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Informe Latin America in a Glimpse: Género, feminismo e internet en América Latina

Fecha de publicación:  Noviembre 2017

Author:  Derechos Digitales
Publicado por:  Derechos Digitales con apoyo de APC

Durante los últimos tres años, Latin America in a Glimpse ha funcionado como un recuento anual de lo más relevante ocurrido en América Latina en materia de tecnología y derechos humanos, un resumen que permite a quien lee hacerse una idea del panorama en la región: cuáles fueron los temas más relevantes, cuáles son las amenazas emergentes, de qué manera las políticas públicas están respondiendo (o no) a los desafíos propuestos por la tecnología y cuál es el rol que las organizaciones de la sociedad civil están jugando en esos escenarios.

Hemos querido también destacar la labor que cada una de las organizaciones de la sociedad civil están realizando en sus respectivos países y zonas de interés, tanto a través del reporte, como del evento anual realizado el día previo al Foro de gobernanza de internet, con la intención de establecer un puente entre América Latina y otras regiones del globo, para facilitar la interacción con financistas, aliados, compañeros y compañeras de trabajo.

En esta cuarta edición de Latin America in a Glimpse nos interesaba continuar con esta labor, pero quisimos darle un giro. Siguiendo una tendencia mundial, nos preguntamos específicamente por el intrincado vínculo entre género y tecnología, y las respuestas que, desde esta parte del mundo, distintos grupos de mujeres han dado a esta relación compleja, problemática y difícil.

Nos propusimos entonces averiguar qué proyectos se han desarrollado durante 2017 en América Latina en materia de género y tecnología. Cuáles son las áreas críticas en las que se está trabajando, cuáles son las principales problemáticas y, sobre todo, quiénes son las personas detrás de cada uno de estos proyectos, cuáles son sus motivaciones y de qué manera su trabajo se enmarca en un panorama mayor de luchas por la equidad de género. Un entorno digital cada vez más violento y hostil hacia las mujeres, la falta de participación en las distintas capas del ecosistema de internet, sumado a un panorama generalizado de oportunidades escasas, injusticias multidimensionales e invisibilización, ha generado una serie de respuestas diferentes, pero con un objetivo común: una internet digna para las mujeres, donde puedan ejercer sus derechos libremente y desarrollarse de manera íntegra y autónoma; donde las tecnologías digitales sean una herramienta para la realización personal y colectiva, y no un arma del status quo machista.

Lo que encontramos fue una comunidad altamente activa de organizaciones y “colectivas” que abarca prácticamente todo el espectro de nodos en los entornos digitales, desde la creación de “servidoras” feministas, hasta la ocupación discursiva de internet a través de medios autogestionados. Mujeres que han decidido perderle el miedo al error y han descubierto el goce del aprendizaje, la experimentación y la sororidad. Ante unas estadísticas desoladoras, las iniciativas acá listadas son poderosamente inspiradoras. Y esa es precisamente la idea, lograr generar puentes entre las mujeres acá mencionadas y las que –por falta de tiempo, conocimiento o torpeza nuestra- no lo están; las mujeres realizando trabajos similares en otras regiones del planeta y, sobre todo, las que después de leer las siguientes páginas se animen y se unan a la lucha. Esas que aparecerán en la próximas ediciones de este informe.

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Libro: Feminismos, pensamiento crítico y propuestas alternativas en América Latina

Feminismos, pensamiento crítico y propuestas alternativas en América Latina

Montserrat Sagot. [Coordinadora] 

Montserrat Sagot. Alba Carosio. Magdalena Valdivieso. Ana Silvia Monzón. Alicia Girón. Eugenia Correa. Elisa Alejandra Valdivieso Ide. Susana Rostagnol. Maria Betânia Ávila. Verônica Ferreira. Norma Vasallo Barrueta. Alejandra Arroyo Martínez Sotomayor. Laiany Rose Souza Santos. Josefa de Lisboa Santos. Lucy Ketterer Romero. [Autoras de Capítulo]

Colección Grupos de Trabajo. 
ISBN 978-987-722-258-6
CLACSO. CIEM. Universidad de Costa Rica.
Buenos Aires.
Agosto de 2017

Los diferentes trabajos aquí reunidos realizan aportes desde la perspectiva feminista a la construcción de alternativas en América Latina y el Caribe, y posicionan al feminismo como una forma ineludible de pensamiento crítico. Los textos muestran cómo el feminismo sirve como herramienta analítica para abordar problemas macrosociales e interseccionales, pero también para pensar las realidades locales. La compilación es también un reflejo del trabajo interdisciplinario promovido por los Grupos de Trabajos de CLACSO que busca producir conocimiento relevante para comprender y ayudar a transformar la realidad.

