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Nancy Fraser: «En Alemania me cancelan por apoyar a Palestina»

Traducción: Florencia Oroz

Tras conocer que había firmado una carta a favor de Palestina, la Universidad de Colonia ha decidido dar de baja la cátedra de Nancy Fraser. En su primera entrevista tras su exclusión, Fraser afirma que no permitirá que nada le impida defender a Palestina.

La célebre filósofa Nancy Fraser iba a impartir la cátedra Albertus Magnus de la Universidad de Colonia el próximo mes de mayo. Pero a finales de la semana pasada fue abruptamente «desinvitada» por el rector de la universidad, Joybrato Mukherjee, por haber firmado una carta de solidaridad propalestina el pasado otoño.

En esta entrevista con Hanno Hauenstein, Fraser habla por primera vez desde su exclusión.

 

HH

La Universidad de Colonia la excluyó de la cátedra Albertus Magnus. ¿En qué consistía?

NF

La cátedra implicaba una visita de varios días y conferencias públicas bajo los auspicios de un programa supuestamente dedicado al intercambio abierto. Decidí dar conferencias de mi actual proyecto sobre las tres caras del trabajo en la sociedad capitalista, un tema que no tenía nada que ver —al menos no directamente— con Israel o Palestina. Me había adelantado y había trabajado duro para escribir estas conferencias (y, por cierto, también compré un billete de avión muy caro).

 

HH

¿Puede explicarme cómo fue la «desinvitación»?

NF

Hace unos días recibí un correo electrónico de un profesor de Colonia, Andreas Speer, que organiza estos actos. Me dijo que acababa de recibir noticias del rector de la universidad, preocupado por el hecho de que yo hubiera firmado la declaración «Philosophy for Palestine» en noviembre, y que quería que aclarara mi postura. Pensé, ¡qué descaro! ¿Qué le importa a él mi opinión sobre Oriente Medio? Soy un agente libre, puedo firmar lo que quiera.

 

Pero tampoco quería ser demasiado conflictiva. Así que le contesté que había muchas opiniones diferentes sobre Palestina e Israel y que había mucho dolor en todos los bandos, incluido el dolor que yo misma había experimentado como judía. Pero hay algo en lo que no puede haber desacuerdo. Cité una frase de una declaración que el rector de la universidad había publicado en el sitio web de la universidad, sobre la importancia de un debate abierto y respetuoso. Así que le dije al Sr. Speer: por favor, asegúrele al rector que puede contar conmigo cuando se trate de un debate abierto y respetuoso.

Pensé que con eso bastaría para poner fin al asunto. Pero apenas uno o dos días después recibí un correo electrónico directo del rector diciéndome que no tenía más remedio que retirar la invitación. Escribió explícitamente, palabra sobre palabra, que quedo cancelada por haber firmado esta carta y no haberla desmentido en nuestra comunicación posterior.

 

HH

¿Cuál fue el principal punto de discordia? ¿El uso de las palabras apartheid y genocidio? ¿O el boicot a las instituciones israelíes, al que la carta invita a participar a los lectores?

NF

La verdad es que no lo sé, porque no he recibido más explicaciones. El rector me ofreció una charla por teléfono o vídeo en la que me explicaría mejor sus puntos de vista. No he respondido a eso. Se trata de un asunto público. Creo que todos tenemos que dejar constancia. Así que dependerá de él aclararlo. También hay una declaración en el sitio web de la universidad. A mí esto me parece una cortina de humo. Es una clara violación de la propia política declarada de la universidad, así como de los propios valores que invocan con el nombre de Albertus Magnus.

Esos valores son precisamente la libertad académica, la libertad de opinión, la libertad de expresión y el debate abierto. Cualquiera que sea la complicada racionalización que se esté dando sobre por qué este procedimiento supuestamente no viola esos valores, me suena a hueco. Esto también envía una señal muy fuerte a toda la gente de la universidad y a los académicos de todo el mundo: si te atreves a expresar ciertas opiniones sobre determinados temas políticos, no serás bienvenido aquí [en Alemania]. Tiene un efecto amedrentador sobre la libertad de expresión de la gente.

 

HH

Cuando dice que esto es una violación de las políticas de la universidad, ¿prevé emprender acciones legales?

NF

Lo he pensado. No es mi prioridad, aunque tampoco lo descarto. Pero, ante todo, quiero convencer a la gente de que este es un caso verdaderamente escandaloso de algo que, según muchos, es una tendencia mucho más amplia en la Alemania actual. Las personas que ocupan puestos de poder en las universidades e instituciones artísticas alemanas, así como los miembros del gobierno federal alemán que puedan estar instándoles en este sentido, deberían pensárselo dos veces. Están violando claramente normas académicas muy extendidas —y, francamente, constitucionales— sobre la libertad política y la libertad de expresión. Esto perjudicará considerablemente a la academia alemana.

 

HH

Teniendo en cuenta solo la historia más reciente de indignación pública y cancelaciones en Alemania, parece que estás en buena compañía. Fueron los casos de Masha Gessen, Ghassan Hage, Judith Butler y varios otros. Muchos de ellos, como usted, son judíos. ¿Le preocupa eso?

NF

No por mí misma. Estoy sentada en Nueva York y cuento con un enorme apoyo, incluida una carta extremadamente contundente de la presidenta de mi propia universidad en la New School, Donna Shalala, que comienza con la gran frase: «¡Albertus Magnus se habría horrorizado!».

Señala que es especialmente preocupante que una institución alemana cancele a un miembro del profesorado de la New School, que no solo rescató a académicos alemanes que huían del fascismo como individuos, sino que también creó un espacio para continuar el cuerpo de teoría crítica que había sido aniquilado en Alemania. La New School ha contribuido a ese cuerpo de pensamiento, y yo también. Así que esto es un insulto tanto a mí como a la New School. Pero, lo que es más importante, es una violación de las normas de libertad académica.

 

HH

¿Cree que se trata de una tendencia?

NF

Sí, y estoy muy preocupada. Creo que es una fiebre que se está apoderando de Alemania y, en menor medida, de Austria. Es algo muy perjudicial. También creo que es muy importante que los alemanes comprendan algo de la complejidad y amplitud del judaísmo, su historia, su perspectiva. En cierto modo están suscribiendo esta idea de una promesa incondicional de lealtad a Israel, de que esa es la responsabilidad alemana: el apoyo incondicional al Estado de Israel.

Teniendo en cuenta lo que Israel está haciendo actualmente, esto es una traición a lo que yo llamaría los aspectos más importantes y de mayor peso del judaísmo como historia, como perspectiva y como cuerpo de pensamiento. Me refiero al judaísmo de Maimónides y de [Baruch] Spinoza, de Sigmund Freud, Heinrich Heine y Ernst Bloch.

 

HH

¿Puede especificar a qué se refiere?

NF

Esta [otra] tradición del judaísmo está reduciendo el judaísmo no solo al nacionalismo, sino a un ultranacionalismo del tipo que está pisoteando y básicamente destruyendo la Franja de Gaza. Por cierto, ¡acabo de firmar otra carta! No me arrepiento. Una carta contra el «escolasticidio» israelí, es decir, la destrucción de escuelas y universidades en Gaza.

