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Angela Saini, autora de ‘Superior’: “Los racistas intentan presentar sus argumentos con ciencia para que su retórica funcione”

Redacción: SINC

La periodista de ciencia Angela Saini analiza en su nuevo libro Superior el resurgimiento de la ciencia racial y del racismo científico. Teme que esta ‘resurrección’ sea debida al auge de la ultraderecha y el nacionalismo, y considera que la raza es, ante todo, una cuestión de poder.

En 2017 la periodista de ciencia Angela Saini (Londres, 1980) publicó Inferioruna crítica al sexismo que ha afectado a la ciencia desde Darwin. Dos años más tarde la británica completa la serie con Superior, en el que analiza la ciencia (y pseudociencia) que ha estudiado las diferencias humanas y el racismo que las rodea.

Superior muestra el yin y el yang del estudio de las razas humanas. Por un lado, Saini habla con prestigiosos investigadores de la talla de Svante Pääbo, David Reich, Robert Plomin y Jonathan Marks. Por otro, se adentra en el lado oscuro de la academia, donde un círculo endogámico publica ideas del siglo anterior en revistas sin impacto y de sospechosa financiación.

Quedamos con Saini en una cafetería del centro de Londres, a escasos metros del Museo Británico con el que comienza Superior. La periodista teme que la ciencia racial esté aprovechando el resurgimiento de los nacionalismos y la ultraderecha para regresar de los rincones más tenebrosos del siglo XX. No es para menos: dos días antes de la entrevista la escritora había borrado sus perfiles en redes sociales, frustrada ante el acoso racista sufrido en Twitter. Precisamente esta semana volvía a tuitear desde su cuenta, agradecida por las denuncias de acoso de miles de usuarios.

“Páginas racistas y neonazis hablaron de mi libro. Reporté los insultos más atroces a Twitter, pero en la mayoría de casos no hicieron nada”

¿Ha sufrido más acoso que cuando publicó Inferior?

Sí, en parte porque era menos conocida entonces. Además, en Superior llamo por su nombre a neonazis, que se comunican entre ellos y estaban listos para atacar. Tienen una visión política muy fuerte. El sexismo aparece en todas las sociedades, pero el racismo tiene otro tinte político.

¿Por qué dejó Twitter?

En las últimas semanas páginas racistas y neonazis hablaron de mi libro. Reporté los insultos más atroces a Twitter, pero en la mayoría de casos no hicieron nada. También había comentarios sexistas, está siempre conectado. Me fui porque hay que darles el mensaje a estas empresas de que si se van a quedar sentadas permitiendo el acoso, entonces nos iremos.

¿Se refiere a Quillette? Lo digo porque además de hablar de su libro, han recibido críticas recientes por señalar a periodistas.

Me refiero a webs más oscuras, aunque hoy está todo mezclado. Es muy difícil saber dónde están las fronteras, mira quiénes comentan. ¡Son los mismos! La gente que habla de mí en 4chan es la misma que habla de mí en Quillette.

Final UK cover

Usted habla del “retorno de la ciencia racial”, en la misma línea que un artículo de The Guardian que advertía de su “resurrección”. ¿De verdad se había ido?

Su popularidad va y viene, según la política del momento. Ahora, con el ascenso de la ultraderecha y los nacionalismos, esta gente se ha vuelto poderosa e intenta proteger su visión del mundo. Algunos están muy bien educados e intentan encajar su racismo con lo que saben. Eso implica retorcer y manipular los hechos.

Su arrogancia intelectual les hace pensar que entienden cosas que a la ciencia mayoritaria se le escapan. Intentan presentar sus argumentos con ciencia para reforzar la idea de que somos diferentes y que su retórica funcione. Por eso ahora tiene una popularidad que quizá no tenía antes, aunque es verdad que nunca se fue.

Hubo gente que malinterpretó Inferior asegurando que usted negaba las diferencias entre hombres y mujeres. ¿Teme que pase algo parecido con Superior?

Se asume que soy algún tipo de negacionista de la raza, que digo que no hay variación entre humanos. ¡Por supuesto que la hay! No digo eso en absoluto, es una malinterpretación deliberada. Lo que planteo es que la variabilidad humana no casa bien con nuestra visión de las categorías raciales. Esto no es algo controvertido, lo afirman los científicos todos los días. Hay variaciones estadísticas entre las poblaciones; no profundas, sino sutiles y no muy significativas.

Entonces, ¿sí existen las razas?

La raza es un constructo social, lo que quiere decir que existe. Que algo sea cultural no implica que no exista. De hecho, tiene repercusiones biológicas, como las tiene el género, por la desigualdad. La esperanza de vida de los afroamericanos es inferior a la media; no es por genética, es porque la raza tiene poder en nuestra sociedad. Por eso se investiga como una entidad cultural. Como entidad biológica tiene mucho menos significado que las diferencias socioeconómicas y la dieta.

Me sorprendió el capítulo sobre la medicina racial. ¿No funciona?

“Decir que la ciencia está libre de ideología es cada vez menos sostenible, el estudio del comportamiento humano fue político desde el principio”

A mí también me sorprendió. En India hay una alta tasa de diabetes. Puede ser en parte por la genética, pero sobre todo se debe a que los ricos abusan de la mantequilla, la sal y el azúcar, y asocian vivir bien con el sedentarismo. ¡Así por supuesto que va a haber diabetes! Es fatalista pensar en estas cosas en términos raciales, pero lo hacemos porque resulta fácil.

Ya existen casos de personas a las que la ciencia ha dicho que no pertenecen a la raza con la que se han identificado toda la vida. ¿Veremos más casos conforme los test genéticos se popularicen aún más?

Sí, y conforme las sociedades se hagan más mixtas. Ya tenemos problemas para colocarnos en estas categorías ‘duras’, lo que muestra su arbitrariedad. En América ser negro significa algo muy diferente que en Sudáfrica, Australia, Reino Unido o India. Tienen un significado diferente según el lugar, siempre lo han tenido y siempre lo tendrán. Tenemos que aceptar que la raza es un constructo social.

En Superior conecta el racismo científico con Trump y el Brexit. ¿Se puede separar ciencia e ideología?

Decir que la ciencia está completamente libre de ideología es cada vez menos sostenible. Algunas disciplinas como la física teórica quizá [ríe], pero el estudio de los seres humanos y su comportamiento fue político desde el principio. Sugerir lo contrario es negar que tenemos sesgos. Cualquiera que estudie las diferencias humanas y diga “estoy libre de sesgos, soy completamente objetivo” se engaña a sí mismo. De hecho, hacen más daño, porque a menos que sean conscientes de sus prejuicios serán incapaces de controlarlos.

“Quien estudie las diferencias humanas y crea que está libre de sesgos se engaña a sí mismo”

¿Qué responsabilidad ha tenido la ciencia en la supervivencia del racismo científico?

Tu visión del mundo depende de las lentes con las que lo mires. Los humanos vivimos de formas muy diferentes y cambiantes. Al observar quiénes somos solo capturas una instantánea de ese momento y lugar, de ese grupo de gente y de su cultura. El estudio de la naturaleza humana intenta ver quiénes somos si quitamos todas las capas. Lo que yo argumento es que es imposible quitarlas todas, porque la cultura nos da forma desde el segundo en el que nacemos. No se pueden separar unas cosas de las otras.

Dice al final del libro que, en lo que respecta a las razas, “la historia tiene las respuestas, la ciencia no puede ayudar”. ¿No puede?

No podemos asumir que la raza tenga un significado biológico porque sabemos que no es verdad. No hay dudas sobre eso, la ciencia es clara. Uno de los argumentos que expongo en Superior es que los científicos necesitan conectar con las ciencias sociales para conseguir una imagen más completa de quiénes somos. No podemos estudiar a los seres humanos en el vacío. Podemos [investigar sobre las razas] si somos humildes, reconocemos nuestros sesgos y leemos las investigaciones en ciencias sociales.

Es imposible tratar este tema sin hablar de genes e inteligencia. Si hay diferencias poblacionales en cuestiones como la tolerancia a la lactosa, ¿por qué la inteligencia debería ser diferente?

Las diferencias entre grupos son estadísticas, no existen ‘genes de raza’. Además, si hablamos de tolerancia a la altitud, no significa que el resto de características de ese grupo sea también diferente. Por último, estas variaciones tienen que ver con la supervivencia, como la capacidad de aguantar la respiración. La inteligencia depende de miles de genes ¿Por qué estarían más concentrados en ciertos grupos? No hay evidencia genética ni evolutiva que lo sugiera. Da igual la sociedad en la que vivas: ser inteligente es beneficioso.

“Ya sea por razones de género, raza o clase, cuando se esgrimen ciertos argumentos genéticos siempre es para defender el poder”

Pero todavía hay gente que insiste en que los resultados de cociente intelectual (CI) difieren entre razas y culturas por motivos genéticos.

En primer lugar [los tests de CI] no son muy de fiar para medir la inteligencia. En segundo lugar, ¡tienen una carga cultural tan grande! No puedes coger a un grupo de gente que no ha crecido en la misma cultura ni tenido el mismo nivel de educación y luego compararlos con niños cuyas circunstancias son diferentes. Robert Plomin me lo dijo. Él, que defiende el hereditarianismo, no ve valor en esto ni sabe cómo hacerlo.

Existe un submundo bastante oscuro al margen de la academia que defiende, por ejemplo, que el ser humano está perdiendo inteligencia por culpa de los pobres y los inmigrantes. ¿Está todo conectado?

Durante cientos de años han defendido que en lo más profundo de nuestro interior somos diferentes. Lo interesante es que este debate no siempre ha sido con razas, sino con clases. Al comienzo de la historia de la eugenesia, se temía que los pobres fueran congénitamente incapaces y mentalmente débiles. Si no mejoraban a lo largo de las generaciones era porque pasaban su debilidad a sus hijos. Esto se aplica a los debates raciales, con la idea de que hay grupos que no cumplen los estándares genéticos del resto y que no deberían entrar en el país y reproducirse.

Por eso al final del libro llego a la conclusión de que todo esto trata sobre poder. Va de un grupo de gente que tiene poder diciéndole a otros que ellos no merecen tenerlo, que deberían ser controlados, que tienen menos derecho a vivir. Ya sea por razones de género, raza o clase, cuando se esgrimen estos argumentos genéticos siempre es para defender el poder.

Poder y también la necesidad de crear el mito de una nación. Usted relaciona el colonialismo con el origen del concepto moderno de raza. ¿Tenemos todavía esta mentalidad en países como Reino Unido y España?

La retórica paternalista de la civilización benevolente que cuida de otra más débil todavía se ve aquí con el Brexit, como resultado de lo mal que se ha enseñado la historia del imperio británico. ¿Asumimos que el final de la historia ya está escrito y no habrá otros ganadores en el futuro? Claro que los habrá, ya lo estamos viendo con países como China e India.

“Ser imparcial con el racismo es lo mismo que serlo con los negacionistas del cambio climático y los terraplanistas. ¿Por qué alimentar esa idea de que hay dos bandos opuestos y equivalentes?”

El orden mundial está cambiando y eso provoca inseguridad por perder un control que sentimos que se nos debe de forma natural. Y suponemos esto porque las ideas de superioridad e inferioridad han calado en el subconsciente. Puede que algún día haya museos en Singapur con artefactos europeos, como sucede con el Museo Británico. La arrogancia hace pensar a los constructores de imperios que el suyo durará para siempre.

En ese sentido, también critica los test de ancestros. ¿Aumentarán los nacionalismos su popularidad?

Ya hay gente que se los hace para reforzar su idea de quiénes son. En Israel los están usando para determinar si alguien es judío o no, imagina que esa tecnología hubiera existido en la década de 1930. Me parece muy oscuro que todos, no solo la extrema derecha, hayamos comprado esta idea que biologiza la raza de forma inapropiada y refuerza en nuestras mentes que debe haber genes raciales. En realidad, los test muestran con quién puedes estar relacionado vagamente, pero no encuentran ‘genes europeos’ o ‘genes asiáticos’ porque no existen.

En Superior señala la Ilustración, un periodo que muchos reivindican hoy, como origen del problema del racismo científico. ¿Por qué?

La Ilustración reforzó ideas políticas que ya estaban ahí y las endureció con ciencia. Pasó lo mismo con el colonialismo y los genocidios que vimos en el siglo XIX. ¿Habrían ocurrido sin la ciencia occidental? Probablemente, pero la ciencia dio fuerza a estas ideas y legitimidad a estos constructos raciales, que hizo parecer más rígidos de lo que eran antes.

“No hay una conspiración: si la ciencia racial tiene problemas para publicar su trabajo, se debe a que no es muy bueno”

Me divirtió leer que, hace 70 años, ya se hablaba de cómo la censura y la corrección política estaban dañando la ciencia por culpa de “irracionales negacionistas de la ciencia”. Quienes repiten eso hoy, ¿son tan novedosos como piensan?

Les gusta presentarse así. Lo que me fascinó fue ver qué inteligentes habían sido al manipular el discurso usando eufemismos, hablando de libertad de expresión, libertad académica y diversidad de opiniones, para acomodarse en el discurso mayoritario. Hoy universidades y medios los apoyan sin darse cuenta de que son los herederos intelectuales directos de la eugenesia nazi. Han cambiado su forma de hablar, pero dicen lo mismo. Los hemos dejado entrar y ahora hay políticos que usan la misma retórica de hace 70 años.

Me recuerda a los ‘debates’ entre evolucionistas y creacionistas, o entre médicos y homeópatas. ¡No hay punto intermedio entre ser racista y no serlo!

