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Michel Desmurget: “Nuestros hijos son cada vez más ‘imbéciles’ a causa del consumo digital”

Por: Laura Román

Michel Desmurget, director de investigación en el Instituto Nacional de Salud y la Investigación Médica en Francia, se muestra muy crítico con el abuso de las pantallas por parte de niños y jóvenes, ya que afecta a su desarrollo cerebral. Una cuestión que va unida a la digitalización de la enseñanza, que la considera un ahorro de dinero para no invertir en personal cualificado, además de provocar un aumento de las desigualdades sociales entre los estudiantes.

El último libro de Michel Desmurget, director de investigación en el Instituto Nacional de Salud y la Investigación Médica en Francia, se titula ‘La fábrica de cretinos digitales. El peligro de las pantallas para nuestros hijos’. Y es que Desmurguet considera que el abuso de las pantallas por parte de niños y adolescentes es un problema de salud pública. Cree que hay que agitar las conciencias de los que piensan que si un adolescente se pasa hasta siete horas delante de un ordenador no ocurre nada en su cerebro. En su opinión, este consumo digital tiene un impacto negativo tanto en el desarrollo cerebral como en posibles problemas de obesidad, ansiedad o falta de concentración.

Y si se trata de agitar conciencias, Desmurget no tiene pelos en la lengua: “Nuestros hijos son así, literalmente (e incuestionablemente), cada vez más ‘imbéciles’ (y, no hay desprecio en esta palabra, sólo preocupación por sacudir las conciencias)”.

Pregunta: Su libro se titula ‘La fábrica de cretinos digitales. El peligro de las pantallas para nuestros hijos’. ¿Cuáles son las principales razones con las que sostiene dicha afirmación?

R: Hay dos razones principales. La primera es para agitar el ‘letargo’ periodístico. Me sorprende la imprudencia con la que la mayoría de los medios de comunicación está tratando este tema. Los estudios científicos muestran que nos estamos enfrentando a un gran problema de salud pública. Sin embargo, en contraste con esta realidad perturbadora, el discurso de los medios de comunicación sigue siendo pacíficamente tranquilizador (por no decir entusiasta).

En segundo lugar, las investigaciones realizadas desde hace 50 años (primero en la televisión, luego en los videojuegos y ahora en las redes sociales y los dispositivos móviles) demuestran que el consumo digital actual está devastando los pilares más esenciales de la inteligencia de nuestros hijos: el lenguaje, la concentración, la capacidad de memoria, la creatividad, la cultura (en relación a la serie de conocimientos que nos permiten comprender el mundo). Nuestros hijos son así, literalmente (e incuestionablemente), cada vez más ‘imbéciles’ (y, no hay desprecio en esa palabra, sólo preocupación por sacudir las conciencias).

P: ¿Cuáles cree que son los efectos más perjudiciales del uso de la tecnología entre los más jóvenes? ¿Y los beneficios a destacar?

R: No se trata de llevar a cabo una cruzada tecnofóbica. En muchas áreas, la ‘revolución digital’ ha demostrado ser muy beneficiosa: en la industria, investigación, medicina, comercio… Pero eso no es de lo que estamos hablando aquí. Todos los estudios demuestran que cuando se pone una pantalla de cualquier tipo (televisión, videoconsola, smartphone, tableta…) en las manos de un niño o adolescente, casi siempre son los usos recreativos más debilitantes los que salen ganando. En otras palabras: no se trata de ver cómo las generaciones más jóvenes podrían utilizar correctamente las herramientas digitales que tienen a su disposición, sino más bien analizar cómo las utilizan realmente.

«Los estudios científicos muestran que nos estamos enfrentando a un gran problema de salud pública»

De ese modo, se observa que el consumo recreativo nocivo (lo que ‘cretiniza’) acapara las prácticas digitales que sí son potencialmente beneficiosas. Aún así, tenemos que echar un vistazo a los números. El uso estrictamente recreativo (fuera de la escuela y de los deberes) asciende a un promedio de casi 3 horas diarias entre los niños de 2 años, casi 5 horas entre los de 8 y más de 7 horas entre los adolescentes. Es totalmente extravagante. Estos datos representan casi 30.000 horas durante toda la infancia, es decir, más de 30 años escolares.

P: Usted dice que el desarrollo intelectual de los niños comienza a verse afectado cuando están frente a una pantalla por lo menos 30 minutos al día. ¿Qué es lo que cambia en el cerebro del estudiante? ¿Qué otros efectos causa?

R: Todo lo que hacemos y aprendemos cambia la estructura y la función de nuestro cerebro. Algunas áreas se vuelven más gruesas, otras más delgadas; algunas conexiones se desarrollan y otras se desvanecen. Por ejemplo, el consumo de videojuegos de acción provoca un engrosamiento de ciertas regiones motoras relacionadas con el manejo de los ‘joysticks’. Por el contrario, el uso de pantallas causa retrasos en la maduración dentro de las redes lingüísticas, debido en parte a una disminución del tiempo dedicado a la lectura y a las interacciones intrafamiliares.

Déjeme aclarar que lo digital también es ‘cultura’. Pero hay que admitir que no todas las ‘culturas’ son igualmente efectivas para el desarrollo cerebral. Existe mucha literatura científica que demuestra el impacto negativo del uso recreativo digital en el desarrollo somático (obesidad o problemas cardiovasculares), emocional (ansiedad o agresividad) y cognitivo (lenguaje o falta de concentración). Lo que puede suponer una bajada significativa en el rendimiento académico.