Más de cien profesores han sido asesinados allí. Nueve rectores de universidades han sido asesinados. Los nombres de las personas que les he mencionado antes son solo algunos, hay muchos más. Piensen en Albert Einstein, a quien se le ofreció la presidencia del Estado de Israel y la rechazó. Se trata de personas cuyo judaísmo les llevó a defender los derechos universales, no una estrecha identidad tribal.

 

HH

Algunos de sus críticos sostienen que en realidad no se le ha cancelado, sino que simplemente se le ha rechazado una especie de homenaje.

NF

Hay alemanes que tienen la tentación de decir que se trata de un premio honorífico. Muchos alemanes, incluso periodistas, han sido intimidados para que acepten una visión muy distorsionada de lo que realmente significa la libertad académica. El argumento de que se puede simplemente retirar algo porque es solo un premio y no genuinamente académico es una tontería.

La cuestión es que es una cátedra visitante, un nombramiento académico. Junto con todos los demás titulares anteriores de esta cátedra, fui seleccionada por mi trabajo. La idea de que lo que hago de otro modo es motivo de «desinvitación» ya dice que se está violando la autonomía académica. De eso no hay duda. Quiero decirles a estas personas que, en efecto, tienen la responsabilidad de pensar profundamente sobre los judíos. Es solo que están pensando de manera equivocada. Hay otra forma de pensar sobre esto.

 

HH

Críticos como Masha Gessen han argumentado que la interpretación específica de Alemania de la «Staatsräson» [razón de Estado] hacia Israel en los últimos años ha ayudado a extremistas de derecha como Alternative für Deutschland (AfD). ¿Está de acuerdo?

NF

No puedo hablar específicamente de la AfD. Pero puedo decirle que en Estados Unidos, la derecha cristiana evangélica tiene su propia versión de «macartismo filosemita», por utilizar la frase de Susan Neiman. Y tienen un razonamiento teológico que es en sí mismo profundamente antisemita. Pero lo más preocupante de Alemania para mí no es la AfD.

 

HH

¿Qué es?

NF

Esta especie de centrismo de derechas, que es donde reside el verdadero peso de la opinión pública. Se deja influir tan fácilmente por lo que para mí son argumentos transparentemente falsos. Como el argumento de que al excluirme supuestamente nadie está violando la libertad académica, sino que simplemente optan por no honrar a una persona que tiene las opiniones que creen que yo tengo.

 

HH

Usted ha dicho que no existe ninguna conexión entre «Philosophy for Palestine» y el ciclo de conferencias que iba a dar en Colonia. Pero, ¿diría que no hay conexión entre la postura que adoptó en la carta y sus escritos académicos?

NF

Llevo más de un sombrero. Hago trabajo teórico. De vez en cuando firmo cartas como ciudadana. No creo que deban estar directamente relacionados. Sin embargo, de vez en cuando escribo de un modo más agitativo o propagandístico. El mejor ejemplo sería «Feminismo para el 99%», del que fui coautora con Cinzia Arruzza y Tithi Bhattacharya. Tomamos ideas que cada una había desarrollado en su propio trabajo y las fusionamos.

Es un manifiesto sobre cómo trazar un camino diferente para el activismo feminista que se entendiera en interés del 99%, de las mujeres y de los hombres y niños, en contraposición a cierto tipo de feminismo neoliberal corporativo. Así que he intentado popularizar mis ideas académicas, pero nunca he escrito sobre Oriente Medio. No tengo grandes conocimientos, pero soy una ciudadana pensante y lectora. Y como judía, me siento especialmente identificada con el sentimiento de «no en nuestro nombre».

 

HH

¿Porque lo que se hace en Gaza se hace, hasta cierto punto, en nombre del pueblo judío?

NF

Exacto. Tampoco hay duda de que hay una instrumentalización, o incluso una militarización, de la acusación de antisemitismo que se está aplicando tan erróneamente a personas que sienten que al condenar el actual rumbo del gobierno israelí, estamos abogando por una corrección del rumbo para mejorar la situación de los palestinos, así como del pueblo judío en todas partes.

 

HH

Eso parece algo honorable. En Alemania, sin embargo, el Bundestag (parlamento) aprobó una resolución que declara el boicot a las instituciones israelíes un caso de antisemitismo. Muchos en Alemania asocian estos boicots con imágenes de boicots históricos contra los judíos alemanes en la década de 1930.

NF

Es una asociación interesante. Al fin y al cabo, entonces no existía ningún Estado judío que se dedicara a una carnicería militarista ilegítima. Un paralelismo mucho mejor sería Sudáfrica, donde hubo un fuerte boicot académico, un boicot deportivo y un boicot cultural, que tuvieron cierto impacto junto con el boicot económico a la hora de poner fin al apartheid. Por cierto, los alemanes no solo boicotearon a los judíos. Los expulsaron, los acorralaron, los enviaron a campos y los mataron. Nada de eso ocurre aquí.

 

HH

¿Piensa repetir su ciclo de conferencias de Colonia en algún otro lugar?

NF

Lo haré en otros lugares. Se trata de una nueva versión ampliada y revisada de unas conferencias que di en Berlín hace dos años. Ahora tengo mucho material nuevo, que estaba deseando presentar. Mi universidad, la New School, está organizando un acto. También me han sugerido que dé conferencias en otros lugares de Alemania bajo el título «Esto es lo que no querían que oyeras en Colonia».

 

HH

Algunos profesores alemanes se han solidarizado con usted. ¿Cree que la gente en Alemania podría estar cambiando de opinión sobre estas cuestiones?

NF

No estoy lo suficientemente cerca del terreno como para tener una opinión informada al respecto. Pero tengo la sensación de que la fiebre se desatará. No estoy en condiciones de decir si mi caso es el desencadenante, o el siguiente, o el que le siga. Cada vez hay más inquietud al respecto. Al menos la gente de Nueva York lo ve así.

 

HH

Sus colegas miran a Alemania y se preguntan qué está pasando…

NF

Entre los académicos y la gente del mundo de las artes, seguro. También en el periodismo, desde que el caso Gessen tuvo tanta repercusión. O el intento tardío de despojar a Butler del Premio Adorno: todo esto se discute mucho. Al menos en las artes, en el mundo académico y en el periodismo, la gente está muy perturbada, consternada y también indignada. Ha habido muchos palestinos y árabes étnicos que han sido víctimas de esto, pero también judíos prominentes. Esto incita este sentimiento de, bueno, ¿quién eres tú para decirnos lo que significa apoyar al pueblo judío?

 

HH

¿Se considera usted víctima de lo que antes ha descrito como antisemitismo filosemita?

NF

Supongo que sí. Me cancelan en nombre de la especial responsabilidad alemana por el Holocausto. Supongo que esa responsabilidad debería conllevar responsabilidad hacia los judíos. Pero, por supuesto, se reduce a las políticas estatales de cualquier gobierno que esté gobernando en Israel. Para nosotros, en Estados Unidos, el macartismo es una palabra poderosa. Es una forma de hacer callar a la gente con el pretexto de que supuestamente estás a favor de los judíos.

