Perros de Asistencia y su influencia en las habilidades sociales de niños con TEA

Por Maribi Pereira

Los Trastornos del Espectro Autista (TEA) se caracterizan manifestándose tempranamente, y por la afectación del plano social de los niños/as que lo presentan. La interacción con perros se relaciona con efectos positivos en la salud de los niños, ya que la compañía del perro estimula habilidades comunicativas para conectarse con el mundo exterior e incluso va poco a poco quebrantando el aislamiento que los hace reacios a las formas convencionales de intervención.

En el caso de las personas con TEA, actualmente el perro es utilizado en dos tipos de tareas que podrás profundizar con el Máster en Terapia Asistida con Animales de ISEP:

Por un lado, existen los perros de terapia que se incorporan directamente en los tratamientos terapéuticos potenciando sus efectos psicoeducativos. La terapia asistida con perros favorece la atención, disminuye el estrés y ayuda a que durante la terapia las personas con el TEA mejoren en sus habilidades emocionales, sociales y comunicativas (grupo-dandelion.es, 2015. Recuperado el 30 de septiembre de 2016).

Por otra parte, existen los perros de servicio que reciben un entrenamiento especializado con el fin de responder apropiadamente ante cualquier necesidad en la vida cotidiana de los niños con TEA y de sus familias. Las funciones del perro van desde acompañar al niño en sus recorridos habituales, ayudar al niño en tareas del hogar y otras actividades que fomentan la autonomía y la responsabilidad, actuar como promotor de las relaciones sociales e intervenir físicamente si el niño sufre una crisis o se muestra ansioso, agresivo o se aísla de su entorno (www.grupo-dandelion.es, 2015. Recuperado el 30 de septiembre de 2016).

Una investigación realizada en el Centro de Investigación para la Interacción Humano-Animal de la Universidad de Missouri (E.E.U.U.), incluyó a 70 niños, de entre 8 y 18 años, que recibían atención en el Centro de Thompson para el Autismo y Trastornos del Neurodesarrollo, en Colombia. Gran parte de las familias que participaron en la investigación tenían perros y casi la mitad gatos. Otros animales domésticos incluyeron peces, animales de granja, roedores, conejos, reptiles, aves e incluso hasta una araña.

Los datos encontrados revelaron que los niños con autismo que vivían con perros en relación a los que no tenían mascotas, parecían tener mayores habilidades sociales. Asimismo, se destacó que los niños con cualquier tipo de mascota en el hogar son más propensos a involucrarse en comportamientos sociales como puede ser responder a las preguntas de otras personas.

En este sentido, los investigadores apuntaron que los animales pueden servir como catalizadores sociales. Cuando las mascotas están presentes en los entornos sociales las personas con autismo pueden intentar comprometerse más con los demás.

Volviendo a los beneficios de los perros como acompañantes de niños con TEA, también se ha comprobado científicamente que además de favorecer la interacción, los perros son grandes compañeros y ofrecen cierta seguridad. En el caso de los perros de asistencia para los pequeños con autismo (a diferencia del perro guía, que ayuda con las tareas físicas), siempre están junto a su dueño, para brindar apoyo emocional.

Sabemos que las personas con autismo a menudo no pueden filtrar la información sensorial ya que escuchan, sienten y, por lo general, no pueden ignorar o redirigir esos estímulos. Con un perro al lado de una persona con TEA, el animal puede ayudarles dándoles un punto focal o una manera de fundamentar sus experiencias ambientales.

Asimismo, la mayoría de los niños con autismo no tienen ningún concepto de la seguridad personal y pueden pasear al aire libre y lanzarse al tráfico sin prestar atención a los riesgos. Los perros de asistencia tienen la capacidad de ayudar a estas personas a cruzar la calle y aprender las normas de tránsito, evitar las fugas y posibles accidentes. Por ejemplo, un niño puede ser atado al arnés del perro para evitar cualquier accidente.

Además, la afectividad y gentileza del perro de asistencia ayuda al niño, con tan solo su presencia, a ser tolerante y emplear un lenguaje divertido con su cuerpo. A su vez, el pequeño disminuirá las conductas compulsivas. En este sentido, el perro actúa como un aliado del terapeuta con formación en terapia asistida con animales, proporcionando un ambiente de aceptación incondicional y transformando las características adversas de la situación en un ambiente afable donde se favorecen experiencias agradables, lo que promueve la motivación del niño por la terapia.

Finalmente, el perro aporta un cúmulo de sensaciones y experiencias que pueden percibirse como integradas, coherentes y basadas en una comunicación emocional fácilmente interpretable. Por ello, el animal puede servir de puente para que las personas con TEA aprendan a interpretar las situaciones comunicativas y sociales, potenciando la visión de sí mismos y del otro (empatía) y mejorando su desempeño en ellas.

El curso de terapia asistida con animales de ISEP te brinda la oportunidad de ofrecer un nuevo modelo intervención psicoterapéutica que rompe barreras y consigue lo que muchas personas no pueden, acercarse al corazón de las personas con TEA.

Fuente: http://www.isep.es/actualidad-psicologia-clinica/perros-de-asistencia-y-su-influencia-en-las-habilidades-sociales-de-ninos-con-tea/#more-8084

Imagen: www.isep.es/wp-content/uploads/2016/10/master-terapia-asistida-con-animales-autismo.jpg

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EE.UU: Método Denver en niños con Autismo

EE.UU/2 de Agosto de 2016/Fuente: isep/ Maribí Pereira

Los Centros para la Prevención y el Control de la Enfermedades de los Estados Unidos calculan que a 1 de cada 88 niños que nazcan hoy se les diagnosticará el trastorno del espectro autista (TEA). Señales distintivas de la condición del neurodesarrollo incluyen déficits persistentes en la comunicación social y patrones repetitivos o restrictivos de interés que aparecen en la infancia temprana y perjudican el funcionamiento cotidiano.

