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Ciberacoso: «El antídoto natural a estas situaciones es potenciar amistades verdaderas»

Por: Carlota Fominaya

Esta es la propuesta de la campaña del CEU ‘Cibervalientes contra el acoso’, que pone el foco en la concienciación sobre el ciberacoso entre los más jóvenes

Existe una realidad indiscutible en la que hay alumnos que sufren. En ocasiones esa realidad puede ser bullying. En otras, un conflicto entre iguales. En otras puede haber un desamor. Puede haber dificultades en habilidades sociales, o situaciones en las que confluyen diferentes variables. Frente a esa realidad, tal y como advierte Raúl Adames, director adjunto área colegios CEU, «los adultos, profesores, padres o cualquier educador debemos ser valientes y actuar acogiendo el sufrimiento del menor y ayudar a ponerle nombre. Así, la persona que sufre, no está sola y le ayudamos a resolver la situación que está provocando ese sufrimiento».

Este es el punto de partida que ha seguido la institución educativa para lanzar la campaña ‘Cibervalientes contra el acoso’, que pone el foco en la concienciación sobre el ciberacoso entre los más jóvenes.

La intención, reconoce Adames, «es generar debate, mover conciencias y ayudar a prevenir este tipo de situaciones en el entorno digital».

¿Cómo cree que se debería llevar a cabo la prevención contra el acoso escolar, sea en el formato que sea, tanto desde el colegio como desde casa?

Uno de los privilegios que tenemos como padres o como educadores es la cercanía con nuestros hijos y alumnos. Esta puede estar comprometida por la hiperactividad, la velocidad con que hacemos las cosas, las jornadas laborales prolongadas… Es imprescindible generar espacios de conversación, donde, de una manera natural, expliquemos cómo nos sentimos, tanto adultos como niños. En esas conversaciones naturales podemos prestar especial atención a cómo se sienten. Esas conversaciones permiten crear un clima donde un día puedan contar que no están bien, que están sufriendo por algún motivo.

Es bueno recordarnos que los niños y adolescentes a veces muestran su malestar en forma de rabia, silencio, comiendo menos, generando conflictos entre hermanos, insomnio… Los adultos, especialmente con los adolescentes, tenemos que aprender a comprender aquello que quieren decir, pero no saben expresar.

¿Cómo lo plantean en los colegios que pertenecen al CEU?

En nuestro plan de convivencia insistimos mucho en la mirada educativa. Esta mirada contempla al alumno en su dimensión relacional teniendo en cuenta su momento evolutivo. Bajo esta perspectiva de educar la dimensión social planteamos una serie de acciones tutoriales, formaciones a familias y profesores que generan un clima en nuestros colegios de respeto entre iguales. Entendemos que fomentar el respeto potencia la posibilidad de crear vínculos de mayor profundidad como es la amistad. Eso no quiere decir que no haya conflictos que forman parte de la convivencia. Sin embargo, los pequeños conflictos ordinarios los intentamos vivir como una oportunidad educativa.

Por ejemplo, una acción sancionadora tiene el objetivo de construir o restaurar el mal ejercido. Si el alumno reconoce el mal ejercido entenderá la sanción como una respuesta justa.

La idea pasa por fomentar las amistades presenciales. ¿Qué consejos daría a los jóvenes para llevarlo a cabo en mundo donde priman los likes y las redes sociales?

No vivimos con miedo el ‘mundo virtual’, pero queremos que nuestros alumnos no pierdan algo maravilloso como son las relaciones de amistad, del tú a tú, presenciales. Aprender a ir a tomar un helado un sábado por la tarde, a estar juntos, reír… y cuidar esos momentos como algo grande que hemos vivido juntos, sin necesidad de contarlo en las redes, porque ha sido ‘nuestro’.

Hay experiencias que se pueden colgar en redes pero otras que forman parte de nuestra intimidad y que hay que custodiar. Es preciso educar a nuestros adolescentes en esa diferencia.

¿Qué pretenden lograr, cuál es el objetivo?

Es necesario concienciar sobre una realidad que existe y somos los adultos los que debemos prevenirla, así como actuar si es conveniente. Nosotros hablamos de la triada educativa: familia, alumno y colegio. Son los tres actores de la triada quienes deben actuar en la prevención y actuación para conseguir relaciones sanas entre iguales.

Esta campaña intenta fomentar una corresponsabilidad. Su objetivo es integrador fomentando la toma de conciencia de la realidad del ciberbullying y el sufrimiento que conlleva; promover la detección precoz tanto en centros escolares como en entorno familiar. El antídoto natural a estas situaciones es potenciar amistades verdaderas.

Fuente de la información: https://www.abc.es

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Todos los niños deberían ser hiperactivos

Por: Educación 3.0

Apostar por el movimiento y la actividad física y mental de los menores es clave para su desarrollo cognitivo. Esta es la opinión de Ainhoa Sarmiento, experta en educación y desarrollo de la creatividad a través del movimiento.

Los menores, en toda su etapa de desarrollo, tienen una tendencia natural hacia el movimiento que les impulsa a experimentar la movilidad de su cuerpo de todas las formas posibles. Ese impulso natural, instintivo, tiene una finalidad y es la de desarrollar conexiones neuronales y con ello impulsar el desarrollo cerebral y cognitivo. Aunque nos cueste admitirlo, resulta que el cerebro no se creó para pensar, sino para permitir el control del movimiento. En realidad el cerebro no nos diferencia de los animales sino de las plantas.

El cerebro nace para permitir el control motor, que a su vez hace posible el movimiento. Solo se desarrolla en los seres vivos que se mueven a voluntad, de manera que la principal función de nuestro cerebro es la de posibilitar el movimiento del cuerpo, y de hecho más del 90% de la actividad cerebral se destina al funcionamiento del cuerpo y no a las funciones cognitivas. Y para que el cerebro del niño se desarrolle y dentro de él se generen las sinapsis o conexiones neuronales necesarias para que pueda aprender, es imprescindible que el menor se mueva mucho. Es imprescindible que el niño sea ‘hiperactivo’.

El sexto sentido es en realidad el primero

hiperactivos

El sistema vestibular, que hace referencia a ese ‘sexto sentido’ que nos permite mantener el equilibrio, es el primer sistema sensorial que se desarrolla en la fase prenatal. Entra en funcionamiento desde el nacimiento y participa en el control motor pero también en el desarrollo cognitivo y la regulación de los estados de ánimo.