 

HH

¿De dónde cree que viene esto?

NF

Simplemente se ha normalizado. La gente en Alemania ha llegado a aceptar una visión estrecha de lo que significa la libertad académica y la libertad de expresión y de lo que son las libertades políticas democráticas.

 

HH

Estados Unidos y Alemania han sido los dos principales proveedores de apoyo y armas a Israel en los últimos seis meses. ¿Cómo influye esto en su opinión sobre Alemania?

NF

El principal culpable es Estados Unidos. No estoy eximiendo de responsabilidad a Alemania, pero en realidad, si uno se preocupa por quién financia las políticas [de Israel], es Estados Unidos. Sin embargo, por primera vez en mi vida veo que hay un debate público equilibrado sobre la cuestión de Palestina. Las voces palestinas están en la esfera pública. Las organizaciones, incluidas las organizaciones judías de izquierda que critican la política israelí, están en la esfera pública.

Biden está sometido a mucha presión. Ha estado hablando con más dureza sobre el condicionamiento de la ayuda y pidiendo un alto el fuego. Queda por ver si esto se traducirá en recortes o condicionamientos reales de la ayuda, si los demócratas del Congreso intentarán forzar esa cuestión. Pero al menos el grifo abierto de ayuda militar de nuestro gobierno se ha politizado y cuestionado. Me gustaría que algo así ocurriera también en Alemania. Que al menos se convierta en una cuestión pública sobre la que se pueda discutir, sin ser acusado de antisemitismo.

 

Sobre el entrevistador:

[1] Hanno Hauenstein es un periodista independiente residente en Berlín. Ha escrito para The GuardianThe Intercept y varios medios alemanes.

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El genocidio de mujeres, niñas y niños más perverso de la historia

Por: Claudia Espinoza Iturri

Cuando empezaron los bombardeos sionistas en la Franja de Gaza, en octubre pasado, el mundo pensó que se trataba de una persecución al grupo Hamás. Sin embargo, con el pasar de los días su enemigo principal se configuró con un fuerte sesgo de género y generacional. Las bombas y balas tenían como blanco a las mujeres, las niñas y niños palestinos.

El enfoque patriarcal del asedio más cruento de los últimos tiempos se confirma en la cantidad y las historias de las víctimas. Porque son las mujeres, las reproductoras de vida, de cultura, gestoras de la sobrevivencia, organizadoras de la escasa comida y el agua, curanderas milenarias y portadoras de las tradiciones más profundas del pueblo palestino, ellas son las víctimas martirizadas.

En las antiguas batallas, se solían ver a jóvenes y adultos enfrentar los tanques con piedras. En este asedio que empezó hace unos 150 días, el sionismo atacó justamente lo que administran las mujeres: el agua y el pan, las medicinas, los mercados y la vida.

A la mitad de los ataques, cuando Israel se empecinaba en destruir hospitales en la Franja, Naciones Unidas denunció que cerca de cinco mil mujeres embarazadas no tenían donde dar nacimiento a sus hijos e hijas. Mientras más se conocían los pormenores de la destrucción, menos se supo qué sucedió con esas miles de mujeres y recién nacidos.

La estrategia sionista de exterminar el pueblo palestino -a través de las mujeres- apareció estampada en las camisetas de sus soldados: “dispare a una embarazada y mate a un terrorista”, así lo vestían sonrientes los oficiales de la muerte.

Cuántas madres fueron retiradas bajo los escombros abrazadas de sus hijos e hijas. Y cuántas criaturas quedaron enterradas bajo los cementos de cientos de casas y edificios destruidos que tardarían 15 años en reconstruir. Cuántas mujeres desoladas al perder sus familias enteras; cuántos huérfanos y huérfanas obligados a seguir solos en esta vida, con hambre, heridas y lo peor: el terror en el corazón.

El genocidio causado por todos los aliados de Occidente, el silencio de los países árabes, la inacción de las potencias de la seda y el Kremlin ha convertido a Gaza en el cementerio del feminicidio e infanticidio masivos más crueles y perversos de la historia contemporánea.

Las cifras oficiales señalan que en torno al 70% de las víctimas fatales del genocidio, son mujeres, niñas y niños: más de 8.800 mujeres y 13.230 menores de edad, incluidos bebés de pocos meses o años. Estos datos proporcionados por el Ministerio de Sanidad de Gaza, la ONU considera fiables. Estas cifras suben cada día, y se adhieren denuncias de violación, tortura, robos y otros delitos enfocados en las mujeres.

Desde los feminismos y humanismos sabemos que las cifras no representan el contexto y el dolor de las historias que se esconden detrás de cada muerto. Por eso este Ramadán será rememorado como el año del feminicidio e infanticidio colectivos más crueles de los últimos tiempos, donde solo la resistencia de las hermanas palestinas y la solidaridad internacional superarán el olvido.

Claudia Espinoza Iturri, es periodista de Bolivia

Ilustración de Edwin Calle, artista boliviano

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«Ellos no existen» y nosotros quién sabe: la universidad ante el genocidio

There were no such thing as Palestinians… They did not exist (Golda Meir, primera ministra de Israel, 15-6-1969)

La cita de Meir, publicada por el Sunday Times y el Washington Post y pronunciada durante décadas en términos similares por Ben-Gurion (Palestina no existe en la Historia) o tantos otros criminales, marca el camino a quien quiera comprender el sentido y las prácticas de la ocupación genocida en Palestina y de sus socios en el mundo. O a la inversa: del colonialismo genocida y de su ariete israelí en Palestina. Siete años después, en New York Times, Meir matizaba la presunta manipulación de sus palabras. Cincuenta y cuatro años después, en marzo de 2023, el ministro de finanzas sionista arrancaba los aplausos de su audiencia en París: “There is no such thing as Palestinians because there is no such thing as a Palestinian people”. Poco después, el mantra estatal de Israel daría la vuelta al mundo, recogido en el informe de Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia. “Todos tenemos un objetivo común: borrar la Franja de Gaza de la faz de la tierra”, entre una lista infinita de ejemplos.

No existen concentra ese axioma exterminador que convierte a todos y todas en nadie. Niños y niñas que “se lo han buscado”. Adultos que “no condenan” a Hamas. “Merecen” cada misil sobre sus cabezas. Nadie es “inocente” porque todos forman parte de eso Otro que es nombrado a la vez que se niega su derecho a existir. No existen significa deben desaparecer. Se les nombra porque existen, pero empiezan a dejar de existir cuando el ocupante les nombra. Lo hace para recordarles el anuncio de su exterminio, señalándoles como ese resto eliminable, por un francotirador, por un misil, por aplastamiento bajo los escombros o por inanición. Como mal radical a exterminar o como insignificancia despreciable a ignorar.