De la Presentación de Montserrat Sagot Rodríguez.

Fuente: http://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=1270&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1213
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En México: Oportunidad de participar en Coloquio sobre feminismo y marxismo

América del Norte/México/michoacantrespuntocero.com

Con un cierre de registro previsto para el 17 de septiembre, las facultades de Filosofía “Dr. Samuel Ramos” en coordinación con la de Psicología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, invitan a estudiantes, pasantes y académicos, al Coloquio Internacional “Feminismo y marxismo: ¿un matrimonio mal avenido?

“El evento busca crear un espacio de reflexión y debate sobre las relaciones, problemáticas, entre ambas corrientes ideológicas, con una reflexión basada en la autocrítica”, señala un comunicado de la UM.

El Coloquio se desarrollará del 8 al 10 de noviembre del 2017 en las instalaciones de la Facultad de Filosofía de la Casa de Hidalgo; la recepción de propuestas se encuentra abierta y concluye el próximo 17 de septiembre, los resultados de las ponencias aceptadas se darán a conocer el 2 de octubre.

Las líneas temáticas sobre las cuales se desarrollará el coloquio son: Límites de los feminismos corporativos; Relaciones entre raza, clase y género; División sexual del trabajo; Producción y reproducción: el papel del sistema a sexo/género; Patriarcado y capitalismo; Maternidad: ¿enaltecimiento o subordinación de las mujeres?; La sexualidad como resistencia política; Función del Estado a la problemática del aborto; El género como una estructura ideológica; Participación de las mujeres en los movimientos revolucionarios; Intersección de género y clase en los problemas ambientales; así como Pedagogía crítica frente a las temáticas de género.

Los interesados en participar deberán enviar sus propuestas al correo electrónico feminismomarxismo2017@gmail.com, en formato word, letra times new  roman a 12 puntos, a espacio interlineado anexando los siguientes datos: nombre completo y grado académico, correo electrónico, número telefónico, institución a la que pertenece, título de la ponencia, línea temática en la que se inscribe, currículum vitae, así como un resumen de máximo 300 palabras.

“Cabe señalar que no se aceptarán propuestas que no se apeguen a las líneas temáticas o que no muestren un conocimiento auténtico tanto de las posturas feministas como de las marxistas”, destaca la convocatoria.

Mayores informes en la Facultad de Filosofía al teléfono: (443) 322 3500 extensión 4148, así como al correo electrónico: feminismomarxismo2017@gmail.com .

Fuente: http://michoacantrespuntocero.com/oportunidad-participar-coloquio-feminismo-marxismo/
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El Feminismo en las FARC-EP

Por Mujer Fariana/Victoria Sandino Palmera, Delegación de paz de las FARC-EP

El proceso de paz ha significado para las guerrilleras una oportunidad en varias dimensiones: Una, responder a los ataques mediáticos dirigidos contra la organización, pero de manera especial contra las mujeres, desvalorando su papel en la organización, su condición de insurgente y de sujetos políticos.

Dos, ha sido un espacio para la reflexión y el intercambio de opiniones con representantes de organizaciones femeninas frente a la situación de las mujeres en Colombia, sobre sus problemáticas y agendas, con quienes tendemos puentes de unidad para el logro de la paz con justicia social y de la materialización efectiva de sus derechos humanos. A partir de nuestras experiencias colectivas, podemos afirmar que la organización ha venido asumiendo el principio de igualdad de oportunidades en sus filas, mucho antes de que de ese discurso se posesionara como una necesidad para la sociedad colombiana.

Y tres, ha sido una oportunidad para la reconstrucción de una mirada histórica de las luchas de las mujeres, en la búsqueda de la igualdad con equidad. En tal sentido reivindicamos los aportes de todas las corrientes feministas revolucionarias tanto en sus avances teóricos como en sus luchas antipatriarcales.

Por ello hemos asumido la tarea de formular, a partir de la observación de nuestra práctica y del estudio de las teorías e historia feminista, una línea política de genero propia de nuestra organización.

Desde las herramientas marxistas de análisis, el feminismo fariano no puede ser sino profundamente clasista, antipatriarcal, emancipador, impulsor de la igualdad de oportunidades y en especial, por la garantía de los derechos de las mujeres como principio revolucionario y organizativo; con el compromiso explícito de luchar por su materialización en el seno de la sociedad y de nuestra misma organización a plenitud.

El feminismo insurgente es una construcción colectiva que formulamos desde nuestra práctica cotidiana, en interacción con teóricos y teóricas, militantes y representantes de organizaciones de mujeres.