Podríamos decir que los primeros aprendizajes del bebé, que son los que empiezan a organizar su cerebro, se relacionan con la percepción de su propio cuerpo y del movimiento. Y este proceso continúa durante toda la infancia. El sistema vestibular es, además, el que organiza las percepciones de los demás sentidos, como la vista, el oído, el olfato y el tacto. Y es por ello que sin un correcto funcionamiento del sistema vestibular los niños podrían presentar dificultades de aprendizaje. La mejor manera de estimular la maduración y el correcto funcionamiento de este sistema es permitir que los infantes se muevan libremente durante el máximo tiempo posible.

El movimiento es algo instintivo y natural en los bebés, no necesitamos enseñarles a patalear, a girar la cabeza, a intentar incorporarse, a sostenerse sentados, etc. De hecho, las revisiones de los pediatras en los primeros años de vida observan con cuidado los movimientos y los reflejos de los bebés como un indicador de que su evolución es la correcta. Todos estos movimientos instintivos están generando nuevas conexiones entre las neuronas del cerebro, y  cuando mayor sea la gama de movimientos que el niño experimenta, practica y llega a dominar, mejor será el desarrollo de su cerebro y mayor el número de sinapsis o conexiones entre las neuronas.

Mantenerse activo para desarrollar las capacidades cognitivas

todos los niños deberían ser hiperactivos

Es imprescindible mantener la actividad física y el movimiento libre durante toda la etapa de desarrollo si no queremos mermar las capacidades cognitivas y de aprendizaje de los niños. Pero también es importante inculcar un estilo de vida activo para mantener la salud del cerebro a lo largo de toda la vida.

Existe la falsa creencia de que para estudiar, para aprender, hay que estar sentado, quieto y callado. Y a pesar de los muchos avances en neuroeducación y el desarrollo de múltiples estrategias didácticas basadas en el aprendizaje activo y manipulativo, hay un elemento que sigue invadiendo las aulas: las sillas. Y otro que sigue desterrado: el cuerpo en movimiento. Cuando el cuerpo no se mueve, el cerebro se relaja y sus niveles de atención disminuyen exponencialmente. El Instituto Tecnológico de Massachusetts demostró en una investigación que la actividad cerebral de un estudiante que permanece quieto, escuchando en clase, es la misma que cuando hace zapping en la televisión.

El movimiento es una de las pocas actividades que estimulan y desarrollan simultáneamente el sistema nervioso central y el periférico. Es decir, que el movimiento es lo único que activa todas las regiones cerebrales y con esta activación mejora la atención. Para mejorar los procesos de aprendizaje también debemos tener en cuenta que toda la estructura cerebral está íntimamente ligada al sistema locomotor y los sentidos. Las investigaciones desarrolladas en el ámbito de la neurociencia han dejado claro que el aprendizaje, el pensamiento, la creatividad y la inteligencia no son procesos que pertenezcan únicamente al cerebro, sino a todo el cuerpo.

Incentivar el movimiento del alumnado como labor docente

Las conexiones neuronales que se establecen cuando el cuerpo se mueve son las que van a propiciar el aprendizaje. Es imposible saber cuánto tiempo permanecerán en la memoria los contenidos que los niños aprenden en el colegio, pero sí se puede demostrar científicamente que las conexiones neuronales que se establecen y fortalecen gracias al movimiento perduran toda la vida, y que estas conexiones o sinapsis son las que van a posibilitar el aprendizaje de los contenidos. De manera que nuestra responsabilidad como educadores es la de generar un tejido nervioso amplio y fuerte, y la vía más directa y efectiva para lograrlo es dotar al niño con una gran amplitud motriz.

Por otra parte, el movimiento favorece la segregación de una serie de sustancias bioquímicas que generan un estado de ánimo óptimo para el aprendizaje y que favorecen la motivación. Todos los organismos internacionales responsables de la salud advierten de los peligros y los aspectos negativos del sedentarismo en la infancia. En los colegios y en sus casas los niños mantienen periodos de sedentarismo prolongados que ponen en peligro su salud y su desarrollo. Y sin embargo maestros y padres siguen ‘quejándose’ de que los niños no paran quietos.

La hiperactividad es una cuestión cuantitativamente subjetiva que solo puede considerarse como trastorno o rasgo negativo en el caso de que genere dificultades para la salud, el aprendizaje o la relación social. Por eso, conociendo la gran importancia que tiene el movimiento para la salud, física, mental y emocional de los niños, y sabiendo que para garantizar su desarrollo cognitivo y aumentar su rendimiento escolar los niños necesitan moverse mucho, deberíamos desear que nuestros niños fuesen todos hiperactivos, en el mejor sentido de la palabra.

Fuente e Imagen: https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/ninos-hiperactivos/

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Hiperactividad: doble abordaje para un doble filo

Redacción: Correo Farmacéutico

El trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH) no ha dejado de crecer. La Academia Americana de Pediatría ha actualizado sus pautas.

En mayo pasado, Marco Catani, del King’s College, de Londres, sugería en la revista Brain que Leonardo da Vinci pudo haber padecido trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Su incapacidad para finalizar proyectos y su extraordinaria creatividad serían dos de los síntomas. “Los registros históricos muestran que Leonardo pasó demasiado tiempo planificando proyectos, pero careció de perseverancia. El TDAH podría explicar su extraño genio volátil”.

El polifacético italiano dormía poco y trabajaba de noche o de día, sin pautas regulares. Era zurdo, quizá disléxico, con una curiosidad incansable y dificultades de concentración. Una mente inquieta y una voluntad ondulante: el doble filo del TDAH. “Hay una idea errónea sobre el hecho de que el TDAH es típico de niños con poca inteligencia, destinados a una vida problemática. Por el contrario, la mayoría de los adultos que veo en mi clínica informan de que han sido niños inteligentes e intuitivos, pero desarrollan síntomas de ansiedad y depresión más adelante por no haber logrado su potencial. Es increíble que Leonardo se considerara a sí mismo como alguien que había fracasado en la vida. El TDAH no estaría por tanto vinculado a un bajo coeficiente intelectual o falta de creatividad, sino a la dificultad de capitalizar los talentos naturales”. Ese mismo mes, British Journal of Sports Medicine recogía un estudio del Hospital Chung Ang en Seúl (Corea del Sur) que afirmaba que muchos atletas de élite pueden padecer TDAH. Frente a un 3%-6% de niños afectados y 2%-3%% de adultos en la población general, en estos deportistas llegaría al 7%-8%.