La causa palestina es la del mundo entero porque sobre ella se ejecuta la versión más sádica de una racionalidad desplegada a escala global. Dondequiera que miremos, los capataces geoeconómicos del matadero global no parecen contemplar otro horizonte que la guerra total. Mientras la Unión Europea fuerza la máquina hacia una economía de guerra para imponer la concepción única de la economía como guerra y la guerra como único modelo para su economía (D.E.P., maestro Vincenzo Ruggiero), la propaganda electoral estadounidense y sus mascotas europeas nos regalan una perfecta obscenidad, un sublime ejemplo de “terrorismo humanitario”, citando a Danilo Zolo: misiles y palés de comida en paracaídas comparten el cielo de Gaza como fondo de pantalla. Por un lado, la líder de la Europa de la Guerra promete un “corredor humanitario marítimo” desde Chipre. Por el otro, el líder del Mundo Libre –que ocupa ilegalmente Siria o Iraq para saquear la mayor parte de su petróleo y nutre a su criatura genocida con billones de dólares en armamento– promete construir un puerto ideado por Israel, según confirma The Times of Israel, que será controlado por Israel, frente a las reservas de gas natural en aguas palestinas de las que se ha apropiado Israel, condicionando la entrada de ayuda a la invasión de la Franja por Israel y asegurando suministros marítimos a Israel. Los gobiernos de nuestro glorioso Occidente ya ni siquiera miran para otro lado, sino que apuestan por la destrucción total de Gaza. Cada uno en su papel, todos los implicados se han consagrado ya como rutilantes estrellas del porno genocida. El holocausto continúa mientras centenares de camiones llenos de alimentos y material clínico siguen parados en Rafah por colonos que bailan junto a un castillo hinchable custodiados por soldados de las fuerzas de ocupación. Toda la “ayuda” lanzada desde el aire en los últimos días cabe en tres o cuatro de esos camiones.

Mientras tanto, la lista de niños muertos de hambre aumenta más y más rápido. No hay mirada que resista la imagen de esos cadáveres. O quizá sí la hay, quizás esa mirada tolere ya todo, y quizás ése sea precisamente el más doloroso anuncio de que ya no existimos. El 5 de marzo, el presidente de Francia difunde un video en el que cinco paquetes humanitarios son lanzados sobre las ruinas de Gaza desde un avión militar, y lo adorna poéticamente: la solidaridad en acción. Tal es su definición de solidaridad. Entenderlo es cuestión de vida o muerte para la mayoría absoluta del planeta, ésa a la que el paradigma palestino lleva años anunciando el mañana.

Holocaustum, que en latín significa sacrificio con quema de la víctima, procede del griego ὁλόκαυστον, donde ὁλον significa todo y καυστον quemado. Empleamos el término holocausto con toda la intención y con la misma gravedad con la que respetamos la definición de resistencia contemplada en el Derecho Internacional. De hecho, una consecuencia definitiva de este genocidio ya es la conexión automática entre las palabras holocausto y Gaza. “Nadie va a poder pensar ya en el holocausto judío sin recordar (o sin que le sea recordado) el holocausto Palestino”, escribía recientemente el escritor árabe-israelí Alon Mizrahi. Setenta y nueve años antes del pasado 7 de octubre, los prisioneros del Sonderkommando del campo de exterminio de Auschwitz se rebelaron contra sus carceleros, patrones y verdugos –léase contra los responsables de hacerles saber en todo momento que no existían desde mucho antes de ese 7 de octubre de 1944. Hicieron explotar el crematorio IV, mataron a varios guardias y acabaron asesinados, como los miles de gaseados y quemados antes que ellos, por no existir. Rebelándose no aseguraban su supervivencia ni mucho menos, pero sospechamos que debió de resultarles inevitable hacerlo cuando todo lo demás, incluida la existencia misma, era imposible.

“El embargo de armas y las sanciones económicas a Israel son la única forma de detener el genocidio en Gaza”  (Francesca Albanese, Relatora Especial de Naciones Unidas sobre la situación de los Derechos Humanos en los Territorios Palestinos Ocupados, 8-3-2024).

Esa “única forma”, prevista en el Derecho Internacional como mecanismo que obliga a los estados a responder a la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad, se hace tanto más urgente e ineludible ante el reconocido como “crimen de crímenes”. Esa única forma es la antítesis de lo que están haciendo, entre otros, la Unión Europea, sus estados miembros y la inmensa mayoría de sus instituciones, incluidas nuestras Universidades. En pleno genocidio, la UPV/EHU ha aprobado una Cátedra en Ciberseguridad que cuenta con la Universidad de Tel Aviv como entidad colaboradora“de referencia”.

En su primer fallo, de 26 de enero, la Corte Internacional de Justicia solicitó a Israel que tomase medidas inmediatas para garantizar que su ejército no violase la Convención sobre el Genocidio –sin ordenarle detener las operaciones militares– y que permitiese la entrada de más ayuda en Gaza. Desde entonces, absolutamente todas y cada una de las decisiones de Israel y de sus socios, tanto las más criminales como las más cosméticas y burlescas, han producido más muerte y avanzado hacia la consumación del plan de aniquilación absoluta. Quizá sea ésa la “solución final” que mencionó la embajadora estadounidense en las Naciones Unidas el 20 de febrero, justo después de su cuarto veto a un alto el fuego.

Antes y después de ese fallo de 26 de enero de la Corte Internacional de Justicia, cualquiera ha podido acceder a la interminable lista de crímenes registrados por las cámaras de los soldados del ejército de ocupación. Días antes del 26-E, una encuesta de la Universidad de Tel-Aviv concluía que el 95% de los israelíes judíos considera que su ejército se había empleado de forma “adecuada” o “insuficiente”, lo que supone un apoyo incondicional a lo que Sudáfrica iba a presentar con abrumadora contundencia ante la CIJ como “genocidio plausible”.

Llegados a este punto nos permitimos lanzar dos preguntas a todas y todos nuestros colegas académicos a lo largo y ancho de las universidades del Estado español: ¿hace falta más? ¿Vamos a asumir nuestro papel como personas a las que pagan por pensar y estudiar para devolver a la sociedad el mínimo aporte de utilidad en una situación como ésta? ¿Es mucho pedirnos?

El próximo 10 de abril, en un acto coordinado en tantos territorios como sea posible, Francesca Albanese (Relatora Especial de Naciones Unidas para los Territorios Palestinos Ocupados) nos ayudará a responder a esas preguntas. Quienes leáis esto y queráis sumaros a la organización de ese acto en vuestra Universidad, campus o facultad podéis contactar conredxpalestina@gmail.com o @RedxPalestina. La lista incluye ya más de veinte puntos en mapa y sigue creciendo. Os animamos a participar porque estamos convencidas de que, si existe alguna forma de responder dignamente, nuestra posición debe cumplir cinco condiciones elementales:

1. Trabajar contra la aberración criminal que constituye todo proceso de invasión, colonización, sometimiento, expolio y/o limpieza étnica. El proyecto colonial de asentamiento ejecutado por medio de Israel en Palestina, obviamente reconocido como ilegal por todas las instituciones del sistema de Derecho Internacional durante los últimos 76 años, es paradigma de cualquiera de esas aberraciones. Hoy, paradójicamente (o no tanto), los mismos países “avanzados” (y sus universidades) que han incorporado el discurso decolonial a la retórica institucional son los que están soportando, con su apoyo o con su silencio, una de las expresiones más brutales del viejo colonialismo: la ocupación de Palestina y el exterminio de su pueblo.