Partimos de la consideración que el feminismo no es solo cosas de mujeres, ni mucho menos es una lucha contra los hombres por ser hombres; sí es contra los roles que le dan una posición superior y ventajosa a los varones con respecto a las mujeres por el solo hecho de ser hombres. La lucha antipatriarcal debe ser asumida por el conjunto del movimiento revolucionario. Ese feminismo insurgente que proponemos, debe empeñarse en la construcción de nuevas masculinidades, fuera de las relaciones de poder propias de los roles de género, que liberen a hombres y mujeres del peso del patriarcado.

Esa lucha se dirige a la potenciación de las capacidades de las mujeres en el ámbito público, en la participación política y la toma de decisiones, en el respeto y garantía de sus derechos, en la no violencia contra las mujeres, en la igualdad de oportunidades, en la identidad propia.

Las insurgentes en el post-acuerdo:

El compromiso de las insurgentes para la construcción de la paz es absoluto. Así como hemos aportado en la resistencia armada, en consecuencia con los principios de las FARC-EP, estamos comprometidas con los cambios que requiere Colombia para una paz estable y duradera, con justicia social.

Hoy tienden puentes de identidad y unidad con las mujeres colombianas, con aquellas que han sido históricamente excluidas, con esas mujeres de los sectores populares: campesinas, indígenas, afrodescendientes, pobres de las ciudades. Nos proponemos construir conjuntamente iniciativas que permitan alcanzar de manera definitiva, el fin del conflicto armado, implementar los acuerdos y poder avanzar en la emancipación de las mujeres y de la sociedad.

Las mujeres insurgentes sabemos que la sociedad colombiana está lejos de garantizar los derechos adquiridos en la organización político-militar, con respecto a la práctica de igualdad de condición para desarrollar nuestras vidas. Como colombianas e insurgentes que venimos de una experiencia participativa propia de nuestro colectivo, no volveremos a los hogares con los roles tradicionales; queremos ser motor de cambios y ejemplos de liberación.

Vemos el post-acuerdo como la oportunidad de demostrar con el ejemplo, la factibilidad de construir una sociedad justa en armonía con sus congéneres y la naturaleza, con un nuevo modelo económico que redistribuya la riqueza, haga viable el buen vivir y posibilite la emancipación de las mujeres. Por lo que le apostamos a conservar un modo de vida colectivo y organizado, esta vez, alrededor de formas de producción colectivas y formas de organización social basadas en la solidaridad y la equidad. No está en nuestro léxico la palabra desmovilización; ante la posibilidad de la firma de un acuerdo de paz a las mujeres farianas nos espera la mayor movilización de nuestras fuerzas para continuar la lucha por la emancipación.

Ponemos al servicio de toda Colombia nuestra fortaleza como luchadoras, nuestra experiencia organizativa, y nuestra disposición de trabajar por la justicia y la paz.

Fuente: http://www.mujerfariana.org/vision/663-el-feminismo-en-las-farc-ep.html

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Libro: Representaciones, emergencias y resistencias de la crítica cultural

Representaciones, emergencias y resistencias de la crítica cultural

Mujeres intelectuales en América Latina y el Caribe

Nelly Prigorian. Cármen Díaz Orozco. [Editoras] 

Beatriz Sarlo. Marta Traba. Márgara Russotto. Mirla Alcibíades. Sara Castro-Klaren. Sylvia Molloy. Beatriz González-Stephan. Josefina Ludmer. Marilena Chaui. Miriam Muñiz Varela. Nelly Richard. [Autoras de Capítulo]

Colección Antologías del Pensamiento Social Latinoamericano y Caribeño. 
ISBN 978-987-722-256-2
CLACSO.
Buenos Aires.
Julio de 2017

Las mujeres que traemos a colación en este volumen −algunas más conocidas que otras y muchas marcadas por la persecución política, el exilio y otras experiencias de represión y desarraigo− despliegan una reflexión crítica potente acerca de problemas neurálgicos de la cultura en América Latina y el Caribe, desde una conciencia lúcida y manifiesta de su propia condición de mujeres en la lucha por un espacio de enunciación −e interpretación− singular en la cultura. Muchos de los nombres que consideramos al respecto no son ni extraños, ni desconocidos en el campo del pensamiento latinoamericano contemporáneo. No podríamos tampoco afirmar que el de estas mujeres haya sido un pensamiento `sumergido´ o `silenciado´, en los términos en los que se suele asumir esta categoría. Sin embargo, queremos recuperar de ellas los trabajos por los que merecieron una distinción ineludible en el campo donde se abrían paso con no pocas dificultades: sus producciones más relevantes, sus momentos más significativos y de ruptura: la singularidad de su estilo.
Fuente: http://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=1261&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1198
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Feminismo campesino y popular