Considerados por algunos como enfermos imaginarios, como niños inquietos o como víctimas de una falsa enfermedad inventada por los laboratorios, su impulsividad y sus distracciones afectan a su rendimiento escolar, laboral y social. Sin embargo, como escribía en marzo pasado en Scientific American el investigador Holly White, de la Universidad de Michigan, muchas veces se benefician de un pensamiento divergente, una expansión conceptual y una ruptura creativa de los límites del conocimiento; es decir, traspasan las fronteras convencionales e imaginan soluciones y mundos desconcertantes, como prueban varios estudios que han enfrentado a personas con y sin TDAH.

Las primeras descripciones de algo similar al TDAH se remontan a los escritos de Alexander Crichton a finales del siglo XVIII. Su difuso conocimiento ha ido evolucionando y documentándose y hoy, a la vista de los estudios genéticos y de neuroimagen, pocos dudan de que se trate de una disfunción cerebral heredada en un 30%-40% y con desencadenantes tan variados como la dieta de la madre, el microbioma, la crianza, los hábitos alimenticios y el entorno contaminante. Un factor reciente sería la compulsión generada por los móviles, videojuegos y redes sociales, según apuntaba un estudio de la Universidad del Sur de California publicado en julio del año pasado en Journal of the American Medical Association y que evaluó a 2.600 adolescentes durante dos años: los que abusan de los dispositivos digitales tendrían el doble de probabilidades de mostrar síntomas de TDAH debido a la estimulación frenética y continua a la que se someten.

Nuevas pautas en el abordaje del TDAH

Debido a las dudas sobre si es una condición normal, dentro de ese arco tan flexible en el que se encuadra la normalidad, o un trastorno, en las últimas décadas se ha debatido ampliamente sobre si debería tratarse con terapia conductual o con fármacos. El más popular, el metilfenidato (Ritalin o Concerta), vende al año unos 3.000 millones de dosis, el 80% de ellas en Estados Unidos, y el 75% en menores de edad (cuatro veces más niños que niñas). Las nuevas pautas de la Academia Americana de Pediatría (AAP), publicadas hace dos semanas, mantienen el papel central de la medicación acompañada de terapia conductual, decisión que ha provocado cierto revuelo. Según se informaba en la web NPR, a algunos padres, médicos e investigadores que estudian a niños con TDAH les ha decepcionado que no recomienden primero el abordaje conductual, pues estudios recientes han sugerido que conduce a mejores resultados. Al margen del posible sobrediagnóstico, muchas veces por comodidad o falta de tiempo, hay padres que sienten el cambio de los fármacos en sus hijos: pérdida de brillantez vital y carácter apaciguado, aunque por otro lado les evita conductas arriesgadas o uso de drogas. Las pautas actualizadas de la AAP aconsejan una supervisión más estrecha y pruebas de detección de otras afecciones. Cualquier niño de 6 años o más debe comenzar a tomar medicamentos y recibir terapia conductual tan pronto como sea diagnosticado, dice la AAP. Los menores de 5 años deben empezar con tratamiento conductual antes de medicarse. “Creo que es un gran perjuicio no solo para los niños, sino también para los padres, que preferirían intervenciones conductuales”, se queja Erika Coles, psicóloga de la Universidad Internacional de Florida. Terapia cognitiva en la escuela y, en el hogar, sistemas educativos que guíen sus conductas con recompensas o castigos leves; intervenciones diseñadas para enseñar a estos niños estrategias que les ayuden a concentrarse y a reforzar sus habilidades sociales.

Si bien la AAP aconseja combinar fármacos y terapia conductual, según Coles los dos enfoques no se han evaluado con rigor. Un estudio de 2016 publicado en Journal of Clinical Child & Adolescent Psychology mostró que los niños de 5 a 12 años con TDAH que recibieron tratamiento conductual antes de tomar pastillas se estabilizaban mejor que los que comenzaron con fármacos. Y otro estudio de Coles descubrió que el 37% de esos niños no necesitaron tomar pastillas. Y menos medicamentos significa menos efectos secundarios, como problemas para dormir, pérdida de apetito o incluso cambios de personalidad. Los análisis con metilfenidato no han mostrado efectos perjudiciales, pero no hay mucha investigación a largo plazo. La AAP asegura que no ha encontrado pruebas sólidas para justificar un cambio en las pautas. Sin embargo, todos están de acuerdo en que actualmente pocos niños reciben un tratamiento conductual adecuado, en parte por la escasez de terapeutas capacitados y por el coste asociado.

Fuente: https://www.correofarmaceutico.com/salud-publica/hiperactividad-doble-abordaje-para-un-doble-filo.html

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El experto en neuropediatría Manuel Antonio Fernández, explica: El papel clave de la escuela infantil y primaria en la detección del TDAH

Redacción: La Razón

Manuel Antonio Fernández es uno de los máximos expertos en neuropediatría a nivel nacional y un maestro de la comunicación. Además, recientemente ha sido votado en la plataforma Doctoralia como el pediatra mejor valorado de España. Con un estilo directo y sencillo, sin dejar nunca de lado la parte más científica, explica a través de su blog, artículos y libros en qué consiste el TDAH. Recientemente en un encuentro con profesores de primaria en ACADEse dirigió a estos para explicar lo que él opina como profesional de la medicina. Y es que en cuestiones de TDAH la coordinación entre profesores, familia y neuropediatras es vital para detectar y tratar el trastorno.

Las escuelas infantiles y de primaria, claves en la detección precoz

Por norma general es en primaria cuando se comienzan a detectar los primeros signos de alarma. ¿Son los profesores quienes dan el primer aviso? Es decir, ¿están lo suficientemente preparados? Manuel Antonio Fernández considera que ‘la realidad que me encuentro cada día en la consulta dice que la situación es muy variable. Hay familias a las que el primer aviso de signos de alarma de autismo o signos de alarma de TEA se los da el colegio, pero en la mayoría de los casos, la sospecha surge en casa directamente de los padres’. Además, añade, ‘si tenemos en cuenta que la mayoría de los casos empiezan a mostrar conductas sospechosas alrededor de los 18 meses y que la inmensa mayoría muestra síntomas significativos antes de los 6 años, sería importante formar adecuadamente a los maestros de primaria para que puedan ayudar a las familias en la detección de este tipo de casos cuando aún no se ha hecho’, reclama.