Un estudio realizado en California, USA, ha determinado que una terapia de intervención temprana intensiva resulta eficaz para mejorar la percepción y las habilidades del lenguaje entre niños con autismo a partir de los 18 meses. Además, normaliza su actividad cerebral y mejora sus habilidades sociales.

Específicamente, dicho estudio aleatorio, controlado por casos y llevado a cabo en varios centros, descubrió que los niños que recibieron la intervención del Modelo Denver de Comienzo Temprano (Early Start Denver-Modelo-ESDM), exhibieron una mayor activación cerebral al ver caras en lugar de objetos, una respuesta que era típica de los niños sin autismo en el estudio, pero contraria en los niños con autismo que recibieron una intervención distinta (2012).

El Modelo Denver es un método de intervención desarrollado en el año 2000 por Sally Rogers y Geraldine Dawson. La terapia combina los métodos de enseñanza intensiva de análisis aplicado sobre el comportamiento con planteamientos del desarrollo “basados en la relación”.

Los investigadores de este estudio reclutaron a 48 niños y niñas diagnosticados con autismo entre los 18 y los 30 meses de edad, en Sacramento, California y Seattle, así como niños “control”. La proporción entre participantes hombres y mujeres era más de 3-a-1, ya que el autismo es cinco veces más común entre niños que entre niñas. Aproximadamente a la mitad de los niños con autismo se les asignó al azar para que recibieran la intervención del ESDM por más de dos años. Los participantes recibieron la terapia del ESDM durante 20 horas a la semana, y a sus padres también se les capacitó para que proporcionaran el tratamiento, una característica fundamental de la intervención. Los otros participantes con autismo recibieron una intervención basada en la comunidad, así como evaluaciones, envíos a servicios, manuales de recursos y otros materiales de lectura.

Al concluirse el estudio, se evaluó la actividad cerebral de los participantes usando electroencefalogramas (EEGs) que medían la activación cerebral mientras veían estímulos sociales (caras)  y estímulos no sociales  (juguetes). Estudios anteriores habían determinado que los bebés y los niños pequeños sin autismo mostraban mayor actividad cerebral cuando veían estímulos sociales en lugar de objetos, mientras que los niños con autismo mostraban el patrón opuesto.

El doble de niños que recibieron la intervención del ESDM mostró una mayor activación cerebral al ver caras que al ver objetos, una demostración de actividad cerebral normalizada. Once de los quince niños que recibieron la intervención del ESDM, el 73%, mostraron más activación cerebral al ver caras. Doce de los diecisiete niños desarrollándose típicamente, o el 71%, mostraron activación cerebral normalizada. Los EEGs de cinco de los catorce niños que recibieron la intervención comunitaria, o el 36%, mostraron activación semejante.

Además, los niños que recibieron el ESDM tuvieron mayor actividad cerebral mientras veían caras y también tuvieron menos problemas pragmáticos sociales y una mejor comunicación social, como la capacidad de iniciar interacciones, hacer contacto con la vista e imitar a los demás, dijo Sally Rogers, la investigadora del Instituto de MIND. El uso de la intervención del ESDM ha demostrado que mejora la percepción, el lenguaje y las habilidades de la vida diaria.

“Éste es el primer estudio de casos controlados de una intervención temprana intensiva que demuestra tanto una mejora de las habilidades sociales como una actividad cerebral normalizada, que resulta de la terapia de intervención temprana intensiva”, dijo Dawson, autora principal del estudio y profesora de psiquiatría en la Universidad de North Carolina, Chapel Hill. La formación en TEA para profesionales y la investigación es esencial para avanzar.

Por primera vez, los padres y los profesionales médicos tienen evidencia de que la intervención temprana puede alterar el curso del desarrollo del cerebro y del comportamiento en los niños pequeños. “Es crucial que todos los niños con autismo tengan acceso a la intervención temprana, que puede fomentar los resultados más positivos a largo plazo” (Dawson, 2012).

“Sabemos que los cerebros de bebés son muy moldeables y se ha demostrado previamente que esta terapia aumenta en el potencial de aprendizaje que tiene el cerebro de un bebé a fin de limitar los efectos nocivos del autismo”, dijo Sally Rogers, coautora del estudio y profesora de psiquiatría y ciencias sobre el comportamiento en el Instituto de investigación médica de los trastornos del neurodesarrollo de la Universidad de California (MIND de UC Davis).

“Los hallazgos sobre los resultados del comportamiento mejorados y la capacidad para normalizar la actividad cerebral asociados con las actividades sociales significan que hay un tremendo potencial para que los cerebros de los niños con autismo se desarrollen y crezcan más normalmente”.

“Es posible que ésta sea la primera demostración de que una intervención del comportamiento para el autismo se asocia con los cambios en la función cerebral, así como en los cambios positivos en el comportamiento”, dijo Thomas R. Insel, director del Instituto Nacional de Salud Mental, el cual financió el estudio. Al estudiar los cambios en la respuesta neural a las caras, Dawson y sus colegas han identificado un nuevo blanco y un posible biomarcador que puede guiar el desarrollo del tratamiento.

Estudios como estos se presentan como nuevos horizontes para mejorar la calidad de vida de los niños con trastorno del espectro autista y de sus familias. El Máster en Trastorno del Espectro Autista de ISEP es una oportunidad para comprender mejor el TEA y diseñar aproximaciones terapéuticas eficaces.

Fuente: http://www.isep.es/actualidad-educacion/metodo-denver-en-ninos-con-autismo/

Imagen: http://www.isep.es/wp-content/uploads/2016/07/master-trastornos-del-espectro-autista.jpg

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