Acabo de hacer una entrevista en la BBC y, tras contar el racismo que he vivido online, el entrevistador me dijo “voy a poner mi imparcialidad a un lado y decir que eso es terrible”. Yo pensaba: “¿Cómo puedes ser imparcial con el racismo?”. Es lo mismo que con los negacionistas del cambio climático y los terraplanistas. ¿Por qué seguimos alimentando esta idea de que hay dos bandos opuestos y equivalentes? Nunca los hubo. Solo hay hechos que están bajo escrutinio y siempre deberían estarlo. El poder contra el que luchamos aquí es la ideología de extrema derecha, no la ciencia. Si no podemos reconocerlo, entonces les estamos facilitando el trabajo.

¿Es tan preocupante? Me da la impresión de que es un círculo endogámico, que publica en sus revistas sin impacto y carecen del respecto del resto del mundo académico.

Es un círculo rígido, pero en sus bordes hay profesores de universidad y políticos. El velo se está levantando sobre ellos, mucha gente ha investigado y les está resultando más difícil mantener las apariencias. Es estremecedor que haya revistas serias que permitan a esas gentes estar en sus comités editoriales. Por ejemplo, Gerhard Meisenberg y Richard Lynn estaban en el comité editorial de Intelligence y contacté con el editor de la revista, que lo defendió por motivos de libertad académica. Después de escribir un artículo en The Guardian, a finales de 2018 habían quitado a Meisenberg. Pero el problema no se ha solucionado, otros no han hecho nada.

“Los estereotipos culturales han dado un significado a las etiquetas y una vez le hemos puesto una a alguien, sentimos que ya sabemos algo sobre esa persona”

Hoy, como dice uno de los investigadores en Superior, ¿“miramos a la ciencia como una racionalización de las ideas políticas”?

La ciencia tiene un poder en la sociedad que nada más tiene. Se considera objetiva, racional y legítima. Si parece un hecho científico, entonces no puede ser racista. Es lo que los racistas dicen en internet: “a los hechos no les importan tus sentimientos”, ignorando que los hechos no están de su lado. Lo venden como si estuvieran reprimidos por una conspiración que intenta silenciarles, mientras que ellos defienden la buena ciencia y son como Galileo o Copérnico.

Es extraño que alguien compre este argumento y lo que me impresiona es que mucha gente lo hace. No tengo problemas con los hombres blancos, lo tengo con quienes aseguren que la ciencia está de su parte, cuando no lo está. No hay una conspiración: si la ciencia racial tiene problemas para publicar su trabajo, se debe a que no es muy bueno.

Al final, como ellos dicen, “a los hechos no les importan tus sentimientos”.

No, pero no podemos usar eso con ellos, ¿verdad? [ríe].

Parece que el ser humano que necesita pensar en categorías como razas o naciones. ¿Qué podemos hacer?

Yo intento tratar a cada persona como un individuo, porque más del 95 % de las diferencias entre personas son individuales. Es algo difícil, yo también tengo muchos sesgos y estereotipos, pero no se me ocurre otra forma de actuar. Los estereotipos culturales han dado un significado a las etiquetas: una vez le hemos puesto una a alguien, sentimos que ya sabemos algo sobre ese alguien. En lugar de ver a cada persona como crees que es, hay que darle la oportunidad de que muestre quién es de verdad.

Fuente: https://www.agenciasinc.es/Entrevistas/Los-racistas-intentan-presentar-sus-argumentos-con-ciencia-para-que-su-retorica-funcione

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Terrorismo pedagógico y esperanza en la era de la política fascista

Por: Henry Giroux

Los tiempos oscuros que atormentan a la era actual son personificados por los bárbaros que se hacen eco de la política de un pasado fascista y han llegado a gobernar los Estados Unidos, Hungría, Turquía, Polonia, Brasil, Filipinas y otros lugares. [1] Los diseñadores de una nueva generación de fascismo dominan cada vez más las principales formaciones políticas y otras instituciones políticas y económicas dominantes en todo el mundo. Su reinado de pesadilla de miseria, violencia y disposición está legitimado, en parte, en su control de un número diverso de aparatos culturales que producen una vasta maquinaria de consentimiento fabricado. Esta formación educativa reaccionaria incluye los principales medios de difusión, las plataformas digitales, Internet y la cultura impresa, todos los cuales participan en un espectáculo continuo de violencia, la estetización de la política, la legitimación de opiniones sobre hechos y el abrazo de una cultura de ignorancia. . Bajo el reinado de esta arquitectura normalizada de la ideología neoliberal, la educación crítica ahora se considera con desdén, las palabras se reducen a datos,

Las instituciones democráticas, como los medios de comunicación independientes, las escuelas, el sistema legal, ciertas instituciones financieras y la educación superior están bajo asedio en todo el mundo. Algunos de los ejemplos más recientes de esto se pueden encontrar en los Estados Unidos con el resurgimiento de los vigilantes y los grupos de milicianos de derecha a lo largo de la frontera sur y la intrusión de prácticas educativas basadas en la tecnología en las escuelas que producen planes de estudio que algunos padres afirman que convierten a los niños en zombis. . El ataque continuo de Trump a la educación superior ofrece otro ejemplo muy visible: su solicitud de presupuesto para 2020 propuesta aprobaría una asombrosa reducción de $ 7.1 mil millones en el Departamento de Educación como parte de una política para desmantelar el propio departamento.

Al mismo tiempo, la promesa de democracia está retrocediendo a medida que los fascistas actuales trabajan para subvertir el lenguaje, los valores, el coraje, la visión y la conciencia crítica. La educación se ha convertido cada vez más en una herramienta de dominación a medida que los empresarios del odio despliegan aparatos pedagógicos de derecha para atacar a trabajadores, jóvenes negros, refugiados, inmigrantes y otros que consideran desechables. En medio de un momento en que un orden social más antiguo se está desmoronando y uno nuevo está luchando por definirse, surge un momento de confusión, peligro y momentos de gran inquietud. Estamos una vez más en un momento histórico en el que las estructuras de liberación y autoritarismo están compitiendo por el futuro.

Hemos llegado a un momento en el que dos mundos se enfrentan entre sí y la historia del presente se encuentra en un punto en el que «las posibilidades se realizan o se rechazan, pero nunca desaparecen por completo». [2]   Dos mundos chocan: Primero Como han observado varios estudiosos, existe el duro y desmoronado mundo de la globalización neoliberal y sus pasiones movilizadoras que alimentan diferentes líneas del fascismo en todo el mundo, incluido Estados Unidos. El poder ahora está enamorado de la acumulación de ganancias y capital y es cada vez más adicto a una política de nacionalismo blanco y limpieza racial. [3]En segundo lugar, está el mundo de los movimientos contrarios, que está creciendo especialmente entre los jóvenes, con su búsqueda de una nueva política que pueda repensar, reclamar e inventar una nueva comprensión del socialismo democrático, no contaminada por el capitalismo. [4]

Es difícil imaginar un momento más urgente para hacer de la educación un lugar central para la política. Si vamos a desarrollar una política capaz de despertar nuestra sensibilidad crítica, imaginativa e histórica, es crucial para los educadores y otros desarrollar un lenguaje de crítica y posibilidad. Tal lenguaje es necesario para permitir que las condiciones forjen una resistencia internacional colectiva entre educadores, jóvenes, artistas y otros trabajadores culturales en defensa de los bienes públicos. Tal movimiento es importante para resistir y superar las pesadas pesadillas fascistas que han caído sobre Estados Unidos, Brasil y varios otros países de Europa plagados por el surgimiento de los partidos neonazis. En una época de aislamiento social, desbordamiento de información, una cultura de inmediatez, exceso de consumo y violencia espectacularizada,

La lección pedagógica aquí es que el fascismo comienza con palabras de odio, la demonización de otros considerados desechables, y avanza hacia un ataque de ideas, la quema de libros, la desaparición de intelectuales y el surgimiento del estado carcelario y los horrores de las cárceles de detención. y campamentos. Como una forma de política cultural, la pedagogía crítica ofrece la promesa de un espacio protegido dentro del cual pensar contra el grano de la opinión recibida. Este es un espacio para cuestionar y desafiar, para imaginar el mundo desde diferentes puntos de vista y perspectivas, para reflexionar sobre nosotros mismos en relación con los demás y, al hacerlo, para comprender lo que significa «asumir un sentido de responsabilidad política y social». [5]

La educación, tanto en sus formas simbólicas como institucionales, tiene un papel central que desempeñar en la lucha contra el resurgimiento de las culturas fascistas, las narraciones históricas míticas y las ideologías emergentes de la supremacía blanca y el nacionalismo blanco. Más aún, en un momento en que los fascistas de todo el mundo difunden imágenes tóxicas racistas y ultranacionalistas del pasado, es esencial reclamar la pedagogía crítica como una forma de conciencia histórica y testimonio moral. Esto es especialmente cierto en un momento en que la amnesia histórica y social se ha convertido en un pasatiempo nacional, particularmente en los Estados Unidos, igualada solo por la masculinización de la esfera pública y la creciente normalización de una política fascista que se nutre de la ignorancia, el miedo, el odio. la limpieza social, la supresión de la disidencia y la supremacía blanca.[6]

La política cultural en los últimos 20 años se ha vuelto tóxica a medida que las elites dominantes obtienen cada vez más el control de los aparatos culturales dominantes, convirtiéndolos en máquinas de desimaginación pedagógicas que sirven a las fuerzas de la tranquilidad ética al producir y legitimar infinitas imágenes degradantes y humillantes de los pobres, inmigrantes, musulmanes, y otros consideraron el exceso, las vidas desperdiciadas condenadas a la exclusión terminal. La máquina del sueño capitalista está de vuelta con enormes ganancias para los ultra ricos, los administradores de fondos de cobertura y los principales actores en las industrias de servicios financieros. En estos nuevos paisajes de riqueza, fraude y atomización social, un capitalismo brutal y fanático promueve un espíritu de ganadora, una cultura de crueldad y nacionalismo blanco, que socava agresivamente el estado de bienestar al tiempo que empuja a millones a las penurias y las desgracias. Las geografías de la decadencia moral y política se han convertido en el estándar organizador de los mundos de sueño de consumo, privatización, vigilancia y desregulación. Dentro de este paisaje cada vez más fascista, las esferas públicas son reemplazadas por zonas de abandono social y prosperan con las energías de los muertos vivientes y los avatares de la crueldad y la miseria.

El escritor Pankaj Mishra tiene razón al argumentar que el neoliberalismo ha creado una sociedad en la que la compasión ahora se ve con desdén y la empatía en una sociedad impulsada por el mercado se convierte en sinónimo de una patología. El escribe:

El enigma de nuestra época es cómo [la compasión como] fundamento esencial de la vida cívica desapareció de nuestra conversación pública, invisiblemente reemplazada por la presunta racionalidad del interés propio individual, los mecanismos del mercado y las instituciones democráticas. Puede ser difícil recordar esto hoy, en medio de las continuas explosiones de ira y venganza en la vida pública, pero la imaginación compasiva era indispensable para los movimientos políticos que surgieron en el siglo XIX para abordar el sufrimiento masivo causado por los cambios sociales y económicos radicales. A medida que se intensificaron las experiencias de dislocación y explotación, una variedad de socialistas, demócratas y reformistas defendieron el sentimiento y la solidaridad, incitando el desprecio de, entre otros, a Friedrich Nietzsche, quien afirmó que la demanda de justicia social ocultaba la envidia y el resentimiento de los débiles contra sus superiores naturalmente aristocráticos. Sin embargo, nuestras propias sociedades profundamente desiguales y amargamente polarizadas han validado completamente el temor de Rousseau de que las personas divididas por disparidades extremas dejaran de sentir compasión por los demás … Uno de los resultados de la integración de una sombría ética de supervivencia es que «la mayoría de las personas, a medida que crecen ahora», escribieron el psicoanalista Adam Phillips y la historiadora Barbara Taylor.Sobre la bondad , «cree secretamente que la bondad es una virtud de los perdedores». [7]

La educación en las últimas tres décadas ha disminuido rápidamente en sus capacidades para educar a los jóvenes y otros para que sean agentes críticos y comprometidos socialmente. Bajo los regímenes neoliberales que ahora coquetean con la supremacía blanca, los apóstoles del autoritarismo han considerado que las posibilidades utópicas anteriormente asociadas con la educación pública son demasiado peligrosas para no ser controladas. Las escuelas públicas, que podrían tener un potencial tan radical para promover la igualdad social y apoyar la democracia, están sujetas a las fuerzas tóxicas de la privatización y los planes de estudio estandarizados sin sentido, mientras que los maestros están sujetos a condiciones laborales intolerables. La educación superior ahora imita una cultura empresarial dirigida por un ejército directivo de burócratas, borrachos de los valores del mercado, que se parecen a los sumos sacerdotes de una racionalidad instrumental mortal. Las visiones dominantes de la democracia están en el exilio en todos los niveles de la educación. La lucha, sin embargo, está lejos de terminar. La buena noticia es que hay una creciente ola de huelgas de maestros, funcionarios públicos y trabajadores, tanto en los Estados Unidos como en el extranjero, que se resisten a la maquinaria cruel de explotación, racismo, austeridad y disponibilidad desatada por el neoliberalismo en los últimos cuarenta años. .