Por Silvia Ribeiro

De más de setenta países y 164 organizaciones llegaron mujeres campesinas a la Asamblea de Mujeres de La Vía Campesina (LVC) en el País Vasco, este 17 y 18 de julio.  Con perspectivas y propuestas que sacuden lo establecido, no sólo en el injusto mundo que vivimos, también dentro de su propio movimiento. Feminismo campesino y popular llaman a esta identidad en construcción, que desafía al capitalismo y al patriarcado al mismo tiempo, rechaza todos los racismos, violencias, discriminaciones y xenofobias.

Es la quinta vez que se reúnen como mujeres de este movimiento –la articulación campesina global más extensa que haya existido– que del 19 al 22 de julio sostiene también su séptima conferencia mundial.  Tanto jóvenes como mujeres han ido construyendo su espacio propio, convocándose en asamblea los días anteriores a la Conferencias de todo el movimiento. Desde allí discuten colectivamente sus aportes específicos, antes de integrarse como delegadas y delegados a la Conferencia general.

Muchas llegaron a esta V Asamblea de Mujeres por primera vez. La expectación y el entusiasmo se sienten a flor de piel. La dedicación, casi magia, del colectivo autogestionario de intérpretes COATÍ, hizo posible la traducción simultánea en 11 idiomas: árabe, bahasa indonesia, castellano, coreano, euskera, francés, inglés, japonés, portugués, ruso y tailandés. Entre muchas otras cosas, esta arquitectura que hace posible tender puentes solidarios de comunicación entre tantas lenguas, permite una diversidad de miradas y experiencias que nutre y fortalece no sólo a las mujeres, sino a toda la Vía Campesina.

Son mujeres de todas las edades, campesinas, indígenas, trabajadoras del campo, pescadoras, pastoras, artesanas, migrantes.  Todas trabajan por la soberanía alimentaria, todas tienen que luchar contra la discriminación y la violencia, que se manifiesta de muchas maneras. Desde los salvajes feminicidios y ataques a las campesinas que resisten en Honduras –8 muertas en la lucha y 1800 criminalizadas, detenidas, violentadas en los últimos años– a la discriminación laboral y política en Europa, el silencio impuesto a muchas mujeres en regiones enteras, la persecución y desposesión de tierras, cultivos y casas a las mujeres en Palestina; el arco de injusticias se expande globalmente. Es una situación que afecta a las mujeres, no sólo campesinas.

Pero aquí la particularidad es la construcción de un feminismo campesino y popular, que por primera vez plantean asumir como tal en toda LVC. Un feminismo desde las mujeres del campo, con identidad campesina y desde la identidad y luchas de los pueblos.

Varias de las fundadoras de la Vía Campesina, recuerdan que al origen, hace poco más de 20 años, había una sola mujer en el comité coordinador internacional (CCI).  Era Nettie Wiebe, de la National Farmers Union de Canadá, con la energía de las muchas que la apoyaban. Llegó a la V Asamblea, a compartir su experiencia y también lo que considera los mayores desafíos. Recuerda que comenzaron pidiendo “mayor participación” para las mujeres en todas las instancias de La Vía Campesina. Los compañeros fueron más allá y acordaron que las mujeres debían ocupar el 50 por ciento de los lugares en las instancias de coordinación y decisión (porque en LVC el cuerpo colectivo y pensante es mucho más que la suma de sus partes, muchas de las cuáles aún siguen en proceso de entender y asumir las reivindicaciones de género). La regla de paridad se hizo rutina en toda la organización. Sin embargo, debaten en esta Asamblea, la paridad no era una meta, apenas un camino. A muchas aún les cuesta ocupar los espacios que reclamaron, porque para poder hacerlo se requiere que todo el trabajo, tanto productivo como reproductivo y las tareas militantes sean compartidas, algo que muchas organizaciones locales y nacionales campesinas necesitan entender, integrar y apoyar. Entre los grandes desafíos, plantea Nettie Wiebe, está definir posiciones comunes frente al poder, definir más profundamente entre todas las regiones y diversidades de LVC qué es el feminismo campesino y qué tipo de lucha eligen como mujeres.  Perla Álvarez de la organización de mujeres campesinas e indígenas Conamuri de Paraguay agrega “el patriarcado repliega nuestro trabajo al ámbito privado, el capitalismo no lo reconoce, el racismo niega todas nuestras identidades”. Por eso, continúa, “no es posible separar la lucha contra el capitalismo de la lucha contra el patriarcado y el racismo.”