P: El uso de la tecnología en el ámbito escolar está cada vez más normalizado. ¿De qué forma se puede llevar a cabo un uso correcto de los dispositivos?

La pregunta no es cómo, sino por qué. ¿Debería enseñarse a los estudiantes a dominar ciertas herramientas informáticas relacionadas con la búsqueda de información, codificación, seguridad o software? Sin duda. ¿La tecnología digital tiene su lugar en el ámbito pedagógico del docente? Probablemente también, en el sentido de que ciertas herramientas de software, debidamente analizadas y validadas, pueden ser útiles para ciertos aprendizajes (por ejemplo, un software de visualización 3D para geometría o biología).

«El uso de pantallas causa retrasos en la maduración dentro de las redes lingüísticas, debido a una disminución del tiempo dedicado a la lectura y a las interacciones intrafamiliares»

P: ¿De eso se trata cuando hablamos de digitalizar la enseñanza?

En la mayoría de los países occidentales, al docente no se le proporciona herramientas digitales complementarias. Cuando se habla de digitalizar la educación, se trata de ahorrar dinero sustituyendo el tiempo humano cualificado por el tiempo de la máquina.

Por lo tanto, la tecnología digital está emergiendo, no como el progreso pedagógico que se nos describe, sino como una necesidad presupuestaria inevitable. Sin embargo, todos los estudios a gran escala que se encuentran disponibles (incluidos los estudios PISA) muestran, sin la menor ambigüedad, que la digitalización de la enseñanza aumenta las desigualdades sociales y, en general, empeora el rendimiento educativo. En otras palabras, aquí también son los niños menos favorecidos los que pagan por las restricciones económicas que ‘estrangulan’ nuestros sistemas escolares.

educación online

P: Debido a la pandemia, los estudiantes de muchas partes del mundo han tenido que realizar las clases via online, ¿Es posible adaptar el modelo educativo actual a un sistema online sin perjudicar a las capacidades de los estudiantes?

Desde un punto de vista práctico, la experiencia sólo ha confirmado lo que ya sabíamos: lo digital es mejor que nada, pero es infinitamente peor que un profesor cualificado y de carne y hueso. En Francia, el Primer Ministro, además, lo ha admitido abiertamente, explicando que la reapertura de las escuelas era «un imperativo de educación y justicia social».

El problema es que se ha comenzado a alzar la voz para alabar esta revolución digital que nos ha salvado del desastre y que, por tanto, debería perpetuarse a día de hoy. Resulta molesto, pero no necesariamente sorprendente si se tiene en cuenta que el objetivo final no es, como se ha señalado anteriormente, la mejora de la atención a los estudiantes, sino la reducción de costes en la educación. Así que para responder a la pregunta con precisión: sí, la transición del modelo educativo actual a un sistema en línea es posible, pero no sin fallos pedagógicos. Esa transición sólo puede hacerse en detrimento de los estudiantes (especialmente los menos favorecidos).

«Cuando se habla de digitalizar la educación, se trata de ahorrar dinero sustituyendo el tiempo humano cualificado por el tiempo de la máquina»

P: Al final de su libro ofrece siete normas esenciales para llevar a cabo con los niños y establece ausencia total de pantallas antes de los 6 años. ¿Cree que es posible en un mundo hiperconectado, tanto en casa como en la escuela?

Por supuesto que es posible, al menos en casa. Según datos de distintos estudios,  vemos que entre el 5 y el 10% de las familias mantienen escrupulosamente a sus hijos alejados de la exposición digital ‘recreativa’. Estas familias tienden a ser de los entornos sociales más favorecidos. Sorprendentemente, como han demostrado varios artículos recientes, muchos ejecutivos de las industrias digitales siguen la misma lógica y se centran en proteger a sus hijos de los productos que nos venden.

Poco antes de su muerte, Steve Jobs explicó que era un padre de «baja tecnología» y que sus hijos no tenían una tableta. Un ex editor de Wired estuvo de acuerdo, diciendo que había «visto de primera mano los peligros de la tecnología…. No quiero que eso le pase a mis hijos». Al final, el problema es bastante simple. Cientos de estudios de investigación muestran la peligrosidad de las exposiciones tempranas en términos de habituación y desarrollo. Por el contrario, ningún estudio (¡ninguno!) ha revelado ningún impacto negativo, a corto o largo plazo, en los niños que no usan las pantallas.

Sin embargo, y para finalizar, dos observaciones. En primer lugar, todo el mundo puede obviamente, de vez en cuando, ver dibujos animados en la televisión con sus hijos. En segundo lugar, incluso a edades tempranas, es fundamental explicar al niño la razón de las restricciones (porque interfiere con su sueño, le impide crecer y desarrollar bien su cerebro…). También en esta área, prevenir es mejor que curar.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/michel-desmurget-hijos-imbeciles-consumo-digital/
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¿Cómo trabajar los miedos de los niños ante el coronavirus en las aulas?

Por: ABC

Pilu Hernández Dopico, maestra y CEO de El Pupitre de Pilu, ofrece cuatro pautas.

Los colegios, este año, tienen el reto de plantar cara al coronavirus al mismo tiempo que intentan desarrollar su propia actividad académica. Así, los profesores y demás profesionales de los centros educativos no solo han de vigilar que los menores se laven las manos o no se quiten la mascarilla, sino que también han de velar por su bienestar psicológico. Según la maestra Pilu Hernández, CEO de El Pupitre de Pilu, los profesores han de convertir el aula en un lugar seguro donde los pequeños no sientan miedo.