El pensamiento crítico y las imaginaciones de un mundo mejor representan una amenaza directa para la racionalidad neoliberal en la cual el futuro siempre debe replicar el presente en un círculo sin fin en el que el capital y las identidades que legitima se fusionan entre sí en lo que podría llamarse una zona muerta De la imaginación y las pedagogías de la represión. Este impulso distópico prospera al producir innumerables formas de desigualdad y violencia, que abarcan tanto lo simbólico como lo estructural, como parte de un intento más amplio de definir la educación en términos puramente instrumentales, privatizados y antiintectuales. Lo que está claro es que los modos de educación neoliberal intentan moldear a los estudiantes en los mantras impulsados ​​por el mercado del interés propio, la dura competencia, el individualismo sin control y el espíritu del consumismo. Ahora se les dice a los jóvenes que inviertan en sus carreras, Empaque sus currículums, y logre el éxito a cualquier costo. Es precisamente este reemplazo de la esperanza educada con un agresivo proyecto neoliberal distal y políticas culturales lo que ahora caracteriza el asalto actual a la educación pública y superior en varias partes del mundo. Bajo el neoliberalismo, el mantra de la privatización, la desregulación y la destrucción del bien público se complementa con una fusión tóxica de la desigualdad, la codicia y una obsesión con las ganancias.

Es crucial que los educadores recuerden que el lenguaje no es simplemente un instrumento de miedo, violencia e intimidación, sino que también es un vehículo para la crítica, el coraje cívico, la resistencia y la agencia comprometida e informada. Vivimos en un momento en que el lenguaje de la democracia ha sido saqueado, despojado de sus promesas y esperanzas. Si se quiere derrotar al fascismo, es necesario hacer de la educación un principio organizador de la política y, en parte, esto se puede hacer con un lenguaje que exponga y desenrede las falsedades, los sistemas de opresión y las relaciones corruptas de poder, al mismo tiempo que deja claro que Un futuro alternativo es posible. Hannah Arendt tenía razón al argumentar que el lenguaje es crucial para resaltar los «elementos cristalizados» a menudo ocultos que hacen que el fascismo sea probable. [8]El lenguaje puede ser una herramienta poderosa en la búsqueda de la verdad y la condena de falsedades e injusticias. Además, es a través del lenguaje que se puede recordar la historia del fascismo y las lecciones de las condiciones que crearon la plaga del genocidio pueden proporcionar el reconocimiento de que el fascismo no reside únicamente en el pasado y que sus huellas están siempre latentes, incluso en el Las democracias más fuertes. Paul Gilroy sostiene correctamente que es crucial en el momento histórico actual volver a comprometerse con el fascismo para restablecerlo en su lugar adecuado para enfrentar los tiempos oscuros, que amenazan con impulsar a las democracias de todo el mundo a gobiernos que imitan la política fascista de Estados Unidos. el pasado.

Me acerco al concepto de fascismo con temor, no solo porque enlaza tantos fenómenos históricos y locales diferentes. Ha sido engullido por la forma en que ha funcionado como un término de abuso general y corrompido por la forma en que se ha utilizado para expresar una sensación de maldad que es frustrantemente abstracta pero que sigue siendo rehén de la moderna fascinación contemporánea con la obscenidad, la criminalidad, la agresión, y el horror. Re «comprometerme con la idea del fascismo genérico es, espero, trabajar para redimir el término de su trivialización y restaurarlo en un lugar adecuado en las discusiones sobre los límites morales y políticos de lo que es aceptable … Creo que seguir adelante Una definición genérica de fascismo no solo es posible y deseable sino imperativa … Es esencial, ya que la memoria viva del período fascista se desvanece, para poder identificar estos nuevos grupos y su influencia en las vidas volátiles de las políticas postindustriales. El solo hecho de mantener una discusión sobre el fascismo como un proyecto heurístico en curso tiene un valor adicional en un escenario posterior a la guerra fría en el que Occidente ha desaparecido y donde una Europa renacida debe enfrentar su pasado.[9]

La visión de Gilroy proporciona una razón más para que los educadores hagan que la política sea más pedagógica y la pedagógica más política. Lo último es crucial para reconocer que la pedagogía es siempre una lucha por la agencia, las identidades, el deseo y los valores, al mismo tiempo que reconoce que tiene un papel crucial que desempeñar para abordar importantes cuestiones sociales y defender la educación pública y superior como esferas públicas democráticas. Hacer lo político pedagógico en este caso sugiere producir modos de conocimiento y prácticas sociales que no solo afirmen el trabajo cultural de oposición y las prácticas pedagógicas, sino que también ofrezcan oportunidades para movilizar instancias de indignación colectiva junto con acción de masas directa, contra un despiadado capitalismo de casino y un emergente fascista. política. Dicha movilización debe oponerse a las inequidades materiales evidentes y la creciente creencia cínica de que democracia y capitalismo son sinónimos. Como mínimo, la pedagogía crítica propone que la educación es una forma de intervención política en el mundo y que es capaz de crear las posibilidades de transformación individual y social.

La ignorancia ahora gobierna América. No es la ignorancia simple, aunque algo inocente, que proviene de una falta de conocimiento, sino una ignorancia maliciosa forjada en la arrogancia de negarse a pensar mucho sobre un tema, a comprometerse con el lenguaje en la búsqueda de la justicia. Como es bien sabido, la ignorancia del presidente Trump se exhibe diariamente. No solo es un mentiroso en serie, sino que su ignorancia también sirve como una herramienta de poder para evitar que el poder rinda cuentas. Además, también funciona como una forma de reescribir la relación entre las demandas de los ciudadanos críticos y las demandas de responsabilidad social y cívica. Bajo tales circunstancias, el pensamiento se vuelve peligroso y se convierte en objeto de asco organizado por cualquier vestigio de la verdad. Sin embargo, aquí hay más en juego que la producción de una forma tóxica de analfabetismo y la reducción de los horizontes políticos. Lo que estamos presenciando es un cierre de lo político junto con expresiones explícitas de crueldad y «crueldad ampliamente sancionada».[10]    Además, las mismas condiciones que permiten a las personas tomar decisiones informadas están bajo asedio a medida que las escuelas se financian, los medios se vuelven más corporativizados, los periodistas opositores son asesinados y la televisión de realidad se convierte en el modelo para el entretenimiento masivo. Bajo tales circunstancias, hay un ataque a gran escala contra el razonamiento reflexivo, la empatía, la resistencia colectiva y la imaginación compasiva. En cierto modo, la dictadura de la ignorancia se asemeja a lo que el escritor John Berger llama «eticidio»: y Joshua Sperling define como «El embotamiento de los sentidos; el ahuecamiento del lenguaje; el borrado de la conexión con el pasado, los muertos, el lugar, la tierra, el suelo; posiblemente también el borrado de ciertas emociones, ya sea lástima, compasión, consuelo, luto o esperanza ”. [11]

Dada la crisis actual de la política, la agencia, la historia y la memoria, los educadores necesitan un nuevo lenguaje político y pedagógico para abordar los contextos y problemas cambiantes que enfrenta un mundo en el que el capital se basa en una convergencia sin precedentes de recursos: financieros, culturales, políticos, económicos. Científicos, militares y tecnológicos: para ejercer potentes y diversas formas de control directo e indirecto. Si los educadores y otros quieren contrarrestar la mayor capacidad del capitalismo global para separar la esfera tradicional de la política del ahora alcance transnacional del poder, es crucial desarrollar enfoques educativos que rechacen un colapso de la distinción entre libertades de mercado y libertades civiles, una economía de mercado. y una sociedad de mercado, y capitalismo y democracia. La resistencia no comienza con la reforma del capitalismo sino con su abolición.[12]

Después de décadas de la pesadilla neoliberal tanto en Estados Unidos como en el extranjero, las pasiones movilizadoras del fascismo se desataron a diferencia de todo lo que hemos visto desde la década de 1930. La élite gobernante y los gerentes del capitalismo extremo han usado las crisis de desigualdad económica e inmigración y sus «arreglos manifiestamente brutales y de explotación» para sembrar divisiones sociales y resucitar el discurso de la limpieza racial y la supremacía blanca. [13]   Al hacerlo, han aprovechado el creciente sufrimiento y ansiedad colectivos de millones de personas para redirigir su enojo y desesperación a través de una cultura de miedo y discurso de deshumanización; también han convertido las ideas críticas en cenizas al diseminar una mezcla tóxica de categorías racializadas, ignorancia y un espíritu militarizado del nacionalismo blanco.

En este caso, el neoliberalismo y el fascismo se unen y avanzan en un proyecto y movimiento cómodo y mutuamente compatible que conecta los valores explotadores y las políticas de austeridad crueles del capitalismo de casino » [14] con los ideales fascistas. Estos ideales incluyen: la veneración de la guerra, el antiintelectualismo; deshumanización; una celebración populista del ultranacionalismo y la pureza racial; [15]la supresión de la libertad y la disidencia; una cultura de la mentira; una política de la jerarquía, la espectacularización de la emoción sobre la razón, la armonización del lenguaje; Un discurso de decadencia y violencia estatal en formas heterogéneas. El fascismo nunca está enteramente enterrado en el pasado y las condiciones que producen sus suposiciones centrales nos acompañan una vez más, iniciando un período de barbarie moderna que parece estar llegando a los extremos homicidas, especialmente en los Estados Unidos. [dieciséis]

La profunda gramática de la violencia ahora da forma a todos los aspectos de la producción cultural y se vuelve visceral en su generación actual de terrorismo doméstico, tiroteos en masa, el encarcelamiento en masa de personas de color y la guerra contra los inmigrantes indocumentados. No solo se ha vuelto más gratuito, aleatorio y, en algunos casos, trivializado a través de la monotonía de la repetición, también sirve como la doctrina oficial de la administración de Trump en la configuración de sus políticas domésticas y de seguridad. La violencia de Trump se ha vuelto tanto promiscua en su alcance como envalentonada en su inclinación a los grupos extremistas de derecha. La mezcla de nacionalismo blanco y la expansión de las políticas que benefician a los ricos, las grandes corporaciones y la elite financiera están cada vez más legitimadas y normalizadas en una nueva forma de pedagogía pública que equivale a una legitimación de lo que he llamado fascismo neoliberal.[17]

En tales circunstancias, la pedagogía crítica se convierte en una práctica política y moral en la lucha por revivir la alfabetización cívica, la cultura cívica y la noción de ciudadanía compartida. La política pierde sus posibilidades emancipadoras si no puede proporcionar las condiciones educativas necesarias para que los estudiantes y otras personas puedan pensar en contra del grano y realizarse como ciudadanos informados, críticos y comprometidos. No hay una política radical sin una pedagogía capaz de despertar la conciencia, desafiar el sentido común y crear modos de análisis en los que las personas descubran un momento de reconocimiento que les permita repensar las condiciones que dan forma a sus vidas.

Como una cuestión de responsabilidad política y social, los educadores deben hacer más que crear las condiciones para el pensamiento crítico y alimentar un sentido de esperanza para sus estudiantes. También deben asumir responsablemente el papel de los educadores cívicos en contextos sociales más amplios y estar dispuestos a compartir sus ideas con otros educadores y el público en general haciendo uso de las nuevas tecnologías de los medios y los modos tradicionales de comunicación. Comunicarse a una variedad de audiencias públicas sugiere usar oportunidades para escribir, charlas públicas y entrevistas en los medios de comunicación ofrecidas por la radio, Internet, revistas alternativas y enseñar a jóvenes y adultos en escuelas alternativas, por nombrar solo algunas. Aprovechando su papel como intelectuales públicos, los educadores pueden abordar el desafío de combinar la erudición y el compromiso utilizando un vocabulario que no es ni aburrido ni obtuso, mientras buscan hablar con una audiencia más amplia. Más importante aún, a medida que los maestros se organizan para afirmar la importancia de su papel y el de la educación en una democracia, pueden forjar nuevas alianzas y conexiones para desarrollar movimientos sociales que incluyan y se expandan más allá del trabajo con sindicatos y formaciones políticas tradicionales.

La educación funciona como un sitio crucial de poder en el mundo moderno. Si los maestros están realmente preocupados por salvaguardar la educación, tendrán que tomar en serio cómo funciona la pedagogía a nivel local y global. La pedagogía crítica tiene un papel importante que desempeñar tanto para comprender como para desafiar la forma en que se despliegan, afirman y se resisten el poder, el conocimiento y los valores dentro y fuera de los discursos tradicionales y las esferas culturales. En un contexto local, la pedagogía crítica se convierte en una herramienta teórica importante para comprender las condiciones institucionales que imponen restricciones a la producción de conocimiento, aprendizaje, trabajo académico, relaciones sociales y democracia en sí. La pedagogía crítica también proporciona un discurso para comprometer y desafiar la construcción de jerarquías sociales, identidades, e ideologías a medida que atraviesan las fronteras locales y nacionales. Además, la pedagogía como forma de producción y crítica ofrece un discurso de posibilidad, una forma de brindar a los estudiantes la oportunidad de vincular la comprensión con el compromiso y la transformación social para buscar la mayor justicia posible.

This suggests that one of the most serious challenges facing teachers, artists, journalists, writers, and other cultural workers is the task of developing a discourse of both critique and possibility.  This means developing discourses and pedagogical practices that connect a critical reading the word with reading the world, and doing so in ways that enhance the creative capacities of young people and provide the conditions for them to become critical agents. In taking up this project, educators and others should attempt to create the conditions that give students the opportunity to become critical and engaged citizens who have the knowledge and courage to struggle in order to make desolation and cynicism unconvincing and hope practical. Hope in this instance is educational, removed from the fantasy of an idealism that is unaware of the constraints facing the dream of a radical democratic society. Educated hope is not a call to overlook the difficult conditions that shape both schools and the larger social order nor is it a blueprint removed from specific contexts and struggles. On the contrary, it is the precondition for providing those languages and values that point the way to imagining a future that does not replicate the nightmares of the present.