Una lucha que parte de reconocer las diversidades, geográficas, culturales, de género, por eso ya hay también sectores LGBTI en varias organizaciones campesinas, como el MST de Brasil y organizaciones de Vía Campesina en Europa. La diversidad sexual y de género también tuvo su espacio en el programa de la VII conferencia de LVC.

Las asambleas anteriores de mujeres de la Vía Campesina establecieron campañas globales por las semillas y contra la violencia, campañas que siguen y donde los ataques en éstos y otros temas recrudecen todo el tiempo. La V Asamblea de Mujeres decidió llamar a la primera conferencia internacional de mujeres del campo, no sólo para organizaciones de la Vía Campesina sino para establecer lazos de análisis, alianzas y caminos de lucha con muchas más mujeres rurales.  Será todo un reto, que desde ya asumen con la misma energía, cariño y rebeldía que cultivan en este espacio.

http://www.alainet.org/es/articulo/187011

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Economía feminista y decolonialidad, aportes para la otra economía

Por Natalia Quiroga Díaz

La mercantilización de la vida lleva a que sin ingresos o rentas una persona no se sienta incluida en la sociedad. Pero además de esto, es fundamental también el cuidado de las tareas de reproducción cotidianas. Este es un rol centralmente ocupado por mujeres y que debe ser cambiado para poder construir e institucionalizar una economía que nos cuide.

Una economía no androcentrada

La economía feminista, al contrario de lo que sugeriría el sentido común, no es el estudio de la economía y la mujer: es el estudio sobre la manera en que la economía, en su desarrollo teórico y en su práctica, está imbricada por las relaciones de género al punto de que una de sus principales instituciones, el mercado laboral, está organizado por la división sexual del trabajo. Esta corriente se pregunta por la forma en la que hombres y mujeres participan de forma diferencial en la institucionalización de la economía.

Considerar la economía feminista como una reflexión de las mujeres y para las mujeres ha sido un mecanismo eficaz para ignorar las críticas que este campo hace al núcleo teórico de la economía hegemónica y así invisibilizar la pertinencia de sus aportes en la construcción de otra economía para el desarrollo de otra sociedad.

Este campo ha surgido como una respuesta a las limitaciones conceptuales de una disciplina que asume los supuestos de universalidad y neutralidad propios del paradigma científico.

La teoría económica se ha presentado neutral al género aunque su agente prototípico, el homo economicus, ha sido dotado con valores asociados a lo masculino: autosuficiente, competitivo, egoísta, calculador, sus acciones se desarrollan en la esfera pública del mercado, mientras que en el ámbito no económico de las familias se ha supuesto la generosidad, la solidaridad, la igualdad.

Esta visión dicotómica en la teoría neoclásica es radicalizada en la perspectiva de Becker, quien explica la situación de la mujer frente a las tareas reproductivas como un problema de eficiencia y maximización de recursos. Esta perspectiva ha sido ampliamente discutida por la economía feminista evidenciando su sesgo androcéntrico y heterosexual.

El supuesto del hombre económico racional es uno de los pilares de la teoría económica neoclásica, que lo plantea como norma para el comportamiento humano y como mecanismo para asegurar el buen funcionamiento del mercado competitivo. La adopción de esta racionalidad como ideal, no reconoce los comportamientos basados en otras relaciones como las de reciprocidad, solidaridad, altruismo, amor y cuidado, entre muchos otros, los cuales, además, la cultura patriarcal en el capitalismo asocia al universo de lo femenino. Por esta vía se instaura en la teoría una separación ficcional entre las lógicas que gobiernan el comportamiento en el mercado, considerado como una esfera pública, y el hogar, relegado al ámbito de lo privado.

Esta pretensión de universalidad asignada al homo economicus y su racionalidad instrumental, como supuesto del ser humano en su relación con la economía, es otro de los aspectos discutidos, porque niega la presencia de otro tipo de comportamientos que hacen parte del mercado, tales como la solidaridad, la reciprocidad y la preocupación por los demás. Dichas conductas están presentes en muchas de las economías populares ya mencionadas. La economía feminista, al mostrar el ámbito reproductivo como inherente al proceso, ha profundizado en el análisis de las consecuencias de limitar lo económico al ámbito del mercado.

El desarrollo conceptual asociado al homo economicus y su racionalidad instrumental es una expresión acabada de la manera como la teoría económica ha interiorizado los valores del patriarcado, para considerar extraeconómica la dependencia que tienen los seres humanos del cuidado y de la protección para hacer parte de sus instituciones.