«Partimos de que el mayor deseo de los niños y niñas tras estar confinados era volver a clase, y tras 6 meses lo han logrado. Para ellos, el cole no es solo un lugar educativo, donde aprenden nuevos conocimientos, sino que principalmente es un lugar de encuentro con sus iguales, un espacio de ocio donde se relacionan con sus amigos y amigas. Es en la escuela donde forjan sus primeras amistades», recuerda la experta.

Pero este curso es muy diferente y están viviendo nuevas situaciones que podría provocar inestabilidad en sus rutinas. Aunque a los docentes no se les forma en gestión de las emociones, estos -indica la experta- «pueden seguir unas pautas para enfrentar el miedo en las aulas ante situaciones difíciles».

Ciertamente, a los docentes no se les forma en gestión de las emociones, «pero podemos seguir unas pautas para enfrentar el miedo en las aulas ante situaciones difíciles de abordar». Por ello, El Pupitre de Pilu propone 4 pautas a seguir en las clases:

1. El sentimiento que tiene que primar en las aulas es la calma y la resiliencia. Tenemos que asumir que el virus ha venido para quedarse y debemos aprender a vivir con él.

2. No podemos olvidar que muchos de los pequeños también han perdido seres queridos en esta pandemia, y debemos darles herramientas para superarlo y enfrentar el miedo que produce esta pérdida.

3. Debemos trabajar la diferencia entre privacidad y aflicción, ya que habrá niñas y niños que les quiten su privacidad de ir al colegio, pero tenemos que explicarle que eso lo podrán recuperar. El verdadero conflicto llega cuando hay que trabajar la aflicción, ese sentimiento de pena, dolor y/o tristeza que los pequeños pueden llegar a tener en estos momentos.

4. Tenemos que ser realistas y honestos. Debemos preparar a los niños mentalmente en lo que están viviendo y lo que pueda venir, ya que no es verdad que todo va a salir bien, y no podemos afirmarlo. Existen familias que están sufriendo directamente esta pandemia, no sólo sanitariamente hablando, sino también están en ERTES o han sido despedidos de sus trabajos, por lo que a sus hijos no podemos decirles que todo va a ir bien. Debemos enseñarles a vivir con ello, darles estrategias para afrontar lo que están pasando. Claramente no es la misma situación la de un niño ha perdido a su padre, que la de otro que le hayan echado del trabajo, pero ambas situaciones deben afrontarse.

«Como conclusión -dice la experta-, debemos crear aulas donde el miedo no sea el protagonista, sino que los protagonistas sean los alumnos, y que la educación no se ponga en último lugar, ya que es un derecho fundamental de los más pequeños. Además, tenemos que recordar que el colegio es el lugar donde los niños se desarrollan más allá de las competencias educativas que puedan adquirir en él, es donde comienzan a forjar amistades y aprenden a relacionarse».

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-como-trabajar-miedos-ninos-ante-coronavirus-aulas-202010110100_noticia.html

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Francisco Castaño: “Educamos a los hijos en Walt Disney y la vida es ‘The Walking Dead’ ”

Por: Educación 3.0

Las familias no cuentan con un manual de instrucciones para saber cómo educar a sus hijos. Por esta razón Francisco Castaño, docente y autor del libro ‘La mejor versión de tu hijo’, cree que lo mejor es formarse para aprender a educar.

La mejor versión de los hijos no tiene nada que ver con conseguir que sean mejores que el resto. Ni tampoco hay que confundir ‘autoridad’ con ‘autoritarismo’ cuando se habla de educar. Francisco Castaño, docente, asesor familiar y autor del libro ‘La mejor versión de tu hijo’, tiene claro que educar no es fácil y que, por ello, hay que aprender a hacerlo. Pero, ¿cómo? Ahí va una primera pista: “Tener herramientas y habilidades educativas”. O lo que es lo mismo: “Dar recursos a los padres para educar”, algo que, por cierto, es el objetivo principal de su última obra.

Pregunta: Según su experiencia, ¿cuáles son las preocupaciones más comunes de los padres de hoy en día? ¿Y de los adolescentes respecto a sus familias?

Respuesta: Normalmente me llegan familias que tienen problemas de conducta con sus hijos. Su mayor preocupación es que cumplan con sus responsabilidades; y las reacciones de sus hijos cuando los padres intentan hacerlas cumplir suelen ser desmesuradas. Los adolescentes se acostumbran a quejarse de incomprensión y de no ser escuchados. Por ello, es importante recordarles a los padres cómo actuaban y se comportaban cuando tenían su edad porque, a veces, pierden un poco la memoria.

P: ¿Además de la memoria, se ha perdido también el sentido común?

R: El objetivo de las familias es que sus hijos sean felices. Sin embargo, lo que entienden por felicidad y lo que realmente hace a los adolescentes felices es, muchas veces, muy diferente. Los adultos pueden llegar a actuar con poco sentido común para conseguir una falsa felicidad.

P: ¿Esa falsa felicidad tiene que ver con la sobreprotección?

R: Educamos a los hijos en Walt Disney y la vida es ‘The Walking Dead’. La sobreprotección hace que los niños no maduren como deben, no asuman responsabilidades, no aprendan a resolver sus problemas y tengan la autoestima baja. Cuando llegan a la adolescencia se van despegando de sus progenitores, entonces ya no quieren que se les ayude, pero no son capaces de resolver muchas cosas y culpan a los padres, aunque estos no tengan nada que ver.

educar hijos

P: Educar no es fácil…

R: En la actualidad, educar es mucho más difícil que en la época de nuestros padres. La sociedad ha cambiado, se ha hecho más compleja, todo evoluciona más rápido… Normalmente, para educar intentamos hacer lo que hicieron con nosotros o, a veces, todo lo contrario, porque no nos gustó nuestra propia experiencia. Pero, ninguno de estos dos comportamientos suele funcionar, porque nada tiene que ver el presente con la sociedad de cuando éramos pequeños. Por ello, es importante tener herramientas y habilidades educativas que nos faciliten esta labor. De hecho, este es el objetivo de mi libro: dar a los padres recursos para la educación.
Entrevista Francisco Castaño

P: ¿Cómo podemos las familias aprender a educar?