La esperanza educada proporciona la base para dignificar el trabajo de los maestros; ofrece un conocimiento crítico vinculado al cambio social democrático, afirma responsabilidades compartidas y alienta a los profesores y estudiantes a reconocer la ambivalencia y la incertidumbre como dimensiones fundamentales del aprendizaje. Tal esperanza ofrece la posibilidad de pensar más allá de lo dado. Por difícil que parezca esta tarea para los educadores, si no para un público más amplio, es una lucha que vale la pena librar.

En una época de capitalismo venenoso y una política fascista emergente, educadores, estudiantes y otros ciudadanos preocupados enfrentan el desafío de proporcionar un lenguaje que abarque a un utopismo militante, mientras que están constantemente atentos a aquellas fuerzas que buscan convertir esa esperanza en un nuevo eslogan o Castigar y despedir a quienes se atreven a mirar más allá del horizonte de lo dado. El fascismo engendra cinismo y es enemigo de una esperanza militante y social. La esperanza debe ser atenuada por la compleja realidad de los tiempos y vista como un proyecto y condición para proporcionar un sentido de agencia colectiva, oposición, imaginación política y participación comprometida. Sin esperanza, incluso en los tiempos más terribles, no hay posibilidad de resistencia, disensión y lucha. La agencia es la condición de la lucha, y la esperanza es la condición de la agencia.

La esperanza es el requisito afectivo e intelectual para la lucha individual y social. La esperanza, no la desesperación, es la condición previa que fomenta la crítica por parte de los intelectuales dentro y fuera de la academia que utilizan los recursos de la teoría para abordar problemas sociales apremiantes. La esperanza también está en la raíz del coraje cívico que traduce la crítica en la práctica política. La esperanza, como el deseo de un futuro que ofrezca más que el presente, se vuelve más aguda cuando la vida de uno ya no puede darse por sentado. Solo al mantener tanto la crítica como la esperanza en tales contextos, la resistencia hará concreta la posibilidad de transformar la política en un espacio ético y un acto público. Y un futuro mejor que el que ahora esperamos desplegar requerirá nada menos que enfrentar el flujo de la experiencia cotidiana y el peso del sufrimiento social con la fuerza de la resistencia individual y colectiva y el proyecto interminable de transformación social democrática. Al mismo tiempo, para que la resistencia asuma los desafíos planteados por el surgimiento de una política fascista, tendrá que desarrollar un despertar del deseo. Esta forma de deseo educado está arraigada en el sueño de una conciencia y una imaginación colectivas alimentadas por la lucha por nuevas formas de comunidad que afirman el valor de lo social, la igualdad económica, el contrato social, los valores democráticos y las relaciones sociales. Para que la resistencia pueda enfrentar los desafíos planteados por el surgimiento de una política fascista, tendrá que desarrollar un despertar del deseo. Esta forma de deseo educado está arraigada en el sueño de una conciencia y una imaginación colectivas alimentadas por la lucha por nuevas formas de comunidad que afirman el valor de lo social, la igualdad económica, el contrato social, los valores democráticos y las relaciones sociales. Para que la resistencia pueda enfrentar los desafíos planteados por el surgimiento de una política fascista, tendrá que desarrollar un despertar del deseo. Esta forma de deseo educado está arraigada en el sueño de una conciencia y una imaginación colectivas alimentadas por la lucha por nuevas formas de comunidad que afirman el valor de lo social, la igualdad económica, el contrato social, los valores democráticos y las relaciones sociales.

La lucha actual contra un fascismo naciente en todo el mundo no es solo una lucha por las estructuras económicas o las alturas dominantes del poder corporativo. También es una lucha por las visiones, las ideas, la conciencia y el poder para cambiar la cultura misma. También es como Hannah Arendt señala una lucha contra «un temor generalizado de juzgar». [18]Sin la capacidad de juzgar, es imposible recuperar palabras que tengan un significado, imaginar mundos alternativos y un futuro que no imite los tiempos oscuros en que vivimos, y crear un lenguaje que cambie nuestra forma de pensar sobre nosotros mismos y nuestra relación con los demás. . Cualquier lucha por un orden socialista democrático radical no tendrá lugar si «las lecciones de nuestro pasado oscuro [no se pueden] aprender y transformar en resoluciones constructivas» y soluciones para luchar y crear una sociedad postcapitalista. [19]

Al final, no hay democracia sin ciudadanos informados y no hay justicia sin un lenguaje crítico de injusticia. La democracia comienza a fracasar y la vida política se empobrece en ausencia de esas esferas públicas vitales, como la educación pública y superior, en la que los valores cívicos, la erudición pública y el compromiso social permiten una comprensión más imaginativa de un futuro que toma en serio las demandas de la justicia. , equidad y coraje cívico. La democracia debe ser una forma de pensar acerca de la educación, una que prospere al conectar la pedagogía con la práctica de la libertad, el aprendizaje a la ética y la agencia a los imperativos de la responsabilidad social y el bien público. [20] El capitalismo neoliberal despoja a la esperanza de sus posibilidades utópicas y se nutre de la idea de que vivimos en una era de esperanza cerrada, y que cualquier intento de pensar lo contrario resultará en una pesadilla. Sin embargo, el hecho es que sin esperanza no hay agencia y sin agentes colectivos, no hay esperanza de resistencia. En la era del fascismo naciente, no es suficiente conectar la educación con la defensa de la razón, el juicio informado y la agencia crítica; también debe estar alineado con el poder y el potencial de la resistencia colectiva. Vivimos en tiempos peligrosos. En consecuencia, existe una necesidad urgente de que más individuos, instituciones y movimientos sociales se unan en la creencia de que los regímenes actuales de tiranía pueden ser resistidos,

Notas

[1] Quiero agradecer a la Dra. Rania Filippakou por sus perspicaces comentarios editoriales.

[2] Peter Thompson, «La Escuela de Frankfurt, Parte 5: Walter Benjamin, El fascismo y el futuro», The Guardian (21 de abril de 2013). En línea: https://www.theguardian.com/commentisfree/belief/2013/apr/22/frankfurt-school-walter-benjamin-fascism-future

[3] Ver, especialmente, Stuart Hall, Capítulo 1: «La revolución neoliberal», La crisis neoliberal , ed. Editado por Jonathan Rutherford y Sally Davison, [Londres: Lawrence Wishart 2012]. En línea: http://wh.agh.edu.pl/other/materialy/678_2015_04_21_22_04_51_The_Neoliberal_Crisis_Book.pdf ; David Harvey: Una breve historia del neoliberalismo (Nueva York: Oxford University Press, 2005); Sheldon S. Wolin, Democracy Incorporated: Democracia administrada y el espectro del totalitarismo invertido , (Princeton University Press, 2008). Wendy Brown, “ Deshaciendo las demostraciones: Revolución sigilosa del neoliberalismo , (Nueva York: Zone Books, 2015). Virginia Eubanks, automatizando la desigualdad  (St. Martin’s Press, 2017); George Monbiot, Out of the Wreckage (Verso Press, 2017 ); Henry A. Giroux, American Nightmare: Enfrentando el desafío del fascismo ( City Lights 2018).

[4] Charles Derber, Bienvenido a la Revolución: Universalización de la resistencia por la justicia social y la democracia en tiempos peligrosos(Nueva York: Routledge, 2017). Heinrich Geiselberger, ed, The Great Regression (Londres: Polity, 2017).

[5] Jon Nixon, «Hannah Arendt: Thinking Versus Evil», Times Higher Education , (26 de febrero de 2015). En línea en: https://www.timeshighereducation.co.uk/features/hannah-arendt-thinking-versus-evil/2018664.article?page=0%2C0

[6] Ver, por ejemplo, Jane Mayer, «The Making of the Fox News White House», The New Yorker (4 de marzo de 2019). En línea: https://www.newyorker.com/magazine/2019/03/11/the-making-of-the-fox-news-white-house

[7] Pankaj Mishra, «Una postura de Gandhi contra la cultura de la crueldad», The New York Review of Books, [22 de mayo de 2018]. En línea: http://www.nybooks.com/daily/2018/05/22/the-culture-of-cruelty/

[8]  Hannah Arendt, Orígenes del totalitarismo (Nueva York: Harcourt Trade Publishers, Nueva edición, 2001).

[9] Paul Gilroy, » Contra la raza: imaginando la cultura política más allá de la línea de color «, Capítulo 4 -Hitler in Khakis: Íconos, propaganda y política estética ‘(Cambridge: The Belknap Press de Harvard University Press, 2000), pp. 144-145, 146

[10] Pankaj Mishra, «Una postura de Gandhi contra la cultura de la crueldad», The New York Review of Books, [22 de mayo de 2018]. En línea: http://www.nybooks.com/daily/2018/05/22/the-culture-of-cruelty/

[11] Joshua Sperling citó en Lisa Appignanesi, “Las formas de ser de Berger”, The New York Review of Books (9 de mayo de 2019). En línea: https://www.nybooks.com/articles/2019/05/09/john-berger-ways-of-being/?utm_medium=email&utm_campaign=NYR%20Tintoretto%20Berger%20Mueller&utm_content=NYR%20Tintoretto%20Berger%%20Merer + CID_22999ee4b377a478a5ed6d4ef5021162 & utm_source = Newsletter & utm_term = John% 20Bergers% 20Ways% 20of% 20Being

[12] Citado en Roger Griffin, «Preparando el renacimiento de la nación: la política y la estética del desempeño en el contexto de los estudios fascistas», en Gunter Berghaus, ed. Fascismo y teatro: estudios comparativos sobre la estética y la política del performance en Europa, 1925-1945. (Providencia: Gerghahn Books, 1996). En línea: https://www.libraryofsocialscience.com/ideologies/resources/griffin-staging-the-nations/

[13] Paul Gilroy, Against Race  (Cambridge: Harvard University Press, 2000), 139.

[14] Paul Gilroy, Against Race  (Cambridge: Harvard University Press, 2000), 139.

[15] Paul Gilroy, Against Race  (Cambridge: Harvard University Press, 2000), 139.

[16] Chiara Bottici en Cihan Aksan y Jon Bailes, editores. «One Question Fascism (Part One),» ¿Vuelve el fascismo? »  State of Nature Blog,  [3 de diciembre de 2017]. En línea: http://stateofnatureblog.com/one-question-fascism-part-one/

[17] Henry A. Giroux, «La pesadilla del fascismo neoliberal», Truthout (10 de junio de 2018). En línea: https://truthout.org/articles/henry-a-giroux-the-nightmare-of-neoliberal-fascism/

[18] Hannah Arendt, «Responsabilidad personal bajo la dictadura», en Jerome Kohn, ed., Responsibility and Judgment, [NY: Schocken Books, 2003]. En línea: https://grattoncourses.files.wordpress.com/2016/08/responsibility-under-a-dictatorship-arendt.pdf

[19] Nicola Bertoldi, “¿Estamos viviendo una nueva ‘era de Weimar’ ?: resoluciones constructivas para nuestro futuro”, OpenDemocracy  (3 de enero de 2018). En línea: https://us1.campaign-archive.com/?e=d77f123300&u=9c663f765f28cdb71116aa9ac&id=367a142d39

[20] Henry A. Giroux, El terror de lo imprevisto  (Los Angeles: Los Angeles Review of Books, 2019).

 

Fuente: https://www.counterpunch.org/2019/05/10/pedagogical-terrorism-and-hope-in-the-age-of-fascist-politics/

 

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Un discernimiento necesario: «Manifiesto de un feminismo para el 99%»

Redacción: Tendencias 21

inzia Arruzza, Tithi Bhattacharya y Nancy Fraser, intelectuales y activistas estadounidenses, reflexionan sobre este movimiento de implicaciones políticas decisivas

 

Tres intelectuales y activistas que han contribuido a organizar el movimiento de la huelga de mujeres en EEUU (Cinzia Arruzza, Tithi Bhattacharya y Nancy Fraser) reflexionan en «Manifiesto de un feminismo para el 99%» (Herder, 2019) sobre este movimiento de implicaciones políticas decisivas. Con un amplio alcance teórico y político, las autoras han desarrollado en esta obra una herramienta ineludible para pensar y ampliar las luchas sociales actuales; así como para favorecer su articulación política.

Hacía falta discernir, retornar sobre el horizonte que apoyamos de forma crítica (es decir, no dogmática) e interrogar diferencias ideológicas que, en el campo del feminismo, tienen implicaciones políticas decisivas. Semejante discernimiento necesitaba hacerse, además, por autoras con un recorrido relevante dentro del campo de la militancia feminista, como ocurre con Cinzia Arruzza, Tithi Bhattacharya y Nancy Fraser, todas intelectuales y activistas que han contribuido a organizar el movimiento de la huelga de mujeres en EEUU.

Necesitaba que sea de ese modo para evitar descalificaciones facilistas y, sobre todo, para suscitar suficiente confianza para interrogar los propios presupuestos desde los que pensamos el feminismo en nuestra actualidad. Especialmente para aquellas personas que nos reconocemos en ese movimiento, el Manifiesto de un feminismo para el 99% (Herder, España, 2019) resulta tan clarificador como necesario para abordar debates recurrentes en torno a lo que significa hoy participar en esta lucha en una dirección emancipadora.