En este texto se intenta mostrar cómo la hegemonía del capitalismo en la organización de la producción, la distribución, la circulación y la reproducción, dentro y fuera de la familia, está estrechamente vinculada con la asignación de los géneros. El patriarcado ha producido una jerarquización del valor social de lo femenino y masculino. De ahí que el acceso a los recursos para la producción y reproducción esté enmarcado por el lugar que a unos y otras se les asigna dentro de la cultura patriarcal. Una expresión de ello son las diferentes actividades y remuneraciones a las que pueden acceder en el mercado de trabajo.

No se trata, por supuesto, de considerar que la desigualdad entre hombres y mujeres se encuentra reducida al determinismo económico, sino que las tendencias del mercado son procesadas socialmente, empeorando o mejorando la situación en respuesta a otras relaciones no estructuralmente económicas.

En consecuencia, uno de los aportes centrales de la economía feminista es la redefinición del concepto de trabajo, dado que la visión de “lo reproductivo” y “del cuidado”, en sus diferentes dimensiones, permite incluir dentro de “lo económico” aquellas actividades que no están dirigidas al mercado, sin las cuales la vida humana sería imposible. Por ello, un objetivo de esta corriente es visibilizar el valor que producen las actividades del cuidado por medio de la cuantificación en la generación de la riqueza. La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) ha venido mostrando en sus informes que sin el trabajo de cuidado realizado por las mujeres, la pobreza en la región se incrementaría en aproximadamente 10 puntos, y ha estimado que el trabajo doméstico no remunerado equivaldría al 25% del PIB de la región; no obstante las mujeres enfrentan una situación de menores ingresos y acceso a la propiedad:

“El 31,6% de las mujeres en América latina no tiene ingresos propios. Solo el 10,4% de los hombres se encuentra en esa situación. O sea, casi un tercio de las mujeres de América latina no recibe remuneración por su trabajo, es decir, no participa del mercado laboral, ni de forma dependiente ni independiente, formal o informal, no cuenta con protección social (asociada al empleo formal), no recibe transferencias ni del Estado, ni de familiares, no recibe pensión alimenticia ni de ningún tipo, tampoco jubilación (ni tendrá derecho a ella), no tiene propiedades ni activos a su nombre. Casi un tercio de las mujeres de América latina son dependientes de otros, es decir, no cuentan con autonomía económica, por lo tanto, no cuentan con autonomía en general y se encuentran en posición de franca desigualdad con sus pares hombres. Esto las hace especialmente vulnerables a la pobreza. En México, el valor económico del trabajo no remunerado equivale al 21,6% del Producto Interno Bruto. De este, el 78,3% es contribución de las mujeres”.

En esta perspectiva se profundiza en el análisis de las contradictorias y complejas relaciones existentes entre el capitalismo y el trabajo reproductivo. Se pone de manifiesto que las mujeres se encargan del cuidado de la vida humana, garantizando que la producción de mercancías sea posible. Este trabajo, realizado sin remuneración, favorece que el salario que pagan los capitalistas y el gasto público del Estado evadan los costos de la reproducción de las personas y, por lo tanto, una parte de la actividad realizada en el hogar no sería el momento final del disfrute del consumo, sino el momento de producción de la fuerza de trabajo que el sistema económico requiere.

La mirada decolonial
La economía feminista en la perspectiva decolonial hace explícita la necesidad de indagar en los procesos políticos y económicos que en la región han encarado los grupos en condiciones de subalternidad, en particular releva las experiencias económicas de las mujeres indígenas, afrodescendientes, campesinas y de sectores populares para pensar desde sus economías enraizadas en saberes construidos por las situaciones de clase, etnia, raza y de origen territorial.

En estas economías la participación de hombres y mujeres es también diferencial. La teoría hegemónica ha naturalizado el lugar masculino, blanco y europeo o norteamericano desde el que se ha venido pensando, por lo que esta diversidad ha sido abordada desde las categorías de atraso, informalidad, empujando un ideal de modernización que ha subalternizado activamente estas experiencias. Así, por esta vía, ha negado su importancia y relevancia teórica en la economía.

El feminismo decolonial reconoce la subordinación de las mujeres como parte de un proceso histórico que las sitúa en una posición de desventaja en relación a los hombres, en distintas esferas e instituciones de la vida en sociedad, la teoría feminista aportó el concepto de patriarcado: una estructura de dominación que contiene relaciones de poder concretas, por lo tanto no es una formación transhistórica, transcultural o estática. Es además dinámica en el sentido en que se transforma y modifica con el paso del tiempo y con el relacionamiento con otras estructuras de dominación como el capitalismo, el colonialismo y el imperialismo.