2. Oponernos al sostenimiento de las relaciones de cooperación con el Estado de Israel por parte del Estado español y sus instituciones, incluidas las universitarias, pues según la legislación internacional ese sostenimiento convierte hoy al Estado español, como a tantos otros, en cómplice de genocidio. Si tomamos en serio las diferentes cláusulas en materia de Derechos Humanos que acompañan los tratados preferenciales en los que participan ambos países y las obligaciones para los estados que de todo ello se derivan, Israel sigue gozando de apoyos, complicidades, colaboraciones, aprobaciones y/o permisos para la perpetración de todos los crímenes posibles en el contexto ilegal de décadas de ocupación ilegal, robo ilegal de tierras, cultivos y recursos naturales, asesinatos ilegales, detenciones y encarcelamientos ilegales, asentamientos ilegales, expulsiones ilegales, apartheid ilegal, limpieza étnica ilegal y ahora genocidio ilegal.

3. Denunciar la actitud inane de las autoridades de nuestras instituciones académicas durante cinco meses de genocidio. A menudo se nos sugiere “no mezclar ciencia y política”, argumento que prolifera cuanto mayor es el nivel de autoridad de los interlocutores, dando así cuenta del grado de degeneración epistémica que amenaza a la academia contemporánea. Exigimos un mínimo de decoro y respeto por las normas a quienes, en presunta representación de nuestra ‘producción y transferencia de conocimiento’, sin saber lo que dicen o sabiéndolo perfectamente, son los primeros en ‘hacer política’. Hacen necropolítica, para ser más exactos, legitimando un orden supremacista que lo es por distinguir entre vidas dignas y valiosas, por un lado, y vidas despreciables e infrahumanas por el otro.

4. Seguir comunicando, cada vez más y más alto, que el Paradigma Palestino no es una “cuestión compleja” ni un “conflicto irresoluble”, sino un asunto muy sencillo que ha sido convenientemente complejizado: un crimen colonial que se resuelve aplicando las normas del mismo orden jurídico internacional que fue fundado a la vez que el propio Estado de Israel. El cóctel colonial de la indigencia intelectual incluye altas dosis de presunta despolitización y ‘reductio ad embrollo’. El cóctel colonial de la complacencia genocida mezcla supremacismo y colaboracionismo.

5. Trabajar al servicio de una academia que estudie, investigue, discuta y enseñe para transformar las realidades locales y globales hacia un mundo más justo, aprendiendo de la Historia, rechazando toda forma de dominación, dignificando la palabra crítica y tomando los Derechos Humanos como referencia incuestionable. Hablamos de dignidad humana y rigor intelectual, no de responsabilidad corporativa, rankings de calidad o sellos de excelencia que adornan vestíbulos encerados.

En los días previos a la redacción de este artículo, setenta y cinco años después y con la participación de más de cincuenta países, la Corte Internacional de Justicia celebraba una audiencia para tratar las “consecuencias legales de la Ocupación”. Cualquiera puede saber cuáles son esas consecuencias legales sobre el papel y cómo, hasta el momento, ni una sola de ellas se ha hecho efectiva. Cualquiera puede saberlo desde hace tantas décadas como décadas cumple la ocupación colonial de Palestina, su limpieza étnica y su régimen de apartheid. Israel no reconoce a la CIJ, ni a la audiencia citada, ni a los estados participantes en ella. Nunca lo ha hecho, desde su mismísimo nacimiento. Los socios y colaboradores de Israel, entre los que se encuentra el Estado español, tampoco lo están haciendo. Se limitan a una gestionar riesgos reputacionales con una mano y sostener prioridades comerciales, incluido el negocio armamentístico, con la otra.

Nosotros y nosotras, en estricto respeto de las bases del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, exigimos el fin de cualquier relación con el Estado de Israel y sus instituciones, que es lo que las autoridades de cada estado deberían hacer si quisieran cumplir con la legalidad por una vez y parar lo que ya es, por minuto, per cápita y por metro cuadrado, uno de los mayores genocidios de la Historia. Ésa es nuestra posición y ésas son nuestras razones. A las muy excelentísimas y variadas autoridades de este Estado Social y Democrático de Derecho que suscribe declaraciones y tratados internacionales para someter a todos ellos el funcionamiento de sus instituciones, incluida la CRUE y el Ministerio de Universidades, les preguntamos: ¿son sus razones?

Fuentes: El Salto [Imagen: Manifestación en Donostia contra el genocidio de Israel en Palestina. Vista de la marcha por el paseo de la Concha. Javi Julio]

Daniel Jimenez Franco, Nadia Yahalali Haddou, María José Lera Rodríguez y Manuel Delgado Ruiz son miembros de la Red Universitaria Por Palestina.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/opinion/ellos-no-existen-universidad-genocidio-palestina

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Los niños y niñas mueren por desnutrición en Gaza, donde varios hospitales dejan de funcionar

La escasez de alimentos y agua en Gaza comienza a matar a los palestinos más vulnerables, los niños y niñas. Al menos seis menores han muerto en el norte de la Franja por deshidratación y desnutrición. Mientras, dos hospitales de la zona dejaron de funcionar este miércoles por falta de energía.

 

«Dos niños murieron a consecuencia de deshidratación y desnutrición» en el Complejo Médico Al Shifa, ubicado en la ciudad de Gaza, en el norte del enclave, informó el Ministerio de Sanidad de la Franja.

 

Poco antes, el hospital Kamal Adwana, también ubicado en el norte de la Franja, anunció que «cuatro niños murieron» en sus instalaciones en las últimas 24 horas debido a desnutrición y deshidratación.

 

Además, en ese hospital, otros siete niños «se encuentran en grave peligro» de muerte por las mismas razones, aseguró el Ministerio de Sanidad, que llamó a las instituciones internacionales «a tomar medidas inmediatas para prevenir una catástrofe humanitaria en el norte de la Franja».

 

El hospital Kamal Adwana, que fue asediado y atacado en diciembre pasado por el Ejército israelí, anunció este miércoles que estará «fuera de servicio a partir de hoy debido a la falta de combustible».

 

«Las operaciones quirúrgicas en el hospital se han detenido por completo», explicó, al solicitar «una intervención urgente que proporcione combustible» y permita la reanudación de los servicios.

 

De su lado, el hospital Al Awda, ubicado en la ciudad de Jabalia, también en el norte de la Franja, anunció la suspensión total de sus servicios debido a la grave escasez de combustible y suministros médicos, informó la agencia oficial de noticias palestina, Wafa.

 

Estos hospitales se unen a una larga lista de centros médicos de la Franja que ya no pueden hacer frente al colosal número de heridos y enfermos que han dejado los ataques de Israel, ya sea por la destrucción de sus instalaciones, por el corte de electricidad o agua potable, o la falta de suministros, personal y alimentos.

 

Argumentando que el grupo islamista Hamás utiliza infraestructuras civiles para realizar sus operaciones bélicas, el Ejército israelí ha atacado numerosos hospitales, incluido el Al Shifa, el más importante de toda la Franja y que ahora solo puede proveer servicios de emergencias.