Lo decisivo del manifiesto, en este caso, no es que introduzca planteamientos especialmente novedosos sino que permite aproximarse a los núcleos más significativos de un movimiento social que en los últimos años no ha cesado de crecer y adquirir una notable visibilidad; crecimiento y visibilidad que no solo no excluye ambigüedades y riesgos sino que los implica necesariamente, como toda práctica discursiva que adquiere centralidad en la vida social, cultural y política. Al menos desde que autoras como Ángela Davis, Kimberlé Crenshaw o Patrice Hill Collins cuestionaron el presupuesto de un «sujeto universal abstracto» que hablara en nombre de laMujer, hacía falta un manifiesto que reflexionara en torno a un feminismo capaz de dar cuenta de la pluralidad de situaciones que afectan a las mujeres, en específicas condiciones de clase, raza, género y sexualidad.

Lejos de repetir un discurso binario en torno al género, Arruzza, Bhattacharya y Fraser indagan en algunos movimientos feministas (como el argentino o el polaco) para extraer enseñanzas tan valiosas como pertinentes para una militancia reflexiva. El feminismo por el que esos movimientos abogan dista de la versión corporativa de Sandberg que apuesta por el éxito en el mundo de los negocios y la mentada “igualdad de oportunidades” en un mundo radicalmente desigual.

La huelga militante feminista reivindica una sociedad libre de opresiones, explotación y violencia machistas, recordando el lazo entre patriarcado y capitalismo. En contraste con el «feminismo liberal» que se desentiende de cambiar el mundo social, la huelga feminista apuesta por la igualdad y la libertad no como bellas aspiraciones sino como condiciones de vida reales. Incluso a riesgo de perder las propias ambigüedades y disputas del movimiento huelguista (tal como se plantea por ejemplo en España), las autoras apuestan por construir el feminismo desde un “ethos radical y transformador”, trazando el camino para una sociedad justa: un feminismo para el 99%, que necesita unirse con otros movimientos anticapitalistas, ecologistas, antirracistas y defensores de los derechos de los trabajadores y emigrantes.

Once tesis 

Desde esas premisas, el manifiesto desarrolla once tesis centrales que pueden resumirse del siguiente modo:

1. La nueva ola feminista reinventa la huelga, redibujando el mapa político y recuperando las luchas históricas por los derechos de los trabajadores, la justicia social y el trabajo (remunerado o no) de aquellas que sostienen el mundo. El feminismo de la huelga abre la posibilidad “(…) de una nueva fase sin precedentes de la lucha de clases: feminista, internacionalista, ecologista y antirracista”.

2. El feminismo liberal está en bancarrota. Centrado en el Norte Global en torno a la ruptura del techo de cristal y la igualdad de mercado, esta versión es parte del problema: se niega a hacer frente a las restricciones socioeconómicas que hacen que la libertad y el empoderamiento sean inaccesibles para la gran mayoría de las mujeres. Su objetivo real no es la igualdad, sino la meritocracia, esto es, que ciertos grupos de mujeres directivas puedan alcanzar sus metas de clase apoyándose en migrantes explotadas (a cargo del cuidado de sus hijos y del trabajo precario en sus hogares). Además de elitista e individualista, avanza contra la mayoría. Como vehículo de la autopromoción, el feminismo liberal es la coartada perfecta del neoliberalismo. En una palabra, es el feminismo de las poderosas, femócratas del ajuste estructural e islamófobas que predican el lean in. Como sentencian las autoras: “No tenemos ningún interés en romper techos de cristal y dejar que la gran mayoría limpie los vidrios rotos”.

3. Necesitamos un feminismo anticapitalista. El feminismo del 99 % debe responder a una crisis que implica el desplome de los niveles de vida, el desastre ecológico, las guerras y las expropiaciones, las migraciones en masa, el racismo y la xenofobia y el recorte de derechos sociales y políticos. Defiende en suma el bienestar mayoritario, incluyendo las necesidades y los derechos de las muchas, esto es, de las mujeres pobres, trabajadoras, racializadas, migrantes, queertrans, discapacitadas y explotadas. Contra el vaciamiento de derechos propiciado por el neoliberalismo, se trata de apostar por un cambio sistémico, incluyendo la lucha contra el sexismo estructural y el racismo del sistema judicial, así como contra la brutalidad policial, el encarcelamiento masivo, las amenazas de deportación, el acoso y abuso laboral, etc. No solo no es un movimiento separatista: aboga por unirse a todos los movimientos internacionalistas que luchan por las mayorías sociales: “El feminismo para el 99% abraza la lucha de clases y la lucha contra el racismo institucional”.

4. La crisis social actual tiene como causa primordial el capitalismo. El actual sistema globalizador, financiarizado y neoliberal degrada la naturaleza, instrumentaliza los poderes públicos, incauta el trabajo no remunerado de los cuidados y asistencia y desestabiliza de forma periódica las condiciones necesarias para la supervivencia de la mayoría. La crisis que amenaza la vida tal como la conocemos es, sin embargo, una oportunidad de transformación social y rebelión feminista.

5. La opresión de género en las sociedades capitalistas arraiga en la subordinación de la reproducción social a la producción de beneficios. La sociedad actual produce estructuralmente opresión de género, especialmente al separar la producción de seres humanos de la producción de beneficios, asignando la primera tarea a las mujeres y subordinándola a la segunda. El trabajo reproductivo, en muchos casos de carácter no remunerado, sin embargo, es precondición fundamental para la sociedad humana y para la producción capitalista. Cuando se descarga en terceros la reproducción social, esos terceros suelen ser mujeres, atravesadas por la línea de fractura de clases, raza, sexualidad y nación. La división racial del trabajo reproductivo implica que sean mujeres racializadas quienes realizan este trabajo a bajo coste. En este sentido, la lucha de clases incluye las luchas por la reproducción social: por la atención médica universal, la educación gratuita, la justicia medioambiental, el acceso a la energía limpia, la vivienda y el transporte público, así como por la liberación de la mujer, contra el racismo y la xenofobia, la guerra y el colonialismo.

6. La violencia de género adopta múltiples formas ligadas al capitalismo. Las dinámicas contradictorias entre lo familiar-personal y lo laboral en la presente sociedad producen una división sistémica. En tiempos de crisis esa división no cesa de tornarse especialmente virulenta, incluyendo la percepción de una masculinidad amenazada que explota. Aunque las autoras reconocen otras formas de violencia, su énfasis está en aquellas formas que se ejercen desde el poder público institucional, como es el caso de las agresiones sexuales o el acoso, a razón de la vulnerabilidad económica, profesional, política y racial de las mujeres. “Lo que posibilita esta violencia es un sistema de poder jerárquico que fusiona género, raza y clase. El resultado es el refuerzo y la normalización de ese sistema”.  Ninguna respuesta puramente policial podría bastar, porque la violencia de género asienta en la estructura violenta del poder capitalista en su conjunto. De ahí que un feminismo del 99% conecte la lucha contra la violencia de género con otras formas de violencia sistémica.

7. Mientras el capitalismo pretende regular la sexualidad, el feminismo quiere liberarla. Ni el “liberalismo sexual” que lucha por el derecho de las minorías ni el “reaccionarismo sexual” que quiere restaurar arcaísmos regresivos –patriarcado, homofobia, represión sexual- podrían ser respuestas satisfactorias para un feminismo que cuestiona “el binarismo de género y la heteronormatividad sancionados por el Estado”. La primera opción normaliza formas de la sexualidad en una zona ampliada de regulación estatal que fomenta el individualismo consumista, a partir del desarrollo de un nicho de mercado para los disidentes sexuales. Aunque esta diversidad sexual es producto de luchas sociales valiosas, siempre corre la amenaza de ser comercializada en un mercado neoliberal del sexo, sin atajar las agresiones que el colectivo LGTBQ+ sufre regularmente, al persistir la discriminación social y la falta de reconocimiento simbólico del que es objeto. Las “nuevas libertades sexuales” constituyen un privilegio para quienes pueden ponerlas en práctica, mientras que la mayoría es privada por no acceder a las condiciones sociales y materiales para el desarrollo de esas libertades. El reaccionarismo sexual, por su parte, resucita el tradicionalismo como reacción al capitalismo, para exigir nuevas prohibiciones y restablecer roles de género acordes a presuntos mandamientos divinos o inveterados. Para las autoras, se trata de luchar por liberar la sexualidad no solo de la procreación y la familia normativa sino de las restricciones de género, clase y raza que impone el estatismo y el consumismo.

8. El capitalismo nace de la violencia racista y colonial y un feminismo mayoritario debe oponerse a esa violencia. Las autoras abogan por un feminismo que tome partido contra el suprematismo blanco-europeo, asumiendo cierta ambigüedad histórica del movimiento que desemboca en ocasiones en la defensa por parte de prominentes feministas de políticas antimusulmanas.  “Al abstraer el género de la raza (y de la clase) han priorizado la necesidad de «la mujer» de escapar de la domesticidad y «salir a trabajar» -¡como si todas fuéramos amas de casa de clase media urbanas!-“. En vez de negar esa historia, las autoras apuestan por una ruptura política con respecto una sociedad racista, capitalista e imperialista, en tanto condición de liberación de las mujeres. Ninguna liberación es posible si persiste la opresión racial, como ocurre con miles de mujeres racializadas que padecen la precariedad laboral y la privación de derechos. En vez de plantear la “sororidad” como algo dado, se trata de construir solidaridades políticas entre mujeres que padecen de formas diferentes la opresión de género.

9. El feminismo mayoritario debe ser ecosocialista. Ante la actual crisis ecológica, producto de la apropiación sistémica que se hace de la naturaleza, se trata de confrontar con el “capitalismo verde” del neoliberalismo, que se despreocupa del futuro colectivo y condena a millones de personas del Sur global a abandonar sus hogares por razones climáticas. Paradójicamente, el capitalismo destruye la naturaleza que es condición de vida y de su propia reproducción.

10. El capitalismo es incompatible con la democracia y la paz. La crisis actual, de carácter político, paraliza a los estados obstaculizados por las finanzas globales y el mecanismo extractivo de la deuda soberana. Los problemas acuciantes de la mayoría, de interés público, son relegados y los gobiernos, presos del poder corporativo, son vistos por la ciudadanía como “esclavos del capital”. Amplias franjas de la vida social se sitúan así fuera del control democrático, provocando una desprotección política de la mayor parte de la población mundial. “Según parece, las aspiraciones democráticas de miles de millones de personas en el Sur global ni siquiera merecen ser tenidas en cuenta. Pueden sin más ser ignoradas o brutalmente reprimidas”. Si el capitalismo es estructuralmente incompatible con la democracia, la solución no es instalar más mujeres en los reductos de poder (incluyendo el de hacer el trabajo sucio de bombardear otros países, sostener regímenes de apartheid, respaldar intervenciones neocoloniales o ajustes estructurales) sino de cambiar el sistema que imposibilita la igualdad real.

11. El feminismo para el 99% llama a todos los movimientos radicales a unirse en una insurrección común anticapitalista. En vez de aislarse, se tata de trazar puentes con otros movimientos de resistencia. Aquellos que luchan contra el cambio climático, la explotación laboral, el racismo institucional o los desahucios. “Esas luchas son nuestras luchas, parte integrante de la lucha por desmantelar el capitalismo, sin la cual no puede haber final para la opresión de género y sexual”. Unir fuerzas, pues, con ecologistas, antirracistas, antiimperialistas, el colectivo LGTBQ+, sindicatos y, en general, las corrientes anticapitalistas de izquierda que defienden el 99%. En suma, se trata de replantearse quiénes son aliados y enemigos de las luchas feministas mayoritarias, asumiendo la necesidad del reconocimiento recíproco de las diferencias relevantes presentes entre las propias mujeres y ahondando en el objetivo de una “insurrección global de amplia base”.

El capitalismo en la mira

Según las autoras, el capitalismo en tanto “fundamento último de la sociedad moderna”, exige recuperar y ampliar los movimientos emancipadores en nuestro tiempo y no meramente rendirse ante una corriente liberal dominante que se limita a demandar el avance meritocrático de unas cuantas.

En vez de una variante “progresista” del neoliberalismo, la alternativa propuesta es la de un feminismo genuinamente mayoritario que reoriente las luchas en un momento de confusión política. “Prácticamente nadie -con la excepción parcial del 1%- se libra de los impactos de las perturbaciones políticas, la precariedad económica y el agotamiento socio-reproductivo. Y el cambio climático, por supuesto, amenaza con destruir cualquier tipo de vida en el planeta”. Ninguno de estos problemas graves puede ser resuelto al margen de los otros.

Si por una parte el capital requiere del trabajo socio-reproductivo -generalmente no remunerado y sostenido mayoritariamente por mujeres- para mantener la fuerza laboral, por otra parte, esconde (y reniega de) dicho trabajo como condición de su posibilidad. Mientras que el capital se esfuerza en aumentar sus beneficios, las clases trabajadoras se esfuerzan más bien para llevar una vida digna. Esa vida digna no se reduce a mejoras laborales sino que incluye luchas diferentes por la salud, el agua, la vivienda, la salud o la educación. El objetivo de las luchas reproductivas, así, es establecer la primacía del “hacer personas” por encima del “hacer beneficios”.

En síntesis, mientras el neoliberalismo se limita a reclutar mujeres para el trabajo asalariado, bloquea cualquier posibilidad liberadora para las mujeres, incluyendo aquellas racializadas y migrantes que asumen en condiciones precarias el trabajo de los cuidados. “Lo que se presenta como emancipación es en realidad un sistema intensificado de explotación y expropiación”. Semejante trabajo favorece la vulnerabilidad ante el abuso y el acoso, facilitada a su vez por el deterioro de los servicios sociales públicos. En vez de un feminismo “huérfano de aspiraciones utópicas y revolucionarias”, se trata de analizar -tal como ha enseñado el feminismo negro- la intersección entre explotación de clase, racismo y opresión de género, así como las nuevas teorías queer que muestran los lazos entre capitalismo y la reificación de las identidades sexuales.