El porcentaje de pacientes que llega a la consulta pensando que su hijo tiene algo porque han sido advertidos en el colegio es bastante significativo. Alrededor de un 20-25% de los casos llegan tras de la voz de alarma en la escuela. ‘Lamentablemente el sistema y la dinámica de trabajo diario en los centros educativos de nuestro país -sostiene el experto- dificulta la detección precoz a través de esta vía de problemas como el TDAH (Déficit de atención, hiperactividad…), la dislexia, las altas capacidades,el autismo… A esto le unimos que la figura del maestro o del profesor ha sufrido mucho y se ha degradado socialmente como referente, lo que conlleva que los padres no valoren adecuadamente la opinión de los mismos. En muchos casos, ante la duda, dejan dar su opinión para evitar conflictos con los padres que niegan la existencia de algún problema’.

Profesores en infantil y primaria, mejor formados

Para el neuropediatra sería fundamental que ‘los maestros y los profesores de primaria fueran formados en la detección de problemas de aprendizaje y trastornos del neuro-desarrollo ya que después del entorno familiar -explica- el escolar es en el que los niños pasan más tiempo de su día a día y el hecho de estar con otros niños de su misma edad facilita la comparación. Dado que contamos con un 25% de fracaso escolar en nuestro país y que la inmensa mayoría depende de este tipo de dificultades, podemos imaginar la repercusión de una mejor y más temprana detección de estos casos’.

Ratio de alumnos con TDAH

Según las estadísticas que se encuentran en los estudios realizados en diferentes países, también en España, la frecuencia del TDAH entre niños de 6 a 14 años es de un 6-7% aproximadamente. ‘Esto supone una media de 1,4 alumnos por clase de 25 alumnos. O lo que es lo mismo, en cada clase encontraremos al menos un niño con TDAH y en algunos casos habrá 2’, explica el neuropediatra. Además, añade, ‘si pensamos en un colegio de primaria con dos líneas equivalentes a 50 alumnos por curso desde 1º a 6º, encontraremos entre 12 y 18 alumnos con TDAH. Todo profesor va a trabajar con este tipo de niños cada día de su vida profesional’, advierte.

Los centros de educación, poco preparados para atender a los TDAH

Aunque suene un tanto negativo, la verdad es que no están preparados en opinión del experto. ‘En nuestro país se han hecho grandes inversiones en educación en los últimos años y décadas, pero en aspectos principalmente técnicos y tecnológicos. Las aulas cuentan con pizarras digitales, proyectores láser y demás, pero el número y la formación de los orientadores educativos, así como del personal de apoyo es insuficiente. Tampoco contamos con programas generales de detección e intervención para niños con necesidades educativas especiales que sean realmente útiles y den como resultado una disminución de las cifras de fracaso y abandono escolar precoz’, reclama.

Necesidades específicas para los TDAH

La realidad es que la gran mayoría de las necesidades educativas especiales que puede tener un niño con TDAH son relativamente sencillas de cubrir algo con lo que está de acuerdo el experto: ‘Especialmente si tenemos en cuenta que son medidas que benefician a todos los niños del aula aunque no tengan TDAH. La cuestión es que, si un niño con TDAH no cuenta con ellas, tiene las cosas mucho más complicadas mientras que los demás, no sufren especialmente’, argumenta.

Son medidas orientadas a estimular la motivación dentro del aula, favorecer la participación activa,organizarla materia a impartir, usar refuerzos visuales, dividir las actividades en tareas más sencillas y de menor duración, favorecer al movimiento cuando sea necesario… Cosas que, desde una perspectiva pedagógica, son básicas y como digo, relativamente sencillas de poner en marcha.

Desmontando mitos: No hay ahora más niños TDAH que nunca

Antes había los mismos niños con TDAH que ahora, pero nadie los detectaba y se catalogaban habitualmente como torpes o vagos. ‘Se han solido definir como un niño «que no vale para estudiar». La pena es que, en nuestra época, aún ocurre esto con mucha más frecuencia de la que podemos imaginar y, por lo tanto, se quedan sin detectar muchos casos. Son 1 de cada 3 niños con TDAH está diagnosticado actualmente según los estudios que se han realizado en diferentes zonas de España en los últimos años. Para que luego digan que esto del TDAH es una moda y se están diagnosticando demasiados niños’, sostiene.

Escuela pública versus escuela privada. ¿Quién está mejor preparada?

El experto se muestra igual de pesimista para ambos casos: ‘No hay una diferencia significativa en función del tipo de educación que vayamos a analizar. Al no haber estrategias específicas, la situación de cada caso queda en manos del tutor de turno, del claustro de profesores o del equipo directivo del centro. Cada uno en la medida de su formación y capacidad, acaba haciendo lo que puede. Precisamente por esto, es fundamental la formación a los profesionales educativos desde una perspectiva médica y científica que complemente la pedagógica’, explica.

Las madres, principales voces de la primera alarma

El experto considera que la madre es fundamental en la detección de los primeros síntomas del TDAH: ‘Efectivamente, la intuición de una madre se basa en la experiencia de convivencia y trabajo diario con su hijo en el día a día. Todo el mundo puede equivocarse, pero suelen acertar. Si una madre viene porque le han dicho que su hijo parece autista, pero ella cree que no lo es, investigo. Igual si es en el sentido contrario. La realidad es que, en casi todos los casos, llevan razón y lo que debo yo hacer como profesional es explicarle la situación y el porqué de las conductas de su hijo. Tengamos confianza en las madres porque son las que más interés tienen en saber lo que les pasa a sus hijos y así, poder ayudar’, concluye.

Fuente: https://www.larazon.es/familia/el-papel-clave-de-la-escuela-infantil-y-primaria-en-la-deteccion-del-tdah-KE23056518
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Colombia: El drama de un niño expulsado de su colegio por ser hiperactivo

América del sur/Colombia/04 Abril 2019/Fuente: Semana

Tres madres de familia interpusieron una tutela porque sus hijos fueron agredidos por un compañero que sufre de déficit de atención e hiperactividad. Aunque el niño fue retirado de la institución, la Corte Constitucional aseguró que hubo discriminación y exigió su reintegro.