 

Las fuerzas israelíes irrumpieron en Al Shifa poco después de iniciar su incursión terrestre en el enclave palestino, el año pasado, a pesar de que miles de heridos, enfermos, desplazados y personal médico se encontraban en su interior. En esa operación militar, las tropas dijeron que hallaron túneles de Hamás cerca y por debajo del centro médico.

 

Hambruna inminente

El cese de las operaciones del hospital Kamal Adwan «agrava la situación sanitaria y humanitaria de nuestro pueblo en el norte de la Franja de Gaza, que provocó el martirio de muchos pacientes por falta de atención médica y medicamentos», consideró Hamás, que gobierna de facto la Franja de Gaza, en un comunicado.

 

Además, «el martirio de los niños por desnutrición y deshidratación es un fracaso internacional para proteger a la humanidad de la criminalidad de la entidad sionista», añadió, al acusar a Israel de cometer un «crimen de genocidio y limpieza étnica» contra los palestinos.

 

Según el grupo islámico, unos 700.000 gazatíes —de una población total de más de dos millones de personas— se encuentran en el norte de la Franja, donde la crisis humanitaria es aún más grave que en el resto del enclave, por el difícil acceso para el transporte de suministros y los continuos combates.

 

Una fuente en Gaza dijo a EFE que este miércoles, por primera vez desde que estalló la guerra el 7 de octubre de 2023, un avión —aparentemente jordano— lanzó desde el aire paquetes con ayuda humanitaria cerca del hospital Indonesia, en Jabalia.

 

Representantes de varias agencias humanitarias de la ONU advirtieron ante el Consejo de Seguridad de que la hambruna es prácticamente inevitable en Gaza.

 

En 145 días de guerra, la ofensiva por aire, tierra y mar de Israel ha dejado en la Franja de Gaza 29.954 muertos, 70.325 heridos y cerca de 8.000 desaparecidos bajo los escombros y otros lugares inaccesibles.

 

Entre los muertos se cuentan más de 346 miembros del personal médico y un total de 155 instituciones de salud han sido destruidas parcial o completamente, lo que provocó el cierre de 32 hospitales y 53 centros de atención de salud de Gaza, mientras 126 ambulancias dejaron de funcionar.

 

En tanto, la tasa de ocupación de los pocos hospitales que siguen funcionando bajo mínimos es del 275%, mientras que la de las camas de cuidados intensivos es del 217%.

 

La guerra estalló tras un ataque de Hamás contra Israel que dejó unos 1.200 muertos y 250 secuestrados, de los cuales más de un centenar han sido liberados.

Fuente: http://www.correodelorinoco.gob.ve/ninos-ninas-mueren-desnutricion-en-gaza-donde-varios-hospitales-dejan-de-funcionar/

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Palestina en la educación

Hace tres meses escribí un artículo sobre “La escuela ante la barbarie”, escandalizada por lo que estaba sucediendo en Gaza y tratando de convencer que era necesario que el profesorado tratara el tema en el aula[1].

 

Después de estos tres meses, más escandalizada aún por la magnitud de la masacre, vuelvo a escribir, aunque ello implique repetirse. Porque es imprescindible no olvidar, no callar, continuar denunciando, en todos los ámbitos, y también en la escuela, en el instituto y en la Universidad. Y por ello, voy a insistir en esta idea: ”No podemos dejar que las futuras generaciones crezcan insensibles a lo que ocurre en nuestro país y en el resto del mundo. Que sean conscientes de que todas y cada una de nosotros formamos parte de esta humanidad y si queremos un futuro justo y en paz, será necesario trabajar para conseguirlo”.

 

Cada día que pasa hay más dolor, más niños y niñas masacrados, más persones inocentes asesinados, más edificios calcinados, más hambre, más sed, más injusticia y más crueldad. Y existe la tentación de terminar cansadas y angustiadas por tanta barbarie y que dejemos de mirar y de hablar de ello. Y no nos lo podemos permitir. Por ello voy a insistir en el mismo tema.

 

El filósofo alemán Theodor Adorno en 1966, en su libro ““La educación después de Auschwitz” afirmaba: “Cualquier debate sobre ideales de educación es vano e indiferente en comparación con este: que Auschwitz no se repita.[2] Y durante muchos años, generación tras generación, en la escuela, en el instituto y a veces también, en la Universidad, se cumplía esta máxima. Todos las profesoras y profesores, los maestros y maestras nos involucrábamos a fondo para hablar del horror del Holocausto, y nuestros alumnos sabían más de la segunda guerra mundial y de las barbaridades de Hitler, que de cualquier otro acontecimiento histórico.

 

Ahora, sin embargo, estamos ante otra barbarie histórica, un genocidio televisado en Gaza. Por supuesto, no es el primer holocausto que se repite. Por desgracia tenemos una larga lista de guerras y barbaridades desde que Hitler fue vencido.

 

Pero la guerra de Israel contra Palestina no es una guerra cualquiera, no hay dos ejércitos que batallan entre sí, con los “daños colaterales” que siempre aparecen. Ahora hay un ejército que bombardea a una población desarmada, que mata civiles, hombres, mujeres y niños, que destruye viviendas, Universidades, hospitales y escuelas, que deja a los dos millones de personas que vivían en Gaza sin casa, sin alimentos, sin agua y sin un lugar seguro donde cobijarse de las bombas. No es el Holocausto, pero es tan grave como él. Y, sin embargo, parece que ahora no es importante hablar de todo ello con nuestros niños/as y jóvenes.

 

Dicen, algunos, que esto es “adoctrinar”. ¿Entonces, llevamos años y años adoctrinando, por hablar del Holocausto y la necesidad de que no se repitiera?

 

Y ¿por qué es importante hablar de lo que está sucediendo en Palestina?

 

Porque el ataque de Israel abarca todos los aspectos de la vida de los habitantes de Gaza y Cisjordania y, por supuesto, llega a la educación. Las cifras del genocidio educativo son aterradoras, como lo indican datos, porque el objetivo, además de matar seres humanos, es el de destruir cultura y valores, de destruir criaturas y jóvenes y privarles de la posibilidad de la educación. A pesar de los continuos bloqueos y ataques que llevan sufriendo desde hace años, Gaza tenía un bajo índice de analfabetismo (del 0 o el 2% según las fuentes) y uno de los niveles más altos de matrícula escolar en el mundo, con un 95% de niños y niñas cursando la educación básica. Situación que va a ser imposible que continúe.