R: Lo primero es tener claro que hemos de aprender a educar. Nos formamos para temas laborales, hacemos cursos sobre aficiones y, en muchas familias, se olvida invertir tiempo en formarse para la mayor responsabilidad que se tiene en la vida, que es educar a un hijo. Por suerte cada vez hay más madres y padres que se intentan formar: hay libros, cursos, talleres… Todo es cuestión de ponerse manos a la obra.

P: ¿Cómo ha afectado el confinamiento a los adolescentes?

R: Aunque para algunos ha sido complicado, en general, diría que los adolescentes son los que mejor lo han llevado. Se han adaptado bien y con la afinidad y el hábito de comunicarse a través de las nuevas tecnologías, lo han superado con nota. Sin embargo, la vuelta a la nueva normalidad les va a resultar un poco más difícil. El guardar las distancias o cumplir las normas de seguridad les cuesta por la propia idiosincrasia de la adolescencia: la rebeldía, el posicionamiento, la falta de conciencia de riesgo y las hormonas en ebullición.

P: ¿Por qué ha titulado su libro ‘La mejor versión de tu hijo’?

R: Porque el objetivo de educar a un hijo ha de ser conseguir la mejor versión de sí mismo, no que sea mejor que los demás. Los padres y las madres, muchas veces, queremos que hagan lo que nosotros no pudimos hacer y tenemos una serie de expectativas: que estudien la carrera que creemos que es la mejor para ellos o, simplemente, que sean el alma de la fiesta cuando el niño es introvertido. Nuestra labor al educarle es aceptarle tal como es y conseguir sacarle el máximo partido apoyándole, comprendiéndole, queriéndole, dejando que se equivoque y, sobre todo, enseñándole a dar todo su potencial para alcanzar los objetivos que se proponga en la vida.

P: En su libro explica la diferencia entre autoridad y autoritarismo.

R: Las madres y padres hemos de tener autoridad sobre los hijos, aunque, a veces, esta palabra provoca una especie de sarpullido en algunos progenitores. Una cosa es el autoritarismo: el menor ha de hacer lo que digan sus padres simplemente porque lo han dicho ellos. Y otra la autoridad: se han de cumplir con una serie de normas y respetar unos límites y los encargados de supervisar que esto se cumplan somos los padres. Pero hay algo que aún es más importante, que es la autoridad moral. Si quiero que mi hijo no use el móvil en la mesa, yo no lo he de usar. Si quiero que sea puntual, primero he de serlo yo. No nos podemos olvidar de que educamos más con el ejemplo que con lo que decimos.

P: ¿Es posible mantenerse firme dando cariño?

R: Esa es la clave de mi libro. Para educar hacen falta dos ingredientes: la firmeza y el cariño. Los niños necesitan el afecto incluso más que la comida. Pero darles amor no está reñido con mantenerse firme en ciertos aspectos. Por ejemplo, con mis hijos nos damos ‘abrazos de oso’ cada noche y estos no están reñidos con que tengan que acostarse a la hora pactada. Los abrazos son el cariño y la hora la firmeza.

P: ¿Cómo se puede propiciar la comunicación con los hijos?

R: Lo más importante para incentivar la comunicación con los hijos es escucharlos. A veces, cuando nos vienen a hablar de algo que no consideramos importante, no les atendemos como es debido. Eso sí, cuando vienen a contarnos algo del colegio o del instituto enseguida prestamos atención. Por otro lado, se abusa del interrogatorio y esto es algo que provoca el efecto contrario al deseado. Como ven que los padres queremos saber, en vez de interesarse, dejan de contarnos cosas. La clave está en la comprensión y en entender lo que es importante para ellos.

P: ¿Cómo se debe hablar de sexo con ellos?

R: Hablar de sexo es algo que en algunas casas es aun tabú y en otras da un poco de aprehensión, aunque, por suerte, cada vez menos. Hay que hablar de sexo con los hijos con toda la naturalidad del mundo, sin dar rodeos y con un lenguaje adecuado a su edad y madurez. También hay que estar preparados para escuchar cosas que no nos gustan y poder responder a sus dudas con tranquilidad. Como todo, el concepto del sexo que tienen ellos no tiene nada que ver con el que tenemos los adultos y una comunicación asertiva hará que se les pueda educar en esta faceta tan importante para la vida.

P: ¿Cuál es la principal misión como padres?

R: Conseguir la mejor versión de nuestros hijos, además de enseñarles que lo más importante en la vida es ser feliz.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/educamos-hijos-walt-disney-vida-es-the-walking-dead/

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Educar en casa gana adeptos en la temida vuelta al cole de la era covid

Por: ABC

La educación en familia está contemplada por el Ministerio de Educación para casos específicos -feriantes, artistas o deportistas de élite- que siguen un sistema regulado, pero no como una alternativa al modelo de escolarización implantado en España.

Las familias que optan por una educación alternativa a la estandarizada en España y la prefieren en casa han aumentado en esta vuelta al cole de la covid, en algunos casos por miedo a los contagios y en otros, la mayoría, porque la situación propiciada por la pandemia ha despejado sus dudas sobre este modelo.