No es un secreto que el modelo educativo colombiano no está hecho para las diferencias. A pesar de que la educación inclusiva es un tema cada vez más relevante, en Colombia continúa generando un gran debate. El más reciente caso se registró en Cúcuta, en donde un niño de primaria fue retirado de su colegio, porque a raiz de un transtorno psicológico que padece, perdía el control y agredía a sus compañeros.

Todo empezó cuando tres madres de familia interpusieron una tutela con la intención de que la Secretaría de Educación de Cúcuta realizará el traslado de Juan* a una institución especial, ya que el estudiante era muy agresivo con sus compañeros: “les rompe los cuadernos, les daña (sic) los trabajos (sic), golpea hasta a la profesora, a mi hija la ha agarrado del pelo y hasta la ha arrastrado (sic) por el piso, le toca sus partes (sic) íntimas (…)”. 

El menor, que fue diagnosticado con Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y Trastorno de Oposición Desafiante (TDO), debía ser tratado por sus profesores con un enfoque diferencial. Pues, incluso, su psiquiatra y su neuropediatra le recomendaron a los profesores de sus colegio seguir algunas recomendaciones para controlar su comportamiento agresivo, que en muchos casos, le generaba el medicamente que ingería.

Sin embargo, el colegio no logró costear este tipo de formación. En su momento, el docente titular de Juan aseguró que, a pesar de que seguía las recomendaciones, necesitaba un profesor de apoyo, el cual había solicitado a la Secretaría de Educación de Cúcuta y nunca le fue asignado.

Lo mismo explicó el rector del plantel educativo, quien dijo que, a pesar de que han recibido niños con discapacidad física o cognitiva, no contaban con el personal humano calificado, ni con los elementos de trabajo adecuados para enfrentar este tipo de situaciones. “Casos como estos desbordan nuestra capacidad institucional y profesional”, dijo.

Por su parte, la madre de Juan aseguró que los episodios de agresividad de su hijo se intensificaron, porque el colegio no siguió al pie de la letra las recomendaciones de los especialistas: “En el primer episodio, mi hijo le manifestó a la profesora que no quería seguir copiando, porque estaba cansado y se empezó a molestar, frente a lo cual la profesora le dijo a todos los niños que salieran del salón y estos salieron riéndose y corriendo, lo que le causó más molestia, entonces agredió a la niña que se le acercó”.

En otra ocasión, cuenta la madre, Juan no quiso hacer la tarea y debido a esto, la profesora llamó al coordinador, quien empezó a grabarlo y a tomarle fotos para dejar en evidencia su comportamiento, lo que lo molestó. Esto, a juicio de la progenitora, contribuyó a aumentar la crisis y motivó a su hijo a quitarle el celular al directivo, tirar los pupitres y romper cuadernos.

Frente a lo ocurrido, el juez que revisó la tutela de las tres madres de familia, decidió proteger solo los derechos a la tranquilidad, seguridad, vida y honra de los niños agredidos. Y ordenó que Juan fuera reubicado en otra institución.

Fue entonces cuando la madre de Juan apeló la decisión, ya que consideró que el colegio había discriminado a su hijo, obligándola a llevarlo a un colegio privado para niños con discapacidad cognitiva, el cual no se acoplaba a las necesidades del menor. Pues, la misma psiquiatra del niño aseguró que es un paciente con capacidad intelectual promedio.

No hay que negar que en este tema existen dos realidades complejas: la dificultad que tienen los docentes y el sistema educativo para personalizar la formación y el derecho que tienen todos los niños a recibir educación, sea cual sea su condición.

No obstante, pese a las deficiencias que puedan tener los colegios a la hora de atender a un niño con discapacidad física o cognitiva, tienen la responsabilidad de no rechazar a ningún alumno. Deben, al contrario, ajustar su proceso educativo- desde el currículo hasta la infraestructura-. Así quedó estipulado en el Decreto 1421 de 2017.

Pero, lamentablemente la realidad es otra.No es un accidente que una gran parte de los chicos con necesidades especiales nunca vayan a la escuela: en 2005, 520.653 jóvenes menores de 19 años tenían alguna discapacidad, pero hoy, 13 años después, solo 196.119 están escolarizados.

Conclusión

Por esa razón, la Corte Constitucional revisó el caso y estableció que los derechos de Juan debían ser igual de protegidos a los de los compañeros a los que agredió. Por lo tanto, anuló su traslado de colegio, pues esto fue considerado un acto de discriminación. A su vez autorizó a la madre a matricular a su hijo en la institución de la que lo expulsaron en caso de querer hacerlo.

Y más allá de evidenciar el error cometido con Juan, la Corte también se pronunció respecto al manejo inadecuado que la Secretaría de Educación de Cúcuta le dio al caso. “La entidad debió hacer llamados al colegio para propiciar el diálogo y verificar el cumplimiento de las recomendaciones de su grupo interdisciplinario”.

Finalmente, la madre de Juan solicitó que se dicte un precedente con el caso de su hijo, para que el sistema educativo protega a los niños que padecen transtornos similares y dejen de ser vistos como un problema. También espera que el país diseñe una política de educación inclusiva para evitar que madres de escasos recursos en situaciones similares a la suya opten por la deserción escolar.

Fuente: https://www.semana.com/educacion/articulo/corte-constitucional-dice-que-expulsar-ninos-con-discapacidad-es-discriminacion/607881

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¿Tiene mi hijo TDAH? ¿Debería tomar metilfenidato?

Por: Saray Marqués

Entre un 3 y un 7% de la población sufre trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), pero el debate se encuentra muy polarizado entre quienes defienden que este está bien diagnosticado e incluso infradiagnosticado y apuestan por su abordaje farmacológico, quienes consideran que se sobrediagnostica y los que entienden que incluso es una enfermedad ficticia.

El TDAH ha hecho correr ríos de tinta. No sólo en las revistas científicas, también en la prensa generalista. Entre las primeras, por mencionar sólo una investigación reciente, el Scandinavian Journal of Child and Adolescent Psychatry and Psychology analiza en su último número los efectos del metilfenidato (MFD) en 77.358 pacientes y cómo son más frecuentes las alucinaciones y otros síntomas psicóticos en el grupo de niños con este trastorno que se inició en esta medicación que en el grupo control (con placebo). Los resultados, sin embargo, no son estadísticamente significativos y los propios autores reclaman más investigaciones en este sentido. Entre las segundas, la más sonada fue la entrevista en el Spiegel con el denominado “padre del TDAH”, Leon Eisenberg, hace ya algunos años, una entrevista en que parecía que al final de sus días se retractaba de todo lo dicho.