 

Los ataques israelís han dejado a 625 mil alumnos sin escuela en Gaza; 90 mil universitarios sin clase; el 60% de las escuelas y el 90% de las universidades han sido destruidas; 94 profesores universitarios han sido asesinados, así como más de 50 científicos y escritores. Sólo en los tres primeros meses del ataque murieron 4.300 estudiantes y 231 maestros/as de educación básica. Otros 7.259 estudiantes y 619 profesores resultaron heridos. Todo ello implica que miles de niños y niñas sufren traumas psicológicos, depresión, ansiedad, miedo, soledad, impotencia y, desgraciadamente, todo hace pensar que ello puede derivar en un gran deseo de venganza, en un futuro. Para muchos jóvenes palestinos, estudiar era algo más que librarse un futuro, era la única ventana abierta al mundo. Ahora solo les queda huir, si pueden, o unirse a la resistencia que, probablemente, será el futuro de muchos de ellos.[3]

 

Las personas que nos dedicamos y amamos la educación no podemos permanecer impasibles ni callados ante lo que está sucediendo en Gaza. Debemos actualizar el mandato de Adorno e informar a nuestros niños y jóvenes que, después de la segunda guerra y del genocidio perpetrado por los Nazis, se han producido muchos más holocaustos y que ahora tenemos uno ante nosotros. El hecho de ver en vivo y en directo toda la barbarie que está cayendo sobre el pueblo palestino, añadido al hecho de que nadie ha sido capaz de parar la masacre, hace más necesaria que nunca una reflexión y una explicación. Los hechos nos interpelan como educadoras y educadores y nos recuerdan nuestra obligación de educar en el conocimiento de los problemas de la humanidad, en la reflexión crítica del porqué de los acontecimientos y en la obligación moral de transmitir valores humanos y solidarios. Por ello no podemos callar, nuestra práctica educativa debe abarcar las cuestiones fundamentales del pasado y del presente.

 

La educación por la paz, la educación por los derechos humanos, la educación para la convivencia… son todos ellos mandatos de nuestro sistema educativo y están presente en todos los currículums. Pero, ¿cómo educar para la paz y la defensa de los derechos humanos, si nuestros jóvenes ven cada día como se conculcan estos derechos en Palestina, con el beneplácito de los países “democráticos”, como Estados Unidos y la Unión Europea?

 

Nuestro deber es explicarles que los valores de inhumanidad de que hace gala Israel no deben ser normalizados ni olvidados. Nuestro deber es explicar la historia de los dos países y el conflicto que ha llevado a esta barbarie. Y, sobre todo, es imprescindible que sean solidarios y sensibles ante el dolor humano de niños/as y jóvenes como ellos y ellas.

 

Y sí, hay que explicarles que las guerras no son justas, que siempre son por intereses de una minoría, pero que siempre pagan la gran mayoría de los que tienen menos dinero y menos poder. Hay que explicarles que Europa está cayendo en el error de ser parcial porque sigue los mandatos de EEUU y que España continúa vendiendo y comprando armas a Israel, que servirán para continuar matando y masacrando a personas civiles.

 

Debemos reflexionar conjuntamente con nuestros alumnos y alumnas sobre el papel de la tecnología, muy positiva para algunos asuntos, pero totalmente letal cuando se usa para matar. ¿Por qué ese culto a la tecnología al servicio de la muerte y el dolor? ¿Por qué esta admiración ante la IA que ayuda a lanzar a diario centenares de bombas inteligentes en aviones supersónicos? ¿Es este el futuro que nos espera? ¿Deberíamos hacer algo para impedirlo? Y debemos debatir con ellos y ellas por qué un pequeño país en el Occidente de Asia, Israel, que solo cuenta con nueve millones de habitantes, puede matar, destruir, aplastar a los palestinos con total impunidad. Por qué Europa sanciona a Putin por la invasión de Ucrania, pero apoya a Israel en su invasión de Gaza y Cisjordania. Por qué Europa, que reaccionó y se escandalizó con la barbarie de los nazis, ahora está impasible ante esta nueva barbarie. Por qué el mundo occidental está tan preocupado por la emergencia climática y se olvida que las guerras y la destrucción que conllevan, además de las víctimas humanas, son lo más anti-ecológico que existe. Y también deberíamos reflexionar sobre el futuro que les espera a todos estos niños/as y jóvenes, que han visto morir a sus padres o hermanos, que han perdido piernas o brazos y que han visto sus casas convertidas en cenizas. Cómo será posible superar las secuelas físicas y psíquicas y cómo podrán vivir sin odiar con fuerza a sus verdugos.

 

Todas estas preguntas deberían formar parte de nuestras actividades pedagógicas en el aula, si nos creemos, de verdad, que la educación tiene que desempeñar un papel importante en la formación de los futuros ciudadanos y ciudadanas, despertando su conciencia crítica para que sean capaces de implicarse en la construcción de un futuro mejor.

 

Finalmente, y no menos importante, es señalar que a pesar de toda la censura son miles y miles las persones que en todo el mundo han salido a la calle para reclamar el fin de este genocidio que Israel está infringiendo a los palestinos. Que, en todas partes del mundo, se han organizado actos de protesta contra este genocidio y en solidaridad con el pueblo palestino. Y que ellos y ellas pueden también participar, yendo a las protestas, pintando murales, haciendo vídeos, visitando a las compañeras (en Barcelona) que están en huelga de hambre, escribiendo cartas a nuestros presidentes para que den apoyo a las denuncias Internacionales que se están haciendo en distintos países, para que deje de comprar y vender armes a Israel. Y pueden también hacer boicot a los productos de Israel (McDonald’s, por ejemplo).

 

Y termino con lo que ya dije hace tres meses: Es importante que los chicos y chicas salgan del Instituto y la Universidad con la convicción de que es necesario luchar contra todo tipo de violencias y que hay que defender los derechos humanos, que no se acostumbren a que las guerras y las masacres son normales, que no terminen insensibles ante el dolor ajeno y que sean capaces de indignarse ante las injusticias y ante la violencia. Que se sientan solidarios con las personas que sufren y tengan ganas de implicarse en detener todo tipo de agresiones, guerras y violencias.

 

Éste debería ser el mandato ético de todas las personas implicadas en la educación. Porque no se trata de educar para que el día de mañana nuestros alumnos y alumnas se “adapten” lo mejor posible a un mundo injusto, violento y lleno de injusticias y desigualdades, sino para que tengan información y conocimientos que les permitan entender cómo funciona el mundo y tengan elementos y voluntad de mejorarlo.

 

Notas

[1] Cañadell, Rosa: “La escuela ante la barbarie” Diario de la Educación . 8 noviembre 2023. https://eldiariodelaeducacion.com/2023/11/08/la-escuela-ante-la-barbarie/

[2] Theodor Adorno, “La educación después de Auschwitz”, en Consignas, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1973.

[3] Vega, Renán. “La educación después del genocidio de Gaza” . Rebelión. 05/02/2024. https://rebelion.org/la-educacion-despues-del-genocidio-de-gaza/

Fuente: https://www.elviejotopo.com/topoexpress/palestina-en-la-educacion/

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El conflicto en Gaza aviva el debate sobre la libertad de expresión en las universidades de EEUU

En Estados Unidos, la libertad de expresión siempre ha sido uno de los pilares de los derechos constitucionales en el país. En la actualidad, el alcance de este derecho es parte de un debate sobre las regulaciones al discurso en campus universitarios que ha provocado hasta la renuncia de dos presidentas de sendas prestigiosas instituciones.

 

El conflicto entre Israel y Hamás ha sido clave en la discusión sobre libertad de expresión en las universidades, donde sus líderes han luchado por definir la línea donde el discurso político cruza el acoso y la discriminación, y los estudiantes judíos y árabes expresan su preocupación de que sus universidades están haciendo muy poco para protegerlos.