La educación en familia está contemplada por el Ministerio de Educación para casos específicos -feriantes, artistas o deportistas de élite- que siguen un sistema regulado, pero no como una alternativa al modelo de escolarización implantado en España.

Se podría afirmar que, en cierta manera, de marzo a junio los alumnos de toda España han sido «homeschoolers»», según asegura a Efe el abogado de la Asociación para la Libre Educación y profesor de la Universidad Europea de Valencia, Jorge Sánchez-Tarazaga.

En el último mes, la Asociación para la Libre Educación constata un incremento notable de familias que han elegido este modelo, más de un centenar, si bien no todas las que practican el «homeschooling» -entre 2.000 y 4.000 en España- pertenecen a la asociación.

Creada hace dieciocho años con el objetivo de lograr el reconocimiento legal de la educación en casa, su portavoz, Alejandro Muñoz, asegura que la pandemia ha propiciado un incremento en el número de familias que se están acercando a este modelo de enseñanza, y pide que no se les confunda con los absentistas.

La mayoría de los nuevos son familias que tenían dudas entre comenzar la educación en casa o continuar con el sistema tradicional por miedo a las consecuencias que puede tener legalmente la primera opción o los efectos que conlleva en la organización familiar, y la situación de los últimos meses ha alentado que finalmente hayan decidido educar en casa.

Jorge Sánchez-Tarazaga aclara que no es que la Asociación para la Libre Educación promueva la educación en casa para protegerse de la covid, sino que algunas familias se han interesado al ser una entidad con experiencia en este modelo.

Se ha identificado el derecho a la educación del menor, que todo el mundo apoya, con la escolarización obligatoria, pero «no es lo mismo», defiende, y en la educación en casa existe un proyecto educativo aunque este no coincida con «el sistema industrial».

ALEGALIDAD

Al no estar regulada ni reconocida, este tipo de educación es «alegal» en España, no así en otros países como Portugal, Italia, Francia, Irlanda, EEUU, Polonia o Suiza, y por ello cuando se detecta una situación de este tipo se inicia el protocolo de absentismo, si bien hay comunidades autónomas que han hecho una diferenciación entre las situaciones de absentismo real y la educación en casa.

La Asociación para la Libre Educación ha mantenido contacto en los últimos meses con varios grupos políticos para exponer sus propuestas, pero no ha encontrado interés.

Para que haya un reconocimiento legal por parte de la Administración para la educación en casa hace falta una voluntad política y un apoyo social; precisamente la pandemia ha dado visibilidad al modelo en casa y parece que ha crecido el apoyo social.

Tipos de educación en familia

No hay un solo tipo de «homeschooling»: unos prefieren aplicarlo de forma similar a las escuelas, con un temario y horas específicas para cada materia, y otros se basan en la motivación intrínseca de los niños por aprender y los padres solo hacen un acompañamiento al aprendizaje.

Conforme avanza el grado de conocimientos, es posible que los padres no dominen por completo la materia, y entonces entra en juego el material que existe en internet, las bibliotecas o la ayuda externa, que pueden ser otros padres, por ejemplo, en el aprendizaje de idiomas extranjeros.

Filosofía de vida

Se trata de estar dispuesto a cambios en las familias para ofrecer a los niños todo el tiempo a su disposición, cambios que pueden incluir que uno de los miembros de la pareja no trabaje o deje el mercado laboral o que ambos trabajen a tiempo parcial o desde casa.

También implica «renunciar a alguna cosa» y acoplar la economía a tus decisiones, opina Muñoz de un sistema que «no es» para todas las familias, según reconoce Sánchez-Tarazaga.

Educación alternativa

El abanico de modalidades de educación basadas en relaciones distintas con los niños es más amplio y comprende también sistemas libres en que los niños deciden cuándo aprender, cómo y con quién. En Orba (Alicante) existe una escuela así: Ojo de Agua, caracterizada por poner el foco en los intereses de los niños desde el concepto de respeto.

Funciona como una democracia directa (aunque limitada) y los niños tienen voz y voto en la asamblea semanal para decidir múltiples aspectos de la convivencia. El ecosistema y la sostenibilidad -se ubica en una finca de 2,7 hectáreas- son también factores fundamentales de la escuela, que cuenta con entre 60 y 80 participantes al año de entre 3 y 16-18 años de diversas nacionalidades.

El contacto con la naturaleza y el bienestar emocional y social son factores decisivos en la salud física de niños y jóvenes, según considera Javier Herrero, impulsor de esta escuela junto a Marién Fuentes.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-educar-casa-gana-adeptos-temida-vuelta-cole-covid-202009290052_noticia.html

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El 80% de los niños siente ilusión por volver a las aulas

Por: ABC

Sin embargo, los padres manifiestan su preocupación en este principio de curso tan diferente, según un estudio.

Ilusión, nervios, incertidumbre, miedo… ¿Cómo afrontan esta vuelta al cole tan diferente los más pequeños? ¿Y los padres? El 80% de los niños encuestados por Kellogg afirman que sienten ilusión por volver a las aulas. Y es que el 91% dicen que lo que más han echado de menos ha sido jugar con sus compañeros, además de ver a sus profesores, aprender cosas nuevas y las actividades extraescolares. Sin embargo, los padres manifiestan su preocupación en este principio de curso tan diferente, ya que el 72% teme un posible contagio de coronavirus de los menores y que lo transmitan a la familia.