Lo cierto es que muchos familias con hijos con síntomas de TDAH no saben a qué atenerse. Si buscar en internet ante la duda en cuestiones de salud no suele ser una buena idea, en este caso conviene estar especialmente vigilante en un terreno en que se mezclan padres que declaran orgullosos como si hubieran salido del armario que sus hijos han crecido felices gracias al metilfenidato (MFD) con profesionales que aseguran que algún día se dejará de dispensar en farmacias. Donde las fake news se solapan con informaciones contrastadas y ni siquiera las guías dicen lo mismo en todas las comunidades.

Desde El diario de la educación hemos intentando arrojar un poco de luz de la mano de profesionales de distintas disciplinas –de la orientación y la psicopedagogía, de la psicología clínica y educativa, de la neurología y de la neuropediatría– acerca “del trastorno psiquiátrico más frecuentemente diagnosticado y tratado en población pediátrica”, según la revista de la Asociación Española de Pediatría, Anales de pediatría. Un tratamiento que desde su aprobación en los ochenta en España es a base de metilfenidato (MFD), un fármaco psicoestimulante que se encuentra entre los más prescritos en la actualidad.

El componente orgánico

Ana Cobos Cedillo es la presidenta de la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España (COPOE). Cree que uno de los problemas es que el término hiperactividad se ha vulgarizado y se abusa de él: “Se confunde con el exceso de actividad, o nos encontramos con personas que consideran que sus problemas de aprendizaje en la infancia se debían a que tenían ese diagnóstico y no se dio con él”. “Cuando se denominaba disfunción cerebral mínima se tenía claro que había un componente no solo comportamental sino orgánico”, rememora.

La experta tiene claro que no siempre detrás de un niño disruptivo, con problemas de conducta en casa o en el aula, hay un TDAH: “Hay tres posibles explicaciones: orgánica, social o educativa. Puede que el niño tenga un trastorno, pero puede también que se encuentre en un contexto sociocultural y económico desfavorecido o que, sin este contexto, no haya tenido unas pautas educativas –ante un mal comportamiento o desorden en las comidas, con niños a los que se les deja comer de todo o no comer nada, se les regala todo, se les mima, son el único niño entre un montón de adultos, sobreprotegidos y con dificultades para convivir con los iguales, no se han enfrentado a la frustración…”–. El TDAH, además, suele dar más la cara en los niños que en las niñas: “Creo que muchas veces en ellas se da TDA. Son niñas inatensas pero, al faltarles la parte visible de la hiperactividad, son más discretas”.
Si la causa es orgánica (TDAH) y el personal sanitario y de salud mental así lo determina, para Cobos un buen modo de afrontarlo es por medio del MFD: “Es un estimulante del sistema nervioso central, y ves que, tras un primer momento en que se regula la dosis correcta, ayuda al niño que lo necesita a centrar la atención. Ellos mismos, con 12, 13 o 14 años, se lo van administrando, saben que lo tienen que tomar”.

Cobos matiza que la parte del diagnóstico clínico y el tratamiento farmacológico o la psicoterapia corresponde al personal sanitario, que los orientadores se encargan de la evaluación psicopedagógica, de cómo se encuentra el niño en el contexto escolar, de cómo influyen sus capacidades, su conducta, su adaptación social, su contexto sociofamiliar y educativo: “Ante un posible TDAH se habla con la familia y, a partir de ahí, con la evaluación psicopedagógica como primer paso, ya interviene el pediatra, el médico de familia o el especialista en salud mental”.

Evaluación objetiva

Silvia Álava es psicóloga clínica y educativa. Considera que sí puede haber tendencia al sobrediagnóstico, y lo atribuye a la evaluación: “Si nos remitimos tan solo a un cuestionario que contestan padres y tutores, si no lo acompañamos de pruebas objetivas neuropsicológicas para medir el cociente intelectual, la capacidad de atención selectiva y sostenida, de planificación, de organización, esto es, la función ejecutiva, la capacidad de lectura y escritura, podemos generar falsos positivos, podemos estar ante niños movidos y con otras dificultades que en realidad no tienen TDAH”

Para ella, también antes de recetar MFD debe realizarse una exploración médica para analizar el coste-beneficio: “Los estudios lo siguen presentando como el tratamiento más eficaz si se combina con terapia, pero es cierto que tiene una serie de efectos secundarios –pérdida de apetito, dificultad para conciliar el sueño, dolor de cabeza…– y que el medicamento por sí solo no enseña nada, solo prepara al cerebro para que atienda mejor, lo estimula, lo predispone a aprender. Siempre, con independencia de si se recurre a él o no, debe incluirse la terapia, entrenar la capacidad de atención, de planificación, de regulación de conducta, emociones…”. Si la terapia, para ella, nunca es prescindible, la medicación no siempre es necesaria: “Aunque en determinadas ocasiones puede serlo, el error es creer que sólo por medicar lo vamos a solucionar. No es una pastilla mágica y muchas veces tendemos a sobremedicar sin pensar en por qué hemos de recurrir a ese fármaco. El tratamiento, cuanto más multidisciplinar, mejor”, subraya Álava, que incluye en el abordaje del TDAH a neurólogos, psicólogos, orientadores, psicopedagogos, padres y madres y profesores y que constata cómo, gracias al entrenamiento en una serie de estrategias, es frecuente que esa medicación con MFD pueda abandonarse: “Si el niño aprende esas pautas ya no necesita continuar con ella”.

De la generación Katovit a la generación metilfenidato

Joaquim Jubert i Gruart es neurólogo y es radical en su posición contra el TDAH y el MFD. Para él, el primero “no existe, es un invento, por lo que cualquier diagnóstico que se haga es un falso diagnóstico o un sobrediagnóstico”. El segundo es “una anfetamina, cocaína infantil”.

Se aferra Jubert a las revelaciones de Leon Eisenberg poco antes de morir, y sostiene que, tanto en niños como en adultos, el déficit de atención y la hiperactividad “son un signo, no una enfermedad”. Para él, como sucede con la fiebre, que puede venir provocada por multitud de enfermedades, debe analizarse qué provoca esos síntomas “y no tratarlos con un fármaco que en realidad es un activador”.