Ante esta realidad, por lo demás, tampoco caben viejas fórmulas que apelan a un reduccionismo de clase. Antes bien, se trata de pensar la clase como una cuestión entrelazada al género y a la raza, propiciando un universalismo concreto capaz de incluir la multiplicidad de luchas de “los de abajo”. Promover alianzas supone así tomarse en serio nuestras diferencias. Eso conduce a un feminismo abierto a la transformación y al cuestionamiento, afirmándose a través de la solidaridad. “El feminismo para el 99 % es un feminismo impacientemente anticapitalista, un feminismo nunca satisfecho con equivalencias si no tenemos igualdad, nunca satisfecho con derechos legales si no tenemos justicia, y nunca satisfecho con la democracia si la libertad del individuo no se mide de acuerdo con la libertad de todos”.

Un debate abierto

Manifiesto de un feminismo para el 99% ahonda en un debate abierto desde hace décadas; a saber, la posición que el feminismo debe ocupar dentro de los movimientos emancipatorios y, en particular, el tipo de feminismo que cabe reivindicar en una sociedad dividida no solo por antagonismos de género sino también por conflictos de clase, raza o sexualidad (entre otros). Como tal, constituye una iniciativa valiosa para reflexionar con respecto a la direccionalidad política que está asumiendo este movimiento plural.

A pesar de ello, a mi entender, la propia forma-manifiesto no resulta especialmente eficaz en este caso, en parte porque se extiende demasiado y en parte porque, pese a su extensión, no desentraña algunos nudos de reflexión que requerirían desarrollos conceptuales mucho más detenidos, como es la propia relación entre feminismo e izquierda o entre feminismo y antirracismo. Las alusiones al respecto, en este sentido, resultan insuficientes y sería preciso un trabajo más pormenorizado que permita una comprensión amplia de las problemáticas en juego. Una versión menos explicativa y más condensada del Manifiesto… facilitaría su apropiación por parte de diferentes colectivos sociales, permitiendo centrarse en los ejes de lucha más relevantes (sin que ello excluya la posibilidad de profundizar en cada eje a partir de la remisión a otras fuentes bibliográficas).

Asimismo, el amplio alcance teórico y político que Arruzza, Bhattacharya y Fraser hacen de la propia noción de «feminismo» termina desdibujando en parte su significado. Una cosa es abogar por un feminismo anticolonial y anticapitalista y otra suponer, como hacen las autoras en determinados pasajes, que dicha noción permite subsumir estas otras orientaciones portadoras de una historia relativamente independiente. La interseccionalidad del planteamiento, en este punto, corre el riesgo de diluir especificidades ideológicas y políticas de diferentes movimientos que, ciertamente, tienen en común su voluntad transformadora.

Sin embargo, ¿en qué sentido podrían subsumirse dentro de la categoría de feminismo ejes ligados a la clase, la raza/etnia o las propias luchas ecológicas? Inversamente, ¿no invisibilizan las autoras las especificidades de las luchas feministas, centradas prioritariamente en revocar las desigualdades de género y en abolir el hetero-patriarcado? ¿Hasta qué punto resulta plausible nombrar las múltiples formas de desigualdad y opresión del presente bajo un significante totalizador? Si bien las jerarquías de clase, raza y género están interrelacionadas, el alcance omnicomprensivo que las autoras dan, alternativamente, al concepto de «feminismo» y al concepto de «capitalismo» como “fundamento último de la sociedad moderna”, podría hacernos suponer, de forma errónea, que derrotando el capitalismo automáticamente quedarían abolidos los otros ejes de opresión. Una alternativa plausible bien podría ser la referencia al sistema-mundo como una trama compleja que implica el despliegue simultáneo de una estructura capitalista/patriarcal y moderno/colonial. Semejante referencia permitiría la inclusión de nuestras luchas diferenciadas y complementarias en un mismo horizonte altermundista capaz de nuclear las añoranzas por una sociedad emancipada (feminista, anticolonial y ecosocialista).

A pesar de estos diferentes énfasis y matices, el Manifiesto… constituye una herramienta ineludible para pensar y ampliar las luchas sociales en las que participamos, religando dimensiones de nuestra existencia social que otros discursos se empecinan en nombrar de forma separada y descontextualizada, dificultando el mutuo reconocimiento de movimientos con vocación de cambio.

En cualquier caso, libros así favorecen la articulación política de diferentes movimientos sociales, sin renunciar al debate intelectual como condición necesaria para consolidar nuestras luchas. Más que nunca, urgen textos que permitan ahondar en una teoría crítica del presente como prerrequisito de una práctica transformadoraPara quien se reconozca en esa búsqueda, este manifiesto podría ser un excelente recordatorio de los enormes desafíos políticos que tenemos por delante.

Fuente: https://www.tendencias21.net/Un-discernimiento-necesario-Manifiesto-de-un-feminismo-para-el-99_a45256.html

 

 

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«Soy contrario a la educación de género»: colombiano ministro de Educación de Brasil

América del Sur/ Colombia/ 26.11.2018/ Fuente: www.semana.com.

El colombiano Ricardo Vélez Rodríguez será quien ocupe el estratégico cargo en el gobierno de Jair Bolsonaro. En sus primeras declaraciones aseguró que el nuevo mandatario no es una persona radical. “La prensa ha bautizado a Bolsonaro como un político de ultraderecha, pero no es así, es un político conservador”, dijo.

Jair Bolsonaro, presidente electo de Brasil, nombró a Ricardo Vélez Rodríguez, filósofo colombiano, para ser el nuevo ministro de educación de su gobierno. El cargo es fundamental si se tiene en cuenta que en campaña Bolsonaro criticó por ejemplo la forma como se imparte la educación sexual y ha apoyado una especie de ley mordaza que impediría a los profesores promover “ideologías” en el aula de clase.

Vélez Rodríguez está radicado en el vecino país desde 1979 y ahora, a partir del 1 de enero de 2019, ocupará un lugar en la Plaza de la Meseta, la residencia presidencial del país latinoamericano.

El colombiano es profesor emérito de la Escuela de Comando y Estado Mayor del Ejército. Su trayectoria está inmersa en el ámbito académico y es autor de alrededor de 30 obras, según expresó Bolsonaro en su cuenta de Twitter.

Velez é Professor de Filosofia, Mestre em Pensamento Brasileiro pela Pontifícia Universidade Católica RJ, Doutor em Pensamento Luso-Brasileiro pela Universidade Gama Filho, Pós-Doutor pelo Centro de Pesquisas Políticas Raymond Aron, Paris, com ampla experiência docente e gestora.

Vélez Rodríguez terminó su formación de pregrado en filosofía en la Pontificia Universidad Javeriana. Además, cuenta con una maestría en Pensamiento Brasileño en la Universidad Pontificia Católica y un doctorado en Pensamiento Luso-Brasileño de la Universidad Gama Filho, ambas ubicadas en Río de Janeiro.

Ad portas de posesionarse como ministro, el bogotano expresó que su tarea será “poner el sistema de enseñanza básica y fundamental al servicio de las personas y no como opción burocrática sobre los intereses de los ciudadanos, para perpetuar una casta que se encuadró en el poder».

El nombramiento de Vélez Rodríguez se da tras una polémica confusión sobre el cargo. En un principio los medios brasileños comunicaron que el doctor en química Mozart Ramos haría parte del llavero ministerial. Sin embargo, su nombre generó polémica dentro de la comunidad religiosa, un bastión importante en la vida política de Bolsonaro.

Ante el descontento del bloque evangélico, Bolsonaro viró su elección hacia Vélez Rodríguez, quien esta mañana aseguró que Bolsonaro no es una persona radical. “La prensa ha bautizado a Bolsonaro como político de ultraderecha, pero no es así, es un político conservador”, dijo en una entrevista en Blu Radio.

Aseguró además que no estaba de acuerdo con la llamada educación de género y que el gobierno no debería tener un papel en este tipo de educación. «En materia de educación es necesario partir del respeto a las tradiciones nacionales. Gran parte de la población es conservadora y yo soy contrario a la educación de género. En Canadá fue aprobada, por ejemplo, pero está siendo revisada por los parlamentos. No creo que las políticas implantadas de arriba para abajo son la solución, me parece una invasión del espacio privado por las familias», aseguró.

«A Bolsonaro lo conocí hace 10 años cuando yo trabajaba en la Universidad Federal, me apreció una persona muy honesta, muy dinámica”, dijo sobre los primeros encuentros que sostuvo con el mandatario electo. «En Brasil hubo una polarización muy fea y la intelectualidad terminó en el barco del socialismo. Yo nunca compartí esas ideas, fui un liberalista moderado, como el doctor Carlos Lleras Restrepo», explicó sobre sus orígenes en asuntos políticos mientras vivía en Colombia.

Aunque no será hasta enero del próximo año cuando Vélez asuma el timón del Ministerio, ya tiene claro cómo tomará las riendas de la cartera. «Hay que racionalizar el uso del dinero, lo que toca a la educación primaria y segundaria”, dijo. Además, Vélez Rodríguez mencionó que le apuntaría a que la mirada educativa sea acorde a las necesidades de cada estado brasileño.

Por el momento y contando al colombiano, el presidente de Brasil ha nombrado a 12 ministros. Entre los que conforman su gabinete están Fernando Azevedo e Silva, ministro de Defensa; Augusto Heleno Ribeiro, ministro de Seguridad Institucional; Marcos Pontes, en el Ministerio de Ciencia y Tecnología, tres militares brasileños.  Además, quedó Tereza Cristina Correa como ministra de Agricultura y Sergio Moro de Justicia, dos funcionarios con carrera política en Brasil.

Pese a que Bolsonaro expresó que Vélez Rodríguez ocupará el cargo, las cuentas oficiales del Ministerio de Educación de Brasil aún no lo han anunciado por medio de sus redes sociales ni a través de la página oficial.

 

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Educación, racismo y exclusión social en la RD

Por: Elvys Ruíz

Como ya sabemos la educación es un vehículo, que como parte de la superestructura de la sociedad sirve a los intereses de la clase dominante y es utilizada por ellos como modelo de reproducción ideológica de los grupos de poder. De ahí que dentro de las funciones básicas del educador es preparar al educando para que se rija dentro del marco de las normas establecidas.

En la República Dominicana el sistema de educación como aparato ideológico de un Estado donde la población blanca es muy mínima, ha negado al dominicano el derecho de conocer el aporte de los negros y aborígenes al enriquecimiento cultural de la nación.  Cuando vemos los libros utilizados en las escuelas dominicanas, en ellos encontramos una ausencia del indigenismo y la negritud en las propuestas editoriales, destacándose solo lo ibérico, afán desmedido de la elite pro-hispánica de blanquear el sentimiento dominicano para su beneficio.

En nuestra nación se excluye a la persona de tez oscura y de características fenotípicas africanas de ocupar puestos de importancia, y esto por supuesto es discriminación y exclusión social. Un ejemplo concreto de esta discriminación es que en la sociedad dominicana de ayer y hoy, cuando se pide el currículo vitae para una plaza de empleo, este debe incluir una fotografía del solicitante. Esto inmediatamente excluye del proceso de selección a quienes no tienen rasgos europeos, y por lo tanto el trato es racista, puesto que se favorece a cierto grupo social, menospreciándose a otro.

Desde la oficialidad nuestra nación promueve un sentido de exclusión etno-racial al denominar erróneamente, aunque deliberadamente, la identidad del dominicano al designárseles en muchos documentos oficiales como “Indio”, “Indio Claro”, “Indio Oscuro”, para ocultarles sus raíces negras. Esto es simplemente una obliteración. Además, se sabe que el uso del “color” como categoría racial para clasificar los grupos humanos fue una invención de los colonizadores europeos para establecer su superioridad, hegemonía y subyugar al negro africano, al dotarlo de una categoría inferior.

Dice el historiador Franklin Franco Pichardo “Nosotros hemos elaborado un discurso liberador de procesos de enajenación que hemos sufrido, pero nuestro discurso se ha quedado a nivel universitario, y por eso el pueblo dominicano, en pleno siglo XXI, aún sea negro, se dice indio, y esa es una realidad tétrica que debemos superar”.

Con el ascenso de Trujillo a la Dirección del Estado Dominicano en 1930, el sistema educativo se constituyó en un instrumento de perpetuación de la ideología del régimen cuyo objetivo central consistía en mantener al pueblo dominicano vendado y así poder dominarlo. En ese sentido el mecanismo de mayor fuerza para conseguir tales fines fue la instauración de la Ley Orgánica de Educación No. 2909 del 1951, la cual en su artículo 1ro señala:

“el contenido de la educación dada por la escuela dominicana estará basado en los principios de la civilización cristiana y de tradición hispánica que son fundamentales en la formación de nuestra fisonomía históricas y se orientara, dentro del espíritu democrático de nuestras instituciones, a despertar en los alumnos, el sentimiento panamericanista y de compresión y solidaridad internacionales”.  Bajo este postulado se definían los contenidos y las bases filosóficas de la educación y la cultura dominicana a partir de los componentes hispánicos como esencia de la formación histórica del pueblo dominicano.

Durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo se inculcaba un sentido de apego a la patria y a la nación sobre la base de la satanización y el rechazo de la presencia negra en el país, por lo que desde la esfera del poder se promovía la unidad y homogeneidad nacional, rechazando toda influencia proveniente de Haití o cualquier otra parte del caribe negro o África.