Kellogg ha elaborado el Estudio Choco Krispies 2020, claves para una vuelta al colegio especial con el objetivo de conocer las opiniones de niños entre 6 y 12 años y de sus padres ante un retorno a las aulas totalmente diferente marcado por la crisis del coronavirus. Este estudio permite conocer cómo afrontan la vuelta al cole, así como las vivencias y experiencias positivas que han vivido durante el confinamiento y que a los padres le gustaría mantener durante el nuevo curso escolar. En el estudio han participado más de 500 familias de todo el país.

Renunciar al contacto con nuestros amigos o seres queridos ha sido una de las principales consecuencias que nos ha dejado esta pandemia. La psicóloga infantil Úrsula Perona, que ha analizado los resultados del estudio, explica que «tradicionalmente la vuelta al cole es un momento muy especial para las familias, ya que los niños llevan todo el verano sin ver a sus compañeros y después de dos meses y medio, les echan de menos. Este año, debido al confinamiento, dos meses se han convertido en seis largos meses sin ir a clase. Seis meses también sin rutinas, sin horarios fijos, sin tantas normas».

Y además esta vuelta al cole está llena de incertidumbre. Según afirma la psicóloga «las personas solemos tolerar mal la falta de control. Más los adultos que los niños. Los adultos necesitamos tener el control de las cosas; anticiparnos. Mientras que los niños están naturalmente situados en el presente, por lo que no tienen esa capacidad para angustiarse por eventos futuros».

El hecho de no acudir a las aulas durante un tiempo prolongado ha despertado algunas preocupaciones entre los padres. El 75% considera que el confinamiento ha afectado a los niños en su desarrollo social y el aprendizaje. Además, un 62% cree que es más efectivo un aprendizaje presencial tradicional, mientras que el 34% opina que podrían combinarse el aprendizaje presencial y online de forma efectiva. Únicamente un 4% de los padres opinan que el aprendizaje online es más efectivo.

Y es que un 73% de los padres encuestados consideran que el colegio no es solo un lugar para adquirir nuevos conocimientos, sino el lugar donde adquieren valores como la convivencia, el compañerismo o la empatía. También el desarrollo de la independencia de los menores es algo que los padres destacan como valor de la asistencia a las aulas (55%). También un 50% reconocen como positivo poder disponer de tiempo para sus obligaciones mientras los niños están en el colegio, facilitando la conciliación con el trabajo.

Los aprendizajes del confinamiento

Si la pandemia nos ha traído alguna consecuencia positiva es el tiempo de calidad que han podido compartir las familias. De hecho, un 63,4% de los padres afirma haber podido dedicar más tiempo a jugar con sus hijos y pretende seguir haciéndolo tras el inicio del nuevo periodo escolar.

Padres e hijos no solo han compartido juegos, sino también rutinas diarias que ya echan en falta. Así pasa con el momento del desayuno: un 25% de los padres que han participado en el estudio afirma que lo que más echa de menos de estos meses pasados es poder desayunar en familia y, además, el 36,6% considera que en casa la alimentación de sus hijos ha mejorado en mayor o menor medida.

«Esta situación que nos ha tocado vivir también nos está dejando aprendizajes. Estamos aprendiendo a ser resilientes, a adaptarnos a las circunstancias. A vivir más en el momento presente. Nos está enseñando que somos más fuertes de lo que pensábamos. Y que podemos adaptarnos a una gran variedad de situaciones. También nos ha enseñado a valorar más las pequeñas cosas», declara Úrsula Perona.

PsicoTips para la nueva vuelta al cole

La psicóloga infantil Úrsula Perona ha preparado unos sencillos y útiles consejos para esta vuelta a las aulas tan especial:

Preparar la vuelta al cole con antelación. Los niños llevan meses sin horarios estrictos ni rutinas, por lo que este curso les costará más adaptarse a los ritmos del colegio. Ayúdales a regular el horario de sueño, y ve restringiéndoles poco a poco el uso de la tecnología para no quitársela de golpe al inicio del curso.

Trata de resolver todas sus dudas. Estar informados de lo que pueden esperar al volver a las aulas minimizará su ansiedad. Dales información veraz, adaptada a su edad, sobre cómo será la nueva vuelta al cole: horarios, entrada escalonada, uso de la mascarilla o distancia de seguridad.

Trata de mantener las rutinas de otros años previas a la vuelta al cole. Comprar el material escolar, preparar su lugar de estudio o el uniforme, son pequeñas tareas que les llenan de ilusión y les ayudan a ir preparándose mentalmente para abandonar el modo vacaciones y adaptarse a la nueva rutina que conlleva el colegio.

Se paciente con el período de adaptación. Van a necesitar más tiempo del habitual para retomar el ritmo del curso escolar. Han estado seis meses sin ir, por lo que es normal que necesiten unas semanas para adaptarse. Además, no es conveniente anticiparles demasiado: centrarse en dos o tres semanas vista y hacerles entender que el contexto es impredecible y que tenemos que ir día a día.

Es conveniente realizar juntos un collage o póster con las nuevas normas del cole. Les ayudará a interiorizarlas. Pueden hacer dibujos, usar recortes de prensa y ponerle mucha imaginación. Ponerlas en un lugar visible de la casa y recordárselas cada mañana.

No olvides lo que os hizo feliz durante la pandemia. Jugar con tus hijos, desayunar en familia, cocinar comida saludable o dejar de lado las prisas. La vida nos ha dado la oportunidad de reconectar con lo verdaderamente importante, no olvidemos la lección.

Fuente e Imagen: abc.es/familia/educacion/abci-80-por-ciento-ninos-siente-ilusion-volver-aulas-202009060133_noticia.html

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¿Debe mi hijo de 3 años empezar su etapa escolar en un curso tan extraño o mejor evitarlo si tiene posibilidad?