En su símil del MFD con la cocaína, ahonda: “Una persona recurre a esta cuando necesita activase mucho, pero también si se siente sobrecargada por muchos problemas y busca tranquilizarse. La cocaína le relaja. Los problemas desaparecen”. Para él, el tratamiento con MFD es una “prescripción refleja” que, además, crea dependencia: “Es un inhibidor selectivo de la recaptación de la noradrenalina presináptica, igual que los antidepresivos son inhibidores y hacen que las personas dejen de tener ansiedad, ideas depresivas y suba su estado de ánimo. Los síntomas desaparecen, pero ¿qué hay de las causas?”.

Antes de la prescripción viene el diagnóstico, para Jubert el quid de la cuestión: “No se está haciendo diagnóstico. Se está poniendo una etiqueta por los intereses de las farmacéuticas, que influyeron para que se incluyera este trastorno en los manuales DSM norteamericanos”.

Muchas veces, a su juicio, si se rasca bajo un positivo en TDAH aparece un problema de aprendizaje y conducta. Las causas, prosigue, son múltiples: “Obediencia, inercia, ineptitud, ausencia de criterios clínicos diagnósticos o de formación de los profesionales en diagnóstico diferencial o el afán por hacer coincidir la realidad con la doctrina”.

“TDAH es una etiqueta puesta sobre una caja que hay que abrir y someter a una exploración neurológica completa”, asevera Jubert, acostumbrado a recibir en su consulta niños con este diagnóstico –y tratados con MFD– que él descubre como falsos positivos a base de indagar en su atención, reactividad emotiva, capacidad cognitiva, déficit de aprendizaje, trastornos emocionales, conflictos de interacción social… “Hay que analizar qué parte de sus funciones cerebrales deja de aportar para alcanzar un rendimiento adecuado, si estamos ante una lesión cerebral mínima, un problema cognitivo, emocional, estricto de aprendizaje o un trastorno de conducta”. Asegura que vive esta situación “con extraordinaria frecuencia y con gran resistencia de los padres y del personal sanitario a hacer el cambio”. Una vez identificado el problema, el doctor recurre a diferentes estrategias terapéuticas no farmacológicas, implicando a diferentes profesionales: “Se retrocede hasta el nivel en que se producen las dificultades y se intentan solventar”.

Entretanto, se seguirán creando “futuros drogodependientes”, lamenta Jubert, que asegura que ha visto algún caso en que se pasa del MFD a otras sustancias no legales tras un consumo prologado: “Una sustancia química está sustituyendo a un neurotransmisor normal, con lo que el receptor se atrofia y se desarrolla un receptor de esa sustancia extraña”.

Por su parte, la revista Anales de pediatría reconoce cómo en la década de los noventa, “paralelamente al aumento de la prevalencia de TDAH, se incrementó notablemente el uso no médico del MFD entre estudiantes para mejorar el rendimiento escolar así como para fines recreativos entre adolescentes y jóvenes”. Para Jubert, habrá un día en que el MFD se dejará de comercializar, como en su día dejaron de expenderse en farmacia los optalidones o el Katovit. “Habrá un relevo generacional, un cambio en la evaluación, y se dará una transformación súbita, del mismo modo que ya no se comercializan las centraminas y las simpatinas de mi juventud. Unos y otros se encuentran en la misma clasificación farmacológica que el MFD, agentes simpaticomiméticos de acción central, y este se acabará retirando del mercado farmacológico y pasará a venderse en el mercado ilegal”.

Desde siempre y a todos los niveles

María Alba Jiménez es neuropediatra en el Hospital General de Villalba (Madrid). Reconoce que a su consulta llegan los casos de TDAH con una sintomatología más intensa: “Entiendo que una gran mayoría se tratan en atención primaria o se abordan por medio de medidas educativas, que trabajo con una muestra sesgada”. Dentro de esta, el 20% de los pacientes, explica, no requiere de ningún tipo de medida farmacológica.

Para ella, no hay duda de que el TDAH existe: “Estamos ante un trastorno en el neurodesarrollo del que se empieza a hablar en el siglo XIX, pero que siempre ha existido. Es cierto que en los últimos años ha habido un boom en el diagnóstico, pero es una alteración multigenética que afecta al cerebro, a la función ejecutiva, de control de impulsos, análisis y planificación de situaciones. Las pruebas de neuroimagen nos demuestran que puede darse un retraso de hasta dos años y medio en la maduración cerebral”.

A partir de ahí, concede que “no todo es TDAH”: “Puede haber falta de atención, impulsividad e hiperactividad sin TDAH. El TDAH es algo orgánico. Y, para empezar, deben ser síntomas que hayan estado presentes desde siempre. Los padres nos relatan cómo esos niños ya eran bebés inquietos. Un niño que está durmiendo mal porque padece insomnio o que tiene problemas en casa, puede mostrarse inquieto, irritable, impulsivo… sin tener TDAH”. Deben ser, además, síntomas lo suficientemente intensos para que le afecten y no solo en una esfera: “Un niño que se porta mal en clase y no atiende pero en casa es otro (y viceversa), no cumple este criterio. El TDAH afecta a escala familiar, escolar, social…”.

En cuanto al MFD, Alba se remite a la sintomatología: “No el 100% de los niños con TDAH han de recurrir a esta u otra medicación. Aquellos con una sintomatología más leve y sin trastornos asociados pueden tratarse con terapia cognitivo conductual, con apoyo en el colegio y asesoramiento a las familias. Si los síntomas son más intensos o se asocian con oposición desafiante, ansiedad, depresión, etc. sí está indicado el tratamiento farmacológico”. “Como cualquier fármaco, mal prescrito tendrá más contraindicaciones que efectos beneficiosos, pero si está indicado sólo puede ser un factor favorable -con sus efectos secundarios, como cualquiera- y puede generar un cambio académico, familiar, social… Sirve para que el niño focalice su atención, aumenta la liberación de catecolaminas en la corteza prefrontal, la más alterada, y quizá podamos tener un niño que de 50 minutos en clase atiende 40 en vez de cinco, los que atendía antes, aunque en función también de su capacidad cognitiva y de su fuerza de voluntad, pues la pastilla no cambia al niño, sólo la sintomatología”.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/02/13/tiene-mi-hijo-tdah-deberia-tomar-metilfenidato/

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Los niños con déficit de atención tienen un cerebro distinto

Por: tendencias21.net/Yaiza Martínez/28-03-2018

El trastorno por déficit de atención con hiperactividad tiene un origen genético

Investigadores de la Universidad de Cardiff han conseguido establecer, por vez primera, las diferencias genéticas que presentan niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) con respecto a niños que no padecen este trastorno. Los científicos esperan que esta constatación de la relación entre genética y TDAH permita evaluar clínicamente con rigurosidad una condición muy prevalente en niños y jóvenes, así como ayudar a superar su estigma. Por Yaiza Martínez.