Los problemas de exclusión étnico-racial en nuestro país tienen raíces muy profundas y el problema mayor es que no vemos que nuestra nación se encamina a resolver dichos problemas. Los epítetos raciales son ya parte del vocablo del dominicano y en los medios de comunicación, radio, y televisión se promueve esta práctica de rechazo hacia las personas de tez oscura de una manera irresponsable y no hay sanción o penalidad ante la grave falta.

Es obvio que en el país no existen leyes de derechos civiles, que protejan a las personas de ser discriminadas sobre la base del credo, raza, origen nacional, sexo, etc. como ocurre en Estados Unidos donde estas conquistas se lograron a base de lucha y hoy en día protegen a todos sus ciudadanos de ser discriminados y segregados racialmente. La realidad es que al dominicano de tez oscura se le excluye de las posibilidades de ascenso social, aunque tristemente, una alta porción del pueblo dominicano lo niegue.

En la patria dominicana parece ser que la solución al problema está muy lejos de resolverse, en una sociedad que todavía tiene neo-trujillistas en la cúpula del poder decidiendo el destino del pueblo dominicano y quienes se valen de los medios de comunicación a su alcance para forjar un sentimiento de desdén y vilipendio que en la mayoría de los casos va dirigido a los haitianos y a dominicanos con acentuadas facciones negras.

Es una tarea de todos luchar para eliminar el racismo, la xenofobia y la discriminación racial y forjar sociedades más inclusivas en donde la sana convivencia entre los diferentes grupos étnicos sea la norma.

Fuente: http://almomento.net/educacion-racismo-y-exclusion-social-en-la-rd/

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La ideología es como la sombra: siempre nos acompaña

Por: Leonardo Boff

El tema de la ideología está a la orden del día: ideología de género, política, económica, religiosa etc. Intentemos poner en claro esta cuestión.

1. Todo el mundo tiene una determinada ideología. Es decir, cada uno se hace una idea (de ahí ideología) de la vida y del mundo. Tanto el vendedor de palomitas de maíz de la esquina como la persona que atiende el teléfono o el profesor universitario. Es inevitable, porque somos seres pensantes con ideas. Querer una escuela sin ideología es no entender nada de ideología.

2. Cada grupo social o clase proyecta una ideología, una visión general de las cosas. La razón es que la cabeza piensa a partir de donde pisan los pies. Si alguien tiene los pies en la favela, tiene una cierta idea del mundo y de la sociedad. Si alguien tiene los pies en un apartamento de lujo junto a la playa, tiene otra idea del mundo y de la sociedad. Conclusión: no solo el individuo, sino también cada grupo social o clase, elaboran inevitablemente su visión de la vida y del mundo a partir de su lugar social.

3. Cada ideología personal o social, así como todo saber, tiene intereses detrás, no siempre explicitados. El interés del trabajador es aumentar su salario. El del patrón, aumentar su ganancia. El interés de un habitante de la favela es salir de esa situación y tener una casa decente. El interés del morador de un apartamento de clase media es poder mantener ese status social sin estar amenazado por la ascensión de la gente de abajo. Los intereses no convergen porque si aumenta el salario, disminuye la ganancia y viceversa. Aquí se instaura un conflicto.

4. El interés escondido detrás del discurso ideológico debe ser calificado: puede ser legítimo y es importante explicitarlo. Por ejemplo: tengo interés en que ese grupo de familias cree una pequeña cooperativa de productos orgánicos, de hortalizas, tomates, maíz etc. Este interés es legítimo y puede ser dicho públicamente. Puede ser también un interés ilegítimo y ser mantenido oculto para no perjudicar a quien lo propone. Ejemplo: hay grupos que combaten el desnudo artístico para, en realidad, encubrir la homofobia, la supremacía de la raza blanca y la persecución a los grupos LGBT. O un político de un partido neoliberal cuyo proyecto es disminuir los salarios, reducir las pensiones y privatizar bienes públicos y se presenta como alguien que va a luchar por los derechos de los trabajadores, de los jubilados y a defender la riqueza de Brasil. Él oculta ideológicamente los verdaderos intereses partidarios para no perder votos. Esa ocultación es la ideología como falsedad y él, un hipócrita.

5. La ideología es el discurso del poder, especialmente del poder dominante. El poder es dominante porque domina varias áreas sociales. Las élites brasileras tienen tanto poder que pueden comprar a las demás élites. Porque son dominantes, imponen su idea sobre la crisis brasilera, culpando al Estado de ineficiente y perdulario, a los líderes de corruptos y a la política de ser el mundo de lo sucio. Por otro lado, exaltan las virtudes del mercado, las ventajas de las privatizaciones y la necesidad de reducir las reservas forestales de la Amazonia para permitir el avance del agronegocio. Aquí se oculta conscientemente la corrupción del mercado, donde actúan las grandes empresas que sustraen millones de los impuestos debidos, mantienen una caja B, promueven intereses altos que favorecen al sistema especulativo financiero que drena dinero público, sacado del pueblo, hacia los bolsillos de unas minorías, que, en el caso brasilero, son seis multimillonarios que poseen igual riqueza que 100 millones de brasileros pobres. Estas élites ocultan las agresiones ecológicas, la desnacionalización de la industria y hacen propaganda de que el agro es pop. Practican una ideología descarada como engaño. Hay redes de televisión que son máquinas productoras de ideología de ocultación, negando al pueblo datos sobre la gravedad de la situación actual, generando espectadores alienados, pues creen en tales versiones irreales. Para encubrir su dominación, apoyan proyectos que benefician a niños o patrocinan grandes eventos artísticos para parecer benefactores públicos. Por detrás ocultan desfalcos y apoyan abiertamente a determinados candidatos, satanizando la imagen del principal opositor.

Existe también la ideología de los sin poder, de los sin tierra y sin techo, y otros que para sustentarse elaboran discursos de resistencia y de esperanza. Esa ideología es benéfica pues los ayuda a vivir y a luchar.

La ideología es como una sombra: nos acompaña siempre. Para superar las ilegítimas, es menester desenmascararlas y sacar a la luz los intereses escondidos. Y cuando hablamos a partir de un determinado lugar social, conviene explicitar en el discurso nuestra ideología. Concientizada, la ideología se legitima y democráticamente puede ser discutida o aceptada.

*Fuente: http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=859

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La educación es formación de la conciencia ética

Por: Hervi Lara B.

“El poeta cara a cara con la luna

fuma su margarita emocionante

bebe su dosis de palabras ajenas

vuela con sus pinceles de rocío

rasca su violincito pederasta.

Hasta que se destroza los hocicos

en el áspero muro de un cuartel”.

(Roque DaltonAmérica Latina).

1.- Dice Friedrich von Hayek  que “fue la evolución de la propiedad, de los contratos, de la libertad  con respecto a lo que pertenece a cada uno, lo que se transformó en lo que yo llamo civilización”, porque “gradualmente, se fue reconociendo como derecho que cada individuo tiene sus dominios privados que puede usar para alcanzar sus propios propósitos”.  Es por ello, agrega, que “en relación al altruismo y la solidaridad estamos obligados a olvidarlos para dar paso al desarrollo de la civilización”.  Porque “todo lo  que podemos llamar individualismo es abandonar a la obligación de compartir”.  (“Los fundamentos éticos de una sociedad libre”, en “Estudios Públicos” Nº 3, junio de l981, pág. 69).

Inicio esta conversación sobre educación y derechos humanos con esta cita, porque es ésta la filosofía subyacente en nuestra cultura y en el sistema educacional.  No se puede hablar de educación y de derechos humanos sin considerar el contexto histórico y cultural en el que nos desenvolvemos.  Y para que no nos demos cuenta de lo erróneo de lo que hacemos como educadores, nos encadenan con técnicas pedagógicas en el interior de la sala de clases, como si las aulas escolares no estuvieran en este mundo.

Lo ratifica José Ortega y Gasset, al afirmar que “la escuela, como institución normal de un país, depende mucho más del aire en que íntegramente flota, que del aire pedagógico, artificialmente producido dentro de sus muros”.

2.- La educación es formación de la conciencia ética es el título de la exposición. El título es la noción más precisa de educación.  Al hablar de educación y de ética, se concluye que la educación es ética, es decir, es reflexión filosófica, esto es, racional, sobre la búsquedadel bien.  El bien es universal.  Luego, se infiere que si la educación es formación de conciencia ética, porque cada acto  se proyecta en los otros, se debe partir del supuesto de que el hombre es un ser social.  Es nuestro supuesto como educadores cristianos.  Pero la  noción de hombre dominante es la de individuo que compite con los demás por la propiedad en medio del mercado.

 Nosotros concebimos a la educación como conciencia ética  y, en consecuencia, es educación de DDHH.

Estamos nadando contra la corriente.

3.- Educación es conciencia, porque es necesario darnos cuenta de los acontecimientos históricos, de su genealogía, de su proyección y de su significado.

Es ética, porque es una reflexión filosófica sobre el proceso formativo, discerniendo respecto de su bondad o maldad.  Más directamente: si humaniza o deshumaniza.

 Si humaniza, la educación se implica con los DDHH porque estos son valores básicos de una sociedad democrática, esto es, de una sociedad impregnada de igualdad y de participación.

4.-  Se atribuye a Sócrates el origen de la ética.  Para él, el bien es el conocimiento.  El mal es la ignorancia.  Para hacer el bien, es necesario conocer.  Allí está la misión del educador: estimular al discípulo hasta que reconozca la ignorancia y saque a la luz la verdad que se encuentra en la interioridad de cada persona.  Por tanto, el medio para alcanzar la verdad, lo que es y no lo que aparenta ser, es la educación.   Esto es formación de la conciencia y no una instrumentalización de las personas.

5.- Platón afirma que el bien está en la esencia, en la Idea.  El mal está en lo sensible.  La Idea o esencia o alma o razón o espíritu, esto es, lo no sensible, lo que no es cuantificable, lo que no se debe tratar como objeto, lo gratuito, lo que no tiene valor mercantil, es el bien.  Luego, la educación como objeto de mercado no es educación.  El lucro en la educación no debe tener cabida.

6.- Aristóteles dice que el bien es la felicidad, es decir, aquello a lo que tiende todo hombre.  La felicidad es pensar bien y actuar bien.  Como el bien es de los hombres y los hombres son seres sociales, el bien se manifiesta en la economía, la política y el derecho.

 Los pensadores clásicos nos ayudan a discernir sobre la realidad contemporánea.

7.- El concepto de hombre como ser social se rompió en la modernidad.   Entonces surgió la idea de individuo, desde el Yo pienso de Descartes, extendiéndose con el calvinismo y la idea de predestinación.

De allí nace el capitalismo, la ciencia positiva, la idea de progreso, la industrialización, el sistema financiero,  hasta la actual   globalización.

Es lo que han difundido von Hayek, Milton Friedman y que la Facultad de Economía de la Pontificia Universidad Católica de Chile  ha impuesto como dogma de fe en detrimento y contraposición de la fe cristiana que dice postular.

 8.- Por esta ideología, en todos los países de América Latina los profesores hemos sido implacablemente perseguidos por ser considerados “elementos subversivos”.  Miles de entre nosotros han sido encarcelados, torturados, relegados, exiliados, vejados, vigilados, violados, ejecutados, degollados, hechos desaparecer.  Ayotzinapa es uno de los ejemplos del último período.  Las oligarquías se han esmerado en ello y sus lacayos no han omitido momento alguno para tratarnos como inferiores, para denostarnos, humillarnos, criticarnos, burlarse públicamente de la situación opresiva que padecemos, culpándonos del bajo nivel escolar.

9.- No se toma en cuenta que los organismos internacionales han destinado a la educación como la principal reproductora de la desigualdad.  Para ello, nos han obligado a abandonar la reflexión filosófica cambiándola por un modelo economicista bajo el rótulo de despolitización, “encastillándonos” en la sala de clases, al margen de la creación de cultura y de la historia, lo que es acompañado por una proliferación de cursos de especializaciones técnicas, innumerables asesorías pedagógicas descontextualizadas y de la permanente amenaza de cesantía y de tratos arbitrarios.

De esto son cómplices y autores materiales los expertos, los especialistas, los académicos, los burócratas, los consultores, los asesores, los investigadores.  Son cómplices de la intencionada destrucción de la educación pública, que conlleva la pérdida de sentido de la vida de las presentes y futuras generaciones.

Así se ha impuesto la globalización: rompiendo la  ética.

10.- Con la globalización neoliberal se produce una ruptura del éthos de la sociedad occidental y hoy también de la sociedad mundial.  No hay ética.  No hay conciencia ética en nuestra cultura.  Por tanto, no hay educación y tampoco hay DDHH.

Estamos creyendo que educamos en mundo que  en realidad ya no existe.

11.- La violencia, el terrorismo, la criminalidad, la droga, la corrupción, no son los problemas de fondo, sino sólo indicadores de un problema más radical y más profundo: la ruptura del éthos, de la conciencia ética que posibilita la convivencia social.

Las respuestas del sistema  son más cárceles, más leyes represivas, más policías y militares en las calles.  Por eso los discursos de las iglesias y de los educadores no tienen efecto: porque no se dirigen a las raíces de los problemas.

 12.- Las sociedades más afectadas con la crisis ética son las que han adoptado con mayor entusiasmo el modelo de sociedad de USA y del Primer Mundo.    El llamado “crecimiento económico”, las modernizaciones, los ajustes, no solucionan el problema sino que lo acrecientan.