Por: Carlota Fominaya

En un contexto como el actual, hay que sopesar dos aspectos fundamentales, y no necesariamente contrapuestos: de un lado, la incertidumbre en materia de salud derivada de la pandemia que estamos viviendo, y de otro, el impacto que tiene en el niño una ausencia prolongada de su centro educativo, de sus compañeros… Respecto a la primera cuestión, si bien es cierto que los protocolos de actuación marcados por las autoridades educativas todavía tienen mucho margen de mejora, sí ha habido numerosos centros educativos que han ido mucho más allá de las pautas marcadas por los protocolos públicos de actuación, en materia de medidas de higiene tanto para los niños como para el equipo, en materia de integración de las nuevas normas en los alumnos de tan temprana edad, etc.

A modo de ejemplo, en Alaria Nursery Schools ya abrimos tres de nuestros centros de Madrid durante el mes de julio, y la experiencia fue un éxito. Más allá de no haber tenido ningún caso de Covid-19 durante este primer mes (no exclusivamente, pero sí muy condicionado por ello en base a las numerosas medidas higiénicas adoptadas y a una definición de grupos muy reducidos por profesora), han sido muy positivas todas las medidas orientadas a adaptar el programa curricular, y que tenían como objetivo permitir que alumnos tan pequeños asimilasen de forma natural las nuevas circunstancias: introducción del lenguaje de signos como forma de sustituir algunos gestos físicos en los niños (¿por qué tienen que dejar de abrazarse… aunque no sea físicamente?), adaptación de elementos de gamificación para hacer que perciban las nuevas rutinas (de distancia social e higiene) como un mero juego, una adaptación de nuestro programa de “Filosofía para Niños” como forma de ayudar a nuestros alumnos a comprender el contexto que estamos viviendo… También hay que tener en cuenta que son cada vez más los estudios que evidencian (el último, realizado en Corea del Sur) que los niños de menos de 10 años tienen una tasa de contagio inferior a la mitad que comparativamente con los mayores de esta edad, lo que sin duda ofrece mayores garantías a las familias que asisten a un centro de educación infantil respecto a aquellos que ofrecen toda la gama de edades.

En relación a la segunda cuestión, las ventajas que puede ofrecer el inicio de la escolarización del niño pueden ser muy superiores a las posibles incertidumbres sanitarias que pueda tener la familia, pero siempre y cuando exista el convencimiento por sus padres de que su centro educativo ha actuado de forma efectiva y ágil de cara a adaptarse a este nuevo entorno.

Probablemente los padres ya puedan tener alguna pista acerca de cómo actuará su centro educativo en estos primeros meses, en base a evaluar cómo reaccionaron entre marzo y junio con el confinamiento: si perciben que su centro educativo reaccionó de forma ágil y con soluciones efectivas (metodología online, apoyo psicopedagógico a los padres ante un contexto tan complicado, etc.) en dichos meses, probablemente su centro tenga las capacidades para afrontar este nuevo período con mayores garantías. No obstante, también hay que decir que la respuesta de los centros educativos en dicho período ha sido muy diversa en términos de su respuesta tanto a los alumnos como a sus padres.

Fuente e Imagen: https://www.abc.es/familia/educacion/abci-debe-hijo-3-anos-empezar-etapa-escolar-enuncurso-tanextrano-o-mejor-evitarlo-si-tiene-posibilidad-202008260040_noticia.html

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Pandemia académica: la cuarentena acentúa la desigualdad de género en la academia

Por: Sofía García-Bullé

La cuarentena ha puesto en evidencia el “muro materno” que bloquea el avance de las mujeres en la academia.

Conforme el periodo de cuarentena avanza, un fenómeno social regresivo sucede en los hogares de profesionistas que son madres. El desbalance de género se ha vuelto patente en las dinámicas de parejas con hijos que ahora se encuentran trabajando desde casa, con las mujeres compensando por el tiempo y las tareas que implican el cuidado del hogar y los hijos. Como consecuencia, los trabajos académicos escritos por mujeres se han reducido considerablemente. La realidad epistémica durante la pandemia está siendo escrita en su mayoría por hombres. ¿Cómo se explica que esto suceda en pleno siglo XXI?

Esta dinámica desbalanceada puede deberse a un viejo hábito que aún forma parte la socialización con base en el género. De acuerdo a los principios relacionados con las labores, el trabajo pagado o profesional, por definición, vale más que las labores del hogar, el primero puede ser monetizado y tiene un valor económico claro, el otro carece de una tabulación que le asigne un valor económico medible, sin embargo, sus resultados pueden tener más alcance y significación que un trabajo de oficina.

Tradicionalmente, el trabajo para el sustento de una familia se ha asignado a los hombres, aunque hoy en día la fuerza de trabajo se comprende de una presencia femenina competitiva, es común ver a los hombres como el sostén económico del hogar. Esto afecta seriamente la capacidad de las profesionistas para trabajar las mismas horas, dado que, a diferencia de sus equivalentes masculinos, se espera que asuman el rol principal en las tareas del cuidado del hogar y de los hijos.

La merma de género en la academia

A mediados del mes de abril, la doctora Elizabeth Hannon, Directora Asistente en The British Journal for the Philosophy of Science, comentó públicamente en Twitter sobre una dramática disminución en la presencia de artículos enviados por académicas mujeres. “Insignificante el número de propuestas para el diario por parte de mujeres durante el mes pasado. Nunca había visto nada así”.

