

Panel: Gremialismo, sindicalismo y transformación Educativa.

Ponente: Luis Miguel Alvarado Dorry. Investigador y editor del Centro Internacional de Investigaciones «Otras Voces en Educación» (CII-OVE)/México.

Título: En nuestras diversidades se encuentran nuestras riquezas y en nuestras alianzas las fortalezas.

¡Hola a todes!

“Es inherente la reivindicación democrática participativa de los sindicatos”

(LMAD, septiembre 2020).

La negación de la negación, para Lenin <la dialéctica “exige que sea indicada la ‘unidad’, es decir, la conexión de lo negativo con lo positivo; hallar lo positivo en lo negativo”> (Rosental & Iudin, 1946, pág. 231).

En este marco, centraré mi participación.

El neoliberalismo educativo no solo ataca a las escuelas y a las educaciones, también a los gremios y sindicatos, por ello, es inherente una permanente crítica y autocrítica desde y hacia el interior de los gremios y sindicatos, con el hito de develar las distintas tensiones y contradicciones que en ellos se generan a partir del empoderamiento y construcción de monopolios que, poco a poco, germinan en formas de poder opresoras hacia les propies agremiades y sindicalizades.

 

Aquí algunas de muchas tensiones y contradicciones:

  1. La democracia representativa-democracia participativa; la primera se empodera a una o un pequeño grupo de personas a partir de la elección que las bases hacen, en su mayoría, se vuelve jerárquica y vertical, en muchas ocasiones, les representantes detentan puestos superiores para la adquisición de mayor poder y confort, estes son cooptades y seducides por el sistema imperante ofreciendo puestos políticos en las estructuras gubernamentales perdiendo con ello la pasión, el amor y el compromiso para con sus representades formando monopolios y corporativos de poder. La segunda empodera al colectivo compartiendo el poder entre todes de manera horizontal para el bien común, cada une se convierte en una célula que, al unirse a otres, forman sistemas cooperativos más complejos y resistentes.
  1. La despolitización-concienciación ética, la primera surge a partir de distintas formas de dominación y control con base en actos coercitivos tales como: manipulación, amenazas, estigmas, entre otras no menos importantes, ejercidas hacia les agremiades y sindicalizades dogmatizando y alienando las subjetividades de estes bajo los intereses de les dirigentes; por el contrario, la concienciación ética conlleva politización entre todes, en este proceso, dan cuenta de las distintas injusticias provocadas no solo por el sistema imperante, sino que también desde las propias representaciones hacia les agremiades y sindicalizades, asimismo se lucha con pasión, amor y compromiso en contra de estas.
  1. Patriarcado-machismo – los feminismos, la mayoría de los gremios y sindicatos figuran únicamente hombres en las dirigencias polarizando así a las mujeres y demás diversidades sexuales, diversidades que “normalizan” estos hechos callando consciente e inconscientemente, solo son utilizadas para levantar la mano y votar por su representante. En gremios y sindicatos corrompidos por el mismo sistema neoliberal, a los hombres, les piden dineros por favores o bien por algunos trámites que por derecho se tiene, mientras que, las mujeres y demás diversidades sexuales, son acosadas y violentadas sexualmente. Diversidades sexuales que “normalizamos” y “legitimamos” estos hechos con expresiones como “él consiguió su préstamo o su cambio porque dio dinero”, o bien, “ella consiguió su crédito hipotecario, su cambio de escuela o un cargo en el sindicato porque dio las nalgas”. Debemos pues, todes, reivindicar y empoderar a todas las diversidades sexuales y no solo a hombres en los gremios y sindicatos, no como entes pasivos, sino como sujetas con férrea participación y compromiso.
  1. Opresión-Liberación, en la primera se encuentran implícitas las relaciones opresores-oprimides generadas por la construcción de monopolios de poder con base en la subjetividad neoliberal, conservadora, patriarcal y neocolonial que ostentamos y que, por lo general, lo polarizamos en nuestros discursos progresistas. Discursos que distan de la cotidianidad vivencial, es decir, pregonamos ser de izquierda compitiendo con nuestres compañeres, en el sentido de quién es más o quién hace más o mejor las cosas, invisibilizando con ello el conocimiento y reconocimiento de les otres, es decir, otredad. No quiero decir con esto que los gremios, sindicatos, pedagogías y teorías críticas, contrahegemónicas y contestatarias sean varitas mágicas que usemos para transformar a les otres, por el contrario, esta transformación, conlleva un proceso vivencial permanente de desconstrucción dialéctico, dialógico y doloroso en y desde nosotres mismes.

 

En este contexto, si no llevamos a cabo una exhaustiva reflexión, crítica, autocrítica y proceso de transformación propia, oscilaremos siempre en la oposición y nunca nos consolidaremos como resistencias, en tanto que, las fuerzas y seducciones del neoliberalismo nos cooptarán y, en palabras de Luis Hernández Navarro, “nos convertiremos en aquello que tanto hemos criticado”.

De lo anterior, no me refiero a la construcción de otros sindicatos y caer en el divisionismo y fragmentación, sino que, de los que son y están, reivindicarlos en el marco de la democracia participativa a partir de la formación de subjetividades críticas.

Si bien es cierto que muchos gremios y sindicatos han servido de muros de contención contra los embates del neoliberalismo, sin embargo, es importante develar las tensiones y contradicciones en su interior, por lo tanto, es necesario reflexionar-nos, desconstruir-nos y constuir-nos a partir de la negación de la negación de nuestra subjetividad, de nuestros gremios y sindicatos, hallemos pues, lo positivo de lo negativo. Esto puede ser el inicio de un proceso de transformación gremial, sindical y, por tanto, educativa, y el devenir de la liberación de les seres humanes.

Si nuestras luchas siguen siendo pequeñas islas, el tsunami capitalista nos sumergirá junto con todas nuestras esperanzas, por eso es importante esta alianza mundial que hoy congregamos en defensa de la educación pública y contra el neoliberalismo educativo, retomamos una de las categorías o máximas que nos dejó Marx referida a “la unión de trabajadoras y trabajadores” no solo para protestar, sino que también para proponer alternativas que contrarresten al neoliberalismo educativo.

Es por ello que, “Es inherente la reivindicación democrática participativa de los diversos grupos gremiales y sindicales, porque en nuestras diversidades se encuentran nuestras riquezas y en nuestras alianzas las fortalezas.

Muchas gracias.

 

Referencias

Rosental, M., & Iudin, P. (1946). Diccionario filosófico marxista. Montevideo: Ediciones Pueblos Unidos.

Fuente e Imagen: I Congreso Mundial de Educación 2020.

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