La concentración de la riqueza ha subordinado a la política, lo que ha conducido a una democracia sin contenido.  Se ha impuesto la prioridad absoluta de lo económico y de un único sistema de economía y de convivencia, que es un sistema basado en la violencia.

Así se ha envilecido la cultura.

13.- Como el individuo ha sido puesto por encima de  la persona, del hombre como ser social,  las élites y sus satélites carecen de solidaridad.  Se encierran en sí mismos.  Emerge así una sociedad dividida en la que no hay contacto entre la clase superior y la clase inferior.  Hay exceso de información,   pero no hay comunicación.

 La asociación, el sindicato, la lucha de clases, que eran formas de unión social,  ya no son posibles porque el trabajador no sabe quién dirige, quién manda, no sabe cómo funciona la sociedad en la que está físicamente, pero a la que mental y espiritualmente no está integrado.

14.- Aunque débilmente, la integración social la daba la educación pública, que transmitía valores como la nación y el trabajo.  La nación y el trabajo eran valores comunes.  El trabajo era fuente de dignidad.  Pero la globalización ha roto el espíritu de la nación y del trabajo, porque ha globalizado sólo a las élites.  Las grandes masas, las mayorías, han quedado marginadas.

15,- Las élites del mundo entero se contactan entre sí, pero no se contactan con sus propios pueblos.  Viven en los alrededores de las ciudades en paraísos artificiales que abandonan para viajar a los paraísos turísticos o a los paraísos fiscales que son el símbolo de la ruptura de la solidaridad.  No pagan impuestos.  Quieren un Estado débil que sólo les garantice privilegios y que reprima el desorden.  No se interesan por la educación pública, ni la salud, ni la vivienda, ni la previsión.

No tienen idea de cómo viven sus propios pueblos.

 16.- Los pueblos están excluidos, rechazados, marginados, envilecidos, sin solidaridad hacia nada ni de nadie.

El trabajo era un medio de socialización.  En la globalización (o sociedad del conocimiento) no existe estabilidad del trabajo ni identidad profesional.  El trabajo es sólo mercancía.  Ha perdido su dignidad.  Por tanto, en los lugares de trabajo no se generan formas de solidaridad.  Ya no hay derechos sindicales.  Y al no haber dignidad del trabajador, los jóvenes quedan sin referencia de valores.

17.- Hoy no existe éthos cultural.  Este estaba en el inconsciente de la sociedad, constituyendo el alma de la cultura, el fondo desde donde proceden las normas y los valores, los cuales se transmiten por el testimonio, a través de símbolos, mitos, sabiduría popular.

Es la base de la ética.  Una ética sólo racional, sin transmisión testimonial, no penetra en la vida, ni en los actos, ni en los comportamientos.  Estos hoy obedecen al mercado.  Luego, los comportamientos ya no son éticos, sino que obedecen al mercado: hago no lo que debo hacer, sino lo que me conviene.

 18.- La educación concebida como formación de la conciencia ética, tiene como fin la transmisión del éthos cultural, del espíritu del pueblo.

La educación pública era preparación para realizar un trabajo, para realizarlo como ciudadano de una sociedad democrática.

Pero en la era de la globalización neoliberal ya no hay éthos cultural, no hay ética, no hay espíritu.  Por tanto, no hay educación.

La familia no educa porque los padres no saben qué transmitir a los hijos.  Los abandonan a si mismos.  Les dan cosas e instrucción, pero no valores.

 19.-  Las escuelas son centros de preparación para el mercado.  Pero todos los niños y jóvenes de clase baja saben desde el comienzo que en esa competencia   son “perdedores”.  La educación de hoy es para los que van a vencer en el mercado del trabajo.  Para la mayoría es inútil lo que la escuela enseña.  No se otorga preparación para la vida que verdaderamente se tendrá que vivir.

Se ha logrado así el objetivo de la despolitización y uno de sus principales medios han  sido  las pruebas internacionales estandarizadas. En consecuencia, hoy no hay educación y menos aún  hay educación pública.

20.- El Estado ha dejado a la educación pública en decadencia porque no le ve sentido.  Los técnicos que las empresas requieran son preparados por instituciones privadas más integradas al mercado. El único conocimiento que se valora es el conocimiento en torno al mercado.  Toda la información que transmiten los medios se refiere al mercado, para seleccionar y orientar la producción y dar a los capitales mejores rendimientos.

La tecnología y  la ciencia benefician a los que las aprovechan económicamente, haciendo de ellas nuevas mercancías.

 No se transmiten valores éticos, porque estos perturban el juego del mercado.

21.- Para los estudiantes, más importantes que los mensajes de la escuela son los que difunde la TV.  La TV difunde la forma de vida de la clase alta.  El éthos  de la clase alta es el narcisismo: el individuo no se refiere a sí mismo, sino a la imagen que proyecta.  De ahí la necesidad de consumir para existir.

22.- Los Estados no pueden desarrollar la educación pública ni respetar los derechos humanos mientras los gobiernos están asociados a The Goldman Sanchs Group, acusado del fraude de las hipotecas subprime y de ser parte del origen de la crisis financiera griega al haber ocultado cifras del déficit público.  Y  J.P.Morgan, acusado de prácticas delictivas en su gestión de bonos hipotecarios durante la crisis subprime de 2008 al no informar a los organismos controladores de sus prácticas.  O el HSBC Securities, una de las primeras empresas financieras del mundo y que en 2012 un informe del Subcomité Permanente de Investigaciones del Senado de USA reveló que durante años el HSBC había lavado dinero de los cárteles mexicanos y de otras organizaciones criminales, cuestiones que se vio obligado a reconocer.

23.- ¿Qué hacer para reconstituir una ética enraizada en un nuevo éthos cultural?

 Las iglesias no convencen con sus discursos moralizantes y anacrónicos.  La Iglesia Católica está asociada a la clase alta, está “inculturada” a esa clase  exceptuando a sectores muy reducidos que no tienen mayor ingerencia en las decisiones ni en las líneas pastorales.

La solidaridad la han confinado a obras asistenciales a las que la clase alta otorga ayuda para corregir los defectos que creen ser transitorios del sistema económico, el cual “chorreará” a todos.  Piensan que el Estado es el problema.  Por su parte, el Estado está presionado por el FMI, el BM, la OMC, los TLC y las transnacionales.  Se denuncia la corrupción de las instituciones del Estado, pero  nunca la corrupción de las empresas privadas.

24.-  Sin embargo, el Estado fue el creador de la economía, del trabajo, de los servicios sociales.  Fue el principal agente de la educación y  no se le puede reemplazar en relación a la posibilidad de un nuevo éthos cultural para difundir y universalizar valores.

Hoy el Estado es débil, por lo que debe apoyarse en la organización de los movimientos populares.

25.- ¿Cómo recrear la educación enraizada en los derechos humanos?

Es a lo que insta el Papa Francisco en el Encuentro Mundial de Movimientos Populares (27-29 de octubre de 2014) al decir que “los pobres no sólo padecen la injusticia, sino que también luchan contra ellas.  No se contentan con promesas ilusorias, excusas o coartadas.  Tampoco están esperando de brazos cruzados la ayuda de ONGs, planes asistenciales o soluciones que nunca llegan o, si llegan, llegan de tal manera que van en una dirección o de anestesiar o de domesticar”. La solidaridad “es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos.  También es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, la tierra y la vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales.  Es enfrentar los destructores efectos del imperio del dinero: los desplazamientos forzados, la emigraciones dolorosas, la trata de persona, la droga, la guerra, la violencia y todas esas realidades que muchos de Uds. sufren y que todos estamos llamados a transformar.  La solidaridad, entendida en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia y eso es lo que hacen los  movimientos populares”.  Y agrega: “No se puede abordar el escándalo de la pobreza promoviendo estrategias de contención que únicamente tranquilicen y conviertan a los pobres en seres domesticados e inofensivos.  Qué triste ver cuando detrás de supuestas obras altruistas, se reduce al otro a la pasividad, se lo niega o peor, se esconden negocios y ambiciones personales”.  Y continúa instando a las organizaciones populares a luchar contra el desempleo, el trabajo informal y la falta de derechos laborales, frutos de un sistema económico que descarta niños, ancianos y jóvenes, por lo que “es necesario crear una cultura del encuentro, síntesis entre lo local y lo global, porque la lucha de los movimientos populares nos hace bien a todos”.

26.- Siguiendo este razonamiento, el profesor (a diferencia del tecnócrata) tiene conciencia del significado político de su profesión.  Frente a la sociedad, promueve la cultura.  Frente a la persona, construye en sí cultura.

Esto lo hace promoviendo utopías, sentido de la vida, humanizando, integrando, cohesionando al pueblo al que pertenece.

Dice Santo Tomás que, para educar a los jóvenes, “tres cosas debe hacer el maestro: ordenar rectamente hacia el fin, a lo que se llama dirigir; emplear toda cautela para que no se extravíe, lo cual tiene por nombre regir: reducirlo al recto camino si se hubiera apartado de él, a lo cual se llama corregir”.

27.- La intencionalidad es en la conciencia del profesor, adquirida por la razón y la experiencia, lo que da paso a la sabiduría.  La sabiduría permite discernir entre las posibilidades hacia el  educando y que dependen del profesor: ascender a la plenitud de la humanización o descender a la nihilidad o el sin sentido.

La educación tiene como fin  la humanización, la dignidad humana, a través del diálogo con el mundo.  Ello desemboca en  la libertad, esto es, “cuando se descoloniza la mente del oprimido de la presencia del opresor”.  (Freire-Frei Betto, “Esa escuela llama vida”).

La preocupación prioritaria de los cristianos y, en particular, de los educadores cristianos, debe ser la restauración de la educación pública, porque es la única que puede alcanzar a la gran masa de los pobres e impedir la intensificación de la degradación de las nuevas generaciones populares que están en situaciones sin salida, sin refugio, sin socialización, sin dignidad.

28.- El porvenir está en los movimientos y organizaciones voluntarias, abiertos a todos, dominados por una preocupación ética, capaces de liberarse de las estructuras económicas imperantes.

Ello implica una visión crítica del mundo actual y de la economía de mercado.  La gran masa no tiene capacidad de darse cuenta de lo que está sucediendo.

Hay que suprimir las fronteras al interior de las sociedades para que las élites vean lo que pasa en el infierno que dejaron formarse al lado de sus paraísos.

Hay que seguir la dinámica de los trabajos voluntarios, de campañas de alfabetización, de Médicos sin Fronteras, del Movimiento por el Cierre de la Escuela de las Américas, de las radios y TV comunitarias, etc.

 29.- El valor fundamental de una nueva ética es la relación humana: ser capaz de relacionarse, de comunicarse personalmente, de crear convivencia.

No es la comunicación de la red de medios tecnológicos, porque esa es la comunicación del mercado.  Esa despersonaliza.  Lo que vale es la comunicación personal y que posibilita la socialización, la organización para una vida en comunidad.  Porque la globalización sólo permite la competencia y la lucha de todos contra todos.  Hoy triunfa sólo el que actúa sin ética.

30.- Sólo las organizaciones sociales democráticas, el pueblo organizado, informado, educado y unido pueden transformar el sistema imperante.

En la organización social y política está la tarea de la educación en derechos humanos.

Debemos exigir una reforma universitaria que reivindique la misión de la universidad como centro de creatividad y de irradiación del saber para el bien de la humanidad, lo que implica la presencia de académicos solventes intelectual y éticamente.

Crear talleres de reflexión buscando precisar la conceptualización y, a la vez, denunciar la corrupción de las instituciones de educación.

Sistematizar y difundir las experiencias inéditas, de tal manera de que toda la sociedad se entere de la labor extraordinaria y bella del profesor.

Participar de organizaciones sociales, culturales y políticas, estableciendo vínculos internacionales.

Enfatizar la formación de buenos hábitos, como educación humana básica.

Desarrollar la formación ética en el sistema escolar y a través de medios de comunicación locales.

Denunciar  la impunidad de los delitos de lesa humanidad y prevenir las violaciones de DDHH a través de la difusión del Derecho Internacional.

31.- Los DDHH los han reducido a no ser molestados por nada ni nadie, lo que  se expresa en el egoísmo. Es así como la situación actual es de barbarie.  No hay alternativa: educación en derechos humanos o barbarie.

 La gratuidad es lo único que puede restaurar la relación humana entre personas.  La gratuidad se opone a la ideología del mercado.

Pero no debemos olvidar la tarea más directa de los educadores: la educación humana básica para transmitir la responsabilidad personal.  Enseñar lo que es útil para la vida.  Y lo que es útil para la vida es saber relacionarse y pensar por sí mismo.

32.- Hay múltiples ejemplos que ratifican lo antes señalado, como el siguiente: el 1º de enero de 1994, los conceptos de dignidad, identidad y memoria rompieron el silencio de los “condenados de la tierra” a través de la aparición del movimiento zapatista.  Más tarde se gestó el Primer Encuentro Internacional por la Humanidad y contra el neoliberalismo en 1996, en Aguascalientes, en la selva Lacandona y que ha sido continuado en diversos lugares del mundo.  Porque la humanidad tiene derecho a vivir humanamente y un paso básico es que los pueblos digan su palabra, porque “para el poderoso, nuestro silencio fue su deseo.  Callando nos moríamos, sin palabra no existíamos.  Luchamos para hablar contra el olvido, contra la muerte, por la memoria y por la vida.  Luchamos por el miedo a morir la muerte del olvido. Hablando en su corazón indio, el pueblo sigue digno y con memoria”.

Fuente: http://www.elciudadano.cl/columnas/la-educacion-es-formacion-de-la-conciencia-etica/07/21/

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