 

La cuestión ocupó un lugar central en diciembre cuando las entonces presidentas de la Universidad de Harvard, Claudine Gay, y de la Universidad de Pensilvania, Liz Magill, testificaron en una audiencia en el Congreso sobre el antisemitismo en la universidad.

 

Durante la audiencia, la congresista republicana Elise Stefanik cuestionó a Gay si “¿el llamar al genocidio de judíos viola las reglas de Harvard sobre bullying y acoso?”, a lo que la académica respondió: “Puede ser, pero depende del contexto”.

 

Sus expresiones generaron una ola de críticas y peticiones de renuncia, lideradas por la misma congresista Stefanik, y terminaron en la dimisión de Gay. El caso se repitió con Magill, quien renunció a su cargo.

 

Ahora, los republicanos en la Cámara de Representantes consideran investigar a más universidad por temas que van más allá del antisemitismo. Esto, según los analistas, haría más difícil hablar abiertamente en las universidades sobre temas como el aborto, la raza y la diversidad.

 

“Muchos administradores y grupos de estudiantes, especialmente en ciertas escuelas, tienden a inclinarse hacia la izquierda, y cuando los estudiantes expresan puntos de vista diferentes, especialmente en lo que respecta a las iniciativas de diversidad, equidad e inclusión, vemos que son silenciados”, dijo a la Voz de América Alex Morey del grupo no partidista Fundación para los Derechos Individuales y la Expresión.

 

El Departamento de Educación de EEUU ha advertido repetidamente a las universidades que deben luchar contra el antisemitismo y la islamofobia en sus campus o correrían el riesgo de perder fondos federales.

 

El secretario de Educación, Miguel Cardona, dijo que la agencia ha abierto más de 40 investigaciones en colegios y universidades en respuesta a denuncias de antisemitismo e islamofobia desde los ataques del 7 de octubre en Israel, incluidos Harvard, Stanford y MIT.

 

“Algunos profesores están siendo forzados a salir, despedidos, o encuentran el ambiente para la investigación y la enseñanza tan opresivo que muchos de ellos renuncian”, dijo David Jeating del Instituto para la Libertad de Expresión.

 

Sin embargo, ante ciertos intentos conservadores de reformar más ampliamente la educación superior, la organización PEN America advierte que cualquier mejora para proteger la libertad de expresión debe surgir de las propias instituciones.

 

“Tenemos una gran preocupación cuando vemos a políticos que intentan hacer esas reformas, y en la forma en que las hemos visto en legislaciones, como órdenes de silencio educativo, que definen qué se puede y no se puede enseñar en los campus”, apuntó Kristen Shahverdian, líder del equipo de libre expresión y educación de PEN America, en declaraciones a la VOA.

 

Más allá de cómo se desarrollen las guerras políticas, las universidades pueden tomar medidas para fomentar una cultura de libertad de expresión, según el profesor de la Primera Enmienda Eugene Volokh.

 

«Creo que las universidades deberían tener más paneles o debates sobre temas como el aborto, la raza, la acción afirmativa basada en la raza, los derechos de los transexuales, la inmigración tanto legal como irregular”, agregó Volokh.

 

Esto, aseguró, ayudaría a que a que los estudiantes entiendan la importancia de escuchar puntos de vista con los que no necesariamente coinciden.

 

Mientras tanto, el miércoles pasado varios estudiantes judíos presentaron una demanda contra Harvard acusándola de convertirse en «un bastión de odio y acoso desenfrenado contra los judíos».

Fuente: https://americanomedia.com/el-conflicto-en-gaza-aviva-el-debate-sobre-la-libertad-de-expresion-en-las-universidades-de-eeuu/

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No colabores con la prensa que calla el genocidio en Gaza

Por Ollantay Itzamná

En un mes del exterminio de la población civil en Palestina, sobre todo en Gaza, 49 periodistas fueron asesinados por el ejército de Israel, ante la complicidad y el silencio de la gran mayoría de la prensa mundial.

“No podemos soportarlo más, estamos exhaustos. Somos víctimas, somos mártires. Es solo cuestión de tiempo. Vamos a ser asesinados uno por uno y nadie nos está mirando”, dice conmocionado Salman al Basheer, corresponsal de la televisión palestina, frente a las puertas del hospital Nasser, en Khan Younis.

Del otro lado, en pantalla compartida, su colega llora en el estudio del canal local. La luz roja de la cámara encendida, sus palabras: “nadie está mirando”. Al Bassher está retrasmitiendo en directo el asesinato de su compañero, Mohammed Abu Hatab, quién pocas horas antes estaba parado frente a la cámara en ese mismo lugar. “Estos chalecos balísticos, estos cascos, no nos protegen. No protegen a ningún periodista”, expresa con rabia mientras se quita el traje de protección azul con el eslogan de “prensa” y lo lanza al suelo.

Mientras la humanidad sufre el tercer holocausto moderno. Mientras Israel, promovido y pertrechado por los EEUUU, asesina a más de 11 mil palestinos en cuestión de días. Mientras las bombas israelnorteamericanas pulverizan cámaras y micrófonos junto a los corresponsales de guerra. Existen empresas de comunicación y trabajadores de prensa que guardan un cómplice silencio total sobre este macabro suceso que ocurre en vivo y en directo.

Guatemala vivió uno de los últimos genocidios en el Continente. Específicamente la población maya ixil, sobreviviente al holocausto del siglo XVI, a finales del pasado siglo fue masacrada con fusiles de asalto galil de fabricación israelí, pero este país no ha expresado aún solidaridad o protesta contra el crimen que Israel comete en Palestina.

Existe un silencio total sobre el genocidio en Palestina de medios de comunicación alternativa como prensa comunitaria, y de otros, en una atmósfera de agenda noticiosa alternativa y corporativa nacional determinada por la Embajada norteamericana y por la USAID.

Este silencio cómplice con el genocidio contra la humanidad cobra mayor responsabilidad tratándose de comunicadores/as guatemaltecas que saben de lo que es un genocidio en su propio terruño. Responsabilidad que no se justifica, ni se mitiga, por más que las y los trabajadores de la prensa corporativa y alternativa estén en situación límite en la generación de sus medios de subsistencia. No es humano, mucho menos es ético, callar los asesinatos inmunes de nuestros colegas corresponsales en Gaza, o del genocidio en Palestina. Esto no tiene perdón según la ética periodística.

Desde esta sencilla columna de opinión, así como reiteramos nuestros pedido a  gobernantes de los diferentes estados del Continente a desconocer al Estado genocida de Israel, pedimos también a nuestros colegas periodistas e investigadores/as a dejar de colaborar con la prensa callada sobre el genocidio en Gaza. No podemos, ni debemos ser cómplices de la derrota de la verdad y de la humanidad en esta batalla cultural mediática que Israel/EEUU lideran.

Ollantay Itzamná. Defensor de Derechos de la Madre Tierra y Derechos Humanos desde Abya Yala

Blog delñ autor: https://ollantayitzamna.com/

@JubenalQ

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