El breve comentario de Hannon fue seguido por una avalancha de reconocimiento y empatía de una gran cantidad de académicas para las que el aislamiento ha sido una experiencia muy distinta a las de sus parejas y colegas masculinos. Las breves crónicas fueron muy variadas pero todas coincidían en una sola cosa: No hay tiempo de escribir cuando los cuidados de la casa y de los niños no son una responsabilidad compartida y se espera más de ellas que de ellos.

Hannon no es la única editora de revistas académicas que ha notado este paradigma, David Samuels, co-editor del journal Comparative Political Studies, respondió al hilo de discusión que abrió su colega en Twitter con sus propios datos. Samuels declaró que las propuestas por parte de mujeres a su revista alcanzaron el mismo número que en abril del año pasado, mientras que las de los hombres aumentaron en un 50 por ciento.

“Publish or perish”: productividad en la academia

Alessandra Minello, estadística y demógrafa social de la Universidad de Florencia, Italia, escribió un artículo sobre lo que la cuarentena revelará sobre el «muro materno» que bloquea el avance de las mujeres en la academia, un sector que ya está mostrando señales de advertencia y serias fallas ante la constante presión que tienen académicos y académicas por publicar. Para mantenerse relevantes, los académicos deben presentar un ritmo constante de publicaciones, la presión de ser constantemente productivo no toma en cuenta las circunstancias especiales que genera una cuarentena, y menos la acentuación de brecha de género que provoca.

Sam Giles@GilesPalaeoLab

The next person who tweets about how productive Isaac Newton was while working from home gets my three year old posted to them.

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Estando en casa, se asume que los académicos tendrán “más tiempo” para trabajar en sus artículos. Esta suposición no podría estar más errada, más aún para las académicas, que más que tiempo libre, tienen más trabajo. Sam Giles, paleobióloga de peces fósiles, advirtió en Twitter: “La siguiente persona que tuiteé acerca de cuán productivo era Isaac Newton mientras trabajaba desde su casa, recibirá a mi hijo de tres años».

Comentarios breves como estos pueden parecer instancias de catarsis graciosas por parte de académicas que solo están pasando un mal día, como sabemos, Twitter está lleno de este tipo de contenidos, pero de la misma forma, mensajes como este son la punta del iceberg de una problemática más compleja que afecta desde la salud mental de quienes producen el conocimiento hasta la cantidad y calidad del contenido producido.

Mary-Ann Stephenson, directora de Women’s Budget Group ejemplifica claramente el desbalance de género entre académicos durante el aislamiento. “En la mayoría de los casos, las mujeres realizan la vasta mayoría de las tareas de cuidados de niños pequeños y de la educación en casa… los hombres pueden encerrarse en un estudio, mientras que las mujeres trabajan en la mesa de la cocina o los comedores, al tiempo que tratan de educar en casa”.

Por su parte, Minello señala que desde que la universidad donde trabaja cerró por las medidas de contingencia ante el COVID-19, “ha visto más amaneceres que nunca antes en su vida. Ahora, debo trabajar antes del amanecer”. Esto se debe a que Minello tiene un hijo de dos años y para poder hacer su trabajo, ella necesita silencio y concentración. Las horas de madrugada, mientras su hijo duerme, son el único momento en que ella puede trabajar. Y esto es solo para la carga de clases que imparte en la universidad. Ahora, Minello señala que cuenta con menos tiempo para escribir artículos científicos. “En lugar de trabajar, mis colegas y yo tenemos un único objetivo que es superar el día a día”.

El trabajo dividido en cifras

La raíz de esta falta de artículos académicos escritos por mujeres en publicaciones académicas y la productividad en general de las mujeres en otros rubros laborales, se encuentra en una distribución desbalanceada de las horas de trabajo en casa y el cuidado de menores de edad cuando se trata de una familia con hijos.

¿Cuántas horas creen los hombres que pasan realizando tareas domésticas en comparación con las mujeres? Una encuesta realizada por Morning Consult para The New York Times sobre trabajo doméstico y educación en el hogar durante la cuarentena, reveló que la mitad de los padres varones con hijos menores de doce años encuestados dicen que hacen la mayor parte del trabajo de enseñanza en casa, solo 3 % de las mujeres estuvieron de acuerdo.

En promedio, las mujeres pasan de media hora a una hora completa al día más que los hombres en tareas del cuidado del hogar y de los hijos, de acuerdo al investigador Theun Pieter van Tienoven y una encuesta realizada por el grupo de investigación TOR. En una situación como la que vivimos hoy en día, en la que debemos permanecer en casa, en una familia, un hombre tendrá más tiempo libre, ya que se concentrará prioritariamente en el trabajo de oficina; mientras que la mujer verá su horario extendido al tratar de balancear su trabajo con las necesidades del hogar y los hijos. Sostiene van Tienoven.

Esta distribución es puramente social, no sirve a fines económicos ni de desarrollo global, es simplemente un recordatorio de la valorización, o más bien la desvalorización, que damos a las tareas de cuidado, crianza y mantenimiento del hogar, así como a las personas que tradicionalmente toman ese rol: las mujeres. Independientemente de si trabajan o no.

Claire Cain Miller, corresponsal en The New York Times, concluye en tan solo dos líneas la explicación de este patrón regresivo que bien podría ser un comportamiento social en estado latente que había esperado a una situación como la de la pandemia para manifestarse: “La razón por la que las mujeres hacen más trabajo no pagado durante el periodo de aislamiento es simple, siempre lo hacen”.

Fuente e Imagen: https://observatorio.tec.mx/edu-news/academicas-pandemia-covid19

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