La perspectiva decolonial en su relación con la economía es fundamental porque permite entender la manera en que los distintos grupos sociales tienen posibilidades diferenciales para solventar sus necesidades materiales y simbólicas. Un ejemplo de ello es el mercado de trabajo en el que se produce una jerarquización entre los géneros, las etnias, las razas, las clases y la edad. Esta segmentación ha sido cuantificada mostrando el impacto de las brechas salariales por género y por etnia como una de las razones que explican que América latina sea la región más desigual del planeta.

La existencia de otro tipo de economías y de lógicas de organización social por parte de grupos subalternizados nos lleva al debate sobre la idea de desarrollo y de modernidad que propone la superación de las economías comunitarias vistas en esta perspectiva desde una lógica de atraso. Más que una modernidad incompleta o mal llevada a cabo, de lo que se trata es de reconocer que existen opciones económicas distintas ya presentes y actuantes en la región, muchas de las cuales son alimentadas por las ontologías indígenas y afrodescendientes, por las prácticas de la economía social y solidaria.

En ese sentido, es con sus pueblos, sus culturas y sus nichos sociales, con quienes una economía feminista decolonial puede contribuir a pensar opciones de economías otras.

En este sentido, el reconocimiento al trabajo de cuidado es un aspecto nodal para resolver la separación artificial reforzada por el capitalismo entre producción y reproducción. El giro decolonial contribuye a preguntarse qué significa el cuidado en cada contexto y la forma en que puede garantizarse sin limitar las alternativas a las formas de institucionalización estatal ya conocidas y tampoco a las propuestas de autoorganización de los pobres vaciadas de política que fomenta el neoliberalismo.

En la economía social la interacción entre el trabajo familiar y las relaciones comunitarias apoya muchas de las actividades que se desarrollan en el mercado. Los valores de cambio producidos están orientados por una racionalidad que procura sostener los vínculos y las necesidades de grupos sociales que pugnan también por su reproducción simbólica.

La relación entre economía social y feminismo muestra que la naturalización de lo reproductivo como algo extramercado y como una responsabilidad femenina, y la separación entre producción y reproducción, generan condiciones de vulnerabilidad estructural para estas iniciativas. El reconocimiento y fortalecimiento de las condiciones para el cuidado son entonces un factor central para su sostenibilidad.

Cuando la economía se observa desde la perspectiva del cuidado y de la reproducción, se rompe con el encarcelamiento de la economía en el mercado tan propio de la teoría neoclásica y se expanden las posibilidades de acción para los actores organizados y para quienes construyen alternativas comprometidas con la vida y no con el capital.

La interacción entre la economía feminista decolonial y la economía social releva la importancia de los escenarios no mercantiles, así como la comprensión de los diferentes aportes y necesidades de las mujeres y los hombres en contextos producidos histórica, política y culturalmente. Muestra la existencia de una multiplicidad de prácticas económicas enraizadas contribuyendo a ampliar los escenarios y alternativas para el fortalecimiento de una economía que cuide la vida humana y no humana.

Fortalecimiento de los escenarios no mercantiles
La imaginación sobre el ¿qué hacer? en el campo económico ha sido capturada por la relación con el mercado. La mayor parte de las políticas desarrolladas en apoyo a la economía popular están centradas en facilitar el proceso de inserción al mercado, sin considerar la intervención sobre las condiciones de una competencia que es más aguda para quienes no tienen una posición dominante en el sistema de privilegios que produce el capital, mientras que los actores con mayor nivel de acumulación fijan las condiciones de intercambio de sus productos.

En palabras de Hinkelammert y Mora:

“El análisis del valor de uso mira el proceso económico bajo el ángulo de las condiciones de posibilidad de la vida. Formula, por tanto, la pregunta de cómo tiene que ser producido, distribuido y consumido el producto para que el ser humano pueda vivir, esto es, cómo se puede realizar el proceso de reproducción en términos de un proceso de reproducción de la vida humana. Esto no implica una reducción del ser humano al producto (“eres lo que comes”), pero sí significa que ningún valor humano puede ser realizado si no entra en esta simbiosis con los valores de uso”.

Recuperar la producción de valores de uso cuyo consumo no esté mediado por el mercado como un objetivo para el fortalecimiento de las unidades domésticas, así como del conjunto de la economía popular y de la economía social, contribuye a reconocer que en la sociedad existen capacidades de trabajo que en la actualidad no están siendo valoradas en términos monetarios, lo que implica que amplios sectores de la sociedad no pueden contribuir con su trabajo, ni cuentan con ingresos para atender sus necesidades y sin embargo pueden activarse para resolver necesidades. Una vivienda protege aunque no sea producida como mercancía, la ropa abriga aunque no sea comercializada. Los bienes pueden ser impulsados por la función social que suplen y no por la ganancia.