Intigación realizada por un equipo de científicos de la Universidad de Cardiff, en Gales, ha constatado por vez primera una condición genética directamente relacionada con el llamado trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).

En su estudio, los investigadores descubrieron, en concreto, que los niños que padecen TDAH son más propicios que otros niños a tener duplicados pequeños segmentos de su ADN o a carecer de dichos fragmentos.

Por otro lado, los investigadores constataron una significativa imbricación entre dichos fragmentos de ADN, conocidos como “variantes de número de copias” (CNVs), y otras variantes genéticas relacionadas con el autismo y la esquizofrenia.

Todos estos hallazgos evidencian, según ellos, que el TDAH es un trastorno del desarrollo neurológico o, en otras palabras, que los cerebros de niños con TDAH son diferentes a los cerebros de otros niños.

Trastorno muy prevalente

La profesora Anita Thapar, directora de la investigación, espera que la constatación de la causa genética del trastorno por déficit de atención con hiperactividad “ayude a superar el estigma social asociado al TDAH”.

Según declara la investigadora en un comunicado de la Universidad de Cardiff: “Demasiado a menudo, la gente cree que este trastorno es causa de una mala educación o de una dieta pobre. Ahora se puede afirmar con confianza que el TDAH es una enfermedad genética, y que los cerebros de los niños que padecen esta condición se desarrollan de manera distinta”.

El trastorno por déficit de atención con hiperactividad es un trastorno muy prevalente cuya sintomatología se caracteriza por la distracción de moderada a severa, periodos de atención breve, inquietud motora, inestabilidad emocional y conductas impulsivas.

El TDAH se da con mayor frecuencia en varones que en niñas, pero su incidencia no presenta diferencias entre diversas áreas geográficas, grupos culturales o niveles socioeconómicos.

Actualmente, se estima que el TDAH afecta a entre un 5% y un 10% de la población infantil y juvenil, y que representa entre el 20% y el 40% de las consultas en los servicios de psiquiatría infanto-juvenil.

A pesar de la expansión de este trastorno, hasta ahora no se habían recopilado evidencias directas de que esta condición fuera genética, y existía una gran controversia sobre sus causas.

Relación con otras enfermedades

En el estudio realizado, Thapar y sus colaboradores analizaron el genoma de un total de 366 niños, todos ellos diagnosticados clínicamente con TDAH, en comparación con otras 1.000 muestras de control, para tratar de establecer qué variaciones en la constitución genética eran las más comunes en niños con TDAH.

Anita Thapar. Fuente: Universidad de Cardiff.
Anita Thapar. Fuente: Universidad de Cardiff.
De esta forma, se descubrió que los niños con este trastorno presentan una tasa significativamente mayor de segmentos de ADN duplicados o ausentes, en comparación con otros niños.

Los científicos constataron, concretamente, que los CNVs atípicos eran casi el doble de comunes en niños con TDAH que en la muestra de control, e incluso más del doble de comunes en el caso de niños con dificultades de aprendizaje.

Asimismo, el análisis permitió establecer una clara relación genética entre las variaciones en la presencia o ausencia los segmentos CNVs relacionados con el TDAH y otros trastornos cerebrales.

Por último, también se constató una relación significativa entre los CNVs identificados en niños con TDAH y regiones del genoma que se sabe influyen en la susceptibilidad al autismo y a la esquizofrenia.

Evaluación clínica rigurosa

La imbricación genética más importante fue descubierta en una región particular del cromosoma 16 que había sido vinculada anteriormente con la esquizofrenia y otros trastornos psiquiátricos severos, y que abarca a una serie de genes entre los que se encuentra uno que juega un papel clave en el desarrollo del cerebro.

En lo que se refiere a la relación entre el autismo y el TDAH, los investigadores explican que, aunque estos dos trastornos se dan por separado completamente, lo cierto es que existen ciertas concomitancias entre ellos en lo que a sintomatología y dificultades de aprendizaje se refiere.

La investigación sugiere que dichas concomitancias podrían explicarse desde el punto de vista genético y que, por tanto, habría una base biológica compartida por ambas condiciones.

Todos estos descubrimientos ayudarán a entender los cambios cerebrales que provocan el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, explican los científicos.

De momento, se puede afirmar que el TDAH no se produce por un cambio genético sencillo, sino que más bien es consecuencia de diversos cambios genéticos, incluyendo los cambios en los CNVs fruto de la relación del niño con su entorno.

Los investigadores afirman, asimismo, que el conocimiento de las diferencias genéticas constatadas permitirá diagnosticar el TDAH, a partir del análisis de los CNVs identificados. Esto supone contar con una herramienta de evaluación clínica rigurosa de este trastorno.

Contaminación y TDAH

Anteriormente, el TDAH había sido relacionado con otras causas. En 2009, por ejemplo, científicos coreanos estudiaron la vinculación del trastorno por déficit de atención con hiperactividad con la concentración de ftalatos(compuestos químicos de uso muy extendido, presentes en muchos productos del mercado, como juguetes, productos de limpieza, plásticos y cosméticos) en la orina de niños.

Entonces comprobaron que, cuanto más altos eran los niveles de estos compuestos en la orina de los pequeños, mayores síntomas presentaban éstos de hiperactividad.

Por otra parte, hace unos años, la organización WWF advirtió de la peligrosidad para el desarrollo cerebral de los niños europeos de los productos químicos que componen los elementos de nuestra vida cotidiana. Los científicos demostraron en un informe que ciertos rasgos como el autismo, la hiperactividad o la incapacidad de concentración aumentan año tras año en los niños, como consecuencia de su exposición a estos elementos.

*Fuente: https://www.tendencias21.net/Los-ninos-con-deficit-de-atencion-tienen-un-cerebro-distinto_a4909.html
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