La mercantilización de la vida lleva a que sin ingresos o rentas no se puedan alcanzar las condiciones de vida para participar en condiciones de inclusión en la sociedad. Y el desarrollo actual del capitalismo considera excedente y no útil para el capital buena parte de las capacidades de trabajo. Por lo tanto, el bienestar no puede ser un resultado del devenir económico del mercado liberado por el neoliberalismo, sobre todo cuando de manera creciente la acumulación de ganancias es fruto de la actividad especulativa.

Por lo tanto, la producción de valores de uso para el propio consumo puede fortalecer la autonomía de los sectores considerados no blancos y en particular de las mujeres negras, indígenas, campesinas y de sectores populares sobrerrepresentadas en la población sin ingresos. En especial, porque muchas de sus economías vinculadas con circuitos territoriales en lo urbano y lo rural sufren la constante presión de las políticas de modernización capitalista asociadas a la gentrificación, especulación inmobiliaria, etc., y la violencia propia de la acumulación originaria y/o extractivista que ensancha las tasas de ganancia del capital y despoja a grupos enteros de las condiciones necesarias para su reproducción material y simbólica.

Una economía que cuida
La prevalencia de los valores del mercado sobre la vida humana y planetaria ha llevado a que el cuidado de las personas sea ubicado en la política al campo de “lo social”, considerado residual compensatorio de los efectos excluyentes y discriminadores del mercado y crecientemente focalizado en los más desfavorecidos, individualizando las intervenciones. Así, las familias y en particular las mujeres con sus recursos disponibles terminan asumiendo los problemas de reproducción como si fuesen problemas del orden privado y como gestoras de los programas de asistencia.

La tensión entre la lógica del lucro respecto del bienestar social se ha explicitado con los programas de ajuste estructural, en los que puede verse cómo la reducción de gastos estatales (en programas que no atiendan la emergencia social) ha estado correspondida con el traslado de costes a los hogares que son afrontados con el incremento del trabajo gratuito en su mayoría femenino. Esto ha llegado a sus límites, siendo evidente la insuficiencia de las acciones atomizadas para reproducir la población y cohesionar la sociedad.

Por lo tanto, la socialización de las necesidades de reproducción conlleva a que el Estado y el sector capitalista también asuman las responsabilidades que implican ciudadanos incluidos y trabajadores calificados. Se trata entonces de incorporar teórica y prácticamente una racionalidad reproductiva que integra la producción y la reproducción viendo como un todo el proceso económico. Esta racionalidad reproductiva sustituye la lógica utilitarista del homo economicus y se relaciona con las propuestas que se vienen formulando como alternativas al desarrollo vinculadas con el Buen Vivir.

La perspectiva de la Buena Vida y su racionalidad reproductiva permite formular políticas de cuidado no antropocéntricas, dado que la tierra es considerada como sujeto de reciprocidad (si la protegemos, ella nos cuida). A la vez que abre una dimensión comunitaria, de autonomía, autoorganización colectiva que amplíe las alternativas para pensar las políticas de cuidado.

En la dirección de fortalecimiento práctico de la economía popular y de la economía social, se trataría de promover espacios para la autogestión creciente de la reproducción pero con recursos sustantivos y con capacidad de decisión. Advirtiendo que en el neoliberalismo se ha llevado las responsabilidades de cuidado y de empleo a las familias y a la autoorganización de los más pobres (asociaciones de trabajadores que por esta vía son tercerizados, promoción de los circuitos de filantropía para el mejoramiento de vivienda para los pobres meritorios). Se trata de no replicar la lógica de la contraprestación o coparticipación que extrae de los procesos organizativos y en particular de las mujeres su capacidad asociativa y el poder transformador de sus iniciativas, despolitizando así la reproducción para inscribirla en la racionalidad de los proyectos que extienden la acción del mercado en detrimento de la vida.

Se trata entonces de promover una economía que reconoce la opción por la vida del otro como constitutiva de la opción por la vida propia, no solamente como un mandato de cuidado para las mujeres, sino como una alternativa para institucionalizar una economía que nos cuide. Y esto supone significativas redistribuciones de recursos y capacidades productivas, pero también potenciar los espacios de constitución de actores colectivos y con otro proyecto de economía.

Fuente: http://www.vocesenelfenix.com/content/econom%C3%ADa-feminista-y-decolonialidad-aportes-para-la-otra-econom%C3%ADa

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